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domingo, 15 de octubre de 2023

La vida del conscripto Jorge Palacios

El soldado de Malvinas que le rogó a Dios que no lo dejara morir “despacito” tras ser sepultado vivo por una bomba

Fue conscripto del Regimiento 25. Quedó atrapado bajo la turba en su pozo de zorro durante dos horas junto a un compañero. El milagroso rescate y su encuentro con el Papa. Hoy acompaña a los veteranos que no pasan por un buen momento y lucha para que la sociedad comprenda la pesada mochila que llevan los excombatientes

Infobae

Los que lo vieron jugar, decían que era un 10 habilidoso y talentoso, que prometía, un derecho que le pegaba con las dos piernas. Cuando imaginaba su futuro se veía en la primera del Jorge Newbery, el club donde se lucía y de ahí tal vez pasar a uno de Buenos Aires. Jorge Eduardo Palacios, que había nacido el 17 de octubre de 1963, vivía con su familia en el Ceferino, un barrio de casas bajas con un monoblock en su centro, en Comodoro Rivadavia. Su papá Juan Paulino trabajaba en el hospital Alvear, su mamá se llamaba Silvia y tiene tres hermanas y un hermano. El es el tercero.

Febrero de 1982. Jorge Palacios en el vivac del regimiento 25. (Gentileza Jorge Palacios)

Cuando en enero de 1982 le llegó el telegrama para incorporarse al servicio militar -en el sorteo le había tocado el 832- se ganaba la vida como ayudante de chapista y pintor. Su destino fue el regimiento 25 de Colonia Sarmiento.

El día que habló con Infobae, volvía de la plaza, donde todos los 2 se canta el himno. Lo primero que hizo notar fue que cumplía exactamente 40 años de su incorporación al servicio militar. De Malvinas, su primer recuerdo es la fotografía que le tomaron al momento de subir al avión. Instantes después, en la escalerilla del Hércules un subteniente les dijo que iban a ir “a un lugar donde desean estar todos los argentinos. Vamos a recuperar las Malvinas”.

Como no tenía reloj, no pudo precisar la hora de la madrugada en que pisó suelo malvinense el 2 de abril.

Junto a Antonio Naudan, el 25 de marzo de 1982. Con Naudan eran amigos del barrio Ceferino. (Gentileza Jorge Palacios)

Recuerda que los primeros días estuvo en el pueblo, montando guardia y a partir del 21 de ese mes los trasladaron al aeropuerto. Tomó real conciencia de lo que era estar en una guerra cuando por primera vez soportaron un bombardeo británico. Sintió miedo a lo desconocido, a esa incertidumbre de lo que le podía ocurrir.

Se emociona cuando cuenta que el 24, cerca de la pista y con un barco abandonado como escenografía de fondo, juró la bandera con sus compañeros. Es que debían hacerlo antes de entrar en combate y los soldados del Regimiento 25 fueron los primeros en dar el si juro. Dicha unidad organizó otra ceremonia en Darwin el 25 de mayo.

Esta foto se tomó el día que juraron la bandera. Palacios es el segundo desde la izquierda en la fila de abajo. (Gentileza Jorge Palacios)

Los malos presentimientos que sentía se hicieron realidad el 4 de mayo. Recuerda que el día anterior, con unos diez compañeros, rodilla en tierra, habían rezado el Rosario. Lo hacían habitualmente.

Esa madrugada estaba de guardia sobre un cerrito que miraba al mar, frente a la torre de control del aeropuerto.

Cerca de las tres lo sorprendió un ruido, al que confundió con el vuelo de un Hércules. En realidad, eran dos grandes bombas arrojadas por aviones Vulcan ingleses. Una estalló a unos 30 metros de su posición. La otra, que impactó a escasos seis, y que dejó un cráter descomunal, fue casi fatal para él.

En fracción de segundos, sintió que la onda expansiva le hundía la cara, le hizo dar vuelta la cabeza y lo arrojó violentamente en el pozo de zorro. Su brazo derecho le quedó apuntando hacia arriba y el izquierdo aprisionado por la turba y las piedras. La manta que llevaba sobre los hombros para abrigarse quedó inexplicablemente desplegada sobre su cuerpo. El está convencido que era el manto de la Virgen.

Debajo suyo quedó el soldado Raúl Ortiz, que en el momento de la explosión estaba durmiendo. Tenían encima cerca de dos metros de tierra y piedras.

