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lunes, 7 de agosto de 2023

Defensa cancela radar de LeoLabs en Tierra del Fuego por riesgo a la seguridad

Defensa cancela el radar de EE.UU. y Gran Bretaña en Tierra del Fuego: "Es un riesgo para la seguridad"


Con un documento técnico de las Fuerzas Armadas que entregará hoy a la Casa Rosada, el ministerio que comanda Jorge Taiana advierte que "hay riesgos para la soberanía" sobre las Malvinas. Los nexos de la empresa LeoLabs y por qué lo había autorizado Juan Manzur





Crítica Sur


Por medio de un detallado informe técnico que se entregará en las próximas horas a la jefatura de Gabinete, el Ministerio de Defensa ordenó la "cancelación definitiva" de un radar instalado en Tierra del Fuego por la empresa Leo Labs de capitales norteamericanos y de Gran Bretaña por un motivo concreto: el proyecto "afecta severamente la soberanía" de la Argentina en las islas Malvinas y el Atlántico Sur.

Según confiaron a El Cronista fuentes calificadas de la Casa Rosada el Ministerio de Defensa que conduce Jorge Taiana con el aporte técnico de las Fuerzas Armadas, el INVAP y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) redactó un informe en el que asegura que el radar que había instalado en la localidad fueguina de Tolhuin la empresa Leo Labs "es un riesgo para la seguridad nacional".

El documento que Defensa entregará hoy al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, ordena taxativamente cancelar el proyecto de Leo Labs en Tierra del Fuego y se elevó luego de la polémica que se desató hace más de un mes cuando el mismo ministro Taiana y legisladores de la oposición denunciaron que la compañía británico-estadounidense podría afectar la soberanía de Malvinas.

Los nexos del radar en Tierra del Fuego con la OTAN y Londres

Allí se encomendó analizar el tema y elevar un documento técnico. Ayer se terminó de redactar el informe en el que se advierte que los radares de la empresa Leo Labs estarían en condiciones técnicas de transmitir información y filtrar datos sensibles para la seguridad nacional. A la vez, se detalla en el informe de Defensa que la compañía podría tener nexos con servicios de inteligencia de Gran Bretaña y de la OTAN.

El informe de Defensa añade un documento de la Inspección General de Justicia de Tierra del Fuego en donde consta que la empresa en cuestión está radicada con domicilio en Londres y en Dublin. 

El gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella aseguró que la empresa en cuestión es de Estados Unidos y "no tiene funciones militares sino que monitorea la basura espacial y vende esos servicios a diferentes programas".

Sin embargo, el Ministerio de Defensa opina lo contrario. Asegura que los radares tienen capacidades para interferir comunicaciones y la información de las Fuerzas Armadas.  

Por pedido de Defensa, la Subsecretaría de Telecomunicaciones y Conectividad ya había decidido suspender los efectos de la Disposición N° 8/22, a través de la cual se autorizó con carácter precario a la empresa Leo Labs a instalar y poner en funcionamiento una Estación Terrena en Banda S, con el fin de rastrear y monitorear objetos en ambiente LEO (Low Earth Orbit).

El senador radical de Tierra del Fuego, Pablo Blanco, había alertado también que el radar de Leo Labs ya estuvo en funcionamiento con 512 antenas individuales sin ningún movimiento mecánico, operando en Banda S (2910 -2990 MHz), una potencia de transmisión máxima de 100 W con un ciclo de trabajo de 20%, correspondiente a una potencia pico de 51,2 kW y una potencia media de 10,24 kW. 

Advertencia de Defensa sobre el radar de la empresa LeoLabs

En aquel momento, por medio de la resolución DI-2023-14 el ministro de Defensa, Jorge Taiana, en acuerdo con el canciller Santiago Cafiero dispuso la suspensión de la autorización que el 15 de noviembre del 2022 emitió el entonces jefe de Gabinete, Juan Manzur. 

Aquella autorización le permitía a la empresa LeoLabs, de capitales norteamericanos y de Gran Bretaña, instalar una "estación terrena en Banda S" en Ushuaia. Pero ahora, con el informe técnico en mano se ordenó la "cancelación definitiva" del proyecto.

Según confirmaron a El Cronista fuentes calificadas de la Casa Rosada, en el Ministerio de Defensa entendieron que la empresa LeoLabs tendría, en base a documentación publicada por la Inspección General de Justicia, una sede en Ushuaia con sociedades asociadas en Irlanda y el Reino Unido. Así, aclararon que esto atentaría contra la defensa de la soberanía de la Argentina en las islas Malvinas.

"La revisión de documentación llevó al Ministerio de Defensa y a la Cancillería a evaluar el riesgo de que una empresa con conexiones con el Reino Unido se instale en Tierra del Fuego para manejar información sensible en una zona cercana a las islas Malvinas ocupadas ilegalmente por Gran Bretaña", explicó a El Cronista un destacado funcionario del Gobierno que en las últimas horas siguió el tema con el ministro Taiana y el canciller Cafiero.

También se analizó que los radares de alto alcance están a 500 km de distancia de las Islas Malvinas, un "territorio ocupado por una potencia extranjera que a su vez es aliada de quien está interesado en colocar esas antenas", dijeron en el Gobierno.

Además, se supo que cuando Manzur tomó la decisión de avanzar con el proyecto de LeoLabs el ministro Taiana había solicitado que se pidiera la opinión del Ministerio de Defensa que no había sido consultado en relación al proyecto.


En su momento, el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley había publicado en marzo pasado un tuit donde sostenía que "Ushuaia no es sólo un lugar excelente para observar las estrellas, también es un punto clave para que la empresa espacial estadounidense @LeoLabs_Space colabore con empresas y gobiernos de todo el mundo en la protección contra los desechos espaciales. #SpaceSafety". 

