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miércoles, 27 de julio de 2022

Gran Malvina: El médico de Puerto Howard

Fue a la guerra como personal de sanidad, luchó para salvar a los heridos y sus últimas palabras fueron para Malvinas

El pasado 31 de octubre falleció víctima de un ACV, Gilberto Boles Pereda, que en la guerra se desempeñó como odontólogo en Puerto Yapeyú. Como el resto del Regimiento de Infantería 5, padeció el aislamiento y la falta de insumos, carencias que supo suplir con su predisposición para el hacer el bien, que fue su conducta de vida. El conmovedor video que grabó minutos antes de su muerte


Por Adrián Pignatelli || Infobae
La entrevista que hizo el Teniente Coronel VGM Boles Pereda se realizó  en el marco de “Malvinas 40 años” para registrar testimonios para un libro de la Sanidad Militar en Malvinas (Video editado y cedido por el Ejército Argentino)

Cuando había un bombardeo inglés, el personal médico del modesto puesto sanitario del Regimiento de Infantería 5 se transformaba. Ese espacioso salón de cinco por diez metros, de paredes de chapa, que en los tiempos de paz los socios del Port Howard Social Club lo usaban para reunirse, tomar cerveza y pasar el tiempo, era literalmente agujereado como un queso gruyere por las esquirlas de los explosivos.

Los heridos argentinos -que por las dudas se colocaban el casco- no salían de su asombro por la automática reacción de médicos y enfermeros que dejaban de lado la parsimonia de las escasas horas de tranquilidad, iban y venían, se internaban en el campo en la búsqueda de heridos, muchas veces en la inmensidad de la noche, conscientes que los segundos eran valiosos, y que podía significar la vida o la muerte para alguien que necesitase asistencia.

Gilberto Boles Pereda estuvo en la guerra como teniente primero odontólogo, en Puerto Yapeyú, con el Regimiento 5.

Uno de los que se transformaba era el teniente primero Gilberto Alejandro Boles Pereda, odontólogo, 29 años, que en uno de sus bolsillos conservaba la típica pieza de extracción de dientes. Fue el único implemento con el que contó, que ni supo cómo había llegado a su bolsillo.

El buque Córdoba, que debía llevarles todo lo necesario para la atención médica, retrasó su partida por un choque en el puerto y cuando quiso zarpar, el bloqueo inglés se lo impidió. Desde que los ingleses establecieron la cabeza de playa en San Carlos, los efectivos de la fuerza de tareas cuya cabeza visible era el Regimiento 5, asentada en Puerto Yapeyú, en la isla Gran Malvina, fueron los aislados entre los aislados, como gustan aún describirse.

Boles Pereda, que hacía poco se había recibido, que no le dijo a su madre maestra y a su papá farmacéutico que iba a la guerra, sino que les avisó desde las islas, que se negó a volver para que no le sellasen el pasaporte, que su devoción por la religión lo hacía cuidar el costado espiritual y afectivo de los soldados, falleció el pasado 31 de octubre, después de estar tres meses internado luego de sufrir un ACV.

Se descompuso inmediatamente después de dejar grabado su testimonio de su papel en la guerra.

Desde las islas, Boles Pereda escribió varias cartas. Pedía perdón por la letra chica, decía que lo hacía para poder contar más. (Gentileza Familia Boles Pereda)

Porteño, nacido el 25 de octubre de 1952, fanático de San Lorenzo y del Turismo Carretera, y que los domingos no se perdía una carrera, hace un poco más de treinta años que, a partir de ayudar en una mudanza, había conocido a su esposa, Patricia.

Tendrían a Catalina, ahora de 30 años, terapista ocupacional; Juan Pablo, de 27, un radiólogo que lleva el nombre en honor al Papa polaco; sigue Keila, de 25, a punto de recibirse de maestra jardinera; Mateo, de 18, terminando el secundario, que aún no tiene decidido qué estudiar y Milagros, de 12. Ella fue adoptada cuando tenía 11 meses, y el nombre se lo pusieron las enfermeras al nacer, porque estuvo muy delicada de salud. Con todos ellos dialogó Infobae, a escasas horas de haber despedido a su padre.

Las voces de sus hijos suenan claras a través del auricular y esperan que uno termine de hablar para otro acotar. “Para él, Malvinas fue su gran orgullo. Hablaba en la familia sobre la guerra pero no contaba detalles duros. Participaba de desfiles y asistía a las conmemoraciones del 2 de abril. Siempre se negó a viajar a las islas mientras tuviera que dejarse sellar el pasaporte. ‘Si es mi país, cómo voy a dejar que hagan eso’, cuentan los hijos.

En la soledad de Puerto Yapeyú. Boles Pereda es el segundo desde la izquierda. En el otro extremo, parado, el capellán (Fotografía "Malvinas. Puerto Yapeyú 1982. La historia de la fuerza de tareas Yapeyú durante la campaña del Atlántico Sur, de Roberto Malatesta)

En las cartas que escribió desde las islas y que la familia conserva como tesoro, pedía perdón por la letra chiquita, pero era porque quería escribir mucho. Las firmaba con un “para todos un beso grande y un abrazo de su Gilbertito”.

“En los momentos de mayor peligro, es como que el miedo desaparece; lo que pesa más es la responsabilidad que teníamos sobre los soldados”, explica Emilio Samyn Ducó, por entonces subteniente de dicha unidad. “Con los médicos ocurría lo mismo. Estando herido me sorprendía verlos trabajar, como cuando salían como una flecha a buscar heridos, sin reparar en el peligro”.

Boles Pereda era una persona extremadamente humilde, pero de carácter fuerte y exigente, según recuerdan. “Eran de los que sabían imponerse, pero para hacer el bien”.

Recorría los catres donde estaban los soldados heridos para levantarles el ánimo. Grande fue su desconsuelo cuando descubrió que el soldado chaqueño Gerónimo Maciel, al que debieron amputarle un brazo, respiraba muy mal, y los médicos no pudieron evitar el paro cardíaco y falleció. “Sentí mucho dolor e impotencia”, confesaría años después. Siempre recordó el detalle del perro que aullaba cuando lo enterraron.

Primero desde la izquierda, Gilberto Boles Pereda posa en Puerto Yapeyú, junto a personal de la Compañía de Sanidad 3. (Del libro "Malvinas. Puerto Yapeyú 1982. La historia de la Fuerza de Tareas Yapeyú durante la campaña del Atlántico Sur, de Roberto Malatesta)

Llevó un registro día por día de lo vivido en las islas, que incluían desde el santo y seña que debían usar hasta los estados del tiempo. Poseía una memoria prodigiosa, tenía presente el rostro de cada uno de los soldados. Roberto Malatesta, quien lo entrevistó para su libro “Malvinas. Puerto Yapeyú 1982″, contó que la emoción a veces le impedía continuar el relato. “Se notaba que la guerra lo había marcado mucho”, le dijo el autor a Infobae.

Por sobre todo, era muy creyente. Cuando al capellán del regimiento Nicolás Solnyczny se quedó sin hostias, fue Boles quien encontró la solución. Se las arregló para canjear con los kelpers del lugar un poco de harina. La mezcló con agua, hizo una masa que estiró lo más que pudo para dejarla fina. La cortaba con una tapa de remedios y la cocinaba en el aparato que se usaba para la esterilización del instrumental. Y los heridos pudieron comulgar.

El decía que el día más triste fue cuando vio cuando arriaron la bandera argentina.

Los hijos remarcan que era callado y un tanto reservado en reuniones y que no importaba el lugar donde fueran, siempre se encontraba con gente conocida. Y que era muy recto y honrado y dedicado al trabajo. Le gustaba escuchar tangos aunque en el consultorio, para que sus pacientes se sintiesen tranquilos, ponía música mantra. Había pacientes que tenía tanto en el Hospital Militar de Campo de Mayo como en la clínica privada donde trabajaba por la tarde, que solo aceptaban atenderse con él. Era habitual que al final del día se apareciera en la casa con vinos o chocolates que ellos le regalaban.

