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sábado, 8 de diciembre de 2018

Malvinas: Fuego contra fuego entre comandos


Comandos argentinos en las islas Malvinas que participarían en el combate de Top Malo House.

Malvinas: Esa vez las fuerzas especiales de dos países se enfrentaron en combate

We Are The Mighty




La idea de tener una fuerza diseñada para un propósito especial se remonta a la historia y se ha utilizado en muchas guerras. Sin embargo, es raro, si acaso, que estas fuerzas se encuentren en combate. Sus objetivos suelen ser aquellos demasiado difíciles de abordar por las fuerzas convencionales. O están acostumbrados a explotar debilidades en fuerzas convencionales. Sin embargo, en una confluencia única de eventos, British SAS y Royal Marine Commandos se enfrentaron a las Fuerzas Especiales Argentinas durante la Guerra de las Malvinas de 1982.

Los combates (ninguno de los dos bandos declararon realmente la guerra) comenzaron el 2 de abril de 1982, cuando Argentina invadió las Islas Falkland, Georgia del Sur y Sandwich del Sur. Argentina tomó esta decisión audaz debido a una disputa más prolongada sobre la soberanía de las islas.


Soldados británicos en la guerra de las islas Falkland.

La respuesta británica fue rápida y pronto una fuerza de tarea naval se dirigió hacia las Malvinas.

Desembarcaron en vigor el 21 de mayo de 1982 para reinvadir las islas. La operación, cuyo nombre en código fue Operación Corporate, fue encabezada por 3 Comandantes de la Brigada con paracaidistas de 2 Para y 3 Para adjuntos.

La elitesca 3 Brigada de Comandos consistía en los 40, 42 y 45 Comandos, el equivalente a tres batallones de infantería, junto con artillería de Royal Marine y apoyo de ingenieros. El contingente de las Fuerzas Especiales británicas estaba formado por el 22º Regimiento del Servicio Aéreo Especial, así como por los cuadros de las escuelas de Montaña y Guerra Ártica.

Argentina tenía poco en el camino de las Fuerzas Especiales, solo dos compañías: la Compañía de Comandos 601ª y Compañía de Comandos 602° del EA y comandos del grupo Alacrán de la Gendarmería Nacional Argentina.

La primera reunión de Operadores Especiales de ambos lados ocurrió en la noche del 29 de mayo cuando ambos lados intentaron reclamar al Monte Kent.

Una patrulla de 16 Air Troop, D Squadron, 22nd SAS se encontró con unos 40 comandos argentinos de la Tercera Sección de Asalto de la 602a. En un choque agudo, los británicos finalmente lograron la ventaja y, a pesar de ser superados en número, expulsaron a los argentinos a costa de dos heridos (nda: jajaja).


22 SAS en las Malvinas.

Al día siguiente, la 2ª Sección de Asalto, 602 Comandos, tropezó con el campamento de 17 Tropas de Barcos de la Argentina mientras intentaba apoderarse de Bluff Cove Peak. Los sorprendidos Comandos argentinos fueron rápidamente abrumados. Poco después de que comenzara la batalla, pidieron ayuda por radio, diciendo simplemente: "Estamos en problemas". Menos de una hora después, enviaron un segundo mensaje: "Hay inglés a nuestro alrededor, más vale que te apures". Dos Comandos argentinos fueron asesinados antes de que la sección pudiera retirarse.

El 31 de mayo, la 1ª Sección de Asalto de Argentina había estado patrullando el área todo el día y decidió buscar refugio en Top Malo House, una casa abandonada de pastores de ovejas, ya que las temperaturas bajaron hasta el punto de congelación. Sin el conocimiento de los argentinos, fueron vistos por un puesto de observación de SAS que llamó a los Royal Marines de la escuela de Montaña y Guerra Ártica para atacar la casa.

Diecinueve marines reales, liderados por el capitán Rod Boswell, se embarcaron en un helicóptero al área y se movieron a la posición para atacar la casa. Boswell dividió a su grupo en dos secciones. Una sección de apoyo contra incendios tomó posiciones en terrenos altos cercanos mientras que una sección de asalto de 12 hombres preparada para atacar la casa.


Un comando anfibio argentino hace prisionero a los Royal Marines en las Islas Malvinas.

Los comandos argentinos, al oír los helicópteros, hicieron preparativos para salir de casa. Pero el ataque británico llegó antes de que pudieran abandonar el área. La sección de soporte de fuego de Boswell golpeó la casa con dos cohetes LEY de 66 mm cuando la sección de asalto avanzó. Cuando fueron atacados por los argentinos atrapados, la sección de asalto británica lanzó dos de sus propios cohetes.

Esta andanada de cohetes mató al Comandante Argentino Teniente Espinosa que estaba cubriendo la retirada de la ventana del segundo piso de la casa. Un segundo comando argentino, el sargento. Mateo Sbert, fue asesinado a tiros por los británicos mientras intentaba también cubrir la retirada de sus compañeros.

Los cohetes LAW incendiaron la casa y el humo del incendio, irónicamente, proporcionó un ocultamiento efectivo para los hombres de los argentinos cuando se trasladaron a un cauce a 200 metros de distancia y establecieron una defensa.

