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jueves, 1 de agosto de 2024

La rajadura en la pared ¿Qué tendría que haber ocurrido para que la operación Rosario cumpliera sus objetivos?

¿Qué hubiese tenido que pasar para la operación Rosario cumpliese con los objetivos del Alto Mando argentino?






Para que el plan de ocupación de las Islas Malvinas por parte de Argentina en 1982 hubiese resultado en una resolución diplomática, varias condiciones y factores clave habrían tenido que alinearse de manera específica. Analizaremos estas alternativas y factores desde la perspectiva de febrero de 1982:

1. Respuesta internacional moderada:

  • Estados Unidos y la OEA: Argentina esperaba que, al ocupar las islas, el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y una posición neutral o favorable por parte de Estados Unidos (dada la Doctrina Monroe y el contexto de la Guerra Fría) obligarían al Reino Unido a negociar. Para que esto hubiese sido cierto, Estados Unidos y la OEA tendrían que haber adoptado una postura más conciliadora y menos inclinada hacia el apoyo a Reino Unido.
  • No intervención de la ONU: La Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU tendrían que haber optado por no involucrarse directamente o haber emitido resoluciones llamando a la negociación sin imponer sanciones a Argentina.

2. Respuesta británica menos agresiva:

  • Gobierno británico en dificultades: Si el gobierno de Margaret Thatcher hubiese enfrentado una mayor oposición interna o problemas significativos que hubiesen desviado su atención de las Malvinas, la posibilidad de una respuesta militar rápida podría haber sido menor. Problemas económicos más agudos o crisis internas significativas en el Reino Unido podrían haber disminuido la capacidad de respuesta.
  • Prestar mayor atención al Libro Blanco de la Defensa de 1981 que preveía la baja del servicio de importantes activos de superficie de la Armada Real, con especial énfasis en las fuerzas de desembarco. (ver aquí)
  • Consideraciones logísticas: Si la capacidad logística británica para movilizar una fuerza expedicionaria en el Atlántico Sur hubiese estado limitada por factores técnicos o financieros, la opción militar habría sido menos viable, forzando a una solución diplomática.

3. Preparación y diplomacia argentina:

  • Mejor planificación y comunicación: Una ocupación con mínima resistencia y sin bajas británicas podría haber favorecido una negociación. Además, Argentina habría necesitado una estrategia diplomática sólida desde el primer momento de la ocupación, buscando el apoyo de países clave y presentando su caso de manera convincente en foros internacionales.
  • Negociaciones previas y alianzas: Un trabajo previo más efectivo para obtener el apoyo de países influyentes y construir una red de alianzas diplomáticas y políticas habría sido crucial. Esto implicaría haber cultivado relaciones más estrechas con países de la Comunidad Europea, el Tercer Mundo y potencias emergentes.

4. Condiciones en las islas:

  • Colaboración o neutralidad de los isleños: Si los isleños hubiesen adoptado una postura más neutral o incluso colaborativa (lo cual es improbable dada su fuerte identidad británica), las opciones diplomáticas habrían sido más factibles. La resistencia activa de los isleños consolidó la respuesta británica.
  • Condiciones geopolíticas regionales: En el contexto de América Latina, una menor rivalidad con Chile y una mayor unidad regional podrían haber proporcionado a Argentina un respaldo más sólido para su reclamo.

5. Factores de contención:

  • Evitar provocaciones: Mantener una ocupación pacífica, evitando provocaciones o acciones que pudiesen justificar una respuesta militar por parte del Reino Unido.
  • Respuestas iniciales de bajo perfil: Si el Reino Unido hubiese adoptado una política de bajo perfil inicialmente, Argentina podría haber tenido tiempo para fortalecer su posición diplomática y consolidar su control.

Conclusión preliminar

Para que el escenario de una ocupación argentina de las Malvinas y una posterior resolución diplomática se hubiese concretado, se necesitarían una serie de eventos y decisiones estratégicas altamente improbables en la práctica. Las expectativas argentinas subestimaron la importancia de la reacción británica y el apoyo internacional al Reino Unido. Un enfoque más realista podría haber incluido una preparación más detallada para enfrentar posibles respuestas militares y un esfuerzo diplomático más robusto antes de la ocupación.

Incluso seguir con más detenimiento el Libro Blanco de la defensa británico, que preveía la baja de muchos buques hacia fines de 1982, hubiese sido un gesto de mínima prudencia y paciencia recomendable.

 

lunes, 8 de abril de 2024

La estrategia diplomática del gobierno argentino

Malvinas: ¿cuáles son las claves de la estrategia diplomática argentina para recuperar la soberanía sobre las islas?

La diplomacia es una profesión clave en el reclamo por la soberanía de este territorio de ultramar y sus aguas circundantes


La cuestión de las islas Malvinas es una causa que forma parte de la historia argentina y un reclamo de soberanía que se mantuvo inalterado a lo largo de los años.

Desde el acto de usurpación por parte de la Corona británica, el 3 de enero de 1833, hasta nuestros días, la Cancillería ha protestado ante el Reino Unido y ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por lo que respecta una clara vulneración de los derechos soberanos.

De hecho, la disposición transitoria primera de la Constitución Nacional ratifica la “legítima e imprescriptible soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes”.

Desde el acto de usurpación de la Corona británica, el 3 de enero de 1833, hasta nuestros días, la Cancillería Argentina ha protestado ante el Reino Unido por la vulneración de nuestros derechos soberanos. (Foto: Archivo DEF)

Allí se define la recuperación de esos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía como “objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

En el marco del derecho internacional, en la década del 60 se puso en marcha el proceso de descolonización dentro de las Naciones Unidas. En ese contexto, la resolución 1514, del 16 de diciembre de 1965, reconoció la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido e invitó a ambos países a negociar una solución pacífica a la controversia. Desde el fin del conflicto del Atlántico Sur, en 1982, el gobierno británico se ha negado sistemáticamente a regresar a la mesa de negociaciones, en una clara violación de la resolución de la ONU.

