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domingo, 3 de junio de 2018

Malvinas, su recuerdo y su futuro, por Marcelo Larraquy

"¿Y todavía seguís pensando que las Malvinas son argentinas?"

Un recorrido por las calles de las islas todavía reflejan las cicatrices que dejó la guerra. La búsqueda de los puestos de combate de los ex soldados y las imágenes de las últimas horas de la batalla 

Por Marcelo Larraquy || Infobae
Periodista e historiador (UBA)




Hace un tiempo acompañé la visita de ex soldados a las Malvinas. Era un grupo que volvía a las islas después de treinta años de la guerra contra Gran Bretaña.
Nos hospedamos en una casona muy confortable de la avenida Ross, algunas cuadras alejadas hacia el este del casco urbano, frente a la bahía. Creo que éramos alrededor de quince o veinte. La mayoría de ellos habían servido a la Compañía A del Regimiento 7 de Infantería Mecanizada de La Plata.
Me acuerdo que el primer día desayunamos en forma abundante dulces, yogures, pan casero, en una mesa larga y luego salimos a recorrer las laderas de Wireless Rigde, a dos kilómetros de la residencia de gobierno.
Las laderas estaban debajo del monte Longdon, donde en la madrugada del 12 y 13 de junio de 1982 se definió la batalla.


Campamento argentino en Monte Longdon

La ladera era un territorio abierto con un declive no muy pronunciado. Apenas empezaban a caminarla, los ex soldados se detenían a buscar referencias que le permitieran ubicar el que había sido su lugar de combate, los restos del pozo que habían cavado para esperar la guerra.
Los impactos de las bombas, como una mancha negra sobre la tierra, cráteres anchos, de más de un metro, se veían con nitidez.
Los pozos eran más difíciles de encontrar, pero una vez localizados, removiendo un poco la tierra, dejaban emerger algunos pertrechos de entonces: pilas grandes con las que escuchaban radio, algunos restos de pilotines verdes, hierros oxidados, latas de gaseosas achatadas.



Me acuerdo que en la revisión de la ladera un ex soldado buscaba con su hijo las cartas que había enterrado en una bolsa de plástico, cerca de su pozo, y ahora no podía encontrarla.
El pozo rememoraba a la lluvia, a la posición anegada por el agua, a las bengalas, a los bombardeos.
El primer bombardeo lo vivieron el 1° de mayo, con los Sea Harriers que cruzaron el cielo de la ladera en dirección al aeródromo y descargaron sus bombas.
Este fin de semana largo aproveché para buscar las notas que había tomado de aquel viaje a Malvinas y encontré el testimonio del ex soldado Alfredo Rubio, que recordaba el paso de los Sea Harriers.
"El bombardeo nos tomó por sorpresa. Yo no tenía experiencia militar que me preparara para esta situación. Los bombardeos llegaban desde fragatas y aviones. Cuando había bombardeo se corría un alerta roja y cada uno trataba de buscar algún refugio para protegerse".


