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miércoles, 22 de febrero de 2023

Daniel Herlein, piloto de Mirage, ahora vigila la pesca ilegal

El piloto de Malvinas que salió a cazar pesqueros ilegales

Sergio Sarachu || Pasó Hoy





Con la destreza de manejar un avión Mirage pero en una pequeña nave,  les pasaba a diez metros a los barcos, en picada, para sacarles fotos y multarlos. Si impactaba con una gaviota era como recibir un proyectil de 50 milímetros. Un hombre apasionado, una historia emocionante.

Hay que tener algo especial para pasar a diez metros de un barco pesquero, a 500, 600 o más kilómetros por hora, sacar un par de fotos y volver a subir. Con la pasión y destreza de un caza bombardero, pero en una nave pequeña “que costaba menos que el radar que tenía un avión de la Armada”. Y las fotos de los barcos ilegales no era una ráfaga digital como las de ahora, sino de las que llevaban rollo y había que revelarlas al regreso.

Daniel Herlein, Veterano de Guerra de la Fuerza Aérea Argentina, lo cuenta con una pasión que vuelve a 1996 cuando en cinco años “cazó” más de cien barcos que pescaban ilegalmente en la plataforma marítima del Golfo de San Jorge del Chubut y también sobre la costa santacruceña.

Desde Río Gallegos, adonde fue reconocido no sólo por la comunidad sino también por las instituciones del estado, como la Legislatura provincial con un homenaje especial por sus 40 años de trayectoria en los cielos patagónicos y de nuestras Islas Malvinas, tuvimos una extensa charla.

Y no sólo hablamos de su desempeño en el Grupo de Caza VI de la Fuerza Aérea, especialmente cuando desde Comodoro Rivadavia integró la flota que tenía como misión identificar la presencia de barcos enemigos en las cercanías marítimas al continente y a las Islas. También recordamos su paso por la gobernación santacruceña como piloto y de cuando fue comandante en LADE (Líneas Aéreas del Estado).

Pero una parte de la entrevista estuvo centrada en su actividad durante cinco años como “cazador” de barcos que operaban ilegalmente en las zonas determinadas del Golfo de San Jorge, la mayoría de ellos de procedencia extranjera. La tarea le fue encomendada por la Secretaría de Pesca de la Nación y en ese período “arrasé con los pesqueros ilegales”, cuenta.

Pero cómo hacía para identificar con pruebas que un barco estaba pescando en un lugar no habilitado para esa actividad. El relato es escalofriante y sólo apto para quienes tienen esa adrenalina de manejar un avión pequeño como si fuera un triciclo.

“Yo salía de Río Gallegos para Río Turbio y a mitad de camino, cuando todos creían que estaba por aterrizar en Turbio, pegaba la vuelta y me iba al Golfo de San Jorge –un viaje de unas dos horas- y me les aparecía de la nada”, relata.




“Mi mayor arma es la sorpresa, le dije al titular de la Secretaría de Pesca, porque tené en cuenta que uno de los radares de los aviones de la Armada salía lo mismo que mi avioncito, para que tengas una idea”,
recordó. Con ese medio, en esa pequeña nave, Herlein desde unos mil metros de altura divisaba la presencia de un buque, veía si estaba en la zona correcta o no. Si no lo estaba, se lanzaba en picada (“como los aviones de caza”) para rozar a diez metros del costado de ese pesquero.

Es que tenía que sacar la foto del nombre del barco “y del arte de pesca, porque tenía que estar claro en la foto el cable de la red con la que estaba pescando”. Como ya dijimos, las fotos sólo las tenía en su poder una vez que se revelaban los rollos, a su regreso en Río Gallegos. “Por eso tenía que pasar varias veces así, a unos diez metros del costado del barco, para asegurarme de que en la foto estuviera el nombre y el arte de pesca”, mientras con una mano maniobraba la cámara y con la otra, manejaba el avión a esa altura y a esa velocidad.

Si bien alguna vez reconoció que le dispararon y le dieron en el fuselaje del avión, contó que el mayor peligro lo presentan las gaviotas que rodean a los barcos. “Un amigo español me dijo que el impacto de una gaviota en mi avioncito equivalía al impacto de un proyectil de 50 milímetros”, aseguró el piloto Veterano de Guerra.

