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miércoles, 6 de marzo de 2024

Gran Malvina: El choque entre Duarte y Hamilton



Enfrentamiento entre Comandos


El 10 de Junio de 1982, ya casi sobre el final de la guerra, al norte de Puerto Howard en la isla Gran Malvina se produjo un enfrentamiento entre una patrulla de la Compañía de Comandos 601 del Ejército y una patrulla del S.A.S. (Special Air Service), al mando del capitán Gavin John Hamilton. En el Conflicto del Atlántico Sur, el Ejército participó con las Compañías de Comandos 601 y 602.
El teniente primero José Martiniano Duarte, los sargentos Eusebio Moreno y Francisco Altamirano, y el cabo Roberto Díaz, presentían que algo ocurriría.
Duarte: “De regreso a Puerto Howard veníamos muy sigilosos y cuando empiezo a dejar una pared de piedra a la izquierda escucho una comunicación de radio en inglés del otro lado de las piedras. Me paro y le hago señas a Moreno tocándome el oído. Retrocedimos y nos sacamos las mochilas. Moreno toma una granada, le saca el seguro y yo le tomo la mano para detenerlo. En una fracción de segundo pensé todas las posibilidades. Pero resultó ser la patrulla del capitán Hamilton (jefe del Escuadrón 19 del S.A.S).
Veo a un soldado arrastrándose hacia nosotros, era morocho con bigotes y tenía un pasamontaña verde oliva que me resultaba familiar (era de la Infantería de Marina Argentina y que lo habían tomado en las Georgias). Me asomo y les grité (en inglés): ¡argentino o inglés (…) Salgan con las manos en alto!).
El hombre pega un salto al costado y nos dispara una ráfaga con su fusil automático AR15. Entonces Moreno tira la granada y empieza el combate. Fuego de un lado y del otro, nos tiran una granada que cae muy por detrás nuestro.
Durante el enfrentamiento cae herido de muerte uno de ellos; en un momento veo que salen hacia mi flanco izquierdo, eran dos, nos tiraban y se movían hasta que uno de ellos se desploma (era el capitán Hamilton), y cuando el otro corre para ocupar una nueva posición y lo ve al jefe desplomarse, tira el fusil, levanta los brazos y se pone a gritar como loco, en una clara señal de que se había rendido.

Malvinas Dibujos

sábado, 4 de febrero de 2023

El explorador Charles Barnard en el Puerto Coffin

Una aventura en Malvinas: un motín, un naufragio, gauchos armados y cinco hombres abandonados durante 534 días

Mientras en nuestro país tenía lugar la revolución de Mayo, las islas del Atlántico Sur se convirtieron en tierra de cazadores de lobos marinos y balleneros. En el medio, la guerra entre Estados Unidos y Gran Bretaña desató una historia apasionante, que incluyó hambre, traiciones y el primer nacimiento en este territorio

Grabado que muestra las actividades de recorrida de los cinco hombres durante los largos meses de permanencia en las islas. Se destaca en el fondo el refugio que construyeron para su larga estada, hecho de turba y piedras y las vestimentas que se confeccionaron con pieles de lobos marinos.

La historia muchas veces atesora acontecimientos extraordinarios bajo un halo de penumbra. Estos hechos, desconocidos por la mayoría de argentinos e ingleses, son un claro ejemplo de esto. Una vez más, aquí la realidad supera a la ficción.

Malvinas y el éxodo español

Corría el mes de Febrero de 1811 cuando la guarnición militar española destacada en Malvinas y dependiente del Apostadero Naval de Montevideo (a cuyo mando se encontraba Pablo Guillén Martínez), es llamada por el gobernador Gaspar de Vigodet, para participar en las luchas contra los revolucionarios de Buenos Aires que buscaban la independencia.

Desde el 2 de Abril (ironías de la historia) de 1767 los españoles se hallaban instalados en Puerto Luis (rebautizado luego como Puerto de Nuestra Señora de la Soledad), habiendo administrado los recursos de las islas y alejado a los intrusos extranjeros que permanentemente intentaban depredar lobos marinos y ballenas. Pero había llegado la hora del éxodo. Antes de partir, se cerraron los edificios y se colocó una placa de plomo en el torreón de la iglesia que decía: “Esta isla, con sus puertos, edificios, dependencias y cuanto contiene pertenece a la soberanía del señor don Fernando VII, rey de España y sus Indias, Soledad de Malvinas, 7 de febrero de 1811, siendo gobernador Pablo Guillén”. Finalmente se soltó el ganado doméstico presente en el asentamiento, que no tardó en reunirse con las más de 5000 cabezas que ya vagaban por los campos.

Miles de lobos y elefantes marinos fueron perseguidos y cazados de a miles por ingleses y norteamericanos durante los siglos XVIII, XIX y bien entrado el siglo XX. Fotos: Marcelo Beccaceci.

Tras la salida de los españoles, las isIas se convirtieron en dominio de balleneros y cazadores de lobos y elefante marinos provenientes, en su mayoría, de Estados Unidos e Inglaterra.

Cabe destacar, sin embargo, que ya el 25 de mayo de 1810 comenzaba la embrionaria existencia de nuestro país y las Malvinas, como el resto de nuestro territorio, serían gobernadas en adelante por las Provincias Unidas del Río de la Plata. De hecho su primer gobierno, la Primera Junta, atendió los reclamos administrativos del hasta entonces penúltimo comandante militar español en Malvinas, Gerardo Bordas: El 30 de mayo de 1810 la Primera Junta de la Revolución de Mayo respondió la petición para que le erogaran sus sueldos con una resolución firmada por Cornelio Saavedra y Juan José Paso: “…que para los gastos y pagamentos se considere en adelante el establecimiento de Malvinas como un buque navegando y todos los empleados de destino como dependientes del mismo buque…”.

Acontecimientos extraordinarios

Año 1812. Puerto de Nueva York. Charles H. Barnard, un experimentado lobero a pesar de contar con sólo 30 años de edad, recibe un magnífico bergantín de 132 toneladas, el Nanina, para una nueva misión a Malvinas. Los propietarios de la nave le piden que se dirija a la zona para obtener unos cientos de cueros de lobos marinos, los que luego serían embarcados hacia Canton, China, en otro buque más grande, el cual sería enviado más tarde.

Las Islas Malvinas desde el espacio

Al finalizar la temporada de caza, Barnard enviaría a Nueva York a su padre Valentine al mando del Nanina y se quedaría esperando la llegada del carguero junto a un grupo de hombres custodiando los cueros.

Era una de las tantas operaciones comerciales que se realizaban en esos años en la costa este de los Estados Unidos y que enriquecían tanto a armadores navales como a hombres de negocios y capitanes a expensas de la irracional explotación de la fauna silvestre de las islas.

El día 7 de Septiembre de 1812 llega la expedición a la costa de New Island, en el oeste del archipiélago. En pocos días arman una chalupa para salir a explorar los islotes cercanos y obtener la mayor cantidad de cueros posible. Apenas habían transcurrido unos días cuando Barnard se reúne con el capitán de un barco norteamericano, quien le manifiesta que había estallado una guerra entre Estados Unidos e Inglaterra hacía tres meses.

Portada de “El naufragio del Isabella” por David Miller. Apasionante y minuciosa obra sobre los avatares de todos los involucrados en los acontecimientos. Año 1995.

Sucedió que, aprovechando un conflicto armado entre este último país y la Francia napoleónica, los estadounidenses había aprovechado para invadir los territorios canadienses pertenecientes al Imperio Británico. Entre otras causas de la guerra, se sumaban las restricciones al comercio impuestas por el Reino Unido debido a la guerra que mantenía en Europa contra Francia, el reclutamiento forzado de marineros mercantes estadounidenses para servir en la Marina Real Británica y el apoyo británico a los pueblos indígenas de Norteamérica que se oponían a la expansión de Estados Unidos.

