martes, 16 de julio de 2024
viernes, 4 de agosto de 2023
Imperio español: Mapa de las Malvinas durante la gobernación de Ruiz Puente
La BNE le está peleando palo a palo al Archivo de Indias quien tiene los mejores documentos sobre Malvinas. Excelsa carta de las islas de la época del gobernador Ruiz Puente, muestra la presencia furtiva de los británicos y la derrota de una goleta hacia la "Malvina Grande".
miércoles, 5 de julio de 2023
Gibraltar y la conducta británica a los reclamos de soberanía
Esta última disputa de Gibraltar es una señal de lo que vendrá
(Revista Prospecto)
por James Black
Hace menos de una semana que Theresa May activó el Artículo 50, pero ya han surgido cuestiones de seguridad nacional. El Reino Unido ha entrado en una guerra de palabras con sus socios europeos.
Muchos líderes y periódicos de la UE reaccionaron con desprecio a la carta sobre el Brexit de Theresa May, que implicaba que el Reino Unido podría canjear sus contribuciones a la defensa europea por un acuerdo comercial posterior al Brexit más favorable. Desde entonces, ha habido “ruido de sables” por parte de algunos grandes conservadores sobre el tema de Gibraltar: las directrices de negociación de la UE dejan claro que Madrid debe tener voz en cualquier acuerdo que afecte al territorio. Michael Howard ha afirmado que el Reino Unido “irá a la guerra” para proteger el territorio en disputa tal como lo hizo para asegurar las Islas Malvinas en 1982.
Es probable que este sea el primero de una larga lista de tensos intercambios políticos y episodios de posturas diplomáticas en el camino lleno de baches hacia un acuerdo de Brexit totalmente negociado. Sin embargo, detrás de la guerra de palabras, ¿qué está en juego en el debate sobre el futuro de Gibraltar, en términos estratégicos y militares? ¿Qué importancia tiene el territorio en el gran esquema de las cosas?
martes, 16 de agosto de 2022
Deportes: "Las Malvinas son argentinas"
“Las Malvinas son argentinas”: un jugador de padel español gritó la frase en el estadio y generó la reacción de todo el público
Paquito Navarro, considerado uno de los mejores del mundo en la disciplina, lanzo una sorpresiva declaración sobre las Malvinas que generó revuelo en el estadio.Actualmente, se está llevando a cabo la primera fecha del tour Argentina Premier Padel en Mendoza, un evento que reúne a las grandes estrellas de esta disciplina y es primer en territorio de Sudamérica de su clase. En este contexto, el español Paquito Navarro, lanzó un mensaje que generó gran impacto en el público del estadio.
La dupla que integran el español Paquito Navarro, que juega en pareja con el argentino Martín Di Nenno, superó por 6-4 y 7-5 a Agustín Gomez Silingo y Juan Cruz Belluati para clasificarse entre los cuatro mejores del certamen. Luego de que terminó el encuentro, los ganadores prestaron declaración ante las cámaras.
Tras responder algunas cuestiones sobre el encuentro deportivo que se había llevado a cabo, Navarro aprovechó para mostrarle su cariño al público local y dejó un mensaje que generó un sinfín de aplausos en el público que lo escuchaba. “Las Malvinas son argentinas”, lanzó para luego retirarse, mientras era aplaudido por todos.
La entrevistadora se quedó en shock por esta declaración y comenzó a reírse por la inesperada respuesta del profesional del Padel, también, se ve a su compañero que quedó atónico por el mensaje.
El joven español tiene 33 años, debutó en 2009 y es considerado uno de los mejores del mundo en esta disciplina. Actualmente es parte de la pareja número 2 del mundo junto a Di Nenno. Comenzó a jugar al pádel a los 5 años y a los 10 ya era subcampeón del mundo de su categoría.
Hasta el momento, acumula 22 títulos en el World Padel Tour y este año se consagraron junto a su compañero en Doha tras vencer a Juan Lebrón y Alejandro Galán por 6-3 y 7-6. Además, vencieron en la final del Vigo Open, en España, tras ganarle al mismo dúo en la definición.
jueves, 26 de mayo de 2022
Lanzagranadas Instalaza M65
Instalaza M65, el bazooka usado por las tropas argentinas
Artículo original: solo uno disponible. Totalmente desactivado según las especificaciones BATF, este es un muy buen ejemplo de la Instalaza M65 española de 88,9 mm "Bazooka". Es un derivado del sistema de arma antitanque M20 "Super Bazooka" fabricado en Estados Unidos, desarrollado por la empresa Instalaza para el uso de las Fuerzas Armadas españolas en las décadas de 1960 y 1970.
En comparación con el M20, el M65 utilizó un método de encendido mejorado y nuevos tipos de munición. Su munición típica era la ronda antitanque de alto explosivo CHM65, así como los proyectiles MB66 (doble propósito) y FIM66 (humo).
Este ejemplo de hallazgo aún conserva la eslinga original y se configura correctamente con el bípode integral y el monopié trasero. ¡Incluso todavía ama y seca fuego! La muy buena vista óptica todavía funciona, aunque el ocular de goma está algo degradado. Las medidas del rango se enumeran en DECAMETROS (decímetros).
sábado, 12 de febrero de 2022
Gibraltar (y Malvinas) y el colonialismo estratégico británico
Por qué Gran Bretaña está tan apegada a Gibraltar
Una vez más, los buques de guerra británicos pusieron rumbo a Gibraltar. Hace 300 años la roca llegó al Reino Unido, que la defendió en muchas guerras. No se trataba solo de poder.Berthold Seewald || Die Welt
En 1704, durante la Guerra de Sucesión española, una flota inglesa atacó la fortaleza de Gibraltar. España se alió con Francia.
Fuente: picture-alliance / Mary Evans Pi
La conquista tuvo éxito bajo el mando del príncipe general imperial Georg von Hessen-Darmstadt (1669-1705). En el Tratado de Utrecht de 1713, Gibraltar llegó al Reino Unido.
Fuente: Archivos de la ciudad de Darmstadt
España intentó reconquistar varias veces. En 1727, 20.000 soldados sitiaron la roca durante cuatro meses en vano.
En las batallas franco-británicas entre 1779 y 1783, las tropas españolas y francesas intentaron varias veces conquistar Gibraltar.
Fuente: Johann Martin Will 1727-1806
La batalla naval de Trafalgar el 21 de agosto de 1805 se libró no lejos de Gibraltar. La victoria de Nelson sobre la flota combinada franco-española aseguró la supremacía naval británica durante más de un siglo.
Fuente: Picture Alliance / akg-images
Gran Bretaña también controló el acceso al Mediterráneo con Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: Picture Alliance / Mary Evans Pi
El porta-helicópteros "HMS Illustrious" fue uno de los tres buques de guerra británicos que pusieron rumbo a Gibraltar en agosto de 2013 para celebrar su 300 aniversario.
Fuente: Getty Images
Cuando Beatrix hizo una de sus últimas apariciones importantes como Reina de los Países Bajos en Utrecht, de todos los lugares, la gente sacudió la cabeza en este país. Porque la ocasión, el 300 aniversario de la Paz de Utrecht en 1713, solo es familiar para los amigos de la música barroca. Después de todo, fue entonces cuando Georg Friedrich Handel compuso su “Utrecht Te deum”.
"Oh Señor, en ti he confiado", dice. Su primera obra importante en inglés le valió inmediatamente al compositor una anualidad de la reina Ana, lo que probablemente tuvo más que ver con el entusiasmo por el arte real. Porque Inglaterra se emborrachó en la época del tratado de paz que puso fin a la Guerra de Sucesión española contra la Francia de Luis XIV. Y el premio fue duro: además de Menorca y el monopolio de la trata de esclavos con las colonias españolas en América, Gibraltar lo ganó.
Así que hay que retroceder tres siglos para comprender la conexión íntima entre Gran Bretaña y la roca de 6,5 kilómetros cuadrados en el extremo suroeste de Europa, que está habitada por solo 28,700 personas y unas pocas docenas de monos. Desde entonces, las flotas británicas se han propuesto en repetidas ocasiones demostrar el derecho de Inglaterra a la propiedad de la isla con todas sus fuerzas. Hasta esta semana, tres barcos de la Royal Navy han puesto rumbo a Gibraltar.
