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viernes, 23 de febrero de 2024

El acuerdo de Madrid cumple las consignas de Lord Shackleton

Los acuerdos de Madrid cumplen con las consignas de Lord Shackleton



SAEEG



César Augusto Lerena*

En 1848 Sir William Molesworth, quien en 1855 sería el secretario de Estado para las Colonias del Reino Unido, decía: «En las miserables islas Malvinas, no se da el trigo, no crecen árboles, están abatidas por los vientos; desde 1841 nos costaron 35 mil libras, sin retorno ni beneficio alguno. Decididamente, soy del parecer que esta inútil posesión se devuelva, desde luego, al Gobierno de Buenos Aires, que justamente la reclama».

Pasarían 128 años para que los británicos se dieran cuenta que la riqueza estaba en el mar y no en las islas, cuestión, que los gobernantes argentinos siguen sin entender. El 3 de enero de 1976 llegaba a Malvinas Lord Shacketon y seis meses después, el 21 de julio, el Foreign Office presentaba en 450 páginas el relevamiento sobre la pesca, la producción lanera, el petrolero y la minería, informando que en un radio de 200 millas de Malvinas podrían encontrarse “uno de los mayores recursos mundiales de proteínas” y decía que solo la “pescadilla azul” representa el volumen total de la pesca del Reino Unido. Para ese entonces en las islas ya se pescaba bacalao, polaca, merluzas varias, abadejo y calamares; especies que, hasta nuestros días, son explotadas ilegalmente en Malvinas, extrayendo un promedio de 250 mil toneladas anuales.

Las recomendaciones de Shackleton fueron suficientemente estimulantes para justificar la continuidad de la invasión británica en Malvinas, ya que si bien la actividad pesquera argentina en el continente estaba iniciando su producción industrial y el comercio exterior, las capturas nacionales en el extremo sur eran casi inexistentes. El total de las exportaciones pesqueras argentinas en 1976 alcanzaban solo las 113 mil toneladas, mientras que el promedio de extracción pesquera de los buques extranjeros en Malvinas ―como dijimos― ya era de 250 mil toneladas/año.

Todo estaba por hacerse en materia pesquera en la Argentina y el informe inglés ya lo precisaba respecto a Malvinas. Podríamos mencionar, sin demasiado detalle, que a falta de pescado el rey de España Carlos IV en 1789 había establecido una pesquera en Puerto Deseado. Por su parte, en 1904 comenzó a operar la Compañía Argentina de Pescado S.A. en la isla San Pedro (Georgias del Sur) para la caza de ballenas; en 1914 se instaló la primera fábrica de conservas de pescado en Puerto Madryn y hacia 1948 se iniciaba esta actividad en Mar del Plata. Con el aporte de familias belgas, italianas y españolas en la década del 60 se incrementaba el consumo de pescado en el país y en la década del ‘70, como producto de la demanda externa, la exportación de productos pesqueros congelados provocó la construcción de plantas de fileteado, cámaras, etc., y el cambio de buques costeros por fresqueros de altura y congeladores y aún, con vaivenes, se inició el gran desarrollo industrial y exportador desde Mar del Plata, comenzando a radicarse también industrias en la Patagonia.

José Enrique Greño Velasco, al respecto nos dice: «Para el Reino Unido, ante el fracaso de poner el pie en el continente, Malvinas representa su único punto de apoyo para la continuación de los empeños en lograrlo». Por su parte, Oscar Cosentino, entiende: «Es todavía más importante negar al enemigo el uso de estas Islas».

¿Ignorancia de la diplomacia argentina? En Ginebra en 1988, el Canciller Caputo y el embajador García del Solar con el embajador británico Crispín Tickell (todos fallecidos) acordarían en las negociaciones previas a “los Acuerdos de Madrid” ―que cerró en 1989/90 Cavallo― no hacer mención a la cuestión pesquera, la que consideraban una cuestión menor. Craso error. Sobre ello el director británico de pesca en Malvinas John Burton expresó: “sin la pesca no hubiésemos subsistido en las islas” (El Cronista, 14/03/2012). No parece que ninguno de los negociadores argentinos, hubiesen leído el Informe Shackleton ni conociesen las estadísticas pesqueras publicadas por los isleños, ni tampoco este documento, que promovía “convocar a una Convención Internacional para controlar las pesquerías en el Océano Austral”.

