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martes, 27 de febrero de 2024

Comunicación entre la Antártida Argentina y Malvinas bajo ocupación británica

Histórica comunicación entre la Antártida Argentina y las Islas Malvinas






Un hecho de soberanía radial sin precedentes en los últimos 40 años, y con enorme emoción, se produjo minutos después de las 18 del último miércoles, cuando desde LRA36 Radio Nacional Arcángel San Gabriel, en la Base Antártica Conjunta Esperanza, lograron comunicarse con Daniela Badra docente y maratonista residente en Ushuaia que se encuentra en Puerto Argentino por 7ma vez. "Estamos haciendo soberanía radial", destacó Daniela.



Daniela habló sobre su recorrido, su vínculo con Malvinas, la emoción de cada visita al cementerio de Darwin y la participación de veteranos de Malvinas en esta actividad.
Badra es autora del libro "Malvinas, huellas por la paz" y hace unas semanas fue invitada a las bases antárticas Esperanza y Marambio a donde llevó tierra de nuestras Malvinas, lo cual se completo ahora llevando tierra de Antártida a Malvinas.



"Es una forma de unir nuestra provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, y que ese sentido de pertenencia, de arraigo y unión se vea reflejado en los valores que nosotros percibimos a través del deporte y la educación", declaró.



Y resaltó, que a través del conocimiento "vamos a poder recuperar la soberanía plena" de Malvinas.
Utiliza las teclas de flecha arriba/abajo para aumentar o disminuir el volumen.
Durante la entrevista conducida por Juan Carlos Benavente, desde LRA36 Radio Nacional Arcángel San Gabriel, con la participación del ingeniero Alejandro Álvarez y la operación técnica de Alejandro Petrecca, se destacó el trabajo estratégico de la Radio Pública y su valor como herramienta de construcción de soberanía.
https://www.radionacional.com.ar/historica-comunicacion.../

jueves, 27 de julio de 2023

Deportes: El golfista Grillo a un inglés: "No te metas con Argentina, pelotudo"

 

Grillo a un inglés: "No te metas con Argentina, pelotudo"

Emiliano Grillo y el Belgrano.

Olé

El chaqueño que acaba de salir 6° en el Abierto Británico se cruzó con alguien que le recordó el hundimiento del crucero General Belgrano en Malvinas.

 

Emiliano Grillo es el mejor golfista argentino de la actualidad. En la semana que pasó, coronada el domingo, obtuvo su mejor resultado en un Major de golf (como los Grand Slams de tenis), el Abierto Británico, en Liverpool, con un destacadísimo sexto puesto.

El chaqueño, además, es el único golfista nacional en actividad que ganó dos torneos del tour de la PGA, el circuito más importante del mundo. El último se lo llevó en mayo, el Charles Schwab de Forth Worth, por el que ganó un millón y medi de dólares y una camioneta.

Por eso no pasa inadvertido en el ambiente de la pelotita, ni siquiera para los fanas que suelen incluir cualquier tipo de comentarios en las redes. Incluso de los agresivos (sí, el golf también es víctima de los haters, aunque los golfistas no defiendan equipos ni colores).

Así le sucedió al argentino este martes, dos días después de su enorme performance en el Royal Liverpool Golf Club de Hoylake, donde quedó, con 278 golpes, a siete del ganador, el estadounidense Brian Harman. El hincha de River fue uno de los que lideró el Open el jueves, en el primer día, con 66 impactos.


Grillo, contento con su sexto puesto en el Open.

A partir de esa jornada, sobre todo, es que un usuario de Twitter le mandó un mensaje que Grillo, evidentemente, no pudo dejar de responder. "Muy bien jugado @GrilloEmiliano y un merecido 6to lugar con Rory McIlroy. Lo respaldé para terminar entre los 12 primeros, pero pensé que caería como el Belgrano después de liderar juntos en el Día 1. #BritishOpen".



El mensaje es de un tal John Campbell, que figura como nacido en Edgeley, un suburbio de Stockport, Gran Manchester, Inglaterra. En su descripción se percibe fanático de las carreras de caballo y el cricket. Y en lo que escribió, la referencia al hundimiento del crucero General Belgrano en la Guerra de las Islas Malvinas en 1982.


Grillo, con el trofeo y la camioneta que ganó en mayo.

Grillo no dejó pasar el mensaje, De hecho, suele contestar a quien lo critica. Y su repuesta fue: "Viendo lo idiota que eres, me encantaría preguntarle a tu madre cuántas veces te dejó caer a propósito. CON ARGENTINA NO TE METAS, PELOTUDO".

Viendo lo idiota que eres, me encantaría preguntarle a tu madre cuántas veces te dejó caer a propósito.

Los comentarios de otros usuarios apoyaron a Grillo, y no solo los que escribieron en español, sino en inglés. Apuntando al mensaje desubicado de ese tal Campbell, y destacando al chaqueño por su muy buen presente golfístico.


Grillo, más del Open.

Hasta ahí llegó Grillo, quien no escribió más. El nuevo 36° del ranking, diestro de 30 años, que oficialmente ganó 19.296.484 dólares de ganancias por torneos, se está preparando para su próximo torneo en la PGA, desde este jueves el 3M Open de Blaine, Minnesota. También jugará el tucumano Augusto Núñez

domingo, 23 de abril de 2023

Traición a la Patria: Mendoza accedió a cambiar el nombre del estadio "Malvinas Argentinas" a pedido de la FIFA

Mendoza accedió ante el pedido de la FIFA y le cambiarán el nombre al Estadio Malvinas Argentinas durante la competencia

 

La FIFA pidió cambiar el nombre de todos los estadios que serán sede del Mundial Sub 20. El Malvinas Argentinas pasará a llamarse Estadio Mendoza.

Redacción MDZ








 
Foto: Prensa Gobierno Mendoza

Mendoza fue confirmada como sede para el Mundial de fútbol Sub 20 al igual que La Plata, Santiago del Estero y San Juan. Una comitiva de la FIFA visitó la provincia de Mendoza hace unos días y pidió modificar el nombre al Estadio Malvinas Argentinas por el Mundial. La provincia accedió y, por ser sede, pasará a llamarse Estadio Mendoza

Fuentes del Gobierno de Mendoza indicaron que se trata de una disposición general que puso la FIFA y todos los estadios que serán sede pasarán a llamarse como la provincia o ciudad. La decisión puede generar polémica a nivel nacional y local al tratarse de un nombre emblemático por el reclamo de soberanía que mantiene el país.



El Malvinas Argentinas pasará a llamarse Estadio Mendoza por el Mundial Sub 20.

El Mundial Sub 20 arrancará el 20 de mayo y terminará el 11 de junio. Argentina será cabeza de serie por ser organizador y compartirá el bombo 1 con Uruguay, Estados Unidos, Francia, Senegal e Italia. El bombo 2 estará integrado por Inglaterra, República de Corea, Nueva Zelanda, Brasil, Ecuador y Colombia. El bolillero 3 lo integrarán Nigeria, Uzbekistán, Japón, Irak, Honduras y Fiyi. Por último, en el 4 estarán Guatemala, República Dominicana, Gambia, Israel, Eslovaquia y Túnez.

El sorteo se realizará este viernes en Zurich, Suiza. Las sedes que se habían postulado para albergar el Mundial y quedaron afuera son Córdoba (Mario Kempes), Salta (Padre Martearena), Chaco (Centenario de Resistencia), San Luis (La Pedrera de Villa Mercedes) y La Rioja (Carlos Augusto Luna).

martes, 16 de agosto de 2022

Deportes: "Las Malvinas son argentinas"

“Las Malvinas son argentinas”: un jugador de padel español gritó la frase en el estadio y generó la reacción de todo el público

Paquito Navarro, considerado uno de los mejores del mundo en la disciplina, lanzo una sorpresiva declaración sobre las Malvinas que generó revuelo en el estadio.

