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jueves, 7 de julio de 2022
martes, 22 de marzo de 2022
Biografía: Michael Scott (UK), comandante británico en Tumbledown
Michael Scott (oficial del ejército británico)
Michael Scott
3 de marzo de 1941 (80 años)
Nacionalidad Reino Unido
Servicio / rama del ejército británico
Años de servicio 1960-1997
Rango Mayor General
Los comandos se llevaron a cabo 2do batallón de guardias escoceses
Octava brigada de infantería
Comando escocés
Batallas / guerras The Troubles
Guerra de Malvinas
Batalla del Monte Tumbledown
Premios Compañero de la Orden del Baño
Comandante de la Orden del Imperio Británico
Orden de servicio distinguido
El mayor general Michael Ian Eldon Scott CB, CBE, DSO (nacido el 3 de marzo de 1941) es un oficial retirado del ejército británico que participó en la Guerra de las Malvinas y ocupó el cargo de secretario militar del ejército británico.
Saludando al Comandante Robacio, contra quién combatió en Tumbledown
Vida temprana
Educado en Bradfield College [1] y en la Royal Military Academy Sandhurst, Scott fue comisionado en la Guardia Escocesa en 1960. [2]Carrera militar temprana
En 1965 fue nombrado escudero del duque de Gloucester. [3] En 1966 fue nombrado ayudante del segundo batallón de la Guardia Escocesa, [1] antes de convertirse en 1968 en ayudante de campo del conde Cathcart. [1]A principios de 1981 fue nombrado Comandante del 2º Batallón de la Guardia Escocesa [1].
Guerra de Malvinas
Después de la recuperación de las Islas Malvinas por Argentina a principios de abril de 1982, a mediados de junio de 1982, Scott comandó el ataque victorioso del 2.o Batallón de la Guardia Escocesa y las unidades de apoyo en la Batalla del Monte Tumbledown contra las posiciones ocupadas por el 5. Batallón de Infantería Naval, que despejó el camino a Port Stanley y puso fin a la guerra. Al final de la campaña se le otorgó la Orden de Servicio Distinguido. [4]Carrera militar posterior
De 1984 a 1986 estuvo al mando de la 8ª Brigada de Infantería en Irlanda del Norte durante la Operación Banner. [2]En 1988 se convirtió en Subsecretario Militar [1]. En 1993 fue nombrado oficial general al mando de Escocia y fue gobernador del Castillo de Edimburgo. En 1995 fue designado para el cargo de Secretario Militar [2].
Vida posmilitar
Al retirarse del ejército británico después de treinta y siete años de servicio en 1997, se convirtió en el primer comisionado laico de denuncias del Consejo General del Colegio de Abogados [5].Publicaciones
- In Love & War, the Lives of General Harry and Lady Smith (2008).
- Scapegoats: Thirteen victims of Military Injustice (2013).
- Surrender at New Orleans: General Sir Harry Smith in the Peninsula and America (2014).
- Royal Betrayal: The Great Baccarat Scandal of 1890. (2017).
domingo, 3 de octubre de 2021
domingo, 19 de septiembre de 2021
Robacio combate con su batallón a una brigada británica
El “Batallón del Infierno” que diezmó al enemigo inglés
Diario PrensaGRANDES HEROES DE CUYO ACCIONAR EN MALVINAS POCO SE CONOCE:
El Batallón de Infantería de Marina 5, reforzado con 200 hombres del Ejército, pasó a ser una leyenda heroica por su extraordinario desempeño en la guerra de 1982. Esa unidad fue entrenada, formada y preparada para el combate por su jefe, el entonces Capitán de Fragata Carlos Robacio.
En nuestras Islas Malvinas, Carlos Hugo Robacio combatió al frente de sus hombres de una manera tan decidida que asombró al enemigo. The Sunday Times dijo: “No se rindieron ni se retiraron los argentinos en la montaña de Tumbledown, donde la Guardia Escocesa debió enfrentar la más violenta de todas las acciones. Allí se hallaba el Batallón de Infantes de Marina argentinos muy expertos y bien atrincherados que disparaban sin cesar y de una manera impresionante”.
Robacio y su BIM 5 no acataron la orden de rendición el 14 de junio de 1982. Siguieron combatiendo con furor hasta agotar la munición y luego en combate cuerpo a cuerpo con armas blancas. Entraron a Puerto Argentino en perfecta formación, armas al hombro y a paso de desfile. Los ingleses, asombrados por tanto derroche de coraje, se formaron para saludarlos militarmente y recibirlos con honores.
El testimonio de Robacio revela detalles que ponen la piel de gallina a cualquiera por el orgullo, la valentía y el coraje que demostraron nuestros soldados en la batalla de Tumbledown: “Tenía a mi mando 700 hombres del Batallón, y alrededor de 200 efectivos del Ejército, con los que luchamos en el momento más crítico y más feroz del ataque británico; pese a ello, se registró un grado increíblemente ínfimo de bajas: 30 muertos y 105 heridos. Como contrapartida, les provocamos al enemigo el más alto número de muertos: aunque no lo reconocen oficialmente, en la zona donde peleó el BIM 5 los británicos perdieron 359 hombres, ¿de dónde saco esa cifra? ellos mismos me la dijeron”.
“A las 3 de la madrugada del 14 de junio hicimos uno de los contraataques más intensos contra el enemigo, en Tumbledown, junto con la compañía de Ejército del Mayor Jaimet. Ellos son los que chocan con los famosos gurkhas. Los nuestros eran más o menos 150 hombres. Ellos eran entre 800 y 1.000. Allí concentré fuego de la artillería de Ejército . Según me contó luego el General inglés Wilson, de la Quinta Brigada –con quien conversé cuando estuve prisionero- allí sólo quedó un tercio en pie. Los barrimos. Aunque ahora lo niegue, fue así”.
En la fotografía, parte del glorioso “Batallón del Infierno”. Eran unos 150 hombres que se enfrentaron a alrededor de mil soldados británicos y ghurkas.
“Todo un regimiento de ellos chocaba contra 60 u 80 hombres míos, y los bajamos sin asco, y los paramos. Una de las preguntas que me hicieron fue por qué no había contraatacado, si les habíamos quebrado el ataque. Yo tenía a la Compañía Mar lista para el contraataque. Pero la realidad es que, cuando pudimos hacerlo, ya no teníamos munición. Por otra parte, había llegado la orden de repliegue. Sobre nuestras posiciones caían mil proyectiles de obuses por hora, además del bombardeo naval, más los aviones y los helicópteros. Era tremendo. Así y todo, podíamos haber contraatacado, de haber tenido un poco de munición. Pero no hubiera cambiado el curso de la batalla. La suerte estaba echada. Claro: los ingleses no sabían mi situación real. Esperaban el contraataque nuestro. Rezaban, me dijeron, para que no contraatacáramos. Pero ¿Con qué? Cuando les conté que nosotros éramos un batallón, no lo podían creer. También recuerdo que, en el momento de decidir el contraataque, llamo a los oficiales de mi Estado Mayor y les cuento mi plan. Tomo la carta y hago un esbozo de las órdenes. Ellos se miran entre sí. No dicen nada. Cumplen. Pero después del 14 de junio, a mí me había quedado una duda: ¿Por qué se miraron entre ellos? Un día se los pregunté. Me dijeron que pensaban que yo estaba loco. Entonces, una vez que pasaron las cosas y terminó, yo seguí preguntando: ¿Y ustedes que hubieran hecho, aun así? “Hubiéramos cumplido la orden. Punto”.
“Eso era el BIM 5. Eso es lo que vale. La confianza. Pero quisiera destacar que en Malvinas cada uno luchó con lo que pudo, y con lo que tuvo. Por cada uno de nosotros caían seis o siete de ellos. Ahora ya saben que no les tenemos miedo, que no somos indios y que sus soldados no van a venir de picnic”.
Fuente: Reconocimiento de Tomás Bertotto.
Edición:
Noticias de: Ushuaia – Tolhuin – Río grande
y toda Tierra del Fuego.
sábado, 12 de septiembre de 2020
sábado, 13 de junio de 2020
Noche del 13 de junio: "Saquen a esas ratas del pueblo y mándemelos al frente"
La noche del 13 de Junio
Sapucay de MalvinasHoy 13 de Junio por la Noche se desarrollaban tres Combates, comenzando con el BIM5 y su Compañía OBRA en Pony Pass quizas la única Batalla ganada por Argentina que obliga a los británicos a retirarse en una accion conjunta entre morteros del Batallón y la artillería del EA que fue excelente, ademas de los últimos campos minados colocados por los Ingenieros Anfibios en los que cayó el enemigo, Luego pocas horas mas Tarde llega Tumbledown donde comenzaremos a contar LA MENTIRA MAS GRANDE DE MALVINAS... allí en el Oeste del Monte Chocando de frente contra el enemigo solo combaten los 12 Hombres del Suboficial Castillo peleado con su jefe el teniente Vázquez y los hombres de diferentes unidades del EA que se replegaban y estaban bajo las órdenes del entonces Subteniente Silva, hablamos de un puñado de 40 hombres contra 3 Pelotones británicos
a los que rechazaron por 3 horas en el primer embate y los dejaron en el medio del campo regalados para que nuestra artillería o morteros los barran, pero el jefe estaba escondido en un pozo y se perdió una excelente oportunidad, alli solo quienes combatieron entregaron sus vidas y solo fueron los 4 hombres de Castillo y 5 del Subteniente Silva, mas tarde en el Sector Este del Monte de nuevo la lucha con los ingenieros anfibios intentando atacar enviados allí junto a los Bravos Hombres del RI 6 con un Subteniente como Jefe Don Esteban Vilgré muy a la altura de la situación, ejemplo en todo sentido para sus Soldados, los hicieron subir a la Cresta sin saber que pasaba allí casi de madrugada, los hombres del EA debían hacer un Bloqueo y los Ingenieros Avanzar con solo 21 hombres hacia el Oeste para rescatar a la 4º Sección que quedó atrapada,
pero nadie informó que dos compañías completas británicas estaban ya en el lugar, eran mas de 300 hombres contra no más de 60 de los nuestros, por suerte antes de avanzar el Teniente Miño de los Ingenieros Anfibios y el Subteniente Esteban Vilgré reconocieron el lugar y vieron a las dos Compañías británicas haciendo el recambio, una ya cumplía su misión que era la LF la otra llamada RF llegaba Fresca para seguir el avance, pero se toparon con una férrea resistencia donde 5 valientes hombres dejaron sus vidas, los británicos antes de avanzar tiraron sobre ellos mas de 50 cohetes LAW 66 , aun así se combatió hasta de día... pero el punto más importante era Wireless Ridge o la Continuación de Longdon pues si caía ese lugar el enemigo entraba al pueblo, en cambio si caía Tumbledown todavía quedaba la linea principal del BIM5 en Sapper Hill, hombres valientes a la altura de lo que es defender a la Patria mientras los Generales enviaban a las dos Compañías de Comandos la 601 y 602 lejos de la batalla al norte porque sabían que ellos no se rendirían, que hubiera pasado con los comandos peleando en el Frente? nadie lo sabe, pero si sabemos que en Longdon con inferioridad numérica nuestra gente dos veces casi obliga a retirarse a los británicos..de la misma forma con Comandos en el Oeste de Tumbledown ellos no pasaban ....los grandes como dije pensando y muriendo por la Patria,,,otros en Puerto Argentino planificando una rendición Honrosa y otro Hombre como Don Carlos Robacio jefe del BIM 5 sin querer ceder un metro pedía a los Gritos a los Generales que
"Saquen a esas ratas del pueblo y mándemelos al frente"
en clara alusión a los miles de soldados que se concentraban en el pueblo ...el termino ratas puede sonar despectivo pero la culpa no es de ellos si no de los Jefes ademas viendo como unos morian en los montes otros se paseaban por el Pueblo que tenía todas sus luces encendidas ....todas
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domingo, 1 de enero de 2017
Biografías: CN (VGM) Carlos Hugo Robacio (Argentina)
Adiós a un héroe
Carlos Hugo Robacio comandó nada menos que al Batallón de Infantería de Marina Nº 5 durante la guerra de Malvinas (1982) y los combates que libró fueron memorables. Fue un patriota, ejemplo de entrega y coraje. Murió el 29 de mayo de 2011, a los 76 años. Ahora descansa en paz en el cementerio de Bahía Blanca.
Robacio, durante un adiestramiento de 1981 con el BIM5, antes de la guerra por las Malvinas (1982). El último a la derecha es el Capitán Giachino, primera baja de la recuperación de las Malvinas.
Durante la guerra de Malvinas hubo desempeños excepcionales de la Armada Argentina. Entre ellos, el de nuestra Aviación Naval, reconocida en todo el mundo por su pericia, precisión y efectividad, y el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5).
En este último caso, los jefes británicos pidieron conocer al comandante de esos hombres que se asemejaban a “demonios tirando”; al comandante de esos hombres que no pudieron hacer retroceder. Ese comandante era el entonces capitán de fragata de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio.
Con el tiempo, ya con el grado de contralmirante y en situación de retiro, Robacio repasaría una y otra vez su experiencia al frente del BIM5, llegando a redactar el libro Desde el frente, que recorre los más de 70 días del batallón en las islas, sus percepciones y experiencias, los detalles de aquellos momentos de gloria y dolor.
Retroceder, nunca
Como comandante del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, el entonces capitán de fragata Carlos Hugo Robacio estuvo a cargo de los hombres que se negaron a retroceder en Malvinas. Comandó a 700 Infantes de Marina (entre personal de cuadro y conscriptos) y alrededor de 200 hombres del Ejército Argentino durante los combates desarrollados en el monte Tumbledown, Sapper Hill y monte William. Allí enfrentaron a dos batallones de paracaidistas ingleses, a la guardia real inglesa y a los gurkas. Lo hicieron hasta agotar toda su munición.
“Fue el primero en llegar y el último en irse de Malvinas”, recuerda el suboficial mayor Carlos Sini, que en aquel entonces era cabo segundo del batallón de Robacio. Ahora, cumple funciones en el Comando de la Fuerza de Infantería de Marina Austral con asiento en Río Grande.
Con su mirada puesta en el recuerdo, asegura que no olvidará la figura del comandante pidiendo el alistamiento para ir al frente de batalla.