La delegación argentina no tuvo expertos en pesca. A Cavallo lo acompañó el embajador Aldo Dadone, vinculado al affaire IBM-Nación. En un extremo la posición británica, que tomaba posesión del lugar y trabajaba para que su ocupación sea sustentable y en el otro los funcionarios argentinos, ignorantes y/o sumisos, sellaron los execrables Acuerdos de Madrid que contribuyeron, desde 1989 hasta ahora, a consolidar la posición británica en Malvinas y, llamativamente, ninguno de los Cancilleres y sus sucesivos Secretarios del área se han animado o querido denunciarlos, a pesar del avance territorial marítimo e insular argentino por parte del Reino Unido, que la lleva a tener invadidos 1.639.900 Km2 de los 11.410 Km2 que ocupaban en 1982 y a explotar a través de licencias ilegales otorgadas a buques extranjeros nuestros recursos pesqueros, a la par de realizar exploraciones petroleras y mineras. Todo ello, en abierto atentado a la Constitución Nacional, la ley 17.094 y pesqueras de esa época y, muy importante, el Reino Unido violaba la Resolución de la ONU 31/49 (1/12/1976) que instó a las partes a abstenerse “de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales mientras las islas estén atravesando por el proceso recomendado en las resoluciones de la ONU” y en relación a la Res. 37/9 del 9/11/1982, posterior a la guerra de Malvinas, que reiteró “el pedido de reanudar las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica a la disputa de la Soberanía”.

Respecto a los hidrocarburos, el experto Richard Johnson, del equipo de Shackleton, confirmó la presunción de existencias de petróleo en el área y, precisó que “por encontrarse en una zona política y, por el elevado costo de producción, sería necesaria la cooperación argentina, porque existiría escasa probabilidad comercial en la emisión unilateral de licencias del Gobierno británico” y recomendó el traspaso a la corona británica de los derechos mineros y “de la plataforma continental” y propició asociarse a la Unión Europea previo a cualquier negociación con Argentina. Todo, ejecutándose. Hoy el Reino Unido, efectúa exploraciones petroleras, licita la explotación de oro; nos disputa 1.430.367 km2 de la plataforma continental extendida y controla el Atlántico suroccidental, los accesos a la Antártida y los océanos Pacífico e Índico.

El informe también aconseja vuelos directos a Malvinas y una estrecha cooperación con Argentina y entiende que «cualquier nuevo programa de desarrollo económico de las islas, especialmente en lo relacionado con los recursos marinos, deberá buscarse la cooperación e incluso la partición de Argentina». Ello se alcanzaría con la Declaración conjunta de Argentina y el Reino Unido de los Acuerdos de Madrid I y II.

Este último consejo de Shackleton es muy llamativo, porque la Argentina ya venía dando fuertes muestras de cooperación unilateral desde el gobierno de facto de Lanusse, a partir de la Declaración Conjunta del 1° de julio de 1971 argentino-británica ―con participación de los isleños― que establecía la provisión de documentos sin nacionalidad, la exención de impuestos, servicios marítimos británicos y aéreos de LADE entre las islas y el territorio continental, la construcción argentina del aeropuerto y un servicio transitorio de vuelos con hidroaviones, servicios de correos y abastecimientos de productos de YPF y otros aportes de Argentina, que además cooperaría en materia agropecuaria y de salud y otorgaría becas y asientos en las escuelas del continente a residentes de las islas. Un “plan que aprobaría José Martínez de Hoz ante la Confederación de la Industria Británica” (José Enrique Greño Velasco, 1977) y que también ponderaría el miembro del Consejo Nacional de Malvinas (Ley 27.558) Marcelo Kohen que en 2018 propuso a los isleños un referéndum de soberanía.

Estos aportes no contaron con ninguna contraprestación británica y se ratificaron en los Acuerdos de Madrid donde, entre otras cosas, se investigó en forma conjunta la pesca; el Pacto de Foradori-Duncan de 2016 que habilitó vuelos a San Pablo, uno de los centros de mayor consumo y distribución de alimentos al mundo y el ofrecimiento de la Cancillería “consensuado por el Consejo Nacional de Malvinas” (así refiere el Comunicado de Prensa de Cancillería 08/12/2021) de vuelos humanitarios en 2021 desde Malvinas al territorio continental argentino, que fue rechazado por los isleños, en una nueva muestra de la errónea política argentina que hace saltos al vacío sin red.