En el Gobierno aseguran que el entonces jefe de Gabinete no estaba al tanto del origen de LeoLabs y que fue un "error" que se le habría pasado. Aunque los que conocen a Manzur saben que este tipo de deslices no son propios de él.

domingo, 5 de agosto de 2018

Versión británico-chilena del ataque al HMS Invincible (Parte 1/2)

El ataque a la Task Force del 30 de mayo de 1982

Una visión exclusivamente británica de los acontecimientos



Parte 1 | Parte 2


Enviado por el .magíster Mariano Pablo Sciaroni- ponencia en el III Congreso Internacional de Historia Aeronáutica Militar Argentina (septiembre de 2014). Actas del congreso disponibles en la Dirección de Estudios Históricos, Fuerza Aérea Argentina. El ataque del 30 de mayo de 1982, llevado a cabo por aviones Super Etendard de la Aviación Naval y A-4C Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina, resulta una de las acciones más controversiales del conflicto por nuestras Malvinas.

Lo que aquí se expone, resulta un relato de los hechos según fueron apreciados exclusivamente por los miembros de la Fuerza de Tareas Británica.
Este ensayo, entonces, resulta un análisis parcializado de los siete minutos de aquella tarde. No se tomaron en cuenta documentos ni testigos argentinos, ni tampoco análisis británicos o de otros países que siquiera intentaran conjugar las dos visiones de este particular evento. Solamente se analizan documentos oficiales británicos, libros que escribieron los protagonistas de los hechos o de historiadores que los entrevistaron, así como se incorporan testimonios directos.

Realmente, el objetivo de este trabajo no es arribar al esclarecimiento absoluto del ataque, ni tampoco plantear una visión equilibrada del mismo. El fin, muy modesto, es solamente intentar relatar lo que los marinos británicos dicen que sucedió dicho día. Es decir, reconstruir, en la medida de las posibilidades, una parte de la verdad.

Vale indicar que muchas veces se consideró que la “versión británica” indicaba que se había impactado al casco del SS Atlantic Conveyor (hundido días antes), que el Exocet había sido derribado en vuelo, así como surgían otras respuestas cambiantes, algunas pareciera malintencionadas. Esperemos que este pequeño ensayo traiga a luz acerca de lo que resulta la versión definitiva desde la Fuerza de Tareas.
Como se verá, este relato no carece de contradicciones y, muchas veces, deja más preguntas que respuestas. Esclarecer esos interrogantes, sin embargo, quedará para investigaciones futuras.



I.-


Para el grupo de batalla de portaaviones británico, al comando del Almirante John Forster “Sandy” Woodward, la tarde del 30 de mayo de 1982 discurría sin demasiados sobresaltos.

Si bien el ataque de Exocet que había impactado (y luego hundido) al portacontenedores SS Atlantic Conveyor había demostrado la capacidad argentina de ingresar al corazón de la flota, no se habían tomado medidas adicionales para la protección de los dos vitales portaaviones, el HMS Hermes y el HMS Invincible.

Careciendo de alerta aérea temprana embarcada, la primera alarma de un posible ataque provenía de los submarinos estacionados frente a las costas argentinas (1), así como un radar de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) desde un cerro en las cercanías de Punta Arenas (2) barría, con su alcance de 200 millas náuticas, las bases de Río Grande y Río Gallegos. En ambos casos, más las noticias que podían dar tropas especiales en el territorio continental (3), la información recolectada llegaba directamente al portaaviones HMS Hermes por un canal seguro, distribuyéndose luego a los otros barcos.De tal forma, se contaba con un preaviso de 30 a 40 minutos, tiempo que demoraba un avión en llegar desde el continente a un blanco en Malvinas o sus cercanías.

Pero el submarino HMS Valiant, un nuclear al mando del Commander (Capitán de Fragata) Tom Le Marchand, operando en las cercanías de Isla de los Estados, no realizó detecciones de significancia que pudieran poner en preaviso a la flota (4). Vale indicar que, el día anterior, había detectado y clasificado en forma electrónica un radar de Super Etendard (5). Sin embargo, información sobre un posible ataque aéreo (“Alerta Amarilla”), proveniente de otras de las fuentes mencionadas, arribó a las 1645z (6). Cuarenta minutos después, sin que nada sucediera, la alerta fue cancelada.Los buques británicos en alta mar, por tanto, ya no esperaban ninguna acción enemiga.

En ese momento, el núcleo de la flota, centrado en el HMS Invincible, se encontraba a unas 110 millas náuticas de Puerto Argentino, al radial 080º (7), con una disposición que daba la máxima protección posible a un ataque aéreo desde el Oeste y el Nor-Oeste.

Aquí, cabe recordar que el ataque anterior con Exocet (el 25 de mayo) había venido del cuadrante Norte y, especialmente, la inteligencia británica había estimado que los Super Etendard de la 2da Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque (únicos que podían lanzar los misiles aire/mar franceses) del Comando de Aviación Naval podrían estar operando desde la pista de Puerto Deseado (8).

Este convencimiento prosiguió varios días más y, tan fuerte resultaba, que el 2 de junio se ordenó a una tropa de SBS (Special Boat Service), a bordo del submarino HMS Onyx, que desembarcara en proximidades de dicha localidad y destruyera las instalaciones aéreas. Dicha misión fue cancelada al día siguiente, cuando el submarino se encontraba ya en navegación (9).

Volviendo a la disposición de la flota, tres destructores con misiles antiaéreos Sea Dart se encontraban en un semicírculo que, como un escudo, le daba protección. Desde el norte al sur, los HMS Bristol (Tipo 82), HMS Cardiff y HMS Exeter (estos dos del Tipo 42) vigilaban los cielos de aeronaves enemigas, estando ubicados a una distancia entre 35 y 20 millas náuticas del núcleo.

Como protección del anillo intermedio, y especialmente dando cobertura antisubmarina, entre 5 y 10 millas del centro de la formación, se encontraba la fragata Tipo 21 HMS Ambuscade, así como el destructor Tipo County HMS Glamorgan, ambos con misiles de menores prestaciones. En las cercanías de la Ambuscade operaba la fragata clase Leander HMS Andromeda. El anillo cercano y el núcleo de la fuerza (cuyo guía del día era el RFA Regent), incluía a más fragatas (por ejemplo, las HMS Plymouth y HMS Alacrity) otros importantes buques logísticos, de desembarco y al HMS Invincible (10).

