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sábado, 17 de julio de 2021

Baruzzo y su cuchillo contra los RM

"El soldado argentino que peleo hasta con un cuchillo contra los Royal Marines"




Cabo ROBERTO BACILIO BARUZZO - RI 12

Por su heroísmo en la batalla del Monte Longdon, combatiendo herido por esquirlas de bombardeos en los días anteriores. En dicha batalla el Cabo Baruzzo transportó bajo fuego a lugares seguros a heridos, exponiéndose a sí mismo y arriesgando su vida en varias ocasiones, y continuando la pelea durante dichas maniobras contra infantería enemiga en combate cuerpo a cuerpo hasta agotar munición, e incluso intentando combatir con su cuchillo, hasta caer prisionero ante un pelotón de Royal Marines.
De todos los suboficiales de Ejército que estuvieron en Malvinas, solo dos recibieron la máxima distinción a que puede aspirar un hombre de armas argentino: la Cruz al Heroico Valor en Combate.
Uno fue el soldado Poltronieri. El otro, sigue siendo un perfecto desconocido, aún para muchos estudiosos del tema Malvinas.

 

Se trata del cabo Roberto Baruzzo del Regimiento 12 de Infantería de Mercedes. Y vaya si su historia, de ribetes cinematográficos, vale la pena ser contada!

Su unidad había sido ubicada primero en el Monte Kent, para después ser enviada a Darwin.
Pero una sección compuesta mayormente de personal de cuadros, con Baruzzo incluido, se quedó en la zona, al mando del teniente primero Gorriti.
En los días previos al ataque contra Monte Longdon, los bombardeos ingleses sobre esa área se habían intensificado. El mismo Baruzzo fue herido en la mano por una esquirla.
En una de las noches, el cabo oyó gritos desgarradores. A pesar del cañoneo, salió de su pozo de zorro y encontró a un soldado con la pierna destrozada por el fuego naval enemigo.Sin titubear, dejó su fusil y cargó al herido hasta el puesto de enfermería, tratando de evitar que se desangra rápidamente.

Lo peor aún estaba por venir.
En la noche del 10 al 11 de junio, estuve observando desde Puerto Argentino el espectáculo fantasmagórico que ofrecía la ofensiva británica.
En medio de un estruendo ensordecedor, los montes aledaños eran cruzados por una miríada de proyectiles trazantes e intermitentemente iluminados por bengalas.
Se me estremecía el alma de imaginar que allí, en esos momentos, estaban matando y muriendo muchos bravos soldados argentinos.
Allí, en medio del fragor, la sección de Baruzzo ya se había replegado hacia el Monte Harriet, sobre el cual los ingleses estaban realizando una acción envolvente.
Varios grupos de soldados del 12 y del Regimiento 4 quedaron aislados. El teniente primero Jorge Echeverría, un oficial de Inteligencia de esta última unidad, los agrupa y encabeza la resistencia, Baruzzo se suma a ellos y ve a al oficial parapetado detrás de una roca, disparando su FAL.

sábado, 15 de junio de 2013

El cuchillo de Corbera

Una historia de Malvinas - Cuchillos de Paracaidista Fabricaciones Militares
Aprovecho este post para mostrar estos ejemplares de cuchillos de paracaidista de Fabricaciones Militares de Argentina y publicar una historia de la guerra que involucra a uno de estos cuchillos.
El ejemplar de arriba, obsequio de mi amigo Sandro Garofalo, a quien agradezco de corazón por su desprendimiento, se encuentra con algunas modificaciones en la vaina, por un lado se le cambió el color de marrón a negro, se colocó una presilla de tela con doble broche y la empuñadura no cuenta con los apoyadedos, los cuales fueron sustituidos por una cuerda.
El de abajo tiene la particularidad de que es un ejemplar sin uso, todavía mantiene el barniz protector contra el óxido en su hoja.


La historia del combatiente que perdió un puñal en Malvinas y “lo encontró” 27 años después.
La Guerra de las Islas Malvinas tiene aún cientos de historias, anécdotas y momentos tristes y otros no tanto, para recordar y contar. Tal es el caso, de lo que le sucedió al ex combatiente Guillermo Enrique Corbella, quien hoy desempeña sus labores en el Concejo Deliberante de nuestra ciudad y que 27 años más tarde de vivir aquella batalla cruel y desigual, tuvo una grata sorpresa, aunque aún con futuro incierto que decidió contársela a El Cordillerano. 
Corbella tiene en su mente cada momento de su infeliz estadía en las Islas Malvinas por 74 días. Pero lo que lo convierte en noticia, es uno de sus últimos días en aquellas conflictivas tierras, que siempre seguirá sintiendo como propias. Puntualmente, se retrotrae al momento de la rendición llevada a cabo el 14 de junio de 1982, cuando él en su rango de subteniente (con 46 soldados a su cargo), formó la fila junto a sus compañeros de guerra y los ingleses procedieron a desarmarlos, con la excepción de no desproveerlos a cada uno de su pistola y su sable bayoneta.
Corbella no poseía un sable, pero sí un pequeño puñal que había obtenido en enero de 1981 cuando realizó el curso de paracaidista en el Colegio Militar de la Nación y le fue entregado en la ceremonia antes de dar el primer salto al aire.
En el momento de la entrega de armas, aparece a sus espaldas un soldado inglés que visualiza la punta del cuchillo por debajo de la campera y le corta los cordines que lo sostenían a su cintura. “Que lindo, me lo llevo”, le dijo el soldado europeo en su idioma. 
De ahí en más Corbella dio por perdido su tan preciado obsequio.


