Mostrando entradas con la etiqueta biografía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta biografía. Mostrar todas las entradas

martes, 22 de octubre de 2024

APBT: Fallece el legendario Carlos Cequeira, primero en desembarcar el 2 de Abril

El entrañable recuerdo de Carlos Cequeira, el primer soldado en pisar las Islas Malvinas la noche previa al comienzo de la guerra

En el operativo de recuperación, fue uno de los comandos anfibios que tuvo como misión tomar el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador. Nunca quiso volver a las islas porque no toleraba que le sellaran el pasaporte. Murió a los 69 años y vivía en Ushuaia
Por Adrián Pignatelli || Infobae


Carlos Cequeira, años después de Malvinas. Era una persona muy querida por todos y reconocido en Ushuaia, la ciudad que había elegido para vivir

Que en realidad pisar no fue lo primero que hizo en suelo malvinense, sino que como llevaba las patas de ranas puestas, cayó de espaldas, contaba siempre entre risas. Tenía entonces 27 años, casado, era cabo principal y en 1975 había hecho el curso de comando. Uno de sus compañeros de entonces, el coronel Andrés Ferrero, también veterano de Malvinas, lo recuerda como un tipazo y una de esas personas que siempre estaba dispuesta a ayudar.

Se llamaba Carlos Eduardo Cequeira, comando anfibio al que todos conocían como “el Negro”, y falleció el pasado sábado en la ciudad de Ushuaia, donde residía, luego de una larga enfermedad.

Junto a Bernardo Schweizer fueron los primeros argentinos en pisar las islas alrededor de las diez de la noche del 1° de abril, en una navegación que la realizaron en un kayak, que hoy es una reliquia en el Museo de la Infantería de Marina.

Momento histórico: izamiento de la bandera en Moody Brook el 2 de abril de 1982 a las 7:10. Sostiene la driza Sánchez Sabarots y el suboficial Guillermo Rodríguez el pabellón (Cronología Infantería de Marina)

Cequeira y Schweizer tienen una historia aparte. Cuando en 1980 Schweizer, un teniente de corbeta recién ascendido, hizo el curso comando, Cequeira, un suboficial, fue su instructor. Enseguida congeniaron. El Negro Cequeira era alegre y comunicativo, y con un talento innato para la enseñanza. Ambos estaban casados, y ninguno tenía aún hijos. Es más: Malvinas interrumpió la luna de miel de Schweizer.

Cuando se planeó la recuperación, el jefe de Schweizer le indicó que eligiese a los mejores comandos para la misión que tenían por delante. Y escogió a Cequeira como compañero de combate, en quien confiaba ciegamente. Corpulento, medía casi dos metros, decía que lo había elegido para que “le tapase las balas”.

El 21 de marzo habían entrado en alerta y su agrupación, que estaba en la Base de Mar del Plata, fue llevada a Puerto Belgrano, donde embarcaron en la fragata Santísima Trinidad. Sabían la misión: tomar un cuartel y una sede de gobierno, y luego debían realizar una evacuación inmediata. Pero no le dijeron cuál ni dónde era.

Malvinas, una pasión. Frente a un mapa de Malvinas, Cequeira explica la operación de la noche del 1 de abril

En viaje hacia el sur, se les informó que habían puesto proa a Malvinas y que integrarían el equipo que recuperaría las islas. En la noche del 1° de abril, luego de atravesar una tormenta de aquellas, el buque ancló en las inmediaciones de la bahía Enriqueta. Entonces, 94 comandos anfibios y buzos tácticos de la Armada ocuparon 22 botes de goma y un kayak a un mar que estaba increíblemente calmo, y con una luna que alumbraba por demás. Al mando estaba el capitán de corbeta Guillermo Sánchez Sabarots y su segundo era el capitán de fragata Pedro Giachino.

Navegaron en botes de goma a motor hasta la rompiente, y ahí Schweizer y Cequeira se pasaron al kayak, que llevaban remolcado. Era un modelo alemán, completamente desarmable para que pudiese transportarse en un submarino.

Ellos debían asegurar la zona para que pudiera desembarcar el resto de los comandos. Ambos conocían el plan a seguir por si a uno le pasaba algo, el restante debía terminar la misión.

Schweizer con un visor nocturno y detrás Cequeira con un compás, guiaba la navegación. El primero intuyó ver una luz y presencia de hombres. “Me parece que vamos a cambiar de playa”, dijo y le pasó el visor a su compañero. “Sí, sí, hay hombres allá”, confirmó. Los estaban esperando. Después se enterarían que había británicos con dos ametralladoras.

El kayak que usó la pareja de comandos anfibios para asegurar un lugar en la costa malvinense (Facebook Complejo Histórico de la Infantería de Marina)

Entonces buscaron un punto a unos quinientos metros de ese lugar, más al norte. Si bien era una playa más chica, comprobaron que estaba desierta, y fue cuando desembarcaron el resto de los hombres. Eran las 23 horas.

Dos horas después iniciaron la marcha hacia los dos objetivos: la casa del gobernador y el cuartel de los Royal Marines, puntos que debían tomar a las 6 de la mañana, y sin producir bajas. Para ello, la patrulla se dividió en dos grupos: unos fueron con Sanchez Sabarots y el otro con Giacchino.

Avanzaron en la oscuridad total, caminando por la turba mojada y sorteando toda clase de obstáculos.

Cequeira contó luego que hubo una débil resistencia de los soldados británicos, quienes les dispararon durante diez minutos y que luego desaparecieron del lugar. Lo primero que hicieron fue arriar la bandera inglesa e izaron la argentina, tarea que estuvo a cargo de Sánchez Sabarots y del suboficial Guillermo Rodríguez, comando anfibio.

Cuando este grupo de comandos se enteró del tiroteo en la casa del gobernador y que el capitán Giachino lo habían herido junto al cabo Urbina, se dirigieron al lugar.

Corpulento, jovial, muy amigo de sus amigos. Así lo recuerdan todos a Cequeira. En esta foto, saliendo del museo que dirigía

Fue un civil argentino quienes les advirtió que detrás de la residencia había royal marines. Fueron hasta el lugar y lograron que se rindieran.

Los comandos tenían sentimientos encontrados: estaban eufóricos por la misión en la que participaban, pero tristes por Giachino. A Schweizer le ordenaron llevar el cuerpo del capitán al continente.

Regresaron a la Base Belgrano y el 8 de abril los comandos fueron movilizados a Río Gallegos, a la espera de una asignación de otra misión que nunca llegaría.

El kayak que usaron Cequeira y Schweizer tiene una costura en el frente, y el responsable de la marca fue el propio Cequeira, quien confesó que había usado su cuchillo para quitarse el traje de goma y cuando quiso clavarlo en la arena, lo ensartó en la embarcación.

El kayak se lo quedó Schweizer, y fue Cequeira quien le propuso donarlo. Primero estuvo en un museo de Río Grande y luego lo pidió el museo de la infantería de marina.

Unos años después de Malvinas, alcanzó las aptitudes para continuar su carrera como oficial. Fue un instructor de comandos muy querido por sus alumnos.

Amante del sur, se radicó en Tierra del Fuego. Con Schweizer eran amigos íntimos, las familias también, y vivían muy cerca uno del otro cuando revistaban en la Base de Puerto Belgrano.

En 2007, Schweizer dejó la marina y se radicó en el exterior. Siguió manteniendo el contacto con su viejo amigo. Hace un tiempo volvió y se enteró de que estaba gravemente enfermo. Hablaban por teléfono y si bien le notaba que su voz era débil, no había perdido ese carácter jovial y amiguero.

Le pidió que lo esperase, que en cuanto pudiera, iría a verlo. Pero no fue posible.

Estaba casado y tenía cuatro hijos y había quedado encandilado con el sur de nuestro país. Vivía en la capital de Tierra del Fuego

Al momento de su fallecimiento, ocurrido en Ushuaia, era capitán de fragata (cuerpo técnico) retirado a fines de 2018. Desde entonces era el encargado como el Museo Naval, reunía el perfil ideal para ello, por su carácter y su conocimiento sobre Malvinas, ya que además brindaba conferencias. Era un ávido lector de libros de historia.

Le gustaba navegar en kayaks, y hacía demostraciones de lo que había hecho la noche del 1° de abril en las horas previos a todos a cada aniversario del desembarco. Lo visitaban, de todas partes del país, viejos soldados.

El 8 de octubre había cumplido 69 años. Para todo el mundo era el Negro Cequeira, querido y admirado, que no quiso volver a Malvinas porque no toleraba que le sellasen el pasaporte, ese que a pesar que lo hizo con la espalda, fue el primero en tocar suelo malvinense.



