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jueves, 20 de mayo de 2021

La diplomacia secreta americana contra Galtieri

El viaje del enviado de Reagan para evaluar la salida de Galtieri y su reunión con Pinochet sobre Malvinas: “Que Argentina aprenda la lección”

Mientras la guerra escalaba en las islas y el mundo percibía que en nuestro país no había un liderazgo claro, Vernon Walters llegó en secreto a Buenos Aires y se reunió por separado con los Comandantes en Jefe. La preocupación era que Argentina -según inferían por palabras de Galtieri- se alineara con la Unión Soviética o China a cambio de apoyo en el conflicto. Luego viajó a Chile y se entrevistó con Augusto Pinochet, que le dijo: “Los argentinos se metieron solos en este problema”

Por Juan Bautista Tata Yofre || Infobae


Leopoldo Galtieri, Vernon Walters y Augusto Pinochet

En los primeros días de mayo de 1982, la guerra de las Malvinas escalaba mientras los diplomáticos continuaban analizando la propuesta de las Naciones Unidas y presentando notas ante el Consejo de Seguridad. El 8 de mayo se realizó una reunión en el domicilio particular de Javier Pérez de Cuéllar con los representantes argentinos, mientras Gran Bretaña, a través de una nota al Consejo de Seguridad, justificaba la extensión del bloqueo a las islas. El domingo 9, mientras seguían las negociaciones en Nueva York, las fuerzas británicas iniciaron un nuevo ataque contra Puerto Argentino, y en Buenos Aires se confirmó el hundimiento del navío “Isla de los Estados” y el ataque al pesquero “Narwal”.

De acuerdo a la visión del brigadier Basilio Lami Dozo, cuando estalló el conflicto de las Malvinas el país se partió en dos: uno al Norte del Río Colorado y el otro al Sur. En el primero la vida transcurrió sin sobresaltos. En el otro la población vivió con pasión, intensamente, la guerra. En Buenos Aires la confusión no era menor. Tras el apoyo de los Estados Unidos a Gran Bretaña, el político Francisco Manrique se entrevistó, el 8, con Leopoldo Fortunato Galtieri en la Casa de Gobierno. A la salida explicó que las acciones argentinas por la cuestión de las Malvinas se estaban desarrollando “dentro del mundo occidental” y que “nadie debe, ni puede, suponer el alejamiento de sus valores tradicionales. Nada apartará al país de su ubicación geográfica e ideológica en el mundo”. En sintonía, aunque con más sutileza, Costa Méndez apuntó que los Estados Unidos “se alió con el enemigo, y espero que se rectifique y revise su actuación respecto a América latina”. Sin embargo, las declaraciones más comentadas en esas horas las formuló el ex canciller radical Miguel Ángel Zabala Ortiz para La Nación del 11 de mayo: “Si la Unión Soviética o China, por ejemplo, nos dan su ayuda y quieren contribuir a la defensa de nuestro país, no obstante las diferencias ideológicas, no podremos dudar”.

Los partidos políticos tampoco eran ajenos a lo que estaba sucediendo: en los días previos al domingo 9, la Multipartidaria ofreció viajar a los Estados Unidos para ratificar todo lo hecho por el gobierno militar al ocupar Malvinas, y en Mar del Plata 50.000 personas participaron en un acto en el Estadio Ciudad de Mar del Plata donde juraron públicamente fidelidad a la bandera, bajo los sones marciales de la banda de la Agrupación de Artillería de Defensa 601. Los medios gráficos argentinos estaban repletos de fotos de soldados en las trincheras, aviones, barcos y declaraciones públicas. Entre estas últimas, no faltaron las que realizaron al Diario Popular, el 11 de mayo, Moria Casán, Silvia Pérez, Graciela Alfano, Libertad Leblanc y Luisina Brando. Todas criticaban a la Thatcher por “inescrupulosa, resentida, belicista, loca, bruja” y otros epítetos. “‘Los argentinos hablaron tanto en estas últimas semanas que no entendemos más nada”, dijo Francis Pym. El canciller británico se confesaba particularmente atrapado en saber quién habla en nombre de quién en la Argentina de hoy: “Hay un presidente Galtieri, hay un señor Costa Méndez, hay una Junta, hay generales, hay almirantes.”, publicó el semanario brasileño Veja”, en su edición nº 713 del 5 de mayo.

Ronald Reagan y Vernon Walters en el Salón Oval de la Casa Blanca

El 11 de mayo a las 10 horas se reunieron el Comité Militar y la Junta Militar, en el Estado Mayor Conjunto. Durante las conversaciones los tres comandantes decidieron hacer “un censo o relevamiento de empresas, compañías, entidades financieras, establecimientos de propiedad británica (capitales británicos) para estructurar un sistema que posibilitara el bloqueo de fondos, títulos y demás bienes de esa procedencia, para materializarlo en caso de necesidad nacional.” Costa Méndez –que ingresó más tarde – informó que había recibido sugerencias de dirigentes políticos (no identificados) que aconsejaban convocar a representantes de los partidos políticos para consultarlos antes de firmar o acordar términos de negociación. Seguidamente, el canciller apreció que Gran Bretaña intentaría una ofensiva militar significativa…”. El mismo día, en otro lugar de Buenos Aires, el general de división Juan Carlos Trimarco le confiaba al economista radical Bernardo Grinspun que “Galtieri intentaría seguir adelante con su plan político de perdurar en el poder hasta 1984 y lograr elegirse electoralmente en 1989, todo esto, además, sin dejar la comandancia del Ejército. Trimarco sostuvo que nadie se opondría dentro de la Fuerza.”

Walters entre el presidente Eisenhower y Francisco Franco

“Lenta y ardua negociación en las Naciones Unidas” y “Obstáculos en la gestión de Pérez de Cuéllar” eran los títulos de los dos matutinos más importantes de Buenos Aires, Clarín y La Nación, el miércoles 12 de mayo, día en que Galtieri se reunió con su gabinete. Según relató el Secretario de Hacienda, Manuel Solanet, abrió la reunión el Presidente: “Se está llegando al momento de mayor confrontación de voluntades. No habrá imposición total de una voluntad. El resultado no será diez a cero, eso es imposible ni de uno ni de otro lado. No habrá aniquilamiento. Luego de un gran enfrentamiento bélico, aún mayor que el que hoy tenemos, se alcanzará una solución negociada”. Luego, el presidente Galtieri cerró la reunión pidiendo que se analizara la confiscación de todos los bienes muebles e inmuebles de propiedad británica en la Argentina. Flotaba, en la Sala de Situación de Casa Rosada, “la sensación de que tanto el Presidente como el canciller sobreestimaban las posibilidades argentinas en el plano militar y, consiguientemente, en el diplomático”, opinó posteriormente Manuel Solanet en su poco difundido, pero no menos importante, libro “Notas sobre la guerra de Malvinas”.

Mientras se realizaba la reunión de gabinete en la Casa de Gobierno, sobre el mediodía, casi en las puertas de la Cancillería, fueron secuestrados cuatro periodistas; tres británicos (dejados en Luján) y un norteamericano del Canal 15 de Nueva York (liberado en el Rosedal). Todos fueron abandonados desnudos pocas horas más tarde. No faltaron las explicaciones, ridículas, intentando disminuir los daños a la alicaída imagen del gobierno en el exterior: “Se esperó a que [Juan] De Onis, de The New York Times, se fuera el sábado para decretar la expulsión del periodista estadounidense Jansen.” En realidad, Juan De Onis se fue en un momento providencial. Desde hacía semanas era puntillosamente observado por la Policía Federal porque usaba una máquina “rara” para transmitir información al exterior. La tenía en la habitación del hotel “República”. Era una laptop, con conexión telefónica que ya en esa época usaba The New York Times. Un periodista argentino, amigo de Juan De Onis, fue a su hotel para ver la “máquina” y le avisó del peligro que corría.

Mientras pasaban las horas los EE.UU. enviaron a Buenos Aires a uno de sus funcionarios más conocidos y experimentados en el arte de “la diplomacia paralela, o militar”. No era otro que el general Vernon “Dick” Walters. Desde hacía casi tres décadas el asesor de cinco presidentes, ex subdirector de la CIA y embajador en destinos centrales y, ahora, embajador “at large” de Ronald Reagan, conocía Argentina. En 1958, había acompañado el vicepresidente Richard Nixon a la asunción presidencial de Arturo Frondizi. En 1960 volvió para secundar al presidente Dwight Eisenhower en su encuentro con Frondizi en Bariloche. Luego, durante años entró y salió de la Argentina recorriendo los pliegues de las FF.AA. en “misiones especiales”. En 1982, sostenía que el gobierno de Galtieri era “el más pro occidental de todos los tiempos”, por eso no entendía los deslices que aventuraban una posible alianza o cooperación de Buenos Aires con Moscú. Durante las densas veladas diplomáticas “Dick” ofrecía de vez en cuando algo de alivio cómico, con sus anécdotas sin fin y su conocimiento enciclopédico de varios argentinos tradicionales: “¿Usted sabe la definición de un argentino?: “Es un español que habla italiano, a quien le gusta fingir que es inglés”.

Cable del embajador Esteban Takacs con su diálogo con Walters

Raúl Quijano, el embajador argentino ante la OEA, llamó al general Héctor Iglesias para contarle que un vocero del Departamento de Estado dijo que Haig transmitió a Pym que Gran Bretaña no infringiera una derrota militar total a la Argentina. “¿Cuánto más podemos pelear? ¿Qué hay de la posibilidad de que viaje un enviado norteamericano a Buenos Aires, para intentar una última solución? ¿Será William Clark?” Finalmente, viajó el general Vernon Walters para sondear o analizar el derrocamiento de Galtieri. Más tarde trascendieron detalles de la visita secreta a Buenos Aires en la segunda semana de mayo. Según esos detalles, Walters se entrevistó separadamente con los miembros de la Junta Militar. En sus encuentros, el funcionario norteamericano intentó convencer a los argentinos de la necesidad de continuar negociando. Además, anidaba en las cabezas del gobierno de Washington, algo que con alguna frecuencia había dicho Galtieri en la intimidad: que si la situación lo forzaba pediría ayuda a los soviéticos y los cubanos. En otras palabras, era la teoría de “romper el cerco”. Se le adjudicaba a Galtieri haber dicho a Haig que “el primer deber de cualquier militar, acorralado, es romper el cerco, y la Argentina no dudará en dar ese paso”. “Era importante tratar de disuadirlo de esta acción, si es que la estaba contemplando seriamente”, comentó años más tarde Alexander Haig. El brigadier Basilio Lami Dozo le dijo al enviado norteamericano que los soviéticos “ofrecían equipos militares y asistencia a precios moderados, pero el dinero es sólo parte del precio y la Argentina jamás pagará ese precio”. Anaya por su parte fue más contundente: “No importa lo que suceda; nunca, repito, nunca volvería hacia la Unión Soviética. Traicionaría todos los sentimientos que mantuve durante toda mi vida”. También le interesaba al enviado norteamericano la preocupación de Washington por las deterioradas relaciones a partir de los anuncios de Haig del 30 de abril. En cada uno de los despachos que visitó se encontró con la misma respuesta. Primero, los Estados Unidos debían modificar su actitud y “demostrar la amistad que el gobierno de Reagan dice guardar para la Argentina”. Así salió publicado en La Nación del 14 de mayo. Al mismo tiempo, los jefes militares informaron a Walters, la presunción de que el gobierno de Reagan intentaba desestabilizar al gobierno militar y, entre otras pruebas, se le impuso un listado de contactos del embajador Schlaudeman con políticos argentinos, ya a esa altura críticos con el desarrollo de los acontecimientos.

