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domingo, 5 de noviembre de 2023

RI 25: La bandera y los sables enterrados del regimiento

Un secreto que tiene 40 años: el misterio de la bandera y los sables que Seineldín mandó a enterrar en Malvinas

Por muchos años fue un mito. Sin embargo, Infobae habló con algunos de los protagonistas clave que permitieron develar detalles inéditos de cómo la fría turba malvinense atesora, en un lugar cuya localización se guarda bajo siete llaves, los símbolos del Regimiento de Infantería 25

Infobae

Algunos de los testigos recuerdan perfectamente el lugar, aunque no se ponen de acuerdo en la fecha en el que, en una suerte de hermético conciliábulo, ocultaron lo que para ellos era el tesoro más preciado. Fue el 15 o quizá el 16 de junio. En medio de la desazón de la rendición, el coronel Seineldín ordenó a un capitán de logística juntar los sables de los oficiales de su unidad y los hizo llevar al aeropuerto. Luego de realizar una formación en la que se arrió la bandera del Regimiento, a otro oficial le cupo la tarea de recortarle el sol.

La bandera, una de las protagonistas de esta historia. Acá en una formación en las islas.

Ochenta días antes el propio Seineldín, jefe del regimiento 25 sorprendía a sus oficiales con una increíble noticia: debían prepararse contrarreloj para ir a la guerra contra los ingleses en Malvinas.

Fue ese viernes 26 de marzo de 1982 que se armó la Compañía C. Su jefe sería el Teniente Primero Carlos Esteban. Tendría tres jefes de sección: el teniente Roberto Estevez, y los subtenientes Roberto Reyes y Juan José Gómez Centurión.

El jefe de la unidad les ordenó que llevasen su sable, porque irían a la batalla. La primera reacción fue de fastidio, porque sabían que no lo usarían. En el frenesí y el entusiasmo que había, algunos admitieron que “en aquel momento nos invadió un halo de mando”, y otros fueron más prácticos. “Llevar el sable a Malvinas era un chino absoluto. Cuando llegamos todos los pusimos en un lugar y no reparamos en ellos hasta el 14 de junio”.

Mohamed Seineld{in, el jefe del regimiento 25. Ordenó a sus oficiales llevar a Malvinas sus sables, símbolo de mando.

Pero el que dio la orden decía que el 25 era ‘regimiento de infantería especial’. Y sabía que cada hombre se sentía distinto. Y se preocupaba por su entrenamiento y por su formación”. Seineldín deseaba mantener la simbología de los oficiales japoneses que fueron a combatir a la Segunda Guerra Mundial, acompañados de sus espadas samuráis.

La simbología del sable es explicada en el sitio web del Colegio Militar. El puño simboliza la verdad y lleva acuñado en su pomo el escudo nacional. El guarda manos ofrece la misma curvatura de origen morisco, escogida por el general San Martín y que representa el equilibrio, la justicia y la paz. La efigie de Cuzco revela hasta dónde había llegado el ejército libertador. En el nacimiento de la hoja esta Marte, el dios de la guerra y en el reverso la libertad. La hoja lleva grabada la frase “sean eternos los laureles” y la dragona posee una cinta con lazo corredizo, para ceñirla a la muñeca al desenvainar, cinta que si se la despliega cabe la cabeza de un hombre.

¿Cuál es el mensaje de todos estos elementos? “Siempre que desenvaines tu sable, empuñando la Verdad y teniendo al Escudo Nacional como divisa, en defensa de nuestra Libertad, aunque te empeñes en la Guerra, las más caras y gloriosas tradiciones nacionales te protegerán la mano. Tuya será la victoria y eternos serán los laureles pero piensa que atado a tu muñeca llevas un juramento prendido que te recuerda: ¡Más vale morir ahorcado, que traicionar a la Patria!”

Formación del regimiento con las islas de marco. Era plena guerra.

“Nos sometió a un entrenamiento fenomenal. Sabía que en las islas íbamos a estar solos y que nos veríamos obligados a tomar nuestras propias decisiones. Él nos preparó para eso. Seineldín fue un soldado que formó soldados”, describen. “Poseía un sentido espiritual muy profundo, que daba fuerza en el combate. Transmitía grandes valores en pequeños gestos”.

No se quedó con el sable sino que el regimiento fue el único que llevó a un trompeta. Era el cabo primero músico, de 19 años, René Omar Tabares. Seineldín decía que “cuando desembarquen acá en la playa y ya no demos más -le dijo a un joven subteniente- usted va a llevar la bandera del regimiento, y mientras el cabo primero Tabares toque ‘A la carga’ con la trompeta, yo iré con el sable y la pistola”.

