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viernes, 14 de febrero de 2020

Espionaje: La CIA espió a Argentina con las máquinas Crypto

El golpe maestro de la CIA y sus socios alemanes

Una investigación de ‘The Washington Post’ y las cadenas ZDF y SRF destapa el espionaje de EE UU y Alemania a otros Gobiernos durante décadas


 
Boris Hagelin, con un máquina de cifrado. GETTY


Yolanda Monge || El País

Es uno de los mayores casos de espionaje, material de novela de John Le Carré o de un guion cinematográfico. Durante más de cinco décadas, la CIA y los servicios de espionaje de la entonces Alemania Occidental (BND, en sus siglas germanas) controlaron en secreto una empresa suiza que fabricaba y vendía dispositivos de encriptación y líneas de comunicación seguras a más de 120 países. Pero el caso es que ni las líneas ni los mensajes cifrados eran seguros, ya que la CIA y los alemanes tenían acceso a la información a través de los dispositivos, según desveló este martes una investigación periodística de The Washington Post, junto a las cadenas de televisión ZDF (Alemania) y SRF (Suiza).

Fue El golpe de inteligencia del siglo, titulaba este martes el periódico estadounidense. Fueron clientes de la empresa Crypto AG y sus máquinas trucadas países como Irán, juntas militares de América Latina, naciones rivales como India y Pakistán, Estados miembros de la OTAN como España, la ONU e incluso el Vaticano, según la extensa investigación, que asegura que “estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder romper fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes cifrados”. Hasta ahora, ese peculiar partenariado era uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Fría.

Todo empezó en plena Segunda Guerra Mundial, cuando la firma Crypto fue creada por Boris Hagelin, un empresario e inventor nacido en Rusia pero que huyó a Suecia cuando los bolcheviques tomaron el poder. Cuando los nazis ocupaban la vecina Noruega en 1940, Hagelin decidió emigrar de nuevo, en esta ocasión a Estados Unidos.

El inventor llevaba consigo la famosa máquina encriptadora, bautizada como M-209. Según la historia interna de la CIA, citada en la investigación del Post, se hacía necesario controlar a Hagelin para que limitara la venta del codificador solo a países aprobados por Washington. En definitiva, Crypto no debía caer en manos de los soviéticos, los chinos o los norcoreanos. Esos países, sin embargo, nunca fueron clientes de la compañía, por lo que, en teoría, quedaron fuera de los límites directos del espionaje montado por EE UU y Alemania.

No obstante, los agentes de la CIA obtuvieron mucha información valiosa de Pekín y Moscú a través de las interacciones de estos países con servicios secretos o diplomáticos de naciones que sí tenían los aparatos de cifrado. La conocida como Operación Thesaurus se firmó en un elitista club de Washington, el Cosmos, cuando Hagelin selló en 1951 con un apretón de manos durante una cena el primer acuerdo secreto con la inteligencia estadounidense, que trajo consigo a William Friedman, el padre de la criptología americana.

El acuerdo consistía en que Hagelin trasladaba la compañía a Suiza y restringía las ventas de sus modelos más sofisticados a países aprobados por Langley (donde tiene la sede la CIA). Las naciones que no estaban en esa lista obtenían de Crypto AG sistemas anticuados y sin apenas efectividad. A Hagelin se le compensaba económicamente por la pérdida de ventas.

El siglo XX avanzaba y prácticamente nadie en Crypto, excepto Hagelin, sabía de la implicación de la CIA en la compañía. Los beneficios eran abundantes. Cada año, según los registros de la inteligencia alemana, el BND entregaba su parte de las ganancias en efectivo a la CIA en un oscuro garaje de Washington.

En la década de los ochenta, la operación pasó a denominarse Rubicón. Para entonces, ya existían algunas tensiones entre Washington y Bonn a cuenta de los objetivos y del reparto de la información conseguida. Ambas partes, según la investigación, también usaron para su espionaje a otras empresas, a Siemens en Alemania y Motorola en EE UU.

Crypto, además, daba buenos beneficios. Según la CIA, en 1975 la compañía ganó más de 51 millones de francos suizos (unos 47,8 millones de euros). Mientras, Rubicón permitió décadas de acceso sin precedentes a las comunicaciones de otros Gobiernos. Por ejemplo, en 1978, cuando los líderes de Egipto, Israel y EE UU se reunían en Camp David para negociar un acuerdo de paz, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés) escuchaba de forma secreta las comunicaciones del presidente egipcio Anwar el-Sadat con El Cairo.

A través de un sistema de Crypto se supo también que el hermano del presidente de EE UU Jimmy Carter estaba supuestamente en nómina del líder libio Muamar el Gadafi. La tecnología también propició que la Administración de Ronald Reagan pasase información a Londres sobre la breve guerra del Reino Unido con Argentina por las Malvinas. En 1989, el uso del Vaticano de un aparato de Crypto fue determinante en la captura el general panameño Manuel Antonio Noriega cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura de Panamá.

Los alemanes abandonaron el programa hacia finales de los noventa; la CIA continuó. Pero Crypto se fue disolviendo y dejó de existir en 2017. Ahora existen Crypto International y CyOne; la primera asegura que nunca supo nada de la trama de Crypto, y la segunda se acoge al socorrido “sin comentarios”.

sábado, 19 de enero de 2019

SAM: MBDA Roland

Sistema de misiles de defensa aérea de corto alcance Roland

Army Technology





Fabricante: Euromisil
Longitud: 2.4m
Diámetro: 16cm
Envergadura: 50cm


El sistema de misiles de defensa aérea de corto alcance Roland es producido por EADS Euromissile, con sede en Fontenay-aux-Roses, Francia. Euromissile, originalmente creado por Aerospatiale-Matra de Francia y DaimlerChrysler Aerospace de Alemania, ahora es una subsidiaria de EADS. El misil es producido por MBDA, formado por las actividades del sistema de misiles de Aerospatiale, Matra BAE Dynamics y Alenia Marconi Systems y es propiedad conjunta de EADS, BAE Systems y Finmeccanica.


Desarrollo del sistema de misiles de defensa aérea Roland

Roland 1 entró en servicio con el Ejército francés en 1977, Roland 2 en 1981 y Roland 3 en 1988. Roland ha estado en servicio en Francia, Argentina, Brasil, Nigeria, Qatar, España y Venezuela. Más de 650 sistemas y más de 25,000 misiles han sido ordenados. Los sistemas del Ejército francés están montados en vehículos basados ​​en el tanque de batalla principal AMX-30. Argentina lo utilizó en la guerra de las Malvinas derribando un Sea Harrier.



Roland estaba en servicio con el ejército alemán, la fuerza aérea y la marina. En febrero de 2003, la Bundeswehr anunció que el sistema sería eliminado.
"El sistema de misiles de defensa aérea de corto alcance Roland es producido por EADS Euromissile".

El último sistema de armas de Roland en servicio con Alemania se retiró a fines de 2005. Se instalaron sistemas del Ejército alemán en vehículos rastreados por Marder. Los sistemas del ejército alemán están siendo reemplazados por el sistema de misiles LFK NG, desarrollado por MBDA y Diehl.



El sistema de Roland es eficaz contra las amenazas aéreas desde una altitud extremadamente baja a media. Fue producido como un sistema de armas independiente en un solo vehículo o como un refugio con aire, Roland Carol. Roland Carol entró en producción en 1995 con 20 sistemas entregados al ejército francés y 11 a la Fuerza Aérea Alemana.


Programa de modernización de Roland.