Inusualmente, el portaaviones no tenía ese día ningún buque de escolta cercana (11) armados con los letales misiles Sea Wolf. El Invincible también tenía otro problema: ese día reportaba fuera de servicio a su propio sistema misilístico Sea Dart (12).El otro portaaviones, el HMS Hermes, por su parte, se encontraba a unas 7 millas náuticas al norte del Invincible (13).

Vale agregar que el clima no era malo, con visibilidad de 10 millas náuticas, limitado solamente por algunos chubascos aislados (14).

II.-


La calma del día se vio alterada a las 1730z (15), cuando el operador del equipo FH5 (un HF/DF de tecnología de tubo y con orígenes en la Segunda Guerra Mundial (16)) del Exeter detectó voces en español, en frecuencia 12.333khz. Si bien no se pudo precisar que decían dichas voces o (por incapacidad del equipo), determinar su procedencia, se emitió inmediatamente una alerta roja a la flota, ante la posibilidad que un ataque aéreo se estuviera materializando (17).

En ese momento, el Lynx HAS.2 de la fragata HMS Andromeda (XZ-722, llamado afectuosamente “Arfa”), con el Lieutenant Commander (Capitán de Corbeta) Bob McKellar como comandante y el Lt. (Teniente de Navío) Larry Jeram Croft a los controles (en la Royal Navy, el comandante de la aeronave es el oficial de mayor graduación, sea este el piloto o no), se encontraba en vuelo a unas 15 / 20 millas al Oeste del Exeter (18). El vuelo era relajado y la tripulación tenía la tarea de proveer alerta temprana, para lo cual, además de la detección visual, contaba con un equipo de vigilancia electrónica (MAE) “Orange Crop”, originalmente diseñado para interceptar y localizar transmisiones originadas en submarinos (19). Asimismo, poseía instalado un equipo de contramedidas electrónicas.

“Éramos el único Lynx en alerta temprana – todos los helicópteros Lynx de la flota lo hacían por turnos. El equipo de contramedidas electrónicas no era necesario para esta tarea; el equipo importante era el “Orange Crop” nuestro MAE, el cual todos los Lynx tenían para entonces. Era la única forma de la cual, desde el aire, podíamos detectar con suficiente preaviso al radar del Etendard. Los helicópteros, patrullaban entonces por delante de la Fuerza, escuchando para una detección temprana. De repente, el “Orange Crop” detectó un radar, que era claramente de Etendard. Llamamos al controlador del Hermes e informamos un contacto al sur. Al mismo tiempo, uno de los buques alertó sobre el radar y confirmó la detección (20)”.

Efectivamente, a las 1731z, los equipos de guerra electrónica del Exeter (del modelo UAA1), detectaron la emisión de un radar Agave (21) (de Super Etendard), al sur de la formación. Al grito de “Handbrake” (la palabra clave que designaba la detección de ese radar) la flota se preparó para lidiar con un nuevo ataque misilístico. Inmediatamente, la Ambuscade y el Glamorgan corroboraron la información, haciendo saber que también recibían las emisiones de ese radar aéreo (22).

El AB (Cabo Segundo) Ken Griffiths, operador de radar del Cardiff se encontraba tras una de las pantallas en ese momento: “La alerta de radar fue transmitida por UHF y HF, por las frecuencias de los coordinadores de defensa aérea. Asimismo, el Exeter subió la información al Data Link 10, yo lo pude ver en el radar. Link 10 es un método de transmitir lo que ves en el radar en forma encriptada a otros radares de la flota. Usa UHF y HF y, básicamente, se ve lo que otros buques ven. En teoría, reemplazaba a los reportes vía radio entre buques, pero realmente no era el caso en 1982 (23)”.

Teniendo en cuenta los perfiles de anteriores misiones argentinas, se asumió que un ataque con Exocet era inminente (código “Zippo 4” (24)), por lo que la respuesta automática de las unidades de la flota (hay que recordar que los buques requisados carecían de estas autodefensas (25)) fue el lanzamiento de chaff, pequeñas laminillas de metal especialmente cortadas. La idea, como todo chaff lanzado en patrón “Delta”, era conseguir lograr falsos ecos que pudieran confundir al atacante.

Con una recarga de chaff limitada al esfuerzo manual, lo que se tenía ordenado (para un buque tipo destructor/fragata) era el lanzamiento de doce cohetes frente a una alarma Zippo 4, a los fines de poder efectuar un nuevo lanzamiento casi inmediato de cuatro cohetes en caso de necesitarse (había solamente dieciséis cohetes cargados y listos) (26). También, siguiendo directivas preacordadas, las unidades giraron para mostrar la aleta de estribor a los atacantes (27).

Un minuto más tarde (1732z) el radar Tipo 1022 del HMS Exeter detectó 3 contactos al sur y a 28 millas, pudiendo también el operador del radar 992 del Invincible establecer contacto con dos bandidos (28). En el mismo momento, el equipo MAE de la Ambuscade informó que los parámetros del Agave detectado se modificaban hacia un pulso corto y alta repetición. Se consideró que el piloto enemigo buscaba mejor discriminación en su pantalla o, directamente, se trataba de la emisión de otro avión.

A proa, el lanzador de Sea Dart del HMS Exeter giró abruptamente y, con dos blancos enganchados (uno en cada radar 909 dentro de los característicos radomos blancos), en rápida sucesión lanzó los misiles listos, que se elevaron dejando una voluminosa estela de humo. El buque, con las mejoras Batch II de su clase, se beneficiaba con los últimos adelantos en equipos y software, así como su comandante era especialista en Guerra Electrónica y Comunicaciones.

Todo ello le daba, finalmente una ventaja de hasta quince segundos para llegar a disparar, comparados con los más anticuados Tipo 42 Batch I, como el Cardiff (29). Los misiles, con rumbo sur, se desprendieron del acelerador y comenzaron su rumbo de interceptación de los enemigos que se acercaban, perdiéndose de vista.

III.-


La fragata (Tipo 21) HMS Avenger, se encontraba en dicho momento fortuitamente al sur del Exeter, en camino desde el corazón de la flota hacia Malvinas, para intentar desembarcar a 24 hombres del SBS en el área de Playa de los Voluntarios, al norte de Puerto Argentino; la operación, programada para la noche anterior, había sido abortada entonces debido a una falla en el helicóptero del buque (30).