El 25 jugaría un papel importante en la Operación Azul, rebautizada en alta mar como Rosario. Luego de la recuperación, la infantería de marina se replegaría y el Regimiento 25 permanecería como único guardián de las islas, con Seineldín como jefe.

Como es sabido, el grueso del 25 fue destinado a Puerto Argentino. Y aunque nunca hubo combates en la capital de las islas, éste era un punto probable que los ingleses podrían elegir para desembarcar.

Detalle de la empuñadura de un sable, similar a los que llevaron a Malvinas.

El joven Tabares tenía a su cargo izar y arriar la bandera del regimiento en el mástil que estaba cercano a la casa del gobernador. Intervenía con su instrumento en la rutina típica de la vida cuartelera. También era convocado para participar en ceremonias más dolidas, como eran los entierros de soldados argentinos.

“Todos los días hacía tocar diana y cuando los infantes estaban a merced de un ataque aéreo inglés, Seineldín le hacía tocar ‘A la carga’. Y con la estridencia de la trompeta venían los gritos, los fuegos reunidos y convertía un hecho intimidante, en uno que te generaba estímulo de pelea. Y ese era el Turco. Esa era su naturaleza de mando”, recordó uno de los oficiales.

Paradojas del destino: Seineldín, preparado para la pelea, no disparó un solo tiro. Con el grueso del Regimiento 25 tenía a su cargo la defensa del aeropuerto de Puerto Argentino donde los ingleses se empeñaron en bombardear su pista, pero no elegirían ese punto para desembarcar. Uno de los oficiales que combatió a los ingleses en Darwin dijo que “eso lo vivió con una entereza enorme. Estuvo en el pozo hasta el último día. Se comió todas las bombas durante toda la guerra. Fue muy frustrante. Y nuestras secciones entraron en combate en forma muy desproporcionada en lugares muy aislados unos de otros. Pero eso es la guerra”.

Una parte del regimiento permaneció en el aeropuerto; las distintas secciones de la compañía C se batieron valerosamente en San Carlos y en Darwin.

Cuando pisaron suelo malvinense, los soldados conscriptos clase 63 del 25 no habían jurado aún la bandera. Debían hacerlo. Se organizaron dos ceremonias. Una en Puerto Argentino el 24 de abril, y otra en Darwin el 25 de mayo. En el helicóptero Bell UH-1H AE 409 de Aviación de Ejército el jefe del 25 con su cuerpo de oficiales, sus sables y la bandera del regimiento volaron hacia ese punto. Y con ellos, por supuesto, el trompeta Tabares.

El Regimiento 25 tuvo una destacada actuación en la guerra. No solo fue la única unidad de Ejército que participó del desembarco, sino que luchó contra los ingleses en San Carlos cuando éstos establecieron la cabeza de playa y además efectuaron el contraataque a Darwin.

Tuvieron 12 bajas: siete soldados, cuatro suboficiales y un oficial. Y 35 de sus integrantes recibieron medallas. La Cruz La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate, que es la más alta condecoración, integrantes de Ejército recibieron siete y dos de ellas fueron para el Teniente Roberto Estévez (post mortem) y para el subteniente Gómez Centurión.

Cuando todo había concluido, a la bandera se le recortó el sol y se quitó la moharra del mástil. El paño acompaña a los sables que fueron enterrados.

Cuando esa unidad era la Agrupación Motorizada Patagonia, en 1947 el entonces presidente Juan D. Perón obsequió a la unidad una bandera. En esas horas que siguieron a la rendición, se la arrió y se le separó el escudo nacional y la moharra, que es la punta metálica que coronaba el asta.

Cuando tuvieron todos los sables, fueron cubiertos con el paño de esa bandera sin sol. Luego los envolvieron en un plástico al que ajustaron con cinta de embalar. Seguidamente, con una manta se arrolló ese paquete y repitieron el procedimiento de la cinta. Una vez realizada esta tarea, lo ajustaron dentro del recipiente usado para transportar munición de 105 milímetros. El recipiente se selló con cinta y posteriormente se envolvió en plástico, que volvió a ser asegurado de la misma manera. Todo fue introducido en un cajón de munición y vuelto a cubrir con plástico asegurado con más cinta.

Escogieron un lugar de las islas que los testigos a lo largo de los años lo visitaron y que aseguran que está tal cual lo dejaron en junio de 1982. Su localización exacta aún se mantiene en el máximo secreto. Cuando el primer oficial de Ejército pudo viajar a las islas, Seineldín le encomendó revisar el lugar. Todo estaba como entonces.

Allí Seineldín, junto a algunos de sus oficiales, enterraron ese paquete en una suerte de ceremonia muy reservada. Alrededor del pozo que habían cavado, les hizo juramentar que sus hijos o bien sus nietos serían los encargados de regresar a las islas a desenterrarlos para volver a recuperarlas. “Tienen la obligación de hacerlo…”, insistó.

