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martes, 30 de enero de 2024

Cada vez más cerca volver a tener el Aermacchi de Crippa

Recuperar un avión de Malvinas: un sueño que podría hacerse realidad en Sunchales

Radio Rafaela






Desde la pintoresca localidad de Sunchales, ubicada a 135 km de la ciudad de Santa Fe y a 270 km de Rosario, surge una historia que rememora uno de los capítulos más sentidos de la historia argentina: la Guerra de Malvinas.

En diálogo con Cadena 3, Osiris Trossero, director de Relaciones Públicas y Servicios al Productor y Asesor de Seguros de Grupo Sancor Seguros, compartió detalles emocionantes sobre una campaña comercial en la costa y un proyecto ambicioso que podría materializarse en los próximos meses: la repatriación de un avión que participó en el conflicto bélico de 1982.

“Estimamos que junio podría ser el mes en el que el avión llegue a Sunchales”, mencionó con optimismo. Trossero destacó la importancia de la colaboración entre diversas entidades para hacer realidad este proyecto.

Además, Owen Crippa, piloto del avión durante el conflicto bélico (distinguido con la llamada “Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”), compartió sus experiencias y sensaciones al respecto.

Con voz emocionada, rememoró los momentos de combate durante la guerra y expresó su deseo de ver el avión de regreso en suelo argentino. “Es un sueño muy grande, pero aquí en Sunchales comenzamos a soñar y las cosas se hacen”, afirmó con convicción.

El conmovedor relato de Crippa no puede sino contagiar la intensidad de sus recuerdos y la trascendencia histórica de su labor como piloto. Fue el primer argentino que atacó en soledad a la poderosa flota inglesa, el 21 de mayo de 1982. Este hecho le valió la más alta condecoración militar que otorga Argentina.

El avión en cuestión es un Aermacchi, el 4 Alfa 115, parte de la primera escuadrilla de ataque de la Armada Argentina. Crippa describió con detalle su participación en el conflicto, desde los momentos de tensión hasta el valiente acto de enfrentarse a la flota enemiga.

El proyecto de repatriación del avión no solo representa un acto de memoria y homenaje a los héroes de Malvinas, sino también una oportunidad para preservar la historia y fomentar el orgullo nacional.

Fuente: Movil Quique

sábado, 30 de mayo de 2020

Darwin: Homenaje al Tte Fragata (PM) Daniel Enrique Miguel

Homenaje al Tte Fragata (Post Mortem) Daniel Enrique Miguel




Los integrantes del INSTITUTO AERONAVAL queremos rendir nuestro más sincero homenaje al Teniente de Fragata (Post Mortem) Daniel Enrique MIGUEL, a los 38 años de su fallecimiento en combate.



Compartimos el relato del Capitán de Navío (RE) VGM Carlos Alberto MOLTENI (Comandante de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque en 1982).

Durante todo el 27 de mayo intentamos recuperar el avión con falla eléctrica; usamos para ello los repuestos que teníamos más los que ordené sacar de los dos aviones averiados (les sacamos casi todo lo "sacable" para utilizar si fuese necesario).

Esa noche, al regresar al pueblo, nos enteramos de las operaciones sobre puerto Darwin; nos imaginamos que la orden de alerta iba a venir a la madrugada siguiente...... y así fue.
Por lo que notamos, ya que la temperatura descendía cada vez más, el problema se centraría en las baterías, ya que si se enfrían demasiado no dan los 19 voltios necesarios para cumplir el arranque, por más que tengan un grupo de puesta en marcha exterior. Por lo tanto, optamos por sacar todas las baterías y llevarlas a dormir con nosotros, y les dimos el lugar preferencial al lado de la única estufa.
El 28 de mayo amaneció muy feo: la neblina y poca visibilidad eran una constante. Con el correr de la mañana mejoró un poco el tiempo, ya que se levantó un viento del oeste; antes de mediodía recibimos la orden de salir para dar apoyo de las tropas de puerto Darwin; un oficial de la Fuerza Aérea Argentina nos iba a controlar allí para el apoyo aéreo cercano.