Quemado en la historia británica
Con esto, Londres quiere dejar claro a España una vez más que “no haremos la vista gorda cuando el pueblo de Gibraltar sea amenazado o sometido a presión”, como ha dicho el ministro de Europa, David Lidington. Supuestamente se trata de derechos de pesca y controles más estrictos contra los inmigrantes ilegales. De hecho, la Union Jack sobre Gibraltar ha sido una provocación para España durante 300 años, lo que ha provocado numerosas guerras. Por el contrario, Gran Bretaña ya se siente alarmada por el anuncio de Madrid de que buscará la solidaridad con Argentina sobre la cuestión de las últimas colonias británicas, que a su vez reclama las Islas Malvinas británicas.
De hecho, la salida de los buques de guerra británicos a Gibraltar trae recuerdos de la marcha de la Royal Navy hacia las Islas Malvinas en 1982. En ese momento, Argentina había ocupado las islas del Atlántico Sur, que en su mayoría estaban pobladas por ovejas, que la Primera Ministra Margaret Thatcher se negó a aceptar. Su cálculo de que un conflicto popular en el otro extremo del mundo erosionaría la resistencia a su política de reforma drástica funcionó en ese momento. La UE y España, socio de la OTAN, están asumiendo ahora motivos similares en Londres. Sin embargo, lo mismo podría decirse en Madrid.
Porque la disputa por Gibraltar no se trata solo de los derechos de sus residentes y su lealtad a Gran Bretaña y su estado de bienestar. Se trata, en dimensiones completamente diferentes que en el caso de las Malvinas, sobre la identidad de Inglaterra y la nación "británica". En el siglo XIX, el primer ministro liberal William Gladstone incluyó a Gibraltar, junto con el Estrecho de Suez y el Estrecho de Turquía, en las posiciones esenciales del Imperio. De esto no queda nada excepto la roca, que dice algo sobre su poder simbólico.
El triunfo de la gloriosa revolución
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La guerra que hizo a Gibraltar británico ya está profundamente grabada en la memoria colectiva del Reino Unido. En la Guerra de Sucesión española de 1701 a 1714, Inglaterra encabezó una coalición con Austria y los Países Bajos para limitar las aspiraciones hegemónicas de Francia. El corazón de esta alianza fue Wilhelm III hasta su muerte en 1702. de Orange, en unión personal Rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda y gobernador de Holanda. En la Revolución Gloriosa de 1688/89, el Parlamento de Londres lo llamó al trono. La realeza parlamentaria comenzó con él. Y con la victoria el ascenso de Gran Bretaña a potencia mundial.
Curiosamente, fue un general al servicio del emperador Habsburgo quien logró conquistar la antigua fortaleza española de Gibraltar el 4 de agosto de 1704. El príncipe Georg von Hessen-Darmstadt estaba al mando de 1.800 soldados holandeses e ingleses, a quienes la tripulación se rindió con honor después de que los barcos británicos hubieran reducido a escombros las defensas. Se dice que el príncipe utilizó una táctica ingeniosa al cambiar sus ataques a las horas de la siesta en lugar de a la mañana.
Los aliados franceses y españoles inmediatamente intentaron todo para recuperar la isla rocosa. Pero el príncipe George se mantuvo firme, aunque irremediablemente superado en número, el resto fue atendido por la superior flota inglesa. Después de que el gobernador imperial sufriera la muerte de un soldado frente a Barcelona, un gobernador británico tomó el mando en Gibraltar. Y así es hasta el día de hoy. La roca ha sido una colonia de la corona británica desde 1830.
Cuando Estados Unidos se alió con Francia
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Desde entonces, las tropas españolas han intentado varias veces conquistar Gibraltar. En la Guerra Anglo-Española de 1727 a 1729, un ejército de alrededor de 20.000 hombres sitió la fortaleza. Se enfrentaron solo a 3200 soldados británicos. Pero también la flota inglesa, que se aseguró los suministros y bombardeó las posiciones españolas. El asedio tuvo que ser cancelado después de casi cuatro meses.
Entre 1779 y 1783, las tropas españolas y francesas intentaron juntas varias veces, siendo un aliado más las rebeldes colonias inglesas de Norteamérica. Pero a diferencia del Nuevo Mundo, las tropas británicas salieron victoriosas, principalmente porque las grandes flotas lograron romper repetidamente el bloqueo. Sin embargo, los historiadores han planteado la pregunta contrafáctica de qué habría sucedido con la Revolución Americana si la Royal Navy hubiera podido volverse contra ella con todas sus fuerzas.
La tercera batalla por Gibraltar tuvo lugar no lejos de la fortaleza. Fue la batalla de Trafalgar contra la flota unida franco-española de Napoleón I. La victoria de la Armada al mando del almirante Horatio Nelson el 21 de octubre de 1805 se convirtió en su triunfo más famoso y casi en la justificación del - después de la pérdida del norteamericano colonias - "Segundo Imperio Británico", que finalmente abarcó una cuarta parte de la tierra.
El hecho de que Hitler diera la orden de la "Operación Félix" en agosto de 1940, con la que la roca sería conquistada en tres días, pasó a la historia sólo como nota al pie. Dado que el dictador español Franco se negó persistentemente a abrir su país a las tropas alemanas, el proyecto tuvo que ser cancelado. En cambio, la isla rocosa, que mientras tanto se había convertido en una gigantesca fortaleza subterránea, se aseguró de que a los submarinos alemanes se les negara el acceso al mar Mediterráneo y que los convoyes aliados pudieran ingresar a él de manera segura.
"Número modesto de buques de guerra de madera"
Lo que significaba esta posición, Napoleón había aprendido generaciones antes, cuando en 1798 bajo una flota británica Nelson hundió sus barcos frente a Abukir y así asestó el golpe fatal a su expedición egipcia. El historiador alemán Ludwig Dehio inició esta batalla cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, sometió la política británica a un análisis que se ha vuelto clásico con su libro “Balance o Hegemonía” (1948):
“Sólo ahora (con Abukir; d. Ed.) Todo el significado histórico mundial de la penetración de los ingleses en el Mediterráneo durante la Guerra de Sucesión española y su tenaz defensa del Peñón de Gibraltar contra los ataques más violentos desde entonces se convirtió en aparente. Si en algún lugar, la red invisible que un modesto número de barcos de guerra de madera, enviados desde una isla pequeña y relativamente pobre, se había extendido alrededor de la península de Europa rebosante de vida, tenía que rasgarse aquí. Pero la red resistió la prueba. Gracias a Gibraltar, la flota de Nelson penetró en el Mediterráneo ".
Nada queda de la “red invisible” y sus cruces como las calles de Suez o Malaca. Pero la memoria de Gibraltar sigue conectada, razón suficiente para enviar flotas una vez más a defenderlo.
miércoles, 29 de septiembre de 2021
lunes, 29 de marzo de 2021
sábado, 16 de enero de 2021
Período colonial: Port Egmont / Puerto de la Cruzada / Poil de la Croisade
Port Egmont / Puerto de la Cruzada / Poil de la Croisade
Port Egmont (español: Puerto de la Cruzada; francés: Poil de la Croisade) fue el primer asentamiento británico en las Islas Malvinas, en la Isla Saunders frente a Gran Malvina, y lleva el nombre del Conde de Egmont.
Ubicación de Port Egmont
Topónimo
Detalles de un mapa de Port Egmont en 1770 por Carrington Bowles.
El nombre original del asentamiento era Jason's Town y el término Port Egmont se refería al cuerpo de agua comprendido por Saunders Island, Keppel Island y la isla principal de West Falkland. [1] Fort George era la pequeña guarnición establecida cerca. [2] Los detalles del asentamiento se incluyen en un mapa dibujado por Carrington Bowles y publicado por primera vez en 1770; sólo queda una copia conocida.
Historia
Carta de MacBride, la ruta del barco representada es la del HMS Jason en 1766
Port Egmont fue establecido el 25 de enero de 1765, por una expedición dirigida por el comodoro John Byron que constaba de los barcos HMS Dolphin, HMS Tamar y HMS Florida. La expedición dejó un abrevadero y un huerto.
