miércoles, 29 de mayo de 2024
sábado, 12 de agosto de 2023
Georgias del Sur: Foto de Grytviken de noche
lunes, 26 de diciembre de 2022
Foto de A-4, indicativo Jaguar
Ataque del 24 de mayo de 1982, indicativo "Jaguar"
24 de Mayo de 1982
Tres A-4C Skyhawk, indicativo "Jaguar". Despegaron de San Julián a las 10:00 hs. Tripulación: 1er Teniente José Vázquez (C-324), Alférez Guillermo Martínez (C-318) y Teniente Jorge Bono (C-305).
Llegaron a la zona del blanco aproximadamente a las 11:30 hs, sin ser interceptados. Se dirigieron a la Bahía San Carlos con rumbo 190/220, lanzaron seis bombas sobre la fragata Arrow. Un numeral vio una llamarada en la estructura. Estimaron ocho/diez buques en el estrecho. Uno fue identificado como el Canberra. Recibieron mucho fuego antiaérea de los buques y tierra. Al salir comprobaron que los tres aviones perdían combustible abundantemente.
Eyectaron tanques y volaron con rumbo 210º durante tres minutos. El jefe de escuadrilla ordenó la eyección al Nº 3, pero este informó que aún tenía 3.000 lb.
Colocaron rumbo 260º en ascenso, sobre estrecho de San Carlos. Vieron un buque y descendieron nuevamente. Al terminar de cruzar el estrecho (5 MN al norte de Bahía Fox) ascendieron y chequearon combustible, Nº 1: 1.500 lb, Nº 2: 2.280 lb y Nº 3: 2.500 lb.
Cruzaron la Gran Malvina en ascenso, pero al entrar al mar, al norte de la isla San Jorge, observaron al Nº 3 (Teniente Bono) iniciar suave viraje descendente e impactar en el mar.
Existen dudas sobre su eyección pero, de todas maneras, cayó al mar helado. Solicitaron al Hercules KC-130 "Madrid 2", que los guiara; lo hallaron en el nivel de vuelo 100 y se acoplaron (el Nº 1 tenía 200 lb y el Nº 2 tenía 1.200 lb). Así acoplados al Hércules llegaron al continente, hasta 30 MN de San Julián donde desacoplaron, y aterrizaron a las 13:00 hs. El Hércules KC-130 trasvasó al Nº 1, 39.000 LB y, para auxiliar a los "Jaguar", tuvo que acercarse hasta 60 MN al oeste de la Gran Malvina.
Esta salida se inscribirá en la historia mundial de la aviación por el arrojo sin límite de sus pilotos. El Teniente Jorge Bono, que podía haberse eyectado y descendido blandamente con su paracaídas, ofrendó su vida. Pocos días más tarde, el 30 de mayo, en el ataque al portaaviones Invincible lo seguiría el 1er Teniente José Vázquez.
Honor y gloria a los Héroes de Malvinas!!
Foto tomada por personal del Regimiento 2 Para Inglés apostado en el Monte Sussex, se cree que se trata de la escuadrilla Jaguar realizando su escape luego de haber atacado a la HMS Arrow - creditos a quien corresponda.
martes, 13 de septiembre de 2022
Paul Haley, fotógrafo de guerra
El fotógrafo inglés que tomó 2600 imágenes en Malvinas y odia la guerra: “Mirar a través de la cámara me protegía”
Paul Haley cubrió el conflicto del Atlántico Sur en los campos de batalla. Habló con Infobae, contó su experiencia en las islas y la historia de una icónica imagen en el momento del cese de fuego. Sus imágenes serán parte central de la exhibición del Museo Imperial de Guerra británico por los 40 años de la contienda bélicaPor Hugo Martin || Infobae
Se había preparado buena parte de su vida para cubrir una guerra, pero a Paul Haley, fotógrafo británico, miembro senior del staff de Soldier Magazine, casi no lo mandan a Malvinas en 1982. “Allí éramos cuatro fotógrafos, cuatro periodistas y un editor. Cuando sucedió la invasión quería ir, pero me dijeron ‘no’. Sólo autorizaron a embarcar a dos fotógrafos, que se encargarían de hacer un pool y distribuir el material. Así que al principio me lo pasé yendo a los puertos a tomar fotografías de barcos alistándose para partir. Pero yo me había entrenado, hacíamos ejercicios todo el año, incluso dos o tres veces en Irlanda del Norte. También había estado en Chipre, cuando los turcos llegaron allí en el 74 y bombardearon la isla…”, cuenta hoy, a los 71 años, ya retirado, casado con Mandy y recién salido de una operación de colon. Por supuesto, Haley, en forma respetuosa, amable pero firme, hablará de “invasión”, “liberación” y dirá “Falklands” cuando se refiera a las Islas Malvinas. Aquí en Argentina, desde luego, sostenemos exactamente lo contrario. Pero es interesante indagar en su mirada de los hechos, su posición de testigo privilegiado. Hoy, en sus redes sociales casi no existe la guerra que se libró hace casi 40 años (se cumplirán este 2 de abril), sino paisajes, gatitos y flores, muchas flores. Reflejar la naturaleza es su hobby.
Haley nació el 31 de agosto de 1950. Y se acercó a la fotografía desde muy pequeño. Según él, casi de recién nacido. “Empecé a ser fotógrafo cuando tenía un año… La historia es así: yo no caminaba, y el día de mi cumpleaños, mi madre me colocó para tomarme una foto y me paré, empecé a caminar hacia ella y me llamó la atención la cámara. Así fue… Mi padre era un fotógrafo amateur, y a los 8 años ya hacía copias en su cuarto oscuro. A los 15 años trabajaba los sábados haciendo bodas. Creo que en esa época, con la fotografía social se ganaba más que ahora..”, cuenta.
En 1971 consiguió trabajo como fotógrafo civil para el Ministerio de Defensa británico, tomando imágenes de equipos para la Escuela Real de Artillería en Larkhill. Allí estuvo tres años, y en 1974 fue contratado por Soldier Magazine, una publicación especializada en las fuerzas armadas. “Me dijeron que parte de mi trabajo consistía en estar preparado las 24 horas para ser enviado a cualquier sitio del planeta, lo que encontré muy cool. Empecé haciendo tomas desde helicópteros, era un buen trabajo”. Pero llegar a tomar 2600 fotos de Malvinas, dijimos, no fue sencillo para él.
Finalmente, una cobertura con los preparativos de la 5ta. Brigada de Infantería a bordo del barco Queen Elizabeth II en el puerto de Southampton y una charla con el jefe de esa división, el Brigadier Tony Wilson, le abrió una puerta. Eran épocas sin internet ni digitalización: todo era llevar los rollos al laboratorio y esperar el revelado. Cuando regresó a la redacción con el material ya atardecía y le dijeron “tenés un lugar a bordo, apurate porque mañana a las 10.30 te tenés que presentar”. Así que cargó su equipo (tres cuerpos de cámara Contax -dos RTS y una Contax 137MD- y cinco lentes marca Carl Ziess de 18, 25, 50, 85 y 200mm)( y se trepó al mismo buque que la 5ta. Brigada a la que, pensó, acompañaría en toda la campaña.
Con el Queen Elizabeth II navegó primero hasta la isla Ascensión, en medio del océano Atlántico, donde imaginó que quizás podría terminar su viaje. Pero Wilson lo tranquilizó: “Me dijo que era parte de ellos”. Luego bajaron hasta las islas Georgias y de ahí, a bordo del SS Canberra, llegó al estrecho de San Carlos, donde desembarcó en la Isla Soledad el 1º de junio de 1982.
Estar en medio de una guerra, y entre soldados profesionales, no podría no ser el mejor lugar para un civil. Pero Haley le cuenta a Infobae que su experiencia con Soldier Magazine fue decisiva para que no se originaran problemas: “Trabajaba junto a ellos desde 1971, así que sabía cómo se movían. Entendía su sentido del humor y los lazos que establecían con las unidades de su regimiento. Y también, su rivalidad con otras unidades. Cada vez que iba adonde no me conocían, había un período de tiempo en el que me miraban de costado, pero los soldados pronto captaban cuando alguien era profesional. Honestamente, no tuve ningún problema con ninguna de las unidades que fotografié durante la guerra”.
Al arribar a Malvinas, el confort no fue su compañero precisamente. “Una vez en tierra me quedé donde pude. Dormí en una trinchera de gurkhas en San Carlos la primera noche y luego en el piso de una casa en Darwin por un par de noches más. También estuve en otras trincheras y en una casa rodante en Bluff Cove. En un momento regresé a un barco, el Fearless y me quedé a pasar la noche porque tenía que conseguir más rollos de película. Luego volé de regreso y pasé una noche muy, muy fría en las rocas de Goat Ridge antes de la batalla de Tumbledown. En Stanley, la primera noche paré en una casa vacía y luego viví con una familia que tuvo la amabilidad de dejarme dormir en su altillo durante dos semanas antes de regresar a casa. Y siempre llevé conmigo una bolsa de dormir del ejército que me dieron en las tiendas del Queen Elizabeth II”, recuerda.