La 100




Actualmente, se está llevando a cabo la primera fecha del tour Argentina Premier Padel en Mendoza, un evento que reúne a las grandes estrellas de esta disciplina y es primer en territorio de Sudamérica de su clase. En este contexto, el español Paquito Navarro, lanzó un mensaje que generó gran impacto en el público del estadio.

La dupla que integran el español Paquito Navarro, que juega en pareja con el argentino Martín Di Nenno, superó por 6-4 y 7-5 a Agustín Gomez Silingo y Juan Cruz Belluati para clasificarse entre los cuatro mejores del certamen. Luego de que terminó el encuentro, los ganadores prestaron declaración ante las cámaras.

Tras responder algunas cuestiones sobre el encuentro deportivo que se había llevado a cabo, Navarro aprovechó para mostrarle su cariño al público local y dejó un mensaje que generó un sinfín de aplausos en el público que lo escuchaba. “Las Malvinas son argentinas”, lanzó para luego retirarse, mientras era aplaudido por todos.

La entrevistadora se quedó en shock por esta declaración y comenzó a reírse por la inesperada respuesta del profesional del Padel, también, se ve a su compañero que quedó atónico por el mensaje.

El joven español tiene 33 años, debutó en 2009 y es considerado uno de los mejores del mundo en esta disciplina. Actualmente es parte de la pareja número 2 del mundo junto a Di Nenno. Comenzó a jugar al pádel a los 5 años y a los 10 ya era subcampeón del mundo de su categoría.

Hasta el momento, acumula 22 títulos en el World Padel Tour y este año se consagraron junto a su compañero en Doha tras vencer a Juan Lebrón y Alejandro Galán por 6-3 y 7-6. Además, vencieron en la final del Vigo Open, en España, tras ganarle al mismo dúo en la definición.

viernes, 15 de octubre de 2021

Fútbol, Perú y las Malvinas

La historia detrás de una conmovedora bandera en la previa de Argentina - Perú

“Para el Perú las Malvinas son argentinas”, decía un trapo desplegado en el banderazo de hinchas peruanos en el Obelisco. Qué hay detrás de ese mensaje.



"Para el Perú las Malvinas son argentinas", decía el trapo desplegado en el Obelisco.

Andrés González Casco || Olé


La Selección Argentina y Perú serán rivales esta noche desde las 20.30 en el Monumental. "Rivales, no enemigos", sentencia una frase marketinera tan popular por estos días en el fútbol que perfectamente aplica al caso. Porque cuando hubo un enemigo en serio, Perú estuvo de nuestro lado.

En el medio del banderazo que los hinchas peruanos organizaron este miércoles en el Obelisco porteño, una bandera se lució por sobre las demás. "Para el Perú, las Malvinas son argentinas", decía el trapo. Ya había pasado lo mismo cuatro años atrás, cuando la selección roja y blanca visitó a la Argentina en la Bombonera.

 
Foto del 2017, previo al partido en la Bombonera entre Argentina y Perú. El mismo mensaje... (Foto: Luciano Thieberger)

El mensaje no es para nada aislado: en aquel conflicto bélico, que tuvo lugar en 1982 y puso la soberanía de las islas en juego, el país incaico colaboró incondicionalmente con Argentina. "Fueron el principal aliado. Nadie se la jugó tanto como ellos", le contó a Olé Hernán Dobry, historiador y periodista especializado en el asunto.

Transcurrido un mes del comienzo de la guerra, emisarios argentinos viajaron a Lima para pedirle a Belaúnde Terry, presidente de Perú por aquel entonces, aviones, submarinos, buques, misiles y otro tipo de armas y elementos para el combate. La ayuda llegó de inmediato, evitando enviar embarcaciones ya que necesariamente debían rodear la costa de Chile, aliado británico durante el conflicto, y hubieran sido descubiertas.

"Mandaron armamentos y aviones, traídos por pilotos peruanos que hasta se ofrecieron a ir a la guerra, aunque Argentina no quiso. También vinieron técnicos peruanos a capacitar a los soldados argentinos para usar armas que excedían nuestra tecnología", relató Dobry.

 
Aviones pintados con las insignias peruanas para que no fuera descubierta la trama secreta.

 
Aviones Mirage pintados para Malvinas pintados con las insignias de Perú.

Además de la ayuda directa, Perú le hizo otro favor gigante a Argentina: firmó órdenes de compra y certificados de destino final en blanco para que nuestro país le comprara equipamiento de guerra a Israel. Como Israel no quería venderle directamente a Argentina (la presión política del Reino Unido hubiera sido instantánea), se hizo una triangulación. "Fue una locura lo que hizo Perú. Nadie hace eso, poner el nombre de tu país para beneficio de otro en una guerra", señaló el historiador.

"Eso no fue todo: los armamentos adquiridos a Israel fueron traídos por aviones de la Fuerza Aérea peruana. Y varios aviones que compró Argentina fueron pintados con las insignias peruanas para evitar que se descubriera la triangulación", cerró Dobry, autor de los libros Operación Israel y Los Rabinos de Malvinas en los que profundiza sobre el tema.

martes, 12 de mayo de 2020

Osvaldo Ardiles y sus decisiones durante el conflicto

Las dramáticas decisiones que debió tomar Osvaldo Ardiles durante la Guerra de Malvinas y la historia de su primo Pepe, derribado por un avión inglés 

Para 1982, Ossie era un mito viviente en el Tottenham inglés. Cuando el conflicto bélico estalló, sentó su postura en torno a las Islas y decidió marcharse del equipo donde era ídolo: “No puedo jugar en un país que está en guerra con el mío”. Al unísono, su primo José Leónidas combatía contra los Sea Harrier
Por Rodrigo Tamagni  ||  Infobae




Osvaldo Ardiles el 3 de abril de 1982, en la semifinal de la FA Cup ante Leicester: fue el último partido antes de abandonar el equipo por la guerra de Malvinas (Foto: Reuters)

“¡Ossie va a la guerra!”. El titular del diario sensacionalista británico era el remate de un cambio de paradigma. Osvaldo Ardiles había dejado de ser la leyenda, el héroe, el primer extranjero en enamorar a las frías tribunas inglesas. Ardiles, ahora, era el argentino símbolo de una guerra sobre el suelo de las Malvinas que había tenido su capítulo inicial de manera inesperada el 2 de abril de 1982, apenas unas pocas horas antes de que el Tottenham disputara la semifinal de la FA Cup por segundo año consecutivo con Ossie como gran estrella. Por esas mismas horas, su primo José Leonidas se preparaba para enfrentar a los ingleses en el aire malvinense con su avión Mirage.

El 3 de abril, los Spurs se impusieron 2-0 sobre el Leicester en Villa Park y sacaron el boleto para defender el título en el torneo más longevo del planeta. La temporada anterior, el equipo había conquistado por sexta vez la corona a expensas de una brillante actuación de Ardiles, que hasta se había ganado el reconocimiento de que le hicieran un tema en su honor titulado Ossie’s Dream. Pero aquella tarde de 1982 en Birminghan algo se resquebrajó: Julio Ricardo Villa fue suplente y Ardiles, por primera vez, escuchó la hostilidad de las tribunas cada vez que intervenía en el juego. “Nunca había recibido chiflidos. Eso fue un shock”, recordó aquella escena en el documental White, Blue and White de ESPN. Esa misma noche se subió a un avión, se marchó a Argentina para sumarse al plantel nacional que iba a jugar el Mundial y dejó un mensaje que hacía prever lo que ocurriría luego: “No sé cuándo volveré, simplemente no lo sé". Los titulares de los suplementos deportivos ingleses llevaron su rostro.