Una serie de sistemas Roland del ejército francés se han actualizado. La modernización incluyó un nuevo sistema de control y comando BBKS y la adaptación de la mira Glaive infrarroja de Safran (anteriormente SAGEM) para el seguimiento automático de objetivos multicanal. La primera unidad de prototipos contra incendios se completó en junio de 1999 y las pruebas comenzaron en septiembre de 1999. El Roland mejorado se llama Enhanced Roland M3S. El segundo prototipo en la configuración basada en refugio de CAROL se completó en octubre de 1999.



Se canceló un plan para actualizar los sistemas Roland del Ejército Alemán con nuevas computadoras y pantallas digitales, control de fuego con misiles digitales mejorados y medidas para mejorar las comunicaciones con el sistema de control de defensa aérea del Ejército Alemán (HFlaAFuSys). Un prototipo mejorado, designado Roland NDV, completó con éxito los ensayos de tropas en junio de 2003.

Misiles antiaéreos Roland

El sistema es capaz de disparar misiles Roland 2 y Roland 3 y el misil Rovel VT1 de hipervelocidad. Los misiles Roland 2 y 3 tienen comando de guía de línea de visión y ojiva de carga hueca, tanto con impacto como con fusible de proximidad. Roland 3 tiene un alcance mayor, 8 km a los 6.3 km de Roland 2. También tiene una ojiva más grande, de 9,2 kg, a los 6,5 kg de Roland 2.
"Se han actualizado varios sistemas del ejército francés Roland".

El misil de hipervelocidad Roland VT1 es fabricado por Euromissile bajo licencia de Thales (anteriormente Thomson-CSF), quien desarrolló el misil para el sistema de misiles Crotale NG. El VT1 tiene una velocidad de 1.250 m / sy un alcance de 11 km. La guía de comando a línea de vista (CLOS) utiliza sensores de radar y electro-ópticos. El misil está armado con una explosión y una ojiva de fragmentación de 13kg enfocada, iniciada por un fusible de proximidad de RF.

Se llevan diez misiles, dos en las vigas de lanzamiento y ocho en los cargadores. La recarga es posible en seis segundos.


Control de tiro y vigilancia

El Roland M3S tiene un sistema de vigilancia dual y sensores de radar e infrarrojos 3D que funcionan en paralelo. El sistema de seguimiento de objetivos incluye radar, infrarrojos y CCTV que funcionan en paralelo con la conmutación instantánea de canales. El rastreo de misiles es realizado por el radar y el rastreador infrarrojo de longitud de onda dual, que opera en paralelo con la selección automática del canal óptimo y la conmutación instantánea del canal.

El sistema tiene un radar de vigilancia de banda X 3D. El radar de seguimiento y exploración de la frecuencia ágil tiene un alcance de 25 km a una altitud máxima de 9 km. El radar de seguimiento tiene un alcance de 20km.

La mira electro-óptica integrada Safran Glaive, desarrollada para la modernización de Roland 3, incluye: una cámara térmica de doble campo de visión basada en un detector de 288 × 4 IRCCD (dispositivo de par de carga infrarroja); cámara de TV CCD de doble campo de visión; telémetro láser seguro para la vista; y rastreador de misiles infrarrojos operando a 1 micra y 10 micras. El alcance se establece como 20 km para aviones y 10 km para helicópteros.


"Roland Carol se instala en un refugio de aluminio liviano y compacto, que pesa 8.3t".

Comando y control

El Roland actualizado tiene un nuevo sistema de comando y control BBKS con tres pantallas multifuncionales en color, una nueva computadora de guía, computadora de coordinación e interconexión de MIL-Bus. El sistema es capaz de integrarse en los sistemas C3I (comando, control, computadora / inteligencia) tierra-aire y es interoperable con sistemas como Patriot, Hawk y AWACS.


Roland CAROL

Roland CAROL se instala en un refugio de aluminio liviano y compacto, que pesa 8.3t. El sistema se puede transportar por aire en aviones C-130 Hercules o C-160 Transall y se puede instalar en una gama de transportistas, remolques y camiones. Los sistemas del Ejército francés se montan en un semirremolque remolcado por un camión ACMAT 6 × 6. Los sistemas alemanes fueron montados en vehículos MAN 6 × 6.

El sistema tiene dos misiles listos para disparar, con ocho en reserva en dos revistas verticales que contienen cuatro misiles cada uno.

jueves, 2 de noviembre de 2017

PGM: La batalla naval de Malvinas

La batalla de las Islas Malvinas - Primera Guerra Mundial





por Kennedy Hickman - Tought.co

La Batalla de las Malvinas se libró durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Los escuadrones se enfrentaron el 8 de diciembre de 1914, frente a las Islas Malvinas en el Atlántico Sur. Después de su asombrosa victoria sobre los británicos en la Batalla de Coronel el 1 de noviembre de 1914, el Almirante Graf Maximilian von Spee convirtió el Escuadrón Alemán de Asia Oriental para Valparaíso, Chile. Al entrar en el puerto, el derecho internacional obligó a von Spee a irse después de veinticuatro horas y primero se mudó a Mas Afuera antes de dirigirse a Bahía San Quintín.

Al evaluar la situación de su escuadrón, von Spee descubrió que la mitad de su munición se había gastado y que el carbón era escaso. Girando hacia el sur, el Escuadrón del Este de Asia estableció un rumbo alrededor del Cabo de Hornos y se dirigió hacia Alemania.

COMANDANTES BRITÁNICOS

Vicealmirante Doveton Sturdee
2 cruceros de batalla
3 cruceros blindados
2 cruceros ligeros

COMANDANTES ALEMANES

Almirante Graf Maximilian von Spee
2 cruceros blindados
3 cruceros ligeros


FUERZAS EN MOVIMIENTO

Haciendo una pausa en la isla Picton cerca de Tierra del Fuego, von Spee distribuyó carbón y permitió a sus hombres desembarcar para cazar. Saliendo de Picton con los cruceros blindados SMS Scharnhorst y SMS Gneisenau, los cruceros ligeros SMS Dresden, SMS Leipzig y SMS Nurnburg, y tres buques mercantes, von Spee planeó atacar la base británica en Puerto Stanley en las Malvinas mientras se trasladaba al norte. En Gran Bretaña, la derrota en Coronel dio lugar a una respuesta rápida cuando el Primer Lord del Mar Sir John Fisher reunió un escuadrón centrado en los cruceros de batalla HMS Invincible y HMS Inflexible para tratar con von Spee.

Encuentro en Abrolhos Rocks, el escuadrón británico fue dirigido por un rival de Fisher, el vicealmirante Doveton Sturdee, y consistió en los dos cruceros de batalla, los cruceros acorazados HMS Carnarvon, HMS Cornwall y HMS Kent, y los cruceros ligeros HMS Bristol y HMS Glasgow . Navegando por las Malvinas, llegaron el 7 de diciembre y entraron al puerto de Puerto Stanley.

Mientras el escuadrón abandonaba las reparaciones, el crucero mercante armado Macedonia patrullaba el puerto. El antiguo acorazado HMS Canopus proporcionó más apoyo, que había sido puesto a tierra en el puerto para su uso como batería de arma de fuego.

VON SPEE DESTRUIDO

Al llegar a la mañana siguiente, Spee envió al Gneisenau y Nurnberg a explorar el puerto. Cuando se acercaron, fueron sorprendidos por el fuego del Canopus, que en gran parte estaba oculto a la vista por una colina. Si Spee hubiera presionado su ataque en este punto, podría haber logrado una victoria ya que las naves de Sturdee se estaban enfriando y mal preparadas para la batalla. Por el contrario, al darse cuenta de que estaba mal baleado, von Spee se separó y se dirigió a aguas abiertas alrededor de las 10:00 AM. Despachando al Kent para rastrear a los alemanes, Sturdee ordenó a sus barcos que levantaran vapor y partieran en su persecución.

