Integrantes de la Compañía de Ingenieros N 9 del EA. Bahía Fox, Gran Malvina.
domingo, 17 de noviembre de 2024
miércoles, 13 de noviembre de 2024
jueves, 7 de noviembre de 2024
martes, 24 de septiembre de 2024
Arribo del RIMec 25 a las islas
Arribo a las Islas Malvinas en el 1982, hace más de 41 años, para cumplir un sueño.
El domingo 11 de abril de 1982, domingo de Pascuas de Resurrección llegábamos a Puerto Argentino. A la mañana temprano, nos despedimos del 2do jefe del Regimiento de Infantería 25 en Colonia Sarmiento, Chubut, mayor Carlos Cáceres y los capitanes Hernan Garay, Fernando Alberto Isturiz, Eduardo Jesús Olmos, Raúl Antonio Sevillano, Alberto Mario Xifra, los Tenientes primeros Guillermo Sanguinetti, Fernando Palacios, el Teniente Bari Sosa del Valle Sosa y yo nos embarcamos en un camión Mercedes Benz, creo que 1113 rumbo al aeropuerto de Comodoro Rivadavia "Gral. Enrique Mosconi".
En el aeropuerto de Comodoro Rivadavia había un movimiento inusual de maquinas y aviones de todo tipo, militares y civiles. Bastante complicado por la cantidad de pasajeros, cargas y todas las operaciones en ejecución. Nosotros no figurábamos en ningún documento o registro y menos en las listas de embarque, o sea la situación para poder salir rumbo a las deseadas islas se complico.
Pero allí apareció el espíritu de supervivencia del Infante, soldado argentino y gracias a Dios, los oficiales que estaban a cargo del embarque eran dos profesores de la Escuela Superior de Guerra, jefes de grupo del Curso Básico de Estado Mayor, movilizados como nosotros, de la cual éramos alumnos de 1er año. Creo que eran el Teniente Coronel, comunicante Carlos Washington Reveand y el Teniente coronel, zapador, Naredo José Cot. Con ellos hablamos y les dije que el Jefe del Regimiento Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín nos esperaba ese día para impartirnos la orden de operaciones para nuestro despliegue en su Unidad y posterior cena de Pascuas. El Capitán Olmos agregó que el Jefe nos esperaba ayer y que no pudimos embarcar en ninguna aeronave y el capitán Isturis reafirmó lo dicho por una conversación radial que había tenido ayer con el Mayor Carlos Maria Vergara ,oficial de operaciones del Regimiento 25 y a cargo de la 2da jefatura en Puerto Argentino, quien le había dicho que no solo nos estaban esperando, sino que nos necesitaban lo más rápido posible.
Los oficiales de embarque ante tanta insistencia y viendo que en un Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas preparado para el traslado del personal había lugar, nos embarcaron. En el viaje los pasajeros, oficiales, suboficiales y soldados íbamos sentados en el suelo con lo cual se triplicaba la cantidad de personal a transportar.
Y de esa manera empezamos a vivir el sueño de la GESTA DE MALVINAS.
Así arribamos al Aeropuerto de las irredentas Islas Malvinas. Aproximadamente pasado el mediodía, allí nadie nos esperaba, ni nadie sabía que llegábamos. Cada uno con su armamento y equipo individual de combate, pistola 9mm, casco, bolsón portaequipo (que había sido embarcado como equipaje en la bodega del avión) y otros elementos necesarios para la contingencia que allí comenzaba, en este nuevo escenario. Escenario tan diferente para nosotros, Capitanes, alumnos de la Escuela Superior de Guerra y Técnica del Ejército Argentino, que una semana atrás estábamos cursando nuestras respectivas carreras de Oficial de Estado Mayor (Garay, Fernando Alberto Isturiz, Olmos, Sevillano y Yo.) y de Ingeniero Militar (Xifra).
El aeropuerto de las Islas se encontraba bastante congestionado y saturado con personal y cargas. Tuvimos que esperar que desembarcaran los bolsos portaequipo y los entregaran por nombre y apellido, lo que tampoco fue fácil.
Allí también usando la astucia de años de milicia y contactados con el personal de ejército y fuerza aérea responsables de operar el aeropuerto, logramos subir a las 14.30 horas a un camión Unimog 416 del Regimiento 25, recuerdo que a ordenes del Subteniente de Intendencia Antonio Agustín DUARTE, que no tuvo tiempo para dudar si nos podía llevar o no, y para los deseos de todos iniciamos nuestro traslado al Puesto de Comando Principal del Teniente Coronel Mohamed Ali Seineldín, el “Turco”.
La casa de las antenas era el lugar donde estaba en ese momento las instalaciones del Puesto de Comando del Regimiento de Infantería 25 que tenía la responsabilidad de la defensa de todo el perímetro de Puerto Argentino y en el ex cuartel de los Infantes de Marina Británicos en Moody Brook, estaba el comandante de la Brigada de Infantería 9 General Américo Daher, otro paisano del Turco.
La casa de las antenas era en donde se encontraba el sistema de investigación de la meteorología, cartografía, oceanografía, de información y prensa británicos en las Islas. Allí estaban los teletipos que permanentemente recibían la información periodística de los medios de la corona, por eso había muchas antenas. Era un galpón bien pertrechado con distintas oficinas en su interior donde se instalo la jefatura de la Unidad. Tenía un predio de 1 hectárea aproximada y a su alrededor se instalaron carpas logísticas para los servicios y el rancho. En aquel lugar tenía su Puesto de Comando el Teniente Coronel Seineldín y hacia allí nos llevo el Unimog del Aeropuerto.
Nos presentamos al Jefe de Regimiento que estaba escuchando marchas militares y tomando un mate cocido. Él saludó a cada uno con afecto y un fuerte abrazo que hiso crujir las costillas a los no preparados o pocos conocedores de los modales y conductas del “Turco”. Pero luego de darnos de comer, a las 17.00 hs, nos mandó a presentarnos al General Daher para que el nos diera los destinos, pese a que la orden era “movilizados al RI 25”. Así era nuestro Jefazo, no quería que le cambiaran sus oficiales que él había formado para esta ocasión. Nosotros ante la duda cumplimos la orden y embarcamos otra vez todo el bagayo de soldados y partimos al cuartel de Moody Brook, a presentarnos al General Daher.