La Constitución Nacional ratifica la legítima soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Georgias, y Sandwich del Sur. (Foto: Archivo DEF)


La descolonización y los antecedentes históricos del reclamo argentino

Volvamos, por un momento, al principio: ¿cómo actuó la Argentina desde el momento mismo de la ocupación británica? El 16 de enero de 1833, apenas trece días después de los hechos, tuvo lugar el pedido de explicaciones al encargado de Negocios del Reino Unido por parte de Manuel Vicente Maza, ministro de Gracia y Justicia de la Provincia de Buenos Aires y quien tenía a su cargo el Departamento de Relaciones Exteriores de la Argentina. Allí, el representante de nuestro país protestaba por la ocupación de la isla Soledad y el enarbolamiento del pabellón inglés, actos que “abiertamente comprometen los derechos de la República Argentina”.

El 12 de enero de 1833, el representante de nuestro país, Manuel Vicente Maza, protestaba por primera vez por la ocupación de la Isla Soledad y el enarbolamiento del pabellón inglés. (Foto: Archivo DEF)


José María Ruda, el diplomático que llevó el reclamo argentino a la ONU

En su célebre alegato de 1964, el diplomático argentino José María Ruda recordó que hasta su usurpación, las islas estaban gobernadas por autoridades argentinas y ocupadas por población argentina. “Estas autoridades y pobladores fueron despojados por la violencia, no permitiéndose su permanencia en el territorio”, agregaba el delegado argentino ante el subcomité especial de la ONU encargado del tema.

En su célebre alegato de 1964, el diplomático José María Ruda, recordó que hasta su usurpación, las islas estaban gobernadas por autoridades argentinas. (Foto: archivo DEF)

Ese desalojo por la fuerza de la población argentina, que residía en el territorio en 1833, hace que no resulte aplicable a Malvinas el principio de “libre determinación de los pueblos”, pues no existe en las islas una población sojuzgada ni sometida al colonialismo. Con esa motivación, señaló Ruda, tal principio no podía ser legítimamente utilizado para “transformar una posesión ilegítima en una soberanía plena, bajo el manto de protección que le darían las Naciones Unidas”.

A la luz de estos antecedentes, Argentina rechazó de manera contundente los resultados del referéndum convocado el 10 y 11 de marzo de 2013 por las autoridades ilegítimas del archipiélago, en el que el 99,83% de los isleños manifestaron su voluntad de mantener el estatus de las islas como territorio de ultramar del Reino Unido.

Argentina rechazó de manera contundente los resultados del referéndum convocado el 10 y 11 de marzo de 2013 por las autoridades ilegítimas del archipiélago. (Foto: archivo DEF)


El caso de las islas Chagos, un antecedente favorable para la Argentina

En el plano jurídico, la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el archipiélago de Chagos, emitida el 5 de febrero de 2020, podría jugar a favor de la Argentina. ¿Por qué? En 1965, sus habitantes fueron expulsados del territorio por el Reino Unido, la entonces potencia colonial, que decidió crear una nueva administración colonial y arrendar la mayor de esas islas, Diego García, a EE.UU. para el establecimiento de una base militar en esa zona del océano Índico.

La opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia sobre el archipiélago de Chagos podría jugar en favor de la posición Argentina. (Foto: Archivo DEF)

La República de Mauricio alcanzó su independencia del Reino Unido en 1968, pero sin la soberanía sobre Chagos, que se mantuvo bajo control británico. Fue su gobierno el que planteó el recurso ante la Asamblea General de la ONU, que sometió la controversia a la CIJ. A partir de esta opinión consultiva, el gobierno de Mauricio reclamó que el Reino Unido pusiera fin a su ocupación ilegal de Chagos y permitiera el regreso de la población autóctona al territorio del que fueron expulsados hace casi 40 años.

Esta opinión consultiva tiene relevancia para Malvinas por tratarse de una situación similar de desmembramiento territorial y de expulsión de la población local.

El Reino Unido arrendó la mayor de esas islas, Diego García, para el establecimiento de una base militar en esa zona del Índico. (Foto: Archivo DEF)

La CIJ concluyó que la persistencia de la administración colonial británica sobre el archipiélago constituye un “hecho ilícito” al que se debe poner fin.

Además, entendió que el principio de la libre determinación no era aplicable a este tipo de situaciones coloniales, pues la población original había sido desterrada, tal como sucedió con las islas Malvinas.

jueves, 28 de marzo de 2024

Villarruel y la embajadora británica

Las Islas Malvinas, una cuestión de defensa hemisférica

La vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, se reunió con la embajadora británica Kirsty Hayes y planteó la necesidad de un diálogo bilateral sobre la soberanía de las Malvinas, considerándolo una cuestión de política continental. Argentina busca abordar la soberanía, mientras que el Reino Unido insiste en incluir a los habitantes de las islas en las discusiones.

Por Mauro Labombarda || Canal 26


  Malvinas, foto Reuters

Hace pocos días (el 5 de marzo), la vicepresidente de nuestra República, Victoria Villarruel, recibió en el Salón Eva Perón del Senado de la Nación a la embajadora del Reino Unido de Gran Bretaña, Kirsty Hayes. Tras el encuentro, Villarruel destacó que planteó a la diplomática británica la necesidad de entablar un diálogo bilateral por la soberanía de nuestras islas, que considera que se trata de una cuestión de política continental “porque es la injerencia de una potencia extracontinental en nuestro territorio” y finalmente evocó el ejemplo de San Martín, Bolivar y Washington.

Respecto de la necesidad de un diálogo bilateral que contemple la discusión sobre la soberanía de las Islas Malvinas, podríamos decir que es la posición histórica de Argentina de los últimos años, que se contrapone con la postura británica que se niega a considerar el tema de la soberanía y que pretende incorporar a cualquier diálogo a los kelpers, invocando su derecho a la autodeterminación.

Victoria Villarruel recibió durante la tarde a Kirsty Hayes, embajadora del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda Del Norte, en el salón Eva Perón. Presidencia Argentina. 

Merece destacarse en este aspecto que la citada posición argentina, planteada por Villarruel en el encuentro referido, es plenamente coincidente con la posición de los EE. UU. En efecto, la potencia del Norte nunca reconoció la soberanía británica sobre nuestras Islas Malvinas, sino sólo una ocupación de hecho o de facto. Además, en reiteradas oportunidades, le hizo saber a Gran Bretaña que debe aceptar el diálogo bilateral, excluyendo expresamente a los kelpers y sus deseos. 

Vale recordar en tal sentido las declaraciones de la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuando en ocasión de visitar Bs. As. y entrevistarse con la Presidente Cristina Kirchner en marzo de 2010, ofreció colaboración para resolver la disputa de soberanía entre ambas naciones, en la que EEUU es neutral.