Aunque von Spee tuvo una ventaja de 15 millas, Sturdee pudo usar la velocidad superior de los cruceros de batalla para derribar a los cansados ​​barcos alemanes. Alrededor de la 1:00, los británicos abrieron fuego contra Leipzig al final de la línea alemana. Veinte minutos más tarde, von Spee, dándose cuenta de que no podía escapar, se volvió para enfrentarse a los británicos con Scharnhorst y Gneisenau con la esperanza de dar a sus cruceros ligeros el tiempo para huir. Aprovechando el viento, que hizo que el humo del embudo de los barcos británicos oscureciera a los alemanes, von Spee logró golpear a Invencible.

Aunque recibió varios impactos, el daño fue leve debido a la pesada armadura del barco.

Al darse la vuelta, von Spee nuevamente intentó escapar. Separando a tres de sus cruceros para perseguir Nurnberg y Leipzig, Sturdee presionó el ataque contra Scharnhorst y Gneisenau. Disparando costas llenas, los cruceros de batalla golpearon a los dos barcos alemanes. En un intento de defenderse, von Spee intentó cerrar el rango, pero fue en vano. Scharnhorst fue puesto fuera de combate y se hundió a las 4:17, con von Spee a bordo. Gneisenau siguió poco tiempo después y se hundió a las 6:02. Mientras que los barcos pesados ​​eran interesantes, Kent tuvo éxito en correr y destruir a Nurnberg, mientras que Cornwall y Glasgow terminaron con el Leipzig.

DESPUÉS DE LA BATALLA

Cuando cesó el fuego, solo wl Dresden logró escapar del área. El crucero ligero evadió a los británicos durante tres meses antes de finalmente rendirse en las islas Juan Fernández el 14 de marzo de 1915.

Para la tripulación de Glasgow, uno de los pocos barcos británicos supervivientes que habían luchado en Coronel, la victoria en las Malvinas fue particularmente dulce. Con la destrucción del Escuadrón de Asia Oriental de von Spee, el comercio incursionado en los buques de guerra del Marines Kaiserliche terminó efectivamente. En la lucha, el escuadrón de Sturdee sufrió diez muertos y 19 heridos. Para von Spee, las bajas sumaron 1.817 muertos, incluido el almirante y sus dos hijos, así como la pérdida de cuatro barcos. Además, 215 marineros alemanes (en su mayoría de Gneisenau) fueron rescatados y hechos prisioneros.

domingo, 19 de julio de 2015

Thatcher preocupada después de la guerra de que Alemania no provea de torpedos Argentina

Gran Bretaña agradece a Alemania no haber provisto torpedos SUT a Argentina



Comunidad Submarinos Latinoamericanos

Pocos días atrás, The National Archives de Gran Bretaña, continuó con la desclasificación y puesta a disposición del público, de documentación relacionada con el Conflicto de Malvinas de 1982.

En la presente referencia, comentamos sobre la preocupación del gobierno británico ante los rumores acerca de la provisión de torpedos alemanes a la Argentina con posterioridad al conflicto. La cuestión fue llevada al más alto nivel político entre el Reino Unido y la República Federal de Alemania:

La Primer Ministro Margaret Thatcher envió al Canciller alemán una nota, fechada 1° de febrero de 1985, en la que le agradece las repetidas confirmaciones recibidas, de que no serían suministrados torpedos SUT (Surface and Underwater Target), a la Argentina. Agrega Thatcher que “estoy segura que entenderá nuestra preocupación por la amenaza que estas armas representarían para nuestros buques y submarinos en el Atlántico Sur”.

El fundamento para las preocupaciones británicas, se encuentran incluidas en la nota referida, cuando la mandataria afirma haber recibido “indicios del mercado de armas internacional que AEG Telefunken esperaba recibir autorización, aunque no inmediata, para exportar torpedos SUT a Argentina”.

Finaliza la nota agradeciendo la “firme promesa personal” del canciller alemán por la que el gobierno de la República Federal de Alemania no permitirá la provisión de estas armas a la Argentina, siendo imperativo para Gran Bretaña, la búsqueda de cooperación de sus aliados para impedir la venta a Argentina de sistemas de armas “que pudieran constituir una amenaza a nuestras fuerzas”.

El 25 de marzo de 1985, el Canciller alemán, Helmut Kohl, respondió formalmente la nota, en la cual categóricamente expresó: “Le puedo asegurar que el Gobierno Federal no ha autorizado la exportación de tales armas, ni lo hará, en la medida que continúen sin resolverse las condiciones en el Atlántico Sur”.

Referencia Documental: The National Archives; PREM 19/1674.

jueves, 18 de junio de 2015

SSK: Clase U-209 (Alemania)



Submarino de patrulla oceánico clase U-209 

 
 
El submarino de patrulla clase U-209 fueron exportados a varios países 
 

Clase U-209/1200 
Entró en servicio 1967 
Tripulación 31-35 hombres 
-Profundidad de buceo (en funcionamiento) 300 m 
-Profundidad de buceo (máximo) 500 m 
Dimensiones y desplazamiento 
-Longitud 56 m 
-Eslora 6,2 m 
-Calado 5,5 m 
-Desplazamiento en superficie 1185 toneladas 
-Desplazamiento sumergido 1290 toneladas 
Propulsión y velocidad 
-Velocidad en superficie 11 nudos 
-Velocidad sumergido 21,5 nudos 
-Motores diesel 2 x 5000 CV 
-Motores eléctricos 1 x 3600 caballos de fuerza 
Armamento 
8 x tubos lanzatorpedos de 533 mm de proa con torpedos 14 torpedos antibuque y/o antisubmarinos 

 

A mediados de la década de 1960 la IKL diseñó para el mercado de exportación un submarino nuevo que se convirtió en la clase U-209 en 1967. Diseñado específicamente para el papel de alta mar, el U-209 puede, debido a su longitud relativamente corta, operar con éxito en aguas costeras. El U-209 y sus variantes han demostrado ser tan popular que 50 se han construido o pedidos por 12 clientes de exportación. 

Los seis principales variantes de la U-209 son: 
-el original U-209/1100 54,3 m (960 toneladas emergido y 1105 toneladas bajo el agua); 
-U-209/1200 de 56 m (980 toneladas emergido y 1185 toneladas bajo el agua); 
-U-209/1300 de 59,5 m (1000 toneladas en superficie y 1285 toneladas sumergido); 
-U-209/1400 de 62 m (1454 toneladas en superficie y 1586 toneladas sumergido); 
-U-209/1500 de 64.4m (1660 toneladas en superficie y 1850 toneladas sumergido); 
-y los más pequeños costeros de 45 m U-640 (420 toneladas en superficie y 600 toneladas bajo el agua). 

Los países que han comprado estos buques son Grecia (cuatro U-209/1100 U-209/1200 y cuatro), Argentina (dos U-209/1200), Perú (seis U-209/1200), Colombia (dos Sub U-209/1200), Corea del Sur (nueve U-209 / 1200), Turquía (seis U-209/1200 y ocho U-209/1400, la mayoría de los cuales se han construido a nivel local con ayuda alemana), Venezuela (dos U-209 / 1300), Chile (dos U-209/1400), Ecuador (dos U-209/1300), Indonesia (dos U-209/1300 además de otros cuatro proyectados, pero pocas probabilidades de materializarse), Brasil (cinco U-209 / 1400), India (cuatro U-209/1500 y dos más proyectadas), Sudáfrica (tres U-209/1400) e Israel (tres U-640). Cada uno eligió ajustar el equipo propio y el número de tripulantes según las necesidades económicas. 

Durante la Guerra de las Malvinas en 1982 el submarino San Luis clase U-209/1200 de la Armada de la República Argentina - hizo tres ataques fallidos de torpedos a buques británicos de la fuerza de tareas británica, pero el conocimiento de la presencia del barco argentino hizo movilizar enormes y considerables recursos de aeronaves en esfuerzos para encontrar el submarino. 

