sábado, 31 de agosto de 2024

¿Por qué no explotaron las bombas? (3/8)

Malvinas 35 años: ¿por qué no estallaron las bombas? (PARTE 3)

Guilherme Poggio || Poder Aéreo

Parte 1 || Parte 2 || Parte 3 || Parte 4 || Parte 5 || Parte 6 || Parte 7 || Parte 8



 

 

por Guilherme Poggio

Hace 35 años, argentinos y británicos se enfrentaron en las gélidas aguas del Atlántico Sur para disputarse la posesión de las Islas Malvinas (Falklands, como las llaman los británicos). Fue durante este conflicto que la Fuerza Aérea Argentina (FAA – Fuerza Aérea Argentina) entró en combate por primera vez contra un enemigo externo. El bautismo de fuego tuvo lugar el 1 de mayo de 1982. El blog Air Power publica por partes un artículo exclusivo sobre los vectores, armas y tácticas utilizadas por la FAA para atacar y destruir los barcos de la Task Force británica. Para leer las partes anteriores haga clic en los enlaces a continuación.


Parte 1- Introducción
Parte 2 – Vectores y armas
Parte 3 – Las tácticas

Al no disponer de artefactos tipo 'stand-off' adaptados al entorno aeronaval, los militares de la FAA tuvieron que conformarse con el armamento que tenían disponible para atacar a los barcos de la flota británica. La mejor opción eran las bombas de caída libre, aunque no fueran las más adecuadas.

De forma genérica (y simplificada), existen dos métodos de ataque aire-tierra por parte de cazabombarderos utilizando dispositivos de caída libre: en picado o nivelado. El primero es el más tradicional y en condiciones ideales para el lanzamiento el avión atacante debería estar a 5-8 km del objetivo a una altura de entre 2.500-4.000 m y así descender en un ángulo de 30-45º.
El bombardeo en picado que emplea armamento de caída libre depende de factores como la altitud de ataque inicial, el ángulo de picado y la velocidad del vector. El ejemplo anterior presenta un perfil de ataque típico para aviones que vuelan a más de 900 km/h.

En el segundo caso (a nivel) el cazabombardero se acercó a baja altura y a gran velocidad, manteniendo estos dos parámetros con poca variación. Sin embargo, en este perfil de ataque se utilizan artefactos de caída libre con efecto retardado, ya sea retrasando el tiempo de ignición o frenando la caída. Este efecto retardado permite que el avión atacante no sea alcanzado por fragmentos provenientes de sus artefactos lanzados o de los objetivos que impacta (ver imagen a continuación). La excepción son las bombas incendiarias que, al no generar fragmentos, no exponen a los aviones atacantes a este tipo de riesgo.


También se realizan bombardeos a nivel desde altitudes medias y altas. Este perfil es más común para bombarderos típicos y contra objetivos terrestres. Actualmente, este perfil de ataque también lo utilizan combatientes armados con municiones guiadas en teatros de operaciones donde la amenaza es de bajo riesgo. Sin embargo, existen varias desventajas como la falta de precisión y la exposición del avión atacante al fuego antiaéreo durante mucho tiempo.

Una técnica de bombardeo a baja altura que permite lanzar dispositivos de caída libre a distancias considerables del objetivo es el lanzamiento de bombas. Esta técnica permite que el avión atacante permanezca fuera del alcance de las defensas próximas, con un menor riesgo de ser alcanzado por fuego antiaéreo. El método de lanzamiento de bombas para lanzar armas de caída libre carece de precisión y no se recomienda para objetivos navales.




Vale recordar que las aeronaves argentinas de esa época no contaban con sistemas informáticos para el cálculo de la trayectoria de los artefactos en caída libre, como los modos CCIP y CCRP (Continuously Calculated Impact Point y Continuously Calculated Release Point). Este tipo de modos permiten lanzar artefactos de caída libre independientemente del perfil de vuelo de la aeronave con una precisión considerable.


Los estrategas de la FAA no tardaron en comprender que los bombardeos en picado desde alturas medias se convertirían en una auténtica acción suicida frente a un escuadrón equipado con modernos (para la época) y diferentes sistemas de defensa antiaérea que se superponían en distintas zonas. capas. Dado que las bombas de caída libre eran las armas que la FAA tenía a su disposición, habría que buscar otra técnica de ataque a muy corto plazo.

Se decidió una solución que no tenía paralelo en la historia de la guerra aeronaval. Los aviones realizarían la penetración final a alturas extremadamente bajas (inferiores a las utilizadas en los bombardeos a nivel) y lanzarían sus bombas prácticamente sobre el objetivo a velocidades superiores a los 900 km/h. Sin embargo, quedaban cuestiones técnicas por resolver.
Dificultades

El primer gran desafío para el ejército de la FAA fue definir la altura del perfil de ataque para lanzar las bombas. Una de las principales amenazas fueron las escoltas antiaéreas de la Royal Navy y sus sistemas GWS-30 Sea Dart. Como se trataba de uno de los sistemas de armas de los destructores clase Sheffield (Tipo 42), la FAA contó con la ayuda de la Armada Argentina.

En la década anterior a la guerra, la Armada Argentina había adquirido dos destructores clase Sheffield prácticamente idénticos a los barcos utilizados por la Royal Navy. Luego, la Armada Argentina transmitió a la FAA toda la información sobre la curva de detección de los radares a bordo. Se descubrió que el ataque final del avión debería realizarse por debajo de los 50 m de altura; de lo contrario, la probabilidad de que el avión sea derribado sería del 80% según estos estudios.


Misil de medio alcance Sea Dart disparado desde un destructor británico clase Tipo 42. Los argentinos conocían muy bien esta amenaza, ya que habían adquirido dos barcos de esta misma clase. FOTO: Ministerio de Defensa

A alturas inferiores a 50 m, el bombardeo nivelado a altas velocidades subsónicas, cuando se utiliza en acciones aéreas navales, tiene características peculiares. En primer lugar, hay que considerar el tiempo de vuelo entre el lanzamiento de la bomba y el momento en que encuentra el objetivo.


Imaginando que la bomba se lanza a 900 km/h (equivalente a 250 m/s) a una distancia de 500 m del objetivo, el tiempo de vuelo del dispositivo es de aproximadamente dos segundos. Este tiempo es extremadamente corto, siendo menor que el tiempo normalmente utilizado para armar la bomba (entre 3 y 4 segundos).

Por motivos de seguridad, las bombas cuentan con un dispositivo que impide que se arme cuando están adheridas a la aeronave. Este dispositivo comúnmente consiste en un cable sujeto a la aeronave que se rompe en el momento del lanzamiento, dando lugar al tren de fuego (o cadena explosiva).

Después de definir la altura máxima de lanzamiento, el segundo gran desafío para el ejército de la FAA fue intentar reducir el tiempo para armar las bombas. Se definió que el tiempo debería ser de 1,5 segundos o menos. Este tiempo proporcionaría un margen de seguridad después del lanzamiento y también permitiría que la bomba se armara antes de alcanzar el objetivo.

El siguiente problema estaba relacionado con el retraso en la explosión de la bomba. Como la bomba y el avión volarían a velocidades aproximadamente iguales en esta corta trayectoria hacia el objetivo, la bomba golpearía el barco en el momento exacto en que el avión volaría sobre él. De esta forma el avión sería alcanzado por fragmentos de la explosión.


El bombardeo nivelado, realizado desde alturas extremadamente bajas y a altas velocidades subsónicas, tiene características únicas. Un dispositivo de caída libre lanzado a una distancia de 500 m del objetivo por un vector que vuela a 900 km/h y por debajo de 50 m de altura (T1=0s) alcanzará su objetivo aproximadamente dos segundos después (T2=2s). En este momento el vector estará volando sobre el objetivo y puede ser alcanzado por metralla o fragmentos. Para evitar que esto ocurra, la espoleta del dispositivo de caída libre debe tener un retraso.

