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martes, 5 de octubre de 2021

El fracaso del Shorts Blowpipe

El fracaso del misil portátil británico Shorts Blowpipe



El Shorts Blowpipe fue un misil tierra-aire portátil corto alcance, de origen britanico y de uso común durante el conflicto tanto por parte de las fuerzas argentinas como británicas, de este último usuario, comenzó a utilizarlo desde el año 1975 y lo empleó masivamente en Malvinas, pero resultó un estrepitoso fracaso: de los 95 misiles disparados por las tropas, sólo uno consiguió un derribo, un Aermacchi MB-339 de la Armada.



Gran parte de este fracaso es su guía, por control remoto manual por medio de un mini Joystick adosado al equipo lanzador, por lo que el misil no era preciso en su guiado visual y mas contra objetivos veloces que van realizando maniobras evasivas.



Del lado argentino si bien se utilizaron muy pocos, el éxito también fue el mismo que el de los británicos: Solo un avión derribado, un Harrier GR3 aunque algunas fuentes mas optimistas afirman que fueron dos.



Así fue el pobre y nulo desempeño del Blowpipe, un misil incómodo de transportar por su tamaño y de operar también.



Del lado británico se compensó el uso del Blowpipe como misil portátil con el Stinger estadounidense, tremendamente eficaz, y el 9K32 “Strela-2″ o SA-7 Grail soviético del lado argentino.


domingo, 2 de febrero de 2020

Situación previa: Las buenas relaciones entre Thatcher y la junta

Negociaciones secretas por Malvinas y venta de armas: las relaciones estrechas de Margaret Thatcher con la dictadura argentina antes de la guerra 

Hasta cuatro días antes del desembarco argentino en las islas, el agregado militar británico en Buenos Aires estaba ofreciendo a la aeronáutica una flota de bombarderos. Tanto los gobiernos laboristas como el de la conservadora aprovisionaron a las fuerzas armadas que les declararían la guerra con sus propios recursos


Por Gabriela Esquivada || Infobae
gesquivada@infobae.com


  Antes del 2 de abril de 1982, Gran Bretaña promovió el comercio y vendió a la dictadura argentina armas que luego se utilizaron contra las fuerzas británicas.

En un club privado de Londres, tomando el té en una vajilla exquisita, la historiadora Grace Livingstone se sorprendió cuando un ex ministro de Margaret Thatcher le dijo:

—No pensamos mucho en las violaciones a los derechos humanos.

Se refería a lo que sucedía en Argentina durante la dictadura, mientras la primera ministra mantenía cordiales relaciones diplomáticas y hacía negocios con ella, al punto que tres días antes de que comenzara la Guerra de Malvinas, un funcionario intentó venderle armas a la aeronáutica.

—Era la Guerra Fría —le recordó el hombre.


La profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge quedó impresionada por la franqueza del ex funcionario. Pensó que esas declaraciones serían fundamentales para su libro sobre las relaciones estrechas de la entonces primera ministra británica con un gobierno militar que sembró un país de centros clandestinos de detención y que luego, en un acto cuya motivación política todavía se discute, usó las mismas armas que le había comprado a los ingleses para combatirlos en el Atlántico Sur, ignorando sus propuestas secretas de un acuerdo de entrega de la soberanía de las islas a cambio de un arrendamiento posterior a largo plazo.

“Pero cuando le escribí luego, para pedirle permiso para citar sus palabras exactas, se negó”, siguió Livingston su relato sobre el ex funcionario conservador.

 


Dado lo difícil que es obtener registros fieles de la memoria, sea por el paso del tiempo como por la necesidad de los políticos de presentar su mejor perfil a la historia, Livingstone recurrió a los registros contemporáneos: es decir, los documentos que antes, durante y poco después de la guerra de 1982, el gobierno conservador clasificó como secretos. Así, en los Archivos Nacionales, nació su libro Gran Bretaña y las dictaduras de Argentina y Chile, 1973-1982, que dos años después de su salida se reeditará en marzo en el Reino Unido.

“No sólo brindan la descripción más completa de la venta de armas británicas al régimen, lo cual presenta pruebas de que los ministros violaron sus propios criterios sobre derechos humanos, sino que también traza los lazos politicos y militares entre Gran Bretaña y la junta. Ni el gobierno laborista ni el conservador impusieron sanciones al gobierno militar antes de la invasión de las islas Malvinas en 1982. Ambos promovieron el comercio y vendieron armamento que luego se utilizó contra las fuerzas británicas", sintetizó la autora.

Se suponía que, luego de que en 1979 -tardíamente si se piensa que la ola de golpes militares en el Cono Sur comenzó en 1973- la corona impusiera normas que restringían la venta de armas, se podían negar permisos de exportación cuando se creyera que los productos británicos “se podían usar en la represión interna o representaban una amenaza para las islas Malvinas”.

De hecho, se negaron algunos. Pero no los más importantes: “Las órdenes potencialmente más grandes se aprobaban porque el Ministerio de Asuntos Exteriores quería promover las exportaciones británicas, del mismo modo que quisieron los ministros laboristas y la conservadora”.

¿El resultado? "Parte de este equipo militar se desplegó luego contra las fuerzas británicas en la guerra de Malvinas, incluidos dos destructores Tipo 2, helicópteros Lynx y misiles tierra-aire Sea Dart”.