Remitente Islas Malvinas. Uno de los tantos sobres con las cartas que la familia atesora (Gentileza familia Boles Pereda)

Durante la pandemia, cuando la cuarentena era estricta, solía concurrir a las terapias intensivas a dar la eucaristía a los enfermos, ya que su condición de Ministro de la Eucaristía así se lo permitía. “Si Dios y la Virgen quiere…”, solía repetir como una muletilla.

Era culto y formado y, medio en serio y medio en broma, en la familia lo desafiaban a anotarse en algún programa de preguntas y respuestas, ya que los paseos que realizaban eran casi visitas guiadas con comentarios y acotaciones de los lugares por los que pasaban.

Se las arreglaba para llevar y traer a sus hijos. “Es nuestro Uber”. Con la hija más chica se divertían asomados al balcón, saludando a los colectivos que pasaban. Era deportista y corría maratones. “Hoy es un día ideal para la práctica del deporte”, solía decir.

Hace tiempo que Silvia Barrera, que en la guerra se desempeñó como instrumentadora quirúrgica, y Paula Baruja, profesora y licenciada en enfermería -en el marco de un proyecto de investigación de la licenciatura en enfermería del Colegio Militar de la Nación-, están registrando en video testimonios de veteranos de Malvinas que hayan pertenecido a Sanidad y especialmente sobre la Compañía de Sanidad 3, que pertenecía a la Brigada 3, de los que hay escasos registros de su desempeño en el conflicto. Todo el material lo volcarán en el documental “Heridas de guerra”. Costó convencerlo a Boles Pereda, que el año pasado se había retirado con el grado de teniente coronel, porque nunca había hablado de esa manera y siempre estaba complicado con los horarios. Sus recuerdos eran valiosos para reconstruir la movilización y el despliegue del puesto principal de socorro de esa brigada. Finalmente accedió.

Las grabaciones se hicieron en el Salón Belgrano del edificio del Estado Mayor del Ejército. El miércoles 28 de julio, aparte de Boles, estaba invitado el cirujano Horacio Quirós Taua.

En un ambiente donde había poca luz, de pronto se escuchó a alguien tropezándose con las sillas. Era Boles que se desplomaba. Llamaron una ambulancia y Paula Baruja lo acompañó en el vehículo. Camino al Hospital Militar Central, él le tomó la mano y le dijo que estaba feliz por haber podido contar lo que había vivido en las islas.

Esas serían sus últimas palabras.

La última fotografía. A punto de dar testimonio para un documental sobre la participación del personal de Sanidad durante el conflicto armado (Gentileza Silvia Barrera y Paula Baruja)

Estuvo tres meses internado y los médicos, sorprendidos, dijeron que la peleó como un guerrero. Cuando la familia lo visitaba y le hablaba, él respondía con gestos. Su hija Catalina relata que cuando le pasaron la Marcha de Malvinas movía la cabeza, los ojos y los labios. Falleció el 31 de octubre.

Lo sepultaron en el cementerio de la Chacarita, donde se dieron cita su familia, sus amigos y sus compañeros. El responso quedó a cargo del padre Santiago, del que se había hecho muy amigo, y en un momento se quebró en medio de la plegaria. Conmovió a los presentes los golpecitos que Milagros, su hija menor, le dio al féretro, acompañado por un “papá, te amo”, frase que resume, ni más ni menos, la vida de un hombre bueno.

domingo, 24 de abril de 2022

Sanidad militar: La actitud del Dr. Jolly

Dr. Jolly




"Nuestra actitud era simple... Tratar los argentinos heridos en la misma forma que nos gustaría ser tratados
La gente supone que tienes que odiar a tu enemigo, pero que no podía estar más lejos de la verdad. Las únicas personas que saben lo que está pasando es la gente en el otro lado.
Durante los años en los que me han estado preguntado qué hacía si tuviera que elegir a quién tratar en primer lugar, un argentino o un británico. Mi respuesta siempre era “el que necesitaba una atención más urgente”
El Dr. Jolly, insistió en que todos sus hombres siguieran su ejemplo. Y estaban dispuestos a hacerlo, tratando al enemigo herido, con pleno respeto a medida que el conflicto hacía estragos en las Islas Malvinas, Georgia del Sur, Goose Green y Puerto Argentino (Stanley). A pesar de ello, Tomó un tiempo para que los pacientes argentinos se dieran cuenta de que estaban en buenas manos en el hospital de campaña Ajax.


jueves, 16 de diciembre de 2021

ARA Santa Fé: La experiencia de combate del enfermero

Enfermero en Guerra: Relato Tripulante ARA Santa Fe en Malvinas






El Snorkel


Esa madrugada del 25 de abril de 1982 luego de desembarcar el grupo que quedaría en Georgias, a cargo del Capital Lagos, nos dirigíamos a la salida de la Bahía para continuar con nuestra nueva misión. A unos minutos (50’ o 60’), fuimos atacados por un grupo de helicópteros Westlan Wasp que disparaban y hostigaban, girando en nuestro alrededor en forma constante. De guardia en la vela del buque estaban los cabos Felman y Muracioli. Al comenzar el ataque se reúnen inmediatamente y en forma voluntaria los cabos: Giglihone, Mareco, Macías, Silva y Bustamante. Quienes tenían la tarea de proveer material y municiones al personal de la vela.
 
Esa madrugada del 25 de abril de 1982 luego de desembarcar el grupo que quedaría en Georgias, a cargo del Capital Lagos, nos dirigíamos a la salida de la Bahía para continuar con nuestra nueva misión. A unos minutos (50’ o 60’), fuimos atacados por un grupo de helicópteros Westlan Wasp que disparaban y hostigaban, girando en nuestro alrededor en forma constante.
De guardia en la vela del buque estaban los cabos Felman y Muracioli. Al comenzar el ataque se reúnen inmediatamente y en forma voluntaria los cabos: Giglihone, Mareco, Macías, Silva y Bustamante. Quienes tenían la tarea de proveer material y municiones al personal de la vela.

El Cabo Macías:

Macías, como así el resto de este personal que estaban en la vela, eran responsables, de repeler el hostigamiento que los ingleses ejercían sobre el submarino.
En ese momento un misil ingresa en la vela generando múltiples esquirlas de las cuales una de ella impacta en la pierna derecha de Macías, produciéndole una herida.
Cuando me avisan de la situación, me dirijo inmediatamente al compartimiento baterías de popa; en ese instante lo traían a Macías, el que recostaron en una de las mesas del comedor.
Al hacer la inspección del cuerpo, veo una gran herida traumática, a la altura de la rodilla derecha, en realidad era una amputación total del miembro derecho.
Había que actuar inmediatamente, calmando el dolor: las ampollas de morfinas la tenía el Cabo Milano en la heladera.
También con sabanas estériles, vendé y cubrí la pierna, cohibiendo así la hemorragia. Para culminar colocándole una veclisis, en realidad una vía permeable para tener acceso a cualquier tipo de medicación y reponer en la sangre perdida.
Al terminar con estos 1° auxilios, colocamos a Macías sobre una cama del dormitorio. El Sr. 2° comandante da la orden de abandonar el buque, sacamos una camilla recostando al paciente y sujetándolo con las correas, había que sacarlo por el tambucho del compartimiento.
En el desembarco de Macías, ayudaron la gallina Ruiz, el peludo Alfaro, y no recuerdo quienes otros, se que habían más personas que me ayudaron a sacarlo, si alguno recuerda espero me lo hagan saber.

Saliendo del Submarino:

Al sacar a Macías por el tambucho, se nos presento la 1° dificultad, que era sortear y esquivar las tablas del pequeño muelle de la estación científica donde quedo el buque, que estaban todas deterioradas por los disparos de los ingleses.

A correr:

Una vez en tierra y con la ayuda del personal que estaba desembarcado, llevamos a Macías en camilla, corriendo hacia la casa, unos 200 o 300 mts. bajo el fuego de los ingleses.
Logramos llegar a la casa de los científicos (Shacketon House), donde había una pequeña enfermería, colocando a Macías en un sillón articulado, similar a un sillón de odontología.
Otra dificultad que se nos presento era que no, había suministro de energía en la casa, así es que Ruiz, se encargo de que tuviéramos energía en la enfermería.
En la enfermería, encontré material para realizar el acto quirúrgico: Ya estaban conmigo evaluando al paciente el Dr. Gatica Cirujano y el Suboficial anestesista Barrionuevo.
Cuando teníamos todo listo comenzó la operación.