Al utilizar una espoleta retardada, el avión tendría tiempo suficiente para alejarse. Según los estudios de la FAA, realizados entre finales de abril y principios de mayo de 1982, este tiempo debería ser de ocho segundos.


Pero el retraso en la detonación causado por la espoleta de la bomba creó otro problema. Lanzadas a una velocidad inicial de entre 900 y 1.000 km/h, las bombas sólo tendrían unas pocas fracciones de segundo para atravesar un barco de un lado a otro. Además de la manga estrecha (distancia de un lado al otro del barco), los escoltas británicos tenían cascos y mamparos formados por finas láminas de acero o aluminio de 10 o 12 mm de espesor (reforzadas sólo en determinadas partes, como la munición). revistas).

Si las bombas no encontraran una superficie suficientemente resistente (como motores diésel, turbinas, generadores o determinados cargadores) para interrumpir su trayectoria, acabarían explotando fuera del barco. No había mucho que hacer en este caso salvo utilizar bombas más ligeras (y, por tanto, de menor energía) e intentar lanzarlas en ángulos cercanos a los 45º con respecto al eje longitudinal del objetivo.


jueves, 29 de agosto de 2024

domingo, 25 de agosto de 2024

¿Por qué no estallaron las bombas? (2/8)

Malvinas 35 años: ¿por qué no estallaron las bombas?

Parte 1 || Parte 2 || Parte 3 || Parte 4 || Parte 5 || Parte 6 || Parte 7 || Parte 8


Guilherme Poggio || Poder Aereo




 

 

por Guilherme Poggio

Hace 35 años, argentinos y británicos se enfrentaron en las gélidas aguas del Atlántico Sur para disputarse la posesión de las Islas Malvinas (Falklands, como las llaman los británicos). Fue durante este conflicto que la Fuerza Aérea Argentina (FAA – Fuerza Aérea Argentina) entró en combate por primera vez contra un enemigo externo. El bautismo de fuego tuvo lugar el 1 de mayo de 1982. El blog Air Power publica por partes un artículo exclusivo sobre los vectores, armas y tácticas utilizadas por la FAA para atacar y destruir los barcos de la Task Force británica. Para leer las partes anteriores haga clic en los enlaces a continuación.


Parte 1 – Introducción
Parte 2 – Vectores y armamentos

Ante el desafío que se presentaba (enfrentarse a una de las armadas mejor equipadas y preparadas del mundo), las opciones de la FAA no eran muchas. Los vectores más adecuados para la misión fueron el IAI Dagger, una versión israelí del Mirage 5, y el McDonnell Douglas A-4B/C Skyhawk. Estos últimos eran muy similares al modelo A-4Q de la Aviación Naval Argentina, utilizado también en ataques navales contra los británicos.
Dagger M-5 C-401 estacionado en Río Grande configurado para misión de ataque donde se pueden distinguir dos bombas españolas BR-250 en el hangar central (“Nafgan”) y dos tanques de 1700 litros (configuración “Hotel”). Este avión fue utilizado en la misión del 8 de junio. El ataque finalmente dañó la fragata HMS Plymouth. FOTO: Museo de Aviación Naval

La cuestión de los armamentos era más delicada. El único dispositivo guiado disponible era el misil aire-tierra Martín Pescador. Este misil, aún no plenamente operativo en aquel momento, fue probado en abril de 1982 por la FAA utilizando como vector un avión IA-58 Pucará. Dependiendo del tipo de guía (por radio) y de la distancia de disparo, el avión estaba demasiado expuesto al fuego antiaéreo. Por estos motivos, se abandonó la posibilidad de utilizar este artefacto en la guerra.


A falta de armas guiadas, la FAA evaluó el uso de armas de caída libre. La FAA tenía básicamente cuatro tipos de bombas de caída libre de uso general para uso en combate. Las primeras fueron bombas de 454 kg (1000 lb) de origen británico. Los argentinos llamaron a estas bombas MK-17. Aunque eran exactamente iguales a las bombas utilizadas por los británicos, estos últimos utilizaron la nomenclatura MK 13/15 para las suyas. Se trataba de bombas de alta resistencia que podían tener una cola lisa o con freno de paracaídas. Las bombas MK-17 habían sido adquiridas por los argentinos 12 años antes del conflicto como parte del paquete de armas para los bombarderos English Electric Canberra B.62/T.64.


Bomba MK-17 de origen británico junto a un bombardero FAA Canberra. Estas bombas fueron adquiridas junto con el bombardero 12 años antes del conflicto de 1982. FOTO: FAA

Más nuevas que las bombas MK-17 fueron las bombas españolas producidas por Expal (Explosivos Alaveses SA). Se trataba de bombas de baja resistencia basadas en la serie norteamericana MK 80. Había dos modelos: uno que pesaba 250 kg y otro que pesaba 125 kg. Los primeros podrían emplear una cola lisa o una cola con freno de paracaídas. Los de 125 kg sólo tienen la cola lisa. Fueron adquiridos en 1978 ante la amenaza de un conflicto fronterizo con Chile. Hay información de que bombas españolas de alta resistencia de 500 kg también formaban parte del inventario de la FAA en 1982.

 
El A-4B con matrícula C-235 de la FAA ya se encontraba en las etapas finales del conflicto. En primer plano, tres bombas españolas de cola lisa BP-250 dispuestas en un único grupo. Fueron cargados en el pilón central, debajo del fuselaje (estación 3). FOTO: FAA

La tercera opción eran las bombas BR-BK de baja resistencia y 125 kg de fabricación brasileña. Estos fueron producidos por la Fábrica de Armamento de la ciudad argentina de Córdoba. Estas bombas fueron asignadas únicamente al IA-58 Pucará que operaba desde las Islas Malvinas (y en consecuencia no participaban en operaciones aeronaval). Las razones que llevaron a los argentinos a no utilizar esta bomba en ataques navales se discutirán más adelante.

Otra opción que fue evaluada, pero no utilizada en el conflicto, fue la bomba israelí IMI Mod. 4 de 130 kg, adquirida junto con la IAI Dagger unos años antes del conflicto (los detalles sobre este caso también se discutirán más adelante).




Un par de bombas israelíes IMI Mod. 4 de 130 kg instaladas en un caza M-5 Dagger. No se encontraron registros del uso de esta arma durante el conflicto de 1982. FOTO: FAA

Hay informes de que la FAA también poseía, en el momento del conflicto, unas bombas AN-M65A1 de 1.000 libras de origen norteamericano que venían con los bombarderos Avro Llincoln. En declaraciones a “The History Channel”, el brigadier Sergio Mayor (V Brigada Aérea – A-4B) informó que en Malvinas se utilizaron bombas AN-M65A1. Sin embargo, no existen otros documentos que confirmen esta versión y es posible que el general confundiera las bombas norteamericanas con las bombas MK-17.

Otra posibilidad poco convencional sería el uso de bombas incendiarias contra la flota británica. Según informó el entonces vicecomodoro (teniente coronel) Arturo Pereyra, a cargo del Departamento de Operaciones de la FAS (Fuerza Aérea Sur –activada para coordinar recursos en misiones de combate), no fueron utilizados por “razones humanitarias”.


La opción de utilizar bombas incendiarias contra barcos de la Royal Navy fue descartada por “razones humanitarias”. Sin embargo, varias bombas de Napalm fueron enviadas a los aeródromos de Malvinas donde operaba el IA Pucará en acciones netamente terrestres. FOTO: archivo

También se evaluó el uso de torpedos aerotransportados. Argentina contaba con algunas unidades del antiguo torpedo norteamericano Mk 13, utilizado por el PBY Catalina. Poco después del inicio del conflicto, tomó forma un programa de pruebas de torpedos, utilizando un IA Pucará modificado como vector. El último ensayo estaba previsto para el 14 de junio, pero con el fin de las hostilidades el programa fue suspendido.