 



Military-Today



lunes, 18 de mayo de 2015

Matemática y la guerra: Batalla de Malvinas, 1914

Batalla de Malvinas, diciembre de 1914 
Por Alberto Rojo - Publicado originalmente en Crítica Digital 
23.03.2010 

¿Cómo sabemos que la Tierra gira? El Sol podría moverse y salir cada mañana en una Tierra quieta. El cielo de la noche podría girar y la Tierra estar inmóvil. La pregunta es típica de un examen de física: ¿Cuál es la evidencia de que estamos parados en una Tierra que gira respecto de un eje invisible que va del Polo Norte al Polo Sur? ¿Qué experimento podríamos hacer para mostrarlo? 



Una respuesta sería tirar un projectil verticalmente y que suba muy alto. Si al volver al piso no cae en el mismo punto la Tierra gira. ¿Por qué muy alto? Porque si lo tiramos a alturas chicas (una pelota de básquet a unos pocos metros por ejemplo) el efecto de la rotación es muy pequeño. Para alturas chicas el movimiento del piso debajo de la pelota es equivalente a un movimiento uniforme, como si estuviéramos en el subte y, mientras se mueve a velocidad constante, tiráramos una moneda verticalmente. La moneda vuelve a la mano. Pero para proyectiles reales a velocidades grandes el efecto de la rotación de la Tierra es apreciable. Para ejemplificarlo, muchos libros introductorios de física refieren al enfrentamiento entre barcos ingleses y alemanes en la batalla de Malvinas, el 8 de diciembre de 1914, durante la Primera Guerra Mundial. Los ingleses ganaron la batalla, hundiendo al Scharnhorst y al Gneisenau a unos 80 km al sur de Puerto Argentino, luego de persecuciones que duraron alrededor de cuatro horas. Según la historia de los libros de física, los barcos ingleses podrían haber hundido a los alemanes en menos tiempo, pero las balas de cañón no daban en el blanco porque estaban ajustadas para corregir por la rotación de la Tierra en el hemisferio norte y desperdiciaron miles de balas antes de ajustar la dirección y dar en el blanco. 

Hagamos el cálculo estimativo de cuánto se desviaría una bala debido a la rotación terrestre. Como dije “estimativo” supongamos que tiramos una bala desde el Polo Norte hacia el sur, digamos en la dirección del meridiano de Greenwich. Al llegar al piso, debido a la rotación de la Tierra, la bala aterriza en un meridiano diferente, desviada hacia el oeste. La pregunta es, estimativamente, cuántos metros se desvió. El alcance de las balas (según el libro The Naval Battles of the First World War, de Geoffrey Bennett) es de unos doce kilómetros. Digamos diez. Un proyectil disparado a 45 grados (el ángulo de máximo alcance), tarda unos 20 segundos en llegar a 10 km. Debido a la rotación de la Tierra, en ese tiempo mi blanco se movió 15 metros hacia el este, de modo que, para pegarle, el cañón tiene que estar calibrado para apuntar 15 metros hacia la izquierda del blanco. La cosa cambia en el hemisferio sur ya que, si miro hacia el norte, el este está ahora hacia la derecha. Y si el cañón está calibrado para el hemisferio norte, le pifiaría al blanco por unos 30 metros. 

Ahora bien, en una situación de guerra uno tiene que pasar de estimativo a cuantitativamente preciso. Y ahí es donde la historia de la batalla de Malvinas y la rotación de la Tierra, por lo que estuve indagando, es apócrifa. Por un lado, la distancia al barco es variable, de modo que habría que corregir dependiendo de la distancia al barco. Por otro lado, la corrección depende de la latitud: el cálculo estimativo del polo da resultados distintos a distintas latitudes. Y finalmente, si bien la desviación por el efecto de la rotación de la Tierra es de unos 30 o 40 metros (dependiendo de la distancia al barco) al parecer esa distancia es aproximadamente el error natural de tiro. Según algunos informes posteriores, el efecto de la rotación de la Tierra se usó como excusa para desviar la atención ante la indagatoria de por qué los barcos ingleses tuvieron una efectividad tan pobre en sus disparos. En resumen, el efecto existe pero la historia no es tan clara. Lo que sí es claro es que los aviones actuales corrigen por el efecto de rotación de la Tierra. 
Otro efecto visible es el del movimiento de grandes masas de aire y de agua. En una Tierra quieta, el aire se calienta en el Ecuador y sube para luego enfriarse y bajar en los polos. Entonces, en un esquema simplificado, la circulación de vientos de una Tierra quieta es (en el hemisferio sur) de norte a sur en la altura y de sur a norte en la superficie. En una Tierra que gira, los vientos se desvían hacia el este hasta que a unos 60 grados de latitud se mueven casi de este a oeste. Entonces se crea una nueva circulación: vientos que suben a unos 60 grados de latitud, luego bajan a treinta grados y vuelven a subir en el Ecuador. 

Algo similar pasa con las corrientes marinas. Y así como la historia de los barcos de Malvinas es cuestionable, la historia de que el agua de la bañaera gira en sentido opuesto en cada hemisferio es un mito cuantitativo: el efecto existe pero es tan pequeño que está enmascarado por otras causas, por ejemplo, la inevitable inclinación de la canilla respecto del agujero. El agua de la bañadera gira en ambos sentidos en ambos hemisferios. 

Y el último efecto, el experimento “casero” que demuestra el giro de la Tierra, es el famoso péndulo de Foucault: imaginemos uno suspendido de un punto que está justo arriba del Polo Norte. Visto desde la Luna, el plano de oscilación del péndulo se mantiene inalterado. Pero visto desde la Tierra el plano completa un giro en 24 horas. El giro del plano de oscilación del péndulo es evidencia del giro de la Tierra. Claro que, como ya vimos, en el polo las cosas son más sencillas. En latitudes intermedias, el plano gira distintos ángulos en un día, y en el Ecuador no gira nada. 

domingo, 21 de diciembre de 2014

Aniversario del choque naval anglo-alemán de la PGM

Británicos y alemanes conmemoraron la "Batalla de Malvinas"
A CIEN AÑOS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.
El 8 de diciembre de 1914 se enfrentaron frente a las islas las flotas de estos dos imperios antes enemigos. Hoy fue feriado en el archipiélago y hubo desfiles.
Clarín

Las banderas de dos ex enemigos./GOBIERNO DE LAS ISLAS




Natasha Niebieskikwiat

Las banderas de Alemania y Gran Bretaña flamearon hoy juntas en las Malvinas para conmemorar los cien años de la llamada "Batalla de las Falklands/Malvinas", en la que se enfrentaron las flotas navales de estos dos viejos enemigos. Fue en los inicios de la Primera Guerra Mundial.

Hoy, como todos los años, fue feriado en el archipiélago. Pero el pueblo se volcó a la Bahía de la capital, donde hubo un servicio religioso y un desfile militar frente al monumento levantado en 1926/1927. Aviones de la Fuerza Aérea Real sobrevolaron este territorio de ultramar reclamado por Argentina desde la ocupación de 1833 y buques de la Armada del Reino Unido estuvieron apostados frente a las costas de Stanley.



La construcción del monumento tiene una curiosa historia porque implicó una larga y acolarada polémica entre el gobierno colonial, los lugareños que pedían que los materiales fueran locales y la entonces todopoderosa Falkland Island Company.

Hoy, según informó el gobierno kelper, familiares de los comandantes de Gran Bretaña como Alemania descubrieron un nuevo memorial de piedra levantado al lado del viejo monumento, en memoria de la Batalla de las Malvinas como de la de Coronel. Los isleños volcaron sus fotos a las redes sociales.