martes, 31 de enero de 2023

El líder guaraní que comandó en Malvinas antes de la invasión británica


El indio guaraní que fue comandante militar en las islas Malvinas



Su historia fue olvidada y hoy es prácticamente desconocida. Se llamaba Pablo Areguatí, era guaraní y había nacido en la aldea San Miguel Arcángel, fundada en tiempos del Virreinato del Río de la Plata por misioneros jesuitas en territorio que ahora pertenece a Río Grande do Sul, en Brasil.
En 1824 fue el comandante militar de las Islas Malvinas durante seis meses.
El año anterior, el gobernador de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, le había otorgado a Jorge Pacheco, un capitán de caballería retirado, derechos sobre 30 leguas de tierra para criar ganado y cazar lobos marinos, a cambio de reparar las instalaciones de Puerto Soledad.
Pero el ex militar, que tiene 52 años y vive de la explotación de un saladero, carece de dinero para iniciar la empresa.
Se asocia entonces con el comerciante Luis María Vernet, nacido en Hamburgo (Alemania), de ascendencia francesa.
Vernet, de 31 años, se beneficia con la mitad de la concesión en la isla y se hace cargo de la administración.
Por sugerencia de Pacheco, en enero 1824 es designado comandante militar de las Malvinas un soldado de la Independencia, Pablo Areguatí, ex capitán de milicias en Entre Ríos.
Educado primero por jesuitas en la provincia de Misiones y a partir de 1783 en Buenos Aires, el guaraní había estudiado en el Real Colegio de San Carlos.
Esta institución –por cuyas aulas pasaron Manuel Belgrano, Juan José Paso, Juan José Castelli, Mariano Moreno, Manuel Dorrego, Cornelio Saavedra, Juan Martín de Pueyrredón y Martín Güemes, entre muchos otros nombres de los primeros años de vida argentina– con el correr del tiempo se convertirá en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
En 1811, Areguatí fue nombrado por Manuel Belgrano como primer alcalde de la población entrerriana de Mandisoví, de 650 habitantes, fundada en 1777 por Juan de San Martín, padre del general José de San Martín.
En 1814, Gervasio Posadas, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo asciende a capitán de milicias.
El oficial retirado, que pensaba entrenar algunos peones en las Islas Malvinas para formar una compañía de cívicos, con cabos y sargentos, ha aceptado no cobrar sueldo del gobierno; a cambio, podrá criar su propio ganado.
Sin embargo, por desinteligencias con Pacheco y Vernet renuncia en agosto de 1824.
Seis años después es funcionario en la Aduana de Buenos Aires y, posteriormente, oficial de Justicia.
Uno de sus hermanos, Pedro Antonio, fue sargento en la expedición de los 33 Orientales, encabezada en 1825 por el general Juan Antonio Lavalleja para liberar la Provincia Oriental –que abarcaba lo que hoy es Uruguay y parte de Río Grande do Sul– entonces en poder de Brasil.
Una tataranieta del comandante militar guaraní de las Islas Malvinas, Evangelina Areguati, actualmente es maestra en la escuela Nº 74 Juan José Valle, de Concordia (Entre Ríos).
Fraternalmente en Cristo
Fernando Javier Liébanes

viernes, 9 de septiembre de 2022

Cuneo festeja la muerte de la reina

Locutor argentino desata disgusto tras insultar a la reina Isabel II momentos antes de su muerte

Meghna Amin || Metro






Una personalidad de los medios argentinos provocó disgusto después de aparecer para celebrar la muerte de la reina Isabel II al abrir una botella de champán.

La muerte de la Reina se anunció esta noche , con una declaración del Palacio de Buckingham que decía: "La Reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde".

El Rey y la Reina Consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a  Londres  mañana.

Mientras celebridades y políticos de todo el mundo han rendido homenaje mientras la nación está de luto, el periodista Santiago Cuneo apareció para celebrar la muerte de la Reina en un clip publicado en línea que desde entonces se ha vuelto viral.

En el video, que desde entonces se desconectó, él la llama "anciana", antes de brindar por su muerte.


Santiago Cuneo compareció para celebrar el fallecimiento de la Reina

Agregó: 'La mierda británica' y lo llamó 'buenas noticias'.

En otra parte, Cuneo dijo: 'La persona correcta ha muerto' y 'La anciana finalmente se fue al infierno'.


La muerte de la reina se anunció hoy (Imagen: Getty)

Junto con una foto de una botella de champán, también compartió en Twitter, traducido del español: '¡¡La vieja bolsa de mierda murió! Alegría inmensa y eterna!!!'

El clip ha provocado disgusto en las redes sociales, con una persona escribiendo: '¡Una vergüenza, qué falta de respeto! Puede que no le guste la monarquía pero podría respetar a una persona fallecida. Al parecer hay que ser grosero para ganar audiencia, que triste mundo. Si este hombre fuera un poco más inteligente, sabría que la reina no tiene poder político.

Cuneo, político y empresario además de periodista, se hizo conocido por conducir Uno Más Uno Tres, que se transmitió de 2013 a 2018.

Alguien más escribió: 'Qué cosa tan horrible... qué mal gusto'.





martes, 30 de agosto de 2022

Jesús Pereyra, el comando anfibio que fue a San Carlos

Un santafesino en el Beagle, Malvinas, y el Golfo Pérsico

Por Javier Alfonso || La Opinión

 
Jesús Alberto Pereyra (62), es un santafesino nacido en la localidad de Clarke (Dpto. San Lorenzo), y que lo une a nuestra ciudad el vínculo familiar, ya que es primo hermano del rafaelino Domingo Barberis.
La particularidad de Pereyra es que pertenece a un puñado de hombres que quedó grabado para siempre en la historia argentina, ya que Jesús es un soldado profesional de la Armada Argentina, que como comando anfibio (buzo), fue uno de los primeros en desembarcar y tocar tierra en la recuperación de nuestras Islas Malvinas, en la fría mañana del 2 de Abril de 1982. En aquel momento Jesús contaba con 30 años.
Y la historia no termina allí, ya que Pereyra también pertenece al selecto grupo de soldados profesionales que el Gobierno Argentino envió en 1990-1991 a participar de la Guerra del Golfo (defensa de Kuwait y primera guerra contra el gobierno del iraquí Saddam Hussein), cuando la Argentina prestó tareas de apoyo a las fuerzas de la OTAN.
Pereyra participó del desfile del 9 de Julio que tuvo lugar en Rafaela, en el grupo de veteranos de Malvinas, siendo la primera vez que participa en un acto de estas características en la provincia de Santa Fe.
Retirado en 2003 de la Marina, hoy Pereyra vive en Pehuén-Có (Pcia. de Buenos Aires) como docente en la Marina mercante. El día de la fecha patria, Jesús honró con su visita la Redacción de LA OPINION.

LOS INICIOS Y EL BEAGLE
Sobre sus inicios, contó que la elección de su carrera fue casi accidental, ya que estando de joven en Rosario, a los 17 años, se anotó en una oficina que incorporaba jóvenes para la Armada. "Ni bien llegué a la primera Plaza de Armas de la Marina me di cuenta de que eso era lo que yo quería para mi vida. Lo tomé con mucha vocación y seriedad. Curso que había me anotaba", comentó.
Así, recaló en una unidad de tropas especiales, que es la Agrupación de Comandos Anfibios de la Infantería de Marina, cumpliendo tareas de frontera, en la montaña, en la selva, saltando en paracaídas, como buzo, "todos los medios de aproximación conocidos para alcanzar objetivos especiales", señaló; aprendiendo no sólo en la Armada sino también en el Ejército. En tiempos de la guerra de Malvinas su base estaba en Mar del Plata.
Pereyra narró que también estuvo en el conflicto del canal del Beagle con Chile en 1978.
"Estaba en la selva, me subieron a un avión y bajé en Ushuaia", dijo. En ese conflicto con Chile, comentó que tuvo que participar en "tareas previas al inicio del combate", afirmando que se estuvo a un paso de iniciar esa guerra. "Ya tenía mi misión asignada, que era volar una destilería que tenían los chilenos en Cuyen (Puerto Montt). Estuvimos ahí, y horas antes nos llegó el informe por radio de cancelar la misión", afirmó.

MALVINAS
"Me enteré que iba a Malvinas el día antes de desembarcar en Malvinas, cuando ya estábamos en el barco", aseguró contundentemente. "Fue totalmente secreto, hasta para nosotros", añadió. Dijo que se dio cuenta de que iba a un combate por los aprestos: armamento nuevo, equipos y muchas municiones que llevaban. "La orden es que debía ser incruenta, sin herir ni matar a nadie", apuntó.
El marino dijo que la operación iba a ser el 1 de abril, pero que por las condiciones climáticas y el mar "picado" debió suspenderse. Al día siguiente se produjo el desembarco; "allí perdimos un helicóptero y botes. También los tambores de nafta, por eso fuimos en los botes neumáticos sólo con nafta para la ida. El buque nos desembarcó no muy lejos, a unos 5 km. de la costa", señaló.
"Los ingleses -continuó- ya nos esperaban. Se habían enterado por Radio Colonia de Uruguay, y a las 22 empezamos las tareas", dijo Jesús. Gráficamente, debió bajar en medio de la oscuridad, en un mar helado y picado a 5 kilómetros de la costa más cercana, solamente con nafta para la ida. "También estaba lleno de algas, que eran como enredaderas y nos trababan las hélices de los motores", agregó. "Yo iba a la vanguardia, teníamos un kayak y un bote neumático y así desembarcamos en una playita de 60 metros, que para el propósito servía", dijo.
Al desembarco hubo combates, y no fueron gratuitos. "Tuvimos la baja del capitán Pedro Giachino que era el jefe de mi grupo, el primer argentino caído en combate", afirmó Pereyra con cierta tristeza, comentando que luego de eso volvieron a Río Gallegos y luego a su base a Mar del Plata.
No por mucho tiempo. "El 4 de abril me fueron a buscar a mi casa para decirme que tenía que volver a Malvinas, y el 7 de abril ya estaba allá. Mi primera tarea fue censar quienes vivían en el campo, quitarles armas y comunicaciones, y tomamos como prisioneros a algunos soldados ingleses infiltrados del SAS".
"Cuando los ingleses desembarcaron en San Carlos -prosiguió- la cosa se puso más difícil. Ahí mi tarea era infiltrarme, tomar información y pasarla. Luego de 7 días, el helicóptero nunca vino a buscarnos y debimos empezar una marcha a pie de retorno de 90 km hacia Puerto Argentino", señaló.
Y puntualizó que "llegando a 7 km de Puerto Argentino, ya había tropas inglesas y yo no lo sabía, así que ingresé y nos emboscaron. Caí herido con un compañero, y prisionero" detallando que recibió heridas de bala graves en el pie y esquirlas en la espalda.
Eso fue el 31 de mayo y quedó prisionero hasta el 24 de junio de 1982. "Nos recibieron -prosiguió- agentes ingleses de inteligencia que nos trataron muy mal y nos golpearon, pero más que nada era un amedrentamiento psicológico. Luego el trato fue más honorable", aseguró. Incluso fueron los mismos ingleses quienes lo operaron de sus heridas, con una "atención hospitalaria excepcional, y una segunda operación en el buque Canberra. Tenía un pie muy mal, casi para amputarlo, pero sin embargo sus médicos me lo salvaron", dijo.
Finalmente, el 24 de junio el buque Canberra lo bajó en Puerto Madryn y de allí volvió a Mar del Plata, comentando que las fuerzas argentinas ya lo habían dado por muerto. "Desaparecido en combate" estaba Pereyra técnicamente. Luego de finalizada la guerra, Jesús permaneció en la Marina hasta el 2003 cuando se retiró.

