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jueves, 1 de agosto de 2024

La rajadura en la pared ¿Qué tendría que haber ocurrido para que la operación Rosario cumpliera sus objetivos?

¿Qué hubiese tenido que pasar para la operación Rosario cumpliese con los objetivos del Alto Mando argentino?






Para que el plan de ocupación de las Islas Malvinas por parte de Argentina en 1982 hubiese resultado en una resolución diplomática, varias condiciones y factores clave habrían tenido que alinearse de manera específica. Analizaremos estas alternativas y factores desde la perspectiva de febrero de 1982:

1. Respuesta internacional moderada:

  • Estados Unidos y la OEA: Argentina esperaba que, al ocupar las islas, el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y una posición neutral o favorable por parte de Estados Unidos (dada la Doctrina Monroe y el contexto de la Guerra Fría) obligarían al Reino Unido a negociar. Para que esto hubiese sido cierto, Estados Unidos y la OEA tendrían que haber adoptado una postura más conciliadora y menos inclinada hacia el apoyo a Reino Unido.
  • No intervención de la ONU: La Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU tendrían que haber optado por no involucrarse directamente o haber emitido resoluciones llamando a la negociación sin imponer sanciones a Argentina.

2. Respuesta británica menos agresiva:

  • Gobierno británico en dificultades: Si el gobierno de Margaret Thatcher hubiese enfrentado una mayor oposición interna o problemas significativos que hubiesen desviado su atención de las Malvinas, la posibilidad de una respuesta militar rápida podría haber sido menor. Problemas económicos más agudos o crisis internas significativas en el Reino Unido podrían haber disminuido la capacidad de respuesta.
  • Prestar mayor atención al Libro Blanco de la Defensa de 1981 que preveía la baja del servicio de importantes activos de superficie de la Armada Real, con especial énfasis en las fuerzas de desembarco. (ver aquí)
  • Consideraciones logísticas: Si la capacidad logística británica para movilizar una fuerza expedicionaria en el Atlántico Sur hubiese estado limitada por factores técnicos o financieros, la opción militar habría sido menos viable, forzando a una solución diplomática.

3. Preparación y diplomacia argentina:

  • Mejor planificación y comunicación: Una ocupación con mínima resistencia y sin bajas británicas podría haber favorecido una negociación. Además, Argentina habría necesitado una estrategia diplomática sólida desde el primer momento de la ocupación, buscando el apoyo de países clave y presentando su caso de manera convincente en foros internacionales.
  • Negociaciones previas y alianzas: Un trabajo previo más efectivo para obtener el apoyo de países influyentes y construir una red de alianzas diplomáticas y políticas habría sido crucial. Esto implicaría haber cultivado relaciones más estrechas con países de la Comunidad Europea, el Tercer Mundo y potencias emergentes.

4. Condiciones en las islas:

  • Colaboración o neutralidad de los isleños: Si los isleños hubiesen adoptado una postura más neutral o incluso colaborativa (lo cual es improbable dada su fuerte identidad británica), las opciones diplomáticas habrían sido más factibles. La resistencia activa de los isleños consolidó la respuesta británica.
  • Condiciones geopolíticas regionales: En el contexto de América Latina, una menor rivalidad con Chile y una mayor unidad regional podrían haber proporcionado a Argentina un respaldo más sólido para su reclamo.

5. Factores de contención:

  • Evitar provocaciones: Mantener una ocupación pacífica, evitando provocaciones o acciones que pudiesen justificar una respuesta militar por parte del Reino Unido.
  • Respuestas iniciales de bajo perfil: Si el Reino Unido hubiese adoptado una política de bajo perfil inicialmente, Argentina podría haber tenido tiempo para fortalecer su posición diplomática y consolidar su control.

Conclusión preliminar

Para que el escenario de una ocupación argentina de las Malvinas y una posterior resolución diplomática se hubiese concretado, se necesitarían una serie de eventos y decisiones estratégicas altamente improbables en la práctica. Las expectativas argentinas subestimaron la importancia de la reacción británica y el apoyo internacional al Reino Unido. Un enfoque más realista podría haber incluido una preparación más detallada para enfrentar posibles respuestas militares y un esfuerzo diplomático más robusto antes de la ocupación.

Incluso seguir con más detenimiento el Libro Blanco de la defensa británico, que preveía la baja de muchos buques hacia fines de 1982, hubiese sido un gesto de mínima prudencia y paciencia recomendable.

 

jueves, 5 de enero de 2023

Caballo parasitado: Militares británicos apoyan la compra de F-16 para la FAA

¿Aviones F-16 para Argentina?

40 años después de la Guerra de las Malvinas en 1982, Argentina ha vuelto a desatar el conflicto. Sin embargo, el conflicto no se libra contra otro oponente, sino entre potencias extranjeras que ofrecen varios aviones nuevos a la Fuerza Aérea Argentina.

La competencia se inició después del retiro del caza Mirage de fabricación francesa en 2015 debido a restricciones presupuestarias. En los siguientes 7 años desde entonces, Argentina ha estado a la caza de un sucesor, con varias naciones ofreciendo cazas de segunda mano como Jordania y España ofreciendo Mirage F1 o la oferta de Israel de Kfirs modernizados. Y en otros casos, se ofrecen nuevos cazas como el Saab Gripen de Suecia y, el más famoso, el KAI FA-50 de Corea del Sur.


Sin embargo, todos esos aviones no pudieron ser seleccionados debido a un factor común: la influencia británica.






Después de la Guerra de las Malvinas, el Reino Unido impuso un embargo total a todo el material militar para que no llegara a Argentina. Durante el resto del siglo XX, el embargo mostró poco o ningún efecto sobre las Fuerzas Armadas argentinas; sin embargo, cuando las naciones comenzaron a rearmarse en el siglo XXI, Argentina se encontró con opciones limitadas en términos de modernización de su Fuerza Aérea. La Fuerza Aérea se vio obligada a depender de los cazas Mirage y los atacantes A-4 más antiguos, ambos veteranos de la Guerra de las Malvinas.

Estados Unidos incluso mantuvo un embargo de armas a Argentina desde la década de 1970 hasta principios de la de 1990 debido a la asistencia argentina durante la Operación Escudo del Desierto de 1991, donde cometieron un destructor, dos corbetas y un barco de suministro como parte de sus esfuerzos.

Más tarde, en 1998, Argentina sería declarada 'Gran Aliado fuera de la OTAN', la sexta nación del mundo en recibir el título después de Australia, Egipto, Israel, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda. Durante este período, Estados Unidos hizo una oferta para vender 36+6 F-16A/B, desafortunadamente, debido a inseguridades financieras, los argentinos rechazaron la oferta.

Avance rápido hasta 2021. Después de que el Reino Unido rechazó que Argentina pudiera acceder a docenas de aviones debido a sus asientos eyectables Martin-Baker construidos en Gran Bretaña, solo quedaban unas pocas opciones para Argentina. Que incluye al contendiente chino del F-16, el JF-17 Block III. El JF-17 es una empresa conjunta chino/paquistaní diseñada para reemplazar a los cazas más antiguos en la Fuerza Aérea de Pakistán, así como para tratar de competir con el F-16 en el mercado de exportación.

Para los argentinos, el JF-17 parece prometedor, ya que con su precio económico en comparación con el MiG-35 (que los rusos estaban ofreciendo actualmente), parecía la mejor opción. Alrededor de este tiempo, Estados Unidos había designado a un nuevo comandante de SOUTHCOM, la general Laura J. Richardson.

Durante el testimonio del General Richardson ante el Congreso de los Estados Unidos, hizo una solicitud explícita a los Representantes del Comité del Servicio Armado de que los Estados Unidos deberían comercializar agresivamente el F-16 en Argentina para detener la influencia china en el 'patio trasero de Estados Unidos', incluso afirmando que Estados Unidos debería apelar al Reino Unido para que reduzca el embargo y detenga la propagación de la influencia china.

Aquí es donde nos encontramos con el día moderno. Actualmente, Estados Unidos está apelando al Reino Unido para que le permita exportar F-16 a Argentina. La mayoría de los británicos rechazaría inmediatamente la oferta, habiendo dicho eso, aquí es donde el argumento contra Argentina se vuelve miope. Argentina, en un momento u otro, seguirá adelante con la recuperación de sus fuerzas armadas, y aún hoy tiene varios programas de adquisiciones para restaurar las capacidades perdidas. La posición en la que creo es que los británicos deberían levantar, o al menos reducir la severidad del embargo de armas. Si los británicos no levantan el embargo, América del Sur caerá cada vez más bajo la influencia china y rusa.