El propio lord Shackleton deja traslucir el compromiso de los ingleses con los isleños: “no habrá transferencia de soberanía contra sus deseos”, sin embargo, duda de las capacidades británicas: «la cuestión de la soberanía pende sobre nuestro informe como sucede con las propias islas, y la falta de un arreglo bien podría inhibir el pleno desarrollo de las islas». Pero, las sucesivas políticas argentinas de promoción de un hipotético diálogo con los británicos, de cooperación unilateral y de apoyo teórico de terceros países, descartaron toda acción destinada a debilitar la situación económica y social de los isleños y, por el contrario, mantuvieron la autorización de los vuelos de LATAM desde las islas a Chile; no impidieron el tránsito de buques con las capturas ilegales de Malvinas ni sancionaron a los buques extranjeros que pescan en Malvinas (Ley 24.922); no acordaron con Uruguay la prohibición del uso de sus puertos a los buques que realizan pesca ilegal en la región, etc.

Claro, en materia pesquera, aún la Argentina mantiene vigente el Acuerdo de Madrid I (17-19/10/1989) en especial la decisión británica de mantener la “zona de conservación” (punto 6); el “intercambio de informaciones, medidas de cooperación y medidas de conservación” (punto 10) y el Acuerdo de Madrid II (14-15/02/90) en particular del punto 7 (Informe del “Grupo de Trabajo argentino-británico sobre pesca”, Paris 18-19/12/1989); intercambios de informes pesqueros, exploración de posibilidades de cooperación y conservación; el punto 8 (establecimiento de un “Grupo de Trabajo sobre Asuntos del Atlántico Sur”); el punto 11 (factibilidad y conveniencia de un Acuerdo General de Cooperación) y, complementariamente, el punto 12 (Acuerdo de Promoción y Protección de Inversiones) y el punto 13 (eliminación visado para ingresar al territorio del otro) que no contempló la eliminación de visa para el ingreso al territorio argentino de Malvinas.

El Reino Unido entendía como “no vinculante” el Informe Shackleton, sin embargo, éste pareció ordenar todas las acciones posteriores de la Cancillería Argentina y no se entiende que pese a las violaciones del Reino Unido de la Res. 31/49 de las Naciones Unidas, los Acuerdos de Madrid sigan vigentes.

“Nada se produce por generación espontánea” (Louis Pasteur, 1862).

miércoles, 31 de marzo de 2021

El peor gobierno de la historia piensa remover todos los acuerdos en situación de completo desarme

Malvinas: el Gobierno argentino evalúa rescindir acuerdos históricos con el Reino Unido

Alberto Fernández buscaría dar un golpe de efecto en la opinión pública para intentar conquistar a un sector del electorado que le resulta esquivo: nacionalistas, ex combatientes y militares. Los pactos de Madrid (I y II) y la hoja de ruta Foradori-Duncan, en la mira de la Cancillería
Por Laureano Pérez Izquierdo || Infobae

Nota del editor: Independientemente de la opinión de los acuerdos de Madrid, no puede ser que está gente que todo lo que toca lo convierte en mierda se meta a mejorar esta situación.



El canciller Felipe Solá (que no sabe inglés) y el presidente argentino, el testaferro lobista Alberto Fernández, durante una gira. Ambos evalúan eliminar acuerdos estratégicos firmados hace 30 años con el Reino Unido

El gobierno de Alberto Fernández evalúa por estas horas ejecutar un golpe de efecto de consecuencias inciertas: rescindir definitivamente los avances bilaterales que se firmaron en los últimos 30 años en materia de relaciones diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido, vínculo roto tras la guerra de Malvinas de 1982 y recompuesto ocho años después.

La administración kirchnerista -bajo el consejo del Ministerio de Relaciones Exteriores- pretendería así ganar algo de simpatía en parte de la población, sobre todo en aquel público esquivo en el cual se cuentan militares, un núcleo afín de ex combatientes y sectores nacionalistas, de mayor sensibilidad sobre la soberanía de las islas.