Ante este giro en los acontecimientos, y a pesar de que su compatriota le entregara cartas de sus patrones donde le pedían que regresara a Estados Unido cuanto antes, Barnard decide finalmente ocultarse por un tiempo en el sector más occidental del archipiélago, con el fin de evitar los barcos balleneros ingleses que pululaban por las islas.

Zorro Malvinero. Especie ya extinguida de las islas Malvinas.

Sin embargo, en el mes de Abril de 1813 los marineros de la chalupa divisaron una columna de humo proveniente de una de las islas cercanas llamada Eagle (hoy Speedwell). Al regresar al buque se reunieron con el capitán y luego de evaluar los hechos decidieron que un grupo comandado por Barnard se acercara al lugar con la embarcación más chica y dejando el buque a resguardo, aún a costa de encontrarse con ingleses e incluso con españoles ya que algunos presumían que aún estaban en la zona aunque se habían ido marchado hacía ya dos años.

Lo cierto es que el 8 de febrero, el Isabella, un barco británico de 193 toneladas en ruta de Port Jackson, Australia a Londres, había encallado frente a la costa de la isla Eagle. Entre los 52 pasajeros y la tripulación del barco, todos los cuales sobrevivieron al naufragio, se encontraban ex presidiarios, delincuentes varios, mujeres de avería, militares de mala reputación y sin escrúpulos y un capitán que estaba ebrio la mayor parte del tiempo y causante del desastre de la nave. Todos ellos lograron llegar a la costa sanos y salvos.

El general José Rondeau fue quien le manifestó que podría facilitarle a Lundin y su grupo llegar a Montevideo bajo una bandera de tregua, pero le advirtió que un buque británico zarparía de Buenos Aires

También a bordo estaba Joanna Durie, esposa de un militar, quien el 20 de febrero había dado a luz, en la playa y con la ayuda de dos mujeres, a la primera persona nacida en las islas, una niña llamada Eliza Providence Durie, en una cabaña improvisada y construida con restos de la nave.

Al día siguiente de este acontecimiento, tuvo lugar la despedida de una canoa de 6 metros de largo (construida con los restos de la Isabella), con los seis hombres que se habían ofrecido como voluntarios para buscar ayuda en cualquier puesto de avanzada español que pudieran encontrar. La idea era llegar al menos hasta Puerto Soledad situado al noreste. Por ese entonces ninguno de ellos sabía que el mismo había sido abandonado hacía un tiempo.

La canoa, construida por un carpintero, estaba provista de un pequeño mástil, una vela y un sobretecho y fue bautizada como Faith and Hope (Fe y Esperanza).

Dos semanas más tarde llegaron al lugar y sólo encontraron manadas de ganado salvaje deambulando entre los restos del asentamiento compuesto por chozas derruídas y una capilla. Fue un duro golpe para estos hombres pero así y todo tomaron la desesperada decisión de cruzar al continente desafiando al temible Atlántico Sur con su pequeña canoa y a lo largo de cientos de kilómetros. Pondrían rumbo a Montevideo, evitando en lo posible las desoladas costas patagónicas, con la presunción de que los portugueses de la zona serían más amigables con ellos que los españoles de Buenos Aires.

Carta náutica confeccionada por el capitán Charles Barnard e incluida en su libro de 1829.

Antes de dejar Malvinas cazaron cerdos salvajes y cauquenes y subieron a bordo algunos repollos encontrados en una huerta abandonada por los españoles.

Habrían de llegar a la boca del Río de la Plata 34 días después de su partida. Mientras tanto sus compañeros dejados en tierra no albergaban ya muchas esperanzas de ser rescatados…

A pesar de que alcanzaban a divisar muy a lo lejos el cerro de Montevideo, la canoa fue empujada por los fuertes vientos hacia la costa bonaerense. Lograron hacer pie en una playa y salieron a su encuentro varios gauchos armados. El líder de ese grupo exigió a uno de los tripulantes llamado Lundin, arriar la bandera británica que este había izado minutos antes en el mástil. Así se hizo. Luego Lundin, en español preguntó si los ingleses eran considerados allí amigos o enemigos.

¡Enemigos! fue la respuesta del líder de la partida. Mientras los gauchos se acercaban a ellos en forma amenazante, Lundin recordó que tenía su uniforme de granadero guardado en la bodega de la embarcación. No perdió tiempo y se lo puso. El colorido uniforme escarlata y las brillantes charreteras de plata impresionaron a los gauchos. De inmediato, apareció en escena un grupo de soldados, cuyo capitán, llamado Antonio, les comunicó que habían llegado en medio de una guerra ya que el ejército de Buenos Aires estaba atacando a las fuerzas realistas de Montevideo.

Cauquenes de Malvinas. Fuente de alimentación para los navegantes que circulaban por las islas. Foto: Marcelo Beccaceci.

Lundin, siempre luciendo su uniforme, fue llevado ante la presencia de diferentes oficiales hasta que al día siguiente compareció ante el General José Artigas. Este último se enteró de la increíble travesía que había tenido origen en Malvinas y le dijo a Lundin que debería entrevistarse con el General Rondeau, cuyo campamento se encontraba cerca de allí, ya que él no podía decidir de que manera ayudarlo. Luego de escuchar los hechos, Rondeau manifestó que podría facilitarle a Lundin y su grupo llegar a Montevideo bajo una bandera de tregua pero le comentó que en el puerto de Buenos Aires había un buque de guerra británico que tal vez pudiera ayudarlos. Fue entonces que los británicos volvieron a su bote y se dirigieron hacia allí encotrándose finalmente con el Capitán Heywood a bordo del Nereus quien rápidamente dispuso que el oficial William P. D’Aranda al comando de la nave Nancy partiera el 17 de Abril al rescate de quienes esperaban en Malvinas.

Pero volvamos a Barnard y sus hombres. Esta es la descripción del capitán al aproximarse a la isla y divisar un grupo de personas en su costa (incluida en su obra A Narrative of the Sufferings and Adventures of Capt Charles H. Barnard.1829): “Inspeccionando a los hombres vi con placer que uno o dos de ellos tenían uniformes de marinos británicos, y por lo tanto no eran los temidos españoles. A pesar que eran enemigos de mi país no sentí peligro o pérdida por aliviarlos de su peligrosa situación ya que sentí la seguridad que, al prestarles ayuda, se unirían conmigo con los más fuertes lazos de gratitud. Desafortunadamente, era imposible para mi sospechar las dificultades y los sufrimientos en los que me involucraría por cerca de cuatros largos y miserables años, casi dos de ellos pasados en una inclemente, desolada e inhabitada isla”.

Además de los cerdos salvajes, introducidos por el hombre en las islas, la carne y los huevos de las aves marinas como los albatros y pingüinos fueron imprescindibles para la supervivencia de Barnard y sus hombres. Fotos: Marcelo Beccaceci.

Durante su encuentro con los náufragos Barnard manifestó su interés en ayudarlos y rescatarlos de la terrible condición en la que se encontraban, a pesar de que, con los restos del naufragio, los sobrevivientes habían construido pequeñas chozas y contaban con numerosas provisiones que habían sido trasladadas desde la Isabella hasta la isla.

El capitán Barnard iría en busca de Nanina con la chalupa y varios británicos, para acondicionarlo y luego llegaría al sitio del naufragio para transportarlos hasta el continente, aunque eso significara un gran atraso en sus planes de cacería de lobos marinos.

Es en esa oportunidad cuando el norteamericano comete el error de comunicarles que Estados Unidos se hallaba en guerra con el Reino Unido, algo que desconocían los tripulantes de la Isabella al tiempo de partir de Australia. Desde ese momento, entre los súbditos británicos más inescrupulosos comenzaron a germinar conspiraciones para apoderarse del Nanina.