El 8 de diciembre de 1914 Gran Bretaña le asestó un golpe mortal a los alemanes con el hundimiento de dos cruceros acorazados, y dos cruceros ligeros. El imperio alemán perdió 1.870 hombres, entre ellos el vicealmirante Maximiliam Von Spee, y sus dos hijos. A Von Spee lo homenajearon poniendo su nombre en un poderoso acorazado alemán que se hundiría en las costas del Río de la Plata, frente a Montevideo, pero ya en la Segunda Guerra Mundial.



La batalla del 8 de diciembre de 1914 había comenzado cerca de las 9 de la mañana, en un día que los libros recuerdan radiante y con máxima visibilidad. Con ese victoria el imperio británico vengó su estrepitosa derrota del 1 de noviembre, frente a las costas de Chile en la llamada Batalla de Coronel. Gran Bretaña sufrió 1570 bajas y perdió dos buques de guerra a manos de la flota imperial alemana que guiaba Von Spee. Fue la primera derrota de la poderosa armada británica en más de un siglo.

jueves, 18 de diciembre de 2014

La batalla de cruceros acorazados en Malvinas

La otra batalla de Malvinas
En un episodio de la Primera Guerra Mundial que aún se discute, la flota del imperio británico derrotó de una manera increíble a los alemanes comandados por Von Spee. Fue hace 100 años en las Islas Malvinas.


A pique. El Scharnhorst, comandado por Von Spee, se hunde en el Atlántico Sur (Museo Nacional marítimo, Londres).

lheredia's picture Por Luis Heredia0
Si alguna vez quedó en evidencia la importancia estratégica que el almirantazgo inglés les asignó a las Islas Malvinas en el siglo 19, y que determinó su ocupación a cañonazos en 1833 por el imperio británico, fueron los hechos que comenzaron a encadenarse 80 años después, a poco de iniciada la Primera Guerra Mundial en las lejanas aguas del Pacífico y el Atlántico Sur.

Estos acontecimientos bélicos culminaron el 8 de diciembre de 1914 con la Batalla de Malvinas, un lejano enfren­tamiento naval que terminó con la vic­toria inglesa a partir del hundimiento 
de cuatro cruceros alemanes y que fue recordado días atrás en las islas, con ­banda y desfiles.

La Primera Guerra Mundial no se caracterizó por grandes batallas en los mares; más bien todo lo contrario. Tanto Inglaterra como Alemania disponían de flotas inmensas, dotadas de los buques más modernos y poderosos de la época (los acorazados monocalibre o dread­noughts eran los más grandes y poderosos, seguidos por los cruceros de batalla), pero ambas escuadras sólo se vieron las caras en escasas oportunidades. Una de ellas fue en la indecisa batalla de Jutlandia, en el Mar del Norte.

En rigor, durante toda la guerra ambas flotas fueron mantenidas como entre algodones. Paradójicamente, los imponentes acorazados dreadnoughts orgullo de ambas armadas, eran un símbolo de poder naval demasiado caro como para ir a parar al fondo del mar por chocar contra una mina o recibir un torpedo, por lo que ingleses y alemanes decidieron mantenerlos en sus bases.

Durante la guerra, la flota inglesa tuvo una misión de bloqueo (que sumergió en el hambre al imperio del Kaiser) y la alemana, con sus buques de superficie fondeados, se dedicó a una implacable guerra submarina. Sin embargo, en los mares del sur, hubo desde un comienzo flotillas de superficie decididamente activas.

Los alemanes disponían de un grupo de naves no muy poderosas ni modernas en el Índico y el Pacífico, que a poco de iniciarse la guerra se dedicaron a rea­lizar ataques corsarios para entorpecer el tráfico marítimo inglés, vital para 
los intereses económicos del imperio, y hostigar la circulación de los convoyes con tropas neozelandesas y australianas ­hacia Europa.

Luego, estas naves se reunieron en 
la isla de Pascua bajo las órdenes del ­almirante Maximilian Von Spee, co­mandante del Escuadrón de Cruceros de Asia Oriental.

Se conformó así una escuadra con los cruceros acorazados Scharnhorst y ­Gneisenau, y los cruceros ligeros Leipzig, Nürn­berg y Dresden. Era una fuerza relativamente respetable.

A su vez, los ingleses disponían de una flota en Malvinas, cuyos buques (también veteranos) se dedicaron a patrullar la zona e interceptar cualquier barco que partiera hacia Europa llevando mercadería para las potencias centrales.

De hecho, una de esas naves, el crucero Glasgow, fue destinado a patrullar el Río de la Plata con misión de bloqueo selectivo y en mayo de 1915 capturó al ve­lero argentino Pax (con destino a Esto­colmo), aduciendo que era un buque ­alemán con matricula falsa y lo condujo hacia Malvinas en calidad de presa. Pero antes de abocarse a estas tareas, el ­Glagow pasó momentos decididamente 
más estresantes.

Llega Graf Von Spee

Los barcos de Von Spee llegaron a Valparaíso en octubre de 1914 y apenas anoticiado, el Almirantazgo ordenó al jefe 
de su flota en Malvinas, el contraalmirante sir Christopher Cradock, dirigirse hacia ese puerto chileno por el Cabo de Hornos para eliminar la molesta presencia alemana.

En cumplimiento de las órdenes recibidas, el marino inglés inició la travesía con los cruceros acorazados Good Hope y Monmouth, el crucero ligero Glasgow y el crucero auxiliar Otranto. En Malvinas quedó el vetusto acorazado Canopus, al que no se consideró apto para una acción de envergadura.

Cradock no estaba muy convencido 
de enfrentar a Von Spee porque se veía 
en inferioridad de condiciones, pero 
desde Londres le contestaron que “se ­arreglara con lo que tenía”. Los aconte­cimientos demostraron que su intuición era acertada.

El 1° de noviembre ambas escuadras 
se enfrentaron frente a la bahía chilena de Coronel (la batalla lleva ese nombre) 
y los principales cruceros ingleses, el ­Good Hope y el Monmouth se fueron a 
las profundidades del Pacífico, con 1.654 marinos a bordo, entre ellos el intuitivo sir Cradock. Los cruceros Otranto y ­Glasgow lograron escapar de la paliza y volver a puerto.

La derrota pegó duro en el Almirantazgo. En 200 años la marina inglesa no había sufrido una derrota semejante, por lo 
que de inmediato se dispuso la partida de ­modernos cruceros acorazados hacia el Atlántico Sur al mando del vicealmirante Doveton Sturdee (el que le había negado refuerzos a Cradock) para encabezar la venganza y recomponer el poder y el dañado prestigio naval inglés en los mares de la región. La batalla de Malvinas comenzaba a gestarse.

La revancha

Lo que siguió en torno al comportamiento de Von Spee en las aguas del Pacífico después de la victoria es materia de controversia. Se discute por qué desperdició 18 días valiosos en puertos chilenos después de la victoria antes de cruzar el Cabo de Hornos y dirigirse a Malvinas y completar su faena sobre los restos de la escuadra del malogrado Cradock.

Esta demora permitió la llegada a las islas de una poderosa escuadra compuesta por los cruceros de batalla Princess Royal, Inflexible e Invincible, los cruceros acorazados Kent, Carnavon y Cornwall, y el crucero ligero Bristol.

Todo este enjambre de modernas naves con marinos sedientos de venganza se unieron en Puerto Stanley al sobreviviente Glasgow y al vetusto acorazado Canopus de la dotación original de las islas.

Von Spee tenía planeado no sólo destruir las instalaciones militares inglesas, sino también desembarcar tropas que tomaran el asentamiento (seguramente por poco tiempo). Sin embargo recién cruzó el Cabo de Hornos el 25 de noviembre.