“Che, Ortiz, hagamos fuerza”. Fue inútil porque los escombros no se movían.

Gritaron. Palacios cree que repitieron el pedido de auxilio unas diez mil veces. Pero nadie escuchaba.

Perdió la noción del tiempo. Intuyendo lo peor, se preparó a morir. Mentalmente se despidió de sus viejos, de su hermanos, de sus amigos. Como en una película en blanco y negro se vio con sus seres queridos en aquellos momentos de alegría que pasó junto a ellos.

De pronto sintió que hablaba con Dios. Se sorprendió de la paz que experimentaba, en esa oscuridad, atrapado. Remarca que esa paz no la volvió a sentir nunca más.

No estaba desesperado. Se preguntó por qué Dios lo hacía morir despacito. “No me haga morir así, Señor, por favor”, repetía. Percibía las lágrimas que corrían por sus mejillas.

Ortiz estaba inmóvil, pensó que había fallecido. Comenzó a notar que la tierra se hundía, alguien caminaba en la superficie, justo donde estaban enterrados. “¡Gritemos!”, casi le ordenó a su compañero. Lo hicieron con las últimas fuerzas que les quedaban, no entendían cómo aún podían respirar.

Los soldados los escucharon y excavaron con lo que tenían a mano, hasta con sus propias manos. De pronto alguien cortó la manta con un cuchillo, y apareció la cara de Palacios.

Los habían dado por muertos. Nadie lo podía creer. Todos lloraban mientras los abrazaban.

En el hospital, el doctor capitán José Luis Corominas se sorprendió al comprobar que no tenían ninguna herida. Este médico también es de Comodoro y cuando se encuentran por la calle, en el centro, siempre se saludan.

El 8 de mayo, se hizo una procesión con la imagen de la Virgen. Palacios y Ortiz la llevaron. En un extremo, Seineldín está atento a la situación. La fotografía está dedicada a Palacios por el capellán de guerra. (Gentileza Jorge Palacios)

Al volver a sus posiciones, el coronel Seineldín los arengó. Le dijo que estuvo casi dos horas bajo tierra. El día 8 unos doscientos soldados rezaron la misa y llevó junto con Ortiz la imagen de la Virgen en procesión por los alrededores del aeropuerto. Años después le alcanzaron una fotografía de ese momento, que el capellán Padre Vicente Martínez Torrens se la dedicó en 2008. El salesiano entonces le advirtió que tenía una misión, y que solo él tenía que descubrirla.

Lo último que imaginó cuando la dejó en un jeep es que volvería a ver esa imagen 37 años después.

En los últimos días del combate, le tocó ir a reforzar el frente de batalla. Nuevamente se encomendó a Dios porque estaba seguro que no volvería vivo al continente.

Se entristece hasta las lágrimas cuando menciona el momento en que arriaron la bandera en Puerto Argentino. “La derrota fue muy dura”. Nuevamente menciona a Dios para agradecer que no regresó con secuelas físicas.

Cuando regresó al continente, lo primero que deseó hacer es ver a sus padres. Cuando ingresaron al cuartel de madrugada, había gente esperándolos. Estaban ellos, con los que se abrazó y lloraron.

Con su mamá Silvia, en junio de 1982. Cuando vio la fotografía, se sorprendió de su aspecto. (Gentileza Jorge Palacios)

Aunque estuvieron solo unos pequeños momentos, pudieron tomarse una fotografía. Al verla, aún hoy se sorprende de su rostro flaco y demacrado.

Una vez de regreso a la vida civil, a su mamá le contó lo de la bomba muy por arriba, para no preocuparla. Le dolió que cuando relató el episodio, por lo general la gente no le creyera, que no podía ser.

En los primeros meses le costó salir a la calle, y menos ir a jugar al fútbol, su pasión. Sus amigos lo iban a buscar, y él se hacía negar mientras espiaba a través de la cortina de la ventana. Quería estar con su mamá, que le preparaba la comida, le hacía un té, lo atendía y lo contenía.

Demoró unos seis meses en soltarse.

Un día inolvidable. En la plaza San Pedro, Francisco observa la fotografía de la procesión. (Gentileza Jorge Palacios)

Fue duro cuando salió a buscar trabajo. En 1984 entró junto a otros compañeros en la municipalidad y hoy está jubilado gracias a una ley especial para veteranos, según explica.