 
Margaret Thatcher tuvo buena relación con la dictadura, pero también los gobiernos laboristas que la precedieron. (Ling/Evening News/Shutterstock)

Pinochet es fascista, los argentinos son raros

El peronismo es un factor clave en las diferentes perspectivas que los británicos tuvieron ante el dictador Augusto Pinochet en Chile y ante los militares que tomaron el gobierno en Argentina, con una junta inicial conformada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti. Mientras el arco del centro a la izquierda criticaba el derrocamiento de Salvador Allende, “el Partido Laborista consideraba que el peronismo era similar al fascismo y no lamentaba la destitución del gobierno corrupto y represivo que encabezaba la viuda de Juan Perón”, explicó Livingstone.

Es cierto que los gobiernos laboristas que gobernaron el Gran Bretaña entre 1974 y 1979 fueron débiles y necesitaban de una delicada trama de alianzas, pero también lo es que Chile “se percibía como un caso transparente de un gobierno socialista elegido democráticamente expulsado por un dictador fascista” mientras que “el movimiento laborista apenas advirtió el golpe en Argentina en 1976”.

Otra diferencia clave, subrayó, fue que “el Partido Comunista Argentino no se opuso al golpe; esto desorientó al Partido Comunista Británico, que había sido una fuerza de importancia en la Campaña de Solidaridad con Chile”. Como la Unión Soviética era “un importante socio comercial de la junta militar argentina”, la confusión se extendió también a quienes no profesaban fe en Moscú. "Por eso las actitudes ante el régimen no cabían claramente en las líneas de la Guerra Fría”.

La dictadura de las juntas militares argentinas no generó amplios movimientos de solidaridad en Europa al comienzo, como Chile: “Del mismo modo que los activistas británicos estaban confundidos por la compleja escena política argentina, que no se podía explicar fácilmente dentro de las líneas de la Guerra Fría, también en Europa había una falta de conciencia de los hechos en Argentina, al menos hasta finales de los setentas, cuando las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a llamar la atención del mundo sobre las desapariciones masivas”, justificó la autora.

Chile mereció sanciones; Argentina, en cambio, recibió un rápido aval.

 
La primera junta militar argentina: Emilio Massera, Jorge Videla y Orlando Agosti. (Getty)

Londres esperaba el golpe de estado de 1976, pero no podía saber la fecha exacta. Y el 23 de marzo envió un mensaje a la Cancillería argentina para ofrecer una conversación secreta sobre Malvinas. “Por eso la prioridad del Ministerio de Asuntos Exteriores, al conocer el derrocamiento de Isabel Perón, fue reconocer al régimen ‘en cuanto fuera factible’ para asegurar que los nuevos líderes militares de Argentina no hicieran pública la comunicación secreta británica”.

El ministro de Estado laborista, Ted Rowlands, firmó la aprobación sin mayor demora. “Apenas dos días después de que asumieran los militares, el gobierno británico dio reconocimiento formal al regimen e informó al ministro de Relaciones Exteriores argentino que Gran Bretaña esperaba ‘mantener relaciones cercanas y amistosas’”.

Una cuestión de ideas y una cuestión de negocios

El programa económico de José Martínez de Hoz fue del agrado de Thatcher, ya que ambos profesaban el neoliberalismo, y el mismo funcionario de Videla describió sus políticas como “muy similares a aquellas que procura la primera ministra”. Menos obviamente, también gustó a los laboristas. Era bueno para los negocios: “En total, Martínez de Hoz hizo cuatro visitas al Reino Unido durante los años de la dictadura, tanto durante los gobiernos laboristas como durante el conservador”, contabilizó la investigación. “Fue agasajado por ejecutivos de empresas como British Aerospace (hoy BAE), GEC, Shell, Rolls-Royce y Plessey”.

Cayó muy bien en el Foreign Office, algo que se sumó a la actitud positiva de los diplomáticos británicos de carrera, que a diferencia de los funcionarios elegidos le habían dado la bienvenida al golpe argentino como a todos los demás. “En este periodo de la Guerra Fría —siguió Livingstone— tenían profundas sospechas de la radicalización en el país y en el extranjero. Los principales empresarios británicos compartían estas actitudes y criticaban cualquier política que pudiera ‘arruinar la atmósfera’ a aquellos que querían invertir o comerciar con estas dictaduras”.



 
Distintos documentos muestran las conversaciones secretas entre los británicos y los argentinos sobre Malvinas.

La trama social en la que circulaban estos poderosos del establishment económico y político era estrecha, incluso restringida a un puñado de barrios londinenses como Belgravia y Mayfair. También en los destinos, señaló el libro, la fuerza de la gravedad social tendía a unir a “embajadores y personal de la embajada” con “un entorno aún más cerrado”, que comprendía la comunidad británica de negocios y los argentinos y chilenos de la clase alta.

En eso James Callaghan no fue diferente a Thatcher.

“En el caso de Argentina, el laborismo no intentó imponer sanciones duras contra la junta, así que una vez más hubo escaso conflicto en el proceso de establecimiento de políticas; no obstante, cuando los políticos laboristas consideraron medidas por la situación de derechos humanos, el Ministerio de Asuntos Exteriores aconsejó moderación y advirtió sobre los peligros que correrían las relaciones comerciales y políticas", siguió la autora. En consecuencia “las políticas de los gobiernos laborista y conservador hacia la junta argentina no fueron marcadamente diferentes”. Ninguno impuso un embargo de armas o cualquier tipo de sanciones económicas hasta el 2 de abril de 1982, cuando el dictador Leopoldo Galtieri ordenó el desembarco en Malvinas.

