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viernes, 7 de abril de 2023

Operación Black Buck: El ataque del 1ro de mayo a la BAM Puerto Argentino

Operación Black Buck: la misión de bombardeo más atrevida desde la Segunda Guerra Mundial

Matt Fratus || Coffe or Die



En abril de 1982, Argentina invadió las Islas Malvinas sin previo aviso, lo que hizo que el ejército británico se tambaleara por una respuesta. La Royal Air Force británica rápidamente desempolvó sus bombarderos de largo alcance que pronto serían retirados y promulgó un plan apresurado llamado Operación Black Buck .El plan requería una serie de misiones de bombardeo que acompañaron los esfuerzos del grupo de trabajo naval para recuperar las islas. Las misiones de la Royal Air Force fueron consideradas las más audaces desde la Operación Chastise de la Segunda Guerra Mundial, el llamado Dambusters Raid , en el que las bombas saltaban sobre el agua para atacar objetivos nazis.


 
El aeropuerto de Puerto Argentino en las Islas Malvinas en la foto de fondo fue el objetivo de una de las misiones de bombardeo más atrevidas de la historia: la Operación Black Buck. En 1982, Martin Withers, centro, lanzó la primera de las misiones de la operación. Compuesto por la revista Coffee or Die.

La RAF británica se reunió en el aeródromo Wideawake de la isla Ascensión en el Atlántico medio para finalizar los detalles de la misión antes del lanzamiento. Cada bombardero Vulcan de largo alcance requirió 11 camiones cisterna de reabastecimiento de combustible Victor para volar 16 horas sin escalas para alcanzar su objetivo: el aeropuerto argentino de Port Stanley, ubicado aproximadamente a 3.900 millas de distancia.

A las 10:30 pm del 30 de abril de 1982, dos bombarderos Vulcan seguidos por 22 petroleros Victor despegaron de su punto de parada, en dirección a las Islas Malvinas. Poco después del despegue, uno de los bombarderos Vulcan experimentó un problema grave. La cabina no se presurizó y el bombardero tuvo que regresar a la base. El Vulcan restante, tripulado por el teniente de vuelo de la RAF británica Martin Withers y su tripulación de cuatro hombres , continuó solo, reabasteciendo de combustible en cada punto de control a lo largo de su ruta de vuelo.

 
Los bombarderos Vulcan de la Royal Air Force británica completaron siete salidas en total contra las fuerzas argentinas durante la Operación Black Buck, el primer ataque de la Guerra de las Malvinas de 1982. Captura de pantalla a través de YouTube.

Cuando Withers colocó su bombardero para el punto de control de reabastecimiento de combustible final antes de alcanzar el objetivo, los petroleros Vulcans y Victor volaron a través de una tormenta eléctrica, poniendo en peligro toda la operación. Los pilotos de los petroleros Victor lucharon con sus controles mientras luchaban a través de la turbulencia. Los destellos blancos de los relámpagos hicieron que el reabastecimiento de combustible en el aire fuera mucho más peligroso que en un día soleado típico. A pesar de la turbulencia, los tubos de reabastecimiento de combustible de dos Victors se conectaron momentáneamente, pero el avión que rebotaba cortó el tubo de reabastecimiento del Victor destinado a hacer el reabastecimiento final para el Vulcan.

“Nos falta combustible, pero hemos llegado hasta aquí, no voy a dar marcha atrás ahora”, dijo Withers por radio , decidido a completar la misión.

El Victor que no sufrió daños tras el incidente de la tormenta eléctrica, pilotado por el líder de escuadrón Bob Tuxford, se movió para completar el proceso de reabastecimiento de combustible.

“Volamos a baja altura sobre el mar para permanecer ocultos por debajo de su radar”, relató Withers a Aviation Heritage Lincolnshire . “Tuvimos que detenernos para hacer el bombardeo a 10,000 pies”.

A la mañana siguiente, viajando a una velocidad de seis millas por minuto, Withers voló su bombardero Vulcan sobre su objetivo y lanzó la carga útil. Entre las 21 bombas de 1,000 libras de Withers, 16 explotaron y solo una impactó directamente en la pista de aterrizaje, dejando la pista fuera de servicio.