Intentamos poner en marcha los motores, y solamente dos lo conseguimos, el Teniente de Corbeta Daniel Miguel y yo; al Teniente Giretti le falló el arranque y comenzó un cambio de baterías. Por la premura del apoyo solicitado, ordeno la salida de dos aviones y no esperar al tercero; no bien despegamos y cumpliendo la navegación prevista, observé que la mejora del tiempo en Puerto Argentino no se extendió hacia el oeste. Nuestra navegación era rasante y casi en la línea de costa; íbamos a entrar a la zona de combate con un rumbo general norte, Aproximadamente a dos minutos de llegar a la zona de objetivos enlazo con el control de la Fuerza Aérea Argentina para que designe blanco; su contestación fue que saliéramos de allí porque el tiempo había cerrado completamente el área. En el giro que hicimos con Miguel volamos diez segundos por instrumentos (sin ver) en vuelo rasante; ganamos muy poca altura ya que había unidades navales inglesas y sabíamos que al radar y a los misiles no les importa la meteorología. Arribamos sin problemas a Puerto Argentino y nos aprovisionamos para otra salida.



Entre las 12.00 y las 15.00 observamos una rotación del viento en la pista; se puso cruzado y con gran intensidad. Era absolutamente imposible nuestra operación allí, ya que el día anterior habíamos "limpiado" solamente el ancho de una laja (5 metros aproximadamente) y el control del avión se hacia difícil operando dentro de los límites de viento previstos para la utilización de los Macchi, imposible fuera de ellos.
Después de las tres de la tarde se nota una nueva rotación hacia la pista, por lo que ordeno salir. En esta misión volvemos a salir el teniente Miguel y yo, ya que no se reparó la falla del avión del Teniente Giretti.
Hacemos la misma navegación y, próximos al objetivo, nos comunicamos con el control de la Fuerza Aérea Argentina; el tiempo estaba un poco mejor, por lo menos había visibilidad horizontal.
Allí se nos indica un punto notable y un área de posiciones enemigas. Elevo un poco mi avión para entrar en corrida de cañones y cohetes, me comunico con el Teniente Miguel para ver si había identificado el blanco ordenado y después de su respuesta afirmativa, abro fuego sobre unas hondonadas donde aprecié las posiciones inglesas más próximas a nuestra primera línea.
Descargo todas mis armas (me quedé sólo con el 50 por ciento de cañones aproximadamente); en esa corrida y durante mi escape observo por un instante como un "globo naranja” en tierra, interpreto que puede ser un misil y automáticamente corto motor y cambio mi giro hacia él, para luego volver a girar pegándome al suelo.



Al finalizar esa maniobra oigo que el control de la Fuerza Aérea Argentina me dice: "escape, escape, le dieron a su numeral"; desesperado pregunto si vio eyección y me contesta que no.
En ese instante me sobrevino una peligrosa depresión; siempre en las relaciones con personas uno tiene con algunas muchas afinidades en carácter y personalidad. Con el teniente Miguel yo sentía eso; por eso sufrí como un desgarro en lo más íntimo de mi ser. Volví a preguntarme ¿por qué? Me surgió la imagen de su novia que, cuando fue a despedirlo a Buenos Aires le dijo: "Cuídense", y el gordo le contestó: "Si no me avisabas, no me daba cuenta...". Se iban a casar dentro de pocos días, pero Dios no lo quiso.
En mi vuelo de regreso a Puerto Argentino tuve una continua visión de todo lo que habíamos compartido, de su buen humor (que nunca perdió), de su coraje, de su carácter que todo lo volvía fácil, de su corta edad y de su futuro trunco. No tuve dudas de que el fin había sido rápido, ya que habíamos entrado en un embudo de proyectiles, viendo pasar las trazadoras de las ametralladoras que convertían eso en lo más parecido al infierno.
Cuando aterricé me estaba esperando todo el grupo de la escuadrilla, y nuestra comunicación fue un respetuoso silencio. El Teniente Henry, (compañero de Miguel), en una explosión de llanto, me preguntó si había visto alguna eyección ...