En ese año, junto a Mónica formó una familia. Tuvo 6 hijos y soportó el dolor de perder a uno cuando contaba con un año y ocho meses. Fue un 20 de junio, el día del Padre y el de la Bandera. Es otro de esos dolores que no se van.

Sus hijos le dieron cinco nietos y una lección de vida. Cuando la mayor comenzó a ir a la escuela, fue la que le insistió en que contase su experiencia en la guerra.

Fue sanador el poder hablar, y ahí todos creyeron el terrible episodio que vivió en ese pozo de zorro. Con la misma elocuencia que evoca sus días en Malvinas, subraya el dolor que siente cuando hablan mal de los veteranos o cuando se refieren a ellos como “los chicos de la guerra”. Del 2005 al 2015 fue el presidente del centro de veteranos de guerra local.

Advierte que llegar a los 40 años de aquel 1982 representó transitar un camino muy duro. Acompaña al veterano que está mal y se lamenta cuando cuenta que en noviembre pasado, uno falleció, no muy bien atendido. “Se nos fue un hermano”, dice. “Porque aunque no lo haya conocido, es mi hermano”.

En esa misma mañana que atendió a Infobae, lloró por la noticia que acaba de recibir: la muerte de su amigo Juan Carlos González, integrante del Escuadrón Alacrán en Malvinas. “La partida de cada veterano es muy dura. Yo se que no somos eternos, solo espero que la gente entienda que la mochila que cargamos en la espalda es difícil de llevar”.

A Ortiz, su compañero de infortunio, lo vio recién después de 27 años. Dice que vive en Trelew, que le cuesta hablar de la guerra y que no siempre le responde los whatsapps que le envía, que lo entiende.

Tiempos lejanos. Cuando en 1981 jugaba en el equipo del Club Jorge Newbery. De izquierda a derecha, es el último en la fila de abajo. (Gentileza Jorge Palacios)

En 2018 lo contactó La Fe del Centurión. Le comentaron que la imagen de la Virgen que él había llevado en procesión estaba en poder de los ingleses, y que se estaba programando un intercambio en El Vaticano y que él podría ser uno de los que la fueran a buscar. Para él, era la misión mencionada por el padre Martínez Torrens.

Creía estar soñando ese 30 de octubre de 2019 cuando Francisco lo abrazó en la Plaza San Pedro. El Papa no podía creer que el de la foto de la procesión, fuera él. “Este soy yo”, le indicó. “¿Sos vos?”, preguntaba. Lo miraba una y otra vez. También compartió la instantánea con veteranos ingleses presentes en el lugar, les explicó que en la guerra fue un soldado infante, y que tenía entonces 18 años.

Desde 1989 vive en una casa de un plan de vivienda en el Barrio Isidro Quiroga e integra el equipo de fútbol de veteranos del club Jorge Newbery, donde un año antes de la guerra ya le decían que era un chico que prometía y que su único sueño era el de jugar en primera.



viernes, 6 de agosto de 2021

El tratamiento de heridos argentinos por parte de la sanidad militar británica

Guerra de Malvinas, tratamiento de combatientes heridos

DIN en action (original en francés)




Durante la guerra en las Malvinas, el personal médico con estatus militar del Reino Unido proporcionó asistencia médica significativa a los miembros heridos de las fuerzas enemigas, tratándolos en función de sus necesidades médicas y no del bando al que pertenecían. Estas medidas de conformidad con el DIH se implementaron gracias al entrenamiento del personal médico antes de entrar en combate y al hecho de que las unidades médicas estaban constantemente cerca del campo de batalla.
 Guerra de Malvinas, tratamiento de combatientes heridos

Este estudio de caso fue desarrollado por David Jordan y Sai Santosh Kolluru, estudiantes de Juris Doctor en Emory Law School, bajo la supervisión de Laurie Blank, profesora de Emory Law School.