Armas británicas para los argentinos

“El gobierno de Thatcher promovió el comercio con Argentina más vigorosamente que lo que habían hecho los laboristas, y envió dos ministros en visitas al régimen militar, lo cual condujo a un aumento en el comercio y las ventas de armas a la Argentina durante los conservadores”, detalló la historiadora. Thatcher también cerró el exilio político a todos los latinoamericanos y volvió a designar un embajador británico a Buenos Aires en 1979, aunque en realidad el retiro del anterior no había sido —como en Chile— por cuestiones vinculadas a las violaciones a los derechos humanos, sino antes del golpe del 24 de marzo de 1976 y “a instancias del gobierno argentino durante un momento de tensión” sobre Malvinas.


El primer ministro laborista James Callaghan con el presidente estadounidense Jimmy Carter. (US National Archives)

Aunque Gran Bretaña había pasado de tener una suerte de “imperio informal”, como citó la autora la denominación habitual a comienzos del siglo XX, en países como Argentina, hacia la década de 1980 la presencia británica en los mercados latinoamericanos se contrajo hasta el 1,2 por ciento. Con una excepción: “La industria de las armas”, escribió Livingstone. “Durante los setentas, Gran Bretaña fue el segundo proveedor de armamento en América del Sur, con el 25% del total, detrás del 29% de los Estados Unidos, el líder del mercado”.

Destacó: “Era un mercado tan lucrativo que el Ministerio de Asuntos Exteriores recibió gran presión del Departamento de Comercio e Industria, el área de ventas del Departamento de Defensa y las empresas británicas para permitir el comercio de armas con los regímenes militares del Cono Sur a pesar de las preocupaciones por los derechos humanos y la amenaza potencial a las Malvinas”.

Los agregados militares británicos en Buenos Aires eran impulsores denodados de los productos, por sus “vínculos estrechos con los fabricantes de armas”: según la investigadora, “constantemente hacían lobby para la venta de barcos de guerra, vehículos blindados, aeronaves y municiones”.

Destacó: “Apenas tres días antes de la invasión argentina, el agregado militar británico en Buenos Aires hizo una cita para reunirse con el secretario general de la fuerza aérea argentina para tratar de venderle bombarderos”.

Cuatro días antes del comienzo de la guerra

Thatcher vendió helicópteros Lyns, un destructor Tipo 42 y misiles Sea Dart al gobierno de Roberto Viola; sus antecesores Harold Wilson y Callaghan vendieron otro destructor Tipo 42, más helicópteros Lynx y más misiles Sea Dart además de 100 misiles tierra-aire Seacat y Tigercat, un sistema de misiles antiaéreos Blowpipe y 77 ametralladoras para el ejército, la armada y la policía, según detallan los documentos.



 
Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco inglés en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses. Foto: Eduardo Farré.

La restricción de ventas de armas que se pudieran usar contra la ciudadanía argentina o contra las islas Malvinas chocaba con una orden de Thatcher a sus ministros: “Debemos hacer un esfuerzo más decidido para vender más equipamiento de defensa en el exterior”. La contradicción se resolvía caso por caso.

Livingstone halló un ejemplo en el material clasificado: en 1981 el titular del Departamento para América Latina del Foreign Office, Robin Fearn, recomendó que se permitiera la venta de kits para adaptar las armas Oerlikon dentro de blindados argentinos: “Estos vehículos tienen claras implicaciones para los derechos humanos y podríamos ser criticados si nos involucrásemos en cualquier etapa de su construcción o montaje. Sin embargo, es improbable que nuestra participación se conozca alguna vez”.

Con la invasión argentina a las islas quedaron pendientes varios pedidos que Thatcher había avalado: un bombardero RAF Vulcan, varios blindados Centaur, un tanque de guerra Vickers, otros ocho helicópteros Lynx, un torpedo Stingray, un equipo de vigilancia aérea Linescan y aviones Canberra, entre otros. En realidad, el agregado militar británico había trabajado en ventas hasta el 29 de marzo de 1982.

Ese día escribió a Londres que durante la primera semana de abril se iba a encontrar con el secretario general de la fuerza aérea argentina para hablar sobre un bombardero aéreo. Los aeronáuticos, dijo, estaban “interesados en adquirir un escuadrón de bombarderos durante" la década de 1980. Se alegró porque “la relación con BAE indudablemente ha mejorado”.

Soberanía y política interna

La continuidad entre laboristas y conservadores y laboristas también se verificó en la discusión sobre la soberanía de las islas del Atlántico Sur. Los laboristas no tenían una posición unívoca pro devolución ni pro independencia.




El HMS Sheffield, impactado por las fuerzas argentinas en el Atlántico Sur el 6 de mayo de 1982.

Aunque el conflicto databa desde 1833, cuando Gran Bretaña desafió la posesión argentina de las islas, desde 1965 se había convertido en un tema internacional porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había solicitado a las dos partes que llegaran a un acuerdo. Ya en 1953 el entonces presidente Juan Perón había propuesto que Argentina le comprara las islas a la corona, sin suerte.

Laboristas y conservadores llevaron una nueva propuesta a la dictadura: un acuerdo de arrendamiento posterior (leaseback) por el cual Gran Bretaña le transferiría la soberanía de las islas a Argentina a cambio de una renta inmediata de largo plazo. “Tanto James Callaghan como Margaret Thatcher eran escépticos ante la posibilidad de llegar a un acuerdo con Argentina, pero ambos acordaron, a regañadientes, explorar la opción del leaseback. El gobierno de Thatcher llegó tan lejos que sostuvo conversaciones secretas con los argentinos sobre el arrendamiento posterior”.

