Mostrando entradas con la etiqueta ARA Alte Irizar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ARA Alte Irizar. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de julio de 2019

Anecdotario argentino: La gaviota gallinera

Gallina, la gaviota



En pleno operativo de recuperación, el 2 de abril de 1982, trasladaron muy herido al teniente de fragata Diego García Quiroga hasta el rompehielos “Almirante Irízar”, que funcionaba como buque hospital.

García Quiroga, un buzo táctico de 28 años, integraba el primer equipo que desembarcó en Malvinas y debía tomar la casa del gobernador isleño Rex Hunt.

En la residencia oficial recibieron el fuego de los Royal Marines y ocurrió la única muerte de la “Operación Rosario”: el capitán de fragata Pedro Giachino, jefe de esa Unidad de Tareas 40.1.5. Y hubo 2 heridos: el cabo enfermero Ernesto Urbina, que fumando esperaba atención con los intestinos al aire, y García Quiroga, a quien le pegaron 3 balazos: uno le atravesó el codo, otro el torso y el tercero se incrustó en un cortaplumas suizo que colgaba de su cinturón, a la altura de la ingle.

Estaba grave.

Un helicóptero llegó al “Irízar” con sangre para hacerle una transfusión. Aterrizó en la cubierta, dejó el material y despegó. El motor de la máquina succionó a una gaviota que volaba cerca de la popa. Fue un momento de tensión: si el pájaro entraba en la turbina, el helicóptero podía caerse al agua. Finalmente, pese a un esfuerzo enorme, la gaviota no pudo evitar las paletas del rotor de cola y quedó destrozada.

-¡Muy bien hecho! -gritó un conscripto del Batallón de Apoyo Logístico-. A estos ingleses ni las gallinas les vamos a dejar vivas.


Clarín

lunes, 11 de abril de 2016

Mujeres argentinas en el conflicto



Mujeres en Malvinas: presencia incómoda, pero clave



AHORA Y AYER. Silvia Barrera (izq.) y Susana Maza (der.) aún son compañeras en el Hospital Militar. En la Guera de Malvinas fueron instrumentistas quirúrgicas. | Foto: Pablo Cuarterolo


Fueron 16 las que participaron del conflicto. Tardaron entre 10 y 20 años en contar su historia públicamente. Dos instrumentistas quirúrgicas revelan detalles de sus
días a bordo del Irízar.
 
Por Agustina Grasso.- Perfil
En Malvinas hubo otra guerra. Una guerra que llevó años en ser contada. Una guerra de mujeres. En total fueron 16 las que fueron reconocidas como partícipes del conflicto, entre enfermeras de la armada, la aeronáutica y la marina mercante, instrumentistas quirúrgicas del ejército y radioperadoras.
Bajo fuego, en Puerto Argentino sólo estuvieron seis y eran las instrumentistas quirúrgicas. Una de ellas fue Silvia Barrera. Tenía 23 años cuando se alistó como voluntaria. De un día para otro le dijeron que viajaría. En esas horas perdió dos cosas importantes: su pelo largo y un novio. Para su colega Susana Maza, de 25 años, ése no fue un problema. Ya estaba separada. Pero tenía una hija de nueve años. No le costó despedirse. Su prioridad en ese momento era la Patria.
Treinta y cuatro años después, Silvia y Susana siguen trabajando en el mismo lugar: el Hospital Militar de Buenos Aires. Siguen siendo compañeras y son las caras femeninas que más se animan a contar su historia. El resto prefiere olvidar o tan sólo no hablar en público del tema. A ellas les llevó entre diez y veinte años. Siempre  lo hacen desde su oficina. Están acostumbradas a las entrevistas.
Barrera: En los 80 había tres canales solos y en uno estaban los sábados de superacción. Esa idea idílica era la que teníamos de lo que podía llegar a ser la guerra. Con esa idea nos fuimos a Malvinas.
Maza: Un día como hoy llegaron y nos dijeron quién quería ir. Quién se ofrecía de voluntaria. En principio, éramos quince, pero cuando nos dijeron que salíamos mañana, quedamos cinco y una de Campo de Mayo.



