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miércoles, 20 de marzo de 2024

La conducta de Claudio Bastida

 ¿ Sabías qué ?

Claudio Alfredo Bastida


A sus 19 años y como único sostén de familia podía haber pedido quedarse en el continente. Pero eligió ir a Malvinas.
Estaba haciendo el servicio militar en el Regimiento Patricios cuando estalló la guerra. "Frankestein", como lo llamaban sus compañeros por su enorme tamaño, no dudó ni un instante y pidió ir al sur.
Los soldados Patricios se dividieron entre Puerto Argentino, Dos Hermanas y Longdon. Su sección de ametralladoras tenía la misión de apoyar al Regimiento 7. A Claudio le tocó el Longdon, que tres días antes de la rendición, el 14 de junio de 1982, se convertiría en un horror de muerte y sangre.
El ataque comenzó pasadas las ocho de la noche del 11 de junio. Los paracaidistas ingleses habían planeado avanzar en la oscuridad, un soldado británico pisó una mina y el elemento sorpresa se perdió. En ese instante se desató el infierno las bengalas iluminaron el campo de batalla. Los hombres pudieron ver cómo se luchaba cuerpo a cuerpo, con las bayonetas en alto. En su trinchera, Bastida y Daniel Orfanotti -el apuntador de la MAG- dispararon sin respiro contra los paracaidistas ingleses que superaban a las fuerzas argentinas. Un compañero que los vio combatir recordó que cuando las esquirlas dieron de lleno en el cuerpo de Bastida, un pequeño fragmento de metal se incrustó en el cuello de su compañero. "Ocurrió que las bombas lanzadas por los ingleses eran de esas que buscan el calor u objetos 'calientes', por eso cayó una muy cerca de la MAG ", dijo el soldado Patricio. "Eso nos da una idea de la cantidad de balas que escupió la ametralladora de Bastida en esa cruenta batalla".
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Pintura: @euge_rossi46
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Información extraída de infobae por @gabycociffi


jueves, 21 de septiembre de 2023

Malvinas: El despliegue argentino



Batalla en Monte Longdon


Las fuerzas Argentinas consistió en la Compañía B del Regimiento de Infantería 7 (RI 7), así como otros destacamentos de otras unidades.
El Regimiento de Infantería 7, reforzada por dos de los pelotones de Infantería de Marina, se apostaron en Monte Longdon, Wireless Ridge y Cortley Ridge hacia el este. El teniente de navío (rango naval equivalente a capitán) Sergio Dachary (éste debió sobreponerse al dolor provocado por la muerte de su hermano Alejandro Dachary, oficial del Ejército Argentino y operador de unos de los radares Skyguard de Puerto Argentino impactado por un misil británico de un bombardero Vulcan) había llegado a Monte Longdon, en la semana anterior a la batalla, y fue el encargado de controlar las ametralladoras pesadas de los infantes de marina en Monte Longdon.
En su mayoría reclutas con un año de formación, los jóvenes soldados del RI 7 no iban a abandonar al campo con facilidad y la mayoría estaban dispuestos a mantenerse firmes. Ellos poseían fusiles FN FAL totalmente automáticas que entregan más potencia de fuego que el SLR británico, ametralladoras de uso general FN MAG 7,62 mm idénticas a las de los Paras.
Unos cincuenta hombres del Regimiento 7 lucharían con más decisión que el resto, después de haber sido entrenados en un curso de comandos organizado por el comando entrenado Mayor Oscar Ramón Jaimet, el Oficial de Operaciones del Regimiento de Infantería 6 (RI 6). El soldado raso Jorge Altieri, en una entrevista después de la guerra contó como él se entrenó duramente con la Compañía B
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Pintura: @euge_rossi46

martes, 2 de agosto de 2022

RIM 7: El contraataque de Wireless Ridge del Teniente Primero Victor Hugo Rodriguez

Con 40 hombres del Regimiento de Infantería 3, el teniente primero Victor Hugo Rodriguez encabezó el contraataque al Regimiento 2 de paracaidistas británicos en la noche del 13 al 14 de Junio. Verdadero padre para sus soldados, que lo admiran y quieren, el "Chuly", fundador de la Asociación Sanmartiniana de Rosario, fue jefe de 24 expediciones a lomo de mula, que llevaron a cinco mil patriotas a recrear el Cruce de Los Andes. Nicolás Kasanzew, quien lo conoció en Malvinas, habla con el 39 años después. La edición es de su hijo homónimo.

jueves, 23 de junio de 2022

EA: RIMec 7

Regimiento de infanteria 7 Coronel Conde




Guerra de Malvinas Regimiento de Infanteria 7 Coronel Conde

La aventura de la bandera de guerra del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde” en Malvinas.


En la prolija Sala Histórica del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde”; ubicada en los cuarteles de la localidad de Arana, próximos a la ciudad de La Plata; se encuentra expuesta en lugar privilegiado y encerrada en un lujoso cofre, la bandera de guerra que usara la unidad desde 1961 hasta 1985.

Amarillenta y desflecada, su tela y semi deshechos sus bordados, los veinticuatro años en que fuera portada por sus abanderados al frente del Regimiento; muestran no solamente ese tiempo, sino particularmente los efectos que las circunstancias de la guerra de Malvinas le produjeran en el corto lapso en el que aún; como bandera de guerra, estuviera su asta plantada en proximidades del Puesto Comando de la Unidad; azotada por el viento y otras circunstancias que narraremos.

El 11 de junio de 1982

Ante el previsible revés de nuestras tropas y la incertidumbre reinante; un grupo de oficiales y suboficiales de ese cuerpo, decidieron defender su insignia; la ocultaron envolviéndola en una bolsa de plástico y la enterraron en un lugar conocido sólo por ellos, para evitar que ante la derrota inevitable; la hiciera caer en poder el enemigo.

Al día siguiente, ante la evidencia de la rendición; la desenterraron y la separaron pieza por pieza, para asegurarse de que no cayera en manos inglesas.

Sus partes componentes se distribuyeron de la siguiente forma; el entonces teniente Guido Bono envolvió en su cuerpo el paño, ya muy castigado por el viento; la corbata, despojada de sus condecoraciones, fue escondida dentro del abrigo del entonces teniente Miguel Cargnel.

Las distinciones fueron descosidas y se repartieron también, de entre los siguientes oficiales y suboficiales; la Cruz Peruana la llevó el entonces mayor Carrizo Salvadores, cosida en el interior del cinturón; la cinta o Dístico de Curapaligüe la escondió el teniente Colom en una de sus botas de combate; la del asalto a la Fortaleza de El Callao, la ocultó en el dedo de uno de sus guantes de abrigo, el subteniente Alfredo Luque; la de la Campaña del Río Negro fue disimulada dentro del forro de abrigo de la parka del suboficial principal; Juan Reyes y la de la Toma de Lima; fue escondida entre las dos partes del casco de acero del suboficial principal Humberto Spiletti.

Los Históricos Escudos de Honor de Carampangue, Chacabuco y Maipú fueron ocultados por el entonces teniente primero Jorge Calvo; el subteniente Jesús Martín y el capitán Daneri.

Estos oficiales y suboficiales regresaron al continente en distintas tandas y oportunidades.
Recién, el 14 de julio,

lograron reencontrarse en el cuartel del Regimiento de Infantería Mecanizada 3; en La Tablada, que funcionaba como lugar de reunión y atención del personal que había combatido en nuestras islas.

Ese mismo día, el encuentro de aquel grupo de soldados; permitió reunir las partes componentes de la Bandera Nacional de Guerra del histórico y esforzado Regimiento 7 de Infantería Mecanizada.

