Mostrando entradas con la etiqueta 14 de Junio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 14 de Junio. Mostrar todas las entradas

viernes, 12 de junio de 2020

14 de junio: La rendición

Gran Bretaña gana en la guerra de las Malvinas

Publicado el 20 de junio de 1982 ||  Die Welt (original en alemán)

La guerra por las inhóspitas islas del Atlántico Sur duró 72 días.




Crédito: Picture-Alliance / Mary Evans Pi / Mary Evans Picture Library


El gobierno británico bajo la primera ministra Margaret Thatcher declaró la guerra de las Malvinas contra Argentina el 20 de junio de 1982. Las fuerzas armadas argentinas en las islas se habían detenido previamente y se habían rendido el 14 de junio.

Georgia del Sur y las Islas Sandwich del Sur también son propiedad británica nuevamente.

La guerra estalló a principios de abril de 1982 después de que los soldados argentinos desembarcaron en las Malvinas (Malvinas) en el Atlántico Sur y expulsaron a los marines británicos estacionados allí.

En el conflicto de 72 días, 253 británicos y 655 argentinos perdieron la vida, alrededor de 12,000 fueron al cautiverio británico.

El jefe de la junta militar argentina, Leopoldo Galtieri, renuncia el 18 de junio. A finales de 1983, Argentina volvió a ser una democracia.

jueves, 8 de marzo de 2018

Imágenes del 14 de Junio en documental "This is England"

Clip de la película "This is England"


De la película "This is England". El personaje principal se llama Shaun y su padre fue muerto en la guerra de las Malvinas.


sábado, 11 de marzo de 2017

Relatos británicos de la guerra (9): Bombero

Relatos británicos de la guerra

The Telegraph

Fue la venganza de Galtieri - él perdió la guerra pero nos hizo mal "
Lewis Clifton, de 56 años, ex empleado de la oficina de correos y miembro de la brigada de bomberos de Port Stanley, sobre la vida después de la ocupación


Suciedad, degradación, destrucción; Esas son las cosas que vienen a la mente cuando pienso en Stanley en las secuelas del conflicto. La ciudad era normalmente el hogar de sólo unos pocos miles de personas, y de repente tuvo que lidiar con miles de extra de soldados argentinos y británicos. El lugar no podía soportarlo. Sólo había electricidad y agua esporádica y el sistema de saneamiento se derrumbó. Las calles estaban hundidas en el calabozo humano. El hedor era horrible, realmente horrible, y todos estábamos sufriendo lo que llamábamos venganza de Galtieri. Perdió la guerra pero nos dejó enfermos.
Miles de prisioneros argentinos parecían vagar libremente por algún tiempo después de la rendición. Habían sido aislados en una zona al este de la ciudad, y se los llevaba de regreso a Stanley para embarcarlos en buques, pero ese sistema se descompuso cuando se liberaron demasiados de la zona de espera. Simplemente corrieron mal y fueron responsables de la destrucción arbitraria, incluyendo el incendio de los edificios.
Durante la ocupación, todos los vehículos de bomberos se nos habían sido quitados, y tuvimos que luchar contra ellos el 14 de junio para hacer frente a esos incendios. Recuerdo que cuando el Globe Store se incendió, tuvimos la mayor dificultad de bombear agua desde el muelle porque estábamos siendo golpeados por malditos prisioneros de guerra argentinos en las calles oscurecidas.
Mi primer encuentro con soldados británicos fue la noche de la rendición. Habíamos estado luchando contra incendios, y nos encontramos con algunos Paras. Ciertamente parecían malditas máquinas de combate. Estaban cerca de las brasas de un fuego que había destruido una casa. Obviamente, estaban contentos de que las cosas hubieran terminado, y ciertamente estuvimos encantados de verlas.
Durante algún tiempo, nosotros y las tropas británicas nos ayudamos con abastecimientos argentinos. Algunas personas lo han descrito como saqueo, pero se parecía más al botín de la guerra. El lugar estaba sufriendo escasez de harina y azúcar y otros elementos básicos, y los argentinos habían dejado envases de comida salpicados por toda la ciudad. Lo sorprendente de esto era que no se lo habían distribuido a sus propios hombres.
Ahora la ciudad tenía más del doble del tamaño. Ha tenido grandes mejoras de infraestructura, y es un lugar mucho mejor para vivir. Pero algunas cosas no cambian: cuando estábamos creciendo aquí antes de la guerra, la fruta fresca era rara, y usted todavía no puede comprar plátanos hoy. Pero somos isleños de Malvinas: hemos aprendido a hacer.