Las horas se consumieron de manera vertiginosa en Inglaterra, en Argentina, sobre el suelo malvinense y en la vida de Ardiles. Entre el desembarco de las tropas nacionales en las Islas, los gritos vehementes y etílicos de Galtieri en el balcón de la Casa Rosada y la primera presentación oficial del cordobés en su tierra natal pasaron doce días. El 14 de abril, fue titular en el empate amistosos 1-1 contra la Unión Soviética que el equipo del Flaco Menotti afrontó en el Monumental. Ossie ya había comenzado a carburar una idea difícil, que en su interior era controversial: “No puedo jugar en un país que está en guerra con el mío". Esa misma frase dijo ante los micrófonos ingleses en medio del conflicto.

El mediocampista por entonces tenía 29 años y, a pesar de perjuicio personal y las complicaciones filosóficas que existían en su cabeza sobre el combate entre su país de origen y el de adopción, no dudó en expresarse abiertamente –otra vez ante los periodistas ingleses– sobre el conflicto: “Yo siento que son nuestras. Estoy contento por el momento que sean nuestras. Espero que estos problemas se resuelvan de manera pacífica”.

“El país en el cual yo había nacido estaba en guerra con el país que me había adoptado. Para mí fue muy fuerte, increíblemente fuerte”, explicó tiempo después sobre el engranaje que trabajaba en su cabeza. Ardiles había arribado a Inglaterra junto con Villa en julio de 1978 a cambio de 750 mil libras esterlinas en una operación que sacudió al país: los campeones mundiales eran los primeros sudamericanos en sembrar una semilla en la cuna del fútbol. Cuatro años más tarde, con dos títulos sobre sus espaldas, eran parte de una sociedad conservadora que los había abrazado como propios. A punto tal, que aquel 3 de abril, mientras todos los hostigaban, los fanáticos Spurs lo defendieron y colgaron una bandera icónica: “Argentina can keep the Falklands, we’ll keep Ossie” (Argentina puede quedarse con las Malvinas, nosotros mantendremos a Ossie).

Entre fines de abril y comienzos de mayo, el furor bélico en Argentina crecía al compás del impulso mediático que inyectaba un nacionalismo cegador de la mano del “estamos ganando”. Los días de todos estaban dominados por el vértigo: el 25 de abril se registraron las primeras escaramuzas y el 1 de mayo los Ardiles se enteraron de una noticia paralizante. El avión Mirage Dagger de José Leonidas Ardiles –de 27 años y primo de Ossie– había sido derribado por un Sea Harrier. Nadie tenía noticias del Pepe pero había sospechas de que no había podido eyectarse de la aeronave.


José Pepe Ardiles, héroe de Malvinas, que fue derribado por aviones ingleses

“El 1° de mayo ellos muy temprano hicieron el primer ataque con los Vulcan al Puerto Argentino. Ahí la Fuerza Aérea sur, que estaba en Comodoro Rivadavia, organizó una serie de vuelos para ir sobre Malvinas con la idea de impedir los ataques de los ingleses sobre el Puerto. Íbamos a salir con el Pepe Ardiles y cuando estábamos yendo al avión, me dice: ‘Señor, ¿me deja que voy a hablar con mi señora?’. Lo hace y luego ponemos en marcha los aviones; el mío tenía fallas en un sistema. Empiezan a tratar de solucionarlo, no pueden y mientras tanto lo hacen rodar a Ardiles", recordó con Infobae el Brigadier Carlos Rohde, quien era el jefe de sección. “Lo hicieron despegar solo. Yo me estaba atando en otro avión, cuando vienen y me avisan que la misión se había suspendido. Me bajé tranquilo, cuando llegué al centro de operaciones, pregunté: ¿Ardiles está consumiendo combustible? No, a Ardiles lo mandaron a Malvinas... Y ahí, lamentablemente, no volvió más".

“Él no llegó a eyectarse ni nada. Cayó con un avión en una isla. Nosotros nos enteramos a la hora y media que lo habían derribado porque no regresaba, y nosotros teníamos una autonomía limitada para ir a Malvinas y regresar: no teníamos más de cinco o siete minutos para estar sobre las Islas. Todos estábamos pendientes del retorno: después nos confirmaron que por el radar habían visto que había sido derribado”, detalló Rohde, que había sido profesor del Pepe en el curso de aviador militar previamente y trataba al héroe argentino como un hijo. Pepe recibió el impacto de un misil aire-aire Sidewinder AIM-9 al ser sorprendido por dos Sea Harrier británicos tras atacar a una fragata que se dirigía a Darwin.

Mientras su primo defendía la soberanía argentina, Osvaldo estaba concentrado con el equipo argentino y a horas de emprender el vuelo hacia España para defender el título en la Copa Mundial del 82. El fluir de lo ocurrido llegó de un modo frenético: “A mí un día me dijeron que mi primo estaba combatiendo en las Islas Malvinas y a los dos o tres días que había desaparecido, pero no se sabía si había muerto”. La desinformación era una herramienta de guerra para confundir al enemigo ante la especulación de una intercepción de las comunicaciones. Así se generó el velo de misterio en torno a la muerte del Pepe: “Era confuso. Una vez nos dijeron ‘esta noche vamos a recuperar los cuerpos de (Carlos) Perona y Ardiles’. Hubo testigos que habían visto caer el avión en la Isla Bougainville, que es una islita al sur. Después de dos o tres días, un helicóptero sobrevoló la zona, estaba el humo todavía porque el avión se clavó de punta. No vieron ningún sobreviviente. Después fueron personalmente a buscar en el agujero algún vestigio y no había nada”. El que dio los detalles ante Infobae es Mario Callejo, compañero en la fuerza desde el 72, amigo íntimo y padrino de María Inés, la hija menor del Pepe (Sebastián, el mayor, es un destacado integrante de la fuerza aérea hoy en día). “Su papá todavía esperaba verlo vivo. Pensaba que estaba prisionero en Inglaterra y no le podíamos sacar la idea. Fue a Londres y estuvo habitación por medio con el que lo había derribado. No sé si estuvo tan convencido, pero al menos se volvió tranquilo. No se sabe nunca en el corazón de un padre hasta dónde llega la esperanza”, agregó.


Ossie se enteró durante la preparación con Argentina para el Mundial 82 que su primo estaba combatiendo en las Malvinas (Foto: Reuters)

“Mi tío pasó mucho tiempo tratando de localizar su cuerpo para descubrir qué sucedió exactamente. Se hablaba de una Isla donde se encontraban prisioneros de guerra argentinos, una isla británica. Mi tío vino a Inglaterra para investigar el asunto, esperando, supongo, que encontraría vivo a mi primo”, rememoró el hecho Ardiles en su autobiografía Ossie’s Dream que se publicó en 2009. Él fue un actor central en toda esta investigación familiar: le gestionó una reunión con autoridades británicas que le brindaron a su tío precisiones sobre lo ocurrido. Aunque la confirmación definitiva llegó de una manera inesperada: “Recibí la carta del piloto que lo derribó básicamente para que mi tío no lo siguiera buscando. Explicaba que él había sido el que lo había derribado, que el avión había explotado. Y que no había tenido tiempo para saltar, absolutamente nada”, detalló en el documental español Informe Robinson sobre el texto que le envió el militar Bertie Penfold para confirmar la muerte.