Una vez que Barnard tomó nuevamente posesión de su nave, comenzó con los preparativos para zarpar hacia la isla Eagle y rescatar a los que aguardaban. Sin embargo. el mal tiempo impidió que esto se concretara de inmediato y ese fue el detonante para que los marinos británicos, en mayor número que los americanos, intentaran presionar al capitán para que saliera en busca de sus connacionales. Barnard comenzó a sospechar que un motín estallaría en cualquier momento y logró sofocar a duras penas algunos cuestionamientos. La espera se fue haciendo más larga ya que las malas condiciones climáticas impedían que el Nanina pudiera navegar con seguridad entre los islotes del archipiélago. Barnard no iba a arriesgar la única nave en condiciones de sacarlos a todos de allí.

El día 11 de Junio, el americano decidió que era imperioso reforzar las provisiones a bordo ya que había que alimentar a un gran número de personas durante la travesía al continente por lo que decidió visitar una isla cercana llamada Beaver en busca de las mismas. Se trataba de una partida de caza para obtener cauquenes, patos, conejos e incluso cerdos salvajes para complementar las bodegas del barco. Fue así que convocó a voluntarios para acompañarlo en la excursión que harían con un pequeño bote, la cual no duraría mucho tiempo. Se presentó de inmediato Jacob Green de su tripulación y tres marineros británicos de la Isabella: Joseph Albrook, Samuel Ansell y Joseph Louder.

El grupo, junto con el perro de Barnard llamado Cent, partió temprano a la mañana siguiente.

Las recorridas de Barnard y sus hombres entre canales, islotes, islas y a campo traviesa.

Quedaban en el barco sólo tres americanos, incluyendo al padre del capitán y un importante número de británicos quienes comenzaron nuevamente a presionar a Valentine Barnard para mover el barco y rescatar a sus compatriotas a lo que el viejo marinero respondió que había que esperar que regresara su hijo con los demás. Sin embargo, los británicos empezaron a organizar los preparativos del viaje y tomaron posesión de la nave. A la mañana siguiente, se decidió que se pararía unas horas en la isla Beaver en busca de Charles Barnard y los demás ya que quedaba en el camino a la isla Eagle. Al llegar al lugar se dispararon dos cañonazos y se envió un bote a la playa pero los cazadores se hallaban lejos de ese sector por lo que no escucharon los disparos.

Fue entonces que los amotinados decidieron marcharse de allí e ir a buscar a los náufragos, abandonando para siempre al grupo de cinco hombres quienes desconocían por completo lo que estaba sucediendo.

Cuando se aproximaban a su destino, divisaron un buque de guerra de bandera británica llamado Nancy, al tiempo que dos botes se acercaban al Nanina. Grande fue la sorpresa de los pocos americanos a bordo cuando vieron que decenas de británicos armados hasta los dientes y profiriendo gritos subieron a la nave para capturarla.

Portada original del libro del capitán Charles Barnard.

Mientras tanto Charles Barnard y sus hombres, luego de una exitosa cacería de cerdos salvajes y con el bote lleno de provisiones, remaron, bien entrada la noche, hacia New Island con el objetivo de regresar al Nanina y preparar el buque para buscar a los náufragos. Lo primero que les sorprendió fue que no podían ver las luces del barco, el cual se suponía estaba anclado en las cercanías. Por lo tanto, se resignaron a pasar una segunda noche acampando en la playa cercana aunque nadie habría de dormir tranquilo.

Al despuntar el día siguiente, realizaron una minuciosa exploración de la costa en busca de alguna botella con un mensaje para ellos, como era costumbre entre marineros cuando tenía lugar alguna contingencia de último momento. Sin embargo, ante la falta del mismo, una sensación de bronca y sorpresa comenzó a instalarse entre ellos. Aún no imaginaban que habían sido abandonados.

Barnard les dijo a sus dirigidos que seguramente Nanina había partido a la Isla Beaver a buscarlos a ellos y que era una buena idea regresar allí para encontrarlos. Trató de levantar el ánimo del grupo diciéndoles que era imposible que hubieran sido abandonados a los horrores y sufrimientos a de esa tierra desolada y hostil. Entonces con el ánimo un poco más optimista decidieron remar nuevamente a la isla Beaver. Grande fue la desilusión cuando al llegar a sus playas, no encontraron rastro alguno de la presencia del buque en la zona. Fue entonces cuando, con un último dejo de ánimo, decidieron navegar hasta la isla Eagle, donde suponían que el Nanina había ido a buscar a los náufragos. Pensaban que seguramente se encontrarían allí con todos ellos.

Imagen del “refugio Barnard”, restaurado hace algunas décadas. New Island.

Una vez más subieron al bote, ya que la alternativa de quedarse a esperar no era una opción. Comenzaron entonces con la larga remada hasta el lugar. Barnard creía que, incluso si el buque había recogido a los náufragos, aún estaría en las inmediaciones o al menos habrían dejado no solamente un mensaje, sino también provisiones suficientes para los cinco hombres.

La ruta que eligieron era la más segura ya que evitaba en parte las costas rocosas del sur permanentemente azotadas por los vientos. Para aligerar la carga, guardaron cuatro cerdos que suponían sería suficiente para mantenerlos hasta llegar a su destino y tiraron por la borda otros cuatro. Algo de lo que se arrepentirían amargamente más adelante.

La navegación resultó muy dura. Además del intenso frío, las olas se abatían sobre ellos sin piedad y los vientos no daban tregua. Ateridos y hambrientos, comían una vez cada 24 horas y remaban sin cesar. Al llegar a un islote decidieron cortar camino por tierra hasta otra extensión de mar que se veía a lo lejos. Para ello tuvieron que desarmar el mástil, las velas y otros elementos del bote y llevarlos a cuestas junto con este a campo traviesa.

Estaban ya muy débiles y agotados para caminar pero los movía la sensación de que algo malo había sucedido con el buque aunque todavía mantenían la esperanza de encontrarse con gente al llegar a destino. Al estar nuevamente en el agua se dieron cuenta que las olas los llevaban mar adentro. Sin mapas, cartas náuticas ni compás, remaban casi a ciegas y dependían de la memoria de Barnard, quien estaba familiarizado con la región aunque incluso él comenzó a tener dudas y terminaron desviando el rumbo.

El sitio del “refugio Barnard” en la actualidad. BARNARD MEMORIAL MUSEUM. Coffin´s Harbour, New Island.

Estuvieron perdidos algunos días. Pasaban las noches en playas inhóspitas, a veces bajo intensas nevadas, utilizando una sola manta para los cinco. Los cuatro marineros estaban sin zapatos por lo que usaban esta para calentar sus pies evitando que se congelaran. Intentaban dormir algunas horas bajo el bote y las fogatas se mantenían gracias al “combustible” provisto por la grasa de lobos marinos que ellos mismos cazaban. Incluso dieron cuenta de algunos zorros malvineros para alimentarse. Lo cierto es que no tenían casi alimentos y comenzaron a cazar aves marinas como skúas y gaviotas con piedras y hasta con sus manos. Hubo días en que sólo comían grasa de lobos marinos o raíces y tallos de tussock grass.

Habían pasado ya 22 días desde que abandonaron al Nanina cuando el marinero Ansell se “quebró” y confesó que el había formado parte de la conspiración para apoderarse del buque y que lamentaba haberse ofrecido de voluntario para integrar la partida de caza ya que se daba cuenta ahora que sus ex compañeros lo habían abandonado. Barnard manifestó su bronca ante esta confesión pero no quiso perder mucho tiempo con enojarse y decidió cambiar el rumbo de la navegación una vez más ya que sentía que el bote era muy frágil ante el embate de las olas en ciertas zonas por lo que procuró pasar cerca del reparo de algunos acantilados.

Regresaron entonces por algunos lugares donde ya habían estado y se dirigieron con prisa a su destino. Gracias al perro Cent, gran cazador, pudieron obtener algunos cerdos cuando estaban a punto de desfallecer por inanición.

Luego de 52 días signados por el crudo invierno malvinense y completamente agotados llegaron finalmente a su destino. Lo que no supieron en ese momento es que el Nanina y el Nancy habían zarpado hacia el continente cuatro días antes. Pero lo que ni siquiera imaginaban es que estarían aún 482 días en Malvinas viviendo aventuras increíbles de supervivencia extrema que pasaron a la historia gracias al libro que años más tarde publicaría el extraordinario capitán Charles Barnard.

