jueves, 7 de junio de 2018

10 de junio: Afirmación de los derechos argentinos en islas del Atlántico Sur

Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, islas y Sector Antártico Argentino






El próximo 10 de Junio de cada año recordamos en la República Argentina la designación de Luis Vernet como el Primer Gobernador Argentino en las Islas Malvinas en el año 1829, quién estaba realizando trabajos de colonización en Puerto Soledad. Es este un hito más entre los antecedentes que dan apoyo a los reclamos de la soberanía Argentina sobre las Islas Malvinas.


Por Ley N°20.561/73 sancionada el 14 de noviembre de 1973 se establece el 10 de junio como el "Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico", disponiéndose que ese día se conmemore en los establecimientos de enseñanza de todos los ciclos, del Estado y particulares, unidades y oficinas de las Fuerzas Armadas, sedes judiciales y dependencias de la administración pública, dentro y fuera del territorio, con actos alusivos, dictándose al efecto clases especiales y conferencias en las que se señalarán los antecedentes históricos, la legitimidad de los títulos argentinos y la forma en que ella se ejercita en el sector austral.

Cuando hablamos de nuestras Islas Malvinas, parecería que los actos de soberanía en el archipiélago se remontan solamente al día de su recuperación, el 2 de abril de 1982, pero nuestro país estuvo realizando acciones muy importantes antes de esa fecha, que muchos desconocen y en el informe que presentamos lo damos a conocer.

MALVINAS ANTES DEL 2 DE ABRIL DE 1982

Parecería que los actos de soberanía en las islas se remontan solo al 2 de abril de 1982, pero nuestro país estuvo realizando acciones muy importantes antes de esa fecha, que muchos desconocen.

Cabe recordar que entre los gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña, se llegó a un acuerdo con el propósito de contribuir en forma positiva a solucionar la situación de las islas Malvinas. Una medida tendiente a tal finalidad fue el establecimiento de un servicio aéreo regular de transporte entre nuestro territorio y el archipiélago.

Tomó a su cargo dicho servicio la Fuerza Aérea Argentina, que lo prestaba por intermedio de Líneas Aéreas del Estado (LADE). El primer vuelo regular entre Comodoro Rivadavia y Puerto Argentino fue cumplido el 12 de enero de 1972 con un avión anfibio Albatros y se continuó con dos servicios por mes. A partir de entonces las Islas Malvinas comenzaron a estar permanentemente en contacto con el resto del mundo; se trasladaban pasajeros, se efectuaban evacuaciones sanitarias y vuelos de cargas en general, en especial perecedera, correo y medicamentos.

La Fuerza Aérea Argentina construyó ese mismo año, una pista provisoria de 800 metros de largo por 30 de ancho, utilizando planchas metálicas. La finalidad de esa obra era permitir que aviones Fokker F-27 (biturbohélices), pudieran aterrizar en la isla.

Logrado esto, la frecuencia de esos vuelos se elevó a uno por semana. La pista de referencia fue ampliada después hasta los 1.200 metros con el agregado de planchas de aluminio.

De este modo, Puerto Argentino pudo recibir aviones jet (de reacción) que cubrían la distancia que media entre las dos ciudades en 2 horas 30 minutos, vuelos realizados con los aviones Fokker F-28. Esta ampliación de la pista fue inaugurada el 10 de octubre de 1976. Se realizaron también vuelos no regulares de traslado de carga con los aviones Hércules C-130. Esta capacidad operativa, ampliada por el medio naval, permitió instalar la plantas de Gas del Estado y de combustible de Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF).

También se realizaron investigaciones por parte de la Sociedad Científica Argentina y hasta se designaron dos maestras para la enseñanza de la lengua castellana. Al comenzar los acontecimientos bélicos protagonizados en 1982 entre nuestro país e Inglaterra, los servicios aéreos de LADE a nuestras islas Malvinas se suspendieron. (FUNDACION MARAMBIO)

martes, 5 de junio de 2018

Diplomacia: El tarado de Marcos Peña homenajea a los caídos británicos

Marcos Peña inició sus actividades en Londres con un homenaje a los soldados caídos en Malvinas 


El jefe de Gabinete llegó ayer a la capital inglesa y hoy comenzó una ronda de reuniones con autoridades del gobierno del Reino Unido y con representantes parlamentarios


Infobae



 
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, durante el homenaje a los soldados británicos caídos en Malvinas



El jefe de Gabinete, Marcos Peña, inició hoy su agenda en Londres, donde mantendrá reuniones con autoridades del gobierno del Reino Unido y con representantes parlamentarios, para analizar distintos temas que forman parte de la agenda bilateral.


Tras haber arribado ayer a la capital inglesa, el funcionario argentino inició la jornada con un homenaje a los soldados británicos y argentinos caídos en la Guerra de Malvinas en St. Paul's Cathedral a las 5:30, hora argentina, junto al ministro de Estado para Europa y las Américas de la cancillería británica, Alan Duncan, y en un gesto de reciprocidad con el canciller británico Boris Johnson, quien el 20 de mayo pasado en Buenos Aires depositó una ofrenda floral ante el monumento erigido en la Plaza San Martín, en el barrio porteño de Retiro.



 

Marcos Peña junto al ministro de Estado para Europa y las Américas de la cancillería británica, Alan Duncan, esta mañana en el homenaje


Participaron también el embajador británico en Argentina, Mark Kent, el embajador argentino en Inglaterra, Carlos Sersale di Cerisano y el veterano británico de la Guerra de Malvinas, Geoffrey Cardozo.


 


A las 11:15, Peña se reunirá con Johnson y luego mantendrá encuentros con el secretario de Estado para el Comercio Exterior, Liam Fox; el ministro de Economía, Philip Hammond, y el secretario de Estado de Medio Ambiente, Alimentos y Agroindustria, Michael Gove.


Además, el jefe de Gabinete se reunirá con parlamentarios miembros del Grupo de Amistad con Argentina y por la noche compartirá una cena en la Residencia Oficial Argentina con miembros del Gobierno, el Parlamento, académicos e inversionistas.


En tanto, mañana continuará con dos rondas de reuniones con empresarios e inversores y brindará una conferencia sobre el tema "Presidencia Argentina del G-20– Cambio político promoviendo una agenda para una economía global sustentable".

 


El broche de la agenda será la entrevista pactada con Peter Hill, secretario de la primera ministra Theresa May; David Lidington, ministro del Gabinete, y Mark Sedwill, consejero de Seguridad Nacional.


Luego viajará a Nueva York donde el miércoles mantendrá reuniones con empresarios, inversores y autoridades diplomáticas.


En la ciudad estadounidense, Peña compartirá un desayuno con autoridades del Consejo Empresarial para el Entendimiento Internacional y llevará a cabo a diversos encuentros con inversores, empresarios y representantes del mundo financiero, tras lo cual asistirá a un almuerzo servido en honor del jefe de Gabinete en el Council of Americas.


Por otra parte, Peña también se reunirá con la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley.


El jefe de Gabinete inció su gira el lunes pasado, cuando viajó a La Habana, acompañado por el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo.

domingo, 3 de junio de 2018

Malvinas, su recuerdo y su futuro, por Marcelo Larraquy

"¿Y todavía seguís pensando que las Malvinas son argentinas?"

Un recorrido por las calles de las islas todavía reflejan las cicatrices que dejó la guerra. La búsqueda de los puestos de combate de los ex soldados y las imágenes de las últimas horas de la batalla 

Por Marcelo Larraquy || Infobae
Periodista e historiador (UBA)




Hace un tiempo acompañé la visita de ex soldados a las Malvinas. Era un grupo que volvía a las islas después de treinta años de la guerra contra Gran Bretaña.
Nos hospedamos en una casona muy confortable de la avenida Ross, algunas cuadras alejadas hacia el este del casco urbano, frente a la bahía. Creo que éramos alrededor de quince o veinte. La mayoría de ellos habían servido a la Compañía A del Regimiento 7 de Infantería Mecanizada de La Plata.
Me acuerdo que el primer día desayunamos en forma abundante dulces, yogures, pan casero, en una mesa larga y luego salimos a recorrer las laderas de Wireless Rigde, a dos kilómetros de la residencia de gobierno.
Las laderas estaban debajo del monte Longdon, donde en la madrugada del 12 y 13 de junio de 1982 se definió la batalla.