En el viaje de ida, era de día y así pudimos ver la ciudad desde la avenida costanera o principal, Ross, la Catedral Anglicana, Iglesia de Cristo, el arco de huesos, la pro catedral Católica, Santa María, el monumento al combate naval de la primera guerra mundial la casa del Gobernador y el cuartel de los Royal Marines en Moody Broke.
Cuando pasamos por la primera iglesia sin saber que era protestante, paramos y nos bajamos a agradecer a Dios nuestra presencia en las Islas. Estaba abierta y nos recibe muy afectuosamente el Rector RP Harry Bagnall, nos invita a pasar, nos espera que en forma individual recemos y a la salida, creo que Isturiz le pregunta cuantos años tenía la Catedral y el RP rector nos dice que la Iglesia Catedral de Cristo se inauguro en 1892 , diseñada por Sir Arthur Blomfield y construido en 1890 - 1892 de ladrillo y piedra local en el sitio de la iglesia de la Santísima Trinidad, que fue destruida por la bajada de turba que destruyó parte de Stanley en 1886. El interior también es básico; de madera, vidrieras vitrales y almohadones diseñados para representar diferentes aspectos de los más vistos por los feligreses locales. Además tiene unos vitrales que reflejan la historia de las islas Malvinas. Xifra le dice que nos teníamos que ir entonces muy rápidamente Harry nos dice que fue consagrada en 1892 que es la catedral anglicana más meridional del mundo. Por último yo le pregunto que era el monumento de huesos que estaba al frente y nos dice, es un arco de huesos de los maxilares de dos ballenas azules para conmemorar el centenario de la ocupación británica en las Islas Malvinas en 1933. Luego nos da la mano a cada uno de nosotros y nos invita a volver cuando queramos.
Continuamos el viaje viendo las casas frente al mar, de ladrillos, piedras y maderas pintadas de colores claros. Después pasamos despacio por la Iglesia Católica Santa María, que estaba cerrada, era más chica de madera y techos de chapa. Luego vimos la casa del Gobernador y el monumento en memoria de los caídos en una batalla naval el 8 de noviembre de 1914, frente a las islas en la Ira GM, una especie de pirámide con un Galeon en la punta. Y así llegamos al cuartel de los Marines en Moody Brook o Arroyo Caprichoso en español.
Allí el General nos recibe sin entender nada ni saber qué hacer, muy amistosamente nos da la bienvenida y nos agradece la visita que le hacíamos y que no era necesaria. Nosotros le dijimos que el tenia que destinarnos, se rio y dijo si lo estábamos cargando, porque ya veníamos destinados al RI 25 y allí debíamos estar. Después de reírse otro poco lo llama a nuestro jefe y muy sutilmente le dice que le devuelve el paquete que era de él y a las 19.30 hs aproximadamente nos despacha con sus vehículos a la estación meteorológica puesto de comando del Regimiento 25.
En el regreso de 5 km aproximados, de noche con la ciudad iluminada, veníamos comentando que el problema era que el Turco como no quería cambios en el ROL de Combate, nos enviara de regreso al continente.
El “Turco” en su libro, Malvinas un Sentimiento (pag 97) cuenta que el My Vergara le dice que recibirán refuerzos movilizados y él le dice si sabia quienes eran, “mi temor era que existiera una desigualdad en el nivel de instrucción y en el grado de motivación espiritual con el resto de los soldados.” El My le dice que solo conoce algunos nombres y les da los de los seis capitanes de la promoción 100, nosotros. El Tcnl dice “estos datos me tranquilizaron conocía a cada uno de los Capitanes y estaba seguro de la idoneidad de cada uno de ellos”.
Al llegar al Puesto de Comando nos encontramos con el Teniente 1ro Julián Nicolás Julian Lamas y el Subteniente de Arsenales Sergio Gustavo Schirmer , los que nos contaron la preocupación del Jefe para ubicarnos en el ROL de combate del Regimiento.
Entonces como yo, que con mi compañía de Patricios, la “D” Suipacha, le había servido de enemigo para los ejercicios que él hacía en el 78 como jefe del equipo especial de comandos, Halcón 8 y era entonces el más relacionado de los seis movilizados, decidimos que fuera el interlocutor válido para charlar con él y convencerlo para que nos deje en su ROL de combate.
El Tte 1ro Julian Lamas nos alojo en una oficina de la Estación meteorológica y a las 21.00 hs aproximadamente, yo me fui a charlar con él. Primero recordamos viejas épocas, escuchando música de bandas militares Argentinas y alemanas en un grabador portátil que había llevado, y tomando una sopita, caldo. Me mostró la Bandera del Regimiento que nos acompañaría en el combate, su sable de oficial y el Rosario que llevaba en su cuello, me regalo uno que me coloco como una condecoración, y me pregunto si lo quería acompañar a rezarlo, así lo hicimos y a partir de ese día todos los días de la GESTA.
Me conto entonces parte de la operación Rosario, su encuentro con el Gobernador y otras vivencias de Malvinas. Eran como las 00.30 horas y no me hablaba de nuestros destinos, entonces le pregunte que pensaba hacer con nosotros y los otros oficiales que habían llegado ese día, se puso un poco tenso y parándose me dijo que no había lugar para todos nosotros porque la unidad estaba completa. Entonces le pregunte por el ROL de combate, se puso más tenso, empezó a armar su cama en el piso y a buscar en su portacartas que tenia colgada en un clavo de la pared y con la energía que lo caracterizaba saca un documento que era la organización para el combate de la unidad. Y me muestra en la carta la distribución en el terreno del Regimiento para la defensa del aeropuerto que tenía prevista. Lo leo y noto que el oficial de operaciones era en realidad 2do jefe en Malvinas y oficial logístico, que no había oficial de operaciones e inteligencia, que el Jefe de la compañía de Servicios era el auxiliar del logístico, que en el Faro no había un oficial a cargo, que estaba por formarse una compañía de infantería en Colonia Sarmiento con soldados de la clase anterior y que no tenia oficiales, y otros detalles no importantes pero que me permitieron hacerle una propuesta , completar la plana mayor con oficial de operaciones, de inteligencia y logístico, armar una reserva , completar la compañía a movilizar y poner un jefe a la fracción del faro. Me miro mientras daba vueltas a la mesa con cara de pocos amigos, pero me sonrió y me dijo ya esta, usted y el Cap Fernando Alberto Isturiz se quedan conmigo uno como oficial de inteligencia y otro como oficial de operaciones, el Cap Xifra como auxiliar logístico del My Carlos Maria Vergara , el Cap Hernan Garay con la reserva a formar y allí podemos poner a uno de los Ttes 1ro (fue Guillermo Sanguinetti ), al Cap Olmos al faro y al Cap Sevillano a buscar la compañía a Colonia Sarmiento como jefe de la misma con el otro Tte1ro (Palacios) y al Tte Bari Sosa con Miguel Angel Macchi .