viernes, 3 de febrero de 2017

Para el retrógrado de Romero, hay que festejar el 14 de Junio

Hay que debatir el sentido de los feriados
La conmemoración de fechas sensibles debe contribuir a la convivencia y no recrear viejos conflictos

Luis Alberto Romero - LA NACION


De manera inesperada, las controversias sobre el pasado reciente resurgieron con el frustrado intento del Gobierno de convertir el 24 de marzo y el 2 de abril en feriados móviles. Un proyecto para reordenar un anárquico conjunto de feriados tocó un nervio sensible: ambas fechas se vinculan con el pasado que duele; la manera de recordarlas, también, pues fue Néstor Kirchner quien los declaró feriados inamovibles.

El Gobierno rectificó su decisión ante la reacción de un variado movimiento de opinión, que incluye al kirchnerismo, a los implicados personalmente en los eventos evocados, a un conjunto de gente -no muy reflexivo- que sigue la opinión considerada correcta y a otro grupo, muy consciente, que consideró políticamente inoportuna la medida.


Si una cuestión administrativa ha despertado tamañas sensibilidades es porque detrás hay un tema importante, algo así como un esqueleto en el armario. Más allá de la oportunidad, creo necesario colocarlo en la agenda ciudadana e impulsar una reconsideración reflexiva sobre lo que se está conmemorando, pues me parece que ambas fechas encierran un equívoco.

Toda la cuestión de Malvinas merece sin duda una conmemoración. En 1984 se trasladó al 2 de abril la celebración del 10 de junio, establecida como Día de la Reafirmación de los Derechos de la Argentina sobre las Islas Malvinas, y también de su reivindicación pacífica por la vía diplomática. Con el tiempo, el 2 de abril comenzó a teñirse de otro sentido: la "recuperación de las Malvinas", gesta de los "héroes de Malvinas", una fórmula que hasta Raúl Alfonsín debió emplear, pese a su propósito de "desmalvinizar" la opinión pública.

Aquella gesta fue lanzada en 1982 por una dictadura criminal. Es difícil separar el recuerdo del 2 de abril de la multitud reunida en la Plaza de Mayo, aclamando al general Galtieri y escenificando el peor costado de nuestra cultura política, infectada por un nacionalismo patológico, soberbio y paranoico. Con posterioridad los militares fueron repudiados, pero probablemente por haber perdido la guerra y no por haberla iniciado. Me temo que aquel espíritu "malvinero" sigue vivo entre las cenizas de un fuego mal apagado y que las veladas celebraciones avivan la llama.

Más cerca de ese ánimo heroico, en 2000 el Estado lo declaró Día de los Veteranos y Caídos en la Guerra de Malvinas; Kirchner, sensible al "espíritu malvinero", lo convirtió en feriado fijo. Sin duda, quienes han sufrido en esa guerra daños irreparables, físicos o morales, merecen un reconocimiento que hasta ahora se les ha retaceado. ¿Por qué precisamente el 2 de abril?

Es cierto que ese día cayó la primera víctima, pero ante todo fue el día de la victoria, del vino y de las rosas, de la ilusión puesta en una guerra que debía restablecer el honor nacional y sellar la unidad de su pueblo. No puedo imaginar un momento de mayor extravío de nuestra ciudadanía. Los veteranos y los muertos en la guerra no deberían quedar mezclados con eso. Eran chicos de 18 años, mal preparados y mal equipados, llevados literalmente a un matadero. No fueron héroes, sino víctimas de la dictadura.

Esta guerra debería ser conmemorada el 14 de junio, el día de la rendición. Entonces terminó la matanza de soldados. Pero sobre todo se abatió el orgullo belicista, y los argentinos, infatuados por su nacionalismo patológico, debieron confrontar sus fantasías con la cruda verdad de los hechos. Si lo hiciéramos, daríamos una señal de repudio, no tanto a aquellos jefes militares -cómodo chivo expiatorio-, sino a una cultura política, ampliamente extendida, que les permitió llegar a esos extremos.

El 24 de marzo, Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, es una fecha muy importante. En ese día, en 1976, comenzó la acción criminal más terrible del Estado argentino: el terrorismo clandestino de Estado. Eso solo justifica un gran esfuerzo cívico conmemorativo, como el que muchos de nosotros hemos hecho desde 1983.