Un Pucará modificado para pruebas de vuelo armado con un torpedo norteamericano Mk-13 en el hangar central. Los ensayos se llevaron a cabo poco antes del final del conflicto. FOTO: FAA

Por último, cabe señalar que la FAA probó bombas de caída libre de 454 kg de origen francés y bombas de racimo de origen soviético. Ambos fueron enviados por la Fuerza Aérea del Perú. Sin embargo, no se conocen ataques reales que empleen estos artefactos.

La siguiente tabla, creada exclusivamente para este artículo, resume las bombas de uso general de la FAA disponibles en el momento del conflicto.



Bombas disponibles en el inventario de la FAA en 1982 para su uso contra barcos de la Royal Navy




miércoles, 21 de agosto de 2024

Malvinas: El fin del Tte Primero Casco

Guerra de Malvinas: 36 años de la desaparición del teniente Casco

Guilherme Poggio || Poder Aereo




En la Guerra de las Malvinas, que en 2018 cumple 36 años, el Poder Aéreo Argentino provocó grandes pérdidas a la Marina Real Británica. Pero el costo también fue alto para los argentinos, que perdieron decenas de aviones y pilotos en las gélidas aguas del Atlántico Sur.


En la foto de arriba, el A-4C Skyhawk del Grupo 4 armado con una bomba británica MK-17 en el hangar central siendo repostado por un KC-130 en su camino al combate. Esta foto probablemente fue tomada el 9 de mayo de 1982.

El vuelo final del teniente 1° Jorge Casco


El 9 de mayo de 1982, una escuadrilla de cuatro Skyhawk A-4C de la Fuerza Aérea Argentina despegó por la tarde desde la Base Aérea de San Julián rumbo a Malvinas/Falklands.

El tiempo estaba nublado y dos aviones de la escuadra tuvieron que regresar por fallos técnicos. Pero los otros dos, pilotados por los primeros tenientes Jorge Casco y Jorge Farías, continuaron la misión, siguiendo el plan de navegación a baja altura sobre el mar a pesar de las marginales condiciones atmosféricas.

La decisión de cumplir con su deber a toda costa acabó exigiendo el mayor coste de todos, el de sus propias vidas: los dos aviones, que volaban en condiciones precarias de visibilidad, se estrellaron contra los acantilados de las Islas Sebaldes.

En los artículos siguientes, recuerde las historias y lecciones más relevantes de la Guerra de las Malvinas.


 

lunes, 19 de agosto de 2024

La guerra de los helicopteristas (2/2)

E𝐧 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚: 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐦𝐛𝐚𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐢𝐥𝐨𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐡𝐞𝐥𝐢𝐜ó𝐩𝐭𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐌𝐚𝐥𝐯𝐢𝐧𝐚𝐬, 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐯𝐞𝐭𝐞𝐫𝐚𝐧𝐨 (𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲 2)


Por Horacio Sánchez Mariño- (Horacio Sánchez Mariño es coronel (R) del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas)



Nos juntamos y salimos de la zona en fila india agarrados de los cinturones. Voy adelante mirando el piso en busca de las Belougas. Llegamos a la zona donde se queman los helicópteros y vemos un caos de gente corriendo de un lado para otro. Los helicópteros se empiezan a poner en marcha. Al pasar, el Picho me dice que, en cuanto pueda, me viene a buscar. Nos sentamos en el suelo con mi tripulación sin hablar.
Nos enteramos de cómo respondieron el ataque nuestros soldados con sus fusiles. Con el tiempo leo, el libro de nuestro atacante, Jerry Pook. Su narración es exacta, salvo por pequeños detalles: “Ahora, iba por el Huey, el último blanco no dañado. Infortunadamente, su camouflage era el mejor, imposible de verlo hasta que ya era demasiado tarde en el ataque, por lo que debía estimar un punto inicial cada vez. Enfurecido, por lo tanto, había comenzado a tirar cuando podía ver el movimiento del rotor justo a un lado, muy tarde para corregir mi puntería. Fuera de mi llamado inicial, la acción fue desarrollada en silencio de radio. Sin embargo, luego de mi segundo o tercer intento de agarrar al Huey, hubo un brusco llamado de Mark Hare: “Green Two fue alcanzado”.




A partir de allí, Pook ordena poner rumbo al norte, a todo motor, frustrado porque el Huey se le escapó. “Sin embargo, tiempo después descubrí que había conseguido hacerle algunos impactos, causando daño en las palas del rotor”, dice al contar el vuelo de regreso. Chequea los daños del otro avión y descubre un agujero en el fuselaje por donde pierde combustible. Mark Hare, su numeral Green Two expulsa las bombas que no salieron y anavizan en el Hermes. En el debriefing, son amonestados por haber realizado tantos pasajes, por lo que Pook se queja amargamente de la ignorancia del almirantazgo. Lo enfurece que el almirante, “el gran submarinista” que nunca voló un avión le dijera: “Pienso que la sacó barata”. Más adelante Pook es también acusado por su numeral de ser demasiado arriesgado. El coraje de tu enemigo te honra. Por nuestra parte, los disparos de Pook pegaron en el piso y levantaron esquirlas de piedras que hicieron ocho agujeros en cada pala. El UH fue reparado con un “cemento importado”. Veinte años después, Quique Mior me confesó entre tragos que taparon los huecos con Poxipol. Así volamos hasta el 11 de junio, cuando el AE–418 fue destruido con artillería de campaña en el hipódromo de Puerto Argentino.



