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lunes, 31 de diciembre de 2018

¿Rosas quiso entregar Malvinas a cambio de saldar la deuda con los Barings?

¿Intentó Juan Manuel de Rosas cancelar la deuda externa a cambio de las Islas Malvinas? 

De acuerdo a documentación que se guarda en archivos locales como de Gran Bretaña, Rosas puso en la mesa de negociaciones la cuestión Malvinas y la posibilidad de cancelar la deuda con los tenedores a cambio de entregarles las islas a los ingleses ¿Fue estrategia política para forzar el reconocimiento de la soberanía o existió la voluntad de hacer un canje?

Por Adrián Pignatelli |  Infobae


 
Bono de la Baring Brothers

La magnitud del proyecto justificaba solicitar el préstamo. Era fines de 1822 y el gobierno de Martín Rodríguez con su poderoso ministro Bernardino Rivadavia tenía pensado construir un nuevo puerto, instalar un sistema de aguas corrientes y promover la colonización de la campaña a través de la fundación de pueblos, tanto en el interior como en la costa que va de Buenos Aires a Patagones, donde se proyectaban tres nuevas ciudades.

Para ello, en noviembre de ese año la Sala de Representantes aprobó una ley autorizando al gobernador de la provincia de Buenos Aires a contratar un empréstito al exterior. Las tratativas tuvieron lugar en 1824 y se eligió a la Baring Brothers, una casa de banqueros ingleses a los que se les solicitó la suma de 5.000.000 pesos fuertes que equivalían a 1.000.000 de libras esterlinas. Se presentaron tierras públicas como garantía.

El empréstito se colocó al 85% y se recibió el 70%. La diferencia quedó en los bolsillos de los intermediarios. Y además la Baring retuvo una garantía adicional de 120 mil libras correspondiente a dos años de intereses y 10 mil libras por gastos y comisiones. Del millón de libras acordados, sólo llegarían 560 mil. Y como era dificultoso el envío de dinero, se hizo a través de letras de cambio girada contra casas comerciales en Buenos Aires, algunas de las cuales pertenecían a la propia Baring Brothers.

El capital recibido fue gastado en la guerra con el Brasil. Las dificultades para hacer frente a los intereses llevó al ministro de Hacienda, en 1828, a vender las fragatas Asia y Congreso para cubrir los dividendos vencidos. El proyecto del puerto y los pueblos ya eran un viejo recuerdo.

"El gobierno nunca olvida el pago de la deuda"

El 3 de enero de 1833 los ingleses usurparon las Malvinas con el ataque de la corbeta de la marina británica HMS Clio al mando del capitán Onslow.

Le cupo a Manuel Moreno, ministro plenipotenciario, elaborar lo que sería el primer alegato en defensa de la soberanía argentina. Moreno era el hermano menor de Mariano, el secretario de la Primera Junta. Era político, médico graduado en la Universidad de Maryland y docente de Química en la Universidad de Buenos Aires. En 1828 fue nombrado embajador en Gran Bretaña; en 1835 cumplió idénticas funciones en Estados Unidos y volvió como embajador en las islas británicas de 1838 hasta la caída de Rosas.

Él fue el responsable de la primera protesta argentina contra la usurpación. Fue elaborada el 17 de junio de ese mismo año y su destinatario fue el vizconde Palmerston, Secretario Principal de Estado para los Asuntos Extranjeros.

 
Juan Manuel de Rosas

En 1835 Juan Manuel de Rosas asumió su segundo período como gobernador y responsable de las relaciones exteriores del país. Era apoyado por el sector terrateniente y estanciero al que pertenecía, poseía un gran predicamento en las clases populares y gobernó con mano dura y orden en un sistema sin Constitución.

A través de la Ley de Aduanas, que comenzó a aplicar en 1836, protegía tantos las manufacturas locales y la materia prima y gravaba aquellos que venían del exterior. Esto permitió engrosar las arcas de la aduana, manejada por Buenos Aires y también girar fondos a las provincias.

