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martes, 19 de septiembre de 2023

Visita de familiares a la tumba del Escuadrón Alacrán

Los caídos del Escuadrón Alacrán en Malvinas: sus emotivas historias y el viaje que hicieron sus familiares 41 años después

Un contingente de familiares de caídos de Gendarmería estuvo una semana en las islas. Visitaron el cementerio y vieron el lugar donde un misil derribó el helicóptero que los transportaba. Un viaje que ellos describieron como sanador en el que, por fin, luego del proceso de identificación, pudieron dejar un rosario en la tumba de su ser querido

“Todavía estamos emocionados”, dijeron apenas bajaron la escalerilla del Boeing 737-800 “Islas Malvinas”, que los trajo desde Río Gallegos, adonde habían arribado de un vuelo comercial desde el archipiélago. Anoche a las 20:10 finalizó para una docena de familiares de caídos del Escuadrón Alacrán de Gendarmería un impactante viaje que había comenzado el fin de semana anterior.

Para ellos, fue el fin de 41 años de imaginar cómo habían muerto sus familiares. Estuvieron en el cementerio argentino en Darwin y vieron, aunque sea de lejos, el lugar donde habían caído en combate, al pie del Monte Kent.

En 1982, nadie se echó atrás cuando les pidieron que dieran un paso al frente los que quisieran ir a Malvinas. Fueron 65 los designados, de los cuales solo 40 alcanzarían a cruzar. Alguien dijo que eran “letales como los alacranes”, y desde entonces el escuadrón pasó a llamarse así.

Los caídos de Gendarmería son el primer alférez Ricardo Julio Sánchez; subalférez Guillermo Nasif; sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta; los cabos primero Marciano Verón y Víctor Guerrero; cabo Carlos Misael Pereyra y el gendarme Juan Carlos Treppo.

De izq. a derecha: cabo primero Misael Pereyra, Gendarme Juan Carlos Treppo, primer alférez Ricardo Sánchez, sub alférez Guillermo Nasif y cabo primero Marciano Verón

Ricardo Julio Sánchez fue uno de los que decidió hacer testamento. Muy querido por sus compañeros deseaba que, si algo le pasaba, su esposa y su hija recibiesen el sable de Güemes como el que usan los oficiales de Gendarmería. Tenía 26 años y había sido uno de los organizadores del escuadrón.

El subalferez Guillermo Nasif, 23 años, de abuelo inmigrante sirio, era egresado de la Escuela de Gendarmería con un promedio excelente, había recibido una decena de premios, entre ellos el de mejor compañero de su promoción. Había hecho el curso comando, incluido el de paracaidismo, esquí, buzo y motociclista, y a la familia no le dijo nada de Malvinas para no preocuparlos.

El cabo primero Marciano Verón era un correntino de Saladas, el pueblo del granadero Juan Bautista Cabral. Familia muy numerosa, criados en el campo. Se enganchó en Gendarmería cuando cumplió con el servicio militar. También se ofreció a pelear en las islas.

Los familiares hicieron tres visitas al cementerio, y dejaron rosarios en las cruces de las tumbas (Stephanie Bridger)

Víctor Samuel Guerrero era cabo primero y el primer gendarme en la familia. Había nacido en Pirané, Formosa, y le gustaba jugar de arquero en los partidos de fútbol. Dos compañeros se habían ofrecido a ir en su lugar a Malvinas porque tenía una hija chiquita, Noelia Carolina, y su esposa estaba embarazada, pero se negó.

Elsa Beatriz y Carlos Misael Pereyra se casaron muy jóvenes. Entrerrianos, ella de Concepción del Uruguay y él de Gobernador Maciá. Era el que no podía retar a los hijos, el que debajo del birrete les llevaba chupetines bolita. Era alegre, optimista y cuando se enteró de que iría a Malvinas, bromeaba con las criaturas, diciéndoles que les traería caramelos de pingüino. A su esposa le confesó que no regresaría.

Los Treppo eran diez hermanos y Juan Carlos era el mayor. Eran todos muy familieros y existía ese respeto especial por el hermano mayor. Eran de La Leonesa, Chaco, y Juan Carlos era como un segundo padre. A los 9 ya manejaba el tractor y a los 13 el camión. Llegó hasta tercer año en la Técnica, fue camionero, tuvo un paso por Prefectura antes de ser gendarme. Hizo el curso de comando. Su familia no sabía que se había ofrecido como voluntario, tampoco dijo nada para no preocuparlos.