La lectura de este episodio, prolijamente redactado y expuesto en un cuadro próximo al cofre que contiene este glorioso lábaro; emociona vivamente a quienes visitan la Sala Histórica de la Unidad, que también contiene otras muchas valiosas reliquias de su larga trayectoria; hacen reflexionar acerca del silencioso y casi ignorado gesto de este grupo de valientes; que ha quedado vivamente grabado en la rica historia de este antiguo regimiento de nuestra Infantería.

por Sergio Toyos

Relatro extraido de http://bombardeandoalpirata.blogspot.com/

domingo, 20 de febrero de 2022

Monte Longdon: Tte Castañeda, el autor del contraataque la noche del 11 de junio



Teniente Raul Fernando Castañeda. 27 años. Regimiento Infantería 7, Compañia C. Medalla al Valor en Combate.

El bravo Teniente Raul Castañeda, quien, al mando de un puñado de no menos bravos suboficiales y soldados conscriptos, se cubrió de gloria en el único contraataque argentino en Monte Longdon, la batalla más cruenta de la guerra de Malvinas. (Segunda foto, cuadro del pintor argentino Hector Arenales Solís. Tercera, con Castañeda a la derecha, y el soldado Gustavo Luzardo, 2017)





jueves, 27 de enero de 2022

Defensa de Puerto Argentino: Monte Longdon

Monte Longdon

Gobierno argentino

Hasta el último hombre – Combate de Monte Longdon

La Compañía “B” del Regimiento de Infantería 7, reforzada con la 1ra Sección de Ingenieros de Compañía de Ingenieros 10 y una Sección de ametralladoras de la Infantería de Marina, se encontraban emplazadas cubriendo el acceso Noroeste a la primera línea de posiciones defensivas de Puerto Argentino, en las alturas de Monte Longdon, a ordenes del Mayor Carlos Carrizo Salvadores, 2do jefe del Regimiento 7, constituyendo un punto fuerte denominado Subsector Plata y que defendía los 360° de la posición.

El 8 de junio, después de que oscureció, patrullas adelantadas detectaron la aproximación de fuerzas de infantería inglesas. Inmediatamente, se ordenó la apertura de fuego de los morteros pesados y se solicitó apoyo de fuego sobre la zona de avance del enemigo, acción que produjo su repliegue hacia el Noroeste. En los siguientes tres días se produjeron varios ataques aéreos, alcanzando por momentos una gran intensidad.

A las 20.30 horas del 11 de junio, se intensificó el fuego de artillería enemigo y se cortaron los tendidos telefónicos. Las distintas secciones quedaron comunicadas sólo por radio. Personal de comunicaciones, bajo el fuego inglés, inició su reparación, logrando restablecer el tendido una hora después. A las 21.30 hs el Subteniente Juan Domingo Baldini, Jefe de la 1ra Sección, informó que el enemigo había alcanzado su posición, comunicando que se aprestaba a lanzar un contraataque. Este valiente Oficial pasó a la acción y cayó sin vida junto al Cabo Ríos. A las 23 hs se inició el masivo ataque inglés sobre Monte Longdon. Sobre la medianoche, el Jefe del subsector ordenó al Teniente Hugo Aníbal Quiroga, Jefe de la Sección de Ingenieros 10, que lanzara un ataque sobre el sector donde estaba cercada la 1ra Sección de Baldini, con el fin de recuperar posiciones o facilitar el repliegue de esos efectivos. Los ingenieros se enfrentaron a los británicos, logrando que éstos se replegaran. Pero la fuerza de este ataque terminó deteniéndose, pues nuevas tropas inglesas presionaban sobre los flancos. Los combates cuerpo a cuerpo se multiplicaron lográndose, finalmente, detener el avance inglés y estabilizando la situación del sector. Entretanto, y desde las 23 hs la 2da y 3ra Sección del la compañía B eran presionadas por el enemigo desde el Oeste, Suroeste y Noroeste.



En esas circunstancias, se solicitó al Jefe del Regimiento 7 el envío de efectivos para emprender un nuevo contraataque sobre el enemigo. Con las primeras horas del 12 de junio llegó a Monte Longdon la Primera Sección de la Compañía C del Regimiento 7 al mando del Teniente Raúl Castañeda, quien había marchado hasta allí, hostigado por el fuego inglés. Se le ordenó entonces ejecutar un contraataque en dirección Noroeste para envolver a los británicos que asediaban a la Sección de Ingenieros y lo que quedaba de la 1ra Sección (Subteniente Baldini). A las 3 hs del 12 de junio, Castañeda entró en combate, enfrentando a importantes fuerzas del enemigo. Su embestida logró el repliegue de los británicos. Pero un masivo fuego de morteros detuvo el ímpetu argentino y propició un nuevo ataque inglés, ahora reforzado con nuevos efectivos. A las 5 horas del 12 de junio, el enemigo atacaba desde el Norte, Noroeste, Oeste y Suroeste con efectivos varias veces superiores, apoyado por masivo fuego de artillería y morteros. Las bengalas iluminaban el cielo nocturno. Para ese entonces, los argentinos ya no tenían efectivos disponibles para intentar un contraataque y sus municiones estaban casi agotadas. A pesar del fuego de artillería nacional, que castigaba las posiciones inglesas, el ataque británico no cedía.

A las 6.30 hs, el Comandante de la Agrupación Puerto Argentino ordenó el repliegue de las tropas Argentinas hacía Wireless Ridge y también ejecutar fuego masivo de artillería sobre las alturas de Monte Longdon, una vez que se retiraran. Después, se ordenó el repliegue de estos valerosos y extenuados combatientes a Puerto Argentino. De los trescientos efectivos empeñados en este combate, sólo noventa de ellos pudieron llegar a la capital malvinera. El resto quedó muerto, herido o prisionero. Monte Longdon fue el combate más encarnizado de la campaña de las Malvinas y en aquella oscuridad poblada de bengalas, munición trazadora y relámpagos de bayonetas y cuchillos, nuestros soldados ofrecieron la más enconada resistencia y en muchos casos el supremo sacrificio hasta perder la vida.

sábado, 5 de junio de 2021

Monte Longdon: Soldado Miguel Falcón y la valentía frente al enemigo

"Eso sólo lo sabe él"

Por Nicolás Kasanzew || La Prensa



¿Cómo murió el soldado conscripto del Regimiento 7 Miguel Angel Falcón, que participó del audaz contraataque del teniente Raúl Fernando Castañeda en Monte Longdon, la noche del 11 al 12 de junio?­

Tenían en frente un enemigo que parecía cada vez más numeroso con el correr de las horas. Los hombres de Castañeda trataban de responder a los ingleses con parejo caudal de fuego, para que no se envalentonaran. Al mismo tiempo les gritaban que se vayan y los insultaban. Los ingleses respondían con la misma moneda. Algunos conscriptos utilizaban la munición y las armas que le habían quitado a los enemigos muertos. ­


Soldado conscripto Miguel Angel Falcón.

A pocos metros de Castañeda, el fusil del soldado Miguel Angel Falcón no dejaba de escupir. De repente ocurrió algo insólito. Falcón se enfureció, salió de su posición, se plantó desafiante frente a los británicos y continuó disparando desde la cintura mientras los cubría de insultos. (Nota del administrador: El paracaidista Len Carver comenta en este video (minuto 1, aprox.) y en esta nota ser alcanzado por un soldado argentino que le gritó "Ey, hombre!" y luego le vació un cargador disparando en automático desde la cintura. Es probable que haya sido Miguel Falcón por el relato de cómo disparaba.) El teniente lo instó a que se protegiera, pero su voz se perdía en el ruido ensordecedor de los proyectiles. Aunque si lo hubiera oído, difícilmente le hubiera prestado atención. ­

Finalmente, una ráfaga de ametralladora segó al conscripto. Cayó de rodillas y cuando se desplomaba hacia adelante, el cañón de su fusil se clavo en el suelo, quedando su pecho apoyado sobre la culata. Parecía que estaba arrodillado rezando. Desafiando a su vez el fuego enemigo, el soldado Gustavo Luzardo se le acercó, lo recostó en el suelo, miró al teniente y con un gesto le dio a entender que Falcón había partido.­

¿Porqué actuó así? "Eso sólo lo sabe él", -me expresó el teniente Castañeda- Creo que ya no le importaba nada, estaba haciendo lo que realmente sentía. Dios lo había llamado y se iba feliz, sabedor de que había cumplido".­

sábado, 10 de noviembre de 2018

Defensa de Puerto Argentino: Wireless Ridge (2/2)

Wireless Ridge (1982) 

Parte I | Parte II




La primera parte de Wireless Ridge estaba ahora despejada y al otro lado de la inmersión, donde surgió la pista, se encontraban los afloramientos rocosos más estrechos del resto del objetivo. El fuego se concentró en estas áreas de las compañías A y B, ya que los tanques, los milanos y las ametralladoras proporcionaron una intensa concentración en los tres puestos de ametralladoras enemigos que quedaron.