El 12 de mayo, Costa Méndez y Esteban Takacs conversaron telefónicamente:

CM: “¿Usted sabe que su interlocutor Walters está en Buenos Aires y que anoche conversó con el Presidente? Ayer llegó inesperadamente al mediodía… hoy todavía parece que está acá, pero no ha tomado contacto con la Cancillería.”

ET: Yo tengo la impresión de que el mensajero es el mismo que me anticipó, en el sentido de que ellos no van a dejar que se hunda el sistema interamericano ni la NATO y que en ese sentido, van a hacer todos los esfuerzos. Pero esta es una declaración general, sería bueno saber si realmente están dispuestos a dar alguna señal más concreta.”

En el Día de la Armada, Jorge Anaya pareció enmendar a Vernon Walters: “Adherimos a Occidente, sí, pero a un Occidente que quiere replantear sus pautas, para que la conducta de sus pueblos vuelvan a ser regidas por auténticos principios de libertad, enmarcados en la filosofía cristiana y no distorsionados por espurios intereses económicos”.

“Durante la semana pasada, mientras la Argentina intentaba en vano una solución ecuánime ante el secretario general de las Naciones Unidas, asomó en el ‘frente interno’ una llamada ‘propuesta política para la posguerra’”, relató Jorge Lozano desde su columna de “El Popular”, haciendo referencia al paso de Vernon Walters por Buenos Aires. Y advertía: “Más vale que algunos tripulantes no abandonen el barco en medio de la tormenta. Porque el pueblo siempre repudia a los cobardes y a los traidores. Aunque esta guerra se pierda”.

Encabezado del informe de Vernon Walters sobre su encuentro con Augusto Pinochet

Después de pasar por Buenos Aires, Vernon Walters viajó a Santiago de Chile para encontrarse con el presidente Augusto Pinochet Ugarte. Previamente, almorzó con el canciller trasandino René Rojas Galdames y el embajador de los EE.UU. James Theberge. Para discutir cuestiones bilaterales y el conflicto de las Malvinas. El canciller chileno expresó algunas inquietudes para que sean transmitidas al Secretario de Estado. Entre otras, su molestia por no ser recibido por Alexander Haig y otros altos funcionarios para discutir el conflicto del Atlántico Sur. Sobre Argentina, Rojas Galdames observó que el actual conflicto hacía que la Argentina no sea una amenaza militar inmediata para Chile, aunque eventualmente podía recuperarse después de la guerra y ser “un vecino poderoso y amenazante”.

Foto oficial del encuentro de Walters con Augusto Pinochet

La cita con Pinochet Ugarte se realizó el 13 de mayo de 1982 por la tarde, y posteriormente envió a Washington un “Memorando de la Conversación”:

“El presidente (Pinochet) me dijo que está muy preocupado por la situación de Malvinas. De todas maneras, hay una sola cosa que nos aseguro, Chile no va a tomar ventaja de los problemas de Argentina. Él piensa que los argentinos se metieron solos en este problema por culpa de su imprudencia y agresividad. Él sospecha que si no hubiesen atacado las Malvinas, hubiesen atacado las islas del canal de Beagle. Igualmente, Pinochet ha tomado una posición moderada en este tema. Él no ha respaldado a los argentinos de la manera en que lo han hecho otros países de Latinoamérica pero ha ofrecido recientemente el barco hospital ‘Piloto Pardo’ para sacar a los argentinos heridos. Los ingleses han aceptado dejar el barco ahí pero los argentinos igualmente dijeron que no lo necesitaban. El presidente Pinochet expresó mucha preocupación sobre la ayuda de Perú a Argentina y dijo tener evidencia de un pacto secreto entre Perú, Bolivia y Argentina. Ambos, Perú y Bolivia tienen reclamos territoriales sobre Chile. Dijo que Bolivia no es importante salvo por ser el puente entre Argentina y Perú. Está convencido de que algún día peruanos y bolivianos le pedirán ayuda a Argentina contra Chile para recuperar territorios perdidos en la guerra de 1879. Piensa que Estados Unidos se portó muy bien y que si se hubiera actuado razonablemente, la ayuda de mediación del Secretario Haig se hubiese aceptado. El no condena a nadie pero culpa a los argentinos por su intransigencia en demandar la soberanía de las islas como una precondición de negociación y no el resultado de la misma.

Pinochet me preguntó que había estado haciendo en Argentina, le contesté que no había ido ahí a negociar. Las negociaciones todavía están en manos del secretario de las Naciones Unidas llamado Pérez de Cuéllar. Fui a la Argentina a ver a la Junta con la esperanza de preservar las relaciones de Argentina y Estados Unidos después del incidente Malvinas. Le conté que había estado con todos los integrantes de la Junta y cada uno de ellos me dio su palabra de honor que no recibirían ayuda soviética. Pinochet se mostró incrédulo con respecto a esto. Él piensa que pueden recibir ayuda encubierta a través de un tercero como Cuba o Perú. Pinochet estaba en un estado de ánimo filosófico. Se mostró preocupado sobre qué va a pasar en Chile cuando él deje el gobierno […] Nos desea lo mejor en tratar de encontrar una solución al conflicto argentino-británico pero no cree que podamos encontrar una solución hasta que los argentinos aprendan la lección”. Tras esta “discreta misión”, Walters no volvería a Buenos Aires para dialogar con los mismos interlocutores. Después de 1983 lo haría con funcionarios y militares del gobierno democrático argentino.

viernes, 14 de junio de 2019

Malvinas: Opción 13, el plan de bombardeo británico de ciudades argentinas desde Chile

"Opción 13": el plan secreto de los ingleses para bombardear Buenos Aires durante la guerra de Malvinas 

La información desclasificada en los archivos británicos revela que existieron planes para lanzar las bombas de los aviones Vulcan sobre la capital. “Ataque a blancos seleccionados en el Continente”, dicen los documentos que detallan las estrategias que se iban perfeccionando o descartando según la evolución del conflicto. La "Opción 13" nunca llegó a materializarse, pero la amenaza jugó un importante papel en la guerra psicológica


Por Alejandro Amendolara  | Infobae


 
El documento secreto del ministerio de Defensa británico con el plan de las operaciones para los aviones Vulcano,, elegidos para bombardear Buenos Aires y otros blancos del continente


Ante la inminencia de una acción militar argentina sobre las islas Malvinas, alertados por los servicios de inteligencia propios y de EE.UU., en una reunión en el Ministerio de Defensa británico en Whitehall, se asumió que nada podía hacerse en el corto plazo para impedirla. En esos momentos, la flota de desembarco argentina aún se encontraba en navegación hacia su objetivo final: la recuperación de las Islas Malvinas.

Eran las 14.00 horas del 31 de marzo de 1982, en la Sala 5301 del edificio del Ministerio de Defensa, cuando se inició el estudio de sanciones y represalias para el supuesto que se concretara la amenaza. En la minuta de esa reunión, se incluyó como posible represalia contra Argentina, que la Real Fuerza Aérea realizara ataques aéreos "sobre ciudades argentinas o a buques en el mar, que tendrían que ser lanzados desde la isla de Ascensión. Sin el apoyo de aviones cisternas, debido a la distancia involucrada en la aproximación, la aeronave tendría que aterrizar para completar la misión en el continente sudamericano, posiblemente Montevideo o Santiago. En consecuencia, en el probable supuesto de negativa en el uso de aeródromos en América del Sur, los ataques sobre blancos argentinos no son factibles".

Para entonces, el ministro de Defensa John Nott ya había ordenado la zarpada de un submarino nuclear hacia el Atlántico Sur, y el alistamiento de dos más. La Marina Real (Royal Navy) desempolvó los planes de contingencia para Malvinas y colocó en alerta a la flota, mientras que la Real Fuerza Aérea (RAF) apresuradamente preparó un plan para bombardear objetivos en Argentina.


La Operación Rosario: 2 de abril de 1982, la Argentina recupera las islas Malvinas

En la reunión de Jefes de Estado Mayor de las fuerzas armadas británicas del 2 de abril a las 15.10 horas de Londres (+3 respecto de Buenos Aires), se discutió la "posibilidad de obtener asistencia de potenciales aliados, particularmente Chile, y en menor medida Brasil", para el empleo de bases aéreas en América del Sur, y se encomendó al Foreign Office para "obtener autorización para el uso de aeródromos en Chile, si se intentara desplegar aviones de la RAF dentro del alcance operacional de las islas Malvinas".

En ese mismo momento, en el Atlántico Sur, se cumplían las etapas finales de la Operación Rosario, que culminarían con la evacuación del Gobernador Rex Hunt y la dotación de Royal Marines de las islas.

A las 9 de la mañana del 3 de abril, se realizó una nueva reunión de Jefes de Estado Mayor para evaluar los acontecimientos ocurridos desde el día anterior. En su transcurso se informó que Chile había recibido una solicitud argentina para que no reabasteciera buques y aeronaves del Reino Unido en ruta hacia las Islas Malvinas, y que Brasil no brindaría instalaciones o asistencia a las fuerzas británicas comprometidas en operaciones contra los argentinos.

No obstante el intenso despliegue diplomático británico, el 4 de abril, el Foreign Office debió informar a los jefes militares que la mayoría de los países sudamericanos habían expresado su apoyo a la Argentina. Pero la embajada británica en Santiago de Chile había comunicado que "existía la posibilidad de apoyo chileno" (Telegrama N° 66 del 3 de abril 82), por lo que se decidió que debían continuar los esfuerzos para determinar la posibilidad de usar aeródromos en ese país.

La RAF echaría mano a los viejos bombarderos Avro Vulcan, cuyo retiro gradual del servicio se encontraba a medio completar cuando estalló la crisis. A pesar de tantos años asignados a operaciones para ataques con cargas nucleares a baja altura dentro de la OTAN, con su gran alcance y capacidad para llevar una importante carga de bombas convencionales, resultaba ideal para la tarea.

Desde comienzos de la década del 70, no habían ejercitado su capacidad de bombardeo convencional ni el reabastecimiento en vuelo, por lo que resultaba indispensable el entrenamiento de las tripulaciones y capacidades de las aeronaves, previo a su despliegue a la Isla de Ascensión.

Las distancias hacia objetivos en Argentina eran más de lo que podía lograr el avión, por lo que –además de sucesivos reabastecimientos en vuelo-, resultaba vital obtener permisos de sobrevuelo y eventual aterrizaje en países sudamericanos para que el bombardeo sea efectivo.

 
Avión Avro Vulcan B.2 utilizado por la Real Fuerza Aérea para cumplir operaciones en el Atlántico Sur. Esta aeronave, matrícula XM597, cumplió misiones sobre Malvinas con misiles antirradar “Shrike” norteamericanos

Se encomendó al Foreign Office obtener esos permisos para sobrevolar Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay, y así asegurar la aproximación aérea para incursionar sobre territorio argentino. Las Cancillerías de estos países negaron en forma inmediata los permisos a los británicos.

Quedaba aún abierta la opción de operar desde Chile. Las horas pasaban y la planificación comenzó a contemplar el envío de aviones Vulcan para operar desde bases trasandinas, para lo cual tendrían que trazar una ruta de vuelo desde su base en Gran Bretaña hasta Santiago/Punta Arenas. Ante las negativas de sobrevuelo sobre América del Sur, se debió delinear una ruta que implicaba cruzar el Atlántico Norte, sobrevolar Estados Unidos, y llegar a Chile desde el Pacífico.