Los familiares estuvieron una semana, y recorrieron diversos puntos de la isla (Stephanie Bridger)

La guerra

El plan original era el de permanecer en las islas luego del repliegue de las fuerzas que habían recuperado el archipiélago. Desempeñarían tareas de seguridad y policial. Pero a esa altura las órdenes ya habían cambiado.

En Malvinas operaron con el nombre de Compañía de Tropas Especiales 601. Recibieron la misión de llegar en helicóptero a un punto en Monte Kent, donde comandos de Ejército tomarían tres posiciones en el centro y los gendarmes las dos de los flancos para atacar a los británicos por retaguardia. Llevaban explosivos, lanza cohetes, proyectiles y minas.

Era las ocho de la mañana del domingo 30 de mayo. En el helicóptero en la base de Moody Brook ya estaban los quince comandos, al mando del Segundo Comandante Jorge San Emeterio. Pero serían 16. El primer alférez Ricardo Julio Sánchez, 26 años, oficial de operaciones, estaba en tierra agachado atándose los cordones de los borceguíes. Tenía tiempo porque iría en el segundo viaje, ya que ese helicóptero debía volver para llevar en tandas sucesivas a otras patrullas. Pero subió en ese porque era el que mejor manejaba la cartografía.

A la media hora de vuelo a baja altura, el piloto teniente primero Pedro Ángel Obregón sorprendió con una maniobra evasiva. Un Sea Harrier les había disparado un misil. Su pericia permitió que el proyectil no impactase de lleno en la máquina sino que se estrellase en el rotor de cola.

Miembros del Escuadrón Alacrán en 1982, antes de partir a Malvinas.

El helicóptero comenzó a sacudirse. La maniobra del piloto ayudó a retardar la caída. Antes de impactar sobre el terreno, el sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta se tiró por una de las ventanas. La máquina comenzó a incendiarse y el peligro inmediato era que las llamas afectasen a la gran cantidad de explosivos que transportaban.

Las llamas provocaron un denso humo negro. El sargento primero Miguel Víctor Pepe recuerda que fue hacia la cabina y golpeó los vidrios. Vio un rayo de sol que se colaba por el techo. Pudo distinguir a Acosta que desesperadamente le hacía señas. Lo ayudó a salir y se abrazaron.

En el Puma que se incendiaba había más gente atrapada. Tantearon en la humareda y vieron una mano que sobresalía. Así lograron sacar de los pelos al sub alférez Aranda. Pepe alcanzó a ver al sargento primero Justo Rufino Guerrero. “¡Hermano, sácame de acá!”, rogó. Con la ayuda de Aranda, Acosta y San Emeterio -parado sobre el techo de la máquina- lo salvaron. Impresionaban sus piernas destrozadas.

A Guerrero lograron llevarlo lejos de la máquina. Querían seguir buscando posibles sobrevivientes. Pero los explosivos, alcanzados por el fuego, estallaron.

Además del cementerio y Monte Kent, visitaron otros lugares donde se combatió. Dijeron que fueron tratados por los kelpers con respeto (Stephanie Bridger)

Nasif había muerto junto a Sánchez, aprisionados por la carga del helicóptero. Tampoco pudieron salir ni Pereyra, Verón, Guerrero y Treppo. El 10 de junio, también en cercanías del Monte Kent un proyectil de mortero mataría al gendarme Acosta.

La vida después

Cynthia Sánchez viajó dos veces a las islas, primero con la Cruz Roja y la segunda con el contingente con hijos y hermanos. Le confesó a Infobae que aún le cuesta hablar de su papá.

Los Nasif se enteraron de la muerte de Guillermo al día siguiente. Se había formado en el Liceo Militar General Paz y hasta había estudiado un año de ingeniería civil, mientras esperaba ingresar a Gendarmería, donde fue escolta de bandera.