Otra expedición llegó alrededor de un año después, en enero de 1766, liderada por el capitán John MacBride, con los barcos HMS Jason, HMS Carcass y HMS Experiment, que dan nombre a la isla Carcass y las islas Jason. Esto fue para asegurar la posesión, y McBride ordenó que uno de los barcos se quedara en Port Egmont y desarrollara el asentamiento, lo que resultó en varios edificios permanentes y una guarnición. MacBride, al mando del HMS Jason, llevó a cabo el primer levantamiento hidrográfico de las Malvinas en 1766 y descubrió varias islas menores, incluidas Weddell, Beaver y New Islands en el extremo suroeste del archipiélago. El gráfico basado en esa encuesta fue uno de los más precisos para su época. MacBride también realizó las primeras observaciones meteorológicas sistemáticas en las Malvinas. En enero y febrero, el termómetro en Port Egmont subió a 59 ° F (15 ° C), pero no más; en agosto, una vez bajó a 20 ° F (−7 ° C), pero rara vez fue inferior a 32 ° F (0 ° C).
Los siguientes años resultaron en reclamos contradictorios con los franceses y españoles, y los británicos utilizaron Port Egmont como base para su reclamo. A principios de 1770, el comandante español Don Juan Ignacio de Madariaga visitó brevemente Port Egmont. Regresó de Argentina el 10 de junio con cinco barcos armados y 1400 soldados que obligaron a los británicos a abandonar Port Egmont.
En 1771, tras amenazas de guerra con España, la colonia fue reestablecida por el Capitán John Stott con los barcos HMS Juno, HMS Hound y HMS Florida, este último en la fundación del asentamiento original. El puerto se convirtió en una parada importante para los barcos que recorrían el Cabo de Hornos.
En 1774, Gran Bretaña abandonó muchas de sus guarniciones en el extranjero por razones económicas y Port Egmont no fue una excepción, y en 1776, las fuerzas británicas se fueron. En los años siguientes, la colonia fue tomada por los marineros, hasta que en 1780 fue finalmente destruida por orden de las autoridades españolas.
jueves, 14 de enero de 2021
jueves, 31 de diciembre de 2020
viernes, 11 de diciembre de 2020
España con su pesca ilegal ayuda a la ocupación británica de las islas
España, un puñal en la soberanía argentina en Malvinas
Por AgendaMalvinas«Las empresas pesqueras españolas colaboran en la consolidación británica en Malvinas»
Como Medea la esposa de Jasón, las empresas pesqueras españolas son funcionales a los intereses británicos en Malvinas, permitiendo su consolidación en las Islas, en perjuicio de la Argentina. Un felicidio de la llamada “Madre Patria”.
* Dr. César Augusto Lerena
El pasado 4 de diciembre de 2020 abrió las disertaciones del Seminario “Un abordaje sobre la Pesca Sustentable” el Andaluz Don Javier Garat, Sec. Gral. de la Confederación Española de Pesca (CEPESCA); Pte. de la Coalición Internacional de la Asociación Pesquera (ICFA) y Pte. de Européche; quien se refirió, a la necesidad de efectuar una pesca sostenible de modo de asegurar las especies, el ambiente marino y mejorar las condiciones de trabajo. Una exposición cuidada que pudo haber sorprendido a la mayoría de los técnicos y estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional y de la Universidad FASTA, ambas de la Mar del Plata; ciudad que, como sabemos, es el principal puerto pesquero argentino, donde se desembarcan más del 50% de las capturas nacionales; pero, no alcanzó a convencer a algunos asistentes que conocen la pesca depredadora e ilegal (INDNR) que realizan los buques pesqueros españoles en la costa occidental africana y, en el Atlántico Sudoccidental.
Frente a esta disertación, Don Javier parecía representar a Greenpeace u otra ONG ambientalista, más que a los intereses empresarios pesqueros de la Unión Europea (en adelante U.E.), lo que me obligó a preguntarle: Señor Garat, ¿Cómo se concilia su mensaje, con la pesca ilegal que realizan -desde al menos 1989- los españoles en Malvinas, donde se extraen 250 mil toneladas de recursos pesqueros en ese territorio argentino, cuando la propia O.N.U. en 1976 por Res. 31/49 instó al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante el R.U.) a no innovar respecto a la situación imperante en el área? A lo que Javier contestó: «los españoles no pescan ilegalmente en Malvinas»; desconociendo, lo que la U.E. entiende pesca INDNR, ya que bastaría que esos buques españoles pesquen en Malvinas sin permiso ni cuota argentina para calificarla así. En especial, teniendo en cuenta, que España reconoce la soberanía argentina en Malvinas; que su gobierno tiene obligación como Estado de Bandera de controlar que sus buques no violen el derecho internacional y, cumplir con las exigencias del Reg. (CE) 1005/2008 del Consejo del 29/09/2008 y modificatorios y, el Reg. (UE) 2017/2403 del Parlamento Europeo y del Consejo de 12/12/2017 y ampliatorias, sobre gestión sostenible de las flotas pesqueras exteriores.
Repreguntado Garat sobre ¿Qué origen tienen los productos capturados en Malvinas y desembarcados en Vigo? contestó: «operando con bandera española, según la legislación internacional, el origen es español». Al respecto, diría Diego Maradona, sobre el experimentado y vende humo de Don Javier: “me la dejó picando”. Traduzco: los barcos españoles, con bandera española, pescan en forma ilegal en territorio argentino (Malvinas) y no solo nos roban nuestros recursos, sino que luego los ingresan a Vigo, los reprocesan y comercialización en toda la U.E. como de origen español. Esto es lo que se llama “traceability trout” (trazabilidad trucha, para los argentinos) ya que no están garantizadas todas las exigencias del Reglamento de la U.E. sobre Pesca INDNR, en especial sus ítems 7, 10 y 11, ya que no existiendo acuerdo con la Argentina no está garantizado el origen, la certificación, los eventuales transbordos, el uso de puertos y por supuesto los controles, etc.
¿Quién se beneficia con todo esto, además de a los depredadores españoles? El R.U., que ha subsistido en Malvinas por la pesca (John Barton, director ilegal de Pesca en Malvinas, 2012); fundamentalmente con las 1.887 licencias otorgadas a buques españoles (más las concedidas a las sociedades mixtas británico-españolas) entre 1989 y 2019, cuyos productos finales, no solo compiten con las empresas argentinas, sino también con las españolas radicas en Argentina.
El Orador multifacético y encantador de serpientes Garat, podría convencer a los empresarios europeos o argentinos sobre cómo proteger los negocios de España; pero no darnos clase sobre la sostenibilidad de las especies, la protección del medio marino o el cuidado de los trabajadores en la pesca, ya que -como veremos- los buques españoles pescan en forma ilegal en el Atlántico Sur y, por tanto, contaminan el mar y, a pesar de que la O.I.T. ha entendido, que «la pesca es una ocupación peligrosa en comparación con otras actividades» España todavía no ha ratificado el Convenio C188 sobre el trabajo en la pesca (2007, núm. 188) y, por el contrario Argentina ya lo ratificó el 15/9/2011.
Los buques españoles en el Atlántico Sur operan en forma ilegal y, ello, queda de manifiesto por diversas cuestiones formales (de origen, etc.) pero, se manifiesta con toda intensidad cuando se capturan recursos migratorios de un Estado ribereño en situación de desarrollo sin acordar con éste, como indica el preámbulo y varios artículos de la CONVEMAR, la Ley 24.922 de Argentina y, por supuesto, cuando son licenciatarios ilegales en Malvinas, incumpliendo con lo previsto en la Res. ONU 31/49 y las normas vigentes de la República Argentina.
Los españoles son depredadores. Las “Patentes de Corso” las utilizaron tanto los buques ingleses como españoles, ambos piratas y, en la versión moderna, los barcos pesqueros españoles debieran ser calificados como piratas cuando capturan sin acuerdo de Argentina en alta mar (CONVEMAR, Art. 101, inc. ii; Artículos 4º; 21º inc. o) y, 22º de la Ley 24.922) los recursos migratorios originarios (los peces son semovientes) de la ZEE Argentina o cuando pescan en Malvinas sin permiso ni cuota argentina (Ley 24.922 Art. 2º; 21º inc. h) y o); 23º al 27º y Ley 26.389 Art. 27 bis), como ya hemos dicho. Esto para aclararle a Javier “Paz y Bien” Garat y para algunos participantes del Seminario, tal vez poco acostumbrados, a la terminología ecológica, que las empresas españolas pueden estar realizando para sus intereses económicos y comerciales una “pesca sustentable” pero no llevan adelante una “pesca sostenible” de modo de asegurar la disponibilidad a perpetuidad de las especies, teniendo en cuenta la integralidad del ecosistema y las necesidades de los países menos desarrollados, como claramente lo indica el Preámbulo de la CONVEMAR «…los problemas de los espacios marinos están estrechamente relacionados entre sí y han de considerarse en su conjunto (…) Teniendo presente (…) los intereses y necesidades especiales de los países en desarrollo…».
