Cuando Thatcher decidió enviar la flota a Malvinas y la advertencia de Reagan a Galtieri: “Ella contestará con más fuerza”
La Junta militar no escuchó. Y tomó pésimas decisiones. El fracaso del “Plan D+5″ que habían diseñado los comandantes para la recuperación de las islas. Los testimonios de quienes presenciaron el dramático instante en que la Primer Ministro británica declaró la guerra
Por Juan Bautista Tata Yofre ||
Infobae
Leopoldo Fortunato Galtieri con los mandos militares en 1982 (Foto: Víctor Bugge) En la madrugada del 2 de abril de 1982
dentro de las redacciones reinaba el clima de los grandes momentos
informativos, aquellos que marcan un antes y un después. La recuperación
de las islas Malvinas era esperada por el periodismo que ya estaba al tanto a través de sus propios canales oficiales.
"Con las primeras horas del amanecer, la Argentina recuperará las islas Malvinas", adelanto en su tapa el matutino Convicción, tan próximo a la Armada y al almirante (RE) Emilio Eduardo Massera. En su segunda edición llevaba como título catástrofe "Reconquista de las Malvinas" y aportaba detalles de cómo se realizaría la Operación Rosario.
Clarín salió con tres títulos no menos importantes: "Inminente Recuperación de las Malvinas (comenzaron a medianoche los operativos navales argentinos); El Consejo de Seguridad reclamó "moderación" y Preocupa a EE.UU. el conflicto". La tapa de Crónica llevaba en su guarda superior la bandera argentina y el título fue: "Argentinazo ¡Las Malvinas recuperadas!".
"Se inician operaciones en el Sur para respaldar la soberanía nacional", fue el título de La Nación en su primera edición del 2 de abril de 1982. En la segunda, ya llevaba en su portada como todo título a seis columnas: "Desembarco argentino en el archipiélago de las Malvinas" y destacaba una foto sonriente del canciller Nicanor Costa Méndez.
Ronald
Reagan le dijo a Galtieri que la señora Margaret Thatcher -amiga suya-
era una mujer muy decidida y que ella tampoco tendría otra alternativa
que dar una respuesta militar A primera hora de la mañana Leopoldo Fortunato Galtieri
presidió una reunión de su gabinete e informó lo necesario ya que sus
ministros –salvo Costa Méndez- desconocían todo, incluido el de
Economía.
En esa primera reunión ministerial se dieron anticipos -todos fallidos- de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas respaldaría a la Argentina.
Años más tarde el general Mario Benjamín Menéndez me
rememoró lo hablado en esa reunión de gabinete, recordando que Costa
Méndez dio un panorama optimista sobre el debate que se iba a realizar
en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: "El canciller dijo
que las posibilidades en la votación eran favorables a la Argentina por
nueve a seis y ocho a siete en el peor de los casos. Agregó que si así
no lo fuere se esperaba el veto de Rusia o China para cualquier
resolución que pudiera ser desfavorable para la Argentina".
En
la misma reunión en la Casa Rosada, Galtieri, con la grandilocuencia
que lo caracterizaba, habló sobre la recuperación de las islas del
Atlántico Sur y de su diálogo con Ronald Reagan la noche anterior.
No les contó a sus ministros las partes sustanciales de ese diálogo con el jefe de la Casa Blanca, que se resume así:
REAGAN:
Volvió a señalar que Gran Bretaña estaba dispuesta a dar una adecuada
respuesta militar al desembarco. Que así se lo había hecho saber el
Reino Unido. Que la señora Margaret Thatcher -amiga
suya- era una mujer muy decidida y que ella tampoco tendría otra
alternativa que dar una respuesta militar. Indicó que será un conflicto
trágico con graves consecuencias hemisféricas.
GALTIERI:
Indicó que la Argentina no buscó ésta situación y volvió a referirse a
los antecedentes y voluntad negociadora del gobierno argentino.