Con estas premisas, el 8 de abril se emitió el primer borrador titulado "Operaciones de Vulcan contra Argentina desde Ascensión", para utilizar estos bombarderos contra blancos en Argentina. El concepto de la operación sería el siguiente:
  1. Los Vulcan a gran altura, particularmente de día, serían extremadamente vulnerables a las fuerzas de defensa conocidas. Se recomienda que las operaciones deberían ser contempladas solo de noche y a baja altura. El bombardeo sería realizado por radar, y en consecuencia, los blancos deberían ser de área más que de naturaleza puntual; poblados, aeródromos e instalaciones portuarias serían esa mejor opción.
  2. La distancia extrema desde Ascensión, aún a Buenos Aires con regreso a Ascensión, requeriría el apoyo de 7 aviones cisterna Víctor para un único Vulcan cargando solo 7 bombas de 1.000 libras. Las misiones desde Ascensión hacia blancos en o alrededor de Buenos Aires y la recuperación a la base más cercana con capacidad para Vulcan en Chile, que es Santiago, sería de todos modos considerablemente más efectiva en costo. El requerimiento de cisternas sería de xx Víctor para cada Vulcan; el último reabastecimiento sería realizado apenas antes de las últimas luces a gran altura con una penetración del espacio aéreo argentino realizado en la oscuridad y a bajo nivel.
  3. Una vez en Santiago, los Vulcan proveerán un blanco muy vulnerable para misiones ofensivas de apoyo. De todos modos, desde esta base podrían realizarse ataques convencionales a bajo nivel, y sin recurso de AAR (Reabastecimiento en Vuelo). Sin embargo, se requeriría un sustancial soporte terrestre en términos de hombres y equipamiento para apoyar operaciones sostenidas.

El informe concluía que "Un despliegue hacia Ascensión y una operación única por cada avión desde Ascensión, es una propuesta factible. La capacidad máxima de 56 bombas de 1.000 libras es, sin embargo, de escasa significación real, pero el rápido y despliegue abierto de los Vulcan a Ascensión con sondas de reabastecimiento visibles, Víctor cisterna aparcados a lo largo y anunciando que cada Vulcan es capaz de cargar 21 bombas de 1.000 libras, debe imponer una amenaza real y significativa a Argentina –si ellos creen que tenemos la voluntad de emplearlos".

 
Primer borrador del 8 de abril de 1982. “Operaciones de Vulcan contra Argentina desde Ascensión”

Una consulta informal entre oficiales aeronáuticos de Gran Bretaña y Chile, dio como resultado que John Heath, embajador británico en Santiago de Chile informara, por Telegrama Secreto N°89 del 9 de abril, que "el General López, Jefe de Operaciones de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), ha pasado el mensaje vía Griffin para expresar que la FACH se encuentra ansiosa por ayudarnos y expectante de tener que recibir aeronaves británicas en emergencia, por ejemplo, dañadas en combate".

Pero, previendo una represalia argentina sobre los aeródromos chilenos, la ayuda tendría sus condiciones, por lo que el mensaje proseguía: "En razón de la debilidad de la defensa aérea en los aeródromos del sur, especialmente Punta Arenas y Balmaceda, la FACH necesita urgentemente lo siguiente, en anticipación de un posible ataque argentino: a) 4 ó 5 unidades antiaéreas móviles Bofors 40/70 (usadas); b) 2 unidades de Bloodhound".


Vulcans y Nimrods en la isla Ascensión

La urgencia resultaba ser tal, que Heath aclaró en el telegrama que "la FACH estaría lista para comprarlos inmediatamente por contrato comercial y a precio normal, y enviar mañana un C-130 al Reino Unido si fuera necesario para recogerlos. Como no tienen experiencia en unidades Bloodhound en particular, la FACH estaría lista para recibir expertos británicos vestidos sin insignias para operar las unidades, lo que será normal para contratos comerciales similares para armamento nuevo".

El diplomático británico solicitó respuesta inmediata sobre estas posibilidades y requerimientos para poder contar con información para la reunión del 12 de abril, a la que lo había convocado el Comandante en Jefe de la FACH, general del aire Fernando Matthei Aubel, en la cual "seguramente se levantará el tema".

"... el General López, Jefe de Operaciones de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), ha pasado el mensaje vía Griffin para expresar que la FACH se encuentra ansiosa por ayudarnos y expectante de tener que recibir aeronaves británicas en emergencia, por ejemplo, dañadas en combate".


El mensaje era música para los oídos de los oficiales aeronáuticos británicos. Contarían con una base a pocos cientos de kilómetros de las bases argentinas, y la factibilidad de la opción de bombardear Buenos Aires comenzaba a tomar forma.

Pero el general Augusto Pinochet dejó en claro a sus Jefes de Estado Mayor, que no autorizaría que los británicos iniciaran operaciones militares contra Argentina desde territorio chileno, por temor a provocar a "un vecino inestable". A pesar de ello, no habría problemas en recibir en aeródromos chilenos aeronaves británicas "en emergencia".

 
Telegrama Secreto N°89 del 9 de abril de 1982 del embajador británico en Santiago de Chile. “La FACH se encuentra ansiosa por ayudarnos y expectante de tener que recibir aeronaves británicas en emergencia, por ejemplo, dañadas en combate”

El Jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Terence Lewin, encomendó la preparación de un documento de trabajo estableciendo las opciones para la Operación Corporate. Siguiendo sus instrucciones, y tras la consulta a cada una de las fuerzas armadas, al ministerio de Defensa, y al Foreign Office, se confeccionó un listado de opciones, que se dividía entre aquellas que se encontraban en curso y las que quedarían disponibles para su futura consideración. Se pretendió formular una graduación en orden ascendente de acuerdo al impacto político-militar de cada una, en base a apreciaciones eminentemente subjetivas, que se revisarían y eventualmente se modificarían a medida que evolucionara la situación.

Entre las opciones futuras, bajo el título "Ataque a blancos seleccionados en Argentina Continental" se encontraba la "Opción 13", bajo la cual se fijaba el objetivo y las circunstancias que se consideraban operarían a favor y en contra de la iniciativa.

Entre los primeras, se señalaban la obtención de la sorpresa; la reducción de la efectividad de la Fuerza Aérea Argentina; la posibilidad de aferrar la defensa aérea argentina en forma remota al área del conflicto. Las desventajas serían las repercusiones internacionales; el cuestionamiento de la legalidad de los ataques; la justificación directa para aplicar represalias contra expatriados británicos en Argentina, entre otras.

Contando con nuevos datos y estimaciones, el 10 de abril se introdujeron modificaciones a la planificación. Se concluyó en el informe que "un despliegue hacia Ascensión, y un solo vuelo saliendo de Ascensión por cada uno de los ocho Vulcan a fin de atacar blancos en los alrededores de Buenos Aires, es una proposición factible. La capacidad de 168 bombas de 1.000 libras es significativa, a pesar de la limitada precisión de los Vulcan operando de noche en misión convencional".

Se insistía con el aspecto psicológico que la maniobra pudiera causar entre los argentinos: "el despliegue rápido y abierto de los Vulcan a Ascensión, con sondas de reabastecimiento visibles, y los Víctor cisterna aparcados a su lado, constituirá una amenaza real y significativa a Argentina –si están convencidos que tenemos la voluntad de emplearlos".

En paralelo se confeccionó un informe con los posibles blancos de carácter económico en territorio argentino, apuntando principalmente a campos y refinerías petrolíferas; yacimientos y sistemas de gasoductos, sobre nudos de las redes ferroviarias, y el sistema de carreteras, y de sus efectos para el esfuerzo militar y sobre la población.

 

En la reunión del Gabinete de Guerra del mediodía del viernes 16 de abril, presidida por Margaret Thatcher, se discutió la filtración a la prensa sobre el reacondicionamiento de los aviones Vulcan y su capacidad para llegar a blancos sobre territorio continental argentino

La isla de Ascensión se encontraba en medio del Océano Atlántico, y lejos de los ojos argentinos. Había que difundir los preparativos de las misiones de bombardeo, y que los mandos militares y opinión pública argentina tomaran conocimiento de ellos. Pero ¿cómo se lograría?

Cumpliendo directivas del Gabinete británico, el 11 de abril de 1982 se constituyó el Grupo de Proyectos Especiales, bajo la dirección del Coronel T.S. Sneyd, en el ámbito del Ministerio de Defensa, para la preparación y promulgación de las operaciones de decepción y propaganda. Sus planes serían implementados por el Servicio Secreto de Inteligencia y por el Foreign Office.

El arte del engaño o decepción, es tan antiguo como la guerra misma. En las operaciones militares convencionales, los comandantes no solo deben motivar a sus tropas, sino también buscar afectar la del enemigo. La propaganda, como elemento crucial de las acciones psicológicas, debe basarse en información que resulte creíble para el enemigo.

Apenas dos días después de los desembarcos argentinos en Malvinas, el 4 de abril, el periodista Jon Connell, del Sunday Times, realizó un análisis sobre las distintas opciones militares para "recapturar las Falklands", expresando que "una posibilidad, por supuesto, sería no atacar las Islas Falklands sino Argentina misma –sus bases militares y navales costeras".

Los cuadros comparativos de las fuerzas de ambos países mostraban un claro desbalance a favor de Argentina en el número de medios aéreos. La opinión pública británica comenzaba a preocuparse sobre el éxito de la fuerza de tareas.

En la reunión del Gabinete de Guerra del mediodía del viernes 16 de abril, presidida por Margaret Thatcher, se discutió la filtración a la prensa sobre el reacondicionamiento de los aviones Vulcan y su capacidad para llegar a blancos sobre territorio continental argentino.

La noticia sería publicada el próximo domingo en el Sunday Express en primera plana. A pesar que el acta de la reunión refleja la lamentación por no haber logrado detener la filtración, los asistentes concluyeron que "si bien en realidad no hay intención de atacar el continente argentino, podría existir alguna ventaja militar si los argentinos lo temieran".

Ese mismo domingo 18 de abril, la portada del Sunday Express titulaba "Los Vulcan listos para golpear Argentina". La nota, firmada por Michael Toner, relataba con detalle el alistamiento de los bombarderos y de su despliegue al Atlántico Sur, y que si bien no estarían equipados con bombas nucleares, "tendrán la capacidad para destruir cada aeródromo y puerto naval argentino", y que "si los Vulcan eran empleados adecuadamente, toda la estructura militar argentina podría ser destruida".



El periodista reconocía en su nota que la decisión de utilizar los Vulcan contra Argentina "puede ser un resultado del trabajo de 'operaciones psicológicas'" dentro del Ministerio de Defensa. "Un poco conocido grupo de expertos ha estado trabajando horas extras para desalentar y desestabilizar la opinión militar en Argentina". Tal vez, al decirlo, Toner reconocía implícitamente su participación en la acción de propaganda. Su nota contenía detalles similares a la planificación del 10 de abril, y que el Gabinete ahora había considerado oportuno que llegara a oídos argentinos.

Toner concluyó describiendo la amenaza en términos inequívocos: "No hay duda que la mera amenaza de operaciones de Vulcan aterrorizará a cualquier experto en Argentina que conozca lo que pueden hacer estos aviones. Pueden destruir cualquier blanco virtualmente a voluntad. Solo con ese hecho, se le podría prácticamente garantizar inmunidad a la flota británica en el Atlántico Sur contra ataques aéreos argentinos".