Me convido con un mate cocido y me preguntó que me parecía, con mi mejor cara de guerra y mientras me quemaba con el mate escuchando la marcha Ituzaingó, le dije Brillante, había logrado el objetivo de quedarnos en el Regimiento con él lo que era un verdadero Honor por estar a las ordenes de un auténtico maestro. Le hice algunos comentarios sobre la situación del continente y la alegría de la gente por la recuperación de nuestras Islas y me dijo que tenía que descansar. Me pare, me puse el casco lo salude militarmente, me dio otro abrazo y me dijo, no será fácil, conozco bien a los piratas y se vendrán con todo, mañana les daré a cada uno un rosario y me regalo una estampita de la virgen del Rosario que aún conservo.
Mis compañeros estaban despiertos cuando llegue a la oficina dormitorio y saltaron de alegría por la solución del problema, ya éramos oficiales del Bravo 25.
lunes, 19 de agosto de 2024
La guerra de los helicopteristas (2/2)
E𝐧 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚: 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐦𝐛𝐚𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐢𝐥𝐨𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐡𝐞𝐥𝐢𝐜ó𝐩𝐭𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐌𝐚𝐥𝐯𝐢𝐧𝐚𝐬, 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐯𝐞𝐭𝐞𝐫𝐚𝐧𝐨 (𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲 2)
Por Horacio Sánchez Mariño- (Horacio Sánchez Mariño es coronel (R) del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas)
Nos juntamos y salimos de la zona en fila india agarrados de los cinturones. Voy adelante mirando el piso en busca de las Belougas. Llegamos a la zona donde se queman los helicópteros y vemos un caos de gente corriendo de un lado para otro. Los helicópteros se empiezan a poner en marcha. Al pasar, el Picho me dice que, en cuanto pueda, me viene a buscar. Nos sentamos en el suelo con mi tripulación sin hablar.
Nos enteramos de cómo respondieron el ataque nuestros soldados con sus fusiles. Con el tiempo leo, el libro de nuestro atacante, Jerry Pook. Su narración es exacta, salvo por pequeños detalles: “Ahora, iba por el Huey, el último blanco no dañado. Infortunadamente, su camouflage era el mejor, imposible de verlo hasta que ya era demasiado tarde en el ataque, por lo que debía estimar un punto inicial cada vez. Enfurecido, por lo tanto, había comenzado a tirar cuando podía ver el movimiento del rotor justo a un lado, muy tarde para corregir mi puntería. Fuera de mi llamado inicial, la acción fue desarrollada en silencio de radio. Sin embargo, luego de mi segundo o tercer intento de agarrar al Huey, hubo un brusco llamado de Mark Hare: “Green Two fue alcanzado”.
A partir de allí, Pook ordena poner rumbo al norte, a todo motor, frustrado porque el Huey se le escapó. “Sin embargo, tiempo después descubrí que había conseguido hacerle algunos impactos, causando daño en las palas del rotor”, dice al contar el vuelo de regreso. Chequea los daños del otro avión y descubre un agujero en el fuselaje por donde pierde combustible. Mark Hare, su numeral Green Two expulsa las bombas que no salieron y anavizan en el Hermes. En el debriefing, son amonestados por haber realizado tantos pasajes, por lo que Pook se queja amargamente de la ignorancia del almirantazgo. Lo enfurece que el almirante, “el gran submarinista” que nunca voló un avión le dijera: “Pienso que la sacó barata”. Más adelante Pook es también acusado por su numeral de ser demasiado arriesgado. El coraje de tu enemigo te honra. Por nuestra parte, los disparos de Pook pegaron en el piso y levantaron esquirlas de piedras que hicieron ocho agujeros en cada pala. El UH fue reparado con un “cemento importado”. Veinte años después, Quique Mior me confesó entre tragos que taparon los huecos con Poxipol. Así volamos hasta el 11 de junio, cuando el AE–418 fue destruido con artillería de campaña en el hipódromo de Puerto Argentino.
Nos volvimos a encontrar con Jerry Pook. El 30 de mayo participa de otra misión donde se convence de que, al final, se quedó sin suerte. En efecto, Pancho Ramírez, su tripulación y yo, con la mía, apoyamos al Regimiento 4 de infantería en un cambio de posición, a eso de las diez de la mañana. La fracción que yo transporto está al mando del subteniente Jorge Pasolli, un duro soldado a quien conocía bien porque estuvimos juntos en la 3a Compañía de Infantería. Al abordar mi helicóptero se produce un diálogo apurado entre nosotros:
—Tucho, guíeme adonde tenemos que ir; sé que es el monte Harriet, pero dígame el punto exacto.
—¡Uff! Yo estaba convencido de que usted sabía el lugar, mi teniente.
Nos miramos sorprendidos, pero nuestras dudas son interrumpidas por un Harrier a unos 300 metros que observamos por la ventanilla. Aterrizamos rápido, Pancho a una distancia prudente, y nos preparamos para el ataque, que no se produce. Afortunadamente, el avión no nos encuentra. El Picho nos ordena regresar a Puerto Argentino y vemos en el horizonte una columna de humo espeso. Pancho me dice que yo me vuelva y él iba a ver qué pasaba. Al llegar a monte Kent, ve un Puma quemándose. Levanta a un herido del Escuadrón Alacrán de Gendarmería Nacional, le salva la vida y 20 años después lo vuelve a encontrar cuando sus hijos se conocen en el Colegio Militar. Pancho es condecorado por esa acción.