Nos volvimos a encontrar con Jerry Pook. El 30 de mayo participa de otra misión donde se convence de que, al final, se quedó sin suerte. En efecto, Pancho Ramírez, su tripulación y yo, con la mía, apoyamos al Regimiento 4 de infantería en un cambio de posición, a eso de las diez de la mañana. La fracción que yo transporto está al mando del subteniente Jorge Pasolli, un duro soldado a quien conocía bien porque estuvimos juntos en la 3a Compañía de Infantería. Al abordar mi helicóptero se produce un diálogo apurado entre nosotros:
—Tucho, guíeme adonde tenemos que ir; sé que es el monte Harriet, pero dígame el punto exacto.
—¡Uff! Yo estaba convencido de que usted sabía el lugar, mi teniente.
Nos miramos sorprendidos, pero nuestras dudas son interrumpidas por un Harrier a unos 300 metros que observamos por la ventanilla. Aterrizamos rápido, Pancho a una distancia prudente, y nos preparamos para el ataque, que no se produce. Afortunadamente, el avión no nos encuentra. El Picho nos ordena regresar a Puerto Argentino y vemos en el horizonte una columna de humo espeso. Pancho me dice que yo me vuelva y él iba a ver qué pasaba. Al llegar a monte Kent, ve un Puma quemándose. Levanta a un herido del Escuadrón Alacrán de Gendarmería Nacional, le salva la vida y 20 años después lo vuelve a encontrar cuando sus hijos se conocen en el Colegio Militar. Pancho es condecorado por esa acción.
Pook fue enviado más tarde a una misión en la zona y, en su merodeo, recibió un impacto de alguna de las fracciones del 4, alrededor de la una de la tarde, por lo que debe regresar al Hermes. A menos de cincuenta millas, el avión ya no responde a sus comandos y debe eyectarse sobre el mar. Afortunadamente, ni bien ingresa al agua, un helicóptero Sea King lo rescata rápidamente. Le queda un dolor en el cuello, pero a la noche, hombre de pocas sonrisas, Pook no para de reír cada vez que cuenta lo ocurrido.
Ese día la flota británica recibe un duro castigo. Escuadrillas de la Fuerza Aérea de A4 B y Dagger, entre los que se destaca el legendario capitán Marcos Carballo, atacan a la flota en San Carlos, especialmente a la fragata Ardent. A la tarde, dos escuadrillas de A4 Q de la Aviación Naval terminan la tarea iniciada, hundiendo la Ardent. El teniente Márquez muere en la acción; Philippi y Arca son derribados. Rótolo, Lecour y Silvester meten las bombas mortales. Años más tarde, el comandante de la nave, sir Alan West, devenido primer lord del Almirantazgo visita Buenos Aires y se reúne con los pilotos argentinos en La Biela, donde intercambian percepciones de ese episodio. Guerra de caballeros.
John Leeming, piloto de Harrier, alcanza un Skyhawk con sus cañones, el avión del teniente de navío Arca. Este se eyecta sobre el mar, cerca de Puerto Argentino y es rescatado por el Picho Svendsen y su tripulación. Durante 20 minutos, intentan infructuosamente acercarse al piloto hasta que Svendsen riesgosamente mete el helicóptero en el agua. El mecánico Martín San Miguel se para en el esquí y lo saca tomándolo del hombro. Arca se salva; lamentablemente, Leeming fallece seis meses después de la guerra en un choque de aviones.
Un rato después de que nos atacaron, vemos a lo lejos un avión atravesando el valle frente al monte Kent. Pensamos que vuelven a la carga. Sin embargo, es el teniente de navío Owen Crippa que vuela su pequeño Aermacchi en misión de reconocimiento. Llega al canal de San Carlos y se encuentra con la flota en pleno desembarco. Sin solución de continuidad, ataca con sus armas a la fragata Argonaut. Al ras del mar, hace escape y resulta ileso. El esquicio de la flota en el canal que dibuja es un documento histórico formidable que recupera décadas después.
La poca infantería frente al canal hace daño también. La compañía de Esteban, Vásquez y Reyes derriba tres helicópteros en el desembarco, hacen nutrido fuego y se repliegan. Llegan a monte Estancia, donde una escuadrilla de nuestros helicópteros los repliega a Puerto Argentino. El 28 de mayo los llevamos a Darwin. En mi helicóptero vuela otro amigo de la 3a. Compañía, José Vázquez, con sus soldados. Sonríe, me enorgullece su amistad. Vale la pena oír su sobria narración de la campaña. Cuando empieza a hacer frío en monte Kent, alrededor de las cinco de la tarde, vemos aproximarse un helicóptero. Es el Picho que vuelve a buscarnos. Entre sonrisas, me comenta que parece que sobretorqueó el motor. Lo veo exultante y San Miguel me cuenta el rescate que hicieron. ¿Cómo se enteraron del náufrago? “Estábamos volando y oímos la comunicación de Arcas con la Torre”. Bromeamos durante todo el vuelo sin saber que el 21 de mayo se convertiría en un día para recordar.


martes, 13 de agosto de 2024

Comandos: El capitán Mauricio Fernàndez Funes rescata a Salazar

Nicolás Kasanzew, corresponsal de guerra en Malvinas, entrevista a un destacado integrante de la Compañía de Comandos 602. Entre otros hechos de arrojo, el entonces capitán Mauricio Fernàndez Funes, rescató y llevó al hombro hasta sacar fuera de peligro a un subordinado herido, el sargento ayudante Juan Ramón Salazar. Posteriormente, en su carrera militar, este oficial alcanzó al grado de general.



domingo, 11 de agosto de 2024

HMS Endurance: Buque de inteligencia británico

 

Un inocente buque polar

CR Gabriel Alejandro Esbry

HMS ENDURANCE 

Una joya de la Inteligencia Británica “perdida" en el Atlántico Sur


A través de la reconstrucción del derrotero del HMS Endurance (1) , el presente artículo de opinión busca desentrañar lo oculto detrás de la estela de un buque que cumplió una trascendental tarea como medio de obtención de información para la inteligencia militar de la Royal Navy (RN) en los prolegómenos del 2 de abril de 1982. El análisis de las acciones encubiertas realizadas por la tripulación del barco y otras acciones que tuvieron como protagonistas a los isleños, nos llevarán a replantearnos si la Operación Rosario fue error de apreciación o un riesgo calculado de uno de los servicios de inteligencia más antiguos del planeta.

2 de abril de 1982, cientos de miles de personas se congregan en las principales plazas de la nación. El júbilo había ganado las calles y con las primeras horas del viernes el orgullo nacional amanecía a flor de piel pues nuestra enseña patria volvía a flamear en el firmamento malvinense. Ante los ojos del mundo, los británicos habían sido “sorprendidos” por la acción de una fuerza militar que había planificado minuciosamente el camino a la victoria. Dicha acción estratégica fue pergeñada en un sigilo impenetrable a fines de 1981. El secreto y la sorpresa garantizarían el rumbo seguro a Puerto Argentino. Muchos de los protagonistas de la Operación Rosario cayeron en la cuenta de su tremenda responsabilidad solo apenas unas horas antes de poner pie en la turba malvinera. Poco después del desembarco y a casi 150 años de añoranza, nuestra enseña volvía a contemplar desde lo alto la capital de las islas. Pero en aquel día histórico, la maniobra anfibia de las fuerzas militares argentinas no pasaría inadvertidas para la inteligencia británica. El 9 de abril, el Contraalmirante Carlos Busser (2),al regresar a Buenos Aires y exponerlas acciones llevadas a cabo durante la recuperación expresó: "Cuando recibí las instrucciones de planificar la Operación (Rosario), se me impusieron tres condiciones: sorpresa, incruento y mínimo tiempo para ocupar la isla. Bueno, debo decir que el enemigo sabía hora y lugares de nuestra llegada. Si no hubo más bajas fue por voluntad de Dios”.


Evolución de las percepciones sobre la amenaza argentina

La primera hipótesis de invasión argentina sobre Malvinas fue realizada por el Joint Intelligence Committee (3) (JIC) en 1965. Durante la década de los 60 y 70 dicha apreciación se mantuvo con la misma categorización: "posible invasión" (4).

En 1980, un funcionario del Foreign Office declaró en una sesión pública del Parlamento sobre la problemática Malvinas que, en materia de seguridad criptográfica, la Argentina era "un libro abierto". Concretamente, el Ground Control Headquarter (GCHQ) interceptó las comunicaciones argentinas, evidenciando su claro interés sobre la problemática de la colonia inglesa más austral del planeta. En relación a lo anterior, cabe aclarar que motivos no le faltaron a la Inteligencia británica para poner en su agenda a nuestro país como objetivo de búsqueda para sus medios de obtención de información.

“Algunos de los sistemas de comunicaciones diplomáticas y militares de alto nivel de Argentina utilizaron máquinas de cifrado europeas costosas, pero completamente comprometidas. Sus unidades militares también utilizaban equipamiento de EEUU, los que también fueron vulnerables”. (5)

A continuación, se detallan algunas señales estratégicas que se sucedieron en la zona de conflicto con anterioridad a la crisis de 1982y que a su vez colocarían en alerta al Foreign Office (6) :