En su centro están las víctimas de la dictadura. Pero nuestro conocimiento y nuestra reflexión han avanzado desde 1983, descubriendo la conexión íntima entre diversos procesos luctuosos contemporáneos. Hoy no parece ni moralmente justo ni cívicamente útil limitar la conmemoración a los muertos desaparecidos durante la dictadura. No pueden estar solos. Debemos sumar a quienes "desaparecieron" en esos años pero no fueron ejecutados. Están los soldados del Regimiento de Formosa. Están los asesinados entre 1973 y 1976 por lo que fue el prototerrorismo de Estado. Están todos los muertos -militares y civiles- asesinados por las organizaciones armadas, cuyos deudos reclaman legítimamente memoria, verdad y justicia. A este conjunto de víctimas sería lícito sumar a los muertos en las Malvinas y a los veteranos.

Hoy, estos grupos son recordados de manera diferente o simplemente son ignorados. Creo que todos forman un único conjunto, por dos razones. La primera es humana: un asesinato es, por encima de todo, un crimen. La segunda es histórica: todos ellos, y algunos que escapan a esta fúnebre enumeración, fueron las víctimas de un momento terrible de la Argentina, cuando un demonio -de muchas caras pero, al fin, uno solo- se apropió de las mentes de quienes aceptaron con naturalidad que era posible -no digo que deseable- construir sobre un asesinato un mundo mejor. No creo que alguien haya quedado totalmente al margen de esta naturalización epocal de la violencia.

Desde 1983 tuvimos un amplio consenso acerca de que ése era el sentido del 24 de marzo. Creo que hoy ese consenso debe ser puesto en cuestión; y hay que discutirlo, aunque sea para ratificarlo. Tengo dos razones. La primera es que el 24 de marzo queda chico para resumir un ciclo que empieza antes de 1976 y que termina después de 1983, quizá con el episodio de La Tablada. Retomo el sueño de Héctor Leis: unamos en una única conmemoración a todas las víctimas de una época y fundemos así una memoria compartida para sustituir la actual, que sigue siendo facciosa.

La segunda tiene que ver con el uso manipulativo que, desde 2003, se ha hecho del 24 de marzo y, peor aún, de los derechos humanos, una maravillosa construcción ciudadana que en 1983 fue el Arca de la Alianza de la democracia. Los Kirchner los transformaron en una herramienta de poder, que revivió y agudizó el faccionalismo de los años 70. Me temo que el nombre de "derechos humanos" ha quedado tan corrompido como el valor emblemático del 24 de marzo. Creo que si queremos salvar su esencia, debemos modificar la forma.

La ciudadanía argentina tiene un deber: superar la experiencia traumática de los años terribles. Un estudio histórico desapasionado ayudará mucho. Una Justicia desapasionada también. Pero a la vez es necesario un trabajo de memoria, de verdad y de justicia que no esté guiado por la recreación de los viejos conflictos, sino por el deseo de construir una nueva convivencia. Reflexionar sobre estos dos feriados y su sentido puede ser un camino.

domingo, 14 de febrero de 2016

Conducta militar: Pedro, el héroe anónimo de Tumbledown

Un héroe, todos los héroes
Varios relatos británicos mencionan a un heroico soldado argentino del que casi nada se sabe, que fue ultimado poco antes de la caída de Puerto Argentino, tras negarse a rendirse, cuando su sección ya lo había hecho. En 1983, fue hallado un cuerpo en la zona de ese combate y se lo enterró como NN en Darwin. Con los años, varios estudios empezaron a relacionar una cosa con otra dando origen a "la leyenda del soldado Pedro", un héroe anónimo al que todavía sus ex compañeros de batalla siguen tratando de identificar.

Por Sergio Núñez y Ernesto Castillo


La noche del 13 de junio de 1982, cubierto por la nevisca reinante, el Segundo Batallón de Guardias Escoceses asaltó las posiciones argentinas en Tumbledown, un monte de 228 metros de altura que dominaba la última línea defensiva de las tropas nacionales alrededor de Puerto Argentino, capital de las islas Malvinas. Tras ocho horas de combate -reconocido por ambos bandos como el más duro de la campaña- y un último y desesperado contraataque, los argentinos se vieron forzados a retirarse. Detrás dejaban la última chance de detener el asalto enemigo hasta la llegada del invierno y evitar así la derrota total, que llegaría pocas horas más tarde. Pero su resistencia y entrega dejaban algo más entre los británicos: una leyenda.