Campamento argentino en Monte Longdon

La ladera era un territorio abierto con un declive no muy pronunciado. Apenas empezaban a caminarla, los ex soldados se detenían a buscar referencias que le permitieran ubicar el que había sido su lugar de combate, los restos del pozo que habían cavado para esperar la guerra.
Los impactos de las bombas, como una mancha negra sobre la tierra, cráteres anchos, de más de un metro, se veían con nitidez.
Los pozos eran más difíciles de encontrar, pero una vez localizados, removiendo un poco la tierra, dejaban emerger algunos pertrechos de entonces: pilas grandes con las que escuchaban radio, algunos restos de pilotines verdes, hierros oxidados, latas de gaseosas achatadas.



Me acuerdo que en la revisión de la ladera un ex soldado buscaba con su hijo las cartas que había enterrado en una bolsa de plástico, cerca de su pozo, y ahora no podía encontrarla.
El pozo rememoraba a la lluvia, a la posición anegada por el agua, a las bengalas, a los bombardeos.
El primer bombardeo lo vivieron el 1° de mayo, con los Sea Harriers que cruzaron el cielo de la ladera en dirección al aeródromo y descargaron sus bombas.
Este fin de semana largo aproveché para buscar las notas que había tomado de aquel viaje a Malvinas y encontré el testimonio del ex soldado Alfredo Rubio, que recordaba el paso de los Sea Harriers.
"El bombardeo nos tomó por sorpresa. Yo no tenía experiencia militar que me preparara para esta situación. Los bombardeos llegaban desde fragatas y aviones. Cuando había bombardeo se corría un alerta roja y cada uno trataba de buscar algún refugio para protegerse".


Batalla de la Pradera del Ganso

La Compañía A había padecido su propia tragedia poco antes de que las tropas terrestres británicas se asomara por la cresta del monte Longdon.
Cuatro soldados conscriptos perdieron la vida cuando una mina antitanque detonó sobre el bote de goma en el que remaban, sobre el río Murrell.
Del otro lado del río había una casa vacía. Sus habitantes habían sido trasladados a Puerto Argentino y algunos soldados solían entrar, en busca de la comida que había quedado almacenada. El bote le permitía acortar las distancias y volver rápido a sus posiciones de combate.
Marcelo Postogna tenía un recuerdo vivo de la noche de la tragedia.
"Unos días antes vinieron un grupo de ingenieros y minaron toda la zona para evitar un posible desembarco inglés. Esto activó una mina antitanque. Y fallecieron cuatro. Manuel Zelarrayán, Carlos Hornos Pedro Vojkovic y Alejandro Vargas, que es el único que identificamos. Fue muy doloroso ir a buscar a nuestros compañeros, y buscarlos por partes".
Hasta ese momento, Alejandro Vargas era el único del grupo que tenía la tumba con su nombre. Los restos de Zelarrayán, Hornos y Vojkovic fueron reconocidos en las últimas semanas, luego de 36 años en los que permanecieron como "soldado argentino sólo conocido por Dios".
Aquel primero día en las Malvinas, a la tarde, fuimos a rendir homenaje alos caídos al cementerio de Darwin. "Este viaje es una procesión que uno trae, que lleva dentro de uno, es algo que nos realimenta y nos ubica en el tiempo y espacio, y nos construye como persona", decía Postogna.
Para mí todo era nuevo.
Lo primero que se me había revelado en el viaje era que en las Malvinas había gente. Siempre había entendido a las islas como un territorio despojado, pero nunca había pensado en los isleños, que fueron viviendo y muriendo en esas tierras a lo largo de varias generaciones.
Por la noche salimos a recorrer las calles y entramos a un bar, creo que era Deano's Bar, pero podría ser otro. Nosotros éramos bastantes, y no sé por qué, en el primer impacto, no se generó una buena atmósfera. Apenas comenzábamos a ubicarnos alguien recomendó que lo mejor sería que nos fuéramos. No sé si hubo algún comentario o una mirada que se estiró demasiado, pero la guerra había dejado una marca, una sensibilidad, que no admitía malos entendidos.
A esa hora todavía no habíamos comido y de casualidad encontramos una pizzería a punto de cerrar que atendía un inmigrante chileno. Logramos encargarle algunas cajas.
Retengo una imagen de ese momento: los ex soldados en el cordón de la vereda comiendo pizza en la noche de Malvinas.
A la mañana siguiente, mientras desayunábamos, la dueña de casa, Arlette, nos presentó a un policía que se había acercado a la casa para establecer contacto con el grupo de ex soldados. No recuerdo si la conversación tenía que ver con el hecho de que se habían sentado en el cordón de la vereda o si acaso la visita era por la bandera argentina que había sido exhibida en el cementerio, creo que para una foto. Supongo que la policía local habría evaluado esos dos hechos como "conflictivos", para decirlo de algún modo, y nos lo hicieron notar.
En ese momento advertí que el grupo era objeto de una vigilancia imperceptible, aunque no estaba en el ánimo de ninguno generar conflictos.
El día siguiente también fue largo.
Fuimos hasta el estrecho San Carlos, que separa la isla Soledad de la Gran Malvina. Allí los ingleses desembarcaron sus tropas terrestres. El área estaba escasamente protegida. Sólo había cuarenta soldados argentinos para dar aviso temprano. Era la opción menos probable para el mando argentino, porque consideraba que San Carlos estaba demasiado alejado de Puerto Argentino.



La logística de guerra británica ocupó el estrecho: destructores, fragatas, buques de asalto, que dieron sostén al desembarco el 21 de mayo de 1982.
En la bahía encontré al ex soldado Víctor Hugo Romero que había combatido en San Carlos.
"Cuando llegamos había un regimiento de Corrientes –recordaba-. Teníamos muy pocas municiones. Esperábamos que tiraran ellos, cambiábamos de posiciones, pero luego no teníamos dónde replegarnos, nos rodearon, no había forma de salir. Enfrente estaban los ingleses y de espaldas teníamos el agua. La noche de la rendición la pasamos en un galpón, un esquiladero de ovejas y a la mañana hubo cese de fuego, entregamos las armas y nos tuvieron prisioneros".
Fui con Romero hasta el galpón con el esquiladero. Se mantenía exactamente igual que hacía treinta años. Quizá todo estuviera como entonces y el único cambio se produjo en una pequeña casa, convertida en un museo, que conservaba objetos de guerra.
Después del desembarco en 1982 hubo cuatro días de intensa descarga de fuego argentino que pusieron en peligro la marcha terrestre británica, sobre todo por la pérdida logística asentada en el estrecho, que los dejaba sin respaldo para los setenta kilómetros que debían recorrer hasta Puerto Argentino.
Su próximo objetivo fue la posición argentina en de Puerto Darwin y Pradera del Ganso, distantes a 5 kilómetros uno del otro. En esa guarnición se resguardaban algunos aviones Pucará. En los caseríos se produjo una larga batalla terrestre. Murieron 47 argentinos y 17 británicos, entre ellos el jefe de Segundo Batallón de Paracaidistas (Para 2), el teniente coronel Herbert "H" Jones, en un hecho todavía controversial, tras un aparente "cese de fuego".
Fue un enfrentamiento infernal, de treinta y seis horas, que dieron muestra del heroísmo de la resistencia argentina.