Serían rescatados recién en Noviembre de 1814 por dos balleneros ingleses, el Indispensible y el Asp. Para ese entonces la guerra entre Estados Unidos e Inglaterra estaba llegando a su fin.

Marcelo Beccaceci es escritor y autor del libro Gauchos de Malvinas



martes, 26 de enero de 2021

SBS "incursiona" sobre posiciones estratégicas de Gran Malvina

Malvinas 'asaltadas' por las Fuerzas Especiales británicas para poner a prueba la seguridad de la guarnición, dicen los medios del Reino Unido

Fuente kelper

Domingo, 12 de abril de 2015



Según el Sunday Express, el ataque sorpresa involucró a miembros del Special Boat Service que desembarcaron del mar encargados de capturar objetivos estratégicos clave.


Desembarcando en Gran Malvina en cinco equipos de cuatro hombres, a cada grupo se le asignó un objetivo y tuvo que "dejar una tarjeta de visita" para demostrar que su misión había tenido éxito

Las fuerzas especiales británicas han llevado a cabo una redada en las Islas Malvinas para poner a prueba la seguridad de la guarnición en medio de temores de que Argentina pueda intentar desembarcar comandos en las islas, según un artículo publicado en el Sunday Express. Al parecer, estos ejercicios de rutina se llevan a cabo en bases y compuestos de defensa altamente sensibles del Reino Unido.

En este caso, escribe el Sunday Express, el ataque sorpresa involucró a miembros del Special Boat Service que aterrizaron desde el mar con la tarea de capturar objetivos estratégicos clave. con más de 20 tropas participando en la misión, planificada por oficiales superiores en el Cuartel General Conjunto Permanente en Northwood, al oeste de Londres.

Desembarcando en Gran Malvina en cinco equipos de cuatro hombres, a cada grupo se le asignó un objetivo y tuvo que "dejar una tarjeta de visita" para demostrar que su misión había tenido éxito. Se entiende que las tropas han asegurado dos islas sin ser vistas, además de apuntar a una torre de control de tráfico aéreo y una fuente de energía militar.

Fuentes militares del Reino Unido revelaron que el ejercicio ocurrió hace cuatro meses y también se ha llevado a cabo en los últimos años, y “es evidencia de que una 'victoria de propaganda arrebatada' ha estado molestando las mentes de los jefes militares durante algún tiempo”.

Se entiende que la incursión fue solo un escenario en un ejercicio mucho más grande llamado Foro de las Malvinas, cuando toda la guarnición se prueba en su capacidad para reaccionar ante acciones hostiles. Ejercicios similares se llevan a cabo en la base de submarinos nucleares Faslane de la Royal Navy, donde, cada cierto tiempo, las Fuerzas Especiales desempeñan el papel de terroristas e intentan irrumpir en la base. Otros sitios nucleares altamente restringidos en Gran Bretaña, incluido Aldermaston, se prueban de manera similar.

Una fuente militar de alto rango citada por el Sunday Express dijo: "Podemos aprender mucho de ellos con respecto a las rutas que las personas clave toman para trabajar todos los días y las áreas de debilidad de seguridad", y agregó "podemos aprender mucho de ellos con respecto a las rutas que las personas clave toman para trabajar todos los días y las áreas de debilidad de seguridad ”.

El artículo también subraya que “otro potencial punto de fricción se presentó con las revelaciones de que los miembros del 3er Batallón, el Regimiento de Paracaidistas, están programados para la próxima rotación a las Malvinas en junio”.

En efecto, esta última semana se produjo una escalada del conflicto diplomático entre Argentina y el Reino Unido sobre las Malvinas, que se describió como un movimiento de "ojo por ojo" después de que el Ministerio de Relaciones Exteriores llamara a la embajadora argentina Alicia Castro para registrar su descontento por los recientes ataques de La Sra. Castro y la presidenta argentina Cristina Fernández sobre los proyectos de exploración petrolera de las Malvinas y la actualización de la guarnición británica. El embajador del Reino Unido, John Freeman, fue citado por acusaciones de que el Reino Unido había estado espiando a Argentina entre 2008 y 2011.

Se entiende que el Regimiento de Paracaidistas tomará la iniciativa en las ceremonias para conmemorar el 33º aniversario del éxito de Gran Bretaña en repeler la invasión argentina de 1982.

El Segundo y Tercer Batallón del Regimiento de Paracaidistas, junto con los Royal Marines, fueron fundamentales para hacer retroceder a las fuerzas argentinas en una guerra de 74 días que costó la vida a 255 soldados británicos, 649 argentinos y tres isleños de las Malvinas, éstos últimos provocados por fuego británico.

Las ceremonias se centrarán en la batalla de Goose Green, donde murieron 55 soldados argentinos y 18 soldados británicos, y Mount Longdon donde, durante la Batalla por Port Stanley, el sargento Ian Mackay, de 3 Para, obtuvo una Cruz Victoria póstuma por asaltar argentinos. defensas en solitario, añade el artículo.

Sin embargo, una fuente del Ministerio de Defensa dijo que “la decisión de enviar 3 Para a las Islas Malvinas 'no fue deliberada'”.

sábado, 21 de septiembre de 2019

La odisea del RI 5 en Puerto Howard

Malvinas: la dramática historia del regimiento que resistió un brutal aislamiento y la peligrosa misión para enviarles ayuda 

Estaban en Puerto Howard, en la isla Gran Malvina. Abastecerlos era una tarea casi imposible. Los hombres del Regimiento de Infantería 5 escribieron una durísima página de la historia de la guerra. Infobae Docs reunió a tres protagonistas que revelan su feroz y desigual lucha contra un enemigo implacable, el aislamiento
Por Adrián Pignatelli || Infobae


Soldados del RI5 en una trinchera en Puerto Howard

Ubicado en la isla Gran Malvina, Howard era en 1982 un puerto pequeño, sobre el estrecho de San Carlos. Una caleta lo protegía y a la vez permitía que los buques pudieran atracar. Poseía una pequeña población, dedicada a la cría de ovejas y al esquilado, cuyo producto final se enviaba a Gran Bretaña. Los isleños que allí residían tenían escasas posibilidades de desarrollo, en una economía donde a los casados se les asignaban un número determinado de ovejas y un funcionario hacía las veces de intendente local y de gerente de la compañía dedicada a la comercialización de la lana.

Era un lugar muy alejado, en el que sus habitantes solo se mantenían informados a través de repetidoras de radios británicas. La televisión no existía, así como escuela primaria o secundaria.

Ese fue el punto elegido para el Regimiento de Infantería 5 (RI5), para contrarrestar una eventual ocupación enemiga. Este regimiento pasaría a la historia de la guerra de Malvinas como la unidad que más resistió el aislamiento.

El 25 de abril el RI5, una vez arribado a Puerto Argentino, fue llevado en helicóptero en tres tandas, con excepción de 108 hombres de la Compañía B, que irían en barco transportando víveres, municiones y minas antipersonales.

A Howard se lo rebautizó como Puerto Yapeyú ya que en tiempos de paz la Compañía C de ese regimiento tenía su asiento en el pueblo donde había nacido José de San Martín.

 
Los soldados del RI5 embarcando en Comodoro Rivadavia en el puente aéreo hacia Malvinas

Los soldados llevaban una ración de comida. Resultaba imperativo entonces acercarles los víveres necesarios, además de armamento pesado y municiones para poder hacer frente a duras semanas de aislamiento que tendrían por delante.

Aún ignoraban que la ayuda nunca llegaría.

El Monsunen

Al día siguiente, mientras en Howard se compraron dos corderos y medio a los pobladores para complementar las raciones de los soldados, de Puerto Argentino zarpó por la noche el Monsunen, un barco de 30 metros de eslora, confiscado a la Compañía Falkland. Lo cargaron con víveres para diez días, armamento y municiones.