Batalla de la Pradera del Ganso

La Compañía A había padecido su propia tragedia poco antes de que las tropas terrestres británicas se asomara por la cresta del monte Longdon.
Cuatro soldados conscriptos perdieron la vida cuando una mina antitanque detonó sobre el bote de goma en el que remaban, sobre el río Murrell.
Del otro lado del río había una casa vacía. Sus habitantes habían sido trasladados a Puerto Argentino y algunos soldados solían entrar, en busca de la comida que había quedado almacenada. El bote le permitía acortar las distancias y volver rápido a sus posiciones de combate.
Marcelo Postogna tenía un recuerdo vivo de la noche de la tragedia.
"Unos días antes vinieron un grupo de ingenieros y minaron toda la zona para evitar un posible desembarco inglés. Esto activó una mina antitanque. Y fallecieron cuatro. Manuel Zelarrayán, Carlos Hornos Pedro Vojkovic y Alejandro Vargas, que es el único que identificamos. Fue muy doloroso ir a buscar a nuestros compañeros, y buscarlos por partes".
Hasta ese momento, Alejandro Vargas era el único del grupo que tenía la tumba con su nombre. Los restos de Zelarrayán, Hornos y Vojkovic fueron reconocidos en las últimas semanas, luego de 36 años en los que permanecieron como "soldado argentino sólo conocido por Dios".
Aquel primero día en las Malvinas, a la tarde, fuimos a rendir homenaje alos caídos al cementerio de Darwin. "Este viaje es una procesión que uno trae, que lleva dentro de uno, es algo que nos realimenta y nos ubica en el tiempo y espacio, y nos construye como persona", decía Postogna.
Para mí todo era nuevo.
Lo primero que se me había revelado en el viaje era que en las Malvinas había gente. Siempre había entendido a las islas como un territorio despojado, pero nunca había pensado en los isleños, que fueron viviendo y muriendo en esas tierras a lo largo de varias generaciones.
Por la noche salimos a recorrer las calles y entramos a un bar, creo que era Deano's Bar, pero podría ser otro. Nosotros éramos bastantes, y no sé por qué, en el primer impacto, no se generó una buena atmósfera. Apenas comenzábamos a ubicarnos alguien recomendó que lo mejor sería que nos fuéramos. No sé si hubo algún comentario o una mirada que se estiró demasiado, pero la guerra había dejado una marca, una sensibilidad, que no admitía malos entendidos.
A esa hora todavía no habíamos comido y de casualidad encontramos una pizzería a punto de cerrar que atendía un inmigrante chileno. Logramos encargarle algunas cajas.
Retengo una imagen de ese momento: los ex soldados en el cordón de la vereda comiendo pizza en la noche de Malvinas.
A la mañana siguiente, mientras desayunábamos, la dueña de casa, Arlette, nos presentó a un policía que se había acercado a la casa para establecer contacto con el grupo de ex soldados. No recuerdo si la conversación tenía que ver con el hecho de que se habían sentado en el cordón de la vereda o si acaso la visita era por la bandera argentina que había sido exhibida en el cementerio, creo que para una foto. Supongo que la policía local habría evaluado esos dos hechos como "conflictivos", para decirlo de algún modo, y nos lo hicieron notar.
En ese momento advertí que el grupo era objeto de una vigilancia imperceptible, aunque no estaba en el ánimo de ninguno generar conflictos.
El día siguiente también fue largo.
Fuimos hasta el estrecho San Carlos, que separa la isla Soledad de la Gran Malvina. Allí los ingleses desembarcaron sus tropas terrestres. El área estaba escasamente protegida. Sólo había cuarenta soldados argentinos para dar aviso temprano. Era la opción menos probable para el mando argentino, porque consideraba que San Carlos estaba demasiado alejado de Puerto Argentino.



La logística de guerra británica ocupó el estrecho: destructores, fragatas, buques de asalto, que dieron sostén al desembarco el 21 de mayo de 1982.
En la bahía encontré al ex soldado Víctor Hugo Romero que había combatido en San Carlos.
"Cuando llegamos había un regimiento de Corrientes –recordaba-. Teníamos muy pocas municiones. Esperábamos que tiraran ellos, cambiábamos de posiciones, pero luego no teníamos dónde replegarnos, nos rodearon, no había forma de salir. Enfrente estaban los ingleses y de espaldas teníamos el agua. La noche de la rendición la pasamos en un galpón, un esquiladero de ovejas y a la mañana hubo cese de fuego, entregamos las armas y nos tuvieron prisioneros".
Fui con Romero hasta el galpón con el esquiladero. Se mantenía exactamente igual que hacía treinta años. Quizá todo estuviera como entonces y el único cambio se produjo en una pequeña casa, convertida en un museo, que conservaba objetos de guerra.
Después del desembarco en 1982 hubo cuatro días de intensa descarga de fuego argentino que pusieron en peligro la marcha terrestre británica, sobre todo por la pérdida logística asentada en el estrecho, que los dejaba sin respaldo para los setenta kilómetros que debían recorrer hasta Puerto Argentino.
Su próximo objetivo fue la posición argentina en de Puerto Darwin y Pradera del Ganso, distantes a 5 kilómetros uno del otro. En esa guarnición se resguardaban algunos aviones Pucará. En los caseríos se produjo una larga batalla terrestre. Murieron 47 argentinos y 17 británicos, entre ellos el jefe de Segundo Batallón de Paracaidistas (Para 2), el teniente coronel Herbert "H" Jones, en un hecho todavía controversial, tras un aparente "cese de fuego".
Fue un enfrentamiento infernal, de treinta y seis horas, que dieron muestra del heroísmo de la resistencia argentina.