A modo de introducción efectuaré un breve relato sobre los navieros y pescadores españoles desde el Virreinato del Río de la Plata hasta nuestros días, que demuestra en forma inequívoca el carácter “predador” de los españoles y, también, de su sociedad con el R.U.
En 1713 en Madrid, España firma con Inglaterra el Tratado de Asiento de Negros, la importación de negros y el Navío de Permiso. Las producciones de Europa se compensan con materias primas y cueros del Virreinato y, junto con el tráfico permitido, surge el ilegal de contrabando de géneros, alcoholes y esclavos. En los años de escasez y hambre en España; la creciente proletarización; el aumento de conflictos con Francia; la aprobación en 1778 del «Reglamento y los Aranceles Reales para el Comercio Libre de España e Indias» y, con el fin de impulsar la agricultura, España autoriza el comercio con las colonias que, favorece a los españoles productores, mayoristas y exportadores. Ya en 1787, en el comercio de cueros a Europa se utilizan los mismos barcos que traen esclavos de África a Montevideo y, de ahí a Buenos Aires, Potosí, Paraguay y Valparaíso, y luego son llevados al Alto Perú y, por el Real Permiso de España, se autoriza a la Compañía de Filipinas la introducción en barcos ingleses con bandera española y dos años después y, renovada en 1791, con el objeto de aumentar la mano de obra esclava, se autoriza a los españoles y extranjeros a comercializar negros libres de impuestos.
Nos dice la investigadora de la Universidad de Oviedo Dra. Alicia Laspra Rodríguez en su trabajo «La intervención británica en España durante la guerra de la independencia: ayuda material y diplomática» que, desde 1808 y hasta 1815 España recibió de Inglaterra casi 10 millones de libras esterlinas y cientos de millones de esa misma moneda en armamento, pertrechos y suministros bélicos de todo tipo; una ayuda británica a fondo perdido para que la acompañase en su pelea con Francia ¿Tendrá alguna asociación ello con la Revolución de Mayo de 1810 y nuestra declaración de independencia en 1816? Además de moderar la autonomía de las colonias españolas ¿qué motivo llevó a la pérfida falange de Albión a incidir sobre la Asamblea del XIII para eliminar del himno nacional argentino a aquellas estrofas antiespañolas? “…Coronada su sien de laureles Y a su planta rendido un León…”, etc.
El contrabando en el Río de la Plata es muy importante en 1808, pero se incrementa en forma notoria por los buques británicos al año siguiente, entre otras cosas, por el Tratado de tarifas preferenciales con España, luego de “libre comercio” y el Tratado que firma el Príncipe Regente de Brasil con Gran Bretaña, todo bajo pretexto de dar salida a los frutos de América y proveerla de víveres y demás efectos europeos (¡!). Nada que hoy no ocurra, donde vemos que, aunque tengamos Astilleros en la Argentina, España nos vende buques construidos con ingentes apoyos económicos, garantías del Fondo de Garantías Navales y líneas de avales del ICO de la U.E. y en paralelo sus empresas pesqueras extraen ilegalmente recursos originarios del Mar Argentino, mientras que, las exportaciones de las empresas radicadas en la Argentina sean o no de capitales nacionales, se les cobra aranceles a los productos con valor agregado. Es decir, negocios sustentables para los españoles e insustentables para la Argentina. De esta sustentabilidad nos habla Don Garat.
El historiador hispanista británico Paul Preston (La Vanguardia, Félix Badia, 10/5/2020) nos explica que «Al final de la segunda guerra mundial, los aliados consideraron que España tenía un régimen fascista que no se desnazificó, por lo tanto, no recibieron ayuda del plan Marshall, contrario a lo que ocurrió con Alemania e Italia» Pese a ello, el gobierno argentino ayudó a los españoles a alimentarse, contrario -me recordaba un amigo del Puerto de Vigo- a lo que hicieron los franceses con los españoles, que los tuvieron como refugiados en virtuales campos de concentración. La Argentina recibió más de dos millones de españoles emigrantes (por razones económicas), exiliados (por razones políticas) y refugiados (por guerras) entre 1860 y 1950, intelectuales y analfabetos; instruidos y sin oficio, de todas las políticas (carlistas, progresistas, republicanos, anarquistas, comunistas, liberales y franquistas) y, en la pesca en Argentina hicieron dinero, al igual que la colectividad italiana.
Llegó 1982, la guerra y el boicot europeo a la Argentina, frente al cual y, a pesar de Gibraltar; los lazos y, la deuda histórica con nuestro país, España “solo balbucea” (El País, 30/4/1982); puede más su interés de integrarse a la CEE y a la OTAN; su historia imperial y, la alianza casi a ciegas con Estados Unidos. Hecho, que, como veremos, España repetiría durante el Tratado de Lisboa.
Como no podía ser de otra manera, la declaración conjunta en 1989 entre Argentina y el R.U. se firma en España; país que, a esta altura, ha perdido toda neutralidad. Allí se concretan los odiosos y execrables “Acuerdos de Madrid” con grave perjuicio para el país, donde subyacen diversas presiones económicas para que Argentina pueda retomar el comercio con la Comunidad Europea, entre ellas, la firma del Acuerdo Pesquero con Europa que se concreta en 1994; Acuerdo, que nunca alcanzó el área de exclusión pesquera (FICZ) en Malvinas establecida por los británicos, dejando en claro, la voluntad de España de no enemistarse con el R.U. En ese entonces, España tenía gran parte de su flota parada con motivo de su ingreso efectivo a Europa (1986). La Argentina firmó ese Acuerdo, por el cual, los empresarios españoles apoyados por la (entonces) C.E.E. colocaron en forma muy favorable sus buques congeladores en la Argentina y produjeron la más importante depredación de merluza que se recuerde, dónde -según Walter Castro- “se perdieron treinta mil empleos” y el gobierno inició por primera vez en la actividad el otorgamiento de subsidios al empleo.
Hoy, son varias las empresas de capital español radicadas en el país que ocupan los lugares más altos en las exportaciones argentinas, aunque sufren el riesgo país, la inflación, el costo interno, etc. También las hay, quienes como «la empresa española Pescapuerta que habría cedido sus activos en 2015 (Reg. Púb. Com. Insp. Gral. Justicia, Chubut, 19/8/2015) a la empresa Estrella Patagónica (Continuidad Jurídica por cambio de denominación social. Dra. Marlene del Río) y con ello violarían la Ley 26.389 a partir de que el buque “Falcon” inicie sus capturas en Malvinas en 2021, situación, que se vendría repitiendo desde hace cinco años sin ningún tipo de sanciones para los cuatro barcos congeladores con los que esta última opera en el caladero argentino: “Anabella M”; “Carolina P”; “Mara l” y, “Pescapuerta V”; los que según el art. 2º de la misma Ley (que reformó el 28º de la Ley 24.922) deberían haber caducado automáticamente, a partir de las operaciones en Malvinas del Buque “Venturer” de la sociedad mixta Pescapuerta-Petrel Fishing (Diario Jornada, Chubut, 2015)» (#PuertodePalos, Roberto Garrone, 3/12/2020).
Javier Garat, en representación de los intereses españoles y europeos nos viene a hablar de “sustentabilidad” ¿Qué opinará sobre esta escandalosa forma que tiene una empresa española para llevar adelante una pesca sustentable (¿?), obteniendo cuotas de captura en forma simultánea en la Argentina y licencias ilegales británicas en un territorio argentino ocupado en forma prepotente por el R.U.? ¿Es ésta la forma que los españoles cuidan los recursos en Gibraltar; en las aguas comunitarias; en las británicas; en las costas de África occidental y en el Atlántico Sudoccidental? Bueno, Don Javier, esto aquí se llama pesca ilegal. Sobre este caso y toda la potencial pesca INDNR española se debería investigar y aplicar en forma urgente en la Argentina la Ley, el Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Solá; el Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca Luis Basterra; el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur Daniel Filmus; el Gobernador de la Provincia de Tierra del Fuego Gustavo Melella; el Consejo Federal de Pesca y el Subsecretario de Pesca Carlos Liberman y, me gustaría saber, cómo el bueno de Don Javier, nos “hace el cuento” sobre la pesca sostenible de los buques españoles y, al final su disertación, lo aplaudimos alegremente.