A pesar de que había viajado con la 5ta. Brigada de Infantería, en las islas, Haley se movió con relativa libertad. Luego de los 74 días del conflicto, el final de la contienda lo encontró junto al Regimiento de Guardias Escoceses. “Moverse era muy difícil. Elegir dónde ir también, porque cuando estás en tierra solo ves lo que sucede alrededor, no tenía forma de ver el panorama general. Iba a preguntarle a los oficiales qué sucedería a continuación para la unidad que comandaban y trataba de subirme a un helicóptero o caminar hacia donde suponía que podría haber una batalla al día siguiente. Llegué para cubrir a la 5ta. Brigada, con la que había viajado en QE2. Pero aterricé en San Carlos, luego fui a Darwin, Goose Green, Fitzroy, Bluff Cove, Goat Ridge, Tumbledown y llegué cerca de Stanley en la tarde del 13 de junio”.
Fotografiar las acciones de guerra en sí mismas, las batallas, no fue posible para Haley. Los ataques ingleses a las posiciones argentinas se desarrollaban de noche, para aprovechar la superioridad de armamentos y la logística. Así, explica, “incluso si hubiera estado en el lugar correcto en el momento correcto, al ser de noche no habría podido tomar ninguna fotografía. En 1982 no existían las cámaras digitales con las altas posibilidades de captura ISO que tenemos ahora. Y no aterricé hasta el 1º de junio, así que no estuve para las batallas de Darwin y Goose Green, pero pude fotografiar sus secuelas. En la batalla de Tumbledown, por ejemplo, pude fotografiar a los Guardias Escoceses cuando el ataque comenzó, pero luego traté de dormir un rato antes de avanzar hacia allí justo antes del alba y tomar fotos con la luz del amanecer”.
-¿Estuvo en riesgo en alguna oportunidad? ¿Sintió miedo?
-Una tarde estaba con los Guardias Escoceses en Goat Ridge cuando fuimos bombardeados. Y cuando comenzó el ataque, el bombardeo empezó nuevamente hacia nuestra posición. Fue bastante aterrador, pero dejame decirte que de pronto te acostumbras y continuas con lo que estás haciendo. Cuando tomaba fotografías en Malvinas, sentía que al mirar a través de la cámara, de alguna manera estaba protegido de todo el peligro. Hace 40 años, en una entrevista que me hicieron cuando retorné cuando volví a casa, dije ‘Me escondía detrás de mis cámaras’. Suena tonto ahora, pero así es exactamente como me sentía. Pero claro, avanzar al amanecer en la cima de Tumbledown, por ejemplo, era preocupante porque todavía había disparos esporádicos, pero también estaba emocionado de hacer mi trabajo y buscar imágenes de interés periodístico.
Allí, sobre ese monte, Haley tomó una de sus fotografías más emblemáticas. Son soldados con sus rostros marcados por el combate, pero sonrientes. El veterano fotógrafo cuenta cómo hizo esa imagen exactamente: “Había miembros de la Guardia Escocesa encima de Tumbledown. Los estaba fotografiando mientras despejaban el área cuando se escuchó una llamada en la radio: ‘Controle el fuego, controle el fuego, hay banderas blancas ondeando’. Rápidamente me di cuenta de que era un momento muy importante y quería tomar una fotografía grupal de esta compañía de hombres que acababan de perder a sus camaradas pero estaban felices porque la lucha había terminado. Empecé a tratar de ponerlos en algún tipo de orden, gritándoles que se sentaran o se quedaran quietos. ¡No fue fácil con guardias de 1,80 metro de altura y yo solo un civil de 1,72! También pude ver detrás de ellos que había una nube de nieve cayendo y dirigiéndose hacia nosotros. Rápidamente tomé dos fotogramas en blanco y negro y dos fotogramas de transparencias en color antes de que nos envolviera la nieve y casi no pudiéramos ver nada. Sinceramente, estoy muy orgulloso de la foto, trabajé duro para conseguirla. Pero estoy aún más orgulloso de que los Guardias Escoceses me hayan hecho miembro honorario de la Asociación Tumbledown, nos reunimos todos los años a beber y comer curry”.
Luego de las batallas de Goose Green y Darwin, de Tumbledown y tras la firma del cese de fuego el 14 de junio en el aeropuerto de Stanley, Haley fotografió a soldados argentinos prisioneros. “Mis sentimientos hacia ellos era que sólo estaban haciendo su trabajo. No tenía ninguna animosidad. Simplemente sentí lástima, pero a la vez alivio de que todavía estuvieran vivos. La guerra fue una cosa terrible para ambos lados”.
Después de Malvinas, viajó por todo el mundo para el Ministerio de Defensa. Ya jubilado de su profesión, regresó a las islas en 2016 y 2018. Para él, “los isleños son gente maravillosa. Hay que recordar que muchos de ellos estaban aterrorizados cuando fueron invadidos. Ciento cincuenta fueron encerrados en un salón comunitario en Goose Green. Muchos fueron separados de sus familias y enviados a la Isla Gran Malvina en contra de su voluntad. Fue muy difícil para ellos porque no tenían idea de lo que estaba pasando y lo que les sucedería a ellos. Ahora solo quieren continuar con sus vidas en el lugar que aman”.
En 1987 decidió que era hora de una vida más tranquila y volvió al comienzo de su historia: puso un estudio de fotografías de eventos sociales. Pero haber sentido el olor de la adrenalina, del humo de las armas y mirar la muerte a través de una lente dejó una huella que los 40 años que lo distancian de las batallas no borraron: “Como fotógrafo de guerra, había fotografiado algunos otros conflictos y escaramuzas, así que Malvinas no cambió mi visión de la guerra, pero sí fortaleció aún más mis creencias. Odio la guerra y los conflictos armados. Creo que los políticos deberían tener que pelear contra sus enemigos en un ring de boxeo si quieren ir a la guerra”.
En las islas y durante el largo viaje hacia ellas (las Malvinas están a 12.382 kilómetros de Londres), Haley registró miles de fotografías. Pero no tiene una favorita: “Es difícil. Es como preguntarle a un padre de cuatro hijos cuál es su preferido. Tomé alrededor de 2600 cuadros en total y puse alrededor de 400 en un libro, así que esos 400 fueron mis favoritos, supongo. Quería quitar muchas para que las imágenes impresas pudieran ser más grandes en las páginas, pero no pude eliminar más, así que las dejé.Los rostros de las personas son importantes para las personas mismas, pero algunas imágenes se vuelven significativas para las personas que estuvieron allí en la guerra, pero no necesariamente en esa imagen. La foto del grupo de Guardias Escoceses en Tumbledown es así. No importa si no estás en la imagen, todavía te representa si jugaste un papel en esa guerra”.
Hoy, el Museo Imperial de Guerra británico (IWM según su sigla en inglés), prepara una muestra con las mejores imágenes que tomó Haley. La curadora de la exhibición es Hilary Roberts. Ella le explicó a Infobae que esa institución es “el principal museo del mundo de la guerra y los conflictos modernos, y fue creado durante la Primera Guerra Mundial. Hoy, el IWM es un grupo de cinco museos ubicados en todo el Reino Unido, que cuentan la historia desde varias perspectivas acerca de cómo los conflictos modernos han impactado la vida de las personas en todo el mundo desde 1914 hasta la actualidad. Nuestras colecciones revelan historias de personas, lugares, tecnología e ideas que reflejan a la guerra como una fuerza tanto destructiva como creativa. Desafiamos a las personas a mirar los conflictos desde diferentes perspectivas”.
Para Roberts, “Aunque fue breve, el conflicto de 1982 tuvo consecuencias amplias y duraderas: políticas, diplomáticas, económicas, sociales, culturales y militares. Estas consecuencias afectaron tanto a Gran Bretaña y Argentina como a sus aliados internacionales. Para ambos países, el conflicto fue un punto de inflexión en la historia. Las exhibiciones tienen como objetivo conmemorar el aniversario creando conciencia sobre el conflicto en 1982, reflexionando sobre su impacto y legado continuo”.
Los museos atraen a más de 2,5 millones de visitantes cada año y su audiencia se acrecienta con su sitio web (www.iwm.org.uk) y sus redes sociales. Para el 40º aniversario de la guerra, Roberts cuenta que “el IWM de Londres está refrescando y renovando su exhibición permanente de objetos, fotografías y arte dedicado al conflicto de las Malvinas. Los objetos en exhibición incluyen una mesa de operaciones, un cañón antiaéreo y un misil Exocet, todos utilizados por las fuerzas argentinas en las Malvinas, así como un ejemplo de un jet Harrier de la Royal Air Force. Y el nuevo material en exhibición incluirá fotografías del fotógrafo de prensa civil Paul Haley. Algunas de sus tomas se consideran icónicas, pero muchas no se han visto antes en público”. Para ella, las imágenes de Haley “reflejan una experiencia personal y muy humana del conflicto, algo que espero se comunique en la muestra. Fotografió eventos y personas a medida que se encontraba con ellos. Entonces, sus fotografías no solo muestran a las fuerzas británicas, sino también a los soldados argentinos y a los habitantes de las Islas Malvinas”. Precisamente, también se exhibirán imágenes tomadas por soldados argentinos. “Son en su mayoría instantáneas de aficionados, tomadas como recuerdos, que han sido donadas a IWM en los años transcurridos desde el conflicto”, asegura la curadora de la exhibición.
También las fotos de Haley se verán en el IWM North, ubicado en la ciudad de Manchester, que tiene como highlight una pantalla de de 360 grados de 8,20 metros de altura que utiliza sonido envolvente. Allí -además de exhibiciones de objetos y arte- se proyectarán las fotografías digitalizadas de Haley, muchas de las cuales no se han visto antes.
