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lunes, 23 de septiembre de 2019

Los buques ELMA espiando a la Task Force

La marina mercante espiando a la Royal Navy



Grandes Historias Desconocidas de Malvinas... comienzo diciendo que esta gente de nuestra Marina Mercante hizo un trabajo de espionaje Grandioso y sin embargo habiendo tantos Veteranos Truchos o gente que ni fue a Malvinas los del Buque ELMA Rio de la Plata aun esperan un reconocimiento
El 5 de abril de 1982 el buque mercante Río de la Plata de la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), atravesaba el Canal de la Mancha, proveniente de Finlandia y se dirigía al puerto de Bilbao, como última escala de carga antes de su destino final en Buenos Aires.

En tanto surcaban esas aguas internacionales tan cercanas a las costas de Inglaterra y con objeto de tener más noticias a raíz del conflicto suscitado por la reciente de recuperación de las Islas Malvinas por parte de nuestro país, el comandante de la nave, Capitán de Ultramar, Carlos Benchetrit, encendió el televisor de la Cámara de oficiales.

Apareció en pantalla un canal londinense transmitiendo en coloridas imágenes la zarpada del puerto de Portsmouth de los portaaviones Invencible, luego buque insignia de la Task Force, y el Hermes de 28.000 toneladas. Se podía apreciar que ambos partían en medio de un clima festivo, despedidos por bandas de música y una apreciable cantidad de público que evidenciaba su euforia enarbolando banderas y símbolos británicos.



El resto de la “Taske Force”, en realidad más del ochenta por ciento del poderío naval inglés, partieron de otros puertos. De Plymouth, salieron, el Sir Galahad y el Sir Geraint; de Devenport, partió la fragata Antelope; de Gibraltar lo hicieron los destructores y fragatas Glascow, Sheffield, Coventry, Brillant y Broasword; en cambio de Faslane, en Escocia, ya lo habían hecho, el 29 de marzo, los submarinos Conqueror y Splendid. Otras naves de guerra que se encontraban en bases distantes como Belice y Canadá se fueron sumando luego a la flota en su marcha hacia el Atlántico Sur.

Unos cuarenta barcos de guerra iban a ser apoyados logísticamente por cerca de setenta barcos auxiliares, algunos de la Marina Real y otros requisados, como el transporte de pasajeros Camberra ademas de la RFA que es la flota auxiliar de la Royal Navy

Todos estos componentes planeaban reunirse en las cercanías de la Isla Ascensión que se encuentra a unas 3.500 millas de Malvinas para luego fraccionarse en tres flotillas operativas. Una a ordenes del Capitán, Brian Young, en el crucero Antrim, que debía dirigirse a Georgias. Otro grupo de batalla centrado en el Hermes y el Invencible, a cargo del almirante, Sandy Woodward, tuvo la misión de llegar a Malvinas lo antes posible y el tercer grupo de elementos anfibios, a órdenes del Comodoro Mike Clapp, en el Fearless, debía permanecer un tiempo más en Ascensión efectuando ejercicios de desembarco y aguardando la reunión del resto de las naves aún dispersadas o con problemas técnicos.

El día 19, el Río de la Plata ya había dejado el puerto de Bilbao y se encontraba navegando hacia Buenos Aires, cuando poco antes de la media noche, a la altura de la Isla Do Fogo, en Cabo Verde, recibió un telegrama cifrado de ELMA disponiendo desviara su rumbo hacia la Isla Ascensión y desde una distancia no menor de 12 millas realizara un avistaje de los buques británicos que pudieran encontrarse en inmediaciones de la misma.

Benchetrit, no sin asombro, leyó detenidamente el mensaje y de inmediato se dirigió a la mesa de mapas donde con prolijidad y firmeza trazó un rumbo a Ascensión. Acto seguido convocó a sus oficiales para imponerlos de las órdenes de la Empresa. Estos, luego de escucharlo atentamente, no solo prestaron su plena conformidad, sino que expresaron su vivo entusiasmo en poder colaborar siendo útiles en un momento tan crucial para el país.

Esa misma noche, donde se aceleraron tanto los motores como los corazones, se doblaron las guardias del puente con objeto de no perder detalle en caso que llegaran a tener un encuentro con naves del oponente.

La Isla Ascensión, una posesión británica arrendada al gobierno de Estados Unidos, está situada a poco más de 1.900 Kilómetros de la costa occidental de África y a mitad de camino entre Londres y Puerto Argentino. Surge en el Atlántico meridional como un afloramiento volcánico de forma circular de unos 160 Km. cuadrados, donde se destaca, entre otras elevaciones menores, el Monte Verde (Green Mountain) de 820 metros.

Más allá de que Ascensión no cuenta con puerto, sus dos principales ventajas son su excelente fondeadero en la rada de Georgetown, su capital y la pista de aterrizaje en el aeródromo Wideawake , que traducido significa bien despierto- vigilante. En cuanto a la ayuda norteamericana su gobierno no tuvo reparo en brindarle a los ingleses, entre otras comodidades, sus polígonos de tiro y el aprovisionamiento de miles de litros de combustible que fueron llevados a la isla en buques tanqueros estadounidenses sin que se diera publicidad.

Como dicha isla incrementó en esos días su actividad, se impuso en la misma un estricto control en el manejo de los efectivos arribados y en las tareas de seguridad y aprovisionamiento. A cargo del mismo fue designado el Capitán de Navío, Mac Qeen, de la Armada Real quién contó, preventivamente, para asegurar su defensa, con un avión Nimrod de reconocimiento lejano y un destacamento terrestre de refuerzo.

Tal como era de imaginar a medida que se acumulaban materiales, hombres y armamentos, dicha base, de carácter vital para los ingleses, se transformó también en un objetivo prioritario para los servicios de inteligencia argentinos quienes pese a los limitados recursos con que contaban, pronto iban a desentrañar ese misterio.

Mientras el Río de la Plata se dirigía a toda marcha hacia su objetivo, el tercer grupo de la Fuerza de Tareas naval británica había comenzado a llegar a la isla donde cumplían sus obligadas escalas técnicas. Fue así como el Camberra, ahora transformado en transporte de tropas y barco de carga que llevaba en sus bodegas aviones Harrier, ancló a una milla de la costa. Otro tanto hizo el buque de asalto, Fearless, con 1.000 infantes de marina a bordo, varias lanchas de desembarco y un remolcador de bandera holandesa arrendada por la Marina Real Inglesa.

El 23 de abril, el Río de la Plata, llegó a Ascensión cuando el reloj marcaba la hora 17:00. Poco antes de su arribo se había cruzado con un barco de guerra inglés que se encontraba efectuando ejercicios tácticos con un submarino, pero éstos continuaron con su actividad e ignoraron el paso del mercante.

A marcha moderada y una distancia entre diez y doce millas del fondeadero pudieron observar que en el mismo se encontraban quince barcos británicos. Desde ese mismo momento en que estuvieron también al alcance de una clara recepción en la honda VHF, pusieron en marcha un grabador de cinta que ubicaron junto a la radio, lo que les permitió grabar todas las comunicaciones que se efectuaban entre los buques y también entre estos y la isla. A través de la captación de dichas emisiones pudieron establecer no solo la identidad de algunos de los buques avistados y quienes se encontraban al mando, sino también que tipo de trabajos se estaban efectuando sobre los mismos.

Increíblemente durante el pasaje del barco argentino frente al fondeadero donde se encontraban en plena tarea los barcos ingleses, ninguno de ellos demostró percatarse de dicha presencia, como tampoco se notó, en las conversaciones que los mismos mantenían por VHF, que se hubieran percibido de la observación a que estaban siendo sometidos.

Una vez concluido el avistaje y tras haber logrado un impecable registro magnetofónico, Benchetrit, decidió continuar la navegación rumbo a Buenos Aires.

Esa misma noche envió a la Empresa un mensaje cifrado especificando el detalle de lo que habían logrado divisar.

La transmisión emitida desde el Río de la Plata fue localizada por los británicos a través de Two Boats, un equipo de intercepción y criptografía de la GCHQ “Government Communications Headquarters (Jefatura de Comunicaciones Gubernamentales) que operaba en Ascensión bajo cobertura comercial brindada por una conocida compañía de comunicaciones internacionales. Pero ya era tarde, el secreto de los preparativos y potencial de la Fuerza de Tareas había sido develado y de ahí en más, los mandos argentinos iban a tener exacta información acerca de la partida de la flota desde Ascensión, su composición, velocidad y derrota. Este informe crucial con otro posterior, enviado por Benchetrit, sumado al avistaje de un Boeing 707 de Fuerza Aérea, completó la información de un oficial superior de inteligencia argentino que se encontraba en Londres y había sido testigo de la partida de la Fuerza de Tareas desde Portsmouth.

La identidad de los buques avistados se pudo establecer en coincidencias con la observación, a través de binoculares y las características particulares que señalaba el libro nomenclador de radiotelegrafía que se poseía a bordo. Esta conjunción se vio facilitada por la experiencia del 2do Oficial, Armando Busto, quien había revistado un tiempo en la Armada Argentina y conocía suficientemente los distintos perfiles de las naves de guerra.

Al día siguiente cuando habían dejado a Ascensión unas 30 millas atrás, se recibió en la radio del mercante otro telegrama de ELMA, el cual expresaba la conformidad por la observación realizada, pero, además, disponía su regreso a Ascensión, con el fin de completar más datos sobre los buques avistados y tratar de obtener fotografías.

Sin dudar un instante, Benchetrit, ordenó poner rumbo a la isla a la cual llegaron en horas de la noche.
Con el fin de disimular el verdadero sentido de su presencia en el lugar, se trató de darle a la nave una apariencia exterior distinta. Para ello se modificaron las posiciones de las luces de navegación, se ordenó apagar las interiores y con la ayuda de algunas luminarias en sitios claves, se proporcionó al buque, al menos en horas donde reinaba la oscuridad, el aspecto de ser un pesquero.

Siempre con el VHF abierto y el grabador en marcha, iniciaron una navegación alrededor de la isla a una distancia de cinco millas de la costa. En dicho periplo, que se cumplió a marcha lenta y duró toda la noche, se percibió actividad de aviones y helicópteros que operaban en el aeropuerto, en tanto la flota permanecía en quietud y silencio radial.