GOLFO PERSICO
Pasados los años, Pereyra se especializó en «Guerra química, biológica y nuclear» y siendo instructor en una escuela, ocurre la invasión de Irak a Kuwait y la intervención de EE.UU. y la OTAN. El gobierno argentino decidió intervenir enviando dos barcos y Pereyra recibió la orden de incorporarse a la dotación de uno de ellos, como especialista en protección contra guerra química. Allí permaneció 7 meses -en Emiratos Arabes- desde 1990 al '91.
Pasado el tiempo, en 2003, se retiró luego de un frondoso servicio. Cuando fue a Malvinas estaba casado y tenía un hijo de tres años; y al día de hoy varios nietos.

martes, 16 de noviembre de 2021

Fallece comando del SAS que combatió en Monte Kent

Fallece miembro del SAS que operó en Monte Kent





Me gustaría expresar mi más sentido pésame a la familia de un veterano de SAS que falleció recientemente.
El soldado Russell “Russ” Worthington del Escuadrón D 22 SAS sirvió al Regimiento de 1978 a 1991 y estuvo operativo en Irlanda del Norte y Desert Storm. Worthington también vio acción en el famoso enfrentamiento en Mount Kent, donde el SAS luchó en varios enfrentamientos con las Fuerzas Especiales argentinas.
A finales de mayo de 1982, las patrullas del SAS del Escuadrón G descubrieron que varios picos altos que dominaban las defensas argentinas alrededor de Port Stanley estaban en gran parte indefensos. Un reconocimiento inicial realizado por el Escuadrón D 22 SAS del Mayor Cedric Delves fue desplegado en helicóptero el 25 de mayo, y el resto del escuadrón llegó el 27 de mayo a tiempo para contrarrestar la llegada de una unidad de las Fuerzas Especiales argentinas. Las patrullas SAS de los escuadrones de tropas aéreas y de barcos y el cuartel general táctico del Mayor Delves (THQ) libraron una serie de acciones con las Fuerzas Especiales argentinas antes de que los argentinos se vieran obligados a retirarse.



El SAS ganó elogios por defender el monte Kent y los picos circundantes.
Cita: "Mediante una serie de operaciones rápidas, hábil ocultación y ataques como rayos contra las patrullas (argentinas), el SAS pudo asegurar un control firme en el área después de diez días para que entraran las fuerzas convencionales". Trabajo hecho.
Worthington sirvió originalmente con la Royal Navy y fue el primer miembro del servicio Senior en unirse al Regimiento en los tiempos modernos. Sirvió en 22 SAS y 21 SAS. También fue un consumado golfista y miembro activo de la Pilgrims Golf Society. Hasta Valhalla.
La primera foto muestra a Worthington en su piel en el monte Kent durante la Guerra de las Malvinas.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Biografía: Los últimos días de la Thatcher

Los sombríos días finales de Margaret Thatcher: entre el afecto de la reina Isabel II y las afrentas de sus hijos 

Charles Moore cerró su trilogía sobre la ex primera ministra británica con “Herself Alone”, libro en el que revela el buen trato excepcional que dio la monarca a la política conservadora, mientras sus hijos intentaban aprovechar la “marca Thatcher” y traicionaban el secreto de su enfermedad


Infobae

 
Margaret Thatcher murió en 2013 luego de sucesivos honores de Isabel II y dolorida por el arresto de su hijo en Sudáfrica y la traición de su hija, que reveló su demencia senil. (Reuters)

Una mujer más acostumbrada al poder que a la vida, una amiga buena y leal de sus amigos, una madre atormentada por sus hijos, una personalidad enorme corroída por la demencia senil: esas son las imágenes principales que deja el tercer y último tomo de la monumental biografía de Margaret Thatcher que escribió Charles Moore. Después de From Grantham to the Falklands y Everything She Wants, este volumen, Herself Alone abre con la elección de 1987 en la cual la primera ministra se confirmó en el poder que ejercía desde 1979, por una mayoría abrumadora sólo comparable con el odio abrumador que también despertaba en el Reino Unido.

Pero poco después, por obra de sus propios pares conservadores —"una conspiración de tories", definió, sin ambages, Moore— Thatcher fue forzada a la renuncia. De un día para el otro lo perdió todo. Y se encontró vacía, “a solas consigo misma”, como describe el título del libro de casi 1.000 páginas. Sin saber qué hacer. Sin dinero en el banco. Sin entender cómo funcionaban el contestador telefónico y otros gadgets que se habían popularizado mientras ella había tenido secretarios y asistentes que amortiguaban su roce con lo banal cotidiano.

El libro parece llegar para corregir todo lo que se daba por cierto sobre su presunta mala relación con Isabel II: en realidad, la reina surge como uno de los personajes más amables con Thatcher en este tramo final, que va desde la cima que tan perfectamente sintetiza la foto de la portada, sacada por el fotógrafo de estrellas Helmut Newton, hasta el retrato de una anciana desarticulada que Meryl Streep hizo en La dama de hierro.

 
Aunque se habló mucho sobre la rivalidad entre Thatcher e Isabel II, este nuevo libro muestra una relación afectuosa. (AP)

A diferencia del historiador Ben Pimlott, quien describió en su biografía La reina que Isabel II se sentía “profundamente incómoda con los excesos” del gobierno de Margaret Thatcher, por ejemplo su inflexibilidad ante la famosa huelga minera de 1984, Moore cree que las rivalidades entre las dos mujeres se fueron suavizando durante los casi 11 años de gobierno de la primera ministra, y más aún después. Ninguna de las dos habló nunca sobre la otra; Thatcher apenas mencionó en sus memorias, como “muy profesionales”, sus encuentros semanales con la monarca en el palacio de Buckingham.

“Su problema con la reina era la clase social”, sintetizó el biógrafo, quien ciertamente no los tiene: estudió en Eton y en Trinity College, Cambridge, y dirigió los medios principales del conservadurismo británico: The Spectator, The Sunday Telegraph y The Daily Telegraph.

Thatcher era de clase baja y monárquica: en general se sentía incómoda en presencia de la reina pero su deferencia era tal, siempre tan temerosa de hacer el gesto equivocado o decir una palabra de más, que la propia Isabel II la encontraba casi condescendiente. Thatcher era impaciente y combativa, la reina no; ignoraba todo sobre el ocio de las clases altas, y según escribió Andrew Marr en The Real Elizabeth, la reina llegó a burlarse de eso: “La señora Thatcher sólo camina por la carretera”, respondió cuando un auxiliar en Balmoral le preguntó si la primera ministra iría a una excursión en la montaña.

 
La madre de Isabel II, la Reina Madre, fue desde el primer momento de la elección de Thatcher "una fanática apasionada" de la primera ministra. (James Gray/Daily Mail/Shutterstock)


De la familia real, la única que realmente quiso a Thatcher fue la Reina Madre, “una fanática apasionada” según Moore. Pero a pesar de que a Isabel II podrían haberle irritado inicialmente todos los esfuerzos de Thatcher por encajar, como usar el “nosotros” al hablar (lo cual es un privilegio de la corona) y vestirse de una manera inquietantemente parecida a ella, la monarca decidió cambiar las normas de la Orden de la Jarretera, la más antigua del reino, exclusiva para varones, a fin de poder entregársela a la primera ministra.

Isabel II y el escandaloso John Profumo

Margaret Thatcher salió extrañamente conmovida de la audiencia —una formalidad— en la que comunicó a Isabel II que renunciaba como primera ministra del Reino Unido, donde se había mantenido una década. Una de las damas de la reina debió ayudarla a bajar la escalera y apenas entró a Downing Street 10, corrió hacia el apartamento en el piso superior y se encerró a llorar en el baño. “Duele más cuando la gente es amable. ¡La reina ha sido tan amable conmigo!”, le dijo a su histórica secretaria privada, Cynthia Crawford, Crawfie.

“Se había señalado que la reina quería ‘darle algo’, lo cual significa alguna clase de honor. Como entre los planes inmediatos de Thatcher no estaba dejar la Cámara de los Comunes, no querría, por el momento, un título”, recordó Moore. Más adelante se pensaría en el título de barón para el marido, Denis, que la haría baronesa y sería hereditario, como ella quería, pues tenía una debilidad no correspondida por su hijo varón, Mark. Pero en el momento de su salida la reina decidió que, mientras eso sucedía, le daría un honor: la Orden al Mérito, que habían recibido sólo cinco mujeres en el casi siglo de su historia, entre ellas Florence Nightingale y (de manera honorífica) la Madre Teresa. Isabel II se lo anunció el 28 de noviembre de 1990, su último día como primera ministra.

 

En abril de 1995 recibió la Orden de la Jarretera, la orden de caballería más importante del Reino Unido, fundada en 1348 por el rey Eduardo III. “En 1987 la reina había cambiado las reglas para que, por primera vez, a la única orden religiosa que había sobrevivido a la Reforma pudieran sumarse mujeres que no pertenecieran a la nobleza", escribió Moore. La Reina Madre primero se resistió al cambio, pero cuando supo que su hija deseaba otorgarle la Jarretera a Thatcher pasó al equipo de los impulsores de la novedad.