En Duxford, cerca de Cambridge, existe otro IWM, el más grande de Europa en cuanto a aviación de guerra. Allí se pueden ver aeronaves argentinas y británicas que combatieron en Malvinas. También existe un IWM en Belfast, a bordo de un buque de guerra de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, y el llamado “Churchill War Rooms”, que antes fue el cuartel secreto de Winston Churchill y su gobierno y está ubicado bajo el edificio del Tesoro en Whitehall.
Las muestras darán comienzo el 2 de abril -tomarán como inicio de los eventos por los 40 años del conflicto una fecha que para los argentinos es gloriosa- y en ellas se podrán ver reflejada la mirada que un inglés tuvo, de primera mano, sobre la guerra de Malvinas.
sábado, 23 de julio de 2022
Simon Riley fotografía el ataque de los Daggers
Las fotos de Simon Riley
IAI NESHER/DAGGER del 1er. Escuadrón Aeromóvil "Las Avutardas Salvajes" de la VI Brigada Aérea, fotografiado saliendo de su ataque a la fragata HMS Plymouth con bombas de 1.000 libras (453.5 kilogramos), y escapando al fuego enemigo en el Estrecho de San Carlos, frente a Puerto Darwin, el 8 de Junio de 1982..
El ataque fue llevado a cabo por dos secciones de aviones IAI Dagger conformadas por tres aviones cada una armados con dos bombas de 1.000 libras.
Si bien las bombas no explotaron, el ataque sirvió para dejarla a la fragata fuera de servicio.
Las imágenes del Dagger fue tomada por el radio operador Simon Riley, quien fue a la guerra teniendo 20 años de edad a bordo del mencionado buque inglés, y que después de concluida la contienda, escribe y publica el libro "Simon's A Poof's Name: Falklands War 1982 - Spike Riley" donde publicó estas fotos y relata sus vivencias en la guerra.
domingo, 3 de julio de 2022
Foto histórica: Vuelven los atacantes del Sheffield
Foto histórica pocas veces vista
4 de Mayo de 1982- Base Aeronaval Rio Grande Tierra del Fuego 12:14 horas
Ante la mirada de los miembros de la Base llegan a la misma los Super Etendard 3-A-202 y 3-A-203 al mando de Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz y el Teniente de Navío Armando Mayora, como se puede apreciar en la foto ambos aviones estan ingresando con el pod derecho del Avión VACIO , hace minutos atacaron con sus misiles Exocet al HMS Sheffield, Día Histórico para la República Argentina...los dos aviones están ingresando...poco y nada se sabe de que pasó realmente, sería muy bueno saber quien sacó la fotografía para darle las gracias y créditos correspondientes.
martes, 15 de junio de 2021
Fotos recuperadas por un VGM
Tras 39 años, recibió las fotos que había sacado en la guerra
Por Christian Masello || El Cordillerano“Para mí, valen oro”, dice Carlos Adalberto Mazzocchi, acerca de las fotos que tomó hace treinta y nueve años en las Islas Malvinas, donde combatió.
De por sí, imágenes captadas en tales circunstancias tendrían el valor propio de lo que no posee precio, pero, en este caso, contienen un extra que supera las fantasías que a veces bucean en la imaginación.
Malvinas, a través de la mirada de Carlos.
Las fotografías que sacó con una cámara japonesa Yashica Reflex en el Atlántico Sur llegaron a sus manos hace unos días, a través de un envío proveniente de una localidad del condado de Hampshire, en Inglaterra, llamada Fleet.
El remitente lo firmaba Mark Willis, quien también fue partícipe de la contienda bélica, pero del lado inglés.
En el Centro Cívico, en la actualidad (foto de Fabio Hernández).
Mazzocchi nació en Comallo, pero se crió en Bariloche.
Cuenta, por ejemplo, que el primario lo cursó en la Escuela N° 71.
Hijo de un suboficial de Gendarmería (“que llevó siempre su carrera con honor y honradez”, señala), se dejó guiar por la vocación y partió a Córdoba, a la Escuela de Aviación Militar.
A los cuatro años, egresó con el grado de alférez, para luego, en Merlo, especializarse en radares.
Cuando la guerra de Malvinas comenzó, operaba en Comodoro Rivadavia.
El 19 de abril, desde las islas, pidieron refuerzos para el área que él dominaba, así que, al día siguiente, partió en un avión Hércules.
“Llegamos de noche, no se divisaba ni la línea del horizonte; apenas se distinguían unas luces titilando en Puerto Argentino”, recuerda.
“El sentimiento que me abordaba era el de estar defendiendo a la patria”, asevera.
El ojo fotográfico de Carlos (al fondo, el bombardeo de un Harrier).
En Malvinas, desde el radar, guiaba a los aviones argentinos que llegaban provenientes del continente, pero también divisaba a los Harrier ingleses cuando despegaban de los portaviones, y daba el alerta para que sus compatriotas se protegieran.
Asimismo, orientaba a las aeronaves nacionales para interceptar a las británicas.
Incluso, aunque el equipo no estaba diseñado para tal función, podía advertir cuando un barco enemigo se acercaba para realizar cañoneo naval hacia la costa.
Carlos retrata a sus compañeros, mientras protegen la cabina operativa del radar.
“El radar era los ojos de la isla”, afirma.
“Por eso fuimos muy buscados por los ingleses, que mandaron varias misiones de Black Buck (una serie de operaciones especiales), con bombardeos Vulcan, que venían desde la isla Ascensión (a medio camino entre América y África), un trayecto larguísimo”, explica Carlos.
“Traían misiles anti-radar, y el 31 de mayo, dos de ellos llegaron a nuestra posición”, rememora.
“Pegaron en la turba; el suelo era muy blandito. Uno tocó la antena, y también la cabina desde la que el radar se operaba. Las esquirlas pasaron por encima de nuestras cabezas, y no hirió a nadie”, precisa.
“Al día siguiente, un Hércules, rompiendo la vigilancia inglesa, arribó a la isla con los repuestos que habíamos pedido, y en veinticuatro horas nuestros técnicos pusieron el radar en servicio”, narra.
“Es decir que, a pesar de todos los intentos por destruirlo, no lograron su objetivo”, expresa con orgullo.
“Estuvimos operativos hasta el 14 de junio, cuando se determinó el cese de fuego”, expone.
Justamente, durante la jornada anterior, había aterrizado una aeronave argentina para llevar heridos al continente, y el jefe de su grupo les indicó que, en vista de la situación, donde ya se preveía un pronto final de la contienda debido a la avanzada británica, por precaución, enviaran los objetos que quisieran preservar.
Carlos mandó su cámara Reflex, pero se quedó con un rollo que había sacado.
La guerra y el lente de Carlos.
El 14 de junio, los argentinos fueron llevados al aeropuerto de Puerto Argentino, como prisioneros.
“Estuvimos tres días ahí. Después, gran parte de los combatientes se embarcó y trasladó al continente”, narra.
Como tenía un buzo de la Fuerza Aérea, y poseía el grado de oficial, Carlos estuvo entre aquellos que permanecieron en el sur.
“Nos llevaron a una especie de carpintería. Aquella noche, dormí arriba de un banquito”, señala.
Carlos muestra las huellas de la contienda.
Al día siguiente, fue trasladado en helicóptero al estrecho de San Carlos, a unos galpones abandonados que, en un tiempo, habían sido parte de un frigorífico.
Pero, antes de abordar, cuando los británicos hicieron una pequeña requisa para comprobar que no estaba armado, se cayó el rollo.
En el momento, no se dio cuenta.
Luego, al percatarse de que no lo tenía, no supo dónde lo había extraviado.
Compañeros de Carlos lo miran sacar la foto y llenan bolsas con arena para protegerse de los misiles.
Aquellas fotografías, para él, habían pasado al arcón donde duermen su eternidad los objetos perdidos.
La historia siguió.
Calcula que estuvo unas once jornadas en las instalaciones del viejo frigorífico.
De ahí, otra vez en helicóptero, lo trasladaron al buque Saint Edmund, donde permaneció varios días, hasta que el 14 de julio, con el resto de los prisioneros, fue llevado a Puerto Madryn.
Soldados argentinos marchan, y Carlos los fotografía.
Pero antes, el 11 de ese mes, había cumplido treinta y dos años, arriba de aquel barco inglés.
Lo festejó junto a sus compañeros, con relatos de anécdotas agradables en medio del desconcierto reinante, tomando mate con una yerba que secaban a diario en el ojo de buey, para volverla a utilizar infinitas veces.
“La bombilla era una birome BIC, con unos agujeritos en la punta”, detalla.
Ya en el continente, Carlos (que es un amante de la fotografía) se reencontró con su Yashica Reflex, cámara que en la actualidad está en manos de una prima.
En esta ocasión, Carlos está frente a la cámara. Es el primero desde la izquierda.
Pasaron treinta y nueve años de aquellos días de frío, sangre y orgullo patrio.
Las fotos encerradas en aquel rollo perdido, para él, ya no existían.
Este año, recibió un llamado de un compañero con el que había permanecido prisionero en Malvinas, Guillermo Saravia, quien le contó una historia que hace creer que las vueltas de la vida, en ocasiones, son guiadas para dar una mano y ofrecer un cierre a las cuestiones que quedan pendientes.