De igual modo actuó el siguiente Secretario de Estado, John Kerry, quién además anunció que los EE. UU. no reconocían el referéndum impulsado por Gran Bretaña entre los kelpers para determinar su soberanía.

Malvinas en la actualidad. Foto: Télam 

Malvinas, una cuestión continental

Hasta aquí, entonces, nada nuevo. Pero como adelantamos, la Vicepresidente fue más allá y mencionó que la causa de las Islas Malvinas es continental, porque implica la injerencia de una potencia europea en nuestro territorio americano.

Hagamos un poco de historia. En 1822, la Santa Alianza conformada por Francia, Rusia, Prusia y Austria anunciaron que enviarían una flota a nuestro continente para reconquistar las antiguas colonias españolas. Inglaterra, que ya ejercía su influencia en estas tierras, se opuso y envió a su Ministro Canning a proponerle a EE. UU. un plan conjunto de defensa. 

Fue en ese marco que el entonces Presidente Monroe proclamó su célebre doctrina, rechazando la ayuda británica y anunciando que EEUU defendería el hemisferio occidental, es decir América, de la injerencia europea. 

Recuérdese que once años antes los ingleses habían invadido Washington y quemado el Capitolio. En 1833 los británicos usurparon nuestras Islas Malvinas.

EE. UU. no contaba con un poderío naval que le permitiera ejercer la defensa de esta zona de América del Sur, pero aplicó el principio del no reconocimiento; es decir, no reconoce el status territorial británico.

Esta posición, fruto de la denominada Doctrina Monroe, fue invariable en la política exterior norteamericana respecto de Malvinas: nunca reconoció la soberanía británica, solo reconoce una administración de facto.

Aun durante la Guerra de Malvinas, la intención norteamericana, a través de las diversas propuestas de paz, fue obligar a los británicos a negociar con Argentina la soberanía sobre nuestras islas. La negativa argentina, la pretensión de continuar la guerra y el acercamiento a la URSS a través del viaje de nuestro Canciller a La Habana, no dejaron más opción a EEUU que apoyar a las fuerzas británicas.

Guerra de Islas Malvinas.

Sin embargo, nunca modificaron su posición diplomática, es decir, no se reconoce la soberanía británica, y la cuestión de soberanía se debe dirimir en un diálogo entre Argentina y Gran Bretaña, sin la intervención de los kelpers.

En otras palabras, la alianza circunstancial de los EE. UU. con Gran Bretaña en diversos escenarios no se impone sobre los intereses globales permanentes. Sirva de ejemplo la humillación impuesta a los británicos en la Guerra del Canal de Suez.

Roger Spink, legislador de Malvinas.

San Martín, Bolívar y Washington

Pero hay más. Nuestra Vicepresidente mencionó también el ejemplo de San Martín, Bolívar y Washington: ¿qué relación tienen con esta cuestión continental? Es claro que los tres héroes representaron el enfrentamiento del "Nuevo Mundo" contra la tiranía del Antiguo mundo.

Era natural que surgiera la concepción de que había un común interés y un destino común de las dos Américas; el Norte y el Sur. Ambos continentes comenzaron por ser colonias de las naciones europeas, Inglaterra y España. Nuestros héroes comunes pelearon por la libertad y la independencia, afirmaron los derechos del hombre, instauraron formas de gobierno republicana y proclamaron que rendían culto al bienestar de los pueblos y no a la gloria de los nobles.

Jefferson hablaba del hemisferio como si fuera un continente único, y en una carta que escribiera el 24 de octubre de 1823 al Presidente Monroe declaraba que “las Américas del Norte y del Sur tienen una serie de intereses específicamente propios y claramente distintos de los de Europa”.

El Presidente Perón abogó por una “América unida del Ártico al Antártico” proclamando de ese modo su política continental.

Relevancia geopolítica

Como vemos hasta aquí, las palabras de nuestra Vicepresidente tienen una significativa relevancia geopolítica, porque parece comprender que los intereses permanentes de los EE. UU., como es el caso de la no injerencia de potencias extracontinentales en América, son coincidentes con los nuestros. 

Quizás sea esta nueva política, dirigida hacia Washington y no hacia Londres, la que nos permita, a través del diálogo bilateral con Gran Bretaña, recuperar nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas.

viernes, 23 de febrero de 2024

El acuerdo de Madrid cumple las consignas de Lord Shackleton

Los acuerdos de Madrid cumplen con las consignas de Lord Shackleton



SAEEG



César Augusto Lerena*

En 1848 Sir William Molesworth, quien en 1855 sería el secretario de Estado para las Colonias del Reino Unido, decía: «En las miserables islas Malvinas, no se da el trigo, no crecen árboles, están abatidas por los vientos; desde 1841 nos costaron 35 mil libras, sin retorno ni beneficio alguno. Decididamente, soy del parecer que esta inútil posesión se devuelva, desde luego, al Gobierno de Buenos Aires, que justamente la reclama».

Pasarían 128 años para que los británicos se dieran cuenta que la riqueza estaba en el mar y no en las islas, cuestión, que los gobernantes argentinos siguen sin entender. El 3 de enero de 1976 llegaba a Malvinas Lord Shacketon y seis meses después, el 21 de julio, el Foreign Office presentaba en 450 páginas el relevamiento sobre la pesca, la producción lanera, el petrolero y la minería, informando que en un radio de 200 millas de Malvinas podrían encontrarse “uno de los mayores recursos mundiales de proteínas” y decía que solo la “pescadilla azul” representa el volumen total de la pesca del Reino Unido. Para ese entonces en las islas ya se pescaba bacalao, polaca, merluzas varias, abadejo y calamares; especies que, hasta nuestros días, son explotadas ilegalmente en Malvinas, extrayendo un promedio de 250 mil toneladas anuales.

Las recomendaciones de Shackleton fueron suficientemente estimulantes para justificar la continuidad de la invasión británica en Malvinas, ya que si bien la actividad pesquera argentina en el continente estaba iniciando su producción industrial y el comercio exterior, las capturas nacionales en el extremo sur eran casi inexistentes. El total de las exportaciones pesqueras argentinas en 1976 alcanzaban solo las 113 mil toneladas, mientras que el promedio de extracción pesquera de los buques extranjeros en Malvinas ―como dijimos― ya era de 250 mil toneladas/año.