“La reina también honró al Lady Thatcher al aceptar asistir a la comida en honor a su cumpleaños 70, que se realizó en el Claridge’s", contó el biógrafo el episodio que ilustra mejor hasta qué punto la relación entre las mujeres era distinta de lo que se ha creído. “No había hecho algo así por ninguno de sus anteriores primeros ministros”.

Y esa ocasión tenía una particularidad, muy polémica. A la fiesta también asistió John Profumo, el conservador caído en desgracia en 1963, cuando era ministro de Defensa, y que arrastró en un escándalo de sexo y política al gobierno completo del primer ministro Harold Macmillan.


John Profumo, el conservador que ocupó el centro del mayor escándalo de sexo y política en el Reino Unido. (Nils Jorgensen/Shutterstock)

Profumo tenía 46 años y estaba casado cuando conoció a Christine Keeler, una modelo de 19, que frecuentaba, con otras mujeres jóvenes y bellas, los ambientes del poder llevada por un amante, Stephen Ward. Loco por la muchacha, Profumo no tomó las mínimas medidas de seguridad y se zambulló en el affair. Cuando se enteró que Keeler también tenía otro amante además de Ward, Yevgeny Ivanov, que tenía la inconveniente profesión de espía como agregado naval de la embajada soviética, también lo supo el país entero. El caso causó la caída del gobierno conservador y el suicidio de Ward.

“Lady Thatcher había insistido en invitar a John Profumo” al Claridge’s. “Luego de mentir ante la Cámara de los Comunes sobre su romance con Christine Keeler”, historió, el conservador “había dedicado su vida a las obras de beneficencia”. Entre los políticos que siguieron siendo sus amigos se contaba Thatcher, que lo admiraba por el nuevo rumbo que había dado a su vida. “Quería ayudar a su rehabilitación tardía”.

No sólo la reina asistió al cumpleaños número 70 de Thatcher a pesar de la presencia del político nefando, escribió Moore: "Lady Thatcher sintió mucho gusto porque la reina invitó a Profumo a sentarse a su lado durante la cena”.

 
Margaret Thatcher junto a su amigo John Profumo (izq.) y Bill Deedes al lado de Dennis Thatcher, en 2003. (Coleccion privada/Herself Alone)

La lealtad de Thatcher por ese amigo llegó a involucrar a su familia. Su esposo, Denis Thatcher, era amigo del matrimonio Foreman, Ken y Mandy Foreman. El nombre de soltera de ella, Mandy Rice-Davies, también había estado en los diarios en 1963: “Junto con Christine Keeler, Rice-Davies había sido una de las dos mujeres principales en el escándalo Profumo y había mantenido relaciones con varios de los hombres involucrados, pero no Profumo", señaló el libro. En una ocasión, cuando Margaret invitó a Profumo a una fiesta de navidad, debió explicarle a Mandy:

—Me da vergüenza decirte esto, pero Margaret es muy amiga de Profumo y él va a estar.

—Bueno, yo nunca lo conocí —respondió ella. Pero prefirió quedarse en su casa y sólo su esposo, Ken, fue a la fiesta.

La reina del brazo de Lady Thatcher

Isabel II también asistió al cumpleaños 80 de Thatcher, en el Hyde Park Hotel (hoy Mandarin Oriental). “El encuentro fue un gran buffet, lo cual le permitió a la reina circular con Lady Thatcher a su lado. Las dos viejas damas parecían cómodas juntas: dos abuelas que pasaban un buen rato", escribió Moore. Todos los medios del momento destacaron lo inusual de la ocasión: la reina, del brazo de su ex primera ministra, departió amablemente con los demás invitados.

 
Thatcher recibe a la reina Isabel II en su fiesta de cumpleaños 80. (PA/TopFoto/Herself Alone)

Llegó la hora de los discursos. La reina los escuchó con paciencia educada. Al terminar, le dijo a Thatcher:

—Me temo que ahora debo marcharme.

—¡Qué buena idea! —respondió la homenajeada, que ya sentía las señales de su salud debilitada—. Creo que yo también me iré!

—¡Claro que no! —le dijo la reina—. Es tu fiesta.

Con su habitual temor a equivocarse, Thatcher le hizo caso.

Pocos años después, cuando ya la ex primera ministra estaba muy enferma, Isabel II manifestó que le gustaría asistir a su funeral en caso de poder hacerlo. “El único de sus primeros ministros al que le había brindado ese privilegio había sido Winston Churchill", destacó Moore.

Por entonces hasta la propia Thatcher hablaba de los preparativos para el día de su muerte. Pero “la expectativa de la presencia de la reina cambió las actitudes”. Algunos especularon con un funeral estado; por fin se acordó un funeral ceremonial, apenas un peldaño más abajo pero menos controversial: no requería una moción de la Cámara de los Comunes. Considerando que algunos de los carteles de los manifestantes que se acercarían a las exequias dirían “¡Púdrete en el infierno!” y “Murió la bruja”, evitar la discusión política fue una decisión razonable.

 
Isabel II y el príncipe Felipe encabezaron el funeral de Margaret Thatcher, al que asistieron 2000 personas, entre ellos Dick Cheney y Henry Kissinger. (AFP)

Margaret Thatcher murió el 8 de abril de 2013 en una habitación del hotel Ritz, invitada por los dueños desde su última internación —además de las isquemias que afectaban su cerebro, tenía cáncer de vejiga— después de la navidad de 2012. “El funeral se realizó el 17 de abril de 2013 en la capilla del Parlamento, y se anunció que la reina asistiría”, recordó el libro. Durante la ceremonia estuvieron unas 2000 personas, encabezadas por la reina y el duque de Edinburgo; entre los visitantes se contaron F. W. de Klerk, Dick Cheney y Henry Kissinger.

Cuando el ataúd salió del templo, alguien pidió tres vivas para Thatcher; al tope de la escalera, la reina se quedó mirando el espectáculo. “El obispo Chartres, detrás de ella, quedó impresionado por su ‘inmovilidad hierática’ mientras observaba la despedida señorial de su octava primera ministra".

La terrible relación con sus hijos mellizos

A pesar de sus orígenes humildes, Thatcher parece haber aprendido con menos dificultad cómo vincularse con la alteza máxima que con sus propios hijos. Mark y Carol nacieron por cesárea seis semanas antes de tiempo, justo cuando su madre se convirtió en abogada. Siempre se llevaron mejor con el padre, Denis, que con ella.

 
Denis Thatcher celebra la victoria de su esposa, Margaret Thatcher, junto al hijo de ambos, Mark. (Clive Limpkin/Daily Mail/Shutterstock)

Mark se casó con la hija del dueño de una empresa automovilística y durante un tiempo participó en el rally París-Dakar. En una ocasión, con la piloto Charlotte Verney y un mecánico, se perdió en el Sahara. Seis días más tarde los encontró un avión del ejército argentino y, lejos de la gratitud, Mark mostró la irritabilidad que lo caracterizaría durante el gobierno de su madre.

“Era un malcriado que se comportaba realmente mal”, citó Herself Alone a dijo un funcionario estadounidense superior que lo trató. “Explotaba la posición de su madre.” Como si el primer ministro fuera él, hacía escándalos si no lo ubicaban en la mesa principal de un evento, presentaba “toda clase de objeciones” y en general ”era extremadamente difícil".

Moore recordó que “The Observer denunció la participación de Mark en un polémico contrato de construcción en Oman”; también The Guardian publicó en su tiempo el testimonio de dos personas que lo acusaron de haber cobrado “una comisión millonaria” por un contrato que su madre firmó con Arabia Saudita en 1985. Si bien Margaret Thatcher debió auxiliar a su hijo en más de una ocasión por sus problemas financieros, se estima que Sir Mark —heredó el título de barón a la muerte de su padre— acumuló unos £ 60 millones. Desde 1986, para cambiar su domicilio fiscal, dejó de residir en el Reino Unido.

 
Carol, la otra hija de Margaret Thatcher, es periodista.

La política poderosa “también tenía dificultades con Carol”, siguió Moore. "Lady Thatcher tendía más a ser indulgente con los hombres que con las mujeres. Aunque ella fue ferozmente leal a su hija en su carrera de periodista —nunca perdonó a Max Hastings por haberla despedido del Daily Telegraph— ella deseaba que Carol pudiera de algún modo ser una persona diferente: más elegante, menos casual, alguien que pudiera asentarse, casarse y tener hijos. Desde luego, Carol se molestaba por ese deseo más bien fútil de su madre de cambiarla. En ocasiones llegó a decir, como una adolescente: ‘Odio a mi madre’”.

Carol se volvió famosa y participó en realities como I’m a Celebrity… Get Me Out of Here! y Most Haunted. Hizo un libro sobre su padre, otro sobre el ascenso político de su madre y un documental sobre la guerra de Malvinas, Mummy’s War, que la llevó a enfrentar en Argentina a las madres de soldados muertos: “Estábamos en guerra”, les dijo; “nosotros ganamos, ustedes perdieron”. Pero quizá la máxima falta de consideración de Carol Thatcher haya sido el libro que publicó poco antes de la muerte de su madre, en el que detalló su decadencia mental.

“Mark está arruinándote la vida”

“Mark, quien había regresado a Gran Bretaña desde los Estados Unidos apenas su madre lo llamó para decirle que renunciaba, apareció para ayudar. ‘Vio la oportunidad de manejar la vida de su madre’ recordó Amanda Ponsonby. ‘Tenía buena intención, pero no era el mejor organizador’”, citó Moore. Y así, mientras Carol “mantenía la distancia”, el intentó montar una oficina y crear una Fundación Thatcher. “Si algún miembro de la familia tuvo poder en esa situación, fue Mark".


 
Cuando debió dejar el poder abruptamente, Thatcher quedó por completo desorientada. (Monty Fresco/Daily Mail/Shutterstock)

—Dios mío, todo ha terminado —le dijo la secretaria de su madre, Crawford, al verlo.