Detalles:

Barrionuevo, realizo la anestesia peridural, controlando permanentemente al paciente.
El Dr. Gatica comenzó a operar, había que realizar cortes y emparejar la herida, también había que suturar arterias y venas para cohibir la hemorragia; para luego cerrar y dejar el muñón en optimas condiciones.
Finalizada la operación, trasladamos a Macías a una habitación contigua, donde quedo en reposo, permaneciendo a su lado permanentemente.
Habiendo concluido la operación; observo a través de la ventana un gran despliegue por parte de los ingleses: un helicóptero desembarcaba toda una batería de elementos para levantar un quirófano de campaña. No estaban enterados que Macias ya había sido operado.

Traslado de prisioneros:

Todos los prisioneros: Grupo de Davidof; Grupo que quedaría a cargo de Georgias; Grupo Los lagartos; y los tripulantes del submarino Santa Fe. Todos fuimos embarcados en el buque petrolero RFA TIDESPRING. A75.
Macías fue trasladado una vez prisionero a la fragata Playmmond y el dia 28/04 fue embarcado con el resto de los prisioneros en el TIDESPRING.
Macías fue alojado en un óptimo compartimiento donde le brindaban todo tipo de atención. También allí recibió la primera curación luego de la operación; estaban presentes médicos ingleses, el Dr. Gatica, el Cap. Bicain y yo.
Con el transcurso de la navegación, fuimos autorizados junto a los prisioneros a subir a la cubierta. Allí Macías comenzó a usar los bastones canadienses.
Todos los días los ingleses, me trasladaban al compartimiento donde estaba Macías. Allí realizaba su baño; higiene personal; y confort, también desayunábamos, recuerdo que charlábamos mucho hasta que se hacia la hora de regresar a mi alojamiento junto a mis compañeros en la bodega.

Isla Ascensión:


 

Al llegar a destino la Isla Ascensión, desembarcamos, nos acompaño un oficial helicopterista inglés (ver foto). Allí nos fichaban, tomaban fotos individuales y entregaban documentación para el embarque que nos llevaría a Uruguay, en realidad fue el último contacto que tuvimos con los ingleses.

El Traslado:

Embarcamos en un avión de la KLM de línea holandesa, tramitado por la Cruz Roja Internacional. Que nos llevo al Aeropuerto de Montevideo. Allí nos trasladaron en un micro que nos llevo, al puerto donde nos espera el Buque Escuela PILOTO ALSINA, de la Armada Argentina que nos llevo a Bs. As., allí una ambulancia del Hospital Naval traslado a Macías quedando internado.


De regreso en el ARA Piloto Alsina

Bs. As. Mar del Plata.

Recuerdo que el grueso del grupo embarcamos en micros que nos trasladaron a Mar del Plata. Era tarde cuando llegamos a la Base Naval, allí nos recibió el oficial de guardia Tte. Isola.

En casa.

Al llegar a casa, fue una gran sorpresa, me esperan: mi esposa; hijos mis padres, amigos y vecinos, fue una linda bienvenida…



Desde Córdoba, Alberto Macías y desde Ushuaia Capital de Malvinas, Arnaldo Funes

Este recuerdo está compartido y consensuado por mi amigo ALBERTO MACIAS.
Doy gracias a todos los submarinistas argentinos, amigos, camaradas y a personas que compartieron este relato.
Arnaldo Funes
Suboficial Enfermero Submarinista
Veterano Guerra Malvinas
Tripulante submarinos ARA Santa Fe


viernes, 6 de agosto de 2021

El tratamiento de heridos argentinos por parte de la sanidad militar británica

Guerra de Malvinas, tratamiento de combatientes heridos

DIN en action (original en francés)




Durante la guerra en las Malvinas, el personal médico con estatus militar del Reino Unido proporcionó asistencia médica significativa a los miembros heridos de las fuerzas enemigas, tratándolos en función de sus necesidades médicas y no del bando al que pertenecían. Estas medidas de conformidad con el DIH se implementaron gracias al entrenamiento del personal médico antes de entrar en combate y al hecho de que las unidades médicas estaban constantemente cerca del campo de batalla.
 Guerra de Malvinas, tratamiento de combatientes heridos

Este estudio de caso fue desarrollado por David Jordan y Sai Santosh Kolluru, estudiantes de Juris Doctor en Emory Law School, bajo la supervisión de Laurie Blank, profesora de Emory Law School.

 

A. PLANIFICACIÓN MÉDICA DURANTE LA CAMPAÑA de las MALVINAS

[Fuente: Thomas E. Broyles, A comparative analysis of the Medical support in the Combat Operations in the Falklands Campaign and The Grenada Expedition, 21 de septiembre de 1987, [traducción del CICR] disponible en: http://www.dtic.mil/ dtic /tr/fulltext/u2/a184721.pdf]
 

[…]

De acuerdo con la concepción británica de las operaciones médicas, enfermeras altamente capacitadas debían acompañar a cada unidad de combate, con el fin de brindar una atención de mejor calidad de la esperada en términos de capacidades en el terreno. […] Además, se han desplegado equipos quirúrgicos (integrado por un cirujano, un anestesista, un encargado de cuidados intensivos, cuatro personas en el quirófano, un encargado de transfusiones de sangre y un asistente). Este equipo estaba ubicado lo más cerca posible de la zona de combate. Estaba en constante movimiento, mientras la ambulancia recogía a los heridos en el campo y avanzaban las unidades de combate y los puestos de socorro.

Desde el principio, los planificadores de los equipos médicos británicos querían asegurarse de que la planificación médica se adaptara a las estrategias operativas y tácticas. Con el mismo objetivo, habían brindado una asistencia médica lo más cercana posible a las operaciones militares, mediante el despliegue de importantes recursos en materia de atención y esto en todos los niveles, a fin de garantizar servicios de reanimación y tratamiento efectivo. . Estos planificadores demostraron una gran flexibilidad, que quedó demostrada por su capacidad para adaptarse rápidamente y desarrollar "pronósticos calientes" a medida que avanzaba la campaña. Las fuerzas británicas esperaban que la movilidad de las unidades médicas se viera gravemente afectada por la naturaleza del terreno, pero los planificadores de los equipos médicos esperaban limitar las consecuencias de esta situación colocando sus unidades médicas en un puesto muy avanzado junto a las unidades de maniobra. Desde el inicio de la campaña, la continuidad de la atención había sido un elemento central de la planificación médica, aunque los británicos reconocieron que esta continuidad dependía de la disponibilidad de camillas y helicópteros para garantizar la evacuación de heridos [casvac]. Finalmente, su concepción de la asistencia médica tuvo en cuenta la importancia de asegurar el control de las unidades médicas para que esta asistencia siga siendo eficaz y óptima.
 

B. LA GUERRA DE LOS FALKINS: EXPERIENCIA DE CIRUGÍA DE GUERRA EN EL CAMPO


[Fuente: D. S. Jackson, C. G. Batty, J.MM. Ryan y WSG McGregor, The Falklands War: Army Field Surgical experience, 65 Annals of the College of Surgeons of England 281 (1983), disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/ pmc / articles / PMC2494365 / pdf / annrcse01521-0003.pdf]

Durante la reciente campaña de las Malvinas, cuatro equipos quirúrgicos militares se desplegaron sobre el terreno en ambas etapas de la guerra.

 

[…]


Ubicados al este de las Malvinas, los cuatro equipos militares actuaron como centros quirúrgicos de avanzada. Su presencia era necesaria por la forma en que se desarrollaban los combates y la dificultad del terreno. Las instalaciones médicas adicionales en la parte trasera podrían haber creado dificultades imposibles de evacuar a los heridos, debido al número limitado de helicópteros disponibles y porque su capacidad de carga era limitada. Además, muchos helicópteros no se pueden utilizar para vuelos nocturnos.

Los argentinos constituyeron una proporción significativa de los lesionados y es lamentable que no tengamos información sobre su suerte. La mayoría de ellos fueron trasladados a barcos hospitales  de SS Uganda.