La acción psicológica ya había dado su puntapié inicial. La noticia, tomada por las agencias internacionales, fue replicada profusamente en los medios británicos y argentinos durante los días siguientes. La "diplomacia de cañoneras" hacía una nueva demostración de lo que estaba en condiciones de hacer.

 
“Por qué deberíamos bombardear Argentina”, declaraciones de Winston Churchill (nieto), en el periódico The Sun, el 23 de abril de 1982

Fue el vocero del Partido Conservador, el parlamentario Winston Churchill, nieto del famoso primer ministro británico, quien, en una nota publicada por el periódico The Sun el 23 de abril, bajo el título "Por qué deberíamos bombardear Argentina", justificaba las acciones sobre el continente ante la amenaza de la aviación argentina operando desde sus bases en el litoral Atlántico contra la fuerza de tareas británica.


El fin de un Vulcan si hubiese sido interceptado por los Mirage III

Expresaba Churchill: "Un factor adicional evidente, que hasta ahora podría haber sido pasado por alto por la Junta, es la capacidad de la fuerza de bombarderos Vulcan de la RAF para eliminar –si fuera necesario-, todas las bases aéreas argentinas clave en el continente con un único ataque sincronizado al estilo israelí. Desde bases en el Atlántico Sur los Vulcan tienen el alcance y la capacidad para hacer cráteres en las pistas con bombas convencionales y destruir en tierra la mayor parte de la Fuerza Aérea Argentina con bombas de racimo… Eliminar a la Fuerza Aérea Argentina con un golpe rápido y devastador, garantizaría la victoria para la Fuerza de Tareas, y aseguraría un mínimo de bajas británicas".

Si bien las fuerzas argentinas estaban tomando las medidas adecuadas para la defensa del territorio argentino, de sus bases aéreas y de las instalaciones estratégicas en el territorio nacional, también comenzaron a actuar las organizaciones de Defensa Civil y las delegaciones locales de la Cruz Roja Argentina.

Pero la reacción más pintoresca fue la del Semanario Tal Cual, en su edición del 23 de abril, que esbozó una serie de interrogantes y respuestas ante "estos momentos de tensión e incertidumbre que vive el país", con recomendaciones prácticas ante un bombardeo de la ciudad de Buenos Aires.
  • Si [la guerra] llega al continente ¿llegará a Buenos Aires? – Si es una guerra abierta entre los dos países, puede ser bombardeada tanto Buenos Aires como Londres o cualquier ciudad.
  • Si llega a Buenos Aires ¿se construirán refugios? – Seguramente, ya que no serán suficientes los refugios naturales (sótanos especiales, subterráneos, etc.)
  • ¿Hay que evacuar la ciudad? – Esta posibilidad se atenderá únicamente si existiese un ataque con invasión a Buenos Aires.
  • En caso de bombardeo, ¿qué hay que hacer? – Los miembros de la Defensa Civil instruirán a la población a su debido tiempo, por todos los medios de información que están a su alcance (radio, TV, etc.).
  • ¿Cuáles son los refugios para bombardeo? – Los naturales, las construcciones de hormigón armado que estén bajo la superficie. Subterráneos, garajes subterráneos, sótanos de grandes edificios (el Barolo en Avenida de Mayo al 1300, tiene sótano anti-bombardeo).

El 4 de mayo de 1982, el destructor HMS Sheffield fue alcanzado por uno de los dos misiles Exocet lanzado por los Super Etendard. La opción de bombardear Buenos Aires se diluía y los ingleses se concentraron en las Bases Aéreas

En Buenos Aires la guerra todavía parecía muy lejana, y se confiaba en una solución pacífica del conflicto. No había necesidad de buscar refugio o prestar atención a las prevenciones. En cambio, en las principales ciudades del sur argentino, en donde eran incesantes los movimientos de tropas y armamentos, las autoridades y la población habían tomado completa conciencia de la eventualidad de un ataque, realizando ejercicios de oscurecimiento y simulacros de evacuación a refugios y medidas de protección ante bombardeos.

En el atardecer del 30 de abril, llegó a los comandantes argentinos el aviso del despegue de aviones Vulcan y Víctor cisternas desde la Isla de Ascensión, apreciándose que tendrían como destino el litoral continental.

Los soviéticos habían desplegado un buque "científico" para que navegara en proximidades de la isla, por lo que presumiblemente fue quien dio el alerta ante semejante movimiento de aviones. Sin embargo, el rumbo tomado por los atacantes sería Malvinas.

A las 4.40 de la madrugada del 1° de mayo se efectivizaba la amenaza del Vulcan, lanzando sobre la pista del aeropuerto la cantidad de 21 bombas de 1.000 libras, de las cuales solo una impactó en forma efectiva, rápidamente reparándose los daños. Se iniciaban así las misiones denominadas "Black Buck" por los británicos.

Con el desarrollo de las operaciones militares, y el acceso a mayor información de inteligencia, la "Opción 13" continuó reformulándose. El 4 de mayo de 1982, el destructor HMS Sheffield fue alcanzado por uno de los dos misiles Exocet lanzado por un par de aviones Super Etendard que operaban desde la Base Aeronaval de Río Grande, en Tierra del Fuego.

La opción de bombardear Buenos Aires se diluía de las planificaciones, que ahora se concentraron principalmente sobre las Bases Aéreas Militares en el sur del continente. En cada oportunidad en que la flota británica recibía un golpe certero de la aviación argentina, se ajustaban las planificaciones ante la presión parlamentaria y de la opinión pública.

No obstante, la idea de bombardear Buenos Aires, que había surgido aún antes del 2 de abril y descartada a medida que evolucionaban las operaciones, recobró vigencia el 13 de mayo, pero para una nueva acción psicológica.

 
Recorte del periódico “Daily Express” del 19 de abril de 1982, con la especulación de los posibles blancos en territorio continental argentino.

Previo a los desembarcos británicos en San Carlos, en la isla Soledad, la aviación argentina basada en tierra era considerada como la principal amenaza para el establecimiento de una cabeza de playa segura.

El Grupo de Proyectos Especiales realizó una propuesta para "pasar el rumor por medios discretos no atribuibles que se están planificando ataques diurnos con bombarderos Vulcan contra blancos al norte en el continente, previos a cualquier desembarco principal en las Islas Malvinas". Con ello se intentaría reducir la cantidad de aviones atacantes en el área de operaciones de Malvinas, replegando algunos elementos hacia los aeródromos en el norte.

De todos modos, para que fuera efectivo, el rumor debía resultar creíble y atractivo para los mandos argentinos, el Grupo consideró que "si se difundiera que los ataques están siendo cambiados a horas diurnas, ello podría motivar a la Fuerza Aérea Argentina a buscar activamente el enfrentamiento a fin de lograr una victoria prestigiosa derribando un Vulcan. Indicando que los ataques serán realizados contra una instalación grande de combustible cerca de Buenos Aires, una opción creíble, se espera que atraiga algunos cazas al norte".

El Coronel T.S. Sneyd, finaliza su informe expresando: "Se recomienda que se otorgue autorización para emplear medios discretos y no atribuibles para informar a las autoridades argentinas que aviones Vulcan van a atacar instalaciones de combustible en el área de Buenos Aires a la luz del día en el futuro cercano. Se destacará que el cambio a bombardeo en horas diurnas es a fin de lograr mayor precisión y así reducir bajas civiles".

Las consecuencias políticas de una acción británica sobre el continente condicionaron cualquier ataque de estas características. Argentina encontraba apoyo en el ámbito de la Organización de Estados Americanos, y siempre quedaba latente la posibilidad de regionalizar el conflicto. Era un riesgo que Gran Bretaña no pretendía asumir. Había justificado su reacción militar en el principio de legítima defensa del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y en la Resolución 502 del Consejo de Seguridad, por lo que un ataque abierto sobre el continente parecía innecesario, y ello pondría en peligro la legalidad de sus acciones.



Siempre existió la posibilidad de que Gran Bretaña pudiera fracasar en su objetivo militar primario en las Islas Malvinas, y que la Fuerza de Tareas fuera humillada. Fue así que, hasta el final del conflicto nunca se descartó la idea de estos ataques sobre el continente, ni se suspendieron las planificaciones.

La opción quedaría reservada para cuando las necesidades operativas militares así lo requirieran, siempre que justificara el medio empleado, y se soportara la condena internacional. La "Opción 13", de "Ataques a blancos seleccionados en Argentina Continental", siempre estuvo sobre la mesa de planificación, a la espera de obtener luz verde en el Gabinete de Guerra.

El bombardeo de la ciudad de Buenos Aires permaneció vigente en la mente de los planificadores británicos como también en el diseño de las acciones de guerra psicológica.

Cumplidos 37 años de que Charly García compusiera la canción "No bombardeen Buenos Aires", ahora sabemos que su plegaria no fue ficción.

domingo, 31 de marzo de 2019

Héroes de los Hercules condecorados en el Senado de la Nación

"Una deuda de honor": condecoraron a 23 héroes de Malvinas que realizaron misiones aéreas secretas, a 37 años de la guerra

En el recinto de la Cámara de Senadores del Congreso, tres tripulaciones de los Hércules que combatieron en las islas recibieron la medalla "La Nación Argentina al Valor en Combate". El discurso de los senadores y la valoración de los veteranos

Por Milton Del Moral | Infobae



"La Nación Argentina al Valor en Combate”, la medalla que condecora el patriotismo y el heroísmo de los veteranos de guerra más relegados

Los 23 diplomas y 23 medallas estaban ubicados sobre una mesa de madera, delante de un estrado nutrido por el senador Ernesto Félix Martínez, el presidente provisional del Senado Federico Pinedo y la diputada Nilda Garré. Esperaban, expectantes, saldar una deuda de honor, cubrir una asignatura pendiente de la Nación Argentina con 23 veteranos de la Guerra de Malvinas, hasta ahora anónimos. Ciudadanos argentinos y combatientes, integrantes de la Fuerza Aérea, que habían actuado en defensa de la patria en acciones secretas.


El recinto de sesiones de la Cámara de Senadores modificó su dinámica para rendir homenaje a los veteranos de la Guerra de Malvinas

En el recinto de sesiones de la Cámara de Senadores del Congreso, esperaban los diplomas, las medallas, los veteranos y las autoridades públicas en representación del pueblo argentino. La ceremonia de entrega de la condecoración medalla "La Nación Argentina al Valor en Combate", otorgada por la Ley 27.465/18 en reconocimiento por sus relevantes méritos, valor y heroísmo, comenzó a las 11 de la mañana.

Tuvieron que esperar 37 años para recibir este condecoración, que las misiones secretas que protagonizaron durante la guerra fueran desclasificadas.

En las butacas, 20 veteranos de guerra, tres mujeres en representación de sus esposos muertos y los senadores encargados de hacer efectiva la entrega de las distinciones. En las galerías, familiares y ex combatientes se emocionaban por transferencia.