Todo el drama familiar se desarrollaba mientras Ardiles era un protagonista central de la Guerra. De aquí y de allá. El 8 de mayo fue uno de los cuatro integrantes del plantel argentino que participó en Las 24 horas por Malvinas, el programa que dominó las emisiones de todo un día con la idea recaudar fondos para los soldados. “Quiero agradecer en nombre de todos mis compañeros que nos hayan invitado a este programa y que podamos estar así, juntos, de alguna manera, poniendo nuestro granito de arena para esta gran causa nacional que son las Islas Malvinas”, dijo con su mirada perdida en el vacío, con una mueca pseudo sonriente de compromiso, los brazos entrelazados como cementados y dando todas las precisiones gestuales de que no quería estar allí. Recién hablaría públicamente de lo ocurrido con su primo en junio, a horas de disputar el segundo partido de la fase de grupos contra Hungría, donde marcó su único gol en la Copa del Mundo.


Este proceso era caótico. Traumático. Feroz. Aquellos insultos y abucheos del 3 de abril se habían transformado en ataques mediáticos sin trinchera. “Fue difícil con la prensa. Me decían: ¿qué te gusta de Inglaterra? Yo decía el golf y entonces ya era pro inglés. ¿Qué te gusta de Argentina? Los bifes, entonces ya era pro argentino. Fue salvaje. Cuando hay una guerra lo primero que se olvida es la verdad”, detalló varias décadas más tarde. Tomando su paso por el servicio militar obligatorio a mediados de los 70, un periódico británico publicó durante el conflicto bélico que Ardiles estaba dispuesto a ir a Malvinas: “Salió en primera plana que yo iba a pelear contra los ingleses, que iba a matar ingleses. Partían del hecho que yo había hecho el servicio militar acá y que claramente era un reservista, por lo cual teóricamente yo podía ser llamado a combatir. A través de eso hicieron toda esa historia de que yo iba a matar ingleses. Fue muy duro”.

“Todo eso me pasaba a mí. Me sentía mal en Inglaterra. Me sentía mal en Argentina. Me sentía mal en todos lados. Malvinas me destruyó a mí, claramente. A partir de ahí no pude volver a Inglaterra. Fue un período increíblemente triste. Cada día había algo peor, y algo peor, y algo peor...”.


"Ardiles va a la guerra": uno de los titulares de los diarios británicos durante el conflicto bélico

El 14 de junio la pólvora dejó de ser el olor predominante en Malvinas. El equipo nacional de fútbol había perdido el día previo a la rendición militar contra Bélgica en el debut del Mundial y dos semanas más tarde los conducidos por Menotti, defensores de la corona, se despedían de la Copa del Mundo con una imagen deslucida. Ardiles, sin embargo, todavía tenía que afrontar las esquirlas personales del caos militar ajeno. En Inglaterra era un argentino y en Argentina era un inglés. Lo que había madurado durante la estadía con la Selección debía cristalizarse en el mercado de pases: Tottenham no quería deshacerse de su estrella, de su ídolo, a pesar de todo y el acuerdo fue que se marcharía solamente a préstamo por una temporada para apaciguar los ánimos.

El París Saint Germain, de una liga francesa que recién había puesto la piedra angular rumbo a un fútbol de elite, hizo oficial el acuerdo el 3 de julio horas después de la derrota argentina contra Brasil que marcó el adiós del Mundial: “Como es de público conocimiento mi partida es por la Guerra de Malvinas”, dijo ante la TV francesa. Allí vivió su momento más “desastroso”: sólo estuvo en 17 partidos e hizo 1 gol. “Jugué muy mal. La mente siempre domina al cuerpo. Jugaba tan mal que no podía creer que jugaba tan mal. Hacer lo básico me costaba. Estaba destruido. Los dos países que yo quería habían estado en guerra, muertos de un lado y muertos del otro. Sentía cada muerte”.


Ossie con la número 1 contra Brasil en el partido que marcó la eliminación del Mundial 82 (Foto: Reuters)

El tiempo, sin embargo, empezaba a cicatrizar las primeras heridas. Para enero de 1983, Ardiles ya estaba de vuelta en suelo inglés y se mostraba feliz ante la cadena ITN News: “Mirando atrás creo que la decisión que tomé fue la correcta. No tengo nada de qué arrepentirme porque no dije nada malo de Inglaterra. Soy muy honesto. Nunca dije nada malo. Me siento como en casa. Estoy contento. No sé cómo será la reacción del público, algunos van a estar contentos y otros no". Al final del túnel, acumularía en total 311 presentaciones, 25 goles y 4 títulos (entre los que se destacan la UEFA Cup) a lo largo de diez temporadas en los Spurs. Además, fue el primer entrenador no británico que tuvo el equipo cuando lo eligieron para comandar al plantel en 1993. Una leyenda.

Su círculo con las Malvinas lo cerró, de un modo particular, a comienzos del 2014. Visitó las Islas, recorrió el cementerio de Darwin, revivió en sus entrañas la historia de su primo héroe de guerra y tuvo un accidente vehicular por las hostiles carreteras isleñas que casi le cuesta la vida como si fuese una ironía del destino.

Ossie’s Dreams, ese lema que lo persiguió en sus días más felices adentro de una cancha, ya no es más un tema musical simpático, su sueño ahora tiene un enfoque más profundo: “La guerra no sirve absolutamente para nada. Solo sirve para enemistar a los pueblos y sostener esa enemistad. Guerra nunca más”. Osvaldo Ardiles el 3 de abril de 1982, en la semifinal de la FA Cup ante Leicester: fue el último partido antes de abandonar el equipo por la guerra de Malvinas (Foto: Reuters)





 

miércoles, 22 de mayo de 2019

Montañismo de argentinos en Malvinas

Andinismo en Malvinas

Estilo Andino






Al atardecer del día previo al ascenso al Usborne, planeamos desde la Pradera del Ganso por donde intentar la escalada


 Para cualquier argentino Malvinas es un sentimiento. No coincidimos seguramente en el primero que surge, pero a todos nos sacude ese nombre. Con Marcelo, un compañero de varios viajes en los Andes, decidimos ir a las Malvinas en mayo, justo 30 años después de la guerra. A ambos nos movía la aventura de la tierra por descubrir, a mi poder ir a ejercer el ser argentino haciendo andinismo como en cualquier punto del país y a él volver a las islas donde había vivido y combatido cuando tenía 19 años.

Convencido que hay que trascender la guerra y hay que visitar las Malvinas en otro carácter que el de víctima, comenzamos a buscar destinos vinculados al andinismo, pese a que la altura máxima del archipiélago es 705 metros. Dimos con un interesante trabajo de un soldado británico que vivió varias campañas en Mount Pleasant, la superpoblada base militar ubicada en la isla Soledad. De origen escocés encontró en las formas malvinenses reminiscencias de las montañas que lo hicieron escalador, de similar altura y condiciones climáticas. Supo escribir que “Durante mis dos visitas a las islas me las arreglé para escalar o caminar cada fin de semana, las dos campañas fueron durante el invierno y logré abrir 12 itinerarios. En la actualidad existe una guía con más de 300 rutas en roca y hielo para escalar en invierno. Las Malvinas son un lugar increíble, la fauna es increíble y fuera de los campos de batalla tan virgen”. En sitios como Summitpost y en la misma guía también se describían recorridos a las cumbres y travesías entre ellas. Todos coincidían en las condiciones duras por el frio y el viento y sugerían el uso de crampones y piolet para ciertos recorridos.

Con los apuntes sobre la actividad que queríamos hacer en la mochila viajamos a Rio Gallegos para desde ahí tomar el avión de LAN que los sábados viaja a Malvinas. Ni bien llegamos el frio patagónico nos aguijoneó indicándonos lo que vendría. Durante el día y pico que pasamos en la capital de Santa Cruz los silencios les ganaban a las charlas, el viaje iba girando a lo emocional y dejábamos plácidamente que así sea.