 

A. PLANIFICACIÓN MÉDICA DURANTE LA CAMPAÑA de las MALVINAS

[Fuente: Thomas E. Broyles, A comparative analysis of the Medical support in the Combat Operations in the Falklands Campaign and The Grenada Expedition, 21 de septiembre de 1987, [traducción del CICR] disponible en: http://www.dtic.mil/ dtic /tr/fulltext/u2/a184721.pdf]
 

[…]

De acuerdo con la concepción británica de las operaciones médicas, enfermeras altamente capacitadas debían acompañar a cada unidad de combate, con el fin de brindar una atención de mejor calidad de la esperada en términos de capacidades en el terreno. […] Además, se han desplegado equipos quirúrgicos (integrado por un cirujano, un anestesista, un encargado de cuidados intensivos, cuatro personas en el quirófano, un encargado de transfusiones de sangre y un asistente). Este equipo estaba ubicado lo más cerca posible de la zona de combate. Estaba en constante movimiento, mientras la ambulancia recogía a los heridos en el campo y avanzaban las unidades de combate y los puestos de socorro.

Desde el principio, los planificadores de los equipos médicos británicos querían asegurarse de que la planificación médica se adaptara a las estrategias operativas y tácticas. Con el mismo objetivo, habían brindado una asistencia médica lo más cercana posible a las operaciones militares, mediante el despliegue de importantes recursos en materia de atención y esto en todos los niveles, a fin de garantizar servicios de reanimación y tratamiento efectivo. . Estos planificadores demostraron una gran flexibilidad, que quedó demostrada por su capacidad para adaptarse rápidamente y desarrollar "pronósticos calientes" a medida que avanzaba la campaña. Las fuerzas británicas esperaban que la movilidad de las unidades médicas se viera gravemente afectada por la naturaleza del terreno, pero los planificadores de los equipos médicos esperaban limitar las consecuencias de esta situación colocando sus unidades médicas en un puesto muy avanzado junto a las unidades de maniobra. Desde el inicio de la campaña, la continuidad de la atención había sido un elemento central de la planificación médica, aunque los británicos reconocieron que esta continuidad dependía de la disponibilidad de camillas y helicópteros para garantizar la evacuación de heridos [casvac]. Finalmente, su concepción de la asistencia médica tuvo en cuenta la importancia de asegurar el control de las unidades médicas para que esta asistencia siga siendo eficaz y óptima.
 

B. LA GUERRA DE LOS FALKINS: EXPERIENCIA DE CIRUGÍA DE GUERRA EN EL CAMPO


[Fuente: D. S. Jackson, C. G. Batty, J.MM. Ryan y WSG McGregor, The Falklands War: Army Field Surgical experience, 65 Annals of the College of Surgeons of England 281 (1983), disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/ pmc / articles / PMC2494365 / pdf / annrcse01521-0003.pdf]

Durante la reciente campaña de las Malvinas, cuatro equipos quirúrgicos militares se desplegaron sobre el terreno en ambas etapas de la guerra.

 

[…]


Ubicados al este de las Malvinas, los cuatro equipos militares actuaron como centros quirúrgicos de avanzada. Su presencia era necesaria por la forma en que se desarrollaban los combates y la dificultad del terreno. Las instalaciones médicas adicionales en la parte trasera podrían haber creado dificultades imposibles de evacuar a los heridos, debido al número limitado de helicópteros disponibles y porque su capacidad de carga era limitada. Además, muchos helicópteros no se pueden utilizar para vuelos nocturnos.

Los argentinos constituyeron una proporción significativa de los lesionados y es lamentable que no tengamos información sobre su suerte. La mayoría de ellos fueron trasladados a barcos hospitales  de SS Uganda.

Para todos nuestros heridos, el paso final fue el mismo: traslado al barco hospital SS Uganda. Estamos muy agradecidos con nuestros colegas de la Royal Navy por administrar este hospital flotante y por manejar de inmediato el exceso de víctimas cuando los centros de cirugía avanzada estaban abarrotados, especialmente en lo que respecta a los soldados que sufrieron quemaduras como resultado del ataque aéreo en Bluff Cove. . Sin este apoyo, los centros de avanzada se habrían desbordado y no habrían sido tan efectivos.

C. TRATAMIENTO Y HOSPITALIZACIÓN DE VÍCTIMAS DURANTE LA GUERRA DE Malvinas

[Fuente: Coronel Charles G. Batty, MBE L / RAMC, Cambios en el cuidado de los heridos de batalla: lecciones aprendidas de la campaña de las Malvinas, 164 Military Medicine 336 (1999), [traducción del CICR] disponible en: https: // academic .oup.com / milmed / article-pdf / 164/5/336/24221270 / milmed-164-5-336.pdf]

El 21 de mayo de 1982, un matadero y una planta procesadora de carne en desuso fueron ocupados [por las fuerzas británicas] en la bahía de Ajax, al sur de la bahía de San Carlos. […] Este lugar estaba a punto de ser transformado en un centro quirúrgico avanzado (ASC).