Los esfuerzos para cambiar el apoyo de artillería hacia adelante y hacia el área de Moody Brook tuvieron resultados desafortunados. Cinco rondas de alto explosivo se estrellaron en la cresta alrededor y muy cerca de los principales pelotones de la D Company. La sección 3 del Pelotón 11 quedó atrapada al aire libre y, a pesar de los gritos para detener el disparo, ya era demasiado tarde. El soldado Parr murió instantáneamente, y el cabo McAuley dio un salto mortal en algunas rocas, completamente aturdido, y tuvo que ser recogido por una camilla.

Hubo un retraso considerable, mientras que un comandante lívido Neame intentó que los artilleros se resolvieran. Parecía que una pistola estaba fuera del objetivo, como había notado la Compañía C, pero en la línea de armas no sabían cuál, ya que en la oscuridad era imposible observar la caída del disparo, incluso si hubiera habido tiempo, y el otra batería no estaba disponible debido a la escasez de municiones. Mientras tanto, el CO se estaba volviendo cada vez más impaciente, instando al comandante de la Compañía D a seguir adelante.

Tan pronto como los artilleros pudieron garantizar un apoyo razonable, y con un mayor esfuerzo de los Blues y los Reales, Neame volvió a despegar. A lo largo de la espera, el constante ataque por parte del enemigo había estado aterrizando alrededor de la compañía, por lo que ninguno lamentaba moverse. A pesar del fuego que se avecinaba en la línea de cresta por delante, los ametralladores enemigos continuaron disparando desde búnkeres bien situados, y seguían en plena acción mientras avanzaban los pelotones.



Se movieron con 11 Pelotones a la izquierda, 12 Pelotones adelante en la cresta, con el comandante de la compañía inmediatamente detrás y, en la parte trasera, 10 Pelotones. 12 El pelotón se encontró con un rifle sin retroceso argentino abandonado, un arma antitanque, mientras cruzaban la línea de salida, que bien podría haber sido el arma que había estado antes enganchando a los tanques en las posiciones de la Compañía A y B. El pelotón se movió hacia abajo en la brecha entre las dos partes de la línea de la cresta, pero cuando los soldados pasaron por algunos estanques, comenzó un fuego muy intenso de ametralladoras desde su frente y se pidió iluminación cuando el pelotón respondió al disparo. El cabo Barton se encontró con una cuerda de color naranja, posiblemente indicando un campo minado, pero el comandante de su pelotón lo instó a seguir.

El enemigo pareció sorprenderse por la dirección del asalto y, a medida que avanzaban los Paras, podían oír una voz argentina que gritaba, posiblemente para advertir de este repentino ataque desde el oeste. El pelotón 10 se encontró con un único arma-ametrallador enemigo que yacía herido en ambas piernas, con su arma abandonada a su lado.


El cabo Harley del Pelotón 11 atrapó un pie en un cable, que puede haber sido parte de un campo minado, y, temiendo que pudiera tratarse de una mina argentina para saltar, se deshizo con cierto cuidado. El pelotón siguió avanzando, escaramulando por secciones hasta que se encontraron con una concertina de alambre. Por temor a las minas, llamaron a los zapadores desde la sede de la compañía, pero estos no podían hacer mucho en la oscuridad, excepto la cinta del área sospechosa. De hecho, los canales se podían discernir entre las concertinas, y se asumió, correctamente, que se trataba de vías seguras.

Mientras que el Pelotón 11 salía del campo minado, Neame empujó al Pelotón 12 y sacó al Pelotón 10 a la izquierda para mantener el impulso. De repente, una intensa explosión de disparos detuvo a la compañía. Fue un momento crítico. Por un corto tiempo, todos los comandantes tuvieron que hacer todo lo posible para que las cosas volvieran a funcionar, con comandantes de pelotón y sargentos y comandantes de sección que instaban a sus hombres. Fue una verdadera prueba de liderazgo cuando varios soldados comprensiblemente se fueron a tierra.

Siguió una breve lucha, con 12 Pelotones enfrentando al enemigo mientras avanzaban a la derecha con vista a Moody Brook abajo, donde se podían ver las luces. Sin embargo, el momento de la duda había pasado, y una vez más los hombres estaban limpiando bunkers y limpiando con entusiasmo. Los 10 y 12 Pelotón ahora se movían a ambos lados del comandante de la compañía. Se necesitaba una velocidad máxima para mantener al enemigo fuera de balance mientras retrocedían, realizando una retirada de combate a lo largo de la cresta. Los tanques continuaron disparando, dirigidos por el comandante de la compañía. Desafortunadamente su señalizador había caído en un agujero de concha y se había separado, creando así una frustración considerable para el CO, que quería hablar con Neame sobre el progreso de su batalla.

Durante la breve pelea de 12 pelotones, el soldado Slough fue alcanzado y murió más tarde en el hospital, y otro soldado resultó herido.

El fuego de artillería enemigo continuó haciendo la vida incómoda. Afortunadamente, la tarea de la Compañía D ya no era difícil, ya que la mayoría de los bunkers enemigos habían sido abandonados. El pelotón 12 alcanzó los cables del telégrafo y se consolidó allí, mientras que los otros pelotones se reorganizaron a lo largo de la cresta. Se intensificaron los disparos y los francotiradores comenzaron a atacar desde posiciones enemigas más hacia el este a lo largo de la cresta.

Neame subió para ver al comandante del pelotón, teniente Page. Los francotiradores en las rocas seguían disparando contra el pelotón y parecía que el enemigo podría estar a punto de contraatacar desde la dirección de Moody Brook, a la derecha.


Foto post-batalla

En varias ocasiones, el comandante de la compañía casi fue alcanzado, y sus deambulaciones comenzaron a ser la causa de algunos comentarios. El sargento Meredith le gritó: "Por el amor de Dios, señor, ¡está atrayendo balas a todas partes!"

A unos cien metros al este, se podía oír a los argentinos gritarse unos a otros, como si se unieran para un contraataque. John Page pidió apoyo de fuego, y luego ordenó a sus propios hombres que dejaran de disparar, ya que al hacerlo simplemente estaban identificando sus posiciones. Se sentían muy aislados y vulnerables.

Durante dos horas muy largas e incómodas, la compañía permaneció bajo presión. El fuego de armas pequeñas se mezcló con todo tipo de HE y se ubicó alrededor de la posición del Pelotón 12 mientras los hombres se agachaban en los sangares enemigos abandonados y en los pozos. John Page continuó moviéndose alrededor de su pelotón, organizando sus defensas y sufriendo casi una falta en el proceso. Fue alcanzado por una bala, que pasó entre dos granadas que colgaban de su red y aterrizó en una bolsa llena en su bolsa. Fue sorprendido por la conmoción. "Fue como ser golpeado por un martillo y tener una descarga eléctrica al mismo tiempo", describió más tarde el momento. Mientras yacía allí, una bala explotó en el cargador, pero afortunadamente las granadas se mantuvieron intactas, y pronto se puso de pie.