La batalla en Pradera del Ganso. Fue la primera batalla terrestre que libraron ambos contendientes luego de que las fuerzas británicas desembarcadas consolidaran su cabecera de playa en San Carlos

El dominio de Darwin y Pradera del Ganso fue clave para el enemigo: las tropas británicas se aseguraron la retaguardia, y con la protección aérea y naval, continuaron el recorrido hacia Puerto Argentino.
Ese mediodía fuimos a almorzar a un pequeño restaurante de Pradera del Ganso. Advertí la tensión en el local apenas nos sentamos para comer el plato del día. Todos nuestros gestos y movimientos fueron sobrios y cuidados. Después supe que el restaurante lo atendía la misma familia que había sido detenida en 1982 por el mando argentino. Y si bien estaban acostumbrados a recibir ex soldados, el recuerdo traumático permanecía vigente.
Me acuerdo que durante los días que siguieron busqué isleños para conocer sus experiencias durante la detención y pude dar con una chica que recogió los relatos de su familia. Ella había nacido en 1987. Se llamaba Teslyn Barkman.
Creo que conversamos en la redacción del semanario "Penguin News", que dirigía John Fowler y donde trabajaban otras dos personas. Teslyn me contó que sus padres, durante la detención, dormían en colchones, en una sala amplia con un único baño, junto a otros granjeros de lugar.
En ese momento Teslyn formaba parte de un servicio militar voluntario –Falkland Islands Defense Force-, porque quería prepararse para estar en la primera línea de la guerra "en caso de un nuevo ataque".
Me sorprendió su dureza, que contrastaba con su sensibilidad como artista. Creo que era pintora. Teslyn, desde siempre, había estado molesta con el reclamo argentino por la soberanía sobre las islas.


San Carlos

"Este es mi lugar –me explicaba-, yo nací acá y no creo que deba pedir disculpas por eso. Como en la Argentina muchas personas llegaron de otras partes como inmigrantes y ahora lo consideran su hogar, lo mismo sucede para los isleños. Y aunque tengo ciudadanía británica, me considero una simple isleña. No pueden quintarnos nuestro hogar ni intentar hacernos perder la identidad".
Este tipo de encuentros, y otros posteriores, me hicieron entender que para los isleños la guerra no había terminado, y todavía conservaban cicatrices y resentimientos. Habían vivido la invasión, porque para ellos fue una invasión. Como si la Segunda Guerra Mundial se hubiese desatado en su propio pueblo. Una dimensión del conflicto que yo no había pensado y era necesario abordar para entender su complejidad.
Y aún con su dureza podía entender la posición de Teslyn, y me sentí más cercano a sus palabras que las sensaciones que tuve cuando visite la residencia del gobernador inglés, para un cóctel. Ese lugar lo sentí completamente ajeno. Ahí sí sentí que nuestra tierra había sido despojada.
Pero en el trato personal a los isleños lo percibía diferente. Recuerdo el contacto con un grupo jóvenes a la salida de un bar, que uno de ellos empezó a insultar por nuestra presencia. Después me explicaron que durante los meses de marzo y abril los isleños son muy sensibles a la llegada –que consideran "masiva"- de ex soldados y familiares desde el continente.



La cuestión es que luego de ese incidente verbal, por así llamarlo, acordamos conversar en el lobby de un hotel boutique ubicado frente a la bahía y nos servimos un té casi como una forma de pacificar los ánimos. Ya era de madrugada, y uno de los isleños me preguntó cuánto tiempo llevaba en las islas.
Yo respondí: dos semanas.
"¿Y todavía seguís pensando que las Malvinas son argentinas?"
En ese momento pensé en su cultura, en la forma en que se mueven, sus horarios, que casi nunca hay gente en la calle, y respondí: "La tierra es nuestra, pero vos naciste acá, también tenés tus derechos. Somos hermanos que no nos conocimos", le dije.
Sentía que, de cualquier modo, aunque pensáramos distinto, aunque fuéramos distintos, a nosotros nos correspondía seguir defendiendo el contacto.
La guerra de Malvinas había roto con cincuenta años de relación entre argentinos del continente e isleños, y quizá ahora harían falta otros cincuenta para restaurar la confianza.
Después de la tragedia de la mina antitanque en el río, la espera en los pozos de la ladera de Wireless Rigde continuó con el asedio diario de ataques aéreos y los cañoneos navales británicos.