La batalla en Pradera del Ganso. Fue la primera batalla terrestre que libraron ambos contendientes luego de que las fuerzas británicas desembarcadas consolidaran su cabecera de playa en San Carlos

El dominio de Darwin y Pradera del Ganso fue clave para el enemigo: las tropas británicas se aseguraron la retaguardia, y con la protección aérea y naval, continuaron el recorrido hacia Puerto Argentino.
Ese mediodía fuimos a almorzar a un pequeño restaurante de Pradera del Ganso. Advertí la tensión en el local apenas nos sentamos para comer el plato del día. Todos nuestros gestos y movimientos fueron sobrios y cuidados. Después supe que el restaurante lo atendía la misma familia que había sido detenida en 1982 por el mando argentino. Y si bien estaban acostumbrados a recibir ex soldados, el recuerdo traumático permanecía vigente.
Me acuerdo que durante los días que siguieron busqué isleños para conocer sus experiencias durante la detención y pude dar con una chica que recogió los relatos de su familia. Ella había nacido en 1987. Se llamaba Teslyn Barkman.
Creo que conversamos en la redacción del semanario "Penguin News", que dirigía John Fowler y donde trabajaban otras dos personas. Teslyn me contó que sus padres, durante la detención, dormían en colchones, en una sala amplia con un único baño, junto a otros granjeros de lugar.
En ese momento Teslyn formaba parte de un servicio militar voluntario –Falkland Islands Defense Force-, porque quería prepararse para estar en la primera línea de la guerra "en caso de un nuevo ataque".
Me sorprendió su dureza, que contrastaba con su sensibilidad como artista. Creo que era pintora. Teslyn, desde siempre, había estado molesta con el reclamo argentino por la soberanía sobre las islas.


San Carlos

"Este es mi lugar –me explicaba-, yo nací acá y no creo que deba pedir disculpas por eso. Como en la Argentina muchas personas llegaron de otras partes como inmigrantes y ahora lo consideran su hogar, lo mismo sucede para los isleños. Y aunque tengo ciudadanía británica, me considero una simple isleña. No pueden quintarnos nuestro hogar ni intentar hacernos perder la identidad".
Este tipo de encuentros, y otros posteriores, me hicieron entender que para los isleños la guerra no había terminado, y todavía conservaban cicatrices y resentimientos. Habían vivido la invasión, porque para ellos fue una invasión. Como si la Segunda Guerra Mundial se hubiese desatado en su propio pueblo. Una dimensión del conflicto que yo no había pensado y era necesario abordar para entender su complejidad.
Y aún con su dureza podía entender la posición de Teslyn, y me sentí más cercano a sus palabras que las sensaciones que tuve cuando visite la residencia del gobernador inglés, para un cóctel. Ese lugar lo sentí completamente ajeno. Ahí sí sentí que nuestra tierra había sido despojada.
Pero en el trato personal a los isleños lo percibía diferente. Recuerdo el contacto con un grupo jóvenes a la salida de un bar, que uno de ellos empezó a insultar por nuestra presencia. Después me explicaron que durante los meses de marzo y abril los isleños son muy sensibles a la llegada –que consideran "masiva"- de ex soldados y familiares desde el continente.



La cuestión es que luego de ese incidente verbal, por así llamarlo, acordamos conversar en el lobby de un hotel boutique ubicado frente a la bahía y nos servimos un té casi como una forma de pacificar los ánimos. Ya era de madrugada, y uno de los isleños me preguntó cuánto tiempo llevaba en las islas.
Yo respondí: dos semanas.
"¿Y todavía seguís pensando que las Malvinas son argentinas?"
En ese momento pensé en su cultura, en la forma en que se mueven, sus horarios, que casi nunca hay gente en la calle, y respondí: "La tierra es nuestra, pero vos naciste acá, también tenés tus derechos. Somos hermanos que no nos conocimos", le dije.
Sentía que, de cualquier modo, aunque pensáramos distinto, aunque fuéramos distintos, a nosotros nos correspondía seguir defendiendo el contacto.
La guerra de Malvinas había roto con cincuenta años de relación entre argentinos del continente e isleños, y quizá ahora harían falta otros cincuenta para restaurar la confianza.
Después de la tragedia de la mina antitanque en el río, la espera en los pozos de la ladera de Wireless Rigde continuó con el asedio diario de ataques aéreos y los cañoneos navales británicos.



El radio de observación de cada soldado desde su pozo era de cien metros, doscientos como máximo. Ése era todo su universo durante la guerra. Sabían que el enemigo había desembarcado pero no sabían por dónde. No tenían mapas ni información. Padecían el hambre, la lluvia permanente y en muchos casos el maltrato de sus superiores.
Así ocurrió hasta el 11 de junio.
Durante ese día algunos soldados habían escuchado por radio la misa del Papa Juan Pablo II en la Basílica de Luján frente a cientos de miles de feligreses.
Pero a la noche monte Longdon se transformó en un campo de batalla.
El fuego naval, la artillería y los misiles antitanque del enemigo se desplegaron sobre su cresta.
La acción masiva de la guerra estallaba en la cara de los soldados por primera vez en sus vidas.
"La guerra es un espectáculo visual muy fuerte –describía Postogna-. Explosiones constantes, tiros, millones de balas cruzándose…".
Cuando les tocó a ellos entrar en acción, después de casi dos meses de espera en el pozo, se revelaron las deficiencias del equipamiento militar.
A Juan Bratulich, abastecedor de mortero pesado de la Compañía A del Regimiento 7, el combate le duró pocos disparos.
"Teníamos un observador adelantado que nos iba dando la información. A partir del quinto tiro, la placa base del mortero se fue hundiendo y no se pudo seguir disparando. En ese momento, empezó a caer la réplica del fuego enemigo, un fuego muy intenso. Los ingleses tenían detectores de calor, sabían desde dónde tirábamos. Entonces nos ordenan sacar los morteros, y replegarnos. Cuando estoy cumpliendo esa orden, me explota un proyectil de 81mm en la zona abdominal. Todo el mundo estaba ocupado en ese momento. Pero mis compañeros me trasladaron detrás de una roca y siguieron combatiendo. Me arrastré hasta la posición del jefe del Regimiento. Me evaluaron, me bajaron de la ladera con una camilla. No pensaba si iba a morir, pero estaba asustado por el contexto de la situación".
Bratulich fue operado en la madrugada del 13 de junio en Puerto Argentino y un avión lo trasladó a Comodoro Rivadavia ese mismo día. Juan Salvucci, del Regimiento 7, también vio los fuegos desde ladera de Wireless Ridge.
"Escuché el primer tiro a menos de un kilómetros, ví los fuegos iniciales, se escuchaban los gritos de locura y dolor, los de ellos, los nuestros. Me acuerdo que tenía una tableta de tranquilizantes y me la clavé toda. Me dije "bueno…".
Salvucci había llegado a la guerra con su diploma de arquitecto, pero todavía debía el servicio militar, y el Ejército lo convocó a los 26 años.
"Tiraba con un fusil liviano, pesado, con una 9mm… Llegué a envidiar al herido que se iba, mientras yo seguía. Envidiaba al chico que caía, porque yo seguía… En el momento del repliegue, me cruzaba con fuego propio. Sabía que un sargento venía tirando y me la iba a poner… A nadie le gusta rendirse. Desnutrido, con 25 kilos menos, me hubiese gustado caer en combate. Vinimos a la guerra con chicos de 18 años que recién salían de sus casas y no sabían manejar un arma, sin experiencia; con militares que estaban acostumbrados a que la hipótesis de conflicto era su propio pueblo, no fronteras afuera ¿No habíamos perdido antes de venir?", se preguntaba.
Las tropas británicas tomaron el monte Longdon. La residencia del gobernador ya les quedaba a tiro de artillería. Después hubo un "tiempo muerto" durante un día en el que casi no se cruzó fuego. El enemigo se reagrupó, instaló puntos de observación, temía un contraataque argentino.