Al comienzo de su segundo mandato, Rosas debió enfrentar la presión de los tenedores de bonos por cobrar sus dividendos. En el mensaje a la Sala de Representantes de 1835 aclaró que "el gobierno nunca olvida el pago de la deuda extranjera, pero es bien manifiesto que al presente nada se puede hacer por ella".

 
Decreto por el pago de la deuda

Rosas dejó pasar dos años para volver a explicar, con igual tenor, que "tantas y tan múltiples atenciones pesa sobre el gobierno la dificultad de sus compromisos en el empréstito de Inglaterra… el gobierno desea con vehemencia arribar a una transacción, que en si misma presente la posibilidad de su exacto cumplimiento. Para conseguirlo no omitirá ninguno de los medios que se le sugieran su razón y prudencia".

 
El pago de 5 mil pesos metálicos mensuales por la deuda con Londres

En 1838 Rosas, con la excusa de las arcas públicas vacías, había aumentado los derechos de importación de productos que hubieran sido transbordados en Montevideo. Esta medida perjudicaba a Francia, que tenía al puerto oriental como un punto central de su comercio en esta región. El gobierno francés protestó. El vicecónsul francés Aimé Roger buscó el pretexto para presionar con las armas. Aduciendo que Rosas se negaba a exceptuar a los súbditos franceses del servicio militar y del encarcelamiento de ciudadanos de ese país acusados de espías, una flota francesa al mando del almirante Luis Francisco Le Blanc bloqueó el Río de la Plata.

Nuevamente, Rosas fundamentó que no tenía medios para pagar porque el bloqueo perjudicaba económicamente a la Confederación y propuso el arbitraje de Inglaterra para solucionar el conflicto. Dividir para reinar.

Explorar con sagacidad

Y en este punto los historiadores no se ponen de acuerdo. De acuerdo a documentación que se guarda en archivos locales como de Gran Bretaña, Rosas puso en la mesa de negociaciones la cuestión Malvinas y la posibilidad de cancelar la deuda con los tenedores a cambio de entregarles las islas a los ingleses.

El 21 de noviembre de 1838, el embajador Manuel Moreno recibió la siguiente instrucción del todopoderoso gobernador bonaerense. "Insistir así que se le presente la ocasión en el reclamo respecto de la ocupación de las Islas Malvinas, y entonces explotará con sagacidad sin que se pueda trascender ser idea de este gobierno, si habría disposición en el de S.M.B.A hacer lugar a una transacción pecuniaria, que sería cancelar la deuda pendiente del empréstito argentino". Y que les aclare a los tenedores de bonos que hasta que no se levante el bloqueo francés, no iba a poder pagarles.

 
Manuel Moreno, embajador y figura clave en las negociaciones

¿Qué buscaba en realidad Rosas? Nunca lo aclaró. Si los ingleses aceptaban este suerte de canje, estarían reconociendo tácitamente la soberanía argentina sobre el archipiélago. Y el gobernador tendría los argumentos para fundamentar aún más el reclamo. O posiblemente sus intenciones eran las de dejarlas como parte de pago. Eran épocas donde algunas posesiones territoriales se definían con dinero y no por la boca de los cañones: Estados Unidos había comprado Louisiana en 1803, una parte de La Florida en 1819 y Oregón, en 1846.

Pero los ingleses no dieron el brazo a torcer. En marzo de 1842 el secretario para asuntos exteriores inglés, Lord Aberdeen, negó al gobierno argentino derecho a indemnización alguna. "…como definitiva la declaración con que el infrascripto concluyó su nota al señor Moreno de 15 del próximo anterior, repitiendo la determinación del gobierno de S. M. De no permitir que sean infringidos los indultados derechos de la Gran Bretaña sobre las islas".