Un santafesino, especialista en la temática de la guerra de Malvinas, se había comunicado con un veterano inglés que, en las islas, durante el conflicto bélico, encontró un rollo de fotos en la zona donde Carlos fue revisado antes de subir al helicóptero que lo trasladó al estrecho de San Carlos.
Una casa bombardeada, bajo la mirada de Carlos.
El británico (Mark Willis) tuvo ese material guardado por décadas.
Para él, la guerra era un capítulo del pasado al que no le daban ganas de regresar.
Recientemente, tras haberse contactado con otros soldados ingleses, comenzó a revisar aquellos viejos tiempos.
En ese trance, recordó el rollo fotográfico.
Lo buscó y lo llevó a revelar.
Curiosamente (o no tanto, si hablamos de situaciones que se acercan a lo extraordinario), las fotografías estaban en buen estado.
Mostró algunas en Facebook, y el santafesino experto en Malvinas (su nombre es Agustín Vázquez) reconoció, entre ellas, tomas que podían responder a la antena de un radar, por lo que se comunicó con la Fuerza Aérea Argentina. Allí, el brigadier Guillermo Saravia rememoró que sólo dos personas tenían cámara en esa zona, un suboficial y Carlos, quien, justamente, durante aquellos días lejanos, contó que había extraviado un rollo.
Carlos relata su historia (foto de Fabio Hernández).
“'Panda' (sobrenombre de Carlos), ese rollo es tuyo”, le dijo por teléfono Saravia.
Carlos se contactó con Willis, y mantuvieron una videollamada, donde compartieron tramos de sus existencias.
Y el británico, en una acción digna de un caballero, le envió los negativos, un cd con las fotos digitalizadas, y una postal.
El argentino, que fue observador militar y brindó ayuda humanitaria en lugares como el Sahara Occidental, la antigua Yugoslavia y Haití -enviado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)-, reflexiona: “Con Willis fuimos soldados profesionales que acataban lo que nuestros gobiernos decían; cada uno luchó por lo suyo, pero ahora somos viejos excombatientes que estan en paz”.
lunes, 21 de octubre de 2019
jueves, 11 de julio de 2019
USA proporcionó imágenes satelitales a Argentina antes del 1° de mayo
Cómo Estados Unidos ayudó a la Argentina durante la Guerra de Malvinas
A mediados de abril, con las islas ya recuperadas, el país pidió, a través de la NASA, que se tomaran imágenes satelitales del archipiélago. Por qué el gobierno norteamericano finalmente colaboró y para qué se utilizó el material obtenidoPor Mariano Sciaroni | Infobae
El día 30 de abril, Estados Unidos consideró fracasadas las negociaciones para evitar una guerra, culpó a Argentina por ello y, en una conferencia llevada a cabo en Washington a las 11:30, el hasta entonces mediador estadounidense, General Alexander Haig señaló, entre otras cosas, que "Estados Unidos responderá positivamente a los requerimientos de material para las fuerzas británicas".
Peor aún, para el mismo momento, Estados Unidos bloqueaba pedidos argentinos de equipos militares y repuestos por USD 3.209.000 que ya se encontraban pagos.
Esto es, ese día Estados Unidos dejaba su papel de aparente mediador imparcial y reconocía en forma abierta su alianza con Gran Bretaña. Y, al día siguiente, un avión británico Avro Vulcan bombardeaba la Base Aérea Militar Malvinas.
Sin embargo, es muy poco conocido que, casi sin quererlo, el gobierno norteamericano ayudó a las fuerzas armadas argentinas.
El programa LANDSAT y Argentina.
Es que ese país suministró vital información satelital a Argentina, principalmente a través del sistema satelital LANDSAT.El programa LANDSAT (por LAND=tierra y SAT=satélite) había sido iniciado en el año 1966 y para 1972 la NASA (el organismo espacial de Estados Unidos había ya puesto el primer satélite (LANDSAT 1) en órbita
Posteriormente (en el año 1979) el programa pasó al NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), una agencia científica que depende del Departamento de Comercio y, por ende, forma parte del Poder Ejecutivo del gobierno norteamericano.
Argentina había ingresado a la tecnología LANDSAT a través de un memorando de entendimiento de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales de Argentina (CNIE) y la NASA, que entró en vigor el 7 de octubre de 1976.
Mediante el mismo, Argentina se comprometía, entre otras cosas, a construir y operar la estación terrena de Mar Chiquita (en la Provincia de Buenos Aires – hoy desactivada), que tendría acceso directo a imágenes proporcionadas por los sensores satelitales. Sin embargo, quedaba claro que el control directo de los satélites seguía siendo del gobierno norteamericano.
Para marzo de 1982, se encontraba activo el LANDSAT 3, ya que el LANDSAT 2 había salido de servicio en febrero de ese año y el 4 recién se lanzaría el 16 de julio
El mismo, a 912 kilómetros de altura y en órbita heliosincrónica, hacía una pasada por el mismo lugar cada 18 días, con un movimiento de Este a Oeste y, a la latitud de Malvinas, existía una diferencia de 100 kilómetros entre pasadas.
A mediados de abril, con las islas ya recuperadas, llegó a través de la NASA un requerimiento argentino (por los canales de rutina) para que el satélite tomara imágenes de las Islas Malvinas y el mar circundante en sus pasadas de los días 21 a 23 de abril, pedido que fue girado al Departamento de Estado el 15 de abril y rápidamente informado a la embajada británica, teniendo en cuenta que el satélite debía ser programado para captar las imágenes. También fue girado a la Casa Blanca, que lo trató el 17, en su reunión vespertina en la Sala de Situación.
Se dejó constancia que "Argentina, que es suscriptor del proyecto LANDSAT ha efectuado un requerimiento a los Estados Unidos para que el satélite fotográfico LANDSAT cubra a las Islas Malvinas el 21 al 23 de abril. El satélite está diseñado para no proporcionar información con valor militar y produce fotografías de muy baja resolución (80 metros)…Dudamos que Argentina pueda obtener información militar de valor en esta ocasión".
En efecto, el sensor MSS del satélite estaba limitado a 80 metros de resolución máxima, lo que proporcionaba imágenes de baja calidad. Para peor, se encontraba con ciertos problemas luego del lanzamiento, lo que empobrecía aún más el resultado final. Sin embargo, aún dichas imágenes difusas preocupaban a los aliados.
Satélite LANDSAT 3 previo al lanzamiento (NASA)
Llamadas nocturnas a la embajada británica
El mismo 17 a la noche, Lawrence Eagleburger (Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y número tres de la Secretaría de Estado) llamó por teléfono a Nicholas Henderson (el embajador británico en Washington), indicándole que era un problema que la noticia se hubiera filtrado a las cadenas televisivas estadounidenses, y que eso podía afectar las relaciones entre los países. Es decir, no estaba bien visto que Estados Unidos ayudara a Argentina en sus esfuerzos de reconocimiento.Por ello, Eagleburger le indicó que se había convenido que el Departamento de Estado negaría a la prensa cualquier ayuda a Argentina y que, si era presionado el vocero con repreguntas, debería decir que Argentina (como el Reino Unido), participaban en un programa civil satelital y que, otras inquietudes deberían ser efectuadas directamente a la NASA.
Cínicamente, ya estaba preparada la respuesta que la NASA debía dar, la cual consistía en informar: a) Las características del programa satelital, b) Indicar que se había recibido un requerimiento de Argentina y c) Señalar que se cumpliría. Asimismo, debía ponerse énfasis en que era un programa civil, sin valor militar alguno.
Asimismo, le volvió a indicar que no existiría información alguna de interés para los argentinos pero que, a todo evento "a la NASA no se le permitiría cumplir con ningún otro requerimiento argentino" en dicha área.
Paradójicamente, pocos días antes, Gran Bretaña había pedido imágenes LANDSAT de toda la costa continental argentina, pedido que no generó ningún tipo de problema en los norteamericanos.
Finalmente, teniendo en cuenta la baja resolución del sensor y la demora en la entrega del material tomado (tardaba algunos días en procesarse, aún cuando era bajado casi inmediatamente), además, que se consideraba que las imágenes no podrían afectar la seguridad de la Fuerza de Tareas Británica (que se encontraba a mucha distancia de las islas), el satélite tomó las nueve imágenes programadas.
Pero, de todas las imágenes tomadas por el satélite, solo fueron registradas dos por la estación de Mar Chiquita, una para la pasada del día 22 y otra para el subsiguiente (que tomaban las islas en sí), lo que indica que no se permitió que se pudiera analizar con el satélite el Océano Atlántico Sur. Las imágenes "conflictivas", vale decir, seguían vedadas al público a finales de 1982, como si nunca se hubieran tomado.
Hay que volver a recordar que todo esto sucedió durante el mes de abril, cuando Estados Unidos todavía cumplía su rol de mediador "imparcial".
Islas Malvinas, República Argentina. Imagen de LANDSAT, pasada del 23 de abril de 1982 (USGS)
Otro nuevo pedido. Hay que decir que el satélite se rompió
Asimismo, el día 22 de abril a la noche, llegó otro pedido argentino para obtener, ahora, imágenes LANDSAT de las Georgias del Sur, del 24 al 25 de abril, así como también su mar circundante el 26.A poco de ello, Eagleburger habló con la embajada británica y, con el conocimiento y aprobación de Haig, se decidió que se negaría a Argentina el acceso a las imágenes (las cuales el satélite, para ese momento, ya estaba tomando), invocando "problemas técnicos", más aún en un momento en que Gran Bretaña se estaba aprestando para re-invadir las islas, contando ya con presencia naval en sus cercanías. A todo evento, existía un total cubrimiento de nubes, por lo cual la utilidad de las imágenes habría sido nula o extremadamente limitada.