Tal como lo había calculado Benchetrit, cuando el carguero cumplió su giro a la isla, se encontró llegando al ancladero con la primera luz de la mañana. Era una hora ideal, pues con el sol a sus espaldas y la incidencia de los rayos iluminando las naves allí surtas, le resultó más fácil avanzar sin ser percibido y poder distinguir claramente las características de las mismas. Desde esa ventajosa posición, el Río de la Plata fue acercándose hasta una distancia entre dos y tres millas de los otros barcos, sin detener su marcha y sin que, al parecer, fuera advertida su presencia.

Durante el transcurso de ese avistaje aprovecharon para obtener excelentes fotos de todos los barcos, improvisando un teleobjetivo que armaron adaptando el foco de unos binoculares que colocaron delante del lente de la única cámara fotográfica con que contaban a bordo.

Resultó más que interesante y por momentos increíble para los tripulantes del carguero argentino, ver la multiplicidad de tareas que los británicos estaban efectuando. A simple vista un trabajo engorroso donde embarcaciones menores y helicópteros se movían como abejas en una colmena tratando de suplir en el fondeadero la falta de muelles y guinches. Evidentemente la necesidad política de querer mostrar al mundo que estaban prestos a reconquistar “sus islas” sin demora, obligaba a las Fuerzas británicas a completar, lejos de miradas indiscretas, un alistamiento desmesuradamente esforzado.

Sobre la blanca mole del Camberra, evolucionaban varios helicópteros Sea King, portando en sus eslingas, planchas metálicas con el fin de equiparlo con cubiertas de vuelo, emplazándolas entre las pasarelas y las chimeneas, para permitir, que en una se posaran aviones Harrier y en la otra, helicópteros. Para lograrlo habían desplazado algunos mástiles de antenas y colocando puntales en el hueco de una piscina vacía.

Era dable también ver lanchones de desembarco efectuando maniobras junto al anfibio Fearless, desde el cual oían claramente por radio las órdenes de su capitán, Jeremy Larsen.

Mientras tanto, la fragata, Antelope permanecía quieta en una punta del fondeadero, era notable la actividad en torno a los transportes, Sir Galahad, Sir Tristan, Stromnness, Pearleaf y Sir Bedivere, donde los remolcadores de mar, Typhoon y Salvagemen se desplazaban con gran agilidad llevando materiales y personal.

Luego del reconocimiento y siempre a marcha normal, el Río de la Plata fue alejándose del lugar. No había hecho una milla cuando por radio se escuchó una voz de alarma advirtiendo a los buques sobre la presencia de un intruso y requiriendo reducir al mínimo las conversaciones.

El mercante continuó su marcha tratando de aparentar ser ajeno a lo sucedido, pero en pocos minutos tuvo una ingrata visita. Dos helicópteros Sea King, que amenazantes, efectuaron evoluciones a muy baja altura con intención de obligarlo a alejarse del lugar. Durante el tiempo que duró el hostigamiento, desde las aeronaves británicas se tomaban fotografías y se filmaba al buque desde todos los ángulos. Benchetrit, ante la posibilidad de un abordaje por parte de tropas comando, tomó la precaución de colocar todo el material comprometedor en una bolsa lastrada, lista para ser fondeada. Pero ello no fue necesario pues luego de media hora de acoso, los helicópteros se alejaron en dirección a Ascensión.

Pero allí no terminó todo. En medio del silencio radial, se sintió la voz del Comodoro, Clapp, desde el Fearless, requiriendo en forma amable a la Fragata Antelope, que: “si consideraba oportuno, y no interfería en sus trabajos”, saliera a capturar al “stranger ship”. Sin embargo pese al sugerente pedido, desde la nave de guerra, alguien que se identificó como Capitán, Tobin, contestó por radio que “iba a hacer todo lo posible pero iba a demorar más de dos horas en poder salir”.

Se ignora si esta fragata zarpó en persecución del buque argentino, pero a sus tripulantes sorprendió no verla aparecer en el horizonte ya que dada su velocidad de 30 nudos, era factible que lo hubiera podido alcanzar más adelante.

En ese momento tan incierto se recibió, como una ironía del destino, un telegrama de la Empresa ELMA, disponiendo el regreso urgente del Río de la Plata a Montevideo. Lo insólito del caso consistió en observar que dicho cable había sido despachado la noche anterior y por razones técnicas de horario, el radiotelegrafista no lo había recepcionado oportunamente.

De todas maneras ya era tarde para cualquier conjetura y siguieron navegando con un total silencio radial y electrónico para no ser detectados, demorando la transmisión del mensaje a la Empresa paras el día siguiente.

Efectivamente ya asegurados que ningún barco los seguía y calculando que se encontraban lo suficientemente alejados de la conflictiva base, transmitieron la información obtenida a la sede de la empresa ELMA. No bien habían concluido con el contacto telegráfico, cuando fueron sobrevolados por un avión de reconocimiento de la Fuerza Aérea británica, que luego de algunos pasajes rasantes, se alejó rumbo al Oeste hasta perderse de vista. Esta última novedad alcanzaron a comunicarla a Buenos Aires y luego cortaron toda transmisión para continuar la navegación en silencio por más de veinticuatro horas.

Como la falta de noticias preocupó a las autoridades de ELMA, que no recibían respuesta a los llamados, el gerente de la Empresa decidió enviar un radiograma sin clave cifrada, pero cuyo texto estaba redactado en términos lunfardos. El mismo decía “Bencho, picátela al socaire de macacos y domani chamuyame como era el quía que te ojeó. Un abrazo, el Capitán, Radivoj”. Para quienes no están familiarizados con el lunfardo la traducción aproximada sería: “Bencho” (apelativo con que se lo conocía a Benchetrit), andante rápidamente hacia la costa brasileña y mañana háblame de cómo era la persona que te avistó”.

Durante el trayecto al continente, alcanzaron a divisar a unas veinte millas por proa, un buque de guerra que evidentemente se dirigía a Ascensión, pero dada la distancia no llegaron a identificarlo. Presumiendo que el mismo proviniera de la isla brasileña de Trinidad, donde quizá podrían encontrarse otros barcos británicos, pusieron rumbo a la misma. Dicha isla fue reconocida en todo su perímetro a una distancia entre media y una milla, sin que se viera embarcación alguna. Cumpliendo ese trámite, el Río de la Plata hizo puerto primero en Montevideo y luego emprendió rumbo a Buenos Aires, donde el resto del material logrado, grabaciones, fotografías, etc. fueron entregados a ELMA y a través de la misma a la Armada Argentina.

En medio del beneplácito de sus superiores y de los mandos navales, Benchetrit, fue requerido nuevamente por personal de la Armada para cumplir otra misión secreta. El Capitán aceptó, pero los trabajos que necesitaba el barco para estar en condiciones, demoraron su salida y al finalizar los mismos, la contienda terminó y la misión se canceló.

Benchetrit continuó con sus viajes en el Río de la Plata, siempre hacia el norte de Europa. Tres años después del conflicto, se encontraba navegando cerca del Golfo de Vizcaya, cuando atento a la radio alcanzó a escuchar una conversación entre dos barcos ingleses a quienes identificó como ex participantes en la guerra de Malvinas. Sin pensarlo mucho fue a buscar las cintas que había grabado durante el episodio de Ascensión y las puso en el aire a través de la misma frecuencia.

Luego que se oyeron esas voces provenientes de seres que ya no estaban y desde naves que ahora yacían en el fondo del mar, se hizo un profundo silencio. Quizá los marinos británicos jamás hayan podido dar una explicación lógica a esa alucinante experiencia, ni imaginar que un marino argentino, con métodos muy simples, los continuaba sorprendiendo.
En la primer foto el ELMA Rio de la Plata y la segunda el ingenioso zoom para sacar fotos de los buques Britanicos

Asi somos los Argentinos cuando estamos unidos.

jueves, 8 de agosto de 2019

Eterno Honor a la Flota Mercante Argentina

La Flota Mercante Argentina en Malvinas


"Gigantes de acero" la leyenda dice que el Cid, ganó su última batalla después de muerto

Por Osvaldo Jorge Palacio VGM | Transporte y Comercio Exterior





En 1982 la Argentina no combatió sólo contra Gran Bretaña. También lo hizo frente a la OTAN, EEUU, Francia y el gobierno de Pinochet Ugarte. Todos ellos ayudaron a Inglaterra.

La actuación de la Flota Mercante Nacional demostró que el heroísmo y el patriotismo en momentos bélicos, no es patrimonio exclusivo de lo militar. La contribución de sus hombres es poco conocida. Cargueros, remolcadores, petroleros, pesqueros; hombres y naves enfrentaron difíciles circunstancias que no fueron impedimento para trasladar pertrechos, tropas, sanidad, vehículos y elementos para el combate.

El “Bahía Buen Suceso” había actuado en el traslado de trabajadores a Georgias, para desarmar a una factoría según lo convenido con el gobierno británico. Ese episodio dio origen al conflicto bélico. Después operó en Malvinas como unidad de bastimento.

Éste barco en Bahía Zorro en la Gran Malvina, recibió fuego aéreo y dañado y con heridos fue abandonado. A los tripulantes los rescató la nave hospital “Bahía Paraíso”

La muerte es un hecho natural al llegar el final de la vida. Esto ocurre con hombres y máquinas y, cuando el inevitable momento llega, lo deseable es que se produzca de la mejor forma; es lo que se denomina “un buen morir”.

El carguero “Isla de los Estados”, se fue a pique el 10 de mayo, fue hundido por la fragata H.M.S. “Alacrity” en el Estrecho de San Carlos.

Su tripulación actuó como proveedora y trabajó en el minado de las aguas de Puerto Argentino. Tras la explosión murieron sus quince tripulantes, tres miembros del Ejército, uno de la Fuerza Aérea, tres de la Armada y uno de la Prefectura. Sólo dos hombres salvaron su vida por imperio de una milagrosa casualidad.

El navío “Mar del Norte” trasladó material militar y el “Río Cincel”, de ELMA, módulos para la pista aérea.