Previo al ataque, se encontraba en absoluta calma, tal es así que se había dado orden a la tripulación para reposicionar un cañón Oerlikon de 20 mm (31) durante parte del tránsito en alta mar. En vuelo casi estacionario, en las cercanías de la popa de la fragata, se encontraba un helicóptero Wessex V (Yankee Delta, del 848 Naval Air Squadron), que debía dejar repuestos en el buque (32).

Al recibirse la alarma, en la Sala de Operaciones del Avenger se reportó al ataque como aproximándose desde el norte, en lugar del sur (el mensaje del Exeter no fue suficientemente claro, tal es así que se reportó de igual forma en el Invincible). Entonces, la fragata viró para poner su popa y su lanzador de misiles Sea Cat hacia la presunta dirección de la amenaza, a la vez que lanzaba contramedidas y aumentaba su velocidad para escapar del área del ataque (33).

Se ordenó, entonces, al Wessex (que casi había sido impactado por los cohetes de chaff lanzados) alejarse del barco, lo que hizo solo parcialmente, quedando en las cercanías de la popa (34).
A las 1733 hs, 3 minutos después de la alerta roja (y por 30 segundos), la Avenger pudo detectar emisiones radáricas, así como su propio radar 992 detectó dos ecos a 22 millas náuticas, los cuales, desde el sur, llevaban rumbo norte (35)..

Claramente, el buque estaba navegando hacia el enemigo (y no alejándose de él), por lo cual el chaff lanzado estruendosamente estaba quedando detrás y sería de escasa utilidad. El comandante Hugo White decidió que no podía arriesgarse a intentar revertir el curso y, con esa maniobra, presentar su buque como un blanco de costado, sino que redujo su velocidad al mínimo (36).

Casi simultáneamente y a unas cuantas millas de distancia, el siempre vigilante (y muy bien equipado) cuarto de operaciones del Exeter estimó se había producido el lanzamiento de un misil a 22 millas náuticas al sur, corroborado muy poco después por la Avenger, que consideró que el lanzamiento se había llevado a cabo al 160º y a 15 millas de su posición.

Inmediatamente, se empezaron a recibir emisiones del propio radar del misil Exocet, el cual, entonces, ya se encontraría buscando el blanco asignado por los pilotos de Super Etendard (37).“Zippo 1” fue transmitido entonces por la red (“misil detectado a muy corta distancia”) y, mecánicamente, las unidades de la flota lanzaron una nueva cortina de chaff, ahora destinada a confundir la cabeza buscadora del misil.

En el Cardiff, millas detrás, la situación era confusa, según uno de sus operadores radar:
“Recuerdo claramente ver al Exocet y hasta tres otros contactos intermitentes. No recuerdo exactamente distancias, pero creo que serían 15 millas náuticas o menos. No los veníamos en cada vuelta radar (del 992) y era muy difícil determinar cuántos contactos había allí. Era dolorosamente confuso y a nosotros (Cardiff) no nos quedaba nada claro lo que pasaba (38).”

IV.-


Luego de detectarse el lanzamiento del misil, tres buques de la cortina informaron detectar el giro y alejamiento de aeronaves (una o dos, según quien lo informara), así como múltiples contactos que, a 527 nudos, mantenían rumbo norte (39). Sin embargo, en los caóticos segundos que pasaban, con una explosión en el horizonte, se estimó que a las 1734z el segundo misil lanzado por el Exeter había impactado a su blanco.

Desde el radar del HMS Invincible el operador notó claramente las consecuencias de una gran explosión, que se mantuvieron en pantalla durante tres vueltas de radar (40). No es claro que pasó con el primer misil del destructor, pero su lanzamiento asustó a la tripulación del Lynx de la Andromeda, el cual se encontraba todavía en las cercanías de la zona del ataque:
“Habíamos realizado nuestro trabajo y mucho más no podíamos hacer, ya que estábamos muy lejos para encender el equipo de contramedidas electrónicas. Decidimos que lo mejor sería escapar. Aceleré a nuestra velocidad máxima de 150 nudos, apuntando a un gran Cumulus que se encontraba en camino hacia el núcleo de flota. Nunca llegamos ahí. De repente, un tono continuo brotó del “Orange Crop” y Bob inmediatamente reconoció que un radar 909 nos tenía enganchados. Miró sobre su hombro izquierdo y pronunció estas palabras inmortales: “mierda nos están tirando”. Giré rápidamente el helicóptero hacia la izquierda y miré, para ver el humo de un misil Sea Dart que se dirigía hacia nosotros. Sabía que estábamos muertos. Hasta el día de hoy no tengo idea que nos salvó la vida, pero en una reacción instintiva comencé a perder altitud. Lo estabilicé a 2000 pies, para ver una larga llamarada en el horizonte (41)”.
Desde el Exeter, se encontraban conscientes que los misiles cruzarían cerca del helicóptero, pero se decidió lanzar igual:



“Teníamos un helicóptero Lynx en el azimut del lanzamiento, que volvía de una misión de búsqueda de superficie. Debía estar asustado, ya que tenía un equipo de guerra electrónica que había detectado a los radares 909, creyendo entonces que los habíamos enganchado con un misil. Les gritamos para que se quedaran quietos y asciendan, porque sabíamos que el ataque argentino vendría a baja altura. Queríamos que salieran del medio. No creo que nos hayan escuchado... Por suerte no le pegamos al helicóptero (42)”.

Para dicho momento, el Exeter ya tenía en el aire a un tercer misil, el cual consideró que 30 segundos más tarde (a las 1734z y 30 segundos) había hecho impacto en otro avión. Según el operador radar, a pesar de los derribos los contactos se abrían e insistían en el ataque.
El comandante de la Exeter, Hugh Balfour, señalaba sobre los lanzamientos:
Una emisión de radar fue detectada y corrimos hasta nuestras estaciones, colocándonos las máscaras antiflama y cerrando puertas y escotillas. Un grupo de contactos apareció en el sur, nuestro sector, a unas 30 millas. La velocidad de la acción fue considerable, pero nuestro sistema de misiles probó su capacidad en alta mar. Enganchamos y disparamos tres misiles Sea Dart, asustando al primer blanco e impactando a los demás, todo en el espacio de un minuto y medio (43).