La idea era bordear la isla hacia el norte e ingresar al estrecho de San Carlos. Sin embargo, los fuertes vientos y la marea impidieron que pudiera ingresar al estrecho. Se tomó, entonces, la ruta más larga y peligrosa: bordear la isla por el sur, debiendo cuidarse de las minas colocadas por la Armada y sabiendo que, a plena luz del día, quedarían a merced de los aviones enemigos. La travesía debía cumplirse, ya que el día 27 en Puerto Yapeyú había comenzado la racionalización de la comida.

En la noche de ese día, el Monsunen debió guarecerse en una pequeña bahía ya que el radar marcaba la presencia, posiblemente, de un submarino. La única defensa del buque eran dos ametralladoras MAG y dos lanzacohetes. A la mañana siguiente al mediodía, el buque pudo atracar finalmente en el muelle de Puerto Yapeyú.

 
Alberto Miñones Carrión fue herido gravemente en Malvinas y perdió una pierna: “Es un orgullo muy especial haber participado de esta gesta” (Santiago Saferstein)

Alberto Miñones Carrión era por entonces un joven subteniente. Estaba a cargo de la sección Apoyo de la Compañía A del RI5 y a su fracción le agregaron dos ametralladoras 12,7 Colt. Recordó que "desde el primer día que llegamos, supimos que la provisión sería difícil, a tal punto que la que esperábamos un día más tarde no llegó nunca. Con el correr de los días se complicó más, y con la llegada de más gente fue realmente crítico".

Es que la ocupación del lugar fue progresiva. Primero se estableció una compañía de 130 luego se sumarían las otras dos compañías de infantería del regimiento, dos secciones de ingenieros y elementos de sanidad, que sumarían cerca de 800 hombres.

 
El buque Isla de los Estados: fue atacado cuando llevaba provisiones para los soldados, de sus 25 tripulante solo dos sobrevivieron

La noche del 10 de mayo la fragata Alacrity había atacado al buque Isla de los Estados en pleno Estrecho de San Carlos, en momentos en que se dirigía a Puerto Yapeyú con provisiones y armamentos.

De los 25 tripulantes, solo dos habían logrado sobrevivir.

Con el correr de las horas, los argentinos descubrieron zapallos que flotaban muy cerca de la costa, que eran parte del cargamento del buque. Esos zapallos, convertidos en puré, se incorporaron a la escasa dieta del regimiento.

 
Hugo Gargano, subteniente de Intendencia durante la guerra, recordó: “Solo disponíamos de dos cocinas de campaña para 150 hombres” (Santiago Saferstein)

"Cocinar un cordero era complejo, ya que el fuego se hacía con la turba, que tiene un escaso poder calórico; y solo disponíamos de dos cocinas de campaña para 150 hombres. Pero la astucia y la pericia del personal de intendencia hicieron que se lavaran tambores de 200 litros de petróleo y así comíamos guiso de cordero con sabor a combustible. Calentar esos tambores era muy difícil. Y el fuego debía estar apagado la mayor parte del día", explicó Hugo Gargano, subteniente de Intendencia del Regimiento 5, el único oficial de esa especialidad de la unidad.

Paro cuando los problemas de abastecimientos comenzaron a agravarse, Hugo Gargano estaba en Puerto Argentino buscando los medios para llegar a la Gran Malvina. El jefe del RI5, coronel Juan Ramón Mabragaña reclamaba insistintemente al comandante de la Brigada de Infantería III por un oficial de Intendencia. "Yo pedía todos los días ir a Howard -contó Gargano a Infobae-. El día 21 me encontré con un mayor que me dice 'no sabe cómo lo está reclamando su jefe de regimiento', y no lo podíamos ubicar".

 
Hoy, Juan Ramón Magrabaña rodeado por sus soldados que reconocen “un jefe que se preocupaba por sus hombres”

"Al día siguiente, fueron a buscarme con un vehículo. 'Tiene 15 minutos para estar en Moody Brook y subirse a un helicóptero que está por partir hacia Howard con víveres, armamento y municiones', me indicaron". Gargano se presentó con el Mayor Roberto Yanzi, de Aviación de Ejército.

Aún desconocía que emprendería un viaje que nunca olvidaría.

Volar a Howard

El mayor Roberto Yanzi era el segundo jefe del Batallón de Aviación de Combate 601. Había llegado el 7 de abril a las islas. Explicó que "teníamos que aprovechar el viaje. Cargamos munición, morteros y medicamentos. Y además llevamos a dos soldados del Regimiento 5. Volarían tres helicópteros Puma y en la cola, a modo de custodia, un Augusta, que iba artillado".

Antes de partir, Yanzi reunió a las tripulaciones y les explicó la misión. "Yo los escuchaba, estábamos por emprender un viaje arriesgado, ya que el día anterior los ingleses habían desembarcado en San Carlos. Los 7 u 8 minutos que nos demandaría cruzar el estrecho serían cruciales". Partieron el 22 de mayo.

Siempre se hacía una escala en Goose Green, donde estaba la guarnición de la Fuerza de Tareas Mercedes. Las naves debieron quedarse en ese lugar porque los aviones Sea Harrier sobrevolaban permanentemente. Yanzi pensó que volar en esas condiciones era arriesgar demasiado.

 
Roberto Yanzo, de aviación de Ejército: “Cuando llegamos a Howard festejamos porque estábams todos vivos” (Santiago Saferstein)

"Estaba aún fresco el recuerdo del derribo del AE 505, el 9 de mayo, donde habían perdido la vida los tenientes primero Roberto Fiorito y Juan Carlos Buschiazzo y el sargento Raúl Dimotta. Además Aviación de Ejército tenía una gran limitación, que era la escasez de combustible", recordó Yanzi.

Además, las condiciones meteorológicas eran malas. La bruma y niebla era permanente. "A las 10:30 del 23 salimos. Volábamos a un metro del piso para no ser detectados por los radares enemigos y en silencio de radio. Cuando llegamos al estrecho vemos humeando el Río Carcarañá" (inutilizado por dos Sea Harriers el 16 de mayo).

"Es un honor morir con ustedes"

Cuando estaban por terminar de cruzar el estrecho, el helicóptero artillado dió la voz de alarma.

-¡Aviones! ¡Aviones! ¡Al piso!

Se acercaban dos Sea Harrier. El primer helicóptero era piloteado por el Teniente Primero Hugo Pérez Cometto, el segundo por el también Teniente Primero Enrique Magnaghi y el tercero por Yanzi, quien recordó frente a Infobae:

 
La llegada de los tripulantes del Río Carcarañá

"Pérez Cometto, en una maniobra sobresaliente, logra esconderse de los aviones enemigos, mientras que Magnaghi y yo llegamos a cruzar el canal y pudimos aterrizar. Inmediatamente, vi una bola de fuego q salía de la nave de Magnaghi, que se había volcado. No había podido dominar el aparato que giraba sobre su eje. Casi al mismo tiempo, los Sea Harrier me disparan con sus cañones de 30mm, que impactaron en la cola del aparato, que aún tenían sus rotores girando. Y ahí le ordeno a Gargano bajar lo más rápido posible".

"Fue un momento de mucha exaltación. Abro la compuerta, salto primero… corrimos y nos tiramos cuerpo a tierra porque los Sea Harrier venían ametrallando", recordó Gargano.

Los tres estaban cuerpo tierra, entre las balas enemigas que pegaban cerca. Yanzi entonces dijo: "Denme la mano no miren para atrás, es un honor morir en la guerra con ustedes".

"En ese momento caí en la situación en la que estábamos. Cuando terminaron de pasar los aviones, salimos corriendo y nos alejamos del helicóptero", rememoró el militar.

Yanzi no sabía qué había pasado con el resto de las tripulaciones. Hasta que se escuchó el silbido característico del soldado Elvio Nis, un baqueano de Paso de los Libres, que fue lo que ayudó a reunir a las tripulaciones.