Y taparon el pozo.

No todos los sables fueron enterrados en esa misteriosa ceremonia. Hubo otros casos en que esas armas fueron voladas junto con las posiciones que ocupaban las fuerzas argentinas. Asimismo, se inutilizó todo el armamento posible, haciendo detonar granadas en las bocas de los cañones y tirando partes de armas al mar.

Años después, cuando el hermano de un oficial veterano del 25 visitó Malvinas, se propuso recuperar el sable que había enterrado en su posición, cercano al aeropuerto. En compañía de un kelper munido de una pala, fue guiado vía celular desde Buenos Aires. La clave estaba en partir del lugar exacto donde al inicio de la guerra habían emplazado una virgen, en una de los tantos puntos defensivos. Estaba “a siete pasos al oblicuo izquierdo y a un metro de profundidad”, aún recuerda. Pero no tuvieron suerte.

Otro oficial relató que “no íbamos a permitir que los sables los entreguen o los tiren; yo enterré el mío junto con mi pistola y otros efectos personales, soñando que algún día nos podía ser útil porque las íbamos a volver a buscar”.

Lo que quedó de la bandera de guerra es exhibido en el regimiento, en Chubut.

Menos suerte tuvieron aquellos sables que terminaron en vitrinas de museos militares en Gran Bretaña o en poder de ingleses, como trofeos de guerra.

El que quiera apreciar el sol que había sido recortado de la bandera de guerra del regimiento, puede contemplarlo en un cuadro en el museo del Regimiento 25 en Colonia Sarmiento, provincia de Chubut. El resto de la bandera aún está de guardia en las islas, bajo la turba junto a los sables, añorando el “a la carga” del trompeta Tabares.





domingo, 15 de octubre de 2023

La vida del conscripto Jorge Palacios

El soldado de Malvinas que le rogó a Dios que no lo dejara morir “despacito” tras ser sepultado vivo por una bomba

Fue conscripto del Regimiento 25. Quedó atrapado bajo la turba en su pozo de zorro durante dos horas junto a un compañero. El milagroso rescate y su encuentro con el Papa. Hoy acompaña a los veteranos que no pasan por un buen momento y lucha para que la sociedad comprenda la pesada mochila que llevan los excombatientes

Infobae

Los que lo vieron jugar, decían que era un 10 habilidoso y talentoso, que prometía, un derecho que le pegaba con las dos piernas. Cuando imaginaba su futuro se veía en la primera del Jorge Newbery, el club donde se lucía y de ahí tal vez pasar a uno de Buenos Aires. Jorge Eduardo Palacios, que había nacido el 17 de octubre de 1963, vivía con su familia en el Ceferino, un barrio de casas bajas con un monoblock en su centro, en Comodoro Rivadavia. Su papá Juan Paulino trabajaba en el hospital Alvear, su mamá se llamaba Silvia y tiene tres hermanas y un hermano. El es el tercero.

Febrero de 1982. Jorge Palacios en el vivac del regimiento 25. (Gentileza Jorge Palacios)

Cuando en enero de 1982 le llegó el telegrama para incorporarse al servicio militar -en el sorteo le había tocado el 832- se ganaba la vida como ayudante de chapista y pintor. Su destino fue el regimiento 25 de Colonia Sarmiento.

El día que habló con Infobae, volvía de la plaza, donde todos los 2 se canta el himno. Lo primero que hizo notar fue que cumplía exactamente 40 años de su incorporación al servicio militar. De Malvinas, su primer recuerdo es la fotografía que le tomaron al momento de subir al avión. Instantes después, en la escalerilla del Hércules un subteniente les dijo que iban a ir “a un lugar donde desean estar todos los argentinos. Vamos a recuperar las Malvinas”.

Como no tenía reloj, no pudo precisar la hora de la madrugada en que pisó suelo malvinense el 2 de abril.

Junto a Antonio Naudan, el 25 de marzo de 1982. Con Naudan eran amigos del barrio Ceferino. (Gentileza Jorge Palacios)

Recuerda que los primeros días estuvo en el pueblo, montando guardia y a partir del 21 de ese mes los trasladaron al aeropuerto. Tomó real conciencia de lo que era estar en una guerra cuando por primera vez soportaron un bombardeo británico. Sintió miedo a lo desconocido, a esa incertidumbre de lo que le podía ocurrir.

Se emociona cuando cuenta que el 24, cerca de la pista y con un barco abandonado como escenografía de fondo, juró la bandera con sus compañeros. Es que debían hacerlo antes de entrar en combate y los soldados del Regimiento 25 fueron los primeros en dar el si juro. Dicha unidad organizó otra ceremonia en Darwin el 25 de mayo.