“Estábamos desplegados haciendo nuestra segunda o tercera salida al terreno. Cubríamos desde Hito I, en el extremo norte de Tierra del Fuego, hasta la cabecera del lago Fagnano, en el centro. Se ordenó el repliegue del batallón y nos reunió a todos en la plaza de armas. Pidió a la gente que no se desaliste, que en menos de lo que pensábamos tendríamos que estar en Malvinas. Nos habló de muerte y de heridos. Dio opción. Todos elegimos ir”, relata Sini
El pasaje a la isla comenzó por aire en la madrugada de 7 de abril de 1982. Al otro día estaban todos en Malvinas y no hubo que esperar mucho para el bautismo de fuego.
"El 1º de mayo sucedió el primer ataque británico y en ese momento –recuerda Sini– el capitán Robacio utilizó el sistema de radio y dijo 'la guerra ha llegado. El enemigo está presente. Les deseo suerte a todos'. Esa noche el batallón tuvo su primer muerto."
Robacio recorrió todas las posiciones del batallón durante los 72 días que estuvieron desplegados. No estaban cerca; había 10 o hasta 12 kilómetros entre ellas. Pero él estuvo al lado de su gente en todo momento. "Si exigía que caminen, era el primero que caminaba. Si exigía sacrificios, era el primero en sacrificarse; fue un líder por naturaleza”, cuenta Sini.
Y es que el ejemplo es la mejor forma de asumir y ejercer el liderazgo en el combate. Los Infantes de Marina sabían del riesgo al que estaban expuestos, su comandante se los había dicho, debían estar en el terreno frente a un enemigo más grande. Por ello la labor de Robacio mereció el reconocimiento enemigo, porque es en la total desventaja capaz de desmotivar a cualquier hombre donde se torna fundamental la orientación del líder. Su voz cohesiona corazones, moviliza voluntades, da valor en momentos en donde todo se desploma. Los resultados dan apenas un ejemplo del talento y determinación del entonces capitán Robacio: 16 muertos y 105 heridos contra más de 350 caídos de las fuerzas británicas.
Pero también sus palabras dieron otro ejemplo, años después, vinculadas a la humildad con la que un hombre de su desempeño vivió a pesar de las glorias obtenidas: "Yo no soy ni bravo ni valiente ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente no me podían permitir el privilegio de tener miedo", declaró alguna vez el almirante Robacio.
Condujo estoicamente a sus hombres en todo momento y quienes fueron parte de aquel feroz batallón marcaron a fuego en su memoria cada acción del comandante. “Él siempre nos llevó al límite en tiempos de paz. Nos fue formando y forjando. Sabía que teníamos que estar preparados para algo más duro, ver morir al camarada al lado y seguir peleando –dice Sini en un tono reflexivo–. Supo conducir a su gente y no titubeó cuando tuvo que ponerla en combate.”
De igual manera el suboficial mayor de Infantería de Marina Daniel Benítez, hoy destinado en la División Veteranos de Guerra y en aquel entonces cabo segundo, recuerda al contralmirante Robacio como un comandante que, pese a todas las inclemencias, siguió combatiendo y contraatacando. De carácter firme pero siempre al lado de la tropa.
“Dado su accionar fue admirado por comandantes gurkas y galeses y reconocido por el Ejército Argentino y demás fuerzas”, concluyó Benítez quien participó del conflicto como miembro del BIM5 en la zona de Sapper Hill.
Fue como un padre para muchos
Carlos Robacio dejó --además de su familia compuesta de su mujer Estela, sus 2 hijos Carlos y Edda y sus 5 nietos-- a un puñado de hijos que lo adoptaron como un referente de la vida, ya que muchos de sus hombres llegaron a considerarlo un segundo padre. Y también dejó un legado para los oficiales y suboficiales de la Infantería de Marina: la necesidad del adiestramiento. Es esa preparación para el combate lo que une al espíritu actual del BIM5 con el de los héroes de Malvinas.
Con su figura desaparece otro de los grandes jefes de la Armada Argentina en el campo de batalla, de los que tuvo la Nación Argentina en la defensa de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur. Entre sus laureles se encuentra la condecoración de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate; la del Congreso de la Nación a los Combatientes de Malvinas; y las del Ejército Argentino “Orden a los Servicios Distinguidos” y al “Merito Militar” en grado de Comendador. También le dieron las medallas “Cruz Peruana al Mérito Naval” y “La Legión al Mérito” en grado de Comandante de la República del Perú.
Sin embargo, el valor más alto en sus 76 años fue el afecto de su gente, de la familia naval que lo honra y admira, de los compatriotas que volvieron con él y gracias a él de nuestras Malvinas, y de los familiares de los héroes que quedaron allá custodiando eternamente ese suelo y que reconocieron en su figura a la de un comandante ejemplar que no dejó a nadie atrás en la batalla.
El contralmirante retirado Carlos Hugo Robacio falleció en Bahía Blanca el pasado domingo 29 de mayo de 2011. Con él se fue un referente militar y guerrero, un ejemplo de ética profesional que no dudó en arriesgar su vida y la de sus hombres en la defensa de la Patria, pero sobre todo, que no vaciló en cuidarlas, dando una lección de conducción y liderazgo.
Foto de Carlos Robacio como comandante del Batallón de Infantería de Marina N° 5
Fuente:
ESPECIAL de GACETA MARINERA digital
Carlos Hugo Robacio comandó nada menos que al Batallón de Infantería de Marina Nº 5 durante la guerra de Malvinas (1982) y los combates que libró fueron memorables. Fue un patriota, ejemplo de entrega y coraje. Murió el 29 de mayo de 2011, a los 76 años. Ahora descansa en paz en el cementerio de Bahía Blanca.
Robacio, durante un adiestramiento de 1981 con el BIM5, antes de la guerra por las Malvinas (1982). El último a la derecha es el Capitán Giachino, primera baja de la recuperación de las Malvinas.
Durante la guerra de Malvinas hubo desempeños excepcionales de la Armada Argentina. Entre ellos, el de nuestra Aviación Naval, reconocida en todo el mundo por su pericia, precisión y efectividad, y el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5).
En este último caso, los jefes británicos pidieron conocer al comandante de esos hombres que se asemejaban a “demonios tirando”; al comandante de esos hombres que no pudieron hacer retroceder. Ese comandante era el entonces capitán de fragata de Infantería de Marina Carlos Hugo Robacio.
Con el tiempo, ya con el grado de contralmirante y en situación de retiro, Robacio repasaría una y otra vez su experiencia al frente del BIM5, llegando a redactar el libro Desde el frente, que recorre los más de 70 días del batallón en las islas, sus percepciones y experiencias, los detalles de aquellos momentos de gloria y dolor.
Cita: |
“Había llegado la orden de repliegue. Sobre nuestras posiciones caían mil proyectiles de obuses por hora, además del bombardeo naval, más los aviones y los helicópteros. Era tremendo… También recuerdo que, en el momento de decidir el contraataque, llamo a los oficiales de mi Estado Mayor y les cuento mi plan. Ellos se miran entre sí. No dicen nada. Cumplen. Pero después del 14 de junio, a mí me había quedado una duda: ¿por qué se miraron entre ellos? Un día se los pregunté. Me dijeron que pensaban que yo estaba loco. Entonces seguí preguntando: ¿Y ustedes qué hubieran hecho, aún así? “Hubiéramos cumplido la orden… Eso era el BIM5”, contó alguna vez. |
Retroceder, nunca
Como comandante del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, el entonces capitán de fragata Carlos Hugo Robacio estuvo a cargo de los hombres que se negaron a retroceder en Malvinas. Comandó a 700 Infantes de Marina (entre personal de cuadro y conscriptos) y alrededor de 200 hombres del Ejército Argentino durante los combates desarrollados en el monte Tumbledown, Sapper Hill y monte William. Allí enfrentaron a dos batallones de paracaidistas ingleses, a la guardia real inglesa y a los gurkas. Lo hicieron hasta agotar toda su munición.
“Fue el primero en llegar y el último en irse de Malvinas”, recuerda el suboficial mayor Carlos Sini, que en aquel entonces era cabo segundo del batallón de Robacio. Ahora, cumple funciones en el Comando de la Fuerza de Infantería de Marina Austral con asiento en Río Grande.
Con su mirada puesta en el recuerdo, asegura que no olvidará la figura del comandante pidiendo el alistamiento para ir al frente de batalla.
“Estábamos desplegados haciendo nuestra segunda o tercera salida al terreno. Cubríamos desde Hito I, en el extremo norte de Tierra del Fuego, hasta la cabecera del lago Fagnano, en el centro. Se ordenó el repliegue del batallón y nos reunió a todos en la plaza de armas. Pidió a la gente que no se desaliste, que en menos de lo que pensábamos tendríamos que estar en Malvinas. Nos habló de muerte y de heridos. Dio opción. Todos elegimos ir”, relata Sini
El pasaje a la isla comenzó por aire en la madrugada de 7 de abril de 1982. Al otro día estaban todos en Malvinas y no hubo que esperar mucho para el bautismo de fuego.
Cita: |
"Si exigía sacrificios, era el primero en sacrificarse." |
"El 1º de mayo sucedió el primer ataque británico y en ese momento –recuerda Sini– el capitán Robacio utilizó el sistema de radio y dijo 'la guerra ha llegado. El enemigo está presente. Les deseo suerte a todos'. Esa noche el batallón tuvo su primer muerto."
Robacio recorrió todas las posiciones del batallón durante los 72 días que estuvieron desplegados. No estaban cerca; había 10 o hasta 12 kilómetros entre ellas. Pero él estuvo al lado de su gente en todo momento. "Si exigía que caminen, era el primero que caminaba. Si exigía sacrificios, era el primero en sacrificarse; fue un líder por naturaleza”, cuenta Sini.
Y es que el ejemplo es la mejor forma de asumir y ejercer el liderazgo en el combate. Los Infantes de Marina sabían del riesgo al que estaban expuestos, su comandante se los había dicho, debían estar en el terreno frente a un enemigo más grande. Por ello la labor de Robacio mereció el reconocimiento enemigo, porque es en la total desventaja capaz de desmotivar a cualquier hombre donde se torna fundamental la orientación del líder. Su voz cohesiona corazones, moviliza voluntades, da valor en momentos en donde todo se desploma. Los resultados dan apenas un ejemplo del talento y determinación del entonces capitán Robacio: 16 muertos y 105 heridos contra más de 350 caídos de las fuerzas británicas.
Pero también sus palabras dieron otro ejemplo, años después, vinculadas a la humildad con la que un hombre de su desempeño vivió a pesar de las glorias obtenidas: "Yo no soy ni bravo ni valiente ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente no me podían permitir el privilegio de tener miedo", declaró alguna vez el almirante Robacio.
Condujo estoicamente a sus hombres en todo momento y quienes fueron parte de aquel feroz batallón marcaron a fuego en su memoria cada acción del comandante. “Él siempre nos llevó al límite en tiempos de paz. Nos fue formando y forjando. Sabía que teníamos que estar preparados para algo más duro, ver morir al camarada al lado y seguir peleando –dice Sini en un tono reflexivo–. Supo conducir a su gente y no titubeó cuando tuvo que ponerla en combate.”
Cita: |
El BIM5 soportó durante más de 40 días el fuego naval y de artillería sobre sus posiciones. Defendió hasta la última piedra agotando toda su munición. |
De igual manera el suboficial mayor de Infantería de Marina Daniel Benítez, hoy destinado en la División Veteranos de Guerra y en aquel entonces cabo segundo, recuerda al contralmirante Robacio como un comandante que, pese a todas las inclemencias, siguió combatiendo y contraatacando. De carácter firme pero siempre al lado de la tropa.
“Dado su accionar fue admirado por comandantes gurkas y galeses y reconocido por el Ejército Argentino y demás fuerzas”, concluyó Benítez quien participó del conflicto como miembro del BIM5 en la zona de Sapper Hill.
Fue como un padre para muchos
Carlos Robacio dejó --además de su familia compuesta de su mujer Estela, sus 2 hijos Carlos y Edda y sus 5 nietos-- a un puñado de hijos que lo adoptaron como un referente de la vida, ya que muchos de sus hombres llegaron a considerarlo un segundo padre. Y también dejó un legado para los oficiales y suboficiales de la Infantería de Marina: la necesidad del adiestramiento. Es esa preparación para el combate lo que une al espíritu actual del BIM5 con el de los héroes de Malvinas.
Con su figura desaparece otro de los grandes jefes de la Armada Argentina en el campo de batalla, de los que tuvo la Nación Argentina en la defensa de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur. Entre sus laureles se encuentra la condecoración de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate; la del Congreso de la Nación a los Combatientes de Malvinas; y las del Ejército Argentino “Orden a los Servicios Distinguidos” y al “Merito Militar” en grado de Comendador. También le dieron las medallas “Cruz Peruana al Mérito Naval” y “La Legión al Mérito” en grado de Comandante de la República del Perú.
Sin embargo, el valor más alto en sus 76 años fue el afecto de su gente, de la familia naval que lo honra y admira, de los compatriotas que volvieron con él y gracias a él de nuestras Malvinas, y de los familiares de los héroes que quedaron allá custodiando eternamente ese suelo y que reconocieron en su figura a la de un comandante ejemplar que no dejó a nadie atrás en la batalla.
El contralmirante retirado Carlos Hugo Robacio falleció en Bahía Blanca el pasado domingo 29 de mayo de 2011. Con él se fue un referente militar y guerrero, un ejemplo de ética profesional que no dudó en arriesgar su vida y la de sus hombres en la defensa de la Patria, pero sobre todo, que no vaciló en cuidarlas, dando una lección de conducción y liderazgo.
Foto de Carlos Robacio como comandante del Batallón de Infantería de Marina N° 5
Fuente:
ESPECIAL de GACETA MARINERA digital
jueves, 5 de marzo de 2015
BIM 5 en maniobras en 1981
BIM 5 en maniobras en 1981
Fuente: Sapucay de Malvinas
Los muchachos de Don Carlos Robacio mostraron de que madera estaban echos en Malvinas ...!!!!
Hoy cuando un grupo de inadaptados esta promoviendo una movida traidora en contra del BIM 5 y su jefe histórico más aún los recordaremos con el mayor de los respetos y cariño
jueves, 9 de enero de 2014
Biografías: Sub My (RE) Jorge Hernández (IMARA)
El encargado del batallón que arruinó el picnic
El suboficial mayor retirado Jorge Hernández cuenta su experiencia en las islas con el BIM5 y su relación con el contralmirante Robacio, con quien escribió Desde el frente.