Naciones como Perú y Venezuela ya están utilizando aviones de combate construidos en Rusia, así como Uruguay y Bolivia considerando cazas ligeros rusos o chinos para reemplazar sus sistemas más antiguos. Al negarle a Argentina su última oportunidad de adquirir cazas de fabricación occidental, el Reino Unido esencialmente ha empujado a Argentina hasta el punto en que tendrá que adquirir equipos de China.

Los argentinos se han resistido durante décadas en su intento de seguir comprando a Occidente, pero se verán obligados a alejarse si el Reino Unido continúa con su duro embargo.

Aquí es donde el Reino Unido tiene una oportunidad: permitir que Estados Unidos exporte el F-16 a
Argentina. Permitir que Argentina acceda al F-16 detiene la influencia militar china directamente en seco.
El F-16 es un caza muy conocido en el Ministerio de Defensa británico, por lo que ninguna de sus capacidades sorprenderá a la Royal Air Force, no se puede decir lo mismo del JF-17 cuyas capacidades son desconocidas por western air. efectivo. El F-16 también ayudaría a fortalecer los lazos entre el Reino Unido y Argentina, ya que el pueblo argentino podría ver al Reino Unido de una manera más “aceptadora”.

No obstante, los políticos británicos tienen la última palabra, y sospecho que algunos pueden ver la amenaza actual de la expansión de la influencia militar china en América Latina como una amenaza común mucho mayor que los desacuerdos del pasado.

domingo, 25 de julio de 2021

Satélites norteamericanos sobre la actividad naval argentina


Guerra de Malvinas - Satelites - CIA y el fondo del mar



El satélite acababa de cumplir su misión sobre Puerto Argentino y sus alrededores, pero, con una velocidad aproximada de 27.500 km/h, tenía menos de cinco minutos para tomar las imágenes requeridas de la Base Naval Puerto Belgrano, la principal de la Armada Argentina.
Por Mariano Sciaroni || El Snorkel


El satélite acababa de cumplir su misión sobre Puerto Argentino y sus alrededores, pero, con una velocidad aproximada de 27.500 km/h, tenía menos de cinco minutos para tomar las imágenes requeridas de la Base Naval Puerto Belgrano, la principal de la Armada Argentina. Algo que se había complicado los días anteriores, ya que un techo de nubes impedía discernir que había amarrado “allí abajo”.
Desde los 400 km. de altura de su órbita baja, enfocó sus cámaras de alta resolución a las coordenadas 38º 53`33``S y 62º06`16``O y procedió a tomar las imágenes pedidas. Misión cumplida.
Nadie lo había visto venir, menos lo habían visto marcharse.


***
Poco tiempo después, las imágenes se encontraban en el National Photographic Interpretation Center (o Centro Nacional de Interpretación Fotográfica), un departamento de la CIA que dependía de la poderosa Dirección de Ciencia y Tecnología y que se encontraba integrado por analistas civiles y militares de todas las fuerzas.



No era la primera vez que se tomaban imágenes satelitales de la base naval. La CIA mantenía (y mantiene) una constante vigilancia sobre los enemigos, en ese tiempo los países del Pacto de Varsovia, pero a los aliados o afines, mejor también controlarlos. A finales de la década del `70, había aumentado, por alguna razón, el reconocimiento satelital sobre la base y sobre otros puntos de interés militar en Argentina y, en general, en el Atlántico Sur.



(1) y (2) Dos imágenes satelitales de Bahía Blanca y la Base Naval Puerto Belgrano, obtenidas por la cámara de mapeo de un satélite espía norteamericano KH-9. La de la izquierda fue obtenida el 4.1.1979 por el KH-9 misión 1214-5 y la de la derecha el 30.3.1979 por la misión 1215-5.






Imágenes de la cámara panorámica son complementadas, en misiones de reconocimiento militar, por imágenes de alta resolución de la cámara principal. Fuente: U.S. Geological Services – desclasificación año 2002

No había habido demasiada suerte, sin embargo, en los últimos días. Nubes. Complicaban todo. Pero este 28 de mayo la meteorología resultaba más favorable y las imágenes revelaban las siluetas de los buques. Y allí estaban casi todos los buques de la Armada Argentina.


“BUQUES CAPITALES DE LA FLOTA ARGENTINA SE ENCUENTRAN EN LA BASE NAVAL PUERTO BELGRANO...BUQUES PRESENTES INCLUYEN AL PORTAAVIONES 25 DE MAYO (CV) SIN AVIONES EN LA CUBIERTA DE VUELO…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE GUPPY (SS)…UN SUBMARINO DE ATAQUE CLASE 209 (SS) EN DIQUE SECO…UN DESTRUCTOR MISILISTICO-HELICOPTERO TIPO 42 (DDGH), UN DESTRUCTOR MISILISTICO CLASE GEARING FRAM II (DDG), UN DESTRUCTOR CLASE SUMNER (DD), UNA FRAGATA LIVIANA FRANCESA TIPO A-69 (FFG), CINCO BARREMINAS COSTEROS CLASE TON (MSC), Y NUMEROSOS AUXILIARES.”
La Armada Argentina se encontraba mayormente en puerto: el portaaviones, uno de los destructores tipo 42 y dos viejos destructores norteamericanos, uno de los avisos franceses y otras tantas embarcaciones.
Lo más interesante, sin embargo, eran los submarinos. Había un Tipo 209 en dique seco y un “Guppy” (genéricamente, un submarino de la Segunda Guerra Mundial con mejoras hidrodinámicas y en ciertos sistemas de a bordo) amarrado.
El “Guppy” no podía ser otro que el ARA Santiago del Estero, que la inteligencia había perdido a fines de abril, cuando desapareció subrepticiamente de su amarradero habitual de la Base Naval Mar del Plata. Realmente un misterio, ya que el submarino se consideraba inactivo desde el año anterior, sin posibilidades de sumergirse y menos de ir a una guerra.
Nadie sabía, entonces, el estado operacional del Santiago del Estero. Y, sabiendo que sería preguntado sobre ello, el analista no tuvo más que agregar en su memo que:


“NO SE PUEDE DETERMINAR EL ESTADO OPERACIONAL DEL SUBMARINO GUPPY”


Desde el 30 de abril que Estados Unidos no tenía mayores problemas en pasar la información satelital recibida al Reino Unido.


La vital información recogida no fue la excepción y, con alguna lógica demora, cruzaba el Atlántico y llegaba al Cuartel General de la flota británica en Northwood.


Buena información para las dos Fuerzas de Tareas coloniales en el sur. Especialmente útil para los submarinos del Almirante Peter Herbert, la Fuerza de Tareas 324. El oficial responsable comenzó a preparar un informe de inteligencia actualizado y, apenas terminado y aprobado, se subió al satélite.


***
Había tres satélites espías estadounidenses (de reconocimiento por imágenes) en órbita. Los británicos no tenían esa capacidad, así que necesitaban apoyarse en su aliado.
Un HEXAGON/KH-9, lanzado el 11 de mayo de ese año, que tenía el problema de que el film debía ser eyectado hacia tierra, donde era recuperado en vuelo cerca de Hawai y, desde allí transportado en avión hacia el continente.



Los dos KENNAN/KH-11 eran los más modernos del mundo. La información era pasada encriptada y en tiempo real a una estación en tierra, y estaba en condiciones de ser analizada en cuestión de minutos. El KH-11/4 había sido desviado de su órbita sobre la Unión Soviética a principios de abril y estaba haciendo casi todo el trabajo.





(3) Gráfico de la órbita baja del KH-11/4, modificada a principios de abril de 1982 para cubrir Malvinas y áreas de interés en Argentina. Había sido lanzado el 3 de septiembre de 1981 desde la Base Aérea Vandenberg en California


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Los satélites de reconocimiento eran complementados con la información obtenida de la violación a las comunicaciones “seguras” de la Armada Argentina.
Había habido algunos problemas a mediados de abril, cuando los argentinos cambiaron el código, pero ello fue rápidamente solucionado (pareciera que alguien en Argentina se puso nervioso al leer un artículo del 15 de abril del New York Times que dejaba entrever que las comunicaciones eran interceptadas)


Es que las máquinas Crypto AG de dotación de la fuerza no eran mayor traba para la CIA. Es más, se decía que la NSA (National Security Agency o Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) tenía “acciones” en esa empresa y, por tanto, la llave para leer los mensajes en clave. Una copia de esa llave estaba en poder de la CIA.


Algunos funcionarios norteamericanos pareciera que se jactaron demasiado de ello, y el 9 de junio, William J. Casey, Director de la CIA, tuvo que amenazar con acciones penales para los involucrados en difundir “el secreto”. El código fue nuevamente cambiado por los argentinos, y nuevamente roto por la CIA.