El “Formosa”, también de ELMA, condujo miles de toneladas de carga. Fue atacado por aviones británicos y abandonó la zona al sur de la Isla Soledad donde fue agredido por error por cazas Skyhawks argentinos. Fue blanco de dos bombas que no explotaron y no causaron víctimas.

El “Río Carcarañá”, burló a los submarinos “Splendid” y “Spartan”. El primero de mayo un Sea Harrier lo atacó pero no hizo blanco. La nave se evadió del puerto con su carga y se ocultó al sur de la Isla Soledad.

Su tesoro más valioso, fue una cohetera CITEFA. Nuevamente agredido por fuego de ametralladoras, recibió daños en su estructura. El buque fue abandonado y la tripulación, rescatada por el “Forrest”, fue trasladada a la Bahía Zorro, donde prestó servicios al Ejercito realizando el traslado y ocultamiento de combustible.

El remolcador “Yehuin”, fue el último mercante que navegó a Puerto Argentino. Realizó misiones logísticas y también de minado marítimo. Al final del conflicto su tripulación cayó prisionera y la embarcación capturada.

El abastecimiento de combustible a la marina de guerra lo hicieron los buques de YPF, “Puerto Rosales” y “Campo Durán”. El tanquero

“Punta Médanos” y el petrolero “Puerto Rosales” asistieron al Crucero “General Belgrano” y a los destructores “Bouchard” y “Piedra Buena”. En ese momento el submarino “Conqueror” esperaba la orden para atacar al “Belgrano”.

Los ingleses zarparon el treinta de marzo. Era imprescindible contar con información de inteligencia, por eso la Mercante y la Fuerza Aérea hicieron el reconocimiento atlántico desde el Canal de la Mancha y Gibraltar hasta el Río de la Plata.

La Isla Ascensión fue rodeada por el transporte “Río de la Plata”, y cursó información hasta que fue sobrevolado por helicópteros que lo alejaron. Sus pares, “Almirante Stewart”, “Glaciar Perito Moreno”, “Glaciar Ameghino” y “Río Calchaquí” también se acercaron peligrosamente a Ascensión.

El “Tierra del Fuego” ubicó a la flota enemiga en medio del océano, a la altura del Río de la Plata, y el seguimiento al sur del paralelo del Cabo San Antonio, fue efectuado por pesqueros. El “Narwal”, “María Alejandra”, “Constanza”, “Ceibo”, “Invierno”, “Mar Azul” “Usurbil” y el “Capitán Cánepa”.

El pesquero “Narwal”, descubrió a la marina inglesa reabasteciéndose fuera de la zona de exclusión. La Fragata “Alacrity” lo alejó del lugar, pero continúo su rastreo. Sus mensajes ayudaron a descubrir un plan de ataque al Portaaviones “25 de Mayo”.

Luego lo acometió una escuadrilla de Harriers que causó heridos y la muerte del contramaestre Omar Rupp, primer marino mercante caído en la Gesta. El barco fue abandonado y, luego de ser abordado por un grupo comando que contribuyó a su detonación, se hundió con honor. Los prisioneros fueron trasladados al portaviones “Invencible” y después al buque hospital “Uganda”.

El transporte de material hacia Puerto Deseado estuvo a cargo de los mercantes “Córdoba”, “Lago Argentino”, “Lago Traful”, “Chaco” y “Río Neuquén”. La Armada dispuso del “Bahía San Blas”, “Cabo de Hornos” y “Canal de Beagle”.

El abasto de nafta para los aviones de combate, lo realizó YPF, con el “Cabo Espíritu Santo” y el “Florentino Ameghino”. El remolcador “Yaktemi” se destacó por su apoyo al “Formosa” que navegaba con una bomba sin explotar y el socorro al “Narwal”.

El buque insignia de la Escuela Nacional de Náutica “Piloto Alsina”, auxilió a la Prefectura en el control del Río de la Plata, para impedir sabotajes. Finalmente, transportó a más de mil prisioneros de guerra argentinos. Además, veintisiete cadetes de la Escuela Nacional de Náutica tuvieron participación en distintas unidades.

Buques que intervinieron: “Río Carcarañá”, “Río Cincel”, “Bahía Buen Suceso”, “Mar del Norte”, “Formosa”, “Isla de los Estados”, “Narwal”, “Puerto Rosales”, “Campo Durán”, “María Alejandra”, “Constanza” “Yehüín”, “Río de la Plata”, “Tierra del Fuego II”, “Yaktemi”, “Invierno”, “Córdoba”, “Usurbil”, “Margot”, “Canal de Beagle”, “Bahía San Blas”, “Cabo de Hornos”, “Almirante Stewart”, “Lago Argentino”, “Lago Traful” y “Piloto Alsina”.

Personal militar hundido en el “Isla de los Estados”: Del Ejército: capitán Marcelo Sergio Novoa y sargento ayudante Víctor Jesús Benzo. De la Armada Argentina: Cabo principal Rubén Torres y los cabos Orlando Cruz y José Mesler. De la Fuerza Aérea: cabo primero Hugo Varas. De Prefectura Naval: Marinero Jorge Eduardo López. Sobrevivientes: Capitán de Corbeta Alois Payarola y marinero mercante Alfonso López


Centro de Jefes y Oficiales Maquinistas Navales recordamos a:

  • Maquinista Naval de 2ª Miguel Aguirre
  • Maquinista Naval de 3ª Alejandro Omar Cuevas
  • Maquinista Naval Pedro Mendieta (fallecido en la Isla de los Estados)


A los compañeros ex ARA Scarfatti y Allioto veteranos de Malvinas ya fallecidos


Condecoraciones otorgadas por la Armada Argentina al personal y buques de la marina mercante

Muertos en Combate:

  • Capitán de Ultramar Tulio Néstor Panigadi
  • Capitán de Ultramar José E. Francisco Bottaro
  • Piloto de Ultramar de 1ª Jorge Nicolás Politis
  • Maquinista Naval de 2ª Miguel Aguirre
  • Maquinista Naval de 3ª Alejandro Omar Cuevas
  • Contramaestre Benito Horacio Ibáñez
  • Cabo de Mar Jorge Alfredo Bollero


Marineros:

  • Antonio Máximo Cayo
  • Antonio Manuel Lima
  • Manuel Oliveira
  • Omar Alberto Rupp (bahiense)
  • Electricista de 1ª Pedro Antonio Mendieta
  • Mecánico de 1ª Enrique Joaquín Hudephol
  • Primer Cabo Omar Héctor Mina
  • Primer Cocinero Rafael Luzardo
  • Mayordomo Néstor Omar Sandoval
  • Cantineros Civiles Heriberto y Leopoldo Marcelo Ávila, embarcados en el Crucero “Gral. Belgrano” (ambos de Punta Alta)


La Nación Argentina al Herido en Combate:

  • Maquinista Naval Feliciano Miño

Marineros:

  • Gregorio Carvallo
  • Luis Wenz
  • Justo García


Reconocimiento al Mérito:

  • Primer Oficial de Radiocomunicaciones Francisco Elizalde

Al esfuerzo y Abnegación:

  • Capitán de Ultramar Juan Gregorio
  • Capitán de Ultramar Tulio Panigadi
  • Capitán de Ultramar Osvaldo Niella
  • Capitán de Ultramar Carlos Benchetrit
  • Capitán de Ultramar Héctor Curriá
  • Capitán de Ultramar Néstor Fabbiano
  • 2º Oficial Asterio Wagata
  • 2º Oficial de Máquinas Feliciano Miño
  • Oficial de Radio Arturo Alberto Reinoso
  • Enfermero Juan Ángel Gómez
  • Marinero Alfonso López
  • Señor Oscar García Lattuada


Heridos en Combate:

  • Capitán de Ultramar Osvaldo Marcelino Niella
  • Primer Oficial de Máquinas Atilio López
  • Maquinista Naval Lucio Busetti
  • Mecánico Osvaldo Ferrero

Marineros:

  • Julio César Rodríguez
  • Luis Zaragoza (bahiense)



Honor al Esfuerzo y Abnegación en Combate, a lo buques:

  • “Isla de los Estados”
  • “Bahía Paraíso”
  • “Bahía Buen Suceso”
  • “San Blas”
  • “Cabo de Hornos”
  • “Canal de Beagle”



Operaciones en Combate, a los buques:

  • “Puerto Rosales
  • “Campo Durán”
  • “Formosa”
  • “Río Carcarañá”
  • "Río Cincel”
  • “Mar del Norte”
  • “Yehüin”
  • “Constanza”


Tripulantas Veteranas de Guerra:

  • Oficial Comisario, Marta Beatríz Giménez (Canal de Beagle)
  • Oficial Comisario, Graciela Gerónimo (Bahía San Blas)
  • Oficial de Radio, Estela Carrión (Lago Traful)
  • Alumno Escuela Nacional de Náutica, Mariana Soneira (Bahía San Blas)
  • Alumna Escuela Nacional de Náutica, Noemí Marchesotti (Río Cincel)
  • Alumna Escuela Nacional de Náutica, Olga Graciela Cáceres (Río Cincel)
  • Enfermera, Doris West (Formosa)
  • Enfermera, Perla Aguirre (Río de la Plata)
  • Enfermera, Olga Elvira Grasso (Almirante Stewart)
  • Enfermera, Nelly De Vera (Almirante Stewart)
  • Enfermera, Savid Molina (Tierra del Fuego II)

martes, 9 de julio de 2019

La heroica marina mercante argentina en Malvinas

Los héroes sin armas de Malvinas: dos ataques que revelan el sacrificio y la entrega de la Marina Mercante argentina en la guerra 

Más de 700 hombres y un puñado de mujeres tripularon una treintena de buques mercantes y pesqueros, que sin armamento ni entrenamiento bélico protagonizaron incontables misiones tácticas y logísticas durante el conflicto de 1982. Cómo se produjeron los hundimientos del pesquero Narwal y el ARA Isla de los Estados



Por Fernando Morales  ||  Infobae


Dos ataques contra embarcaciones argentinas que tuvieron lugar hace 37 años muestran una faceta poco difundida de la guerra de Malvinas. Allí, un grupo de héroes sin armas prestó su servicio con sacrificio y entrega: los más de 700 miembros de la Marina Mercante argentina que participaron de la acción bélica con enorme patriotismo.