Esta tarea la desarrolló durante cinco años, detectó la presencia ilegal de unos cien barcos que fueron multados y significó un trabajo complementario al que realizan la Prefectura Naval Argentina y la Marina, en cuanto a la vigilancia de las zonas de pesca y el resguardo del recurso en la plataforma marítima nacional.

Con sus 12 mil horas de vuelo en los cielos de la Patagonia (sobre la tierra o sobre el mar), Herlein es una colección de anécdotas de todo tipo. Empezando por la admiración por sus compañeros en la guerra por la recuperación de nuestras Malvinas: “un día lo senté a un compañero y le dije, bueno, contame cómo hacés para tirar una bomba y destruir un barco enemigo. ¿Sabés lo que me contó? Volaban a 800 o 1200 kilómetros por hora, a ras del agua para no ser detectados por los radares, pero físicamente cuando lanzás las bombas el avión se descarga y te podés caer al agua. Me dice: ´nos pegábamos al agua a la altura de cubierta y cuando sentíamos que nos atropellábamos el barco, contábamos 1,2,3 y tirábamos la bomba´. ¿Te das cuenta lo que eso? A mí que tengo horas de vuelo ¡se me pone la piel de gallina de sólo pensarlo!”, comentó Herlein.

Varias veces recordó su participación primero en el conflicto con Chile por el Canal de Beagle y luego en la guerra por la recuperación de nuestras Islas Malvinas y en cada uno de esos recuerdos apareció la admiración hacia los pilotos que combatieron. “Yo tenía la misión de identificar barcos enemigos, pero yo los admiro a cada uno de los que combatieron, a los que cayeron y a los que volvieron, fue tremendo lo que hicieron”.

viernes, 3 de junio de 2022

MPA: EMB-111 / P-95 Bandeirulha


EMBRAER EMB-111

Amilarg

 





El EMBRAER EMB-111 Patrulha es una aeronave de patrulla marítima y búsqueda y rescate, basada en el transporte de pasajeros de corto alcance EMB-110 Bandeirante.



El prototipo del EMB-111 vuela por primera vez el 1 de agosto de 1977, entrando en servicio con la Fuerza Aérea Brasilera a fines de ese mismo año, reemplazando a los Lockheed Neptune



Monoplano de ala baja, propulsado por dos turbohélices Pratt & Whitney PT6A-34 de 750hp c/u con un radar de búsqueda AN/APS-128 instalado en un radomo ubicado en la nariz del avión, para tareas de búsqueda y rescate dispone de un proyector de alta potencia ubicado en el ala derecha, además, para incrementar el alcance se instalan tanques de combustible adicionales de 318 litros en las puntas alares.



Dispone de una tripulación de 5 miembros

Los usuarios del EMB-111 son o fueron, Angola, Argentina, Brasil, Chile y Gabón.

Variantes:

  • EMB-111A, modelo de serie utilizado por la FAB con la denominación P-95A (12 unidades)
  • P-95B, denominación aplica a aun segundo lote (10 ejemplares) entregados a la FAB a fines de los años ´80 del pasado siglo.
  • EMB-111AN, variante del anterior vendida a la Armada de Chile con sistema de des-hielo (6 unidades)


Especificaciones técnicas (EMB-111A)


Monoplano de patrulla marítima, búsqueda y rescate

Planta Motriz: 2 turbohelices Pratt & Whitney Canada PT6A-34 de 750hp (552 kw)
Dimensiones: envergadura 15,95 mts, longitud 14.91 mts, altura 5,2 mts, superficie alar 29.1 mts2
Pesos: vacío 5.150 kg, máximo en despegue 7.000 kg,



Prestaciones: velocidad máxima 429 km/h, crucero 314 km/h, alcance 2.700 km autonomía 9hs, techo de servicio 8.750 mts, velocidad de ascenso 9.65 mts/seg
Armamento: -.