Todo estaba por hacerse en materia pesquera en la Argentina y el informe inglés ya lo precisaba respecto a Malvinas. Podríamos mencionar, sin demasiado detalle, que a falta de pescado el rey de España Carlos IV en 1789 había establecido una pesquera en Puerto Deseado. Por su parte, en 1904 comenzó a operar la Compañía Argentina de Pescado S.A. en la isla San Pedro (Georgias del Sur) para la caza de ballenas; en 1914 se instaló la primera fábrica de conservas de pescado en Puerto Madryn y hacia 1948 se iniciaba esta actividad en Mar del Plata. Con el aporte de familias belgas, italianas y españolas en la década del 60 se incrementaba el consumo de pescado en el país y en la década del ‘70, como producto de la demanda externa, la exportación de productos pesqueros congelados provocó la construcción de plantas de fileteado, cámaras, etc., y el cambio de buques costeros por fresqueros de altura y congeladores y aún, con vaivenes, se inició el gran desarrollo industrial y exportador desde Mar del Plata, comenzando a radicarse también industrias en la Patagonia.

José Enrique Greño Velasco, al respecto nos dice: «Para el Reino Unido, ante el fracaso de poner el pie en el continente, Malvinas representa su único punto de apoyo para la continuación de los empeños en lograrlo». Por su parte, Oscar Cosentino, entiende: «Es todavía más importante negar al enemigo el uso de estas Islas».

¿Ignorancia de la diplomacia argentina? En Ginebra en 1988, el Canciller Caputo y el embajador García del Solar con el embajador británico Crispín Tickell (todos fallecidos) acordarían en las negociaciones previas a “los Acuerdos de Madrid” ―que cerró en 1989/90 Cavallo― no hacer mención a la cuestión pesquera, la que consideraban una cuestión menor. Craso error. Sobre ello el director británico de pesca en Malvinas John Burton expresó: “sin la pesca no hubiésemos subsistido en las islas” (El Cronista, 14/03/2012). No parece que ninguno de los negociadores argentinos, hubiesen leído el Informe Shackleton ni conociesen las estadísticas pesqueras publicadas por los isleños, ni tampoco este documento, que promovía “convocar a una Convención Internacional para controlar las pesquerías en el Océano Austral”.

La delegación argentina no tuvo expertos en pesca. A Cavallo lo acompañó el embajador Aldo Dadone, vinculado al affaire IBM-Nación. En un extremo la posición británica, que tomaba posesión del lugar y trabajaba para que su ocupación sea sustentable y en el otro los funcionarios argentinos, ignorantes y/o sumisos, sellaron los execrables Acuerdos de Madrid que contribuyeron, desde 1989 hasta ahora, a consolidar la posición británica en Malvinas y, llamativamente, ninguno de los Cancilleres y sus sucesivos Secretarios del área se han animado o querido denunciarlos, a pesar del avance territorial marítimo e insular argentino por parte del Reino Unido, que la lleva a tener invadidos 1.639.900 Km2 de los 11.410 Km2 que ocupaban en 1982 y a explotar a través de licencias ilegales otorgadas a buques extranjeros nuestros recursos pesqueros, a la par de realizar exploraciones petroleras y mineras. Todo ello, en abierto atentado a la Constitución Nacional, la ley 17.094 y pesqueras de esa época y, muy importante, el Reino Unido violaba la Resolución de la ONU 31/49 (1/12/1976) que instó a las partes a abstenerse “de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales mientras las islas estén atravesando por el proceso recomendado en las resoluciones de la ONU” y en relación a la Res. 37/9 del 9/11/1982, posterior a la guerra de Malvinas, que reiteró “el pedido de reanudar las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica a la disputa de la Soberanía”.

Respecto a los hidrocarburos, el experto Richard Johnson, del equipo de Shackleton, confirmó la presunción de existencias de petróleo en el área y, precisó que “por encontrarse en una zona política y, por el elevado costo de producción, sería necesaria la cooperación argentina, porque existiría escasa probabilidad comercial en la emisión unilateral de licencias del Gobierno británico” y recomendó el traspaso a la corona británica de los derechos mineros y “de la plataforma continental” y propició asociarse a la Unión Europea previo a cualquier negociación con Argentina. Todo, ejecutándose. Hoy el Reino Unido, efectúa exploraciones petroleras, licita la explotación de oro; nos disputa 1.430.367 km2 de la plataforma continental extendida y controla el Atlántico suroccidental, los accesos a la Antártida y los océanos Pacífico e Índico.

El informe también aconseja vuelos directos a Malvinas y una estrecha cooperación con Argentina y entiende que «cualquier nuevo programa de desarrollo económico de las islas, especialmente en lo relacionado con los recursos marinos, deberá buscarse la cooperación e incluso la partición de Argentina». Ello se alcanzaría con la Declaración conjunta de Argentina y el Reino Unido de los Acuerdos de Madrid I y II.

Este último consejo de Shackleton es muy llamativo, porque la Argentina ya venía dando fuertes muestras de cooperación unilateral desde el gobierno de facto de Lanusse, a partir de la Declaración Conjunta del 1° de julio de 1971 argentino-británica ―con participación de los isleños― que establecía la provisión de documentos sin nacionalidad, la exención de impuestos, servicios marítimos británicos y aéreos de LADE entre las islas y el territorio continental, la construcción argentina del aeropuerto y un servicio transitorio de vuelos con hidroaviones, servicios de correos y abastecimientos de productos de YPF y otros aportes de Argentina, que además cooperaría en materia agropecuaria y de salud y otorgaría becas y asientos en las escuelas del continente a residentes de las islas. Un “plan que aprobaría José Martínez de Hoz ante la Confederación de la Industria Británica” (José Enrique Greño Velasco, 1977) y que también ponderaría el miembro del Consejo Nacional de Malvinas (Ley 27.558) Marcelo Kohen que en 2018 propuso a los isleños un referéndum de soberanía.

Estos aportes no contaron con ninguna contraprestación británica y se ratificaron en los Acuerdos de Madrid donde, entre otras cosas, se investigó en forma conjunta la pesca; el Pacto de Foradori-Duncan de 2016 que habilitó vuelos a San Pablo, uno de los centros de mayor consumo y distribución de alimentos al mundo y el ofrecimiento de la Cancillería “consensuado por el Consejo Nacional de Malvinas” (así refiere el Comunicado de Prensa de Cancillería 08/12/2021) de vuelos humanitarios en 2021 desde Malvinas al territorio continental argentino, que fue rechazado por los isleños, en una nueva muestra de la errónea política argentina que hace saltos al vacío sin red.