“Logramos poner una bomba en la pista, lo que significaba que los argentinos no podían usar esa pista para que sus aviones aterrizaran y repostaran si querían atacar nuestros barcos”, recordó Withers más tarde .

Luego, con el combustible peligrosamente bajo, Withers dio la vuelta a las afueras de Río de Janeiro, Brasil, y voló hasta el punto de encuentro final antes de regresar a casa.

Withers describió ver a Victor de Tuxford como "la vista más hermosa del mundo".

 

Victor K.2 del Escuadrón No. 55 de la Royal Air Force en 1985; tenga en cuenta los botes de reabastecimiento de combustible desplegados. Foto de Wikimedia Commons.

Los pilotos volaron 16 horas y 3.900 millas a casa en un viaje que requirió siete recargas de combustible más.

La Operación Black Buck continuó durante mayo y junio de 1982, y los pilotos realizaron siete salidas en total. En ese momento, la misión de bombardeo fue el bombardeo de combate más largo en la historia militar. El récord se mantuvo hasta que los bombarderos B-2 estadounidenses llevaron a cabo una misión de 35 horas y 14,000 millas durante la Tormenta del Desierto. Ese récord se rompió poco después del 11 de septiembre, cuando los bombarderos B-2 superaron las 70 horas de tiempo de vuelo sobre Afganistán durante la Operación Libertad Duradera.

“Ciertamente fue muy extraño entrar en el primer ataque”, reflexionó Withers mientras describía la misión inusual. “Muy a sangre fría […] el nuestro fue el primer ataque del conflicto”.


martes, 2 de abril de 2019

Fotos de las islas durante el conflicto

Malvinas, retrato de un sentimiento: 41 imágenes históricas tomadas por fotógrafos que cubrieron la guerra

Reunidos por la Editorial Taeda, estos son los registros canónicos del conflicto armado de 1982 tomados por los reporteros gráficos que cubrieron la contienda del Atlántico sur. Infobae anticipa en exclusiva la muestra completa que, sin seguir un orden cronológico, se desplegará mediante gigantografías en Plaza San Martín, en las inmediaciones del cenotafio a los caídos de la Ciudad. Ese monumento, abrazado por las imágenes, será el eje de los homenajes el próximo 2 de abril

Por Loreley Gaffoglio | Infobae




El padre abraza a su hijo pequeño y despide al mayor que parte hacia las islas Malvinas. Hay una emoción contenida e incertidumbre por lo que pueda ocurrir. (Foto: Juan Sandoval)



Todo es expectativa e incertidumbre. En un alto luego del almuerzo, los soldados palpitan las noticias que preanuncian lo que vendrá (Foto: Román von Eckstein)



Un picadito en las islas. Por un rato, a nadie le importó nada más (Foto: Télam)



Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco birtánico en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses. (Foto: Eduardo Farré)


Comenzaron los bombardeos. La columna se pone en marcha con dificultad. El cráter de una bomba muestra la turba dañada (Foto: Román von Eckstein)


Cargado con bombas y cohetes, un Pucará sobrevuela el malecón de Darwin. Busca a las tropas inglesas en Pradera del Ganso. Algunos soldados contemplan la maniobra. La bandera argentina también (Foto: Télam)



El helicóptero Sea King de la Armada sobrevuela a los soldados en el terreno. Sólo falta la orden de avanzar (Foto: Osvaldo Zurlo)


Está solo y espera. Lo acompañan una ametralladora antiaérea y un singular paisaje. La bahía está en calma. Los Harrier no tardarán en llegar. (Foto: Télam)



A la vieja usanza de los pilotos de la Segunda Guerra Mundial, un suboficial pinta en el costado del A4B C-239 la silueta de la fragata Brilliant, atacada el 12 de mayo de 1982 (Foto:Fuerza Aérea Argentina)


Alerta Roja. Dos soldados corren a tomar posición ante la inminencia de un ataque inglés. “Al principio, cuando anunciaban un ataque-recordó el autor de la imagen, Eduardo Farré-siempre miraba para arriba buscando la foto. Pero como los ingleses llegaban al caer la tarde, no captaba nada. Ese día, miré para abajo y registré esta toma en Ross Road, frente a la casa donde vivíamos. Me quedó juta, la posición de los pies, la trompa del jeep con las luces encendidas”. (Foto: Eduardo Farré).