REAGAN: Indicó que debía entender que Argentina mantendría su posición. Agregó que la relación sufrirá gravemente, que la opinión pública norteamericana y mundial adoptará una actitud negativa con la Argentina
y el esfuerzo que él mismo había puesto para reconstituir la relación
se vería gravemente afectado. Señaló que Gran Bretaña era un amigo muy
particular de los Estados Unidos y que la nueva relación que mantiene
hoy Washington (con la Argentina) -después de un largo esfuerzo ante la
opinión pública norteamericana- se verá perjudicada […]
Galtieri en el balcón de la casa Rosada luego de la recupración de las Malvinas (Víctor Bugge) "Conozco
a la Señora Thatcher y sé que es muy decidida, contestará todo acto de
fuerza con más fuerza. Sé que éste es un tema muy sensible para
Argentina. Nosotros deseamos construir una relación duradera con
Argentina, Brasil y México y como Usted sabe tenemos una relación muy
cercana con el Reino Unido… estoy también en proceso de acercar los
países de Centro América y esto lo hará fracasar. Sé que ha habido
dificultades entre nuestros países, mi predecesor (James Carter) no manejó bien nuestra relación con Argentina, situación que he tratado de cambiar. Si
usted procede en su ataque mañana y Gran Bretaña resiste con fuerza,
como sé que lo hará, no podré evitar que mis conciudadanos no
posibiliten el mantenimiento de nuestras relaciones. Le pediría a mi vicepresidente que viaje y trate de arreglar esta situación, pero por favor eviten el conflicto", dijo el presidente de los Estados Unidos.
El "diálogo" de Galtieri con la gente en la Plaza de Mayo
El
2 de abril a la mañana, las radios argentinas comenzaron a martillar
con el texto de un comunicado: "La Junta Militar, como Órgano Supremo
del Estado, comunica al pueblo de la Nación Argentina que hoy a las
07.00, la República, por intermedio de sus Fuerzas Armadas, mediante la
concreción exitosa de una operación conjunta ha recuperado las Islas Malvinas y Sandwich del Sur para el patrimonio nacional".
En pocas horas mucha gente se fue agolpando en la Plaza de Mayo,
haciendo recordar a 1978 cuando la selección argentina ganó la Copa
Mundial de Fútbol o septiembre de 1979, el día que la selección juvenil
gano la copa mundial en Japón. Galtieri salió a saludar y se limitó a
observar y escuchar de la multitud los estribillos con tonalidades de
cancha de fútbol.
"Que salga el Presidente, lara, lara, lara".
"Todo el mundo sabe que Argentina esta de joda, la Reina llora, la Reina llora".
"Ay, ay, que risa que se ve, ahora que se cuide, que se cuide Pinochet".
La junta militar argentina, Galtieri, Lami Dozo y Anaya Con el paso de las horas los reclamos de la multitud se hicieron más insistentes, resonaban en la plaza y Galtieri se vio en la necesidad de salir a hablar desde el balcón de la Casa Rosada. Antes llamó a sus colegas de la Junta Militar. "Vení a acompañarme", le dijo por teléfono a Anaya, lo mismo que a Lami Dozo pero decidieron dejarlo solo en la ocasión.
Antes los tres se mantuvieron una conferencia telefónica:
Anaya le dijo: "Mirá Leo, te quiero recordar lo que dice el plan. No podemos ir a una guerra, no estamos en condiciones".
Un
testigo de la conversación sostuvo que su comandante lo prevenía al
jefe del Ejército a que no se dejara llevar por el impulso, el imán, de
los aplausos de la Plaza de Mayo. Cuando se habla de "el plan" se
entendía al "D más cinco" que habían escrito Lombardo, García y Plessl
que entendía que tras el día "D", ocupación militar de Puerto Stanley, y
luego de cinco días la Argentina retiraría sus tropas quedando
solamente una recudida guarnición a la espera de una negociación
diplomática con el Reino Unido.
Lami Dozo apoyó las palabras de Anaya: "Mi general tenemos que atarnos al plan".
Su
voz sonaba con extrema cautela. No tenía con Galtieri ni la misma
antigüedad ni la amistad de Anaya, pero se permitió una graciosa
sugerencia: "Leopoldo no levantes los brazos como Perón".
Cuando
salió al balcón –porque así lo pedía la gente – Galtieri intentó no
dejarse arrastrar por los vítores y las consignas que partían de la
muchedumbre, algunas con una alta dosis de picardía, otras inducidas por
"infiltrados" de los servicios de inteligencia, tal como le reconoció
al autor uno de los miembros de la Junta Militar.
Galtieri y el canciller Nicanor Costa Méndez Las
palabras presidenciales trazaron una línea para las futuras
negociaciones (fallidas) con el Reino Unido, en las que el gobierno de
la Administración Reagan haría de amable componedor:
"Pueblo
de la Nación Argentina. Sé que este día 2 de abril de 1982 marca un
jalón trascendente para la historia argentina del siglo que vivimos. En
estos momentos, miles de ciudadanos hombres y mujeres en todo el país,
en todos los pueblos, en las pequeñas granjas, en las ciudades, y en
esta Plaza de Mayo histórica que ha marcado rumbos a través de la
historia nacional, ustedes los argentinos están expresando
públicamente el sentimiento y la emoción retenidas durante 150 años a
través de un despojo que hoy hemos lavado.