El propio lord Shackleton deja traslucir el compromiso de los ingleses con los isleños: “no habrá transferencia de soberanía contra sus deseos”, sin embargo, duda de las capacidades británicas: «la cuestión de la soberanía pende sobre nuestro informe como sucede con las propias islas, y la falta de un arreglo bien podría inhibir el pleno desarrollo de las islas». Pero, las sucesivas políticas argentinas de promoción de un hipotético diálogo con los británicos, de cooperación unilateral y de apoyo teórico de terceros países, descartaron toda acción destinada a debilitar la situación económica y social de los isleños y, por el contrario, mantuvieron la autorización de los vuelos de LATAM desde las islas a Chile; no impidieron el tránsito de buques con las capturas ilegales de Malvinas ni sancionaron a los buques extranjeros que pescan en Malvinas (Ley 24.922); no acordaron con Uruguay la prohibición del uso de sus puertos a los buques que realizan pesca ilegal en la región, etc.

Claro, en materia pesquera, aún la Argentina mantiene vigente el Acuerdo de Madrid I (17-19/10/1989) en especial la decisión británica de mantener la “zona de conservación” (punto 6); el “intercambio de informaciones, medidas de cooperación y medidas de conservación” (punto 10) y el Acuerdo de Madrid II (14-15/02/90) en particular del punto 7 (Informe del “Grupo de Trabajo argentino-británico sobre pesca”, Paris 18-19/12/1989); intercambios de informes pesqueros, exploración de posibilidades de cooperación y conservación; el punto 8 (establecimiento de un “Grupo de Trabajo sobre Asuntos del Atlántico Sur”); el punto 11 (factibilidad y conveniencia de un Acuerdo General de Cooperación) y, complementariamente, el punto 12 (Acuerdo de Promoción y Protección de Inversiones) y el punto 13 (eliminación visado para ingresar al territorio del otro) que no contempló la eliminación de visa para el ingreso al territorio argentino de Malvinas.

El Reino Unido entendía como “no vinculante” el Informe Shackleton, sin embargo, éste pareció ordenar todas las acciones posteriores de la Cancillería Argentina y no se entiende que pese a las violaciones del Reino Unido de la Res. 31/49 de las Naciones Unidas, los Acuerdos de Madrid sigan vigentes.

“Nada se produce por generación espontánea” (Louis Pasteur, 1862).

domingo, 6 de agosto de 2023

Argentina rechaza cualquier licencia británica para buscar oro


Argentina rechazó el otorgamiento de licencias británicas para la búsqueda de oro en Malvinas


Lo manifestó el pasado viernes 28, Cancillería. “Constituye un deliberado apartamiento de los llamamientos de las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas y de otros organismos internacionales”; afirmaron.

"Contraviene específicamente la resolución 31/49 de la Asamblea General de Naciones Unidas", expresó Cancillería.


La República Argentina rechaza una vez más en los términos más contundentes la actividad unilateral del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte de conceder una nueva licencia para explorar oro y otros minerales en las Islas Malvinas.

Ello constituye un deliberado apartamiento de los llamamientos de las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas y de otros organismos internacionales, que instan tanto a la Argentina como al Reino Unido a reanudar las negociaciones, a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía que involucra a ambos países en la Cuestión de las Islas Malvinas.

La decisión del Reino Unido de conceder una nueva licencia de exploración contraviene específicamente la resolución 31/49 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que insta a ambas partes (la Argentina y el Reino Unido) a que se abstengan de adoptar decisiones unilaterales que entrañen la introducción de modificaciones en la situación mientras las Islas están atravesando por el proceso de negociación por ella recomendado.

Esta nueva concesión contradice también las declaraciones de otros foros internacionales como el MERCOSUR, CELAC, Cumbres Iberoamericanas, OLADE, el Grupo de los 77 y China, la Cumbre América del Sur – Países Árabes (ASPA), la Cumbre América del Sur – África (ASA) y la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS), entre otros, que han coincidido en expresar preocupación por las decisiones que impliquen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación de las Islas.

Lamentablemente, no se trata de la primera oportunidad en que el Reino Unido pretende sacar provecho de una situación de facto para explorar y/o explotar recursos naturales no renovables de este territorio sujeto a una disputa de soberanía. Dado que en el pasado los británicos ya han intentado -sin éxito- realizar exploración de minerales en las Islas, la República Argentina remitió Notas a la Embajada británica en Buenos Aires, en 2003 y 2005, en las que expresó el rechazo y la protesta formal ante la pretensión del Reino Unido de perforar el suelo y subsuelo de las Islas para dicha actividad unilateral, manifiestamente violatoria de la soberanía argentina en una parte de su territorio nacional y contraria a las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Comité Especial de Descolonización y de otros organismos internacionales, referidas a la Cuestión Malvinas.

Frente a estos nuevos actos unilaterales, la República Argentina sigue reafirmando su vocación pacífica y su permanente y constante voluntad de retomar las negociaciones con el Reino Unido con el fin de alcanzar una solución definitiva a la disputa de soberanía.

Fuente: Agenda Malvinas

Cancillería

Información para la Prensa N°: 368/23

miércoles, 19 de abril de 2023

Los dimes y diretes de la política exterior británica

Perderse en un papel: medio siglo de política exterior británica

Oliver Yule-Smith || War on the Rocks









Philip Stephens , Gran Bretaña sola: el camino de Suez al Brexit (Faber, 2021)

En 1962, el exsecretario de Estado de los Estados Unidos, Dean Acheson, asestó un duro golpe a la política exterior británica. Con una frase irónica creó una tarea de Sísifo. Era la última parte del aforismo muy utilizado de Achesonque "Gran Bretaña había perdido un imperio y no pudo encontrar un nuevo papel" que dolió. Dado que continuaría criticando los intentos de Gran Bretaña de proporcionar aperturas para el diálogo con la Unión Soviética, mientras elogiaba la solicitud de Gran Bretaña al Mercado Común, es probable que Acheson no tuviera la intención de tocar un nervio tanto como lo hizo. Pero tanto entonces como después, la declaración fue una fuente de angustia existencial tanto para los ministros del gabinete como para Whitehall. El no poder encontrar un papel implicaba que Gran Bretaña todavía tenía un papel que cumplir. La búsqueda de este papel se incorporó a la burocracia británica y se filtró en la conciencia pública (las dos respuestas más populares a una encuesta reciente sobre lo que significa Gran Bretaña Global fue que Gran Bretaña era un "campeón del libre comercio y la globalización" y "una potencia diplomática"). .