Riscos del Monte Longdon

Pero la defensa de la ladera de Wirelles Ridge ya estaba debilitada. Muchos soldados advirtieron que sus tenientes y sargentos habían abandonado sus posiciones y bajaron a Puerto Argentino sin dar aviso.
En la noche del 13 de junio todos los batallones británicos se lanzaron para definir la victoria en la guerra. Avanzaron con tanque de guerra para romper el fuego de las trincheras.
A las dos de la madrugaba nevaba en la ladera.
Había soldados argentinos heridos arrastrándose, soldados que bajaban corriendo hacia el valle, protegiéndose entre roca y roca, tratando de no cruzarse con el fuego "amigo" de un FAL.
El cielo estaba cruzado de bengalas.
Alfredo Rubio recordaba las imágenes del final.
"Cada uno bajaba como podía. No hubo una organización, nadie que te dijera "andá para allá". Era el Titanic que se estaba hundiendo… Esa imagen, para mí, la tuve cuando pasé por una carpa redonda que habíamos apodado 'El Circo'. Tenía muchas provisiones. Estaba a cargo de un capitán que manejaba la logística del Regimiento, uno de los oficiales que se hacía calzar los borceguíes por los soldados y les negaba la comida. En el desbande, nos acercamos a la carpa que recepcionaba los pedidos de ayuda y escuchamos las radios al rojo vivo, ´manden refuerzos… tenemos heridos".
Entramos, y estaba vacía, no había nadie, con todos los micrófonos colgando. Ahí me dije: "Se acabó. Fuimos".
Ninguno de los ex soldados a los que consulté había visto a un general argentino en la batalla. Excepto Juan Salvucci. Después de la rendición del 14 de junio permaneció prisionero junto a Mario Benjamín Menéndez en la bahía San Carlos, casi 45 días.
Nunca entendió por qué, dado que él era un conscripto y Menéndez había sido el gobernador de las islas. Pero estuvieron juntos. Tuvo oportunidad de hablarle.
"Yo fui muy crítico con la conducción de la guerra y Menéndez me respondió: 'soldado, usted necesita apoyo psicológico, usted está mal… Y cómo no voy a estar mal si estuve combatiendo, ví la realidad. Usted estuvo en una casa, yo estuve en una guerra… la guerra no fue su realidad".

sábado, 2 de junio de 2018

Conscriptos: Poema para Manuel Moreno

Soldado Chaqueño quedo en Malvinas por salvar a su Amigo





Allá en el norte del Chaco, hay un ranchito paisano,
Lo habita Manuel Moreno, lo levanto con sus manos.
Tiene el orgullo argentino, tiene la sangre del Chaco,
Porque flamea una bandera, en la cumbrera del rancho.

Trabajador como tantos, madrugador como el alba,
Dicen que vino de Salta tan solo por hacer Patria,
Y se quedo aquerenciao, labrando esta Tierra Gaucha.
Fue jinete y domador, y ante el quebracho, fue hachero,
También era cosechero si es que el surco lo llamaba,
Pa´ trabajar en jornadas, nunca mezquinó su esmero.
Se afincó en medio del monte, esquivándole al progreso,
Como plegarias de un rezo, tubo el rancho una patrona,
Y llego a ofrecerle un hijo a Don Manuel la Ramona,
Ella, guapa y decidida; El, capaz y corajudo,
Por el hijo daba el mundo, y hasta una estrella encendida,
Por ella entregó el coraje, y por la Patria, su vida.

El muchacho fue creciendo, con el calor de la Madre,
Codo a codo con el Padre, gastó el arado en el surco,
El campo le dio este mundo, y a el le debía su sangre.

Manuelito se hizo hombre, y fue a cumplir con la Patria,
Cuando hallá en el mes de de abril, Argentina se alzó en armas.
A luchar se fue Manuel, defensor de las Malvinas,
Apóstol de la justicia, soldado de mi Argentina.

Las noticias fueron muchas, nos derribaban aviones,
Les hundíamos los barcos, y Don Manuel aguardaba,
El regreso del muchacho.
El destino nos fue esquivo, malaya la suerte perra,
Cuando golpeaban noticias, que se ha perdido la guerra.

Volvieron los prisioneros, después de una triste espera,
Sólo rindieron sus huestes, no se rindió la bandera.
Primero arribaron unos, y Manuelito no vino,
Después llegaron los otros... tal vez después, por desgracia,
Quizás lo tengan cautivo.

Fueron llegando soldados, se sumaban los heridos,
Han pasado varios días, Y Manuelito no vino,
Porque quedó para siempre bajo ese suelo argentino.
Al cabo de una quincena, llegó un papel muy urgente,

Y unas letras que decía usted ha perdido un hijo,
La Patria perdió un valiente. Y fue la primera vez,
Que Manuel, bajó la frente.
Doña Ramona lo vio y presintió la desgracia,
Corrió aturdida hacia el rancho llena de horror y gemidos,
El hijo quedó en la guerra, no quiso volver vencido.

Sin saber lo que iba a ser, con una vela encendida,
Toda de luto vestida y mirando la bandera,
Fue y la arrió de la cumbrera, y dijo enferma y rendida:
ya no volverá Manuel, ya no volverá sabés, a m` hijito me lo han muerto,
Ya no volverá el muchacho, sólo nos queda el recuerdo, pobrecito manuelito,
pobrecito mi muchacho, en la guerra me lo han muerto,
ya no volverá Manuel, Dios sabe cuanto lo siento.

Don Manuel alzo la vista, y la vio toda de negro,
Con la BANDERA en las manos,
Y esas palabras brotaron, de sus labios de paisano:
Por qué ese luto Ramona, porque ese luto mi vieja,
Por qué si el muchacho quiso vencer por nuestra Argentina,
Y quedarse para siempre, atalaya en las Malvinas.

Por qué arriaste la BANDERA, eso no debías hacerlo,
Vamos a izarla de vuelta arriba de la cumbrera,
Que si la Patria Argentina nos pide ese sacrificio,
Su tata se ira a luchar, ya que no tiene mas hijos,
Que si una guerra perdimos, no perdimos el coraje.

Y aunque la tierra se raje, son bien nuestras las Malvinas,
Vamos todos a luchar, pa´ que sepa el mundo entero,
Que a fuerza de sangre y fuego ¡las Islas son Argentinas!...

Autor: MITO GALLARATO
(J.J.Castelli-Chaco)
Admin VI.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Eduardo Eurnekian: El mago de Darwin

La historia de un poderoso mago que armó –y financió– el milagro del lunes 26 en las Islas Malvinas

Su nombre: Eduardo Eurnekian. Su verdad: el compromiso con la gesta, la tragedia de la guerra, las familias de los caídos y el país que ama. Cómo se organizó el viaje de los familiares de los 90 soldados identificados en Malvinas 

Por Alfredo Serra 28 de marzo de 2018
Especial para Infobae



Eduardo Eurnekian frente a la gran cruz del cementerio de Darwin, que él se ocupó de construir a pedido de los familiares en 2004

La mayor virtud (la mayor destreza) de un mago es hacer aparecer cosas de la nada. Es siempre concreto: nunca abstracto. Visible: nunca invisible. Sin embargo, el lunes 26 de marzo del Año de Gracia de 2018, muy lejos del Obelisco, de las quebradas del norte, de los páramos patagónicos, sucedió lo contrario…
Fue algo que encerró las más nobles emociones humanas: la pasión, el dolor por los caídos, la indescriptible emoción de ver, en placas de mármol, a más de tres décadas y un lustro, los nombres de aquellos caídos…
El lejano, remoto punto del mapa (pero también cercano y presente), flotando en el inmenso Atlántico Sur, se llama Islas Malvinas.
Allí y ese largo, inolvidable, histórico día, 90 almas se encontraron con sus hijos, sus hermanos, sus todo. Y por fin, las placas que antes decían "Soldado argentino sólo conocido por Dios", lucían con los nombres de los héroes grabados para siempre.


El lunes 26 de marzo viajaron 214 familiares (248 personas) para honrar a sus seres queridos luego del proceso de identificación que logró que 90 héroes recuperaran sus nombres

Ya es posible llorarlos y recordarlos en su exacto punto de eterno descanso, no en la angustia de preguntarse, día y noche, ¿adónde, en cuál de esos rectángulos helados están?
Alguien que estuvo allí me dijo al otro día:
–Ver a una madre llorando y gritando el nombre de su hijo es desgarrador, pero ver a tantas en el mismo escenario y con igual sentimiento es inenarrable.
Tan real e irreal como parece el cementerio de Darwin dibujado en esa tierra hostil y ensangrentada en las batallas de aquella guerra. Simetría. Blancas cruces de mármol. Perfección y grandeza bajo el cielo. Y una mezcla de emociones casi irreal, pero terriblemente real.
Vamos llegando al punto clave. A la respuesta.
Porque… ¿quién echó a volar dos aviones hacia el helado sur para llevar a tantos hombres y mujeres a cerrar el más doloroso enigma: el de la identidad desconocida?
Fue un mago… Nadie pudo verlo… Su nombre: Eduardo Eurnekian.


