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jueves, 15 de septiembre de 2022

La ocupación de 1833 y la estrategia global

La ocupación de Malvinas en 1833 y la estrategia global

Para la Corona británica, este punto era estratégico para el control de la navegación transoceánica a través del Estrecho de Magallanes


Por Rosendo Fraga || Infobae


Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

Monumento con el mapa de las Islas Malvinas, en la ciudad de Ushuaia (Argentina). EFE/Leo La Valle

El despliegue del Reino Unido en el Hemisferio Sur se inicia en 1786, cuando Australia pasa a integrar el Imperio Británico. Desde años anteriores, la presencia de particulares británicos en la gran isla era constante. Esta modalidad -que los particulares explorasen y se instalaran luego como adelanto de la presencia estatal- se generaliza en la expansión británica en el siglo XVIII.

La incorporación de Australia al Imperio Británico tiene un antecedente muy concreto: diez años antes Londres había perdido sus colonias en Norteamérica. Esto había implicado una serie de perjuicios, desde el comercio y la navegación del Atlántico, hasta la suspensión de la instalación de colonias penales, en las cuales se utilizaba a los presos como política de ocupación territorial del Imperio.

Diecinueve años después, en 1805, tiene lugar el segundo paso. Una expedición naval británica a las órdenes de William Popham, ocupa la colonia holandesa de El Cabo, el extremo austral de África. Holanda era para ese entonces aliado de la Francia napoleónica, y Gran Bretaña, en guerra con ella, utilizó este argumento para ocupar esta estratégica posición.

En este caso, Popham recibe de comerciantes ingleses información sobre la situación económica y militar del Virreinato del Río de la Plata. Ello lo decide a ejecutar un plan preexistente de tomar dos colonias españolas -España también estaba en guerra con Gran Bretaña- Buenos Aires y Valparaíso, dos posiciones claves en el Hemisferio Sur. La derrota en Buenos Aires y el hecho de que España pasa a ser aliada británica en las Guerras Napoleónicas, cambia la estrategia británica y se suspende la tercera incursión sobre Buenos Aires.

En 1833 se produce la ocupación de las Islas Malvinas. Como en los casos anteriores, las actividades de particulares británicos la preceden. Este punto estratégico tenía que ver con el control de la navegación transoceánica a través del Estrecho de Magallanes.

La corbeta británica Clío el 2 de enero de 1833 arribó a las islas Malvinas.

En 1840, Nueva Zelanda pasa a formar parte del Imperio Británico. Ello sucede 44 años después de que Australia se incorporase al Imperio. El procedimiento fue similar: estuvo asistida por particulares británicos que precedieron la ocupación estatal.

En 1865 se instala una colonia galesa en la costa patagónica de Argentina. La Patagonia es en ese momento -como lo enseñaban los mismos manuales de geografía que se usaban en las escuelas- una “res nullius”, es decir una tierra de nadie, como habían sido Australia y Nueva Zelanda. De acuerdo a la circunstancias, desde Malvinas había un punto británico privado desde el cual podía realizarse una expansión y ocupación.

Pero entre 1880 y 1885, Argentina ocupa la Patagonia. Ese mismo año, el Presidente Julio Argentino Roca inicia el reclamo anual de Argentina por la soberanía sobre las Islas Malvinas, que se ha repetido sin interrupción desde entonces. Fue la culminación de la expansión territorial argentina hacia el sur.

En 1902, el escocés William Speirs Bruce, explora la tierra antártica -la cual Rusia había descubierto como Estado en 1820- y establece una instalación permanente en la Isla Laurie. Es el momento en que expediciones europeas como la noruega que rescata el Estado argentino, mostraban el interés por la región. Bruce, siguiendo el modelo británico de que la presencia privada se anticipe a la estatal, intenta en 1903 transferir su instalación al gobierno británico a cambio de una compensación económica. La Corona rechaza la oferta, considerando que no tendría sentido ni económico ni político formalizar una presencia en una región tan lejana, a la cual no veía significación estratégica.