"En Malvinas, la Marina Mercante argentina tuvo un rol concreto y específico, indicado por la autoridad, que era, dentro del rol general, el de prestar apoyo a todas las fuerzas que hubo en el área de conflicto. Fueron 51 buques mercantes y cerca de un millar de tripulantes, contando relevos, porque algunos buques tuvieron varias campañas. Hay que destacar que hubo una participación importante de mujeres, quizá fue la mayor cantidad de mujeres dentro de todas las organizaciones que se movilizaron", le contó a Infobae Horacio Vázquez Rivarola, director del Museo Marítimo Ingeniero Pedro Cerviño.

El primero de los ataques ocurrió hace 37 años, el sábado 9 de mayo de 1982. En el receptor del apostadero naval Puerto Argentino comenzó a sucederse la siguiente sucesión de mensajes.

09.05: Aquí Narwal. Somos atacados por aviones ingleses en la altitud 52º 45' Sur y longitud 58º 02' Oeste. Tenemos heridos graves.

09.12: Narwal, averiado y a la deriva, hace agua y peligro de hundirse por fuerte tormenta. Lanzamos botes y balsas al agua con heridos. Estamos tratando de contener la entrada de agua.

11.00: Falleció uno de los heridos. Otro avión inglés nos sobrevuela y ataca nuevamente.

11.05: Han sido destruidas todas las balsas, resta un bote para los que quedamos. Requerimos ayuda urgente.

11.25: Quedan seis hombres en un bote a la deriva. No quedan elementos de salvamento. Narwal a punto de hundirse. Nos arrojamos al agua. ¡¡¡Viva la Patria!!!

El emisor de estos desesperados mensajes no era otro que el oficial de Comunicaciones Arturo Reinoso, del buque pesquero Narwal. El marino mercante cumplía la última orden impartida por su capitán, Néstor Fabiano, quien luego de llegar a la convicción de que su barco se hundía irremediablemente, daba la orden de abandono.

En el conflicto bélico de 1982, los 23 pescadores que tripulaban el Narwal más el capitán de corbeta Juan Carlos González Llanos fueron tomados prisioneros y llevados a bordo del Invencible británico para ser interrogados sobre las tareas de inteligencia naval que desarrollaban y en virtud de las cuales la Corona Británica había decidido neutralizarlos. Entre los tripulantes también fue conducido al navío inglés el cuerpo sin vida del contramaestre Omar Rupp. El hecho marcó la primera muerte de un marino civil en la operación militar de recuperación de las Islas Malvinas.

 
El Narwal medía 70 metros de eslora (largo), 11 metros de manga (ancho) y contaba con una capacidad de carga de 1400 toneladas

Medía 70 metros de eslora (largo), 11 metros de manga (ancho) y contaba con una capacidad de carga de 1400 toneladas. Con el consentimiento de sus propietarios, la nave comenzó a enmascarar con su labor pesquera a partir del 23 de abril de 1982 importantes tareas de inteligencia naval. Otros pesqueros como el Constanza o el María Alejandra completaban un escenario de supuesta actividad pesquera "inocente".

Si bien en un principio la labor del Narwal no despertó sospechas entre la flota británica, durante los primeros días de mayo, según relata el por entonces capitán de pesca de la nave, Asterio Dawata, fueron reiteradamente advertidos por los ingleses, que debían abandonar la zona en la que se encontraban operando.

La mañana del 9 de mayo la paciencia británica se agotó y dos Sea Harrier se lanzaron contra la pequeña y desarmada embarcación. El ataque fue feroz: incluso con el buque ya fuera de servicio y sus tripulantes en el agua, las aeronaves inglesas las destruyeron con fuego de metralla. La misma metralla que había arrancado de cuajo las piernas de Rupp, quien murió desangrado en la cubierta de su buque.

 
Hasta ser afectado por el entonces Comando en Jefe de la Armada, el Narwal era un buque pesquero perteneciente a la Compañía Sudamericana de Pesca y Exportación que realizaba su faena pesquera habitual en el Atlántico sur

Si bien muchas de las crónicas sobre este suceso hablan de un ataque injustificado por parte de las fuerzas británicas, es una verdad aceptada por las fuerzas armadas beligerantes que las flotas mercantes en operaciones constituyen objetivos lícitos, ya que hundir al petrolero que lleva combustible para los vehículos, naves y aviones de combate, o al carguero que transporta víveres y munición o al pesquero que realiza inteligencia, no es más que minar la capacidad de combate del oponente, lo que en definitiva constituye la premisa básica de la guerra.

La labor del Narwal y sus tripulantes mereció el más alto grado de reconocimiento por parte del alto mando naval inglés, ya que, a poco de iniciarse el interrogatorio, los oficiales de inteligencia ingleses descubrieron que a excepción de González Llanos, no estaban en presencia de tropas de elite entrenadas para el espionaje, sino de simples pescadores con una elevadísima dosis de patriotismo.

Omar Rupp recibió sepultura marina con honores militares, siendo su cuerpo arrojado al mar desde la cubierta de la nave enemiga a bordo de la cual se encontraba el príncipe Andrés, hijo de la Reina Isabel.


 
Las exequias de Omar Rupp

La mayor pérdida de vidas civiles en Malvinas

Al día siguiente del hundimiento del Narwal tendría lugar en el estrecho de San Carlos la más grande pérdida de vidas por parte de marinos civiles ocurrida durante la efímera recuperación de las Islas Malvinas: el hundimiento del ARA Isla de los Estados.

Aquel buque constituyó un caso muy particular ya que, si bien era propiedad de la Armada Argentina, sus servicios estaban afectados al tráfico comercial que realizaba la institución militar a través del Comando de Transportes Navales, una suerte de empresa naviera estatal que cumplía la tarea de llevar mercancías a regiones del país que no eran rentables para las navieras privadas.

 
El ARA Isla de los Estados

Es por ello que habitualmente los buques de la empresa estaban tripulados por personal superior y subalterno de la Marina Mercante. Vale destacar también que todo el personal superior de la marina civil ostenta un grado militar como oficial de reserva de la Armada, con lo cual va de suyo que en caso de necesidad el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas los puede convocar al servicio activo. Esta obligación no aplica al personal subalterno.

"Pero Malvinas hizo que eso no fuera necesario. De los más de 700 hombres y mujeres en el Teatro de Operaciones ninguno tuvo que ser movilizado, aceptamos el llamado de la patria en forma voluntaria", recuerda para Infobae un veterano civil.

El Isla de los Estados fue el primer buque mercante en arribar a Puerto Argentino, al margen de su dotación náutica. Llevaba personal militar de las tres Fuerzas Armadas. En el momento de su hundimiento a los 15 marinos mercantes se agregaron un coordinador de la Armada, tres hombres de la misma fuerza, dos del Ejército, uno de la Fuerza Aérea y uno de la Prefectura Naval. Además, entre los marinos mercantes se encontraban los ciudadanos españoles Manuel Olveira, Alfonso López y Héctor Sandoval. Sólo López y el coordinador miliar Alois Payarola sobrevivieron.

 
El plano del Isla de los Estados

Los hechos

Entre el 2 de abril y el 10 de mayo de 1982 el Isla de los Estados protagonizó diversas misiones logísticas. Su particular diseño lo transformaba en uno de los únicos buques que podían atracar en el muelle de Puerto Argentino. Esto hacía que otros navíos de gran porte fondearan en las proximidades del apostadero naval y aguardaran que el Isla se acercara a recibir su carga.

Una de las primeras y más importantes misiones de esta nave fue la que protagonizó junto al mercante Río Cincel, segundo buque en arribar a las islas portando nada menos que parte de la pista de aterrizaje de aluminio que serviría para el despegue y aterrizaje de los aviones de la Fuerza Aérea Argentina.

 

El Cincel protagonizó por aquellos días un heroico salvataje de miembros de la Infantería de marina que habían quedado a merced del mar embravecido a bordo de una diminuta lancha de desembarco de tropas que había perdido su hélice. La nave también quedó en la historia por llevar a bordo a las dos primeras mujeres de Malvinas, las cadetas de la Escuela Nacional de Náutica Olga Cáceres y Marcia Marchesotti.

El último de estos traspasos de carga (alijes) lo realizó al también mercante Río Carcarañá. Al finalizar las maniobras logísticas entrada la noche, los capitanes de ambas naves compartieron una cena a bordo del Carcarañá. En esa oportunidad el comandante anfitrión, Capitán de Ultramar Edgardo Dell'Elicine, aconsejó a su invitado no zarpar sino hasta el día siguiente. Pero su colega naval, Tulio Panigadi, desoyó el consejo y consideró más seguro remontar el estrecho San Carlos, protegido por la oscuridad, ya que ningún buque de la Armada brindó escolta a los numerosos mercantes en operaciones.

En forma paralela, el alto mando naval inglés ordenaba a Christopher Craig, comandante de la fragata Alacrity , que durante la noche del 10 de mayo se dirigiera a la entrada norte del Estrecho San Carlos a efectuar un relevamiento a fin de detectar la posible existencia de minas colocadas por la Marina argentina.

 
El alto mando naval inglés ordenó a Christopher Craig, comandante de la fragata Alacrity , que durante la noche del 10 de mayo se dirigiera a la entrada norte del Estrecho San Carlos a efectuar un relevamiento a fin de detectar la posible existencia de minas colocadas por la Marina argentina

En estas circunstancias aproximadamente a las 22, el radar del navío inglés detectó un eco que resultó corresponder al Isla de los Estados. Craig ordenó en primer lugar el lanzamiento de una bengala la que en forma indubitable expuso ante los ojos del comandante inglés la silueta del buque argentino. Su silueta delataba perfectamente que no se trataba de un buque militar y que, por lo tanto, no estaba artillado.

Sin embargo, Craig, fiel a la consigna de neutralizar a los buques mercantes en operaciones, abrió fuego con munición de 4,5 pulgadas. Al tomar contacto con los tambores de JP1 (nafta de aviación) y la munición estibada en cubierta, dieron inicio al dantesco final de la nave, una sucesión de explosiones fue arrancando de raíz distintas partes de la nave. Hasta su propio puente de mando desapareció súbitamente.