EMB-111 en la Aviación Naval Argentina

Ante el inminente final de la vida útil de los Lockheed Neptune, a finales de abril de 1982, el Comando de Aviación Naval, alquila a Brasil dos unidades del EMBRAER EMB-111 para su empleo en misiones de patrulla marítima durante la guerra.



Un grupo de oficiales y suboficiales de la Armada viaja a San Pablo el 27 de abril, recibiendo instrucciones sobre el empleo y manejo del nuevo avión y su radar de exploración Eaton/Telephonics AN/APS-128 en las instalaciones de EMBRAER.



Completado el adiestramiento, los pilotos navales trasladan los dos EMB-111 a la Argentina el 12 de mayo, arribando a la BAN Punta Indio al finalizar el día, posteriormente son trasladados a la BAN Comandante Espora donde concluyen los trabajos de alistamiento de las aeronaves y sus tripulaciones.



El 21 de mayo ambos aparatos y sus tripulaciones son asignados al grupo de Tareas 80.2.2 destinado en la Estación Aeronaval Rio Gallegos, iniciando los vuelos operativos a la mañana del 22. Los EMBRAER EMB-111 continuaron con sus operaciones hasta el 13 de junio inclusive. En total ambas aeronaves cumplieron con 206 horas de vuelo en 39 misiones de combate. El 24 de junio comienza el repliegue, ambas unidades vuelan a la BAN Comandante Espora y posteriormente van a Punta Indio, ambos ejemplares retornan a Brasil el 14 de julio, trasladados por el personal de la Armada que los opero durante los dos meses en los que estuvieron en servicio.



2-P-201, (EMB-111A) nº/serie 111182, ex PT-ZQV, entregado a la FAB el 9/02/1979, alquilado a la ARA, arriba al país el 12/05/1982, matriculado 2-P-210, ultima misión de combate el 13/06/1982, retornado a Brasil el 14/04/1982, vuelve al servicio con la Forca Aerea Brasilera en marzo de 1983, re-matriculado FAB-7058, dado de baja el 20/09/2013, desguazado.



2-P-202, (EMB-111A) nº/serie 111188, ex PT-ZQT, entregado a la FAB el 13/06/1979, alquilado a la ARA, arriba al país el 12/05/1982, matriculado 2-P-210, retornado a Brasil el 14/04/1982, vuelve al servicio con la Forca Aerea Brasilera en marzo de 1983, re-matriculado FAB-7060, dado de baja el 16/12/2011.



sábado, 20 de abril de 2019

Inteligencia satelital: La colaboración soviética en la ubicación de los buques capitales británicos

Malvinas, documentos desclasificados: los partes de inteligencia del "amigo invisible" soviético y los satélites que "espiaron" a la flota británica

Los informes confidenciales que la Unión Soviética le entregó a la Junta Militar de la dictadura durante el conflicto armado de 1982 se convirtieron en el secreto mejor guardado de la guerra. Nadie debía saber que los soviéticos pasaban información clasificada. La intervención de la CIA, los espías rusos y cómo los satélites rusos detectaban a los barcos de la Royal Navy para que fueran atacados por los pilotos argentinos
Por Mariano Sciaroni | Infobae




El documento secreto de 1982: “Reacción soviética a la crisis de las islas Falklands”

No se puede definir mejor a la relación que mantuvo la Argentina con la Unión Soviética durante el Proceso, como lo hizo Tato Bores. El genial humorista señaló que la Junta Militar era "anticomunista prosoviética". Ningún analista internacional fue tan preciso.

La dictadura que se inició en el año 1976 tenía una matriz ideológica de derecha, pero necesitaba de los países del Este como mercados alternativos para colocar la producción agrícola-ganadera del país, tanto que hasta motivó parcialmente la negativa del gobierno militar a plegarse al embargo cerealero que Estados Unidos realizó sobre la Unión Soviética con motivo de su intervención en Afganistán.

Con estas contradicciones, el flujo comercial entre ambos países crecía, Argentina recibía a artistas e intelectuales del bloque del Este, las selecciones de fútbol de ambos países se visitaban, se permitía que existiera el Partido Comunista Argentino y que la agencia noticiosa TASS siguiera teniendo una corresponsalía.