Ya en el aguas del Atlántico Sur se dio una situación increíble. El almirante alemán no sabía que había una flota varias veces superior a la suya en Malvinas y los ingleses no tenían la menor idea de que Von Spee avanzaba hacia el archipiélago con las peores intenciones.

Los británicos acababan de llegar a las islas y los planes del vicealmirante Sturee eran cruzar el Cabo de Hornos e ir en busca de la escuadra alemana en el Pacífico. Es decir que por cuestión de días unos y otros no se cruzaron en las aguas del Estrecho de Magallanes.

Lo que siguió también es materia de discusión hasta el día de hoy. Inesperadamente los buques alemanes aparecieron en Puerto Stanley a primera hora de la mañana del 8 de diciembre.

Von Spee adelantó con sus buques más poderosos a los cruceros acorazados Scharnhorst y Gneisenau, dispuesto a bombardear un puerto indefenso y a desembarcar tropas, pero se encontró con una flota anclada.

Lo que no sabía es que la mayoría de esos buques estaban repostando, y que no estaban en condiciones de combatir, y que sólo el viejo Canopus y el Kent tenían las calderas encendidas. Era una oportunidad única de dar un golpe memorable. Los ingleses entraron en pánico, pero Von Spee dio la orden de “rehusar el combate”, volver a mar abierto y escapar. Dos horas tardó la escuadra de Sturee en salir al mar e iniciar una persecución que terminó en desastre para los alemanes.

Los buques ingleses, más rápidos y ­poderosos, fueron alcanzando y hun­diendo uno a uno a los lentos barcos de Von Spee.

Primero fue cazado el Scharnhorst con el almirante a bordo, y se fue a pique con toda la tripulación. Le siguió el Gneisenau, con el hijo del comandante, Heinrich Von Spee, a bordo, y posteriormente los cruceros ligeros Nürnberg, con el otro 
de hijo de Von Spee (Otto) entre los tripu­lantes, y Leipzig, hundido con mucha saña. Sólo logró escapar el Dresden, gracias a la velocidad que le imprimían sus turbinas Parsons.

Los alemanes perdieron 1.871 hombres en la batalla, y si bien no fue para nada decisiva para el curso de la guerra, al Reino Unido le sirvió para recomponer el prestigio de su Armada.

En cuanto al almirante Graf (conde) Von Spee, su nombre volvió a recorrer los mares de la región con la forma del aco­razado alemán que fue hundido en el Río de la Plata por naves inglesas en la Segunda Guerra Mundial, ratificando que su ­destino y el de buena parte de su familia, era el de descansar en las frías aguas del Atlántico Sur.

La Voz del Interior


miércoles, 1 de octubre de 2014

Restauran película sobre la batalla naval de Malvinas


Las batallas de Coronel y de Malvinas: la Royal Navy en guerra en una restauración de un clásico británico mudo - video 


El lanzamiento en el Festival de Cine de Londres de este año, una nueva restauración de Las Batallas de Coronel y las Islas Malvinas recrea dos de las batallas navales claves de la Primera Guerra Mundial. Dirigida por Walter Summers y lanzado originalmente en 1927, proyección de gala de archivo del BFI de la restauración contará con una puntuación en vivo interpretada por 24 miembros de la Banda de los Royal Marines de Su Majestad. La detección se lleva a cabo el 16 de octubre

The Guardian

martes, 15 de julio de 2014

Malvinas y su batalla naval allá por 1914

La batalla de Malvinas en 1914



En los tiempos de navegación a carbón, los barcos tenían poca autonomía. Debían “carbonear” con frecuencia. Eso hizo del archipiélago un asunto estratégico para la Royal Navy entre 1850 y 1920: las Malvinas eran el puerto perfecto para repostar combustible, agua, víveres, y además habían adquirido una pequeña pero muy capacitada mano de obra en materia de reparación de naves. Port Stanley, como se rebautizó a la capital insular, era el único astillero posible en esta parte del planeta.
Si a eso se le suman decenas de buenos puertos naturales y la posibilidad de cerrar desde allí el tránsito interoceánico a cualquier enemigo, se entiende el interés de Su Graciosa Majestad por quedarse en la zona, cuando ya las focas peleteras y las ballenas se habían prácticamente extinguido.
Tampoco era por la lana que la Union Jack seguía flameando en las Malvinas, pese a la amarga ira que eso despertaba en la Argentina. El enojo criollo no era un dato menor para Whitehall: finalizadas las guerras civiles, hacia 1880 la economía argentina se perfilaba como la quinta más importante del mundo, y el país como LA subpotencia regional.
La demostración “de tapa de libro” de por qué de todos modos convenía irritar a los argentinos y quedarse en las Malvinas los ingleses la dieron al mundo a comienzos de la 1ra Guerra Mundial. A fines de 1914, la escuadra Alemana de Asia Oriental, comandada por el almirante conde Von Spee, venía escapando de la Royal Navy y la Armada Imperial Japonesa. Bajaba a todo vapor a lo largo de la costa chilena, con la intención pasar al Atlántico por el Cabo de Hornos y refugiarse en Alemania.
El 1 de noviembre, el contraalmirante Sir Christopher Cradock trató con coraje suicida y/o estúpido de interceptar la escuadra alemana con fuerzas muy inferiores en cantidad y calidad. Eso sucedió frente a la isla chilena de Coronel, y significó la primera derrota naval inglesa en más de un siglo, con el hundimiento de 2 cruceros y la muerte de 1570 de sus tripulantes. Los alemanes sólo tuvieron 3 heridos, un resultado increíblemente asimétrico.
Von Spee, recibido en triunfo como héroe por la población alemana cuando recaló en Santiago de Chile, no se hacía ilusiones sobre sus posibilidades de escapar de la venganza inglesa. Aceptó una ofrenda floral de las señoritas alemanas de Santiago con la ácida frase de que servirían para adornar su tumba.
No se equivocó.
Spee fue totalmente engañado por la inteligencia naval inglesa, cuyos criptógrafos en la luego famosa “room 40” habían descifrado los códigos de señales de la Kaiserliche Marine. Con una comunicación naval fácil de decodificar y de apariencia incompleta, los espías británicos convencieron al contraalmirante de que las Malvinas- carecían de protección, y que la única fuerza naval inglesa realmente de cuidado estaba muy al Norte, frente al Río de la Plata.
Audazmente, Spee ingresó al Atlántico por el cabo de Hornos, pero contra la opinión de sus oficiales, en lugar de escaparse sin dilación hacia Alemania se propuso antes atacar Port Stanley, y no para acopiar carbón (que en realidad le sobraba), sino quizás con la idea de destruir la única estación de reabastecimiento bajo bandera inglesa de la Royal Navy en el Cono Sur. Habría sido todo un saludo a su Majestad: “Bien, el Pacífico es de Uds., pero el Atlántico Sur ahora no es de nadie”.
El alemán atacó con una flota ya algo escasa de municiones. Y navegando a todo vapor en línea de batalla y con Port Stanley ya a la vista, se encontró de pronto, más allá de todo escape posible, con una fuerza muy superior a la suya, que lo esperaba en el puerto lista para zarpar. Súbitamente los alemanes quedaron bajo el fuego del Canopus, un vetusto acorazado inglés sin casi capacidad motriz, pero con grandes cañones de 300 mm. perfectamente funcionales. El Canopus había sido deliberadamente varado en una posición invisible para la flota atacante. Sorprendido totalmente, Spee ordenó un escape inmediato, pero los barcos ingleses ya estaban saliendo de puerto uno tras otro, y eran más en número, en velocidad y en potencia de fuego.
La persecución de la flota alemana duró desde las 10;00 de la mañana hasta las 21:23, ya anocheciendo, cuando la octava nave alemana de aquel día destinada a irse al fondo fue acorralada y despachada. En aquella emboscada perfecta, las pérdidas nuevamente fueron desproporcionadas: 1871 alemanes murieron y 217 fueron salvados y hechos prisioneros, frente a sólo 10 británicos caídos. Inglaterra no perdió ningún barco.
El contraalmirante Graf von Spee y sus dos hijos murieron aquel día.
La Royal Navy, a partir de ese momento y hasta la batalla de Jutlandia, el 31 de mayo de 1916, reinó sobre el Atlántico y se pudo concentrar con éxito en bloquear las líneas de suministro y estrangular a Alemania de suministros vitales (combustibles y comida), lo que a su vez desató el hambre y la rebelión social que finalmente determinaron la rendición de las Potencias Centrales en 1918.