Eduardo Eurnekian, presidente de Corporación América

Hijo de padres exiliados que escaparon del genocidio armenio, héroe nacional en el país de sus ancestros, siente a la Argentina y sus símbolos en el corazón y en las acciones.
Gran referente en el mundo de los negocios, su perfil en Forbes dice que su fortuna asciende a 2.700 millones de dólares. Y puntea:

  • En la década de 1990, ganó $ 750 millones en la venta de la empresa argentina de televisión Cablevisión.
  • Bajo su Corporación América, Eurnekian y sus socios poseen más de 50 aeropuertos en todo el mundo, lo que reporta ingresos de más de $ 2 mil millones.
  • Otras empresas incluyen la fábrica de chips Unitech Blue, una instalación de producción de biodiesel y tierras en Armenia utilizadas para la producción de frutas y el vino.

Como dato final: las terminales de sus 52 aeropuertos recibieron más de 71 millones de pasajeros y más de 800 mil aviones en 2016.


Familiares de los soldados argentinos sepultados en Malvinas que fueron identificados. (Foto Telam)

Y es bueno y justo saber que ese milagro del lunes 26 de marzo en las Malvinas, cuando los emocionados 214 familiares aterrizaron en Mount Pleasant para llegar a Darwin a homenajear a sus seres amados, lleva su exclusiva firma.
No lo hizo el Estado argentino, ni los ingleses, ni las Naciones Unidas, ni la OEA, ni una ni cien ONG. No lo pensaron, no lo hicieron, no lo pagaron. Todo fue obra de Eduardo Eurnekian, de Aeropuertos Argentina 2000. Obra secreta que empezó mucho antes de ese lunes.


La construcción del cementerio de Darwin en 2004, reemplazando al sencillo camposanto creado por los británicos cuando finalizó la guerra de 1982, fue obra de Eurnekian

Primero, hace ya años, fue el responsable de la reconstrucción del cementerio. El descanso final de los que murieron defendiendo su bandera.
El constructor fue Hermenegildo Ocampo Chaparro. Trabaja con Eurnekian hace más de tres décadas. Quince años atrás, en silencio, Eurnekian ya estaba cerca de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur cuando lo llamó el entonces embajador británico Robin Christopher:
—Estuvimos con familiares de los caídos, y nos dijeron que hace veinte años que los distintos gobiernos les prometen hacer un monumento en Malvinas…, pero no pasó nada. Y el gobierno actual les dijo que "en este momento no es prioridad hacer este cenotafio".
Dios… ¿cómo algo tan profundo debe esperar un burocrático turno?


El nuevo cementerio se hizo con los planos del arquitecto Carlos Daprile


En Darwin trabajaron siete isleños: seis hombres y una mujer

Por entonces, en Malvinas estaba el primer cementerio, construido con la supervisión de la Commonwealth War Comission después de la guerra de 1982, y luego de que el coronel Geoffrey Cardozo recogiera todos los cuerpos de los argentinos enterrados en los campos de batalla y les diera digna sepultura en Darwin.
Era un cementerio sencillo, con una empalizada como las de campo, y las doscientas treinta cruces en madera.


El constructor fue Hermenegildo Ocampo Chaparro


Las piezas del monumento se llevaron en 22 camiones desde Puerto Argentino a Darwin

Eurnekian entró en juego. Profundamente comprometido con Malvinas, su gesta, su tragedia. Dijo: "Yo haré ese monumento en Darwin". Con la firmeza de un empresario, pero el alma de un hombre sensible. Un hombre que –pocos lo saben– ama la ópera: un exquisito rasgo del alma…
La comisión le pidió entonces algo muy especial y acaso innecesario:
—Respete el deseo de siete madres que eligieron siete cruces sin nombre…, como si fueran las tumbas de sus hijos…
Eduardo Eurnekian, a su manera, con decisión y sin meandros, proclamó:
—¡Yo voy con todo!
Y a la carga, como en una batalla, llamó a Chaparro. Le pidió que buscara contratistas y empezara el proyecto, que ya tenía un plano creado por el arquitecto Carlos Daprile y aprobado por la Comisión de Familiares.


El monumento, con material argentino y a cargo de la empresa Prenova, fue prefabricado entre noviembre y diciembre de 2003


Eduardo Eurnekian rinde honor a los caídos en uno de sus tantos viajes a Malvinas, el 27 de abril de 2012

El monumento, con material argentino y a cargo de la empresa Prenova, fue prefabricado entre noviembre y diciembre de 2003. En la provincia de Buenos Aires, y a cargo –por supuesto–de Eduardo Eurnekian. El mago en cuestión…
Pero –siempre hay un pero, y más en este trágico caso– faltaba que el gobierno de Malvinas aceptara el traslado del material hacia la isla Soledad. Porque hasta la muerte de los héroes exige discusiones y papel sellado y tres copias…
Una de las madres que perdió a su hijo le dijo a Chaparro:
—Estoy muy enferma. No voy a poder viajar ni ver terminado el monumento.
Chaparro le contó el episodio a Eurnekian:
—Hay una señora que por su salud no cree llegue a ver el cenotafio.
Eso, para el empresario, fue más que un ruego: fue una deuda de honor. Entonces, juntos, en el playón de la Terminal de Cargas Argentina del Grupo Aeropuertos Argentina 2000 –donde hoy está la terminal C de Ezeiza–sacaron todas las cosas allí depositadas, y con las grúas que mueven los aviones armaron un cenotafio con los nombres de los caídos, como una maqueta… ¡de tamaño natural!, igual al monumento que se haría en Darwin.


Se colocaron 230 cruces blancas y placas de granito negro

En enero de 2004, frente a ese monumento, se firmó el acuerdo para llevar a las islas las partes del cenotafio, prearmadas.
Empieza el periplo. Las partes del cenotafio, en diecinueve camiones, llegan al puerto de Campana, y desde allí, en un barco de bandera Noruega, van hacia Malvinas. Pero es solo un primer paso. Sigue la secuencia…
Desde Puerto Argentino, en veintidós camiones, las partes llegan a Darwin. Y lo arman el paraguayo Chaparro, que no necesitaba visa, el arquitecto, con permiso especial como artista, y siete isleños. Entre ellos, una mujer…


El cementerio de Darwin tiene 30 cruces adelante, y dos bloques de 100 cruces cada uno, respetando el plano original y el pedido de siete madres

Respetan el plano del cementerio. Las cruces de las siete madres. Ponen las 230 placas de granito, 121 con la leyenda "Soldado Argentino Solo Conocido por Dios" .
Todo hecho en la Argentina por el marmolero Calello: el mismo que para el 26 de marzo de 2018 hizo las placas con los nombres de los 90 soldados identificados.
Pero volvamos al pasado. Marzo de 2005: se hace la entrega oficial del monumento a las familias de los caídos. Sin prensa ni alharaca, y durante toda esa misión (lo hace siempre que puede), Eduardo Eurnekian viajó a las Malvinas. Porque los ojos y las manos de un mago no suelen dormirse cuando hay tanto público, tanta ansiedad, tanta tensión.
Desde entonces, fielmente comprometido con esas islas y sus muertos –y más allá del manejo de sus enormes empresas–, se ocupa de que todo –tumbas, placas, cruces, mármoles– mantengan su brillo, su pulcritud, su majestad.


El cementerio de Darwin con el gran monumento con los nombres de los 649 héroes caídos en Malvinas

¿Por qué ese compromiso tan sanguíneo? Porque quiere y siente a la Argentina, su país, pero también cada uno de sus símbolos.
Entre el infinito espinel de obras, empresas, intentos, sueños, Eurnekian fue productor de teatro. Y de buen oído y ojo: eligió a Astor Piazzolla y su operita María de Buenos Aires.
Piazzolla, ese otro mago, que cierto día le dijo:
—Van a vender la casa de Carlos Gardel… y van a demolerla.
Corría el año 1996. Eurnekian era dueño del multimedios América. Compró la casa de Gardel, y la donó al gobierno de la ciudad. No iba a permitir que ese símbolo muriera.