Pero, por otra parte, la Armada Argentina le disparaba a pesqueros soviéticos (en unos lamentables sucesos ocurridos en el Mar Argentino en 1977), el país se sumaba al boicot de los Juegos Olímpicos de Moscú y condenaba ampliamente la invasión de Afganistán.

Se trataba, realmente, de una relación agridulce entre ambos países.

Los soviéticos ofrecieron armamentos, barcos, aviones y misiles, entre otras cosas, además de información de inteligencia. Las armas nunca llegaron, pero sí los informes de los espías

El primer contacto con diplomáticos de la Unión Soviética en lo que hace a la cuestión Malvinas ocurrió el mismo 2 de abril, día de la recuperación, cuando el embajador Serguei Striganov fue citado por el Canciller argentino Nicanor Costa Méndez. Ese día también hubo una reunión en Moscú entre el embajador argentino y altas autoridades soviéticas.

En ese momento se intentaba explicar a las autoridades del bloque oriental los motivos de la recuperación y, principalmente, obtener un veto de la Unión Soviética en Naciones Unidas de cualquier resolución que intentara privilegiar los intereses británicos. Claramente, lo último no se logró por una excesiva cautela soviética en un problema que veía ajeno a su área de interés.

Sin embargo, esas reuniones fueron también el punto de partida para contactos en altas esferas. A partir de ese momento, y en plena guerra fría, Argentina y la Unión Soviética compartieron algo especial: un enemigo.

Poco después comenzaron a llegar variadas ofertas soviéticas, tanto de armamentos (barcos, aviones y misiles, entre otras cosas) como de información de inteligencia.

La Junta consideró que si los soviéticos terminaban interviniendo directamente en el conflicto de Malvinas, también lo haría Estados Unidos a favor de Gran Bretaña. Y que eso posiblemente podría escalar hacia la Tercera Guerra Mundial

La Cancillería argentina realizó un interesante análisis de la "alternativa soviética" durante ese mes de abril. Allí se indicó que "no resulta aconsejable, como estrategia principal", debido a los riesgos inherentes a la propuesta (se decía, perder la identidad nacional y posible falta de efectividad de cualquier apoyo de aquel país). Sin embargo, se indicaba que "no debía ser descartada ni desalentada", en tanto servía como contrapeso a las presiones de Estados Unidos y Gran Bretaña en el tema Malvinas.

La lectura que hacía Estados Unidos del acercamiento argentino a la Unión Soviética, tanto por lo que se conocía a través de los medios de prensa como por lo que obtenía de sus canales de inteligencia, era que hacía peligrar la seguridad hemisférica.

El 14 de abril, el presidente norteamericano Ronald Reagan ya había expresado: "Me gustaría que ellos (los soviéticos) dejen de entrometerse en el conflicto Malvinas".

Al día siguiente, se reunía Lawrence Eagleburger, Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y número tres de la Secretaría de Estado, con el embajador británico Nicholas Henderson. El estadounidense le señaló los temores de su país de una participación soviética más activa en el tema Malvinas. Es más, indicó que "temían que los soviéticos participaran de actividades militares", algo que conmocionó al interlocutor inglés.

La situación en Argentina cambió el 1° de mayo de 1982, cuando los británicos dejaron en claro que combatirían por las islas, por lo cual se analizaron nuevamente los ofrecimientos de la Unión Soviética.


La Junta Militar: el almirante Jorge Isaac Anaya, el general Leopoldo Fortunato Galtieri y el brigadier Basilio Lami Dozo

A mediados de mayo el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Basilio Lami Dozo, le dijo a un interlocutor norteamericano que "los soviéticos ofrecían equipos militares y asistencia a precios moderados, pero el dinero es sólo parte del precio y la Argentina jamás pagará ese precio".

El "precio" al que se refería Lami Dozo tenía que ver con la demanda final soviética para proveer armas, la cual había sido realizada al presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri a principios de mayo por el embajador Striganov.