Los Verón cuentan que a Marciano no le tocaba ir a la guerra pero que pidió ir. Ellos se enteraron de que estaba en las islas cuando le notificaron de su muerte. Gente de campo, toda la vida vivieron del fruto de su chacra, muestran orgullosos el libro que cuenta su historia. Se llama Entre lagunas y mares.

Guerrero nunca conoció a su hijo Víctor Gastón, actualmente suboficial de Gendarmería. Su hija Noelia Carolina es sargento en la misma fuerza y estuvo por no entrar porque pensó que no iba a soportar el curso. “Ahora no podría hacer otra cosa”, confiesa. Su marido también es suboficial y tienen dos hijos. En el 2000 visitó Malvinas. El papá de Víctor se ganaba la vida vendiendo chipá con un carrito y había perdido un ojo por un ataque de presión cuando se enteró de la muerte de su hijo.

Los comandos de Gendarmería cumplieron diversas misiones en la guerra. La del 30 de mayo sería su bautismo de fuego

Antes de irse a Malvinas, Carlos Misael Pereyra dejó grabado un cassete, que lo pasaron a un cd, en el que cantaba e imitaba sonidos y en la familia lo conservan como una reliquia. Su esposa cumplió lo que le hizo prometer, que si no regresaba que se volviese a Concepción del Uruguay. Sus hijos siguieron sus pasos: Elsa Verónica es suboficial de Gendarmería, Carlos oficial y fue Casco Azul y Marcos oficial de la Policía Federal.

Los Treppo vivían a cuatro cuadras de la sede del Escuadrón. A la mamá, Teresa de Jesús le habían dicho que a Juan Carlos había tenido un accidente con un helicóptero en Mendoza, pero ella enseguida presintió la verdad. Nelson, uno de sus hijos, recuerda que desde entonces sus padres tuvieron una mirada triste. Todas las tardes su mamá se sentaba en la puerta de la casa, como mirando a lo lejos.

Las identificaciones

En 2012 comenzó el Plan Proyecto Humanitario, pedido por el gobierno argentino y liderado por el comité internacional de la Cruz Roja. En el transcurso del mismo, los funcionarios se encontraron con dos tumbas colectivas que le generaban dudas de cuántos cuerpos contendrían.

Una de ellas era la C 1 10, que estaba identificada con el nombre de Sánchez “y tres soldados argentinos más”. En esa primera etapa de identificación, se pudo descartar que esos restos sean los de Sevilla, Luna y Aguirre, como entonces se suponía, ya que fueron localizados en otras tumbas.

Fue en la segunda etapa, desarrollada en 2021 cuando la Cruz Roja, con la colaboración del Equipo Argentino de Antropología Forense, se identificaron los restos de cuatro gendarmes, enterrados en la tumba C 1.10: Nasif, Verón, Pereyra y Treppo. Además, se confirmó la identidad de Sánchez y logró reasociar los restos de Guerrero.

La decisión de Cynthia Sánchez, hija del primer alférez Sánchez, fue fundamental: ella autorizó que se abriera la tumba en la que figuraba el nombre de su papá y se pudiera desarrollar el proceso que culminó con la identificación.

Los familiares coincidieron en describir la visita a las islas como “triste y emotiva”, y que “eran nudos que se empiezan a desatar”.

“Cuando visitamos el cementerio -contó Elsa Beatriz Cremona, viuda de Pereyra-, todos lloramos, pero con la convicción de que teníamos que seguir adelante por nosotros, por nuestros hijos y por nuestros descendientes”.

“Me aflojé en el cementerio”, admitió Jesús Berón; su hermano, Marciano, era el mayor, y por mucho tiempo le costó admitir que había muerto, ya que no había visto el cuerpo.

Hicieron tres visitas a Darwin. En una de ellas se acercó un cura católico que rezó un responso en español.

Con algunos de los familiares no se conocían y en esa semana crearon lazos indestructibles. “Somos hermanos de la esperanza, no del dolor”, aclaró.

Juan Martín Mena, viceministro de Justicia, le contó a Infobae que una vez que esos restos fueron inhumados como correspondía, se les ofreció a los familiares la posibilidad de viajar a las islas para visitar las tumbas. Todos accedieron. El Ministerio de Justicia coordinó el viaje.