Cuando comenzó a hacerse de noche fui hasta el Comando en el pueblo y allí me enteré de que Puerto Darwin se perdía. ¡Qué desazón y qué impotencia se siente cuando uno realizó esfuerzos, vivió tensiones extremas, hizo lo mejor que pudo y el resultado es negativo! Y además: ¡qué exigencias presenta la guerra, en la cual hay frustraciones que hay que superar rápidamente, para convencerse y convencer de que la próxima vez no será así!

Un joven Héroe nos dejó

“Coquito”, como lo llamaban los que compartiron su formación en la Escuela Naval Militar y en la Escuela de Aviación Naval (1980), fue una persona que se caracterizaba por su alegría y bondad, alguien muy fácil de tratar y querer. De carácter inquieto y ocurrente, dedicado y con un objetivo bien definido, ser un “marino con alas”.



En el año 2000, en una zona rural de la Patagonia llamada Treorcky, cerca de la ciudad de Trelew en el valle inferior del río Chubut, la Escuela Provincial Nro 55 con 100 alumnos decidió incorporar el nombre de nuestro héroe como homenaje y reconocimiento a la memoria de un joven de 24 años que guardaba un enorme coraje en su alma de marino y que quedó como custodio eterno en nuestro suelo malvinense.

viernes, 3 de agosto de 2018

Arte: Ataque de Crippa al Argonaut

Pintor italiano refleja el ataque de Owen Crippa





"ATTACCO DEL TENENTE DI VASCELLO OWEN CRIPPA ALLA FREGATA H.M.S. ARGONAUT"
Baia San Carlos, 21 maggio 1982
Olio su tela 60 x 80 cm. (2018)
Collez. Famiglia Crippa, Argentina

domingo, 10 de diciembre de 2017

Identifican al aviador naval Miguel, héroe de Darwin

Los restos del Tte. Daniel Miguel fueron identificados tras 35 años




En las últimas horas ha sido confirmada oficialmente la comunicación a la familia del Teniente Daniel Miguel, piloto de la Fuerza Aeronaval durante la Guerra de Malvinas, que sus restos fueron identificados en el proceso llevado a cabo por la Cruz Roja Internacional en el cementerio argentino de Darwin.
El puntaltense, héroe de la Nación Argentino, falleció en combate al ser derribada su avión mientras cumplia una misión en el teatro de operaciones Malvinas, en 1982.
El teniente de fragata post mórtem Daniel Enrique Miguel nació en Punta Alta el 19 de noviembre de 1957. Comenzó sus estudios en la Escuela Nº 99 (hoy Escuela Nº 23), y pasó luego por el excolegio Nacional y en ambos establecimientos dejó grabada en la memoria de sus compañeros y docentes su imagen bondadosa y siempre alegre.
En 1975 ingresó como cadete en la Escuela Naval Militar, donde sus compañeros pronto lo bautizaron “Coquito”. Inquieto, locuaz, gracioso y feliz fueron características de aquel muchacho puntaltense que comenzaba a desplegar sus alas. Aquellos que lo conocieron en la escuela recuerdan su gusto por la música y el yachting y su afable compañía en los días de descanso. Además, vieron cómo día a día se convertía en el hombre que en la guerra con Gran Bretaña por las islas Malvinas demostraría el valor que llevaba en su alma.