Esta foto se tomó el día que juraron la bandera. Palacios es el segundo desde la izquierda en la fila de abajo. (Gentileza Jorge Palacios)

Los malos presentimientos que sentía se hicieron realidad el 4 de mayo. Recuerda que el día anterior, con unos diez compañeros, rodilla en tierra, habían rezado el Rosario. Lo hacían habitualmente.

Esa madrugada estaba de guardia sobre un cerrito que miraba al mar, frente a la torre de control del aeropuerto.

Cerca de las tres lo sorprendió un ruido, al que confundió con el vuelo de un Hércules. En realidad, eran dos grandes bombas arrojadas por aviones Vulcan ingleses. Una estalló a unos 30 metros de su posición. La otra, que impactó a escasos seis, y que dejó un cráter descomunal, fue casi fatal para él.

En fracción de segundos, sintió que la onda expansiva le hundía la cara, le hizo dar vuelta la cabeza y lo arrojó violentamente en el pozo de zorro. Su brazo derecho le quedó apuntando hacia arriba y el izquierdo aprisionado por la turba y las piedras. La manta que llevaba sobre los hombros para abrigarse quedó inexplicablemente desplegada sobre su cuerpo. El está convencido que era el manto de la Virgen.

Debajo suyo quedó el soldado Raúl Ortiz, que en el momento de la explosión estaba durmiendo. Tenían encima cerca de dos metros de tierra y piedras.

“Che, Ortiz, hagamos fuerza”. Fue inútil porque los escombros no se movían.

Gritaron. Palacios cree que repitieron el pedido de auxilio unas diez mil veces. Pero nadie escuchaba.

Perdió la noción del tiempo. Intuyendo lo peor, se preparó a morir. Mentalmente se despidió de sus viejos, de su hermanos, de sus amigos. Como en una película en blanco y negro se vio con sus seres queridos en aquellos momentos de alegría que pasó junto a ellos.

De pronto sintió que hablaba con Dios. Se sorprendió de la paz que experimentaba, en esa oscuridad, atrapado. Remarca que esa paz no la volvió a sentir nunca más.

No estaba desesperado. Se preguntó por qué Dios lo hacía morir despacito. “No me haga morir así, Señor, por favor”, repetía. Percibía las lágrimas que corrían por sus mejillas.

Ortiz estaba inmóvil, pensó que había fallecido. Comenzó a notar que la tierra se hundía, alguien caminaba en la superficie, justo donde estaban enterrados. “¡Gritemos!”, casi le ordenó a su compañero. Lo hicieron con las últimas fuerzas que les quedaban, no entendían cómo aún podían respirar.

Los soldados los escucharon y excavaron con lo que tenían a mano, hasta con sus propias manos. De pronto alguien cortó la manta con un cuchillo, y apareció la cara de Palacios.

Los habían dado por muertos. Nadie lo podía creer. Todos lloraban mientras los abrazaban.

En el hospital, el doctor capitán José Luis Corominas se sorprendió al comprobar que no tenían ninguna herida. Este médico también es de Comodoro y cuando se encuentran por la calle, en el centro, siempre se saludan.

El 8 de mayo, se hizo una procesión con la imagen de la Virgen. Palacios y Ortiz la llevaron. En un extremo, Seineldín está atento a la situación. La fotografía está dedicada a Palacios por el capellán de guerra. (Gentileza Jorge Palacios)

Al volver a sus posiciones, el coronel Seineldín los arengó. Le dijo que estuvo casi dos horas bajo tierra. El día 8 unos doscientos soldados rezaron la misa y llevó junto con Ortiz la imagen de la Virgen en procesión por los alrededores del aeropuerto. Años después le alcanzaron una fotografía de ese momento, que el capellán Padre Vicente Martínez Torrens se la dedicó en 2008. El salesiano entonces le advirtió que tenía una misión, y que solo él tenía que descubrirla.

Lo último que imaginó cuando la dejó en un jeep es que volvería a ver esa imagen 37 años después.

En los últimos días del combate, le tocó ir a reforzar el frente de batalla. Nuevamente se encomendó a Dios porque estaba seguro que no volvería vivo al continente.

Se entristece hasta las lágrimas cuando menciona el momento en que arriaron la bandera en Puerto Argentino. “La derrota fue muy dura”. Nuevamente menciona a Dios para agradecer que no regresó con secuelas físicas.

Cuando regresó al continente, lo primero que deseó hacer es ver a sus padres. Cuando ingresaron al cuartel de madrugada, había gente esperándolos. Estaban ellos, con los que se abrazó y lloraron.

Con su mamá Silvia, en junio de 1982. Cuando vio la fotografía, se sorprendió de su aspecto. (Gentileza Jorge Palacios)

Aunque estuvieron solo unos pequeños momentos, pudieron tomarse una fotografía. Al verla, aún hoy se sorprende de su rostro flaco y demacrado.