Al sur de esa posición, la HMS Avenger seguía el ataque con su propio radar. Su cañón, un Vickers Mk. 8 de 4.5 pulgadas, se encontraba listo para hacer fuego sobre el azimut informado de los incursores (calibrado para hacer explotar los proyectiles a 4300 metros a proa), así como una ametralladora liviana sobre el ala del puente estaba preparada para disparar. El cañón de 20 mm se encontraba todavía en camino para ser instalado en la cubierta de vuelo (44). No había otras armas antiaéreas disponibles.

La Avenger, asimismo, recargó y lanzó una nueva cortina de chaff, considerando su comandante que, para ese momento “había descartado cualquier sentimiento de economizar” (45). A las 1737z, desde la HMS Avenger, que seguía maniobrando a baja velocidad para evitar salir de la nube de chaff, se reportó estar bajo ataque de 3 Skyhawk. En los demás buques, se sorprendieron al enterarse que no se trataba de un ataque exclusivamente de Exocet (46).

El cañón fue cambiado a control de emergencia y disparó una barrera de proyectiles de fragmentación para explotar a corta distancia (47), así como se iniciaba fuego con la única ametralladora disponible. Uno de los aviones resultó derribado en las inmediaciones, estimándose por explosión de las propias bombas o por el fuego antiaéreo (48). El buque no informó ningún daño (ninguna de las bombas que cayeron sobre el mar explotó (49)), pero se anotó haber derribado un Exocet con las primeras salvas del cañón de 4.5 pulgadas y, en retrospectiva, también un Skyhawk.

El Lt. Commander (Capitán de Corbeta) Tony Bolingbroke, Primer Oficial del buque, se encontraba en el puente del Avenger al momento del ataque:
“Nuestra tripulación está segura que nosotros derribamos un Exocet, pero yo no lo creo. Si derribamos uno de los 3 o 4 A-4 que nos atacaron, pero como el Exeter derribó un Skyhawk con un misil Sea Dart que efectivamente pasó sobre nosotros, se puede uno imaginar las explosiones y el ruido, para no hablar de la adrenalina. Los A-4 que siguieron el ataque volaron directamente hacia el Avenger y estaban volando tan bajo que yo (parado en el puente y haciendo una especie de comentario para los tripulantes que estaban en cubiertas inferiores) me encontré mirando para abajo para encontrarlos, y pasaron tan cerca que pude ver sus caras.
Agradezco que sus bombas fallaran (50)”.

El Jefe de Armas Bill Jarvis tambien se encontraba en el mismo lugar, cerca del Primer Oficial:
“Observé a los tres Skyhawk mientras se aproximaban, dos directo por babor hacia proa, y uno directo por estribor a proa, meneándose y surcando rápidamente las olas, rápido y bajo. Enfoqué mis binoculares sobre el más próximo sobre babor a proa y pensé lo funesto que parecía, enfilando directo hacia nosotros, hacia mí. Mientras el avión alcanzaba la proa, el Primer Oficial dio la orden “Cubrirse!”, y todos nos tiramos sobre cubierta, cara abajo, con las manos sobre la nuca. El Primer Oficial aterrizó virtualmente encima mío. Los dos aviones a babor volaban por debajo del nivel de las ventanas del puente y lanzaron 3 bombas inofensivas en el mar. El avión de estribor lanzó su bomba justo delante del buque y, mientras su bomba caía al mar, dio vuelta por babor y dio una voltereta cayendo sobre la superficie del mar sobre nuestra banda de estribor (51)”.

Inmediatamente luego de la comunicación del Avenger, el radar del Invincible reportó dos contactos alejándose a gran velocidad del barco atacado. El Exeter los seguía manteniendo enganchados en su sistema Sea Dart, pero su comandante, Hugh Balfour decidió no lanzar sobre los dos aviones que se alejaban hacia el Oeste. Más allá que se había ordenado a los Sea Harrier interceptar al enemigo en retirada, lo cierto es que solo poseía siete misiles en su santabárbara, y ninguna perspectiva de ser reaprovisionado en los días venideros (52).

Por su parte, el Cardiff seguía sin lograr fijar a los aviones en sus radares de tiro:
“No se pudo enganchar a ningún contacto. Tratamos de usar los contactos del Link 10 del Exeter para que los tomen nuestros radares 909, así como nuestros operadores se desesperaron para lograr nuestros propios enganches, pero no pudimos pasar a ninguno de los atacantes al (sistema) Sea Dart (53).



martes, 14 de marzo de 2017

UK compra radares y sistemas israelíes y suecos para la defensa de la ocupación

Reino Unido refuerza defensas en Malvinas y genera polémica

El gobierno británico adjudicó contratos por valor de 153 millones de libras esterlinas (187 millones de dólares) para equipar a las Islas Malvinas con un nuevo sistema de defensa aérea, lo que ya generó polémica en Europa.



Un futuro lanzador de un sistema de defensa aérea local preparado para lanzar un misil conjunto antiaéreo modular durante ensayos [Picture: MBDA]

En 2015, el secretario de Defensa, Michael Fallon, había anunciado que Gran Bretaña gastaría 280 millones de libras esterlinas en los siguientes diez años para renovar y fortalecer la defensas de las Islas Malvinas.

Entre la actualización de los equipos de defensa se encuentra la instalación de un sistema de comunicaciones mejorado en la sede militar de Monte Agradable, así como el reemplazo de los misiles de defensa aérea Rapier que quedarán fuera de servicio hacia finales de esta década.

Los acuerdos que recién ahora se volvieron públicos incluyen también la adjudicación de un contrato por parte de los británicos a una empresa israelí para proporcionar un sistema de defensa remoto del archipiélago.

El principal contrato adjudicado por el Ministerio de Defensa de Israel, con un valor de 78 millones de libras esterlinas (95 millones de dólares), fue firmado en enero pasado con el sistema Rafael Advanced Defense Systems de Israel para desarrollar una red de gestión, comando, control, comunicaciones, informática e inteligencia, informó el portal Mercopress.