El Perito Moreno estaba entonces como agregado en la embajada argentina en Londres. Teniendo conocimiento de la gestión de Bruce, informa directamente al presidente argentino, que era Roca en su segundo mandato. El gobierno argentino toma la propuesta de Bruce y la acepta. En febrero de 1904 firma el decreto por el cual la Argentina extiende su soberanía a la Antártida a partir de la instalación de la Isla Laurie.

En marzo, en el mismo barco de Bruce que va a retirar sus efectos y pertenencias, una comisión de seis funcionarios del Ministerio de Agricultura ocupa las instalaciones y enarbola la bandera argentina por primera vez en la Antártida. Todos ellos envían cartas al Ministerio y sus familias, para que el sello de correo que llevaban fuera la primera acción soberana del Estado argentino en esa lejana región.

El Reino Unido será el segundo país en tener una instalación permanente en la Antártida. Lo hace en 1940 y no por motivos estratégicos, sino militares: en el marco de la Segunda Guerra Mundial, la Armada alemana había navegado por los mares antárticos. Cabe recordar que tanto en la primera como en la segunda Guerra Mundial, tuvieron lugar importantes batallas navales entre alemanes y británicos en torno a las Malvinas.

lunes, 9 de noviembre de 2020

6 de Noviembre de 1820: El día que flameó por primera vez la bandera argentina en las islas

El día que flameó por primera vez la bandera argentina en las Islas Malvinas: motines, desolación y un desfile muy particular

El 6 de noviembre de 1820, hace 200 años, el capitán David Jewett izó por primera vez la bandera argentina en suelo malvinense. A los capitanes de los barcos allí apostados, el corsario les dijo: “Tengo el honor de informar mi llegada para tomar posesión de estas islas en nombre del país al que naturalmente pertenecen”

Por Adrián Pignatelli || Infobae



Puerto Soledad, tal como era en las primeras décadas del 1800.

James Weddell, muy lejos de su Bélgica natal, estaba enfocado en la reparación de su bergantín “Jane” y así seguir rumbo hacia el sur, hacia los hielos antárticos. Estaba anclado al norte de Puerto Soledad en las Islas Malvinas cuando recibió una comunicación y una invitación firmada por un capitán llamado David Jewett, que con su buque estaba anclado a unas millas de Puerto Soledad. Sin saberlo, este marino, explorador y cazador de focas sería partícipe de un hecho histórico para nuestro país.

Hacia 1815, David Jewett había llegado a Buenos Aires como capitán de “La Invencible”. Había nacido en la entonces colonia inglesa de Connecticut en 1772 y le ofreció sus servicios al gobierno del Directorio, manejado en forma interina por Ignacio Álvarez Thomas. El 22 de junio el gobierno argentino le otorgó una patente de corso y lo invistió con el grado de sargento mayor.

David Jewett obtuvo del gobierno argentino una patente de corso. Había nacido en la colonia inglesa de Connecticut.

Recibió la orden de hostigar a buques españoles. Y así se sumó al significativo número de corsarios que había cerrado trato con el gobierno patriota para hacerles la vida imposible a los mercantes españoles y obtener beneficios económicos.

Jewett no era ningún improvisado ya que llevaba más de una década navegando. El 30 de junio de 1815 zarpó hacia el norte, pasó por Brasil, y en su derrotero por el Atlántico norte y el Caribe capturó barcos con importantes cargas. Regresó a Buenos Aires los primeros días de septiembre y en el interín tuvo la habilidad necesaria para contrarrestar un motín de su tripulación. No sería el único.

 

La patente de corso extendida por gobierno de las Provincias Unidas a Jewett.

El 15 de enero de 1820 fue convocado nuevamente por el gobierno. Con el grado de coronel de la marina zarpó del puerto de Buenos Aires al mando de la fragata “La Heroína”. No fue un comienzo auspicioso. A poco de partir, falleció su segundo al mando, el sargento mayor Juan Adams, y varios miembros de la tripulación -que a duras penas pudo reclutar entre ex presidiarios, algunos voluntarios y otros soldados veteranos- enfermaron a causa del agua en mal estado. El jefe de la tropa de tierra era el capitán Laureano de Anzoátegui, con el que no se llevaba bien.