Pook fue enviado más tarde a una misión en la zona y, en su merodeo, recibió un impacto de alguna de las fracciones del 4, alrededor de la una de la tarde, por lo que debe regresar al Hermes. A menos de cincuenta millas, el avión ya no responde a sus comandos y debe eyectarse sobre el mar. Afortunadamente, ni bien ingresa al agua, un helicóptero Sea King lo rescata rápidamente. Le queda un dolor en el cuello, pero a la noche, hombre de pocas sonrisas, Pook no para de reír cada vez que cuenta lo ocurrido.
Ese día la flota británica recibe un duro castigo. Escuadrillas de la Fuerza Aérea de A4 B y Dagger, entre los que se destaca el legendario capitán Marcos Carballo, atacan a la flota en San Carlos, especialmente a la fragata Ardent. A la tarde, dos escuadrillas de A4 Q de la Aviación Naval terminan la tarea iniciada, hundiendo la Ardent. El teniente Márquez muere en la acción; Philippi y Arca son derribados. Rótolo, Lecour y Silvester meten las bombas mortales. Años más tarde, el comandante de la nave, sir Alan West, devenido primer lord del Almirantazgo visita Buenos Aires y se reúne con los pilotos argentinos en La Biela, donde intercambian percepciones de ese episodio. Guerra de caballeros.
John Leeming, piloto de Harrier, alcanza un Skyhawk con sus cañones, el avión del teniente de navío Arca. Este se eyecta sobre el mar, cerca de Puerto Argentino y es rescatado por el Picho Svendsen y su tripulación. Durante 20 minutos, intentan infructuosamente acercarse al piloto hasta que Svendsen riesgosamente mete el helicóptero en el agua. El mecánico Martín San Miguel se para en el esquí y lo saca tomándolo del hombro. Arca se salva; lamentablemente, Leeming fallece seis meses después de la guerra en un choque de aviones.
Un rato después de que nos atacaron, vemos a lo lejos un avión atravesando el valle frente al monte Kent. Pensamos que vuelven a la carga. Sin embargo, es el teniente de navío Owen Crippa que vuela su pequeño Aermacchi en misión de reconocimiento. Llega al canal de San Carlos y se encuentra con la flota en pleno desembarco. Sin solución de continuidad, ataca con sus armas a la fragata Argonaut. Al ras del mar, hace escape y resulta ileso. El esquicio de la flota en el canal que dibuja es un documento histórico formidable que recupera décadas después.
La poca infantería frente al canal hace daño también. La compañía de Esteban, Vásquez y Reyes derriba tres helicópteros en el desembarco, hacen nutrido fuego y se repliegan. Llegan a monte Estancia, donde una escuadrilla de nuestros helicópteros los repliega a Puerto Argentino. El 28 de mayo los llevamos a Darwin. En mi helicóptero vuela otro amigo de la 3a. Compañía, José Vázquez, con sus soldados. Sonríe, me enorgullece su amistad. Vale la pena oír su sobria narración de la campaña. Cuando empieza a hacer frío en monte Kent, alrededor de las cinco de la tarde, vemos aproximarse un helicóptero. Es el Picho que vuelve a buscarnos. Entre sonrisas, me comenta que parece que sobretorqueó el motor. Lo veo exultante y San Miguel me cuenta el rescate que hicieron. ¿Cómo se enteraron del náufrago? “Estábamos volando y oímos la comunicación de Arcas con la Torre”. Bromeamos durante todo el vuelo sin saber que el 21 de mayo se convertiría en un día para recordar.
sábado, 20 de julio de 2024
miércoles, 12 de junio de 2024
¿Cómo se pudo cambiar el curso de la guerra terrestre?
¿Qué pudo haber hecho un general argentino enfrentando la situación de la defensa de Puerto Argentino?
En su momento, el periódico británico The Guardian hizo público una denuncia en un editorial titulado "Veinte años después", señalando que el público británico solo pudo acceder a información que se les negó hace dos décadas hasta el año 2002. Después de este largo período de silencio, el almirante Sir John Woodward, comandante de la Fuerza de Tarea enviada por Margaret Thatcher para recuperar las Islas Malvinas, reveló a los periodistas de The Guardian, Jeevan Vasagar y Alex Bellos: "Ganamos la guerra con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos se rindieron, las pérdidas británicas estaban aumentando y estábamos a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si hubieran resistido una semana más, la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia política reciente".
Woodward también recordó haber enviado un mensaje desesperado a las fuerzas de tierra el 6 de junio de 1982, advirtiéndoles que el grupo aeronaval bajo su comando estaba "exhausto". Estas revelaciones coinciden con las afirmaciones de otros altos mandos militares británicos, quienes sostienen que la guerra de Malvinas distó mucho de ser el "paseo" que ciertos propagandistas del tatcherismo pretendían. En una entrevista realizada en 1996 en Londres, uno de los coroneles que comandó el Regimiento 2 de Paracaidistas (2 Para) respaldó esta tesis, señalando que si el alto mando argentino hubiera resistido una semana más, las tropas británicas hubieran enfrentado un colapso logístico.
Las revelaciones del almirante Woodward son especialmente relevantes al conocerse ahora lo que escribió en su diario durante esos días de junio: "Estamos al borde del abismo: si los argentinos nos soplan en la nuca, nos mandan al fondo. A lo mejor les pasa lo mismo: espero que así sea porque de otra manera nos espera una carnicería".
Julián Thompson, líder de los Royal Marines durante la guerra, expresó: "Si hubieran esperado un poco más, seguramente no hubiéramos podido responder de la misma manera". En efecto, a finales de 1981, debido a una crisis interna, Gran Bretaña había decidido vender sus dos portaaviones y retirar del servicio sus grandes buques de desembarco, lo que la dejaría sin capacidad para realizar operaciones anfibias a gran escala. La Royal Navy se reduciría a una fuerza de defensa costera.
El general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas terrestres británicas en Malvinas, afirmó que sin los portaaviones y los grandes barcos anfibios, no habrían podido enfrentar a la Fuerza Aérea Argentina ni llevar a cabo un desembarco terrestre de manera profesional con sus tropas. Además, en mayo de 1982, Argentina estaba programada para recibir una entrega de veinte misiles Exocet de Francia (a pesar de su caos económico, el gasto militar era alto), pero en abril, durante la ocupación de las islas, solo contaban con cuatro. El misil Exocet y el avión Super Etendard formaban un sistema ofensivo diseñado para atacar buques, una tecnología avanzada en ese momento y que aún se mantiene operativa en la actualidad.