El hidalgo pueblo argentino, repito, el
hidalgo pueblo argentino, tiende sus manos al adversario pero no admite
discusión sobre sus derechos que pacientemente y prudentemente hemos
tratado de reivindicar por las vías diplomáticas […] Hoy 2 de abril recién hemos comenzado con nuestra actitud de recuperar las Malvinas y toda su zona de influencia…".
El público respondió:
“Tero, tero, tero, tero, hoy le toca a los ingleses y mañana a los chilenos”.
La batalla diplomática en Naciones Unidas
El viernes 2 de abril por la mañana, el canciller Costa Méndez llamó al Encargado de Negocios en Londres, ministro Atilio Molteni, y por el teléfono en clave ("Carola")
le informó que las tropas argentinas habían desembarcado exitosamente
en las Islas Malvinas. "Acá estamos muy bien", dijo con la mayor
naturalidad en medio de una conversación de tipo familiar.
Ya las fuerzas conjuntas habían tomado la casa del gobernador Rex Hunt, después de tres horas de intercambio de disparos. La Operación Rosario había sido un éxito.
Margaret
Thatcher tenía estrecha relación con el presidente Reagan, así como
todo el Reino Unido. En su conversación secreta con Galtieri el primer
mandatario norteamericano la llamó "amiga". El militar no supo escuchar
(AP Photo, File) Ese día, Molteni (por la ausencia del embajador Carlos Ortiz de Rozas), fue citado a concurrir al Foreign Office a las 17.
Cuando llegó observó que estaban en la entrada del edificio las cámaras
de las cadenas de televisión y el periodismo escrito y entró por una
puerta del costado. Lo hicieron esperar cerca de media hora en la sala
de ceremonias, un salón con escasa luz adornado por cuadros que
reflejaban glorias del pasado del Reino Unido. Cuando fue invitado a
entrar, el subsecretario del Foreign Office, Michael Palliser, le
comunicó la ruptura de relaciones diplomáticas (y consulares) entre la
Argentina y Gran Bretaña.
Los detalles de la
entrevista el funcionario argentino los informó por cable Secreto Nº
872 del 6 de abril de 1982. El alto funcionario inglés le dijo que la
medida se había decidido porque la Argentina había invadido suelo
británico. Molteni respondió que la Argentina sólo había vuelto a lo que
era de ella. El funcionario respondió que la cuestión se iba a discutir
en las Naciones Unidas y "elsewhere" (otro lugar). El otro lugar era el
campo de batalla.
Por la tarde, Galtieri
pronunció un discurso desde su despacho por la cadena nacional
explicando el hecho bélico, y al atardecer junto con algunos ministros
(Roberto Alemann entre otros) caminó hacia el centro de la Plaza de Mayo
para arriar el pabellón nacional. Cientos de personas lo vitorearon.
Margaret Thatcher decidió a puertas cerradas enviar la flota al Atlántico Sur (AFP) En
las horas posteriores a la ocupación de Puerto Stanley algunos
directores de periódicos fueron invitados a conversar en la Casa Rosada.
En la reunión participó el secretario de prensa Rodolfo Baltierrez un
dirigente conservador que había pasado por la diplomacia. Cuando algunos
se retiraban, hizo un aparte para solicitarles “colaboración”, al
tiempo que les comentó: “No se preocupen por las reunión de Naciones Unidas. Ya tenemos asegurado el veto ruso”.
El viernes 2 de abril, Costa Méndez partió a Nueva York para participar en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
del día siguiente. Viajó acompañado por los embajadores Federico Erhart
del Campo y Gustavo Figueroa, más sus secretarios Julio Freyre y
Roberto García Moritán.
Durante el debate del 3 de abril se aprobó la resolución 502 que manifestaba la primera derrota diplomática argentina:
El
Consejo de Seguridad de la ONU "profundamente preocupado por los
informes acerca de una invasión por las fuerzas armadas de la Argentina
el 2 de abril de 1982; declarando que existe un quebrantamiento de la paz en la región de las Islas Falkland/Malvinas", dispuso:
"1) exige la cesación inmediata de las hostilidades;
2) exige la retirada inmediata de todas las fuerzas argentinas de las Islas Falkland/Malvinas;
3)
Exhorta a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido a que
procuren una solución diplomática a sus diferencias y a que respeten
plenamente los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas".
El voto favorable a la resolución
fue acompañado por diez países sobre los quince que integran el Consejo
(uno más del mínimo necesario). Panamá votó a favor de la Argentina.
La Unión Soviética y China (de quienes se esperaba un veto que
favorecería a la Argentina), España y Polonia se abstuvieron. Entre los
que votaron por Gran Bretaña se destacaban Estados Unidos y Francia.