Comenzaba la década del 80 cuando a Daniel Miguel le dieron sus merecidas “alas”, distintivo del aviador naval. Y mostrando sus dotes de piloto, ingresaba en 1981 a la Primera Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque (EA41). Su sueño se materializaba poco a poco. Con su esfuerzo había logrado lo que siempre había querido: convertirse en piloto de avión escribiendo en el cielo su historia, su vida y su pasión. Tenía 24 años y comenzaba a bosquejar su futuro, preparando los detalles de su boda.
Pero un 25 de mayo de 1982 tuvo que poner rumbo al sur con su avión Aermacchi. La Patria le pedía que protegiera la soberanía sobre las Islas Malvinas. El 28 de ese mes, cerca del mediodía, el comandante de la EA4, entonces capitán de corbeta Carlos Molteni, recibió la orden de efectuar una misión sobre Puerto Darwin para dar apoyo a las fuerzas argentinas que defendían esa posición. Daniel Miguel lo secundaría. El teniente subió a su avión, rodó hacia la cabecera de la pista y esperó la orden de despegue. Hasta que se escuchó la voz de Miguel: “En el aire”



La meteorología empeoraba a medida que se acercaban al objetivo. Les ordenaron regresar porque la visibilidad era nula. Ya a las 15:30 horas, todo estaba dispuesto para una nueva salida, pero otra vez el tiempo les jugó una mala pasada: un fuerte viento les impidió despegar. Sin moverse del lugar en donde estaban, esperaron las condiciones propicias, que llegaron una hora y media después. Bien pegados al terreno, volando a muy baja altura, los dos Aermacchi se dirigieron hacia su objetivo: la posición de la Infantería británica en una hondonada frente a la escuela de Darwin.
“Sus últimas palabras quedaron grabadas para siempre en mis oídos”, contó el suboficial auxiliar de la Fuerza Aérea Norberto Bazaéz, que fue en ese momento director de tiro ECO. “Allá voy” respondió el teniente Miguel cuando le asignaron el objetivo por radio. Fueron apenas segundos en los que el valor del teniente Miguel lo llevó a cumplir con la que sería su última misión: defender a un grupo de soldados argentinos que resistían en Darwin y Pradera del Ganso. Su avión no logró atravesar un denso fuego antiaéreo y fue derribado. Mientras, su compañero Molteni, logró evadirlo y regresar a salvo a Puerto Argentino.
“A pesar del tiempo transcurrido siempre me acuerdo de él, de esa personalidad contagiosa, de su valentía, de su compañerismo.....era un tipo fácil de querer. Lloré mucho.... mientras me decían "escape… tiene harrier arriba". En ese momento no me importaba… solo pensaba en él”, recuerda el capitán Molteni.

El Rosaleño

jueves, 23 de junio de 2016

Owen Crippa recuerda su inolvidable 21 de Mayo

Malvinas: el otro vuelo de un halcón


Autor de una maniobra en combate única. Estuvo en la región y habló sobre la “desmalvinización”

Federico Aríngoli
federico@rionegro.com.ar
Río Negro





“Fui a dar una charla a un colegio y me dijeron: ‘No vaya a hacer una apología de la guerra’. Estamos locos si alguien que estuvo en la guerra va a venir a hacer una apología de la guerra. Nadie mejor que el que la sufrió para decir: muchachos si la podemos solucionar de otra manera, mejor”.

La reflexión sale de Owen Crippa quien tiene (entre otras condecoraciones) la Cruz al Heroico Valor en Combate por realizar, con un avión liviano (AerMacchi MB339), un ataque aéreo que se estudia en todo el mundo y que sirvió para que Argentina pueda repeler el desembarco de la flota inglesa en la bahía de San Carlos, el 21 de mayo de 1982.

Hace unos días estuvo en la región contando sobre lo que fue Malvinas pero, fundamentalmente, buscando dejar un mensaje “para que nos volvamos a encontrar los argentinos”.

P- ¿Cómo fue el pos-Malvinas?

R- Para los veteranos fue espantoso. Un desentendimiento total no solamente de las organizaciones militares y las políticas, sino de la sociedad en general. Toda la prensa, buenos periodistas y buenas personas, se dejaron llevar por la propaganda inglesa y hasta hoy escucho que hay periodistas que utilizan los tips que dejó la publicidad inglesa.

P- Qué es la “publicidad inglesa”.