La senadora María Cristina del Valle Fiore Viñuales le entrega la medalla a la esposa del héroe fallecido suboficial Carlos Alberto Bill

Los aplausos no perdieron vigor. Pinedo inauguró la entrega: "No puedo sino agradecerles y felicitarlos en nombre de la Cámara de Diputados y del Senado de la Nación". Antes, había hablado de patriotismo: "Hay parte de nuestro territorio que aún no corresponde a la soberanía del pueblo argentino. Por eso son tierras irredentas para todos nosotros producto de un acto de colonialismo del siglo XIX que las naciones civilizadas se han comprometido a dejar atrás. Es muy difícil para los que no hemos tenido el honor de combatir por nuestra patria imaginarnos lo que ustedes hicieron".


Los suboficiales condecorados Julio Miguel Daverio y Roberto Guillermo Puig

El patriotismo, dijo Pinedo, es un sentimiento potente que hace que los mejores hombres estén dispuestos a arriesgar su vida para transformar la de sus seres queridos.

Fue una mañana de reparación histórica. No hubo relatos emotivos ni liberaciones de sentimentalismos. Se concatenaron apretones de manos, susurros de agradecimientos y fotos de protocolo. El diploma y la medalla premiaban e identificaban a quienes durante décadas vivieron sin contarles a los argentinos lo que habían hecho por ellos.


La familia del comodoro Jorge Alberto Valdecantos

El comodoro Jorge Alberto Valdecantos no se lo contó ni siquiera a los suyos. "Sabíamos lo que teníamos que hacer con la confidencialidad para resguardarnos también nosotros. Mi familia nunca supo nada de mis actividades durante la guerra. A lo largo de los años les he contado a cuentagotas mi historia. No se los dije porque hubiera sentido como si estuviese jactándome de lo que hice, y lo único que hice fue cumplir con la patria. La patria sabe lo que yo hice y no era necesario manifestárselo a nadie".


El comodoro Valdecantos junto al suboficial principal Delfino Fretes

Valdecantos se siente orgulloso por un reconocimiento que no esperaba, pero se apena también que haya llegado tarde, ya cuando la vejez y la muerte encontró a algunos de sus compañeros de vuelo.

"Éste es uno de los tipos más valientes que hay en la Fuerza", interrumpió mientras lo abrazaba y lo cacheteaba en la cara al suboficial principal Delfino Fretes, quien al principio no quería ser entrevistado por Infobae. "Si hace años que lo estás esperando", la convenció su esposa. Se siente orgulloso, pleno, gratificado. Era mecánico de vuelo. Hizo dos misiones, el 28 y el 29 de marzo. Consistían en vuelos de exploración y reconocimiento de los blancos. "Teníamos que salir a la mañana temprano, volar a quince metros del agua, subir estrepitosamente y hacer la operación (prender el radar para identificar las posiciones enemigas). Eso lo hacíamos durante cuatro o cinco horas. No sentíamos miedo. Estábamos preparados para esos momentos, teníamos profesionalismo y nos dedicábamos a cumplir la misión", explicó.


La medalla del fallecido suboficial Jorge Luis Contigiani

Jorge Luis Contigiani -suboficial, mecánico de vuelo- sí sintió miedo. Lo reconoció su esposa Gladys, la encargada de recibir el diploma y la medalla en representación de su marido, fallecido hace un año y medio. "En casa se hablaba muy poco del tema. En la intimidad se hablaba poco, pero después ya no se hablaba más… mis hijos eran muy chiquitos. Él era muy cerrado, pero sí me contaba de estos vuelos peligrosos y del miedo que sentía. Era un secreto de familia y se respetaba", reconoció emocionada.


Gladys y los hijos del suboficial Contigiani

"Cuando decidieron darlo a conocer, pensé que al fin se había hecho justicia -valoró Gladys-. Pero no por la medalla en sí, sino porque es un reconocimiento por el gran valor que tuvieron. Porque las nuevas generaciones no saben bien lo que significó. Nosotros lo vivimos. Durante todo el conflicto lo vi solo cuatro veces y cuando fue lo del misil (la caída de un Hércules) me dijo 'creí que no los iba a ver más'. Fue algo muy fuerte lo que vivimos. Se merecían este reconocimiento".


Los diplomas y las medallas de los 23 veteranos de Malvinas que participaron de las misiones secretas en los aviones Hércules (Fotos Adrián Escandar)

Gladys miró conmovida el diploma y la medalla cuando debió pensar dónde iba a guardar las nuevas condecoraciones: "Yo tengo un lugarcito en casa con los cuadros, las medallas y los otros reconocimientos. Supongo que quedará ahí hasta que yo parta con él y después del legado se encargarán mis hijos". Lloró sin dejar de responder cuando se permitió lamentar la ausencia de su esposo en la mañana del 27 de marzo de 2018, a seis días de celebrarse un nuevo aniversario del Día del Veterano y de los caídos en la Guerra de Malvinas. "Él nunca supo que le iba a llegar este reconocimiento. Se fue sin saberlo. Así lo quiso Dios". A 37 años del desembarco de las tropas argentinas en Malvinas, el debido reconocimiento a los héroes ocultos.

sábado, 12 de enero de 2019

Operación Mikado: Destrucción y asesinatos fallidos en Río Grande (2/2)

Nombre en clave Operación Mikado


Parte I | Parte II

Weapons and Warfare







El punto de entrega previsto para el equipo de las Fuerzas Especiales había sido un punto cercano a una estancia aislada a doce millas al noroeste de la base aérea de Río Grande. En el clima cada vez más adverso y el deterioro de la visibilidad, Hutchings colocó su avión a menos de siete millas de la zona de caída designada, cerca de una granja aislada llamada Cerro Seccion Miranda, Tierra del Fuego. En estas circunstancias, este fue un gran logro para la tripulación del Sea King.

El capitán del SAS había estado escuchando y hablando con la tripulación del Sea King durante todo el vuelo. Cuando aterrizaron, avanzó hasta el frente del helicóptero para que Wiggy Bennett pudiera señalarle su ubicación exacta en el mapa. Después de unos momentos, el capitán "A" anunció que estaba abortando la misión.

El líder del SAS dijo que no confiaba en que el avión estaba exactamente donde Wiggy lo declaró. El oficial de SAS sintió que al no estar seguro de dónde estaba, los riesgos se habían vuelto demasiado grandes. El capitán "A" se negó a aceptar que la referencia de cuadrícula de su posición era precisa, a pesar de que el equipo de navegación del helicóptero se había actualizado en un punto de referencia conocido solo quince minutos antes. A pesar de los "mejores esfuerzos" de la tripulación de Fleet Air Arm para persuadirlo de lo contrario, el Capitán "A" decidió abortar la misión y le pidió a Hutchings que lo llevara a él y a sus hombres a Chile.

El capitán 'A' dio la noticia a sus hombres, tres de los cuales ya se habían retirado del Sea King a tierras argentinas. "Lo siento", gritó, "es Chile después de todo". Con estas palabras, el atrevido ataque contra la base aérea argentina llegó a su fin.

Los soldados volvieron a embarcarse y el Rey Marino volvió a despegar. El peligro, sin embargo, estaba lejos de terminar. Todavía estaban en territorio enemigo, su combustible era extremadamente bajo y la visibilidad era casi cero. La prioridad ahora era cruzar a Chile lo antes posible, antes de que los argentinos descubrieran su presencia.

Poco después de que Hutchings despegara, ya que se vio obligado a subir a una altitud más alta para pasar sobre la cordillera de Carmen de Silva que separa el sur de Argentina de Chile, el receptor de advertencia de radar del Sea King comenzó a chirriar insistentemente en los auriculares de las tripulaciones, alertándolos de El hecho de que habían sido detectados por un radar hostil. Solo podían rezar para que los argentinos en Río Grande descartaran el contacto de radar como uno de sus propios aviones.



Aparición sospechosa. Los restos del helicóptero Sea King, cayeron en 1982 en Punta Arenas. Ahora sabemos que era parte de la Operación Mikado.


"La aeronave había sido detectada, los argentinos en Río Grande sabían que había una aeronave que se movía lentamente en un vector de apertura desde el área de la base aérea", señaló Hutchings. “La tensión en el avión se caracterizó por nuestro silencio cercano. Nuestro largo tránsito de Invencible a la costa argentina había sido un asunto bastante platicador, pero ahora nuestro silencio estaba salpicado únicamente por el diálogo esencial. "Todo el tiempo, estábamos cerca de ser hipnotizados por los pulsos del radar en nuestros audífonos".

Varios terribles minutos más tarde, durante los cuales la tripulación temía ser volada del cielo en cualquier momento por un misil tierra-aire, el Sea King finalmente cruzó al espacio aéreo chileno. El estado de combustible del helicóptero era ahora peligrosamente bajo.

Durante la planificación de la operación, se seleccionaron tres ubicaciones potenciales para aterrizar y destruir el helicóptero. Cuál de estos sería elegido realmente por la tripulación del helicóptero dependería de una combinación de factores, incluida la cantidad de combustible disponible en ese momento y la observación visual. Como sucedió, el combustible fue el factor determinante.

Se acordó que primero se debería dejar el SAS para hacer su escape por separado, y luego Hutchings encontraría un lugar seguro para aterrizar y destruir al Sea King lo más lejos posible del equipo de SAS. Cuando Hutchings colocó el helicóptero firmemente en suelo chileno, acusó al Capitán del SAS donde estaban ahora. El Capitán "A" acordó que este era el mejor de los tres lugares propuestos para el aterrizaje, ya que era el único que permitía el acceso directo a la tierra de Argentina, si eso fuera necesario más adelante.

Después de que el SAS hubiera desembarcado, Hutchings siguió volando hasta que encontró una playa aislada en Agua Fresca, a unas once millas de la ciudad de Punta Arenas, para bajar su avión.

En la planificación original de la misión, se había decidido que el helicóptero sería abandonado en aguas profundas. Después de cortar los agujeros en el fuselaje de la aeronave con un hacha y un cuchillo de supervivencia, Hutchings sacó la aeronave al mar y la dejó caer suavemente sobre un mar plano, con el objetivo de nadar hasta la orilla. Pero tan tranquila era el agua, el Rey del Mar se negó a hundirse. Hutchings no tuvo más remedio que volar en helicóptero de regreso a la playa y destruir la máquina, junto con todo el equipo sensible, con explosivos y combustible.
Durante los ocho días siguientes, los tres hombres se dirigieron a la solicitud de las autoridades chilenas. Se organizó una rueda de prensa en la que Hutchings hizo una declaración preparada. En esto, repitió una vez más la historia dada a las autoridades chilenas: “Durante la patrulla marítima experimentamos una falla en el motor. Debido a las condiciones climáticas adversas, no fue posible regresar a nuestro barco en estas condiciones. Por eso buscamos refugio en el país neutral más cercano ”.

La prensa no estaba convencida. Con la especulación intensificada, ese mismo día, los tres hombres fueron expulsados ​​apresuradamente del país por funcionarios de la embajada.

En los años posteriores a la operación, Hutchings descubrió la suerte que él y los demás a bordo de "Victor Charlie" habían sido:

“A lo largo de los años he conocido a varios antiguos reclutas, soldados profesionales y marines cuyo papel en 1982 fue la defensa de los aeródromos y los tanques de almacenamiento de combustible de aviación en la Patagonia. Ahora conozco las disposiciones detalladas de los despliegues de tropas argentinas en esa región durante la guerra.