La misma consistía en:
  1. La inmediata retirada de los asesores argentinos de América Central.
  2. La abstención de vetar contra la Unión Soviética en Naciones Unidas, cuando se trataran temas como la ocupación de Afganistán.
  3. Se daría autorización a los soviéticos para construir pesquerías en Ushuaia.
  4. Argentina cesaría de apoyar a la junta militar de derecha del General Torello en Bolivia.
El almirante Jorge Anaya, Jefe de la Armada, pensaba en términos similares. En abril había expresado que "nunca, repito, nunca volvería hacia la Unión Soviética. Traicionaría todos los sentimientos que mantuve durante toda mi vida".

Así, la Junta no pudo más que reiterar la "imposibilidad política de recurrir a la asistencia militar soviética", agregando la percepción que si los soviéticos terminaban interviniendo directamente, también lo haría Estados Unidos a favor de Gran Bretaña. Y que ello posiblemente escalara hacia la Tercera Guerra Mundial.

Más allá de todo, los equipos militares nunca llegaron. Como escribió el reconocido periodista moscovita Sergei Brilev: "Nunca llegaron armas soviéticas a Argentina, eso es un mito".

Pero sí se aceptó, muy disimuladamente, cierta información de inteligencia.

El "amigo invisible" y el "ojo mágico"

El problema argentino no era menor, ya que se carecía de medios efectivos para hacer un seguimiento en alta mar de la flota británica, algo que resultaba vital para proceder correctamente tanto en el campo militar como en el diplomático.

Tanto es así que dos brigadieres de la Fuerza Aérea Argentina habían concurrido a Washington, el 12 y 13 de abril, para pedirles a los mismos norteamericanos que suministraran esa información. El argumento fue que sabían que estaban ayudando a los británicos y, en tanto resultaban neutrales, según afirmaban, debían de alguna forma compensar a la Argentina. Además dijeron que si no aceptaban -lo cual fue claramente de ese modo-, recurrirían a la oferta soviética. Y así fue.

Documentos muestran cómo se detectó a lo largo de todo el conflicto a los principales buques británicos, y cómo algunas de las misiones de la guerra -incluso el ataque al portaaviones Invencible- se apoyaron en datos que la Unión Soviética suministró

Poco después, se le suministró al Agregado Militar de la Embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en Buenos Aires, coronel de tanques Valentín Livtonchicov, una de las escasas líneas de teléfono de la embajada para que pudiera establecer su vínculo con altas autoridades de la Fuerza Aérea.

La información empezó a fluir.

Desde un Centro de Control en Moscú la información llegaba al télex de la embajada soviética en Buenos Aires y, en sobres cerrados y previas coordinaciones dignas de películas de espías, disimuladamente se les enviaba a oficiales de la aeronáutica.

No se entregaban imágenes (por razones técnicas, según los soviéticos), sino datos de objetivos de interés militar en cifras coordenadas.

Las carpetas de la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea Argentina muestran hoy cómo se detectó a lo largo de todo el conflicto a los principales buques británicos, y cómo algunas de las misiones de la guerra -incluso el ataque al portaaviones británico HMS Invencible- se apoyaron en datos que la Unión Soviética suministró.


30 de mayo de 1982 por la mañana. Posición real del PAL Invencible, posición del buque según el “Amigo Invisible” y posición de diversos buques pesqueros de la URSS y polacos (PL) en la zona de operaciones. Esos pesqueros también efectuaban tareas de inteligencia

Pero no fueron todas las misiones: el Jefe de Inteligencia del Comando de la Aviación Naval (COAN) durante el conflicto, rebatió enérgicamente un artículo periodístico que indicaba que la información satelital soviética permitió ciertos hundimientos de buques británicos: "No hubo participación extranjera en la obtención de las posiciones de los buques Sheffield, Coventry y Atlantic Conveyor", los cuales terminaron hundidos.

Para la Fuerza Aérea esta información la daba el "Amigo Invisible", mientras que en ciertos documentos navales se la cita como proporcionada por el "Ojo Mágico". Solo un círculo muy pequeño conocía esta colaboración y jamás se dejaba constancia sobre su origen.

Más críptico aún, a los iniciados se les decía únicamente que la información provenía de "fuentes confiables". Y punto.