Se reaprovisionaron en Cabo Verde y capturaron a la corbeta portuguesa “Carlota”, a la que habían perseguido durante un día. Tuvo que sofocar un motín y ordenó ajusticiar al cabecilla. Mientras el norteamericano se quejaba de la falta de carácter de la tripulación, el desánimo de los marineros se acentuó con el número creciente de enfermos víctimas del escorbuto.



La Fragata Heroína, que comandó Jewett y con la que llegó a Malvinas.

En ese ambiente, llegó a las islas Malvinas al atardecer del 27 de octubre. Echó anclas en la Bahía de la Anunciación, a seis millas de Puerto Soledad. Lo primero con lo que se encontró fue más de cincuenta buques, la mayoría británicos y norteamericanos, que se dedicaban a depredar la fauna local, especialmente focas, lobos marinos, ballenas y aún el ganado que habían llevado los españoles. Se calculó que un buque mataba alrededor de un millar de focas en una semana.

Al día siguiente, en un bote alcanzó la costa, en procura de carne fresca y legumbres. El panorama que encontró en tierra era desolador. Desde 1811 no había población estable en las islas y los pocos ranchos abandonados eran inhabitables. Jewett ordenó usar telas de las velas para armar carpas y alojar a las decenas de enfermos que traía a bordo.

“Tomar posesión”

Jewett escribió una comunicación que hizo distribuir a los capitanes de los barcos allí apostados: “Tengo el honor de informar a usted de mi llegada a este puerto, comisionado por el Superior Gobierno de las Provincias Unidas de la América del Sud, para tomar posesión de estas islas en nombre del país que naturalmente pertenecen. Al desempeñar este deber deseo obrar con la mayor deferencia y equidad hacia todos los pabellones amigos. Uno de los objetos principales es evitar esa abusiva destrucción de los recursos tan útiles para aquellos, cuyas necesidades los compelen o convidan a visitar estas islas y auxiliar a los que deseen abastecerse a poca costa. Como su objeto no es contravenir estas disposiciones y como creo que puede resultarnos alguna ventaja de una entrevista personal, invito a usted a que venga a bordo de mi buque, donde podré alojarlo todo el tiempo que usted quiera. Suplico a usted que haga saber esto a los otros súbditos británicos que se hallen en estos parajes".

Armar una colonia

El 3 de noviembre Weddell caminó seis o siete millas para visitar a Jewett. Durmió en “La Heroína”, tomando sus precauciones: lo hizo vestido y con las armas a su alcance. Según dejaría escrito, el proyecto de Jewett era el de convocar colonos y hacer traer materiales de construcción y enseres para armar un poblado formal en las islas.

Jewett preparó la ceremonia para el lunes 6 de noviembre. Había hecho emplazar un mástil e invitó a los capitanes de los barcos. Con los pocos hombres sanos con los que contaba, armó una suerte de desfile. Se marchó al son de un tambor y de un pífano. En ese ambiente, se izó por primera vez la bandera argentina en las Islas Malvinas.

La caza indiscriminada y sin control provocó un marcado descenso de la fauna en el Atlántico Sur.

Los extranjeros, entre recelosos y temerosos -algunos creían que terminarían siendo víctimas de los hombres de Jewett- presenciaron como desde “La Heroína” se disparaban los 21 cañonazos de rigor que la ceremonia imponía, luego de que Jewett leyera una proclama.

Los problemas no habían terminado. Debió enfrentar otro motín mientras más hombres enfermaban. Algunos fueron embarcados en un lobero inglés y remitidos a Buenos Aires. Y en otro barco despachó su pedido al gobierno de ser relevado de sus funciones.

En febrero de 1821 se aceptó su solicitud y el 23 de abril de ese año Jewett le pasó el mando al coronel Guillermo Mason.