Hernández hojea el libro que escribió con Robacio en busca de una cita textual.
Por Gustavo Pereyra
El suboficial mayor retirado Jorge Ramón Hernández fue el encargado del memorable Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5), que comandó el entonces capitán de fragata Carlos Robacio, y combatió hasta lo último en la guerra con Gran Bretaña por las islas Malvinas.
"La batalla fue dura —recuerda Hernández—. Estuvimos 44 días bajo cañoneo. Hasta que llegó el momento de la verdad."
Hernández se refiere al “enfrentamiento grande” que tuvo el BIM5 y que desembocó en el 14 de junio, cuando finalmente la Argentina firmó la rendición.
A 30 años, dice que pensar en la guerra es horrible, pero en aquel entonces él no se la quería perder: "Con 29 años como infante de Marina, quería probarme en combate".
Después de Malvinas, Hernández y el comandante del BIM5, Robacio, se hicieron muy amigos. Ya se habían cruzado varias veces a lo largo de sus carreras y las ideas que compartían sobre el servicio, la disciplina y la religión los fueron uniendo en la vida militar y civil. Y Hernández hasta lo convenció de que escribieran juntos un libro: Desde el frente.
"Él no quería. Su modestia le impedía tomarse el atrevimiento”, cuenta.
Jorge Hernández (que en 1982 tenía 46 años y ya era suboficial principal de la Infantería de Marina), advierte que los hombres de su BIM5 estaban cabalmente preparados para la guerra y que por su accionar en Malvinas, los ingleses llegaron a tenerles un respeto profundo.
“Fue la disciplina la que fue endureciendo al batallón —señala—. Eso, porque el comandante [Robacio] se ponía a la cabeza. Y los segundos comandantes y los suboficiales mayores también.”
* * *
El 2 de abril tomaron las islas y el 3 regresó el almirante Carlos Busser con oficiales. Hernández estaba “embroncado” por no haber participado de la Operación Rosario y esperaba con desesperación poder probarse en combate.
Pero a Malvinas no lo pensaban mandar. La superioridad necesitaba un encargado de cuartel en Río Grande. Y ese era él (su experiencia en el ya inexistente BIM6 al norte de Tierra del Fuego y de la conformación de otro para el sostén logístico lo hacían el hombre indicado para coordinar desde el continente todo lo que necesitaran las tropas en el frente de guerra).
Por eso, el segundo comandante del batallón le dio una serie de órdenes para concretar en lo logístico antes de la salida del grupo grande de infantes de Marina.
Hernández las escuchó, pero ya estaba convencido de que acatarlas no estaba en su mira.
—Estas cosas no las cumplo, señor —le dijo a su jefe—. Mañana me voy a Malvinas.
—¿Y quién lo retiene? —le contestó el oficial—. ¡Váyase!
Y Hernández se fue.
Al otro día tomaría el primer vuelo a las islas. Pero esa noche reuniría a su familia en su casa y les comunicaría su decisión.
“¡Hmmm! —inspira hondo y exhala un suspiro—. Una despedida como todas las de ese tipo —recuerda.”
El Batallón de Infantería de Marina N° 5 fue a las islas alrededor del 7 de abril. Hernández se encuentró allá con Robacio, que había salido unos días atrás:
—Voy a ver Malvinas y vuelvo —le dijo Robacio a su mujer. Quería ver dónde ponía al Batallón.
Lo lindo, lo feo y lo triste de los más de 70 días que estuvieron en Malvinas quedó plasmado en el libro de ambos.
“Días y días bajo cañoneo. De un momento para otro aparecía algo: fragatas tirando o aviones bombardeando o cohetes de helicópteros —rememora—. Y el momento de la verdad, cuando en Tumbledown nos atacaron 5 batallones del Ejército británico, la Guardia Galesa [fuerza de elite], la escocesa y la nepalesa; y detrás, de reserva, 2 comandos de Infantería de Marina."
4.000 hombres contra 1.500. Y no pudieron tomar la posición del BIM5 hasta que a Robacio le ordenaron que se repliegue.
—Los ingleses creyeron que se habían topado con un batallón entero. Y habían estado luchando contra apenas una compañía. Se dieron cuenta de que no habían venido de picnic —dice, en relación al libro No Picnic que escribió posteriormente el comandante británico de la Brigada 3 de Marines, Julian Thompson, sobre lo duro que fue batallar contra el glorioso BIM5—. No fue un paseo para ellos.
—¿Cómo conocí a Robacio?
—Nos encontramos por primera vez, sin estar en la misma unidad, en el año 57. Él era guardiamarina y yo cabito segundo, ambos recién recibidos. Él hacía de ayudante de guardia, recorría los médanos por la Base Baterías y yo hacía un trabajo en el Polígono. Nos pusimos a charlar y ahí empezó nuestra relación. De una conversación nació otra y a lo último cometimos infracción los dos: nos pusimos a tomar mate.
—¿Infracción?
—Estaba requetecontraprohibido.
—¿Y cuándo se hicieron amigos?
—Nos volvimos a encontrar en 1963, en el Batallón de Infantería de Marina Nº 3, de Zárate. Ahí sí estaba subordinado a él, que era jefe de una compañía. Él, teniente de fragata y yo, cabo primero. Todavía no teníamos ningún trato de amistad. Después no estuvimos más juntos; nos encontrábamos ocasionalmente en el edificio Libertad o en Baterías, nos saludábamos, charlábamos y nada más.
—Pero esas conversaciones triviales fueron uniéndolos.
—Sí. Y en 1982 llegué al BIM5 y estaba Robacio. Yo ya había ascendido a mayor. Nos encontramos y ya fue un abrazo. Nuestras esposas e hijos también se hicieron amigos.
—¿Cómo era él?
—Adentro y afuera era de la misma forma. Era duro consigo mismo. Yo no me quedaba atrás. Pesábamos igual. Así se formó una unidad con el concurso de buenos suboficiales primeros y segundos, de fierro, que en seguida agarraron la idea inicial y la apoyaron.
Hernández cuenta que Robacio tenía la costumbre de tocar diana silenciosa a la madrugada y poner en marcha el Batallón. Cada compañía recorría 15 o 20 kilómetros a alguna estancia para adiestrar: "Eso, cada 20 o 30 días, con nieve, barro, granizo, lluvia. Volvíamos hechos un desastre, pero ese tipo de actividad fue bueno. Sobre todo porque el que conducía hacía lo mimo".
* * *
—Vamos a trotar. Seguime —le dice Robacio a Hernández.
—Vamos.
Y atrás, todo el Batallón. Eso se hacía en el 5. Malvinas los agarró de sorpresa, pero preparados.
Después de Malvinas, Hernández y Robacio ya eran amigos. Y cuando regresaron a Puerto Belgrano, más todavía.
—¿Por qué no escribís un libro? —le dice Hernández.
—No —contesta Robacio—. ¿Hablar de mí mismo? No puedo tomarme ese atrevimiento.
—Sí, podés.
Ese tira y afloje insumió muchas caminatas por las tarde, en Monte Hermoso, un balneario al sur de la Provincia de Buenos Aires, cerca de Punta Alta y Bahía Blanca. Hasta que un día:
—¿Por qué no escribís un libro?
—Mmm. Bué…
Hernández y Robacio pasaron 2 años empapándose de diferentes visiones sobre la guerra de Malvinas. Y después empezaron a escribir la suya. La que se vio Desde el frente.
Gaceta Marinera
El suboficial mayor retirado Jorge Hernández cuenta su experiencia en las islas con el BIM5 y su relación con el contralmirante Robacio, con quien escribió Desde el frente.
Hernández hojea el libro que escribió con Robacio en busca de una cita textual.
Por Gustavo Pereyra
El suboficial mayor retirado Jorge Ramón Hernández fue el encargado del memorable Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5), que comandó el entonces capitán de fragata Carlos Robacio, y combatió hasta lo último en la guerra con Gran Bretaña por las islas Malvinas.
"La batalla fue dura —recuerda Hernández—. Estuvimos 44 días bajo cañoneo. Hasta que llegó el momento de la verdad."
Hernández se refiere al “enfrentamiento grande” que tuvo el BIM5 y que desembocó en el 14 de junio, cuando finalmente la Argentina firmó la rendición.
A 30 años, dice que pensar en la guerra es horrible, pero en aquel entonces él no se la quería perder: "Con 29 años como infante de Marina, quería probarme en combate".
Después de Malvinas, Hernández y el comandante del BIM5, Robacio, se hicieron muy amigos. Ya se habían cruzado varias veces a lo largo de sus carreras y las ideas que compartían sobre el servicio, la disciplina y la religión los fueron uniendo en la vida militar y civil. Y Hernández hasta lo convenció de que escribieran juntos un libro: Desde el frente.
"Él no quería. Su modestia le impedía tomarse el atrevimiento”, cuenta.
Duros
Jorge Hernández (que en 1982 tenía 46 años y ya era suboficial principal de la Infantería de Marina), advierte que los hombres de su BIM5 estaban cabalmente preparados para la guerra y que por su accionar en Malvinas, los ingleses llegaron a tenerles un respeto profundo.
“Fue la disciplina la que fue endureciendo al batallón —señala—. Eso, porque el comandante [Robacio] se ponía a la cabeza. Y los segundos comandantes y los suboficiales mayores también.”
* * *
El 2 de abril tomaron las islas y el 3 regresó el almirante Carlos Busser con oficiales. Hernández estaba “embroncado” por no haber participado de la Operación Rosario y esperaba con desesperación poder probarse en combate.
Pero a Malvinas no lo pensaban mandar. La superioridad necesitaba un encargado de cuartel en Río Grande. Y ese era él (su experiencia en el ya inexistente BIM6 al norte de Tierra del Fuego y de la conformación de otro para el sostén logístico lo hacían el hombre indicado para coordinar desde el continente todo lo que necesitaran las tropas en el frente de guerra).
Por eso, el segundo comandante del batallón le dio una serie de órdenes para concretar en lo logístico antes de la salida del grupo grande de infantes de Marina.
Hernández las escuchó, pero ya estaba convencido de que acatarlas no estaba en su mira.
—Estas cosas no las cumplo, señor —le dijo a su jefe—. Mañana me voy a Malvinas.
—¿Y quién lo retiene? —le contestó el oficial—. ¡Váyase!
Y Hernández se fue.
Al otro día tomaría el primer vuelo a las islas. Pero esa noche reuniría a su familia en su casa y les comunicaría su decisión.
“¡Hmmm! —inspira hondo y exhala un suspiro—. Una despedida como todas las de ese tipo —recuerda.”
70 días
El Batallón de Infantería de Marina N° 5 fue a las islas alrededor del 7 de abril. Hernández se encuentró allá con Robacio, que había salido unos días atrás:
—Voy a ver Malvinas y vuelvo —le dijo Robacio a su mujer. Quería ver dónde ponía al Batallón.
Lo lindo, lo feo y lo triste de los más de 70 días que estuvieron en Malvinas quedó plasmado en el libro de ambos.
“Días y días bajo cañoneo. De un momento para otro aparecía algo: fragatas tirando o aviones bombardeando o cohetes de helicópteros —rememora—. Y el momento de la verdad, cuando en Tumbledown nos atacaron 5 batallones del Ejército británico, la Guardia Galesa [fuerza de elite], la escocesa y la nepalesa; y detrás, de reserva, 2 comandos de Infantería de Marina."
4.000 hombres contra 1.500. Y no pudieron tomar la posición del BIM5 hasta que a Robacio le ordenaron que se repliegue.
—Los ingleses creyeron que se habían topado con un batallón entero. Y habían estado luchando contra apenas una compañía. Se dieron cuenta de que no habían venido de picnic —dice, en relación al libro No Picnic que escribió posteriormente el comandante británico de la Brigada 3 de Marines, Julian Thompson, sobre lo duro que fue batallar contra el glorioso BIM5—. No fue un paseo para ellos.
—¿Cómo conocí a Robacio?
—Nos encontramos por primera vez, sin estar en la misma unidad, en el año 57. Él era guardiamarina y yo cabito segundo, ambos recién recibidos. Él hacía de ayudante de guardia, recorría los médanos por la Base Baterías y yo hacía un trabajo en el Polígono. Nos pusimos a charlar y ahí empezó nuestra relación. De una conversación nació otra y a lo último cometimos infracción los dos: nos pusimos a tomar mate.
—¿Infracción?
—Estaba requetecontraprohibido.
—¿Y cuándo se hicieron amigos?
—Nos volvimos a encontrar en 1963, en el Batallón de Infantería de Marina Nº 3, de Zárate. Ahí sí estaba subordinado a él, que era jefe de una compañía. Él, teniente de fragata y yo, cabo primero. Todavía no teníamos ningún trato de amistad. Después no estuvimos más juntos; nos encontrábamos ocasionalmente en el edificio Libertad o en Baterías, nos saludábamos, charlábamos y nada más.
—Pero esas conversaciones triviales fueron uniéndolos.
—Sí. Y en 1982 llegué al BIM5 y estaba Robacio. Yo ya había ascendido a mayor. Nos encontramos y ya fue un abrazo. Nuestras esposas e hijos también se hicieron amigos.
—¿Cómo era él?
—Adentro y afuera era de la misma forma. Era duro consigo mismo. Yo no me quedaba atrás. Pesábamos igual. Así se formó una unidad con el concurso de buenos suboficiales primeros y segundos, de fierro, que en seguida agarraron la idea inicial y la apoyaron.
Hernández cuenta que Robacio tenía la costumbre de tocar diana silenciosa a la madrugada y poner en marcha el Batallón. Cada compañía recorría 15 o 20 kilómetros a alguna estancia para adiestrar: "Eso, cada 20 o 30 días, con nieve, barro, granizo, lluvia. Volvíamos hechos un desastre, pero ese tipo de actividad fue bueno. Sobre todo porque el que conducía hacía lo mimo".
* * *
—Vamos a trotar. Seguime —le dice Robacio a Hernández.
—Vamos.
Y atrás, todo el Batallón. Eso se hacía en el 5. Malvinas los agarró de sorpresa, pero preparados.
El libro
Después de Malvinas, Hernández y Robacio ya eran amigos. Y cuando regresaron a Puerto Belgrano, más todavía.
—¿Por qué no escribís un libro? —le dice Hernández.
—No —contesta Robacio—. ¿Hablar de mí mismo? No puedo tomarme ese atrevimiento.
—Sí, podés.