La impresión que teníamos era que nos chocaría ver la ocupación británica y que esa situación ocuparía el centro de atención durante la semana que estaríamos en las islas. Por otro lado también pensábamos que la realidad superaría la utopía que hoy pensamos que significa recuperar la soberanía sobre las Malvinas.

Todavía de noche llegamos al aeropuerto y aguardamos el llamado de la aerolínea para embarcar. La voz anunció el vuelo a las Islas Malvinas, el primer escollo estaba superado, los chilenos no nos hacían escuchar Falklands por ahora. Cuando el anuncio terminó se pararon otras 9 personas que serían nuestros compañeros de viaje, al menos no éramos los únicos. Las presentaciones dieron que eran 5 veteranos del BIM 5 que volvían a las islas, un entrerriano que iba a conocer y el líder de la banda de rock “La Perra que los Parió” que viajaba a filmar un clip con su novia. Además viajaba un curioso personaje contrera y crítico, casi diría pro británico a quien bautizamos Nelson Castro, ya que permanentemente descalificaba cualquier comentario sobre la soberanía, la guerra, el andinismo y cualquier reclamo argentino sobre las islas. En definitiva, como Nelson, que haga lo que haga el gobierno lo mata, nuestro compañero era igual, pero para hacerse una idea reemplacen el gobierno por Malvinas.

Lógicamente, al viajar a territorio argentino no hay migraciones, así que con una sonrisa pasamos frente a las autoridades y embarcamos. Subimos al avión y ahí la cosa cambió. Ya no se hablaba castellano, las caras eran blancas con ese típico color sonrojado de los anglosajones y las miradas ya no eran amistosas. Entre medio de esta generalidad viajaban chilenos y santaelinos (de Santa Elena, territorio británico de ultramar en medio del Atlántico) la mano de obra extranjera habitual de las islas.

Las pocas palabras que intercambiamos fue con los hermanos trasandinos, aunque se cuidaban de no parecer tan amistosos con los “argies” ya que nuestra presencia les recuerda la “invasión” que sufrieron en 1982.




Ross Road, en la capital de las Malvinas



La visión de las Malvinas


Una hora después sobrevolábamos el archipiélago, algo más de 500 km dividen el continente de Malvinas. Aterrizamos en Mt. Pleasant, la base militar que alberga el único aeropuerto, ya que el de Puerto Argentino solo está habilitado para las avionetas que vuelan entre las islas. Con un trato duro y hosco nos recibieron, ni una palabra en castellano, los carteles de bienvenida al turismo también son en inglés, pese a que indubitablemente estamos en Sudamérica. Tramites, migraciones, firma de reglamento de convivencia y viaje a Puerto Argentino, Stanley para ellos. Con Marcelo nos alojamos en Lafone House, para nosotros lo de Arlette, quien a lo largo de los días se convertirá en nuestra amiga malvinense. Un típico Bread & Breakfast y su propietaria una agradable señora que vive en las islas desde 1983 con una de sus hijas y 2 nietos. A las 17 hs, ya casi de noche, miré por la ventana de nuestra habitación y descubrí el paisaje de Puerto Argentino que había visto tantas veces por televisión en 1982. Cenamos temprano en Shorty’s hamburguesas, papas fritas o “chacareros”, comida rápida, lo único que se consigue en la capital. Luego antes de ir a dormir lo acompañé a Marcelo al Town Hall, centro cívico del pueblo y sitio donde él estuvo apostado durante la guerra.

El frio domingo temprano salimos esquivando charcos helados con el Land Rover que alquilamos rumbo a Moody Brook, en el final de la bahía, sitio donde estaba el cuartel de los Royal Marines. La huella llega hasta las estribaciones del Monte Tumbledown y ese era nuestro primer objetivo.

Junto con nosotros venían el Colo y Alejandro, dos veteranos del BIM 5 que también iban a Tumbledown que era el sitio donde habían combatido, incluso Ale había salido herido y prisionero de los ingleses. Con la bruma que a veces se transformaba en fina lluvia fuimos ganando altura entre pastizales y terrenos anegados. Pasamos por las cocinas del batallón que todavía están en pie y continuamos hacia la cumbre. Adelante iba Alejandro en silencio buscando su posición, en el medio yo y cerraba Marcelo. Esa frase tantas veces repetida de “nuestros héroes” la notaba flotando en el aire cuando seguía paso a paso a nuestro nuevo amigo. Con alguna dificultad al caminar, producto de su herida de guerra, caminó infatigablemente durante horas buscando ese pozo donde vivió orgullosamente sus 75 días de 1982 y de donde lo sacaron las balas inglesas. Nunca lo encontramos, nunca escuche una queja de parte de él y volvimos empapados a tomar unos mates a un socavón cercano a las cocinas. A la pasada con Marcelo subimos a la cumbre misma del Tumbledown donde una cruz recuerda los caídos de la batalla y regresamos al pueblo.

Las charlas con los isleños nunca llegaron a la cordialidad, aunque no podría decir que fueron hostiles. Solo con Arlette podíamos intercambiar ideas y compartir puntos de vista. Claramente la visión imperante es que en 1982 una dictadura militar invadió su casa y eso suena tan violento como cuando Hitler invadió Polonia o Sadam Kuwait. No comprenden nuestro reclamo basado en la ocupación previa a 1833 y los derechos que surgen desde el punto de vista geográfico. El orgullo no les permite avanzar hacia una cooperación con Argentina, a una hora de vuelo. Cuando se encuentran acorralados frente a lo intransigente de la posición británica solo atinan a afirmar: acá viven familias que tienen 5 o 6 generaciones en las islas, incluso conozco a una que tiene 9”

Con nuestros amigos Ale y Colo y a veces con Nahuel, Eli, Kiko, Armando, Elvio y Ricardo visitamos San Carlos, Darwin, el cementerio argentino y también el inglés, Ganso Verde, Port William, Pembroke y el camino a Port Louis.

Los caminos y las huellas anegadas de las islas nos vieron pasar varias veces buscando conocer algo nuevo y mis compañeros veteranos hallar los sitios donde habían vivido la lejana guerra. Un día volviendo al hotel Alejandro y el Colo nos contaron que finalmente habían encontrado en Tumbledown la posición del primero, esa que no habíamos encontrado el primer día. La alegría por el deber cumplido los embargaba y Alejandro en una muestra mas de su entereza nos contaba que pese a que creía que se desmoronaría emocionalmente frente a los recuerdos, había estado en el lugar donde había caído herido sin derramar lagrimas y pensando en su familia y en simplemente continuar su camino por la vida.

Con Marcelo subimos el Monte William, empapados por la bruma y sin poder contemplar nada desde la cumbre, un lindo ascenso desde Puerto Argentino y con algunos pasos de escalada sencillos. También otro día el Monte Longdon, una larga caminata con mucho frio para llegar a la cumbre de uno de los escenarios de la gran batalla del 13 y 14 de junio de 1982.




Cumbre Mt Longdon. La niebla, una constante en todos los ascensos




Para alcanzar la cumbre del Mt William es necesario superar una serie de pasos con cierta inclinación. De hecho en la cumbre encontramos una vieja clavija en una fisura.




Cumbre en el Mt William bajo una tenue nevada. Unos metros mas abajo de la cumbre se halla esta pequeña cruz

El cocinero de Darwin

Cuando el pronóstico preveía el mejor clima partimos hacia el Monte Usborne, cumbre máxima de las Malvinas. Acá vale hacer una aclaración. La denominación de la cartografía argentina de esa altura es Monte Alberdi y la cadena donde se encuentra Alturas Rivadavia, mientras que la cartografía británica lo señala como Usborne y al sistema como Wickham. Estos nombres surgen de la expedición de Charles Darwin a bordo del Beagle y datan de sus viajes a las Malvinas en 1833 y 1834.