El radio de observación de cada soldado desde su pozo era de cien metros, doscientos como máximo. Ése era todo su universo durante la guerra. Sabían que el enemigo había desembarcado pero no sabían por dónde. No tenían mapas ni información. Padecían el hambre, la lluvia permanente y en muchos casos el maltrato de sus superiores.
Así ocurrió hasta el 11 de junio.
Durante ese día algunos soldados habían escuchado por radio la misa del Papa Juan Pablo II en la Basílica de Luján frente a cientos de miles de feligreses.
Pero a la noche monte Longdon se transformó en un campo de batalla.
El fuego naval, la artillería y los misiles antitanque del enemigo se desplegaron sobre su cresta.
La acción masiva de la guerra estallaba en la cara de los soldados por primera vez en sus vidas.
"La guerra es un espectáculo visual muy fuerte –describía Postogna-. Explosiones constantes, tiros, millones de balas cruzándose…".
Cuando les tocó a ellos entrar en acción, después de casi dos meses de espera en el pozo, se revelaron las deficiencias del equipamiento militar.
A Juan Bratulich, abastecedor de mortero pesado de la Compañía A del Regimiento 7, el combate le duró pocos disparos.
"Teníamos un observador adelantado que nos iba dando la información. A partir del quinto tiro, la placa base del mortero se fue hundiendo y no se pudo seguir disparando. En ese momento, empezó a caer la réplica del fuego enemigo, un fuego muy intenso. Los ingleses tenían detectores de calor, sabían desde dónde tirábamos. Entonces nos ordenan sacar los morteros, y replegarnos. Cuando estoy cumpliendo esa orden, me explota un proyectil de 81mm en la zona abdominal. Todo el mundo estaba ocupado en ese momento. Pero mis compañeros me trasladaron detrás de una roca y siguieron combatiendo. Me arrastré hasta la posición del jefe del Regimiento. Me evaluaron, me bajaron de la ladera con una camilla. No pensaba si iba a morir, pero estaba asustado por el contexto de la situación".
Bratulich fue operado en la madrugada del 13 de junio en Puerto Argentino y un avión lo trasladó a Comodoro Rivadavia ese mismo día. Juan Salvucci, del Regimiento 7, también vio los fuegos desde ladera de Wireless Ridge.
"Escuché el primer tiro a menos de un kilómetros, ví los fuegos iniciales, se escuchaban los gritos de locura y dolor, los de ellos, los nuestros. Me acuerdo que tenía una tableta de tranquilizantes y me la clavé toda. Me dije "bueno…".
Salvucci había llegado a la guerra con su diploma de arquitecto, pero todavía debía el servicio militar, y el Ejército lo convocó a los 26 años.
"Tiraba con un fusil liviano, pesado, con una 9mm… Llegué a envidiar al herido que se iba, mientras yo seguía. Envidiaba al chico que caía, porque yo seguía… En el momento del repliegue, me cruzaba con fuego propio. Sabía que un sargento venía tirando y me la iba a poner… A nadie le gusta rendirse. Desnutrido, con 25 kilos menos, me hubiese gustado caer en combate. Vinimos a la guerra con chicos de 18 años que recién salían de sus casas y no sabían manejar un arma, sin experiencia; con militares que estaban acostumbrados a que la hipótesis de conflicto era su propio pueblo, no fronteras afuera ¿No habíamos perdido antes de venir?", se preguntaba.
Las tropas británicas tomaron el monte Longdon. La residencia del gobernador ya les quedaba a tiro de artillería. Después hubo un "tiempo muerto" durante un día en el que casi no se cruzó fuego. El enemigo se reagrupó, instaló puntos de observación, temía un contraataque argentino.


Riscos del Monte Longdon

Pero la defensa de la ladera de Wirelles Ridge ya estaba debilitada. Muchos soldados advirtieron que sus tenientes y sargentos habían abandonado sus posiciones y bajaron a Puerto Argentino sin dar aviso.
En la noche del 13 de junio todos los batallones británicos se lanzaron para definir la victoria en la guerra. Avanzaron con tanque de guerra para romper el fuego de las trincheras.
A las dos de la madrugaba nevaba en la ladera.
Había soldados argentinos heridos arrastrándose, soldados que bajaban corriendo hacia el valle, protegiéndose entre roca y roca, tratando de no cruzarse con el fuego "amigo" de un FAL.
El cielo estaba cruzado de bengalas.
Alfredo Rubio recordaba las imágenes del final.
"Cada uno bajaba como podía. No hubo una organización, nadie que te dijera "andá para allá". Era el Titanic que se estaba hundiendo… Esa imagen, para mí, la tuve cuando pasé por una carpa redonda que habíamos apodado 'El Circo'. Tenía muchas provisiones. Estaba a cargo de un capitán que manejaba la logística del Regimiento, uno de los oficiales que se hacía calzar los borceguíes por los soldados y les negaba la comida. En el desbande, nos acercamos a la carpa que recepcionaba los pedidos de ayuda y escuchamos las radios al rojo vivo, ´manden refuerzos… tenemos heridos".
Entramos, y estaba vacía, no había nadie, con todos los micrófonos colgando. Ahí me dije: "Se acabó. Fuimos".
Ninguno de los ex soldados a los que consulté había visto a un general argentino en la batalla. Excepto Juan Salvucci. Después de la rendición del 14 de junio permaneció prisionero junto a Mario Benjamín Menéndez en la bahía San Carlos, casi 45 días.
Nunca entendió por qué, dado que él era un conscripto y Menéndez había sido el gobernador de las islas. Pero estuvieron juntos. Tuvo oportunidad de hablarle.
"Yo fui muy crítico con la conducción de la guerra y Menéndez me respondió: 'soldado, usted necesita apoyo psicológico, usted está mal… Y cómo no voy a estar mal si estuve combatiendo, ví la realidad. Usted estuvo en una casa, yo estuve en una guerra… la guerra no fue su realidad".