R- Cuando (Winston) Churchill (nieto) dice: “Hay que revolcarlos en el barro de la humillación”. Los ingleses no son improvisados. Tienen bien claro que fue una guerra de interés geopolítico para la OTAN. A tal punto que un historiador llama a la guerra de Malvinas como la última batalla de la Segunda Guerra Mundial, porque si hacés un análisis global rápido te das cuenta de que en esa época hay cambios en el orden mundial.

P- ¿Fue el mensaje de los chicos con hambre y frío?

R- Entró ese mensaje. Los pobres chicos que no tenían nada. Los soldaditos explotados por la dictadura. Y hubo de todo. Hubo comportamientos excelsos y hubo basuras, pero la guerra es así.

P-: ¿Pero cómo llegaron?

R- Los pilotos llegamos bien. Estábamos a nivel de cualquier piloto de cualquier país del mundo.

P- ¿Y en tecnología?

R- Los (aviones) Super Etendard no los tenía nadie en el mundo. Tenían un sistema de misil inteligente que nunca se había aprobado en el mundo. Lo habíamos pagado a Francia pero los técnicos no bien empezó la guerra se vuelven a su país. Cuando empieza la guerra los ingleses le preguntan a los franceses, esto nos lo cuentan ellos: ¿Ustedes les habilitaron los sistemas de armas de los Super Etendard? No. ¿Ustedes piensan que los van a poder poner en funcionamiento? No. Cuando se produce el hundimiento del Sheffield, tuvieron conciencia de que los argentinos no somos tan incapaces.

P- ¿Hubo algunos cambios en estos años?

R- Sí, gracias al trabajo de los veteranos, que se fueron organizando pese a todos los contratiempos. También a la gente que nos acompaña y nos apoya. Todavía hay algunos gobernantes que vienen a sacarse la foto el 2 de abril y después desaparecen.

P- ¿Se superó lo que llaman desmalvinización?

R- El tema de la desmalvinización, donde se busca mezclar todo, es que no nos damos cuenta de que los últimos 60 años a esta parte los hemos gastado en peleas internas y discusiones estériles. Peleándonos entre nosotros y dejándonos llevar por esta publicidad inglesa que viene desde el inicio de nuestro país. Como veteranos nos planteamos varios objetivos y uno de ellos es tratar de llevar un mensaje para que nos volvamos a encontrar los argentinos. Yo jamás hablé de desmalvinización, yo hablé de desargentinización.


P- Contabas que tienen relación con veteranos ingleses. Cómo surge.

R- Las primeras entrevistas que a mí me hicieron después de la guerra, ya estando retirado, no me las hicieron periodistas argentinos, vinieron periodistas ingleses. Eso te da la pauta de la importancia que le daban en el extranjero.

P- ¿Y cómo ven la guerra?

R- El piloto al que yo no le tiro, le apunto y después decido ir por un buque, cuando lo vi por primera vez me dice: “Tomaste una muy buena decisión (risas)”. Él me decía que estaba en el Mar del Norte y de imprevisto lo llevan a Inglaterra y de ahí a Malvinas. Me dice que no sabía dónde estaba. Pero contaban el apoyo de la OTAN.

P- ¿Volviste a Malvinas?

R- No quiero ir porque no quiero que firmen un pasaporte como si entrara a un país extranjero. No quiero que jamás un inglés diga: “Sí, usted reconoció que las Malvinas son inglesas”. No quiero. Los ingleses son muy taimados. Son hábiles. Piensan a 100 años y sus organizaciones y estrategias están pensadas a 100 años.

La actualidad de los veteranos

P- Decís que hay discriminación para los veteranos, por qué.

R- Por ley discriminan. Estos días que yo estuve acá y que siempre aprovecho para reunirme con veteranos. Analizo la ley de Río Negro y digo pucha, están discriminando a los oficiales y a los suboficiales. Y es terrible. No se dan cuenta que Río Negro la mayoría de sus muertos son oficiales y suboficiales. Y que, por ejemplo, tienen uno de los pilotos de combate más destacado de la Argentina que nació en Bariloche: Carlos Carvallo.