En ese momento no había mujeres incorporadas al ejército con grado militar. Pero tampoco instrumentistas varones.
La guerra tenía casi dos meses y las necesitaba.
M: Yo tenía una hija de nueve años. Pero ya habíamos decidido ir. Quizás suena muy poético, muy idílico. Pero siempre digo lo mismo, la Patria nos necesitaba y cada uno en su puesto. Apoyábamos una decisión, acertada o no, de un gobierno cívico militar y la cumplimos porque era la Patria. No era un gobierno, ni un hombre.
Disfraces. Antes de partir  les dieron ropa de verano y pocas indicaciones. “Todas vestíamos de verde y con ropa de verano para un lugar donde hacía cinco grados bajo cero. Como no había mujeres militares en ese entonces, íbamos disfrazadas con ropa de hombre y con borceguíes, que el más chico era número 40”, detalla Silvia. Para tratar de aminorar el efecto se ponían varios pares de medias. No llevaban recuerdos de ninguna clase, ni pijamas.
Lo femenino. Su papá le había comprado una cámara de fotos Minolta Pocket, “la más chica que había conseguido”, que  escondió en sus zapatos.
“Igual en las fotos salimos bien arregladitas. Hoy no nos acordamos si dormimos, si nos bañamos. Pero sin embargo estamos ahí todas pintaditas.  Además –siempre digo– si bien en el quirófano una está toda tapada, si el paciente ve una cara femenina lo relaciona con la mamá, la hermana, la mujer. Es una contención”, agrega Silvia, con sombra celeste claro sobre sus ojos, la misma que la de las viejas fotos. A fines de mayo del 82 salieron en un vuelo de línea hacia Río Gallegos, donde nadie sabía que llegaban, ni esperaban ver mujeres vestidas de verde.
B: No nos daban bolilla. Preguntábamos por todos lados dónde teníamos que ir.  Hasta que nos encontramos con un médico que nos llevó hasta el hospital regional.
“¿Es verdad que van a Malvinas?”, les pregunta un general. Ellas le responden seriamente que sí. Un helicóptero los llevó a unos galpones de la aeronáutica en el puerto de Punta Quilla y  luego al rompehielos Almirante Irízar, adaptado como buque hospital. Allí pasaron diez días, donde el recibimiento tampoco fue con pompas. En el barco no esperaban mujeres, menos del ejército. “A los de la marina mucha gracia no les causó. Pero bueno, una vez que te ponés a trabajar ya no importa si sos hombre o mujer”.



—¿Cómo fueron los días allí?
B: Te daban un mapita que era muy confuso. Imaginate que era la primera vez que subíamos a semejante buque. Se  movía, y ellos a propósito nos hicieron un simulacro de emergencias apenas llegamos.
M: Nos habían asignado camarotes, pero preferíamos estar todas juntas en una sala prequirúrgica donde nos acomodamos.
Ellas cuentan que el comandante del buque, el capitán Luis Prado, y el coronel Enrique Ceballos, director del hospital de Puerto Argentino, decidieron que era preferible que, como estaban en medio de un combate, esperaran a descender.
M: Como era muy intenso el bombardeo sobre Puerto Argentino ya se preveía un cese de hostilidades. Entonces si bajábamos se temía que pasáramos a engrosar las filas de prisioneros.
B: Además, sin grado militar no podías estar en las islas Malvinas, así que había que esperar el desarrollo del trámite en el barco. Como eso tardaba y por como estaba la situación, nos quedamos a trabajar en el barco, que tenía quirófano y estaba muy bien equipado.
—¿En algún momento se preguntaron qué hago acá o temieron por sus vidas?
M: No.
B: Nosotras, unas inconscientes. Cuando salíamos afuera a fumar veíamos los bombardeos sobre nuestras cabezas y decíamos: “Hay que volver a trabajar”.
M: Además nosotras estamos preparadas para situaciones de emergencia. No es que seamos frías, pero tenés que dejar el sentimentalismo de lado.
—¿Cómo fue la vuelta?
M: No fue agradable. De un golpe todo había terminado. Lloramos porque no podíamos seguir ayudando.
B: Además nos habían hecho firmar un documento que decía que no podíamos contar a la prensa lo que había pasado. Por mucho tiempo no dimos entrevistas. Pasaron de diez a veinte años hasta que hablamos.