—No, Crawfie —respondió Mark—. Esto apenas empieza.

Desde su perspectiva, “él ejercitaba la responsabilidad de un hijo sobre sus padres y rescataba a su madre, a quien describía como ‘extremadamente dubitativa y deprimida debido a los hechos recientes’”, siguió el libro. “Cada tanto caía desde los Estados Unidos, lleno de ideas y ansioso por capitalizar la ‘marca’ Thatcher”. Pero en la práctica funcionaba como un portero que administraba el acceso a su madre, sin poder lograr organizar mucho. Los colaboradores de ella lo describieron como alguien que “no era un buen compañero” y "no informaba a nadie sobre sus conversaciones y actividades”.

La puesta en marcha de la fundación marcó un límite. El personal de la oficina de su madre se quejaba: “Las intervenciones de Mark Thatcher eran cada vez más difíciles de administrar”. El ex embajador americano en Londres, Walter Annenberg, quien era amigo de la ex primera ministra, y un hombre rico, “en privado le manifestó que ella no lograría recaudar dinero para la Fundación Thatcher que se proponía hacer en tanto Mark estuviera involucrado”. Los potenciales patrocinadores del emprendimiento “pensaban que debía gestionarse con objetivos estrictamente filantrópicos” y que no debía estar a cargo de “alguien que que sólo podía, por razones impositivas, estar en Gran Bretaña por 90 días al año”.



 
Los Thatcher acompañados por su hijo Mark. (Shutterstock)

Algunos comentarios se filtraron al Sunday Times, que publicó: “‘Mark está arruinándote la vida’, los amigos le dicen a Thatcher”.

Pocas horas antes de hacer el anuncio oficial de la fundación, un control interno descubrió que “Mark había apresurado el desarrollo del proyecto sin cumplir con los requisitos legales y financieros para que fuera sin fines de lucro”; poco después la Comisión de Beneficencia le negó el estatus caritativo porque la fundación “realizaba demasiada obra política”. Julian Seymour, encargado del equipo de Thatcher desde 1991, tomó las riendas del asunto.

Mark también intentó intervenir en el contrato por las memorias de su madre. Primero “quiso hundir las negociaciones, porque pensaba que podía sacarle más dinero a Robert Maxwell (incluida, según se dice, una comisión de intermediario de USD 1 millón para sí mismo)”; el Sunday Times, de otro interesado, Rupert Murdoch, lo denunció, y el libro quedó en la nada. Un agente literario estadounidense intervino y consiguió un contrato con HarperCollins, que se estimó en su momento en unos £ 6 millones, por los volúmenes que serían Los años de Downing Street y El camino hacia el poder.

Mark detenido en Sudáfrica


 
Margaret Thatcher publicó en vida dos tomos de memorias y una colección de documentos. (Reuters)

A su manera, Mark quería a su madre, pero la relación era muy tensa. Cada vez que la visitaba los asistentes de Thatcher notaban “un aumento agudo en sus niveles de ansiedad”. Él, impulsado a “compensar su ausencia”, hacía cambios sin consultarla, como sacar de las ventanas las macetas con flores. “En algunas ocasiones se le escuchó gritar a su madre, quien nunca había sido buena a la hora de ponerle límites", describió Moore. Un miembro de su equipo recordó cómo ella ‘se apichonó’ cuando él le dijo, enojado, que había viajado con el portafolios equivocado, no el que él le había regalado. Él solía ser generoso con ella, pero su presencia no la tranquilizaba, precisamente”.

En 2004, cuando la salud de su madre ya era mala y él vivía en Sudáfrica, “Mark fue arrestado por su presunta participación en un complot para un golpe de estado en Guinea Ecuatorial (conocido como el golpe de Wonga), que fracasó cuando los mercenarios fueron detenidos, camino a su objetivo, en Zimbabwe. Sir Mark fue acusado de ayudar a financiar un helicóptero necesario para el golpe, por pedido de un ex militar británico, Simon Mann. Fue detenido en su casa de Ciudad del Cabo”.

La situación era difícil; Mann, que pagó el episodio con varios años de prisión, comprometió mucho al hijo de Thatcher. Mark negoció con la fiscalía: fue sentenciado a cuatro años sin cárcel efectiva: un tiempo de arresto domiciliario y una multa de 2 millones de rands.

 
Poco después de la muerte de su padre, Denis, a cuyo funeral asistió con Margaret Thatcher, Mark fue arrestado en Sudáfrica por haber financiado un intento de golpe en Guinea Ecuatorial. (Alisdair Macdonald/Shutterstock)

“Para Lady Thatcher el episodio fue naturalmente muy angustiante, y sucedió cuando, todavía recuperándose de la muerte de Denis, estaba débil para recibir un nuevo golpe", contó Herself Alone. Como otras veces había pagado las cuentas de Mark en esta ocasión fue prudente: “Ella sabía cómo eran las cosas con su hijo”, dijo Seymour a Moore. Quería ayudarlo pero "sabía que no podía ser arrastrada en el proceso y correr el riesgo de que se convirtiera en un escándalo político”. Por fin pagó el dinero, unas £175.000, y su hijo le cedió obras de arte de Edward Seago que eran de su propiedad pero estaban en la casa de ella.


El libro sorpresa de Carol

La comunicación entre Thatcher y su hija era tan escasa que una vez, cuando Carol preparaba un libro sobre su padre, Below the Parapet, y fue a la oficina de ella para buscar documentación de los años de su compromiso, nadie tenía idea de por qué los querría. Pero la verdadera sorpresa —literalmente: no dijo nada— fue la publicación en 2008 de una descripción minuciosa de la demencia senil de la ex primera ministra, el libro A Swim-on Part in the Goldfish Bowl.

“Carol hizo el primer relato público de la demencia y la pérdida de memoria que sufría su madre. Aunque el ocaso mental de Lady Thatcher no era un secreto precisamente, nunca se había reconocido en público, para proteger su privacidad”, destacó Moore. “Por eso la narración de Carol escandalizó al personal y a los amigos de Lady Thatcher. Carol no les había avisado que iba a hacerlo público”.

 
Los colaboradores de Margaret Thatcher intentaron ocultarle que su hija había publicado un libro en el que exponía en detalle su demencia senil. (Mike Floyd/Daily Mail/Shutterstock)

Según el libro, Carol había notado los primeros síntomas de su madre en el año 2000, cuando confundió la guerra en Bosnia con la guerra en Malvinas. “Los días malos apenas podía recordar el comienzo de una oración cuando llegaba a su final”, escribió.

El equipo de Thatcher quiso esconderle las revelaciones de Carol. “Controlaban cuidadosamente los periódicos que le mostraron apenas se conoció la historia”, relató Moore. Pero una tarde, cuando Lady Thatcher miraba televisión, vio el anticipo de una entrevista con su hija, que decía algo así como ‘Hablamos con Carol Thatcher sobre cómo sobrelleva la enfermedad de su madre’".

Thatcher se enfureció. "Llegó a decir que iba a desheredar a Carol, y comenzó a dar pasos para hacerlo, pero finalmente Julian Seymour la disuadió”, detalló la biografía. En todo caso, el secreto ya había dejado de serlo: "La revelación de Carol inauguró, sin que ella lo quisiera, la temporada de caza”.

Poco antes de su muerte, en 2012, cuando se estrenó La dama de hierro, Thatcher no quiso verla. La película pintaba de manera tan precisa su decadencia y su casa que se llegó a pensar que alguien de confianza había ayudado a la producción. A pesar de todo, a Thatcher le importó saber cómo la había retratado Meryl Streep. Cuando le mostraron una foto de la actriz caracterizada como ella dijo: ‘Hmmm, es atractiva, ¿no?”.

 
Thatcher no quiso ver "La dama de hierro", pero pidió una foto para ver cómo se había caracterizado Meryl Streep. (AP)

viernes, 22 de noviembre de 2019

La biografía del Teniente Estévez

Teniente Estévez: uno de los héroes de Malvinas que todos debemos conocer


El Patriota Argentino
Teniente Estévez
Uno de los héroes de Malvinas que todos debemos conocer


Roberto Estévez


El Teniente (post-mortem Teniente Primero y Cruz al Heroico Valor en Combate) Roberto Néstor Estévez (Posadas, Misiones, Argentina, 24 de febrero de 1957 - Pradera del Ganso, Islas Malvinas, 28 de mayo de 1982) fue un oficial del Ejército Argentino, fallecido a los 25 años, en la Batalla de Pradera del Ganso durante la Guerra de Malvinas.
Desde su muerte durante la guerra, la figura de Estévez es una de las más importantes influencias en el Ejército Argentino, catalogado como un ejemplo de liderazgo, valor y coraje, y referente de lo que deber ser un "buen soldado"

Carrera militar

Oriundo de Posadas, Misiones, era el séptimo de nueve hermanos. Hijo de Roberto Néstor Estévez (a su vez, hijo de José María Estévez, inmigrante español) y Julia Berta Benítez Chapo, cursó el ciclo primario en la Escuela No. 3 "Domingo F. Sarmiento" y la educación secundaria en el Colegio Nacional No. 1 "Martin de Moussy".
Desde su juventud era un confeso católico, muy interesado en todo lo relacionado con la historia argentina y la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
Siguiendo su vocación castrense, marchó rumbo a Buenos Aires para ingresar en febrero de 1975 al Colegio Militar de la Nación. Egresó del arma de infantería como Subteniente el 12 de octubre de 1978.
En el año 1981 realiza el Curso de Comandos en la Escuela de Infantería. En el mismo, durante el desarrollo de una exigente ejercitación, sufrió un paro cardíaco. El médico que lo atendió, no obstante de declararlo muerto, continuó prodigándole los auxilios correspondientes hasta que reaccionó. En forma inmediata, sufre un segundo paro cardíaco, del que vuelve a recuperarse. Fue enviado al hospital en forma inmediata. De forma sorpresiva, al día siguiente, se presentó para continuar el curso.