Ese tira y afloje insumió muchas caminatas por las tarde, en Monte Hermoso, un balneario al sur de la Provincia de Buenos Aires, cerca de Punta Alta y Bahía Blanca. Hasta que un día:
—¿Por qué no escribís un libro?
—Mmm. Bué…
Hernández y Robacio pasaron 2 años empapándose de diferentes visiones sobre la guerra de Malvinas. Y después empezaron a escribir la suya. La que se vio Desde el frente.
Gaceta Marinera
martes, 13 de agosto de 2013
Tumbledown: Robacio dirige magistralmente la artillería del GAAerot 4
Relato del SubTte Juan Gabino Suarez, Jefe de "la última pieza" del Grupo de Artillería Aerotransportada 4
Relato nuevamente porque el CN (contra-almirante Carlos Hugo Robacio) merece que lo recordemos como corresponde, viviendo y reviviendo sobre una parte de su vida.
¡¡¡No me voy a cansar de repetirlo!!!!!
Nuestro Asiento en la Guerra, Monte Zapador (Puerto Argentino, Islas Malvinas, República Argentina) y una sucursal en San Carlos con la Batería "A"
Al artillero de campaña le encante estar viendo donde caen los disparos es decir como OA (observador adelantado) y cuando uno es Jefe de la Sección Piezas, no le queda otra que usar la imaginación para recrear lo que esta sucediendo sin posibilidad de verlo. De esta forma uno se acostumbra a adelantar las órdenes básicas que dará el OA después de los dos primeros disparos. Resulta que el método para llevar el proyectil al blanco es el "Encuadramiento" lo que en artillería se llama "Reglaje del tiro". El encuadramiento consiste en obtener datos precisos e inequívocos del lugar donde deben caer los disparos. Por eso un primer disparo que da en el blanco, no se considera como válido. Les cuento esto previamente para que se hagan una idea del trabajo del OA y lo que describo es lo que se aprende en la escuela y por ello "Escolástico". Sucede que con la experiencia uno tiende a simplificar el reglaje y esto deja de lado lo escolástico. Se debe ser escolástico y al menos eso dicen los reglamentos. ¿Sino para que estudiamos?.
Primero se encuadra en dirección y luego en alcance y aquí es donde nos encanta achicar las distancias, buscamos de hacer las dos cosas al mismo tiempo, lo que esta mal.
Luego la artillería tiene su toque sexy y es el uso que se hace de la misma. Puede ser tan letal como inútil, todo depende de quien dirija los fuegos. Barreras de fuego, concentración de haces, haces divergentes, series, ráfagas, etc, etc, es lo que se usa para un mejor aprovechamiento de esta arma.
Cuando comenzamos a ejecutar las misiones de fuego que pedía el CN [Carlos Hugo] Robacio, me di cuenta que no se alejaba ni un milímetro de lo que aprendimos en el Colegio. Comenzando por un PIF (Pedido Inicial de Fuego) completo, es decir haciendo una descripción del blanco con sus medidas de frente y fondo, distancia al blanco y deriva (medida desde el norte magnético). De esta manera "TODOS" sabíamos de que se trataba la misión de fuego. Fíjense la importancia de algo en lo que generalmente se omiten detalles que predispone a todos los soldados y cuadros del servicio de pieza y CDT (Centro de Dirección de Tiro), CAF (Coordinador de Apoyo de Fuego) y a todos los que escuchan a trabajar de una forma distinta, con todo el ímpetu, voluntad y espíritu de sacrificio. La tenía Muy Clara el CN.
CN Carlos Robacio en Malvinas
Con la variación entre el primer disparo y el segundo, no me quedaban dudas que el viejo no llevaba el disparo directo al blanco sino que buscaba "Encuadrar el Blanco" entre los dos disparos. La diferencia era grande. El primer disparo no fue tan cerca del blanco. Ustedes hagan de cuenta que el primer disparo cayó muy a la derecha y por eso el CN estaba obligado a poner otro a casi igual distancia hacia la izquierda. Por qué?. Porque de esa manera la medida media dará en el blanco. Y luego hace la ultima corrección en dirección y ya van tres disparos. El cuarto buscó encuadrar en distancia y el 5to fue "10 Ráfagas en eficacia". Esto que hizo el CN es de escuela y lo entendía perfectamente. Nunca trabajamos juntos antes de la guerra pero era fácil leer sus pensamientos. Pensaba lo que está escrito en los reglamentos y no se apartó de ello.
Después de cada misión de fuego (esas primeras 10 ráfagas) el OA rinde cuentas del resultado obtenido y las palabras del CN Robacio eran elocuentes y eufóricas por el éxito.
Pero ¿a qué le tirábamos?. Si a los ingleses, ¿pero a cuales?. Si ellos pidieron el apoyo de fuego era porque los estaban atacando y el ataque estaba entre los 100 y 150 metros de ellos o quizás menos, al alcance de los fusiles. Pero el grueso del ataque venía más atrás, a unos 250/300 metros. Lo que hizo el CN Robacio fue cortar al enemigo en dos, impidiendo que el grueso se sume al ataque.
Por allí comenzó. A los que estaban más cerca los combatían desde las trincheras. Así fue corriendo el lugar de los disparos acercándolos a la posición del BIM5, buscando de eliminar la amenaza inminente. Llega un momento en que el operador de plano del CDT pincha su alfiler en la mismísima posición del BIM5 y allí se para para avisar que no se puede tirar sobre la corrección que habían recibido. En ese mismo momento le informan al CN que las correcciones indican que tiraremos sobre ellos. El responde "¡¡¡¡Están entre nosotros. Nos metemos en los pozos y tiren", "¡¡¡Tiren, tiren, tiren!!!!". Se enojó en CN porque el fuego se demoraba.
Con las Piezas Enterradas igual les seguíamos dando batalla
No recuerdo cuantas ráfagas se tiraron sobre la posición del BIM5 pero fueron muchas y cuando digo muchas me refiero a más de 100 o 200 disparos.
Luego de eso las correcciones comenzaron a variar, como que el CN los quería empujar más allá en la retirada que hicieron los ingleses.
En un momento pide una barrera de fuego. Esto requiere cálculos para cada uno de los obuses para que todos los proyectiles caigan en una misma línea y así los fue empujando mas lejos hasta que cesó el fuego.
El CN manejó los fuegos de artillería de una manera magistral a mi entender. Sabía perfectamente lo que hacía. Jamás consultó algo. Siempre ordenó.
Que destreza me manifestó en el manejo de los fuegos por medio de sus órdenes. Un artista, un director de orquesta, un militar profesional.
¿Qué buscaban los ingleses atacando al BIM5? ¿Una operación de distracción? ¿Conquistar y quedarse en esa posición y desde allí lanzar el ataque a PA (Puerto Argentino)? ¿Medir la capacidad de defensa en esa zona? ¿Medir la capacidad de reacción?.
Se conocen muchos combates pero de éste en particular se habla muy poco, se habla poco en relación a las preguntas que hago.
Espero haber colaborado en perfeccionar sobre el conocimiento profesional del CN Robacio.
Una de nuestras piezas de artilleria, en los 1ros dias la cual fue nuestra posicion de combate, ¿sera la emblemática? por su posición, todavía estaban los postes de alambrados en pie y los camaradas del BIM 5 más adelante construyendo sus posiciones, discúlpenme por traer estos recuerdos de esos obuses que supieron frenar al enemigo inglés, hasta quedarnos sin que tirarles (Monte Zapador, Puerto Argentino, , Rep Argentina)
Las fotos pertenecen a la cuenta de facebook del SubTte Suarez.
Relato nuevamente porque el CN (contra-almirante Carlos Hugo Robacio) merece que lo recordemos como corresponde, viviendo y reviviendo sobre una parte de su vida.
¡¡¡No me voy a cansar de repetirlo!!!!!
Nuestro Asiento en la Guerra, Monte Zapador (Puerto Argentino, Islas Malvinas, República Argentina) y una sucursal en San Carlos con la Batería "A"
Al artillero de campaña le encante estar viendo donde caen los disparos es decir como OA (observador adelantado) y cuando uno es Jefe de la Sección Piezas, no le queda otra que usar la imaginación para recrear lo que esta sucediendo sin posibilidad de verlo. De esta forma uno se acostumbra a adelantar las órdenes básicas que dará el OA después de los dos primeros disparos. Resulta que el método para llevar el proyectil al blanco es el "Encuadramiento" lo que en artillería se llama "Reglaje del tiro". El encuadramiento consiste en obtener datos precisos e inequívocos del lugar donde deben caer los disparos. Por eso un primer disparo que da en el blanco, no se considera como válido. Les cuento esto previamente para que se hagan una idea del trabajo del OA y lo que describo es lo que se aprende en la escuela y por ello "Escolástico". Sucede que con la experiencia uno tiende a simplificar el reglaje y esto deja de lado lo escolástico. Se debe ser escolástico y al menos eso dicen los reglamentos. ¿Sino para que estudiamos?.
Primero se encuadra en dirección y luego en alcance y aquí es donde nos encanta achicar las distancias, buscamos de hacer las dos cosas al mismo tiempo, lo que esta mal.
Luego la artillería tiene su toque sexy y es el uso que se hace de la misma. Puede ser tan letal como inútil, todo depende de quien dirija los fuegos. Barreras de fuego, concentración de haces, haces divergentes, series, ráfagas, etc, etc, es lo que se usa para un mejor aprovechamiento de esta arma.
Cuando comenzamos a ejecutar las misiones de fuego que pedía el CN [Carlos Hugo] Robacio, me di cuenta que no se alejaba ni un milímetro de lo que aprendimos en el Colegio. Comenzando por un PIF (Pedido Inicial de Fuego) completo, es decir haciendo una descripción del blanco con sus medidas de frente y fondo, distancia al blanco y deriva (medida desde el norte magnético). De esta manera "TODOS" sabíamos de que se trataba la misión de fuego. Fíjense la importancia de algo en lo que generalmente se omiten detalles que predispone a todos los soldados y cuadros del servicio de pieza y CDT (Centro de Dirección de Tiro), CAF (Coordinador de Apoyo de Fuego) y a todos los que escuchan a trabajar de una forma distinta, con todo el ímpetu, voluntad y espíritu de sacrificio. La tenía Muy Clara el CN.
CN Carlos Robacio en Malvinas
Con la variación entre el primer disparo y el segundo, no me quedaban dudas que el viejo no llevaba el disparo directo al blanco sino que buscaba "Encuadrar el Blanco" entre los dos disparos. La diferencia era grande. El primer disparo no fue tan cerca del blanco. Ustedes hagan de cuenta que el primer disparo cayó muy a la derecha y por eso el CN estaba obligado a poner otro a casi igual distancia hacia la izquierda. Por qué?. Porque de esa manera la medida media dará en el blanco. Y luego hace la ultima corrección en dirección y ya van tres disparos. El cuarto buscó encuadrar en distancia y el 5to fue "10 Ráfagas en eficacia". Esto que hizo el CN es de escuela y lo entendía perfectamente. Nunca trabajamos juntos antes de la guerra pero era fácil leer sus pensamientos. Pensaba lo que está escrito en los reglamentos y no se apartó de ello.
Después de cada misión de fuego (esas primeras 10 ráfagas) el OA rinde cuentas del resultado obtenido y las palabras del CN Robacio eran elocuentes y eufóricas por el éxito.
Pero ¿a qué le tirábamos?. Si a los ingleses, ¿pero a cuales?. Si ellos pidieron el apoyo de fuego era porque los estaban atacando y el ataque estaba entre los 100 y 150 metros de ellos o quizás menos, al alcance de los fusiles. Pero el grueso del ataque venía más atrás, a unos 250/300 metros. Lo que hizo el CN Robacio fue cortar al enemigo en dos, impidiendo que el grueso se sume al ataque.
Por allí comenzó. A los que estaban más cerca los combatían desde las trincheras. Así fue corriendo el lugar de los disparos acercándolos a la posición del BIM5, buscando de eliminar la amenaza inminente. Llega un momento en que el operador de plano del CDT pincha su alfiler en la mismísima posición del BIM5 y allí se para para avisar que no se puede tirar sobre la corrección que habían recibido. En ese mismo momento le informan al CN que las correcciones indican que tiraremos sobre ellos. El responde "¡¡¡¡Están entre nosotros. Nos metemos en los pozos y tiren", "¡¡¡Tiren, tiren, tiren!!!!". Se enojó en CN porque el fuego se demoraba.
Con las Piezas Enterradas igual les seguíamos dando batalla
No recuerdo cuantas ráfagas se tiraron sobre la posición del BIM5 pero fueron muchas y cuando digo muchas me refiero a más de 100 o 200 disparos.
Luego de eso las correcciones comenzaron a variar, como que el CN los quería empujar más allá en la retirada que hicieron los ingleses.
En un momento pide una barrera de fuego. Esto requiere cálculos para cada uno de los obuses para que todos los proyectiles caigan en una misma línea y así los fue empujando mas lejos hasta que cesó el fuego.
El CN manejó los fuegos de artillería de una manera magistral a mi entender. Sabía perfectamente lo que hacía. Jamás consultó algo. Siempre ordenó.
Que destreza me manifestó en el manejo de los fuegos por medio de sus órdenes. Un artista, un director de orquesta, un militar profesional.
¿Qué buscaban los ingleses atacando al BIM5? ¿Una operación de distracción? ¿Conquistar y quedarse en esa posición y desde allí lanzar el ataque a PA (Puerto Argentino)? ¿Medir la capacidad de defensa en esa zona? ¿Medir la capacidad de reacción?.
Se conocen muchos combates pero de éste en particular se habla muy poco, se habla poco en relación a las preguntas que hago.
Espero haber colaborado en perfeccionar sobre el conocimiento profesional del CN Robacio.
Una de nuestras piezas de artilleria, en los 1ros dias la cual fue nuestra posicion de combate, ¿sera la emblemática? por su posición, todavía estaban los postes de alambrados en pie y los camaradas del BIM 5 más adelante construyendo sus posiciones, discúlpenme por traer estos recuerdos de esos obuses que supieron frenar al enemigo inglés, hasta quedarnos sin que tirarles (Monte Zapador, Puerto Argentino, , Rep Argentina)
Las fotos pertenecen a la cuenta de facebook del SubTte Suarez.