Un rompehielos transformado en hospital

En la Guerra de Malvinas hubo seis buques hospitales, cuatro británicos y dos argentinos, que socorrieron a los heridos, enfermos y náufragos, asistiéndolos  y trasladándolos a un lugar seguro y adecuado para su recuperación.  A partir del 1° de junio de 1982 se dispuso del rompehielos ARA Almirante Irízar y del transporte polar ARA Bahía Paraíso. Ambos fueron adaptados en poco menos de cinco días con unidades hospitalarias con una capacidad para cientos de camas, un hangar para helicópteros, quirófanos, laboratorios, salas de rayos y de yesos, terapia intensiva y más consultorios. A este buque llegaron seis instrumentistas quirúrgicas: Silvia Barrera, Susana Maza, Norma Navarro, Cecilia Ricchieri y María Marta Leme, del Hospital Militar, y María Angélica Sendes de Campo de Mayo. Todas tenían entre 23 y 27 años.
Su llegada fue dura. Los marinos no las esperaban, pero después terminaron dándoles consejos. “No estábamos acostumbradas al movimiento del barco, nos daba náuseas. Así que ellos nos decían que comiéramos pan y puré de papa y con eso se nos pasaba”, recuerda Silvia. Operar sobre aguas no es una tarea sencilla. También rememora que para las intervenciones se ataban con gasa a las camillas.
* Nota publicada en la edición impresa de DIARIO PERFIL