El funcionario aclaró que hubo que esperar a que pasara la pandemia y que la isla volviese a abrir. Se dispuso entonces que cada familia de los caídos nombrase a dos representantes, que serían los que viajarían.

El viaje tuvo lugar el fin de semana pasado. En un vuelo del Estado llegaron a Río Gallegos, donde trasbordaron a uno comercial. Fueron acompañados por un psicólogo, un médico y un asistente del ministerio de Relaciones Exteriores.

El grupo con la gran cruz blanca del cementerio de fondo (Stephanie Bridger)

El gobierno, además del alojamiento, les contrató la movilidad y un guía, lo que posibilitó que pudieran visitar no solo el cementerio, sino además llegar hasta las inmediaciones de donde aún quedan restos del helicóptero en el que murieron los gendarmes, al pie del monte Kent. No pudieron llegar al lugar exacto porque están en propiedad privada y el dueño no permite visitas.

De todas formas, para los familiares, que contemplaron el lugar desde la ruta, fue significativo. Coincidieron ante Infobae en señalar que el terreno que estaban contemplando fue lo último que vieron ellos.

Mena subrayó que hasta el momento hay 121 cuerpos identificados y que aún restan cuatro o cinco casos sin resolver. El misterio está en la tumba colectiva B 4 16 y contiene los restos de la tripulación del Lear Jet, una máquina del Escuadrón Fénix, derribado el 7 de junio de 1982 sobre la Isla Borbón. Allí murieron el vicecomodoro Rodolfo de la Colina, su copiloto el mayor Juan José Falconier, el aerofotógrafo capitán Marcelo Pedro Lotufo, el operador de comunicaciones suboficial ayudante Francisco Tomás Luna y el mecánico suboficial auxiliar Diego Antonio Marizza.

Cansados, tristes, felices y con la tranquilidad en el espíritu de haber podido haber rezado frente a la tumba de su ser querido

El dilema está en que en la isla Borbón también hay una tumba. Esta tercera etapa del proyecto humanitario está en plena negociación con las autoridades británicas.

En el salón de la aeroestación militar aeroparque, donde se los recibió, los familiares están satisfechos. Alegres por los lazos construidos, tristes por las pérdidas que no se olvidan, dicen que el hecho de haber visto y de haber conocido de primera mano fue lo ayudó a darle una dosis de alivio y tranquilidad a un proceso de sanación cuyas heridas nunca terminan de cicatrizar y que sangran, pero para adentro.


domingo, 6 de marzo de 2016

GNA: Escuadrón “Alacrán”

Gendarmería en Malvinas: Alacrán, un Escuadrón con justa gloria  
Debemos recordar a estos hombres, que alguna vez fueron recibidos con recelo y poca consideración, pero que en 1982 se implicaron en la defensa de la República luchando frente a frente contra las fuerzas del Reino Unido de Gran Bretaña en la Guerra de Malvinas.

Por VGM Osvaldo Jorge Palacio - periodista
El Malvinense



Eran todos combatientes profesionales de la Gendarmería Nacional y habían pasado por un largo período de entrenamiento. Se trataba de comandos comprometidos con la ciencia de la guerra y el arte de la paz. Eran todo valor y ejemplo. Ellos tuvieron el honor de actuar en el Teatro de Operaciones Malvinas, lo hicieron junto a sus pares del Regimiento de Infantería 25.

Los cuadros de la Gendarmería Nacional tienen instrucción y estado militar. Toda vez que exista una situación de guerra en la que se encuentre amenazada la soberanía nacional, pueden ser convocados para integrar un componente terrestre.

En cualquier situación de conflicto bélico, las tropas de operaciones especiales se convierten en una herramienta indispensable para la conducción estratégica por contar con una capacidad de respuesta eficaz, inmediata y contundente

En mayo de 1982, en función de la situación bélica que se vivía en Malvinas, se conformó un elemento móvil de combate que se llamó tropa Especial 601, que luego, por iniciativa de los propios integrantes se denominó Escuadrón “Alacrán”, nombre con el que pasó la historia.

Un relato nos dice que el 27 de mayo, en Comodoro Rivadavia, “compramos una bandera argentina con los únicos sesenta pesos que nos habían dado. Le dibujamos el símbolo bélico de nuestro Escuadrón en un negro intenso y, sumamente emocionados, juramos defenderla hasta perder la vida. Hoy, esa bandera nuestra tan querida, que no entregamos al enemigo, la conservamos como sagrado baluarte.”