El constructor de misiles MBDA y el proveedor de radares de vigilancia Saab (específicamente los Giraffe AMB) también recibieron contratos para instalar otros elementos al nuevo sistema terrestre de defensa aérea ya ordenado para las islas.

La corporación israelí Rafael Advanced Defense Systems, con la ayuda de los socios británicos Babcock, suministrará su Sistema Modular Integrado C4I de Defensa de Aire y Misiles, en una fase de desarrollo y fabricación que probablemente será completada en 2020.

Babcock, en tanto, se sumará a la actividad desde el Reino Unido con la gestión de proyectos y adquisición de hardware: sin embargo, el contenido de trabajo británico en el proyecto es del 40 por ciento, mientras que el resto llegará desde Israel.

Israel se aseguró el acuerdo tras haber entregado "la mejor solución técnica con la mejor relación precio-calidad", indicó un funcionario del Ministerio de Defensa británico, informó Mercopress.

Sin embargo, los ejecutivos de la industria en Europa reaccionaron con enojo por la concesión a la contratista israelí.

Doug Barrie, referente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, dijo que estaba desconcertado por la decisión: "Al menos en los papeles, esto parece un área delicada para otorgar a un socio no perteneciente a la OTAN o no europeo. Hubiera pensado que el gobierno podría haber querido permanecer más cerca de casa con esta tecnología, ya que sin duda entra en el territorio de la capacidad operacional soberana", dijo.

domingo, 30 de agosto de 2015

Reino Unido compra radares suecos para protegerse de ningún posible ataque aéreo argentino

Gran Bretaña avanza en el refuerzo militar para Malvinas
Tras el llamado al diálogo del Papa, el gobierno británico instalará un nuevo sistema de radares anti-aéreos en las Islas. Infobae había anticipado los cambios en marzo


Los ingleses pagarán u$s74 millones por los nuevos radares Giraffe para Malvinas


El Reino Unido dio inicio a su plan para profundizar la militarización de las Islas Malvinas. En marzo, el gobierno de David Cameron anunció un refuerzo presupuestario de u$s267 millones por el supuesto riesgo de un conflicto con la Argentina. Ahora, esa inversión fue puesta en marcha: antes de fin de año, el primer radar del nuevo sistema anti-aéreo estará en funcionamiento.

La puesta en marcha fue anunciada por la firma SAAB, una compañía sueca de material bélico. A través de un comunicado, la empresa anunció la firma de un acuerdo por unos 74 millones de dólares con el Ministerio de Defensa británico para proveer a las Islas con su sistema de radares Giraffe y actualizar los existentes.

Los radares Giraffe son un sistema de detección anti-aérea montado sobre camiones, lo que permite su desplazamiento a través del territorio. De acuerdo con el comunicado emitido por SAAB, pueden detectar aviones que se encuentren dentro de un radio de 120 kilómetros. El primero de ellos será instalado en el archipiélago antes de fin de año.

El Ministerio de Defensa británico fue consultado sobre el acuerdo por la prensa de ese país, pero los funcionarios prefirieron no hacer declaraciones al respecto.

La cuestión Malvinas volvió al centro de la escena la semana pasada luego de que el papa Francisco fuera fotografiado con un cartel para llamar al Reino Unido y la Argentina al diálogo.

Medios e incluso diplomáticos ingleses consideraron que el Sumo Pontífice fue "engañado" para sostener el cartel, pero una de sus mejores amigas negó esa posibilidad: en su columna del diario Crónica, Alicia Barrios aseguró que Francisco era plenamente consciente de lo que hacía cuando se tomó la foto.

A principios de año, el gobierno británico anunció un refuerzo en la defensa militar de Malvinas con el envío de dos helicópteros Chinook y una inversión de 180 millones de libras (unos 267 millones de dólares) que se destinará a la infraestructura militar y civil del lugar en los próximos diez años.

Aquel comunicado fue realizado apenas horas después de que la prensa de ese país publicara un supuesto plan argentino para recuperar las Islas con ayuda de Rusia, en momentos en que la tensión entre Vladimir Putin y el resto de las potencias europeas había llegado a uno de sus máximos picos.

Infobae

martes, 10 de febrero de 2015

El coraje y la hombría chilena en el conflicto

El británico en el frente chileno
Que pasa



Hace más de 30 años, el oficial de la fuerza aérea británica Sidney Edwards fue escogido para la que sería la misión de su vida. En medio de la guerra de las Malvinas, él tendría que lograr el apoyo de Chile contra Argentina. Cuando los documentos oficiales en su país fueron desclasificados, Edwards decidió relatar su historia en un libro, que hoy está a punto de publicar. Ahora cuenta su experiencia por primera vez en una entrevista, y detalla la colaboración chilena en el conflicto.
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“El general Matthei era un hombre muy pragmático y sabía que si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del Beagle. Lo otro que sabía es que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas”.
Patricia estaba preocupada. Era 1982, la guerra acababa de empezar y ahora estaban ordenando a su esposo, de un día para otro, dejar su trabajo en Londres. Más que eso, ella no podía saber. “Patricia se había acostumbrado al hecho de que a veces no le podía contar lo que estaba haciendo”, recuerda Sidney Edwards, su marido y, en esa época, oficial de la fuerza aérea británica. “Como hablas español bien y por tu experiencia, obviamente esto tiene que ver con las Falklands”, le dijo Patricia. Él simplemente sonrió y dejaron de hablar del tema. Un par de días después estaba en un avión rumbo a Sudamérica.

“Más tarde me diría que pensó que yo estaba en Argentina todo ese tiempo, espiando, y eso la tenía muy preocupada. Me dijo también que si hubiera sabido que estaba en Chile no se habría preocupado tanto”, explica desde Inglaterra el aviador retirado, quien está a punto de publicar en su país el libro My Secret Falklands War (de la editorial británica Book Guild). Nacido en 1934, cuando los argentinos invadieron las Malvinas, Sidney Edwards era un experimentado oficial de 47 años. Antes había sido agregado aéreo en Madrid -donde aprendió español- y, además de ser piloto, tenía conocimientos de inteligencia y de operaciones conjuntas con las otras ramas de las fuerzas armadas. “Tenía una combinación inusual de elementos que se necesitaban para esta misión”, dice Edwards.