  • El 4 de febrero de 1976 se produjo el incidente entre el ARA Alte Storni y el buque de investigación oceanográfica Shackelton. El navío británico, que se encontraba navegando en aguas jurisdiccionales argentinas, se negó a detener su marcha iniciándose entonces una persecución con disparos de advertencia. Si bien el hecho no paso a mayores, se desencadenó un incidente diplomático entre ambas naciones (7). 
  • Posteriormente, para diciembre de1976 la Armada Argentina (ARA)había instalado secretamente una base científica en la Isla Molle o Thule. Dicho archipiélago estaba dentro de la zona pretendida por ambos países, pero bajo control del Reino Unido (RU). La detección de las instalaciones y personal argentino fue realizada por el HMS Endurance, cuando el 20 de diciembre de 1976 su helicóptero de reconocimiento identificó a la distancia la inconfundible bandera argentina ondeando en su mástil. Éste fue el indicio que despertó las alarmas del JIC en Londres: ¿Recurrirá la Argentina a la opción militar para recuperar Malvinas? Mientras tanto, los kelpers comenzaron a organizar una fuerza local para resistir una posible invasión desde el continente. Debido a lo sucedido en Thule, la inteligencia británica advertiría en 1977 que la opción militar argentina era cada vez más probable (8). 
  • A principios de 1977 la Inteligencia de los EEUU detectó la existencia de un plan militar para recuperar las Islas Malvinas. Las inmediatas presiones políticas desde Washington obligarían a cancelar cualquier intento de recurrir a la opción militar (9). 
  • En octubre de 1977, un informe de inteligencia enviado desde la embajada británica en Bueno Aires advertía a Londres sobre el incremento de la actividad militar por parte de la Armada Argentina en la región Austral. El primer ministro James Callahan ordenó la ejecución de una operación "secreta" que consistía en el envío inmediato de un submarino nuclear y dos fragatas para que se mantuviesen alistadas a 1.000 millas de Malvinas con la finalidad de rechazar cualquier intento de invasión. 
  • En un informe del Departamento de Estado (EEUU) sobre la personalidad del nuevo Jefe del Ejército Argentino (enero de 1980), se describe al General Galtieri como una persona moderada que promueve el diálogo político y que ante el litigio por el Beagle no estaría dispuesto a adoptar ninguna medida que altere la mediación papal. Por otro lado, distintos documentos diplomáticos británicos colocan desde 1977 a la Armada Argentina en la línea dura del gobierno argentino que promueve la recuperación de Malvinas por la opción militar (10). 
  • En 1981, un documento producido por el embajador británico en Buenos Aires informaba sobre el encendido discurso dado por Galtieri, donde se expresaba la necesidad imperiosa de ponerle fin a la cuestión Malvinas (11).
  • Durante 1981 y comienzos de1982 la prensa argentina "alertaba" sobre la inevitable opción militar para el caso que se abandonen las negociaciones por la soberanía de las islas. Al respecto, el agregado naval de la Royal Navy en Buenos Aires informó que algunas de esas noticias periodísticas eran alentadas desde la Armada Argentina (12).

Por otro lado, debido al incidente en Thule (1976), en 1980 tras la llegada de Margaret Thatcher al poder, levantó el bloqueo de venta de armas a Chile vigente desde inicios del gobierno de facto de Pinochet (13). Claramente y recurriendo a una vieja jugada política de equilibrio de poder, se decidió contribuir al fortalecimiento militar del país trasandino aduciendo una creciente hostilidad argentina en la región austral. Entre los años 1980y 1982, sus Fuerzas Armadas habían adquirido equipamiento militar por la suma de US$ 110 millones, actividad que fue realizada en el más absoluto secreto debido a las críticas que podría haber generado que un gobierno democrático como el de Reino Unido apoyase a una dictadura militar en Latinoamérica.

Para abril de 1981, el JIC advertía que, si se fracasaba en la negociación por la soberanía de las islas, habría un "alto riesgo de que [Argentina]recurriera a medidas más contundentes contra los intereses británicos... En tales circunstancias, la acción militar... o la invasión a gran escala de las Malvinas no puede descartarse" (14). En marzo de ese mismo año, distintos indicios de una posible invasión argentina de las islas fueron discutidos en una reunión del JIC (15). Sin ninguna duda, con los antecedentes de Thule sumado a la desconfianza que se le tenía a la Junta Militar argentina, la Inteligencia británica entendía que se estaba manifestando un cambio de actitud diplomática por parte de Buenos Aires lo que significaba un endurecimiento de la postura respecto de la cuestión Malvinas que podría terminar en una opción militar.

El último informe de inteligencia previo a la guerra fue elaborado enjulio de 1981. En dicho documento se advertía sobre la peligrosidad de una guerra pero que el gobierno argentino solo recurriría a la "invasión militar" de las Malvinas si Gran Bretaña se negaba a continuar con las negociaciones por la transferencia de la soberanía. El equipo de análisis apostaba por una escalada gradual del conflicto con una virulencia marcada por señales claras y sin sorpresas. Esta estimativa de inteligencia elaborada por el JIC fue la que acompañó las decisiones al máximo nivel político hasta el 30 de marzo de1982. Sorprendentemente, el Equipo de Análisis de América Latina del JIC se había reunido unas dieciocho veces entre julio de 1981 y fines de marzo de 1982 pero en ninguna ocasión se trató el tema Malvinas y llamativamente todos los indicios que sugirieron la adopción de la opción militar por parte de Buenos Aires para recuperar Malvinas serían misteriosamente desoídos.

Por otro lado, como se mencionó anteriormente, los analistas de inteligencia del JIC esperaban una sucesión de indicios bien definidos entiempo y espacio que le permitieran brindar la alerta estratégica al gobierno británico. Este esquema mental rígido y tradicional se aferraba a que el GCHQ (16) debería interceptar las comunicaciones que impliquen el alistamiento, movilización y concentración sobre la costa del Atlántico de las unidades militares del Ejército Argentino que se encontraban desplegadas en la frontera con Chile (17).

Sobre el incidente de las Georgias, un informe de inteligencia de fecha 31 de marzo afirmaba que, si bien el gobierno argentino no había originado el hecho en sí, se estaba aprovechando de la situación para reforzar sus reclamos de soberanía y presionar a Londres para forzarlo al diálogo. También se dejaba bien claro que, si se expulsaba a los operarios argentinos por la fuerza, generaría una situación de alto riesgo donde la Junta Militar podría tomar la decisión de invadir.

Finalmente, una última estimativa de inteligencia elaborada el 1ºde abril, es decir 24 hs antes de la Operación Rosario, confirmaba las intenciones argentinas de desembarcar en Malvinas y resalta la alarmante e inusual cooperación entre las tres FFAA, las que habían destacado una fuerza conjunta rumbo al Atlántico Sur.


El HMS Endurance

El Endurance fue un buque polar que navegaba por el Atlántico Sur desde 1967 con la finalidad de conectar y controlar los intereses británicos situados en estas latitudes, y simultáneamente evaluar la actividad delas naciones que trabajaban en el sector antártico reclamado por la Corona. Pese a las restricciones del Tratado Antártico, el navío se adentró por el continente blanco dotado de helicópteros artillados con misiles y ametralladoras. También, en palabras de su capitán, el Comandante de la RN Nick Barker, el principal armamento del barco era la sala de escucha ubicada en la parte superior del hangar. Dotado con los más modernos equipos para el monitoreo del espectro electromagnético, la embarcación tenía la capacidad de interceptar la mayoría de las bandas radiales usadas en aquella época. Sus operadores eran hispanoparlantes, pudiendo con ello hacer una interpretación in situ de los mensajes interceptados, constituyéndose con ello en un recurso estratégico parala Inteligencia británica (18). Al respecto, dicho equipamiento habría sido instalado por el GCHQ como consecuencia del incidente de la isla Thule y a los efectos de realizar un seguimiento de los buques argentinos en la zona austral y poner en preaviso ala Corona de aquellas acciones que pudiesen ser consideradas como una amenaza. En resumen, el HMS Endurance era un buque de la Royal Navy en apoyo del British Antarctic Survey, pero que también fue utilizado como medio de obtención electrónica por el GCHQ para interceptar e interpretar las comunicaciones argentinas en el Atlántico Sur.

En septiembre de 1981, mientras en Buenos Aires la Junta Militar definía con el más absoluto sigilo las acciones sobre Malvinas, en Londres el Ministerio de defensa británico remitía al secretario privado de Thatcher un informe secreto sobre el conflicto del Atlántico Sur. Este documento, además de describirlos riesgos que afrontaría la Corona ante la escalada del conflicto en una eventual invasión militar argentina, detallaba las capacidades militares de ambas partes a ser empleadas en el Atlántico Sur. Al respecto, llama la atención que en dicho informe no existió comentario alguno sobre la estación de interceptación electrónica destinada a escuchar las comunicaciones argentinas. Solo se atinó a justificar la permanencia del Endurance como medio de transporte e insignia de la presencia británica en la zona austral.