Soldados de todas partes del país combatieron en Malvinas. Esta patrulla se desplaza por un descampado en Puerto Argentino. (Telam: Román von Eckstein)


El piloto de este Skyhawk A4B dialoga con sus auxiliares previa su partida para cumplir con una misión (Foto: Fuerza Aérea Argentina)


El estrecho de San Carlos es pura desolación, sólo interrumpida por las incursiones aéreas británicas. Un comando apunta con el misil Blow Pipe apenas liberado de su carcasa protectora esperando a su blanco. (Foto: Eduardo Farré)


El cañón habla sin descanso. El humo prueba su trabajo a destajo. El artillero abre la cámara para eyectar la cápsula servida; otros dos soldados alcanzan nueva munición; un cuarto fija la posición de tiro y el último muestra los efectos del bombazo tapándose los oídos (Foto: Eduardo Farré)


El fuego y el humo caen sobre la bahía. Las bombas inglesas buscaron destruir la pista del aeródromo. A lo lejos, un Pucará permanece ileso a sus efectos. La guerra mostraba su peor cara (Foto: Telam / Román von Eckstein)


Así quedó un Harrier abatido por la artillería argentina. Un soldado argentino se aleja después de comprobar el derribo (Foto: Eduardo Farré)




Los solados salen a estirar las piernas. Las carpas no permiten muchos movimientos. Reina la calma. Por ahora, nada presagia tirarse de cabeza dentro de un pozo (Foto: Télam).


El esfuerzo y el frío se hacen sentir. El peso del equipo obliga a agachar la cabeza y avanzar. Algunos, hasta tienen tiempo para saludar y sonreír. Entre el pelotón, un soldado mantiene erguido al pabellón nacional. (Foto: AFP).


Si bien son soldados que acaban de realizar una tarea de acción cívica, como mantener limpias las calles, para Eduardo Farré, el fotógrafo que captó la imagen, la cuestión pasa por otro lado: “Es mi mirada sobre cualquier guerra. Los vi marchando con los escobillones al hombro como si fueran armas y me llamó la atención ese contraste con lo que se estaba viviendo”.



Bien encolumnados, los proyectiles están listos para abastecer a los cañones que esperan en las trincheras (Foto: Juan Sandoval).




Con el hospital militar y una serie de contenedores en primer plano, la columna de humo anuncia el primer bombardeo de los aviones Vulcan a la pista de Malvinas. La guerra había comenzado.



Un lugareño ayuda a soldados argentinos a revisar un contenedor en su establecimiento. Sólo contiene pasto y forraje para sus ovejas (Telam).


Estoico, en soledad, el soldado custodia la entrada de la Base Militar Malvinas. Los vidrios de las ventanas están hechos añicos o han desaparecido por los efectos de las bombas. Los tambores de gasolina le sirven como apoyo (Foto: Eduardo Farré).


Marineros de una fragata inglesa, como espectadores en un partido de fútbol, acompañan el aterrizaje de un Sea King con heridos a bordo. Contemplan la escena con tranquilidad e, inclusive, un par de ellos toma fotografías. El mar permanece planchado (Foto: AFP).


Cepillos en mano, estos marineros del portaaviones Hermes quitan la sal marina del ala izquierda de una Sea Harrier de la Royal Navy. En las próximas horas, tendrá dura oposición de aviones y la defensa antiaérea argentina (Foto: AFP).


No hay tiempo que perder. El quirófano espera a un soldado herido. La urgencia está marcada porlos pasos de los socorristas (Foto: Télam).



El UH1H ambulancia está a punto de aterrizar en el rompehielos Irízar convertido en buque hospital. Un auxiliar dirige la maniobra (Foto: Eduardo Farré).


El frío está pegado en sus rostros. La naturaleza no ayuda. El clima es implacable. Medio adormilados, inexpresivos, con la nieve rozando sus botas y en una precaria posición, esperan los combatientes en su trinchera. (Foto: Telam / Román von Eckstein).



Desde la parte trasera de un helicóptero Chinook, vigila las posiciones argentinas durante un vuelo entre el estrecho San Carlos y Pradera del Ganso. El arma permanece fija en sus anclajes (Foto: Eduardo Farré).