Un argentino, el teniente Horatio Losito, intentó acusar a los británicos de expulsarlos. Fue golpeado varias veces, pero continuó luchando hasta que perdió el conocimiento debido a la pérdida de sangre. Finalmente, los miembros restantes de la patrulla, muchos de los cuales resultaron heridos, se quedaron sin municiones y se vieron obligados a rendirse. Los británicos sufrieron dos heridos en el ataque.

Los comandos argentinos y británicos continuaron chocando a medida que avanzaba la guerra.

El 5 de junio, la 3ª Sección de Asalto de la Argentina, 602º Comando atacó a los 10 soldados británicos, 42 comandos en el Monte Wall. Después de una dura lucha, los británicos se vieron obligados a retirarse. Al día siguiente, el 601 entró en acción y expulsó a dos patrullas de paracaidistas británicos, capturando gran parte de su equipo mientras lo desechaban mientras escapaban.

El último enfrentamiento entre las dos fuerzas especiales de ambos bandos ocurrió el 10 de junio.

Una patrulla de la British 19 Mountain Troop, D Squadron, 22nd SAS fue emboscada por elementos de la Compañía de Comandos 601. El grupo de cuatro hombres se separó y, como comandante, el capitán Gavin Hamilton y su comunicador, Cpl. Charlie Fonseca, siempre cubriendo fuego, los otros dos hombres escaparon. En su intento de cubrir el retiro, el capitán Hamilton fue muerto y Fonseca fue capturado.

La guerra terminó solo cuatro días después de la batalla de dos hermanas. Los infantes de marina reales británicos del Comando 45 asaltaron los picos y eliminaron los restos de las fuerzas argentinas, incluidos los hombres del Comandos 602.

Al final, las Fuerzas Especiales argentinas y británicas se enfrentaron en numerosas ocasiones y el resultado fue a menudo muy cerca y muy disputado.

miércoles, 1 de junio de 2016

30 de mayo: Aniversario del combate de Top Malo House

Recordando Malvinas: Así lucharon los Comandos

El 30 de mayo, un grupo de efectivos de la Compañía de Comandos 602, luego de una incesante marcha desde Monte Simon hacia la zona de Fitz Roy y después de cumplir una misión de observación, se detuvo a descansar en una cabaña en la zona de Top Malo House antes de una fuerte nevada. Ignoraban que, a sólo 15 km de allí, se encontraba el puesto de comando del general de Brigada inglés Julian Thompson.
En este combate, pierden la vida el teniente Espinosa y el sargento Sbert.

lunes, 1 de junio de 2015

Combate de Top Malo House el 31 de Mayo

El combate por Top Malo House

Los Comandos argentinos despertaron muy temprano, aún oscuro.
¡ Estaban nuevamente sin frío después de haber dormido secos, recuperados físicamente; y mientras desayunaban con chocolate caliente y galletitas, comentaron lo que hubieran sufrido de haber permanecido en Monte Simons.


Concluido el refrigerio todos comenzaron a alistar sus equipos, ya con buen ánimo para soportar otra jornada de marcha.
Eran las ocho y empezaba a clarear
En ese momento oyeron ruido de helicóptero.
Algunos especularon en un rescate anticipado: no estaban muy lejos de la capital era el día señalado el tercero de su misión- para ser recuperados, y la zona era la probable. No era creíble que se tratara de un aparato británico; pero alguien acotó que los argentinos no volaban sin luz.
Paso cerca, a unos cuatrocientos metros, y el sargento primero Pedrozo observó:

-Me pareció ver que no tiene la franja amarilla.

A causa de la bruma poco se distinguía, ni aun recurriendo a los visores nocturnos, y sólo se oían los motores · que al rato cesaron.
Reinaba incertidumbre, pero se aceleraron los preparativos para abandonar el edificio.
El capitán Vercesi, ya con su correaje colocado aunque sin la mochila puesta, se hallaba en la cocina, y echando rodilla en tierra, intentó comunicarse por radio.
En el segundo piso el teniente Espinosa recorría el horizonte con la mira telescópica de su fusil. De pronto exclamo:

-¡me parece que hay gente que viene avanzando!

No, mi teniente - opinó el sargento primero Helguero-, deben ser ovejas, que hay muchas por acá.

Un lúgubre presentimiento dominó a Vercesi.
A su lado se hallaba el Sargento primero Sbert, a quien mucho apreciaba por haber compartido varios destinos anteriores, y ante la extrañeza de este, le tendió la mano:

-¡Suerte, Turco!

Los elementos del M. and A. W Cadre (Cuadro de guerra para la Montaña y el Artico) descendieron del helicóptero a mil metros de la posición argentina.

El capitán Boswell colocó a los siete hombres de su grupo de apoyo comandado por el teniente Murray a ciento cincuenta metros de la casa, mientras con los doce del grupo de asalto la contorneó hacia el sur-este, protegido por una elevación. "Como son tropas especiales'', pensaba, seguramente tienen centinelas afuera''.
El Sargento McLean, del grupo de apoyo, se aproximó a Boswell para transmitirle una sugerencia del teniente Murray: con pedazos de turba habían moteado sus uniformes para avanzar más disimulados, por cuanto estos oscuros sobre la nieve, los anunciarían a un centinela alerta.
El capitán era consciente que el suelo por donde se movían estaba dominado por una ventana del piso superior, como un ojo que los vigilara''.
Cuando Rod Boswell consideró que estaba suficientemente cerca de casa y a la vista de su grupo de apoyo, dio orden de "calar bayonetas''.
El sargento Stone musitó:

-Es un engaño: no hay nadie allí.