Su objetivo era conseguir y coordinar el apoyo del gobierno de Chile a la defensa británica de las islas del Atlántico Sur. Antes de tomar un avión, vestido de civil, hasta Santiago, Edwards tuvo sólo dos días para armar la maleta y preparar su viaje. En ese tiempo, se reunió con Miguel Schweitzer, embajador chileno en Londres, y Ramón Vega, quien era agregado aéreo en esa misma ciudad y quien mucho después llegaría a ser comandante en jefe de la Fuerza Aérea. Ya en el vuelo, por fin pudo pensar en su estrategia en Chile. “Me puse a planear cómo aproximarme al general Fernando Matthei, cómo le explicaría lo que queríamos lograr”, dice Edwards.

Una vez en Santiago, Edwards partió directo a la embajada de su país. En la tarde ya tenía agendada una cita con el comandante de la Fuerza Aérea. “El general Matthei me dio la mano cálidamente”, dice Edwards en su libro. “Me ofreció cooperación total dentro de los límites de lo práctico y de lo diplomáticamente posible. Enfatizó la necesidad de mantener el secreto”. El británico le dijo que entendía la delicadeza de las relaciones entre los dos países y continuaron conversando.

“No pude creer la cooperación que logré con él y, por supuesto, con el resto de sus oficiales”, recuerda Edwards. “Obviamente el general Matthei era un hombre muy pragmático y sabía dos cosas clave: que si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del canal Beagle. Lo otro es que Matthei sabía que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas que normalmente no habrían conseguido”.

En su libro, Edwards describe todas estas reuniones entregando nombres y detalles, a pesar de que las pocas notas que podía tomar debía destruirlas de inmediato. “Éste fue un periodo muy relevante en mi vida y lo tengo muy fresco en mi memoria”, dice.



UN RADAR MIRANDO AL ESTE

El sonido de un teléfono lo despertó súbitamente. Sin entender muy bien qué pasaba, Edwards miró el reloj en su velador. Eran las tres de la mañana y lo llamaban de la embajada: tenía mensajes de Londres y debía ir a verlos. “Caminé rápidamente por las calles desiertas”, recuerda Edwards. “Me había olvidado que había toque de queda hasta las cinco de la mañana. Tuve suerte de no ser arrestado o incluso tiroteado”.

A pesar de este tipo de preocupaciones, para su misión fue útil encontrarse en una dictadura. Todo se conseguía rápido: a los pocos días ya tenía un carné de identidad y una licencia para manejar. Vivía con un pie en la embajada británica y otro en las oficinas centrales de la Fuerza Aérea chilena. Desde ahí coordinó el uso de un radar de largo alcance en Punta Arenas, que permitía ver los movimientos aéreos en Ushuaia, Río Gallegos, Río Grande y Comodoro Rivadavia. “El general Vicente Rodríguez y yo acordamos que crearíamos un sistema para poner esta información al alcance de la fuerza en la misión”, explica Edwards en su libro. También coordinó, junto con Londres, la llegada a Santiago de un equipo del Servicio Aéreo Especial británico (SAS)  con un sistema satelital de comunicaciones seguro.

Además, comenzó a ver la posibilidad de usar un aeropuerto chileno para misiones Nimrod, que permitían volar a gran altura cerca de la frontera con Argentina y obtener información de lo que pasaba en ese país. Matthei prefirió no usar bases en el continente, pero no tuvo problemas con aprovechar la pista de aterrizaje ubicada en la isla San Félix, a 892 kilómetros de la costa chilena, a la altura de Chañaral. Unos cuantos aviones británicos llegaron para ésta y otras labores, pintados con los colores chilenos. En la isla, a cargo de la Armada, el almirante José Toribio Merino había ordenado darles todas las facilidades. “Fueron probablemente cinco vuelos de reconocimiento o algo así. Su importancia fue que nuestra inteligencia en ciertos aspectos de las fuerzas argentinas no era mucha, porque nunca esperamos tener problemas con ellos”, dice Edwards.

Mientras tanto, el oficial inglés llevaba una cuenta de los aviones derribados, buques hundidos y tropas heridas. “Junto con mis colegas chilenos estábamos de acuerdo en que los pilotos argentinos estaban mostrando un gran coraje”, dice. En Londres, los mensajes cifrados que mandaba Sidney Edwards desde Santiago se comenzaban a hacer famosos entre ese pequeño círculo que estaba a cargo de dirigir la guerra. Llegó a escuchar que hasta la primera ministra Margaret Thatcher se refería a ellos con el nombre informal con que fueron bautizados: los “sidgrams”.

“Mi opinión personal, y creo que es similar entre mis jefes del Ministerio de Defensa y la primera ministra Margaret Thatcher, es que la ayuda que logramos de Chile fue absolutamente crucial”, dice Edwards. “Sin ella, habríamos perdido la guerra”. En ese sentido, la principal contribución, de acuerdo a Edwards, fue la información del radar chileno en Punta Arenas. “Lo más importante fueron los avisos tempranos de ataques aéreos”, dice el ex piloto. “Sin éstos, cuando tienes un fuerza de mar sólo con una pequeña defensa aérea, como teníamos, habríamos tenido que montar patrullas aéreas de combate carísimas y aviones volando constantemente, listos para interceptar intrusos”. Edwards cree que esto evitó muertes en ambos lados y, finalmente, hizo que la guerra fuera más corta.



TENSIÓN EN PUNTA ARENAS

Casi a la medianoche del 18 de mayo de 1982, en las afueras de Punta Arenas, un helicóptero Sea King británico yacía ardiendo cerca del mar, vacío. Dos horas después, el teléfono de Sidney Edwards nuevamente lo despertaba en Santiago. Era el general Vicente Rodríguez. “Estaba extremadamente agitado”, escribe Edwards en su libro. “Necesitaba saber urgentemente qué estaba pasando, porque él y el general Matthei estaban recibiendo muchas críticas de parte del general Pinochet, que quería saber qué hacía un helicóptero británico en Chile”.