Domingo 2 de mayo de 1982, pasadas las 16. Dos estallidos sacuden al crucero General Belgrano. La mole herida por dos torpedos lanzados desde un submarino nuclear, comienza a escorar. En minutos se va a pique. Una cámara capta el momento. En aquellos primeros minutos, más de 300 hombres pierden la vida. El resto escapa en botes inflables. Son más de 700. Un hecho decisivo para el devenir del conflicto (Foto: archivo privado).


La bruma y la niebla lo envuelven. En soledad, sabe que sus sufrimientos han terminado. No más bombas, estallidos, ni muerte. La amargura de la rendición también lo golpeará sin piedad (Foto: archivo privado).


Así llegaban y así se iban, volando a ras del piso y “besando” los montes cercanos. Las Chanchas estuvieron casi 428 horas en el aire y transportaron 450.000 toneladas de carga en 60 vuelos (Foto: Eduardo Farré).


El momento pudo haber sido registrado en cualquier lugar del país. En la estación de ómnibus de la ciudad de Junín, una madre y su hija despiden al ser querido. Intuyen que marcha hacia lo desconocido (Foto: Juan Sandoval).


La emotiva despedida de un soldado que parte hacia las islas (Foto: Juan Sandoval).


El cartel es claro y visible, para que no queden dudas. Desde la Base Militar Malvinas, los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval serán guiados al combate (Foto: Telam).


En el Apostadero de Puerto Argentino ya bajaron los hombres del Batallón de Infantería de Marina 5 y del Regimiento de Infantería 25 del Ejército, que tomaron el aeropuerto y avanzaron sobre la ciudad (Foto: Telam / Román von Eckstein).


Los últimos retoques para el lugar donde serán atendidos los heridos en combate. Médicos y enfermeras cumplirán una tarea sin descansos y contra reloj (Foto: Eduardo Farré).


Los prisioneros británicos son revisados minuciosamente. En primer plano, parte de sus equipos, armas y municiones. Pese a lo dramático de la escena, no hay tensiones ni reproches (Foto: Rafael Wollmann)



Las 10.46 de aquel 2 de abril. El soldado encabeza una de las tantas patrullas. Atrás, la iglesia católica de Saint Mary. Adelante, un auto inglés con el volante a la derecha, estacionado sobre la izquierda para circular en esa dirección. Al fondo, un vehículo anfibio argentino parece cumplir con las reglas de tránsito de las islas (Foto: Osvaldo Zurlo).


Se concretó la Operación Rosario. El 2 de abril las tropas argentinas recuperaron las islas Malvinas. Los soldados ingleses son requisados y mantenidos cuerpo a tierra. Esta fue una de las imagen que socavaron el orgullo británico (Foto: Rafael Wollmann).


Una vez recuperadas las islas, un contingente de soldados se apresta a embarcarse rumbo a Malvinas. Para muchos será su primera experiencia en avión. El Hércules de la FuerzaAérea los espera. Bolsones al hombro y fusiles en bandolera, no falta hasta el baldepara el mate cocido (Telam / Román von Eckstein).

lunes, 26 de noviembre de 2018

Héroe vuelve a casa: Repatrían los restos de Castagnari

Envuelto en la bandera argentina y con honores militares: así será el histórico traslado al continente de un caído en Malvinas

Será el 5 de diciembre y la primera vez desde que finalizó la guerra que se traerán los restos de un soldado. Se trata del capitán Luis Darío José Castagnari, quien antes de partir hacia las islas le pidió a su esposa que, si no regresaba, quería ser enterrado en Córdoba junto a su pequeño hijo fallecido de cáncer a los tres años. Los detalles de una ceremonia que hará historia

Por Gaby Cociffi | Infobae | gcociffi@infobae.com







Luis Darío José Castagnari llegó a las islas en el primer Hércules C-130 que aterrizó luego de la recuperación de las islas el 2 de abril de 1982

La bandera argentina cubrirá su féretro en las islas Malvinas. La guardia inglesa lo despedirá con honores militares. Sonará The Last Post, el toque de trompeta que se ejecuta en entierros y ceremonias de las fuerzas armadas. Y un sacerdote católico bendecirá los restos del soldado argentino.

Así despedirán, el 5 de diciembre en horas de la mañana, al capitán post mortem Luis Darío José Castagnari. Será en un hangar de Mount Pleasant, el aeropuerto de la Isla Soledad, frente a su esposa y tres de los cuatro hijos del comando de la Fuerza Aérea.