Si hay una cosa que no se les puede negar a los españoles es que son consecuentes en sus apoyos: En el año 2005 los ciudadanos votaron sobre la aprobación del texto constitucional de la Unión Europea (el Tratado de Lisboa). El R.U. solicitó la incorporación como “Territorios británicos de Ultramar a Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y la Antártida Argentina”. Adivinen ¿Cómo votó España? Así es, ¡a favor de incorporar nuestros territorios como británicos en Europa! Y esto ¿Qué significó para las extracciones ilegales españolas y británicas en Malvinas? Además de varios beneficios impositivos y de subsidios: que desde hace 15 años ingresan a la U.E. sin pagar arancel alguno, mientras que nuestras capturas habilitadas, además de todo tipo de derechos nacionales deben pagar aranceles para importarse a la U.E. y, muy especialmente, cuando se trata de productos argentinos con valor agregado. Ahora, con motivo del Brexit sin libre comercio y ante la posibilidad de tener que pagar aranceles de entre el 6 y el 18%, los británicos ilegales en Malvinas quieren extender los beneficios a toda la U.E. a cambio de otorgarles cuotas en nuestras Malvinas. A propósito de ello, Javier Touza, presidente de la Cooperativa de Armadores de Pesca de Vigo nos dice: “Tenemos los mayores pesqueros de la flota de Galicia allí”. Por cierto, los españoles, los isleños británicos y las sociedades británico-españoles son los mayores beneficiarios de las licencias ilegales.
A esta altura deberíamos preguntarnos ¿por qué las empresas españolas propician la construcción de un puerto pesquero en Malvinas consolidando en éstas a quienes les ocupan Gibraltar? ¿por qué destinan sólo el 3% de sus buques arrastreros a aguas comunitarias y el 97% a los caladeros externos (entre ellos, el Atlántico Sur) donde realizan pesca INDNR? ¿Por qué se resisten los empresarios españoles a colocar cámaras a bordo? ¿Por qué los empresarios españoles están preocupados con la logística en Uruguay? ¿Por qué el sector pesquero español tiene gran preocupación frente al Brexit si solo pesca unas 9.000 toneladas en aguas británicas del total de las 922.564 toneladas que dicen que captura? y, ¿por qué esas empresas españolas no se acogen al mismo régimen que las empresas españolas radicadas en la Argentina o acuerdan con ésta conforme lo prevé la CONVEMAR?
Está claro, los españoles son los mejores socios de los británicos. Son los que le han permitido ser “sustentables” (no pescar en forma sostenible) a los británicos en Malvinas. Los representados por Don Javier Garat, quien promueve “consuma español”, una política absolutamente proteccionista y nacionalista en detrimento de los productos pesqueros de exportadores, como Argentina. No aclara, si el origen al que refiere es de la pesca de buques españoles en aguas comunitarias; en Marruecos, Namibia o el Senegal, o las capturas ilegales de especies migratorias argentinas en la Alta Mar, en la ZEE en el GAP o en el territorio marítimo argentino de Malvinas.
Este dirigente cree, que los productos elaborados en terceros países no reúnen el estándar de calidad de los españoles y, que la estrategia de la Comisión Europea «reducirá drásticamente la productividad de la industria pesquera del Viejo Continente y condenaría a Europa a incrementar notablemente las importaciones de productos de terceros países, alejados de los estándares ambientales, sociales y de seguridad europeos, para alimentar a los ciudadanos de la Unión Europea». Sinceramente, Don Javier, debería disculparse con la industria pesquera argentina y los españoles radicados en Argentina por estas declaraciones y, desmentir este exabrupto especulativo.
Por un lado, es conocido que las aguas del Atlántico Sur son ambiental y sanitariamente más aptas que las comunitarias. Por otra parte, la Argentina aplicó sistemas de aseguramiento pesquero (HACCP, ISO y otros) antes que España y, es un exportador de calidad a los mercados más exigentes del mundo. España es el segundo comprador (después de China) de productos pesqueros argentinos con 78 mil toneladas anuales por 388 millones de dólares (2019); cuenta con certificaciones de la U.E., la FDA y USDA de Estados Unidos, Japón y otros 50 países. Es muy probable que sea argentino el calamar de la Plaza Mayor de Madrid, la merluza a la bilbaína o los langostinos de cuanta paella no valenciana se consume en España. ¿y la seguridad española? Se refirió a ésta el dirigente español en el Seminario del Instituto Marítimo Español (mayo/2020) y en el Seminario organizado por las Universidades UTN y UFASTA (diciembre/2020). Es notable el concepto feudal de Don Javier: nos habla de proteger a los trabajadores de la pesca, a pesar de que España todavía no ratificó el Convenio de la OIT C188 “sobre el trabajo en la pesca” y, sin embargo, países que él considera alejados a sus estándares como Marruecos, Namibia o el Senegal, donde los buques españoles explotan los recursos, ya lo han ratificado -al igual que Argentina- para proveer mejor calidad y seguridad laboral a sus trabajadores.
Supongo que la “sustentabilidad a la española” a la que refiere Don Javier, no solo está referida a vender buques; capturar en forma ilegal o no los recursos, al menor costo posible; oponerse a las medidas de protección del recurso y medio ambiente (por ej. la eliminación de buques de arrastre) o el establecimiento de AMP; promover el consumo de pescado (lo apoyamos); sino también, a asegurarse que los productos pesqueros que se importen se transformen en España. Los sindicalistas argentinos muy agradecidos, el trabajo nacional se regala a los países desarrollados -a pesar del 13,1% de desocupación argentina- para que los españoles no vayan al paro.
Ya en 2020, los españoles, con Don Garat a la cabeza, están muy preocupados por cuidar nuestros recursos y son perseverantes al respecto. La Argentina no ratificó el Acuerdo de Nueva York porque, además de ser una delegación de la administración inadmisible en las Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (en adelante OROP) de nuestros recursos originarios y migratorios en el Atlántico Sudoccidental, sería violar la Cláusula Transitoria Primera de la Constitución Nacional; pero, como ya me he referido en cinco anteriores artículos (Lerena, César “Quién ejerce el poder en el Atlántico Sur” 3/6/20; 5/6/20; 10/6/20; 12/6/20 y 16/6/20) Don Javier se dedica a dar clases de sustentabilidad a la española y, promover Convenios con una ignota ONG OPRAS (Una suerte de OROP), conformada por directivos mayoritariamente de empresas extranjeras agrupadas en las Cámaras sectoriales CAPECA y CAPA que firmaron con la Cámaras Españolas ANAMER y CEPESCA un Acuerdo de conservación y explotación de los recursos pesqueros del Atlántico Sur (¿?). ¿Qué pretensión tendría la citada OPRAS y las Cámaras Argentinas? ¿Sustituir al Consejo Federal de Pesquero en la fijación de la política pesquera en el Atlántico Sur? Bueno, OPRAS, seguro. Basta leer los Acuerdos. Ahora, ¿las Cámaras Españolas? Se supone que deberían limitarse a promover acuerdos con la Argentina, como Estado ribereño, para capturar en la Alta Mar las especies migratorias originarias de la ZEE Argentina. Por cierto, esos Acuerdos, son impresentables porque les permiten a los españoles seguir pescando graciosamente en Malvinas. ¿o es una estrategia británica para hacerles de tapón a los chinos?
Esto de OPRAS no es casual, Don Javier está a favor de las OROP. En Roma (11/9/19) junto a la ICFA, abordó «la gestión de las Áreas Marinas Protegidas, la Pesca ilegal (INDNR) y las negociaciones de la BBNJ (Biodiversity Beoyond National Jurisdiction) y subrayó la importancia de garantizar que este proceso no anule los esfuerzos de las OROP» y, «…como ya las defendió en reiteradas ocasiones, (las OROP) son los instrumentos más adecuados para gestionar las poblaciones de peces transzonales y altamente migratorias, así como las de otras especies asociadas». Hablando en criollo, Don Garat, está a favor de una organización donde los Estados de Bandera (entre ellos el español) contarían con mayoría de votos por sobre los Estados Ribereños (Argentina y Uruguay) en el Atlántico Sudoccidental. Además, de facilitar el intento, del R.U. de ingresar a las OROP por su ocupación ilegal en Malvinas. No me imagino a España oponiéndose a esta pretensión y, mucho menos a Don Javier, oponiéndose a los intereses de sus mandantes, los empresarios españoles que pescan ilegalmente en Malvinas.