Durante la crisis de las Islas Georgias (marzo de 1982), las comunicaciones argentinas también fueron interceptadas por el Endurance. Se pensó que las advertencias basadas en la inteligencia de señales que denotaban una creciente belicosidad, respondían a un denodado esfuerzo por evitar que el mencionado buque polar fuese retirado del servicio (19).


El British Antarctic Survey (BAS)

El BAS es la agencia británica para los asuntos antárticos y la investigación científica. Fue creada durante la 2º GM en 1943 en el marco de la operación secreta Tabarin, donde los distintos refugios situados entre Malvinas y el continente blanco, tuvieron la misión secundaria de alertar sobre la presencia de buques o submarinos alemanes en dicho sector (20) (21). Dotados de equipos de comunicaciones que podían enlazarse con Londres, los refugios del BAS cumplieron una importante tarea en el seguimiento del conflicto de las Georgias a fines de marzo de 1982. Fue en esas circunstancias que, un equipo de científicos ingleses que no habían sido descubiertos por las tropas argentinas, informaría a la inteligencia británica que dichas islas estaban débilmente defendidas, contribuyendo con ello ala reconquista militar ejecutada el 25de abril de 1982 (22).


Recortes en el área de defensa 

La situación económica apremiante que vivía RU había llevado al gobierno conservador de Thatcher a implementar una serie de drásticos recortes en el área de defensa para mediados de 1981. Al respecto, los ajustes en la Royal Navy eran 2 veces mayores a los del Ejército y 7 veces superiores a los de la RAF (Royal Air Force). De un momento para otro la Marina real tenía que desprenderse al menos de un portaviones, los buques de desembarco, destructores, fragatas y otros navíos auxiliares como el HMS Endurance y la desactivación de la 3ra Commando Brigade de la Infantería de Marina (23). El libro blanco de la defensa de junio de1981, propuso abandonar la presencia naval británica en el Atlántico sur y Antártida (24). Por primera vez en la historia parlamentaria británica, un gobierno conservador decidió por reducir el presupuesto en defensa y achicar la estructura de sus FFAA. Lo anterior despertó fuertes críticas y descontento entre los militares, y una sensación de marcada decadencia se extendía sobre lo que en otros tiempos había sido el orgullo imperial: la Royal Navy


Tras la estela de la invasión 

Planteado el escenario prospectivo de invasión a gran escala de Malvinas, el Endurance fue enviado a buscar los indicios que corroboraría la hipótesis sobre las intenciones de Argentina. Durante 1981 y principios de 1982 Nick Barker recorrió el sector antártico, el Atlántico Sur y los principales puertos argentinos(Bases de la Armada Argentina) en Tierra del Fuego y el continente para evaluar la seriedad de la amenaza.

Durante 1981, además de obtener información de las FFAA argentinas, el Endurance recorrió la costa de nuestro país con la intención de evaluar el clima político y militar reinante respecto de Malvinas (25). El 9 de diciembre de ese mismo año, el buque zarpó para recorrer Georgias y los distintos puestos del BAS en la región austral. En el viaje, el equipo de inteligencia interceptó informes meteorológicos transmitidos por buques argentinos, los que incluían detalles de la posición, curso, velocidad y otras transmisiones con el continente. Según los reportes del BAS, el 20 de diciembre se vio al ARA Almirante Irizar atracar subrepticiamente en Puerto Leith (Islas Georgias). Asimismo, llamó la atención que desde el buque argentino mantuviesen el silencio de radio ante el intento de enlace por parte de los británicos. También, en un pasaje por la Base de la Armada Argentina en Ushuaia, Barker se sorprendió por el frío recibimiento propiciado por los marinos argentinos y por los rumores de guerra que habría escuchado en alguna que otra reunión social. Seguidamente, el Endurance se dirigió a Punta Arenas (Chile) para evaluar las percepciones de la Marina de Chile sobre las intenciones de Argentina en la zona. Cabe resaltar que, en un pasaje del libro de su autoría, el capitán del Endurance concluía sobre el inevitable camino de la guerra: "Para cuando zarpamos el 30 de enero (1982), ya no tenía ninguna duda que habría una invasión argentina en Malvinas” (26). Todos estos hechos, más las impresiones de Barker sobre la apremiante situación en el Atlántico Sur, fueron informados a la inteligencia de la Royal Navy. A lo anterior habría que sumarle las constantes denuncias respecto a vuelos no autorizados que eran llevados a cabo por aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) sobre el aeródromo de la capital malvinense y la zona de las Islas Georgias (27).

Posteriormente, el 11 de marzo de 1982 el ARA Bahía Buen Suceso atracaba y desembarcaba por segunda vez al personal de Davidoff para trabajar en la factoría abandonada en Puerto Leith (Islas Georgias). Tanto el Gobernador Rex Hunt como Barker informaron que se trataba de un intento subrepticio de establecer presencia permanente en Georgias.


¿Qué sabia realmente Thatcher sobre el HMS Endurance? 

En lo que respecta al conflicto del Atlántico Sur, la historia del HMS Endurance constituye en sí misma un capítulo aparte como prolegómeno de la guerra que se desató el2 de abril de 1982. De acuerdo con lo determinado por el Ministerio de Defensa británico, la última campaña del buque polar en el Atlántico Sur seria en 1982 para luego ser retirado del servicio activo y puesto a la venta. Este hecho motivó que el gobierno conservador fuese objeto de duras críticas porque se asumía que, el solo retiro del buque no solamente dificultaría las actividades del BAS en la zona y el relevo del contingente de los Royal Marines, sino que también podría ser interpretado por Argentina como una marcada señal de desinterés del gobierno británico sobre Malvinas.

Desde que se tomó la decisión de replegar y colocar a la venta el buque, Thatcher recibió numerosos pedidos que reclamaban la necesidad de mantener la presencia del Endurance en la zona austral. Según documentos desclasificados en 2012, para febrero de 1982 la primera ministra mantenía su decisión de vender la embarcación, pese a que el capitán del buque había informado (enero de 1982) a la inteligencia británica sobre los indicios que presagiaban una guerra por la soberanía de las islas. Todo esto sugiere que Thatcher nunca supo de la importancia que representaba dicho navío como medio de obtención de información y al parecer tampoco estaba al tanto de los indicios recolectados durante diciembre de 1981 y enero de 1982 (28).Ante semejante augurio de conflictividad, cabe preguntarnos… ¿porqué persistir en retirar del Atlántico Sur el activo más importante de inteligencia estratégica que podía ponerlos en alerta ante una invasión Argentina? ¿Sabía Thatcher que el Endurance era un medio trascendental para la vigilancia estratégica en el Atlántico Sur? ¿Se le informó a la primera ministra sobre los múltiple indicios que presagiaban que algo podría pasar en Malvinas o Georgias?


La hipótesis de invasión 

En el informe del Ministerio de Defensa británico del 4 de septiembre de 1981 se advierte con una inusual alarma el peligro de una invasión a "pequeña o gran escala" por parte de las fuerzas militares argentinas. Dicho documento, luego de un detalle general sobre la cantidad de buques y aviones que ostentaban tanto la Armada Argentina como la Fuerza Aérea, describe las siguientes capacidades asignadas a las potenciales fuerzas invasoras:

  1. Acoso o arresto de los buques británicos en el Atlántico Sur. 
  2. Ocupación militar de una o más delas islas que se encuentran inhabitadas. 
  3. Arresto de los miembros del BAS en Georgias. 
  4. Operación militar a pequeña escala sobre las islas. 
  5. Invasión militar de las islas a gran escala.