Weddell, en su viaje al sur en su afán de cazar focas y lobos, alcanzaría el record en 1823 en navegar 3° más al sur del que lo había hecho el capitán Cook. Por su parte, la vida de Jewett seguiría por otros carriles y se radicaría en Brasil, donde falleció en 1842. No presenció la epopeya que encabezó Luis Vernet y tampoco se imaginó, que 200 años más tarde, un sello postal homenajearía el acto del 6 de noviembre de 1820 cuando, en presencia de sus marineros maltrechos y atónitos capitanes de barcos extranjeros, izaba por primera vez el pabellón nacional.


sábado, 1 de junio de 2019

Las doce invasiones del Reino Unido a Argentina


Las doce invasiones inglesas

La Gazeta

 


1. Introducción

Realmente poca gente conoce bien la Historia Argentina. Muchas son las causas de ello; cuestiones políticas, formas de dirigir la educación a determinados sectores, cipayismo y hasta algún tipo de corrupción, serian algunas de ellas.
Lo cierto es que nos enseñaron nuestra historia desde una concepción mitrista, algo así como una conformación de ideas comunes al modelo necesario de Nación, dejando de lado lo demás, como si no sirviera; en definitiva algo muy parcial.
A todos nos enseñaron de las dos invasiones inglesas a Buenos Aires, pero al resto se las olvidan, salvo rara excepción. En total tuvimos doce invasiones a nuestro territorio por parte de los ingleses y siempre con el mismo objetivo, someternos de forma colonial, comercial o militar. Puede que se me haya escapado alguna, pero de todas formas, sirve como cachetazo para la reflexión.
Debo aclarar que no soy historiador ni lo pretendo, tan solo me limito a los hechos que ya fueron investigados y registrados por prestigiosos entendidos.

2. Invasiones


1° Invasión – Año 1763

Inglaterra busco aliarse con Portugal, y lo hizo a través del tratado de Methuen, que le otorgaba la posibilidad de aprovisionarse en cualquier puerto Lusitano del mundo. A la vez que intensifico su mas antigua forma de comerciar: El Contrabando, en aquellos lugares donde les estaba vedado el comercio.
A comienzos de Enero de 1763, el 06 o el 07, se inicia el ataque a Colonia del Sacramento, pero fracasan. El Comandante ingles era John Mac Namara, y perece en el ataque.
Por Aquel entonces la zona era Gobernación de Buenos Aires y correspondía al Virreinato del Perú. Dicha Gobernación estaba encabezada por Don Pedro de Cevallos.

2° Invasión – Año 1765

John Byron llega al archipiélago Malvinense en Enero de 1765, y en la Isla Trinidad, que bautiza Saunders, establece un apostadero; luego funda Puerto Egmont en honor al primer Lord del Almirantazgo. A este puerto los españoles lo denominan Puerto de la Cruzada. Ante estos acontecimientos, España reacciona y por medio de una Real Cédula, incluye al archipiélago en la jurisdicción de la Gobernación de Buenos Aires. Los británicos reconocen la soberanía española, luego de reiterados reclamos. Pero no retiran a sus tropas, por lo cual hubo un choque armado favorable a España. También es cierto que para entonces, los franceses ya llevaban mas de un año de instalados en la bahía Anunciación, de la isla Soledad.

3° Invasión – Año 1769

El 10 de diciembre de 1769, el Capitán Antonio Hunt, comunica a Ruiz Puente, quien fuera Gobernador, que había ido a ocupar en nombre de su Majestad Británica, el archipiélago Malvinenese, estableciéndose nuevamente en Puerto Egmont. El por entonces Mayor General Juan Ignacio Madariaga, es enviado desde Buenos Aires, y obtiene la rendición el 1° de Julio de 1770.