Para todos nuestros heridos, el paso final fue el mismo: traslado al barco hospital SS Uganda. Estamos muy agradecidos con nuestros colegas de la Royal Navy por administrar este hospital flotante y por manejar de inmediato el exceso de víctimas cuando los centros de cirugía avanzada estaban abarrotados, especialmente en lo que respecta a los soldados que sufrieron quemaduras como resultado del ataque aéreo en Bluff Cove. . Sin este apoyo, los centros de avanzada se habrían desbordado y no habrían sido tan efectivos.

C. TRATAMIENTO Y HOSPITALIZACIÓN DE VÍCTIMAS DURANTE LA GUERRA DE Malvinas

[Fuente: Coronel Charles G. Batty, MBE L / RAMC, Cambios en el cuidado de los heridos de batalla: lecciones aprendidas de la campaña de las Malvinas, 164 Military Medicine 336 (1999), [traducción del CICR] disponible en: https: // academic .oup.com / milmed / article-pdf / 164/5/336/24221270 / milmed-164-5-336.pdf]

El 21 de mayo de 1982, un matadero y una planta procesadora de carne en desuso fueron ocupados [por las fuerzas británicas] en la bahía de Ajax, al sur de la bahía de San Carlos. […] Este lugar estaba a punto de ser transformado en un centro quirúrgico avanzado (ASC).

En el centro del edificio había dos habitaciones estrechas, sostenidas por vigas y provistas de rieles para colgar cadáveres de animales. Tras estudiar el edificio, resultó que estas salas eran las más seguras para instalar quirófanos […].

[…]

Las reservas de sangre (para transfusiones) se habían acumulado gracias a las donaciones de los soldados, casi una semana antes del desembarco. No fue posible brindar un servicio cruzado a bordo del barco, por lo que las bolsas de sangre se sellaron con el grupo sanguíneo del donante obtenido de su tarjeta de identificación y se almacenaron. Las donaciones de sangre así recolectadas fueron descargadas de la embarcación, en contenedores isotérmicos, antes de ser enterradas en el suelo para mantenerlas a una temperatura óptima. El reabastecimiento fue proporcionado por las fuerzas presentes en el lugar. Los prisioneros de guerra argentinos también donaron sangre para los heridos, utilizando el mismo método de identificación del tipo de sangre del donante, de modo que se pudieran proporcionar transfusiones si fuera necesario. Los argentinos heridos fueron tratados de la misma manera que nuestras propias tropas, de acuerdo con los Convenios de Ginebra.
 

D. UN MÉDICO MILITAR BRITÁNICO ATENDE A MUCHOS COMBATIENTES ARGENTINOS

[Fuente: Murió el hombre que salvó cientos de vidas argentinas e inglesas en la guerra de Malvinas, Infobae, 17 de enero de 2018, [traducción del CICR] disponible en: https://www.infobae.com/america/mundo/2018/01 / 17 / rick-jolly-murio-el-hombre-que-salvo-cientos-de-vidas-argentinas-e-inglesas-durante-la-guerra-de-malvinas /]


El Reino Unido y Argentina rindieron homenaje al Capitán Richard "Rick" Jolly, un cirujano de la Royal Navy, por salvar las vidas de cientos de combatientes de ambos bandos durante la Guerra de las Malvinas.


[…]

El Capitán Jolly trabajó en condiciones muy difíciles durante la guerra. Se vio obligado a establecer un hospital improvisado en el suelo, en una planta procesadora de carne de cordero abandonada, en Ajax Bay, donde dirigió numerosas operaciones para salvar la vida de cientos de combatientes argentinos y británicos. Apodó a la infraestructura "La máquina salvadora de vidas roja y verde" por el color de las boinas que usaban los miembros de las fuerzas navales y los paracaidistas que trataba.

En una entrevista televisiva en tiempo de guerra para ITN, el capitán barbudo dijo: "En la guerra siempre esperamos tener muy poco trabajo". Casi el 30% de los heridos recogidos del campo de batalla y trasladados al hospital para ser operados eran argentinos. El Capitán Jolly y su equipo médico los trataron igual que a los británicos heridos.

Además de su función como médico, el Capitán Jolly ha sido elogiado por su valentía en combate. Cuando un avión argentino bombardeó al HMS Ardent, abordó un heliocóptero que lo llevó a las heladas aguas de Grantham Sound Bay, donde acudió en auxilio de dos marineros heridos como consecuencia del hundimiento del barco.

"No había planeado ir a nadar", dijo, con la ironía que conoce. "Me zambullí en el agua pero no tenía fuerzas para llevarla. Estaba en estado crítico, tenía un corte en la cabeza y sangre por todas partes. Su condición era tan preocupante que ni siquiera estoy seguro de que se diera cuenta de que venían a salvarlo ".

[…]


En 1983 se convirtió en Oficial de la Orden del Imperio Británico, siguiendo sus logros durante la guerra de las Malvinas; en 1999, quienes habían sido sus enemigos le otorgaron la Orden de Mayo, el más alto honor en Argentina. La ceremonia se llevó a cabo en Buenos Aires, con la presencia del Príncipe Carlos y varios soldados de la Guerra de Malvinas que le debían la vida al Capitán Jolly.
 

E. CONMEMORACIÓN DE LA GUERRA DE MALVINAS: "CURAMOS MÁS ARGENTINOS QUE BRITÁNICOS"


[Fuente: BBC News, aniversario de las Malvinas: "Tratamos a más argentinos que británicos", mayo de 2012, disponible en: https://www.bbc.com/news/uk-17535607]


“Cuidamos casi el doble de argentinos que de británicos”, dijo Steven Hughes, entonces oficial médico del 2.º Batallón del Regimiento Británico de Paracaidistas.


“La ética médica de tratar al enemigo en el campo de batalla puede ser objeto de un debate interminable, pero según las Convenciones de Ginebra y los principios fundamentales de Hipócrates, cada individuo debe ser tratado de acuerdo con sus necesidades, y no de acuerdo con el bando por el que está luchando, ni al que está luchando ”, añadió.

"Una vez que comencé a tratar a los heridos de manera profesional y a tratar a los argentinos exactamente de la misma manera que trataba a las tropas en mi propio campamento, mis médicos comenzaron a hacer lo mismo".
 

Discusión


I. Calificación de la situación y ley aplicable


1. ¿Cómo describiría la situación entre Argentina y el Reino Unido en 1982? ¿Fue este un conflicto armado? ¿Cuál fue la ley aplicable en este caso específico? (CG I-IV, art. 2)

II. Tratamiento de los heridos del campo enemigo durante la Guerra de Malvinas

 
2. ¿Cuáles son las obligaciones que incumben a las partes en un conflicto armado con respecto a los heridos y enfermos? ¿Cuáles son los estándares de atención a los que tienen derecho estos heridos y enfermos? ¿El DIH prevé la evacuación de los heridos y enfermos del campo de batalla? (CG I, art. 12, 15; PA I, art. 10; DIHC, reglas 47, 87, 109, 110)

3. ¿En qué circunstancias se puede considerar "lesionada" a una persona en virtud del DIH? ¿Se debe hacer una distinción entre civiles y combatientes heridos? ¿Entre sus fuerzas y las del enemigo? ¿El DIH permite a las partes en un conflicto dar un trato prioritario a los soldados de su propio campamento? ¿Están prohibidas por el DIH las distinciones desfavorables relativas a la atención médica ofrecida a los heridos? ¿Cuál es el estado de los combatientes heridos que caen en poder del enemigo? (CG I, art. 12, 13, 14; PA I, art. 8)

4. (Documento B) ¿Tenían las fuerzas navales británicas la obligación legal de trasladar a los argentinos heridos a los barcos hospitales argentinos? (CG III, art. 109, 110)


III. Elementos que contribuyen al respeto del DIH


5. (Documento A) ¿Por qué el despliegue de médicos muy bien capacitados es una condición importante? ¿Qué papel puede desempeñar la formación médica y militar en la aplicación de las disposiciones relativas al tratamiento médico?

6. (Documentos A, B y C) En su opinión, ¿el hecho de que los equipos médicos estuvieran desplegados en las inmediaciones del campo de batalla facilitó el acceso a la atención médica para los combatientes de ambas partes en el conflicto?