Ante el anuncio del teniente Espinosa del avance de hombres no identificados, el sargento primero Castillo subió la escalera: efectivamente distinguió bultos, pero sin precisar su naturaleza, pese a que ya se había levantado el sol y la claridad permitía distinguir mejor el campo.
De pronto un haz de luz resplandeció sobre una de las presuntas ovejas: un soldado británico reflejaba el sol en el anteojo de campaña con el cual quiso observar mejor la casa.

-¡Ingleses! Ahí vienen!

- fueron los instantáneos gritos que resonaron dentro.
Automáticamente el teniente primero Gatti, el radiooperador, sacó sus claves e instrucciones del bolsillo y las quemó.
Todos se pusieron en movimiento para salir, Castillo gritó a Espinosa, mientras se abalanzaba hacia la escalera.

-¡Vamos mi teniente!

este le replicó:

- ¡No, yo me quedo! De acá tengo más campo de tiro!

en el mismo instante que abría el fuego, la casa tembló por la explosión de un proyectil antitanque Carl Gustav. y comenzaron los disparos de ambas partes.
Los ingleses se incorporaron y avanzaron corriendo; varios de ellos utilizaban lanzacohetes descartables Law de 66 mm y fusiles lanzagranadas M-79 de 40 mm. Vibraba la estructura de la casa por los impactos sobre sus chapas exteriores, y cantidad de balas atravesaban las endebles paredes de madera.
Los Comandos argentinos no vacilaron en abandonar el edificio para luchar mejor desde el exterior. El capitán José A. Vercesi logró llegar corriendo hasta un alambrado colocado antes del arroyo, allí tomó posición de pie - no atiné a tirarme al suelo- y comenzó a hacer fuego y a recibirlo.

Salimos entre los dos, yo te apoyo - avisó el sargento primero Omar Medina al teniente Martinez.

Al hacerlo, este último sintió que lo golpeaba fuerte en la espalda una granada caída dentro de la casa, y cayó al suelo. Comenzó a arrastrarse.
El impacto había sido en la cocina, volteando un panel sobre Medina, al que tiró aturdido contra la pared.
Pero también pudo salir y quedó contra un ángulo exterior, al lado de una ventana, oyendo los disparos y gritos.

El sargento primero Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera.
El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo quiso abandonar el edificio Helguero. pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedrozo, que venia atrás.

Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa.
El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí: un acre olor a pólvora se sintió en forma penetrante. La llamarada. el ruido y la sensación de vacío que produjo conmocionó a los dos oficiales sobrevivientes por unos instantes.
La casa temblaba por los tiros y ya comenzaba a arder. Gatti se recobró del shock causado por la onda expansiva, tomó su fusil y fue hacia la escalera: ésta no existía, era un completo aro de fuego hasta abajo.
Sin pensarlo saltó por medio de él.
El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente.
Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantáneamente tomó su decisión: se zambulló a través del traga luz.
A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procurando cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido.
A merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad. A un tremendo dolor en la frente y en la cabeza toda se sumó que no veía bien: ; Dios mío perdí un ojo!, Pensé en el acto, aunque la falta de visión habrá sido producida por la pólvora que le quemó la cara, o la sangre que le caía en la frente.

Los Comandos argentinos habían logrado en su mayoría abandonar Top Malo House.

La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso, y la reacción de aquellos de salir para combatir sorprendiendo a la tropa británica, habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla.

En forma descuidada disparando de pie con sus pistolas ametralladoras y lanzagranadas desde la cintura, sin cubrirse, los ingleses posiblemente no tuvieron en cuenta el impulso de la sección de Comandos.
Estos avanzaron corriendo hacia el arroyo, al tiempo que tiraban con sus fusiles.
Las balas enemigas pegaban en el suelo siguiendo sus huellas.
El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe, De pronto vio venir derecho hacia él una granada: en forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza.
La granada explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Brun sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que divisaba, pero a los pocos disparos se le trabó , tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida se olvidó de quitarle el seguro.
En esos momentos un tiro hizo impacto en su pantorrilla derecha.
El teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada doscientos metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo.

Cerca del capitán Vercesi , Gatti disparaba arrodillado. mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor.
El teniente primero Horacio Losito estaba herido:
al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porch para alcanzar el arroyo, una granada había reventado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimado en la cabeza.
Un golpe quemante, un ardor fuerte, pero seguía dueño de sus movimientos. La sangre le caía detrás de la oreja y por la mejilla , un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron accionando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención.
Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático: un soldado cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra.
El oficial argentino emprendió carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos; esperaba a cada instante un tiro en la espalda.
Era intención de Losito cruzar el curso de agua y trepar por la altura del frente - la casa estaba ubicada en una hondonada-, pero unos cuatro metros antes de alcanzar el "Malo" , encontró la zanja decidió y ocuparla.
Al darse vuelta para hacer nuevos disparos, un impacto en su muslo derecho lo volteó de espaldas en la zanja. Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto:

-¡Cristina. no voy a poder volver! -exclamó en voz alta.