Fuentes diplomáticas confirmaron a Infobae que el análisis del gobierno radicaría en utilizar la fecha de la recuperación de las Malvinas -2 de abril- para realizar el anuncio. Así se daría marcha atrás con los acuerdos de Madrid I y II (febrero de 1990) por los cuales se retomaron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Gracias a ambos acuerdos, se conformó una comunicación continua de consulta entre Buenos Aires y Londres para normalizar los lazos y, en especial, la situación del Atlántico Sur. Además de cuestiones políticas y militares, el pacto abarcaba también temas referentes con la pesca y otros sectores económicos, para evitar litigios y conflictos futuros.

Por su parte, el entendimiento bilateral firmado el 13 de septiembre de 2016 y conocido como Foradori-Duncan -por los nombres del ex vicecanciller argentino Carlos Foradori y el ministro de Estado para Europa y las Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth, Alan Duncan- también está en la mira de Fernández y sus asesores más próximos. Que esa hoja de intenciones haya sido emitida durante la gestión de Mauricio Macri le permitirá al gobierno argentino imprimirle un sesgo de carácter épico a la decisión. En el Palacio San Martín ríen por lo bajo: “Van a derogar un comunicado de prensa”.

Sin embargo, cerca de la Casa Rosada se ilusionan: “Derogar esos acuerdos lo revindicaría (al Presidente) con los argentinos y, sobre todo, la Causa Malvinas. Es un acto administrativo que tiene una gran repercusión política para el mundo, para los militares y retirados argentinos, para los veteranos. Además, todo el pueblo nacionalista lo apoyaría”.

En despachos gubernamentales creen que pelearse en este momento con el Reino Unido es una buena idea. A esa estrategia se le suman los desaires a los Estados Unidos, Chile, Brasil y Uruguay, y a su cada vez mayor proximidad con Caracas. El último guiño fue el portazo al Grupo de Lima. Según los cálculos oficialistas, la movida podría fortalecer la identificación con el ala dura de la alianza gobernante a la que se agregarían nuevos sectores de la sociedad, en momentos en que se evidencia una crisis política profunda, falta de respuesta ante la pandemia, un debilitamiento institucional y una marcha alarmante de la economía.

Déjà vu nacionalista

Entre los argumentos que exponen los detractores del pacto, figuran que el documento firmado por el entonces gobierno de Mauricio Macri no pasó por el Congreso Nacional y que los puntos tratados solo favorecen a la posición británica y que por tal motivo debería derogarse. Dos de las voces que más se opusieron a este acuerdo son las de la ex senadora por Río Negro Magdalena Odarda -en el presente presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas- que presentó un proyecto de ley para derogarlo en 2019 y del secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus.

En septiembre de ese mismo año 2019, Filmus escribió una columna de opinión anunciando las que serían bases de su trabajo en la Cancillería: “Estamos convencidos de que en el próximo gobierno la Cuestión Malvinas volverá a ser una política de Estado. Con esa convicción, las argentinas y los argentinos seguiremos reclamando por la vía diplomática y pacífica nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas, Georgias, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. El siglo XXI no da lugar a que continúen vigentes situaciones tan anacrónicas e injustas como el colonialismo”. El ex ministro de Educación reprochaba al saliente gobierno de Macri haberse sometido a los pedidos de la por entonces primera ministra Theresa May.

Andrés Cisneros, uno de los diplomáticos de mayor trayectoria de la Argentina, recordó a Infobae cómo se diseñaron los acuerdos alcanzados con el Reino Unido durante los primeros meses de la administración de Carlos Menem. En aquel entonces era el vicecanciller de Guido Di Tella. También explicó que gracias a esos tratados se consiguieron progresos en varias áreas, luego dinamitadas por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y Macri.

Cisneros remarcó que si bien en el sector petrolífero no se registraron mejoras -por los altos costos de producción-, sí se consiguieron logros en recursos naturales pesqueros. “En pesca nos fue mejor, y por algunos años compartimos bastante equitativamente el recurso. Luego vino el kirchnerismo, cesó de aplicar el acuerdo y ahora los ingleses se llevan todo. La conexión aérea fue un progreso, luego torpedeado por las administraciones kirchneristas y mal rematado en el período de Macri”.