La ceremonia marcará un hecho histórico: será la primera vez que se trasladarán los restos de un soldado argentino al continente desde que finalizó la guerra de Malvinas, el 14 de junio de 1982.

"Antes de partir me pidió: 'Si no vuelvo, quiero que traigas mi cuerpo y me entierres junto a Gustavito'", dice con emoción frente a Infobae su esposa María Cristina Scavarda.

Y recuerda aquella madrugada en la que el hombre de su vida se despidió en su casa en El Palomar, y ella besándolo le dijo: "Te lo prometo". Conocía mejor que nadie el terrible dolor que les había causado la muerte de su primer hijo, "Pirinchito", el 7 de enero de 1978, cuando tenía solo tres años y un cáncer se los quitó de sus vidas en pocos meses.

"Hoy siento paz interior porque pude cumplir con la promesa que le hice cuando él partió hacia la guerra", cuenta la mujer que durante años luchó para traer el cuerpo de su marido desde el cementerio de Darwin hasta su Río Cuarto natal donde están las cenizas de su pequeño.

"Las dos veces que fui a las islas, en 1998 y en 2015, le pedí perdón. 'No pude cumplirte, pero voy a seguir hasta que estés con nuestro hijo', le juré frente a la tumba en Darwin", revela.

 
María Cristina, viuda del comando, abraza la cruz de su marido en el cementerio de Darwin. Fue durante un viaje en 2015: “Le pedí disculpas porque no había podido cumplir con su deseo de estar junto a nuestro pequeño hijo”, revela

María Cristina había peregrinado durante años por oficinas de la Fuerza Aérea y la Cancillería sin resultados positivos. Fue una carta que envió a la embajada británica en la Argentina la que abrió la primera puerta. El embajador Mark Kent la recibió a los pocos días y aceptó ayudarla. Junto al secretario político Richard Jones y al agregado militar Robin Smith fueron el nexo con el gobierno de las islas para que este pedido fuera considerado un hecho humanitario que todos debían acompañar.


 
La foto familiar y la pequeña imagen de Gustavito que Cristina tiene en su casa de Río Cuarto

Conmovido con la historia Eduardo Eurnekian, CEO de Corporación América, ofreció hacerse cargo de la exhumación, el viaje de la familia a las islas y el traslado del cuerpo al continente. El empresario es el padrino del cementerio de Darwin y de la Comisión de Familiares de Malvinas, se encargó de la reforma del camposanto argentino en 2004 y asumió el costo del histórico viaje de las familias a las islas, el 26 de marzo de 2018, cuando se colocaron las placas a los soldados identificados en el marco del Plan Proyecto Humanitario.

"Tuvimos una reunión con la señora de Castagnari y nos pusimos en marcha para ayudarla en todo este proceso", le dice a Infobae Roberto Curilovic, gerente de Logística de Aeropuertos Argentina 2000 y ex piloto de Super Étendard durante el conflicto armado. El 25 de mayo de 1982 su escuadrón hundió el Atlantic Conveyor.

"María Cristina viajará de Río Cuarto a Córdoba el 4 de diciembre con sus tres hijos varones -Martín Adolfo, Guillermo Oscar y Walter Rodolfo- mientras que su hija Roxana Patricia se quedará en su ciudad para recibirlos", explica Curilovic.

"De Córdoba volarán a Comodoro Rivadavia por Aerolíneas Argentinas. Allí se hospedarán en la IX Brigada. A la 5 mañana del día siguiente, en un vuelo privado de American Jet, viajarán a Mount Pleasant donde los estarán esperando para la ceremonia militar", agrega el gerente de AA2000.

 
Castagnari fue el encargado de custodiar el radar, evaluar las condiciones de seguridad del área donde se asentaban las fuerzas argentinas y ayudar al funcionamiento de la Base Aérea Militar Malvinas (BAM)

A Castagnari lo llamaban "El Furia". Había llegado a las islas en el primer Hércules C-130 que tocó suelo en Malvinas, luego del desembarco del 2 de abril. Como integrante del GOE, comando de la Fuerza Aérea, le tocó asentarse en el aeropuerto de Puerto Argentino, lugar que se convirtió en blanco de la flota y de la aviación británicas durante la guerra.