“Subimos al Hércules que nos transportaría a Malvinas. El viaje se produjo en total silencio. Cada uno inmerso en sus pensamientos. Sólo oíamos el imponente rugido de los motores y veíamos olas que empañaban las ventanillas. Prácticamente volábamos sobre ellas.”

Los oficiales, suboficiales y gendarmes estaban bajo las órdenes del entonces comandante José Ricardo Spadaro. Eran todos combatientes profesionales y, como consecuencia de los enfrentamientos, sufrieron siete muertes; la mayor proporción de bajas en relación al número de integrantes de una unidad. En total eran cuarenta hombres.

Los “Alacranes” puestos en acción, dieron inmediata respuesta a los requerimientos estratégicos. Ellos, como todas las fuerzas de elite que operaron en Malvinas estaban preparados para cualquier acción ofensiva. El 30 de mayo recibieron la orden de ocupar cinco alturas para actuar como alerta temprana, en el sector oeste, cubriendo una línea más allá de los cerros Dos Hermanas, dos riscos gemelos, pero sin llegar a Monte Kent que en ese momento ya estaba en poder de los ingleses. El combate allí era letal. Los ingleses se habían infiltrado en nuestras posiciones y una patrulla del Ejército Argentino había caído en una contraemboscada. La situación que se vivía en Dos Hermanas indicaba que se acercaba el momento decisivo.

El movimiento de los “Alacranes” hasta la posición señalada se realizó en un helicóptero del Ejército que fue alcanzado por un misil enemigo que lo precipitó a tierra y apenas caído fue atacado desde el aire por un avión Sea Harrier. Esta acción provocó la muerte instantánea de seis gendarmes y resultó gravemente herido el sargento primero, Justo Rufino Guerrero.

Ese fue el día del Bautismo de Fuego del Escuadrón “Alacrán”. Esa página de gloria tiene un agregado, las actuaciones heroicas del segundo comandante Ramón Gumersindo Acosta y del sargento primero Carlos Pepe, quienes socorrieron y rescataron al subalférez Aranda y al mismo suboficial Guerrero.

También ayudaron a otros integrantes de la patrulla que se encontraban atrapados en el helicóptero abatido y que se hallaba a punto de estallar por el fuego que alcanzaba la munición que transportaba. El segundo comandante Acosta estaba muy golpeado, dado que antes que el helicóptero impactara sobre el suelo, logró desprenderse voluntariamente de la aeronave y golpeó fuertemente en la turba. Pensando en su familia, Acosta, esa misma noche, le escribe una carta a su hijo en la que contaba lo ocurrido ese día.

Sin embargo, nada era preocupante al extremo; los integrantes de “Alacrán” habían sido preparados para actuar en tiempos de tranquilidad, para reaccionar en momentos de crisis y para trabajar en conflictos abiertos. Los cursos teórico-prácticos les habían proporcionado conocimientos de inteligencia, sabían la técnica de la exploración, el reconocimiento estratégico y estaban aptos, llegado el caso, para llevar adelante un enfrentamiento no convencional.



Después se les asignó una nueva misión. Fue el 10 de junio, en cercanías del Monte Kent, donde en una emboscada, resultó herido el gendarme Pablo Parada y es herido de muerte el suboficial Ramón Gumersindo Acosta, que cerró la página de los siete gendarmes que hicieron realidad la sentencia latina “Dulce et decorum est pro patria mori” (Es dulce y decoroso morir por la patria). Ellos eran: El primer alférez Ricardo Julio Sánchez, subalférez Guillermo Nasif, cabos primeros Marciano Verón y Víctor Samuel Guerrero, cabo Carlos Miguel Pereyra y gendarme Juan Carlos Treppo.

Sobre el final de la guerra, Alacrán fue destinado a defender una posición cercana a Puerto Argentino. Luego de resistir victoriosamente ataques de los ingleses, el comandante Spadaro entendió que había que abandonar algunas posiciones ya que había riesgo de que sea alcanzada por fuego de artillería. “A la mañana siguiente, después del bombardeo nocturno había quedado en pie solo la chimenea. Hasta el día de hoy, bendigo mi acertada premonición”

El jefe rescató su reencuentro con Dios y la paz de su espíritu después de haber vivido tantas situaciones límites. “Esta disposición espero que me acompañe toda mi vida”.