¿Por qué a regañadientes? Porque nadie estaba dispuesto a “gastar capital político impulsando en el Parlamento un acuerdo con Argentina”, explicó la investigación. “A pesar de aprobar en principio la opción del leaseback, ambos gobiernos dieron marcha atrás cuando enfrentaron oposición de los miembros del parlamento (MP), los isleños y quienes los apoyaban”. Sobre este punto la historiadora analizó “actas de reuniones de gabinete, correspondencia interna de políticos y funcionarios y diarios de políticos” y halló que “la perspectiva de una tormenta parlamentaria y la acusación de abandono de los isleños” representaban un costo político demasiado alto por un asunto que podía seguir los tiempos de la diplomacia.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Perú y Libia ayudan con MANPADS soviéticos a las tropas en las islas

Malvinas, documentos desclasificados: Perú y Libia ayudaron a la Argentina con misiles soviéticos

Por Mariano Sciaroni || Infobae


 

A partir del bombardeo de Aviones Vulcan, seguido por ataques de aviones Sea Harrier, del 1° de mayo de 1982, las fuerzas argentinas en las Islas Malvinas tomaron conciencia que la cobertura antiaérea debía, de alguna forma, mejorarse.

Es que, si bien zonas puntuales de las islas se encontraban protegidas por un buen número de cañones y unos pocos lanzadores de misiles (Roland y Tiger Cat), gran parte de las tropas desplegadas en el terreno no contaban con medios para hacer frente a los aviones y helicópteros británicos.

En el país solo existía un tipo de misil antiaéreo portátil, el Blowpipe, del cual solo había pocos ejemplares y, para peor, su uso requería un gran entrenamiento ya que el misil era guiado al objetivo por un pequeño joystick.

La solución más accesible estaba dada por un arma soviética: conocida en occidente como SA-7 (Código OTAN "Grail") y cuyo nombre original era 9K32 Strela, era un misil tierra – aire de muy corto alcance y guiado calórico (en este caso, busca los gases de escape de los motores de los medios aéreos) que era cargado en el hombro y disparado por un único operador.

De primera generación, daba una probabilidad de derribos modesta, agregándose que permitía atacar principalmente aviones en alejamiento o helicópteros. Había sido utilizado por primera vez por fuerzas egipcias, que el 19 de agosto de 1969 derribaron a un avión A-4 Skyhawk israelí, 12 millas al Oeste del canal de Suez.

Sin embargo, se lo consideró útil para Malvinas, en tanto daría finalmente aquella protección misilística a las tropas desplegadas por las islas. En especial, a aquellas fuera del poderoso paraguas defensivo en la zona de Puerto Argentino y el aeropuerto militar.

Un país amigo tenía este tipo de armas: Perú. Y, contactos de las más altas esferas mediante, comenzaron las gestiones para que un lote de estos misiles llegara a Malvinas.

 
Un militar peruano opera un misil SA-7 durante la Guerra del Cénepa, en 1995

Poco después, a principios de mayo (el día 6) llegó a la Base Aérea El Palomar -ubicada en territorio bonaerense- un cargamento de 120 de estos misiles con alrededor de 40 lanzadores, provenientes de stock peruanos y en un avión carguero L-100 de la misma Fuerza Aérea Peruana (FAP).

En el mismo vuelo arribaron dos oficiales que cruzarían a Malvinas, así como un tercero quedaría en Comodoro Rivadavia para adiestrar a los argentinos en el uso de estos equipos.

El 7 y 8 de mayo, en dos vuelos de C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina, fueron trasladadas a Malvinas una cantidad limitada de lanzadores y misiles. Los oficiales peruanos cruzaron recién el 9 y fueron llevados rápidamente a la zona de Darwin / Pradera del Ganso para dar un curso acelerado de estos misiles a las tropas aeronáuticas allí desplegadas. Cumplida la tarea, silenciosamente como habían llegado, los militares peruanos volvieron a su patria.

También hubo otro proveedor de estas armas: un día después de la recuperación de Malvinas, el 3 de abril, concurrió el encargado de negocios de Libia en Argentina, el Sr. Alsharushi Albarrani a la Casa Rosada, a los fines de ofrecer armamento de todo tipo, así como dinero y petróleo "sin condicionamientos de ningún tipo, comisiones ni intermediarios". Agregó que la oferta "era de gobierno a gobierno".

Si bien la propuesta, basada en las convicciones ideológicas del líder libio Muamar El Gaddafi, fue considerada, no fue profundizada en el momento, cuando todavía se especulaba que Inglaterra no combatiría por las islas.

Vale agregar que la inteligencia naval brasileña consideraba (dando a esa información un elevado grado de certeza) que la Unión Soviética había pedido a Gaddafi este acercamiento con Argentina, para que el país "no fuera visto como responsable de esta entrega de armas". Es más, indicaba que la visita del embajador cubano a Buenos Aires (que había sucedido poco tiempo antes) había sido motivada para orquestar un puente aéreo entre Libia y Buenos Aires que tuviera su escala en Angola, país en el cual se encontraban luchando tropas cubanas.

La CIA también consideraba que la Unión Soviética podría encontrarse detrás del ofrecimiento libio. Sin embargo, ninguna de estas especulaciones constaba al gobierno argentino.

Recién el 15 de mayo de 1982 a las 20:00 hs arribó a Trípoli, capital de Libia, una comitiva integrada por un miembro de cada fuerza: el Brigadier Teodoro Waldner, el Coronel José Dante Caridi y el Capitán de Navío Juan Carlos Marengo, a fines de requerir finalmente la ayuda militar de aquel país africano.

Luego de una reunión formal apenas aterrizaron el día 16 a las 10:00 hs, los representantes de las tres armas se reunieron con quien se presentó como el vicepresidente libio, Abdul Salam Ahmed Jalub y tres coroneles (de aviación, de defensa y de marina). Todos se encontraban bien predispuestos para ayudar a la causa argentina.