4° Invasión – Año 1788

En 1788 los ingleses ocupan la Isla de los Estados.
En 1790 son expulsados de la Isla Grande de la Tierra del Fuego, y recién para 1791 lo son de la Isla de los Estados, por orden directa del Virrey Loreto.
Por entonces ya había sido firmado el tratado del Escorial (1790), por el cual se prohibía a los ingleses navegar y pescar a menos de 10 leguas de tierras españolas, y establecerse en ellas.

5° Invasión – Año 1806

En Abril de 1806 parte del Cabo de Buena Esperanza, una escuadra naval compuesta por cinco navíos de guerra e igual cantidad de buques de transporte, todos con bandera inglesa y a las ordenes del Comodoro Home Popham; las tropas que transportaban se encontraban al mando del Brigadier William Carr Beresford.
Antes de partir, los tres mas altos jefes de la expedición habían convenido en distribuir los tesoros, que sospechaban encontrar en Buenos Aires. Y que según las leyes navales inglesas, los caudales eran "Buena Presa" ; el convenio reservo al Mayor General David Baird, la cuota del jefe por haber autorizado la misión. En Junio de ese año confirman sus sospechas cerca de Montevideo, a través de un escocés llamado Russel, que viajaba como pasajero en una goleta de bandera portuguesa.
El 25 de Junio los ingleses desembarcan en Quilmes, y ocupan la ciudad de Buenos Aires con poca resistencia. Se establecen los términos de la capitulación, en los cuales los británicos exigen la entrega de los caudales reales; pero estos habían sido enviados a Luján por orden del Virrey.
El 05 de Julio el tesoro esta en Buenos Aires, y doce días mas tarde la fragata Narcissus zarpa hacia la Gran Bretaña con su valiosa carga. El 12 de Septiembre llega el tesoro a Portsmouth, y en ocho enormes carros (c/u llevando 5 toneladas de pesos plata), parte hacia Londres, donde es recibido con un enorme jubilo, y es depositado en el Banco de Inglaterra para su posterior distribución. Lo que los ingleses no se imaginaban en esos momentos, era que Buenos Aires había sido reconquistada un mes atrás. Esta acción había sido llevada a cabo por el entonces Capitán de Navío Don Santiago de Liniers. Recién en 1808 los ingleses pudieron repartirse el botín, y después de que un fallo de las autoridades inglesas acordara las sumas correspondientes a cada uno.
Siendo un total de 296.187 libras, 3 chelines y 2 peniques; que se repartieron entre 2841 participantes de la invasión a Buenos Aires (1235 del Ejercito y 1606 de la Marina).
El Mayor General David Baird recibió 35.985 libras; el Brigadier William Carr Beresford 11.995 libras; y el resto se distribuyo aproximadamente en 7.000 libras para los Jefes Superiores de tierra y mar, 750 para los Capitanes, 500 para los Tenientes, 170 para los Suboficiales y 30 libras para cada Soldado o Marinero.

6° Invasión – Año 1807

Los ingleses, anoticiados de la captura de Buenos Aires en 1806, organizan y envían un contingente militar de refuerzo, sin saber que la invasión del año anterior termino en un fracaso militar; lo que hizo que esta fuera una nueva y con intentos de lavar la imagen de la corona.
La población de Buenos Aires se entera de la presencia cercana de una importante flota inglesa, al ser invadidas las ciudades de Montevideo y Colonia.
Para fin de Junio de 1807 los ingleses tiran anclas en la Ensenada de Barragán, y el 1° de Julio comienzan a movilizarse hacia la Capital.
Los criollos intentan frenar el avance, pero son derrotados. Sin embargo, y a pesar de la angustiosa situación, los vecinos de Buenos Aires se organizan para la defensa.
Poco tiene hoy de cierto la famosa "aceite hirviendo" , pues era un articulo bastante caro por esos tiempos. Lo cierto es que los habitantes de la Buenos Aires colonial, hombres y mujeres, combatieron con sobradas muestras de valentía y decisión. El 07 de Julio de 1807, el Comandante en Jefe de las tropas Inglesas, General Juan Whitelocke, decidió firmar el tratado que ponía fin a la lucha en el Río de la Plata.
Principalmente luego de estas dos invasiones (1806 y 1807), se incrementaron los propósitos para la emancipación. Hecho que los británicos apoyaron, pues pretendían que Buenos Aires fuese un protectorado de ellos, para así poder comerciar libremente; tanto fue, que hasta prometieron su apoyo a todo intento emancipatorio del Reino de España.