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domingo, 9 de junio de 2013
Conscriptos: Su desempeño en combate (3/3)
La reevaluación del desempeño de combate de los reclutas
Los soldados conscriptos durante la Guerra de las Malvinas (1982)
Parte 3 - Parte 2 - Parte 1
Por Alejandro L. Corbacho
Departamento de Ciencias Políticas
Universidad del CEMA, Buenos Aires, Argentina
Conscriptos navales contra Guardias
Monte Tumbledown: Preparación para la batalla
El 8 de abril, el comandante del Batallón de Infantería de Marina 5, el comandante Carlos Robacio, recibió órdenes de ir a las islas Malvinas. Hasta el 12 de abril, el personal y el equipo llegaron a Puerto Argentino. Una vez que la unidad estaba totalmente en su lugar, el alto mando ordenó a sus miembros preparar posiciones defensivas alrededor de la capital. Más precisamente, el Batallón de Infantería de Marina 5 fue el responsable de Monte Tumbledown, monte William, y la colina Sapper. El batallón tuvo que cubrir un perímetro de 16 kilómetros. Para lograr esto, el batallón tenía una fuerza total de 703 hombres. Todos reclutas, los infantes de marina de la clase 1962 o más viejos, y ningún nuevo recluta (clase de 1963) fue enviado a las islas. El batallón estaba lejos de ser completa, ya que sólo las compañías de fusileros, la unidad de cuartel general, y unidades logísticas pocos entraron en las islas. Más tarde, otras unidades de la Marina reforzaron el batallón, incluyendo un grupo de ametralladoras pesadas (unos 29 hombres, con una ametralladora de calibre 0.5), la primera sección de la Marina de Ingenieros Anfibios (20 hombres), y la Batería B del Batallón de Artillería de Infantería de Marina con seis cañones de 105 mm. (96)
Originalmente, el grupo de ametralladoras pertenecía a una compañía de ametralladoras de infantes de marina apresuradamente enviada desde Puerto Belgrano, la principal base naval argentina. Esta compañía, unas 136 hombres tenían un total de 27 armas de fuego y se dividieron en tres secciones. Cuando la compañía llegó a las islas, sus pelotones fueron dispersados, y el Batallón de Infantería de Marina utiliza sólo uno (97). La compañías de fusileros fueron Compañía M (203 hombres), la Compañía N (200 hombres), y la Compañía O (100 hombres). (98)
En cuanto a lo de defender con más fuerza, el Alto Mando argentino de las Islas Malvinas decidió defender tres zonas "principales": Puerto Argentino (Port Stanley), capital de las islas, Darwin-Goose Green en la Isla Soledad (East Falkland); y, por razones políticas, Fox Bay y Puerto Howard en la Isla Gran Malvina (West Falkland). El Mapa 2 muestra la ubicación de las zonas de defensa clave argentinas en las Islas Malvinas (99). Todas las unidades del Ejército se precipitaron hacia las islas sin su equipo pesado y de apoyo. Por ejemplo, carecían de suficiente cocinas de campo, ropa de invierno, equipos de comunicación, o incluso baterías de repuesto para apoyar adecuadamente a las tropas.
A diferencia de sus hermanos del Ejército, la Infantería de Marina argentina estaban bien alimentados y tenían buena ropa y equipos de comunicaciones mejorados. También a diferencia de los soldados conscriptos del ejército, los infantes de marina habían recibido una formación de combate nocturno, y, sobre todo porque el batallón se había basado en Tierra del Fuego en el extremo sur de la Patagonia, sus miembros se han adaptado a las condiciones climáticas rigurosas. (100)
Durante el período comprendido entre su llegada y la lucha, los infantes de marina estaban ocupados preparando sus posiciones, cavando trincheras, limpiando sus equipos, y reconociendo el terreno y la coordinación y organización de apoyo de fuego. (101)
El batallón fue también bien provisto de herramientas de afianzamiento. Debido a su experiencia en Tierra del Fuego, eran muy conscientes de la dureza del suelo de las islas circundantes de Argentina. Por lo tanto, el batallón viajó a las islas siempre con barras de hierro, que fueron muy útiles para la excavación en la roca. (102)
El combate entre las fuerzas argentinas y británicas comenzaron el 1 de mayo con el bombardeo del aeropuerto por un bombardero Vulcan de la RAF. Los británicos se acosó a la guarnición argentina, con continuo bombardeo naval y aéreo, así como a pequeña escala incursiones de comandos. Cada noche, después de 01 de mayo, dos o tres buques británicos bombardearon la costa sur de Puerto Argentino 12 a 15 kilómetros desde el mar. (103)
Después del desembarco británico en San Carlos, el Comando General de alta en las islas reorganizado el perímetro defensivo. Inicialmente, los comandantes habían previsto que la dirección más probable de un ataque a la mar, con el desembarco de tropas británicas en Puerto Argentino o sus alrededores. Pero más tarde, los encargados decidieron defender Puerto Argentino también de un ataque desde el oeste, mientras que el mantenimiento de fuertes defensas costeras al este y al sur de la capital.
Entre los días 29 de Mayo y 3 de Junio, el Alto Mando establecido el lado oeste del perímetro defensivo a lo largo de los montes que rodean Puerto Argentino. Estas corriendo de norte a sur, y constituyeron inalámbrica Ridge, Longdon, Dos Hermanas (Dos Hermanas), Harriet, Tumbledown, William, y el cerro Sapper. Este nuevo perímetro de 48 kilómetros de largo, y las fuerzas argentinas podrían proteger sólo el 37 por ciento de la misma. Esto significaba que no había suficiente espacio dejado al descubierto que el enemigo pudiera tomar ventaja de las lagunas y huecos y se infiltran en las posiciones argentinas. (104) El Mapa 3 muestra Puerto Argentino, sus alturas circundantes y las posiciones de marina en el Monte Tumbledown.
Después de la caída de Goose Green, las tropas británicas se trasladaron -algunos cronistas dicen "saltaron"- al oeste hacia Puerto Argentino (105), y después de 31 de mayo
la artillería de tierra y naval británica empezó a golpear las posiciones argentinas en las montañas. Hasta el 8 de junio, las acciones de la tierra fueron sólo se escaramuzas intensas entre patrullas. Durante tres días los británicos probaron la defensa argentina y se prepararon para el asalto final. Entonces la batalla por Puerto Argentino comenzó en la noche del 11 de junio
El plan británico que abarca dos fases, la primera fase es la conquista de la primera línea de montañas. La 3ra Brigada de Comandos entera al mando de Thompson tomarían parte en este ataque. El Tercer Batallón de Paracaidistas atacaría Monte Longdon, el Batallón del 45o Comando se enfrentaría al Monte Dos Hermanas, y del Batallón del 42o Comando se movería en contra Goat Ridge y el monte Harriet. Durante la operación, las fragatas HMS Avenger, HMS Glamorgan y HMS Yarmouth proporcionarían el apoyo de bombardeo naval.
A eso de las 11:00 pm, hora local, los británicos atacaron de forma simultánea en todo el frente occidental. Los atacantes superaban en número a los defensores de los argentinos por dos a uno (106). Los británicos estaban usando todas sus fuerzas disponibles en el ataque a Puerto Argentino, no había más tropas frescas en la reserva y no había más en curso desde Gran Bretaña. Además, como señala Middlebrook, las tropas británicas estaban cansadas y sufrían, al igual que los argentinos, cada vez más del clima más frío. (107) Las posiciones argentinas frente a los comandos británicos formado parte de la RI 7 en Monte Longdon y parte del RI 4 en la zona de Dos Hermanas, Goat Ridge, y Harriet. En la madrugada del 12 de junio, después de una lucha muy difícil en algunas zonas, las tropas británicas ocuparon el anillo exterior de las colinas que rodean a los defensas de Puerto Argentino. (108)
Después de perder a estas posiciones, los argentinos ajustaron su perímetro defensivo durante el 12 de junio. Una compañía avanzada de RI 3 y las posiciones ocupadas por el monte al noreste de Tumbledown, en colaboración con la Compañía B del RI 6. Al mismo tiempo, la compañía S del BIM 5 ocupó las alturas cerca de Paso de Pony, al sureste de Monte Harriet. (109)
La siguiente fase en el plan británico de ataque fue que el 2do Batallón de Paracaidistas, con el 3er Batallón de Comandos como reserva, atacaría Wireless Ridge, al noroeste de Puerto Argentino. Al mismo tiempo, la 5ª Brigada, formada por el Batallón de la Guardia Escocesa, el Batallón de la Guardia Galesa y el Batallón de Gurkha atacaría Tumbledown (229 metros de altura), William (213 metros de altura) y Sapper Hill (138 metros de altura), respectivamente. El ataque, que se había previsto para la tarde del día 12, se aplazó hasta la tarde del día 13. Para que el ataque a los británicos trajeron municiones y suministros durante todo el día (110), y allí se enfrentaron a los argentinos responsables de la defensa del monte Tumbledown, William, y el monte Sapper Hill en el oeste y sureste de Puerto Argentino: el BIM 5. Los líderes del estado mayor argentino en Malvinas decidieron adjuntar a la Compañía C de infantes de marina al RI 3 en el sur, así como de la Compañía B del RI 6 y la Compañía A del RI 3 en el norte. A las 10:15 pm, después de un pesado bombardeo de preparación, los británicos comenzaron el ataque contra dos compañías del Batallón de Infantería de Marina 5: la Compañía N en Tumbledown y la Compañía O al suroeste de Mount William. Los atacantes eran del 2º Batallón de la Guardia Escocesa. Si se capturaba la posición de forma rápida, los Gurkhas iban a pasar encima de la posición y el asaltarían una posición más pequeña adelante en el Monte William (111). Ver en el mapa 3.
Suponiendo que los ingleses tomarían una posición en un tiempo y luego la consolidarían, los infantes de marina intentaron, como era su estrategia básica, mantener sus posiciones hasta el amanecer. Se esperaba que los británicos se retirarían si no lograban capturar a estas posiciones. (112)
La primera acción fue un ataque de distracción llevada a cabo por una treintena de Guardias de la Compañía del Cuartel General, apoyados por cuatro tanques ligeros. Esta fue primera operación de tanques en las Islas Malvinas. El ataque tuvo como objetivo atraer a las fuerzas argentinas hacia el Monte William, y la columna británica se enfrentaron a los elementos más meridionales de la compañía O del 5to Batallón de infantes de marina, que había sido enviado hacia adelante cerca de Pony Pass. (113) Los británicos avanzaron, mientras que todavía había algo de luz, por lo que los argentinos pudieron identificar claramente la fuerza de ataque y su composición. (114) De acuerdo con la compañía oficial al mando S, los británicos no tenían conocimiento de la presencia de la fuerza argentina. El oficial argentino a cargo fijó la posición de los atacantes y dirigió el fuego de artillería, que cayeron sobre los escoceses. (115)
Este intercambio inicial terminó favorable para los argentinos, ya que los Guardias retrocedieron, creyendo que había llevado a cabo con éxito el ataque de distracción. Sin embargo, no se disponía de reservas argentinas para trasladarse a ese sector (116), y los británicos no habían detectado aún la presencia de la Compañía O (117). Más tarde, esta compañía enfrentó a la Guardia Galesa, que avanzaban con el fin de pasar el Monte William y atacar Sapper Hill. Después de que los hombres de la compañía O habían causado algunas bajas y retrasaran en el avance a los atacantes, el cuartel general del batallón ordenó dar marcha atrás a la unidad de Sapper Hill (118). Se retiraron, luchando hasta el final. Finalmente, a eso de las 1:30 am el 14 de junio, la compañía reforzó el perímetro defensivo de la Compañía C del RI 3. (119)
A continuación, los británicos dirigieron su esfuerzo principal a Tumbledown. El plan de la Guardia Escocesa para el ataque principal fue hacer frente a la cresta larga y delgada del Tumbledown en tres fases, el trabajo de oeste a este, con cada una de las 3 compañías de rifleros del batallón capturando un tercio del objetivo cada uno. (120) La Compañía G de la Guardia Escocesa atacaría el primer tercio, la Compañía en el flanco izquierdo capturaría el tercio central, y la Compañía de flanco derecho captaría el último tercio.