martes, 28 de abril de 2015

Kelpers pisan minas argentinas esperando que exploten

Malvinas: la mitad de las minas que puso Argentina siguen enterradas
A 33 años de la guerra.Se estima que aún permanecen bajo tierra entre 8.000 y 10.000 explosivos instalados por las tropas argentinas




Natasha Niebieskikwiat - Clarín
Mañana, los kelpers participarán de la experiencia de caminar en territorio liberado de minas. Los invitaron los expertos del proyecto de desminado que contrató el Foreign Office. A la manera de una típica publicidad comunitaria, el director del proyecto, Julius Unsing, llamó a los habitantes del archipiélago a “unirse y caminar adentro de lo que fue un campo minado” y experimentar que “ya no están allí”. Lo dijo en el semanario Penguin News, en una nota titulada “Haciendo las Falklands seguras”
Estos trabajos son curiosos y lejanos para los argentinos de hoy, protagonistas involuntarios de una de las herencias que más enojó a los isleños con el continente tras el desembarco militar del 2 de abril de 1982.  Es que pese al plan de desminado que comenzó en 2012, 33 años después de la guerra aún quedan entre 8 mil y 10 mil minas enterradas, poco menos de la mitad de las que fueron.

Con la idea de proteger sus posiciones, los militares argentinos plantaron unas 20.000 minas antipersonales y 5000 minas antivehículos. Los planos que debieron entregar los argentinos tras la derrota frente a los británicos firmada el 14 de junio del 82, no conllevó la inmediata liberación del suelo, y como ocurre en todos las zonas de conflicto, las minas terminan siendo un drama humanitario.
En Malvinas hubo accidentes que le costaron la vida o mutilaciones a los habitantes, aunque lo inhóspito del lugar permitió la marcación de las zonas peligrosas. De ahí esos carteles tan famosos incluso para los turistas que dicen “Danger, mines” (“Peligro Minas”). Varias de las mejores playas del islote del Este (la llamada aquí isla Soledad), no pudieron usarse por décadas a raíz de las presencia de minas. El problema es que el movedizo suelo de turba y arena las fue removiendo de un lugar a otro, dificultando su ubicación. Las playas se poblaron de pingüinos y otras aves debido a que su peso no activa las explosiones.

Argentina y el Reino Unido mantuvieron algún grado de comunicación en sus inicios sobre cómo iba a ser el desminado. Finalmente, las tensiones bilaterales generaron el habitual ruido entre las partes y no hubo cooperación.
En 2012 los británicos comenzaron sus trabajos con la empresa Batec Internacional, que utiliza trabajadores especializados que provienen de Zimbawe, una ex colonia británica en Africa. Las autoridades de las islas dijeron hace años a este diario que trabajan bajo el marco de la ley, y ahí están ya, terminando esta temporada, de ahí el encuentro comunitario de mañana. Están en la fase 4 del proyecto de desminado y volverán en septiembre, tras los fríos y nevadas del invierno.




viernes, 8 de agosto de 2014

Campos minados: El TC Héctor Miño, minador

Tte Miño, minador

El Teniente Hector Miño, Ingeniero Anfibio de la Armada Argentina, además de desempeñar las tareas propias de todo ingeniero también con su muchachada combatió en Tumbledown....en la foto camina atento detrás de una oveja en Malvinas .

Nuestro marino y su gente merecen que alguien reconozca su tarea en Malvinas...bastardeado en su libro y en Youtube hasta el cansancio por un conocido periodista llamado N. Kasanzew, Miño y su gente deben soportar hasta el día de hoy una infamia contada por este "señor" que NO estuvo en Malvinas la noche del combate donde sucedieron los hechos pues como sabemos Kasanzew se "retiró" de las islas en el último Hercules por lo que todos sus relatos los cuenta por boca de terceros.....