Ya en la madrugada del 14 de junio, cuando las posiciones argentinas iban cayendo, un soldado criollo habría decidido seguir peleando, quizá para permitir la retirada de sus compañeros o tal vez por no aceptar la inminente derrota.

Algunos relatos británicos dicen que resistió una hora, otros sostienen que aguantó aunque todos coinciden en que este muchacho cambió de posición constantemente e hizo fuego contra los Guardias, negándose a rendirse; incluso cuando un oficial argentino capturado le ordenó hacerlo. Hasta que fue abatido por una combinación de cohetes antitanque y un último y fatal disparo en la frente. Cayó en la ladera este del monte, denominada La Terraza, en un despeñadero tan inaccesible que su cuerpo recién pudo ser recuperado en enero de 1983.


Foto:DyN/ARTE DE TAPA: SILVINA NICASTRO

Los Royal Pioneers y los enterradores civiles que rescataron el cadáver desconocían el nombre de este joven, como el de la mayoría de los 649 argentinos que murieron en las islas. Sólo sabían que había sido un héroe, que de haber sido uno de ellos, hubiera recibido los más altos honores. Su recuerdo perduró, y con el tiempo lo apodaron Pedro. ¿Por qué Pedro? Probablemente, porque para los británicos es un nombre apropiado para un latino desconocido, como John podría serlo para un británico desconocido. Sea como fuere, recién varios años después se empezó a profundizar en el tema.

"Pedro podría haber esquivado la batalla, pero en cambio peleó solo y a muerte, y es triste que su nombre no sea conocido y honrado como merece", afirma el historiador británico-estadounidense Hugh Bicheno en su libro Razon´s edge, que aunque con algunas críticas, es considerado el más serio de los que alude al personaje.

Cuando se dio con el cuerpo, todos los argentinos caídos en Malvinas ya estaban enterrados en Darwin, en tumbas anónimas. A Pedro le correspondió la B-1-15, y con eso pasó a ser un "soldado desconocido" más.

¿Cómo develar entonces quién fue este heroico conscripto? Hay una primera respuesta bastante imprecisa, aunque cierta: Pedro fue uno de los cerca de 30 argentinos que murieron en Tumbledown.

Tras un manto de misterio

El notable desempeño de Pedro no fue la excepción en Tumbledown. La noche del 13 al 14, el grueso de los argentinos que permanecía allí pertenecía al Batallón de Infantería de Marina Nº 5, Compañía Nácar, con base en Tierra del Fuego en tiempo de paz. Los hombres del BIM-5 estaban acostumbrados al frío y al viento, y su duro entrenamiento de dos años los había preparado mejor que a la mayoría del Ejército. Estaban bien equipados y contaban con amplio entrenamiento en cartografía y combate nocturno, algo fundamental en Malvinas, donde la mayoría de los ataques británicos se dio por la noche.

Los tropas enemigas consideraban al BIM-5 de lo mejor de la Argentina. Y la unidad hizo justicia a su fama: sobre dos secciones de la Compañía Nácar cayó la furia de la Compañía Left Flank de los Guardias Escoceses, pero los infantes contuvieron a esa fuerza muy superior en número alrededor de seis horas. Para desalojarlos, los británicos tuvieron que asaltar una a una sus posiciones, recurriendo a la artillería terrestre y naval, los misiles antitanque, las granadas, y el combate cuerpo a cuerpo. Teniendo en cuenta que Pedro luchó con tanta garra, no sería de extrañar que hubiera pertenecido a este grupo.

Salvo por un dato: el BIM-5 batalló, en general, en la parte oeste de Tumbledown, lejos de donde hallaron a Pedro. Sin embargo, por mucho tiempo no se descartó que Pedro pudiera ser un infante de marina que escapó de la derrota inicial y se replegó para seguir peleando. Aunque algo revelado por Bicheno a Enfoques permitiría desechar esa posibilidad: "Pedro vestía como los del Ejército. Si hubiese tenido el uniforme del BIM-5, los que recuperaron su cadáver lo habrían comentado. Los británicos pensaban erróneamente que el vestuario de los infantes de marina era distintivo de los comandos argentinos".