Mientras tanto, el CO todavía estaba tratando de ponerse en contacto con Neame para conocer el formulario. El teniente Webster, CO del Pelotón 10, fue elevado momentáneamente a comandar la compañía ya que era el único oficial que quedaba cerca de la sede de la compañía. Mientras hablaba con el CO, se escuchaban voces a continuación en dirección a Moody Brook. La sección del cabo Elliot se abrió y el fuego automático fue devuelto por unos diez o quince hombres. El pelotón 11 avanzó para unirse al pelotón 10 en una línea larga y extendida a lo largo de la cresta, los hombres dispararon cuesta abajo hacia la posición enemiga. Finalmente, el oficial de policía se comunicó con el comandante de la compañía, que se había pasado el tiempo peleándose por la cresta para descubrir qué estaba pasando. Ahora le informó al CO de sus temores de ataque inminente.

El fuego esporádico del enemigo de Tumbledown se sumó al peligro de la Compañía D, y todos los temores anteriores de las consecuencias de la demora en el ataque de las Brigada 5 pasaron a primer plano. El CO ofreció enviar los tanques hacia arriba, pero Neame se negó, ya que estarían muy expuestos en las posiciones de fuego de la pendiente delantera que se verían obligados a adoptar. Habría preferido que otra compañía tuviera la primera parte de Wireless Ridge, que aún no ha sido defendida.


Memorial de Wireless Ridge

La compañía se reorganizó, dejando la sección del cabo Owen como una patrulla permanente, mientras que 10 y 11 Pelotones encontraron las excavaciones en la pendiente inversa. El pelotón 12 se mantuvo en sus posiciones cerca de los postes del telégrafo.

Había poco más que las Compañías en el sector norte podían hacer ahora para apoyar a la Compañía D. Dos de los adiestrados médicos de A Company habían resultado heridos por el bombardeo que aún continuaba, por lo que los pelotones tuvieron que cuidar sus propias víctimas, una vez más se confirmó el valor del entrenamiento médico para todos los rangos. Afortunadamente, los helicópteros de apoyo esa noche fueron totalmente efectivos, evacuaron las bajas con un retraso mínimo, y otras víctimas fueron trasladadas al RAP en uno de los tanques. El fuego de artillería enemigo le dio al resto todos los incentivos para cavar, y la posibilidad de que el Monte Tumbledown lo pasara por alto en la mañana era un estímulo adicional.

Para las compañías A y B, ahora era cuestión de durar toda la noche fría, lo cual no estaba exento de incidentes. Los soldados "Jud" Brookes y Gormley del Pelotón 1 de una compañía habían sido alcanzados por la metralla. La regla era encender la luz del casco del hombre herido, que normalmente se usa para descensos en paracaídas nocturnos, para asegurarse de que no se lo pierda en la oscuridad. El sargento Barrett volvió a buscar a Brookes, cuya luz estaba destrozada.

"De acuerdo, Brookes, nosotros y el jefe volveremos a recogerlo más tarde".

"Ee, Sarge", respondió con un fuerte acento del Norte, "Ah, sabe que ... lo hará".

Sin que ellos lo supieran, los hombres del Pelotón 3 estaban sentados al lado de 13 soldados argentinos, que se estaban protegiendo de sus propios disparos. Sólo más tarde en la mañana fueron encontrados y tomados prisioneros.

En la Compañía B, el estado de soldados Carroll y Philpott del Pelotón 5 era un motivo de preocupación, ya que ambos sufrían hipotermia después de estar inmersos en uno de los estanques. El comandante de su sección, el cabo Steve Curtis, decidió decírselo al comandante del pelotón. Mientras corría hacia el bombardeo, una ronda explotó cerca, destruyendo su ropa casi por completo, sorprendentemente, dejándolo ileso.


Vista hacia el este de Wireless Ridge

Los equipos de mortero habían estado ocupados toda la noche. A estas alturas, se habían movido hacia el lado de la colina de las compañías A y B para evitar los bombardeos, que habían estado incómodamente cerca en su primera posición en el fondo del valle al norte. Los contenedores improvisados ​​habían ayudado a reducir la tendencia de los tubos de mortero a depositarse en la turba suave, aunque no completamente, y otro problema era que los tubos a veces realmente se salían de sus placas base bajo el retroceso. Para evitar esto, mortarmen se turnó para pararse en las placas de base mientras se disparaban los tubos, y al final de la noche cuatro hombres habían sufrido fracturas de tobillos por sus esfuerzos. Sin embargo, el fuego que habían podido proporcionar era muy efectivo y todos los involucrados habían determinado que, en esta ocasión, no habría ninguna cuestión de quedarse sin municiones o de estar fuera del alcance. Los 3 morteros de Para en Longdon hicieron un excelente trabajo de iluminación.

Los pelotones de ametralladoras también habían trabajado duro, sus seis cañones proporcionaban un intenso fuego intenso durante toda la noche. Reabastecidos por los tanques y por el espléndido trabajo del zapador W02 Grace, no les preocupaban las municiones. Pero gradualmente las armas se rompieron, y al amanecer solo dos de las seis seguían en acción.

En el Cuartel General del Batallón, el segundo al mando, el Oficial de Operaciones y el Capitán David Constance se habían turnado en el oficial de servicio. En un momento dado, el segundo al mando, el comandante Keeble, pudo ver los destellos de las pistolas de 155 mm del enemigo cuando dispararon, pero ninguna cantidad de informes produjo ninguna contramedida. Una vez que se escuchó el zumbido de un avión argentino de bajo vuelo en Canberra, y en medio del estruendo de la artillería, resonaron aún más golpes cuando el avión lanzó sus bombas. El soldado Steele del Pelotón de la Defensa tuvo mala suerte: mientras yacía en el suelo, un pedazo de metralla lo atrapó en la espalda. Apenas lo sintió, pensando que era solo un pedazo de césped de la explosión; solo más tarde descubrió una herida bastante desagradable donde el metal había penetrado.

La fiesta de la CO tampoco había escapado. Una ronda perdida golpeó al soldado McLoughlin, miembro del grupo de Battery Commander, y de hecho penetró su casco en la parte delantera. El casco desvió la bala, sin embargo, y McLoughlin se alejó ileso.

Los francotiradores eran muy solicitados. Sus miras nocturnas les permitieron identificar las miras infrarrojas del enemigo y usar la firma que luego aparecía en el intensificador de imágenes como una marca de puntería. Los Comandantes Zapadores habían tenido un papel relativamente menor en la batalla, ya que no había minas que era imperativo limpiar. Pero, como en Goose Green, proporcionaron una adición muy útil al actuar como infantería.

En Wireless Ridge a primera luz, el Pelotón 12 aún estaba siendo atacado desde atrás y hacia la derecha. Más atrás, a lo largo de la cresta, el cabo Owen había buscado un puesto de mando. Mientras revolvía en el búnker, encontró un mapa que mostraba todos los detalles de las posiciones argentinas, así como algunos informes de patrullas. Estos fueron enviados rápidamente a la Sede de la Compañía y luego a la Brigada.

El soldado Ferguson, en la sección de Owen, de repente notó a cuatro o cinco hombres debajo de ellos. El cabo no sabía quiénes podían ser, posiblemente el pelotón, y le dijo a Ferguson que desafiara. Este último gritó "¡Quién está ahí!" Y fue recibido instantáneamente con un estallido de fuego que no les dejó ninguna duda. Las granadas comenzaron a explotar alrededor de Owen y sus hombres mientras el enemigo contraatacaba. La sección abrió fuego, y el cabo Owen gritó a las ametralladoras que se activaran.

Mientras tanto, el pelotón estaba disparando a ambos lados de la sección, y el propio Owen disparó con ocho municiones de M-79. La sección pronto se quedó sin municiones, y los hombres comenzaron a hurtar por los suministros argentinos abandonados. En ese momento, el resto del pelotón subió para unirse a la sección; aunque no estaban seguros de dónde estaba exactamente el enemigo, estaban decididos a evitar que los argentinos recuperaran la cresta.

El soldado Lambert escuchó a un argentino, de cerca, gritando: "¡Granada, granada!"

"Qué buena idea", pensó, y lanzó uno de los suyos en la dirección de la voz. No hubo más gritos.