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sábado, 12 de julio de 2014

Sobrevivientes de la Batalla de Malvinas de 1914

Malvinas en 1914


Sobrevivientes del SMS ‘Gneisenau’ en el mar en las afueras de las Islas Malvinas, con el HMS ‘Inflexible’ en el fondo, 8 de Diciembre de 1914

lunes, 27 de enero de 2014

Extranjeros que ayudaron a Argentina

Los extranjeros que ayudaron en Malvinas

Media docena de expertos del exterior, especializados en distintos armamentos y equipamientos militares, estuvieron durante el conflicto en las islas prestando servicio a los efectivos argentinos en combate. Esto, a pesar de que los alemanes habían declarado el bloqueo de armas en favor de los ingleses, los suizos alegaban neutralidad y los peruanos sólo hicieron público su apoyo después del hundimiento del Belgrano. Y la historia de los que quisieron ir y no pudieron.




Piezas clave. Los seis expertos resultaron fundamentales para resolver cuestiones técnicas que los soldados y superiores argentinos no podían solucionar. Entre ellos, los cañones de la firma Oerlikon-Contraves, y los misiles disparados durante los días del combate.

Dos peruanos, un alemán, un suizo y dos israelíes participaron de la guerra de Malvinas junto a las fuerzas argentinas, cumpliendo funciones que incluyeron el asesoramiento en la puesta a punto de sistemas de defensa, la reparación de baterías antiaéreas, la instalación de equipos de comunicación y el entrenamiento de oficiales en el uso de misiles soviéticos.

Lo que hace este evento más trascendente es que los germanos, junto a sus pares de la Comunidad Económica Europea (CEE), se habían plegado, el 5 de abril de 1982, al bloqueo de armas que había establecido Inglaterra contra el gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri, al igual que las naciones miembros del Commonwealth y los Estados Unidos.

En tanto, los suizos se habían declarado neutrales pero habían congelado el envío de los equipamientos bélicos adquiridos por el país antes de la guerra y que estaban pendientes de entrega.

Los israelíes, por su parte, se mantuvieron al margen del conflicto públicamente pero, por detrás, abrieron un canal de aprovisionamiento de armamentos que se mantuvo a lo largo de todo el conflicto.

En cambio, los peruanos primero mediaron entre británicos y argentinos y, luego del hundimiento del crucero General Belgrano, el 2 de mayo, se volcaron abiertamente a ayudar al gobierno de Galtieri mediante el envío de equipamientos bélicos propios y la triangulación de los provenientes de Jerusalén.


Neutral pero no tanto. En el momento de la recuperación de las islas, la firma Oerlikon-Contraves tenía pendiente de entrega 22 de los 436 cañones de 20 milímetros que había adquirido la Fuerza Aérea en 1981. Todos los envíos quedaron automáticamente suspendidos luego del bloqueo de armas aunque permanecieron en el país los especialistas que estaban entrenando a oficiales y suboficiales en el uso y mantenimiento de los equipos.

La neutralidad suiza no impidió que el 15 de abril, Eusebio Aguiar, uno de los técnicos de la compañía que estaba en la Argentina, viajara a las Malvinas para ofrecerles su ayuda a los militares.

Para ese entonces, su contacto era con el Ejército ya que habían sido los últimos en adquirir los cañones de 35 milímetros. Así que, ni bien llegó, fue en busca del por entonces teniente coronel (actualmente general de brigada retirado) Héctor Arias, jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601, en los alrededores de Puerto Argentino.

Sin embargo, allí su tarea fue limitada ya que aún no habían arribado a las islas los equipamientos. “Él iba y venía y, en ese momento, estaba en el país. La fábrica tenía interés de que fuera porque nos habían vendido recientemente el material. Estuvo muy poquito en Malvinas en abril y, después, se volvió porque no lo necesitaba – afirma Arias–. Aún no habían llegado los cañones, por eso lo devolví enseguida, y estando el material tampoco lo precisaba mucho porque mis oficiales estaban perfectamente capacitados y el material funcionaba bien, por lo que no hubiera sido necesaria su presencia”.

Luego de su paso por el Ejército, Aguiar se dirigió al aeropuerto donde se cruzó con el por entonces capitán (actualmente brigadier retirado) Rodolfo Savoia, quien estaba a cargo de la artillería antiaérea de la Fuerza Aérea, y le pidió ver sus cañones.

“Fue hasta allí y sacó de su bolsillo su nivel de 10 centímetros de largo, lo limpió, lo puso en la base de la flecha de los cañones y dijo que estaba bien nivelado. Fue a la otra pata y dijo que estaba perfecta”, recuerda Savoia.

El teniente primero (actualmente comodoro retirado) Oscar Spath, quien fuera el encargado de acompañarlo en la revisión, concuerda. “Me pidió permiso para inspeccionar los cañones para ver si los teníamos bien emplazados y nivelados. Cuando terminó con su tarea nos dijo: cada vez que hagan un disparo tienen que controlar el nivel de los cañones. Después, ya no lo volvimos a ver”. Un par de días más tarde, Aguiar concluyó su misión y retornó a Comodoro Rivadavia.
La ayuda germana. La presencia de un alemán en Malvinas es la más increíble ya que su país se había plegado al bloqueo de armas contra la Argentina. Sin embargo, esto no impidió que el ingeniero Manfred Jentges, de la firma franco-germana Euromissile, viajara a las Malvinas en medio de los bombardeos británicos.

En ese momento, se encontraba de vacaciones en el país cuando el Ejército lo invitó a visitar las estaciones de misiles Roland que estaban en las islas para que ayudara a los militares en lo que pudiera. Así, Jentges viajó el 14 de mayo, por propia voluntad, en medio de los combates, sin que la compañía ni su gobierno lo supieran.

“La empresa no lo mandó, sino que dejó a su criterio si quería ir y él por su cuenta y riesgo viajó voluntariamente, cuando sus dos compañeros franceses se quedaron en Mar del Plata. Su gesto fue muy bueno porque no tenía ninguna obligación de ir”, resalta el por entonces teniente primero (retirado como teniente coronel) Carlos Regalini, quien se desempeñaba en aquel tiempo como jefe de la batería del GADA Mixto 602.

Al día siguiente, miembros del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 intentaron todo el día trasladar la batería Roland hasta Puerto Argentino para que le reparara una de las placas que le impedían que el grupo electrógeno funcionara correctamente. Finalmente, lograron su cometido a las 18.30.

“Teníamos un problema con el grupo electrógeno del sistema de misiles: se había roto una tarjeta y él vino a repararla. Esto no era un impedimento para que la batería funcionara, porque también trabajábamos con energía común, pero era importante. Su ayuda fue más que importante”, detalla Regalini.

Durante las siguientes dos jornadas, Jentges se dedicó a arreglar los desperfectos técnicos que tenía el equipo, por lo que recién pudo estar operativo nuevamente el 18 de mayo, según consta en el Diario de guerra de la batería Roland, redactado por el subteniente Diego Noguer.