Una vez de regreso a la vida civil, a su mamá le contó lo de la bomba muy por arriba, para no preocuparla. Le dolió que cuando relató el episodio, por lo general la gente no le creyera, que no podía ser.

En los primeros meses le costó salir a la calle, y menos ir a jugar al fútbol, su pasión. Sus amigos lo iban a buscar, y él se hacía negar mientras espiaba a través de la cortina de la ventana. Quería estar con su mamá, que le preparaba la comida, le hacía un té, lo atendía y lo contenía.

Demoró unos seis meses en soltarse.

Un día inolvidable. En la plaza San Pedro, Francisco observa la fotografía de la procesión. (Gentileza Jorge Palacios)

Fue duro cuando salió a buscar trabajo. En 1984 entró junto a otros compañeros en la municipalidad y hoy está jubilado gracias a una ley especial para veteranos, según explica.

En ese año, junto a Mónica formó una familia. Tuvo 6 hijos y soportó el dolor de perder a uno cuando contaba con un año y ocho meses. Fue un 20 de junio, el día del Padre y el de la Bandera. Es otro de esos dolores que no se van.

Sus hijos le dieron cinco nietos y una lección de vida. Cuando la mayor comenzó a ir a la escuela, fue la que le insistió en que contase su experiencia en la guerra.

Fue sanador el poder hablar, y ahí todos creyeron el terrible episodio que vivió en ese pozo de zorro. Con la misma elocuencia que evoca sus días en Malvinas, subraya el dolor que siente cuando hablan mal de los veteranos o cuando se refieren a ellos como “los chicos de la guerra”. Del 2005 al 2015 fue el presidente del centro de veteranos de guerra local.

Advierte que llegar a los 40 años de aquel 1982 representó transitar un camino muy duro. Acompaña al veterano que está mal y se lamenta cuando cuenta que en noviembre pasado, uno falleció, no muy bien atendido. “Se nos fue un hermano”, dice. “Porque aunque no lo haya conocido, es mi hermano”.

En esa misma mañana que atendió a Infobae, lloró por la noticia que acaba de recibir: la muerte de su amigo Juan Carlos González, integrante del Escuadrón Alacrán en Malvinas. “La partida de cada veterano es muy dura. Yo se que no somos eternos, solo espero que la gente entienda que la mochila que cargamos en la espalda es difícil de llevar”.

A Ortiz, su compañero de infortunio, lo vio recién después de 27 años. Dice que vive en Trelew, que le cuesta hablar de la guerra y que no siempre le responde los whatsapps que le envía, que lo entiende.

Tiempos lejanos. Cuando en 1981 jugaba en el equipo del Club Jorge Newbery. De izquierda a derecha, es el último en la fila de abajo. (Gentileza Jorge Palacios)

En 2018 lo contactó La Fe del Centurión. Le comentaron que la imagen de la Virgen que él había llevado en procesión estaba en poder de los ingleses, y que se estaba programando un intercambio en El Vaticano y que él podría ser uno de los que la fueran a buscar. Para él, era la misión mencionada por el padre Martínez Torrens.

Creía estar soñando ese 30 de octubre de 2019 cuando Francisco lo abrazó en la Plaza San Pedro. El Papa no podía creer que el de la foto de la procesión, fuera él. “Este soy yo”, le indicó. “¿Sos vos?”, preguntaba. Lo miraba una y otra vez. También compartió la instantánea con veteranos ingleses presentes en el lugar, les explicó que en la guerra fue un soldado infante, y que tenía entonces 18 años.

Desde 1989 vive en una casa de un plan de vivienda en el Barrio Isidro Quiroga e integra el equipo de fútbol de veteranos del club Jorge Newbery, donde un año antes de la guerra ya le decían que era un chico que prometía y que su único sueño era el de jugar en primera.