El 14 de junio, dispuesto el cese del fuego, se inició el repliegue hacia Puerto Argentino. Dos días después, el grueso del Escuadrón Alacrán era embarcado en el buque Canberra rumbo al continente. La bandera volvía escondida entre las ropas del subalférez Aranda.

Un mes después de producida la rendición, el buque “Saint Edmund” trasladó a los jefes del Escuadrón, comandantes Spadaro y Díaz, junto a otros oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas.

De la participación casi olvidada de la Gendarmería Nacional en la guerra de Malvinas, se rescata la fortaleza de sus hombres, la valentía y el arrojo, la humildad, la perseverancia y la voluntad. Se trata de una rúbrica indeleble. El ejemplo, sin duda, alimenta el espíritu de quienes hoy portan las insignias de la Fuerza.

"Gendarmes, centinelas de la patria, héroes caídos en Malvinas, honor y gloria es vuestro legado. Descansen en paz".



Carta de un gendarme a su hijo
Puerto argentino 02/06/82

Querido hijo Diego, qué tal muchacho? Cómo te encuentras?

Perdóname que no me haya despedido de ti, pero es que no tuve tiempo, por eso te escribo para que sepas que te quiero mucho y te considero todo un hombrecito y sabrás ocupar mi lugar en casa cuando yo no estoy.

Te escribo desde mi posición y te cuento que hace dos días iba en un helicóptero y me bombardearon, cayó el helicóptero y se incendió, murieron varios compañeros míos pero yo me salvé y ahora estamos esperando el ataque final.

Yo salvé a tres compañeros de entre las llamas. Te cuento para que sepas que tienes un padre del que puedas sentirte orgulloso y quiero que guardes esta carta como un documento por si yo no vuelvo, o si vuelvo para que el día de mañana cuando estemos juntos me la leas en casa.

Nosotros no nos entregaremos, pelearemos hasta el final y si Dios y la Virgen permiten nos salvaremos.

En estos momentos estamos rodeados y será lo que Dios y la Virgen quieran. Recen por nosotros y fuerza hasta la victoria final.

Un gran abrazo a tu madre y a tu hermana, cuídalos mucho, como un verdadero Acosta.

Estudia mucho.

“VIVA LA PATRIA”

Cariñosamente.

RAMÓN ACOSTA
Los hombres que integraron el Escuadrón “Alacrán”

Jefe: Comandante José Ricardo Spadaro
2do Jefe de Escuadrón: Comandante Hugo Alberto Díaz

Integrantes:

Comandante Carlos Saturnino Vega
2do Comandante Jorge Enrique San Emetrio (+)
2do Comandante Eduardo Miguel Santo (+)
1er Alférez Néstor Alfredo Gómez del Junco
1er Alférez D Ricardo Julio Sánchez (Muerto en Combate)
Subalférez Guillermo Nasif (Muerto en Combate)
Subalférez Miguel Ángel Puente
Subalférez Oscar Rodolfo Aranda
Sargento Ayudante Ramón Gumersindo Acosta (Muerto en Combate)
Sargento Ayudante Natalio Jesús Figueredo
Sargento Primero Miguel Víctor Pepe
Sargento Justo Rufino Guerrero
Cabo Primero Carlos Alfredo Oliva
Cabo Primero Blas Fanor Montellano
Cabo Primero Miguel Edgar Echeverría
Cabo Primero Juan Alberto Fleitas
Cabo Primero Agustín Jara
Cabo Primero Luis Alberto Kovalski
Cabo Primero Jorge Omar Trangoni
Cabo Primero Marciano Verón (Muerto en Combate)
Cabo Primero Víctor Samuel Guerrero (Muerto en Combate)
Cabo Carlos Misael Pereyra (Muerto en Combate)
Cabo Miguel Ángel Encina
Gendarme Juan Carlos Acosta
Gendarme Julio Ramón Benito
Gendarme Julio Oscar Gibbons Capandegui
Gendarme Alfredo de Bernardo
Gendarme Ramón Duarte
Gendarme José Isidro Ferreira
Gendarme Víctor Jorge Ferreira
Gendarme Juan Carlos González
Gendarme Ángel Andrés Huenchul
Gendarme Máximo Ramón Molina
Gendarme Miguel Ángel Notarnicola
Gendarme Pablo Daniel Parada
Gendarme Juan Carlos Pardo (+)
Gendarme Santiago Ramón Sena
Gendarme Juan Carlos Treppo ( Muerto en Combate)
Material de consulta:
Archivos