Al referirse al tipo de contingente que se necesitaría para afrontar la amenaza, reconoce que la acción preventiva de enviar una Fuerza de Tareas a las islas podría generar el efecto contrario al de disuasión, y despertaría a su vez el orgullo nacional argentino alentando con ello la ocupación completa de las islas. Por otro lado, deja bien claro que con la desprogramación de los buques para desembarco y otros navíos prevista para 1984, la corona debería recurrir a buques comerciales, dejando entrever el error que representaba persistir con los recortes de la RN. Pese a ello, Thatcher mantuvo su decisión de achicar gastos en el área de defensa como estaba previsto y no se descarta que haya desestimado las mencionadas advertencias tildándolas de exageradas y/o extorsivas.

Es de destacar que, R.T. Jackling funcionario del Ministerio de defensa que firmó el citado documento, afirmó en 2005 que no se esperaba de ninguna manera una invasión a gran escala, es decir que el grado de probabilidad era solamente aplicable a una acción militar menor. No obstante, el Foreign Office no veía la necesidad de actualizar o elaborar nuevos planes de contingencia para hacer frente a una invasión que según el JIC sería el último estadio de una crisis preanunciada.


Plan de Contingencia 

En declaraciones posteriores al conflicto, Thatcher expresó que ni su gabinete "ni la inteligencia británica" pudieron percibir lo que ocurriría el2 de abril de 1982 como para poder adoptar las medidas necesarias afines de instrumentar una acción disuasoria. Las evaluaciones sobre las actitudes políticas de la Junta Militarse habrían hecho por las declaraciones altisonantes de los medios de prensa de Buenos Aires y el endurecimiento diplomático del Palacio San Martín (29). Distintas fuentes confirman que tanto el JIC, como el Ministerio de Defensa y el Foreign Office creyeron en todo momento que, de existir una guerra, la misma sería precedida de un número determinado de señales de alerta, que llevarían al gobierno a poner en práctica alguno de los planes de contingencia previstos. Todo da a entender entonces que en el nivel político comenzó a considerarse la escalada de crisis a partir del desembarco de los obreros de Davidoff en Puerto Leith cuando el 19de marzo del ’82 izaron el pabellón argentino en presencia un grupo de Infantes de Marina de la ARA.

"Sin embargo, a la hora de juzgar nuestra reacción ante la nueva Junta[La Junta Militar argentina] es importante cuanta retórica agresiva se había pronunciado en el pasado sin ningún resultado tangible. Además, basándonos en la experiencia, nuestro punto de vista era que Argentina seguiría una política progresiva del conflicto partiendo depresiones diplomáticas y económicas. Al contrario de lo que se decía entonces, no tuvimos hasta casi último momento información alguna sobre que Argentina estaba a punto de emprender una invasión a escala total" Margaret Thatcher.

La primera ministra afirmó en su autobiografía que los informes de inteligencia producidos por el JIC entre los días 3 y 30 de marzo descartaban la invasión a gran escala por fuerzas militares argentinas, por lo que la preocupación de la mandataria se centró en la opción diplomática puesto que hasta el momento la única situación de crisis que se vivía en torno al tema Malvinas era el incidente con los operarios del empresario Davidoff (30). 

Sin embargo, el oficial de inteligencia de la RN Comandante Robert Green (31) sostiene que tras haber recibido los informes alarmantes de Barker, el Comandante en jefe de la flota Almirante Fieldhouse ordenó "a fines de enero" la elaboración de un plan de contingencia para afrontar la amenaza argentina (32). Cabe aclarar que, tanto Fieldhouse como el lord del Almirantazgo almirante Leach habrían encabezado durante 1981 reuniones "conspirativas" a los efectos de contrarrestar la decisión del Ministerio de Defensa de proseguir con los recortes en la flota. Pese a la reticencia del Foreign Office, Fieldhouse se había mostrado particularmente insistente sobre la elaboración de los planes de contingencia respecto del caso Malvinas (33). Otro dato llamativo se observa el 31 de marzo cuando Thatcher recibió la noticia que se esperaba un desembarco argentino en la capital de Malvinas. Reunida en su despacho con algunos de sus funcionarios para tratar la urgencia acuciante, se hace presente sin haber sido llamado el Jefe del Estado Mayor de la Royal Navy Almirante Leach y sobre ese encuentro la mandataria británica manifestó lo siguiente: "Cuando por fin llegó, le pregunté qué podíamos hacer. Estaba tranquilo, sosegado y seguro de sí mismo: «Puedo reunir una fuerza…con destructores, fragatas, lanchas de desembarco y buques de apoyo. Irá encabezada por los portaaviones HMS Hermes y HMS Invincible. Puede estar lista para zarparen cuarenta y ocho horas".

Asimismo, Leach predijo que cuando los argentinos vieran la enseña del imperio, huirían inmediatamente (34).


¿Actitud aplomada de un previsor o la confianza del cómplice de un ardid a sabiendas que su oportunidad ha llegado?

Cabe aclarar que dos días antes (29 de marzo) el secretario de Defensa le había informado a Thatcher que reunir un contingente de buques de la RN le llevaría como mínimo una semana, declaración que se contradice con lo enunciado por Leach.

Según fuentes británicas, la marina real habría terminado el planeamiento de su plan de contingencia a mediados del mes de marzo, motivo suficiente para que Leach mantuviese la calma ya que se le presentaba una buena oportunidad para salvara la flota de superficie de los recortes propiciados por el propio gobierno. A diferencia de años anteriores, este documento tuvo las particularidades propias de un plan de campaña donde se establecía un teatro de operaciones y se preveía el empleo de una fuerza conjunta predominantemente naval y su magnitud se ajustaría según el grado de la amenaza argentina.



El Informe Frank 

El Falklans Island Review o usualmente conocido como el Informe Frank´s fue elaborado en enero de 1983. El motivo de la investigación fue revelar el grado de responsabilidad institucional ante la "sorpresiva invasión argentina de Malvinas". Luego de analizar los informes de inteligencia y lo declarado por sus protagonistas se llegó a la "insólita conclusión" que el gobierno de Thatcher no pudo haber previsto lo ocurrido el 2 de abril (35).

Por otro lado, llama la atención que en dicho informe se menciona como aspecto negativo la "ausencia de planes detallados para responder a la amenaza", cuando en realidad vimos que para marzo del ´82 la Royal Navy había terminado el planeamiento del plan de campaña ordenado dos meses antes por el Almirante Fieldhouse.

Tampoco menciona que el HMS Endurance era una plataforma de inteligencia de señales y no les presta la debida atención a los reconocimientos efectuados por la Fuerza Aérea y Armada Argentina en Malvinas y Georgias para fines de 1981y comienzos de 1982. Pero la crítica puntual se acota sobre el error de lectura de las señales de índole mediático (prensa argentina) y conducta en el nivel político. En ningún momento se alude a la información obtenida de primera mano por Barker ni por las autoridades británicas de las islas. Para el mes de marzo del 82, la cuestión Malvinas era de baja prioridad para el JIC.

Otro aspecto llamativo es que mientras se estaba desarrollando el incidente de las Georgias con el hecho significativo del izamiento dela bandera en presencia de personal militar, el equipo de analistas del JIC que llevaba Latinoamérica, no se reunieron para tratar la gravedad del asunto pese a las advertencias que llegaban desde la gobernación británica de las islas.

Además, se trató con poca importancia las advertencias sobre la "invasión militar de las islas" que ejecutarían las FFAA en Malvinas. Se asevera que tanto el Ministerio de Defensa como el Foreign Office tuvieron en cuenta los informes de Barker pero en alguna medida los mismos no recibieron la entidad o importancia necesaria solo por la simple razón que las palabras de dicho marino "no adelantaban la ejecución de una inminente invasión". Según estos considerandos, resulta contradictorio que la inteligencia estratégica solo haya estado preocupada por la precisión de la fecha en que se llevaría a cabo la Operación Rosario y no haberse enfocado en una de las tareas principales que es la de identificar aquellas señales que proporcionen la alerta necesaria en tiempo para evitar la sorpresa estratégica.