El sargento primero Medina estaba resguardado en una esquina del edificio, cuando por encima dejas explosiones, oyó que arriba de él se rompían vidrios y vio tirarse a un hombre: era Brun. Un soldado inglés se aproximaba gritando; le hizo fuego y lo abatió.
El suboficial enfermero Pedrozo y el sargento primero Helguero pudieron zafarse de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos, mas luego echaron a correr.
A los quince metros Helguero se desplomó herido en el pecho. Omar Medina se dio cuenta que quedaba solo y que el enemigo estrechaba el cerco.
Con la protección que le brindaba el fuego que el sargento primero Sbert hacia, alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados, y arrodillándose comenzó a disparar:

Los británicos se aproximaban a ellos, y estaban a cincuenta metros cuando Medina pudo hacer impacto en un inglés, al cual siguió tirándole ya caído por ignorar si había muerto, De repente Medina sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor al tiempo que una granada reventaba tras de si matando a Sbert.
Retrocedió Medina y pudo derribar a otro soldado enemigo.
Pero la patrulla de Comandos estaba completamente aferrada.

Es indudable que la posición argentina pudo haber sido eliminada sin correrse riesgo atacándola con cohetes y bombas desde el aire.
Quizá el M. and A. W Cadre haya imaginado que luego de sus primeros disparos, los refugiados en Top Malo House se rendirían y que no saldrían a combatir afuera; pues lo cierto es que permitiéndoles abandonarla sin estar rodeada por completo -comenzaron a hacerle fuego desde un flanco mientras avanzaban- los militares argentinos opusieron una enérgica resistencia que ocasionó varias bajas al equipo de Boswell.

Una "fiera y breve batalla'', la califican Hastings y Jenkins.

Con todo, por más ardoroso que fuera su ánimo, la primera sección de la Compañía 602 no tenia escapatoria. Ignoraban quienes calculaban poder replegarse cruzando el arroyo, que detrás de éste ocultos en la elevación que lo dominaba, permanecía al acecho la patrulla del Teniente Haddow que diera aviso de la presencia de los Comandos.

El teniente Daniel Martinez había guarecido en el cobertizo del fondo, arrastrándose en dirección al agua · en medio de los proyectiles que le pasaban por encima o pegaban cerca de él, disparó contra un par de soldados que iban corriendo, obligándolos a tirarse al suelo, Martinez notó que los ingleses tenían dirigida su atención a la zanja cercana al arroyo donde sus compañeros, en línea, respondían al ataque.

Mientras tanto, un británico salió velozmente del depósito de atrás, disparándole, pero Martinez le abrió con una ráfaga de FAL y cayó a tres metros de distancia.

El fragor del combate se aumentaba por el ruido de las municiones que explotaban dentro de la casa en llamas.
El teniente primero Losito, caído sobre el extremo de lo precaria "trinchera" , había podido observar cómo Medina se movía hacia Sbert al ser éste muerto por el estallido de una granada; y sabiendo que él también iba a sucumbir, reinicio sus disparos medio agazapado como estaba, dificultosamente.

A veinte metros por la derecha avanzaban dos ingleses con sus boinas verdes, a paso ligero, disparándole con sus pistolas ametralladoras Sterling: Losito derribó a uno de ellos, un hombre grande y rubio que recibió el impacto en el estomago y cayó hacia atrás.

En la otra punta de la línea, el capitán Vercesi vio llegar a donde estaba al teniente primero Brun, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, quien cayó a su lado.
Detrás de los tiradores británicos que avanzaban en cadena, pudo distinguir que cerca de la casa el enfermero, sargento primero Pedrozo arrodillado para cubrir a Helguero, agitaba un trapo blanco indicando que allí habia un herido y que no combatía. El jefe de la sección miró a Brun "con sus heridas espectaculares" y le dijo:

-Esto no va más...
El oficial le hizo eco:

-No, no va más.

Entonces el Capitán levantó su fusil ordenando cesar la lucha. con un setenta por ciento de bajas, no tenia sentido proseguir la briosa resistencia; sólo quedaban ilesos él mismo, Gatti y los sargentos primeros Castillo y Pedrozo.
El teniente primero Gatti lo imitó:

-¡Alto el Fuego!, ¡alto el fuego!.

Miguel Angel Castillo no se conformó, e instaba:

-¡Todavía no se entregue, mi capitán!

No muy lejos, tirado en la zanja, Losito podía observar que continuaban rebotando impactos en torno a su compañero. Posiblemente porque algunos ingleses no se habían percatado del gesto, y gritó desesperado:

-¡Gatti, cúbrase; no se rindan carajo !!!, porque nos van a matar!

-Mi teniente primero -le contestaba aquél-, no tire más que estamos totalmente rodeado

Horacio Losito no cejó.
Dispuesto a morir peleando , se preparó para disparar al otro soldado de la pareja que se le acercara, pero ya no pudo hacerlo: la pérdida de sangre se lo impidió y se derrumbó de espaldas al pozo. Plenamente consciente todavía, pudo ver que el enemigo, un hombre bajo, morocho de bigotes, se paraba con sus piernas abiertas sobre el borde apuntándole con su pistola ametralladora. Un instante fugaz se encomendó a Dios, esperando morir rápido.
Volvió a levantar los ojos y el ingles le intimó:

-¡Upyour hand!, ¡upyour hand! (Arriba las manos).