Eurnekian no viajó a las islas el lunes 26. En Darwin estuvieron Tim Miller, encargado de la reconstrucción del cementerio para ese histórico día, Carolina Barros, directora de Comunicación de Corporación América y Roberto Curilovic, gerente de Aeropuertos Argentina 2000 y encargado de la logística del viaje

Volviendo a Malvinas… Eurnekian supo que las familias querían viajar a honrar a sus seres queridos luego de la identificación. Y en reuniones con la Comisión de familiares y el embajador británico Mark Kent, dijo: "Yo me hago cargo". En su cabeza y en su corazón no entraba que, pasados 36 años de paciente espera, las familias de los guerreros caídos no pudieran volar a dejarles una lágrima y una flor a sus hijos ya identificados.
Por eso se puso su capa de mago, creó ese milagroso lunes 26 con un golpe de su varita… y desapareció. Eduardo Eurnekian no estuvo en Malvinas ese día histórico.
Quien sí estuvo en las islas, y trabajando tiempo completo en la compleja organización de este viaje, fue el gerente de desarrollo de negocios de Aeropuertos Argentina 2000, Roberto Curilovic, cuya biografía agrega un dato significativo: fue veterano de Malvinas, piloto de Super Etendart, y el 25 de mayo de 1982 integró la cuadrilla que hundió el Atlantic Conveyor de la Armada británica.


Monseñor Eguía Seguí bendijo las cruces de los 90 soldados identificados (Presidencia / Secretaría de la Nación / Víctor Bugge)

En las islas muchos preguntaron dónde estaba Eurnekian. Muchos lo buscaron entre la comitiva. Pero no lo encontraron. Ante el enigma, alguien dijo:
—Yo sé por qué no vino. Dijo que los únicos protagonistas de este día son aquellos que perdieron a su gente amada.
Desde luego, en el mundo real, es posible encontrarlo detrás de un escritorio, manejando sus muchas empresas.
Pero nadie sabe en qué rincón secreto prepara su próximo acto de magia. Porque esta historia de Eduardo Eurnekian no ha terminado. Esta historia continuará.

lunes, 28 de mayo de 2018

Roberto Sylvester comenta su experiencia en Malvinas

Un piloto del COAN cuenta su experiencia en combate

Radio Nacional



Roberto Sylvester combatió en la Guerra de 1982 y hoy da charlas sobre trabajo en equipo y manejo del miedo a partir de sus vivencias.

En diálogo con Radio Nacional Río Grande, recordó en primera persona algunos detalles de su participación en el conflicto bélico, las aeronaves que le tocó pilotar y muy especialmente a sus compañeros caídos en acción.

“Con gran esfuerzo en pocas horas logramos armar 5 aviones que fueron utilizados en combate”.

Sylvester recordó su participación en la denominada “Operación Rosario” que consistía en tomar las islas y en especial la casa del gobernador inglés, sin derramar sangre británica.

“Fue una operación excelentemente hecha por las fuerzas de desembarco que terminó tal y como se esperaba, sin derramar sangre”.

Reproductor de audio

sábado, 26 de mayo de 2018

25 de Mayo en la Estancia Douglas Paddock

La Patria estaba en peligro, en serio



Gracias a Sapucay de Malvinas!

Una de las fotos mas Hermosas de Malvinas por lo que representa el 25 de Mayo, en la Imagen el Equipo de Combate Guemes que días atrás habían derribado los helicópteros en San Carlos, rompen el cerco Británico y van al interior de la Isla a una Estancia llamada Douglas Paddock allí se ocultan unos dias y hacen una Formación el día 25 de mayo donde se toman estas imágenes con la cámara del Teniente Esteban (Gato Salas), posteriormente nuestros helicópteros los llevaran a Puerto Argentino donde los recibe el Coronel Seineldin como héroes que esta retratado en un video de Eduardo Rotondo
No creo que haya otro 25 de Mayo así, solos en medio de todo el desembarco Británico voces al viento en le fecha Patria


jueves, 24 de mayo de 2018

San Carlos: Esteban y sus hombres derriban cuatro helicópteros británicos en 20 minutos

Los héroes negados que la escuela no quiere recordar


Jorge Fernández Díaz
Columna publicada en La Nación el 29/04


Carlos Esteban y sus soldados


Cuando el teniente trepó hasta la cima y se llevó los prismáticos de campaña a los ojos, vio el escalofriante espectáculo que se abría paso en la bruma: fragatas, destructores, helicópteros y lanchones iniciaban el masivo desembarco.

Era el Día D en el estrecho San Carlos, y la treta del teniente primero Esteban había sido un éxito: una vez tomado el pueblo y requisadas prolijamente las viviendas en busca de radios, armas y vehículos, había permitido que los isleños continuaran con su rutina y había escondido a su tropa.

De lejos y con aquellas apacibles chimeneas humeantes, parecía un acceso despejado; si los ingleses no hubieran caído en la trampa su estrategia hubiese sido distinta: los comandos habrían llegado por la noche y habrían asesinado a los soldados argentinos.

En ese momento, Esteban hizo un cálculo correcto: había en aquellas costas cinco mil hombres, y él disponía de solo cuarenta efectivos. Nadie le hubiera reprochado seguir la lógica, que consistía en dar por radio la “alerta temprana” a sus superiores, y luego rendirse con honor.

Pero aquel muchacho de 28 años que estaba a cargo de la Compañía C hizo lo inesperado: avisó y presentó batalla. Su proeza está en los libros de la historia militar de la Argentina y de Inglaterra; nadie conocía muy bien, sin embargo, lo que pensaba íntimamente durante esa guerra maldita.

Carlos Esteban se había recibido en Córdoba de licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Sabía a esas alturas que Galtieri no sabía, y que esa conflagración era un enorme error estratégico. Estaban destinados a perder, pero no podía contárselo a nadie.

Tal vez no le hubiera desagradado a Borges relatar la parábola de un valiente que aun reconociendo la futilidad trágica de su sacrificio, carga todo el tiempo con su secreto escepticismo y realiza a su vez una hazaña heroica.

Esteban, sus oficiales y aquella antología de conscriptos de la clase 62 que habían sido entrenados hasta la fatiga formaron parte del discretísimo operativo de reconquista de las islas Malvinas, y más tarde rodearon Darwin y redujeron a una población dócil que los esperaba con banderas blancas.

El jefe de esa localidad se llamaba Hardcastle, y mientras tomaban el té en su casa, Esteban advirtió con un estremecimiento que su propia mujer posaba en un retrato con la hija del flemático anfitrión: habían estudiado juntas en un colegio bilingüe de La Cumbre.

Se le antojó que esa asombrosa casualidad podía ser una señal del destino. A veces se alejaba del campamento para llorar, extrañaba mucho a su esposa y a su pequeño hijo; creía que nunca iba a volver a verlos. Después se recuperaba y echaba una arenga a sus bravos, a quienes todos cuidaban con esmero y con quienes compartían penurias sin distingos.

Esa actitud fue tan ejemplar que años más tarde el Pentágono envió una psiquiatra para determinar por qué entre ese puñado de reclutas no se habían producido ulteriores suicidios ni secuelas graves, ni denuncias ni maltratos, y en qué había consistido la fórmula mágica de sus líderes.

El 1° de mayo la Inteligencia les anticipó que sufrirían un ataque de aviación, y se refugiaron en los acantilados; hubo ocho horas de bombardeo y de guerra aérea con varios muertos, pero ellos salieron ilesos.

Les dieron una nueva misión: marchar a la zona norte y controlar el estrecho por el que podía colarse la segunda flota más poderosa de Occidente. Es precisamente allí donde sucede el legendario combate de San Carlos, que comienza cuando Esteban baja la colina, se comunica con la comandancia y prepara a los gritos el repliegue.

El primer Sea King surge entonces de la nada, y Esteban ordena cuerpo a tierra y silencio absoluto. A los cien metros, da orden de abrir fuego: los fusiles tronaron, las balas sacaron chispas del fuselaje y el helicóptero se bamboleó, empezó a largar humo y aterrizó de manera brusca.
Sin pérdida de tiempo, el teniente dispuso un cambio de posición. Justo en ese momento un Gazelle con un sistema de cohetes se les vino encima. Lo atendieron con la misma fusilería.