Documentos del Comandante General, VGM José Ricardo Spadaro

Libro “Dios en las trincheras” Sitio Gendarmería Nacional
Por VGM Osvaldo Jorge Palacio - periodista

miércoles, 22 de octubre de 2014

Armas Argentinas: Pistola Ballester Molina mod.1938

Pistola Ballester Molina Modelo 1938 

La pimera pistola de diseño y fabricación nacional producida en grandes series para el Ejército Argentino, y luego para la ARA, Gendarmeria Nacional, la infantería de Marina, Fuerza Aérea e infinidad de cuerpos policiales en todo el pais. La Ballester Molina fue exportada en cantidad durante la Segunda Guerra Mundial a Inglaterra, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela. El diseño de la Ballester Molina era una adaptación de la Colt 1911 cal. 45; pero varias revistas especializadas norteamericanas la comparan favorablemente con la Colt. Al cerrar sus puertas, la HAFDASA (Hispano Argentino Fábrica de Automoviles S.A.) produjo alrededor de 100.000 de estas pistolas: cifra muy importante para la Argentina en aquella época si consideramos que a mediados de la década de 1990 la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM) habia producido unas 550.000 pistolas Hi-Power de diversos modelos, y BERSA una cantidad similar. 

La pistola fue adoptada como arma reglamentaria por el EA que la designó mod, 1938. En un comienzo estas armas eran designadas "Ballester-Rigaud. Debemos aclarar que Rorice Rigaud era un ingeniero francés a cargo de la planta, quien fue separado de su cargo a causa de sus actitudes. 


Pistola Ballester Molina.
País de origen: Argentina.
Año de creación: 1938.
Creador: Hispano Argentino Fábrica de Automoviles S.A (HAFDASA).
Calibre: .45 ACP
Longitud: 212 mm.
Longitud del cañón: 127,8 mm.
Peso: 1.060 gramos (vacía).
Acción: Semiautomática.
Sistema de alimentación: Cargador de siete municiones + una munición en recámara.
Variantes: Calibre .22 LR. 


Claves:
- La producción de este arma terminó en 1953.
- La empresa HAFDASA también hacía buses, camiones, autos y motores.
- La Ballester Molina se inspira en la Colt M1911 estadounidense.
- El gobierno británico compro unas 25.000 Ballester Molina durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) para uso de la Royal Air Force, fuerzas especiales y espías del Special Operation Executive (SOE), y el 8° ejército que combatió en África del Norte.
- Los ejemplares marcados con la leyenda “Ballester Rigaud” fueron producidos entre 1938 y 1942.
- Hasta la aparición de la pistola Ballester Molina la Policía Federal Argentina y las fuerzas armadas argentinas utilizaban reglamentariamente una copia local de la Colt M1911, que databa de 1927.
- Una diferencia técnica que se destaca entre la Ballester Molina y la Colt M1911 es la ausencia del seguro de empuñadura en la pistola de manufacura argentina.
- En la orden del día interna N° 108 del 10 de septiembre de 1968, correspondiente al ámbito de la Policía Federal Argentina, fue publicada la formación de una comisión verificadora para reemplazar las pistolas Ballester Molina calibre .45 ACP.
- Existió una serie limitada de Ballester Molina que se entregaba con un kit de conversión a calibre .22 LR. 