Durante todo su tiempo en Chile, Edwards nunca habló con Pinochet. Pasó al lado suyo un par de veces y sabe que, en algunas ocasiones, Pinochet estaba en la oficina de al lado, pero nunca se presentaron. “Eso fue hecho deliberadamente. Él quería tener una especie de cláusula de escape, para poder negar que tuviera conocimiento de mí”, explica el inglés. “Me parece que lo que quería hacer era  que si cualquier cosa salía mal, él podría decir: fue Matthei, yo no sabía lo que él estaba haciendo”.

En el caso de este helicóptero, Edwards dice que tampoco sabía lo que había pasado. Preguntó a Londres y le explicaron que, mientras tanto,  dijera que había sido una falla en una misión de reconocimiento de rutina. “Los diarios y canales de televisión en Chile pronto comenzaron a reportear la historia”, recuerda el oficial. De a poco el interés en la noticia empezó a disminuir, pero había un periodista que no dejaba de investigar el tema. Edwards se lo comentó a sus pares chilenos: dijo que estaría feliz cuando el periodista decidiera poner su atención en otros temas y, poco tiempo después, lo hizo. “Cuando le pregunté a Patricio (Pérez, oficial de la FACh) sobre este reportero, él sonrió y me dijo: ‘No te preocupes, él está vivo, pero muy asustado’”, recuerda Edwards. “Me sentí muy mal por este periodista”, escribe el inglés en su libro.

 Días después aparecieron tres tripulantes del helicóptero, que se entregaron a las autoridades. Sidney Edwards tuvo que organizar, junto a la gente de la embajada, una conferencia de prensa para explicar qué había pasado. El piloto dijo que el mal clima lo había obligado a descender y abortar esta misión de rutina. Pensando que estaban en Argentina, se escondieron hasta que no pudieron más. Sin embargo, para Edwards era claro que esto era parte de algo mayor, como le autorizaron a revelar a la FACh más tarde. “Ésta era una misión sólo de ida, para dejar fuerzas especiales en el sur de Argentina, antes de que la tripulación volara a la frontera con Chile”, dice Edwards.

En secreto, entonces, Edwards y la FACh coordinaron mover a los oficiales de la SAS a Santiago. “Nunca escuché la historia oficial detrás de este incidente, pero después de la guerra pude tener una buena suposición de lo que había pasado”, dice Edwards, quien cree que el objetivo era inhabilitar los misiles Exocet argentinos y los aviones Super Étendard que los llevaban. Ésta sería una misión previa al plan final, que finalmente habría sido abandonado tras la caída de este helicóptero.

Argentina, de todas maneras, ya había usado gran parte de sus Exocets y, semanas después, el 14 de junio, las tropas trasandinas se rindieron. Murieron 255 británicos y 649 argentinos en total. Edwards se quedó unos días más en Santiago y recuerda haber celebrado en la discoteca Las Brujas. “Muchos de nuestros colegas chilenos se nos unieron allá y parecían tan contentos como nosotros con la victoria”, recuerda el piloto.

Edwards por fin pudo relajarse un poco más en Chile. Luego de unos días, le pidieron que volviera a Londres. Ahí recibiría la Orden del Imperio Británico por sus servicios. “Pero, para evitar atraer atención al vínculo con Chile, no me pondrían como parte de la lista de la guerra de las Falklands”, dice.

La razón de este honor debería permanecer en secreto. Hasta hoy.

viernes, 16 de enero de 2015

UK busca modernizar las defensas del territorio argentino de Malvinas

Gran Bretaña busca modernizar la defensa de las Malvinas
EL CONFLICTO POR LAS ISLAS
Una revista británica adelantó que renovarán los actuales equipos con misiles y radares de última generación.


La calle Thatcher drive en Puerto Stanley, la capital de las Malvinas

Natasha Niebieskikwiat - Clarín

Después de anuncios oficiales, y  trascendidos que demuestran los intentos del Gobierno por mejorar el estado de la paupérrima flota aérea nacional, ahora son los estrategas británicos los que piensan en mejorar su sistema defensa antiaéreo de tierra en las islas Malvinas, según asegura esta semana el influyente sitio Defensenews.com.

De confirmarse ésto, se entraría en otra inquietante escalada en el conflicto por la soberanía de las Malvinas. Hasta ahora, en el ámbito militar, Argentina venía acusando a los británicos de militarizar el Atlántico Sur y protestando ante cada ejercicio militar que alrededor del archipiélago suelen realizar las fuerzas reales del Reino Unido. Londres, por su parte, asegura que son de “rutina” .

El Reino Unido construyó en Mount Pleasant una titánica base militar donde también funciona un aeropuerto internacional. Según Defensenews, los británicos planean ahora reemplazar el viejo sistema de tierra en las islas por uno nuevo que incluye un Comando de Gestión de Batalla, Control, Comunicación, Computadoras e Inteligencia BMC4I, más un nuevo misil y un radar. Defensenews asegura que consultada una vocera del Ministerio de Defensa, ésta se sostuvo que estaban “valorando opciones para ver los requerimientos futuros”, lo que para el sitio militar remite a la defensa de corto alcance y aérea de tierra. Los sistemas según la información militar que dice tener el sitio harán que la futura defensa aérea de las islas estén conectadas al sistema de lanzamiento de misiles, que incluye según sostuvo la vocera, un radar jirafa.

En consulta de Clarín desde Buenos Aires, el Foreign Office contestó lo siguiente: “No estamos militarizando el Atlántico Sur. Nuestra postura militar general está basada en cálculos de la amenaza regular y en que las Islas Falkland permanezcan bien defendidas; no hacemos comentarios sobre detalles operacionacionales específicos. Permanecemos vigilantes y comprometidos en la defensa de los isleños de las Falklands”.

El Reino Unido maneja la Política Exterior y la Defensa de Malvinas. El año pasado gastó 63 millones de libras (U$S 95 millones) en la defensa de las islas. En Londres siguieron con preocupación un acuerdo firmado por Buenos Aires y Brasilia, para que esta última produzca 24 cazas Saab Jas 39 Gripen NG que Argentina quería comprar. Son suecos pero con ciertos componente británicos, por lo cual Londres usaría su derecho a bloquear la compra. Los británicos también observaron las versiones de que Argentina también estudiaba comprar aviones 12 Sukoi Su-24, supersónicos, a Rusia.