El último pedido argentino fue el día 5 de mayo, para imágenes de las mismas Islas Malvinas del 7 al 12.
Si bien los británicos nuevamente fueron informados y presionaron para que se les negaran, alegando que los argentinos solamente querían obtener datos de inteligencia con dichas imágenes las mismas fueron tomadas y se dejó que fueran bajadas en Mar Chiquita.
Recién el 12 le comunicaron a Henderson "con cierta vergüenza" que, esta vez (por única y última vez) habían cumplido en tiempo forma con el memorando de entendimiento. Como una paradoja, la única vez que cumplieron con Argentina fue cuando ya se habían volcado abiertamente hacia Inglaterra.
Lamentablemente, las imágenes mostraban solo una espesa capa nubosa sobre las islas, como poco después pudieron comprobar los británicos.
Podría decirse entonces, y con todo lo aquí dicho, que la NASA ayudó con información satelital a Argentina (aún cuando a regañadientes y no con el alcance que debía haberlo hecho, amén que informó y compartió con el Reino Unido todo lo obtenido). Pero es que estaban obligados a hacerlo.
Islas Georgias del Sur, República Argentina. Imagen de LANDSAT, pasada del 11 de mayo de 1982. La cobertura de nubes impide ver las islas. (USGS)
Según el memorando de entendimiento entre Argentina y Estados Unidos, en vigencia para el conflicto de 1982 (suscripto en Buenos Aires el 6 de abril de 1981), la NASA estaba obligada "a programar" los sensores del satélite para cubrir el área de la estación terrena (lo cual, para Mar Chiquita implicaba un enorme área de Latinoamérica y los Océanos Atlántico y Pacífico Sur), así como a transmitir los datos obtenidos "directamente a la estación" (parágrafo 2 a del memorando).
Ello no era gratis, sino que se convino (entre otras obligaciones para Argentina) un precio de US$ 200.000 al año, que podría incrementarse a lo largo de los años.
Más allá de las obligaciones legales (que, como se vio no se respetaron plenamente), lo cierto es que negar la información satelital a Argentina hubiera implicado reconocer que el programa LANDSAT tenía alguna utilidad militar, lo que podría provocar que los países prohibieran las fotografías de sus territorios. Por ello Estados Unidos permitió que ciertas imágenes fueran obtenidas finalmente por Argentina.
¿Qué hicimos con las imágenes del satélite?
Es interesante analizar qué información se obtuvo de dichas imágenes las cuales, hay que repetir, para el sensor MSS implicaban una resolución máxima de 80 metros.Si bien, mayormente, se indicó que no tenían valor para el reconocimiento militar (claramente, por ser las imágenes que tomaba del espectro visible e infrarrojo de baja resolución geométrica, temporal y radiométrica), análisis profundos del Ministerio de Defensa británico llegaron a la conclusión que, en optimas circunstancias (es decir, sin nubosidad), el sensor MSS (multiespectral) podría llegar a detectar barcos.
Sin embargo, en Argentina se descartaba "la posibilidad de ubicar naves individuales aunque sean de gran tamaño" y "la posibilidad de ubicar grupos de naves grandes podría haber sido estudiada" pero "ello no se hizo durante el mes de abril de 1982".
A todo evento, la escasa cantidad de imágenes útiles finalmente entregadas por el satélite en su paso cada 18 días por el área, descartan que el mismo pudiera haber influido siquiera mínimamente en las operaciones militares.
Hay que agregar que Argentina tampoco había sacado provecho de las pasadas anteriores de los satélites LANDSAT (para realizar un plano satelital de las islas, que permitiera establecer playas, vegetación, etc), tal es así que recién "en trabajos posteriores al conflicto se construyó un mosaico satelitario de Malvinas"
Pese a todos estos elementos para descartar una mayor utilidad de LANDSAT, a una científica argentina (la Dra. Cora Sneibrun) "se le ocurrió que con los 80 metros de rango de definición que nos habían dejado en el satélite los norteamericanos se podía buscar algo en la zona del conflicto: podía existir la posibilidad que detectáramos a los barcos ingleses. La idea era que si mandábamos una onda de rayos infrarrojos al satélite y rastreábamos la zona alrededor de las islas podíamos localizar la estela de las naves, porque las turbinas calientan el agua. De acuerdo con el calor que detectáramos podríamos inferir a qué distancia del lugar estaba el buque que había pasado por allí, porque relacionándolo con el grado de temperatura que observáramos, sabríamos cuanto tiempo hacía que había pasado por el lugar. Era como mirar por el ojo de la cerradura un cuadro de dimensiones fantásticas. Pero esa genialidad dio resultado…"
Así también, Estados Unidos también permitió a Argentina seguir contando con información proveniente de sus satélites TRANSIT, de medición de coordenadas por efecto doppler, (aún cuando se bloqueó el sistema para el extremo sur argentino) y los meteorológicos GOES y NOAA, que se seguían recibiendo, aún cuando con alguna demora.
Con las imágenes suministradas, entonces, puede decirse que Estados Unidos apoyó a la Argentina en el conflicto Malvinas 1982. Algo que no hicieron con ganas.
sábado, 18 de mayo de 2019
La Casa Rosada durante la recuperación
Peleas internas y desolación por la derrota: cómo se vivió la guerra de Malvinas en la Casa Rosada
Víctor Bugge, el fotógrafo que trabaja en la Casa de Gobierno hace más de 40 años le contó a Infobae en imágenes y palabras lo que se vivía en los pasillos del poder militarPor Martín Dinatale | Infobae
Galtieri el 2 de abril de 1982 saluda desde el balcón de la Casa Rosada
Víctor Bugge tenía apenas 26 años cuando estalló la guerra de Malvinas. Había ingresado como fotógrafo oficial de la Casa Rosada en 1978 y todo lo que recuerda de aquellos días de conflicto bélico puertas dentro del palacio de gobierno es como una horrible pesadilla que pesa en su memoria y se mezcla con los recientes viajes que hizo a las islas con los familiares de los soldados caídos.
"Todo se manejó con mucho hermetismo o secreto los días previos a la guerra. El 2 de abril fue sorpresivo para mi. Después de muchos años de caminar por los pasillos de la Casa Rosada uno llega a saber lo que puede pasar. Pero en ese entonces fue todo muy sorpresivo para muchos", recuerda Bugge sobre el 2 de abril en que la junta militar encabezada por el presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri declaró la guerra a Gran Bretaña en las Malvinas.
El "efecto sorpresa" que impusieron los militares ante el anuncio de la guerra y al que hace referencia el fotógrafo de la Casa Rosada tiene que ver con los días previos al 2 de abril. Bugge recuerda muy bien que el 30 de marzo hubo una feroz represión en la Plaza de Mayo por la marcha de la multipartidaria, convocada por todos los partidos políticos que reclamaban el regreso de la democracia. Nadie pensaba que en ese contexto se iba a declarar una guerra y mucho menos que Galtieri llenaría unos días después la plaza en la que sería aclamado.
"Esa fue una de las represiones más violentas en la Plaza. Y días después, aún con los gases lacrimógenos que sentíamos en la cara, Galtieri pudo ver la Plaza llena desde su balcón", expresa Bugge en una larga charla con Infobae desde el despacho que hoy sigue ocupando en el segundo piso de la Casa Rosada.
Han pasado muchos años, presidentes, crisis, renuncias, violencia y Bugge recuerda ese balcón de Galtieri como si sólo hubieran pasado un puñado de días.
En la foto que Bugge tomó el 2 de abril se ve a Galtieri levantando la mano desde la balcón ante una Plaza de Mayo desbordada por la multitud. Se pueden ver las banderas y carteles que dicen "Gracias" o "primero la Patria".
37 años después, Bugge recuerda: "Lo más terrible fue que el 30 de marzo había habido una represión feroz. Y dos días después la misma Plaza estaba llena de gente aplaudiendo". Y agrega: "Me parece que a Galtieri ese balcón lo encegueció. Ese balcón de Perón, como lo llamo yo, es terrible".
"Es difícil darse cuenta que una plaza no es tu plaza cuando estás en el balcón. Cuando creés que sos el dueño de esa plaza se terminó", sostiene el fotógrafo presidencial. Galtieri aparece solo en el balcón. Pero Bugge recuerda que detrás estaban sus edecanes de la Marina y la Fuerza Aérea.
El canciller norteamericano Alexander Haig durante la reunión con Galtieri en uno de los salones de la Casa Rosada
La reunión con Haig
El 10 de abril de 1982 hubo otra plaza llena. Otra plaza que contribuyó a inflar el ego de Galtieri. Fue el mismo día en que el canciller norteamericano Alexander Haig se reunió con el presidente de facto para iniciar una larga serie de intentos fallidos en busca de una solución pacífica entre Gran Bretaña y la Argentina."Galtieri sale al balcón minutos antes de la reunión con Haig. Terminada la reunión, Galtieri le propuso que salieran juntos, pero Haig le dijo que no", recuerda Bugge, que estaba allí presente.