Los militares argentinos se sorprendieron cuando, sin demasiados preámbulos, sus anfitriones libios les solicitaron que hicieran una lista de lo que necesitaban. Sin embargo, les advirtieron de entrada (entre otras cosas), que no había problemas en entregar armamento portátil, pero que en lo que hacía a armamento pesado occidental iba a resultar complicado. Y respecto del soviético, necesitaban "conseguir autorización para entregar armamentos significativos".

A todo evento, pidió tres días para contestar que podía o no entregarles. En lo que hace a los misiles SA-7, puede leerse en el requerimiento entregado a Libia, que el Ejército Argentino solicitó 50 lanzadores y 150 misiles. La Armada, por su parte, pidió 30 lanzadores y 100 de los misiles. Hay que recordar que la Fuerza Aérea ya contaba con dichos misiles, en tanto Perú se los había facilitado.

Con todo ello, con una respuesta casi totalmente positiva de Libia (entre las negativas se encontraron aviones Mirage y misiles antisuperficie AS-30), se firmó un convenio y, desde fines de mayo, en un número de vuelos de aviones Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas y de la Fuerza Aérea Argentina, fue llegando a Buenos Aires un cargamento que totalizó la cantidad de 50 misiles y 10 lanzadores. No obstante, otras versiones hablan de 60 misiles con 20 lanzadores.

Obviamente, la Unión Soviética no había vetado la entrega de aquellos misiles a la Argentina. Hay que agregar que desde 1973 a 1986 Libia había recibido unos 20.000 misiles Strela-2, por lo que tenía una gran cantidad de estas armas. Muchos de estos misiles se tornaron luego en un dolor de cabeza para las agencias de inteligencia occidentales al caer el gobierno de Gaddafi (en el 2011) y quedar accesibles los depósitos militares de Libia para grupos terroristas de Medio Oriente.

Como nota, desde Puerto Argentino no estaban tan interesados en los misiles de corto alcance, sino que, cansados de los ataques fuera del alcance de las armas antiaéreas desplegadas consideraron como "único medio posible de atenuar continuación hostigamiento" el conseguir misiles soviéticos "mediano alcance tipo SA-6 o SA-2".

 
Soldados de Vietnam del Norte posan frente a un misil SA-2. Una batería de estos misiles requería de decenas de operadores entrenados y muchos equipos asociados. Hubiera sido imposible operar estos misiles en Malvinas

Claro que hubiera sido casi imposible transportar dichos sistemas a las islas (siendo el SA-2 especialmente voluminoso para ser transportado: se hubiera necesitado a un buque entero para mover una batería), que hubieran requerido una gran cantidad de operadores, no solo para los misiles, sino también para los sensores asociados.

Más allá del pedido de Puerto Argentino (efectuado el 18 de mayo), no hay constancias concretas que siquiera se intentaran conseguir este tipo de lanzadores de misiles durante el conflicto (aun cuando si existieron gestiones en la inmediata postguerra con la Unión Soviética, que terminaron en nada).


 
Mensaje de Puerto Argentino hacia el continente: manden misiles “mediano alcance” soviéticos

El 28 de mayo, en otro C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, se cruzaron otros 60 misiles SA-7 a las islas, los cuales habían arribado a Comodoro Rivadavia el día anterior. Los mismos fueron repartidos entre los Regimientos de Infantería del Ejército Argentino, el Batallón de Infantería de Marina (BIM) 5 de la Armada Argentina y otras unidades militares.



La inteligencia británica había para entonces escuchado rumores acerca que Libia podía estar entregando armas a Argentina. Un diplomático británico que operaba desde Libia, sin embargo, había recibido el 30 de mayo de "una fuente confiable" la afirmación que "Libia no estaba entregando armas a Argentina".



La fuente seguía diciendo que "una delegación argentina de tres hombres había llegado a Trípoli diez 10 atrás, pero que solo los habían recibido porque los acompañaba alguien de la Cruz Roja. Los argentinos habían pedido ayuda financiera y militar, pero los libios les dijeron que tenían problemas financieros y, en lo que hace a las armas, las necesitaban" y no las podían entregar. La "fuente confiable" (claramente, muy poco confiable) siguió diciendo que Gaddafi estaba especialmente molesto con los argentinos.



 
En una foto de reconocimiento británica, se puede ver un soldado argentino apuntando un misil SA-7 y, detrás y en una zona de carpas, otro con un misil Blowpipe

Más allá de las presunciones del mundo de los espías, el 31 de mayo un piloto civil británico había observado un Boeing 707 con colores de Aerolíneas Argentinas en el aeropuerto de Trípoli, detenido en la zona militar. El civil británico, quizá con intenciones de emular a James Bond, había contactado entonces a un ciudadano sueco que se encontraba en el lugar, quien le dijo que trabajaba asesorando militarmente al gobierno libio y que en el avión argentino se habían cargado 400 misiles "ERM", equivalentes a un "mini – Exocet". Obviamente, dicha información era (nuevamente) enteramente falsa.

Pero ya había sido suficiente de rumores y luego de informar al Foreign Office, el embajador en Libia se puso directamente en contacto personal con Gaddafi, quien "negó categóricamente" (en concordancia con la "fuente confiable") que estuviera entregando material a nuestro país.

Sin embargo, los británicos no le creyeron. Un par de días más tarde, un espía en Brasil les revelaría la existencia del puente aéreo que unía Trípoli con Buenos Aires (vía Recife). Pero ya era tarde, la ayuda de Libia seguiría llegando.