viernes, 3 de enero de 2014

ARA: Los buques hospitales argentinos

Los buques hospitales argentinos

Los buques hospitales durante el conflicto de Malvinas: Seis buques hospitales actuaron durante el conflicto de Malvinas, cuatro británicos y dos argentinos. La finalidad de los buques hospitales fue estrictamente humanitaria en cumplimiento de las normas de la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949, creada para aliviar la suerte que corren los heridos, los enfermos y los náufragos de las Fuerzas Armadas en campaña y en el mar. De esta forma, socorrieron a los heridos, a los enfermos y a los náufragos, asistiéndolos y trasladándolos a un lugar seguro y adecuado para su recuperación. Para que puedan haber llevado a cabo su labor, en los Convenios Internacionales existentes al comenzar el conflicto, se previó que dichos buques bajo ningún concepto, podrían ser atacados, ni capturados, y que siempre serían respetados y protegidos. El respeto y la protección de los buques hospitales por todos los contrincantes dependieron de cuatro condiciones: 1- Comunicar a la parte adversa de las características del buque (notificación).Nombre del buque, dimensiones, nombre del comandante o capitán de la nave , etc. 2- Tomar las medidas necesarias para que pueda ser identificado( identificación y señalamiento ). Todos los hospitales tuvieron la totalidad de su casco pintado color blanco, con grandes cruces rojas en sus bandas y en sus frentes. Durante la noche navegaban totalmente iluminados, en particular sus cruces rojas. 3- No entorpecer ni colaborar por ningún motivo con los combatientes de cualquier bando. 4- Estar sometidos al derecho de control por parte de los adversarios o de la Cruz Roja Internacional. De hecho, las autoridades de ambos bandos lo ejercieron, permaneciendo además, a bordo de cada buque y a lo largo del conflicto, un veedor de nacionalidad suiza, perteneciente a la Cruz Roja Internacional. A estos fines, los buques de la Armada Argentina, Rompehielos ARA "Almirante Irízar" y Transporte Polar ARA "Bahía Paraíso" fueron adaptados en los Talleres y Arsenales de la Base Naval de Puerto Belgrano en poco menos de cinco días de trabajos corridos. Las numerosas dificultades que se presentaron para dotar a buques diseñados como logísticos antárticos, de todas las capacidades de hospitales flotantes, fueron eficientemente superadas gracias a la imaginación, voluntad y esfuerzo de las dotaciones del buque y de los talleres generales de la base naval y al conocimiento e iniciativa de los profesionales médicos del Hospital Naval de Puerto Belgrano. Fueron refaccionados todos los interiores y convertidos en modernas unidades hospitalarias con una capacidad para cientos de camas, interconexiones directas desde las Salas de Recepción y Clasificación de Heridos con las demás dependencias; dotados de helipuerto y hangar para helicópteros; quirófanos equipados totalmente; laboratorio de análisis clínicos y hemoterapia; salas de rayos y de yesos; terapia intensiva, consultorio odontológico; sala de quemado; servicio de agua potable ilimitado; ventilación y calefacción en todos sus locales, frigoríficas, lavaderos, cocinas, etc. Junto con la tarea de reacondicionamiento de los buques, se organizó en cada uno, el Departamento de Sanidad en Combate, con cobertura especifica en cirugía, traumatología, bioquímica y farmacia, cirugía maxilofacial, clínica medica, quemados, cardiología, oftalmología, odontología, anestesia, etc. Un tercer buque hospital fue adaptado a partir del Buque Oceanográfico ARA “Puerto Deseado”, (Q-8) perteneciente al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICET) y operado por la Armada como parte del Servicio de Hidrografía Naval, quien hasta ese momento se había desempeñado como parte de la Operación “León I”, llevada a cabo en conjunto con otros buques de la Armada a efectos de efectuar el Control del Tránsito Marítimo en la desembocadura del Río de la Plata. Finalizada la transformación del Deseado, con su casco color Blanco, las Cruces Rojas en sus bandas y sesenta camas disponibles, la precipitación de los hechos del 14 de Junio y la lentitud de su reconocimiento como buque hospital en la ONU, impidieron que concluyera su traslado al TOAS. El “Deseado” tiene 2400 Tns de desplazamiento, 78 metros de largo y 15,8 de ancho. El Buque Hospital ARA “Bahía Paraíso”, fue el primero en zarpar hacia el TOAS; Mientras se realizaban los trabajos de transformación en la Base Naval de Puerto Belgrano, el 27 Abril se dispuso que iniciara su viaje sin haberlas finalizado. Ya modificado quedó con una capacidad de 328 camas; helipuerto y hangar para dos helicópteros (un Puma del Ejército y un Allouette III de la Armada), dos lanchas sanitarias; cuatro quirófanos; un laboratorio de análisis clínicos y hemoterapia; dos salas de rayos, una de yesos; una terapia intensiva con capacidad para diez camas; un consultorio odontológico; una sala de quemados con capacidad para 20 internado; etc. En total se le embarcaron como dotación sanitaria 85 profesionales y técnicos, contándose entre ellos 17 médicos, 4 odontólogos, 2 bioquímicos, dos voluntarios ( un traumatólogo y un laboratorista), 73 Enfermeros y el apoyo de un capellán naval Se desempeño como Director del Hospital Flotante el Capitán de Fragata Médico Juan Antonio López, secundado por el Capitán de Corbeta Medico Pascual Pellicari. El 3 de junio estuvo listo a zarpar como buque hospital, el Rompehielos ARA "Almirante Irizar”, realizándose su transformación a partir del 1ro. de Junio en menos de 48 horas, quedando dotado de 260 camas de internación, dos salas de terapia intensiva, dos quirófanos, un quirófano maxilofacial, una sala de terapia Intermedia, dos salas de terapia general, Laboratorio Bioquímico, Sala de Radiología, Sala de Yesos, Laboratorio de Hemoterapia, Sala de Tratamientos Hipebáricos, Sala de Quemados, Helipuerto y Hangar para dos helicópteros (dos SH-3 Sea King de la Armada) y cuatro lanchas sanitarias. Al Irizar se le embarcaron, como dotación del hospital, 40 profesionales y técnicos de la salud, entre los que se contaba con 14 médicos, dos Odontólogos, dos bioquímicos, un sacerdote y veintiún enfermeros. Sobre la última semana del conflicto embarcaron por helicóptero desde Comodoro Rivadavia, siete civiles voluntarias instrumentistas quirúrgicos femeninos del Ejército, destinados inicialmente al Hospital Militar de Malvinas, las que, por los avatares del conflicto, permanecieron aportando sus conocimientos y esfuerzos en los quirófanos del Irizar. Se desempeño como Director del Hospital Flotante, el Capitán de Corbeta Medico Roberto Sosa Amaya, secundado por el Capitán de Corbeta Médico Roberto Olmedo. El esfuerzo sanitario total llevado adelante por la Armada entre los dos buques hospitales queda explicitado por las 588 camas para internados, los 144 profesionales y técnicos de la salud embarcados, entre ellos 31 médicos, 6 odontólogos, 4 bioquímicos, 7 instrumentistas, 94 enfermeros y el apoyo de dos sacerdotes capellanes navales. A esto debe sumarse la capacidad de los hospitales permanentes de las Bases Navales y Aeronavales de Ushuaia, Puerto Belgrano, Comandante Espora, Punta Indio, Rio Santiago y Buenos Aires.

ARA Irizar

Buque Almirante Irizar y el Yehuin en Puerto Argentino. (Foto Eduardo Rotondo).
Rompehielos ARA Almirante Irizar
Buque Hospital ARA “Bahía Paraíso”

Créditos de las imágenes a quien corresponda.