Lo cierto es que diga lo que diga NK.... el Teniente Hector Miño... y los muchachos del Subteniente Esteban Vilgre La Madrid del RI 6 realizaron un difícil y riesgoso contraataque en Tumbledown cuando los británicos tenían ya casi controlada la situación...es una historia larga que alguna vez contaremos completa ya que Gracias a Dios contamos con la amistad de los participantes directos de dicha acción entre ellos nuestro amigo y hermano Carlitos Muelas también Ingeniero Anfibio quien incluso ayuda a Miño cuando fue herido.



sábado, 28 de diciembre de 2013

Campos minados: El desminado hoy

Desminado terrestre en Malvinas hoy



Hoy los encargados del desminado son mercenarios africanos de las ex colonias británicas




Foto: Zona de desminado sobre la ruta que une Sapper Hill con Monte William.








Foto: Una mina antipersonal argentina de origen italiano SB33, lista como el primer día.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Defensa de Puerto Argentino: Minado naval de Puerto Argentino

Minado naval de las vías de acceso a Puerto Argentino


Luego de que un contingente de fuerzas argentinas desembarcara en las Malvinas el día 2 de abril de 1982, y reestableciera la soberanía argentina sobre las islas, se emitió la orden de operaciones 888/82 "S" que determinaba el minado naval defensivo de las vías de acceso a la capital de las Islas Malvinas.
El plan de minado confeccionado por el mando naval argentino tenía el objetivo de evitar la aproximación de submarinos enemigos e impedir de esta manera el desembarco de buzos tácticos o comandos anfibios desde dichas unidades a Puerto Groussac y a las playas ubicadas al sur del cabo San Felipe, estableciendo el sembrado de cuatro campos de minas, que de norte a sur se denominarían: "Campo 3", "Tommie 1", "Tommie 2" y "Campo 4"; situados los dos primeros al norte del cabo San Felipe y los dos últimos al sur del mismo.



En la práctica, los campos "Tommie 1" y "Tommie 2" se conformaron con un pequeño lote de minas de orinque transportadas por el ARA Bahía Buen Suceso; pero los campos 3 y 4 no se llegaron a sembrar por falta de minas; pues el segundo lote, que era mas numeroso e incluía minas magnéticas, se embarcó en el buque ELMA Córdoba, el cuál no llegaria a las Malvinas. Por motivos análogos tampoco se ejecutó el plan diseñado para el minado de ambas entradas del estrecho de San Carlos ni tampoco se hizo el minado de la isla San Pedro (Georgias del Sur).
Asimismo, luego del desembarco británico en San Carlos, se planificó un minado aéreo ofensivo en la entrada norte del estrecho de San Carlos, que no pudo concretarse por no haber más disponibilidad de aviones Neptune, los únicos que podrían haberlo realizado esa labor.




Foto: Corte de una mina antibuque Orinque

Temor Británico

La utilidad o no de los campos de minas "Tommie 1" y "Tommie 2" es de difícil evaluación; pero debe notarse que los británicos no intentaron ninguna operación anfibia de desembarco de tropas por esas vias de acceso a Puerto Argentino.Sólo tras la caída de la plaza, y con los mapas de minado provistos por los argentinos a la vista, los buques ingleses se atrevieron a ingresar a las aguas cercanas a la capital del archipiélago.


Foto: El ARA Bahía Buen Suceso en el Apostadero Naval Malvinas

Foto: Apostadero Naval Malvinas

Ejecución del minado naval defensivo

El ARA Bahía Buen Suceso llegó a la capital de las islas el día 11 de abril de 1982, transportando 22 minas de orinque, modelo argentino 1925; y también llevando dos plataformas diseñadas para sembrar minas usando las grúas de los buques.Dichas plataformas se habían fabricado en el Taller de Armas de la Base Naval de Puerto Belgrano, tenían forma de jaula y en su interior se colocaba cada mina naval a sembrar. La jaula poseía un dispositivo, que se accionaba mediante un cable de acero y gancho disparador, para provocar su apertura cuando se la situaba en posición, y así obtener la consiguiente caída de la mina sobre el mar.


Mina de orinque, modelo argentino 1925, exhibida en el Museo Naval de la Nación

Las Minas de orinque

Las 22 minas eran del tipo "de contacto", se habían construido en la década de 1940 y su parte activa constaba de una esfera de hierro con 7 protuberancias de plomo conocidas como cabezas de contacto o cuernos, en cuyo interior existían sendas ampolletas de vidrio llenas con un electrólito líquido especial.Si el casco de un buque golpeaba un cuerno, se rompía su ampolleta interna y el líquido se derramaba sobre las placas de una pila de zinc-carbón que carecía del correspondiente electrólito líquido. Así, al caer éste en el espacio interplacas, se activaba la pila, se generaba una tensión eléctrica y se energizaba un circuito que provocaba la detonación de la espoleta, con la inmediata explosión de la mina naval.