Luego vio cómo el enviado de Ronald Reagan abandonaba la Casa Rosada desde el helicóptero que estaba en la terraza. Haig se fue abucheado por toda la plaza. "Galtieri volvió a salir al balcón y el balcón lo encegueció un poco más, a él y a toda la estructura administrativa de los militares mientras los chicos estaban peleando en Malvinas", dice Bugge.
Internas y peleas de poder
Hay otra fotografía histórica que tomó Bugge en medio de esos días de guerra. Es la que muestra a Galtieri con una copa en la mano, sonriéndole a alguien que no aparece en la foto. Se lo ve eufórico al presidente de facto. Atrás aparecen Jorge Rafael Videla y Roberto Viola también con copas en la mano.-¿No había internas o pujas de poder visibles en esos días en la Casa Rosada? , le preguntó Infobae a Bugge.
-Se percibía alguna diferencia entre las fuerzas.
-En la fotografía de Galtieri eufórico con una copa en la mano y Videla y Viola detrás aparece la idea de la borrachera de poder que tenía el presidente de facto…
-La copa en sí mismo no agregó mucho a la imagen, creo. Cada uno es dueño de tomar lo que quiere. Yo a la borrachera del poder la describo cuando caminás por la alfombra y te crees dueño de esa alfombra. Ahí es donde te estás mareando. Un poco lo que le pasó con el balcón. Eso de enceguecerse con el poder es lo que le pasó a Galtieri.
Hay otra fotografía inédita que Bugge se ofreció a publicar en Infobae. Allí se lo ve a Galtieri dialogando con el entonces canciller de la dictadura Nicanor Costa Méndez. En la mesa hay un mapa de las islas Malvinas, unas plumas de tinta china, los anteojos de Galtieri, un paquete de cigarrillos y el reloj que el dictador se había sacado por unos instantes. A Galtieri se lo ve distendido, con las mangas de la camisa remangadas y fumando
Costa Méndez parece más tenso, y resulta entendible: las negociaciones diplomáticas con Gran Bretaña para poner fin a la guerra naufragaban y la mediación de Estados Unidos no avanzaba. Así lo refleja el rostro adusto del canciller de la dictadura que iba y venía de Buenos Aires a Nueva York, para reunirse en la sede de Naciones Unidas con sus contrapartes británicos.
Galtieri en una reunión con el canciller Nicanor Costa Méndez con el mapa de Malvinas en la mesa
La llegada de Juan Pablo II
El 11 de junio de 1982 el Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina con la firme misión de frenar la guerra de Malvinas. Se reunió con Galtieri a solas en la Casa Rosada, ofreció una misa en el Monumento a los Españoles y pidió por la paz.Cuatro días después de esa histórica visita, el 15 de junio, Galtieri, como jefe de la Junta Militar, anunciaba por cadena nacional la negociación entre el "gobernador" de Malvinas, Mario Benjamín Menéndez y el jefe de las tropas británicas que había sido firmada un día antes. Galtieri no usó la palabra rendición y habló del retiro de las tropas argentinas de Puerto Argentino.
"Históricamente no se rescata mucho de la visita de Juan Pablo II a la Casa Rosada pero su presencia aquí fue impresionante. Con esa visita canalizó en la gente la desesperación y la fe al mismo tiempo", asegura Bugge 37.
El Papa Juan Pablo II estuvo en la Casa Rosada con Galtieri y cuatro días después la Argentina declaró la rendición
-¿Cree que a Galtieri le llegó verdaderamente el mensaje de paz de Juan Pablo II o que decidió la rendición porque ya no le quedaban alternativas táctico-militares?
-No podría decir si le llegó o no a Galtieri el mensaje del Papa. Es difícil no conmoverse ante la figura de un Papa y Juan Pablo II era el líder mas importante de la humanidad. Fue muy importante su presencia para los civiles. No se si para esa junta.
En la fotografía se lo ve a Juan Pablo II de pie en uno de los salones de la Casa Rosada y a Galtieri sentado abriendo un regalo que la junta militar le obsequió al Papa. El presidente de facto sonríe abiertamente mientras el Sumo Pontífice parece incómodo con esa sonrisa y ese retrato. Como si hubiese preferido evitar esa foto.
La visita del Papa tuvo un fuerte efecto en la gente y se convirtió en una profunda presión para la junta militar. "La presencia de Juan Pablo II fue un alivio para una sociedad que estaba angustiada. Que recibía información que, después supimos, no era real. Hubo dos guerras: la que se vivió en las islas y la que vivimos acá", dice Bugge.
En rigor, esa fue otras de las batallas que se vivía puertas adentro de la Casa Rosada durante la guerra: la puja por la información.
Bugge retrató una imagen del televisor que había en uno de los despachos de los militares. Allí se lo ve al periodista estrella del oficialismo José Gómez Fuentes hablando de la guerra en el noticiero del Canal 7 de la televisión oficial.
"En los pasillos recibía comentarios de que ganábamos y en otros de que perdíamos. Siempre creí lo que decían oficialmente. Fui parte de los que creyeron todo. No se si por la ansiedad. Pero días después de la presencia de Juan Pablo II empecé a percibir alguna confusión", recuerda Bugge.
La pantalla del televisor en la Casa Rosada mostraba el periodista Gómez Fuentes
La rendición
El 14 de junio se confirmó en la Casa Rosada la rendición ante el Ejército británico en Puerto Argentino. Se respiraba un clima de desolación y Bugge recuerda perfectamente una imagen: "La noche después de la rendición yo tenía la información de que el anuncio iba a ser desde los balcones. Pero en la plaza hubo una represión impresionante. Tuve que entrar por Paseo Colón y el clima era tremendo. La Casa Rosada se había vaciado", sostiene el fotógrafo oficial. Después se supo que no hubo ninguna plaza para el anuncio y que Galtieri estaba desolado en su despacho.Hay una fotografía de Bugge en que se lo ve a Galtieri después de la rendición. Está vestido de fajina militar y mira hacia abajo, su cabeza gacha casi como pidiendo disculpas a sus subalternos que están de espaldas. Habían regresado del campo de batalla derrotados.
Galtieri recibió a los generales que estuvieron en la guerra de las islas Malvinas
La imagen más terrible que recuerda Víctor Bugge es la del día después del anuncio de la rendición.
"Galtieri estaba en su despacho. Le hice la última foto. Allí mira el cuadro de San Martín que estaba a su lado y dice: 'A este sí que no lo cagaron'. Se puso el poncho y se fue. Ya estaba acabado. Estábamos solos, con un ayudante y un edecan. Cuando escucho eso que le dice Galtieri al cuadro de San Martín y le dice 'a vos sí que no te cagaron', me dije hacia adentro, esto se terminó". Y realmente Galtieri estaba acabado. Luego vendrían los preparativos para su salida y se empezaría a vislumbrar el regreso de la democracia tan esperada.
Años más tarde, Bugge viajó a Malvinas. Fue cuando acompañó, una vez más como fotógrafo oficial de la Casa Rosada, a un grupo de madres de soldados caídos en la guerra cuyos cuerpos fueron identificados por el equipo forense de la Cruz Roja Internacional.
En la fotografía se ve la selfie del propio Bugge con las cruces del Cementerio de Darwin detrás. Ese día, el fotógrafo de la Casa Rosada lloró largamente. Fue como un desahogo después de tantos años de guardar angustias.
Bugge volvió a Malvinas 37 años después de la guerra para acompañar a los familiares de los soldados caídos
"Creo que soy el único, lo digo desde la emoción no desde el ego, el único que pudo retratar aquel 2 de abril y uno de los pocos que retrató a los familiares de los soldados 30 años después", dice Bugge.
"No creo que haya muchos que hicieron ese recorrido. Se me mezclan las cosas. El 2 de abril se me vino a la cabeza en el cementerio de Darwin. Es que la plaza llena era la plaza que apoyaba a los chicos que el otro día fuimos a visitar al cementerio de Darwin. Eso es muy fuerte. Allí lloré en sus tumbas. Eso me clavó la historia de una manera terrible que no se resuelve fácilmente. Sentía la Plaza de Mayo en el cementerio desde el balcón. Es difícil de explicar", recuerda hoy desde su despacho.
Es difícil de explicar todo esto para alguien que lo vivió de cerca. Y que fue protagonista privilegiado de la historia. Y un argentino que sentía dolor e impotencia por los soldados que morían en las islas Malvinas.
Bugge en el cementerio de Darwin 37 años después de la guerra
Fotos Víctor Bugge
miércoles, 22 de agosto de 2018
Escuadrilla Jaguar de la IV Brig Aérea sobre las islas
Honor y gloria a los héroes de Malvinas!! A no olvidarlos jamás!!