El Pelotón 11 también vio a un grupo de cuatro hombres en su frente. El teniente Chris Waddington no pudo distinguir quiénes eran y, pensando que podrían ser el Pelotón 10, les gritó que se detuvieran. Los cuatro hombres no lo notaron, por lo que ordenó que se encendiera una bengala: las figuras salieron corriendo mientras el pelotón se enfrentaba con armas pequeñas y granadas. Las órdenes de no explotar más allá de la línea de cresta significaban que no se habían despejado todas las posiciones enemigas durante la noche, y parecía que algunos francotiradores se habían quedado allí, y probablemente eran estas las que habían dado tanto a 12 Pelotones. problema. Pero el contraataque, tal como era, se había esfumado. El fuego de artillería fue invocado en Moody Brook para romper cualquier esfuerzo adicional para desalojar a la Compañía D. Abajo de la cresta se podía ver a un Landrover tratando de escapar. Lance-Corporal Walker le disparó y se estrelló.
El pelotón 11 ahora estaba bajo fuego de artillería enemigo extremadamente preciso, posiblemente registrado en los destellos de sus armas. El comandante Neame, por lo tanto, les ordenó que dejaran de disparar con armas pequeñas, con la intención de continuar la batalla solo con artillería. Moody Brook estaba desierto, sin embargo. En la distancia, los hombres de la Compañía D notaron que dos soldados argentinos caminaban por la pista como si al final de un ejercicio.

A la luz del amanecer, a los Paras en la cresta les pareció que un gran número de tropas enemigas avanzaban para reforzar Sapper Hill hacia el sureste. Neame pidió artillería con gran urgencia, pero no había armas disponibles. Después de 20 minutos más o menos, cuando el enemigo había alcanzado la cima, el objetivo estaba ocupado. Mientras tanto, se podía ver a otros argentinos saliendo de Tumbledown y Harriet: la Brigada 5 había ganado sus batallas.

Cuando la Compañía D comenzó a comprometerse con este nuevo objetivo, llegó el CO. Confirmó las órdenes de Neame de disparar contra el enemigo que se retiraba hacia Stanley, y la compañía ahora se unió con ametralladoras en un "tiro al pavo". Los helicópteros de John Greenhalgh barrieron y dispararon cohetes SS-11 y, junto con otros dos Scouts, atacaron una batería argentina. La artillería antiaérea enemiga todavía estaba activa, sin embargo, y todos los helicópteros se retiraron.

Los argentinos que se retiraban en Tumbledown no habían respondido a los helicópteros, y su artillería se había detenido. Era obvio que había ocurrido un cambio importante. La noticia fue transmitida al brigadier, a quien le resultaba difícil creer lo que estaba sucediendo. Pero el CO se dio cuenta de lo importante que era lograr que el batallón entrara en Puerto Argentino antes de que el enemigo pudiera unirse, y las Compañías A y B, junto con los Blues y Royals, recibieron la orden de moverse tan rápido como fuera posible hacia Wireless Ridge. El brigadier llegó, aún incrédulo, hasta que el coronel Chaundler dijo: "Está bien, brigadier, todo ha terminado". Juntos hablaron sobre qué hacer a continuación. La compañía D dejó de disparar al enemigo que huía en la ladera más lejana, y se dio la orden de que los hombres solo dispararan si disparaban primero. Luego se dio permiso para que el batallón siguiera adelante.

La compañía B, a estas alturas en la cresta, fue ordenada en Moody Brook. La sección de 5 pelotones del cabo Connors abrió el camino, aún esperando ser atacados por el "Triple As" en el circuito de carreras. Las otras dos secciones lo cubrieron hacia adelante. Despejó los edificios aplastados de los antiguos cuarteles y la sección de Curtis se hizo cargo, despejó el puente sobre el río Murrell y el edificio del otro lado, mientras que todo el tiempo su jefe de pelotón fue exhortado, "¡Adelante, empuje!" cauteloso, temiendo trampas explosivas o una repentina explosión de fuego.

Una compañía ahora tomó la delantera cuando la Compañía B, que cubría el avance de A, avanzó hacia el sur en el terreno elevado en el extremo más alejado del valle, sobre la carretera, pasando por tres posiciones de armas abandonadas en el camino. Los tanques de Blues y Royals se movieron hacia el este a lo largo de Wireless Ridge para brindar apoyo si fuera necesario. Una compañía estaba en el camino hacia Puerto Argentino, con las Compañías C y D siguiéndolas, cuando la Brigada anunció un alto el fuego. Las aclamaciones aumentaron y las boinas rojas reemplazaron rápidamente los cascos de acero. Botellas de alcohol aparecieron milagrosamente para celebrar. Alivio, euforia, incredulidad, todo a su vez tuvo su efecto.

El comandante Dair Farrar-Hockley condujo a sus hombres hacia el hipódromo, y pasó por delante de las armas abandonadas que habían visto tantas horas antes y que seguían funcionando a pesar de las solicitudes de disparos de artillería. Según los civiles posteriores, los argentinos que aún se encontraban en las afueras de Puerto Argentino simplemente se rompieron y echaron a correr cuando se enteraron de que "los Paras" venían. Los elementos principales del batallón llegaron a Puerto Argentino a las 13:30 horas, el lunes 14 de junio, unas cinco horas antes del cese al fuego oficial, y el 2º pelotón del 2º teniente Mark Coe fue el primero en ingresar a la ciudad. Fueron las primeras tropas británicas en la capital.

Eventualmente, todas las compañías fueron llevadas a las afueras del oeste, buscando refugio entre las casas desiertas, algunas de las cuales habían sufrido disparos de artillería perdidos. Uno o dos soldados argentinos muertos todavía yacían en la calle donde habían sido atrapados por el fuego de proyectiles. En el hipódromo, la bandera argentina fue derribada y el Union Jack del Sargento Mayor Fenwick cumplió una vez más su propósito.

Weapons and Warfare

domingo, 4 de noviembre de 2018

Defensa de Puerto Argentino: Wireless Ridge (1/2)

Wireless Ridge (1982) 

Parte I | Parte II

Weapons and Warfare





El Segundo Batallón del Ejército Británico del Regimiento de Paracaidistas luchó en todas las batallas principales de la guerra terrestre de 1982 entre Gran Bretaña y Argentina para las Islas Falkland (Malvinas). Después de encabezar los desembarques en San Carlos el 21 de mayo, el batallón se abrió camino hacia Puerto Argentino contra la resuelta resistencia argentina, a través de Bluff Cove, Goose Green y Wireless Ridge. La más famosa de estas batallas es, sin duda, Goose Green (donde el comandante de 2 Para, el teniente coronel "H" Jones, ganó una póstuma Victoria Cross por su carga contra una posición enemiga), pero el enfrentamiento en Wireless Ridge del 13 al 14 de junio fue no menos dramático y posiblemente más decisivo. The Ridge, un espolón en el lado norte de Puerto Argentino, fue fuertemente defendido por tropas del 7º Regimiento de Infantería de Argentina y el 1er Regimiento de Paracaídas de Argentina [nota del administrador: Esta última información no es correcta, no hubo infantería paracaidista argentina en las islas].

Los orígenes del Regimiento de Paracaidistas se encuentran en una iniciativa de Winston Churchill, quien, después de observar el éxito de las operaciones de paracaidistas alemanas durante la invasión alemana de Holanda y Bélgica, sugirió la formación de una fuerza de elite aerotransportada británica. Las primeras unidades comenzaron a entrenarse en junio de 1940, con voluntarios de las unidades que forman el Regimiento de Paracaídas en agosto de 1942.

La tarea del 2 Para era capturar las características de Wireless Ridge, manteniéndose al oeste de los cables del telégrafo, y el plan del Coronel Chaundler requería un ataque nocturno ruidoso en dos fases. En la Fase 1, una Compañía tomaría el ramal norte donde estaban los estanques, ya que la Compañía C había asegurado la línea de salida. Una vez que esto fuera seguro, la Fase 2 entraría en operación, y las compañías B y D pasarían desde el norte para atacar la función principal de Wireless Ridge. La Compañía B iría a la derecha (el extremo occidental de la cresta), mientras que la Compañía D atacó la línea de la cresta rocosa al este de la pista.