El aparato se sacudió en el aire, la cabina estalló en mil pedazos y el piloto, mal herido, intentó escapar hacia la desembocadura; su máquina cayó en el río y comenzó a hundirse.

Los británicos, desde la cabecera, empezaron a dispararles con morteros. Ellos cruzaron otra cuchilla y un Gazelle idéntico quiso cortarles el paso: “Repetimos la concentración de fuego y se desplomó totalmente en llamas -recuerda Esteban-. No hubo chance de que se salvara nadie de la tripulación”.

En esa mañana de sangre, el efecto sorpresa y la adrenalina jugaban a favor de los perdedores. Que siguieron moviéndose, ahora para ganar altura. El tercer Gazelle se presentó en sociedad apretando los gatillos, pero dibujaba un blanco perfecto: cientos de proyectiles le dieron una dura bienvenida y lo sacaron de circulación.

Fue en ese instante en que se abrió una extraña tregua. Cuatro helicópteros que costaban veinte millones de dólares habían sido derribados en veinte minutos.

Los ingleses, sorprendidos, hacían el control de daños y evaluaban la insólita situación, y la Fuerza Aérea argentina preparaba un ataque para impedir la avanzada. Esteban sabía que la infantería inglesa los buscaría por cielo y tierra para eliminarlos. Era hora de partir.

Lo que sigue es una ardua aventura que Hollywood no hubiera desaprovechado: los cuarenta y dos, considerados ya “desaparecidos en acción”, caminaron tres días y tres noches por la turba y el frío.

En el libro Bravo 25 se revelan sus peripecias: encontraron una casa vacía con algunos pocos alimentos donde a veces sonaba el teléfono en vano, pernoctaron al abrigo de las ventiscas y fueron acechados -mientras aguardaban escondidos y con aliento cortado- por un helicóptero que dio varias vueltas a su alrededor sin decidirse a destruirla o a marcharse.

Anduvieron bajo el sol pálido hasta el agotamiento, dieron con un caserío kelper, lo coparon a punta de pistola y enviaron dos estafetas en Land Rover a dar la buena nueva al Ejército. Tras incontables peligros, los rescataron, y en Puerto Argentino fueron recibidos con algarabía. Mohamed Alí Seineldín estaba particularmente exaltado.

Esteban le relataba el despliegue impresionante que había visto en el estrecho, pero el teniente coronel parecía sordo a los datos; confiaba en la Virgen: cuando lleguen los piratas -decía- ella producirá una tormenta y los hundirá.

Esteban seguía guardándose su amargo y exacto diagnóstico; a las pocas horas solicitó permiso para regresar a Darwin y participar de la defensa final. Allí su jefe acordó la rendición tras una intensa y desigual refriega.

Esteban y sus oficiales eran tratados con deferencia y admiración por el enemigo, aunque nunca quisieron privilegios: compartieron con los soldados rasos sus mismas incomodidades.

Al regresar a la patria, toda la “compañía de oro” fue condecorada, y el áspero informe Rattenbach la dejó a salvo de cuestionamientos.

Esteban está retirado y es hoy director del Departamento UADE Business School: en su posgrado enseña escenarios estratégicos, planeamiento, negociación política y derecho diplomático. Pocos saben quién es ese profesor afable.

Mayo contiene las efemérides de lo que estrategas militares denominan el “combate de San Lorenzo del siglo XX”. Escasas o quizá ninguna escuela dará cuenta, sin embargo, de esta historia callada por nuestra estupidez y nuestra mala conciencia. Esta derrota verdaderamente sublime.

martes, 22 de mayo de 2018

Guerra aérea en Malvinas: El ataque al Atlantic Conveyor (3/4)

Guerra aérea en Malvinas


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Cambios en el método de búsqueda

Un problema muy importante apareció entonces. Los 'ojos' de los Super Etendards fueron los Neptunes, pero el 15 de mayo estas máquinas fueron desactivadas del servicio activo, debido a la falta de piezas de repuesto y la obsolescencia de sus cristales de radar. Posteriormente, la Armada Argentina tuvo la idea de utilizar los servicios del radar tridimensional AN / TPS-43F y el radar de vigilancia AN / TPS-44 Alert IIA, ambos ubicados en Puerto Argentino. Estos radares seguían constantemente los movimientos de todos los aviones británicos, estableciendo con cierta precisión los sitios desde donde los portaaviones británicos lanzaron sus Harriers y Sea Harriers. Pronto quedó claro que estos movimientos seguían un cierto patrón, por lo que podían ser bastante pronosticados y anticipados.

Con esta información, el 23 de mayo dos nuevas incursiones de Super Etendards intentaron atacar a los portaaviones británicos. El avión fue pilotado por el Capitán de Corbeta Roberto Agotegaray y el Teniente de Navío Juan Rodríguez Mariani, quien despegó en las primeras horas de la tarde, y la reunión con el KC-130H se completó sin problemas, pero cuando ambos aviones alcanzaron el área objetivo lo hicieron no encuentras nada Incluso cuando los pilotos argentinos escanearon el área con cuidado, no pudieron encontrar un objetivo y decidieron regresar a las 17:50 h. Pero esta misión infructuosa no invalida el método de búsqueda, que se probó nuevamente dos días después.

14,946 toneladas británicas se hunden en las aguas del Atlántico Sur

El 25 de mayo de 1982, los radares argentinos en Puerto Argentino podrían definir un posible objetivo colocado a 176 kms (110 millas) al noreste de Puerto Argentino. A las 7:30, estos datos llegaron a Río Grande, y se programó una misión para las 9:00 h, pero se retrasó hasta la noche debido a la falta de un KC-130H para reabastecer de combustible los aviones en vuelo. Finalmente, ambos Super Etendards despegaron de Río Grande a las 14:28 hrs y se dirigieron a un punto de encuentro con el KC-130H a 256 kms (160 millas) al este de Puerto Deseado. El líder argentino, el capitán de corbeta Roberto Curilovic, (señal de llamada 'Tito') voló el Super Etendard 0753/3-A-203, y el piloto de flanco, el teniente de navío Julio Barraza, (señal de llamada 'Leo') lo hizo con el 0754 / 3-A-204.


El Super Etendard en la imagen es el 0753/3-A-203. Fue volado por el teniente de navío Armando Mayora el 4 de mayo y utilizado nuevamente por el capitán del corbeta Roberto Curilovic el 25 de mayo de 1982 contra el MV Atlantic Conveyor. La fotografía se tomó unos minutos antes del comienzo de la última misión (se puede ver el Exocet AM.39 debajo del ala derecha del avión).

Curilovic y Barraza se encontraron con el KC-130H en el momento y el lugar planeados, y después del reabastecimiento de combustible, ambos se dirigieron hacia el sudeste, hacia el objetivo (en este momento a 480 kms de distancia - 300 millas). Cuando estaban a 240 kms (150 millas) del objetivo, las coordenadas comenzaron a volar a solo 8 o 10 metros sobre el nivel del mar. Ambos pilotos encontraron el objetivo exactamente donde los radares habían predicho (58º 38 'Sur, 56º 8' Oeste), y cargaron las coordenadas en el sistema de arma, lanzaron los Exocets a las 16:31 hy regresaron. Después de una segunda reunión con el petrolero, regresaron a Río Grande a las 18:38 h. Era la misión de mayor alcance del Super Etendard. Volaron 2.592 kms (1.620 millas) durante 3 horas y 50 minutos. Según fuentes británicas, los Exocets golpearon el buque de carga MV Atlantic Conveyor a las 16:36 hrs y el barco se incendió y se hundió en un par de horas. Fue la mayor pérdida logística sufrida por la Fuerza de Tarea Británica 317, porque el Atlantic Conveyor llevaba tiendas para 5,000 hombres, al menos diez helicópteros (tres Chinooks HC.1 del 18 Sqdn. RAF, seis Wessex HU.5 del 848 ° Sqdn. RN, y un Lynx HAS.2 del 815th Squadron RN), motores y piezas de repuesto para los Harriers, una planta para hacer potable el agua de mar, y los materiales para construir una pista móvil para los Sea Harriers. En los restos también 12 marineros británicos fueron asesinados, incluido Ian North, el capitán del Atlantic Conveyor.