miércoles, 21 de septiembre de 2022

Darwin: El conscripto héroe Horacio José Echave

Horacio José Echave





Nació el 22 de junio de 1962 en la ciudad de Bolivar. Su familia esta compuesta por su padre Horacio, su madre Nelida Montoya, sus hermanos Liliana, Marcela, Susana, Analia, Vanesa, Maria Julieta y Juan Pablo( nacido en octubre del 82) Horacio era el hijo mayor de la familia y unico varon en el momento de la guerra.
Cuando tiene dos años de edad su padre, ferroviario de profesion, es trasladado a la ciudad de Lobos, donde se radifa la familia.
Curso sus estudios primarios en la escuela Nro 1 y el secundario en los colegios Nacional e Industrial. Trabajo como empleado en la colocacion de antenas.
Era un chico muy carismático, portador de una sonrisa irradiante, muy alegre. Le gustaba la pesca, el asado con amigos y disfrazarse junto a ellos en los carnavales de su ciudad. Lo apasionaba bailar "rock and roll" su ritmo favorito y el garage de su casa lo había empapelado con los posters de sus ídolos para que su mamá no lo retara por arruinar las paredes del cuarto que compartía con su hermana Analía. Fue muy compañero de sus hermanas y un protector único para ellas.
Tenia una cabellera larga llena de rulos que resigno al incorporarse al Servicio Militar Obligatorio, ingresando al mismo el dia 17 de Marzo de 1981 en el Regimiento de Infantería Mecanizado N° 6 "Gral Viamonte" de Mercedes Pcia. de Bs. As. siendo jefe del mismo el Teniente Coronel Jorge Halperin, cumpliendo servicio en la compañía "B" Peribebuy, marcho a Malvinas como Apuntador de FAL con esta misma compañía el dia 12 de Abril desde el aeropuerto El Palomar a cargo del jefe de operaciones Mayor Oscar Ramón Jaimet, llegando el martes 13 al aeropuerto de Malvinas. Fue destinado con su compañía al mando del Teniente 1° Raul Daniel Abella al cerro Dos Hermanas, distancia 10km. al oeste de Puerto Argentino para detener el avance enemigo hacia esta Capital. Cae el dia 14 de Junio cerca del medio día durante el repliegue a Puerto Argentino frente a la casa del gobernador de las Islas.
Durante 35 años sus restos estuvieron sepultados en Darwin bajo la leyenda " Soldado Argentino Solo Conocido por Dios". El 15 de Diciembre de 2017 su familia fue notificada que los restos de Horacio habían sido identificados en el cementerio de Darwin.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Ejército Argentino: RIMec 25

Regimiento de Infantería Mecanizada 25 

 
 


Esta unidad de infantería, ubicada entre las más australes del territorio cumple dentro de la dilatada despoblada Patagonia, un loable propósito, por lo que ha merecido constantemente los nobles auspicios, evidenciados en un cuarto de siglo, a través de las reiteradas expresiones de simpatía originadas en el ámbito civil. 

Su meritoria labor en la región está jalonada por hechos de auténtico sentido social-económico, amén del espíritu patriótico y nacional como custodio de la soberanía territorial. 

Este regimiento cumple a diario en forma silenciosa con el deber profesional como un humilde homenaje a aquél ejército que tras larga epopeya jalonó nuestras fronteras patagónicas, concluyendo con el sometimiento definitivo del aborigen. Rinde también así su culto al anónimo soldado o poblador argentino que en gestos de audacia heroica templaron su carácter entre el dolor de la desesperanza y la fiereza inhóspita del terreno y del enemigo, sin claudicaciones ante el enfrentamiento irremediable. 

El interés por el pasado nacional y porvenir del país en todo lo atinente al progreso de las zonas menos favorecidas y el estímulo y afianzamiento de las virtudes espirituales y físicas de la población, es la preocupación constante del Regimiento de Infantería 25. 


 

Esta unidad fue creada con el nombre de Regimiento 25 de Infantería Motorizado Reforzado, de acuerdo a lo establecido en la Superior Resolución de fecha 28 de setiembre de 1943, en la cual el Presidente de la Nación Argentina decretaba: 

Créase el 15 de diciembre de 1943 los comandos, unidades y subunidades correspondientes al Regimiento 25 de Infantería Motorizado Reforzado. 

Fíjase, desde el 15 de diciembre de 1943, como asiento provisorio la localidad de Las Heras (Santa Cruz). 

Fíjase su dependencia del Comando de la Agrupación Patagonia, de acuerdo a la siguiente organización: 

Plana Mayor (Incluida una Sec Com) 

1er Batallón: 
Pl My 
2 Ca I 
1 Ca Amet 
2do Batallón: 

Pl My 
2 Ca I 
1 Sec Mor Liv 
Una Ba del 10mo Gpo A Mot. 

Sin llegar a ocupar dicha localidad, (Colonia Sarmiento), por Superior Resolución inserta en Boletín Militar Secreto Nro 2, de fecha 14 de octubre de 1943, el Presidente de la Nación Argentina decretó como nuevo asiento de la unidad la localidad de Puerto Deseado, (Santa Cruz), realizando su primera formación ante el pueblo el 14 de abril de 1944. Y de estos sacrificados moradores recibió, merced a una colecta popular, el día 25 de mayo de 1944, su Bandera de Guerra, entregada en un emotivo acto frente al pueblo de Deseado. 