En el centro del edificio había dos habitaciones estrechas, sostenidas por vigas y provistas de rieles para colgar cadáveres de animales. Tras estudiar el edificio, resultó que estas salas eran las más seguras para instalar quirófanos […].

[…]

Las reservas de sangre (para transfusiones) se habían acumulado gracias a las donaciones de los soldados, casi una semana antes del desembarco. No fue posible brindar un servicio cruzado a bordo del barco, por lo que las bolsas de sangre se sellaron con el grupo sanguíneo del donante obtenido de su tarjeta de identificación y se almacenaron. Las donaciones de sangre así recolectadas fueron descargadas de la embarcación, en contenedores isotérmicos, antes de ser enterradas en el suelo para mantenerlas a una temperatura óptima. El reabastecimiento fue proporcionado por las fuerzas presentes en el lugar. Los prisioneros de guerra argentinos también donaron sangre para los heridos, utilizando el mismo método de identificación del tipo de sangre del donante, de modo que se pudieran proporcionar transfusiones si fuera necesario. Los argentinos heridos fueron tratados de la misma manera que nuestras propias tropas, de acuerdo con los Convenios de Ginebra.
 

D. UN MÉDICO MILITAR BRITÁNICO ATENDE A MUCHOS COMBATIENTES ARGENTINOS

[Fuente: Murió el hombre que salvó cientos de vidas argentinas e inglesas en la guerra de Malvinas, Infobae, 17 de enero de 2018, [traducción del CICR] disponible en: https://www.infobae.com/america/mundo/2018/01 / 17 / rick-jolly-murio-el-hombre-que-salvo-cientos-de-vidas-argentinas-e-inglesas-durante-la-guerra-de-malvinas /]


El Reino Unido y Argentina rindieron homenaje al Capitán Richard "Rick" Jolly, un cirujano de la Royal Navy, por salvar las vidas de cientos de combatientes de ambos bandos durante la Guerra de las Malvinas.


[…]

El Capitán Jolly trabajó en condiciones muy difíciles durante la guerra. Se vio obligado a establecer un hospital improvisado en el suelo, en una planta procesadora de carne de cordero abandonada, en Ajax Bay, donde dirigió numerosas operaciones para salvar la vida de cientos de combatientes argentinos y británicos. Apodó a la infraestructura "La máquina salvadora de vidas roja y verde" por el color de las boinas que usaban los miembros de las fuerzas navales y los paracaidistas que trataba.

En una entrevista televisiva en tiempo de guerra para ITN, el capitán barbudo dijo: "En la guerra siempre esperamos tener muy poco trabajo". Casi el 30% de los heridos recogidos del campo de batalla y trasladados al hospital para ser operados eran argentinos. El Capitán Jolly y su equipo médico los trataron igual que a los británicos heridos.

Además de su función como médico, el Capitán Jolly ha sido elogiado por su valentía en combate. Cuando un avión argentino bombardeó al HMS Ardent, abordó un heliocóptero que lo llevó a las heladas aguas de Grantham Sound Bay, donde acudió en auxilio de dos marineros heridos como consecuencia del hundimiento del barco.

"No había planeado ir a nadar", dijo, con la ironía que conoce. "Me zambullí en el agua pero no tenía fuerzas para llevarla. Estaba en estado crítico, tenía un corte en la cabeza y sangre por todas partes. Su condición era tan preocupante que ni siquiera estoy seguro de que se diera cuenta de que venían a salvarlo ".

[…]


En 1983 se convirtió en Oficial de la Orden del Imperio Británico, siguiendo sus logros durante la guerra de las Malvinas; en 1999, quienes habían sido sus enemigos le otorgaron la Orden de Mayo, el más alto honor en Argentina. La ceremonia se llevó a cabo en Buenos Aires, con la presencia del Príncipe Carlos y varios soldados de la Guerra de Malvinas que le debían la vida al Capitán Jolly.
 