"Cuando nos dirigimos hacia el norte alrededor de la plataforma de gas en el campo Carena, nuestro avión fue detectado por una de las dos fragatas argentinas que patrullaban cerca de la costa y no más de tres millas de distancia de" Victor Charlie ". El rendimiento de nuestro receptor de advertencia de radar de primera generación, bastante rudimentario, fue deficiente y no pudo detectar la propagación del radar del barco. El barco no nos pudo comprometer debido a nuestra proximidad a la plataforma de gas. Luego, cuando volamos hacia el sur a través de la bahía de San Sebastián, llegamos a un cuarto de milla de un depósito de combustible de aviación que fue fuertemente defendido por una compañía de marines. Oyeron la aeronave, pero gracias a la niebla no pudieron verla, también porque estábamos dentro del alcance de sus armas. También se desprende que el lugar de aterrizaje previsto fue defendido por una compañía de marines, un aterrizaje allí probablemente habría resultado en la destrucción del helicóptero. Además, hubo frecuentes patrullas de los alrededores a pie, vehículo y helicóptero.

“Los argentinos tenían la zona costera patagónica sembrada bastante apretada utilizando infantería, armaduras, artillería, ingenieros, aviación y buques de guerra. Los planificadores militares argentinos anticiparon por mucho tiempo los intentos de interrumpir las operaciones aéreas argentinas a través de actos de sabotaje en los aeródromos y las existencias de combustible de nuestras Fuerzas Especiales, y se asignaron a la defensa del área unos 10.000 soldados. No había inteligencia disponible para la Fuerza de Tarea de ninguna de las defensas militares y actividad en la Patagonia, estábamos volando a ciegas ".

El fracaso de Plum Duff convenció a los comandantes británicos de que la Operación Mikado, el asalto aéreo a gran escala en la base aérea de Río Grande, ya no era una propuesta práctica. El plan fue abandonado silenciosamente.

Trágicamente, la amenaza mortal planteada por Exocet se subrayó el 25 de mayo, cuando los Super Étendards que operan en Rio Grande obtuvieron otro éxito, hundiendo el gran barco de contenedores Atlantic Conveyor. Sin embargo, podría haber sido aún peor. Se cree que este Exocet primero se fijó en el HMS Invincible, que estaba en la misma área, pero en el último momento fue expulsado por "paja": tiras de papel de aluminio disparadas al aire para confundir el radar a bordo del misil.

Sin embargo, en retrospectiva, fue tan bueno como la misión de destruir a los Super Étendards y sus misiles Exocet habían sido cancelados. Después de la guerra, se descubrió que la base de Río Grande había sido defendida por no menos de cuatro batallones de marines bien entrenados, mucho más de lo que el SAS había anticipado. Al mismo tiempo, los aviones Super Étendards se habían trasladado, a principios de mayo, a revestimientos fortificados colocados a lo largo de la carretera costera, cada uno fuertemente defendido.

Si Mikado se había adelantado, el apodo sardónico dado a la operación por parte de los miembros de la unidad de élite, "Certain Death", bien podría haber demostrado ser demasiado preciso.

domingo, 24 de junio de 2018

Operación Plum Duff en Tierra del Fuego

Declaraciones de militar británico “Confirma lo que nosotros veníamos diciendo desde hace muchísimos años”

Por Minuto Fueguino




El veterano de guerra de Malvinas Juan Carlos Alderete dijo que las declaraciones del capitán del Servicio Aéreo Especial británico Andy Legg, quien reveló los detalles de la llamada Operación ‘Plum Duff’, “confirma lo que nosotros veníamos diciendo desde hace muchísimos años”.


“El pasado 10 de marzo salió en los medios británicos una declaración de un oficial inglés, el capitán Andy Legg, quien tuvo a cargo una misión que era infiltrar comandos SAS acá en Tierra del Fuego, más precisamente en Río Grande en una operación llamada Plum Duff. Él desembarcó en el norte de la Isla por medio de helicópteros Sea King –que eran dos- y venían desde el portaaviones Invencible (HMS Invincible – R05)”, explicó Alderete.

Agregó que uno de estos helicópteros “alcanza a llegar a una cierta zona en los límites con Chile, más pegado a lo que son los límites con Chile porque había sólo una línea donde estaban los militares chilenos de un lado y los militares argentinos del otro. Justamente nuestros soldados estaban esperando a este helicóptero que venía desde el Invencible porque el otro helicóptero es abatido en cercanías del Estrecho de Magallanes por un cohete Blowpipe y queda destruido, cayendo todos los pedazos en el agua y todos sus ocupantes son muertos”.

Detalló que “este helicóptero fue derribado por los infantes de marina argentinos que estaban apostados en cercanías de los límites con Chile, en el norte de la isla de Tierra del Fuego. El otro helicóptero inglés trata de llegar a la costa y cuando lo hace y quiere bajar a sus ocupantes, también fue repelido por los infantes que estaban en la zona esperando”.

Alderete dijo que “ese helicóptero levanta vuelo, estando averiado y vuela hasta el sector chileno –a 80 kilómetros al norte de Punta Arenas y allí es ‘accidentado’ de la misma manera que ocurriera con otro helicóptero inglés en Agua Fresca, y la tripulación se entrega a los chilenos en Santiago de Chile. Este aparato estaba involucrado en la Operación ‘Plum Duff’”.

Precisó que “este segundo helicóptero que declara Andy Legg que había intentado penetrar en Tierra del Fuego –tras ser intentado derribar por los argentinos- retoma vuelo y va hacia Punta Loyola donde es alcanzado por los disparos del soldado Nelson Vivas de la autodenominada ‘Compañía Fantasma’ y es averiado y cae a unos ochenta kilómetros al norte y como dije, sus ocupantes se entregan a las autoridades chilenas en Santiago de Chile, directamente”.

El otro incidente con un helicóptero británico ocurrió en Agua Fresca, a 18 kilómetros al sur de Punta Arenas, también en el marco de la Operación ‘Plum Duff’ pero iba tripulado por el entonces Teniente Coronel Richard Hutchines, su helicóptero también era un Sea King, matrícula ZA 290; ese aparato aterriza en cercanías de Estancia Sara, al norte de Río Grande, donde deja a ocho integrantes del SAS, con el mismo objetivo de reconocimiento de terreno y de cara a la Operación ‘Plum Duff’ también tenían como objetivo atacar a la Base Aeronaval Río Grande y destruir los tres misiles Exocet AM 39 que estaban quedando, destruir los aviones Super Etendard, matar a los pilotos y en su huida hacia Chile, destruir lo que se cruzara en su camino”, dijo el entrevistado.

Añadió que “ese helicóptero es ‘accidentado’ a propósito a 18 kilómetros al sur de Punta Arenas, en un sector que se llama Agua Fresca. El año pasado estuve en ese sector, pedí permiso porque es una propiedad privada, viajé porque quería saber si sobrevivió algún vestigio de la máquina; hice unas grabaciones, hice unos audios y encontré el lugar gracias a la única foto que andaba circulando y era una máquina amarilla que estaba tapando a un helicóptero que se veía desde lejos”.

Aseguró que encontró al periodista de La Prensa Austral, José Villarroel, “él tomó las fotos esa mañana y tuvo muchísimos problemas, estuvo una semana sin poder salir de su casa porque los carabineros y los militares chilenos lo estaban esperando porque querían sacarle la Cámara y no querían que publique las fotos. Justamente el día que la toma las fotos andaba en un Lada Niva que en la puerta tenía el logotipo de La Prensa Austral. Se encerró en su vehículo y no dejó que le sacaran la cámara fotográfica con las fotos del helicóptero británico que lo estaban tapando máquinas chilenas”.

Operación ‘Mikado’

El Veterano de Guerra explicó que estas dos acciones militares británicas enmarcadas en la Operación ‘Plum Duff’ “son principales para que se produzca la Operación ‘Mikado’ que la tuvimos a la altura de Caleta La Misión donde estaban los buques ARA Bouchard y ARA Piedra Buena (este último más al fondo) haciendo vigilancia y detectan unos ecos en el radar y el sonar detectan cuatro o cinco puntos que se desviaban a gran velocidad y se iban dispersando y verifican que eran botes de goma que estaban desembarcando la noche del 17 de mayo. El Bouchard se comunica con la Base Aeronaval Río Grande y confirman lo mismo; el Bouchard sale en busca de esos ecos y con el reflector lo ubican y el Cabo Primer Funes y el Cabo Segundo Laciar (que tenía un hermano fallecido en el Crucero ARA Belgrano) que eran los artilleros en este buque argentino, disparan con la 12,7 y destruyen todos estos botes y matan a todos los soldados británicos que estaban intentando desembarcar”.

Compartió que “la Operación ‘Mikado’ es el secreto mejor guardado de la Guerra de Malvinas; los británicos no podían hablar, los argentinos tampoco; militares argentinos, desde suboficiales hasta almirantes saben de esta operación, saben lo que pasó y saben dónde están enterrados los ocho militares británicos enterrados en Tierra del Fuego. El Coronel Richard Hutchines hace tres años hizo una declaración y el Gobierno británico le prohibió que siguiera revelando estos datos; pero él alcanzó a decir que aterrizó en Río Grande la noche del 17 de mayo en cercanías de una estancia donde había pozos petroleros y vio las antorchas de gas que se estaban quemando donde deja a ochos miembros del SAS y jamás los volvió a encontrar”.

Qué declaró Andy Legg

Si bien hubo varios rumores y novedades al respecto, y diferentes periódicos ingleses habían hablado sobre eso, nunca se había escuchado una palabra oficial del intento de Inglaterra de invadir Argentina, buscando destruir parte de un arsenal en la provincia de Tierra del Fuego. Ahora, el líder del equipo habló al respecto.

Andy Legg, capitán del Servicio Aéreo Especial (SAS) británico, reveló los detalles de la llamada operación ‘Plum Duff’ y su pensamiento al respecto de la misma. “Yo no creo que fuera muy sensato invadir Argentina pero avanzamos e hicimos lo que nos ordenaron. Fue diferente a cualquier otra tarea que hubiera hecho antes”, sentenció.

Según relató, el objetivo de la misión era llegar a la base militar argentina en Río Grande, Tierra del Fuego, y destruir tres misiles Exocet con los que contaba la Argentina en ese momento. Uno de ese estilo, había sido el causante del hundimiento del Destructor HMS ‘Sheffield’, y los medios reflejaron que, con otro ataque similar, “Gran Bretaña podría haber perdido la guerra”.

Legg se mostró enojado y arrepentido por dicha tarea y contó todos los detalles del fracaso de la misma. Según detalló, su unidad debía atravesar 26 millas hacia la base, reunir información de inteligencia y de cara al ataque. Sin embargo, el helicóptero en el que se trasladaron el 15 de mayo de 1982 habría sido detectado por radares argentinos por lo que no lograron aterrizar.

El segundo punto donde comenzaron su tarea por tierra fue a 40 millas del objetivo y en territorio chileno, lo que comenzó a dificultar la tarea. Luego remarcó que la misión no se cumplió por falta de alimentación, logística y mal clima, que jugó en contra de los ingleses, que fueron rescatados y trasladados desde Santiago de Chile.

“No se me culpó (por el fracaso de la misión) pero dentro mío me sentí mal porque nuestros colegas habían muerto en el Atlántico Sur y a nosotros no nos pasó nada”, sentenció el militar, que hace poco tiempo decidió vender sus medallas de la guerra de Malvinas y el mapa de Tierra de Fuego que utilizó para la misión por su enfado.

Combates en territorio argentino

Quince conscriptos argentinos murieron en intercambio de fuego con fuerzas especiales británicas durante la guerra de las Malvinas afirma un libro sobre el conflicto escrito por un ex integrante de las fuerzas de elite y que es auspiciado por el Príncipe Andrés.