El científico británico que viajaba por Sudamérica durante el verano austral de 1833 arribó a las Malvinas el 1 de marzo, a dos meses de la ocupación británica. Escribe Darwin: “1º de marzo de 1833.- Temprano en la mañana llegamos a Puerto Luis. La primera noticia que recibimos fue, para nuestra sorpresa, que Inglaterra había tomado posesión de las Islas.” De este viaje proviene la denominación Usborne, hecha por el naturalista luego del ascenso del pico en honor al cocinero del Beagle y como andinistas no debemos dejar de reconocer el derecho que le asiste al primero en alcanzar la cumbre. También queda un pormenorizado estudio del zorro lobo de las Malvinas, actualmente extinto y que puede observarse embalsamado en el museo de la capital de las islas, la descripción del asado con cuero que le hicieron gauchos rioplatenses que vivían en el interior de la isla Soledad y una llamativa litografía del dibujante oficial de la expedición Conrad Martens quine registró la llegada a Port Louis dibujando una casa con un mástil con la bandera argentina, dando crédito a la historia que los ingleses en enero de ese año más que ocupar las islas, expulsaron al gobernador argentino y encargaron al colono de origen irlandés William Dickson que enarbolara la bandera del imperio los domingos o cada vez que llegara un navío. Mientras tanto, para no tener conflicto con los argentinos que seguían viviendo allí, seguía ondeando la celeste y blanca. También es cierto que el gauchaje argentino se hartó de la situación en los gélidos agosto y septiembre de 1833, se levantaron contra los representantes británicos, asesinaron al abanderado y huyeron al interior guerreando hasta marzo de 1834 cuando fueron capturados y enviados a Bs As. Esos gauchos eran liderados por el entrerriano Antonio Rivero, quien años después perdería la vida luchando contra los ingleses en la Vuelta de Obligado.

Volviendo a nuestra excusión al Usborne, salimos bien temprano de Puerto Argentino, de noche a las 7 de la mañana con Tony Smith, uno de los pocos guías locales, cuarta generación malvinense, clase 1962, como los soldados que pelearon la guerra. Pocas palabras, un pobre castellano, mate entre nosotros y solo coincidencias si en la radio sonaban los Beatles o Pink Floyd. El viaje hasta Darwin fue bajo la persistente llovizna malvinense y luego nos desviamos hacia San Carlos hasta el inicio de una huella en mal estado que ingresa en la Estancia Goose Green y lleva a Ceritos. Este sitio, según la guía es un corral de piedra construido en 1871, pero no lo vimos ya que nos rodeaba la niebla y pasamos de largo. Dejamos el vehículo y comenzamos la caminata. La bruma no nos permitía ver el paisaje y solo nos guiábamos con el GPS. Pastizales y charcos al principio, luego pasto y roqueríos grandes y luego llegando al filo grandes lajas y rocas. Finalmente alcanzamos la meseta de la cumbre y un poco más allá vimos el hito de la cima. Revisamos el libro de cumbre, no vimos ningún registro argentino, dejamos nuestro testimonio y nos fotografiamos con la bandera argentina. Desde este punto se tiene una visión amplia de todo el archipiélago y también del Negro Tarn, un lago de origen glaciar ubicado al norte del filo cumbrero, pero que en nuestro caso no pudimos ver nada.

Regresamos a Puerto Argentino y para festejar la cumbre y siendo lo último que nos quedaba por hacer en Malvinas de acuerdo al plan, nos fuimos a tomar una cerveza en el Tavern Globe, el icono anti argentino de las islas, eso si, bien temprano para no cruzarnos con ningún violento




Marcelo Bruno superando un paso rocoso durante el ascenso al Usborne



Marcelo Bruno en la cumbre del Usborne




Testimonio de cumbre en el Mt. Usborne. Revisamos todo el libro que databa de 1994 y no encontramos ningun testimonio argentino. Al regreso a la capital de las islas, nos dijeron que luego de la guerra nunca nadie que viniera de Argentina había subido a la mas alta cumbre de las islas.



Concluyendo

El viaje terminaba, los días habían pasado rápido y las convicciones habían ido cambiando. Ya no creo en que la realidad de la ocupación británica sea lo único que existe y que el reclamo argentino sea una utopía. Entiendo claramente que el derecho de autodeterminación es propio de los pueblos originarios no de una población implantada por una potencia extracontinental. Sé que los británicos le van a dar la cara a las islas mientras exista la generación que sufrió la guerra y luego, salvo que los intereses económicos de la FIC, sigan cotizando alto pensaran que hacer ya que con los permisos de pesca no llegan a compensar la aventura militar y petróleo no hay. La geo estrategia hoy pasa por otro lado (sin olvidar la proyección antártica), pero solo el orgullo del león británico puede justificar esta situación y algún día terminará. Por ahora como argentinos nos queda el camino de visitar las Malvinas para que esa tierra se vaya acostumbrando a nuestros pasos.



Cumbre en Mt Tumbledown. La cruz recuerda a los caídos en la batalla por Puerto Argentino


Waypoints



Mt Usborne S 51 41 30 O 58 50 05
Desvio Mt Usborne S 51 45 37 O 58 56 06
Wickham o Rivadavia S 51 43 56 O 58 37 48
Mt Challenger S 51 42 25 O 58 11 10
Mt Wall S 51 42 31 O 58 03 12
Mt Kent S 51 40 25 O 58 06 41
Mt Harriet S 51 42 28 O 58 00 43
Mt Dos Hermanas S 51 41 24 O 58 01 35
Mt William S 51 42 18 O 57 56 45
Mt Tumbledown S 51 41 43 O 57 57 46
Mt Longdon S 51 40 11 O 57 58 59
Mt Vernet S 51 37 28 O 58 05 48
Mt Simon S 51 37 58 O 58 32 05



Bahia de Puerto Argentino




Cementerio argentino en Darwin




Goose Green, una pequeña población cercana a Darwin




Pinguinos en Darwin




Globe Tabern, el reducto mas anti argentino de las islas




Iglesia anglicana en Puerto Argentino, una postal de las Malvinas

sábado, 9 de febrero de 2019

Ezequiel Barcia, su amistad con quién derribó a su padre y el surf en Malvinas

La última foto juntos en el mar: su papá murió en Malvinas y él vuelve cada verano a Pinamar para recordarlo


Ezequiel Martel Barcia perdió a su padre el 1º de junio de 1982 en Malvinas. Era el piloto del único Hércules derribado en combate. Se hizo amigo del inglés que mató a padre y fue dos veces a surfear a las islas. Una historia de paz




Por Fernando Soriano |  Infobae
fsoriano@infobae.com


 

¿Habrá pensado Rubén Héctor Martel en el último instante, antes de que la balacera inglesa terminara por estrellarlos a él y a su Hércules sobre el mar de Malvinas, aquel 1º de junio de 1982, en el futuro de Ezequiel sin él? ¿Se habrá preguntado el día que partió a la guerra sin saber si volvería si su hijo de 10 meses recordaría su cara cuando creciera?

Ezequiel Martel Barcia mira el horizonte del mar Atlántico. Exactamente en el mismo lugar donde hace 36 años, en brazos de su padre, con el sol de una mañana de enero encima, él, un bebé de 7 meses, posaba para la última foto juntos.