Para el 1° de junio, el alto mando militar señalaba que no se podían enviar más misiles portátiles antiaéreos a Malvinas (y, con ello, cumplir un pedido desde las islas) ya que "no hay más en existencia en el país".

Sin embargo, al muy poco tiempo llegó otra parte del cargamento de misiles desde Libia, cruzando el 12 de junio (en otro vuelo de Hércules) los últimos 6 lanzadores y 24 misiles. La guerra terminaría dos días después.

 
Misiles SA-7 capturados por los británicos luego de la rendición argentina

Si bien fueron lanzados una cantidad apreciable de misiles (que, vale la pena aclarar, pareciera fueron todos de la versión ligeramente mejorada "Strela-2M" o SA-7b para la OTAN), no hay derribos confirmados atribuibles a este sistema de armas.

Más allá que el misil tenía una efectividad limitada, el conocimiento del arma que recibieron las fuerzas de Ejercito y de la Armada, en algunos casos, fue un panfleto con las instrucciones más básicas de como mantenerlo y dispararlo. Y, hasta parte de esos panfletos ¡estaban en ruso!

Aún sin conseguir derribos, su mera presencia limitó el accionar de los aviadores británicos sobre nuestras tropas. Una cuestión no menor que ayudó a que no se perdieran vidas argentinas.

martes, 29 de enero de 2019

RAF: Peter T Squire, primer lanzador de LGB desde un Harrier

ACM Sir Peter T Squire, GCB DFC AFC ADC RAF 1945-2018

Falklands 1982


El jefe Mariscal del Aire, Sir Peter T Squire, fue Jefe del Personal de Aire durante el inicio de la Operación Veritas y Operación Telic.

Sir Peter fue comisionado en la RAF en 1966. Después del entrenamiento inicial de oficiales en el RAF College Cranwell y el entrenamiento de vuelo posterior, Sir Peter voló a Hunters y más tarde, Harriers.

En 1982, el Comandante Escudero de Ala fue comandante del Escuadrón de Combates de Harriers Número 1 de la RAF cuando se movilizó apresuradamente como parte de la Fuerza de Tarea de las Malvinas. Su escuadrón de diez Harriers realizó un total de 151 salidas, dos por día para cada piloto, principalmente ataque a tierra e interdicción aérea en el campo de batalla, en un vuelo peligroso de bajo nivel que tuvo un alto costo. Cuatro de los Harriers fueron derribados y otros tres dañados, dejando solo tres ilesos. Se convirtieron en el primer avión de la RAF en operar desde un portaaviones, HMS Hermes, desde la Segunda Guerra Mundial. El comandante de ala Squire sacó a su Harrier de la embarcación de carga, Atlantic Conveyor, solo unos días antes de que ella fuera hundida por un misil Exocet argentino. A partir de ese momento, estuvo en el centro de la acción, día tras día, sin respiro, atacando el aeropuerto Stanley y otros objetivos argentinos. En una misión pionera, ¿se convirtió en el primer piloto de la RAF en lanzar una bomba "inteligente" guiada por láser? atacando a las tropas argentinas en el monte Longdon. Tuvo fugas estrechas cuando se estrelló en la pista de aterrizaje de Port San Carlos, y nuevamente días antes de que terminara la guerra cuando un misil Blowpipe explotó cerca de su Harrier, y una bala penetró en la cabina, casi pegándole. Después de la guerra, la falla del motor lo obligó a expulsar antes de que su avión se estrellara contra el mar frente a Cabo Pembroke.

domingo, 31 de agosto de 2014

MANPADS: Short Blowpipe (UK)



MANPADS Blowpipe 



Un destacamento de misiles canadiense de la 129o Batería de Defensa Aérea de Aeródromo, RCA, con Blowpipe durante el Ejercicio Cornet Phaser de la OTAN. Los hombres llevan equipo de protección Nuclear, Biológica y Química (NBQ). 

Tipo misil tierra-aire portátil (MANPADS
Lugar de origen Reino Unido
Historia del servicio 
En servicio desde 1975 hasta 1985 [1]
Guerras Guerra de las Malvinas, la invasión soviética de Afganistán, la guerra del Golfo, la Guerra del Cenepa
Historia de producción 
Diseñador Thales Air Defence Limited
Diseñado 1975
Fabricante Thales Air Defence Limited
Producido desde 1975 hasta 1993 [1]
Número construido 34.382 [1]
Especificaciones
Peso 
14,5 kg (misiles en tubo de lanzamiento)
22 kg (sistema completo)
6,2 kg (lanzador)
Longitud 1,35 m
Diámetro 76 mm
Dotación 1
Campo de tiro eficaz 0,5 a 3,5 km
Ojiva Carga hueca
Peso de la ojiva 2.2 kg
Motor Cohete de combustible sólido
Velocidad Mach 1.5
Sistema de guiado sistema MCLOS

El Shorts Blowpipe es un misil sistemas portátiles tierra-aire (MANPADS) que estaba en uso en el ejército británico y la Royal Marines desde 1975 Fue reemplazado por un diseño provisional, jabalina, y más tarde el misil Starstreak mejorado mucho.


Descripción

El misil es enviado como una sola ronda en un tubo de almacenamiento de cilindros / despido. La unidad objetivo se recorta al tubo de lanzamiento y disparó desde el hombro del operador. Para reducir el tamaño total del recipiente, las aletas posterior del misil se almacenan en el cilindro de mayor diámetro en la parte delantera del tubo (esto también contiene la antena Yagi para transmitir señales de orientación); durante la cocción de las aletas se deslizan sobre la parte posterior del misil, ya que vuela a través de y se mantienen allí por cintas de adhesivo activado por calor. Esto le da al contenedor de lanzamiento una forma única, aparentemente de gran tamaño en la parte delantera y extremadamente delgada en la parte trasera. El misil está propulsado por un corto período de combustible sólido para el lanzamiento, y luego por un cohete sustentador principal una vez que está bien lejos del tubo de lanzamiento.