Para el embajador de carrera Roberto García Moritán, de confirmarse esta maniobra se pondría de manifiesto la “improvisación y falta de experiencia” en materia exterior de la actual cancillería. “Yo en estos temas tan sensibles como Malvinas prefiero la serenidad. Una relación tan compleja requiere de un momento de mayor tranquilidad, más que de agitar aguas y demoler, es más fácil que construir”, expresó en diálogo con Infobae.

García Moritán cree que no sería oportuna una rescisión de aquellos acuerdos, sobre todo los de Madrid. “Madrid I estableció la reanudación de las relaciones diplomáticas y consulares. ¿Se suspenden las relaciones diplomáticas?”, se preguntó. Además, se mostró preocupado por la posibilidad de que la toma de decisiones en cuestiones de política internacional estuviera manchada por temas domésticos. “Sería una pena mezclar temas locales con temas tan importantes”, advirtió.

Si ahora terminan cortando todo, los que van a celebrar son los ingleses: sus futuras entradas al continente ya no tendrán que ser a través de Argentina sino que podrán volar y comerciar aún más con cualquiera de nuestros vecinos”, dijo por su parte Cisneros. Para el ex hombre fuerte del Palacio San Martín “esta medida cancelatoria empalma como un guante con el resto de una política exterior aislacionista, patriotera y demagógica. Todo el mundo lo estaba esperando”.

Desde el Reino Unido, la potencial medida de la actual administración es vista como un déjá vu de la trágica decisión tomada por el ex dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, quien ordenó la invasión a las islas hace 39 años. “Si el gobierno argentino deroga estos acuerdos representaría un serio paso para atrás en las relaciones entre los dos países y para las posibilidades de un acuerdo eventual”, dijo a Infobae el experimentado diplomático británico Dudley Ankerson, quien fuera miembro del Servicio Diplomático de Reino Unido de 1976 a 2006.

“Supongo que el presidente Fernández, bajo la influencia de CFK (Cristina Fernández de Kirchner), va a tratar de utilizar el tema de las Malvinas para distraer la atención del público de los problemas de su gobierno, igual a lo que hiciera Galtieri y la Junta en 1982″, remarcó el embajador mientras disfruta de sus vacaciones. Para Ankerson, “la mejor esperanza para la Argentina de conseguir la soberanía sobre las islas a largo plazo sería ganarse la buena voluntad de los isleños. Esto ha sido el caso siempre”. Sin embargo, la estrategia de la Casa Rosada en la actualidad se basaría en caminos más hostiles hacia sus habitantes.

Los acuerdos de Madrid

Desde tiempos inmemoriales, todo país que pierde una guerra comienza la recuperación tratando de reinstalar la situación previa a ella. (Raúl) Alfonsín no había puesto punto final al Estado de guerra y comenzamos por declararlo, por volver a mantener relaciones diplomáticas con el Reino Unido”, indicó Cisneros al hacer un balance de ese tiempo de estrategia exterior.

Cisneros recordó que en aquella época -tal como ahora- muchos protagonistas de la vida política argentina “seguían batiendo el parche del patrioterismo y la demagogia que a nada condujo nunca más que al engaño de la gente”.

Nuestra visión era que llegaríamos más rápido a un arreglo definitivo con los ingleses, satisfactorio para ambas partes si en lugar de insultarnos iniciábamos tareas cooperativas que exhibieran al mundo una actitud distinta de la de Galtieri y permitieran ir pavimentando el camino de esa solución definitiva”, subrayó. “Los acuerdos que ahora se amenaza cancelar fueron un intento en esa dirección. ¿Fueron perfectos? No. ¿Se pudo haber conseguido más? Tal vez, pero no se obtiene demasiado luego de una guerra iniciada por nosotros mismos y que, encima, perdimos”, añadió.

Hoy, esos avances están cerca de ser dinamitados por una nueva especulación coyuntural. La cancillería que conduce Felipe Solá busca exhibir un “logro” en la arena internacional con una maniobra que deterioraría las relaciones con el Reino Unido. Rescindir los acuerdos de Madrid dejaría al país a las puertas de la ruptura diplomática con Londres. Derogar un comunicado de prensa, un homenaje al teatro del absurdo. La original heterodoxia diplomática del gobierno de Alberto Fernández podría desembocar en un último empujón al aislamiento final al que se conduce la Argentina.