Los morteros se moverían hacia adelante desde el Monte Kent a una posición a sotavento de la ladera al sur de Drunken Rock Pass, y este también sería el sitio para un cuartel general de batallón estático durante el ataque. La hora H iba a ser alrededor de las 00.30. La importancia de profundizar en los objetivos se enfatizó una vez más, ya que Wireless Ridge estaba dominada por Tumbledown y Sapper Hill, y si las tropas enemigas aún estuvieran allí al amanecer, podrían hacer 2 Para. Posiciones insostenibles.

Las órdenes eran sencillas y el plan simple, que implicaba el uso máximo de la oscuridad. Cuando el Grupo "O" terminó, a los comandantes de la compañía se les dijo que ahora volarían hasta el Monte Longdon para observar el terreno sobre el que operarían.

El CO siguió adelante con el Comandante de la batería para reunirse con el Teniente Coronel Hew Pike, CO de 3 Para, y el Mayor William McCracken, RA, que controlaba el OP de la artillería "ancla" en el Monte Longdon. Discutieron y organizaron el apoyo coordinado contra incendios, con los morteros de 3 Para, los equipos de Milán y las ametralladoras listos para disparar desde el flanco, y la Compañía C del Mayor Martin Osborne, 3 Para, en reserva.

De vuelta en el barranco todo estaba tranquilo bajo el sol brillante. De repente, esto se hizo añicos cuando nueve Skyhawks aparecieron más al norte, volando muy bajo en formación y dirigiéndose hacia el oeste hacia el Monte Kent. El efecto fue eléctrico, porque nadie esperaba que los argentinos pudieran hacer alarde de su poder aéreo de esta manera.

En el Escalón "A", detrás del Monte Kent, no había duda de a quién apuntaban los aviones. Cuando llegaron gritando por encima de la columna y se elevaron a la altura de ataque, la formación se dividió: tres se dirigieron al área donde había estado la línea de artillería, tres se dirigieron a 3 Comandos de la Brigada de Comandos y tres atacaron el Escalón "A". Todas las ametralladoras se abrieron, alegando un posible golpe mientras las bombas llovían. Sorprendentemente, no hubo víctimas de este bombardeo menor. Pero la precisión del ataque, y su evidente determinación de propósito, dejaron a la gente preguntándose si el enemigo había dejado atrás los OP ocultos, observando el Monte Kent, o si la fotografía por satélite había mostrado los diversos objetivos o, posiblemente, si el equipo argentino de guerra electrónica había recogido las señales de radio del Cuartel General de la Brigada.

El ataque aéreo provocó retrasos en todo movimiento de helicópteros, pero finalmente el CO pudo volar al Cuartel General de la Brigada, mientras que los comandantes de la compañía fueron enviados al Monte Longdon para su propio reconocimiento. El coronel Chaundler ya había sido actualizado sobre la fuerza real del enemigo, que era mayor de lo que se había pensado, y se había detectado una nueva posición argentina al este del espolón cubierto de estanque, en un montículo con vistas al agua de Hearnden y la boca del río Murrell.



Mientras el CO estaba en el Cuartel General de la Brigada, los comandantes de la compañía pudieron estudiar Wireless Ridge en detalle desde la posición de mando en Longdon. De inmediato se hizo evidente que gran parte de la información que se les había dado hasta ahora era inexacta. Lo que se pensaba que era la Compañía C de 3 Para no probó ser nada de eso: el comandante Dair Farrar-Hockley notó que se trataba de una posición enemiga de aproximadamente de la fuerza de una compañía, situada peligrosamente en el flanco del eje de ataque 2 Para, al oeste de el espolón del norte. También quedó claro que Wireless Ridge estaba fuertemente defendido, con posiciones que se extendían mucho hacia el este, más allá de la línea de postes telegráficos que marcaban el límite de 2 Para. Curiosamente, durante el día no se realizó ningún fuego de hostigamiento en ninguna de las posiciones argentinas, y sus soldados tuvieron la libertad de permanecer al aire libre.

Los comandantes de la compañía regresaron al paso de Furze Bush, pero claramente era necesario un cambio importante en el plan. El CO regresó de la sede de la Brigada cuando se acercaba la noche y se le informó de la situación. Vete y cena. Regrese en 45 minutos y tendrá un nuevo conjunto de pedidos ", dijo. Mientras tanto, el movimiento de los morteros y el ajuste de la artillería se retrasaron y, como resultado, los cambios en el plan de fuego tuvieron que continuar en la noche, dirigidos por el OP en Longdon y utilizando rondas de iluminación.

Desafortunadamente para los comandantes de la compañía, el procedimiento normal de batalla ya había asegurado que los detalles relevantes del primer plan hubieran penetrado hasta el nivel más bajo. Los comandantes de pelotones y secciones habían tenido tiempo de emitir órdenes claras y bien construidas para sus subordinados, pero ahora sus esfuerzos eran inútiles, ya que cuando los comandantes de la compañía regresaron con el plan revisado del CO, era demasiado tarde para entrar en nuevos detalles. . Un cambio tan repentino en el último minuto hizo poco por la fe de los hombres en el sistema, pero era inevitable y, en cualquier caso, los soldados ya se habían vuelto estoicos, mientras que los cínicos entre ellos no se sintieron decepcionados por esta evidencia de falibilidad en los niveles más altos. niveles Sin embargo, el batallón fue capaz de adaptarse y cambiar sus planes y se fue a tiempo. Pero Phil Neame tenía sus dudas sobre lo que debía hacer el SAS al este de su línea de avance, y no tenía conocimiento de lo que realmente iba a hacer el SAS. Además, nadie sabía realmente lo que había más allá de Wireless Ridge hacia el sur, en el área de Moody Brook, y todos hubieran querido saber exactamente cuándo se inició el ataque de las 5 Brigadas en Tumbledown para comenzar.

El nuevo plan del batallón era un ataque nocturno ruidoso de cuatro fases. En la Fase 1 D, la Compañía capturaría la posición del enemigo recién descubierta al oeste del espolón norte; Las compañías A y B entonces atacarían la cima de una colina cubierta de estanque; La fase 3 requería que la Compañía C tomara el montículo hacia el este; y, finalmente, la Compañía D haría rodar al enemigo en Wireless Ridge, con el apoyo de fuego de las Compañías A y B, comenzando en el oeste y terminando en los postes del telégrafo.

El apoyo de fuego debía ser espléndido en comparación con Goose Green: dos baterías de cañones de 105 mm, HMS Ambuscade con su cañón de 4.5 pulgadas en alta mar y los morteros de 2 y 3 Para, con un total de 16 tubos. Las municiones eran abundantes, y los morteros del batallón se habían trasladado completos desde el Monte Kent en helicóptero, y por lo tanto estaban frescos para la acción. El pelotón de ametralladoras también había volado hacia adelante. Entre las seis cañones tenían suficiente munición para proporcionar un enorme peso de fuego, y los hombres estaban frescos y bastante orgullosos de su logro anterior detrás del Monte Kent contra los Skyhawks. El pelotón de misiles Milan ya estaba adelantado con el batallón: la experiencia de Goose Green había demostrado la capacidad de este misil guiado de precisión contra las defensas estáticas. Finalmente, los tanques ligeros de Blues y Royals estarían allí, Scimitars con sus cañones automáticos de 30 mm y Scorpions con cañones de 76 mm, y ambos equipados con equipo de visión nocturna de muy alta calidad y con un rendimiento excelente todo terreno. Todo el apoyo disponible se asignó primero a la Compañía D, luego a A y B en su asalto, y finalmente a la Compañía D nuevamente cuando atravesó la cresta.
A medida que la noche se cerraba en los tanques, los morteros y el pelotón Recce, que era para asegurar la línea de salida, avanzaron. A estas alturas, la promesa del día se había desvanecido y la nieve y el aguanieve caían, lo que limita considerablemente la eficacia de todos los equipos de observación de armas y reduce la visibilidad.