Un Puente Atlántico. Una potencia mundial. Un poder que "golpea por encima de su peso". Genial Britannia. Un centro mundial. Gran Bretaña sola: el camino de Suez al Brexit de Philip Stephens vale la pena leerlo solo por su capacidad para ensamblar y descifrar estos clichés británicos por excelencia. Estos roles ofrecen una narrativa de mosaico que intenta, no siempre con éxito o incluso de manera integral, combinar una amalgama incómoda de circunstancias geopolíticas, poder relativo, intereses, sentimiento público y conocimiento político.. El papel que los ministros y funcionarios querían que Gran Bretaña desempeñara a menudo dictaba los objetivos que perseguía Gran Bretaña. La creencia de que Gran Bretaña todavía tenía un papel distinto que desempeñar en el mundo era un consuelo reconfortante. La búsqueda de un papel y el declive de Gran Bretaña estaban íntimamente entrelazados. Como resultado, la política exterior de Gran Bretaña a menudo mostró una alarmante falta de enfoque en lo que era bueno para Gran Bretaña.

A primera vista, el informe publicado recientemente por el gobierno del Reino Unido, Gran Bretaña Global en una era competitiva: La Revisión Integrada de Seguridad, Defensa, Desarrollo y Política Exterior  (o Revisión Integrada , para abreviar) amenaza con continuar esa tendencia. Anunciada como la revisión más importante de su tipo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, e intentando revisar no solo la política de defensa y seguridad, como la Revisión de seguridad y defensa estratégica de 2010 y 2015hizo, pero también para incluir la política exterior y de ayuda, buscó reunir la totalidad de las políticas exterior e interior de Gran Bretaña para trazar un camino posterior al Brexit. El informe está repleto de encabezados como "superpotencia de poder blando", "poder regulatorio", "poder de convocatoria". Todos estos roles arrogantes que intentan poner carne en los huesos del proyecto de Gran Bretaña Global .

Sin embargo, la esencia de esta revisión no fueron los roles ostentosos y que golpean el pecho que se acuñaron mucho antes de que se instigara la revisión, sino más bien los intereses que reafirmó y cómo alimentaron una visión de adónde ir a continuación. Los tres principios rectores últimos de la política exterior británica siguieron siendo los mismos: mantener la seguridad del Reino Unido; asegurar la prosperidad del pueblo británico; y la protección de la libertad y libertad individual. Pero lo que diferencia a este informe de los libros blancos anteriores es lo que se deriva de estos principios rectores: objetivos realistas de política exterior arraigados en claros intereses nacionales. Aclarar estos objetivos e intereses ha sido un paso importante para aclarar cualquier “ suspenso estratégico ” persistente .

El marco estratégico dentro de la revisión buscó delinear cuatro objetivos generales de la política hasta 2025: mantener la ventaja estratégica a través de la ciencia y la tecnología; dar forma al orden internacional del futuro (es decir, garantizar que puedan prosperar sociedades abiertas); fortalecer la seguridad y la defensa en el hogar; y desarrollar la resiliencia en el país y en el extranjero. Cada aspecto del marco estratégico se desarrolló en su totalidad, incluida, de manera crítica, una explicación de su importancia. El marco enfatizó el compromiso continuo del Reino Unido tanto con los Estados Unidos como con Europa, marcado por la adición de "Euroatlántico" al léxico estratégico británico. El informe deja atrás útilmente la idea de ser un puente entre Europa y los Estados Unidos, así como una predilección por el “boosterismo”en documentos estratégicos del Reino Unido . Un corolario del informe, y una sección que llamó significativamente la atención, fue la inclinación del Indo-Pacífico, aclarada proféticamente por William James en estas páginas.. Sería fácil caricaturizar una inclinación británica del Indo-Pacífico como una moda de los think tanks o un acto de vanidad de las élites de Whitehall, pero el informe se toma el tiempo para explicar por qué la inclinación no solo es deseable sino necesaria: 1,7 millones de británicos viven en el región del Indo-Pacífico; la región es central para el comercio; y es importante como crisol para desafíos globales como el cambio climático y la biodiversidad. El informe combina una identificación de intereses fundamentales con acciones concretas que tomará el Reino Unido. Esta es una contribución valiosa para deshacer la tendencia de los políticos a pensar en términos de cómo una Gran Bretaña cada vez más marginal puede ser importante en el mundo, centrándose en cambio en cómo la política exterior británica es importante para Gran Bretaña.

Este cambio puede parecer modesto, pero como Britain Alone deja manifiestamente claro, la búsqueda vanagloriosa de un papel en el mundo ha llevado a algunos callejones oscuros. Como Stephens detalla con elocuencia, la crisis de Suez sería el primer ejemplo de arrogancia instintiva, pero de ninguna manera el último. El deseo de Gran Bretaña de mantener un arsenal nuclear lo obligaría a someterse a los estrictos términos del Acuerdo de Nassau con la administración Kennedy, lo que crearía una disuasión nuclear británica independiente solo de nombre. Como resultado de su deseo de mantener su papel global, Gran Bretaña también se vería humillantemente obligada a acudir, gorra en mano, al Fondo Monetario Internacional, una institución que ayudó a crear, para lo que entonces fue el rescate más grande en la historia de la institución en 1976. El compromiso con lo que David Edgerton llamaría elEl “estado de guerra” , un estado orientado a la guerra, persistió durante la Guerra Fría con un gran gasto económico y político.