7° Invasión – Año 1833

Para 1825 los ingleses continuaban haciendo de las suyas; el 02 de Febrero de ese año se firma un tratado de amistad, comercio y navegación, entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y la Gran Bretaña. A través de este tratado éramos reconocidos como Nación independiente; y también establecía reciproca libertad de comercio, disminución de los derechos de importación y eximisión de tasas portuarias para ambas partes; libertad de conciencia para los súbditos ingleses que residían en nuestro territorio, y la abolición total de esclavos.
Realmente extraño o cipayo fue este tratado, pues la esclavitud había sido abolida en la Asamblea de 1813 y fue tan solo algo deseoso, pues al poco tiempo se firmo un decreto especial que le permitía a los ingleses continuar con la esclavitud y por otro lado, ni siquiera contábamos con barcos para poder efectuar ese libre comercio. Pese al reconocimiento como Nación soberana, el 02 de Enero de 1833, los ingleses ocupan el Puerto de Soledad, en las Islas Malvinas, a través del Capitán John Onslow.
Territorio que por el tratado de Tordesillas, correspondía a el Reino de España, y que luego por la cesión de tierras, al ser reconocida nuestra independencia, nos pasaron a pertenecer.

8° Invasión – Año 1845

Gran Bretaña, lejos de abandonar sus apetencias comerciales en América del Sur, resuelve en 1840, exigir la libre navegación de los ríos interiores argentinos para sus buques mercantes. Esto era para poder llegar a puertos como Asunción o Rosario. Para entonces se encontraba Rosas en el poder, quien sistemáticamente les negó el pedido; ante esta posición y a otras circunstancias, los ingleses y franceses, declararon el bloqueo al Puerto de Buenos Aires.
Sus objetivos eran los de obtener la libre navegación de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay; y el ponerse en contacto de una manera mas cómoda, con la gente de Corrientes, ya que se encontraban envueltos en una guerra contra Rosas. Enterado de esto, Rosas, mando a fortificar el paraje conocido como Vuelta de Obligado, al norte de la provincia de Buenos Aires. Varias embarcaciones unidas con cadenas, les cortarían el paso a la escuadra Anglo – Francesa, a la vez que cuatro baterías de cañones, defenderían la posición.
El 20 de Noviembre de 1845 tuvo lugar el combate. No fue una victoria, pero se les demostró a los gringos que no seria fácil efectuar lo que pretendían. Finalmente el 15 de Julio de 1847, Inglaterra levanto el bloqueo, y Francia dispuso similar medida un año después.

9° y 10° Invasión – Años 1908 y 1917

En esos años la Gran Bretaña dispuso a través de dos cartas patentes, el pescar bajo su permiso y supervisión; no solo en las aguas de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, sino que también en gran parte de nuestro litoral continental patagónico, llegando incluso a querer ejercer sus pretensiones sobre territorios continentales.
Salta a las claras las oscuras intenciones inglesas de no dejar de lado sus pretensiones de expansión colonial, utilizando en estas veces, el comercio como arma.
Observando un simple mapa, se comprueba el pretendido robo ingles, ya que se arrogaban como suyas las tierras y aguas al sur del paralelo 50°, y entre los meridianos 80° y 20° de longitud oeste.
Ciertamente, todo quedo sin efecto por esos años, merced a las gestiones diplomáticas. Pero también es cierto que la invasión existió en los papeles.