También votaron a favor de la Resolución 502, Irlanda y las ex colonias
británicas Guyana y Uganda.
Se derrumba el plan original "D+5"
De acuerdo al cable Nº 864, del 3 de abril, el representante argentino en Londres, ministro Atilio Molteni,
informó que la opinión pública británica se pronunció a favor de la
guerra en un sondeo de la televisión estatal: 79% estaba de acuerdo con
la declaración de guerra; 82% a su vez, opinó que el gobierno de Margaret Thatcher manejó
mal el problema con la Argentina; 70% estimó que debe permitirse a la
población de las islas ejercer la autodeterminación y 20% sostenía que
debían usarse armamentos nucleares contra la Argentina.
La tripulación del HMS Hermes en viaje hacia las islas (Martin Cleaver/Pool/Getty Images) Ante
ese cable y otras informaciones, la Junta Militar emitió la resolución
del Comité Militar (Acta 8 "M"/82) y se "procedió a ordenar no
desafectar más medios en las islas Malvinas" y "retener las tropas
necesarias y suspender el regreso de los medios de Malvinas". Se comenzaba a derrumbar el plan "D+5".
El domingo 4 de abril, la Argentina comenzó a reforzar las islas, y ese mismo día el Estado Mayor Conjunto, a través del Mensaje Militar Conjunto Nº 48 también informó que Gran Bretaña había sido autorizada por los Estados Unidos a utilizar la isla Ascensión como base de operaciones a mitad de camino de Malvinas y el general Mario Benjamín Menéndez partió hacia Puerto Argentino.
Antes
de que se conociera la partida de la flota británica hacia el Atlántico
Sur, Molteni envió el cable “S” nº 845 del 4 de abril. Manifestaba la primera “luz amarilla” sobre la ayuda chilena al Reino Unido:
“Sunday Times’ comenta hoy como noticia de última hora que Whitehall
(Ministerio de Defensa) no efectúa comentarios referentes a un supuesto
ofrecimiento del gobierno chileno de demorar la toma del HMS Norfolk, ex
destroyer de la marina británica que se encuentra en aguas chilenas y
debía ser entregado formalmente mañana a marina chilena”.
La Operación Corporate
Tomando como base el
relato del libro Señales de Guerra,
escrito por Virgina Gamba-Stonehouse y sir David Lawrence Freedman, el
historiador oficial británico sobre la guerra de las Malvinas (2006), se
puede afirmar que la Operación Rosario tomo por sorpresa al gobierno y las Fuerzas Armadas del Reino Unido.
La orden inicial dada por La Junta Militar, a los que instrumentaron el
desarrollo del desembarco, había sido exitosamente cumplida: “Debe
existir sorpresa en la ejecución de la misión”. En los niveles superiores del Reino Unido no esperaban que se concretara la ocupación.
El ministro Lord Carrington estaba de visita oficial en Israel; el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante sir Terence Lewin, en Nueva Zelanda; el jefe del Estado Mayor General, general sir Edwin Bramall en Irlanda del Norte y el almirante sir John Fielhouse, comandante en jefe de la flota –el que debería dirigir la operación– navegaba desde Gibraltar.
Margaret Thatcher ay su marido Denis en una visita a las islas en 1983 (Keystone/Hulton Archive/Getty Images) Tras
varias horas de indecisión, dudas, análisis, y debates en el Parlamento
y el gobierno británico, un jefe naval pidió entrar al despacho de Margaret Thatcher, en la Cámara de los Comunes, y le dio los argumentos que la decidieron a intervenir como lo hizo.
Se trataba del primer lord del almirantazgo sir Henry Leach, ex combatiente en la Segunda Guerra Mundial. Su testimonio: "Tuve una sensación inmediata y aguda. ¿Qué maldito sentido tiene una flota si no voy a usarla? Entonces
corrí para entrar en acción inmediatamente. Me detuvo un policía en el
lobby central (de la Cámara Baja), el secretario de Defensa estaba
reunido con la Primer Ministro y me hicieron entrar. Ella buscaba datos
positivos para tomar una decisión.
'¿Podemos hacerlo a pesar de los riesgos que discutimos?', preguntó la señora Thatcher. Y yo le dije que sí.
Según mis planes podíamos hacerlo. Estaba en juego nuestro prestigio.
Esto no era un asunto mío, era más bien un asunto político.
Entonces ella preguntó: '¿Por qué dice eso?'.
Respondí: 'Bueno,
porque si no lo hacemos, o lo hacemos mal y si no tenemos éxito
deberíamos vivir en otro país. No quedaba otra alternativa'".