Dado que no es lo mismo combatir con una fuerza de élite que con conscriptos, si Pedro hubiese vestido como un integrante del BIM-5, los británicos no se hubieran privado de destacarlo. Eso es lo que hicieron en las batallas donde enfrentaron a grupos comandos porque les enorgullecía haberlos vencido. Así las cosas, si Pedro era del Ejército, ¿a qué unidad pudo pertenecer?

En Tumbledown participaron varias unidades del Ejército: 48 hombres de la 3ª sección de la Compañía B del Regimiento de Infantería Motorizada 6, de Mercedes, Buenos Aires; 12 de la compañía B del Regimiento del Infantería 12 de Mercedes, Corrientes, a cargo del subteniente Celestino Mosteirín y que sufrió la baja del conscripto Ramón García, y otra sección aún más disminuida (cinco hombres) del Regimiento de Infantería 4, con asiento en Monte Caseros, Corrientes, a cargo del subteniente Oscar Silva, que murió junto a sus cuatro muchachos. La mayoría procedía de Dos Hermanas, enclave perdido la noche anterior.

Oscar Teves, autor local del libro Pradera del Ganso y próximo a escribir otro sobre Tumbledown, no descarta a ninguno de estos grupos. Ni siquiera al BIM-5: "En verdad, no sé si La Terraza es el lugar donde cayó Pedro. Es más, recorrí la zona y no vi lugares inaccesibles como el que describe Bicheno".

En cambio, para el hoy teniente coronel y por entonces subteniente de 19 años de la 3ª B/RIM6, Esteban Vilgré La Madrid, las líneas de investigación siempre fueron dos: "Hasta saber lo del uniforme de Pedro, siempre pensé que era un infante de marina desprendido de la sección del teniente de corbeta Carlos Vázquez -la última del BIM-5 en resistir- o uno de mi sección, que luchó en el lado este de Tumbledown, donde abatieron a Pedro. Aparentemente, este joven cayó a 400 metros del sitio inicial donde estaba yo, pero eso no significa que no perteneciera a mi grupo porque no estábamos todos juntos".

La Madrid descarta a los muchachos del subteniente Silva, ya que se encontraban en el sector oeste del monte. También al soldado García, del RI-12. "Me lo aseguró el subteniente Mosteirín", acota.

Los conscriptos muertos del RIM-6 en Tumbledown cayeron durante un contraataque lanzado sobre el final, una vez doblegada la sección del teniente Vázquez. El RIM-6 estaba bien entrenado por su jefe, el teniente coronel Oscar Jaimet, antiguo comando que había instruido a sus hombres en combate nocturno. Pese a no estar tan aclimatados como los fueguinos del BIM-5, los muchachos del RIM-6 eran en general peones de Lobos, Mercedes, Luján y zonas aledañas, que sabían de heladas e intemperie. Y coraje no les faltaba: Oscar Poltronieri, el soldado más condecorado del Ejército en su historia era uno de sus dos ametralladores (ver recuadro).

La historia de Poltronieri tiene varios puntos en común con la de Pedro: Poltronieri cambió constantemente de posición y se rezagó durante la retirada, aletargando el ataque británico. Y también fue dado por muerto, aunque en realidad logró escapar.

¿Es posible que la leyenda británica mezclara varias historias? No se puede descartar. De hecho, en batallas anteriores también aparecieron relatos de francotiradores o ametralladores argentinos deteniendo ataques durante horas. Hay un cierto patrón en la psique británica, más dispuesta a creer en historias de "súperargentinos" que en la resistencia organizada de varios grupos oponiéndoseles al mismo tiempo. Es más, como en el caso de Pedro, en los relatos sobre el combate del 28 de mayo en Pradera de Ganso, se habla de criollos negándose a rendirse ante el pedido de oficiales capturados.

No es lo único. Ya que hay diferentes versiones de la leyenda de Pedro: en una, el joven dispara contra los helicópteros británicos de evacuación médica. En otra, son dos los que lo hacen, y se encuentran al otro lado del monte.

Esto tiene su lógica. La batalla de Tumbledow no sólo fue de noche sino que nevaba, por lo que la visibilidad era muy mala. Y los militares británicos estaban librando una durísima pelea, bajo fuego enemigo. Relatos de ambos bandos cuentan que el monte literalmente temblaba por los impactos de sendas artillerías, que saltaban esquirlas cortantes de roca y que el ruido era tan ensordecedor que apenas se escuchaban las órdenes y se tenía conciencia de lo que sucedía a pocos metros. Es factible entonces que bajo tanto estrés, los británicos mezclaran situaciones diferentes con distintos soldados argentinos (entre ellos Poltronieri). Además de los relatos que ya habían escuchado y lo que esperaban de sus enemigos.