Los satélites que "espiaban" a la flota británica

La información recibida era recolectada por diversos medios que se encontraban muy disimulados en el Atlántico Sur, sea debajo del mar (submarinos), sobre el mismo (pesqueros), en el aire (aviones de reconocimiento de largo alcance) y, principalmente, en el espacio.

La Unión Soviética realizó, durante 1982, 101 lanzamientos al espacio de satélites, algunos de los cuales fueron destinados a seguir el conflicto del Atlántico Sur.

El mismo 2 de abril pusieron en órbita al satélite Kosmos-1347 y el día 15 el Kosmos-1350, ambos de la serie Yantar de satélites de reconocimiento, lo que llevó a la Casa Blanca a considerar que el "grado de cubrimiento fotográfico del área por los soviéticos era inusual".

El 21 de abril fue puesto en una órbita adecuada para observar el Atlántico Sur el Kosmos-1352 y, más tarde, el 23 de abril el Kosmos-1353, ambos de la serie Zenit, con cámaras de alta resolución. Poseían una vida útil máxima de 14 días en el espacio, por tanto los últimos reemplazaban a los primeros.

También debe mencionarse al Kosmos-1368, lanzado el 21 de mayo de 1982 y que pasó a 240 km de altura sobre Malvinas todos los días a las 11:00 horas hasta el 3 de junio, cuando se terminó su misión.


Representación artística de un satélite radar soviético, realizada en 1982 (Ronald Wittmann, colección museo Smithsoniano)

Pero la inmensa mayoría de los satélites soviéticos de reconocimiento espacial por imágenes de ese momento implicaban el uso de cámaras fotográficas con film, el cual era lanzado una vez que el satélite pasaba por territorio continental soviético. La demora en el procesamiento de los datos, entonces, hacía que no fueran especialmente aptos para seguir los dinámicos movimientos de un teatro aeronaval, amén de que no eran ayudados por la siempre nubosa meteorología malvinense.

Sin embargo, la mejor información la proveyó el sistema conocido como MKRTs (Leyenda), operativo desde el año 1975. Esta constelación de satélites incluía dos subsistemas, los dos pasando información a un centro de control en Moscú (o a buques en el mar).

Los satélites proveyeron la ubicación de los buques ingleses. Con lo que sabemos hoy, la información no fue muchas veces certera. Pero allí estaba. Entregada a los argentinos. Y también robada para los británicos

El primer subsistema incluía una red de satélites denominado US-P, que interceptaba señales de radio (de cualquier tipo) que pudiera emitir un buque enemigo (US significa "Upravlayemyi Sputnik" o satélite controlado, mientras que la P es por ser el sistema pasivo de recepción de señales). Es decir, eran satélites de inteligencia electrónica.

El segundo subsistema estaba denominado US-A, siendo la A por activo, utilizando un radar para localizar buques en el mar. Estos últimos estaban alimentados por un pequeño reactor nuclear.

De esta constelación y durante el conflicto fueron puestos con órbitas adecuadas a Malvinas el Kosmos-1355, de inteligencia electrónica (US-P), que fue lanzado el 29 de abril de 1982, y los Kosmos 1365 (14 de mayo) y 1372 (1° de junio), de reconocimiento radar (US-A).


Informe 582, información suministrada por los soviéticos a las fuerzas argentinas. PAL HOTEL y PAL INDIA son los nombres dados a los portaaviones ligeros HMS Hermes y HMS Invencible

El sistema se encontraba operativo en 1982 y, en uno de los escasos reconocimientos de su existencia por parte de los soviéticos, fuentes oficiales indicaron que "la alta efectividad del sistema fue demostrada durante el conflicto Anglo-Argentino por las Islas Malvinas en 1982. El sistema permitió una completa evaluación de la situación en el mar, y por la información recibida desde el sistema, el Estado Mayor (de la Armada) pudo determinar el momento exacto en el cual comenzó el desembarco británico".

Estos satélites son los que proveían mayormente las cifras coordenadas con la ubicación de los buques ingleses. Con lo que sabemos hoy, la información no fue muchas veces certera. Pero allí estaba. Entregada a los argentinos. Y también robada para los británicos.