Warning Signals 

Graham Bound, isleño, periodista y fundador del periódico local Penguin News; fue protagonista de los hechos y plasmó sus experiencias en varias obras de su autoría. En su libro "Falklands Islanders at War", editado en 2002, denuncia que las conclusiones del informe Frank´s son cuanto menos "ridículas e insultantes" para aquellos que vivieron la guerra en primera persona. Destaca que, durante los seis meses previos al 2 de abril, Rex Hunt dio sobradas señales de alerta sobre la invasión que se avecinaba. Bound asegura que hubo evidencias en demasía respecto de las actividades de reconocimiento estratégico argentino tanto aéreo como naval. La oficina de LADE en Puerto Argentino era considerada una base de inteligencia de la Fuerza Aérea cuya misión era la de evaluar el grado de respuesta militar británico y reunir información de todo tipo. Sobre las fallas de inteligencia que sospechosamente no pudieron prever la Operación Rosario, deja entrever que posiblemente se llevó acabo en Londres "una política deliberada para ignorar las advertencias delos isleños" (36).

Michael Armitage, Jefe del EM de Inteligencia de la Defensa, afirma que no tenían indicios de la invasión argentina a Malvinas (37). Al respecto, un dato no menor lo constituye el hecho que el propio ministro de Defensa se encontrase en Nueva Zelanda en el momento de la alerta de invasión proporcionada por el Endurance.

El ministro de Defensa John Nott, pese a lo ocurrido con los chatarreros en Georgias, recién consideró la amenaza de invasión 4 días antes que ocurriese (38).

Se entendía que todos los rumores surgidos en la prensa respecto a una posible invasión militar argentina a Malvinas, era una estrategia para presionar a GB y que su gobierno aceptase un plan gradual de retirada de las islas en 30 años.

El 30 de marzo el Agregado de Defensa británico en Buenos Aires informó que parte de la flota argentina se dirigía hacia el Atlántico sur, y con este dato la oficina del Commonwealth sugirió que los argentinos invadirían alguna de las islas de Malvinas en el mes de abril.


Conclusiones 

Una de las misiones trascendentales de la Inteligencia a nivel estratégico es la de proporcionar la alerta necesaria con la suficiente antelación para que se puedan poner en práctica los planes de contingencia previstos para la ocasión según el tipo de incidente que pueda llegar a producirse. Resulta sorprendente, y a la vez muy extraño, que uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo haya soslayado las señales enviadas desde el atlántico sur, sobre todo cuando la virulencia del conflicto se venía incrementando desde diciembre de 1976. Quienes fueron protagonistas y tuvieron la responsabilidad de enviar las debidas alertas, no eran personas ignorantes en los conocimientos de la doctrina de inteligencia y sabían muy bien lo que tenían quehacer. Todos ellos militares, personas que alguna vez fueron formados en las disciplinas de la exploración y reconocimiento. El propio gobernador era un ex veterano de la 2ºGM y había estado al servicio de la inteligencia durante la guerra de Vietnam como integrante de la embajada británica en Saigón.

Desde el punto de vista del análisis, resulta también muy llamativo el papel del JIC a la hora de evaluar las señales, aunque sabemos hoy que aparentemente no todas, y quizás las más importantes, llegaron alas manos de sus analistas. En ese sentido, resulta por lo menos poco claro el proceder de otras agencias subsidiarias como el Servicio de Inteligencia de la RN a la horade transmitir información de alta prioridad hacia el JIC. Al respecto, la conducta de ciertas autoridades navales deja entrever que manejaban cierta inteligencia que el Estado ignoraba. Claro está que la propia Thatcher desconocía la existencia de algunos incidentes que podrían haber generado otra actitud respecto del conflicto. Según el investigador Robert Aldrich, el JIC fue duramente criticado por haber fallado en proveer la alerta de invasión de varios conflictos como la invasión soviética a Checoeslovaquia (1968) y Afganistán (1979) y la guerra entre Irán e Irak (1980). Ante semejantes fracasos cabe preguntarnos, ¿por qué bajar la guardia en una situación de crisis que involucraba un dominio colonial propio? No lo sabemos. También ignoramos porque ante semejante error que desencadenó una guerra, la Primera Ministra mantuvo en el cargo al director del JIC hasta el final de su mandato, cuando lo lógico hubiese sido relevarlo.

Finalmente, el informe Frank´s despertó más dudas que certezas al tratar de determinar cuál fue el error que se cometió al no haber advertido la Operación Rosario.

Las críticas observan que se buscó proteger al gobierno, quizás en la intención de no mostrar debilidad tanto en el ámbito local como internacional, o posiblemente para no exponer las intencionalidades de otros actores como la RN, la que probablemente quería aprovecharla situación para revertir el descalabro de su flota de superficie. 


(1) HMS: “Her Majesty's Ship": Buque de Su majestad [la Reina], por sus siglas en ingles. 

(2) Se desempeñó como Comandante de la Fuerza de Desembarco de la Operación Rosario (2 Abr 82). 

(3) JIC: Comité Conjunto de Inteligencia por sus siglas en inglés. Constituye la cabeza del Sistema de Inteligencia a nivel estratégico nacional. 

(4) Jagger, 2015 

(5) Aldrich, 2010 

(6) Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña. 

(7) Irizar.org, 2014 

(8) BBC, El ataque a Malvinas/Falklands "sorprendió" a Thatcher, 2012  

https://www.bbc.com/mundo/ noticias/2012/12/121227_malvinas_falklands_invasion_ thatcher_lav

(9) Burns, 2012 

(10) Thatcher Foundations, 2020 

(11) Frank y otros, 1983 

(12) Ibidem 

(13) BBC, 2013. 

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/02/130214_serie_archivos_secretos_visitas_generales_compra_de_armas_ch 

(14) Jagger, 2015 

(15) Barker, 2002 

(16) Government Communications Headquarters: Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno por sus siglas en inglés. 

(17) Aldrich, 2010

(18) Barker, 2002 

(19) Aldrich, 2010 

(20) Más tarde y con la llegada de la Guerra Fría, el BAS también tendrá como objetivo advertir sobre la presencia de buques de la URSS. 

(21) BAS, 2019 

(22) El personal del BAS también tuvo la responsabilidad de monitorear las comunicaciones en el Atlántico Sur, destacándose la presencia de miembros que hablaban español, los que desempeñaron un importante rol durante la crisis de las Georgias. 

(23) Parry, 2012 

(24) Gamba & Freedman, 2012 

(25) Barker, 2002

(26) Barker, 2002 

(27) Thatcher Foundations, 2020 

(28) La postura de replegar y vender el HMS Endurance se mantuvo hasta el inicio de la guerra en abril del ’82. 

(29) Thatcher, 2012 

(30) Ibidem 

(31) Durante la guerra se desempeñó como integrante del Staff de Inteligencia del Cuartel General de la Royal Navy ubicado en la localidad de Northwood. 

(32) Mc Manners, 2008

(33) Aldrich, 2010 

(34) Aldrich, 2010 

(35) Frank y otros, 1983 

(36) Bound, 2002 

(37) Dorman, Kandiah, & Staerck, 2005 

(38) Dorman, Kandiah, & Staerck, 2005



BIBLIOGRAFÍA 

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El autor es Coronel, Oficial de Estado Mayor y Estado Mayor Conjunto. Realizó la Escuela de Comando y Estado Mayor en el Ejército de Liberación Popular de China. Tiene los títulos de Licenciado en RRII y Licenciado en Estrategia y Organización de la Facultad del Ejército Argentino.


Este artículo fue publicado en Visión Conjunta año 15  Número 28 . 2023