Frente a la Guardia Escocesa, los defensores de Tumbledown era la Compañía N del BIM 5. Esta compañía colocó sus pelotones de la siguiente manera: el 1er Pelotón, en el lado sur del Monte William, protegiendo la carretera de Fitz Roy a Puerto Argentino, el 2do pelotón, en el lado oeste del Monte William en dirección a Dos Hermanas, el 3er Pelotón, en el lado norte de Tumbledown en la dirección de Moody Valley, el 4to pelotón situado en el sureste de Monte Tumbledown hacia el Monte Harriet y, por último, el 5to pelotón, que consistía de los Ingenieros Anfibios, estaba colocado en el punto más alto de la parte occidental de Tumbledown hacia el oeste-noreste de Monte. La compañía fue apoyada por seis morteros de 81 mm, seis morteros de 106 mm, la batería de obuses de la Armada y los grupos 3 y 4 de artillería del Ejército. (121)
La Compañía G (Batallón de Guardias Escoceses) se acercó en silencio hasta el final occidental de Tumbledown y ocupó la posición sin dificultad, porque no había tropas argentinas allí estacionados (122). A continuación, la Compañía en el flanco izquierdo pasó a través de la Compañía G para acercarse a las alturas principales de Tumbledown y, en esta ocasión, sus hombres se encontraron con un fuego feroz (123). Los argentinos para detener a los británicos, casi todos de la Compañía N se concentraron en el extremo oriental de la pendiente, desplegados para dominar la tierra abierta hacia el norte y el sur (124). Esto dejo sólo al 4to pelotón, dirigido por el segundo teniente Carlos Vázquez, para recibir el ataque de los Guardias escoceses. Por otra parte, este no era ni siquiera un pelotón regular, ya que se había formado a partir de infantes de marina reunidos de otras tareas. El pelotón estaba compuesto por veintisiete infantes de marina, además de unos cuantos ingenieros anfibios, y dieciséis soldados del Ejército. (125)
Los británicos utilizaron con profusión el fuego de cohetes, pero las posiciones de los infantes de marina había sido bien preparadas, y los hombres resistieron. A medida que avanzaba la noche y continuaba el feroz tiroteo, los argentinos no mostraron signos de desmoronamiento, y sus posiciones principales se mantuvieron firmes. Ellos dirigieron fuego de mortero sobre sus atacantes. (126) Según Vázquez, durante los primeros ataques, parecía que los escoceses estaban demasiado confiados, pero más tarde cambiaron de táctica. (127) A eso de las 1:00 AM del 14 de junio, con las posiciones de los Guardias escoceses ocupando posiciones entre las trincheras argentinas, el oficial argentino a cargo solicitó apoyo a fuego sobre sus propias posiciones. Después de una lluvia de fuego y después de ser capturados a campo abierto, los escoceses se retiraron con su gente a la parte posterior y hacia terrenos más altos. (128)
Hasta este punto, las bajas argentinas habían sido ligeras. El 1er y 2do pelotones de la Compañía N sólo había recibido fuego de artillería, y se quedaron en sus puestos con el fin de bloquear cualquier ataque de la Guardia Galesa. El 3er Pelotón estaba también en el lado norte de Tumbledown cubriendo Moody Valley. (129) A eso de las 1:30 am, un pelotón de la Compañía B del RI 6 llegó al puesto de mando de la Compañía N y se preparó para un contraataque en apoyo del 5to Pelotón de la Compañía N. Sin embargo, los componentes de la Guardia Escocesa y el Batallón de Gurkha bloqueó a estos hombres. Las unidades británicas habían avanzado desde el oeste-noroeste, sufriendo fuertes bajas de la artillería de la Armada. (130)
Luego, a las 2:00 de la mañana, la Guardia Escocesa retomó el ataque contra el 4to pelotón, esta vez con más violencia. Se cargó a la colina, se inició el asalto las posiciones de los infantes de marina argentinos desde varias direcciones a la vez, y se los llevó uno por uno. (131) Alrededor de las 4:30 am, después de que las ametralladoras del 4to pelotón comenzaron a quedarse sin municiones, Vázquez vio que los argentinos estaban perdiendo el control de la situación, ya que los británicos fueron ocupando las trincheras, matando a sus ocupantes originales. (132)
Una vez más, Vázquez pidió fuego de artillería sobre su posición y esta vez los obuses de los marinos de 105 mm golpearon la zona. A eso de las 5:00 am, los británicos iniciaron el tercer asalto a las trincheras del pelotón. A las 7:00 de la mañana, sólo tres trincheras quedaban en manos de los infantes de marina. Por último, con la munición casi acabada, el teniente Vázquez decidió rendirse. De los 36 hombres que originalmente tenía el pelotón, 12 fueron muertos, cuatro desaparecidos y cinco heridos. (133) En el momento en que la Guardia Escocesa finalmente capturó la cresta de la montaña, su compañía de flanco izquierdo también perdió siete muertos y veintiún heridos. (134)
La tercera fase de ataque del batallón comenzó a las 6 AM. En esta ocasión, la Compañía del flanco derecho siguió el avance de la Compañía del flanco izquierdo, con su primera sección tomando las posiciones en lo alto de las rocas a la izquierda como sea posible con el fin de proporcionar fuego de apoyo. Esto puso a los defensores de los argentinos un pelotón de la Compañía B del RI 6 -bajo fuego cruzado. (135) Después de lo que uno de los participantes describiera como un nuevo "seis horas de lucha pulgada por pulgada por las rocas, utilizando granadas de fósforo y armas automáticas" para obligar a los argentinos a salir de sus posiciones, la Guardia Escocesa tomó Tumbledown. (136) Ocuparon sus objetivos once horas después de cruzar la línea de salida, y sus bajas numeradas (oficialmente) fueron de 9 muertos y 41 heridos. (137) Algunos de los supervivientes del pelotón de Vázquez se retiraron en dirección a Puerto Argentino.
Esta fuerte resistencia de los infantes de marina alteró el cronograma británico y provocó el aplazamiento del ataque de los gurkhas en el Monte William (138). A las 5:30 am, informó el comandante Robacio en Puerto Argentino que la sección occidental del Monte Tumbledown estaba en manos del enemigo, y le dijo a sus superiores que la Compañía M y dos pelotones de la Compañía B del RI 6 bajo su mando iban a contraatacar.
El enemigo no permitió este contraataque argentino. A las 8 AM la lucha se concentró en la parte oriental de Tumbledown y Monte William, pero el Alto Mando en Puerto Argentino negó la autorización para emplear la Compañía M de Robacio, que estaba estacionado en Sapper Hill, para reforzar la Compañía N. Por último, a las 8:45 de la mañana, obedeciendo órdenes de Puerto Argentino y después de abandonar su equipo pesado, el BIM 5 y los restos de las tropas del Ejército con ellos comenzaron a retirarse hacia Sapper Hill. (139) La Compañía M, que hasta ahora sólo había recibido la atención de la artillería naval británica, estaba en posición de recibir los infantes de marina en retirada. (140) La retirada del batallón, que se llevó a cabo bajo un constante bombardeo, fue ordenada y de acuerdo al reglamento. (141) A las 9:30 am del 14 de junio, los combates y un alto el fuego entraron en vigor.
Evaluación de la batalla
Al final de la batalla, los infantes de marina del 5to Batallón habían sufrido un total de 61 víctimas: 16 muertos y 45 heridos. (142) Los Scots Guards reconocen que nueve de ellos murieron y 41 resultaron heridas. (143) Sin embargo, mientras que las bajas argentinas son por lo tanto ligeramente mayores que los británicos, las fuentes británicas todavía reconocen que la lucha fue feroz en Tumbledown.
En ese monte, como el Sunday Times explicó a sus lectores, "estaban los guardias escoceses para hacer frente a la más dura acción de todas. Había un batallón de infantes de marina argentino de buena formación que había excavado en gran serie de intrincados bunkers, tallados en la roca... La potencia de fuego de la infantería de marina fue intensa e impresionante." (144)
Los integrantes del batallón 5to de infantería de marina argentino se quedaron juntos como un equipo cohesionado y se comportaron, tanto antes como después de su rendición (ver video arriba). (145) Según el teniente coronel N. Vaux, el oficial al mando de los 42ª Comandos de la Real Armada, la Infantería de Marina argentina marchó con elegancia, manteniendo los colores del regimiento de alta mientras marchaban por las calles de Puerto Argentino. Los británicos querían capturar la bandera del regimiento, pero "para disgusto de los Royal Marines ', los infantes de marina argentinos derramaron gasolina en sus banderas y los quemaron hasta las cenizas ante los ojos de sus enemigos." (146)
Una publicación del Ejército Argentino, también se evalúan de forma explícita las razones para el desempeño superior del BIM 5:
Conclusiones
A partir de este análisis de la lucha real de la Guerra de las Malvinas, la idea de que los profesionales del ejército británico derrotaron al concepto de un ejército de reclutas tiene que ser calificado en grado significativo. La batalla de Goose Green muestra cómo un grupo de soldados conscriptos puede luchar eficazmente cuando tienen un liderazgo capaz de sus oficiales subalternos. En este caso, la cohesión se generó a través del papel clave de los líderes militares. (148) Por otra parte, los infantes de marina argentinos, que no eran una fuerza de élite, también mostraron lo que los soldados conscriptos pueden hacer cuando están bien equipados, entrenados y dirigidos. En este caso, los infantes de marina argentinos estaban mejor preparados para hacer frente a la emergencia y para luchar en esta pequeña guerra. Su institución les había proporcionado las herramientas y las capacidades para funcionar correctamente en condiciones de combate. (149)
La historia oficial de la Comisión Argentina de Investigación para la Guerra de Malvinas, Informe Rattenbach, subrayó el contraste de los enfoques institucionales para la guerra que los servicios argentinos personificada claramente en las Malvinas:
Otra característica institucional que distingue a estos servicios, del Ejército y la Marina, fue el sistema de inducción de conscriptos. La marina de guerra dispuestos reclutar nuevos reclutas cada dos meses en cinco rotaciones sucesivas, lo que contribuía a mantener suficientes reclutas veteranos durante todo el año. (154) Los reclutas marinos servían un tiempo fijo de 14 meses. Por el contrario, como Stewart también observó lo siguiente:
Por último, el caso de las Malvinas fue también un ejemplo típico de "fallo combinado", en la que el Alto Mando argentino fue incapaz de prever la reacción británica y adaptarse a las condiciones de combate. (157) Argentina estaba jugando un juego peligroso sin un plan de contingencia en caso de que el británico aceptó el guante lanzado hacia abajo y decidió enviar tropas al Atlántico Sur. Dado que tanto los temas más amplios de la Guerra de las Malvinas y las estrategias actuales para luchar contra lo demuestran, toda la responsabilidad por la debacle argentina laicos, sobre todo, en los hombros del Alto Mando y el Comando de Teatro. (158) Los comandos tácticos hicieron lo que pudieron con los elementos aportados por ellos.
Notas
96. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 67.
97. Emilio Villarino, Batallón 5. El Batallón de Infantería de Marina Nº 5 en la Guerra de Malvinas (Buenos Aires: Aller Atucha, 1992), 93; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 380.
98. Ibid. 58; Ibid., 250, 258. El 11 de abril, el primer escalón de la Décima Brigada de Infantería Mecanizada de Argentina llegó a las islas. Más tarde, la Junta Militar también envió a la Tercera Brigada de Infantería, y el 28 de abril el comando en las islas fue finalmente establecido. Sería una Alto Mando General en virtud del cual las fuerzas de tierra se organizaron en dos grupos, el Grupo de Ejércitos del Litoral (bajo el mando de la Tercera Brigada) y el Grupo de Ejércitos de Puerto Argentino (bajo el mando de la Décima Brigada). El BIM 5 fue a la segunda.
99. Como se señaló anteriormente, parte de la Tercera Brigada de Infantería (el RI 12) fue enviado a Goose Green, y, al mismo tiempo, el RI 8 y la 9na Compañía de Ingenieros se desplegaron en Bahía Fox, y el RI 5 fue enviado a Port Howard . Esta decisión del alto mando argentino fue duramente criticada debido a que las unidades enviadas que no tenían apoyo adecuado y no tenía movilidad. Se quedaron en sus posiciones sufriendo grandes privaciones, sin ninguna posibilidad de influir en el resultado de la batalla.
100. Ibid. 64; Ibid., 71, 107, 117, 138, 168 and 230.
101. Ibid. 64-65; Ibid., 72, 118, 189.
102. Ibid. 123; Ibid., 19.
103. Muchas fuentes de los argentinos reconoce que, a pesar de los daños materiales de menor importancia realizados, estas acciones se ha creado un profundo efecto psicológico sobre las tropas, lo que aumenta sus sentimientos de inseguridad y aislamiento. (Cervo, “El cerco estratégico operacional “, 207).
104. Ibid. 200, 212.
105. Harry G. Summers Jr., “Yomping to…” 9 -10 and Nick Kerr, “The Falklands Campaign,” Naval War College Review XXXV (6) 294, November-December 1982, 19.
106. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 232.
107. Ibid. 232. Middlebrook también concluye que "si los soldados argentinos podrían mantener a raya los ataques, a continuación, los británicos estarían en serios problemas".
108. Ibid. 244.
109. Cervo, “El cerco estratégico operacional”, 232.
110. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 248.
111. Ibid. 251.
112. Ibid. 254.
113. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 226.
114. Ibid. 227.
115. Ibid. 228.
116. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 255.
117. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 243.
118. Ibid. 249-250.
119. Ibid. 252.
120. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 256.
121. Ibid. 259-69.
122. Ibid. 256.
123. Hastings and Jenkins, The Battle for.. 301.
124. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 256.
125. Ibid. 256; Villarino, Batallón 5, 129.
126. Hastings and Jenkins, The Battle for, 303; Middlebrook, Task Force, 362.
127. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 258.
128. Ibid. 258; Villarino, Batallón 5, 152-3; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 270.
129. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 279.
130. Ibid. 322.
131. Villarino, Batallón 5, 160; Ibid., 297.
132. Ibid. 164; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 300-301.
133. Ibid. 169-172.
134. Hastings and Jenkins, The Battle for… 303.
135. Martin Middlebrook, Task Force: The Falklands War, 1982. Revised Edition (London: Penguin, 1987) 364-65.
136. Hastings and Jenkins, The Battle for…, 303.
137. Middlebrook, Task Force, 365.
138. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 262.
139. Villarino, Batallón 5, 192.
140. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 328.
141. Ibid. 329.
142. Ibid. 346.
143. Paul Eddy et al., The Falklands War, 253; Middlebrook, Task Force, 366.
144. Ibid. 251.
145. Stewart, Mates & Muchachos, 104.
146. N. Vaux, March to the South Atlantic: 42 Commando Royal Marines in the Falklands War (London: Buchan and Enright, 1986) 206-07 citado en ibid. 105; ver también Villarino, Batallón 5, 201.
147. Eugenio Dalton and Martin Balza, “La batalla de Puerto Argentino” en Operaciones Terrestres en las Islas Malvinas (Buenos Aires: Círculo Militar), 236, énfasis añadido.
148. Stewart, Mates & Muchachos, 119-131.
149. Villarino, Batallón 5, 9-10, 16.
150. Comisión Rattenbach, Informe Rattenbach. El drama de Malvinas (Buenos Aires: Espartaco, 1988) 203.
151. Comisión Rattenbach, Informe, 201.
152. Stewart, Mates & Muchachos, 62.
153. Dalton and Balza, “La batalla de Puerto Argentino”, 236; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 203-04, 222; Comisión Rattenbach, Informe 218.
154. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 14; Villarino, Batallón 5, 21.
155. Stewart, Mates & Muchachos, 45.
156. Elizabeth Kier, Imagining War. French and British Military Doctrine between the Wars (Princeton: Princeton University Press, 1997), 28-30. Las dimensiones de la eficacia de cualquier organización se derivan de su desarrollo de una cultura organizacional. La vida de la organización no sería viable si las acciones específicas no requieren respuestas específicas, si los miembros de la organización no tenía expectativas acerca de las acciones de otros miembros, o si no tenían conocimiento de los efectos de sus propias acciones sobre los demás. La previsibilidad es necesario, ya que una guerra es una tarea para los grupos. En este contexto, las decisiones deben tomarse y aplicarse de forma automática con el fin de garantizar la integración de diversas unidades, y la niebla de la guerra intensifica aún más la necesidad de coordinación y ejecución eficiente de las tareas de grupo. (Ibid., 29).
157. Eliot A. Cohen and John Gooch, Military Misfortunes. The Anatomy of Failure in War (New York: Vintage Books, 1991), 27.