Falconnet, el enviado

Paralelamente a estas negociaciones, llegó a Buenos Aires un súbdito inglés, napolitano de nacimiento, Francisco de Palacieu Falconnet, enviado por la Baring. Sus instrucciones eran indagar cúal era la voluntad, la capacidad y los recursos del actual gobierno para hacer frente a la deuda y cuáles serían los modos de asegurar su cobro. Tamaña tarea le aguardaba. "Buenos Aires tiene la vergonzosa distinción de no haber hecho nada y no haber propuesto nada en los últimos catorce años, conducente al pago de los dividendos y a la restauración de su crédito", escribió.

En los dos años que Falconnet permaneció en Buenos Aires, estuvo en contacto directo con Manuel Insiarte, ministro de Hacienda a fin de encontrar una forma que el gobierno argentino se pusiese al día con la deuda.

Fue a comienzos de 1843 cuando Felipe Arana, ministro de Relaciones Exteriores de Rosas, instruyó a Moreno y al cónsul argentino en Londres, Jorge Federico Dickson a "demandar al gobierno de S.M.B. una indemnización por el derecho de las Islas Malvinas, y que entre en esta el empréstito y sus rentas vencidas y por vencer bajo el concepto de que en tales arreglos debe intervenir el acomodamiento de los interesados, y que cuanto convenirse y estipularse sobre esto será aquí ratificado con previa autorización de la Sala de Representantes…"

Moreno y Dickson ya venían padeciendo hace tiempo este tipo de negociaciones que no encontraban ningún eco en el gobierno inglés. Terminaron respondiendo que "hallamos tantas dificultades que en verdad nos hacen pensar que aunque la idea de esta transacción es absolutamente justa y razonable en su fondo, no hay al presente ninguna probabilidad de hacerla practicable…".

En esa misma comunicación, Moreno explicaba que el gobierno inglés negaba el reconocimiento argentino de la soberanía y que el volumen de la deuda, con intereses, ascendía a 1.900.000 libras esterlinas. En caso de llegar a un acuerdo, no se haría por esa cifra.

 
Felipe Arana, ministros de Relaciones Exteriores de Rosas

Moreno no se sentía cómodo representando al gobierno de Rosas. En 1841 le escribía a su sobrino: "Los que empezaron la Revolución creyendo generosamente en los destinos de la Patria, nunca se pudieron imaginar, entre los grandes riesgos que tan heroicamente arrostraron, que habían de llegar tiempos de esta especie".

En el mismo sentido Dickson, en una carta a Felipe Arana del 5 de abril de 1843 confirmaba que "no son el tiempo y la circunstancia oportunas para entretener este asunto. En todo caso se verá ser muy difícil convencer a este gobierno del derecho que tiene la República a reclamar indemnización alguna para la cesión de a propiedad que alega en nuestro territorio de las Islas Malvinas…"

Claro que no todos los ingleses eran de la misma opinión. En la Cámara de los Comunes, el diputado Malesworth, a la hora de discutir el presupuesto para las colonias, había dicho: "Vuelven estas miserables islas Falklands donde no se da trigo, donde no crecen árboles, islas batidas por los vientos polares que desde 1841 nos han costado sin beneficio alguno nada menos que 45 mil libras; decididamente soy del parecer que esta inútil posesión se devuelva al gobierno de Buenos Aires".

A comienzos de 1844 Insiarte reiteró ante Falconnet el ofrecimiento de las Islas Malvinas como moneda de canje. Recalcó la soberanía argentina y advertía que su cesión a los prestamistas ingleses era el medio más seguro para cobrar lo adeudado.

Al fin, un cansado Falconnet halló una forma de salir del atolladero. Como la Confederación Argentina le estaba abonando a Francia un monto mensual en concepto de reparaciones de guerra, pidió lo mismo. En carta del 14 de febrero de 1844 se lo propuso al ministro Insiarte: "Para mí será imposible permanecer por más tiempo en esta expectación que nada justifica a los ojos de los que me han honrado con su confianza…", comenzaba la carta; así le fue aprobado el pago de una suma mensual de 5000 pesos fuertes a cuenta de la deuda. Algunos interpretan que así Rosas disminuiría la presión británica.