Losito estaba muy débil y el inglés lo notó: dejó su ametralladora, y quitándole el fusil, tomó al oficial por la chaquetilla para sacarlo, del fondo, con palabras de aliento.
-No problem. no problem, is the war (No hay cuidado, es la guerra)

Le hizo un torniquete en una pierna y le inyectó morfina de una jeringa descartable que sacó de su pecho, luego de lo cual le pintó una M en la mejilla.
Enseguida pidió auxilio para transportarlo.
Sonaban todavía algunos disparos.
El sargento primero Omar Medina, sordo por las explosiones y atento sólo a su frente , mantenia el fuego, y Gatti le grito:

-¡Medina, Gordo. dejá de tirar que nos matan a todos: no ves que nos rendimos ???!

Cuando el suboficial levantaba sus manos, volvió a ser alcanzado en el muslo de la misma pierna izquierda por una granada: una herida impresionante, muy grande.
Se acercó el cabo primero Valdivieso para ayudarlo y fue también alcanzado, cayendo al suelo.
El fuego cesó brúscamente, por ambos lados.

Miguel Angel Castillo no quiso correr riesgos: "Yo me quedé tirado", me relato, "pensé que si me paraba me iban a poner fuera de combate, así que me quedé en el suelo con el fusil al costado".
Hasta que llegaron dos tipos a mi lado: apartaron con su pie el fusil, me apuntaron, y por señas me indicaron que me levantara''.

Todos los británicos avanzaron para tomarlos.
Cada uno de los argentinos permaneció en el lugar en que se hallaba y los hombres de Boswell se apoderaron de su armamento y les hicieron quitar el correaje.
Se oían quejidos.

-Finish the war, (Terminen la guerra) -repetía el jefe británico para abortar cualquier reacción desesperada, aunque el estado de los Comandos argentinos tornaba ilusoria alguna medida más.

A distancia. Top Malo House concluía de arder .
Al concluir el combate, desde el otro lado del arroyo apareció la otra patrulla británica, gritando, que abrazó los vencedores: 1a patrulla de Haddow, que había observado toda la batalla, avanzó corriendo, agitando una bandera británica como una señal para ser reconocido.
No quisieron correr el riesgo de ser tiroteados por su propio bando en la excitación, con la adrenalina aún fluyendo'', indica el brigadier Thompson.

Los británicos ataron las manos de sus prisioneros mientras los revisaban, y luego volvieron a soltarlos. indicándoles que recogieran a sus heridos y muertos.
Ellos también comenzaron a atender a los de uno y otro lado, juntando las armas y correaje de aquellos; algunos mantenían apuntados a los Comandos ilesos, El capitán Rod Boswell, con una libreta en la mano, pasaba lista a voces para conocer sus bajas. Éstas eran relativamente numerosas, dada la iniciativa del ataque y el armamento usado: 5 muertos y ocho heridos, Algunos hombres lloraban en torno a un cadáver que posiblemente fuera el segundo jefe del M. and A. W. Cadre.
Los Comandos argentinos en mejor estado fueron a alzar a sus compañeros.
Vercesi pasó junto a un herido inglés muy pálido, de bigote fino, alcanzado en el pecho, que se hallaba tirado en el suelo apoyado en el regazo de un camarada, quien lo saludó murmurando:

-Friends. friends. (Amigos).

Los que aparentaban estar más graves eran los tenientes primeros Brun y Losito, completamente cubiertos de sangre; el Teniente Daniel Martinez fue interrogado para saber si había sido tocado:

-No problem -contestó, ignorante del balazo que habla recibido en un pie.

En un grupo estaban reunidos Medina, Valdivieso y algo alejado Losito: se acercó Pedrozo quien se había hecho reconocer como enfermero- con su brazalete ostentando la Cruz Roja colgado de la mano. acompañado de su custodio, y controlando el pulso de Omar Medina, y dijo:

-Quedate tranquilo; no tengo nada para darte ahora; esto está coagulando bien. Acordate de soltar el torniquete para que circule la sangre.

Al suboficial lo había vendado un inglés.
Otro que se aproximó comenzó a tratarlo con un paquete de curaciones; la hemorragia hizo que el sargento primero se desmayara por un momento.
Recuperado a poco, fue el teniente Martinez para cargarlo:

-Cómo pesás! A mi no me pasó nada- le explicó,

desconociendo aún haber sido también herido . Pero ni al llegar al lugar de reunión, Martinez, sintió un dolor como una torcedura''; asombrado, hizo un movimiento y pudo ver que salían borbotones de sangre'' según relata.
Se quitó el borceguí y la media , comprobó que había alcanzado en el talón por una bala de fusil M-l6, sin orificio de salida, uno de los militares británicos comenzó a hablarle, Pedrozo le tradujo:

-Dice que te tapes para que no se enfríe, porque te va a doler.