Estas políticas no fueron simples excepciones, malas negociaciones o mala gestión económica a largo plazo. Los documentos y discursos oficiales del período de la Guerra Fría están plagados de ejemplos de funcionarios que intentan crear roles para Gran Bretaña en el mundo. El estudio de la política futura, 1960–1970iniciado por el gobierno de Macmillan y completado en 1960, contiene algunos diagnósticos geopolíticos excelentes, pero fue socavado críticamente por frases como "somos una parte demasiado importante del mundo libre para poder retirarnos a un papel pasivo como Suecia y Suiza." Los funcionarios que escribieron el documento luego dedicaron el resto del estudio de política futura a política tras política sobre cómo Gran Bretaña podría ser valiosa para los Estados Unidos, Europa y la Commonwealth. Estos funcionarios buscaban un papel coherente que Gran Bretaña pudiera desempeñar entre estas esferas a expensas de una consideración de lo que realmente le importaba a Gran Bretaña.

Donde Stephens es más lúcido y atractivo es en su descripción, a través de múltiples capítulos, del esfuerzo de la administración de Harold Macmillan para recoger los pedazos después de Suez. Cada vez más arrinconado, existe casi una sensación de simpatía por el intento de Macmillan de ser una Grecia británica para la Roma de Estados Unidos y, al mismo tiempo, tratar de garantizar que Gran Bretaña no sea excluida de la política europea o de los mercados europeos. Macmillan estaba forzando el reconocimiento de que no había una contradicción inherente en las buenas relaciones tanto con Estados Unidos como con Europa, un reconocimiento que evidentemente trascendería el mandato de Macmillan. Esta idea sería la semilla que se convertiría en la necesidad ineludible de Gran Bretaña de encontrar un papel distinto entre estos dos bloques de poder.

El primer ministro Harold Wilson inicialmente rechazó la propuesta de Macmillan de que Gran Bretaña necesitaba una relación cercana con Estados Unidos. Cuando compareció ante la Conferencia del Partido Laboristaen Scarborough en 1963 denunció la noción de confiar en una “relación especial” para “rescatarnos” en un movimiento para distanciar a los laboristas de la supuesta devoción servil a la alianza angloamericana de las administraciones anteriores. Pero no rompería con Macmillan por completo. Wilson centró su atención en el papel de Gran Bretaña en el escenario mundial, reclamando un papel en el que Gran Bretaña "tendrá tanta influencia en el mundo como podamos ganar, como podamos merecer". Incluso si las relaciones con los Estados Unidos fueran malas bajo Wilson, con Wilson rechazando la solicitud de Lyndon Johnson de enviar tropas a Vietnam, el fin de la atención de Gran Bretaña al este de Suez afianzaría aún más la dicotomía Estados Unidos-Europa.

El verdadero cambio radical, según Stephens, fue la entrada del Reino Unido en la Comunidad Europea bajo Edward Heath el 1 de enero de 1973. Esto consolidó a Gran Bretaña como una potencia dentro de Europa y eliminó la ansiedad, que Macmillan sentía con mayor intensidad, de que Gran Bretaña pudiera quedar fuera de un bloque de poder europeo. Heath eligió Europa, y la adhesión de Gran Bretaña seguramente ancló a Gran Bretaña en Europa. Tal era el compromiso de Heath con este objetivo que incluso intentaría distanciarse de Estados Unidos en un intento de cortejar a las capitales europeas. Pero Heath no pudo escapar del deseo de encontrar un papel para Gran Bretaña más de lo que pudieron sus predecesores. Su decisión se enmarcó no como un intento de asegurar la prosperidad del pueblo británico, sino como una forma de lograr un papel rector dentro de Europa .

La templanza de Wilson y Heath contrastaba con el apetito de Margaret Thatcher. Stephens centra la lógica orientadora de toda la cosmovisión de Thatcher en torno al fortalecimiento de Gran Bretaña. Thatcher aplastó cualquier noción de corporativismo británico, impulsó una rápida desindustrialización, supervisó la desregulación financiera, mostró escepticismo hacia la reunificación alemana y, más obviamente, fue a la guerra para defender las Malvinas, todo al servicio del fortalecimiento de Gran Bretaña. Para Thatcher, la fuerza, o al menos la fuerza percibida, significaba un asiento en la mesa global para Gran Bretaña. Visto desde Washington, Gran Bretaña podría ser el defensor de Europa (el Ejército Británico del Rin siguió siendo el mayor despliegue extranjero permanente de Gran Bretaña). Visto desde las capitales europeas, Gran Bretaña podría ser un amigo en un frente común contra las invasiones soviéticas dentro de Europa. Más lejos, Gran Bretaña era un actor global seguro, tan capaz de manejar duras negociaciones diplomáticas para entregar Hong Kong como de llevar a cabo una importante operación militar en un pequeño archipiélago en el Atlántico Sur. Pero estas visiones a menudo se irritaban con la realidad de una potencia intermedia con una influencia desmesurada en ciertos foros globales. Frente a esta ambigüedad, la política exterior británica fue una mancha de Rorschach tanto para los funcionarios británicos como para las capitales extranjeras.

El material de archivo recientemente publicado de los Archivos Nacionales del Reino Unido del período de la década de 1990 confirma que esta tendencia en la política exterior británica no disminuyó con el final de la Guerra Fría. En un seminario de Chequers en enero de 1995, los ministros intentaron revisar la política exterior británica considerando los acontecimientos desde la caída del Muro de Berlín, incluido el progreso de la transición de Rusia a una economía de mercado y la guerra civil en curso en Bosnia. El hecho de que el primer ministro John Major califique esto como un ejercicio de recopilación de "juicios personales y políticos", en lugar de sus posiciones departamentales, es una lectura reveladora. Solo un ministro planteó la última pregunta de " ¿para qué sirve la política exterior británica ?".”, que fue ignorado a favor de diseñar el equilibrio perfecto a adoptar entre Francia, Alemania y los Estados Unidos. La cuestión más difícil de considerar el propósito de estas relaciones finalmente se evitó en favor de la búsqueda familiar de roles.

Para Stephens, un sentido británico de superioridad, un momento de "Gran Bretaña sola" de la Segunda Guerra Mundial en su forma más maligna y su geografía insular han permeado el pensamiento de ministros, funcionarios y el público británico en el siglo XXI. El papel militar de Gran Bretaña tanto en la invasión de Irak en 2003 como en la intervención en Libia en 2011, así como en la votación del Brexit en 2016, fueron ejemplos dolorosos del juego de roles británico y las florituras finales en el sombrío cuadro que pinta Stephens.