Desempeño en la Guerra de Malvinas

Participó como Teniente, en el desembarco del 2 de abril de 1982 con el Regimiento de Infantería Mecanizada 25, siendo trasladado a las Islas Malvinas por el buque ARA Almirante Irízar. Como comandante de la Compañía C del Regimiento de Infantería 25, formada por tres secciones llamadas con los nombres claves de Gato, Bote (nombre de la sección a cargo de Estévez) y Romeo, desembarca en Puerto Argentino el mediodía del 2 de abril. A bordo del buque Isla de los Estado, la sección es enviada el 4 de abril a Puerto Darwin.
El 27 de mayo, el Teniente Coronel Ítalo Ángel Piaggi, jefe del Regimiento de Infantería 12, le ordenó a Estévez que su sección debía marchar hacia la primera línea de combate, debido a que los británicos, que habían desembarcado en San Carlos el 1 de mayo, avanzaban hacia Darwin y ya se habían producido enfrentamientos con efectivos del Regimiento.
A las 2 de la madrugada del 28 de mayo llega a Boca House, sitio cercano al actual cementerio de Darwin que ya era zona de combate. Al hacerlo, se cruza con tropas del Regimiento de Infantería 12, a cargo del Subteniente Peluffo, que venía de combatir. Estévez hizo desplegar en forma de abanico a sus aproximadamente cuarenta hombres. Luego entró en combate contra los británicos.
Durante la Batalla de Pradera del Ganso, donde la disparidad de fuerzas era abrumadora a favor de los británicos, Estévez libro combate contra la sección A del 2do. Batallón de Paracaidistas británicos, el cual tenía unos ciento cincuenta efectivos muy bien armados y con apoyo naval. En el combate, que desde las 5 de la mañana se prolongó hasta casi las 10, la sección de Estévez efectuó tres repliegues y sucesivos contraataques.
Durante el combate, Estévez recorría las posiciones, gritando órdenes, bajo el fuego británico. Al salir de un pozo recibió dos balazos uno en el brazo y otro en la pierna izquierda. Tambaleándose, llegó al pozo contiguo. Estévez, quien sin preocuparse de sus propias heridas le pregunto a un soldado conscripto herido y ensangrentado, llamado Sergio Daniel Rodríguez, si se encontraba en buen estado, tomó un fusil FAL y comenzó a disparar; luego, por radio estuvo dando nuevas órdenes. Eran cinco soldados en el pozo en ese momento. Estévez, nuevamente sin importarle sus heridas, tomó el casco de un soldado argentino muerto y se lo colocó en la cabeza al soldado Rodríguez para protegerlo. En ese momento recibió un nuevo balazo en el pómulo derecho, y aunque se trato de auxiliarlo, tras decir unas palabras que no pudieron ser entendidas, falleció. Posteriormente, debido a que Estévez estaba cargado de granadas, su cuerpo fue sacado fuera del pozo. Su cadáver recibió numerosos balazos más, motivo por el cual quedó casi irreconocible. Su tumba, al igual que la de varios soldados argentinos, se encuentra en el cementerio de Darwin en las Islas Malvinas.


Su memorable carta

El 27 de marzo de 1982, en la localidad de Sarmiento, Chubut, día de la partida de su unidad a las Islas Malvinas, escribió una última carta dirigida a su padre. Esta fue entregada a sus familiares en julio de 1982, una vez conocido su fallecimiento, junto con sus objetos personales y una carta para su novia. Las cartas se encuentran en poder de la familia Estévez. A continuación el texto de la carta destinada a su padre:
"Querido papá: Cuando recibas esta carta, yo estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de mi misión. Pero, ¡fíjate vos qué misión! ¿No es cierto? Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre generoso, ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria. Lo único que a todos quiero pedirles es: que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. Que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza. Y, muy importante, que recen por mí. Papá, hay cosas que en un día cualquiera no se dicen entre hombres, pero que hoy debo decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy, y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo. Dios y Patria o Muerte. Roberto."


Legado

En forma póstuma fue ascendido al gradro militar de Teniente Primero, y recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate, la máxima condecoración militar de la República Argentina, por:
"Dirigir un contraataque durante la noche, en una zona ocupada por fuerzas enemigas superiores, para permitir el repliegue de efectivos propios comprometidos. Pese a resultar herido seriamente, continuar en la acción, ocupar el objetivo asignado y mantenerlo en situación desventajosa, rechazando sucesivos ataques, oportunidad en la cual ofrenda su vida"
Según lo resuelto por el Jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino el 30 de octubre de 2009, en reconocimiento a Estévez, el 14 de noviembre del mismo año, se impuso el nombre histórico de "Teniente Primero Roberto Néstor Estévez" a la "Compañía de Cazadores de Monte 18", de la ciudad de Bernardo de Irigoyen, Misiones. Dicha compañía conforma el primer elemento del Ejército Argentino en recibir un nombre histórico de un soldado caído en la Guerra de Malvinas.
En la estación de Juramento de la línea D de la red de subterráneos de Buenos Aires se exhibe en una vitrina una copia de la carta escrita por Estévez.
En la ciudad de Paraná, Entre Ríos, una calle lleva el nombre de "Teniente Estévez". En Misiones, en Concepción de la Sierra una avenida también lleva su nombre, al igual que otra calle lleva su nombre en la localidad de Puerto Esperanza.
Entre la avenida Lavalle y la calle Japón, en la ciudad de Posadas, una plaza apadrinada por el Centro de ex combatientes en Malvinas, lleva el nombre de "Plaza Tte. 1ro Roberto N. Estévez".
En la localidad Jardín América, a unos 90 km de Posadas, una escuela lleva el nombre "Roberto Néstor Estévez".
En Alto Comedero, San Salvador de Jujuy, un barrio lleva el nombre de "Teniente Estévez".
En San Fernando del Valle de Catamarca un centro vecinal lleva el nombre de "Teniente Don Roberto Néstor Estévez".
El autor Federico Gastón Addisi publico a mediados de 2009 un libro llamado "Estévez, vida de un Cruzado", el cual relata la vida de Estévez.
En el Monumento a los caídos en Malvinas, de la Plaza General San Martín en Buenos Aires, se encuentra en una 25 placas de mármol negro su nombre, al igual que los del resto de los combatientes caídos en la guerra.
En su homenaje se inicio una campaña de donación de bronce para la creación de un monumento con su busto. Hacia diciembre de 2010 se llevaban recolectados 270 kg de bronce, conformado principalmente por llaves, picaportes y candados. El monumento será inaugurado el 28 de mayo de 2011 en la Plaza de Armas del Regimiento de Infantería Mecanizada 25.
Por propuesta del diputado Ángel René Repetto, el 17 de junio de 2010, el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Posadas aprobó por unanimidad la ordenanza Nº 2677, que instituye el 28 de mayo de cada año como el "Día del Héroe de la Ciudad de Posadas". En el acto realizado para conmemorar dicho evento, el comandante de la Brigada de Monte XII, General Mario Gabriel Dotto, expreso:
"La muerte heroica, luego de una vida valerosa se muestra como tal cuando, como en el caso de nuestro camarada, el Teniente Primero Roberto Néstor Estevez, es digna de ser recordada ardorosamente por sus compatriotas. Lo que estaba en sus sueños se convirtió en realidad cuando el 2 de abril de 1982 desembarcó en Malvinas junto a sus hombres para empeñarse en esa causa nacional"


En la sección “Egresados destacados”, de la pagina web del Colegio Militar de la Nación, se encuentra su nombre acompañado del siguiente texto:
"Ejemplo de liderazgo, valor y coraje, el Teniente Primero Estévez, no dudó ni un instante en sacrificar su vida en defensa de la Patria. Muerto en acción de una manera heroica durante el Conflicto del Atlántico Sur, Estévez se erige como un referente de lo que deber ser un buen soldado. Gracias al éxito de su misión se evitaron muchas bajas entre las fuerzas argentinas. Había egresado del Colegio Militar en 1978."


El 10 de octubre de 2010 familiares de soldados fallecidos en la guerra partieron a las Islas Malvinas para inaugurar en el cementerio de Darwin un cenotafio con los nombres de los soldados caídos. Los familiares, entre los que se encontraba José María Estévez (hermano del Teniente Estévez elegido para viajar en representación de su familia) fueron despedidos en Río Gallegos por la presidente Cristina Kirchner. Luego José María Estévez declararía:
"La Presidente me dijo que Roberto ya era patrimonio del pueblo argentino"

En una entrevista, su hermano, también declaro:

"Desde que estuvo en su razón siempre dijo que su idea fija era irse a Malvinas. De chico ya empezó a estudiar o leer algo de lo que eran las Malvinas"
Su hermana, María Julia Estévez de García, declaro:
"Lo único que puedo decir es que mi hermano, ya de chico, soñaba con ser soldado y con ir a las Malvinas. Era muy importante para él. Casi tanto como la familia. Amar a la patria, la familia y la religión. Eso nos enseñó mi padre". "No es porque sea mi hermano, pero es bueno que la historia se sepa. Fue un modelo"
"La emoción que mi familia y yo sentimos es muy grande, especialmente porque quienes combatieron en Malvinas y durante mucho tiempo fueron soslayados, hoy son ampliamente reconocidos. Hablar de mi hermano es recordarlo. Es emocionarme por la infancia que vivimos juntos. Es recordar que él jugaba con soldaditos de plomo sobre mapas de Malvinas y dibujaba historietas donde héroes gauchos recuperaban las islas. El destino le tenía reservado luchar hasta el fin por sus convicciones. Así era mi hermano…"
--------------------------------------


EL TENIENTE ESTEVEZ ES CONOCIDO EN RUSIA Y NO POR MUCHOS ARGENTINOS 

viernes, 16 de agosto de 2019

Biografía: Sir Jeremy Moore

General Mayor Sir Jeremy Moore KCB OBE MC 1928-2007

Falklands War 1982




El mayor general Sir Jeremy Moore fue el comandante de las Fuerzas Terrestres Británicas que ganaron la Guerra de las Malvinas.