El libro “Piloto de Fuerzas Especiales, memoria de vuelo en la guerra de las Falklands”, fue escrita por el piloto de helicópteros Coronel Richard Hutchines, y según sus propias palabras esas acciones han sido mantenidas en secreto por ambos gobiernos (argentino y británico), pero “varios ex conscriptos” se pusieron en contacto con él, “desesperados por contarme sus experiencias”.

“Los conscriptos afirman que su experiencia de guerra contra el enemigo británico tuvo lugar en territorio continental argentino en la Patagonia, donde unos 3.000 conscriptos operaron junto a fuerzas regulares en la protección de aeropuertos, depósitos de combustible en las bases aéreas de Río Grande y Río Gallegos, para protegerlas de operaciones de sabotaje por fuerzas especiales británicas”, según el Coronel Hutchings.

Estos conscriptos alegan que se enfrentaron con fuerzas de SAS y SBS (*) en territorio argentino y “se quejan que su servicio de guerra nunca ha sido reconocido porque la presencia de fuerzas especiales británicas en suelo argentino ha sido desde siempre negado”.

Las pérdidas argentinas resultantes de estos combates suman quince. Empero “razones de seguridad nacional me impiden hacer más revelaciones al respecto a esta altura”, sostuvo el Coronel británico.

La controversia no es nueva ya que en verdad el lanzamiento original de su libro data de 2009, pero una nueva publicación, sobre la abortada operación de esas fuerzas para destruir aviones y sobre todo los temibles misiles Exocet argentinos en Río Grande, Tierra del Fuego, y que culminó con la auto destrucción del helicóptero y refugio en Chile de sus integrantes, la ha hecho resucitar.

La operación ‘Plum Duff’, que es descripta en el libro ‘Exocet Falklands’, por lo visto tuvo al Coronel Hutchines entre uno de los pilotos del helicóptero Sea King cuya misión era conducir las fuerzas especiales hasta la base en Río Grande.

La misión no sólo no contaba con los mapas apropiados y al día, sino que en la ruta de navegación se cruzaron con una plataforma petrolífera argentina bien iluminada y defendida, lo cual sumado a las pésimas condiciones climáticas obligaron a volar a Chile, destruir la aeronave y más tarde entregarse a la policía chilena.

La operación ‘Plum Duff’ se mantuvo en el mayor secreto por más de 20 años pero eventualmente se filtró y el Coronel Hutchines aprovechó en la última edición de su libro (aprovechando el lanzamiento de ‘Exocet Falklands’) a agregar algunos detalles más sobre la situación en Argentina cuando la guerra.

“Tengo copias de documentos oficiales argentinos, incluyendo reportes sobre incidentes y he verificado estos con otros informes, incluyendo combates entre efectivos argentinos y fuerzas especiales británicas en varios lugares”.

“Las pérdidas militares argentinas de estos incidentes suman 15 muertos. Consideraciones de seguridad nacional me impiden de hacer más revelaciones al respecto a esta altura”. Hutchines no brindó detalles sobre pérdidas británicas.

En el prólogo al libro por el Príncipe Andrés, ex piloto de un Sea King afirma: “personalmente me sentí muy orgulloso de estar a la orden, como oficial de guardia del Escuadrón 820 a bordo de HMS Invincible, para ayudar a la tripulación del Sea King en su viaje, solo de ida, a la Argentina”.



(*) SAS, Special Air Service y Special Boat Service, fuerzas especiales del Ejército y de la Marina británicas.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Operación encubierta: Cuando la guerra casi llega a Gibraltar

La guerra de Malvinas casi llega a Gibraltar

Por Giles Tremlett | The Guardian


Uno de los almirantes argentinos que envió a su país a la guerra con Gran Bretaña sobre las islas Malvinas ha admitido que envió un equipo de saboteadores para hundir un barco de la Royal Navy en Gibraltar.


El almirante Jorge Anaya, un ex miembro de la junta militar que comandó la armada argentina en el momento de la guerra, dijo que ordenó expresamente la misión. Fue frustrado por la policía española horas antes de que el equipo planeara adjuntar minas de lapa a un barco británico.

"La operación se llevó a cabo en total secreto", dijo el almirante a los productores de un documental que se exhibió en los cines españoles anoche.

La operación Algeciras estuvo a punto de hundir un barco británico con minas de fabricación italiana que habían sido traídas a España desde Argentina en una valija diplomática.

El equipo llegó a España y se estableció en la costa sur cerca de Gibraltar, donde pasó casi un mes mirando posibles objetivos y esperando permiso para atacar.

El almirante Anaya dijo que rechazó tres solicitudes separadas para hacer explotar diferentes buques en Gibraltar antes de finalmente dar el visto bueno.

En una ocasión, se le negó permiso al equipo para atacar un barco de transporte de la Royal Navy y una fragata en caso de que arruinasen las conversaciones, dirigidas por el secretario de Estado de los Estados Unidos, Alexander Haig, para resolver la crisis.

"Decidimos que podíamos detener algún tipo de acuerdo de paz si seguíamos adelante", dijo Máximo Nicoletti, uno de los cuatro buzos de equipo que fue entrevistado para el documental.



El Sr. Nicoletti fue un ex guerrillero antigubernamental que una vez hizo explotar un barco de la armada argentina pero que fue capturado, se convirtió en agente militar y vivía en Miami.

Unas horas después de que el equipo dejara pasar la oportunidad de atacar a la fragata y el barco de transporte, un submarino británico hundió el crucero argentino General Belgrano, matando a más de 320 marineros y terminando de manera efectiva las negociaciones de paz.

 El equipo esperó casi un mes para que apareciera otro objetivo. Se hicieron pasar por pescadores en un pequeño bote de goma mientras flotaban en la ciudad española de La Línea, que está al lado del Peñón de Gibraltar.

Finalmente vieron una fragata de la Marina Real entrar en el puerto y acordaron atacar al día siguiente. "Nuestro objetivo era colocar las cargas, darles tiempo para explotar, obtener los automóviles, conducir a Barcelona y desde allí cruzar a Francia. Íbamos a volar de regreso a Argentina desde Italia", dijo Nicoletti.

Pero cuando el equipo fue a renovar su alquiler de coches por la mañana, encontraron a la policía española esperándolos.

"Fue el mismo día en que los autoricé a seguir adelante [con el ataque]", dijo el almirante Anaya.

Los buzos recibieron instrucciones estrictas, en caso de captura, para decir que estaban actuando por su propia iniciativa.

Nigel West, un escritor británico que se especializa en operaciones encubiertas, dijo al equipo de documentales que Gran Bretaña sabía acerca de la trama debido a conversaciones telefónicas entre la embajada de Argentina en Madrid y Buenos Aires.

Dijo que, después de las tensas discusiones del gabinete de guerra sobre si se podía confiar en España, la información se transmitió a Madrid.

El documental, sin embargo, afirma que los oficiales de policía que arrestaron al equipo argentino no tenían idea de quiénes eran los miembros ni por qué estaban allí.


miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Operaron el SBS y SAS en nuestra Patagonia?

Malvinas. El combate en el continente. 15 soldados argentinos muertos por SAS y SBS

 
 Sala de Prensa



Quince conscriptos argentinos murieron en intercambio de fuego con fuerzas especiales británicas en territorio continental argentino durante la guerra de Malvinas, afirma un libro sobre el conflicto escrito por un ex integrante de las fuerzas de élite y que es auspiciado por el Príncipe Andrés.

‘Piloto de Fuerzas Especiales, memoria de vuelo en la guerra de las Falklands’, fue escrito por el piloto de helicópteros Coronel Richard Hutchings

En los primeros días del mes de Mayo y mediados de junio del año 1982-, hubo acciones en secreto por ambos gobiernos, pero “varios ex conscriptos” se pusieron en contacto con él, “desesperados por contar sus experiencias”.

“Los conscriptos afirman que su experiencia de guerra contra el enemigo británico tuvo lugar en territorio continental argentino en la Patagonia, donde unos 3 mil conscriptos operaron junto a fuerzas regulares en la protección de aeropuertos, depósitos de combustible en las bases aéreas de Río Grande y Río Gallegos, para protegerlas de operaciones de sabotaje por fuerzas especiales británicas”, indicó el Coronel Hutchings.

Estos conscriptos alegan que se enfrentaron con fuerzas de SAS y SBS (Special Air Service y Special Boat Service) en territorio argentino y “se quejan que su servicio de guerra nunca ha sido reconocido porque la presencia de fuerzas especiales británicas en suelo argentino ha sido desde siempre negado”.

El lanzamiento original de su libro data de 2009, allí se cuenta sobre la abortada operación de esas fuerzas para destruir aviones y sobre todo los temibles misiles Exocet argentinos en Río Grande, Tierra del Fuego, y que culminó con la auto destrucción del helicóptero y refugio en Chile de sus integrantes.

La operación “Plum Duff”, que es descripta en el libro de reciente lanzamiento, “Exocet Falklands”, habría tenido al Coronel Hutchings entre uno de los pilotos del helicóptero Sea King, cuya misión era conducir las fuerzas especiales hasta la base en Río Grande.

“Las pérdidas militares argentinas de estos incidentes suman 15 muertos. Consideraciones de seguridad nacional me impiden de hacer más revelaciones al respecto a esta altura”, indicó Hutchings, que no brindó detalles sobre pérdidas británicas en los mencionados enfrentamientos

En el prólogo del mencionado libro, que fuera escrito por el Príncipe Andrés, tercer hijo de la reina Isabel II del Reino Unido y el príncipe Felipe, y ex piloto de un Sea King afirma: “Personalmente me sentí muy orgulloso de estar a la orden, como oficial de guardia del Escuadrón 820 a bordo de HMS Invincible, para ayudar a la tripulación del Sea King en su viaje, solo de ida, a la Argentina”.

sábado, 3 de mayo de 2014

Operación Aerolíneas: B707s clandestinos a Israel

Malvinas: Aterrizajes clandestinos en Israel para traer armas y bombas 
POR GONZALO SÁNCHEZ 
La primera etapa de la Operación Aerolíneas, un secreto guardado durante 30 años. 


Tripulación. El piloto Prelooker (segundo desde la izquierda) y sus compañeros, en 1982, en uno de los vuelos habituales de Aerolíneas Argentinas. 


20/02/12 
Las misiones se originaban a través del jefe de la Primera Brigada Aérea de Palomar. Luego, sobre el filo de la partida, se informaba el destino al comandante designado, previa entrega de un sobre con 40 mil dólares para utilizar en caso de imprevistos. Las rutas eran Buenos Aires-Recife- Las Palmas-Tel Aviv o Trípoli. La consigna era volar con luces apagadas y en silencio de radio. Sólo media hora antes de cada aterrizaje, los pilotos abrían la frecuencia para pedir las autorizaciones correspondientes: iban a buscar armamento para la guerra. 

Así, durante casi dos meses, entre abril y junio de 1982, una cuadrilla de empleados civiles de Aerolíneas Argentinas llevó adelante un operativo secreto para traer armas al país desde Israel y Libia . Siete pilotos que participaron de la misión lo cuentan ahora, a 30 años, por primera vez, en esta investigación de Clarín que empezó a publicarse en la edición de ayer, con el relato del primer vuelo a Tel Aviv. 