Alrededor de las 0015 se desató una tormenta de fuego de la artillería y los morteros de apoyo sobre las posiciones argentinas. Las compañías A y B pasaron, encabezadas por las patrullas de la compañía C, hasta la nueva línea de salida asegurada por la patrulla del cabo Bishop en el terreno relativamente seguro que domina el paso inferior. A las 00.45 horas del lunes 14 de junio, la Compañía D avanzó por su propia línea de salida más hacia el oeste y se dirigió hacia la posición del enemigo identificado.

A medida que la empresa avanzaba, los tanques de los Blues y Royals y las ametralladoras proporcionaban apoyo contra el fuego mientras la artillería aumentaba su índice de fuego. El fuego de mortero enemigo en represalia se hizo pesado. En la parte trasera de la compañía, el soldado Godofredo del 12° Pelotón tuvo una falla cercana cuando un pedazo de metralla cortó su prueba de viento y se clavó en su bota. Se zambulló para cubrirse, ¡directamente en una letrina argentina!

El peso de la artillería de apoyo y el fuego de mortero fue singularmente efectivo, ya que el enemigo en el objetivo de la Compañía D se podía ver huyendo a medida que la compañía avanzaba, aunque los bombardeos de 155 mm aumentaron a medida que los Paras comenzaron a limpiar las trincheras argentinas, ahora abandonadas excepto por unos pocos enemigos muertos por el bombardeo. La oscuridad de la noche y el alcance de la posición del enemigo hicieron que la compañía se extendiera, creando problemas de control. El teniente Webster del pelotón 10 contó hasta 20 trincheras a su derecha, con más hacia la izquierda, donde el pelotón 11 del teniente Waddington encontró la otra mitad de la formación de asalto.

De vez en cuando, a medida que avanzaban, los hombres desaparecían repentinamente en el agua helada de un estanque cubierto de hielo. Los privados Dean y Creasey del pelotón 11 subieron hasta el cuello y tuvieron que pisar el agua para mantenerse a flote hasta que su sargento, el sargento Light, los sacó.

El apoyo de bombardeo para la compañía fue impecable. Los tanques utilizaron sus poderosos visores nocturnos intensificadores de imágenes para localizar objetivos. Una vez que se identificaron las posiciones enemigas, dispararon. Tan pronto como los ametralladores del batallón vieron el ataque, ellos también se abrieron. Ocasionalmente, el fuego de las ametralladoras estaba demasiado cerca para su comodidad, incluso para la Compañía D, y al final, el Comandante del pelotón pidió que cesara.

La oposición había huido, y la Compañía D tomó su primer objetivo en un tiempo récord, permaneciendo in situ mientras que las Compañías A y B comenzaron su parte de la batalla. Sin embargo, el fuego de artillería enemiga estaba aumentando y, por lo tanto, Neame decidió empujar otros 300 metros hacia la seguridad relativa, para evitar lo peor de la barrera.

Varios de los que esperaban avanzar en las líneas de salida de las compañías A y B recordaban las escenas que habían visto de las películas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Cuando los proyectiles aterrizaron alrededor, los hombres se acurrucaron contra la turba, con las bayonetas arregladas. No se puede negar que, para los soldados, el temor a lo conocido era, en este caso, peor que la ignorancia dichosa de lo desconocido. En el refugio de las turberas algunos fuman, mirando la pantalla de los iluminantes de arriba.

Justo cuando llegó el momento de moverse, el bombardeo se cobró su primera víctima, ya que el Sargento de color "Doc" Findlay murió en la retaguardia de la Compañía A, y los soldados de las Compañías de Apoyo y del cuartel general también resultaron heridos. El avance comenzó, las dos compañías se movían hacia el sur paralelas entre sí, a ambos lados de la pista. Los hombres cruzaron la corriente en el valle al norte de su objetivo con los tanques disparando sobre sus cabezas. El efecto sobre el enemigo fue devastador. En sus miras nocturnas, los equipos de tanques podían ver a los soldados argentinos corriendo o cayendo a medida que se activaba el fuego preciso. El impulso a la moral que esta forma de fuego supresivo dio fue considerable; Fundamentalmente, la batalla se ganaba apoyando armas, la infantería era libre de hacer su propio trabajo, que en realidad está despejando y asegurando el terreno.

A la izquierda, todo iba bien con la compañía A. El mando y el control se habían practicado bien en Goose Green y ahora los oficiales subalternos y los comandantes de sección eran muy expertos en mantener la dirección. El silencio era innecesario y las órdenes se gritaban hacia atrás y hacia adelante. El enemigo seguía bombardeando a medida que avanzaban las compañías, pero ahora nuestra propia artillería estaba produciendo disparos en contra de la batería. Desde su propia posición, el CO pudo ver a las dos compañías en formación extendida, avanzando rápidamente por la colina, todo el campo de batalla brillantemente iluminado por el concha estelar.

Sin embargo, fue difícil coordinar los avances de las dos compañías atacantes. La pista proporcionó una especie de límite, pero controlar a más de 200 hombres durante una batalla ruidosa sobre un terreno difícil no es fácil. El coronel Chaundler tenía otra preocupación. Anteriormente, antes de que el batallón avanzara, se le había mostrado un mapa argentino capturado que indicaba un campo minado directamente en el camino de las compañías asaltantes. Solo faltaban 15 minutos para que se pusiera en marcha 2 Para, demasiado tarde para un cambio de plan. El CO solo tuvo tiempo de informar al CO de la Compañía B, mientras que John Crosland no tuvo a quién avisar a sus hombres, y en cualquier caso se le dijo que siguiera adelante, ya que no habría tiempo para limpiar las minas. Solo después, el mayor Crosland les dijo a sus hombres que en realidad se habían movido directamente a través del campo minado sin saberlo. Milagrosamente, nadie explotó en el camino.

Sin embargo, los estanques en el espolón se cobraron una víctima cuando el soldado Philpott del Pelotón 5 se sumergió repentinamente en más de 6 pies de agua. Fue arrastrado y el comandante de su sección, el cabo Curtis, organizó de inmediato un cambio completo de ropa de los otros hombres de la sección, lo que probablemente salvó la vida de Philpott.

Las dos compañias se consolidaron en el objetivo. Hubo algunos disparos desde las trincheras, rápidamente silenciados cuando los hombres de ambas compañías corrieron para limpiarlos. Una vez más, el enemigo había huido, dejando solo 20 o más de su número atrás, rápidamente tomados prisioneros mientras eran sacados de sus agujeros. Las radios seguían encendidas, y varios muertos yacían alrededor de las posiciones. A medida que los hombres entraban, el bombardeo del enemigo aumentaba y continuaba durante el resto de la noche al mismo nivel de intensidad. La mayoría pensó que era peor que Goose Green, pero, afortunadamente, los bunkers enemigos abandonados proporcionaron un refugio razonable, aunque hubo varias víctimas en la Compañía A.

Ahora era el turno de la Compañía C. Ya habían tenido un pequeño susto en la línea de inicio de la Compañía A y B cuando un tanque Scorpion se había dirigido hacia la sede de la Compañía en la oscuridad. Se perdió irremediablemente y su comandante tuvo que ser evacuado después de una dosis de "erupción de escotilla", el efecto de colocar la cabeza en el camino de una escotilla que se cierra rápidamente. El confuso vehículo pronto se dirigía en la dirección correcta, pero ahora bajo el mando del Capitán Roger Field, quien había aprovechado esta oportunidad para volver a un papel más honorable que el paso de pies.