11° Invasión – Año 1970

Esta fue una suerte de invasión comercial a gran escala, y con funcionarios públicos argentinos, evidentemente inclinados hacia los invasores. Al menos uno de estos funcionarios, ocupo un puesto relevante durante la gestión gubernamental del Doctor Raúl R. Alfonsín.
En 1968 la firma inglesa DELTEC INTERNACIONAL y el KING RANCH, de origen estadounidense, se asocian y forman la DELTEC PANAMERICANA.
El King Ranch, llego a poseer en Venado Tuerto (Santa Fe) unas 35.000 hectáreas y en el sur de Brasil algo similar; estimándose que en 1970 ya había alcanzado un rebaño de vacunos de unas 200.000 cabezas, entre los dos países.
El asunto era adquirir la mayor cantidad de tierras en nuestra Pampa Húmeda, en el Uruguay y en el sur de Brasil; que daban como 1.400.000 Km² y un rebaño bovino de 140.000.000 de cabezas; cifra que superaba en tres veces a las existencias de Europa Occidental o de Estados Unidos, según una estadística de 1970, hecha por el Ministerio de Agricultura de Washington. Deltec Internacional era desde el año 1900, el único comprador y distribuidor de la carne argentina, a través de sus frigoríficos (testaferrados) Swift, La Blanca, Armour, y La Negra; pero la cadena de frigoríficos entre Brasil, Uruguay y Argentina llegaban a veinticinco, de los cuales diez aun subsisten, sobre todo en Brasil.
Los puertos de embarque eran siete, Bahía Blanca, Buenos Aires, La Plata, Montevideo, Paranaguá, Santos y Río Grande. En pocas palabras, el King Ranch criaba y Deltec procesaba.
Un Juez, el Doctor Salvador María Lozada, puso todo sobre la mesa, cuando en 1970 le decreto la quiebra al frigorífico Swift, por una evasión fiscal de 25.000.000 de dólares.
Hasta se refloto la vieja investigación de Lisandro de la Torre, quien enjuicio a varios funcionarios del gobierno del General Justo, entre los que estaban el Gerente del Banco Central (Raúl Prebisch) y el Director de Réditos (Enrique Malacorto), y el propio Ministro de Hacienda (Federico Pinedo), hay que destacar que fue para 1935.
Pero hacia fines de 1950, Federico Pinedo volvió a tener las riendas de la economía del país; Raúl Prebisch fue asesor de los gobiernos de Aramburu (1955) y de Alfonsín (1984); en tanto Enrique Malacorto fue el Vicepresidente del Banco Central, cuando el General Ongania estaba en el gobierno y se investigaba la evasión de divisas de Swift. Los pedidos que por entonces se le enviaban al Banco Central, solicitando informes para dilucidar la verdad acerca de la evasión, mismos que enviaba el General Ongania, se demoraban mas de la cuenta. Otra razón mas, había aparte de Malacorto, el Ministro de Economía era Adalbert Krieger Vasena, y de el dependía el Banco Central. Y en 1969, Vasena deja su puesto y ocupa la Gerencia Regional para el Area de Latinoamérica de Deltec Internacional.
Lo que hizo el Juez Losada no fue aislado, la Fuerza Aérea Argentina se opuso para que el Estado Argentino le vendiera al King Ranch, unas 80.000 hectáreas en la zona de las Islas Lechiguanas, en la Mesopotamia. Las dos acciones hicieron que el gigantesco monopolio ganadero no continuara avanzando.
Tan enorme era el poder de Deltec que en el juicio por quiebra que llevo adelante el Doctor Lozada, se pudo comprobar que en los balances de 1966, la empresa había tenido una ganancia de 2.800 millones de dólares por la venta de carnes en el mercado internacional. Para entonces la balanza comercial argentina dio un superávit de 1.593 millones de dólares en comercio exterior; es decir que el de esta empresa casi duplicaba al de nuestro país.
Era realmente un gigantesco robo lo que se le hacia a la Argentina. Hasta 1970, la carne que se vendía a Inglaterra, era sin precio fijo. La carne era subastada en Londres entre las 7.000 carnicerías de todo el país (3.700 era de Deltec) de manera tal que los precios era ajustados a sus intereses. Los fletes hacia Inglaterra, también quedaban en poder de ellos, pues se hacían en sus propios buques; los seguros se efectuaban a través del Lloyds, es decir a través de ellos. Y lo mas increíble de todo esto, es que hasta del flete interno en Inglaterra se hacia cargo Argentina.
Por entonces la tonelada de carne costaba unos 400 dólares, y a la Argentina solo retornaban 180 dólares.
Como hecho anecdótico se recuerda la veda de vientres de 1970 en nuestro país. Por la cual, para no sacrificar ganado joven, se importo carne de Finlandia, una 80.000 toneladas. Lo absurdo era que esa carne, era argentina, que Deltec había vendido a Finlandia. Por esa misma carne, Argentina había obtenido 180 dólares y ahora la compraba a 400 dólares la tonelada. Pero esto por mas cruel que sea, no deja de ser anecdótico, a pesar de todo.
Para tanto eran las apetencias de este poderoso imperio, que en Londres la revista "International Manager" , en uno de sus números de Octubre de 1970, publico una circular que Deltec dirigió a sus Gerentes de Ultramar, y en la cual se describe de una manera clara y precisa el accionar inescrupuloso y hasta desafiante que tenían.