El mapa muestra el curso de todas las misiones realizadas por los Super Etendards argentinos, incluida la misión cancelada el 2 de mayo y la salida infructuosa el 23 de mayo. La fecha de cada misión se indica junto a la ruta, y las pequeñas imágenes de los barcos indican qué objetivo fue hundido / golpeado en cada misión.


Un dibujo del Super Etendard 0753/3-A-203 pilotado por Curilovic el 25 de mayo de 1982.


La insignia de la unidad, apodada 'La Lora', aunque en realidad representa un halcón gorrión armado con un palo. La imagen también muestra las siluetas marcadas de los barcos que este avión contribuyó a hundir: el HMS Sheffield y el MV Atlantic Conveyor.


Una fotografía del capitán de corbeta Roberto Curilovic tomada cuando descendía de la cabina de su Super Etendard después de la misión del 25 de mayo.


Esta imagen muestra el aspecto del Atlantic Conveyor una vez que el fuego finalmente se extinguió, y era evidente que el barco no podía ser salvado. Mientras que algunas fuentes afirman que solo uno de los Exocets golpea el buque de carga, otros afirman que ambos misiles golpearon y explotaron. Una gran cantidad de suministros militares británicos se hundió con el barco, incluidos tres de cuatro helicópteros Chinook HC.4 del 18 ° Sqdn. RAF y seis HU.5 Wessex del 848 ° Sqdn. RN. La pérdida de estos helicópteros retrasó la ofensiva británica contra Puerto Argentino, la capital y la principal guarnición argentina de las islas.

domingo, 20 de mayo de 2018

Cómo el Reino Unido se hizo de Nepal sin colonizarlo

Por qué los británicos nunca colonizaron Nepal

Después de conquistar India y luchar en dos guerras contra el ejército de Gorkhali, los británicos victoriosos no colonizaron lo que ahora es Nepal, por una buena razón
Por Tim I Gurung | Asia Times



Soldados Gurkha. Foto: Tim I Gurung

Cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales, dirigida por Robert Clive, derrotó al Nawab de Bengala y sus aliados franceses en la guerra de Plassey en 1757, consolidó su posición en Bengala y posteriormente se expandió a toda la India durante los siguientes 100 años.

Al mismo tiempo, un ambicioso rey de Gorkha, un estado principesco a solo unas millas de las afueras del valle de Katmandú, también estaba en aumento y ocupado en la expansión de su reino. Su nombre era Prithvi Narayan Shah y más tarde se hizo conocido como el padre del Nepal moderno. Creó Nepal al conquistar todos los pequeños estados de los alrededores, incluidos los valles de Katmandú.

Para entonces, el subcontinente indio solo tenía dos potencias principales: la Honorable Compañía Británica de las Indias Orientales y el Ejército Gorkhali de Nepal. Las dos potencias finalmente se amarrarían los cuernos mientras cruzaban sus caminos y libraron una batalla decisiva conocida como la Guerra Anglo-Gorkha de 1814-16.

La derrota del lado de Gorkhali no solo detuvo su expansión en curso, sino que también recortó sus alas de una vez por todas. La guerra había paralizado a la nación perdedora y nunca recuperó su antigua gloria.

Sin embargo, la guerra de 1814-16 no fue la primera vez que las dos partes se enfrentaron; pelearon una breve guerra en 1767. El rey del valle de Katmandú y los británicos ya habían establecido una relación comercial y los británicos enviaron tropas para ayudar a los atribulados. rey del valle cuando fue atacado por el ejército de Gorkhali.

Los británicos, liderados por el capitán Kinloch, sufrieron una humillante derrota a manos de la fuerza de Gorkhali, perdiendo más de 1.000 hombres. Huyeron, dejando armas y municiones. El incidente se conoció como "La Expedición Kinloch".

En su apogeo, las fronteras de Nepal se extendieron a Kangra, incluyendo Simla y Dehradoon, al oeste del río Tista, incluyendo Darjeeling y Sikkim, al este. Después de su derrota anterior, los británicos evitaron la confrontación.

Pero el ejército de Gorkhali tenía sus propios problemas. Fue fundado en un plan mal pensado llamado sistema de Jagir, lo que significaba que el ejército era pagado a través de los impuestos recaudados de las tierras recién adquiridas. Como las tropas no recibían el pago del tesoro nacional, necesitaban conquistar más tierras para pagar a sus filas en expansión.

La avaricia también jugó un papel en la definición del curso de la historia. Cuando el ejército de Gorkhali atacó el estado del Protectorado británico de Oudh, los británicos no tuvieron más remedio que ir a la guerra.

Inicialmente, la guerra no fue bien para los británicos. Cuatro de los seis generales tuvieron que ser reprendidos y finalmente relevados del deber, uno murió y el último general restante, David Ochterlony, fue el último hombre de rango superior que quedó en pie.

Derrotado por el engaño

A pesar de ser superado en armas y superado en número, el ejército de Gorkhali luchó valientemente y se aferró. Sin embargo, finalmente fueron derrotados por el engaño y su propio sistema de reclutamiento. Los hombres que luchaban por el ejército de Gorkhali no eran todos de las colinas; eran hombres de diferentes tribus de las tierras recién conquistadas y sus lealtades no eran para los comandantes de Gorkhali, sino para sus líderes tribales.

Los británicos conocían la situación y la explotaron. Como resultado, los soldados desertaron en gran número, lo que obligó al ejército de Gorkhali a aceptar la derrota. La derrota en la Guerra Anglo-Gorkha fue el final del ejército de Gorkhali, y como dice el refrán, el resto es historia.

El 42nd Gurkha Light Infantry, luego conocido como el 6th Gurkha Rifles. 

Nepal no era más que un lugar remoto, infestado de mosquitos y misterioso para los británicos, dirigido por una tribu bestial, y no tenían estómago para domesticar a esa bestia. Aún así, tenían algunas expectativas para el lugar y trazaron un plan brillante sobre cómo lograrlos.

En primer lugar, necesitaban una ruta abierta al Tíbet a través de Katmandú para el comercio y era imperativo tener un régimen amistoso en Katmandú, que lograron una vez que Nepal fue sometido a las naciones de su influencia.

En segundo lugar, los británicos necesitaban a alguien en Katmandú para controlar regularmente al régimen de Nepal. Tener un residente británico en el corazón de Katmandú hizo ese trabajo a la perfección y el régimen de Nepal quedó bajo el grupo de naciones del Protectorado británico sin siquiera darse cuenta.

En tercer lugar y lo más importante, los británicos tenían que asegurarse de que nunca se le permitiría a Nepal formar una fuerza militar y volverse una nación poderosa nuevamente. Los británicos habían visto la valentía de estos hombres en la batalla y se tramó un plan para incorporarlos al ejército británico. La política de reclutarlos en el ejército indio británico fue, de hecho, un golpe maestro, y se hizo con tanto tacto que ni siquiera se ungió en el Tratado Segauli que los británicos y Nepal firmaran al final de la guerra. .

Tratado de Sugauli

Al firmar el Tratado de Sugauli, los británicos lograron lo que esperaban y no necesitaron nada más. La cuestión de colonizar Nepal nunca debió haber ocurrido, ya que habría complicado aún más la situación.

Además, la colonización conlleva responsabilidad. Los británicos tenían mano libre con los recursos de una nación entera sin tener que asumir ninguna responsabilidad. Y los británicos eran inteligentes: los recursos de la nación estaban a su disposición y ni siquiera tenían que pedirlo. La historia puede atestiguar que los gobernantes de Nepal hicieron todo lo posible para ayudar a que fuera aún más fácil para los británicos en su beneficio personal, y los motivos ulteriores del lado británico nunca fueron cuestionados.

Si los británicos hubieran colonizado Nepal, se habría convertido en miembro de la Commonwealth más adelante y los británicos habrían tenido que tratar a los Gurkhas en pie de igualdad como las fuerzas de otras naciones miembros.

Pero si puede obtener algo gratis, ¿por qué molestarse en pagarlo? Esa fue la razón principal por la que los británicos no colonizaron Nepal.