Donde Stephens podría ir aún más lejos es discutiendo el impacto de la academia declinista en aquellos que dirigen la política exterior británica. Mientras los políticos de la posguerra hacían un examen de conciencia, los historiadores y teóricos de todas las tendencias dirigieron su atención a las preguntas sobre las causas del declive británico, cuándo ocurrió y si era inevitable. Thatcher y su gabinete leyeron y discutieron The Audit of War de Correlli Barnett , uno de los textos declinantes más famosos de la segunda mitad del siglo XX, ampliamente vendido. Tanto Clement Attlee como Harold Macmillan leyeron ediciones reeditadas de The History of the Decline and Fall of the Roman Empire de Edward Gibbon mientras estaban en el cargo. Baron CP Snow, cuyoLas dos culturas y la revolución científica postularon que el declive británico se debió a la priorización de la educación en humanidades a expensas de la educación científica, influyó en Wilson, lo que resultó en que a Snow se le ofreciera un puesto en el gobierno laborista de Wilson. Los intentos de lidiar con el declive por parte de los formuladores de políticas a lo largo de los siglos XX y XXI se refractaron en el trabajo de los académicos de la época y, a su vez, a menudo se reflejaron en el pensamiento de esos mismos formuladores de políticas.

El entorno intelectual en el que se llevó a cabo la Revisión Integrada no fue mejor. En 2020, cuando el Reino Unido encabezaba la lista de muertes por coronavirus en Europa y el impacto del Brexit comenzaba a sentirse, reinaba el sentimiento de "donde Gran Bretaña". También lo hicieron las propuestas para intentar que el Reino Unido importara en el mundo, como el resurgimiento del apoyo a una alianza entre Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el Reino Unido entre algunos miembros del Partido Conservador. Sin embargo, a pesar de este entorno y del peso de los enfoques de la política exterior británica de la posguerra, Gran Bretaña solatan claramente describe, la Revisión Integrada rompe con esta tradición. Aclara y elabora los intereses centrales de Gran Bretaña, proporciona prioridades de política exterior para defenderlos, señala cambios y continuidades dentro de la política pasada y proporciona un marco para guiar la toma de decisiones de política exterior en la próxima década. El Reino Unido, sin duda, es una potencia intermedia, pero todavía tiene muchos medios disponibles para lograr sus fines en el escenario global. Pero esto solo se puede hacer desde una posición de análisis con ojos claros, no buscando a tientas roles para llenar en el mundo o apelando a visiones nostálgicas de un pasado imperial pasado. La responsabilidad ahora recae en los formuladores de políticas para aprovechar la revisión y garantizar que el hombre del saco de Acheson quede firmemente en la cama.

viernes, 13 de enero de 2023

Diplomacia: Relaciones chileno-británicas

Relaciones Chile-Reino Unido


 

Las relaciones británico-chilenas son las relaciones exteriores entre el Reino Unido y Chile . Los dos países mantienen fuertes lazos culturales, ya que la cultura chilena se anglicanizó un poco después de la independencia, y desde entonces ha visto muchas inversiones mutuas. Las visitas estándar, en los términos que aplica cada país, permiten visitantes y estudios de corta duración, sin necesidad de una visa de viaje avalada en un pasaporte.


Relaciones chileno-británicas



El presidente Sebastián Piñera y el primer ministro David Cameron en el número 10 de Downing Street en 2010.

Se destacan los territorios vecinos en el Atlántico Sur y el Pacífico. El territorio de ultramar de las Islas Malvinas del Reino Unido está cerca de la provincia chilena de Tierra del Fuego y la comuna de Cabo de Hornos . Las Islas Pitcairn están cerca de la Isla de Pascua .

A medida que se han construido más bases en la Antártida basada en la investigación, una de las del Reino Unido se ha convertido en la Base Antártica Teniente Luis Carvajal Villaroel de Chile.


Historia


 
El presidente chileno Sebastián Piñera y su esposa se reunieron con la reina Isabel II en el Palacio de Buckingham en 2010

Inglaterra jugó un papel importante en la historia de Chile . Según A History of the British Presence in Chile de William Edmundson , 2009, Chile tenía la misma jefa de estado que Inglaterra en el siglo XVI, la reina María I. Cuando se casó con Felipe II , él todavía era un príncipe, por lo que el rey de España, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico , lo nombró a él y a María rey y reina de Chile ., así como de Inglaterra, Irlanda, Nápoles y Jerusalén. María se convirtió en tal desde su matrimonio en 1554 hasta la coronación de su esposo como Rey de España en 1556, cuando Chile pasó a formar parte de las posesiones de los españoles. Aunque no hay constancia ni evidencia que sustente la afirmación de que Felipe fue nombrado 'Rey de Chile', aún permanece como anécdota conocida en el país.

A lo largo del período colonial chileno, los buques de guerra británicos en tiempos de guerra, corsarios ocasionales y, en tiempos de paz , piratas británicos y coloniales , forajidos, en riesgo de ser ejecutados por partes neutrales, hostigaron a las ricas autoridades españolas en Chile saqueando sus barcos. En tiempos de paz, los barcos comerciales privados de ambos imperios traían bienes de necesidad mutua. Las fuerzas británicas y mapuche se aliaron para deponer el dominio español en el país. Gran Bretaña ayudó a los chilenos en la lucha por la independencia en la década de 1810, encabezada por Lord Cochrane. El Almirante Británico Lord Cochrane fue el primer comandante de la Armada de Chile que luchó en la Guerra de Independencia de Chile.y cinco buques de la Armada de Chile han sido nombrados en su honor.

A principios de la década de 1910, Gran Bretaña vendió un acorazado súper acorazado Almirante Latorre a Chile. Aunque retenido por la Royal Navy durante la guerra, el barco fue entregado después y sirvió como buque insignia de la Armada de Chile durante muchas décadas a partir de entonces. En la era moderna, la Armada de Chile y la Royal Navy mantienen una estrecha relación con una ex fragata británica Tipo 22 y tres Fragatas Tipo 23 en servicio chileno.

Durante la Guerra de las Malvinas en 1982, con el conflicto del Beagle aún pendiente , Chile y Colombia se convirtieron en los únicos países latinoamericanos en abstenerse de votar en el TIAR (al igual que Estados Unidos y Trinidad y Tobago ). Chile proporcionó al Reino Unido información limitada pero significativa. Sir Lawrence Freedman describe en detalle la posición chilena en su libro The Official History of the Falklands Campaign.