Ezequiel está agachado, plantado sobre la arena, mira el Atlántico y navega mentalmente hasta el extremo sur. Ahora tiene casi la misma edad que la que tenía su padre en la última foto. Se parecen mucho. La misma sonrisa, el mismo cuerpo y las mismas marcas. Solo que en el cuerpo de Ezequiel se ven sus tatuajes: remiten al escuadrón de su padre, piloto de la Fuerza Aérea, al escuadrón inglés que lo mató, al Sol Inca de la bandera, a los 55 aviadores caídos sobre las islas por ponerle el pecho al delirio de Galtieri y sus secuaces.

"Mi relación con Pinamar es personal. Es bajar a la playa y meterme al agua. Ese momento es especial porque es en el mar, en el mismo espacio donde él se quedó para siempre", explica Ezequiel, con los pies en el agua y los tres duplex blancos con tejas rojas de fondo tal como aparecen en la foto de 1982.

 
Ezequiel, en la misma orilla de la última foto con su padre (Diego Medina)

El cuerpo de Martel Barcia se monta sobre su tabla de surf. Es mediodía de enero de 2019, hace calor. Su mirada apunta al horizonte. Su voz pide permiso a los fantasmas oceánicos. Su memoria viaja a 1982, al día en que la guerra de Malvinas sacrificó a su padre, y vuelve al presente, en un trabajo que es como el ida y vuelta de las olas, ritual de cada verano: evocar la foto, reencontrase con aquel abrazo.

"Todos los veranos me meto en la misma playa, donde me saqué la foto con él. Pido permiso por dentro para entrar para estar cerca suyo. El avión cayó sobre el mar. Ahí descansan los restos de mi viejo", comenta.

Rubén Martel era capitán de la Fuerza Aérea e integraba la tripulación del avión Hércules C-130. El 1º de junio de 1982, trece días antes del final de la guerra, despegó de Comodoro Rivadavia en una misión de exploración y reconocimiento junto al vicecomodoro Hugo Meisner, al capitán Carlos Eduardo Krause, a los suboficiales Julio Jesús Lastra y Manuel Alberto Albelos y a los cabos principales Miguel Ángel Cardone y Carlos Domingo Cantezano.


 
El piloto Rubén Martel, caído el 1º de junio de 1982

Se llamaba "la misión del loco" porque debían reconocer posicionamientos de barcos ingleses en la zona de Malvinas. Volaban con los equipos apagados y a muy baja altura cuando fueron identificados por dos aviones caza Sea Harrier. En uno de ellos volaba el jefe de escuadrón Nigel Ward, quien bajó al Hércules de los argentinos gracias al impacto de un misil y una descarga de municiones que hundió al avión de la Fuerza Aérea en el mar.

En el barrio de Caballito, Ezequiel crecía junto a su mamá y a sus hermanas mayores. Era un bebé ajeno a las atrocidades humanas, obligado por la fuerza a alimentarse y crecer sin la presencia paterna.

"Mi infancia fue complicada como la de cualquier chico que pierde un papá o una mamá. Todos sufrimos igual. Y como todo chico en la adolescencia esa ausencia la sentí mucho. Me hubiese gustado charlar muchas cosas, preguntar, y no lo pude hacer", cuenta Ezequiel, su voz sale en el tono que tienen aquellos que han trabajado y se han esforzado por convivir de la mejor manera con las tragedias de la vida.

 
(Diego Medina)

-Mi viejo representa el orgullo de saber que tu apellido es parte de la historia y lo tenés que honrar de la mejor manera, como a los 649 apellidos que quedaron allá. Ellos, en el caso de los tripulantes del Hércules, se habían entrenado para eso.

-¿Y qué sentís cuando te metés al mar?

-La sensación de cuando entro en Pinamar es que estoy en paz, tranquilo. El surf tiene eso, es un deporte tan natural que te implica el desafío de agarrar una ola, ponerte de pie sobre la tabla y sabés que te vas a caer y te tenés que levantar y volver a buscar la ola. Es como en la vida. Es como mi vida.

El proceso de construcción de identidad que atraviesa Ezequiel incluye la capacidad de comprender al otro, de borrar las nociones marciales del enemigo, de suprimir el odio y el rencor.

Para eso, Martel Barcia hizo mucho. Se contactó con el militar británico que derribó el avión Hércules, generó un vínculo con él, se peleó con algunos compañeros de su padre por eso, y también viajó a Malvinas, a correr aquellas olas, a sentirse cerca del hombre de la foto una vez más, a entender la vida y la historia de los kelpers. A perdonar.

 
Ezequiel en Malvinas, en 2017, con el escudo del escuadrón de su padre a punto de lanzarlo al mar

"Para mí viajar ahí era lo más cercano que podía estar. A mí el cementerio de Darwin no me mueve. El se quedó en el mar", explica.

A Malvinas fue dos veces. En 2015 y en 2017. La segunda es para Ezequiel la experiencia más emotiva y fuerte. "Antes de viajar estaba con miedo porque sabía que me iba solo. Enfrenté la situación con las ganas de decir llegué lo más lejos que podía llegar. Hice surf en la isla Borbón, apenas a 70 kilómetros de donde bajaron el Hércules. Fui el primer argentino en correr una ola en esa isla, es el punto más lejano", cuenta Ezequiel, y agrega: "Y es el más cercano a donde cayó mi viejo".

-¿Y los isleños?

-De mi parte me sentí muy a gusto con los kelpers. Si me decís con qué me vine del viaje, te voy a decir que me trataron muy bien. Yo fui a buscar que me trataran bien. Me puse a disposición de ellos. Yo quería que me acompañaran. Fui con esa postura. Y ellos sabían y me sorprendieron todos los gestos que tuvieron conmigo.

Los habitantes de las islas lo recibieron con respeto y afecto. Lo llevaron en sus camionetas hasta las playas para que él pudiera surfear, lo acercaron a un sitio secreto donde aparecieron restos del avión, le sacaron fotos mientras surfeaban.

-¿Qué conclusiones sacás del viaje y del encuentro con los kelpers?

-Que estos tipos tienen guerra desde hace siglos. Y Malvinas fue una más. Y que se las vieron fea, pero si me preguntás a quién le tengo bronca, no es a los ingleses, yo le tengo bronca a Galtieri, que se quedó mirando la guerra por la tele, que dijo "si quieren venir que vengan" y los tipos vinieron.

 
Ezequiel en la isla Borbón, en Malvinas, es el único argentino que surfeó allí

El sabe que su postura causa polémica, sobre todo en la Fuerza Aérea o entre los ex combatientes o en la "familia militar". "Tuve que aprender, crecer y analizar. No tengo derecho a tratarlos mal. Lo que pasó en el 82 quedó en el 82. De algo triste saquemos algo bueno, hay que tratar de sacar algo bueno", reclama, y cuenta: "Mis mejores amigos son hijos de caídos. ¿Sabés qué nos duele? La ausencia física, no poder abrazarlos, charlar. Pero por otro lado sé que ellos están y son parte de la historia y no se cagaron, fueron y dejaron lo más preciado que tenían a cambio de nada, por la bandera, cumplieron con el juramento, defender la bandera con la vida".

Ezequiel se llevó un escudo del Escuadrón Hércules, al que pertenecía su papá, para lanzarlo al mar en 2015. "Pero pasó algo muy loco", cuenta.

Martel Barcia unió la insignia a una piedra y la arrojó, pero apenas se despegó de su mano el escudo cayó solo a su lado, sobre la playa. Ezequiel pensó que no se quería despegar de él y se lo guardó. "Como diciendo acá no fue. Lo agarré y vi que era una señal y me lo llevé", aclara.

Dos años después lo encintó a una piedra de la isla Borbón. Antes de entrar a surfear tiró el escudo al mar. Gritó: "¡Sesenta y tres!", por el nombre de la matrícula del avión. El escudo cayó en las aguas heladas del mar del sur y se hundió adherido a la piedra.