E. CONMEMORACIÓN DE LA GUERRA DE MALVINAS: "CURAMOS MÁS ARGENTINOS QUE BRITÁNICOS"


[Fuente: BBC News, aniversario de las Malvinas: "Tratamos a más argentinos que británicos", mayo de 2012, disponible en: https://www.bbc.com/news/uk-17535607]


“Cuidamos casi el doble de argentinos que de británicos”, dijo Steven Hughes, entonces oficial médico del 2.º Batallón del Regimiento Británico de Paracaidistas.


“La ética médica de tratar al enemigo en el campo de batalla puede ser objeto de un debate interminable, pero según las Convenciones de Ginebra y los principios fundamentales de Hipócrates, cada individuo debe ser tratado de acuerdo con sus necesidades, y no de acuerdo con el bando por el que está luchando, ni al que está luchando ”, añadió.

"Una vez que comencé a tratar a los heridos de manera profesional y a tratar a los argentinos exactamente de la misma manera que trataba a las tropas en mi propio campamento, mis médicos comenzaron a hacer lo mismo".
 

Discusión


I. Calificación de la situación y ley aplicable


1. ¿Cómo describiría la situación entre Argentina y el Reino Unido en 1982? ¿Fue este un conflicto armado? ¿Cuál fue la ley aplicable en este caso específico? (CG I-IV, art. 2)

II. Tratamiento de los heridos del campo enemigo durante la Guerra de Malvinas

 
2. ¿Cuáles son las obligaciones que incumben a las partes en un conflicto armado con respecto a los heridos y enfermos? ¿Cuáles son los estándares de atención a los que tienen derecho estos heridos y enfermos? ¿El DIH prevé la evacuación de los heridos y enfermos del campo de batalla? (CG I, art. 12, 15; PA I, art. 10; DIHC, reglas 47, 87, 109, 110)

3. ¿En qué circunstancias se puede considerar "lesionada" a una persona en virtud del DIH? ¿Se debe hacer una distinción entre civiles y combatientes heridos? ¿Entre sus fuerzas y las del enemigo? ¿El DIH permite a las partes en un conflicto dar un trato prioritario a los soldados de su propio campamento? ¿Están prohibidas por el DIH las distinciones desfavorables relativas a la atención médica ofrecida a los heridos? ¿Cuál es el estado de los combatientes heridos que caen en poder del enemigo? (CG I, art. 12, 13, 14; PA I, art. 8)

4. (Documento B) ¿Tenían las fuerzas navales británicas la obligación legal de trasladar a los argentinos heridos a los barcos hospitales argentinos? (CG III, art. 109, 110)


III. Elementos que contribuyen al respeto del DIH


5. (Documento A) ¿Por qué el despliegue de médicos muy bien capacitados es una condición importante? ¿Qué papel puede desempeñar la formación médica y militar en la aplicación de las disposiciones relativas al tratamiento médico?

6. (Documentos A, B y C) En su opinión, ¿el hecho de que los equipos médicos estuvieran desplegados en las inmediaciones del campo de batalla facilitó el acceso a la atención médica para los combatientes de ambas partes en el conflicto?

7. (Documento D) ¿Por qué es tan importante, para actuar de acuerdo con el DIH, que ambos gobiernos rindan homenaje a un cirujano de guerra en una ceremonia oficial? ¿Pueden estos gestos diplomáticos fomentar el respeto por el DIH en conflictos futuros?

martes, 3 de noviembre de 2020

Len Carver recibe la bendición de un FAL argentino


"¡Hey, hombre!"

El cabo del 3er Regimiento de Paracaidistas, Len Carver, cuenta así su experiencia en Monte Longdon:
"Había una roca grande y un espacio entre las rocas. De repente un soldado argentino se para, dice: "¡Hey, hombre!" y desde la cadera nos descarga una vaina entera. Ellos tenían armas automáticas, las nuestras eran semi-automáticas. Los dos de adelante se abren para cubrirse. El que estaba frente a mi, murió. Recibimos un montón de disparos. Me lancé para cubrirme y fui herido. Una bala me atravesó el costado y el pulmón izquierdo...".
Para abatir al soldado que los había encarado antes de abrir fuego, los ingleses tuvieron que tirarle con un misil antitanque. Ellos lo bautizaron como "Pedro", pero hasta el día de hoy se desconoce su verdadero nombre.
(Quien quiera ver este testimonio, puede acceder al video que mi hijo homónimo hizo sobre Monte Longdon, y que está en mi canal de Youtube, link en perfil. También puede leerlo en el periódico Worcester News del 2 de abril del 2007).