Nos podemos hacer la pregunta de qué faltó hacer en tierra para devolver a los soldados británicos a sus barcos. Como general argentino estacionado en las Islas Malvinas con suministros limitados y enfrentando ataques terrestres a posiciones fijas propias, la situación ciertamente presentaría desafíos importantes. A continuación se presentan algunas estrategias que potencialmente podrían cambiar la dirección de la guerra en estas circunstancias:
Fortificación y defensa
se debió priorizar la fortificación de posiciones defensivas para
resistir los ataques terrestres enemigos. Mejorar los sistemas de
trincheras, búnkeres y fortificaciones para brindar cobertura y
protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería
enemigas. Implementar tácticas de defensa en capas para crear obstáculos
y perímetros defensivos que obliguen al enemigo a exponerse al fuego
defensivo.
- Identificar posiciones defensivas clave: evaluar el terreno e identifique posiciones defensivas clave que ofrezcan ventajas naturales, como terrenos elevados, cuellos de botella y áreas con buena visibilidad y campos de tiro. Priorizar la fortificación defensiva de estas posiciones para establecer fortalezas que puedan dominar el área circundante y negar al enemigo objetivos estratégicos.
- Mejorar los sistemas de trincheras: mejorar los sistemas de trincheras existentes y establecer otros nuevos para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Construir trincheras con patrones en zigzag para minimizar el impacto del fuego enemigo y crear múltiples capas de defensa. Reforzar las zanjas con sacos de arena, movimientos de tierra y otros materiales para aumentar su durabilidad y resistencia.
- Establecer búnkeres y puntos fuertes: construir búnkeres y puntos fuertes fortificados para que sirvan como centros de comando, puestos de observación y posiciones de apoyo de fuego. Construye búnkeres con hormigón armado y acero para resistir los bombardeos aéreos y los bombardeos de artillería enemigos. Coloca ametralladoras, armas antitanques y equipos de francotiradores en posiciones fortificadas para proporcionar campos de tiro superpuestos y apoyo mutuo.
- Crea obstáculos y perímetros defensivos: coloca obstáculos como alambre de púas, zanjas antitanques y campos minados para impedir el movimiento del enemigo y canalizar su avance hacia zonas de muerte. Establecer perímetros defensivos alrededor de posiciones clave con campos de fuego superpuestos y sectores de responsabilidad entrelazados para evitar la infiltración y el cerco del enemigo.
- Utilice cobertura y ocultación natural: aproveche las características naturales como colinas, crestas y vegetación para proporcionar cobertura y ocultación adicional para las posiciones defensivas. Camufle trincheras, búnkeres y fortificaciones para mezclarse con el terreno circundante y minimizar el riesgo de detección por parte del reconocimiento enemigo.
- Implementar defensas antiaéreas: instalar defensas antiaéreas como misiles tierra-aire, armas de fuego y sistemas portátiles de defensa aérea (MANPADS) para protegerse contra las amenazas aéreas enemigas. Coloque baterías antiaéreas en ubicaciones estratégicas para proporcionar cobertura de espacio aéreo superpuesto y disuadir los ataques aéreos enemigos en posiciones defensivas.
- Establecer nodos de comando y control: establecer nodos de comando y control dentro de posiciones defensivas para coordinar el movimiento de tropas, dirigir los activos de apoyo de fuego y comunicarse con los cuarteles generales superiores. Equipe los centros de comando con equipos de comunicaciones, mapas y pantallas de inteligencia para facilitar el conocimiento de la situación y la toma de decisiones en tiempo real.
Movilidad y flexibilidad
Mantener la movilidad y la flexibilidad en las operaciones
defensivas para evitar que el enemigo se afiance o explote las
debilidades en las posiciones defensivas. Se debió utilizar reservas y
unidades de respuesta rápida (comandos e infantes de marina) para
contrarrestar los intentos de avance del enemigo y reforzar los sectores
críticos bajo ataque. Realizar retiradas tácticas cuando sea necesario
para consolidar las líneas defensivas y preservar la mano de obra. Algo
que fue recalcado en acción los por los comandos del EA y por el mismo
Capitán Robacio que solicitó que las tropas que estaban en el capital se
movilizaran a las trincheras para combatir.
- Creación
urgente de unidades de respuesta rápida: Establecer unidades de
respuesta rápida compuestas por infantería altamente móvil, apoyadas por
vehículos blindados ligeros (AML-90) y elementos de reconocimiento.
Estas unidades deben estar estacionadas en ubicaciones estratégicas en
toda la isla para reaccionar rápidamente ante los intentos de avance del
enemigo o para reforzar sectores críticos bajo ataque. Sobre todo puede
alimentarse de tropas ya probadas en combate y descansadas.
- Fuerzas de reserva: mantener fuerzas de reserva que puedan desplegarse rápidamente para reforzar las posiciones de primera línea o explotar oportunidades de contraataques. Estas reservas deben mantenerse preparadas y coordinar sus movimientos en función de la evolución de la situación táctica y la evaluación de las amenazas.
- Postura de defensa ágil: se podía adoptar una postura de defensa ágil que permita la asignación flexible de fuerzas en función de los movimientos e intenciones del enemigo. En lugar de comprometer todas las fuerzas en posiciones defensivas estáticas, mantenga una reserva de tropas capaces de realizar operaciones de defensa móviles, incluidas maniobras de flanqueo y contraataques.
- Artillería móvil: desplegar unidades de artillería móviles equipadas con obuses autopropulsados o piezas de artillería remolcadas para brindar apoyo de fuego a las posiciones defensivas en toda la isla. Estas unidades de artillería deben ser capaces de desplazarse rápidamente para evitar la detección y el fuego de contrabatería enemigo, manteniendo al mismo tiempo la capacidad de brindar apoyo de fuego preciso y oportuno a las unidades comprometidas.
- Operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo: utilizar operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo para realizar ataques profundos detrás de las líneas enemigas, interrumpir las líneas de suministro enemigas y capturar objetivos clave. Despliega fuerzas de operaciones especiales y unidades de infantería aerotransportadas mediante helicópteros o aviones de transporte para llevar a cabo misiones de reconocimiento, incursiones y sabotaje contra zonas de retaguardia enemigas.