"Se imagina nuestra alegría al saber que ningún tripulante había muerto. Magnaghi tenía una fractura de clavícula y Godino, uno de los mecánicos, un fuerte golpe en la cabeza", explicó Yanzi.

"Estábamos todos vivos"

Todos coincidieron en terminar con la misión. Luego de que Yanzi quemara su Puma AE 500 para que no pudiera ser usado por los ingleses. Rescató la ametralladora, y en el único helicóptero en uso, el de Pérez Cometto, se acomodaron las demás tripulaciones y algo de la carga.

Despegaron con la esperanza de no ser alcanzados por naves enemigas cuando llegaran a Howard, ya que Radio Colonia informaba que Harriers habían derribado tres helicópteros. Yanzi recordó: "Cuando llegamos fue una alegría muy grande. Nos abrazamos, estábamos todos vivos".

En la mañana del 26, los helicopteristas emprendieron el arriesgado vuelo de regreso a Puerto Argentino. Salieron a las 5 de la mañana. Llevaban a la Compañía Comando a un capitán de un avión que se había eyectado.

"Fue a suerte y verdad", admitió Yanzi. "Íbamos apretados. Volamos a muy baja altura y pudimos aterrizar. Sin saberlo, habíamos hecho el último vuelo a la Gran Malvina".

Pasaron los años y Gargano se comunicó, por redes sociales, con uno de los pilotos del Sea Harrier. "Se llamaba David Morgan, a quien siempre le había quedado la duda sobre la suerte corrida por la tripulación de los Puma. Sintió gran alivio al saber que habíamos sobrevivido".

Luchar en Howard

El hoy teniente coronel retirado Miñones detalló que el regimiento estaba en una situación de riesgo en caso de un ataque inglés.

"El material pesado no se pudo cruzar. Nos faltaban piezas de artillería. Cuando cruzamos logré llevar morteros de 81 de corto alcance y mucho tiempo el arma pesada fueron esos morteros. Por eso se pedían los de 120. La batería de artillería del 4 no llegó nunca".

 
El Sea Harrier abatido con una ametralladora fabricada en 1936. El piloto capturado no podía creer que lo hubiesen derribado con ese armamento

Hubo que luchar con lo que se tenía.

Con ametralladoras Colt 12.7 fabricadas en 1936 se abatió un Sea Harrier y se evitó un ataque de un helicóptero Sea King. Miñones comentó que "cuando capturamos al piloto del avión, nos contó que sintió una lluvia de proyectiles sobre el fuselaje; no podía creer que lo hubiésemos derribado con esa ametralladora".

Herido gravemente

La noche del 27 de mayo, Miñones fue gravemente herido. Sobrevivió para contarlo.

"El proyectil de una fragata que hacía un fuego de exploración me alcanzó estando en el fondo de una trinchera. Estaba entre el Teniente Primero Daniel Stella y el soldado de órdenes Felipe Fernández. El impacto me expulsó 20 metros, di una vuelta en el aire y caí de espaldas, con los brazos sobre el pecho. Me encomendé a la Virgen y recé un Ave María, pensando que me moría. En la oscuridad me toqué la pierna derecha, y la tenía, y cuando hice lo propio con la izquierda palpé un hueso. No tuve ningún dolor. Me di cuenta que estaba vivo y que tenía una chance más".

En ese ataque, también habían sido heridos los soldados Fernando Damián Francolino, Francisco Manuel Machado y Ricardo Manuel Herrera.

 
El rescate del teniente inglés Jeff Glover que se había eyectado

"Me evacuaron a un hospital de campaña muy rústico, que estaba a cargo del mayor médico Reale, un brillante traumatólogo. Además de la herida de la pierna, tenía una perforación en la cadera y otra en el pecho. Con los pocos elementos que disponía me intervino y suturó la femoral".

Cuando lo normal hubiese sido una rápida evacuación, por la gravedad de sus heridas, Miñones relató que "durante 10 días estuve acostado sobre una puerta, apoyada sobre dos cajones de manzanas. No había calmantes ni yeso; aún así, los médicos se las arreglaron".

 
Jeff Glover cuando llegó a Puerto Howard

El 29 de mayo nevó por primera vez en Puerto Yapeyú. La temperatura fue de 18 grados bajo cero. El estado general de la tropa era alarmante.

"Pero esos días fueron terribles. Los heridos estábamos en una casilla de madera que se sacudía ante los bombardeos. Me sentía muy expuesto ya que no podía moverme. Como las esquirlas perforaban las paredes de madera -en una ocasión dos de ellas pasaron al costado de mi cabeza- le pedí a mi compañero Eduardo Gassino un casco."

Los problemas de Miñones no terminaron ahí. "La comida era muy escasa y por mi estado no podía comer cordero, fue Eduardo Gassino que todos los días me traía, en una lata de gaseosa, un suerte de caldo con carne de avutarda, un ave de la zona".

Al fin, el 6 de junio pudo ser evacuado al Bahía Paraíso, que había sido transformado en buque hospital. También lo fueron los soldados Exequiel Vargas, Eduardo Rubiolo, Mariano Leiva y Fernando Francolino.

 
El buque Hospital Bahía Paraíso

"Cuando llegué al continente pesaba 42 kilos cuando mi peso normal era de 68. No me dí cuenta que había bajado tanto. Tenía que recuperar peso para prepararme a una operación grande. Estuve dos meses con un pronóstico malo por una infección en la pierna; sin embargo, tuve otra posibilidad y sobreviví".

Gargano y Miñones guardan un cálido recuerdo del jefe del regimiento, Juan Ramón Mabragaña. "Brillaba por su modestia y prudencia, por la precisión de sus decisiones, y más allá de la guerra fue un modelo de militar y persona, se tomó en serio asistir a los veteranos, consiguiendo trabajo, medicamentos y evacuaciones, muchas veces de su propio bolsillo. Cosechó lo que sembró".

Los tres entrevistados también recordaron a los 23 tripulantes del Isla de los Estados, que murieron en la misión de llevarle ayuda.

¿Qué es Malvinas?

Para Yanzi: "Un sentimiento y un orgullo el haber participado".

Para Gargano: "Sigue siendo un combate diario en el reconocimiento de los veteranos que allí pelearon".

Para Miñones: "Es un orgullo muy especial haber participado de esta gesta y haber perdido una pierna. Me sirve mucho anímicamente. Lo que uno lleva muy adentro y espera transmitir a sus hijos, es algo que cambió mi vida para bien".

martes, 19 de febrero de 2019

Héroe de Malvinas manda a cagar al corrupto de Aguad

Dura carta de un héroe de Malvinas al ministro de Defensa Oscar Aguad: "Todo parece ser válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas" 

El coronel José Duarte, quien combatió en Howard, llevó esta mañana una nota al funcionario por la decisión -que causa profundo malestar en las fuerzas- de apartar a los militares de la gestión de su obra social IOSFA

Infobae



 
José Martiniano Duarte (el cuarto de izquierda a derecha) en Malvinas junto a sus compañeros de la Compañía de Comando 601

Llevó la carta personalmente hasta el ministerio de Defensa. La dejó en mesa de entradas y salidas, en el décimo piso del edificio en Azopardo 250. El coronel (R) José Martinianto Duarte, héroe de Malvinas, cuidó cada una de las palabras que eligió para redactar la durísima carta que hoy le envió a Oscar Aguad, titular del área.

La posibilidad de que los militares sean apartados de la conducción del IOSFA, la obra social del personal en actividad y retirado de las Fuerzas Armadas, ha generado un gran malestar dentro de la estructura castrense.

"Me pregunto por qué la conducción del Ministerio de Defensa provoca esto en este momento. Las causas podrían ser de distinto tenor: ¿incompetencia, ignorancia, política? No encuentro una respuesta", escribió el veterano de guerra, quien combatió en puerto Howard.

"Hace décadas que el Ministerio de Defensa ha dejado de ser un área trascendente de las políticas públicas para los diferentes gobiernos. Y pareciera ser todo válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas", siguió con dureza.