158. Cohen and Gooch, Military Misfortunes, 46
Fuente
"Reassessing the Fighting Performance of Conscript Soldiers during the Malvinas/Falklands War (1982)" por Alejandro L. Corbacho, Serie Documentos de Trabajo N° 271, Departmento de Ciencias Políticas, Universidad del CEMA, Buenos Aires, Argentina. 2004
Los soldados conscriptos durante la Guerra de las Malvinas (1982)
Parte 3 - Parte 2 - Parte 1
Por Alejandro L. Corbacho
Departamento de Ciencias Políticas
Universidad del CEMA, Buenos Aires, Argentina
Conscriptos navales contra Guardias
Monte Tumbledown: Preparación para la batalla
El 8 de abril, el comandante del Batallón de Infantería de Marina 5, el comandante Carlos Robacio, recibió órdenes de ir a las islas Malvinas. Hasta el 12 de abril, el personal y el equipo llegaron a Puerto Argentino. Una vez que la unidad estaba totalmente en su lugar, el alto mando ordenó a sus miembros preparar posiciones defensivas alrededor de la capital. Más precisamente, el Batallón de Infantería de Marina 5 fue el responsable de Monte Tumbledown, monte William, y la colina Sapper. El batallón tuvo que cubrir un perímetro de 16 kilómetros. Para lograr esto, el batallón tenía una fuerza total de 703 hombres. Todos reclutas, los infantes de marina de la clase 1962 o más viejos, y ningún nuevo recluta (clase de 1963) fue enviado a las islas. El batallón estaba lejos de ser completa, ya que sólo las compañías de fusileros, la unidad de cuartel general, y unidades logísticas pocos entraron en las islas. Más tarde, otras unidades de la Marina reforzaron el batallón, incluyendo un grupo de ametralladoras pesadas (unos 29 hombres, con una ametralladora de calibre 0.5), la primera sección de la Marina de Ingenieros Anfibios (20 hombres), y la Batería B del Batallón de Artillería de Infantería de Marina con seis cañones de 105 mm. (96)
Monte Tumbledown |
En cuanto a lo de defender con más fuerza, el Alto Mando argentino de las Islas Malvinas decidió defender tres zonas "principales": Puerto Argentino (Port Stanley), capital de las islas, Darwin-Goose Green en la Isla Soledad (East Falkland); y, por razones políticas, Fox Bay y Puerto Howard en la Isla Gran Malvina (West Falkland). El Mapa 2 muestra la ubicación de las zonas de defensa clave argentinas en las Islas Malvinas (99). Todas las unidades del Ejército se precipitaron hacia las islas sin su equipo pesado y de apoyo. Por ejemplo, carecían de suficiente cocinas de campo, ropa de invierno, equipos de comunicación, o incluso baterías de repuesto para apoyar adecuadamente a las tropas.
A diferencia de sus hermanos del Ejército, la Infantería de Marina argentina estaban bien alimentados y tenían buena ropa y equipos de comunicaciones mejorados. También a diferencia de los soldados conscriptos del ejército, los infantes de marina habían recibido una formación de combate nocturno, y, sobre todo porque el batallón se había basado en Tierra del Fuego en el extremo sur de la Patagonia, sus miembros se han adaptado a las condiciones climáticas rigurosas. (100)
Mapa 2 |
El batallón fue también bien provisto de herramientas de afianzamiento. Debido a su experiencia en Tierra del Fuego, eran muy conscientes de la dureza del suelo de las islas circundantes de Argentina. Por lo tanto, el batallón viajó a las islas siempre con barras de hierro, que fueron muy útiles para la excavación en la roca. (102)
Conscriptos del BIM 5 en Tumbledown |
Después del desembarco británico en San Carlos, el Comando General de alta en las islas reorganizado el perímetro defensivo. Inicialmente, los comandantes habían previsto que la dirección más probable de un ataque a la mar, con el desembarco de tropas británicas en Puerto Argentino o sus alrededores. Pero más tarde, los encargados decidieron defender Puerto Argentino también de un ataque desde el oeste, mientras que el mantenimiento de fuertes defensas costeras al este y al sur de la capital.
Entre los días 29 de Mayo y 3 de Junio, el Alto Mando establecido el lado oeste del perímetro defensivo a lo largo de los montes que rodean Puerto Argentino. Estas corriendo de norte a sur, y constituyeron inalámbrica Ridge, Longdon, Dos Hermanas (Dos Hermanas), Harriet, Tumbledown, William, y el cerro Sapper. Este nuevo perímetro de 48 kilómetros de largo, y las fuerzas argentinas podrían proteger sólo el 37 por ciento de la misma. Esto significaba que no había suficiente espacio dejado al descubierto que el enemigo pudiera tomar ventaja de las lagunas y huecos y se infiltran en las posiciones argentinas. (104) El Mapa 3 muestra Puerto Argentino, sus alturas circundantes y las posiciones de marina en el Monte Tumbledown.
Mapa 3 |
El plan británico que abarca dos fases, la primera fase es la conquista de la primera línea de montañas. La 3ra Brigada de Comandos entera al mando de Thompson tomarían parte en este ataque. El Tercer Batallón de Paracaidistas atacaría Monte Longdon, el Batallón del 45o Comando se enfrentaría al Monte Dos Hermanas, y del Batallón del 42o Comando se movería en contra Goat Ridge y el monte Harriet. Durante la operación, las fragatas HMS Avenger, HMS Glamorgan y HMS Yarmouth proporcionarían el apoyo de bombardeo naval.
A eso de las 11:00 pm, hora local, los británicos atacaron de forma simultánea en todo el frente occidental. Los atacantes superaban en número a los defensores de los argentinos por dos a uno (106). Los británicos estaban usando todas sus fuerzas disponibles en el ataque a Puerto Argentino, no había más tropas frescas en la reserva y no había más en curso desde Gran Bretaña. Además, como señala Middlebrook, las tropas británicas estaban cansadas y sufrían, al igual que los argentinos, cada vez más del clima más frío. (107) Las posiciones argentinas frente a los comandos británicos formado parte de la RI 7 en Monte Longdon y parte del RI 4 en la zona de Dos Hermanas, Goat Ridge, y Harriet. En la madrugada del 12 de junio, después de una lucha muy difícil en algunas zonas, las tropas británicas ocuparon el anillo exterior de las colinas que rodean a los defensas de Puerto Argentino. (108)
Después de perder a estas posiciones, los argentinos ajustaron su perímetro defensivo durante el 12 de junio. Una compañía avanzada de RI 3 y las posiciones ocupadas por el monte al noreste de Tumbledown, en colaboración con la Compañía B del RI 6. Al mismo tiempo, la compañía S del BIM 5 ocupó las alturas cerca de Paso de Pony, al sureste de Monte Harriet. (109)
La siguiente fase en el plan británico de ataque fue que el 2do Batallón de Paracaidistas, con el 3er Batallón de Comandos como reserva, atacaría Wireless Ridge, al noroeste de Puerto Argentino. Al mismo tiempo, la 5ª Brigada, formada por el Batallón de la Guardia Escocesa, el Batallón de la Guardia Galesa y el Batallón de Gurkha atacaría Tumbledown (229 metros de altura), William (213 metros de altura) y Sapper Hill (138 metros de altura), respectivamente. El ataque, que se había previsto para la tarde del día 12, se aplazó hasta la tarde del día 13. Para que el ataque a los británicos trajeron municiones y suministros durante todo el día (110), y allí se enfrentaron a los argentinos responsables de la defensa del monte Tumbledown, William, y el monte Sapper Hill en el oeste y sureste de Puerto Argentino: el BIM 5. Los líderes del estado mayor argentino en Malvinas decidieron adjuntar a la Compañía C de infantes de marina al RI 3 en el sur, así como de la Compañía B del RI 6 y la Compañía A del RI 3 en el norte. A las 10:15 pm, después de un pesado bombardeo de preparación, los británicos comenzaron el ataque contra dos compañías del Batallón de Infantería de Marina 5: la Compañía N en Tumbledown y la Compañía O al suroeste de Mount William. Los atacantes eran del 2º Batallón de la Guardia Escocesa. Si se capturaba la posición de forma rápida, los Gurkhas iban a pasar encima de la posición y el asaltarían una posición más pequeña adelante en el Monte William (111). Ver en el mapa 3.
Conscriptos de la IMARA en Tumbledown, el de la derecha armado con un metralleta Halcón |
Suponiendo que los ingleses tomarían una posición en un tiempo y luego la consolidarían, los infantes de marina intentaron, como era su estrategia básica, mantener sus posiciones hasta el amanecer. Se esperaba que los británicos se retirarían si no lograban capturar a estas posiciones. (112)
La primera acción fue un ataque de distracción llevada a cabo por una treintena de Guardias de la Compañía del Cuartel General, apoyados por cuatro tanques ligeros. Esta fue primera operación de tanques en las Islas Malvinas. El ataque tuvo como objetivo atraer a las fuerzas argentinas hacia el Monte William, y la columna británica se enfrentaron a los elementos más meridionales de la compañía O del 5to Batallón de infantes de marina, que había sido enviado hacia adelante cerca de Pony Pass. (113) Los británicos avanzaron, mientras que todavía había algo de luz, por lo que los argentinos pudieron identificar claramente la fuerza de ataque y su composición. (114) De acuerdo con la compañía oficial al mando S, los británicos no tenían conocimiento de la presencia de la fuerza argentina. El oficial argentino a cargo fijó la posición de los atacantes y dirigió el fuego de artillería, que cayeron sobre los escoceses. (115)
Este intercambio inicial terminó favorable para los argentinos, ya que los Guardias retrocedieron, creyendo que había llevado a cabo con éxito el ataque de distracción. Sin embargo, no se disponía de reservas argentinas para trasladarse a ese sector (116), y los británicos no habían detectado aún la presencia de la Compañía O (117). Más tarde, esta compañía enfrentó a la Guardia Galesa, que avanzaban con el fin de pasar el Monte William y atacar Sapper Hill. Después de que los hombres de la compañía O habían causado algunas bajas y retrasaran en el avance a los atacantes, el cuartel general del batallón ordenó dar marcha atrás a la unidad de Sapper Hill (118). Se retiraron, luchando hasta el final. Finalmente, a eso de las 1:30 am el 14 de junio, la compañía reforzó el perímetro defensivo de la Compañía C del RI 3. (119)
Foto: Oscar Teves |
Gurkhas en Thumbledown |
La Compañía G (Batallón de Guardias Escoceses) se acercó en silencio hasta el final occidental de Tumbledown y ocupó la posición sin dificultad, porque no había tropas argentinas allí estacionados (122). A continuación, la Compañía en el flanco izquierdo pasó a través de la Compañía G para acercarse a las alturas principales de Tumbledown y, en esta ocasión, sus hombres se encontraron con un fuego feroz (123). Los argentinos para detener a los británicos, casi todos de la Compañía N se concentraron en el extremo oriental de la pendiente, desplegados para dominar la tierra abierta hacia el norte y el sur (124). Esto dejo sólo al 4to pelotón, dirigido por el segundo teniente Carlos Vázquez, para recibir el ataque de los Guardias escoceses. Por otra parte, este no era ni siquiera un pelotón regular, ya que se había formado a partir de infantes de marina reunidos de otras tareas. El pelotón estaba compuesto por veintisiete infantes de marina, además de unos cuantos ingenieros anfibios, y dieciséis soldados del Ejército. (125)
Los británicos utilizaron con profusión el fuego de cohetes, pero las posiciones de los infantes de marina había sido bien preparadas, y los hombres resistieron. A medida que avanzaba la noche y continuaba el feroz tiroteo, los argentinos no mostraron signos de desmoronamiento, y sus posiciones principales se mantuvieron firmes. Ellos dirigieron fuego de mortero sobre sus atacantes. (126) Según Vázquez, durante los primeros ataques, parecía que los escoceses estaban demasiado confiados, pero más tarde cambiaron de táctica. (127) A eso de las 1:00 AM del 14 de junio, con las posiciones de los Guardias escoceses ocupando posiciones entre las trincheras argentinas, el oficial argentino a cargo solicitó apoyo a fuego sobre sus propias posiciones. Después de una lluvia de fuego y después de ser capturados a campo abierto, los escoceses se retiraron con su gente a la parte posterior y hacia terrenos más altos. (128)
Hasta este punto, las bajas argentinas habían sido ligeras. El 1er y 2do pelotones de la Compañía N sólo había recibido fuego de artillería, y se quedaron en sus puestos con el fin de bloquear cualquier ataque de la Guardia Galesa. El 3er Pelotón estaba también en el lado norte de Tumbledown cubriendo Moody Valley. (129) A eso de las 1:30 am, un pelotón de la Compañía B del RI 6 llegó al puesto de mando de la Compañía N y se preparó para un contraataque en apoyo del 5to Pelotón de la Compañía N. Sin embargo, los componentes de la Guardia Escocesa y el Batallón de Gurkha bloqueó a estos hombres. Las unidades británicas habían avanzado desde el oeste-noroeste, sufriendo fuertes bajas de la artillería de la Armada. (130)
Luego, a las 2:00 de la mañana, la Guardia Escocesa retomó el ataque contra el 4to pelotón, esta vez con más violencia. Se cargó a la colina, se inició el asalto las posiciones de los infantes de marina argentinos desde varias direcciones a la vez, y se los llevó uno por uno. (131) Alrededor de las 4:30 am, después de que las ametralladoras del 4to pelotón comenzaron a quedarse sin municiones, Vázquez vio que los argentinos estaban perdiendo el control de la situación, ya que los británicos fueron ocupando las trincheras, matando a sus ocupantes originales. (132)
Una vez más, Vázquez pidió fuego de artillería sobre su posición y esta vez los obuses de los marinos de 105 mm golpearon la zona. A eso de las 5:00 am, los británicos iniciaron el tercer asalto a las trincheras del pelotón. A las 7:00 de la mañana, sólo tres trincheras quedaban en manos de los infantes de marina. Por último, con la munición casi acabada, el teniente Vázquez decidió rendirse. De los 36 hombres que originalmente tenía el pelotón, 12 fueron muertos, cuatro desaparecidos y cinco heridos. (133) En el momento en que la Guardia Escocesa finalmente capturó la cresta de la montaña, su compañía de flanco izquierdo también perdió siete muertos y veintiún heridos. (134)
La tercera fase de ataque del batallón comenzó a las 6 AM. En esta ocasión, la Compañía del flanco derecho siguió el avance de la Compañía del flanco izquierdo, con su primera sección tomando las posiciones en lo alto de las rocas a la izquierda como sea posible con el fin de proporcionar fuego de apoyo. Esto puso a los defensores de los argentinos un pelotón de la Compañía B del RI 6 -bajo fuego cruzado. (135) Después de lo que uno de los participantes describiera como un nuevo "seis horas de lucha pulgada por pulgada por las rocas, utilizando granadas de fósforo y armas automáticas" para obligar a los argentinos a salir de sus posiciones, la Guardia Escocesa tomó Tumbledown. (136) Ocuparon sus objetivos once horas después de cruzar la línea de salida, y sus bajas numeradas (oficialmente) fueron de 9 muertos y 41 heridos. (137) Algunos de los supervivientes del pelotón de Vázquez se retiraron en dirección a Puerto Argentino.