"Díganle a los de las Islas de enfrente que no tiren"

La frase corresponde al coordinador militar Alois Payarola (por estos días el único sobreviviente de la tragedia). En pleno ataque la pronunció mientras operaba la radio del buque argentino convencido de que el ataque provenía de la artillería del Ejército Argentino ubicada en la costa vecina.

Pero poco después no quedarían dudas de que el ataque letal provenía del enemigo: los certeros impactos se sucedían sin solución de continuidad e impactaban en la obra muerta del buque (es decir, parte del casco que queda por encima de la superficie del agua). Las explosiones comenzaron a sucederse no solo en cubierta sino dentro de las bodegas, por lo que en pocos minutos la tripulación se vio obligada a abandonar la nave.


 
El Rio Cincel protagonizó por aquellos días un heroico salvataje de miembros de la Infantería de marina

De todo el personal civil, policial y militar que integraba la dotación, sólo sobrevivieron el hoy Capitán de Navío retirado Alois Payarola y el marinero español Alfonso López. Ambos llegaron nadando a la costa a pesar del frio extremo de las aguas. El comandante civil de la nave, Capitán de Ultramar Tulio Panigadi, fue arrastrado por la corriente y murió en el intento de tomar la costa, al igual que el Primer Oficial de a bordo, Jorge Bottaro.

Contrariando un ancestral precepto marino, Craig no prestó ayuda a ninguno de los tripulantes se arrojaron al mar. Por el contrario, imprimió la máxima velocidad a los motores de su buque para alejarse del lugar.

Durante 36 años se aceptó como un hecho innegable que los restos de todos los tripulantes del ARA Isla de los Estados descansaban en el fondo de las aguas del Estrecho San Carlos. Pero en 2018, durante las tareas de reconocimiento de ex combatientes sepultados en el cementerio militar de Darwin, fue reconocido por las pruebas de ADN el cuerpo del Jefe de Máquinas del buque, el maquinista naval Miguel Aguirre, un ex militar que ya como marino mercante y encontrándose en uso de licencia cuando su buque fue afectado a las operaciones militares se presentó como voluntario a pesar de los ruegos familiares para que no lo hiciera.

El Isla de los Estados representa al decir de muchos estudiosos de la guerra de Malvinas el más acabado ejemplo de integralidad operativa. Marinos Mercantes, Marinos de Guerra, Personal de Prefectura Naval, del Ejército y de la Fuerza Aérea cumplían funciones a bordo. Otro ejemplo de valentía y patriotismo.

sábado, 30 de junio de 2018

El hundimiento del Isla de los Estados

Naufragio espeluznante: cómo fue el hundimiento del buque tripulado por civiles en la Guerra de Malvinas

Una bengala luminosa lanzada a doscientos metros de altura rompió la oscuridad del estrecho San Carlos en la noche del 10 de mayo de 1982. El Buque Isla de los Estados, de 80 metros de eslora, con veinticinco tripulantes a bordo, quedó al descubierto.

Marcelo Larraquy-INFOBAE



El capitán de corbeta Alois Esteban Payarola se contactó por radio con el carguero "Forrest", amarrado en Puerto Howard, a 16 millas. Quiso verificar el origen de la bengala. Temió que fuera el preanuncio del "fuego amigo".

La respuesta no despejó su duda: ellos no la habían lanzado. Dos minutos después el buque «Isla de los Estados» comenzó a recibir impactos de mortero sobre estribor. Una llamarada de fuego se levantó sobre la nave. Desde la posición enemiga supusieron que era un barco petrolero.

Desde el puente de mando, Payarola volvió a comunicarse con el "Forrest". Pidió "alto el fuego" y que avisaran a las baterías costeras que dejaran de tirar.

Payarola vió que casi todo lo que estaba alrededor suyo había desaparecido. Decidió salir del puente y caminar hacia babor. Vio al capitán Tulio Panigadi, comandante de ultramar, tirado en el suelo. Escuchó gritos de dolor, voces que emergían desde el agua. Otra explosión abrió una lengua de fuego sobre los tambores de combustibles. La nave se mecía hacia un costado. Payarola tenía puesto un pullover, un buzo, y unas botas de campaña. Sintió ruido de helicópteros que se acercaban.

En ese momento entendió que había sido impactado por fuerzas enemigas. Se lanzó al agua helada del estrecho. Pocos minutos después el buque Islas de los Estados desaparecía de la pantalla del radar de la fragata HSM Alacrity.

La Operación Rosario

El "Isla de los Estados" había sido armado en España en 1975. Cinco años después fue incorporado a la Armada como buque de transporte. Era un buque de la marina mercante, que navegaba con tripulación civil. Era útil para el transporte de ganado ovino, mercaderías y de personas entre el territorio y las islas, en cumplimiento con los acuerdos de cooperación entre Argentina e Inglaterra firmados a inicios de la década del setenta.

El 28 de marzo de 1982, en Puerto Deseado, Santa Cruz, el "Isla de los Estados" comenzó a cargar armas, vehículos. Había militares de uniforme en el muelle. Los civiles de la marina mercante se sorprendieron. Alois Payarola asumió la conducción militar del barco. En alta mar informó de la misión. El "Isla de los Estado" se uniría a la "Operación Rosario" como parte de la Fuerza de Tareas que tomaría las islas Malvinas.

La novedad sorprendió a la tripulación civil. Algunos de ellos eran extranjeros.

El "Isla de los Estados" fue el primer buque de la marina mercante que llegó a Puerto Argentino. El Ejército lo utilizó para el transbordo de cargas de otros buques mercantes que por su tonelaje no podían amarrar en el pequeño muelle de madera de la capital de la isla. También transportó víveres, combustible, armas y municiones y efectivos a distintas posiciones de las tropas argentinas.

El barco no tenía defensa antiaérea. Navegaba por la noche, en la niebla, e intentaba ocultarse en accidentes geográficos para que no quedara al descubierto su posición.

Desde el "Isla de los Estados", a través de una grúa, fueron colocadas 25 minas de 400 kilos de explosivos frente a las aguas de Puerto Argentino.

El 1º de mayo de 1982, después del bombardeo aéreo y naval inglés sobre la capital de las islas, se decidió trasladar el barco al estrecho San Carlos, que separa la isla Soledad de la Gran Malvina.

En esa nueva posición, el "Isla de los Estados" continuó con los trabajos de carga y descarga con otras naves. Una de ellas fue el "Monsunen", un barco de pequeño porte confiscado a las Falklands Islands Company (FIC), que solía usarse para el traslado de ovejas.

El "Monsunen" navegó desde Puerto Argentino hacia el estrecho San Carlos en busca de combustible y municiones. A su cargo estaba el entonces mayor Jorge Monge, oficial de Operaciones del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 101 (GADA 101).

"Nuestro material de guerra estaba en el buque "Río Carcarañá", que también habían movido al estrecho San Carlos –afirma Monge en entrevista con el autor de este artículo-. El 2 de mayo comenzamos a bordear la isla Soledad hacia el sur. Entonces me llega un "alerta submarino".

Habían hundido el crucero "Manuel Belgrano", y me avisan que también podíamos ser atacados. Para mantener la moral de la tropa, no lo comenté. Lo primero que pensé fue en las bajas. Me recomendaron que tuviera cuidado. ¿Pero qué alerta podía tomar yo si tenía un fusil automático, dos ametralladoras, una balsa y dos o tres salvavidas. El «Monsunem» era un barquito endeble.

-¿Cómo fue el contacto con el "Isla de los Estados"?

-Habrá sido el 4 ó 5 de mayo. Ahí me encontré con el capitán Marcelo Novoa. Lo conocía por cursos en el Colegio Militar; también estuvimos en Jujuy, cuando se movilizaron las tropas por el conflicto con Chile. Él era de artillería, yo montañista. En el estrecho San Carlos descargamos el material para mi unidad: cañones, parte de los 16 mil tiros de municiones y también me dieron la orden de retirar combustible para radares y helicópteros. Eran barriles de 200 litros que acomodamos en la cubierta. Si nos impactaban explotaba todo.

-¿Sospechaba que les podían disparar?

-Después de lo del "Belgrano" la posibilidad de un submarino estaba latente, pero por las profundidades de la cartografía naval no podía meterse en el estrecho un submarino de porte. Pero sí una fragata. Y había fragatas por todos lados. La isla es una defensa aeronaval. Requiere superioridad aérea y de barcos. Y nosotros en la isla no teníamos ni barcos ni aviones.

Los aviones argentinos sólo podían estar un minuto por el aire y tenían que volver porque sino los tiraban al mar. La Fuerza Aérea salía de Río Gallegos o Comodoro Rivadavia; en las islas no había aviones de combate. Por eso las fragatas se acercaban y tiraban todas las noches. Teníamos unos cañones de 155mm que tenían alcance, pero eran muy pocos y no contaban con un observador que las localizara bien. Era difícil impactarlas.

-¿Cuál era el clima interno de la tripulación en el "Isla de los Estados"?

-Era un buque de la Marina mercante compuesto por civiles y algunos marinos. Novoa me planteó que los civiles no habían estado convencidos de ir hacia Malvinas, y me decía que ellos -los militares- estaban en minoría.

El "Monsumen" partió hacia el norte del estrecho para hacer otro transbordo con el "Río Carcaraña".

El 9 de mayo el pesquero "Narwal", que hacía inteligencia para Argentina, fue interceptado, ametrallado y hundido por dos aviones Sea Harrier. Hubo un muerto y doce heridos. Tras desesperadas señales de socorro -"tenemos heridos graves", "abandonamos el buque 25 hombres", "hemos lanzado al agua un bote color naranja con los heridos graves"-, un helicóptero Puma voló desde Puerto Argentino hacia el sur para rescatarlos.

Fueron impactados por un misil. Tres pilotos murieron. Los heridos del "Narwal" que fueron tomados prisioneros por la Marina británica.

El ataque británico

A primera hora de la mañana siguiente, en un trabajoso transbordo, el "Río Carcaraña" entregó una cohetera de veinticinco toneladas al "Isla de los Estados". Ya era casi de noche cuando finalizaron las tareas.