El General se unió a los Royal Marines directamente de la escuela en 1947 y pasó los siguientes 36 años en ese Cuerpo. Tan pronto como terminó su entrenamiento, fue enviado a Malaya, donde ganó su primera Cruz Militar en la acción de emergencia allí. Posteriormente, sus publicaciones variaron desde Housemaster de la Royal Marines School of Music, Instructor de la Escuela de Suboficiales y de RMA Sandhurst, Comandante de la compañía y servicio en la Revuelta de Brunei. Sirvió en la 17° División Gurkha y desde 1966 fue Subsecretario del Comité de Jefes de Personal en el MOD.
Recibió el OBE en 1973 y se convirtió en Mayor General en 1979, lo que lo colocó, como él mismo lo puso, "en una posición para recibir el mando de las fuerzas terrestres en las Islas Falkland". Bajo su mando, ganaron.


domingo, 9 de junio de 2019

Brigadier Crespo, el temido planificador de la FAS

Malvinas: el aviador admirado por los ingleses que se negó a rendirse por respeto a sus compañeros caídos en combate 

Por Gustavo Córdoba | Infobae


 
El brigadier Ernesto Crespo (quinto desde la derecha) cuando era un joven piloto de los caza Calquin en su Mendoza natal. Entonces no intuía el desafío que enfrentaría muchos años después al mando del comando de la Fuerza Aérea Sur durante el conflicto de Malvinas.

El memorable desempeño de los pilotos argentinos durante el Conflicto del Atlántico Sur debe gran parte de su éxito a la estrategia aérea planeada desde el continente por un hombre de bajo perfil, más tarde elegido por su compromiso democrático como Jefe de la Fuerza Aérea por Raúl Alfonsín. Aquel veterano de la Guerra de Malvinas, un mendocino parco inmune a los elogios, fue el brigadier Ernesto Crespo, fallecido hace un mes a los 89 años.

Crespo fue el "silencioso" estratega al mando del Comando de la Fuerza Aérea Sur (FAS). Aquella legendaria cuadrilla de intrépidos cazabombarderos a bordo de A4, M3, M5 Dagger y Camberra MK62 operó albatros suicidas desde la base de Comodoro Rivadavia. En ominosos vuelos rasantes, los pilotos hundieron a los buques de la Royal Navy HMS Ardent , Antelope, Coventry, Sir Galahad, produjeron averías en otras 11 naves e inutilizaron a otros 9 más. Esa herida en orgullo británico llevó durante mucho tiempo su nombre.

 
Las bombas que lanzaban los pilotos de la FAS sobre los objetivos navales

Crespo lideró a los pilotos argentinos para que doblegaran a los buques enemigos e impidieran en un primer momento desembarcar en Malvinas. La corta pista del aeropuerto en Puerto Argentino restringía la operatoria de los cazabombarderos. Por eso se priorizó el ataque a los objetivos navales desde el continente y más tarde a los objetivos terrestres en febriles vuelos con un margen de 3 o 4 minutos para el ataque. El tiempo apremiaba y había que regresar a tierra con el último hálito de combustible.

Esta es la historia "secreta"

Era el 14 junio de 1982 cuando el Reino Unido despachó las actas de capitulación. El original estaba escrito en inglés, había una copia en español y cualquier modificación en los términos de la rendición debía ser supervisada en 10 Downing Street.

Aquel día el brigadier Ernesto Crespo se encontraba en su puesto comando en Comodoro Rivadavia cuando recibió una llamada desde las islas Malvinas. Un integrante de la Fuerza Aérea Argentina le comunicó que los británicos exigían su rendición y que lo habían incluido en el acta de capitulación.

Antes de cortar intempestivamente el teléfono, Crespo fue claro:

–De ninguna manera nos vamos a rendir. Seguiremos atacando. Cargo ya con el peso de haber mandado a combatir a mucha gente. No puedo decir así como así "me rindo".

A los pocos minutos el teléfono volvió a sonar.

–Señor, los ingleses han cambiado de opinión y le piden su palabra de honor de que usted no va a atacar más.

 
Pilotos de M5 Dagger en la sala de reunión de la base antes de emprender las misiones aéreas

Crespo analizó el escenario con su Estado Mayor: el componente militar argentino en Malvinas se había rendido, entregado su armamento y todo elemento de interés para el enemigo. Continuar el combate, con el costo de vidas humanas, resultaba estéril.

Con dolor, accedió y dio su palabra de honor de que no atacaría. Aquella promesa verbal fue la única palabra de honor que se dio para cesar las hostilidades.

El almirante Sandy Woodward al mando de la Task Force durante el desembarco tenía la orden neutralizar a la Fuerza Aérea. Incluso si eso obligaba a bombardear las bases continentales.

 
El brigadier Ernesto Crespo falleció hace un mes, a los 89 años

Fue la Guerra de Malvinas la que forjó la reputación de prestigio de la FAA ante el mundo. Muchas potencias implementaron profundos cambios, reescribiendo sus manuales de doctrina, estrategia y táctica militar al estudiar la actuación de la aviación argentina.

 
El A4C, con el armamento colocado, a la espera del despegue rumbo hacia la zona del conflicto en 1982

Sólo es posible dimensionar el papel que cumplieron los aviadores al contraponer los resultados obtenidos con las dificultades que enfrentaron en la etapa de alistamiento y adiestramiento de la fuerza de ataque además de las desventajas afrontadas durante las hostilidades por las carencias tecnológicas, técnicas y materiales ante la superioridad del enemigo.

Esa asimetría sólo pudo ser subsanada con esfuerzo, ingenio y creatividad. Y se reflejó en el espíritu y valor que demostraron los pilotos y tripulantes que atacaron a los buques de superficie de la flota Británica: en 44 días se le infligió a la Royal Nayy un daño superior en proporción a cualquier daño infligido a las Armadas que intervinieron en la II Guerra Mundial.

La flota británica sufrió la pérdida de 7 barcos de guerra, otros 5 quedaron fuera de combate y 12 resultaron con averías de consideración. En total, sobre 42 naves, 24 fueron hundidas o dañadas; es decir, más de la mitad de las que llegaron para combatir al Teatro de Operaciones del Atlántico sur (TOAS).

Todo esto hizo retroceder a la Task Force causándole severos daños y obligando a los británicos a alejarse de las islas y pedir refuerzos.

 
Armeros de A4 bautizaban las bombas MK17, de 1000 libras, destinadas a la flota británica

Crespo había dicho en su momento: "Si alguien creyó que la frase 'Defender la Patria hasta perder la vida' era sólo una declaración, esta es la hora de la verdad".

Su juramento era de sangre, estaba basado en su formación y en su compromiso de honrar a la Patria. El jefe de las FAS sostenía que debía combatir "hasta el último hombre, incluso quien les habla". Ese ideario involucraba además un fuerte sentido de responsabilidad y compromiso hacia los hombres y mujeres que se desempeñaban bajo sus órdenes. Son incontables los testimonios que encomiaron su guía y su apoyo tanto en lo técnico y logístico como en lo moral y espiritual. En misiones con alto riesgo de vida, Crespo no seleccionaba pilotos, pedía voluntarios. Y siempre los había.

 
Pilotos, mecánicos, técnicos y soldados del Escuadrón M5 Dagger antes de una de las misiones en Comodoro Rivadavia

A su regreso, aun hasta en los momentos más difíciles en los que había que lamentar bajas (hubo 37 pilotos fallecidos), bajaba a la pista para conocer las condiciones en que encontraban sus subalternos e los consolaba ante las pérdidas humanas.

Había dado su palabra de que no iba a abandonar a nadie de la Fuerza Aérea bajo ninguna circunstancia, palabra que cumplió hasta el final. Incluso en los años posteriores al conflicto, acompañando a las viudas y familiares de los caídos en combate, haciendo previsiones para que no les faltara nada, para que sus hijos pudieran educarse y tuvieran dónde vivir.

¿Qué atributos y cualidades poseía Crespo que llevaron a sus hombres a seguir combatiendo sin dudarlo hasta el final, aun sabiendo que las posibilidades de lograr una victoria militar eran ínfimas?

Ernesto Horacio Crespo (1929-2019) egresó como aviador de la Escuela de Aviación Militar en 1952. Quienes lo conocieron lo recuerdan como una persona recta, estricta y de extrema dedicación al trabajo. De carácter pragmático, templado y a la vez firme para tomar decisiones, era un planificador meticuloso que respetaba y escuchaba al profesional en su trabajo. Incorporaba aportes ajenos, si estos contribuían, y sabía delegar responsabilidades. Sus subalternos lo recuerdan como un líder justo y accesible. Su reconocido estilo de ayudaron a consagrarlo, tras su actuación en las FAS, como Jefe de Estado Mayor General de la FAA.

El llamado a la guerra

El 1° de abril de 1982, mientras se desempeñaba como Jefe de la IV Brigada Aérea de Mendoza, recibió la orden de presentarse de urgencia en Buenos Aires con el preaviso de que debería permanecer fuera de su destino por un largo tiempo. A su arribo en el edificio Cóndor le informaron que una Fuerza de Tareas Anfibias argentinas había desembarcado en Puerto Argentino.

Se lo nombró entonces Comandante del Componente Aéreo del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS): debía implementar todas las bases de operaciones y de despliegue establecidas por el Comando Aéreo Estratégico (CAE) en la Patagonia, además de recibir el material y el personal necesario.

Le habían asegurado, en un principio, que si se desataba la guerra –él estaba convencido de ello-, la FAA no tendría que combatir porque no era su responsabilidad primaria.