Luego, por Resolución de fecha 31 de agosto de 1944, inserta en Boletín Militar Secreto Nro 11, se fijó como nuevo asiento la localidad de Colonia Sarmiento, (Chubut). Para cumplimentar lo precedentemente citado, la unidad se fraccionó en dos contingentes: 

Por vía terrestre, utilizando vehículos propios, que recorrió el camino Puerto Deseado - Colonia Las Heras - Colonia Sarmiento, lugar al que arriba el 22 de marzo de 1944. 

Por vía marítima, a bordo del vapor Río Santa Cruz, sale el 24 de marzo de Puerto Deseado, arribando a Comodoro Rivadavia al día siguiente, lugar donde embarca por ferrocarril y llega a Sarmiento el día 26 de marzo de 1944. 



Dado que Cnia Sarmiento ha ido evolucionando a la par de la unidad, ésta, que se encuentra profundamente ligada a la misma y con hondo espíritu 

Patagónico; ha intervenido en numerosas obras de orden civil de verdadero beneficio social y económico para la población. 

Los años entre 1969 y 1974 transcurrieron sin que se registraran acontecimientos que distrajeran la constante y silenciosa labor de esta unidad a la que el destino le tenía reservado un importante protagonismo histórico. 

No obstante ello, durante dicho lapso la unidad participó con parte de sus cuadros en la provincia de Tucumán, contribuyendo de este modo con el accionar de la fuerza en los enfrentamientos internos. 

Además de lo expresado, la unidad continuó cumpliendo sus tareas en la guarnición, matizadas con periódicas actividades operacionales en el terreno sin descuidar la labor cívica en apoyo de la comunidad patagónica. 

Así llegó 1982, año en que quedó grabado en la historia contemporánea nacional. El entonces Regimiento de Infantería 25, tuvo la responsabilidad y el honor de ser la primera unidad del Ejército Argentino en pisar el añorado suelo malvinense, en el marco de la Operación "Virgen del Rosario". 

Los setenta y cuatro días de campaña no transcurrieron en vano, y al final de la misma, las bajas sufridas por la unidad fueron una clara muestra del esfuerzo de la misma puesto en el cumplimiento de la misión. 

Las acciones de combate en las que participó con algunas de sus fracciones orgánicas fueron las siguientes: 
 

Combate de Darwin 

El 28 de mayo a las 0600 inicia su ataque la 1/CARI 25 "Bote", a cargo del Tte Estévez, con la misión de aliviar la presión sobre la Ca A y recomponer la primera línea. No solamente cumple la misión sino que pese a estar gravemente herido, regla el fuego de artillería e informa permanentemente de la situación que se vive. En esas circunstancias es herido nuevamente, pero esta vez ofrendando su vida. 

El Cabo Mario Castro releva a su jefe haciéndose cargo de la radio hasta que es herido de muerte, siendo el Soldado Clase 62 Fabricio Carrascul, quién asume la responsabilidad, corriendo la misma suerte que sus heróicos jefes. La acción logra desorganizar al enemigo que interrumpe el ataque y comienza a replegarse, y en la que también pierden la vida los Soldados Clase 62 Zabala y Giraudo. 



A las 1030 se inicia un contraataque a cargo de la 2/C/RI 25, a cargo del Subt Gómez Centurión. Una patrulla adelantada observa a una compañía enemiga avanzando en dirección contraria lo que permite organizar una emboscada. Ante su desfavorable posición, el enemigo pide una capitulación, siendo el Jefe de Batallón, Tcnl Jones, quién se adelanta con el fusil en alto. Ante la negativa del oficial argentino a las condiciones impuestas por aquél, se reinicia el combate siendo muerto en la acción el jefe inglés, perdiendo la vida heroicamente el Enc Sec, Sarg Ismael García, y los soldados Austin y Allende. Horas después sería recuperado el Cabo Fernández, a través de las líneas enemigas. También pierden la vida en esta acción: Cabo Miguel Angel Avila; Cabo Héctor Rubén Oviedo; Soldado Ramón Angel Cabrera; Soldado José Honorio Ortega. 


 
24 DE ABRIL DE 1982- SECCIÓN "GATO" COMPAÑÍA "C" RI 25 EN LA CASA ESCUELA DE PRADERA DEL GANSO ISLAS MALVINAS.


Defensa de la altura 234 

Esta misión fue encomendada al Subt Reyes, jefe de la Sec Apy de la Ca C, cuyo jefe era el Tte 1ro Esteban. 



Detectada la presencia naval enemiga en el Estrecho de San Carlos y su posterior desembarco, se inicia una tenaz defensa de la posición y posterior repliegue que se prolongaría por 24 días. Simultáneamente , el resto de la subunidad también cumpliría con su misión de observación y posterior defensa de la posición, la que también, ante la manifiesta superioridad enemiga, realizó un repliegue de similares características al ejecutado por la Sec Apy, que finalizaría en Puerto Argentino. Las pérdidas sufridas por el enemigo en esta operación fueron las siguientes: 



12 Bajas de personal (muertos y heridos) 
2 Helicópteros Gazelle derribados. 
1 Helicóptero Sea King destruido en tierra. 
1 Helicóptero Gazelle averiado. 