El capitán Panigadi decidió continuar por el estrecho San Carlos hasta Puerto Howard. Esperaba llegar al amanecer. Allí esperaría nuevas instrucciones. A las nueve de la noche, levó las anclas y comenzó a navegar con las luces apagadas. Llovía.

Una hora después, a las diez y veinte de la noche, el operador de radar de la fragata inglesa HMS "Alacrity", que navegaba en dirección sur-norte, percibió un eco que alertó sobre la presencia de un posible buque.

Desde la fragata lanzaron una bengala luminosa, que reveló su posición, casi a la altura de la isla Cisne (Swan Islands). Era el "Isla de los Estados". En ese momento contaba con veintisiete tripulantes, y transportaba 300.000 litros de combustible, municiones, bombas, que almacenaba en la bodega, y la cohetera.

El capitán Alois Payarola, desde el puente de mando, se comunicó por radio con el buque mercante "Forrest", amarrado en Puerto Howard. Preguntó si ellos habían lanzado la bengala. Respondieron que no.

Pocos segundos después, los proyectiles comenzaron a impactar sobre la banda de estribor de "Isla de los Estados". Parte de la tripulación, que descansaba en los camarotes, subió al puente de mando, para saber qué pasaba. El capitán se mantenía con la radio Motorola en la mano.

Había cuerpos tendidos entre chapas retorcidas. Una lengua de fuego se erguía sobre los tambores de nafta. Desesperado, pidió al "Forrest" que avisara a las baterías costeras que dejaran de disparar. Seguía pensando que había sido atacado por "fuego amigo".

El "Alacrity" continuó su rumbo por el estrecho, sin detenerse ante la nave enemiga, que se incendiaba.

Payarola bajó del puente de mando entre las llamas y el humo. Un último impacto de cañón lo había destruido. Pero él se tocaba y sentía que no le había pasado nada. Había cuerpos tendidos entre chapas retorcidas. Una lengua de fuego se erguía sobre los tambores de nafta. La nave se inclinaba por estribor. Lloviznaba.

Encontró al marinero Alfonso López, español, y al camarero Héctor Sandoval, de 52 años, intentando lanzar una balsa inflable al agua helada. Los impulsó a salvarse. López, que no sabía nadar, cayó en el centro.

En su salto, Sandoval golpeó con una estructura metálica y no volvió a salir a la superficie. Los marineros gritaron: “Viva la Patria”, “Viva la Patria”. Y se perdieron en la oscuridad de las aguas

Sin querer, Payarola resbaló y cayó al agua. Tenía una pequeña linterna de mano con la que intentaba pedir auxilio. Nadó hacia otra balsa que ocupaban dos marineros, Manuel Oliveira y Antonio Cayo. Se estaban hundiendo. Pero le cedieron un lugar de privilegio para que su jefe se mantuviera a flote. Payarola se negó y prefirió alejarse a nado.

Los marineros gritaron: "Viva la Patria", "Viva la Patria". Y se perdieron en la oscuridad de las aguas. El buque "Isla de los Estados" ya estaba hundido.

Payarola escuchó el zumbido de las aspas de un helicóptero en la oscuridad de la noche, que los sobrevolaba. Un "Sea King" se había acercado a verificar la zona del desastre. Intentaba nadar como podía, pero la corriente lo arrastraba. Ya no escuchaba voces de otros náufragos. Sentía que los pies y las manos se le congelaban.

Con su linterna, a lo lejos, iluminó un bulto negro. Nadó hacia esa dirección. El bulto negro era la balsa del marinero López. Se habían incorporado también el capitán Panigadi y el primer oficial Jorge Bottaro, que escaparon de la explosión del puente de mando. Lo ayudaron a subir.

Remaron

El "Alacrity", mientras tanto, continuó su navegación por el estrecho. Era la primera fragata británica que lo atravesaba de sur a norte, en misión de reconocimiento. “Se ahoga Bottaro, se ahoga Bottaro”. López no sabía nadar. Sólo podía dar aviso.

A esa altura de la guerra, Inglaterra ya había bloqueado las islas con la imposición de una zona de exclusión total. El "Río Carcarañá" había sido el último barco argentino en llegar a las islas.

Inglaterra también había decidido que el estrecho San Carlos sería la cabecera de playa, pero el almirante John Woodward quiso asegurarse que las aguas no estuviesen minadas y no hubiese defensas costeras que pusiesen a riesgo el próximo desembarco de la infantería británica.

La misión del "Alacrity", sin embargo, estuvo bajo riesgo extremo esa misma madrugada, después de haber hundido el "Isla de los Estados". El submarino "San Luis", acomodado en la boca del estrecho, lo ubicó en su radar y preparó la información para el lanzamiento de torpedos SST-4.

Decidió impactarlo con dos. Era la una y media del 11 de mayo. El primer torpedo no logró salir del tubo, y al segundo se le cortó el cable de guiado minutos después del lanzamiento. Dos días después el submarino regresaría a Mar del Plata y no volvería a combatir.

Esa madrugada, con la balsa inflable, Panigadi, López, Bottaro y Payarola continuaron remando hacia una de las costas del estrecho. Eran los únicos cuatro sobrevivientes de la tripulación. Pero la balsa estaba averiada.

Panigadi decidió volver al agua para reducir el peso. Iba aferrado a la cuerda salvavida que la rodeaba. Pasaron varias horas remando hasta que divisaron una costa. Pero la corriente les impedía aproximarse. Temían que los empujara mar adentro.

Panigadi decidió lanzarse a nado. Confió que podría llegar a la costa, pero las aguas lo fueron desviando, se alejaba cada vez más. Levantó las manos, pidió auxilio. "Se va Panigadi", "se va Panigadi", gritó López, hasta que lo perdieron de vista.

No lo volvieron a ver. Quedaron tres. Payarola ya había perdido las energías.

Los remos no lograban romper el curso de la corriente. No avanzaban. Decidió aferrar una soga larga, de cincuenta metros, a la balsa, la tomó de la otra punta y comenzó a nadar, para arrastrarla hacia la costa. Ya estaba a pocos metros cuando escuchó otra vez los gritos de López, que lo alertaba.

-"Se ahoga Bottaro", "se ahoga Bottaro". López no sabía nadar. Sólo podía dar aviso. Payarola volteó hacia atrás y fue al rescate de Bottaro, que estaba inmóvil sobre las aguas. Logró tomarlo del chaleco y retenerlo; lo fue trasladando hacia la costa.

López seguía en la balsa. Corría riesgo de que la correntada lo llevara. No sabía qué hacer. Hasta que, impulsado por su capitán, decidió lanzarse al agua y nadar. En un esfuerzo supremo, llegó a hacer pie entre el pedregullo y la arena de la costa.

Payarola calculó que serían las tres de la madrugada. La lluvia, que los había hostigado en forma constante desde el naufragio, ahora se intensificaba. Pero ya estaban a salvo los tres.

Bottaro estaba helado, recostado sobre el suelo. No hablaba. Lo pusieron a reparo, en un lugar más protegido. Enseguida empezó a tener espasmos y contracciones. Tuvo un paro cardíaco. Intentaron reanimarlo. Murió bajo la lluvia.

Todavía no sabía dónde estaban

Con los remos cavaron un pozo y se quedaron quietos, tratando de descansar, pero el frío y la lluvia arreciaba. Payarola y López tenían las ropas mojadas, los dos habían perdido un botín y tenían un pie descalzo. Después de un rato, decidieron salir a buscar ayuda. Caminaron cerca de una hora entre las piedras. Todavía no había amanecido.

A lo lejos, en una colina, observaron una vivienda y al lado, un galpón. Entraron. Estaba vacío. Se quitaron las ropas y se cubrieron con una bolsa de arpillera y lana de oveja. En los fardos Payarola encontró la inscripción "Swan Island", que le permitió ubicarse. Se echaron sobre dos camastros y se quedaron dormidos.

La casa tenía alimentos y empezaron a separarlo por raciones. También encontraron agua potable dentro de un tanque. Ese mismo día salieron a recorrer la isla pero no encontraron nada.

Con los pies protegidos con cuero de oveja, cada amanecer tomaron la costumbre de acercarse a los peñascos donde habían desembarcado, junto al cuerpo de Bottaro, y permanecían sentados a la espera de que alguna nave o helicóptero los interceptara. Por momentos agitaban una tela naranja que había tomado de la balsa, pero no obtenían ningún resultado.

Después de cinco días, el 16 de mayo, el "Forrest", un pequeño carguero que había sido incautado en el muelle de la Gobernador de Malvinas, apareció por las aguas del estrecho. Le hicieron señas. El carguero se acercó pero no los reconocieron. Estaban cubiertos con tela de arpillera y parecían desfigurados. Les pidieron que se identificaran.

-Capitán de corbeta Alois Esteban Payarola-Marinero Alfonso López.

Subieron el cadáver de Bottaro. Al día siguiente fue enterrado en un improvisado cajón de madera en un cementerio local, con honores militares.

El cadáver del capitán Panigadi fue localizado días después por la tripulación del buque "Río Carcarañá", que había salido en busca de sobrevivientes del "Isla de los Estados".

El 16 de mayo el "Río Carcarañá" sería ametrallado por aviones Sea Harrier, pero no les produjo bajas.

Sus tripulantes, que nadaron hacia la costa, también fueron recogidos por el "Forrest".

Sólo algunos cuerpos del "Isla de los Estados" pudieron ser identificados y enterrados en el cementerio Darwin de las islas Malvinas.

El coronel (re) Jorge Monge intenta iniciar un proceso de búsqueda e identificación de los restos del capitán Marcelo Novoa y del cabo Roberto Busto, de 18 años, oriundo de Villa María, Córdoba, quienes murieron en el ataque al buque mercante.

Uno de sus sobrevivientes, Alfonso Alfredo López, oriundo de Finisterre, La Coruña, falleció en septiembre de 2005. Alois Esteban Payarola vive en Bahía Blanca.