Con las compañías A y B ahora firmes, la compañía C recibió la orden de revisar la posición argentina más al este que se había visto desde el Monte Longdon el día anterior. El comandante Roger Jenner estaba contento de volver a moverse, ya que parecía que la batería de artillería de apoyo había desarrollado una "cañón pícaro" y cada sexta ronda destinada al enemigo se acercaba incómodamente cerca de su compañía. Él y sus hombres se pusieron en marcha, cubriéndose ocasionalmente en el camino mientras las conchas caían cerca. No había habido disparos desde el objetivo de la compañía durante la batalla, y pronto los pelotones estaban empujando el lado de un campo minado hacia la loma.

A medida que avanzaba el pelotón de reconocimiento, podían oír ruidos de armas que se amartillaban. La luz de la luna brillante los dejó expuestos incómodamente en la ladera. En el borde delantero de la pendiente había dos líneas paralelas de roca, y en la segunda línea el pelotón encontró una serie de raspaduras, lo que sugiere una reciente ocupación por parte de un cuerpo de tropas. Una vez más, parecía que el enemigo se había ido apresuradamente, dejando en el proceso carpas y trozos de equipo. A lo lejos, al este, los hombres de Jenner podían ver las brillantes luces del aeródromo de Puerto Argentino y escuchar un aterrizaje de C-130. Se le ordenó a la compañía que cavara, pero como el ataque de un enemigo a esta característica era extremadamente improbable, el CO cambió las órdenes, y la Compañía C se movió hacia la colina cubierta de estanques.

Si algún grupo en particular merece un elogio especial por lo que se hizo esa noche, entonces deben ser los tanques de Blues y Royals. Su mera presencia había sido un notable impulso a la moral durante todos los ataques que se habían producido, y la velocidad y la precisión de su fuego, junto con su capacidad para mantenerse al día con el avance de Paras, había sido un golpe severo para el enemigo. El tanque de Lance-Corporal Dunkeley, que el Capitán Field había tomado después de la lesión de su comandante, solo disparó 40 disparos desde su cañón de 76 mm.

El 2 Para se desempeñó magníficamente, sus tres primeros objetivos fueron tomados con gran velocidad y un mínimo de bajas, a pesar del fuego de artillería enemigo pesado y preciso. Cada vez que el enemigo en las trincheras intentaba devolver el fuego, se encontraban con una concentración fulminante del fuego de las armas de las compañías de rifles que, junto con un apoyo muy pesado, habían resultado devastadores. No se sabe si los argentinos se habían dado cuenta de que se enfrentaban a los hombres de Goose Green, pero no cabe duda de que el 2 Para sabía.

La compañía D ya estaba lista para entrar en la fase final del ataque y comenzó a avanzar nuevamente hacia el extremo oeste de Wireless Ridge. Los tanques y las armas de apoyo se movieron para unirse a las Empresas A y B en la cima de la colina que dominaban el objetivo de la Compañía D, y soportaron el fuego de artillería y el fuego antitanque de Wireless Ridge al sur.

El Pelotón 12 estaba ahora en la delantera. El teniente John Page, que se había hecho cargo del trágico asesino de Jim Barry, buscó la cerca, corriendo en ángulo recto a la cresta, que lo guiaría a la línea de salida correcta para el asalto. Desafortunadamente, quedaba muy poco de la cerca marcada en los mapas, y la sección del cabo Barton, en el punto del pelotón, solo podía encontrar algunas hebras de alambre para seguir. La cantidad de estanques cubiertos de hielo se sumó a la dificultad y el intenso frío comenzó a afectar las reacciones de los hombres, a medida que avanzaban hacia el sur hasta el extremo occidental de Wireless Ridge.

Una vez más, el poder de fuego masivo comenzó a ablandar al enemigo, que aparentemente todavía no tenía la menor idea de que estaban a punto de ser enrollados desde un flanco. La idea inicial había sido que la Compañía D simplemente barriera hacia el este a lo largo de la cresta sin detenerse, con 11 Pelotones a la izquierda, 12 Pelotones a la derecha y 10 Pelotones en reserva. Todavía existía incertidumbre sobre si se había llevado o no a Tumbledown, al sur, y claramente se estaba desarrollando una batalla en esa montaña mientras los guardias escoceses luchaban para expulsar a los argentinos en su cumbre. Pero Neame y su Compañía D no tenían otra intención que seguir adelante, aunque sabían que si Tumbledown todavía estaba en manos enemigas a la luz del día, el 2 Para sería extremadamente vulnerable.

El bombardeo del extremo occidental de Wireless Ridge continuó a medida que avanzaban los pelotones. Parecía haber sido efectivo, ya que no se encontró ningún enemigo en absoluto, aunque, desde luego, el Pelotón 11 despejó los bunkers que encontraron en la pendiente inversa con granadas.

domingo, 11 de junio de 2017

Heroica bandera del RIM 7

Malvinas: la historia de los soldados argentinos que arriesgaron su vida para defender una bandera
Hoy el estandarte del glorioso Regimiento 7 se conserva en la sala histórica del cuartel, en la localidad Arana, vecina a La Plata
Daniel Balmaceda - LA NACION



El teniente Miguel Cargnel en Puerto Argentino con la histórica bandera

Unas seis mil balas cayeron sobre nuestros soldados en Malvinas durante la noche del 12 al 13 de junio de 1982. Eran las últimas jornadas y el Regimiento de Infantería Mecanizada 7 "Coronel Conde" resistía con firmeza y valentía. Pero fue uno de los más castigados: perdió 36 hombres en el campo de batalla. Los heridos fueron 152.

Cuando ya era inminente la derrota, el jefe del regimiento, teniente coronel Omar Giménez, propuso a los oficiales enterrar la bandera para no entregarla al enemigo. De inmediato se cumplió la orden. Pero dos jóvenes tenientes, Jorge Guidobono y Miguel Cargnel (ambos habían dado muestras de valor en el combate), se presentaron ante sus jefes en medio de la lluvia de balas y plantearon su disconformidad: el pabellón nacional no debía estar bajo tierra ni tampoco podía entregarse al enemigo. Había que rescatarlo. Giménez aceptó la propuesta de los jóvenes.

Desenterraron la bandera, le quitaron un plástico con el que la habían cubierto, la desarmaron y se distribuyeron las partes (el paño, la corbata, cinco distinciones y tres medallas) entre varios oficiales y suboficiales. De la bandera en sí (es decir, del paño) se encargó Guidobono. De la corbata, Cargnel. El teniente Roberto Colom escondió una distinción en su bota. El mayor Carlos Carrizo Salvadores tomó otra y la colocó debajo de su cinturón. El subteniente Alfredo Luque introdujo una tercera distinción en su guante.

Terminó el combate. El grueso de los soldados fue transportado de inmediato en el buque Canberra rumbo al continente. Pero Cargnel (por su condición de paracaidista) y Guidobono (por ser jefe de Comunicaciones) fueron separados del grupo. Durante quince días los mantuvieron en San Carlos, dentro de un frigorífico. Guidobono, con la bandera envuelta en el torso, se las ingenió para no ser descubierto en el cacheo. Luego los embarcaron y pasaron otras dos semanas a bordo, sin zarpar. Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado.

Ordenaron a los prisioneros que se quitaran la ropa. A pesar de que Guidobono quiso disimularlo, un inglés descubrió la bandera. Le ordenó que la entregara. El teniente se negó. El soldado gritó la orden nuevamente. Con calma y firmeza, Guidobono respondió que no entregaba la bandera. La tensión aumentaba. El guardia cargó su fusil.

Alarmado por los gritos, un oficial enemigo se acercó e intentó convencer al argentino de que les diera el paño. Guidobono movía la cabeza negando: la bandera no se entregaba. El inglés advirtió que los argentinos estaban dispuestos a todo, aún desarmados. Pegó media vuelta y se fue. Todas las partes del pabellón se reunieron en Buenos Aires.


La bandera rescatada en el cuartel del Regimiento

Hoy, el estandarte del glorioso Regimiento 7 se conserva en la sala histórica del cuartel, en la localidad Arana, vecina a La Plata. Cada 11 de junio, la bandera veterana de Malvinas desfila ante los soldados del Regimiento.