Obviamente, ayudaban al panorama también los amigos de por acá cerca y los que estaban demasiado cerca, más aún.


Sin embargo aún con todos esos recursos, el Joint Intelligence Committee (JIC), el comité conjunto del Reino Unido que organiza a todas las agencias de inteligencia, tenía un panorama confuso acerca de los buques que se consideraban más importantes (y peligrosos) de la Armada Argentina: el portaaviones ARA 25 de Mayo y los submarinos.


Al portaaviones Northwood lo situaba, en las primeras horas del 28 de mayo, en las cercanías del Cabo Blanco, al sur del Golfo San Jorge.


El submarino HMS Spartan estaba cerca de allí, tratando de ubicarlo, pero no lo había logrado. El comandante del buque, James Taylor, así como Chris Wreford-Brown, en el HMS Conqueror (a 320 millas náuticas al Este del Cabo Blanco y sirviendo de zaguero para cualquier intento de rompimiento) se preguntaban si la información de inteligencia, generalmente buena, estaba acertando esta vez.



(4) Portaaviones ARA 25 de Mayo en la Base Naval Puerto Belgrano. Fotografía tomada en junio de 1979, durante el Operativo Unitas XX. Fuente: Department of Defense, EE.UU.


Con los submarinos argentinos la situación era peor aún.


El 21 de abril el ARA Santiago del Estero había salido de su apostadero. Pocos días después, el espionaje británico (gracias a los norteamericanos) se había percatado de esta situación y buscaba desesperadamente conseguir información acerca del estado operativo de la unidad. Algo que no se había logrado ¿Estaría camino a la Isla Ascensión, listo para atacar a las unidades logísticas?
Asimismo, inteligencia informaba el 26 de mayo por la tarde que el ARA Salta tenía problemas en sus tubos de torpedos. Nadie sabía si estaba en el mar o no el 28.


El ARA San Luis, se afirmaba para el mismo 26, estaba definitivamente en patrulla, posiblemente en camino hacia el norte del Estrecho San Carlos. El 28 se dudaba de su posición, o en Puerto Belgrano o en el mar, no quedaba a nadie claro ello.


Las piezas faltaban en el rompecabezas.


***

Casi a las 9 de la noche del 29 de mayo, a unas 300 millas al Este de Isla de los Pingüinos, en medio de un clima horrendo y un mar agitado, surgió de las profundidades del mar un artefacto que podría describirse como un florero de lata diseñado por un artista kitsch.


El mástil AYH, si bien tenía algunos cristales defectuosos, no captó señal electrónica con grado de peligro alguno, lo que pudo ser corroborado por el operador en el equipo MAE UA4 del HMS Conqueror.


Con el reaseguro que no había nadie emitiendo en el área, pronto emergieron otros apéndices, entre los que destacaban un periscopio y una antena de comunicaciones.


Durante 7 horas se mantuvo en plano periscopio y con los apéndices extendidos. El submarino tenía, desde hace más de un mes, problemas para recibid comunicaciones, algo que se había exacerbado luego de dañar el mástil con hielo cerca de Georgias del Sur. Sin embargo, esta vez la culpa no era de la antena o del satélite (también norteamericano) sino del equipo de clave, que tenía un mal día.

(5) Submarino HMS Conqueror regresando a su base, luego de Malvinas. Fuente: Ministry of Defense, Reino Unido


Seis reportes recibidos. Entre ellos COR 430 informaba a la Fuerza de Tareas 324 (los submarinos) que la Armada Argentina se encontraba en Puerto Belgrano o en las cercanías de Bahía Blanca. La información de inteligencia se hacía más clara.
El HMS Spartan repitió para la misma hora el procedimiento y recibió también la señal COR 430. Sus equipos electrónicos UAB eran más modernos y sensibles, pero tuvo más cuidado de exponer apéndices, ya que solo estaba a 90 millas náuticas del continente. El radar AN/APS-128 de un EMB-111 Bandeirante Patrulha (de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina) que había detectado hacía unas horas le recordaba el peligro de ser demasiado indiscreto. Apenas bajada la información del satélite, volvió a las profundidades.
Los restantes submarinos británicos formalmente asignados a la FT 324 estaban desperdigados en el Atlántico Sur. El HMS Onyx y el HMS Courageous recién estaban penetrando latitud 35º S y arribando a la “Grilla CORPORATE”, el HMS Splendid estaba saliendo de ella (por problemas insuperables en uno de sus Turbogeneradores) y el HMS Valiant ya tenía bastantes preocupaciones operando dentro del Estrecho de Le Maire.

Northwood movió las áreas de patrulla y de responsabilidad de las unidades submarinas para adecuarse al nuevo escenario proporcionado por inteligencia: el portaaviones estaba en puerto y, sin Grupo Aéreo Embarcado en cubierta, era dudosa una pronta zarpada. El ARA Santiago del Estero estaba amarrado, así como uno de los Tipo 209 (se estimó era el ARA Salta – quizá por los problemas en los tubos de torpedos anunciados), en dique seco
Las contingencias a enfrentar eran menores ahora para los submarinos. La certidumbre ampliaba la libertad de acción. Buena información, en el momento justo. Un satélite que hizo la diferencia.


Ni KENNAN ni HEXAGON fueron decisivos. Tampoco lo fue el quiebre de las comunicaciones cifradas argentinas. Pero la guerra es un partido de póquer, y si el contrincante puede mirar nuestras cartas, no importa la buena mano que tengamos, el otro siempre podrá jugar en sus términos.


A 30 años del conflicto, vale la pena recordar las ventajas ajenas y las falencias propias. De esa forma, resaltan aún más el coraje y la entrega de nuestros marinos, soldados y aviadores.


***


Agreguemos un par de datos más.

El ARA Santiago del Estero, que no tenía sonar ni posibilidades de sumergirse desde 1981 (es decir, no podía combatir en forma alguna), había sido trasladado desde la base de submarinos en Mar del Plata hacia Puerto Belgrano, donde fue camuflado entre dos cargueros. Se hicieron algunas operaciones de “velo y engaño” para intentar confundir respecto el estado operativo del submarino, lo que parcialmente se logró.

EL ARA San Luis estaba en Puerto Belgrano desde el 19 de mayo, habiendo arribado luego de una patrulla de 39 días, en la cual debió permanecer 864 horas en inmersión. Los diversos problemas mecánicos que se fueron suscitando durante el combate (ya que atacó y fue atacado) hicieron que debiera ingresar a dique seco, donde fue observado por el satélite.



(6) ARA San Luis a poco de arribar a la Base Naval Puerto Belgrano, luego de su patrulla de guerra. Detrás, se aprecia el portaaviones.

El ARA Salta estaba en el mar desde el 21 de mayo, haciendo pruebas de torpedos y evaluando ciertas falencias del buque. Pero, principalmente, generando incertidumbre en la flota británica. Efectivamente, desde el día 23 tenía problemas con los tubos lanzadores. Recién tomó puerto el 29 de mayo.

El ARA 25 de Mayo no salió de Puerto Belgrano después de ingresar allí el 10 de mayo. Su Grupo Aéreo Embarcado operaba desde bases en tierra. Hubo algunas maquinaciones argentinas para despistar a la inteligencia británica acerca de su paradero, lo que pareciera dio resultado parcialmente.


Pareciera que el ojo del satélite no se equivocaba demasiado.