Fundación Nuestro Mar


miércoles, 13 de abril de 2016

Las fuerzas navales argentinas en el conflicto

La Armada, la Prefectura y la Marina Mercante, con roles clave en las operaciones en la Guerra de Malvinas

Por: Fernando Morales - Infobae
Dos hombres que vivieron situaciones extremas en las aguas del Atlántico Sur contaron sus experiencias en diálogo con Infobae




Dentro de la serie de notas publicadas por Infobae, en coincidencia con el 34° aniversario de la guerra de Malvinas, brindan su testimonio dos hombres de mar que siendo jóvenes oficiales de sus respectivas fuerzas, vivieron situaciones extremas en las aguas de nuestro Atlántico Sur
El hoy Contraalmirante VGM Eduardo Fondevila Sancet es Jefe de Logística del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Por su parte, el Prefecto Mayor VGM Osvaldo Aguirre ocupa en la actualidad el cargo de Jefe del Departamento Veteranos de Guerra de la Prefectura Naval Argentina. Pero no siempre fueron acabados profesionales con aquilatada experiencia y mucha "sal marina" en su sangre. Allá por abril de 1982 Fondevila Sanset era un joven oficial de la Armada Argentina en su primera jerarquía (Guardiamarina) embarcado en buque ARA "Alférez Sobral" tenía a su cargo el Detall General y los pañoles de la nave, un cargo típico de un marino que comienza a transitar la cubierta de un buque, y Aguirre se desempeñaba con la jerarquía de Oficial Principal de la Prefectura Naval Argentina, como Primer oficial del buque Guardacostas "Islas Malvinas". En la práctica este cargo implicaba ser la segunda autoridad del buque luego de su Capitán.
Dos hombres, dos Instituciones, dos buques; el mismo destino
El "Alférez Sobral" es una nave de 43 metros. de eslora ( largo), se encuentra en servicio desde 1944, habiendo revistado en la Armada de los Estados Unidos antes de ser incorporado a la Armada en 1972. Su misión fundamental es la realización de tareas auxiliares para la flota de mar y en zonas costeras.
El 17 de marzo de 1982 su comandante, el Capitán de Corbeta Sergio Gómez Roca, recibió la orden de alistar la nave para zarpar cuanto antes; ninguno de los 60 tripulantes conocía el destino de la travesía. Una vez en mar abierto, la tripulación fue notificada de los planes de recuperación del archipiélago malvinense.
Entre el 1° y el 30 de abril el buque realizó diversas tareas de apoyo logístico a las fuerzas desplegadas en el archipiélago; concretamente el 17, la nave se posicionó estratégicamente al oeste de las islas para servir de buque de rescate ante eventuales derribos o ataques a naves argentinas.
El 1° de mayo, el "Sobral" acude al rescate de la tripulación de un avión Camberra de la FAA que había sido derribado por el enemigo. Pero en plena travesía hacia esa misión en la mañana del 2 se recibe la noticia del hundimiento del Crucero "ARA Gral Belgrano". En forma inmediata, la atención se centró en la búsqueda y rescate de las decenas de náufragos que se hallaban en las heladas aguas.
El Guardacostas "Islas Malvinas," una de las embarcaciones patrulleras más modernas de la Prefectura Naval por aquellos días, fue parte del componente que la fuerza policial desplegó en la zona del conflicto. Su tarea básica era el patrullaje, transporte de personal, tareas de reconocimiento; practicaje en zonas minadas y muchas otras que excedieron el rol policial de la institución.
El 1 de mayo a las 15:20, la nave se encontraba fondeada en "Bahía de la Anunciación" en momentos en que es atacado por un helicóptero de exploración inglés. La aeronave era parte de la dotación de la fragata HMS Alacrity; el guardacostas repele la agresión mediante el fuego de armas de uso policial, fusiles y ametralladoras diseñados para otro tipo de tareas. En la emergencia se usa también armamento de mano de la dotación. En la acción es herido un tripulante y el fuego procedente del guardacostas causa averías que hacen que la nave inglesa se aleje de la acción.
La transición del 2 al 3 de mayo sería tremenda para la dotación del Sobral. Sobrevolados también por un helicóptero, la tripulación se alista en los puestos de combate; solo un sobrevuelo primero, pero que crea el clima previo a lo inevitable. Minutos después, una segunda aeronave se aproxima y se entabla el combate. Metralla de 20mm y cañón de 40mm en medio de un mar embravecido resultan suficientes para que el helicóptero abandone la posición. Ciertamente este no sería el final de su trágica historia.
A los pocos minutos, lejanos destellos anunciaban lo que se avecinaba: misiles de la clase "Sea Skua" lanzados desde helicópteros Sea Lynx harían del "Sobral" su blanco. Un primer impacto destruye la embarcación menor que se encontraba a bordo del buque. Otro misil pasa de largo sin impactar. El "Sobral" abre fuego en medio de la oscuridad. Sobreviene la calma y se evalúan daños pero a la 1:20 del mismo 3 de mayo un ataque devastador arrasa con el puente de mando llevándose la vida del Comandante de la nave Capitán Sergio Gómez Roca y otros siete tripulantes.
Así como la crónica entrecruza las historias, una y otra nave parecen hermanadas en un destino común, buques pequeños en lucha desigual, entrega y templanza de tripulaciones dispuestas a dar todo en el cumplimiento del deber. Este es solo un pequeño prólogo de dos de las tantas acciones heroicas que la gesta de Malvinas encierra, más allá del resultado final de la batalla.
Lo que sigue son las vivencias de dos hombres que honraron que cumplieron su deber en 1982 y que hasta el día de hoy siguen sirviendo con voluntad, con orgullo y por sobre todo con honor a su bandera y a su patria.
El Guardacostas "Islas Malvinas" cumplió con la totalidad de las misiones que se le asignaran. Lo hizo a pesar de tener limitada su potencia de máquinas a la mitad por averías sufridas en una de sus hélices. Posteriormente al producirse la rendición de las fuerzas argentinas, sobrevino el indescriptible dolor que para todo marino implica el hecho de entregar su buque y ser tomado prisionero.
El "Sobral", herido de gravedad pero no muerto, con improvisados elementos de navegación pudo emprender el regreso al continente, arribando a Puerto Deseado en la noche del 5 de mayo.

Aguirre y Fondevila Sancet aquilatan recuerdos e historias. Las instituciones que representan junto a un importante número de buques mercantes y pesqueros constituyeron el componente naval en la guerra. Los buques de unos y otros se diferenciaban por su tamaño, por su armamento y por su misión. Eran iguales tal vez solo en una cosa: el valor puesto de manifiesto por todos y cada uno de los tripulantes, el que está más allá de cualquier análisis político sobre las situación institucional del país al iniciarse el conflicto. Ellos lo saben, lo importante es que el resto de la sociedad lo comprenda.



lunes, 11 de mayo de 2015

Eventos del 9 de Mayo

9 DE MAYO
Fuerza Aérea Argentina - Ejército y Marina Mercante en el dolor

Fuente: Guillermo C. Torrilla


Luego de 4 días sin combates , Argentina y Gran Bretaña reanudan las hostilidades .

La Armada Argentina burla constantemente el bloqueo aeronaval enviando naves de todo tipo al teatro de operaciones de Malvinas.

Con la colaboración de la Marina Mercante y el grupo de Transportes navales "ELMA" , llega a las islas cruzando todo tipo de peligrosos obstáculos.
Para ello también cuenta con buques civiles confiscados para tal tarea , entre ellos el pesquero de merluzas "Narwal" .

El buque pesquero de bandera argentina “Narwal”, sin armas y en tareas de inteligencia, estaba tripulado por veinticuatro pescadores, su capitán Asterio Wagatta, y un observador militar a bordo, el entonces teniente de navío Juan Carlos González Llanos.
Pintado llamativamente de color rojo anaranjado , pasa disimulado como un buque comercial con la pintura reglamentaria .

Mientras el Narwal navegaba posicionado en 52º 45' Sur y 58º 02' Oeste, fue atacado por dos aviones Sea Harrier de la RAF. Pasado el ataque inicial, parte de la tripulación se disponía a abandonar en balsas el buque averiado cuando en un nuevo raid son destruidas las mismas, quedando únicamente un solo bote para realizar dicho abandono.
Más tarde, el pesquero fue abordado por un helicóptero británico con base en el PAL Hermes al mando del comandante Pollok con personal de comandos.

Gran Bretaña no permitía ningún buque en el área sea de la bandera o empresa que sea , y estaría dispuesta a atacar sin previo aviso .

El buque pesquero Narwal se hundió al día siguiente mientras era remolcado. Entre los prisioneros, veinticinco en total, hubo un fallecido, el contramaestre Omar Alberto Rupp, resultando doce hombres heridos. Otras fuentes afirman que la nave fue dinamitada por el SBS para ser hundida en el lugar y así no permitir un nuevo uso .

Omar Alberto Rupp fue el único argentino muerto a partir del hundimiento del buque pesquero Narwal, llevado a cabo por la Royal Air Force durante la Guerra de las Malvinas.

Omar Rupp , nació en la ciudad de Bahía Blanca, Argentina, descendiente de alemanes del Volga.
Originalmente, el Narwal era un buque pesquero, sin embargo, durante su estancia en Mar del Plata, la Armada Argentina lo envió con toda su tripulación al sur de las Islas Malvinas durante la guerra para que informaran de todo lo que veían. Antes de partir, el capitán le comunicó a Omar Rupp que podía ir a Bahía Blanca a conocer a su primer hijo, recién nacido, pero él respondió que"... iría cuando estuvieran de regreso...."

El Narwal tenía orden de simular que pescaba en la zona de conflicto, y lo hizo por alrededor de 10 días. No obstante eso, fue identificado como "spyship" o buque espía por las fuerzas de Gran Bretaña , y hundido el 9 de mayo de 1982.

Ya sin piernas, tendido en el suelo y con los ojos llenos de lágrimas, las palabras de Rupp al capitán mientras moría se hicieron famosas:

- "Capi, no voy a poder ver a mi hijo....".

Omar Alberto Rupp es ahora el nombre de varias plazas, escuelas y monumentos de Argentina. Su hijo, de 25 años, ha estado presente en los homenajes e inauguraciones de los diferentes sitios que llevan su nombre.