- Retiradas coordinadas: cuando se enfrente a una presión enemiga abrumadora o posiciones defensivas insostenibles, realiza retiradas coordinadas para consolidar las líneas defensivas y reagrupar las fuerzas en posiciones más defendibles. Utilice la movilidad y la flexibilidad para ejecutar retiradas tácticas mientras mantiene el contacto con el enemigo e inflige bajas mediante emboscadas y acciones dilatorias.
- Redespliegue estratégico: se pudo mantener la capacidad de redistribuir fuerzas estratégicamente entre diferentes sectores de la isla en función de las amenazas cambiantes y los requisitos operativos. Utilice activos de movilidad como aviones de transporte, helicópteros y lanchas de desembarco anfibio para trasladar rápidamente tropas y equipos a las áreas de mayor necesidad.
- Explotar las características naturales: explota el terreno accidentado y las características naturales de las Islas Malvinas, como colinas, valles y acantilados costeros, para crear oportunidades para defensa móvil y tácticas de emboscada. Usa camuflaje y enmascaramiento del terreno para ocultar movimientos y sorprender al enemigo con contraataques inesperados o maniobras de flanqueo.
Contraataques y emboscadas
Se pudo aprovechar el conocimiento local del terreno para lanzar contraataques y
emboscadas contra las fuerzas enemigas. Identificar líneas de
suministro enemigas vulnerables, rutas de comunicación y áreas de
retaguardia para ataques selectivos que interrumpan las operaciones y la
moral del enemigo. Utilizar tácticas de ataque y fuga para infligir
bajas y desmoralizar a las tropas enemigas mientras conserva sus propios
recursos.
Reabastecimiento y refuerzo
Establecer rutas de suministro alternativas y redes de apoyo logístico
para garantizar el flujo continuo de suministros esenciales, municiones y
refuerzos a las posiciones de primera línea. Se pudo utilizar
lanzamientos aéreos desde helicópteros o aviones desde el continente,
misiones clandestinas de reabastecimiento y logística encubierta
nocturna para evitar los bloqueos enemigos y mantener la preparación
operativa.
Coordinación con activos navales y aéreos
Se pudo coordinar estrechamente la labor con activos navales y aéreos argentinos para
proporcionar capacidades de apoyo de fuego, reconocimiento e
interdicción en apoyo de las operaciones terrestres. Utilizar fuego y
ataques aéreos y tácticas de bloqueo aeronaval para interrumpir los
movimientos del enemigo (tal como se intentó en sus casos extremos con
los Hercules bombarderos y los Pucará torpederos), reforzar las
posiciones defensivas y mantener el control de las vías marítimas de
aproximación críticas.
Mantener la moral y la disciplina
En todo momento se debe fomentar un sentido de camaradería, moral y
disciplina entre las tropas para mantener la resiliencia y la
determinación frente a la adversidad. Proporcionar servicios adecuados
de descanso, recreación y apoyo para mantener la moral y la eficacia en
el combate. Implementar una disciplina y un liderazgo estrictos para
garantizar la cohesión y la unidad de esfuerzo en la defensa contra los
ataques enemigos. Asimismo, se debía acceder a pleno a los recursos
alimenticios civiles de la población kelper (sobretodo, el abundante
ganado ovino presente en el territorio).
Tácticas de guerra urbana
Finalmente, si el avance británico se tornaba indetenible, entonces
enfrentar la posibilidad del combate urbano en Puerto Argentino. Si se
defiende áreas urbanas o
urbanizadas, se debe emplear tácticas de guerra urbana para maximizar la
ventaja
defensiva. Utilizar edificios, calles y otras características urbanas
para crear obstáculos y puntos de emboscada para las fuerzas enemigas.
Llevar a cabo combates cuerpo a cuerpo y combates callejeros para negar
al enemigo el control de infraestructuras y áreas urbanas clave. La
infraestructura mayormente hecha de madera no brindaba un buen escenario
para la creación de escombros y estructuras de cobertura y protección,
pero es una alternativa que podía ser explorada.
Guerra psicológica
También se pudo explotar y aprovechar las tácticas de guerra psicológica para socavar la moral y la resolución del enemigo. Utilizar propaganda, desinformación y engaño para sembrar dudas y confusión entre las filas enemigas. Explotar factores culturales, lingüísticos y psicológicos para crear divisiones y disidencia dentro de las fuerzas enemigas.
En conclusión, se debía enfrentar dificultades abrumadoras en una situación defensiva en las Islas Malvinas lo cual requeriría una combinación de ingenio táctico, resiliencia y determinación para resistir los ataques enemigos mientras se buscan oportunidades para recuperar la iniciativa y cambiar la dirección de la guerra.
lunes, 10 de junio de 2024
jueves, 23 de mayo de 2024
lunes, 13 de mayo de 2024
jueves, 14 de marzo de 2024
martes, 12 de marzo de 2024
miércoles, 6 de marzo de 2024
Gran Malvina: El choque entre Duarte y Hamilton
Enfrentamiento entre Comandos
El 10 de Junio de 1982, ya casi sobre el final de la guerra, al norte de Puerto Howard en la isla Gran Malvina se produjo un enfrentamiento entre una patrulla de la Compañía de Comandos 601 del Ejército y una patrulla del S.A.S. (Special Air Service), al mando del capitán Gavin John Hamilton. En el Conflicto del Atlántico Sur, el Ejército participó con las Compañías de Comandos 601 y 602.
El teniente primero José Martiniano Duarte, los sargentos Eusebio Moreno y Francisco Altamirano, y el cabo Roberto Díaz, presentían que algo ocurriría.
Duarte: “De regreso a Puerto Howard veníamos muy sigilosos y cuando empiezo a dejar una pared de piedra a la izquierda escucho una comunicación de radio en inglés del otro lado de las piedras. Me paro y le hago señas a Moreno tocándome el oído. Retrocedimos y nos sacamos las mochilas. Moreno toma una granada, le saca el seguro y yo le tomo la mano para detenerlo. En una fracción de segundo pensé todas las posibilidades. Pero resultó ser la patrulla del capitán Hamilton (jefe del Escuadrón 19 del S.A.S).