La ayuda de Noruega al Reino Unido

En Fauske, Noruega, cerca del círculo polar ártico, desde 1965 funciona la estación interceptora de señales "Cod Hook" (Anzuelo de Bacalao). La ventaja de la estación reside en que se encuentra situada en un lugar que, a través de enormes antenas, permite captar las emisiones de los satélites que desde el espacio envían señales al Centro Control Moscú.



Dichas emisiones, en la medida de lo posible y durante la guerra fría, eran descifradas y/o enviadas directamente a la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) de los Estados Unidos o a la estación de Chicksands en el Reino Unido, debiendo agregarse que el esfuerzo de los noruegos en recursos y personal para espiar electrónicamente a los soviéticos era subsidiado en gran parte por los Estados Unidos.

La estación interceptora de Noruega en el círculo polar ártico captaba las emisiones de los satélites soviéticos e informaba a los británicos sobre la posición de los buques de guerra argentinos

Los datos interceptados por dicha estación durante el conflicto habrían sido vitales para el Reino Unido, indicando un oficial de inteligencia: "Cuando la guerra empezó, nosotros no teníamos ningún tipo de información de inteligencia sobre el área. Es aquí cuando tuvimos ayuda de los noruegos, que nos dieron un flujo de información sobre la posición de los buques de guerra argentinos. La información venía a nosotros todo el tiempo y directamente a nuestro cuartel general en Northwood. La información era continuamente actualizada…".

Esto es, los británicos utilizaban los datos satelitales que recogían los soviéticos y luego estos pasaban a las fuerzas argentinas.

Dichas actividades se repitieron durante la Guerra del Golfo (1991), cuando la interceptación de satélites soviéticos permitió localizar el paradero de un piloto de la coalición que debió eyectarse sobre territorio iraquí y que no lograba ser ubicado por los satélites norteamericanos sobre la zona.

Por tanto, puede entenderse que los soviéticos ayudaron también a sus enemigos, aun involuntaria e inadvertidamente.

Para equilibrar un poco, científicos argentinos hicieron buen uso de un satélite norteamericano que pasaba por el Atlántico Sur. Pero esa es otra historia.

La CIA, el Parlamento inglés y las tres negativas soviéticas

La colaboración de inteligencia de la Unión Soviética con Argentina pasó mayormente desapercibida en los círculos de las agencias de inteligencia británicas y estadounidenses, si bien quedaba claro que aquel país estaba recolectando una cantidad de información de utilidad militar.

En efecto, para el 26 de mayo de 1982, los analistas de la CIA indicaban que "no había evidencia de que una cantidad sustancial (de inteligencia) esté siendo pasada a los argentinos", aun cuando se sugería que sería lógico que los soviéticos pasen "información con desinformación (por ejemplo, que tanqueros estadounidenses reabastecen a los bombarderos Vulcan)".


El portaaviones británico HMS Invencible fotografiado por un avión TU-95RTs de la Aviación Naval de la Unión Soviética cuando se encontraba regresando de Malvinas

Del otro lado del Océano Atlántico Norte, el 8 de junio de 1982, interrogado en el Parlamento británico, un alto funcionario del Ministerio de Defensa de aquel país Mr. Peter Blaker, señalaba que "no había evidencia que la Unión Soviética esté pasando información derivada de satélites a la Argentina".

Hay que agregar que el embajador británico en Moscú inquirió directamente a los soviéticos si estaban pasando información de inteligencia a Argentina y, como era de esperarse, estos negaron cualquier contacto.

No contentos con ello, días después insistieron en la pregunta: el Secretario de Relaciones Exteriores soviético respondió "enfáticamente" que no se estaba suministrando inteligencia a Buenos Aires.

El 6 de mayo, dos fuentes oficiales de la Unión Soviética fueron nuevamente contactadas por el ya impertinente personal diplomático británico, para establecer si se estaba suministrando información o armas a la Argentina. Y, por tercera vez, los soviéticos negaron cualquier colaboración en dicho sentido.

El "amigo invisible" fue uno de los secretos mejor guardado del conflicto. Que, aún hoy, es solo comentado entre susurros.