El militar cordobés le había dicho infinidad de veces a su mujer: "Si pudiera elegir cómo terminar mi vida, le pediría a Dios morir defendiendo la Patria".

La muerte lo encontró como oficial de guardia, corriendo con una radio en sus manos mientras daba órdenes y buscaba proteger a sus hombres. En medio de un feroz bombardeo inglés se acercó a los integrantes del Escuadrón Pucará para indicarles dónde estaban los refugios. Los oficiales lograron protegerse. Castagnari no pudo llegar.

Eran las once y veinte de la noche del 29 de mayo cuando las esquirlas del misil Sea Slung, lanzado desde el destructor HMS Glamorgan, perforaron el cuerpo del primer teniente.

El 30 de mayo por la tarde lo enterraron en el cementerio civil de la Isla Soledad. El sacerdote Pacheco bendijo su cruz. El brigadier Castellano lo despidió: "Hoy sepultamos a un soldado que dio la vida por la Patria y sus camaradas".

 
Eran las once y veinte de la noche del 29 de mayo de 1982 cuando las esquirlas del misil Sea lung, lanzado desde el destructor HMS Glamorgan, perforaron el cuerpo del primer teniente Castagnari

Finalizada la guerra de 1982, el coronel británico Geoffrey Cardozo tuvo a su cargo la difícil tarea de recoger los cuerpos de los caídos argentinos de los campos de batalla y darles digna sepultura en Darwin. También trasladó los restos de aquellos que habían sido enterrados en el cementerio local.

"Hablé con Cardozo y me dijo que él cuidó el cuerpo de Luis como el de todos los soldados. Que lo envolvió en una sábana blanca y luego lo puso dentro de dos bolsas de PVC, una blanca y otra negra, antes de depositarlo en el cajón. Me emocionó el respeto con el que trató a nuestros seres amados", dice María Cristina.

Los restos de Castagnari yacen desde entonces en la fosa 14, fila uno, del ala A del camposanto argentino.

 
María Cristina con dos de sus cuatro hijos en el último viaje a las islas

"Una semana antes de mi viaje los isleños harán exhumar el cuerpo. No hay crematorio en las islas, así que hay que traer el féretro", explica la mujer del capitán. "El encargado será Tim Miller, dueño de Stanley Growers, que por decisión del señor Eurnekian es quien hoy se ocupa del cuidado del cementerio", detalla Curilovic.

Cuando el vuelo aterrice en Mount Pleasant la estarán esperando autoridades militares para acompañarla hasta el hangar donde se hará la ceremonia. "Pedimos que dejaran que su ataúd estuviera cubierto por una bandera argentina y así será", dice emocionada.

Luego de la rendición de honores y bendición del sacerdote, se firmará la documentación del traslado y se le entregará a la viuda la placa de granito que desde 2004 identificó la tumba de Castagnari. "Me dijeron que en ese lugar pondrán el cuerpo de otro caído, ahora que se ha logrado identificar a 104 soldados", revela.

Finalizados los honores, el vuelo llevará a la familia -acompañada por Curilovic y la secretaria del embajador Kent- hasta Comodoro Rivadavia, donde se cargará combustible, y de allí a Río Cuarto.

A las seis y media de la tarde, aproximadamente, aterrizarán en el área militar del aeropuerto cordobés donde la Fuerza Aérea rendirá honores y se colocará sobre el féretro una bandera, una gorra, una chaquetilla y un sable.

 
La viuda del comando durante una acto en Córdoba

"Iremos después con el cortejo fúnebre hasta el Parque Perpetual donde se hará una misa de cuerpo presente. Al día siguiente se hará la incineración. Y luego me entregarán sus cenizas. Para mí será el reencuentro con el amor de mi vida", se emociona.

—Un reencuentro muy distinto al que habías imaginado…

—Sí, yo lo había imaginado a él bajando de un avión Hércules y a los chicos corriendo por la pista para abrazarlo… Sé que no va a ser así, pero Luis vuelve a estar con nosotros y esto es un poco recuperar lo que tanto extrañé durante estos 36 años.

—¿Te permite cerrar el duelo?