¿Están verdaderamente los españoles preocupados por la sostenibilidad de los recursos y la pesca ilegal? Veamos que dice este dirigente que los representa, a pesar de contar con el Fondo Europeo de Pesca y la Fundación Biodiversidad y, pese, a que más de 50 científicos acreditados del mar le pidieron a la U.E. que actúe para poner fin a la sobrepesca, Javier Garat se manifestó contrario al proyecto de reducir las capturas en la U.E., eliminar en forma progresiva las redes de arrastre e ir hacia la pesca selectiva y dijo: «el sector rechaza la propuesta de la CE de Biodiversidad de eliminar gradualmente la pesca de arrastre de fondo», lo que remató, la Consejera del Mar Rosa Quintana: «(los españoles) solo destinan el 3% de sus buques arrastreros a pescar en aguas comunitarias y el 97% restante los destinan a caladeros externos (entre ellos el Atlántico Sur), donde 193 buques de gran porte efectúan el 58% de las capturas». Es decir, el preocupado por cuidar el recurso Don Javier, probablemente promoverá el envío a África occidental o al Atlántico Sur lo que la U.E. rechaza; degradando, depredando y dificultando las operaciones de los pesqueros argentinos. Por cierto, también se opone a las Áreas Marítimas Protegidas (AMP) diciendo: «cerrar el océano a la pesca entra en conflicto con objetivos fundamentales del desarrollo sostenible, tales como aumentar la seguridad alimentaria y reducir la pobreza» (chan-chan). Lo que propone el amigo Don Javier se llama sostenibilidad débil. Debería saber, que la sostenibilidad no solo es económica y social; también es biológica, ambiental y cultural; por lo cual, bajo justificación de reducir el hambre o la pobreza no se puede agotar un recurso de tercera generación, ya que «la generación actual toma prestados los recursos a las generaciones venideras» (Brundtland, ONU, 1987). Garmendia y colaboradores (2010) considera «sostenibilidad fuerte, a la que se preocupa por la salud del ecosistema, la que asegura la sostenibilidad de los recursos, del ambiente y los asentamientos humanos a perpetuidad» y la sustentabilidad empresaria y laboral.
También debiera conocer Don Javier, que las AMP tienen distinto tipo de reservas y, entender, que un Estado ribereño, para el caso, tiene facultades para imponer reservas, restricciones y vedas (no necesariamente establecer AMP) para asegurar la reproducción, el desove y el desarrollo de sus especies migratorias. Los empresarios son meros concesionarios de un recurso del Estado.
La política de la sostenibilidad de la U.E. «…llevará a España a la gestión de licencias extranjeras» manifiesta Don Javier. Suena, vamos por la pesca en Malvinas y en el Atlántico Sur y, si ello fuera necesario, nos disfrazamos de corderos, OPRAS, OROP o lo que fuera.
En esa sociedad británica-española, el R.U. tiene como aliado estratégico a Chile y España construye una sociedad con Uruguay, donde buques españoles utilizan sus puertos, como apoyo para sus operaciones en Malvinas y en alta mar, cuyos ingresos económicos en favor de la economía uruguaya generan vínculos que favorecen los intereses británicos. Argentina, mientras tanto, no avanza en la natural sociedad rioplatense; en la necesaria con Chile para favorecer la integración del área Antártica y bioceánica y, en la impostergable relación con Brasil, no solo comercial, sino para consolidar la “Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur”.
En cualquier caso, los españoles son funcionales a los británicos, ya que en esta sociedad británica-española, han entendido que a partir del Brexit la disputa se dará en los mares, fortaleciéndose el Commonwealth y los territorios insulares, en especial los del Atlántico Sur. Una estratégica geopolítica, militar, de proyección Antártida y manejo del transporte y el comercio, que como consecuencia del aumento de cargas de 100 a 400 mil toneladas de los super-contenedores, transitan obligatoriamente al pacífico por el Estrecho de Magallanes, ante la imposibilidad de utilizar el canal de Panamá. ¿La Autoridad Argentina?
Pese a todas las recomendaciones de la OMC, la producción pesquera española está subsidiada, contrario a la Argentina que sufre una fuerte carga impositiva. Según EuropaAzul (7/7/2020) «Los gobiernos del mundo gastan alrededor de 35 mil millones de dólares en subsidios pesqueros cada año (…) investigaciones recientes del Prof. de Economía Oceánica y Pesquera de la Universidad de Columbia Dr. Rashid Sumaila, indican que la U.E. es uno de los cinco subsidiadores más grandes del mundo y según Fernández Monge aproximadamente el 54% de los subsidios son perjudiciales».
Don Javier ha hecho un destacado esfuerzo para ello: «las ayudas del Fondo Europeo son importantes para financiar el trabajo, afrontar la falta de ventas y el almacenamiento, aunque sería necesaria más ayuda para fomentar el consumo del pescado español, como ha hecho Francia».
Respecto al Brexit, contraria a la posición argentina, que busca aislar a Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y Antártida de la U.E., España busca mantener su pesca en aguas británicas y en las aguas de Malvinas. En prueba de ello, Javier cuida el interés de los españoles y sus socios británicos. El 22 de enero de 2020 se reunió en Madrid con la Secretaria de Pesca del Ministerio de APyA Alicia Villauriz, a la cual -alineado con la European Fisheries Alliance (EUFA)- le manifestó su interés de mantener: «…el acuerdo de libre comercio; el reparto de la pesca entre el RU y UE.; el acceso a las aguas británicas (donde pescan unos 80 buques españoles) y la continuación de la gestión en los stocks compartidos…».
El felicidio de la llamada “Madre Patria” nos debiera llamar a la reflexión. Ya pasaron 204 años desde que nos independizamos de la monarquía española y de toda otra dominación extranjera. Ha llegado el momento de que los argentinos -y en especial nuestras Autoridades- le hagan notar a los españoles que somos un país libre y soberano, comenzando a actuar para evitar la pesca ilegal de los buques españoles y de los demás depredadores.
domingo, 15 de noviembre de 2020
Período colonial: El combate de Puerto Egmont
Combate de Puerto Egmont
El combate de Puerto Egmont (o Puerto de la Cruzada) se produjo el 10 de junio de 1770 cuando una expedición española al mando de Juan Ignacio de Madariaga, intimó a la guarnición británica establecida en la isla Trinidad al norte de la isla Gran Malvina desde 1765 a abandonar el territorio. La negativa británica de salir fue respondida por la fuerza española conformada por unos 1.500 soldados en cuatro buques enviados desde el actual territorio continental argentino. El contingente británico no pudo resistir una fuerza tal, por lo que después de disparar sus armas, capitularon en términos, realizaron un inventario de sus tiendas tomadas y se les permitió regresar a su propio país en el buque HMS Favourite.
Tras esta acción militar, el Reino de España efectivizó su control del archipiélago malvinense, quedando bajo soberanía española el único establecimiento poblado del archipiélago: Puerto Soledad.
El establecimiento y la posterior rendición de la colonia británica desencadenó la crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770, que estuvo a punto de enfrentar a España y Francia con el Reino Unido. Las consecuencias de la crisis y su resolución aún son objeto de debate en relación con la disputa de soberanía que existe entre la Argentina y el Reino Unido.
Antecedentes
Localización de Puerto de la Cruzada y Puerto Soledad.
Los españoles eran conscientes de la presencia británica en las Malvinas cuando adquirieron la colonia de Port Louis fundada por Louis Antoine de Bougainville, renombrándola como Puerto Soledad el 31 de enero de 1767. Ese día Bougainville se reunió en Río de la Plata con don Felipe Ruiz Puente, al mando de las fragatas La Esmeralda y La Liebre para tomar posesión de las islas a nombre de España (como parte del Virreinato del Río de la Plata), y evacuar a la población francesa. Ya fuera de las islas, Bougainville redactó varias notas y manuscritos aconsejando las medidas a tomar por España en las islas y detallando datos geográficos, climáticos y topográficos. Él había recibido por parte de España, una indemnización económica.