Daniel Martinez volvió a calzarse, ató bien su borceguí y se hizo un torniquete, sintiendo efectivamente mucho dolor: "y pasé a ser un herido más.
El suboficial enfermero tuvo una lucida actuación: sin elementos, trató de contener las hemorragias y de calmar a sus compatriotas.
"Yo empecé a temblar con chuchos por la pérdida de mucha sangre y estar muy mojado''. Me refería el teniente primero Losito. "y él sacó al sargento primero Sbert que estaba muerto, su gabán de douvet y se lo colocó : se sentó en la nieve y me puso sobre su regazo, abrazándome para darme un poco de calor", Igual procedimiento empleó el teniente primero Gatti con el sargento primero Medina.
Los prisioneros, heridos e ilesos, fueron retenidos a un costado de la casa incendiada, hasta que helicópteros vinieran a llevarlos,
El capitán Vercesi se detuvo al lado del cadáver del sargento primero Sbert, muy conmovido:

-¡Qué me has hecho. Turco!

Al teniente primero Brun lo animó el ver a Losito vivo, quien lo alentó:

-Tranquilo. Cachorro, no más. -

El médico británico revisó a todos, marcando con una M sobre la frente a los inyectados: con morfina, La pierna de Medina, desgarrada y con su fractura expuesta, presentaba mal aspecto; Helguero estaba muy preocupado por su herida sobre el corazón, porque ignoraba su profundidad.
Vercesi se notaba sumamente afectado: pidió ir por el teniente Espinosa pero el capitán inglés meneó su cabeza y le dijo que era inútil.
Conmovía a todos la suerte del abnegado oficial, el joven alegre siempre hablando de sus hijitas. Mirando la casa que terminaba de quemarse, Brun murmuro:

-Espinosa está ahi adentro...

La morfina y la atención los calmaron, y comenzaron a observar a sus vencedores, pintarrajeados sus rostros y tocados con boinas verdes.

Cruz al Heroico Valor en Combate:

Teniente ERNESTO EMILIO ESPINOSA - Ca Cdos 602 (Post Mortem) - Por cubrir desde la planta alta de la granja de Top Malo House la salida y despliegue de sus compañeros, mientras eran rodeados y atacados por fuerzas especiales británicas, cayendo en combate por dicha acción bajo fuego de fusiles, granadas y cohetes enemigos.

Sargento Primero MATEO SBERT - Ca Cdos 602 (Post Mortem) - Por su valentía y heroísmo presentado en la batalla de Top Malo House frente a fuerzas especiales británicas, combatiendo aún gravemente herido, cayendo en combate bajo fuego de fusiles y granadas enemigas.

Después de la batalla comentario del capitán Boswell al Comandante argentino fue:

"Nunca en una casa. .. "

La versión británica llama a este combate como "La escaramuza de la Casa de Top Malo House " , no admiten ninguna baja y solo reconocen tres heridos .


fotos : Comandos argentinos ya prisioneros y con la cabeza cubierta , son trasladados a un punto para permanecer en cautiverio fuertemente vigilados .

Comandos argentinos en la isla "Remolinos" , la imagen es una referencia para demostrar el equipo y armamento que poseían , uno de ellos excibe un fusil "tipo francotirador" como el que usara el Tte. Espinosa en el combate por la casa de Top Malo.

Un comando argentino es custodiado por un centinela británico , se le cubre la cabeza para mantenerlo inmovilizado , también se le quitan los cordones , cinturón y demás elementos por su propia seguridad y del bando enemigo.

Fotografía histórica de la casa de Top Malo aún humeante luego del violento combate . Los británicos habían sido informados por la Inteligencia que los comandos poseían lanzamisiles , es por ello que las fuerzas atacantes utilizaron un nutrido poder de fuego de lanzacohetes y es por ello que la casa fue desintegrada por los impactos de alto calibre y granadas.

Efemérides : Guerra de Malvinas
31 de mayo
Grupo de Facebook : Fotos de la Guerra de Malvinas

domingo, 30 de marzo de 2014

La emboscada de Top Malo House



Top Malo House 



(restos de la casa)

La batalla de Top Malo House figura en casi todos los libros británicos que tratan sobre el conflicto y en todas las cifras se manejan con total inexactitud: fueron 19 ingleses contra 16 argentinos y solamente los sargentos Doyle, Groves y Stone fueron heridos en el combate (No Picnic, pags. 110 y 112). Confirma esta versión la nota del sargento Derek Wilson, quien estuvo en Top Malo, que apareció en el fascículo editado por Marshall Cavendish Publications, The Falklands War (Ed. 1985) que expresa: "Fueron 19 contra 16, así que fue ¡casi una pelea mano a mano!. El suboficial describe como salieron de la casa los Comandos haciendo fuego y que parecia que estaban "very well prepared" y que en ese momento "we had three guys hit" (tuvimos tres muchachos tocados).



El brigadier Thompson corrige sin saber la cantidad de Comandos que intervinieron en el combate y detalla: "Cinco argentinos fueron muertos y siete heridos, los restantes cinco fueron tomados prisioneros", es decir diecisiete. (No picnic, pág. 110).



La sección de Comandos tuvo dos muertos, seis heridos y cuatro prisioneros. Eran solo doce.

Compañía de Comandos 601

Sargento 1° Juan Carlos HELGUERO. Herido y Prisionero.

Compañía de Comandos 602

Capitán D. José Arnobio VERCESI. Prisionero. Mención.

Teniente 1° D. Luis Alberto BRUN. Herido y Prisionero. Medalla "Al esfuerzo y la Abnegación". (Cita: Integrar una patrulla infiltrada, combatir con denuedo en inferioridad numérica, siendo herido de consideración.)