 
El Bloqueo anglo-francés al Río de la Plata tuvo lugar entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1850. Durante el mismo, las de ambos países cerraron al comercio todos los puertos de la Confederación Argentina

Los pagos comenzaron en mayo de 1845 pero se suspendieron cuando Gran Bretaña comenzó con el bloqueo, junto con los franceses, del Río de la Plata. Vendría el combate de la Vuelta de Obligado y el pragmatismo inglés de resolver el pleito en la mesa de negociaciones. Los pagos se reanudarían en 1849.

En el mensaje a la Sala de Representantes de 1849, Rosas ofreció a la Baring y accionistas del empréstito "a comprar de este gobierno por quince años, como privilegio exclusivo, el derecho de disponer del guano, y explotarlo de todas las islas y costas patagónicas; también el salitre, otras sales, barbilla, yeso, metales y la pesca de anfibios; debiendo entregarse la cantidad que abonasen al Gobierno, en cuanta de pago del empréstito de Inglaterra, y siendo obligación de los empresarios a hacer respetar a nombre del gobierno de la Confederación, el usufructo que por el término que se estipulase les concediera. Debía extenderse la extensión del territorio para ese objeto desde la Bahía Nueva, en los cuarenta y tres grados, hasta el Estrecho de Magallanes, en los cincuenta y tres".

Los ingleses no se hicieron eco de esta propuesta.

A fines de 1849, se firmó el tratado Southern-Arana, que ponía fin a la disputa entre nuestro país y Gran Bretaña. Se llamó "Convención para restablecer las perfectas relaciones de amistad entre la Confederación Argentina y su Majestad Británica". Los ingleses reconocieron la soberanía argentina de los ríos interiores; instaba a nuestro país a solucionar pacíficamente nuestros diferendo con Uruguay y se nos devolvía la flota capturada. Lo curioso es que ese tratado también consignaba la devolución de la isla Martín García, pero ni una palabra sobre las Malvinas. Aunque algunos sospechan de una cláusula secreta, por la que Rosas desistía de continuar reclamando la soberanía.

¿Qué pasó con el famoso empréstito? Se cancelaría 80 años después, en 1904. Haciendo cuentas, el país había pagado 23.700.000 de pesos fuertes de los cinco millones originales.

miércoles, 4 de junio de 2014

Rosas quiso pagar a los ingleses con las Malvinas

El día que Rosas quiso pagar a los bonistas con las Malvinas 

La Fragata Libertad,retenida ilegalmente en Ghana gracias a las gestiones de los llamados "fondos buitres" que reclaman el repago de los bonos de la República en su poder en los tribunales de Nueva York, ya está en el país. Se trata de un capítulo más en una larga historia de conflictos con acreedores externos que comenzó en los albores de nuestra independencia. 

En 1824, las Provincias Unidas emitieron un empréstito que fue colocado en Londres por el banco Baring Brothers & Co. luego de una negociación rodeada de irregularidades. En ese momento, el mercado de Londres se abría a las repúblicas sudamericanas y casi todas emitieron bonos. Y casi todas, incluida Buenos Aires, pronto entraron en cesación de pagos. Como consecuencia, en 1826 se produjo la primera crisis de deuda latinoamericana, que a su vez contribuyó a generar una profunda crisis en el sistema financiero inglés. 

Los bonistas de entonces no tardaron en iniciar sus reclamos contra el gobierno argentino. La saga del empréstito Barings es bastante conocida. Lo que no es tan conocido es que Juan Manuel de Rosas ofreció pagarles a esos bonistas entregándoles las Islas Malvinas. Hace varios años Rodolfo Terragno escribió un artículo sobre el tema. Pero las circunstancias actuales y una consulta de los documentos originales en los archivos de Barings en Londres permiten proyectar una nueva mirada sobre esta inusual propuesta. 