Bougainville había regresado a Francia en 1764 para iniciar un nuevo viaje a las islas para abastecer a los colonos y se entera del viaje de una escuedra inglesa al mando de John Byron que tenía como objetivo circunnavegar el mundo y reconocer las islas. Mientras que, el duque de Choiseul intentaba anunciar la colonia a los españoles, explicando su ocupación de las islas por la ausencia española ante la inminente expedición inglesa. Durante este tiempo francés, los marineros británicos habían tratado de establecerse secretamente en el Poil de la Croisade en enero de 1766, nombrándolo como Port Egmont. Bougainville escribió:
«En diciembre de 1766, la fragata HMS Japan atracó en Port Louis frente al fuerte. El capitán MacBride desembarcó, profirió amenazas y se marchó el mismo día».
El 28 de noviembre de 1769, el oficial a cargo de la guarnición en la isla Trinidad, capitán Anthony Hunt, observó una goleta española en las cercanías. Él envió al comandante Fernando de Rubalcava un mensaje pidiendo su retirada. Un intercambio de cartas prosiguió donde cada parte afirmó la soberanía de las islas y exigió la retirada del otro, considerado «usurpador». Hunt afirmaba que las Islas Malvinas pertenecían al Reino Unido y e insistía con la retirada española. España siempre protestó los intentos de exploraciones británicas en la zona alegando sus derechos al mar cerrado, que implicaba la prohibición de navegar por aquellas aguas.
Hunt estaba al mando de la fragata HMS Tamar y contestó que las islas «pertenecen a Su Majestad Británica mi amo por derecho de descubrimiento, así como por ocupación». También intimó el desalojo de Puerto Soledad en seis meses: «en nombre de Su Majestad y Sus Órdenes, advirtiéndole que debe dejar estas islas, y para permitirle que pueda trasladarsus efectos, puede permanecer seis meses desde esta fecha, a cuyo término debe partir en consecuencia».Pese al pedido británico, España ya tenía tres títulos sobre la soberanía de las Malvinas: la preferencia acordada por las bulas pontificias, la garantía de integridad de sus dominios pactada en Utrech y la prioridad de la ocupación como consecuencia de haber recibido de Francia de forma pacífica y voluntaria de la colonia de Puerto Luis (o Soledad) y, con él, la totalidad del archipiélago.
La campaña militar
Preparativos
George Farmer.
En 1768 el gobernador de Buenos Aires, Francisco de Paula Bucarelli, recibió instrucciones de evitar el establecimiento de cualquier colonia británica en territorio del virreinato. En caso de comprobarse la existencia de alguno, debía desalojarse por la fuerza. Las instrucciones provenían de la Real Orden de Carlos III de España del 25 de febrero de 1768. A fines de noviembre de 1769, en el estrecho de San Carlos, se produjo en el encuentro entre una nave española y una británica proveniente de Puerto Egmont. Al poco tiempo los españoles descubrieron la ubicación exacta del asentamiento. En diciembre de 1769, partió un escuadrón con tres buques hacia las Malvinas para dar cumplimiento a las órdenes impartidas desde Madrid.
El 20 de febrero de 1770, una fragata española al mando de Fernando de Rubalcava, junto con un chambequín, visitó brevemente Puerto Egmont, intercambió mensajes y amenazas con el oficial británico a cargo del establecimiento, el capitán Hunt, y se dirigió a Buenos Aires. Ambos reclamaban para su propio rey la soberanía de las islas, se acusaban mutuamente de ocupar territorio que no les pertenecía y se ordenaban la evacuación inmediata. El comandante de la Armada Real Española Juan Ignacio de Madariaga dirigió una expedición hacia Puerto Egmont con 1500 soldados y 5 buques de guerra (Escuadra de la Plata). Partió del puerto de Montevideo el 11 de mayo de 1770 con «órdenes precisas» para expulsar a los británicos. La flota estaba compuesta por cuatro fragatas: Industria, al mando de Juan Ignacio de Madariaga (26 cañones y 262 soldados y marineros), Santa Bárbara, al mando de Joseph Díaz Veanes (26 cañones y 260 soldados y marineros), Santa Catalina, al mando de Fernando Rucalva (26 cañones y 260 soldados y marineros) y la Santa Rosa (26 cañones y 122 soldados y marineros). A las fragatas se sumaba el jabeque Andaluz, al mando de Domingo Perler (30 cañones y 179 soldados y marineros), y el bergantín San Rafael, al mando de Crispín Francisco Díaz. En total llevaba 1500 soldados (entre ellos fusileros, artilleros y 294 hombres de la compañía de Granaderos del Regimiento de Infantería de Mallorca) y un arma de asedio al mando del coronel don Antonio Gutiérrez. También se dispuso una batería de desembarco con 2 cañones de 8 libras, 5 cañones de montaña y 2 obuses.
El combate
El 31 de mayo la escuadra divisó el pequeño grupo de Los Salvajes, en el noroeste del archipiélago de Malvinas. En la madrugada, se levantó un violento temporal que separó a la Industria del resto de la partida. Madariaga esperó hasta el 3 de junio para que se reúna el resto de la flota, pero al comprobar que eso no ocurría, resolvió avanzar solo con la Industria hacia Puerto Egmont.30El 4 de junio de 1770 fondeó en la bahía de Puerto Egmont (Puerto de la Cruzada) con la intención de ganar tiempo hasta la llegada del resto de la flota. Se puso en contacto con los británicos y estos lo amenazaron con atacarlo si no abandonaba el lugar. Madariaga ignoró las amenazas y, en cambio, envió un emisario con obsequios al gobernador.nota 1 El emisario español tenía la misión de inspeccionar las defensas del fuerte. La estrategia le permitió a Madariaga tener el detalle preciso de las defensas británicas. Había 4 cañones de 12 libras más 2 cañones de 6 libras traídos de la fragata Favorite, armada a su vez con 20 cañones.
Madariaga ideó un plan para desembarcar a los hombres y tomar el fuerte por la retaguardia, pero con la llegada del resto de la flota, el 6 de junio, abandonó ese plan en favor de uno más sencillo. Confiando en que la superioridad militar haría desistir a los británicos, sin llegar a un enfrentamiento armado, el 7 de junio intimó al capitán William Maltby y al comandante del fuerte, George Farmer, a evacuar el puerto o, caso contrario, se vería «precisado a obligarle con el cañón».30 Madariaga fundamentaba su demanda en el derecho internacional vigente, que impedía establecer colonias en esa parte del mundo sin el consentimiento del rey de España.4 Los británicos rechazaron la intimación de los españoles e insistieron en que las islas les pertenecían al «ser descubiertas por súbditos de la Corona de Inglaterra». Madariaga respondió con la 3° intimación:
Si Vms. me dieren pruebas autenticas de q. executar. brebe, y buenamente este desalojo, pondré pacificamente mis Tropas en tierra, y se tratará á las de Vms. con toda consideracion y atencion q. corresponde a la buena armonía que subsiste entre nuestros Soberanos, y permitiere lleven Vms. consigo quanto tengan en tierra (..)Juan Ignacio de Madariaga
Los británicos mantuvieron su postura respondiendo que las «estrechissimas ordenes de su corte les impulsava a morir con honra en la acción temiendo morir sin honra en Londres».
Decidido a llevar adelante su misión, y agotados todos los medios pacíficos, Madariaga dio la orden de comenzar el ataque. La batalla, sin embargo, debió proponerse por factores climáticos; un violento temporal de granizo y nieve azoló el teatro de operaciones durante el 8 y 9 de junio. El 10 de junio, por la mañana, Madariaga movilizó a las fragatas Santa Bárbara y Santa Catalina junto al jabeque Andaluz para que ataquen a la fragata británica Favorite. El plan establecía que, una vez hundido el buque británico, Santa Bárbara y Santa Catalina comenzarían su ataque sobre el fuerte. Mientras tanto, las fragatas Santa Rosa e Industria desembarcarían tropas y cañones para atacar el fuerte desde tierra, en palabras de Madariaga: «al abrigo del humo de la cerrazón, y del espanto».