—Me permite estar en paz con lo que él me pidió. Es tenerlo, es abrazarlo, es dejarlo descansar junto a Gustavito, es cerrar esta historia de tanto dolor y de tanta espera. Su deseo era estar con nuestro pequeño hijo y por eso es esta lucha. Sé que sus almas están juntas desde hace muchos años, pero ahora también estarán sus cuerpos.

—¿Qué les decís a los que se oponen al traslado de los cuerpos al continente?

—Siento que hay mucha solidaridad. La presidenta de la Comisión de familiares, María Fernanda Araujo, me ha dicho que me apoya más allá de que ella siente que hay que dejarlos en las islas. Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos, me ha acompañado en esta decisión. Sé que algunos dicen: "Cómo lo van a sacar si él es un héroe". Yo siento que Luis no deja de ser un héroe por descansar para siempre en la provincia donde nació.


 
Luis Castagnari con sus cuatro hijos durante unas vacaciones en el Calafate. Gustavito había muerto de cáncer y la familia buscaba superar el dolor de la pérdida

María Cristina de pronto cuenta una fantasía que rondó su cabeza por estos días. Y sacude y conmueve con su relato.

"¿Sabés? Yo quiero abrir el cajón y verlo. De alguna manera es comprobar que de verdad está muerto, que no va a volver nunca más. No es que tenga dudas, solo siento que necesito verlo".

El comodoro (R) Julio Brower de Koning, compañero de promoción 38 de la Escuela de Aviación, albacea y mejor amigo de Luis, le aconsejó: "No lo hagas, quedate con la imagen de antes, es feo lo que vas a ver. Hemos visto compañeros sepultados y es muy triste".

"Yo sé cómo murió Luis: una esquirla le voló la mitad de la cabeza. Sé que va a ser difícil. Tengo dudas. Por eso lo voy a decidir frente al cajón. Quizás cuando esté junto a él diga 'ya está', y me conforme con darle el último adiós sin verlo".

Cuenta que el tema se habló en familia: "Mi hija quiere saber si tiene la chapita identificatoria y si está con él su boina de comando. Son cosas que quiere guardar. Por eso antes de cerrar el féretro voy a pedir que me las den. Son importantes para mis hijos".

—¿Y el anillo de casados?

—No tiene la alianza. La dejó antes de marcharse, quizás sintió que no iba a regresar.



Las cartas que Luis Castagnari le mandó a su esposa desde las islas. María Cristina las guarda en un altar que tiene en su dormitorio

El 21 de diciembre, la familia llevará las cenizas a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, fecha que coincide con el día que María Cristina y Luis cumplirían 45 años de casado. "Haremos una misa y voy a desparramar sus cenizas en el cinerario donde están las de Gustavito", dice.

Y asegura que hasta esa fecha guardará la urna en su casa."Quiero tenerlo conmigo unos días. Tengo un altarcito en mi cuarto, que es un ángel hecho en carpintería. Allí tengo un conejito de Gustavito, la última ropita que usó, una caja con las cartas que Luis me mandó desde las islas, mi cuaderno de viaje a las Malvinas donde anoté todo lo que viví allí y las imágenes de la Virgen y de San José, porque ese día nació mi marido".

 
El altar que María Cristina tiene en su dormitorio y donde tiene un conejito de su hijo fallecido, las cartas que su marido le envió, su diario de viaje a las islas e imágenes religiosas

Asegura que ahora que la lucha terminó, que pudo cumplir con su promesa, tiene dos proyectos que la desvelan: escribir un libro sobre la vida de su marido y hacer una fundación para ayudar a las familias que tengan niños con enfermedades terminales.

"También quiero dedicarles tiempo a mis hijos y a mis nietos, ya que la abuela ha estado muy ausente. Ahora puedo dejar la postura de guerrera y darle paso a la mujer. Y es un alivio. Cuando estoy sola hoy me permito llorar".

La foto de Luis preside su dormitorio. María Cristina nunca volvió a amar. "El fue el hombre de mi vida", susurra. Y confiesa que el día que recibió el llamado en el que le avisaron que el traslado ya era una realidad, ella miró ese retrato y sonrió feliz.

"Le dije: 'Lo logré. Creíste en mí y lo logré'. Y sentí que su mirada había cambiado, que sus ojos me miraban distinto, y que él me respondía: 'Sabía que lo ibas a lograr'".