La tensión fue creciendo cuando la semana pasada el interventor del IOSFA, Pedro Barrios -nombrado por Aguad- elevó una nota al ministro en la que sostuvo que la gestión de la obra social "requiere de competencias específicas que en general no tienen relación con la actividad militar o de seguridad". Para finalizar, solicitó a su superior "que adopte las medidas necesarias para dejar de considerar al IOSFA como destino militar".

 
Terrible hijo de puta. El ministro de Defensa Oscar Aguad (AP Photo/Pablo Stefanec)

El IOSFA tiene más de 640 mil afiliados, nació en 2013 con la unificación del IOSE (Ejército), la DIBA (Armada) y la DIOSFA (Fuerza Aérea) y es la tercera en el ranking de las obras sociales del país. El malestar en las Fuerzas se instaló entre los militares quienes manifestaron su preocupación por el ingreso de cuadros políticos a los estratos de conducción de la obra social y consideraron la solicitud de Barrios como "una discriminación".

El general retirado José Figueroa, director vocal del IOSFA, ya había rechazado la decisión de Barrios, y en un escrito había manifestado su enojo por haberse tratado de una resolución "personal e inconsulta" en un tema de la envergadura.

El coronel José Duarte, que ahora se sumó a la polémica generada en el ministerio, es héroe de Malvinas, Licenciado en Estrategia y Organización, comando, paracaidista e instructor de andinismo, paracaidisimo y comandos, y tiene un gran prestigio dentro del Ejército y de las Fuerzas Armadas: "Reúne las condiciones de soldado combatiente de sobresalientes destrezas y valor", definieron sus camaradas frente a Infobae.

Durante el conflicto armado de 1982 fue jefe de la 1ra sección de la Compañía de Comandos 601 y, durante la misma, comandó exitosas operaciones detrás de las líneas enemigas y se enfrentó a las S.A.S. -las fuerzas especiales de más fama en el Ejército Británico y una de las más prestigiosas del mundo-, resultando victorioso.

En su misiva al ministro Aguad, el militar condecorado por su actuación en la guerra, aseguró que ahora que las Fuerzas Armadas "prácticamente han sido borradas de toda consideración y, aparentemente, ya no tienen ningún otro tema para el escarnio, se la toman con nuestra Obra Social, que es lo mismo decir con nuestras familias".

"Es fácil, lo reconozco; los militares no tenemos sindicato, no hacemos paros ni movilizaciones y los políticos que deberían defendernos el salario y la salud, son simple aficionados que desconocen la particular problemática de la cuestión militar", agregó sin ocultar su malestar.

La carta seguramente producirá reacción dentro de la Fuerza por la gran prédica que tiene Duarte entre los militares. Todos remarcaron su historia dentro del Ejército y durante la guerra y rememoraron con orgullo aquel combate en Howard donde murió el jefe de Escuadrón 19 SAS, capitán Gavin John Hamilton y fue capturando el cabo primero Roy Fonseca, el único prisionero inglés capturado en combate terrestre después del 2 de abril.

 
El capitán del SAS, Gavin Hamilton

Sus compañeros recordaron que el entonces teniente primero Duarte le dio sepultura con honores militares al capitán inglés en Puerto Howard, Gran Malvina. "Hamilton fue velado y enterrado con la bandera británica sobre su cuerpo y con un cordón de honor. Esto le valió que los soldados británicos le rindieran honores a Duarte y a su sección una vez terminadas las hostilidades".

En el 2002, a los 20 años de la guerra, el coronel Duarte se reunió en Londres con la viuda de Hamilton, Victoria Carter. Ella quería agradecerle su humanidad y hombría de bien por haber informado que su esposo había caído en combate como un valiente. "Él no es un asesino -dijo la esposa del oficial inglés en presencia de la prensa británica-, él es un soldado que peleaba por su Patria".

La enérgica carta al ministro, entonces, conlleva todo el peso de esta historia dentro de las Fuerzas Armadas. En uno de sus párrafos, sin medias tintas, el militar le escribió a Aguad que "los ministros de Defensa de las últimas décadas y sus asesores, que provienen en el mejor de los casos de la función pública y nada saben de Defensa y, menos aún, de fuerzas armadas" fueron los que hicieron que la obra social "se haya transformado en un instituto muy particular".

 
El encuentro entre Duarte y la viuda del capitán inglés, Victoria Carter

"Tal vez Usted no lo sepa, pero la obra social de las fuerzas armadas posee particularidades que la hacen muy diferente a otras. Las enormes distancias y la dispersión territorial hacen que los costos de la atención sanitaria a sus afiliados sean altísimos ya que nuestro país posee unidades y destacamentos -que incluyen a Gendarmería Nacional- desde Tartagal, hasta Ushuaia, desde Puente del Inca, hasta Buenos Aires, incluso en lugares muy poco accesibles", subrayó.

Señaló, además, que Barrios -"del que desconozco su idoneidad en la materia"- pretendió comparar al IOSFA y su funcionamiento con otras obras sociales "lo que da cuenta del desconocimiento que se tiene sobre lo que son y necesitan las Fuerzas Armadas".

Quien fuera Subdirector de Investigación y Desarrollo del Ejército, jefe de regimiento, instructor de comandos y escritor de varios libros, aseguró que la decisión de apartar a las militares de la gestión del IOSFA "manifiesta una profunda ignorancia sobre la misión, la organización, el despliegue y las actividades de su conjunto, y de los elementos que la componen, así como las dificultades que permanentemente atraviesan".

Esta es la carta completa del coronel Duarte, entregada hoy al ministro Aguad:


Buenos Aires, 18 de febrero de 2019.
Señor Ministro de Defensa
Dr. Oscar Aguad

En relación a la ofensa que hiciera el presidente del directorio del IOSFA a todos los miembros de las instituciones armadas, en la persona del señor general José Luis Figueroa, tengo el agrado de intentar informarle por este medio, algunos conceptos que creo Usted desconoce.

Me pregunto por qué la conducción del Ministerio de Defensa provoca esto en este momento. Las causas podrían ser de distinto tenor: ¿incompetencia, ignorancia, política? No encuentro una respuesta. Hace décadas que el Ministerio de Defensa ha dejado de ser un área trascendente de las políticas públicas para los diferentes gobiernos. Y pareciera ser todo válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas.

Ahora, que prácticamente han sido borradas de toda consideración y, aparentemente, ya no tienen ningún otro tema para el escarnio, se la toman con nuestra Obra Social, que es lo mismo decir con nuestras familias. Es fácil, lo reconozco; los militares no tenemos sindicato, no hacemos paros ni movilizaciones y los políticos que deberían defendernos el salario y la salud, son simple aficionados que desconocen la particular problemática de la cuestión militar.

Tal vez Usted no lo sepa, pero la obra social de las fuerzas armadas posee particularidades que la hacen muy diferente a otras. Las enormes distancias y la dispersión territorial hacen que los costos de la atención sanitaria a sus afiliados sean altísimos ya que nuestro país posee unidades y destacamentos -que incluyen a Gendarmería Nacional- desde Tartagal, hasta Ushuaia, desde Puente del Inca, hasta Buenos Aires, incluso en lugares muy poco accesibles. Por eso existe dentro de la logística de personal de las Fuerzas, una Sanidad Militar que, de hecho y de práctica, no es de uso exclusivo de los militares en actividad, sino que se entrelaza y converge diariamente con la obra social. El médico militar que atiende a un suboficial en Río Mayo con el bonete de la Sanidad Militar, es el mismo que asiste a su esposa embarazada con el bonete de IOSFA.

Esta realidad -que los ministros de defensa de las últimas décadas y sus asesores que provienen en el mejor de los casos de la función pública, y nada saben de Defensa y, menos aún, de fuerzas armadas-, es la que hace que nuestra obra social se haya transformado en un instituto muy particular.