En cuanto los barcos españoles Santa Bárbara, Santa Catalina y Andaluz abrieron fuego sobre la Favorite, la artillería del fuerte respondió con unos pocos y desordenados cañonazos. El asentamiento solo contaba con 4 cañones de 12 libras y 6 más pequeños. La resolución de los oficiales británicos de pelear hasta el final no se mantuvo mucho tiempo. Desde el fuerte ondeó la bandera blanca y un oficial británico le solicitó la capitulación a las fuerzas de tierra al mando del coronel Antonio Gutiérrez. 156 hombres rindieron sus armas el 10 de junio de 1770. Los términos de la capitulación establecían que el fuerte y sus armas debían ser entregados al coronel Antonio Gutiérrez. Mientras se realizaba la evacuación, los británicos podían utilizar el alojamiento del fuerte e izar la bandera tanto en la Favorite como en el fuerte, aunque no tenían autorización a realizar actos jurisdiccionales.
Resultado del combate
La única baja del combate fue el jefe de la artillería española, el teniente coronel Vicente de Reyna Vázquez, que resultó herido.Los militares británicos fueron detenidos durante 20 días y luego se les permitió retornar a Inglaterra a bordo del HMS Favourite de 16 cañones (el HMS Swift de 14 cañones, la otra nave del asentamiento, se había hundido en Puerto Deseado tres meses antes recorriendo las costas patagónicas). Los nuevos ocupantes renombraron el asentamiento como Puerto de la Cruzada y se hicieron cargo de la propiedad, quedando a cargo de un destacamento español. Cuando la noticia llegó a Gran Bretaña se produjo una protesta pública. El nombre español aún es mantenido de la toponimia del archipiélago en castellano. La expulsión también había ocasionado daños materiales en el establecimiento.
Respecto de este combate, los británicos argumentan que como no había una fuerza inglesa para resistir cualquier agresión, el oficial superior, el capitán Hunt, decidió ir a Inglaterra con la noticia, dejando a Farmer al mando del asentamiento.
Consecuencias
Carta de Julián de Arriaga pidiendo al gobierno español de las islas Malvinas asegurar el no retorno de los británicos a las islas, fechada el 2 de abril de 1771.
El 11 de agosto de 1771 Juan Ignacio de Madariaga llegó a Cádiz para informar a la corte española sobre las acciones en Puerto de la Cruzada y el exitoso desalojo de la guarnición británica. La noticia fue recibida con preocupación por las autoridades españolas. Comprendieron que se encontraban en una disyuntiva: si avalaban la acción de Bucarreli, la guerra sería inevitable en cuanto los británicos tengan conocimiento del incidente. Si, por el contrario, desautorizaban la expedición, sus derechos sobre las islas se verían perjudicados. Cuando el buque británico HMS Favorite llegó a Gran Bretaña con las noticias de lo ocurrido en Puerto Egmont, las noticias crearon una gran conmoción y los preparativos para una posible guerra se intensificaron.
Era evidente que para los ingleses la expulsión sería considerada como un agravio en tiempo de paz. Se alegaba que era una cuestión de honor y no derechos. Madariaga explicó en la corte española que el desalojo no era más que una consecuencia natural de mantener la integridad de sus dominios y una respuesta por el últimatum de Hunt hacia Puerto Soledad.
El gobierno británico se enfureció por lo que consideró un acto «despreciable». El secretario de Estado, Lord Weymouth, se dirigió a la corte de Madrid exigiendo: «la restauración instantánea de los colonos a Port Egmont, y la reparación del insulto a la dignidad de la corona británica, por su expulsión por la fuerza de ese lugar». Para estas demandas la corte española en un principio dio respuestas evasivas, tratando de cambiar el tema en cuestión sobre su derecho de soberanía sobre las islas. España buscaba discutir sobre los hechos y no sobre la soberanía. Lord Weymouth, sin embargo, se negó positivamente a discutir eso, o cualquier otro asunto, hasta que España hubiera restaurado el asentamiento británico como el exigía; mientras que los preparativos para la guerra, que ya habían sido iniciados, fueron procesados con vigor.
Luego de que Francia se negase a respaldar a Madrid en una posible guerra, el tribunal español alegó la incautación se había hecho sin la autorización de Carlos III y se ofreció a restaurar Puerto Egmont, tal como existía antes de ser desalojado. El Príncipe de Masserano, el embajador español en Londres, declaró, en nombre de su soberano, que no se habían dado órdenes particulares al gobernador de Buenos Aires, a pesar de que el oficial había actuado con arreglo a sus instrucciones generales y juramento como gobernador; que las Leyes de Indias incluyen la expulsión de los extranjeros de los dominios españoles; y que estaba dispuesto a participar en la restauración de Puerto Egmont a los británicos, sin embargo cediendo cualquier parte de la reivindicación de Su Católica Majestad a las Islas Malvinas, siempre que el rey de Inglaterra a cambio repudie la conducta del capitán Hunt de pedir la expulsión de los españoles en Puerto Soledad, que habían dado lugar a las medidas adoptadas por Bucareli. Las declaraciones del embajador fueron aleccionadas por el Ministro español Jerónimo Grimaldi para evitar la posible guerra.
Lord Rochford, encargado británico del departamento del Norte, le escribió a Masserano diciendo que «parece imposible que Bucarelli hubiese tomado sobre si un acto tan violento sin órdenes de la corte», concluyendo que si España quería la paz, «podía desaprobar la conducta de Bucarelli, castigarle y volver a poner los ingleses en el paraje en que estaban».
Reocupación y retirada británica final
Panorama de Puerto Egmont en 1780, durante la expedición de Callejas con el bergantín S.M. Rosario para incendiar y arrasar las edificaciones.
El acuerdo finalmente se llevó a cabo el 15 de septiembre de 1771, seis meses después del desalojo, con el restablecimiento de la situación que existía antes del combate de Puerto Egmont. En la Declaración Masserano - Rochford, la corona española se comprometía a:
(...) dar órdenes inmediatas, a fin de que las cosas sean restablecidas en la Gran Malvina en el Puerto denominado Egmont exactamente al mismo estado en que se encontraban antes del 10 de junio de 1770. (...) El compromiso (...) de devolver a S.M. Británica el Puerto y Fuerte de Puerto Egmont no puede ni debe afectar, de ninguna forma, la cuestión del derecho anterior a la soberanía de las Islas Malvinas también llamadas Falkland.
En abril de 1772 la fragata de 32 cañones HMS Juno del capitán John Stott reocupó el asentamiento británico, acompañado por el HMS Hound y HMS Florida. Los británicos recibieron también una declaración donde el rey español Carlos III rechazó la incursión de Puerto Egmont para que se vea salvaguardado su honor. Al retomar la posesión del asentamiento, había fuerzas españolas asentadas en el lugar que se retiraron.
Entre tres y cuatro años convivieron en las islas dos poblaciones de dos países. Según la historiografía británica, los mismos se retiraron de las islas en virtud de un sistema de reducción de gastos en 1774, aunque mayoritariamente se afirma que fue en cumplimiento del pacto secreto con España. Tras abandonar las Malvinas, los británicos dejaron allí una bandera británica y una placa reclamando la soberanía del archipiélago para su rey.43 Debido a que no renunciaron explícitamente a la soberanía, los británicos justificaron con este antecedente la ocupación de 1833 de todo el archipiélago malvinense. La placa dejada habla de la «isla de Falkland», en singular.
Be it Known to the all Nations that Falkland's Island with this Fort...
Sepan todas las naciones del mundo que la isla de Falkland con este Fuerte...
Con la creación del virreinato del Río de la Plata, en 1776, todos los gobernantes de Buenos Aires cuidaron que el Reino Unido no se asentase en las islas. Los españoles ocuparon Puerto de la Cruzada durante la Guerra anglo-española en 1779. En 1775 el capitán Juan Pascual Callejas retiró la placa británica de Puerto Egmont, enviándola a Buenos Aires. Cinco años después, siguiendo instrucciones del virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, destruyó por completo las instalaciones. La placa conservada en Buenos Aires sería capturada por los británicos durante la primera invasión inglesa al Río de la Plata en 1806 y llevada a Londres.
España finalmente abandona Puerto Soledad en 1811 tras la Revolución de Mayo, puesto que la Banda Oriental no se adhirió a la junta de Buenos Aires y permaneció bajo control español. Las autoridades de Montevideo deciden retirar el establecimiento en las Malvinas por su baja utilidad y los elevados costos de conservación. Allí se dejó una placa proclamando la soberanía española sobre el archipiélago. Las Provincias Unidas del Río de la Plata, tomarían posesión del archipiélago el 6 de noviembre de 1820.
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