Cadena de favores
Sin embargo, recibió un llamado de otro veterano de guerra, quien le comentó que el escritor argentino Abel Doménech necesitaba contactarse con él.
Doménech es el autor de un libro denominado “El cuchillo táctico” que data de 1996, texto que leyó un comisario en Córdoba y le pareció curiosa la inscripción que llevaba la guarda de uno de los puñales publicados por Doménech de marca Erizo.
La leyenda del cuchillo dice "El CMN al Cad GE Corbella" y su significado es el siguiente: "El Colegio Militar de la Nación al Cadete Guillermo Enrique Corbella", inscripción que llevaba desde que le fuera otorgado al protagonista de esta historia.
El comisario, Mario Nieto, se contactó con el Departamento de Veteranos de Guerra, consiguió todos los datos viejos y actuales de Corbella y se los pasó a Doménech.
El escritor llamó a la casa del hoy ciudadano barilochense y le dijo la cadena de circunstancias que lo motivaron a llamarlo por teléfono.
Doménech le comentó a Guillermo que la imagen que publicó en su libro, la tomó de otro texto de un colega inglés denominado Ron Flook, le llamó la atención y por eso decidió incluirlo. “Yo ya formo parte de esta historia, por lo que me gustaría recuperar tu puñal y entregártelo en Las Malvinas”, le dijo el literato, quien de inmediato se puso en contacto con Flook vía correo electrónico y éste le respondió que el cuchillo era de un amigo, pero que ese supuesto amigo no estaba dispuesto a venderlo.
“¿Venderlo?, me lo tiene que devolver, pensé yo”, cuenta Guillermo Corbella. Doménech le ofreció a su par inglés otro cuchillo de su colección, uno marca Randall, o cualquier elemento de su frondosa colección.
Flook ratificó sus intenciones de no venderlo. En realidad, son las supuestas intenciones de su amigo. Sí contó que ese amigo lo había obtenido en una subasta, luego de que lo utilizara un oficial de la marina inglesa. Pero de devolverlo, ni noticias.
“No sé si voy a poder volver a tener mi puñal, pero lo que sí es cierto que esto me incentivó a seguir investigando y para ponerme en contacto con gente que vivió las cosas que yo viví”, cuenta Corbella, tras haber hallado a la distancia aquel viejo cuchillo que obtuvo en 1981 y que “perdió” un año después.
“Me encantaría poder hablar con el oficial que me lo sacó, pero no para confrontar sino para intercambiar experiencias, charlar de la guerra y de cómo él la vivió. Aunque desde ya que recuperar el puñal coronaría esta historia que aún a mi me sorprende. Es muy reciente lo que pasó y sucedió en muy pocos días”, sostiene Guillermo, con la ilusión de algún día volar hasta Gran Bretaña y por qué no, por lo menos, volver a ver su tan preciado cuchillo. 

Ejemplo de “esfuerzo y abnegación”
Guillermo Corbella egresó del Colegio Militar Nacional con la Promoción 112, con el orden de mérito 152. Ingresó el 15 de febrero de 1978 y egresó el 28 de noviembre de 1981. Es del Arma de Infantería y nació en Entre Ríos el 9 de diciembre de 1959. Fue subteniente y en Malvinas estuvo en el Regimiento de Infantería 6 "General Viamonte".
Corbella estuvo al mando de la Compañía "B", nombrada "Peribebuy" en honor a las tropas argentinas que combatieron contra tropas paraguayas, había estado desplegada en el Monte Tumbledown, en apoyo al Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5). Ese Regimiento había desplegado sus compañías en la zona de Puerto Argentino. 
Corbella egresó como subteniente de infantería el 28 de noviembre de 1981, es decir que para la época de la guerra, era un joven subteniente de tan sólo veintidós años. Hizo el curso de paracaidista siendo todavía cadete. Esto explica por qué el CMN le entregó un cuchillo, precisamente de paracaidista. 
Corbella fue condecorado con la medalla "Al esfuerzo y la abnegación",y entre los considerandos del otorgamiento de la medalla, se menciona: "Lograr con su decidida acción de mando mantenerse en la posición pese al intenso fuego enemigo, lo que impidió que este desbordara por el flanco a los efectivos del RI 4 que ocupaban la Cresta militar". 



Muy cerca de la muerte
Corbella vivió la guerra muy de cerca. La Compañía que integró estaba en uno de los dos frentes de ataque de la Armada inglesa. “Los ataques eran de noche y éramos entre 800 y 1000 argentinos contra más de 3000 soldado ingleses”, relata.
Guillermo vio como 12 soldados de su regimiento dejaron la vida en aquellas lejanas y frías islas. “Además hubo muchísimos heridos, muchísimos”, recuerda. “Estoy vivo porque tuve un grupo de soldados brillante y porque uno en la guerra o en situaciones extremas como las que vivimos hace cosas por instinto, costumbre o necesidad”, señala.
Cuenta que de tanto escucharlos venir, junto a sus compañeros ya sabían donde caerían los misiles. “Por el silbidos decíamos ese cae allá, ese va sobre el regimiento o cual, ese va más adelante y de repente dijimos, corramos que ese cae acá” y pudieron protegerse de un bombardeo y sus “astillas” por saltar a tiempo.
A Corbella le tocó replegarse varias veces hasta terminar en Puerto Argentino y vivió muy de cerca la muerte. “Hoy estoy acá porque una mano me sacó vivo de ahí y me dijo que ese no era mi momento de morir”, expresó tristemente.

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