(7) Documento, “Argentine Naval Combatants”





(8) Documento, “Increased defensive measures”


***





Bibliografía:

  • Casey, William J (Director CIA), Memo en “Unauthorized Disclosures on the Falklands Situation”, 9 de junio de 1982.
  • Freedman, Sir Lawrence “The official history of the Falklands campaign”, Tomos I & II, Routledge, Londres, 2005.
  • National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Argentine Naval Combatants”, 28 de mayo de 1982.
  • National Photographic Interpretation Center (CIA – USA), Memo respecto “Military Forces, Argentina”, mayo de 1982.
  • National Security Council Meeting (Casa Blanca – USA), Minutas de análisis, “South Atlantic Crisis”, 30 de abril de 1982,
  • Taylor, James (RN) - HMS Spartan – “Report of Proceedings”
  • Wreford-Brown, Christopher (RN) - HMS Conqueror – “Report of Proceedings”



jueves, 20 de mayo de 2021

La diplomacia secreta americana contra Galtieri

El viaje del enviado de Reagan para evaluar la salida de Galtieri y su reunión con Pinochet sobre Malvinas: “Que Argentina aprenda la lección”

Mientras la guerra escalaba en las islas y el mundo percibía que en nuestro país no había un liderazgo claro, Vernon Walters llegó en secreto a Buenos Aires y se reunió por separado con los Comandantes en Jefe. La preocupación era que Argentina -según inferían por palabras de Galtieri- se alineara con la Unión Soviética o China a cambio de apoyo en el conflicto. Luego viajó a Chile y se entrevistó con Augusto Pinochet, que le dijo: “Los argentinos se metieron solos en este problema”

Por Juan Bautista Tata Yofre || Infobae


Leopoldo Galtieri, Vernon Walters y Augusto Pinochet

En los primeros días de mayo de 1982, la guerra de las Malvinas escalaba mientras los diplomáticos continuaban analizando la propuesta de las Naciones Unidas y presentando notas ante el Consejo de Seguridad. El 8 de mayo se realizó una reunión en el domicilio particular de Javier Pérez de Cuéllar con los representantes argentinos, mientras Gran Bretaña, a través de una nota al Consejo de Seguridad, justificaba la extensión del bloqueo a las islas. El domingo 9, mientras seguían las negociaciones en Nueva York, las fuerzas británicas iniciaron un nuevo ataque contra Puerto Argentino, y en Buenos Aires se confirmó el hundimiento del navío “Isla de los Estados” y el ataque al pesquero “Narwal”.

De acuerdo a la visión del brigadier Basilio Lami Dozo, cuando estalló el conflicto de las Malvinas el país se partió en dos: uno al Norte del Río Colorado y el otro al Sur. En el primero la vida transcurrió sin sobresaltos. En el otro la población vivió con pasión, intensamente, la guerra. En Buenos Aires la confusión no era menor. Tras el apoyo de los Estados Unidos a Gran Bretaña, el político Francisco Manrique se entrevistó, el 8, con Leopoldo Fortunato Galtieri en la Casa de Gobierno. A la salida explicó que las acciones argentinas por la cuestión de las Malvinas se estaban desarrollando “dentro del mundo occidental” y que “nadie debe, ni puede, suponer el alejamiento de sus valores tradicionales. Nada apartará al país de su ubicación geográfica e ideológica en el mundo”. En sintonía, aunque con más sutileza, Costa Méndez apuntó que los Estados Unidos “se alió con el enemigo, y espero que se rectifique y revise su actuación respecto a América latina”. Sin embargo, las declaraciones más comentadas en esas horas las formuló el ex canciller radical Miguel Ángel Zabala Ortiz para La Nación del 11 de mayo: “Si la Unión Soviética o China, por ejemplo, nos dan su ayuda y quieren contribuir a la defensa de nuestro país, no obstante las diferencias ideológicas, no podremos dudar”.

Los partidos políticos tampoco eran ajenos a lo que estaba sucediendo: en los días previos al domingo 9, la Multipartidaria ofreció viajar a los Estados Unidos para ratificar todo lo hecho por el gobierno militar al ocupar Malvinas, y en Mar del Plata 50.000 personas participaron en un acto en el Estadio Ciudad de Mar del Plata donde juraron públicamente fidelidad a la bandera, bajo los sones marciales de la banda de la Agrupación de Artillería de Defensa 601. Los medios gráficos argentinos estaban repletos de fotos de soldados en las trincheras, aviones, barcos y declaraciones públicas. Entre estas últimas, no faltaron las que realizaron al Diario Popular, el 11 de mayo, Moria Casán, Silvia Pérez, Graciela Alfano, Libertad Leblanc y Luisina Brando. Todas criticaban a la Thatcher por “inescrupulosa, resentida, belicista, loca, bruja” y otros epítetos. “‘Los argentinos hablaron tanto en estas últimas semanas que no entendemos más nada”, dijo Francis Pym. El canciller británico se confesaba particularmente atrapado en saber quién habla en nombre de quién en la Argentina de hoy: “Hay un presidente Galtieri, hay un señor Costa Méndez, hay una Junta, hay generales, hay almirantes.”, publicó el semanario brasileño Veja”, en su edición nº 713 del 5 de mayo.

Ronald Reagan y Vernon Walters en el Salón Oval de la Casa Blanca

El 11 de mayo a las 10 horas se reunieron el Comité Militar y la Junta Militar, en el Estado Mayor Conjunto. Durante las conversaciones los tres comandantes decidieron hacer “un censo o relevamiento de empresas, compañías, entidades financieras, establecimientos de propiedad británica (capitales británicos) para estructurar un sistema que posibilitara el bloqueo de fondos, títulos y demás bienes de esa procedencia, para materializarlo en caso de necesidad nacional.” Costa Méndez –que ingresó más tarde – informó que había recibido sugerencias de dirigentes políticos (no identificados) que aconsejaban convocar a representantes de los partidos políticos para consultarlos antes de firmar o acordar términos de negociación. Seguidamente, el canciller apreció que Gran Bretaña intentaría una ofensiva militar significativa…”. El mismo día, en otro lugar de Buenos Aires, el general de división Juan Carlos Trimarco le confiaba al economista radical Bernardo Grinspun que “Galtieri intentaría seguir adelante con su plan político de perdurar en el poder hasta 1984 y lograr elegirse electoralmente en 1989, todo esto, además, sin dejar la comandancia del Ejército. Trimarco sostuvo que nadie se opondría dentro de la Fuerza.”

Walters entre el presidente Eisenhower y Francisco Franco

“Lenta y ardua negociación en las Naciones Unidas” y “Obstáculos en la gestión de Pérez de Cuéllar” eran los títulos de los dos matutinos más importantes de Buenos Aires, Clarín y La Nación, el miércoles 12 de mayo, día en que Galtieri se reunió con su gabinete. Según relató el Secretario de Hacienda, Manuel Solanet, abrió la reunión el Presidente: “Se está llegando al momento de mayor confrontación de voluntades. No habrá imposición total de una voluntad. El resultado no será diez a cero, eso es imposible ni de uno ni de otro lado. No habrá aniquilamiento. Luego de un gran enfrentamiento bélico, aún mayor que el que hoy tenemos, se alcanzará una solución negociada”. Luego, el presidente Galtieri cerró la reunión pidiendo que se analizara la confiscación de todos los bienes muebles e inmuebles de propiedad británica en la Argentina. Flotaba, en la Sala de Situación de Casa Rosada, “la sensación de que tanto el Presidente como el canciller sobreestimaban las posibilidades argentinas en el plano militar y, consiguientemente, en el diplomático”, opinó posteriormente Manuel Solanet en su poco difundido, pero no menos importante, libro “Notas sobre la guerra de Malvinas”.

Mientras se realizaba la reunión de gabinete en la Casa de Gobierno, sobre el mediodía, casi en las puertas de la Cancillería, fueron secuestrados cuatro periodistas; tres británicos (dejados en Luján) y un norteamericano del Canal 15 de Nueva York (liberado en el Rosedal). Todos fueron abandonados desnudos pocas horas más tarde. No faltaron las explicaciones, ridículas, intentando disminuir los daños a la alicaída imagen del gobierno en el exterior: “Se esperó a que [Juan] De Onis, de The New York Times, se fuera el sábado para decretar la expulsión del periodista estadounidense Jansen.” En realidad, Juan De Onis se fue en un momento providencial. Desde hacía semanas era puntillosamente observado por la Policía Federal porque usaba una máquina “rara” para transmitir información al exterior. La tenía en la habitación del hotel “República”. Era una laptop, con conexión telefónica que ya en esa época usaba The New York Times. Un periodista argentino, amigo de Juan De Onis, fue a su hotel para ver la “máquina” y le avisó del peligro que corría.

Mientras pasaban las horas los EE.UU. enviaron a Buenos Aires a uno de sus funcionarios más conocidos y experimentados en el arte de “la diplomacia paralela, o militar”. No era otro que el general Vernon “Dick” Walters. Desde hacía casi tres décadas el asesor de cinco presidentes, ex subdirector de la CIA y embajador en destinos centrales y, ahora, embajador “at large” de Ronald Reagan, conocía Argentina. En 1958, había acompañado el vicepresidente Richard Nixon a la asunción presidencial de Arturo Frondizi. En 1960 volvió para secundar al presidente Dwight Eisenhower en su encuentro con Frondizi en Bariloche. Luego, durante años entró y salió de la Argentina recorriendo los pliegues de las FF.AA. en “misiones especiales”. En 1982, sostenía que el gobierno de Galtieri era “el más pro occidental de todos los tiempos”, por eso no entendía los deslices que aventuraban una posible alianza o cooperación de Buenos Aires con Moscú. Durante las densas veladas diplomáticas “Dick” ofrecía de vez en cuando algo de alivio cómico, con sus anécdotas sin fin y su conocimiento enciclopédico de varios argentinos tradicionales: “¿Usted sabe la definición de un argentino?: “Es un español que habla italiano, a quien le gusta fingir que es inglés”.