La orientación del Blowpipe es inicialmente semi-automática con el misil reunido para el centro de la mira de la vista por la óptica infrarroja encima de la unidad de puntería. De dos a tres segundos después del lanzamiento, la dirección del misil se conmuta al modo totalmente MCLOS, y el operador recupera el control completo del misil. El operador tiene que dirigir el misil todo el camino a su destino de forma manual a través de un pequeño joystick pulgar. El operador puede optar por no utilizar autogathering cuando atacar objetivos en vuelo bajo como helicópteros, pero luego tiene que super-elevar el lanzador para asegurar el misil no chocar con el suelo. Cuatro bengalas en la cola del misil hacen que sea visible en vuelo, a la primera óptica de infrarrojos, a continuación, al operador. La detonación es ya sea por la proximidad o contacto del fusible. En situaciones de emergencia, el operador puede terminar un compromiso por parte del operador interrumpir la alimentación al transmisor con el interruptor del sistema, después de lo cual el misil será inmediatamente autodestrucción. La unidad objetivo puede entonces ser retirado del recipiente de misiles vacío y se ajustaron a una nueva ronda.

Blowpipe fue desarrollado como un SAM para submarinos, equipado como un racimo de cuatro misiles contra un mástil que se podría plantear de torre de mando del submarino bajo el nombre Submarino Lanzado locations saisonnieres Misiles (SLAM) probado en el HMS Eneas (P427) en 1972 Estos fueron durante un tiempo instalado en submarinos de la clase Gal israelíes. [2]

Rendimiento en combate 

Blowpipe fue utilizado por ambos bandos durante la Guerra de las Malvinas en 1982 con los objetivos de ser vuelo rápido aviones, volando a baja altura y el uso de la tierra para ocultar su acercamiento al operador Blowpipe tenía unos 20 segundos para detectar el objetivo, alinear la unidad y el fuego. Brigadier Julian Thompson comparó con el arma a "tratar de disparar a los faisanes con una tubería de desagüe." El informe oficial indicó que de los 95 misiles disparados por los británicos, sólo el 9 logró destruir sus objetivos y todos ellos eran aviones que vuelan y helicópteros lenta [3] Un informe posterior determinó que sólo dos derribos podían atribuirse a Blowpipe:. Un Harrier GR3 (XZ972) británico fue atacado por fuerzas especiales (Compañía de Comandos) del Ejército argentino , y un Aermacchi MB-339 de Argentina (0766 (4-A-114)) durante la batalla de Goose Green. [4]


Blowpipe resultó ser particularmente ineficaz cuando se utiliza para atacar a un blanco de cruce o para perseguir un objetivo en movimiento rápidamente lejos del operador. Los malos resultados se llevó a ser retirado del servicio del Reino Unido. En 1986 algunas de las unidades clausurados fueron enviados clandestinamente a equipar a los muyahidines lucha contra los soviéticos en Afganistán. [5] El sistema de nuevo ha demostrado ser ineficaz, [6] y fue finalmente suplantado por el estadounidense con misiles Stinger. Mientras Blowpipe estaba disponible en el mercado internacional de armas y por lo tanto sus orígenes estaban abiertas a la especulación, el Stinger fue restringido, que en el momento indicado un reconocimiento más abierto del apoyo occidental a los muyahidines. Sistemas de misiles Blowpipe todavía se están encontrando en depósitos de armas recientemente, en mayo de 2012 en Afganistán. [7]

El ejército canadiense tomó Blowpipe de almacenamiento para dar cierta protección a su contribución naval de la guerra del Golfo de 1991, aunque la edad absoluta se había degradado las armas, y nueve de cada 27 misiles ensayados fallaron de alguna manera. [8]

Blowpipe vio un uso más efectivo en la Guerra del Cenepa de 1995 entre Ecuador y Perú, donde se desplegó principalmente contra helicópteros Mil Mi-17 y Mil Mi-18 peruanos. [9]



Desde el lado, la diferencia en el diámetro del tubo en la parte delantera y trasera son evidentes.

Reemplazo 

El Blowpipe fue reemplazado por el misil tierra-aire Javelin, que era de un diseño similar en general, pero mejoró en rendimiento y con un sistema de guía semi-automático (SACLOS) - el operador controla ahora el misil manteniendo el objetivo en la vista, y la unidad con el objetivo dirige el misil para permanecer centrados en la mira.



El cuerpo básico de misiles Javelin fue retenido en el misil tierra-aire Starburst, pero el sistema de guiado se ha mejorado aún más a un sistema autónomo en el propio misil. A diferencia de la Javelin donde la orientación se calcula en la unidad de control y se envía a través de la radio del misil, en Starburst un láser en la unidad de control "pinta" el objetivo, y el misil se guía de forma pasiva para interceptar el láser. Esto hace que sea en gran medida inmune a cualquier posible interferencia.

Starburst se utilizó sólo brevemente, antes de ser reemplazado por Starstreak. Starstreak utiliza el mismo concepto de haz-riding de Starburst, pero mejora considerablemente el misil y cabeza nuclear. En Starstreak el misil acelera rápidamente a Mach 3,5, a continuación, separa a liberar a tres interceptores de los dardos. Cada dardo es guiado de forma independiente por montar el rayo láser, lo que mejora las posibilidades de un golpe. Los dardos también son eficaces contra la armadura.