Ezequiel sintió que tenía el permiso para surfear y entró. Pasó algo para lo que hoy no tiene otra explicación que la mágica.

"Yo sentía que estaba en la playa de Pinamar, pero sabía a la vez que estaba lejos de casa. Empecé a sentir la cercanía de mi viejo. Estaba esperando el oleaje y de repente se ponen a sobrevolar en círculos encima mío siete albatros", describe. Hace silencio y termina la frase: "En el avión de mi papá murieron siete". El kelper que lo alojaba le sacó una foto sin saber la coincidencia. "Es creer o reventar", dice Ezequiel.

 
Los siete albatros encima de Martel Barcia en Malvinas

Hace unos años Martel Barcia encontró a Ward en Facebook y se pusieron en contacto. "La guerra es un absurdo. Yo me hablo con el inglés que bajó a mi papá, con el hijo, con algunos tripulantes del barco que detectó al avión de mi papá. Me hablo con los verdugos de mi papá. Nigel tiene dos hijos, el más grande se suicidó hace poco, y yo lo acompañé en ese momento a la distancia, nos escribimos, no tengo odio, al contrario", explica.

No piensan igual algunos ex combatientes de la Fuerza Aérea. A Ezequiel lo entristece esa postura. "Tuve enfrentamientos con otros pilotos porque ellos se enojaron cuando se enteraron que estoy en contacto con Nigel. Yo perdí a mi papá, nosotros perdimos a nuestros viejos. Y la guerra terminó, lo tienen que entender", dice.

Ezequiel mira las profundidades del mar pinamarense. Ya no se esfuerza por recordar momentos de su viejo. Su cara la tiene grabada, su espíritu lo lleva en la piel. Dice: "La foto la sacamos acá".

 
(Diego Medina)

La pensadora Susan Sontag escribió alguna vez que "la mayor vocación de la fotografía es explicar el hombre al hombre".

Ese es el viaje surfer de Ezequiel, quien habla antes de buscar de nuevo las olas: "Tuve un superior que me dijo que tendría que ir a matar a Nigel, que él podía armar un comando para ir a asesinarlo. Le respondí: 'Respeto su jerarquía pero en estos 37 años que vengo construyendo y elaborando, si hago semejante pelotudez todo lo que construí lo tiro a la basura y me convertiría en un asesino, con odio y venganza'".

-De alguna manera sos un hijo de la guerra, ¿cuál creés que es tu misión?

-Yo estoy para unir, para buscarle la vuelta, para otra cosa. Estoy para buscar la forma de sanar. Y cuesta, duele, pero hay que buscársela. Si no te quedás hundido en que somos todos una mierda. Por eso vengo a surfear, a recordarlo. El agua sana. De algo triste saquemos algo bueno, hay que tratar de sacar algo bueno.

viernes, 25 de enero de 2019

Diputado argentino recorría UK pidiendo diálogo en bicicleta

Luchar por Malvinas en bicicleta

Un diputado argentino cruza Reino Unido pedaleando para pedir diálogo sobre la soberanía de las islas


Francisco Uranga | El País



Emanuel Sierra (en el centro) con cinco británicos en la puerta de la National Gallery de Londres.


Su causa son las Malvinas. Su única arma, una bicicleta. El argentino Emanuel Sierra cruzó pedaleando Reino Unido este invierno para reclamar un mayor diálogo entre Argentina y Gran Bretaña sobre la soberanía de las islas. “Si los ingleses van a Malvinas y realizan prácticas militares, yo simplemente quiero ir con un mensaje más sano a cruzar su país en bicicleta”, argumentó en su escala en el Aeropuerto de Barajas, antes de comenzar el recorrido. Aunque asegura que lo hizo como una manifestación pacífica, admite que el límite con la provocación es "muy delgado".

Sierra llevó durante el viaje una bandera argentina colgada al cuello con el mensaje “Talk about Malvinas” ("hablemos de las Malvinas"). No todos los británicos lo tomaron bien. “Vuélvete a tu país. ¿Por qué vienes a provocar”, le gritaron en Liverpool, su punto de partida. El ambiente en el país tras el Brexit no es el mejor para embarcarse en una travesía de este tipo, pero él dice que nunca tuvo miedo y que cree que este es, precisamente, un buen momento para promover el diálogo. Emanuel es optimista, tiene la sonrisa fácil y se considera músico. Pero su profesión es otra: diputado de la provincia de Salta.

Aunque han pasado 35 años desde la guerra, las Malvinas están muy presentes en Argentina. Al costado de las carreteras de todo el país hay carteles que rezan “las Malvinas son argentinas” y todavía se canta en las escuelas una marcha que asegura que no hay “ningún suelo más querido”. Es un tema que enciende pasiones. Y genera controversias. La última fue provocada por la tarjeta de fin de año de un ministerio argentino, ilustrada con un mapa del país que no incluía a las islas y desató la indignación en las redes sociales. Hasta el punto de que la ministra de Exteriores, Susana Malcorra, tuvo que pedir disculpas públicas. “Vine a recorrer Reino Unido para generar conciencia y que no nos olvidemos de dibujar las Malvinas”, aprovecha Sierra, peronista, para criticar al Gobierno nacional. El incidente ocurrió mientras el diputado estaba en Reino Unido.

Comenzó su recorrido en Liverpool y cruzó en diagonal el país hasta Southend-on-Sea, una ciudad en las afueras de Londres sobre el Mar del Norte. Pedaleó 450 kilómetros en 10 días, con paradas en Birgminham, Oxford y Londres. Un viaje austero, en los que durmió en hostales y se movió solo con sus dos ruedas. Sierra cuenta que se acercaba a los ingleses con la bicicleta y la bandera, para conversar. Los jóvenes fueron los que mejor lo recibieron, aunque muchos no sabían que hubo una guerra. “Los mayores de 45 años recuerdan bien lo que pasó. Dicen que es imposible olvidarlo, aunque no fue una guerra gigante ni duró mucho tiempo”, señala Emanuel. Algunos de ellos preferían no hablar, otros oscilaban entre desentenderse —“es un problema de los Gobiernos”— y justificar la posición británica, recuerda el argentino.

Sierra hace un balance positivo del viaje. “Me interesaba saber qué pensaban los ingleses. Pude comprobar que hay jóvenes que están a favor del diálogo y no ven con malos ojos que se llegue a un acuerdo, incluso prescindiendo de los derechos de soberanía”, explica. El político defiende la posición que siempre ha sostenido Argentina: la única solución posible es la plena integración del archipiélago al territorio del país. Y dice que confía en que se logre, “tal vez no en cinco años, pero sí en veinte”.

“Me encontré con posturas distintas de las mías, pero también con ellos pude tener un diálogo razonable. Todos admiten que las islas están más cerca de Argentina, pero señalan que los Kelpers [los habitantes de Malvinas] tuvieron un referéndum y un 98% votó por seguir siendo británicos”, cuenta el diputado.

Emanuel demanda un mayor diálogo, pero es inflexible. No admite discusión sobre la soberanía de las islas. Cuando tiene que explicar cómo podría solucionarse el conflicto, da respuestas ambiguas. Se limita a proponer una transición con "una especie de gobierno compartido" y asegura que se debe apostar por "las nuevas generaciones" para alcanzar un acuerdo.

No le asusta que lo cataloguen de voluntarista. “Obviamente que al hacerlo yo solo es muy difícil que algo cambie. Pero si todos empezamos a manifestarnos, la situación puede tomar un rumbo”, razona. La idea es poner el cuerpo. “No es solo decirlo, si le pones el cuerpo la gente lo valora de una forma distinta”, destaca Emanuel, que en su país es conocido como el ‘bicidiputado’.