Dice así:
"Probablemente no sea sabio enviar afuera a un Gerente con sentido moral muy firme. En muchas situaciones tendrá que buscar compromisos. En ciertos países, por ejemplo, no se pueden adelantar negocios sin comprar algunos funcionarios públicos. El Gerente que no este dispuesto a proceder así, bajo ninguna circunstancia debe ir a países donde esa es la costumbre. El Gerente ha de plegarse a las convicciones del país donde esta y en muchos el soborno no es un pecado. En algunos países hay miembros del gobierno que lo toman como una especie de recompensa en su carrera, que puede ser muy corta."
Me parece que las ideas de hace unos cuantos siglos atrás, que tenia la corona Británica, pasaron de una manera sencilla a sus súbditos, y llegaron hasta nuestros días sin mayores tropiezos.


12° Invasión – Año 1982

Tal vez 1982 sea el año que mas este presente, por estos temas, en la memoria de muchos. Para realizar esta nueva invasión, los ingleses nos llevaron a la guerra. Y como toda guerra, estuvo plagada de miserias humanas; por ella se mintió y se miente, o de ultima no se dice todo lo que se sabe. Circunstancias que llevaron a que gran parte de la sociedad argentina, pusiera el tema en el cajón de la vergüenza.
Quizás 1982 sea recordado mas por la histórica recuperación de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur del 02 de Abril, y por la guerra subsiguiente, que por la invasión inglesa.
No es que este mal o bien, solo se que hay que recordar que parte de nuestro territorio se encuentra ocupado por otra Nación. La cual no cede un palmo ante nuestros reclamos; que solo busca su conveniencia y que en definitiva es nuestra enemiga de ayer, de hoy y hasta la de siempre, si no nos acordamos de ser argentinos.
Podría desarrollar mucho aquí, pero soy parte involucrada, un Veterano de esta mal conocida "Guerra de Malvinas", y en consecuencia seria parcial. Me movería el apasionamiento por el tema, y no es lo que pretendo; además ya hay muchos libros, revistas, videos y demás yerbas que dicen ser o tener la pura verdad de lo acontecido, y en realidad solo muestran mas de lo mismo por distinto autor. Así que tan solo voy a relatar algunos hechos, quizás conocidos por pocos, pero que bien valen la pena que se conozcan, pero será en un Capitulo aparte.

Por allí escuche a Cortez que cantaba:
"El tiempo ira trayendo la amnesia inexorable. Habrá muchas condenas y pocos responsables. Dirán que fue preciso, dirán que inevitable. Y al final como siempre, será Dios el culpable."

Cuanta razón tiene este hombre, la hipocresía esta en el orden del día.
No se puede cambiar el curso de la historia a base de cambiar los retratos colgados en la pared. Jawahartal Nehru
1889 – 1964

Trabajo enviado por:
Maldonado Horacio