Es 9 de abril de 1982. Jorge Prelooker recibe un llamado telefónico en su casa de Villa Devoto. Le piden que se presente en Ezeiza por la noche. Tiene un vuelo “especial” . No le dicen a dónde. Supone un viaje a Río Gallegos. En la radio, buenas noticias: se vive un rebrote patriótico por la recuperación de las islas. Los analistas sostienen que la posibilidad no puede ser mejor para un gobierno de facto desgastado, acusado de violaciones a los derechos humanos, con una economía quebrada y un escenario creciente de reclamos sindicales en todo el país. La aventura de la reconquista territorial renueva el proyecto militar de entregar el poder a un gobierno democrático recién en 1990. 

A las once de la noche, Prelooker se encuentra con el resto de la tripulación en Ezeiza. Son cuatro comandantes, dos navegantes y un comisario de a bordo. En la oficina de operaciones, se enteran que su vuelo está despachado a Tel Aviv. “Aerolíneas no tenía en esta época servicio regular a Israel –cuenta Prelooker–, quizás por eso el avión operó con indicativo falso: fue el vuelo AR1440/1”, dice el comandante, sereno, como un docente. 

Prelooker y los otros tres pilotos son convocados a la oficina del jefe de base, donde los reciben un oficial de la Marina y otro de la Fuerza Aérea. “Nos entregan unos prismáticos –recuerda– y nos dicen: ‘Miren, ustedes van a volar por el Atlántico y queremos que se fijen si ven alguno de estos tipos de buques de guerra’ . A continuación despliega una lámina con las siluetas de los tipos de barcos dibujados. Nos pareció insólito porque es imposible que uno pueda reconocer un barco desde tan alto, pero durante la vuelta volamos más bajo, vimos barcos y al llegar lo reportamos”. 

Prelooker recibe la ruta y comprueba que no volarán en línea recta. La orden es evitar África. “Nos explicaron que, dado el destino, ningún país africano autorizará que volemos por su espacio aéreo”, dice. 

El Boeing 707 parte de Ezeiza a las 0.40 del 10 de abril, cargado con tres turbinas Dagger que deben ser reparadas en destino. Ese mismo día llegará a Buenos Aires el Secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, para intentar convencer al general Leopoldo Galtieri de que retire a las tropas que habían desembarcado en las islas Malvinas, a cambio de iniciar una mesa de diálogo. 

Ajenos a esto, Prelooker y los suyos protagonizan un vuelo sin sobresaltos. Aterrizan en Canarias, cargan combustible, siguen rumbo a Israel. “De Canarias –recuerda Prelooker– volamos al sur de España y encaramos por el Mediterráneo hasta Cerdeña. Sobrevolamos el taco de la bota de Italia, Creta y entramos en la zona de control del radar de Chipre, que en ese momento era un protectorado británico . Nos preguntaron de qué línea éramos… Aerolíneas Argentinas, qué íbamos a decir”. 

El comandante sigue: “Llegamos a Israel y nos hicieron carretear por una calle oscura . Nos pidieron que cortemos motores y apaguemos las luces. Noche cerrada. Quedamos detenidos sin ver nada. Al cabo de unos minutos, sentimos que se engancha un tractor a la nariz del avión y nos comienza a remolcar en la oscuridad, unos veinte kilómetros. Se detiene, nos piden por interfono aplicar freno, abrir puertas y descender. Bajamos a una pista iluminada sólo por las luces del tractor. Nos suben en un micro y hacemos un viaje de 40 minutos hasta un motelito en el medio del campo”. 

Se repartieron en habitaciones, se asearon, volvieron a reunirse para intentar comer algo. Habían probado bocado por última vez en Canarias, diez horas antes. Estaban famélicos. Terminaron comiendo los pocos restos de sandwichitos de miga que uno de los ingenieros de vuelo, previsor, se tomó el trabajo de bajar. “Con eso tiramos –cuenta Prelooker– y nos fuimos a dormir”. 

Cinco horas después, a las 9 a.m., les avisaron que el avión estaría listo para partir en dos horas. Una mañana diáfana. Al despertar, confirmaron que el hotel estaba rodeado de terrenos cultivados y casas modestas. “Nos llevaron otra vez al aeropuerto –retoma Prelooker–, a través de un camino con eucaliptus enormes a cada lado. El avión estaba en medio de una plataforma de 200 metros de largo por 100 de ancho. Aparentemente era el principal centro de mantenimiento de la Fuerza Aérea israelí. Era imposible verlo de afuera. La representante de Aerolíneas nos informó que el avión estaba cargado con unas turbinas y que el resto eran cajas con minas antitanque y antipersonales. 

” En ese momento, uno de los integrantes del vuelo sacó una cámara de fotos y se le fueron encima tres militares. “ Esto es una base secreta ”, le explicaron. Los argentinos recibieron el avión con combustible para llegar a Canarias. Pero cuando estaban por salir, volvieron a detenerlos: había aparecido carga de último momento. “Eran camperas –explica Prelooker–, pero no eran pocas. Se cargó todo el espacio que quedaba del avión con esas camperas, que pesaban unas cinco toneladas. Naturalmente, volaríamos excedidos de peso.” Despegaron. Llegaron a Canarias. “Allí –continúa– recibo un mensaje en el que me piden que trate de evitar la escala de Brasil. Ahora levantar vuelo fue muy complicado. Tardamos mucho en hacer girar al avión. Quedamos volando bajo y consumiendo mucho más combustible.” A pesar de todo, el vuelo fue normal. En el tramo entre Canarias y Cabo Verde, divisaron tres barcos importantes. Estaban pintados de gris y dejaban “unas estelas infernales” en el mar. 

Avanzaban al Sur . En los días previos a la guerra, los niveles de operatividad de las Fuerzas Armadas, sobre todo en lo referido a servicios de inteligencia, eran verdaderamente básicos. El episodio de los binoculares es una muestra de ello. Pero más allá de eso, este hecho protagonizado por Prelooker durante la tarde del 11 de abril de 1982 podría tratarse de la primera certeza que el Gobierno argentino recibía sobre el avance de la flota inglesa hacia las islas . El libro Malvinas, la trama secreta , sin embargo, documenta como primera certificación la realizada por un Boeing 707 destinado a Cabo Frío, Brasil, que al ser interceptado por un avión Harrier debió desistir de su objetivo. 

A pesar del esfuerzo, Prelooker no consiguió llegar a Buenos Aires. “Por el consumo que estaba haciendo el avión, tuvimos que hacer escala en Río de Janeiro. Pedimos autorización, declaramos que éramos carguero y nos dieron una posición separada de las líneas de pasajeros. Cargamos combustible. Nadie preguntó nada. Y nos fuimos.” El 12 de abril a las 23.20, el segundo vuelo de la misión aterrizó en la base aérea del Palomar, casi 71 horas después de haber partido. “Por supuesto –concluye Prelooker– no se cumplió con ninguno de los tiempos para descanso y trabajo que establecen nuestros manuales de seguridad. Pero sabíamos que estábamos siendo parte de un hecho excepcional. Es todo cuanto recuerdo.” El 2 de mayo, la guerra ya era una realidad. Y la Argentina lamentaba el hundimiento del crucero General Belgrano. Ese día, el comandante Gezio Bresciani fue convocado para volar, en otro vuelo secreto, a Ciudad del Cabo. Le dijeron, además, que antes de despegar le darían un password que nunca llegó. 

“Estuve en Ezeiza a las cinco de la mañana del 3 de mayo –recuerda Bresciani– y sólo había un mensaje: que por favor llamara a tal teléfono, que me iba a dar la clave antes de partir. Discaba y no atendía nadie. Finalmente, me ordenaron que me fuera al avión, que el password me lo darían durante el vuelo. Empezamos mal: las comunicaciones aéreas en esa época no eran fáciles. De todos modos, no quedaba claro para qué era esa clave” Bresciani continúa: “Las indicaciones eran que yo despegaba a las 6 a.m., no me comunicaba con nadie, ni siquiera con la torre, y me iba a Sudáfrica”. El 707 comenzó a carretear a la hora señalada, con una tripulación compuesta por el comandante, otros dos pilotos, un navegador, un comisario y un técnico de vuelo. Era un viaje ida y vuelta, sin descanso. Pero comenzaron los inconvenientes. 

Bresciani recuerda: “Pongo en marcha el avión, carreteamos y cuando estamos avanzando hacia la pista, la torre de control dice: ‘Lima, Golf, Papa (la matrícula era LGP), ¿a dónde va?’. Les pregunto si ellos no tienen alguna instrucción especial para dejarme salir y me dicen: ‘No, negativo, vuelva a la plataforma’”. 

El comandante pegó la vuelta. Estaba desconcertado. Debió esperar una hora hasta que la situación se destrabó. Consiguió permiso para partir pero monitoreado por la torre. Volvió a carretear, despegó sin problemas y cuando por radio le comunicaron que dejaba de ser controlado, apagó el equipo de comunicación. El vuelo seguiría en silencio hasta destino. 

Bresciani conocía la ruta. Desde mucho antes de la guerra, la línea 707 de Aerolíneas Argentinas ya volaba a Sudáfrica. Estabilizó el avión, pasaron la línea de la Isla de Ascención, no divisaron nada desde el aire (también llevaban prismáticos) y finalmente cambió de mando para echarse a descansar. Era un día claro y luminoso. Se complicó de golpe. 

“Estaba durmiendo y me despiertan zamarreándome. Llamaban por frecuencia desde Buenos Aires con la orden de que pegáramos la vuelta. Del otro lado, en la frecuencia, había un despachante de aduana, de apellido Cartele, un hombre que fumaba en pipa. Me acuerdo de mí, sentado, en calzoncillos, en la cabina preguntándole a Cartele si estaba seguro que había que volver. Me dice sí, positivo, que volviéramos. Era una situación límite porque si pasábamos el punto de no retorno, ya no podíamos pegar la vuelta, teníamos que seguir a la próxima escala alternativa.” Pegaron la vuelta a tiempo. Cinco horas después de haber partido, luego de adentrarse en el Atlántico unas 1200 millas náuticas, el avión de Bresciani aterrizó en Ezeiza. “Ese fue el vuelo misterioso. Nunca nadie nos dijo nada. Era un día después del hundimiento del Belgrano, o sea que había pleno tráfico militar en el espacio aéreo. Había confusión en las órdenes . Nada parecía bien organizado”, dice Bresciani, a quien se le había encomendado estacionar el avión en un hangar militar de Ciudad del Cabo, esperar que lo cargaran de armas y regresar de inmediato. “Era llamativo, íbamos a un lugar con gran tradición inglesa, supuestamente a buscar armas. Y yo me preguntaba, ¿nos van a mandar armas los mismos ingleses?” Es cierto que la comunidad internacional mantenía en ese momento una suerte de conflicto con Sudáfrica por la cuestión del Apartheid. Sin embargo, según informes de época, la dictadura pasaba por alto el tema y mantenía cierta relación con ese país. Según la información que los pilotos habían recibido, un cargamento de varias toneladas de armas (por lo menos 200) había sido desviado desde España hacia Ciudad del Cabo, en una maniobra de tráfico ilegal. El nombre que circulaba como enlace de toda esa operación con el gobierno argentino era el de un coronel llamado Diego Palleros. El mismo que años después, en tiempos de Carlos Menem, plena democracia, iba a ser enlace en la triangulación ilegal de armas a Croacia y Ecuador. A la Operación Aerolíneas, todavía le quedaban muchas millas por volar. 

Clarín