Operadores 

Afganistán
Ejército Argentino

Ejército canadiense - (111 lanzadores)
Armada de Chile
Fuerza Aérea de Chile
Ejército ecuatoriano - (220 lanzadores)
Guatemala (82 lanzadores)
Marina israelí - (3 sistemas instalados en los submarinos clase Gal) [10]
Militares de Malawi - (12 lanzadores)
Malasia
Ejército nigeriano - (48 lanzadores)
Ejército Real de Omán
Ejército Portugués - (57 lanzadores - reemplazado por FIM-92 Stinger)
Militares de Qatar
Real Fuerza Aérea Tailandesa
Real Ejército Tailandés
Emiratos Árabes Unidos (alrededor de 20 lanzadores)
(285 lanzadores en el almacenamiento no esté en uso reemplazados por MANPADS Starstreak)
Ejército británico
Royal Marines

Referencias 

  1. Forecast International Blowpipe
  2. http://www.whq-forum.de/cms/39.0.html
  3. BARRAGE BALLOONS FOR LOW-LEVEL AIR DEFENSE, Airpower Journal Summer 1989
  4. FREEDMAN, Sir Lawrence, The Official History of the Falklands Campaign (Abingdon, 2005). Volume II, page 732-735
  5. Web of Deceit, Mark Curtis, Chronology
  6. The Campaign for the Caves: The battles for Zhawar, Lester W. Grau and Ali Ahmad Jalali 13 missiles fired for no hits
  7. "Op Slipper - SOTG weapon cache find in Tarin Kot". Australian Defence Imagery Library. Australian Defence Force. June 7, 2012. Retrieved 10 June 2012. "Afghan National Security Force and Special Operations Task Group uncovered a substantial weapon and munitions cache in during a mission in Tarin Kot, Uruzgan province. The cache contained ... three Blowpipe missiles ..."
  8. Espirit de corps.ca
  9. ACIG.org Peru vs. Ecuador; Alto-Cenepa War, Tom Cooper and Esteban Rivera
  10. Malawi
  11. Falklands Air War, Chris Hobson, ISBN 1-85780-126-1
  12. The Battle for the Falklands, Max Hastings & Simon Jenkins, ISBN 0-330-35284-9

martes, 3 de septiembre de 2013

MANPADS: Un Harrier doblemente apuntado

Un Harrier casi bloqueado

Los Harriers en forma permanente hacían misiones de reconocimiento fotografiando las posiciones Argentinas...en esta foto los muchachos ya los vieron y los misiles están a punto de salir, según el reconocimiento que el personal de inteligencia Británico hizo de esta foto hay dos misiles portátiles apuntando, un Blowpipe casualmente de origen británico y un SA-7 de origen soviético, anteriormente una fotografía similar fue comentada por el personal argentino que está en la foto y que recordemos hablaban solo de Blowpipe y no del SA-7



Victor Hugo Telis del grupo Relatos Históricos de la Guerra de Malvinas

viernes, 23 de agosto de 2013

Gran Malvina: Glover y un derribo inesperado

Glover y su victimario


Jeff Glover el piloto derribado en Gran Malvina posa después de la guerra con un misil portátil Blowpipe similar al que los Comandos Argentinos le dispararon para darle el golpe de gracia y voltear al Harrier GR3 XZ 972 que piloteaba.

A setecientos cincuenta kilómetros por hora, los dos Harrier GR 3 de la Royal Air Force se aproximaban a Gran Malvina, en las primeras horas del día 21 de mayo de 1982. Era una patrulla perteneciente a la primera Ala de la Task Force con base en el portaaviones Hermes, en misión de apoyo táctico a la Operación Sutton que había comenzado durante es madrugada: el desembarco en la bahía de San Carlos, sobre la Isla Soledad

Luego de haber sobrevolado Fox Bay, algo más al sur de la misma isla, ambos cazabombarderos se dispusieron hacer lo propio en Howard. Guardando distancia, el líder de patrulla se precipito en vuelo rasante sobre el objetivo, minutos después su Nº 2 el teniente Jeffrey William Glover, abandonó la protección de las ondulaciones del terreno y desembocó sobre la bahía. Eran las diez de la mañana.

Inmediatamente el teniente Glover sintió sobre el fuselaje de su aparato impactos semejantes a los producidos por el granizo sobre las chapas metálicas...Era evidente disparos de armas ligeras. Sorprendido, no tuvo tiempo de ganar altura, cuando un estallido detrás del aparto torno ingobernable la máquina, que comenzó a agitarse y a echar humo.

En instante, y antes de que estallara o se precipitase a tierra consigo Glover asió la manija de eyección y saltó al aire, mientras automáticamente se abría el paracaídas se inflaba el chaleco salvavidas.

Cayó a las aguas heladas, aturdido y dolorido en el brazo izquierdo; no permaneció mucho tiempo en el agua, por que un bote que se aproximaba pudo recogerlo y conducirlo a la costa, donde el piloto fue tranquilizado por sus captores --los mismos que lo habían derivado-, quienes enseguida se ocuparon de atenderlo. Eran Comandos Argentinos

Glover fue trasladado a Puerto Argentino y luego pasó a El Chamical...bien lejos en la Provincia de La Rioja.

El derribo de Glover se debe en un 80% al fuego concentrado que hicieron sobre el Harrier los soldados del RI 5, el misil Blowpipe dió el golpe de gracia.....pero no queda bien decir que semejante avión fuera derribado por fusiles FAL y por soldados..!!!

Escrito por Victor Hugo Telis para el grupo Relatos Históricos de la Guerra de las Malvinas