Cable del embajador Esteban Takacs con su diálogo con Walters

Raúl Quijano, el embajador argentino ante la OEA, llamó al general Héctor Iglesias para contarle que un vocero del Departamento de Estado dijo que Haig transmitió a Pym que Gran Bretaña no infringiera una derrota militar total a la Argentina. “¿Cuánto más podemos pelear? ¿Qué hay de la posibilidad de que viaje un enviado norteamericano a Buenos Aires, para intentar una última solución? ¿Será William Clark?” Finalmente, viajó el general Vernon Walters para sondear o analizar el derrocamiento de Galtieri. Más tarde trascendieron detalles de la visita secreta a Buenos Aires en la segunda semana de mayo. Según esos detalles, Walters se entrevistó separadamente con los miembros de la Junta Militar. En sus encuentros, el funcionario norteamericano intentó convencer a los argentinos de la necesidad de continuar negociando. Además, anidaba en las cabezas del gobierno de Washington, algo que con alguna frecuencia había dicho Galtieri en la intimidad: que si la situación lo forzaba pediría ayuda a los soviéticos y los cubanos. En otras palabras, era la teoría de “romper el cerco”. Se le adjudicaba a Galtieri haber dicho a Haig que “el primer deber de cualquier militar, acorralado, es romper el cerco, y la Argentina no dudará en dar ese paso”. “Era importante tratar de disuadirlo de esta acción, si es que la estaba contemplando seriamente”, comentó años más tarde Alexander Haig. El brigadier Basilio Lami Dozo le dijo al enviado norteamericano que los soviéticos “ofrecían equipos militares y asistencia a precios moderados, pero el dinero es sólo parte del precio y la Argentina jamás pagará ese precio”. Anaya por su parte fue más contundente: “No importa lo que suceda; nunca, repito, nunca volvería hacia la Unión Soviética. Traicionaría todos los sentimientos que mantuve durante toda mi vida”. También le interesaba al enviado norteamericano la preocupación de Washington por las deterioradas relaciones a partir de los anuncios de Haig del 30 de abril. En cada uno de los despachos que visitó se encontró con la misma respuesta. Primero, los Estados Unidos debían modificar su actitud y “demostrar la amistad que el gobierno de Reagan dice guardar para la Argentina”. Así salió publicado en La Nación del 14 de mayo. Al mismo tiempo, los jefes militares informaron a Walters, la presunción de que el gobierno de Reagan intentaba desestabilizar al gobierno militar y, entre otras pruebas, se le impuso un listado de contactos del embajador Schlaudeman con políticos argentinos, ya a esa altura críticos con el desarrollo de los acontecimientos.

El 12 de mayo, Costa Méndez y Esteban Takacs conversaron telefónicamente:

CM: “¿Usted sabe que su interlocutor Walters está en Buenos Aires y que anoche conversó con el Presidente? Ayer llegó inesperadamente al mediodía… hoy todavía parece que está acá, pero no ha tomado contacto con la Cancillería.”

ET: Yo tengo la impresión de que el mensajero es el mismo que me anticipó, en el sentido de que ellos no van a dejar que se hunda el sistema interamericano ni la NATO y que en ese sentido, van a hacer todos los esfuerzos. Pero esta es una declaración general, sería bueno saber si realmente están dispuestos a dar alguna señal más concreta.”

En el Día de la Armada, Jorge Anaya pareció enmendar a Vernon Walters: “Adherimos a Occidente, sí, pero a un Occidente que quiere replantear sus pautas, para que la conducta de sus pueblos vuelvan a ser regidas por auténticos principios de libertad, enmarcados en la filosofía cristiana y no distorsionados por espurios intereses económicos”.

“Durante la semana pasada, mientras la Argentina intentaba en vano una solución ecuánime ante el secretario general de las Naciones Unidas, asomó en el ‘frente interno’ una llamada ‘propuesta política para la posguerra’”, relató Jorge Lozano desde su columna de “El Popular”, haciendo referencia al paso de Vernon Walters por Buenos Aires. Y advertía: “Más vale que algunos tripulantes no abandonen el barco en medio de la tormenta. Porque el pueblo siempre repudia a los cobardes y a los traidores. Aunque esta guerra se pierda”.

Encabezado del informe de Vernon Walters sobre su encuentro con Augusto Pinochet

Después de pasar por Buenos Aires, Vernon Walters viajó a Santiago de Chile para encontrarse con el presidente Augusto Pinochet Ugarte. Previamente, almorzó con el canciller trasandino René Rojas Galdames y el embajador de los EE.UU. James Theberge. Para discutir cuestiones bilaterales y el conflicto de las Malvinas. El canciller chileno expresó algunas inquietudes para que sean transmitidas al Secretario de Estado. Entre otras, su molestia por no ser recibido por Alexander Haig y otros altos funcionarios para discutir el conflicto del Atlántico Sur. Sobre Argentina, Rojas Galdames observó que el actual conflicto hacía que la Argentina no sea una amenaza militar inmediata para Chile, aunque eventualmente podía recuperarse después de la guerra y ser “un vecino poderoso y amenazante”.

Foto oficial del encuentro de Walters con Augusto Pinochet

La cita con Pinochet Ugarte se realizó el 13 de mayo de 1982 por la tarde, y posteriormente envió a Washington un “Memorando de la Conversación”:

“El presidente (Pinochet) me dijo que está muy preocupado por la situación de Malvinas. De todas maneras, hay una sola cosa que nos aseguro, Chile no va a tomar ventaja de los problemas de Argentina. Él piensa que los argentinos se metieron solos en este problema por culpa de su imprudencia y agresividad. Él sospecha que si no hubiesen atacado las Malvinas, hubiesen atacado las islas del canal de Beagle. Igualmente, Pinochet ha tomado una posición moderada en este tema. Él no ha respaldado a los argentinos de la manera en que lo han hecho otros países de Latinoamérica pero ha ofrecido recientemente el barco hospital ‘Piloto Pardo’ para sacar a los argentinos heridos. Los ingleses han aceptado dejar el barco ahí pero los argentinos igualmente dijeron que no lo necesitaban. El presidente Pinochet expresó mucha preocupación sobre la ayuda de Perú a Argentina y dijo tener evidencia de un pacto secreto entre Perú, Bolivia y Argentina. Ambos, Perú y Bolivia tienen reclamos territoriales sobre Chile. Dijo que Bolivia no es importante salvo por ser el puente entre Argentina y Perú. Está convencido de que algún día peruanos y bolivianos le pedirán ayuda a Argentina contra Chile para recuperar territorios perdidos en la guerra de 1879. Piensa que Estados Unidos se portó muy bien y que si se hubiera actuado razonablemente, la ayuda de mediación del Secretario Haig se hubiese aceptado. El no condena a nadie pero culpa a los argentinos por su intransigencia en demandar la soberanía de las islas como una precondición de negociación y no el resultado de la misma.

Pinochet me preguntó que había estado haciendo en Argentina, le contesté que no había ido ahí a negociar. Las negociaciones todavía están en manos del secretario de las Naciones Unidas llamado Pérez de Cuéllar. Fui a la Argentina a ver a la Junta con la esperanza de preservar las relaciones de Argentina y Estados Unidos después del incidente Malvinas. Le conté que había estado con todos los integrantes de la Junta y cada uno de ellos me dio su palabra de honor que no recibirían ayuda soviética. Pinochet se mostró incrédulo con respecto a esto. Él piensa que pueden recibir ayuda encubierta a través de un tercero como Cuba o Perú. Pinochet estaba en un estado de ánimo filosófico. Se mostró preocupado sobre qué va a pasar en Chile cuando él deje el gobierno […] Nos desea lo mejor en tratar de encontrar una solución al conflicto argentino-británico pero no cree que podamos encontrar una solución hasta que los argentinos aprendan la lección”. Tras esta “discreta misión”, Walters no volvería a Buenos Aires para dialogar con los mismos interlocutores. Después de 1983 lo haría con funcionarios y militares del gobierno democrático argentino.