El ingeniero no sólo se dedicó a reparar el grupo electrógeno sino que, también, aprovechó para brindarles información técnica sobre los equipamientos británicos a los oficiales argentinos.

“Nos pasaba unos datos interesantes de sus aviones, misiles antirradar y los armamentos que tenían los británicos. Estaba más con nosotros que con los ingleses”, explica el teniente coronel.

Luego de que concluyó su tarea en Puerto Argentino, Jentges retornó a Comodoro Rivadavia y, después, reanudó sus vacaciones que había abandonado para ayudar a los tropas argentinas.

El armamento soviético. La ayuda peruana se materializó tanto a través de la provisión de armamentos como mediante el envío de oficiales especialistas en artillería de su Fuerza Aérea (FAP) para entrenar a sus pares argentinos.

Así, el 6 de mayo aterrizó en la base aérea de El Palomar un C-130 proveniente de Lima cargado con munición, cohetes, misiles y bombas, entre ellos 120 lanzadores portátiles tierra aire SA-7 Strela 2, de origen soviético.

Junto con esto, arribaron dos oficiales peruanos para entrenar a sus pares en las Malvinas y a un tercero para hacer lo propio con los militares que estaban en Comodoro Rivadavia.

La primera capacitación la dio el teniente Ramírez a un grupo de oficiales y suboficiales en la IX Brigada Aérea de la ciudad chubutense, donde les explicó cómo se utilizaban los misiles.

“Me llevaron adentro de un hangar para la instrucción, todo medio misterioso. Sólo salimos cuando nos explicó de qué manera se encendía el misil y la cabeza buscadora del blanco. Nos dio un manual, una clase teórica y una práctica”, afirma el comodoro (R) Walter Garay quien participó del curso.

Sin embargo, Ramírez no se conformó con eso pidió cruzar a las Malvinas para combatir contra los ingleses, pero la comandancia de la Fuerza Aérea Sur le prohibió que lo hiciera.

“Era muy gaucho y consustanciado con el tema, quería cruzar. Hasta lo tenían que controlar para que no se subiera a un Hércules”, recuerda el brigadier (R) Jaime Ugarte, quien también participó de la capacitación y el 7 de mayo voló rumbo a Puerto Argentino junto a Garay y un grupo de suboficiales.

Sin embargo, otros dos oficiales peruanos tuvieron mejor suerte y cruzaron el 9 de mayo, en forma secreta, a Puerto Argentino y, enseguida, fueron enviados en un helicóptero Bell 212 junto con dos lanzadores y ocho misiles SA-7 a Pradera del Ganso.

“Llegaron los misiles con los técnicos peruanos, casi en forma simultánea, a darnos las clases sobre cómo operar esos misiles que nosotros no teníamos”, afirma el brigadier (R) Wilson Pedrozo, quien estaba a cargo de la Base Aérea Cóndor.

Allí, quedaron a las órdenes del jefe de Operaciones, el vice comodoro (retirado como comodoro) Oscar Vera Mantarás, quien les asignó a los pilotos más jóvenes de Pucará, entre ellos el teniente Hernán Calderón, para que los entrenara y así pudieran operarlos cuando no volaran.

“Los oficiales de la Fuerza Aérea Peruana estuvieron un par de días y le dieron instrucción a un grupo de nuestros aviadores y ellos, después, se lo transmitieron a otros de nuestra base. Tenían unas ganas bárbaras de quedarse y no los dejamos porque no podíamos tenerlos ahí”, resalta.

Finalmente, luego de realizar los cursos con los pilotos regresaron en helicóptero a Puerto Argentino y, desde allí, fueron trasladados en un Hércules hacia Comodoro Rivadavia.

Comunicaciones seguras. Algo similar ocurrió con dos técnicos israelíes que viajaron a las islas a instalar un equipo de cifrado Sec 23, de la firma Tadirán, que Jerusalén le había prestado a la Argentina para evitar que los ingleses interfirieran las llamadas entre las Malvinas, Buenos Aires y Comodoro Rivadavia.

Como los oficiales del Ejército no sabían cómo calibrarlos, le pidieron a la empresa si podía mandar a algún especialista a hacer esa tarea. “Nuestros técnicos desconocían cómo hacer que estuvieran inmediatamente en servicio, porque no habían sido entrenados y para que no cometieran algún error”, señala el coronel (R) Abelardo Acevedo, ex miembro de la División Técnica de la Agrupación de Comunicaciones 601.

Enseguida, la compañía les envió a Ioram Guidot y a otro de nombre Ika, dos ingenieros que estaban dando capacitaciones en la Argentina. “Cuando me preguntaron qué opinaba de que la gente de Tadiran viniera a instalarlo, les dije que sí. Era una forma de que se involucraran”, afirma.

Los dos técnicos llegaron de incógnito a las islas a fines de abril para evitar problemas diplomáticos. “Uno de ellos era flaco y alto. Viajaron en un Hércules de incógnito, acreditados como periodistas”, destaca el coronel (R) Carlos Stricker.

El problema fue que la guerra avanzaba y no regresaban a Buenos Aires. Finalmente, Ika volvió promediando el conflicto, pero Guidot siguió allí por decisión propia. Recién, diez días antes de la rendición lograron sacarlo y llevarlo de nuevo al continente.

“Ioram Guidot era un loco de mierda. Estaba bien que peleara una guerra que fuera suya, pero ésta no lo era. Yo estaba desesperado para que volviera y lo hizo diez días antes de que la pista de Puerto Argentino dejara de operar –concluye Israel Lotersztain, uno de los vendedores de Isrex Argentina, la representante de los fabricantes de armas israelíes en el país–. Si se hubiera quedado ahí, los ingleses lo hubieran agarrado. Era mi desesperación. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si agarraban como prisionero de guerra a un israelí”.

Más allá de todo esto, ninguno de ellos es considerado, hasta el día de hoy, veterano de guerra de Malvinas a pesar de que la legislación argentina establece que debe ser reconocido como tal “todo aquel personal de oficiales, suboficiales y soldados de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que hayan participado en las acciones bélicas llevadas a cabo en las jurisdicciones del TOM y del TOAS, y civiles que se encontraban cumpliendo funciones de servicio y/o apoyo, en donde se desarrollaron las acciones”.

Dos ofertas desechadas

El apoyo de los peruanos e israelíes no sólo se limitó a los hombres que enviaron a las Malvinas sino que, además, sus pilotos se ofrecieron a volar los cazabombarderos y participar de los ataques contra la flota inglesa.

El israelí Shlomo Erez, quien se encontraba en la localidad bonaerense de Tandil entrenando a los oficiales de la Fuerza Aérea, fue uno de los que pidió ir a la guerra, pero no lo dejaron.

“Quería ir a combatir, porque les tenía bronca a los ingleses. Me decía: ‘Mi familia murió en manos de ellos, cómo no voy a querer combatir’. Ellos querían venir y yo no lo podía aceptar, porque sino agrandábamos la guerra”, afirma el brigadier general (R) Teodoro Waldner, quien era el jefe de la Base Aérea de la ciudad.


Una oferta similar hicieron los pilotos peruanos Ernesto Lanao, César Gallo, Augusto Mengoni, Pedro Ávila, Gonzalo Tueros, Pedro Seabra, Mario Núñez del Arco, Marco Carranza, Augusto Barrantes y Rubén Mimbela, de los escuadrones 611 y 612 de las FAP, quienes habían llevado en vuelo desde Arequipa los Mirage V, que su país le había vendido a la Argentina.

Pero no se conformaron con eso y le pidieron al brigadier general Basilio Lami Dozo, comandante en jefe de la Fuerza Aérea, continuar viaje para pelear en la guerra. “Los peruanos querían seguir y presentarse de voluntarios en la guerra de Malvinas. Les dije que no”, concluye el ex miembro de la última Junta Militar.