La primera en concurrir en auxilio de un familiar afectado (IOSFA) y ante una emergencia es la Sanidad Militar. Usted me dirá que la obra social hará el reintegro correspondiente, y yo le replicaré que no y que, lamentablemente, muchas veces no ocurre así. Por ejemplo, si se debe evacuar a un niño de la localidad de Río Mayo hasta el Hospital Militar de Comodoro Rivadavia por una urgencia -yo he vivido esa situación-, lo que ocurrirá es que el comandante de la Brigada Mecanizado IX ordenará a un helicóptero de su dependencia realizar el traslado (600 kilómetros, ida y vuelta), y lo hará sin consultar a la obra social ni esperar la autorización de la misma, porque hay una vida que salvar. Ese es el costo de tener Defensa en un País que es el octavo territorio del mundo. Esto ocurre, señor Ministro, porque el enorme despliegue y el aislamiento de muchas unidades de las Fuerzas, imponen que nuestra obra social y la Sanidad Militar vivan en emergencia permanente. Lo mismo se hace cuando acontece una catástrofe natural: primero concurren con los medios disponibles y, después, dan la novedad. Todo al propio costo y riesgo.

Pareciera que aquello que el doctor Pedro Barrios -del que desconozco su idoneidad en la materia- cree saber tan apropiadamente como para aplicar a los militares, lo ignora en el caso propio.
Pretender comparar al IOSFA y su funcionamiento con otras obras sociales, da cuenta del desconocimiento que se tiene sobre lo que son y necesitan las Fuerzas Armadas. Manifiesta una profunda ignorancia sobre la misión, la organización, el despliegue y las actividades de su conjunto, y de los elementos que la componen, así como las dificultades que permanentemente atraviesan.

Por lo anteriormente expuesto, es que enfatizo en la necesidad que quien ejerza las funciones de presidente del Directorio del IOSFA sea una persona formada no solo en el manejo de la salud o la administración de una obra social, sino que sea idónea en el conocimiento de la complejidad específica de las Fuerzas Armadas.

En caso que no sea posible encontrar a alguien que reúna esas condiciones, y Usted no quiera designar a un militar en ese puesto le solicito, por favor, que escoja a alguien que, por lo menos, quiera sus soldados.

Saludo a Usted con atenta consideración.

José Martiniano Duarte
Coronel VGM (R)
DNI: 8.604.927

jueves, 5 de mayo de 2016

Geografía: Port Edgar (Gran Malvina)

Port Edgar



El puerto Edgar está situado en el sureste de la isla y perfectamente ubicado para fantásticas oportunidades para caminar a lo largo de las costas y acantilados, ofreciendo excelentes vistas de sonido de Malvinas. Colonias de pingüinos están cerca del asentamiento y las ballenas se ven a menudo. Buena pesca también está cerca.

Contacto Puerto Edgar
Tiempo de vuelo directo desde Puerto Argentino 52 minutos.
Duración del viaje desde Port Howard aproximadamente 3 horas.



Acceso: Por carretera, FIGAS
Flora / fauna: Pingüinos y ballenas
Actividades: Senderismo, trucha de mar y pesca de la lisa, la cría de ovejas y la demostración de esquila, ver la vida silvestre
Alojamiento en Port Edgar (sin servicio de comidas)



sábado, 26 de marzo de 2016

Geografía: Ríos y arroyos de Malvinas

Ríos de las Islas Malvinas
Wikipedia


Mapa de los ríos principales de las Islas Malvinas.


Debido a su geografía y la geología, las Islas Malvinas no tiene ríos particularmente grandes. Las personas de cierta longitud tienden a ser lento, a menudo termina en uno de los fiordos frecuentes o grandes entradas que rodean las islas (como las aguas de San Carlos o sonda de Byron) como arroyos. Sin embargo, como las islas reciben altas precipitaciones, hay muchos pequeños arroyos que se encuentran en ellos.

Isla Soledad / East Falklands


Río Malo / Arroyo Malo


El Río Malo (visto a veces como Arroyo Malo - también su nombre en español), es un río en la isla Soledad, Islas Malvinas. Su nombre se deriva del puerto bretón de Saint Malo (también la raíz de "Malvinas" - "Malvinas), debido a la colonia francesa establecida en Port Louis en 1764.

Está situado en el norte de la Isla Soledad, y desemboca en Salvador Water afuera de Wickham Heights en No Man's Land.
La batalla de Top Malo Casa tuvo lugar cerca durante la Guerra de las Malvinas.

Moody Brook

Moody Brook es un pequeño curso de agua que desemboca en la bahía de Stanley en la isla Soledad, Islas Malvinas. Está cerca de Stanley, justo al oeste del norte, y era antes la ubicación de los cuarteles de la ciudad, que fueron atacados en la Operación Azul, la invasión de 1982 argentina de las Islas Malvinas.

Lleva el nombre de gobernador Richard Moody.

Mullet Creek o arroyo Mullet

Mullet Creek es un pequeño río en la Isla Soledad. No es un curso de agua importante, pero es mejor conocido por su papel en la Guerra de las Malvinas El 2 de abril de 1982, los marines argentinos dirigidos por Guillermo Sánchez-Sabarots, desembarcó su escuadrón de fuerzas especiales en Mullet Creek, y avanzó hacia Stanley. Para las 08,30 AM la batalla había terminado y el gobernador había ordenado a sus diez Royal Marines (Partida Naval 8901) rendirse. Los Royal Marines, el gobernador y cualesquiera otros que deseaba que fuera enviado hacia fuera a Gran Bretaña.



La operación argentina con nombre en código Azul (azul) comenzó en la noche del Jueves 1 de abril de, 1982, cuando el destructor argentino ARA Santísima Trinidad detuvo a 500 metros en las afuera de Mullet Creek y desembarcó 21 embarcaciones de asalto Gemini en el agua. Contenían 84 soldados de las fuerzas especiales de la 1ª Grupo de Comandos Anfibio del capitán de corbeta Guillermo Sánchez-Sabarots 'y una pequeña parte en virtud del capitán de corbeta Pedro Giachino, que era normalmente 2 IC del 1er Batallón de Infantería de Marina, que era capturar la Casa de Gobierno. El contralmirante argentino Jorge Allara había solicitado al gobernador Rex Hunt rendirse pacíficamente, pero la propuesta fue rechazada.


Mullete Creek

Río Murrell

El río Murrell es un río de pesca, en la Isla Soledad en las Islas Malvinas. Tiene un gran estuario que se une con Hearnden agua y Port William, y que no está lejos de Stanley.

Gran parte de la batalla de Monte Longdon se libró en y alrededor del río Murrell, y el puente de Murrell.

Se eleva en el Monte Challenger, con afluentes que viene de Monte Kent, Harriet y Dos Hermanas. Sus afluentes incluyen Shanty Stream.


Río Muller

Río San Carlos

El río San Carlos es uno de los ríos más grandes en la Isla Soledad, en las Islas Malvinas. Fluye hacia el oeste, en aguas de San Carlos, cerca de Puerto San Carlos. Se inicia en el Wickham Heights, con afluentes de salir corriendo de la montaña de Jack


Gran Malvina / West Falkland


Río Blackburn

El río Blackburn está en Malvinas del oeste en las Islas Malvinas. Es en el norte de la isla, y desemboca en en el seno Byron. El nombre es una tautología, ya que "quemar" es una palabra de las tierras bajas del norte de Inglaterra- se refiere a un pequeño río o arroyo grande.

Río Chartres

El río Chartres es uno de los dos cursos de agua más grandes de la isla Gran Malvina, junto con el río Warrah.


Río Warrah

El río Warrah es uno de los dos cursos de agua más grandes de la isla Gran Malvina. Lleva el nombre de la zorra de las Islas Malvinas (Dusicyon australis, anteriormente Canis antarcticus) o "warrah". La última warrah recibió un disparo en esta isla en 1876.

Se inicia en  Muffler Jack Mountain y tiene un largo de veinte millas hacia el mar. Es bastante popular para la pesca. Tiene un afluente principal, Green Hills / Green Hill Stream.