Por eso no hay que desechar que haya habido más de un Pedro. Uno de ellos, el hallado en enero de 1983.

Las bajas del RIM-6


Pero dándoles crédito a los dichos de Bicheno, ¿de quién era el cuerpo recuperado en el despeñadero?

Las alternativas se reducen a los soldados del RIM-6 que cayeron en combate. En 2010, para el bicentenario de ese regimiento, Enfoques viajó a su nuevo cuartel, en Toay, La Pampa, donde hay una placa en homenaje al conscripto Juan Horisberger, que dice que el enemigo lo apodó Pedro por su valentía. Sin embargo, más allá de su coraje, sólo se trataría de una iniciativa ligada a la buena voluntad de algunas personas. Asimismo, testimonios de varios de sus compañeros indican sin duda que Horisberger fue el primero en morir, de un tiro en el pecho.

Otros tres soldados, Horacio Balvidares, Horacio Echave y Héctor Guanes, murieron en posiciones conocidas. Los dos primeros habían caído cerca de Sapper Hill y Guanes, en Dos Hermanas.

Sobre Ricardo Luna surgieron dudas, pero para La Madrid, su deceso no coincide con el momento en que habría caído Pedro. También hubo interrogantes en torno a Juan Rodríguez, aunque según La Madrid, el tirador de la sección David Torres fue testigo de su muerte, cerca del fin del combate de Tumbledown, en la madrugada del 14 de junio. La última baja del RIM-6 fue Sergio Azcárate, que murió cuando la sección se encaminaba a Puerto Argentino, alcanzado por fuego enemigo.

Así, quedan sólo dos: Luis Jorge Bordón, de Lobos, y Walter Ignacio Becerra, que en 1982 vivía en el barrio Zarza de Moreno, Buenos Aires. Ambos integraban el primer grupo de tiradores.

"A mí me suena más la chance de Becerra. Primero, porque Bordón no estaba tan cerca del lugar descripto, aunque tampoco lo descarto. Y además, por su forma de ser: un tipo muy astuto, vivaracho. El relato sobre un muchacho cambiando de posiciones para despistar al enemigo cuadraría con él, con su personalidad. Y también por el arma que usaba, un FAP, versión ametralladora del FAL normal, con mucha cadencia de fuego, que hubiera llamado poderosamente la atención de los británicos, por sonar distinto al grueso de las armas propias y ajenas", señala La Madrid.

Una forma de saber si Pedro y Becerra fueron la misma persona era averiguar quién fue el militar argentino que lo habría intimado a rendirse. Según relatos británicos, ese oficial podía ser Vázquez. No obstante, en ese momento el teniente del BIM-5 estaba siendo "interrogado" por sus captores del otro lado del monte porque lo confundieron con un francotirador que les había matado varios hombres. Vázquez no habla mucho sobre Malvinas, aunque por intermedio del investigador Teves se pudo confirmar que él no fue quien habría intentado disuadir a Pedro. Tampoco lo fue el subteniente Mosteirín, que cayó preso junto al teniente de corbeta. Por lo que la leyenda de Pedro sigue reservándose algunos misterios.

El Ejército no se pronunció oficialmente sobre esta historia. Por ende, se descarta que se haya pensado en recurrir a análisis de ADN para conocer la verdadera identidad de Pedro. Además, en cuanto a Becerra sería imposible hasta que no se logre dar con su familia. "En los casos de Becerra y Guanes, nunca pudimos establecer contacto; con el resto, sí. Al principio, cuando llamábamos, muchos estaban muy enojados, eran padres que habían perdido a sus hijos en la guerra. Pero cuando les explicábamos que lo hacíamos para invitarlos a homenajes que rendíamos a sus hijos, cambiaban de actitud", explica el teniente coronel Marcelo Pollicino, responsable de algunas de esas búsquedas, como de actividades relacionadas con el stress postraumático de veteranos de guerra y familiares y entusiasta seguidor de la historia de Pedro. "Hacer estudios de ADN conllevaría una decisión política, cuestiones diplomáticas, fondos. Además, debería ser para todas las familias que tienen un hijo sepultado como NN en Malvinas", añade.