Esta fuerte resistencia de los infantes de marina alteró el cronograma británico y provocó el aplazamiento del ataque de los gurkhas en el Monte William (138). A las 5:30 am, informó el comandante Robacio en Puerto Argentino que la sección occidental del Monte Tumbledown estaba en manos del enemigo, y le dijo a sus superiores que la Compañía M y dos pelotones de la Compañía B del RI 6 bajo su mando iban a contraatacar.
El enemigo no permitió este contraataque argentino. A las 8 AM la lucha se concentró en la parte oriental de Tumbledown y Monte William, pero el Alto Mando en Puerto Argentino negó la autorización para emplear la Compañía M de Robacio, que estaba estacionado en Sapper Hill, para reforzar la Compañía N. Por último, a las 8:45 de la mañana, obedeciendo órdenes de Puerto Argentino y después de abandonar su equipo pesado, el BIM 5 y los restos de las tropas del Ejército con ellos comenzaron a retirarse hacia Sapper Hill. (139) La Compañía M, que hasta ahora sólo había recibido la atención de la artillería naval británica, estaba en posición de recibir los infantes de marina en retirada. (140) La retirada del batallón, que se llevó a cabo bajo un constante bombardeo, fue ordenada y de acuerdo al reglamento. (141) A las 9:30 am del 14 de junio, los combates y un alto el fuego entraron en vigor.
Evaluación de la batalla
Al final de la batalla, los infantes de marina del 5to Batallón habían sufrido un total de 61 víctimas: 16 muertos y 45 heridos. (142) Los Scots Guards reconocen que nueve de ellos murieron y 41 resultaron heridas. (143) Sin embargo, mientras que las bajas argentinas son por lo tanto ligeramente mayores que los británicos, las fuentes británicas todavía reconocen que la lucha fue feroz en Tumbledown.
En ese monte, como el Sunday Times explicó a sus lectores, "estaban los guardias escoceses para hacer frente a la más dura acción de todas. Había un batallón de infantes de marina argentino de buena formación que había excavado en gran serie de intrincados bunkers, tallados en la roca... La potencia de fuego de la infantería de marina fue intensa e impresionante." (144)
Los integrantes del batallón 5to de infantería de marina argentino se quedaron juntos como un equipo cohesionado y se comportaron, tanto antes como después de su rendición (ver video arriba). (145) Según el teniente coronel N. Vaux, el oficial al mando de los 42ª Comandos de la Real Armada, la Infantería de Marina argentina marchó con elegancia, manteniendo los colores del regimiento de alta mientras marchaban por las calles de Puerto Argentino. Los británicos querían capturar la bandera del regimiento, pero "para disgusto de los Royal Marines ', los infantes de marina argentinos derramaron gasolina en sus banderas y los quemaron hasta las cenizas ante los ojos de sus enemigos." (146)
Una publicación del Ejército Argentino, también se evalúan de forma explícita las razones para el desempeño superior del BIM 5:
"[Ellos] poseían un conjunto bien equilibrado de armas y equipos de comunicación excelentes. Pero mucho más importante, debido al sistema particular, el proyecto de la Armada, que tenían suficientes soldados entrenados adaptación de tiempo de paz para el terreno y las condiciones climáticas extremas. . . Al mismo tiempo, excelente de la Marina sistema de apoyo logístico ... podía sostener el rendimiento lucha excepcional." (147)Ciertamente, en la experiencia de esta unidad hay lecciones, tanto para los militares argentinos y también para todos los que quieren aprender de la experiencia de la Guerra de Malvinas.
Conclusiones
A partir de este análisis de la lucha real de la Guerra de las Malvinas, la idea de que los profesionales del ejército británico derrotaron al concepto de un ejército de reclutas tiene que ser calificado en grado significativo. La batalla de Goose Green muestra cómo un grupo de soldados conscriptos puede luchar eficazmente cuando tienen un liderazgo capaz de sus oficiales subalternos. En este caso, la cohesión se generó a través del papel clave de los líderes militares. (148) Por otra parte, los infantes de marina argentinos, que no eran una fuerza de élite, también mostraron lo que los soldados conscriptos pueden hacer cuando están bien equipados, entrenados y dirigidos. En este caso, los infantes de marina argentinos estaban mejor preparados para hacer frente a la emergencia y para luchar en esta pequeña guerra. Su institución les había proporcionado las herramientas y las capacidades para funcionar correctamente en condiciones de combate. (149)
La historia oficial de la Comisión Argentina de Investigación para la Guerra de Malvinas, Informe Rattenbach, subrayó el contraste de los enfoques institucionales para la guerra que los servicios argentinos personificada claramente en las Malvinas:
"El BIM 5 demostró el trabajo en equipo, espíritu, y mayores niveles de formación, profesionalismo y equipamiento adecuado. Estas aptitudes se muestra en la lucha contra la tierra durante la defensa de Puerto Argentino. En esta acción, la unidad estableció una destacada actuación." (150)Por el contrario, cuando el Ejército argentino se enfrentó a una situación de guerra inesperada, sus soldados no estaban entrenados adecuadamente y se prepararon para una guerra de la magnitud y las características del conflicto del Atlántico Sur, especialmente contra un enemigo muy experimentado y superior en poder militar (151). Los militares este caso, como el Steward, escribió, "el Ejército Argentino no entrenó a sus hombres, ni los preparó para la batalla que tenían por delante." (152) En las últimas horas del conflicto, como consecuencia de la falta de cohesión de algunas unidades del Ejército se retiraron desordenadamente, y un número de conscriptos huyeron en dirección a Puerto Argentino. (153)
Otra característica institucional que distingue a estos servicios, del Ejército y la Marina, fue el sistema de inducción de conscriptos. La marina de guerra dispuestos reclutar nuevos reclutas cada dos meses en cinco rotaciones sucesivas, lo que contribuía a mantener suficientes reclutas veteranos durante todo el año. (154) Los reclutas marinos servían un tiempo fijo de 14 meses. Por el contrario, como Stewart también observó lo siguiente:
"Los números fluctuantes para el Ejército en función del número de reclutas que iniciaban cada año y en qué fecha, en cualquiera de los tres ciclos de formación de uno mide el tamaño del Ejército. Los reclutas se instalaban en marzo, el ciclo de entrenamiento terminaba en octubre, una parte de la clase se estrenaba en noviembre, otros en diciembre y enero, y el último grupo después de la inducción de la nueva clase en el mes de marzo. Por lo tanto, algunos reclutas servían tan sólo ocho meses y otros de su pleno compromiso de doce meses. Así, el número más bajo de los hombres en el Ejército era entre enero y marzo (verano). " (155)En este caso, la cultura organizacional del Ejército y la Armada Argentina es la variable crítica. Esta cultura se define el conjunto de supuestos básicos, valores, normas, creencias y conocimiento formal de que, a su vez en forma de las formas en que los soldados e infantes de marina se comportan colectivamente. (156)
Por último, el caso de las Malvinas fue también un ejemplo típico de "fallo combinado", en la que el Alto Mando argentino fue incapaz de prever la reacción británica y adaptarse a las condiciones de combate. (157) Argentina estaba jugando un juego peligroso sin un plan de contingencia en caso de que el británico aceptó el guante lanzado hacia abajo y decidió enviar tropas al Atlántico Sur. Dado que tanto los temas más amplios de la Guerra de las Malvinas y las estrategias actuales para luchar contra lo demuestran, toda la responsabilidad por la debacle argentina laicos, sobre todo, en los hombros del Alto Mando y el Comando de Teatro. (158) Los comandos tácticos hicieron lo que pudieron con los elementos aportados por ellos.
Notas
96. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 67.
97. Emilio Villarino, Batallón 5. El Batallón de Infantería de Marina Nº 5 en la Guerra de Malvinas (Buenos Aires: Aller Atucha, 1992), 93; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 380.
98. Ibid. 58; Ibid., 250, 258. El 11 de abril, el primer escalón de la Décima Brigada de Infantería Mecanizada de Argentina llegó a las islas. Más tarde, la Junta Militar también envió a la Tercera Brigada de Infantería, y el 28 de abril el comando en las islas fue finalmente establecido. Sería una Alto Mando General en virtud del cual las fuerzas de tierra se organizaron en dos grupos, el Grupo de Ejércitos del Litoral (bajo el mando de la Tercera Brigada) y el Grupo de Ejércitos de Puerto Argentino (bajo el mando de la Décima Brigada). El BIM 5 fue a la segunda.
99. Como se señaló anteriormente, parte de la Tercera Brigada de Infantería (el RI 12) fue enviado a Goose Green, y, al mismo tiempo, el RI 8 y la 9na Compañía de Ingenieros se desplegaron en Bahía Fox, y el RI 5 fue enviado a Port Howard . Esta decisión del alto mando argentino fue duramente criticada debido a que las unidades enviadas que no tenían apoyo adecuado y no tenía movilidad. Se quedaron en sus posiciones sufriendo grandes privaciones, sin ninguna posibilidad de influir en el resultado de la batalla.
100. Ibid. 64; Ibid., 71, 107, 117, 138, 168 and 230.
101. Ibid. 64-65; Ibid., 72, 118, 189.
102. Ibid. 123; Ibid., 19.
103. Muchas fuentes de los argentinos reconoce que, a pesar de los daños materiales de menor importancia realizados, estas acciones se ha creado un profundo efecto psicológico sobre las tropas, lo que aumenta sus sentimientos de inseguridad y aislamiento. (Cervo, “El cerco estratégico operacional “, 207).
104. Ibid. 200, 212.
105. Harry G. Summers Jr., “Yomping to…” 9 -10 and Nick Kerr, “The Falklands Campaign,” Naval War College Review XXXV (6) 294, November-December 1982, 19.
106. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 232.
107. Ibid. 232. Middlebrook también concluye que "si los soldados argentinos podrían mantener a raya los ataques, a continuación, los británicos estarían en serios problemas".
108. Ibid. 244.
109. Cervo, “El cerco estratégico operacional”, 232.
110. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 248.
111. Ibid. 251.
112. Ibid. 254.
113. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 226.
114. Ibid. 227.
115. Ibid. 228.
116. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 255.
117. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 243.
118. Ibid. 249-250.
119. Ibid. 252.
120. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 256.
121. Ibid. 259-69.
122. Ibid. 256.
123. Hastings and Jenkins, The Battle for.. 301.
124. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 256.
125. Ibid. 256; Villarino, Batallón 5, 129.
126. Hastings and Jenkins, The Battle for, 303; Middlebrook, Task Force, 362.
127. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 258.
128. Ibid. 258; Villarino, Batallón 5, 152-3; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 270.
129. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 279.
130. Ibid. 322.
131. Villarino, Batallón 5, 160; Ibid., 297.
132. Ibid. 164; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 300-301.
133. Ibid. 169-172.
134. Hastings and Jenkins, The Battle for… 303.
135. Martin Middlebrook, Task Force: The Falklands War, 1982. Revised Edition (London: Penguin, 1987) 364-65.
136. Hastings and Jenkins, The Battle for…, 303.
137. Middlebrook, Task Force, 365.
138. Middlebrook, The Fight for the `Malvinas’, 262.
139. Villarino, Batallón 5, 192.
140. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 328.
141. Ibid. 329.
142. Ibid. 346.
143. Paul Eddy et al., The Falklands War, 253; Middlebrook, Task Force, 366.
144. Ibid. 251.
145. Stewart, Mates & Muchachos, 104.
146. N. Vaux, March to the South Atlantic: 42 Commando Royal Marines in the Falklands War (London: Buchan and Enright, 1986) 206-07 citado en ibid. 105; ver también Villarino, Batallón 5, 201.
147. Eugenio Dalton and Martin Balza, “La batalla de Puerto Argentino” en Operaciones Terrestres en las Islas Malvinas (Buenos Aires: Círculo Militar), 236, énfasis añadido.
148. Stewart, Mates & Muchachos, 119-131.
149. Villarino, Batallón 5, 9-10, 16.
150. Comisión Rattenbach, Informe Rattenbach. El drama de Malvinas (Buenos Aires: Espartaco, 1988) 203.
151. Comisión Rattenbach, Informe, 201.
152. Stewart, Mates & Muchachos, 62.
153. Dalton and Balza, “La batalla de Puerto Argentino”, 236; Robacio and Hernández, Desde el Frente, 203-04, 222; Comisión Rattenbach, Informe 218.
154. Robacio and Hernández, Desde el Frente, 14; Villarino, Batallón 5, 21.
155. Stewart, Mates & Muchachos, 45.
156. Elizabeth Kier, Imagining War. French and British Military Doctrine between the Wars (Princeton: Princeton University Press, 1997), 28-30. Las dimensiones de la eficacia de cualquier organización se derivan de su desarrollo de una cultura organizacional. La vida de la organización no sería viable si las acciones específicas no requieren respuestas específicas, si los miembros de la organización no tenía expectativas acerca de las acciones de otros miembros, o si no tenían conocimiento de los efectos de sus propias acciones sobre los demás. La previsibilidad es necesario, ya que una guerra es una tarea para los grupos. En este contexto, las decisiones deben tomarse y aplicarse de forma automática con el fin de garantizar la integración de diversas unidades, y la niebla de la guerra intensifica aún más la necesidad de coordinación y ejecución eficiente de las tareas de grupo. (Ibid., 29).
157. Eliot A. Cohen and John Gooch, Military Misfortunes. The Anatomy of Failure in War (New York: Vintage Books, 1991), 27.
158. Cohen and Gooch, Military Misfortunes, 46
Fuente
"Reassessing the Fighting Performance of Conscript Soldiers during the Malvinas/Falklands War (1982)" por Alejandro L. Corbacho, Serie Documentos de Trabajo N° 271, Departmento de Ciencias Políticas, Universidad del CEMA, Buenos Aires, Argentina. 2004
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