7. (Documento D) ¿Por qué es tan importante, para actuar de acuerdo con el DIH, que ambos gobiernos rindan homenaje a un cirujano de guerra en una ceremonia oficial? ¿Pueden estos gestos diplomáticos fomentar el respeto por el DIH en conflictos futuros?

jueves, 15 de julio de 2021

Carlos Gustavo Mosto, "El Ángel de los Pozos"




Carlos Gustavo Mosto, también conocido como " El Ángel de los Pozos", oriundo de Gualeguaychú perteneciente a la Brigada Mecanizada X de la Plata. Había pedido una prórroga para estudiar medicina, hizo el Servicio Militar con la clase 62, El 8, 9 y 10 de Mayo bajo bombardeo británico, realizó acciones heroicas al rescatar a compañeros heridos y curándolos a cielo abierto, reconocido por el Ejército y como buen cristiano hacía todo lo posible para que sus compañeros no se sientan solos, tristes y con miedo leyendoles la Biblia. Cayó durante los enfrentamiento del 11 de Junio 1982.
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Pintura: Arenales Solís

domingo, 29 de marzo de 2020

Por el coronavirus las islas bajo ocupación británica se encuentran aisladas y en cuarentena

Las Malvinas están en riesgo de aislamiento total por un posible caso de coronavirus y rechazaron la ayuda humanitaria de Buenos Aires 

Las autoridades coloniales descartaron la asistencia sanitaria ofrecida desde la Cancillería argumentando que Londres se ocuparía de ellos

Por Fernando Morales || Infobae

Las islas Malvinas en virtual estado de aislamiento total
A pocos días de cumplirse el 38º aniversario del desembarco de las tropas continentales en Puerto Argentino, la capital de las islas Malvinas y más precisamente sus autoridades coloniales enfrentan una situación extremadamente preocupante que por estas horas las obligan a repensar la estrategia oportunamente prevista que sostiene que nada que sea ofrecido por el gobierno argentino debería ser aceptado.

Infobae pudo saber de fuentes diplomáticas en Londres, que la idea de brindar ayuda humanitaria y asistencia sanitaria se efectivizó a partir de una iniciativa que Daniel Filmus le acercó al canciller Felipe Solá atendiendo fundamentalmente a un gesto de reciprocidad y gratitud por la colaboración que Londres brindó durante el primer tramo de la búsqueda del submarino ARA San Juan.

La confianza inicial acerca de la casi segura imposibilidad de que algún isleño contrajera el Covid-19 se desmoronó rápidamente al presentarse el primer caso de un paciente con síntomas compatibles con coronavirus. Un niño de unos 9 años debió ser internado en estado crítico en el Hospital King Edward Memorial de la capital isleña, y si bien todo indica que padece el virus, se deberá esperar a que lleguen desde Londres los resultados clínicos correspondientes.

“El gobierno británico, en lo inmediato, está proveyendo equipo médico y apoyos para cada uno de los territorios de ultramar (colonias británicas alrededor del mundo) y los apoyaremos conforme al avance de la pandemia”, dijo a principios de semana la baronesa Sugg, ministra de los territorios británicos de ultramar. La funcionaria miembro de la nobleza de la corona tuvo algunas consideraciones especiales para con las islas Malvinas, agradeciendo a las autoridades locales la implementación de férreas medidas de control sanitario.

La gobernación colonial –actualmente en manos de Nigel Phillips– no escapa de la sospecha generalizada por estas horas acerca del desembarco del virus a través de las decenas de cruceros turísticos que, procedentes de Ushuaia, arriban a las islas.

La propia directora de servicios médicos de la colonia, Becky Edward, asegura que es muy posible que el virus se encuentre en Malvinas y ha dispuesto la activación de la fase de “contención” de su propagación. “Ya tenemos personas autoaisladas en sus hogares siguiendo nuestras instrucciones, y ante la ausencia de tests de laboratorios confirmados estamos realizando las determinaciones en base al ojo clínico”, sostuvo.

 
El hospital King Edward recibió al primer paciente en estado crítico compatible con Covid-19

Comunicado oficial

En un escueto comunicado, el gobierno colonial acusó recibo del ofrecimiento que el pasado 23 de marzo realizó el gobierno argentino, pero recalcó que “las islas tienen en marcha un plan sólido para abordar el Covid-19 y cuando necesiten ayuda adicional trabajarán con el gobierno del Reino Unido”.

Cisne negro

Si bien hasta el presente, merced a vuelos procedentes de Chile y fundamentalmente mediante el puente aéreo semanal con Londres, las necesidades sanitarias de los isleños estaban medianamente satisfechas, la decisión de las autoridades de Cabo Verde (África) de cerrar su aeropuerto luego de detectarse el primer caso local positivo complicó las cosas.

Cabo Verde funciona como puente aéreo entre la base Brize Norton de la Real Fuerza Aérea Británica y Puerto Argentino. La zona además padece por estas horas un riesgo importante de infección de zika y malaria. Desde el 19 de marzo Cabo Verde ha suspendido todos los vuelos entrantes y salientes que interconectan el país con Europa y EEUU, excepto para la repatriación de ciudadanos caboverdianos. Por su parte el gobierno de Sebastián Piñera también dispuso la suspensión de los vuelos a Malvinas.


 
El puente aéreo entre Londres y Puerto Argentino no es viable sin la escala en Cabo Verde, cuyo aeropuerto está cerrado

Preocupación extrema

Si bien se muestra confiada, la miembro del Consejo de Administración Colonial Teslyn Barkman indicó en las últimas horas que la prioridad para las islas radica en asegurar la provisión de material de testeo y protección para el abordaje del Covid-19 y pidió que se extremen los esfuerzos para recuperar el puente aéreo, algo que por ahora resulta imposible. “Las islas no tienen material para confirmar casos pero operamos asumiendo que tenemos el virus entre nosotros, estamos preparando nuestro hospital para recibir a los enfermos”, dijo.

Sanitariamente cuentan con 6 respiradores para atender a los habitantes y a las tropas británicas destinadas en el lugar. Además, las clases se han suspendido y las actividades comerciales locales se han restringido al máximo.

Según señalaron a este medio diversas fuentes consultadas, en las últimas horas el pequeño internado en el hospital local ha presentado una sensible desmejoría y la férrea negativa a recibir ayuda continental comienza a generar críticas entre la población isleña ya que no solo es la ayuda sanitaria lo que está en juego, sino que además insumos, medicamentos para otras patologías, alimentos y hasta productos de limpieza hogareña y aseo personal llegan cada semana procedentes de Londres.

“Si desde el gobierno central no nos pueden ayudar, no nos pueden dejar librados a nuestra suerte”, sostienen los isleños.

 
Las calles de Puerto Argentino se encuentran desiertas al regir una cuarentena de hecho

viernes, 13 de septiembre de 2019

Malvinas, los héroes y las bajas después de la guerra

Malvinas I: Recuerdo de una gesta que terminó en tragedia

Para muchos, la recuperación de las Islas Malvinas, producida un 2 de abril de hace tres décadas, fue una gesta histórica. Para todos, la acción militar terminó en una tragedia que abrió heridas que aún hoy no cicatrizan.

El Ancasti

La cantidad de efectivos argentinos fallecidos durante el conflicto, asciende a 649 hombres, mientras que 1.082 fueron heridos; resultando un total de 1.703 bajas. Los catamarqueños muertos durante la guerra fueron 5: el Cabo Primero Edmundo Federico Marcial, oriundo de Santa María, que falleció en combate el 28 de mayo de 1982 en el paraje Ganso Verde; el cabo de infantería Mario Rodolfo Castro, de Tinogasta, muerto en Darwin el 28 de mayo; el sargento 1° Mario Antonio Cisneros, muerto en combate en el cerro Dos Hermanas, el 10 de junio; y los suboficiales Robustiano Barrionuevo, de Andalgalá, y Carlos Alberto Valdez, de Tinogasta, ambos fallecidos en el Crucero General Belgrano, hundido por las fuerzas inglesas el 1° de mayo.