jueves, 22 de abril de 2021

Conoce a tu enemigo: Nueva visión estratégica británica

La nueva perspectiva estratégica de Gran Bretaña: la visión de Washington

Ryan Evans || War on the Rocks





Dada mi larga asociación con Gran Bretaña, es difícil no ver la nueva visión estratégica del gobierno de Johnson a través de una lente personal. Hace unos 12 años, llegué a Londres como un nuevo estudiante de posgrado en el famoso Departamento de Estudios de Guerra del King's College London, donde trabajé en un nuevo centro de investigación centrado en el terrorismo. Gran Bretaña y otros países occidentales estaban obsesionados con el terrorismo y la contrainsurgencia. El aumento en Afganistán estaba a solo unos meses de distancia. Aproximadamente dos años después, dejé Gran Bretaña. Al salir por la puerta, la universidad contrató al historiador John Bew para que fuera el subdirector del centro y entablamos amistad. Acepté un trabajo en el Sistema de Terreno Humano del Ejército de los EE. UU. Y pronto me vi asignado para apoyar a la Fuerza de Tarea Helmand dirigida por los británicos. No pude escapar de los británicos, ni ellos de mí. Hice mi granito de arena para contribuir a la campaña liderada por Estados Unidos durante nueve meses y luego regresé a casa. Al año siguiente, se me ocurrió la idea de un podcast que luego se convirtió en la publicación que estás leyendo en este momento. Nuestros tres primeros episodios, que lamentablemente se perdieron hace mucho tiempo, se grabaron todos en Londres. El tercero contó con una conversación con Bew. Hablamos sobre su entonces nuevo libro, una biografía de Lord Castlereagh, quien se desempeñó como ministro de Asuntos Exteriores y de Guerra durante una época de grandes cambios y desempeñó un papel clave en la remodelación del orden europeo y, por extensión, gran parte del orden mundial. en forma de Concierto de Europa.

En la década transcurrida desde entonces, sin dejar de estar alerta al terrorismo, Estados Unidos ya no le permite ser la fuerza impulsora de su política exterior. Desde la administración Obama, y ​​con un éxito desigual, por decir lo menos, Estados Unidos ha tratado de reorientarse fuera del Medio Oriente y reequilibrar sus considerables recursos para concentrarse en una China en ascenso y una Rusia disruptiva. Como describen ahora tantas presentaciones a War on the Rocks y otros medios, vivimos en una era de competencia entre grandes potencias, que habría sido familiar para Castlereagh, así como para el tema de un libro posterior de Bew, Labor Prime. Ministro Clement Attlee.

Poco menos de una década después de que grabamos ese podcast en un pub de Waterloo Bridge, Bew dirigió el grupo de trabajo que produjo la nueva expresión formal de Gran Bretaña del papel que pretende desempeñar en el mundo: Global Britain in a Competitive Age: The Integrated Review of Security, Defence, Development and Foreign Policy.

Yo mantengo los podcasts.

Con un peso de 114 páginas, la estrategia dice muchas cosas (como suelen hacer estos documentos), pero las más significativas son el compromiso de dar forma a un orden internacional abierto y resistente que proteja las libertades humanas, un compromiso más profundo en el Indo-Pacífico, un compromiso reforzado con la OTAN y la seguridad europea, e inversiones audaces en ciencia y tecnología. La estrategia del gobierno de Johnson se ha debatido mucho, a menudo en términos cínicos. Dado el papel destacado del primer ministro en la amarga batalla del Brexit, muchos de sus críticos ven la noción de una Gran Bretaña global y la revisión integrada como poco más que una extensión de la lucha por el Brexit y una hoja de parra de sus fracasos. Más evaluaciones caritativas lo ven como inteligente pero posiblemente inasequible. Otros observadores, después de leer la revisión y su documento complementario,  Defence in a Competitive Age, de 74 páginas, exclaman que estos aumentos en el gasto de defensa no son suficientes para sacar a las fuerzas armadas del Reino Unido de los números rojos en sus compromisos existentes y estar listas para el futuro. futuro de la guerra.

A pesar de mi cariño por Gran Bretaña, he sido un fuerte crítico de sus políticas exterior y de defensa en el pasado, para incluir el Brexit y la inversión insuficiente en el poder militar y especialmente marítimo. Aún así, desde mi posición en Washington, leí la revisión integrada con mucho optimismo. Con estos documentos, Johnson ha puesto a Gran Bretaña en el mismo curso estratégico que Estados Unidos. Desde China hasta la OTAN y el gasto militar, la revisión integrada presagia una relación bilateral más estrecha de lo que ha sido durante mucho tiempo sobre los temas que tanto Washington como Westminster están de acuerdo en que son más importantes. De hecho, al leer la revisión integrada junto con la Interim National Security Strategic Guidance de la administración Biden, me sorprende lo similares que son en su énfasis en la democracia, el refuerzo del orden internacional, la política económica, el cambio climático, el desafío de las finanzas ilícitas y las amenazas. planteada por el autoritarismo en general y China en particular. Ciertamente es cierto que la revisión integrada no debe y, de hecho, no puede separarse del contexto del Brexit, pero esto incentiva a Gran Bretaña a alinearse más estrechamente con las preocupaciones de seguridad de Estados Unidos, y así lo ha hecho. Con Alemania negándose a actuar como la gran potencia que es y Francia más centrada en la "autonomía estratégica", Washington debería ver la revisión integrada de Gran Bretaña como una buena señal que debería fomentarse y alentarse.

Para Gran Bretaña, el cambio más dramático se refiere a China. En una conferencia a la que asistí hace años, un ex alto funcionario de inteligencia británico señaló que si bien la relación de intercambio de inteligencia entre Estados Unidos y el Reino Unido era insuperable, la única cartera a la que no se aplicaba era China. Incluso entonces, mucho antes de que la competencia entre las grandes potencias fuera la consigna del sistema de seguridad de Washington, se consideraba que Gran Bretaña era demasiado mercantilista y, por lo tanto, no se podía confiar en China. Hace apenas seis años que el entonces primer ministro David Cameron visitó Beijing y pidió una “era dorada” en las relaciones bilaterales. Algo ha cambiado: la revista integrada etiqueta a China como un "competidor sistémico", y Gran Bretaña ha estado al frente, enfrentándose a Beijing sobre Hong Kong. No se puede exagerar la importancia de este cambio, especialmente porque llega al núcleo del desafío central al poder y la prosperidad de Estados Unidos.

En el frente del gasto militar, las inversiones anunciadas son considerables: 24 mil millones de libras (alrededor de $ 33 mil millones) más en defensa durante los próximos cuatro años, un aumento del 14 por ciento. Esto no es nada despreciable, pero las microgotas están volando de todos modos. Parte de esto es un gol en propia meta del Ministerio de Defensa. En el pasado, tales estrategias de defensa del Reino Unido incluían inversiones detalladas en la estructura de la fuerza, con números y fechas estimadas para cuando nuevos activos (como barcos) entrarían en la fuerza. Desafortunadamente, estos detalles están ausentes en Defense in a Competitive Age. No tengo ninguna explicación para la omisión y espero que pronto se rectifique. Pero esto no cambia el hecho de que el aumento del gasto anunciado por Johnson se consideraba políticamente imposible en el Reino Unido hace apenas unos años. Y sabemos que estas inversiones aumentarán el tamaño de la Royal Navy y financiarán avances críticos en el poder espacial y el poder cibernético, así como un arsenal nuclear más grande (aunque creo que este último tema quizás haya recibido un poco más de atención de la que merece ). ¿Desearía que Gran Bretaña gastara aún más en defensa? Absolutamente, y deseo lo mismo para todos los miembros de la OTAN, pero hasta que los ministros de finanzas europeos se consideren tesoreros y estrategas en lugar de contables y sumos sacerdotes de la iglesia de la austeridad, esto no sucederá. Aún así, aunque el Reino Unido sufre este mismo problema europeo de gasto, está gastando más que el resto de la OTAN en defensa, además de, por supuesto, Estados Unidos.

Entonces, ¿cómo debería responder Washington a esta situación, una potencia intermedia que se alinea más estrechamente con los intereses, objetivos y visión de Estados Unidos que cualquier otro aliado? Como dijo el ex ministro de Relaciones Exteriores y primer ministro, Lord Palmerston dijo: “No tenemos aliados eternos y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y es nuestro deber seguir esos intereses ". Pero la línea más dramática llegó antes en el mismo discurso:

En cuanto a la noción romántica de que las naciones o los gobiernos están mucho o permanentemente influenciados por las amistades, y Dios sabe qué, por qué, digo que aquellos que mantienen esas nociones románticas y aplican las relaciones de los individuos a las relaciones de las naciones, se están complaciendo en una sueño vano. Lo único que hace que un gobierno siga el consejo y ceda a los consejos de otro es la esperanza de obtener beneficios al adoptarlo o el temor a las consecuencias de oponerse a él.
Es fácil suponer que la “relación especial” durará para siempre, solo puede profundizarse y que, por lo tanto, una alineación más cercana es natural. Pero no tiene nada de inevitable. Sí, Gran Bretaña necesita a Estados Unidos más que antes debido al Brexit. Pero eso no significa que no se juegue nada en esta nueva visión del poder británico, más alineada con la de Estados Unidos al menos desde el final de la Guerra Fría. Y los políticos estadounidenses deberían recordar que una alianza aún más estrecha no es lo mismo que obediencia. La revisión integrada de Gran Bretaña refleja la agencia británica, al igual que cualquier decisión que pueda tomar en los próximos años que se aparte o entre en conflicto con los intereses estadounidenses hará lo mismo.