Fotografías 
 
Ejemplar personal de André Marois.
Ballester Rigaud 11,25 mm

Ballester-Molina 11,25 mm

Ballester Molina de la Gendarmería Nacional

Ballester Molina cal. 22 LR
Ballester Molina cal. 22 LR




viernes, 6 de diciembre de 2013

Subfusiles: Halcón M/943

Pistola ametralladora Halcón M/943 (Argentina) 



Pistola ametralladora Halcon M/943 
Calibre .45ACP 
Peso 4.05 kg 
Longitud 850 mm 
Longitud de cañón 292 mm 
Tasa de fuego 700 tiros por minuto 
Capacidad de cargador 17 or 30 municiones 

La pistola ametralladora Halcon M/943 (Pistola ametralladora Halcón, modelo 1943) fue desarrollado por la fabrica de armas argentina Fábrica de Armas Halcón. Fue fabricado para el ejército y la policía argentina; la variante más ligera y más compacta de la misma arma fue fabricada como la Halcon M/946 de las Fuerzas Aéreas de Argentina (Carabina ametralladora Halcón, modelo Aeronáutica Argentina 1946). Esta arma se encuentra raramente fuera de América del Sur. 


Los ¨Halcones Pesados¨


Tras una serie de diseños, pruebas y prototipos, en 1943 se empezó a producir el Modelo Argentino 1943 o P.A. ( Pistola Ametralladora ) Modelo Pesado 43, en calibre 45 ACP. Este arma fue adoptada por la Gendarmería Nacional y se la conoce también como Halcón MP-43. 
Venía con culata de madera y poseía una bocacha muy gruesa. 
Estos modelos ¨Pesados¨ no estaban construídos en estampados ni llevaban plásticos y estaban influenciados por dos subfusiles: la Beretta M-1938 y la Thompson M1928. 
De la primera tomó su cajón de mecanismos tubular con tapón roscado y de la segunda, su fuerte estructura, el cañón con aletas torneadas, la bocacha y sus caros mecanizados, además de su calibre por supuesto. 
El 45 ACP era el reglamentario en las FF.AA. argentinas en aquellas épocas y se lo eligió para este arma por razones logísticas. 
Posteriormente se produjeron las MP-46 y 49 
La MP-46 ¨Modelo Aeronáutica¨, era una derivada del MP-43 producida en 1946, más compacta y pensada para tropas paracaidistas. Se mantuvo el calibre 45, pero el cañón y el cajón de mecanismos se acortaron y además, a diferencia de la MP-43, poseía un culatín giratorio rebatible sobre el lado derecho del cañón. 
Estos cambios, pensados para los paracaidistas, le daban más agilidad en el manejo y una disminución en su peso. Al igual que su predecesora, se alimentaba con cargadores rectos para 17 ó 30 cartuchos, pero los cargadores de los dos modelos eran intercambiables. 
El MP-49 pesaba 4,625 kg y con el cargador de 36 cartuchos, su peso se elevaba a 5,311 Kg 
Tenía culatín rebatible y parece estar pensado para tener una larguísima vida útil. Es quizá el más robusto de la serie. 
El próximo modelo, fue el MP-43 pero esta vez para el EA. El MP-43 básico fue dotado con un culatín plegable y con una bocacha compensadora de un diámetro menor que el de la Gendarmería, más parecido al de Aeronáutica. 
Sin embargo, el cambio más importante fue el del calibre, cuando el 9mm Parabellum reemplazó al 45 ACP en 1949 
Todos estos modelos estaban construídos con la mejor materia prima disponible, pero la calidad se hizo sentir en el costo y es entonces que, por razones económicas, la saga de estos subfusiles se racionalizó a los efectos de ser más ligeros y fáciles de fabricar.

En Malvinas







Funcionamiento 


La pistola ametralladora Halcón M/943 es un arma de retroceso simple que dispara a cerrojo abierto. El arma puede disparar tiros individuales y completamente automático, gracias al selector de modo de fuego, que se encuentra en el lado izquierdo, arriba del gatillo. La manija de carga también se encuentra en el lado izquierdo y no se mueve cuando la pistola se dispara. La metralleta Halcon M/943 está equipado con un fuerte cañón con aletas y un masivo compensador de boca, y tiene una empuñadura de pistola/culata de madera de forma peculiar. La metralleta Halcon M/946 fue un diseño similar excepto que tenía un cañón más corto y una culata que se desplegaba desde abajo del tipo MP40. 




Halcón 1946
 
 
 
 


Georgian Weapons
Fotos del Museo de Armas de la Nación por Gonzalo