El desigual combate y tres días de penoso repliegue, no serían motivo para doblegar la voluntad de nuestros hombres que horas después estarían dispuestos a cumplir una nueva misión en Goose Green. 




Defensa de la posición "Virgen de las Victorias" 

Esta Misión primaria de la unidad, se cumplió heroica y eficientemente, a lo largo de un mes y medio de combates, recibiendo fuego terrestre, aéreo y naval del enemigo. Se lamentaron tres muertos y dieciocho heridos, ninguno perteneciente al regimiento. 

Una patrulla de la unidad destacada en Monte Low, al norte de la posición del aeropuerto, detecta el 1 de mayo la presencia de tres buques ingleses que se disponían a bombardear la pista. La novedad es transmitida al Comando de Puerto Argentino. A posteriori, las tres naves fueron atacadas por aviones de la Fuerza Aérea Argentina, en la única acción de ataque a buques enemigos visible desde la posición ocupada por la unidad. 

La pista del aeropuerto permaneció operable durante los 74 días, no obstante las 130 Tn de explosivos arrojados por el enemigo. 

Los héroes de esa desigual contienda fueron posteriormente condecorados por la fuerza y la Nación, según el siguiente detalle: 




Personal fallecido 
Medalla "La Nación Argentina al heróico valor en combate" 
Tte Roberto Néstor Estévez 
Medalla "La Nación Argentina la valor en combate" 
Sarg Sergio Ismael García 
Cabo Mario Rodolfo Castro 
Sold Fabricio Edgard Carrascul 
Medalla "La Nación Argentina al muerto en combate" 
Cabo Héctor Rubén Oviedo 
Cabo Miguel Angel Avila 
Sold Horacio Lorenzo Giraudo 
Sold Ramón Angel Cabrera 
Sold Ricardo Andrés Austin 
Sold José Honorio Ortega 
Sold Arnaldo Enrique Zabala 
Sold José Luis Allende 
Por acciones en combate 
Medalla "Cruz la Nación Argentina al heróico valor en combate" 
Subt Juan josé Gómez Centurión 
Medalla "La Nación Argentina al valor en combate" 
Tte 1ro Carlos Daniel Esteban 
Subt Oscar Roberto Reyes 
Cabo Hugo Omar Godoy 
Medalla "Herido en combate" 
Cabo Emilio Gabriel Martín 
Sold Miguel Angel Canyaso 
Sold Roberto Blas Arguello 
Sold Héctor Daniel Cepeda 
Sold Carlos Alberto Moyano 
Sold Víctor Hugo Inmenson 
Sold Daniel Alejandro Ambrogio 
Sold Santos Arce 
Sold Eduardo Antonio Avila 
Sold José Luis Bracamonte 
Sold Roger Javier Campagnoli 
Sold Armando Raúl Orellana 
Sold Sergio Daniel Rodríguez 
Sold Orlando Javier Rufino 
Medalla "Al mérito militar" 
Sold Domingo Víctor Alamo 
Medalla "Al esfuerzo y la abnegación" 
AOR Diego Leonardo Morano 
AOR Jorge Osvaldo Testoni 
Sold Jorge Omar Ledesma 
Sold Norberto René Aime 
Condecoraciones a la Bandera de Guerra de la Unidad 
Medalla "De Campana" del Ejército Argentino 
Medalla "A la Bandera que combatió en el Atlántico Sur" de la provincia de Santa Fe. 
Medalla de la Municipalidad de Sarmiento por ser la primera Unidad del Ejército en pisar suelo malvinense, otorgada en 1991. 

En una ceremonia realizada el día viernes 09 de abril de 1999, en el Regimiento de Infantería Mecanizado 25, se procedió a la condecoración de la Bandera de Guerra, acto que se llevó a cabo con legisladores nacionales en representación de todos los miembros de la Cámara de Diputados. 



El acto celebrado a media tarde fue presidido por el Comandante de la IXna Brigada Mecanizada, Grl Alfredo José Noberasco y se encontraban presentes el Tcnl Carlos Daniel Esteban, el Intendente Municipal Ricardo Britapaja y los legisladores nacionales Jorge Aubia, Rafael Cambarieri y José Manuel Corchuela Blasco, además de autoridades militares y civiles de la localidad. 

Igualmente se hallaban presentes el Centro de Veteranos de Guerra de Comodoro Rivadavia y los Veteranos de Prefectura Naval Argentina.