Las secuelas de la guerra perduran hasta hoy. Muchos de los veteranos que tuvieron la suerte de regresar con vida, decidieron terminarla drásticamente por medios propios. A la fecha, son más los ex combatientes que se suicidaron, que los que cayeron en el campo de combate.

Bazán, soldado heroico

Uno solo de los veteranos catamarqueños adoptó esa trágica decisión. Se trata de Ignacio Bazán, quien en 2006, cuando contaba con 42 años, apareció ahorcado en su casa de Lanús. Bazán, nacido en Mutquín, había sido distinguido por el Senado de la Nación y la Armada con medalla de honor por su actuación en combate. Entre sus hazañas se cuenta la de haber salvado a un compañero. Cuando los ingleses bombardearon el Monsunen, el barco inglés que Argentina había ocupado al comienzo de la guerra y en el que estaba Bazán, el cabo primero Carlos Javier Rivero se cayó al mar. Bazán se arrojó inmediatamente a las aguas heladas y lo rescató, pese a que casi no sabía nadar.

Bazán fue un activo militante de la causa Malvinas, en el intento de que se reconocieran los derechos y el aporte patriótico de los ex combatientes. La frustración por los escollos en su empeño, y problemas familiares le causaron una gran depresión, que lo empujó, en definitiva, hasta la muerte misma.



En nuestra provincia los ex combatientes han logrado un importante grado de organización. Cuentan con sede propia, ubicada en calle Almagro al 700, y han logrado presencia institucional permanente y que la sociedad les reconozca el aporte valioso que hicieron en defensa de la soberanía nacional. Valoran las medidas adoptadas en el orden nacional por el ex presidente Néstor Kirchner, quien decidió mejorar sustancialmente las pensiones que reciben, y en el orden provincial, los aportes realizados al Centro de Ex Combatientes provincial por el ex gobernador Eduardo Brizuela del Moral.

En la sede de calle Almagro, tres veteranos de guerra nos contaron las historias que vivieron desde las trincheras. Relatos, como tantos otros, cargados de emoción y que albergan recuerdos de actos heroicos y de ingratitudes, que permanecen como resabios de un pasado imborrable para varias generaciones de argentinos.

Héroes convertidos en parias

Francisco Mario Cardozo pertenecía al Regimiento de Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca. Con el grado de sargento, fue movilizado desde Catamarca el 17 de abril. Su llegada a las Islas se produce ya en plena guerra, el 18 de mayo. Desde el continente, a bordo de un avión, intentan la difícil misión de aterrizar, en medio del asedio inglés al archipiélago aún controlado por tropas argentinas. Recién lo logran en el tercer intento.

Fue, sin embargo, una misión casi suicida, porque debieron saltar a tierra con el avión en movimiento, carreteando en la pista. Al saltar perdimos un montón de objetos y pertenencias, elementos de campaña, raciones dice Cardozo-. Sí nos aferramos a todo lo que era armamento y municiones, porque era lo que nos iba a proteger. Desde el aeropuerto fuimos en camión hacia Puerto Argentino, donde tomamos contacto con lo que era el caos de la guerra, porque nos llevaron directamente al hospital. El hospital era una carnicería. Gente herida, mutilada, con los ojos salidos, médicos que operaban permanentemente cortando miembros....

Continúa su relato: A las 6 de la mañana del día siguiente nos ordenan embarcar en camión. Éramos 38 personas con 24 piezas de ametralladoras. A los 100 metros de salir se escucha un estampido de la artillería inglesa, nos arrojamos detrás de una cerca de madera justo un momento antes de que el proyectil impactara debajo del motor del camión. Por suerte no hubo heridos. Entonces caminamos hasta Monte Longdon, donde nos agregamos al Regimiento 7 de la plata. Llegamos a primer línea de combate sólo con una manta, el poncho impermeable, ametralladora, las bandas y municiones, y la bolsa de rancho. Para no hacer peso nos tuvimos que despojar de muchísimas cosas.

Cardozo recuerda que los recibió el teniente Galíndez, no recuerdo el nombre, un oficial al que hasta el día de hoy valoro profundamente, porque si no hubiera sido por él, nosotros no hubiéramos vuelto. El luchó al lado nuestro, él nos salvó. El día 13 fue el combate más sangriento. Estábamos en la pendiente de una ladera. Los ingleses nos tiraban a aniquilarnos. Fue una situación de terror. No había posibilidad ni de sacar la cabeza. Pero yo digo que Dios y la Virgen los iluminó a los ingleses. Hicieron un alto del fuego durante 15 segundos cuando el teniente Galíndez nos ordenó que nos repleguemos. Alcanzamos a llegar a la cima de la montaña y volvieron a abrir fuego. Era como si nos dijeran, vayan, sálvense porque si no van a morir. Fue la última noche de combate. Corrimos más o menos entre 10 y 12 kilómetros, y no sabíamos para donde corríamos, porque era un descontrol total. Hubo muchas bajas. De hecho el regimiento de La Plata fue una de las unidades que más gente perdió. Una de las compañías fue atacada mientras descansaba por gurkas.

Prosigue: Esa noche del 13 ya no había manejo de tropas. Es mas, tropas argentinas nos tiraban con artillería a nosotros. Era toda una gran desorientación. Así que estábamos entre dos fuegos, en medio del caos total. Es ahí donde yo resalto la capacidad del teniente Galíndez, que con el brazo izquierdo prácticamente cortado, supo manejar la situación, y no quiso ir al hospital, sino que siguió luchando como creo que debe luchar un soldado argentino. El juntaba a la tropa como se junta a un rebaño. Cuando logró reunirnos a todos nos hizo correr y nos dio un punto de referencia hacia donde teníamos que salir, y así llegamos hasta Puerto Argentino. Nunca más lo volví a ver. La rendición se produjo a las 6.10.

Cardozo y su grupo estuvieron 5 días encerrados en un galpón, hasta que fueron embarcados en el buque inglés Canberra. A partir de se momento, Cardozo vivió momentos que lo marcaron para el resto de su vida, tanto como los combates en la trinchera. Debieron permanecer varios días en el buque porque, por orden del todavía presidente de la Nación, Leopoldo Galtieri, se les prohibía el ingreso al país por cobardes. Un calificativo que para nada se ajustaba a la realidad de un puñado de argentinos que había combatido con valor, y con notable inferioridad en el poder de fuego, contra el enemigo. Un trato despectivo y humillante que, paradójicamente, fue diametralmente opuesto de parte del adversario.

Llegó un momento en que nos comunicaron que no podíamos entrar a la Argentina y que Uruguay nos brindaba asilo político señala Cardozo, quien actualmente presidente el Centro de Ex Combatientes de Catamarca-. Y cuando ya ordenaban que se mueva el buque hacia Uruguay, vino la contraorden de la Junta militar que nos permitió el ingreso. Los ingleses nos despidieron en Puerto Madryn con todos los honores. Formaron filas de los dos lados de las escaleras laterales del buque, y nos saludaron haciendo la venia como corresponde, como caballeros de la guerra.

Sigue el relato: nos subieron a camiones y colectivos tapados con papeles y lonas para que no nos vieran; todos los movimientos se hacían de noche. No éramos héroes, éramos parias. En Trelew nos embarcaron en un avión hasta Campo de Mayo, hasta la escuela General Lemos. Llegamos a las 8 de la mañana y el director de la escuela hace la formación como si no hubiera pasado absolutamente nada. Tres suboficiales se insubordinaron, y luego nos insubordinamos todos. Hicimos desastres. Y esa misma noche, empezaron a llamar a todas las empresas de transportes y nos embarcaron en ómnibus para las distintas provincias. Nos embarcaron con las botas de combate, sin cordones, pantalones de combate, chaqueta sin cinturón y algunas pertenencias nuestras en una bolsa de consorcio. Volvíamos a nuestras casas como cirujas. El pasaje, los choferes de los ómnibus, cuando se enteraron de quienes éramos, nos besaban, nos abrazaban, no sabían qué darnos. Nos sentíamos muy contenidos por la gente que venía en el ómnibus.