Foto: Un Ingeniero británico tratando de llegar a una mina argentina de Orinque.Guerra de Malvinas 1982.

Foto: Una mina de Orinque argentina es capturada por los británicos para ser desarmada.Guerra de Malvinas 1982. El comandante inglés Bernie Bruen desactiva una mina Argentina de Orinque antes de ser remolcada a la costa.





Este modelo de mina pesaba unos 800 kg, incluía 150 kg de TNT fundido y tenía un cable (orinque) que unía a la parte esférica de la mina con un peso muerto con forma de cubo, que servía para anclarla al fondo del mar.
Dicho peso muerto era de 180 kg, poseía 4 pequeñas ruedas en su base, tenía un carrete sobre el que se arrollaba el orinque y contaba con un complejo dispositivo para un ajuste preciso de la profundidad a la que quedaría sumergida la parte esférica de la mina. Asimismo la mina tenía un mecanismo de seguro que la desactivaba cuando no existía ninguna tensión mecánica en el orinque; y también poseía otro sistema de seguro basado en una pieza soluble, que mantenía a la mina desactivada hasta que la misma permaneciese sumergida en el mar por un lapso superior a los 30 minutos, y entonces, la pieza de seguro se disolviese.Para mayor seguridad de manipuleo, los cuernos de la mina estaban mecánicamente protegidos mediante capuchones de bronce, que sólo se quitaban un momento antes del sembrado de la misma.



Foto: El ex Teniente Inglés Martyn Holloway que fuese capitán del HMS Cordella, uno de cinco barcos de pesca que fueron rapidamente transformados por los británicos, para tareas de desminado durante la guerra de Malvinas.

Es de notar que los campos "Tommie 1" y "Tommie 2" no se completaron con una segunda línea de minas magnéticas a 18 km de la costa como se había previsto, por las carencias materiales señaladas anteriormente.
Finalmente cabe señalar que esta operación es considerada como la primera acción bélica de fondeo de minas navales activadas en la historia de la Armada Argentina.


Taringa

domingo, 15 de diciembre de 2013

Defensa de Puerto Argentino: Minas y trampas explosivas argentinas

Minas y trampas explosivas argentinas utilizadas contra los británicos



Foto: Ingenieros Reales tratan de desactivar unas de las tantas minas antitanque argentinas, además potenciadas por un tanque de 200 litros lleno de rocas para que sirvieran como terrible metralla. Guerra de Malvinas 1982.


Foto: Minas antitanque Expal C3B de origen española, estas minas fueron utilizadas para minar un puente y retrasar el avance del enemigo. Guerra de Malvinas 1982.


Foto: Una Bomba enterrada junto a una mina antitanque cerca de la carretera a Puerto Argentino, Guerra de Malvinas.

Foto: Soldados británicos pisando minas antitanque para bromear con el fotógrafo.


Foto: Minas antitanque argentinas desactivadas por los británicos luego de la guerra de Malvinas

Foto: Una mina antipersonal argentina hábilmente ocultada bajo la turba malvinera.


Foto: Un grupo de minas antitanque Expal españolas desenterradas por los ingenieros reales, Guerra de Malvinas 1982.

Foto: Un ingeniero real junto a minas antitanque argentinas.

Foto: Un par de ingenieros reales busca con mucho cuidado minas argentinas en una playa de Malvinas.

Foto: Mucho después de la guerra, algunas Minas antitanque argentinas SB81 de origen italiano, vuelven a la superficie en una playa de Malvinas, fueron desenterradas por la marea.

Foto: Zona de campos minados en Malvinas. Eran fáciles de confundir si no se conocía perfectamente su ubicación.

Otros tipos de cazabobos argentinos en la guerra de Malvinas .


Foto 1 : Debajo de estos objetos se ocultan sorpresas para cualquier ingenuo soldado británico. Guerra de Malvinas 1982.

En esta trampa cazabobos argentina, el regalo para los británicos comprendía en granadas de mano FMK-2 y una poderosa granada cilíndrica española Expal M5, todas sus anillas unidas por medio de un cordón, la victima solo tenia que levantar con fuerza el fusil FAL,además el balde contenía una sustancia combustible similar al cóctel molotov. Guerra de Malvinas 1982.

Foto: Trampa cazabobos argentina con la utilizacion de dos minas antitanque unidas por cable detonador.