Por eso te digo hay que trabajar, hay que cambiar la manera de pensar. Por ejemplo en Santa Fe conseguimos una atención de trabajo para que puedan desarrollarse. Se logró que todos los veteranos de Santa Fe tengan, por lo menos, asistencia médica. En la provincia no tuvimos ningún suicidado post Malvinas y tiene 800 veteranos.

Una maniobra única


P- Cómo fue aquel 21 de mayo.

R- Yo salí ese día a atacar. Yo sabía que me iba a encontrar con buques, los que me mandan me dicen que no me iba a encontrar con buques. Pero una maniobra de desembarco anfibio implica un apoyo logístico importante. No se puede hacer esa maniobra sin barcos. Es una maniobra muy compleja y muy grande.

A tal punto que no me dejan armarme completo. Yo tenía cañones y cohetes. Lindo poder de fuego, pero no son para hundir un buque. Son para hacer daños menores, dejarlo fuera de servicio. Si con bombas, pero no me dejan que yo saque mis coheteras y ponga bombas. No me dejan.

Y me dicen que le tire a lanchones y helicópteros.

De hecho ni bien despego veo adelante un combate con un helicóptero quemándose y otro huyendo. Sospecho que eran propios y no les tiro, gracias a dios, porque eran propios.

P- ¿Es normal que salieras solo?

R- No, es anti doctrinario. Nunca se concibe la operación de un avión de combate en solitario. Siempre, mínimo son dos.

Qué pasa, nosotros (en ese sector) teníamos solamente dos aviones y uno había quedado sin servicio la tarde anterior porque cuando venían aterrizando y los Harriers nos venían persiguiendo, ametrallan y uno se va de pista con un impacto con una cubierta.

Es noche, el 20, nos quedamos trabajando en el medio de la nada, en el barro y entre las pierdas. Llovizna, viento, con linternas, pocas herramientas, un equipo de cuatro personas.

Terminamos como a las 12 de la noche y teníamos que caminar entre medio de las trincheras cuatro o cinco kilómetros.

Cuando llegamos al refugio y entramos sin santo y seña, nos podría haber matado nuestra propia infantería, nos encontramos con la noticia de que Esteban, que lo había mandado (Mohamed Alí) Saineldin, como observador de la zona de San Carlos, avisaba que veían entrar buques ingleses. Entrada la madrugada avisa que entra en combate con helicópteros ingleses y que se empieza a replegar. Después se perdió comunicación. Había que salir urgente.

Primero nos piden que les demos apoyo aéreo cercano, les explico que era imposible porque yo corría riesgo de matar a mi propia gente. Era mi especialidad, yo era especialista en ese tipo de ataque. Sabía que en esas condiciones no se podía hacer.

Me opongo. Me dicen que salga para ver qué pasaba y que tire solamente a lanchones y helicópteros. Pero que era prioritaria la información.

Salgo. Cuando quiero entrar a la bahía me encuentro con niebla. No puedo entrar, giro hacia el norte, pensando que me iba encontrar con los barcos mar afuera.

Salgo mar afuera y no encuentro ningún buque y pienso que era raro si hacían un desembarco, que no se vieran. Me confunde una roca que está en mar, que se llama roca Punta Remolinos, una piedra muy filosa que de lejos parece el perfil de un barco. Primero me confunde, voy volando y me doy cuenta que es una piedra, empiezo a entrar por el estrecho.

En esa parte, al norte el estrecho tiene 3 o 4 kilómetros, ni bien entro al estrecho veo sobre la otra costa veo un barco inglés, sigo y veo otro, pero de repente aparece un helicóptero en vuelo estacionario en la boca de la bahía. Yo no veía adentro de la bahía. Volaba pegado para que no me detecten los ingleses, entonces me preparo para atacar ese helicóptero. Apunto. Era como tirarle al blanco y cuando me desprendo de la loma ya veo muchos busques. Pero como ya estaba yendo en ascenso para tirarle al helicóptero, pienso que era más redituable dejar fuera de servicio un buque que derribar un helicóptero.