Fotografias tomadas por los ingleses que son un documento histórico. En ella se puede observar un A-4C de la IV Brigada Aérea y en la otra a 2 Skyhawks, uno de los cuales tiene una pérdida importante de combustible. Al parecer (según información del foro donde fue subida) son de la escuadrilla Jaguar el 24/05/82 realizando el escape luego de atacar a la HMS Arrow , y el avión de la pérdida podría ser el del Ten. Jorge Bono.
domingo, 13 de agosto de 2017
Nick Taylor y Marcelo Llambias, dos vidas unidas por la guerra y una Kodak
Después de una sangrienta batalla, un Royal Marine encontró una cámara enemiga. Treinta años después Nick Taylor rastreó al soldado argentino en las fotos
Por Audrey Gillan | The Daily MailFue una batalla larga, dura ya menudo aterradora, combatida en el frío amargo de una noche de invierno en el Atlántico Sur. Decenas de años han pasado, pero Nick Taylor recuerda cada detalle del asalto a los picos de las Dos Hermanas: la nieve, los gritos, el ascenso rocoso a través de la oscuridad, las balas traza roja y los morteros explotados lanzados por las tropas argentinas Atrincherado en la montaña arriba. Se montaron bayonetas cuando Nick y sus compañeros de infantería de marina avanzaron lentamente hacia las ametralladoras enemigas.
Su valiente captura de las cumbres gemelas en junio de 1982 fue un pequeño momento en la historia, una victoria estratégica que abrió el camino para la retoma de Puerto Argentina/Stanley dos días después y las propias Islas Malvinas.
Pero para Nick hay un significado más profundo y personal para los terribles acontecimientos de esa noche, por lo que, 30 años después, se encuentra en las mismas laderas, el mismo viento de las Malvinas golpeando su rostro mientras abraza un medio de Buenos Aires.
A la amistad: Nick Taylor, a la izquierda y Marcelo Llambias Pravas, a la derecha, levantar un vaso en las Malvinas
Nick Taylor tenía apenas 20 años y había estado en los Royal Marines por poco más de un año cuando su unidad dejó los cuarteles Condor en las afueras de Arbroath, en el noreste de Escocia, para las Malvinas. Deteniéndose durante dos semanas en la soleada isla de Ascensión, los jóvenes marines (como la mayoría de los militares británicos) pensaron que la guerra en el distante establecimiento británico parecía improbable. Pero cuando desembarcaron de su embarcación de desembarco en la bahía de Ajax, en la costa noroeste de East Falkland, la realidad era demasiado evidente.
Esta foto fue la que más intrigó a Nick, provocando su búsqueda de treinta años
Nick, miembro de la compañía X-Ray, del 45 Commando, celebró su cumpleaños número 21 el 5 de junio de 1982. Lo recuerda porque pasó ese día y su noche al borde de la hipotermia, acurrucándose durante 36 horas en un saco de dormir Con un marine más alto, conocido como un papá del mar.
"Cuando las cosas se ponen desesperadas y se empapan de la piel y van a morir de hipotermia, se le enseña a desnudarse y los dos de entrar en un saco de dormir para que pueda combinar el calor de su cuerpo. Así que eso es lo que hicimos.
Mi regalo de cumpleaños era ver a Stanley por primera vez desde la cima de una montaña. Y no morir de frío.
Había una caminata de 80 millas a través de las rocas, las crestas de la turba y la hierba del tussock antes de que el comando 45 alcanzara incluso a las dos hermanas. Los helicópteros que debían transportar su equipo, así como sus reabastecimientos y tiendas pesadas, habían sido hundidos en el buque portacontenedores, el Atlantic Conveyor, el 25 de mayo. Peor aún, los hombres se habían visto obligados a abandonar su ejército británico 'Bergens' (o mochilas) y embutieron lo que pudieron en bolsas ligeras antes de la larga marcha, dejándolos a merced de los elementos.
Para el 11 de junio estaban fríos, cansados y hambrientos, pero en posición. La nieve comenzó a caer justo cuando se lanzó el asalto a las dos hermanas.
Fue sangriento. La cumbre estaba protegida por tropas argentinas, bien cavadas. Al subir las pistas, Nick y los hombres del Comando se cubrieron detrás de afloramientos rocosos, atrapados por ametralladoras, morteros y artillería pesada.
Pero la ferocidad y el poder de fuego superior de las fuerzas británicas ganaron la ventaja y los argentinos se retiraron, dejando atrás más que una ametralladora candente. Los Marines arrebataron el kit abandonado argentino: carpas, ropa, botas, raciones y bebida.
'Los chicos argentinos de allí fueron valientes', dice Nick. 'Ponemos una cantidad seria de fuego hasta que supieron que serían invadidos y luego se retiraron. Pero fue una decisión sabia, no una cobarde y se fueron con su honor intacto.
"Todos lo reconocimos y estuvimos agradecidos de haber evitado más derramamiento de sangre. Pero estábamos igualmente agradecidos por lo que dejaron atrás. Sólo teníamos los uniformes en los que nos levantamos y el equipo que podíamos llevar; Sin ropa o comida extra. Estábamos fuera de todo. Tuvimos que tomar botas y otros artículos de sus muertos. También tomamos sus municiones, armas, raciones - era corned beef - y whisky y polvo de naranja. Lo mezclamos con agua de los cráteres de la bomba y fue encantador. Encontramos mantas y sombreros de lana.
De una consecuencia menos inmediata fue la cámara Kodak que Nick encontró en una bolsa abandonada. Fue, por coincidencia, el mismo modelo que el que había llevado desde el inicio de la campaña de las Malvinas.
El joven de 21 años se volvió y tomó fotos del terreno al que había ido. Luego desechó la cámara, puso la película en el bolsillo y se olvidó de ella.
Marcelo, sosteniendo a su hijo Mariano, y fotografiado con su esposa Stella
Nick con su esposa Deb y sus dos hijos Josh, a la derecha, y Joe, a la izquierda
En casa un mes más tarde, su curiosidad despertó, Nick fue al químico en Arbroath para recoger la película desarrollada a la que se refirió riendo como sus "broches del día de fiesta". Abriendo la bolsa de Kodak amarilla y roja, sus ojos se iluminaron mientras pasaba por las imágenes que permanecerían con él durante el resto de su vida. Porque allí, en sus manos, había imágenes de un joven que no era mayor que él, de pie desafiante en el uniforme de oficial argentino, con el cigarrillo en la boca. Estaba armado con granadas, un fusil automático ligero colgado sobre su hombro y un bandolero pesado alrededor de su cuello. Detrás de él estaban los riscos de las Dos Hermanas.
Los dos hombres eran el espejo del uno al otro, pero el extraño en las fotos había estado luchando por el otro lado, creyendo con tanta fuerza que su causa era correcta.
"Las fotos mostraban a un oficial argentino exactamente en la misma posición que yo había estado en la montaña", dice Nick. Estaba mirando a un hombre contra el que había peleado. Me preguntaba si estaba mirando a un fantasma.
Después de la campaña de las Malvinas, Nick permaneció en los Marines, luego se unió al Special Boat Service, con el cual participó en operaciones clandestinas en Europa, Oriente Medio, Extremo Oriente, Centro, Sur y Norteamérica y Afganistán. Desde el momento en que vio esas fotografías, sin embargo, sabía que tenía que devolverlas al dueño.
El año pasado, consciente de que el aniversario del conflicto se acercaba - se marcará más tarde esta primavera - Nick comenzó su búsqueda en serio. Y gracias al alcance global de Internet, eventualmente rastreó al misterioso soldado enemigo.
Marcelo Llambias Pravas había sido subteniente en el IV Regimiento de Infantería del ejército argentino hace 30 años. Como Nick, sólo tenía 21 años y, de nuevo, como Nick, provenía de una familia militar. Marcelo incluso había sido educado en una escuela internacional de habla inglesa. Fue condecorado con la medalla de Gallardía en Combate por ser el último soldado argentino en retirarse de Two Sisters.
Nick dice: 'Durante años me he preguntado por el soldado al que pertenecía esa cámara y me pregunté si aún estaba vivo. Debió de haber pasado por muchas cosas como yo, congelado, marchando, muerto de hambre, excitado por el calor de la batalla, tal vez incluso un poco asustado.
"La experiencia de las Malvinas me formó y se convirtió en parte de mi carácter y cada vez que miraba las fotografías de esa época me trajeron una avalancha de recuerdos.
Una cámara como la que fue encontrada por Nick y desechada después de que él había quitado la película
Comencé a hacer algunas investigaciones sobre el conflicto de las Malvinas y en particular la batalla por dos hermanas. El nombre y la unidad de Marcelo seguían apareciendo, pero no estaba seguro de que fuera el hombre adecuado. El publicar su foto en un foro militar argentino me llevó a un amigo suyo y, finalmente, conseguí una dirección de correo electrónico. Así es como me encontré en contacto con el hombre de la foto, ya no una imagen bidimensional, sino una verdadera persona de carne y hueso.
Le he enviado un correo electrónico. Un par de días más tarde escribió de vuelta. No podía creer mi buena suerte cuando la abrí.
Esto es lo que tenía que decir: "Es un honor para mí haber sido contactado por un ex miembro de una fuerza tan valiente como los Royal Marines y estoy profundamente conmovido por tu gesto al querer devolverme mis fotografías.
"Sirviendo con la ONU en Irak y Kuwait, tuve la oportunidad de trabajar con militares británicos y llegué a conocer el vínculo especial de camaradería y respeto que ha crecido entre nuestras dos fuerzas, y lo volví a ver cuando trabajé en Chipre y Eslavonia oriental.
"Ya no somos enemigos porque ambos luchamos de manera justa por nuestros países. Estoy seguro de que me entenderás mejor que cualquier civil de Argentina.
Nick sabía entonces que se trataba de un hombre de ideas afines: un soldado que era ahora un civil, un marido y un padre. Un hombre que finalmente podría ser su amigo y no su enemigo.