Veo a un soldado arrastrándose hacia nosotros, era morocho con bigotes y tenía un pasamontaña verde oliva que me resultaba familiar (era de la Infantería de Marina Argentina y que lo habían tomado en las Georgias). Me asomo y les grité (en inglés): ¡argentino o inglés (…) Salgan con las manos en alto!).
El hombre pega un salto al costado y nos dispara una ráfaga con su fusil automático AR15. Entonces Moreno tira la granada y empieza el combate. Fuego de un lado y del otro, nos tiran una granada que cae muy por detrás nuestro.
Durante el enfrentamiento cae herido de muerte uno de ellos; en un momento veo que salen hacia mi flanco izquierdo, eran dos, nos tiraban y se movían hasta que uno de ellos se desploma (era el capitán Hamilton), y cuando el otro corre para ocupar una nueva posición y lo ve al jefe desplomarse, tira el fusil, levanta los brazos y se pone a gritar como loco, en una clara señal de que se había rendido.
jueves, 15 de febrero de 2024
Condecoración: Mayor Oscar Ramón Jaimet (RIMec 6)
Mayor OSCAR RAMÓN JAIMET - RI MEC 6 - EA
Desempeñarse con acierto, valor y templanza como Jefe de la Reserva de la Agrupación Puerto Argentino, particularmente durante los combates librados a partir de 9 d junio. Logró impulsar a fracción ejecutando acciones sacrificadas que posibilitaron el repliegue ordenado de importantes efectivos propios. Encabezó contraataques a fuerzas enemigas numéricamente superiores, para retirarse entre los últimos en cumplimiento de órdenes expresas.martes, 13 de febrero de 2024
lunes, 5 de febrero de 2024
miércoles, 24 de enero de 2024
martes, 16 de enero de 2024
miércoles, 10 de enero de 2024
Malvinas: Menéndez, su hijo, los soldados muertos y sus cenizas en las islas
La relación de Menéndez con su hijo en la guerra, los soldados muertos y por qué sus cenizas descansan en Malvinas
Fue el gobernador militar de Malvinas en 1982. El tiempo demostró que también fue víctima de la improvisación de la Junta Militar empujada por la euforia popular por la recuperación de las islas que se había hecho sentir en la Plaza de Mayo. Su preocupación por los soldados y su última voluntad
Por Adrián Pignatelli || Infobae
La fotografía registró para siempre un instante. Entre el sábado 24 y el lunes 26 de abril de 1982 llegaron a las islas los efectivos de la III Brigada, unos 3500 hombres. En distintas tandas, lo hizo el 5, uno de los regimientos que la integraba.
El 25 comenzó su traslado a Puerto Howard, en la isla Gran Malvina. En la pista del aeropuerto, con un viento infernal, entre cajas con armamentos y municiones apiladas sin un orden, vehículos que se cruzaban, helicópteros que llegaban y partían, soldados que se agachaban y besaban la pista, no todos repararon en el encuentro entre el general Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de las islas y un joven subteniente de 26 años, integrante de la segunda sección de la Compañía C, su propio hijo.
El superior no está teniendo una conversación paternal o una emotiva bienvenida: reprende al subalterno por no tener abrochado el casco. El destino quiso que padre e hijo combatieran en Malvinas. Ninguno de los dos imaginó que, décadas después, sus cenizas serían esparcidas allí.
Mario Benjamín, santafecino, nacido en Chañar Ladeado, tenía 52 años cumplidos el 3 de abril y era general de brigada. Mario Benjamín, correntino, había egresado en noviembre de 1980 como subteniente, y el Regimiento 5, con asiento en Paso de los Libres, era su primer destino.
Hubo un tercer integrante de la familia en la guerra: el teniente Eduardo Sabin Paz, aviador de Ejército, casado con Marta Ofelia, la hija mayor de Menéndez. Era jefe de la sección compañía de helicópteros de asalto B.
La tradición familiar del nombre Mario Benjamín comenzó con el papá del general, un médico clínico que en 1930 se había radicado en Chañar Ladeado. Desde 1991 el hospital local, del que fue su director, lleva su nombre.
Cuando el plan de recuperar Malvinas era manejado por muy pocos, el general Menéndez había sido llamado a una reunión reservada con el general Leopoldo Galtieri. Entonces, Menéndez era el jefe de operaciones en el Estado Mayor de Ejército.
Galtieri le adelantó a Menéndez el plan de recuperación, que lo pensaban poner en práctica para fines de mayo, y que su decisión, aprobada por la Junta Militar, era que fuera el gobernador militar. El general lo abrumó a preguntas. Quiso saber con qué fuerzas contaría. Le respondió que ese no era su problema, que para desempeñar su tarea, una vez recuperadas las islas, contaría con el apoyo de uno 500 hombres.
Quiso saber cuál sería el papel de la Fuerza Aérea y la Marina, pidió conocer los detalles, pero se los negaron. Prácticamente no podía hablar del tema con nadie, solo le encomendaron perfeccionar su inglés, porque lo iba a necesitar.
El 4 de abril viajó a las islas y el 7 asumió el cargo. Su hijo fue destinado a Puerto Howard, bautizado Puerto Yapeyú, un caserío en la isla Gran Malvina, sobre la costa del estrecho San Carlos. Fue la unidad que más sufrió el aislamiento, ya que nunca le llegaron provisiones.
Menéndez entendió que la Junta Militar no había planificado una guerra, porque su estrategia estaba basada en un cálculo errado. Se pensaba que la acción obligaría a Gran Bretaña a negociar. No se pensó en una defensa de Puerto Argentino, si hasta los hombres del BIM 2, que habían participado del desembarco, los hicieron regresar al continente.
“Imprevisión e improvisación”, son las palabras que usaría el resto de su vida para describir lo que había ocurrido.
Los que lo conocieron, describen al subteniente Menéndez como una persona frontal, siempre decía lo que pensaba. Solía llevar a sus compañeros cadetes que vivían en Buenos Aires en su Fiat 600 amarillo. En Puerto Yapeyú, era uno de los que cubría la primera línea del frente al norte.
Cuando a la mamá del joven subteniente le llegó la falsa noticia de que su hijo había muerto en combate, llamó a su marido, el propio gobernador de las islas, pidiéndole precisiones. “Es un soldado más, no puedo saber más que eso”, le respondió el militar que desconocía si era cierto lo que estaba escuchando. Cuando terminó la guerra y el hijo regresó, la mujer, que no había tenido más noticias, al verlo se desmayó.