Palabras de los Ingenieros de Asalto de los 40 Comando de Royal Marines.
Habiendo cortado el cable, proseguí con la eliminación de un par de detonadores de las minas antitanque, más de 1500 minas fueron desarmados a mano, 53 eran de disparo accionada por cable con interruptor a tirafrictor trampa. Muchos estaban en las playas por debajo de la línea de marea alta. Se necesitaron 10 días para eliminar todas estas minas.


Foto: Luego de la guerra, Ingenieros británicos escaban en busca de minas y trampas explosivas argentinas.

Foto: Un ingeniero británico trata de desacticas una "trampa cazabobos argentina" el arma esta unida por cables muy sensibles al viento. Guerra de Malvinas

Palabras de los Ingenieros de Asalto de los 40 Comando de Royal Marines

Interruptores accionados por cable estas minas que rodeaban las posiciones de la compañía argentina para la defensa de su sector, 53 de estos dispositivos se desarmaron a mano, el Problema con estas minas era que el viento que sopla continuamente, provocaba que el cable se tensara casi al ser retirando el pasador de seguridad hacia fuera, solo el óxido en el pasador evito que estas minas estallaran, se tuvo especial cuidado en desmantelar estas minas. Yo desarme el primer par de minas en cada campo de minas bajo la observación de los muchachos.Los controles se han hecho también a lo largo de toda la longitud del cable de detección de minas antipersonal. 9 campos minados fueron despejados, también se destruyo 17 bombas de racimo lanzadas por nuestros propios aviones sobre las posiciones argentinas.



Foto: Ingenieros de Asalto de los 40 Comando de Royal Marines encargados de limpiar campos minados.Puerto Mitre (Port Howard).

Palabras de los Ingenieros de Asalto de los 40 Comando de Royal Marines que limpiaron zonas minadas en Malvinas.
Hubo que limpiar campos minados extensos en la parte trasera de las casas, unas 1500 minas fueron levantadas a mano y destruidas con explosivos o quemadas, el Cabo Trev Lee, perdió la pierna izquierda unos días después al pisar una mina.


Foto: Luego de la guerra, un ingeniero inglés desarma con extremo cuidado una mina argentina de origen español, la cual estaba oculta debajo de la turba.


Minas antitanque FMK-3 de origen Argentino

Una de las excavaciones mas impresionantes, las posiciones defensivas argentinas que daban a la costa estaban fortificadas gracias a la utilización de minas antitanque que darían un estallido en cadena, esto podría haber destruido cualquier desembarco del enemigo desde ese lugar..




Palabras del los Ingenieros de Asalto de los 40 Comando de Royal Marines sobre las minas argentinas ocultas en el acantilado.

Tenia 29 metros de longitud accionado por seis detonadores, antes de levantarlas, todas las minas tuvieron que ser revisadas para ver si tenían dispositivos anti-manipulación, esto tomó cerca de tres nerviosas horas en desmantelarlos, toda la posición argentina fue excavada a metros de la cima del acantilado.

Junto al ingeniero Taff Jones, el descubriendo de la longitud total de las ubicaciones de las minas. Las posiciones estaban cubiertas para su defensa con minas anti-tanque, que se debian destruir con seis detonadores eléctricos, puesto de tiro a 100 metros, cerca de la dos bombas de fabricación casera.
De Chris Stubbings, Ingenieros de Asalto RM.


Palabras del los Ingenieros de Asalto de los 40 Comando de Royal Marines sobre las minas argentinas ocultas en el acantilado.
Las primeras minas, junto con los primeros seis detonadores se estaban eliminando, en ese momento se desconocía el radio de acción de las minas en inmediaciones de la posición argentina, debajo del acantilado es la playa donde la Compañía B Comando 40 Royal Marines tenia que desembacar por la noche, en la playa a la distancia, se ven tambores de aceite con minas anti-tanque unido a ellos, en las aguas poco profundas, hasta la ingle, estaba cubierto de cientos de minas antipersonales. Viniendo de la playa de este lado de la cadena de minas y al otro lado estaban los campos de minas anti-personal, todos fueron neutralizados finalmente por la tropa de Ingenieros de Asalto. Afortunadamente el desembarco se habia aplazado unos días antes a causa de mal tiempo.



Más sorpresas explosivas


Un Ingeniero real se introduce en un enorme tubo de acero tratando de desactivar una serie de trampas explosivas ocultas en su interior. Este tipo de trampas explosivas eran llamadas por nuestros soldados como "Fogatas Pedreras"


Varias minas antitanques argentinas FMK3 junto a tres panes del poderoso Explosivo Trotyl

Un ingeniero real en busca de minas..Guerra de Malvinas 1982.


Un paracaidista británico muestra tubos de 10Kg del Explosivo argentino Trotyl, Guerra de Malvinas 1982.