Pensá que yo estaba a 300 metros del helicóptero y volando a 600 km por hora. Asique entre que miro, tomo la decisión y giro, el avión mío avanzó mucho y la inercia me llevo a pocos metros del helicóptero. Ya con mi avión a 90 grados, veo el gesto del piloto que me ve, te lo juro. Hasta me sonrió y pienso “Dios no quiso que sea tu día”. Termino la maniobra y me enfrasco en atacar al primer buque.

Como nuestros aviones son convencionales, viste que a veces se escucha decir “eran suicidas los pilotos argentinos porque pasaban rozando arriba de los buques”. No hay otra forma de atacar con un avión convencional. Así ataques un buque, un tanque o un puente, tenés que pasar por arriba. No hay otra forma. Son bombas por gravedad, no guiadas.

Asi que le empiezo a tirar a un cañón. Vuela el cañón. Después de años me entero que ahí hubo dos ingleses heridos. Y ya empiezo a tirar a lo que nosotros llamamos arboladura, que son las antenas de radar, radios, equipos y la zona del puente de comando donde está el comándate con su equipo. Tiro y me encuentro que tengo que recuperar para no chocar las antenas. Ahí veo que está lleno de barcos adelante.

Que pienso, si yo ataco y después giro, quedo a merced del ataque de los otros buques. Un festival. Me bajaban como una palomita. Entonces se me ocurre meterme entre todos ellos.

La pensé ahí, pero no es una cuestión de valentía, es una cuestión supervivencia. Yo lo hice porque dije es la única forma de que yo salga de este infierno. Si hubiese hecho lo otro en vez de 623 muertos, hoy había 624. Y Dios quiso que saliera bien.

Fui escapando entre los barcos y yo sabía que cuando pasara el último me iban a tirar con todo, pero había un istmo que separaba a otra bahía. Y digo, listo cuando llego acá van a ser unos minutos que me van a tirar con todo, pero yo salto al otro lado y por lo menos pongo entre el avión y los barcos, un pedazo de tierra.

En esa última parte yo iba volando con mi mano en el bastón y con la otra en el accionador del asiento eyectable. Yo sabía que si me impactaban ahí yo no iba a tener tiempo para hacer otra cosa.

Cuando toco tierra, veo que el Fairline me tira un misil. Hago la maniobra de desenganche de misil tradicional. Vuelvo y salto al otro lado. Cuando llego al otro lado, que era la bahía de Ruiz Puente, me encuentro con más buques ingleses. Ya para esto la tierra abajo mío hervía de tiros.

Y fue saltando así y Dios quiso que no me toque ni una esquirla. Y antes de volver pienso, si vuelvo y digo que había muchos buques me van a decir “está bien Owen eran cuatro o cinco”. Y era lógico que lo piensen así porque si me hubiesen dicho a mí que ahí había más de cuatro o cinco buques yo les decía que estaban locos.

Asique gire, volví a otra posición mas arriba, y dibuje en mi anotador de rodilla la costa y fui posicionando los buques como estaban. Posicioné 13, en realidad había más, pero con eso volví a Puerto Argentino. Y atrás mío se largó todo el ataque que fue terrible, la tierra temblaba a kilómetros.

P- ¿Volviste a salir?

R- No me dejaron salir.

“Cuando llego al otro lado, que era la bahía de Ruiz Puente, me encuentro con más buques ingleses. Ya para esto la tierra abajo mío hervía de tiros”.
Crippa salió en solitario a hacer un relevamiento y se encontró con un desembarco. Atacó, escapó entre fuego enemigo y regresó con información.

Perfil de un aviador

Del campo a los cielos
Nació en 1951 en Colonia San Rafael, al norte de Santa Fe.
En 1969 entró a la Escuela Naval y 1975 fue trasladado a Trelew.
Fue el único que pasó de “exploración y guerra antisubmarinas” a “caza y combate”.
Estuvo 15 años en servicio y ahora vive en Sunchales.