Según la Resolución Nº 01/69, el Ejército sería responsable del teatro terrestre, la Armada del marítimo y la FAA del espacio aéreo hasta las 12 millas de la costa.

No deberían volar sobre el mar, salvo para realizar tareas de exploración lejana. En consecuencia, la Fuerza Aérea no debía adiestrarse, adquirir armamento, o aeronaves para combatir en el mar.

Así, a pesar de haber volado intensamente por varios años, para los pilotos de la FAA el perfil de un barco en el mar era una incógnita: no sabían cómo estaban pintados, que largo tenían, con cuántos aviones se podía atacar, cómo influían en el océano la lluvia o la niebla. Con poco tiempo por delante, el Jefe de la FAS se puso de inmediato a organizar y preparar la nueva fuerza de ataque.

 
El mayor Piuma les relata a sus compañeros el combate aéreo frente a un Harrier y su posterior eyección. Tiene los ojos con hematomas producto de la eyección a alta velocidad

La Armada proveyó un destructor con modernas baterías de proyectiles antiaéreos y sistemas de radar similares a los de las naves de la flota británica para que los Mirage III, los M-5 Daggers y los Douglas A-4 Skyhawk de la FAA pudieran realizar ejercicios de adiestramiento.

La tarea consistía en simulacros de bombardeo contra el destructor mientras que este fingía una defensa a base de misiles y efectuaban maniobras evasivas. Los resultados no fueron alentadores: a los pilotos se les dificultaba hallar a la flota nacional, a pesar de haberse establecido de antemano las coordenadas, ubicación y frecuencias a utilizar. Ante el golpe psicológico que todo produjo, se trabajó para revertir la situación anímica y generar la confianza necesaria para que los pilotos pudieran hacer frente a los desafíos impuestos en cada misión.

 
Los pilotos de A4 antes de salir al combate en el Atlántico Sur

El brigadier Crespo, también, planificó y ejecutó las tareas de apoyo logístico a las tropas destacadas en Malvinas, situación que analizó desde el punto de vista aéreo para que los pilotos pudieran divisar a las naves enemigas. Así fue como seleccionó tres posiciones: San Carlos, Darwin y Bahía Agradable.

Consultados los asesores de la Armada en el Comando de la FAS, concluyeron que era imposible que sucediera un desembarco allí o que la flota utilizara esos lugares, ya que eran aguas poco profundas y pedregosas. No obstante, el Estado Mayor se quedó con aquellos lugares.

Se confeccionaron las órdenes fragmentarias (OF) para los tres lugares, para que las unidades cumplieran determinadas misiones. Las OF fueron entregadas a las unidades a mediados de abril, de manera que los pilotos practicaran durante sus vuelos de reconocimiento sobre aquellos lugares que desde el punto de vista aéreo se presumía iban ser utilizados. Tiempo después se revelaría que los británicos habían determinado, a priori, una veintena de posiciones posibles de desembarco, quedándose luego con dieciocho y seleccionando por último tres: San Carlos, Darwin y Bahía Agradable.

 
Uno de los Pucará lA 58 en la base de San Julián

Antes de intervenir en el conflicto, el Brigadier Crespo y su Estado Mayor tuvieron que hacer frente a innumerables problemas:

  • La FAA tenía sólo dos aviones nodriza (KC-130s) para abastecer a todo el componente aéreo y aeronaval, por lo que la fuerza de ataque se vio limitada a realizar pequeños vuelos, generalmente de cuatro aviones a la vez, para los reabastecimiento requeridos.
  • Los Mirages III y los M-5 Daggers no estaban preparados para el reabastecimiento aéreo, lo que redujo dramáticamente su capacidad de ataque al momento de brindar cobertura de combate. La falta de autonomía de los aviones limitaba su permanencia sobre los objetivos a 5 minutos; además los aviones Mirages III y los Daggers se encontraban impedidos de utilizar su velocidad supersónica (Mach-2), dado que con tanto consumo de combustible no les alcanzaría para regresar a base, lo que hubiera resultado de gran ventaja contra los Harriers subsónicos británicos.
  • La carencia de observación de largo alcance era otra de las dificultades. Mientras que la eficacia de los ataques estuvo considerablemente disminuida por la cantidad de bombas que hicieron impacto y no explotaron, debido a que las bombas disponibles no tenían su tren de fuego preparado para blancos navales, ni para la forma de ataque empleada, única posibilidad que permitía lanzar las armas propias con alguna probabilidad de supervivencia ante las modernas armas antiaéreas enemigas.
  • Los aviones de la FAA contaban en general con una aviónica anticuada para la navegación de larga distancia pero, en Abril de 1982, solamente una tercera parte de los aviones habían sido modificados. En tanto, la longitud de la pista de aterrizaje en el aeropuerto de Puerto Argentino, única pista de superficie dura, era bastante corta y sólo apta para aviones de transporte como los C-130 (con capacidad para realizar aterrizajes y despegues cortos). Así, la totalidad del esfuerzo logístico y de refuerzo dependía de este aeropuerto.

 
Uno de los técnicos aseguran las bombas de los cazabombarderos

Después del 1º de mayo, cuando la Fuerza Aérea ya había entrado en el conflicto, Crespo ordenó evitar los ataques a gran altura y exhortó a los pilotos a utilizar la táctica de atacar en vuelo rasante, dado que esto les permitía aprovechar una de las debilidades más notables de parte de los británicos: la carencia de un sistema de alerta aérea temprana de largo alcance que pudiese identificar los aviones del enemigo que se aproximaban a baja altitud.

Esto resultaba también de gran ayuda cuando los pilotos argentinos se aproximaban a las naves de la flota británica: los directores de tiro de las naves no podían detectar si los aviones iban hacia el ataque, y, si los detectaban, se los confundían con el eco que provenía de tierra y del mar.

No obstante, esto tenía algo en contra: el CIC Malvinas -el sistema de vigilancia y control que tenía la FAA montado con el radar en Malvinas-, no podía protegerlos: los pilotos quedaban expuestos a todo riesgo posible y tenían que pasar literalmente por encima de los barcos, lo que devino en las pérdidas de vidas humanas y de material aéreo.

 
La alegría y el recibimiento en la base San Julián cuando regresaban los pilotos de la FAS

Esas bajas no impidieron que los pilotos de combate pelearan agresivamente hasta el final, como en la oportunidad en que los A-4 Skyhawks del Grupo 5 y los bombarderos Canberras desde Trelew intentaron volar misiones de apoyo de fuego aéreo cercano para el Ejército Argentino, cuando la resistencia en tierra se derrumbaba en Puerto Argentino.

 
Un Dagger carga combustible en San Julián

El Comando de Transporte también desempeñó un papel admirable. Durante el mes de abril se movilizaron casi 8,000 tropas y 5037 toneladas de equipos, armas, vehículos y abastecimientos.

Aún después de la llegada de la flota británica y del bloqueo aéreo total, los transportes siguieron volando a Puerto Argentino por la noche llevando carga y evacuando a los heridos, operaciones que se realizaban en condiciones de gran riesgo para las fuerzas empleadas en estas tareas, pero que atendían a las necesidades vitales de los medios desplegados en Malvinas.

Por su parte, tanto la artillería antiaérea como los operadores de radar desempeñaron sus trabajos de manera loable a lo largo de la campaña. Siete aviones británicos, cuatro de ellos aviones de combate, fueron derribados por las defensas antiaéreas de tierra. Los operadores de radar en Puerto Argentino fueron el único recurso eficiente para localizar los aviones y buques británicos. Durante los ataques de los aviones, los operadores vigilaban los movimientos del enemigo y mantenían informados de la proximidad de sus aeronaves. Muchas vidas y material aéreo se salvaron gracias a la gran actuación de quienes operaban el radar estacionado en Puerto Argentino.

Un capítulo aparte merecería la utilización del improvisado escuadrón Fénix, que empleó aviones ejecutivos a manera de señuelos para distraer a las Patrullas Aéreas de Combate (PAC) británicas.

 
El hangar de la FAS donde se preparaban a las naves

En el balance final, como Jefe de la FAS en el Conflicto por las Islas Malvinas, el brigadier Crespo llevó a cabo un excepcional trabajo con los medios y fuerzas disponibles, sobre todo teniendo en cuenta que tuvo tres semanas para organizar y entrenar su fuerza de ataque para la campaña aeronaval, lo que no le impidió luego aprender de sus errores y realizar los ajustes necesarios para que quienes estaban bajo sus órdenes tuvieran las mejores posibilidades frente a las desventajas presentadas.

Años después, cuando contaba con el grado de Brigadier General y se desempeñaba como Jefe del Estado Mayor General (JEMG), Crespo debería afrontar otro gran conflicto, esta vez de diferente naturaleza, pero en el que su firmeza y decisión resultarían claves al momento de brindar su apoyo al presidente Raúl Alfonsín, quien debió aplacar a las fuerzas militares sublevadas en Campo de Mayo durante la Semana Santa de 1987.

En aquel momento se interpretó que amenazaban la consolidación de la democracia en la República Argentina. Ahí Crespo demostró su fuerte compromiso con las instituciones democráticas al acompañar al ex presidente de la Nación en el helicóptero presidencial para su encuentro con los sublevados en Campo de Mayo. Crespo le aseguró a Alfonsín que la FAA actuaría con todo su personal y sus medios en caso de fuera necesario.

 
Una foto antes de la misión. Nadie sabía si regresarían con vida

Finalmente, 1989 Crespo pasó retiro. Aunque continuó participando en el asesoramiento de la superioridad aeronáutica, con su sabiduría y experiencia sobre los temas de relevancia para el futuro de la FAA. Siempre con humildad y con respeto, sin pedir nada cambio. Lo empujaba seguir siendo parte de la institución de la cual estaba orgulloso de pertenecer.

 
El desempeño de las FAS fue estudiado por las fuerza aéreas de muchos países del mundo