Un Helicóptero Puma AE-505, perteneciente al Batallón de Aviación Combate 601 del Ejército, se dirigía al lugar donde estaba hundiéndose el buque para rescatar a los sobrevivientes cuando fue abatido por un misil Sea Dart disparado desde el destructor tipo 42 Coventry . Los restos del helicóptero y la tripulación no fueron encontrados ya que cayeron al océano en proximidades de la Isla de los Leones Marinos.
Los tripulantes del Helicóptero Puma fueron condecorados con la medalla "La Nación Argentina al Valor en Combate" (Post Mortem).
Teniente 1º Roberto Mario Fiorito
Teniente 1º Juan Carlos Buschiazo
Sargento Raúl Dimotta

El mismo sábado 9 de mayo de 1982
en una incursión aérea por parte de la FAA
dos A-4C Skyhawks de la IV Brigada aérea
intentaban golpear a la Royal Navy .
Fueron interceptados por el poderoso destructor HMS Coventry que disparó varios misiles Sea Darts , los cazas argentinos lograron evadir el ataque.
Pero ambos aparatos al ir tan velozmente y al ras de la superficie se estrellaron contra la South Jason Island .
Muriendo en el ataque los Tenientes Casco y Farías que serían las primeras víctimas del asesino destructor .




viernes, 20 de junio de 2014

Las enfermeras heroínas

Heroínas de Malvinas

Por Oscar Dufour



Un poco de historia y un sentido reconocimiento a nuestras VGM.


Las Malvinas fueron descubiertas en 1520 por Esteban Gómez, uno de los barcos de la expedición de Magallanes. Según la delimitación de tierras de las bulas papales, las islas pertenecían a España. A posteriori, y enterados de este importante y estratégico descubrimiento español; navegantes ingleses, holandeses y franceses llegaron en diversas oportunidades por esos años.

Los españoles en 1764, obtuvieron el Puerto de San Luis, tras una sede de protestas y transformaron “Malouines” llamada así, por una temporal ocupación francesa, en Malvinas.

En 1765, una expedición pirata inglesa llegó a las islas y las denominó “Falkland Islands”. En 1770, las fuerzas de ocupación inglesas fueron desalojadas por España, que reclamó la soberanía de las islas por vía diplomática. Cuando se creó el Virreinato del Río de La Plata, las Malvinas pasaron a depender de la gobernación de Buenos Aires.

En 1776, cuando se creó el Virreinato del Río de la Plata, las islas Malvinas se incluyeron en el Territorio de la Gobernación de Buenos Aires. Desde 1774 hasta 1810, España nombró sucesivos gobernadores para el archipiélago. Después de 1810, las islas siguieron bajo esa jurisdicción. En 1820, la fragata Argentina “La Heroína” fue enviada a Malvinas para tomar posesión definitiva de las islas. En 1825 se produjo un hecho significativo: Gran Bretaña reconoció la independencia Argentina y no reclamó las islas. En 1828, el gobierno de Buenos Aires otorgó a Luis Vernet, en concesión, el Puerto Soledad para que construyera una colonia. Para ello, llevó a cien gauchos e indios de las pampas, hábiles en la cría de ganado. En 1829, Vernet fue nombrado gobernador de Malvinas. Y ese mismo año Gran Bretaña reclamó su derecho de soberanía sobre las islas, adjudicándose falsamente su descubrimiento.

En 1833 esa Nación tomó por la fuerza las Malvinas bajo su dominio, expulsando a nuestras autoridades. Desde entonces, la Argentina no ha dejado jamás de reclamar su soberanía sobre el archipiélago. En 1982 se produjo la Guerra con Gran Bretaña.

Heroínas de guerra

En Malvinas, bajo el fuego cruzado del Teatro de Operaciones en el Atlántico Sur (TOAS), también hubo mujeres argentinas, militares, civiles y voluntarias.

Tras el desembarco del 2 de abril, mas de 20 mujeres fueron convocadas por las Fuerzas Armadas para prestar servicios en sus respectivas especialidades: Comisarios de Abordo, Enfermeras, Instrumentistas Quirúrgicas y Radio-Operadoras de los Barcos Mercantes de la Empresa de Líneas Marítimas Argentina (ELMA), del Comando de Transporte Navales de la Armada Argentina (ARA), Cadetas de la Escuela Nacional de Náutica (ESNN) y dotación de los Hospitales Militares Central y Campo de Mayo (HMC), participando en operaciones de inteligencia en torno a la isla Ascensión, en buques que buscaron y detectaron a la flota británica en medio del Atlántico, a bordo de los barcos que trasladaban pertrechos entre la Patagonia, Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur; y Profesionales de la salud embarcadas en el Buque Hospital Rompehielos ARA “Almirante Irizar”. Algunas de ellas fueron valiosas colaboradoras en la tarea de detectar, y seguir a través de viejas pantallas de radar, a las naves británicas que habían partido de la isla Ascensión y se aproximaban al Atlántico Sur. Lo hicieron sin escatimar energías ni horas de descanso, instaladas en buques mercantes que penetraron al océano tratando de anticipar los movimientos de la flota enemiga.

Otras, prestaron servicios en barcos, que desde las Bases Navales de Puerto Belgrano y Punta Indio, o desde Comodoro Rivadavia y Río Gallegos, transportaron cañones, armas de menor calibre, municiones, carpas, alimentos, instrumental médico, tubos de oxígeno, camillas, medicamentos y demás pertrechos de campaña hasta Malvinas.

El tercer grupo, fue parte fundamental del equipo médico que se desempeñó en el “Almirante Irízar”, que abandonó su habitual función de rompehielos para convertirse en Buque Hospital.

Estas Veteranas y Heroínas de Guerra son:


  1. Oficial Comisario, Marta Beatríz Jiménez – Transporte ARA “Canal de Beagle”.
  2. Oficial Comisario, Graciela Gerónimo – Transporte ARA “Bahía San Blas”.
  3. Cadete Esc. Nac. de Náutica, Mariana Soneira -Transporte ARA “Bahía San Blas”.
  4. Oficial de Radio, Estela Carrión – B/M ELMA “Lago Traful”.
  5. Cadete Esc. Nac. de Náutica, Noemí Marchesotti – B/M ELMA “Río Cincel”.
  6. Cadete Esc. Nac. de Náutica, Olga Graciela Cáceres – B/M ELMA “Río Cincel”.
  7. Enfermera, Doris West – B/M ELMA “Formosa”.
  8. Enfermera, Perla Aguirre – B/M ELMA “Río de la Plata”.
  9. Enfermera, Olga Elvira Grasso – B/M ELMA “Almirante Stewart”.
  10. Enfermera, Nelly De Vera – B/M ELMA “Almirante Stewart”.
  11. Enfermera, Savid Molina – B/M ELMA “Tierra del Fuego II”.
  12. Instrumentista Quirúrgica, *Susana Maza, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.
  13. Instrumentista Quirúrgica, *Silvia Barrera, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.
  14. Instrumentista Quirúrgica, *María Marta Lemme, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.
  15. Instrumentista Quirúrgica, *Norma Navarro, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.
  16. Instrumentista Quirúrgica, *María Cecilia Ricchieri Rompehielos ARA “Alte Irizar”.
  17. Instrumentista Quirúrgica, * María Angélica Sendes, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.
  18. Enfermera Militar FAA, Alicia Reynoso – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.
  19. Enfermera Militar FAA, Gladys Maluendez – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.
  20. Enfermera Militar FAA, María Masitto Anan – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.
  21. Enfermera Militar FAA, Gisella Bassler – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.
  22. Enfermera Militar FAA, Stella Maris Morales – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.
  23. Voluntaria FAA, María Liliana Colino – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.
  24. Voluntaria FAA, Maureen Dolan – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.
  25. Voluntaria FAA, Silvia Storey – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.
  26. Voluntaria FAA, Cristina Cormack – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.


* Susana, Silvia, María Marta, Norma Ethel, María Cecilia y María Angélica, fueron las únicas seis mujeres argentinas que participaron en todo el conflicto del Atlántico Sur, ayudando a los heridos en combate, a bordo del Rompehielos ARA “Almirante Irízar”, que funcionó como Buque Hospital.

Nuestras Veteranas de Guerra, defendiendo nuestra Soberanía Nacional en sus respectivas especialidades, se comprometieron participando directamente en el Conflicto, en la línea de fuego y en la retaguardia; en el mar, en el aire, y en tierra; más que admirable y conmovedor. Algún día, la historia deberá rendirle el tributo que realmente merecen, y todos los argentinos un reconocimiento y sincero agradecimiento.

Quienes integraron el Cuerpo de Sanidad, ayudaron a vivir y a morir a cientos de soldados, trataron a un millar de heridos argentinos. Me explica la VGM Silvia Barrera, quien contaba entonces con 22 años; que entre la adrenalina de escuchar los bombardeos, el trabajo de atender a los heridos, a los que también tenían que contener afectiva y psicológicamente, y la experiencia nueva de estar en un buque en altamar, durante los diez días que estuvo en Malvinas casi no durmió. “Desde aquellos días nunca más volví a dormir bien. Esto es algo que compartimos muchos veteranos de guerra”.

Ellas, fueron las primeras en recibir condecoraciones después de la Teniente Coronel Juana Azurduy (1780-1862), integrante del Ejercito Auxiliar del Norte, a órdenes del General Manuel Belgrano, quien le entregara su sable, como símbolo de reconocimiento a su valor, lealtad y coraje. En toda la Historia Argentina, siempre tuvimos Heroínas anónimas, era imposible que en la gesta de Malvinas e Islas del Atlántico Sur faltaran. Ellas, son las Mujeres Argentinas que llevaron su coraje a nuestras Islas Malvinas. No las hemos de olvidar. Ni a las Islas ni a nuestras Heroínas de Guerra.

Esta nota, está dedicada a todas nuestras valientes Heroínas de Guerra, y en nombre de todas ellas, muy especialmente a la VGM Silvia Barrera, la mujer con más distinciones de nuestro Ejército Argentino, Veterana de la Guerra de Malvinas, es civil, Instrumentadora Quirúrgica y fue como voluntaria a las Islas.

Junto con un eterno y sincero agradecimiento, te envío querida Silvia un gran abrazo!

El Informador Público