Teniente 1° D. Juan José GATTI. Prisionero. Mención.



Teniente 1° D. Horacio LOSITO. Herido y Prisionero. Medalla "Al Mérito Militar" (Cita: Integrando una patrulla de Comandos de la cual era 2do Jefe, durante una operación de alto riesgo en terreno controlado por el enemigo, reaccionar con decisión ante el ataque sorpresivo de fuerzas notoriamente superiores y combatir con singular valentía ocasionando bajas al enemigo. Pese a resultar herido en dos oportunidades durante el combate, continuar la acción hasta el limite de sus fuerzas, constituyendo un verdadero ejemplo para sus subordinados).

Teniente D. Ernesto Emilio ESPINOSA. Muerto. (Teniente 1° Post Mortem). Medalla PM "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Cita: Voluntariamente proteger el repliegue de sus camaradas, cuando integraba una patrulla de exploración adelantada, y ante un ataque notoriamente superior en efectivos y material, combatir hasta lograr, merced del sacrifico de su vida, el cumplimiento de su misión.

Teniente D. Humberto Daniel MARTINEZ. Herido y Prisionero.
Sargento 1° Miguel Angel CASTILLO. Prisionero. Mención.
Sargento 1° Humberto Omar MEDINA. Herido y Prisionero. Medalla "Al esfuerzo y la Abnegación".
Sargento 1° Faustino Rogelio PEDROZO. Herido y Prisionero. Medalla "Al esfuerzo y la Abnegación".
Sargento 1° Mateo Antonio SBERT. Muerto. (Sargento Ayudante Post Mortem)

Medalla PM "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Cita: Voluntariamente proteger el repliegue de sus camaradas, cuando integraba una patrulla de exploración adelantada, y ante un ataque notoriamente superior en efectivos y material, combatir hasta lograr, merced del sacrifico de su vida, el cumplimiento de su misión.



Cabo Raúl Roberto VALDIVIESO. Herido y Prisionero.

Recibieron además: (según corresponda)
Medalla del Congreso de la Nación Argentina a los Combatientes.
Medalla “Al muerto en Combate”.
Medalla “Al herido en Combate”.
Distinción de “Prisionero de Guerra”.


miércoles, 1 de enero de 2014

Combate terrestre: Una tumba para el héroe de Top Malo House

Una tumba de guerra para el héroe de Top Malo House



En un puesto ovejero de la isla Soledad yacen los restos carbonizados del teniente Ernesto Espinosa,el único argentino que aún no tiene una tumba pese a saberse el lugar en donde cayó

A 30 años de la Guerra de Malvinas, Top Malo House, un puesto ovejero de la isla Soledad y escenario de un poco conocido combate argentino-británico, es sólo un puñado de ruinas. Pero según varios testimonios, allí yacen los restos carbonizados del teniente Ernesto Espinosa, el único argentino que aún no tiene una tumba de guerra pese a saberse el lugar en donde fue abatido, lo que infringe el Convenio de Ginebra de 1949 al que adhirieron ambos países y que en su artículo 17 dice que "las partes en conflicto velarán porque se entierre a los muertos honrosamente".

Espinosa, que tenía 25 años, estaba casado y era padre de dos pequeñas niñas al momento de la guerra, integraba la primera sección de la Compañía de Comandos 602, que con un agregado del 601 tenía la misión de adentrarse 40 kilómetros delante de la primera línea nacional para informar sobre las actividades británicas tras el desembarco en San Carlos. Recién llegados a Malvinas y con data imprecisa sobre la ubicación del enemigo, el capitán José Vercesi y sus doce hombres partieron de Puerto Argentino la gélida mañana del 29 de mayo de 1982 a bordo de dos helicópteros que volaron a ras del piso para evitar radares y posibles ataques. Así llegaron al pie de Monte Simons, sin saber que a escasa distancia había un campamento británico. Según lo acordado, el rescate sería al tercer día. El ascenso les llevó toda la jornada, pero desde la cima lograron divisar un corredor aéreo de helicópteros enemigos que transportaban cañones y bultos, movimientos que lograron transmitir hasta que los marines les bloquearon las comunicaciones.

La mañana del 30, tras una noche nevada, el grupo de élite emprendió la vuelta sobre la dificultosa turba rumbo a Fitz Roy, que si bien estaba a 25 kilómetros en sentido sur a la capital isleña, era donde se encontraba la sección argentina más próxima. Con sus hombres mojados hasta la cintura tras haber cruzado el arroyo Malo y previendo otra noche helada, Vercesi tomó la riesgosa decisión de hacer un alto en el puesto ovejero, un galpón de madera y chapas que tenía dos plantas. "Admito que fue un error guarecernos allí, pero había condicionamientos: era eso o arriesgarme a perder la mitad de mi gente, que tenía principio de congelamiento en los pies", recuerda hoy el ex jefe del comando.