Llegamos tipo 9 y 30, a 10 de la noche a Catamarca rememora Cardozo-. Éramos 9, porque Ricardo Véliz había quedado en el barco hospital. En la Terminal no nos recibió ningún oficial ni suboficial. Había solo un camión unimog de los chiquitos, manejado por un soldado. Fuimos a la Catedral a visitar y agradecer a la Virgen del Valle por habernos dado la oportunidad de volver. Pasamos al cuartel, donde nos esperaba el jefe del regimiento, coronel Anchen. Nos saludo fríamente, no dijo nada especial y nos mandó a nuestro domicilios, diciéndonos que nos esperaba al otro día a las 7 de la mañana con formación y actividad normal.

La llegada de Cardozo a su casa fue un tremendo impacto, porque días antes, el propio Jefe del Regimiento les había comunicado a los familiares, que los integrantes de ese grupo habían muerto en combate. De modo que cuando tocó la puerta de su casa y lo atendió su propia esposa, ésta cayó desmayada, como si hubiese visto un fantasma.

Su regreso a la vida militar fue un calvario: La plana mayor nos ordenó no hacer declaraciones y que no se hable más del tema Malvinas. Y empezó la persecución a los que estuvimos en las islas, peleando por nuestra patria.

En la primera línea, desde el primer momento

Darío Salas- con 18 años y el rango de cabo- integró el comando especial que recuperó, el 2 de abril de 1982, las Islas Malvinas. En ese momento formaba parte del Regimiento 25 de Infantería, de Chubut. Integraba una compañía especial que se había formado entre las tres fuerzas armadas para desembarcar en las islas.

Cuando fue convocado, Salas tenía información muy acotada de lo que se planeaba. Los oficiales que fueron elegidos por el coronel (Mohamed Alí) Seineldín sí lo sabían, pero la orden de operaciones real la conocimos nosotros recién en el barco (el buque de desembarco San Antonio). Nos sentíamos orgullosos de ser elegidos entre tanta gente del ejército para formar parte de esa gesta, rememora.

Este grupo de avanzada tenía tres misiones distintas: la encabezada por el capitán Pedro Giachino era tomar la sede del gobierno en las islas; la que comandaba Seineldín, tomar el aeropuerto; y la integrada por los comandos, tomar el cuartel de los Royal Marines. Sólo hubo resistencia en la sede de gobierno, en la que cayó el capitán Giachino y otros oficiales fueron heridos. Cuenta Salas: nosotros teníamos órdenes de no disparar, pero ellos sí. De todos modos, nuestra superioridad numérica fue determinante para el éxito de la misión.

Esa compañía especial estuvo cinco días en Puerto Argentino entró en combate en Puerto Argentino, Darwin, Ganso Verde y en la batalla de San Carlos, donde desembarcaron los ingleses el 21 de mayo. He visto escenas memorables de arrojo y valor cuenta Salas-, porque éramos 30 argentinos contra 5.000 ingleses.

El 27 de mayo vuelven a entrar en combate hasta el día 29, en que caen prisioneros. A esa altura, la compañía había sido muy diezmada, con muchas bajas. Como prisioneros fueron entregados a la Cruz Roja y vía Uruguay volvieron a la Argentina.

Estuve hospitalizado en Campo de Mayo; no dejaban que nos vea nadie. Allí me enteré de la rendición el 14 de junio.

Cuenta que, a diferencia de otros soldados y oficiales, no pasó hambre. La preocupación de los jefes era que, como avanzada de combate, estemos bien equipados y bien alimentados.

La orden que nunca llegó

Hugo Ruartes Coronel tenía 29 años y el rango de sargento primero cuando llegó a las islas, cinco días después del desembarco argentino. Pertenecía al Regimiento 25. La misión que le habían encomendado a él y su grupo de 10 oficiales pertenecientes a la sección morteros 120 era transportar armamento a las islas.

Una vez cumplida la misión, su superior le ordena replegarse, volver al continente, pero Ruartes Coronel no estuvo dispuesto a dejar a su grupo, al cual lo unía un sentimiento de lealtad, en las islas. De modo que decide quedarse voluntariamente, aún a riesgo de, posteriormente, recibir alguna sanción disciplinaria.

Estuvo casi todo el conflicto ocupando una posición situada a 8 kilómetros de Puerto Argentino, en las inmediaciones del aeropuerto de las islas. La misión era defender esa posición ante los ataques ingleses. Sin embargo, su grupo nunca recibió la orden de disparar.

Sobre el final de la guerra, más precisamente el 11 de junio, la situación en la zona cercana a Puerto Argentino se hacía insostenible. El asedio inglés era cada vez más fuerte, y el bombardeo inglés permanente, procurando tornar inoperable la pista de aterrizaje. En ese contexto, Ruartes Coronel recibe la orden de trasladarse 10 kilómetros hasta detrás del destacamento de los Royal Marines, en el oeste del archipiélago, con dos morteros. Nos situamos en una quebrada por bajo el fuego de la artillería. Era un corredor aéreo enemigo relata-. Nos quedamos en esa posición esperando la orden para abrir fuego, pero ésta no llegó, nunca supimos por qué. Tampoco recibimos la orden de replegarnos.

Al momento de la rendición, Ruartes Coronel ya estaba en la posición original, cerca del aeropuerto. El 14 de junio, a las 9 de la mañana, empezamos a ver los Hércules por sobre nuestras cabezas. No sabíamos si eran argentinos o ingleses, hasta que pudimos ver las escarapelas y nos dimos cuenta de que eran ingleses, recuerda.

Después del mediodía de aquella jornada dolorosa el grupo cae prisionero. Ruartes Coronel y sus camaradas permanecieron cinco días más en las islas y luego fueron trasladados al continente, más precisamente a Puerto Madryn.

jueves, 25 de julio de 2019

Anecdotario argentino: La gaviota gallinera

Gallina, la gaviota



En pleno operativo de recuperación, el 2 de abril de 1982, trasladaron muy herido al teniente de fragata Diego García Quiroga hasta el rompehielos “Almirante Irízar”, que funcionaba como buque hospital.

García Quiroga, un buzo táctico de 28 años, integraba el primer equipo que desembarcó en Malvinas y debía tomar la casa del gobernador isleño Rex Hunt.

En la residencia oficial recibieron el fuego de los Royal Marines y ocurrió la única muerte de la “Operación Rosario”: el capitán de fragata Pedro Giachino, jefe de esa Unidad de Tareas 40.1.5. Y hubo 2 heridos: el cabo enfermero Ernesto Urbina, que fumando esperaba atención con los intestinos al aire, y García Quiroga, a quien le pegaron 3 balazos: uno le atravesó el codo, otro el torso y el tercero se incrustó en un cortaplumas suizo que colgaba de su cinturón, a la altura de la ingle.

Estaba grave.

Un helicóptero llegó al “Irízar” con sangre para hacerle una transfusión. Aterrizó en la cubierta, dejó el material y despegó. El motor de la máquina succionó a una gaviota que volaba cerca de la popa. Fue un momento de tensión: si el pájaro entraba en la turbina, el helicóptero podía caerse al agua. Finalmente, pese a un esfuerzo enorme, la gaviota no pudo evitar las paletas del rotor de cola y quedó destrozada.

-¡Muy bien hecho! -gritó un conscripto del Batallón de Apoyo Logístico-. A estos ingleses ni las gallinas les vamos a dejar vivas.


Clarín

sábado, 28 de julio de 2018

El correntino que fue salvado por médicos británicos

La historia del militar correntino que fue herido gravemente en Malvinas y fue operado por los ingleses

Martín Boerr | La Nación

"Escuché un sapucay y supe que no se habían perdido, después de avanzar en medio de la noche bajo el fuego de los ingleses, tenía a toda la sección reunida, fue una alegría grande y sin perder tiempo nos pusimos a trabajar para que el día no nos encontrara sin una trinchera, se venía el combate final", relata Juan Nazer.

Cuando tenía 23, como flamante subteniente del Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, le tocó viajar a Malvinas para defender Puerto Argentino en las colinas que circundaban la capital isleña en la batalla final. Monte Longdon, Monte Harriet, Dos Hermanas, Tumbledown. Nombres asociados a las escenas más crudas de la guerra de cuyo final se cumplen esta semana 36 años, cuando el 14 de Junio Mario Benjamín Menéndez firmó la rendición.