Y de ese intercambio de correo electrónico encantado creció una reunión extraordinaria entre los ex-combatientes que aprendieron que eran realmente hermanos en armas incluso si no lo sabían en ese entonces. Fue una reunión de emoción cruda jugada en la cima de la montaña donde se habían enfrentado por primera vez hace 30 años. Y tuvo lugar el pasado mes de diciembre, cuando una vez más se encontraron en las laderas de Dos Hermanas, las montañas de fortaleza cuya caída en manos británicas cambiaron el curso de la Guerra de las Malvinas.
Nick es el primero en llegar y se sienta a la luz del sol, tamborileando nerviosamente los dedos en el álbum de fotos que ha hecho especialmente para su nuevo amigo argentino. Mientras Marcelo viene saltando hacia él, él se levanta, con la mano extendida para un apretón de manos británico, sólo para encontrarse envuelto en el calor de un abrazo sudamericano.
El Sr. Taylor, a la izquierda, luciendo la famosa boina verde de los comandos durante la guerra
Ambos se ríen y luego Nick le pregunta a Marcelo si realmente era el último hombre de pie de acuerdo con la citación de su medalla.
"Y si fuiste el último hombre, ¿por qué te eché de menos?", Pregunta, el humor militar sigue en el primer plano. Es una muestra de la ternura del momento cuando entrega el álbum de fotografías que sin darse cuenta han compartido durante más de la mitad de sus vidas.
Mientras hojean las fotos, los dos se maravillan de cómo de muchas maneras eran iguales.
-No recuerdo ninguna de estas fotografías. Mírame, yo era un niño ", se ríe Marcelo. Y tú también.
Desde aquí en la montaña, los hombres pueden ver el Monte Tumbledown, el Monte Longdon, el Monte Harriet, Wireless Ridge y Sapper Hill, todas las posiciones defensivas clave estratégicas. Como señalan cada uno de estos puntos de referencia y hablan de su parte en la batalla, parecen hablar entre sí en algún tipo de código. Son como miembros de una fraternidad.
"Yo estaba con 5 Sección, 2 Tropas, Compañía de Rayos X y nuestras bayonetas fueron arregladas", dice Nick. -Tenemos dos terceras partes antes de que alguien empezara a disparar contra nosotros, pero luego nos mantuvo presos con una ametralladora. Tardamos tres horas y media en cubrir los últimos 100 metros, ¿sabes? Estábamos escondiéndose entre esas rocas que se martillaban absolutamente. Nuestra sección de armas estaba por delante y estábamos atrapados.
"Una concha se fue junto a mí, y golpeó a tres de los chicos, pero sólo estaban heridos. Tuvimos tanta suerte de no haber perdido a nadie.
Nick apunta a un pedazo de terreno abierto entre algunas rocas, y le pregunta a Marcelo: "¿Recuerdas a algunos tipos que corren de izquierda a derecha?"
Él responde: "Sí, podía verlos muy claramente con mi visión nocturna".
Nick se ríe: "No teníamos radios en ese momento, así que nuestro jefe gritó," Five Section on me "y los tres corrimos a través de terreno abierto. Nunca he corrido tan rápido en mi vida.
Marcelo pone su brazo alrededor de Nick: "¡Corremos rápido! Demasiado rápido para que te disparemos ", dice.
Entonces los dos hombres se arrastraban alrededor de la ladera de la montaña como cabras, encontrando un viejo cable telefónico, bolsas de dormir, clavijas de tienda e incluso algunas de esas botellas de whisky largamente vacías. Ellos son cuidadosos mientras recogen su camino hacia abajo, ya que las laderas todavía están llenas de minas terrestres.
Mientras caminamos, Marcelo dice: "Estoy sorprendido y profundamente conmovido por la búsqueda de Nick por mí. No es una cosa común de hacer - tan pronto como me enteré de él me di cuenta de que era un buen hombre. Él no tuvo que hacer esto: 30 años han pasado. Es un caballero.
-Sí, éramos enemigos. Pero creo que de mi parte, y supongo que Nick es el mismo, nunca nos odiamos. Esto era algo entre Margaret Thatcher y el general Galtieri: en términos generales, ningún argentino durante la guerra odiaba a ningún soldado británico. Éramos soldados, estábamos haciendo nuestro trabajo, ambos lados, estábamos luchando por nuestro país.
"La guerra de Malvinas fue muy diferente en comparación con otras guerras en las que están involucrados civiles o niños o se cometen crímenes. No sientes lo mismo que si estuvieras luchando contra un terrorista. Es bueno luchar contra enemigos cuando este enemigo tiene el mismo código, los mismos valores.
Marcelo, a la derecha, hace 30 años cuando estaba en la fuerza de recuperación argentina en el cerro 'Dos Hermanas' en las Malvinas
De nuestro lado había una especie de admiración por las fuerzas británicas, así que, incluso durante el combate, no había odio.
Nick está de acuerdo: "No siento ninguna animosidad hacia Marcelo o las fuerzas argentinas. En la época de la guerra éramos jóvenes que luchaban por nuestro país y por el otro, ambos lados con valores similares. Fue una guerra pasada de moda con reglas anticuadas.
Ambos hombres están preocupados por el chasquido de sables en el período previo al 30 aniversario del conflicto. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha estado tratando de estrangular la economía de las Malvinas, alejando a dos cruceros británicos de sus costas y también ha criticado el despliegue del príncipe Guillermo a las Malvinas como un piloto de helicóptero de búsqueda y rescate de la RAF . Gran Bretaña ha anunciado que está despachando el destructor de tipo 45 HMS Dauntless de £ 1,000 millones para patrullar las aguas de las islas.
Pero en un día soleado del verano del hemisferio meridional el diciembre pasado las preocupaciones para la geopolítica más amplia han dado la manera.
Marcelo dice: "Es bueno estar aquí. A veces pienso: "¿Fue un sueño? ¿Yo estaba allí? "Pero ahora tengo las imágenes, la prueba. '
Nick sonríe ampliamente: "Pensar que nosotros, como enemigos, estábamos tratando de dispararnos a unos 50-60 metros de distancia hace 30 años y ahora, como amigos, estamos aquí nuevamente. Tienes razón, es increíble.
Sus vidas han seguido trayectorias similares desde esa primera reunión mortal en 1982. Ambos disfrutaron de carreras militares distinguidas y éxito en la calle civil. Nick, ahora de 50 años, ascendió al rango de suboficial en la SBS. Se retiró en 2003 y ahora viaja por Europa, Eurasia y Oriente Medio para evaluar la seguridad de una compañía petrolera estadounidense. Vive en Poole, la ciudad natal de Dorset de la SBS, con su esposa Debra y sus hijos Josh, de 20 años, y Joe, de 17 años. La familia pasa tiempo juntos en una cabaña frente al mar desde donde nada y nada.
Marcelo pasó 19 años en el ejército sirviendo en misiones de la ONU en Irak y en otros lugares antes de volver a entrenarse como abogado en Buenos Aires, donde vive con su esposa Stella y su hijo de siete años Mariano, y ve a sus hijos de un matrimonio anterior, Marcelo , 21, y Francisco, 19.
La pareja recibe sus respetos en el cementerio militar argentino, que se encuentra al oeste de Darwin Settlement, cerca de Goose Green y es el lugar de descanso final de 230 hombres, incluyendo una de las tropas de Marcelo. Cinco de sus soldados murieron en el transcurso de la guerra. Otros dos sufrieron amputaciones como consecuencia de la congelación.
Nick Taylor, a la izquierda, durante la guerra con un compañero Royal Marine
Más tarde, Nick y Marcelo visitan el monumento a Royal Marine, para rendir homenaje a los 255 británicos y 649 argentinos perdidos, antes de entrar en la ahora pequeña ciudad de Stanley, llena de casas de madera pintada con techos de hierro corrugado.
Nick recuerda el caos y la alegría del día que estuvo aquí por última vez, el día en que Argentina se rindió: "Fuimos a la Casa de Gobierno y recuerdo estar en la sala de estar, con todas las fotos de la Familia Real, y nosotros - soy Avergonzado de decirlo ahora - entró en la tienda de bebidas y robó un poco de brandy, lo mezcló con cóctel de fruta enlatada, y cantó canciones mientras alguien tocaba la guitarra. Corrí por el camino de Cable & Wireless y comencé a decirle a las chicas que enviaran un telegrama a mi mamá ya mi papá ya mi novia.
El pensamiento impulsa a la pareja a dirigirse hacia el pub Globe, un edificio de un solo piso de hierro corrugado con techo cubierto con banderas de la Unión que antes de la guerra.
"Es increíble que 30 años más tarde estoy tomando una cerveza con el hombre cuya cámara encontré", dice Nick. "Esa película era un registro de su guerra y sus experiencias y durante todos los años que estaba bajo mi cuidado sentí que merecía estar con su legítimo dueño. Si la cámara hubiera sido mía, siempre me habría preguntado sobre su destino. Ha sido un honor.
Y entonces los hombres se vuelven para mirar el mar, cada uno perdido en la contemplación tranquila. Dos viejos soldados, uno el enemigo de la reina, el otro su defensor, ahora hermanos, no en armas, sino en paz. Regreso a Las Malvinas estará en ITV1 a las 9 pm del martes.