El 31, físicamente repuestos y con la ropa seca, despertaron muy temprano y empezaron a prepararse para seguir viaje. A las ocho escucharon un helicóptero. Como era el tercer día de la misión, pensaron que podía ser el rescatista, aunque a causa de la bruma ni los visores nocturnos resultaron útiles. El ruido cesó, no la incertidumbre, por lo que apuraron todo para dejar el galpón. En ese momento, Espinosa, que desde un ventanal del primer piso recorría el paisaje con la mira telescópica de su fusil, advirtió: "¡Me parece que viene gente avanzando!". En efecto, eran marines del Cuadro de Guerra para Montaña y el Artico al mando del capitán Rod Boswell, camuflados con uniformes que se confundían con la turba. Siete hombres se apostaron frente al puesto, a 60 metros, mientras otros 12 rodeaban el lugar, resguardados por una elevación más alejada. Ante el alerta de Espinosa, el sargento Miguel Castillo se sumó al avistaje. También vio bultos que se movían sin poder precisar si eran personas u ovejas. Hasta que la claridad despejó toda duda. Ambos dieron rápido aviso a quienes estaban abajo para que salieran del puesto, y Castillo instó a Espinosa a hacer lo mismo, pero el tirador especial de la fracción le contestó: "¡No, yo me quedo! Acá tengo más campo de tiro", y de inmediato abrió fuego. La respuesta con un proyectil antitanque hizo estremecer la estructura y los marines siguieron el avance disparando con lanzacohetes y fusiles lanzagranadas. Los argentinos sólo disponían de fusiles FAL y granadas de mano.

Una granada mató a Espinosa al instante, pero su acto de entrega les dio tiempo a sus compañeros para dejar el galpón antes de que se incendiara y para correr hasta la orilla del arroyo, donde se apostaron para luchar. Los más rezagados lograron saltar entre el fuego, por una ventana y un tragaluz a cinco metros de altura. "Nosotros salimos combatiendo y eso sorprendió a los británicos porque pensaban que nos íbamos a rendir desde adentro", explica Vercesi. Boswell lo confirma: "Los argentinos no debían haber permanecido dentro de la granja, pero suplieron esa falta de profesionalidad con valor. Todos los que pudieron salieron de la casa y lucharon hasta que no pudieron más", reconoció el capitán británico en un documental de la BBC dedicado a Top Malo.

La resistencia duró media hora, lapso en el que también murió el sargento Mateo Sbert y fueron heridos otros seis comandos. Entre ellos, el teniente Horacio Losito, hoy condenado por violaciones de los DD.HH. en los años 70. Vicisitudes de la historia argentina reciente. Los británicos sólo reconocieron tres heridos, aunque algunos comandos sostienen que el bando enemigo también tuvo muertos. En su libro Comandos en Acción , el historiador Isidoro Ruiz Moreno detalla que algunos marines "lloraban en torno a un cadáver". Como sea, finalizado el combate, Vercesi pidió buscar a Espinosa entre el galpón derrumbado, pero Boswell le dijo que era en vano.

En febrero de 2011, el hoy teniente coronel (R) Vercesi y la periodista Marisa Bisceglia, firmante de este artículo, presentaron al gobernador isleño Nigel Haywood una nota donde pedían por los restos de Espinosa, invocando el Convenio de Ginebra. Lo mismo hicieron en Buenos Aires, ante la Cancillería y el Ministerio de Defensa. ¿Pero por qué pasó tanto tiempo para que un argentino reclamara por Espinosa? El hoy general (R) Sergio Fernández, que también combatió en Malvinas y hoy es un estudioso de Top Malo, explica: "De ambos lados puede haber existido un desconocimiento del problema. Fue la primera vez que se planteó la existencia de un muerto nuestro que no fue hallado, por la sencilla razón de que se carbonizó junto con la casa. Pero se haya volatilizado o haya sido enterrado por los dueños del terreno, el lugar mismo es una tumba de guerra".

Según pudo averiguar Enfoques, aquí el pedido no avanzó porque la viuda de Espinosa, Graciela, no se encargó de impulsar el reclamo (como tampoco respondió los llamados de este medio). Por su parte, la respuesta isleña, recibida el mes pasado, dice que "todos los restos humanos (argentinos) fueron retirados y sepultados en el cementerio de Darwin" y que "no hay registro de que éste no fuera el caso" de Espinosa. También afirma que la legislación local "no contiene ninguna disposición que permita designar a la Casa Top Malo como sitio protegido, ni a través de una ley de protección de las islas Falkland ni por aplicación de legislación británica", y acota que en el libro The Falkland´s War, Then and Now , su autor, Gordon Ramsey, comenta que, "según se cree", Espinosa "está sepultado en Darwin como ?soldado sólo conocido por Dios'". Llamativamente, la contestación nada dice sobre el convenio de Ginebra aludido en la nota.

El historiador británico Nicholas Tozer, que en 1999 ya había reclamado al Foreing Office por Espinosa, califica a la contestación como "altamente tramposa" porque "nadie jamás proveyó evidencia para justificar la idea de que los restos del teniente hubieran sido llevados a Darwin. Si esta información nunca fue hecha pública es porque no sucedió así. Y salvo que alguien pueda demostrar -lo cual es distinto a decir, que es lo que hace Ramsey- que las cenizas de Espinosa fueron trasladadas a Darwin, se debe asumir que aún siguen en Top Malo, y que más allá del paso del tiempo y lo puramente simbólico del gesto, Espinosa merece una sepultura"..

Para LA NACION Sergio Nuñez-Marisa Bisceglia