En 1842, Barings envió a Buenos Aires a François Falconnet con la misión de negociar el repago de la deuda. A fines de ese año Falconnet se reunió con el Restaurador, quien en una carta que dirigió a Barings se comprometió a buscar una solución. En febrero de 1843, el ministro de Hacienda, Manuel Insiarte, se dirigió a Falconnet para manifestarle que "animado de las mejores disposiciones, deseando vivamente pagar la deuda", Rosas había autorizado a su embajador en Londres a proponer la cesión de las islas Malvinas "en pago del empréstito a los acreedores". 

Aclaraba que el gobernador le hacía esta propuesta con "la plena confianza en los derechos afianzados en títulos auténticos y esclarecidos en notas oficiales y publicaciones por la prensa", y que esperaba "fundadamente" que el gobierno inglés reconociera "en el de la Confederación la justicia de sus reclamos y sobre esta persuasión se lisonjea haber encontrado un arbitrio suficiente y expedito para pagar a los acreedores que de otro modo no lo serían sino lentamente atenta la imposibilidad de distraer las rentas de los objetos vitales y exigentes a que están destinadas". 

A principios de 1844, Insiarte nuevamente insistió con la propuesta, pero Falconnet la rechazó "por no prometer la cuestión que este gobierno sostiene con el de Su Majestad Británica un pronto y feliz resultado" y por lo tanto no se ofrecía a los acreedores "mas que una reclamación pendiente." Sin embargo, aclaró que "si la cuestión de las Islas Malvinas estuviese tan adelantada, que faltare mas que arreglar el monto de las indemnizaciones, en tal caso sus representados aceptarían la oferta que se le ha hecho". Insiarte contestó que esperaba una pronta resolución del diferendo con Gran Bretaña y que "la cesión de dichas Islas ofrecía a los propietarios del empréstito" el medio más "pronto y eficaz de satisfacer" sus intereses. 

Aparentemente no hubo mas negociaciones sobre esta propuesta en Buenos Aires. Además, en agosto de 1845 comenzó el bloqueo anglo-francés del Río de la Plata. 

La correspondencia de Insiarte, guardada en los archivos de Barings, echa luz sobre Rosas y su actitud respecto a las Malvinas y al repago de la deuda externa. Resumiendo, en cuanto a las islas, fue consistente en insistir diplomáticamente sobre la soberanía argentina a través de sus embajadores en Londres y en Washington. Pero era evidente, ya en 1842, que el gobierno inglés no tenía interés alguno en devolver las Malvinas, estratégicamente ubicadas cerca de la unión de dos océanos. Su ocupación era esencial para mantener la supremacía marítima inglesa, especialmente con la apertura de los mercados de China luego de la Guerra del Opio. 

También era obvio que Rosas no contaba con los recursos financieros como para repagar el empréstito. Su propuesta -y nada hace pensar que no fuera bona fide , ya que la hizo tanto al gobierno inglés como a Barings- revela cierto pragmatismo. 

Rosas quería mejorar sus relaciones con Inglaterra y los dos escollos más grandes para lograrlo eran las Malvinas y el empréstito de 1824. Al ofrecer las primeras en repago del segundo resolvía ambas cuestiones. 

Rosas no era ningún ingenuo. Hizo una propuesta audaz que -sabía- difícilmente sería aceptada. Quizá la hizo para demostrar buena fe y voluntad de pago a los bonistas. Ahora, si la propuesta hubiese sido hecha por Rivadavia, los rosistas nunca le habrían perdonado su presunta traición. Sea como fuere, si la Barings la hubiese aceptado, la historia argentina habría sido muy distinta. 

por Emilio Ocampo 
Fuente: 
Diario La Nación 9/1/2013 

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