Johnson ha transformado la política exterior de su país hacia China y está haciendo inversiones reales en la visión de Washington para el Indo-Pacífico mientras se mantiene mucho más firme contra Rusia que Alemania y Francia, las otras dos grandes potencias europeas de la OTAN. Esto es valioso y loable. Debe alentarse y preservarse, primero en el contexto específico de la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido: Gran Bretaña continuará por este camino si protege y promueve su seguridad, prosperidad y poder. Esto significa que es hora de que la administración Biden deje atrás cualquier resentimiento residual hacia los conservadores y Johnson por el Brexit y mire hacia el futuro. Como muchos en Washington, vi al Brexit como una tontería y un desastre. Sacó a relucir una gran cantidad de fealdad y tensión que todavía se está produciendo en Irlanda del Norte, Escocia y otros lugares, pero ahora que ha sucedido, Johnson aprovechó este momento para realizar uno de los grandes cambios estratégicos más importantes en la moderna historia británica. Washington haría bien en hacer que este cambio valga la pena para Gran Bretaña, mucho más allá de los amables discursos y las cálidas lecturas de las llamadas entre Johnson y el presidente Joe Biden. Esto funciona en ambos sentidos: la revisión integrada también le da a la administración Biden algo en lo que retener a Johnson, especialmente en temas en los que el historial del Partido Conservador es débil, como su tolerancia de larga data al dinero ruso que se derrama por Londres. A raíz de las sanciones más duras de Estados Unidos contra Rusia destinadas a golpear al Kremlin donde más le duele, ahora sería el momento de que el Reino Unido aborde esta "financiación ilícita", un término que aparece 12 veces en la Gran Bretaña global en una era competitiva.

En cuanto a cómo elige responder Estados Unidos, no solo Gran Bretaña está mirando. Esto me lleva al contexto más general: otros países observarán cómo Washington trata a una potencia media que está asumiendo algunos riesgos para alinearse aún más estrechamente con Estados Unidos cuando otros aliados y socios en Europa y Asia dudan. Esto le da a Estados Unidos la oportunidad de demostrar algo que a menudo proclama pero que no siempre cumple: un orden mundial abierto, liberal y basado en reglas puede haber comenzado como un proyecto estadounidense, pero es aceptado y apoyado por otros porque proporciona bienes globales e incluso Washington está dispuesto a ser constreñido por las reglas que establece. Con China apuntando hacia la antítesis de un mundo abierto, Estados Unidos debería apoyar esos esfuerzos, aunque tenga cuidado de permitir que la gente tome sus propias decisiones. Gran Bretaña no está haciendo esto simplemente para cortejar a Estados Unidos, sino porque beneficia a Gran Bretaña. Si Estados Unidos puede ayudar a que Gran Bretaña tenga éxito en este sentido, también puede cosechar beneficios en todo el mundo.

miércoles, 8 de abril de 2020

La tensa charla entre Reagan y Galtieri previo al 2 de Abril

Así fue la tensa charla de Galtieri y Reagan a horas de la recuperación de Malvinas, y el extraño papel que jugó Stiuso

El 1° de abril de 1982, después de negarse, el entonces presidente de facto y su par de los Estados Unidos dialogaron por teléfono. Los imperdibles -y tragicómicos- detalles de aquella comunicación, y una de las primeras apariciones del hombre que manejó la inteligencia de nuestro país por años
Por Juan Bautista "Tata" Yofre || Infobae

 

Ronald Reagan y Leopoldo Fortunato Galtieri, actores principales del conflicto por Malvinas

El 1º de abril de 1982, “La Nación” sacó a la calle la edición nº 39.642, tras 113 años de reconocido periodismo. El ejemplar de ese día costaba 5.000 pesos y en la tapa, a cuatro columnas, se leía el título “Agravóse la crisis con Gran Bretaña” y a dos columnas se mostraba una foto de los diarios “The Guardian”, “The Daily Telegraph” y “The Sun” de Londres, en los que se informaba que dos submarinos británicos habían recibido la orden de dirigirse a las Falklands en estado de alerta. “Hacia la batalla. Submarinos nucleares y barcos de guerra navegan para librar la acción definitiva” sostenía “The Daily Telegraph”. Otro título de La Nación fue: “Estados Unidos reiteró que se mantendrá neutral en el pleito” y es acompañado con la foto conjunta de los almirantes Anaya y Hayward, jefe de Operaciones Navales de la Armada de los Estados Unidos. Ya veremos cómo en la conversación entre los presidentes Leopoldo Fortunato Galtieri y Ronald Reagan se diría otra opinión.


El 1º de abril de 1982, a la mañana, el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla concurrió al Colegio Militar de la Nación, del que había sido su director once años antes. Por invitación del general Alberto Carlos Lucena inauguraba un ciclo de conferencias para el cuerpo de cadetes sobre las virtudes militares.


En abril de 2011 me contó que llevaba un rato hablando cuando observó que el director del Colegio se levantaba para atender una llamada urgente en un despacho cercano. Cuando termino la conferencia Videla pasó a otro salón donde se sirvió un “refrigerio” , ocasión en la que el general Lucena en voz baja le preguntó:


-Mi Teniente General ¿usted ha escuchado algo sobre una invasión?


-¿Una invasión? ¿Dónde? No sé nada.


Párrafo del Informe Rattenbach en el que aparece la fecha exacta en que la Junta Militar decidió concretar la Operación Rosario.


Cuando llegó a su casa tenía un mensaje: El general de división Antonio Vaquero, jefe del Estado Mayor del Ejército, vendría a visitarlo a las 20 horas. Con puntualidad castrense, Vaquero se presentó en su living y Videla lo esperaba vestido sobriamente con saco y corbata, impecable. Tras unas palabras Vaquero le dijo: “Mi general, le vengo a informar de una noticia que va a salir publicada en los diarios de mañana. Habrá un operativo conjunto militar y se ocuparán las islas Malvinas. El operativo sufrió un retraso por razones climáticas pero mañana a la madrugada se llevara a cabo”.


Jorge Rafael Videla se quedó helado. A renglón seguido y antes de despedirse, Vaquero le dijo: El teniente general Galtieri me pide si tiene alguna sugerencia que hacerle llegar que me la diga a mí". En segundos pasaron varios pensamientos por la mente del primer mandatario de facto del Proceso de Reorganización Nacional. ¿Sugerencia? ¿Ahora cuando todo está decidido?


Fijó su mirada en Vaquero y solo le dijo: “Que Dios los ayude"


Aparato de grabación a cinta abierta utilizado en la Casa de Gobierno.


Los movimientos de los buques de la Armada Argentina que se dirigían a las Islas Malvinas ya habían sido detectados por el sistema “informativo” de los Estados Unidos. En las primeras horas del 1º de abril, siguiendo el consejo del Departamento de Estado y del Consejo Nacional de Seguridad, el presidente Ronald Reagan llamó a la Buenos Aires para hablar con Leopoldo Fortunato Galtieri. En dos ocasiones se negó a atenderlo. Previamente, consulto a su canciller.

-Galtieri: “¿Qué hago?”


-Costa Méndez: “Mire Presidente, si Brezhnev lo llama a usted, usted no puede negarse, bueno, si Reagan lo llama a usted, usted no puede negarse”.


Años más tarde, Nicanor Costa Méndez dijo que “a las 22.30 el ‘timing’ fue favorable a la intención de Galtieri, porque la comunicación llegó una media hora después de lo que se llama ‘Fail Safe’, el momento en que se interrumpen las comunicaciones con los buques que intervendrían en la invasión y con los submarinos. Era la hora del “no retorno”, ya no había marcha atrás. Como me dijo un alto diplomático de la época, “a Reagan lo ningunearon”.


 
Galtieri y Mario Benjamín Menéndez, comandante de la fuerza que ocupó Malvinas, en las islas.