Los problemas en las islas eran serios: la superioridad aérea y naval enemiga hizo que el aprovisionamiento de armamento, municiones y sobre todo alimentos a los hombres que estaban desperdigados en distintas posiciones en las islas, fuera una tarea imposible. Y que todo, inevitablemente, terminaría en una derrota.
El desembarco inglés en San Carlos obligaba a realizar una acción ofensiva, ya que los manuales de guerra indicaban que una prolongada acción defensiva llevaría a una derrota. El 9 de junio el general Daher y los coroneles Cervo y Cáceres viajaron a Buenos Aires a presentarle a Galtieri un plan, que ellos denominaron “Operativo Buzón”, que incluían a paracaidistas arrojándose en San Carlos, con acciones coordinadas con fuerzas de tierra y aéreas, a llevar adelante el día 12 de junio. Pero Galtieri lo desechó, lo consideró demasiado arriesgado. Dijo que la Armada había hecho su sacrificio con los muertos del Crucero General Belgrano, que la Fuerza Aérea había hecho lo suyo y recomendó que los soldados salieran de sus trincheras y contraatacasen.
Menéndez evaluó que prolongar la guerra solo provocaría más muertos y decidió parlamentar por un alto el fuego. El 14 de junio se firmó el acuerdo. Pidió quedarse acompañando a la tropa. Pero que esa fue una de las pocas condiciones que los británicos rechazaron.
Lo dejaron prisionero un día en el puesto comando de la X Brigada. Luego lo llevaron al Fearless, un buque plataforma usado en el desembarco en San Carlos. Una de sus lanchas había sido destruida por la aviación argentina durante los ataques a Bahía Agradable. Este barco navegó, con Menéndez a bordo, entre Puerto Argentino y el Estrecho de San Carlos.
Posteriormente fue alojado en el St. Edmund, un buque de transporte de tropas. Menéndez llegó a Puerto Madryn el 14 de julio y junto a efectivos de la Fuerza Aérea voló en un 707 hasta El Palomar.
Se lo quiso hacer ingresar casi en secreto en la guarnición en Campo de Mayo. Corría el rumor de que venía pero que las autoridades militares quisieron que fuera de incógnito y que el plan era llevarlo a otro lado. Como familiares de soldados se agolparon en los alrededores, armaron vallas. Pero cuando su hija María José apenas lo vio, las saltó y corrió a su encuentro. Y todo se desbordó.
Lo subieron al auto y lo llevaron a la casa familiar.
Volvió dolido porque no lo habían dejado estar con sus hombres. Sus allegados dicen que desde ese instante hasta que murió sus pensamientos giraron alrededor de los 649 caídos.
Muchos de los que decían ser sus amigos, dejaron de frecuentarlo.
Se dedicó a dar charlas sobre Malvinas. Aceptaba todas las invitaciones, sabiendo que las preguntas que se le harían serían críticas y que habría reproches. La única condición que imponía era de que el diálogo fuera con respeto. En esas exposiciones, en universidades, escuelas y organizaciones intermedias no tenía problema en admitir que, si se volviera a recuperar las islas, había cuestiones que haría distinto.
En 1983 publicó un libro “Malvinas. Testimonio de su gobernador”, que le valió 60 días de arresto. En 2012 fue incluido junto a otros militares en una causa donde se investigaban violaciones a los derechos humanos cometidos en el marco del Operativo Independencia, en la lucha contra la guerrilla en Tucumán, en 1975.
Visitaba a soldados que habían regresado heridos, que se recuperaban en el hospital, asistía a sus casamientos y frecuentaba los centros de veteranos.
Se le había hecho costumbre acudir a la tradicional vigilia del 2 de abril, que desde hace 25 años se celebra en San Andrés de Giles, donde era un veterano más. El primer encuentro no fue para nada simpático, según recuerda el veterano de guerra Alberto Puglielli, alma mater de la vigilia.
Los reproches y cuestionamientos que surgían a borbotones en los veteranos tenían sus explicaciones. Para ellos, en tiempos en que todos le cerraban la puerta en la cara, Menéndez daba explicaciones que ellos tardaron en comprender y en asimilar.
Participaba de los programas radiales “Malvinas la verdadera historia”, que se emitía por Radio 10 y luego en “Malvinas, la perla austral”, por FM Cristal en Giles, y aceptaba las preguntas en vivo de los oyentes.
Falleció el 18 de septiembre de 2015. Tiempo antes, había muerto su esposa, quien había dejado expresas instrucciones de ser cremada. El general, que al principio no quería saber nada con la cremación, cambió de opinión.
La vida quiso que el 7 de noviembre de 2016 falleciera en Corrientes su hijo Mario Benjamín. La guerra lo había cambiado y había dejado el Ejército años atrás.
Y entonces, casi naturalmente, entre los amigos del padre y el hijo surgió una idea: ¿Por qué no llevar las cenizas de ambos a Malvinas?
Lo que en un primer momento pareció una locura, personas del círculo de confianza del fallecido general, que no eran militares, aportaron lo suyo para que los restos mortales pudieran ser ingresados a Malvinas y descansar en las islas.
Según sus allegados, Menéndez siempre se había sentido muy dolido por lo que había sucedido en las islas y alguien lo había escuchado decir que le gustaría que llevaran sus cenizas allí.
Se aprovechó uno de los tantos viajes. Los nombres de los que llevaron las cenizas se mantienen en estricta reserva así como los pormenores de la operación. Ellos se encargaron de esparcirlas en tres puntos del archipiélago: la Casa de Gobierno de Malvinas, donde Menéndez residió y donde colgó un cuadro de José de San Martín en el lugar estaba el de la reina Isabel II; el cementerio de Darwin y el Monte Longdon, donde se libró una de las batallas más cruentas de la guerra, donde murieron 42 soldados argentinos y 23 británicos.
Los kelpers reaccionaron entre la incredulidad y la indignación. Aseguraron que de haber pedido permiso, no habría habido ningún impedimento. Para quienes tuvieron la idea de cumplir esa última voluntad, no tenía sentido pedir autorización en una tierra que es argentina, y en la que padre e hijo, que se llaman igual, descansan para siempre