El último intento para localizar a la familia de Becerra fue en 2004, en la dirección y teléfono de su madre, en el barrio porteño de Parque Patricios. Enfoques retomó la búsqueda mediante la Unidad de Atención y Asistencia al Veterano de Malvinas de la ANSES, aportándole nombre completo y DNI del fallecido, aunque al cierre de esta edición no se había obtenido respuesta, lo que impidió saber si alguien cobra una pensión en su nombre e intentar contactarlo.

Como Pedro habría muerto en soledad y nadie pudo certificar que se tratara de Becerra, esta investigación sigue abierta. Sólo un testimonio clave que este trabajo tal vez no halló o un ADN al cuerpo enterrado en la tumba B-1-15 de Darwin podría quizá desentrañar el interrogante. Pero no cabe duda de que, sea quien fuere, Pedro encarna el valor de muchos jóvenes que ofrendaron o estuvieron dispuestos a dar su vida por la Patria. Muchos de los cuales hoy caminan por las calles, anónima y humildemente, a pesar de haber actuado como verdaderos héroes.

© LA NACION

EL UNICO CONSCRIPTO CONDECORADO

"Constituirse durante toda la campaña en ejemplo permanente de sus camaradas, por su espíritu de lucha, sencillez y arrojo, ofreciéndose como voluntario para misiones riesgosas. En combates desarrollados en las zonas de los montes Dos Hermanas y Tumbledown operó eficazmente con una ametralladora deteniendo ataques enemigos. Fue siempre el último en replegarse, resultando sobrepasado en ocasiones por los ingleses. Dos veces se lo tuvo por muerto, pero logró reunirse con su sección y siguió combatiendo con igual decisión y eficacia". Así reseña la Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate el accionar en Malvinas de Oscar Poltronieri, el único conscripto condecorado con este galardón por el Ejército Argentino en toda su historia. "El Poltro" nació en Mercedes el 3 de abril de 1962, hoy cumple 49 años. En su ciudad natal realizó diversas tareas de campo desde chico (no pudo ir a la escuela) y también hizo la conscripción, a la que se presentó porque no lo convocaban. Tras la guerra, con las medallas, pasó por la TV local y europea, hasta que llegó la hora de seguir con su vida. Se casó, tuvo cinco hijos (el primero murió), se mudó al conurbano y trabajó 14 años en una compañía láctea. Luego empezó a deambular por un sinfín de lugares y hasta llegó a pedir en los trenes. Callado y solitario, ahora vive humildemente en Entre Ríos, aunque al menos ya no piensa en vender las medallas que dan cuenta de sus hazañas malvineras".

LIBROS EN LA PESQUISA

El primer texto británico que hizo referencia a la heroica resistencia de un soldado argentino en Tumbledown fue Going back: return to the Falklands, de Simon Weston, un ex guardia galés que sufrió muy graves quemaduras durante el hundimiento del buque Sir Galahad. El libro, tildado de poco confiable debido a la experiencia que atravesó su autor, habla de dos conscriptos del BIM-5 que le dispararon a helicópteros médicos del Reino Unido en el lado opuesto del monte al que aludirían los siguientes títulos. En 1989, salió The fight for the Malvinas, del militar e historiador Martin Middlebrook, el primero en cruzar fuentes de ambos bandos. 5th Infantry Brigade in the Falklands, de Nicholas van der Bijl y David Aldea, volvió a decir en 2002 que el conscripto le había tirado a los helicópteros de evacuación. Algo que el historiador Hugh Bicheno negó tajantemente en Razon´s edge, en 2006. De los cuatro, sólo el último texto se tradujo al castellano tres años después como Al filo de la navaja.

domingo, 15 de junio de 2014

14 de junio: La rendición

La rendición argentina



La ciudad capital de las Islas, Puerto Argentino, fue finalmente retomada por las fuerzas británicas. Las tropas argentinas se rindieron y entregaron las armas.



Perfil


Por Aldo Campos (c)

viernes, 27 de septiembre de 2013

Puerto Argentino: El día de la rendición

El cerco de Puerto Argentino

Montes tomados por las fuerzas británicas en rojo y por fuerzas argentinas en azul al amanecer del 14 de Junio de 1982.
Es elocuente como las fuerzas británicas habían rodeado a las fuerzas argentinas de lo que derivaría un combate de localidad con altísima cantidad de bajas para ambos bandos, incluyendo muchas bajas civiles. Eso lo evitó la rendición de Menéndez.