Pero para Nazer la guerra no fue "todo lo que se cuenta y hay muchas mentiras y exageraciones, es importante que se conozca la verdad". "Se hicieron muchas cosas mal, pero también dentro de eso hay mucho para rescatar, la forma en que combatieron los soldados, pero también los oficiales y suboficiales argentinos", señaló.

Nazer es la antítesis del veterano de guerra que queda marcado de por vida de forma negativa por el conflicto armado. El 12 de junio de 1982 casi muere, cuando primero pisó la granada de un lanzacohetes que casi le secciona la pierna y luego recibió tres tiros en la espalda que, de milagro, no le tocaron la columna vertebral. Se desmayó y apareció horas después prisionero en Monte Harriet. Le hicieron un simulacro de fusilamiento y cuando temía lo peor, su suerte empezó a cambiar.


Así quedó su pierna

"En la guerra es el destino, es la suerte, cuando cae una bomba y mata a unos y los otros que corrieron para el otro lado se salvan", dice. Los ingleses lo atendieron, lo operaron y luego lo llevaron al buque hospital Uganda. Nazer muestra a La Nación una foto de las heridas que le dejaron las esquirlas. Es como si en el muslo derecho alguien hubiera sacado 3 o 4 pedazos de carne del tamaño de un limón.

"Para mí fue como volver a nacer, me quedaron marcas, pero no secuelas. Pude volver a hacer deportes", explicó. Once años después de eso, siendo instructor de comandos y paracaidista, Nazer -que simpatizaba con los carapintadas, el grupo militar ultranacionalista que se alzó tres veces contra el gobierno democrático de Raúl Alfonsín y una contra el de Carlos Menem- se dio cuenta de que ya no tenía lugar en el Ejército.

"El generalato me negó dos comisiones al exterior para lo cual tenía todas las calificaciones, ser veterano, herido y condecorado en la guerra y poseer alguna aptitud especial, yo tenía tres, era comando, instructor y paracaidista. Me di cuenta que tenía que pedir el retiro, porque me tocaba ir a la Escuela de Guerra pero ahí me iba a ir mal con las notas conceptuales", rememoró.
Arrancar otra vez de cero

Ahí arrancó otra etapa de la vida donde otros se podrían haber derrumbado. ¿Qué hacer tras una vida dedicada al Ejército? ¿Qué hacer tras haber participado en una guerra y haber sido herido y condecorado?

Nazer dice que siempre sacó del Ejército y de la guerra lo positivo. "En primer lugar, la disciplina, el sobreponerse a la adversidad y también, el poner las cosas en su contexto, no hay que hacerse mala sangre por cosas que no lo valen", es su fórmula.

Era el comienzo de los años 90 y Nazer estaba destinado en Apóstoles cuando pidió el retiro. Fue quedar otra vez al descubierto, como cuando le tocó cruzar bajo las balas inglesas de Harriet a Dos Hermanas.


El ex militar, en el barco Uganda Fuente: LA NACION

Primero asesoró a algunos empresarios de esa rica zona yerbatera de Misiones sobre sistemas de seguridad y se dio cuenta que ahí había una posibilidad de utilizar su experiencia militar. Se juntó con dos amigos y fundaron Seguridad Misiones, hoy una de las principales empresas del rubro en la provincia.

Después vino su incursión en el fútbol. A comienzos de esta década, Guaraní Antonio Franco, empezó su intento de volver a los primeros planos nacionales de la mano de César Decamilli, un dirigente que llevó a Nazer a la Comisión Directiva del club. En agosto del 2014, el club ascendió al Nacional B. Fue el regreso al fútbol grande tras casi tres décadas.

Decamilli tuvo después un ACV y Nazer asumió como titular del club. Le tocó pilotear los momentos deportivos más difíciles, con José María "Chaucha" Bianco como DT y luego Humberto y Martin Zuccarelli. Al final, Guaraní se terminó yendo nuevamente al descenso a fines del 2015 y con él, los sueños de una buena parte de la provincia futbolera.

"Guaraní es como el Ejército, con pocos recursos hay que hacer mucho", recuerda Nazer, con una sonrisa. "Creo que como dirigente pude aportar el orden, la organización, que es algo que aprendemos en el Ejército, y en el fútbol profesional es muy importante, con los viajes, los partidos, los entrenamientos", detalló.
Marcha bajo fuego enemigo

El 1° de junio Nazer recibió la orden del jefe del regimiento 4 (Teniente Coronel Diego Soria) de marchar con su sección, de unos 40 hombres, de Monte Harriet a Monte Dos Hermanas para defender esa colina. Un regimiento se divide en tres compañías y cada compañía tiene a su vez cuatro secciones.

Nazer decidió separarlas en cuatro grupos y en uno, con el jefe fuera de combate, puso al mando a un soldado dragoneante. "Los combates ya habían empezado, los ingleses no atacaban de frente sino que hacían incursiones y se replegaban, para no tener tantas bajas. Marchamos el 1° de junio, salimos 18.30 y llegamos a la 1 de la mañana del 2 de junio, decidí dispersarlos lo más posible, aún perdiendo control sobre la tropa", recordó Nazer.

Así fue como llegó primero con su grupo al Monte Dos Hermanas y esperó al resto, que en un momento creyó perdidos o abatidos. "Me abracé con el soldado que había puesto a cargo cuando nos vimos, fue una alegría enorme", recordó. Ahí mismo se pusieron a hacer trincheras entre las rocas, esperando el avance inglés.

El 11 de junio, tras diez días de desgaste entre incursiones, bombardeos de artillería a la noche y de las fragatas que se arrimaban a la costa durante el día, más los bombardeos de aviones, los ingleses decidieron hacer el ataque final a las posiciones.

"La relación de fuerzas en Dos Hermanas eran 6 ingleses por cada argentino y eran tropas de elite, el 42 de Comandos y un regimiento de Paracaidistas, nosotros no lo sabíamos, nos enteramos después", recordó.

Nazer no es de esos veteranos a los que les empieza a brillar la mirada cuando recuerdan esas escenas. "Eras vos o ellos y combatimos muy de cerca, porque así es el combate nocturno. No hay tiempo para tener miedo, eso dura muy poco, después estás concentrado en la acción y no podés dudar, porque si dudás, morís".

El 4 de Infantería de Monte Caseros llevó a Malvinas a 678 efectivos, entre oficiales, suboficiales y soldados. Hubo 2 oficiales, 6 suboficiales y 16 soldados muertos. Y tuvieron 6 oficiales (Nazer entre ellos), 24 suboficiales y 89 soldados heridos.

"No hubo privilegios, no vi estaqueos, si los hubo no fueron en donde yo estuve, peleamos codo a codo soldados y oficiales y el jefe del Regimiento, Soria, estaba a 100 metros de la primera línea, pero bajo el mismo fuego enemigo, porque tiene que ver todo", dice Nazer. "Si había una lata de dulce de batata era una fiesta y la compartíamos entre todos", explica.

Nazer no viene de familia militar. Su padre era un arrocero de La Cruz, pegadito a Yapeyú, el pueblo donde nació San Martín. Su hijo, Juan Carlos, se dedicó al marketing. El llevó a su nieto Benicio al Monte Caseros, donde se reúnen para estas fechas los ex camaradas del IV de Infantería.

"No sé si me gustaría que mi nieto entre al Ejército, que decida él cuando llegue el momento, lo cierto es que la Argentina no es como Brasil o Estados Unidos, nuestro país no sabe qué hacer con su Ejército", dice. Nazer piensa ir al año próximo a Malvinas y regresar a Dos Hermanas. "Ahora que se habilitó el viaje para los oficiales argentinos", explica.

Hombre que pudo superar con éxito los traumas de la guerra y al que le fue bastante bien en la vida, no será difícil imaginarlo recorriendo Monte Harriet y Dos Hermanas. Vaya a saber que procesión irá por dentro en ese momento, recordando aquellas noches aciagas, 36 años atrás. Cuando con el corazón en la mano esperaba al resto de su sección. Hasta que en medio de las bombas, de los tiros, del miedo, le volvió el alma al cuerpo al grito de un sapucay.