En la tarde del 1º de abril, Nicanor Costa Méndez sabía que tarde o temprano deberían atenderle el teléfono al jefe de la Casa Blanca. Encargó a su reducido “equipo especial” preparar una minuta sobre lo que debería decir Galtieri durante su diálogo con Reagan. Cerca de las 20 horas le dijo a Roberto “Boby” García Moritán, uno de sus secretarios: “vas a ir vos a la Casa Rosada y vas a ser el traductor”. “Canoro” Costa Méndez debería haber presenciado el diálogo (como lo hará en otras ocasiones) pero no fue: Temía que la situación se volviera incontrolable, como sucedió, o porque él no sería la figura principal de la escena. No lo decía en público pero había problemas de “cartel”.

El Secretario de Embajada “Boby” García Moritán había pasado un día agitado. Por la mañana fue a la cárcel de Devoto a visitar a su amigo Jorge Taiana y, sin mediar explicaciones, no lo dejaron salir. Tuvo que socorrerlo Gustavo Figueroa, la mano derecha de Costa Méndez. Sin embargo, a las 21, con apenas treinta y dos años, entró al despacho del presidente de facto de los argentinos. Lo estaban esperando Galtieri, el almirante Benito Moya y el general Héctor Iglesias. Después de los saludos protocolares, le entregó la minuta.

Galtieri la leyó y luego se la pasó a Moya e Iglesias. Como único comentario escuchó de uno de ellos una frase crítica: “Demasiado suave…ustedes los diplomáticos”. Pocos minutos más tarde observó como entraba un circunspecto coronel de Inteligencia que procedió a conectar un grabador de cinta abierta al teléfono que usaría Galtieri. Realizo su tarea y se retiro del despacho. El joven diplomático pensó que Galtieri tenía un teléfono especial pero no fue así, en ese momento usaba el clásico aparato negro de bakelita que proveía ENTEL. A la hora acordada, un edecán presidencial entró al despacho y dijo: “Señor Presidente, esta lista la comunicación con la Casa Blanca”. García Moritán se paró, levantó el tubo y escuchó del otro lado, en inglés, “¿la traducción la van a hacer ustedes?”. “Yes” respondió el diplomático.

Entonces Galtieri y García Moritán se pararon uno al lado de otro, pegaron sus caras con el tubo en el medio para escuchar, ofreciendo una imagen más proclive a una película cómica que a la gravedad que se vivía.

Después de los acostumbrados saludos de estilo, Reagan dijo que “tenía noticias que la Argentina adoptaría una medida de fuerza en las islas Malvinas” y que está “muy preocupado por las repercusiones que una acción de este tipo podría tener”. Respondiendo, Galtieri hizo una larga exposición sobre los derechos argentinos y la posición oficial al respecto. Viendo que el método que estaba utilizando con el diplomático era tan incómodo como ineficaz, ya que él era más alto y no hablaba correctamente el inglés (tan es así que un mes más tarde, conversando con el presidente peruano Fernando Belaúnde Terry le confesaría que “mi inglés es muy pobre”), Galtieri se sentó en su sillón presidencial y escuchaba el relato de García Moritán y respondía lentamente para dar tiempo a una correcta traducción. Los otros dos jefes militares se limitaron a mirar y escuchar.

En un momento, Reagan dijo que la Primera Ministra británica era amiga suya y que Gran Bretaña era un aliado “muy particular de los Estados Unidos”, y cuando habló de lo que opinaría “la opinión norteamericana” en caso de un enfrentamiento armado, Galtieri se exasperó y levantando la voz y apuntándolo con el dedo le dijo a García Moritán: “Eso no lo dijo…no puede decir eso”. Tras afirmar esto se hundió en un profundo silencio. El Presidente de los Estados Unidos continuó hablando, y Galtieri permaneció pensativo, en silencio. Entonces García Moritán les dice a los jefes militares presentes: “¿Le contesto sobre la base de la minuta?”, recibiendo como toda respuesta un seco “sí”. En pocas palabras, el diplomático terminó conversando con Ronald Reagan, como pudo, ante la mudez de Galtieri. Una vez que terminó el diálogo telefónico, el teniente general Galtieri volvió a reiterar que dudaba de la calidad de la traducción. Mando llamar a los gritos al coronel de Inteligencia que esperaba en la antesala del despacho. “¡Coronel, ponga la grabación!”, ordenó.

El alto oficial rebobinó, mientras García Moritán imaginaba que su carrera diplomática estaba al borde del precipicio. Seguramente pensó en su esposa Lucila y en “para qué carajo me quedé en Buenos Aires, cuando estaba destinado a Ginebra”. Una vez que la cinta volvió al principio, el coronel paró el retroceso. Apretó “Play”, se escuchó “clic” y luego un largo zumbido…y nada más. El oficial de Inteligencia no había ligado bien a los aparatos y nada se había sido registrado. Manteniendo un rictus de pesar, García Moritán vio como Galtieri hacía salir “a salto de rana” a un Coronel de la Nación…una imagen entre patética y humillante que, seguramente, nunca olvidaría. Así comenzaba un enfrentamiento armado contra la tercera potencia militar y tecnológica del planeta.

Ante el accidente, Moya e Iglesias se comunicaron con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y el Servicio de Inteligencia de la Armada (SIN) con una misma pregunta que recibiría una misma respuesta:

-“¿Ustedes grabaron la conversación del Presidente Galtieri con Ronald Reagan?”.

-“No, nosotros no grabamos el teléfono presidencial, y no teníamos orden de hacerlo...”

Días más tarde Galtieri mandó instalar un sistema de grabación de cinta abierta y la SIDE mando al mejor de sus técnicos. Así apareció en escena Antonio Horacio Stiuso, alias “Stiles”, un joven ingeniero en electrónica de treinta y ocho años, que se había incorporado al organismo en los tiempos de la “dictablanda” de Alejandro Lanusse.

Ante la desesperación por la falta de testimonio grabado, los cuatro testigos en el salón presidencial se pusieron a reconstruir la conversación, que fue escrita a mano por el almirante Roberto Benito Moya, jefe de la Casa Militar. García Moritán, con el correr de los minutos, tomó conciencia que algunos pasajes de la conversación no figurarían en la minuta. O que algunas palabras no se ajustaban a la conversación y para un diplomático una coma a la izquierda o a la derecha tiene un valor estratégico. En especial cuando Reagan dijo que la “opinión pública y mundial”, en caso de un enfrentamiento militar, adoptarían una actitud “negativa” con la Argentina. García Moritán no estaba en condiciones de decir ni agregar nada. En la medianoche, ya entrado el día 2 de abril de 1982, volvió al Palacio San Martín donde lo esperaba Costa Méndez y sus principales funcionarios. Relató, espantado, lo que le había tocado presenciar. Cuando terminó, el embajador Gustavo Figueroa le dijo con tono de hermano mayor para aflojar la tensión: “Escribí una minuta de lo que escuchaste para ‘Canoro’”. Al día siguiente, el canciller tuvo las dos versiones en su poder. La versión firmada por el almirante Moya –que también la recibiría el Ministro del Interior, general Alfredo Saint Jean—y la de García Moritán.

 
Margaret Thatcher y Ronald Reagan en Downing Street. El norteamericano respaldó la posición británica (Shutterstock)

Según escribió García Moritan, el diálogo se desarrollo de la siguiente manera:

REAGAN: Le señaló al presidente argentino que tenía noticias que la Argentina adoptaría una medida de fuerza en las islas Malvinas. Con este motivo y muy preocupado por las repercusiones que una acción de éste tipo podría tener, quería señalarle al presidente argentino la preocupación de los EEUU y la necesidad de encontrar una alternativa al uso de la fuerza.


GALTIERI: En una larga, cuidadosa y detallada exposición señaló la posición la posición del gobierno argentino, recalcando la permanente voluntad de negociación que había mantenido.


REAGAN: Indicó la conveniencia de continuar las conversaciones y buscar una alternativa al uso de la fuerza, agregando que tenía noticias que Gran Bretaña contestaría al uso de la fuerza argentino.


GALTIERI: Señaló que la Argentina siempre había estado a favor de una solución pacífica, que la había buscado reiteradamente, y que la alternativa que pedía el presidente norteamericano estaba en el reconocimiento de la soberanía argentina sobre las islas por parte del Reino Unido, agregando que ese reconocimiento de la soberanía debía ser explícito y público.


REAGAN: Indicó que era muy difícil que el Reino Unido pueda efectuar ese reconocimiento. Que los Estados Unidos estaban dispuestos a ofrecer sus buenos oficios para la reanudación de las conversaciones y llevar a una solución. En éste sentido, ofreció enviar a su vicepresidente (George Bush) a Buenos Aires para mantener conversaciones y encontrar una solución negociada a la situación que se plantea. Asimismo en el mismo ámbito de las Naciones Unidas se puede encontrar una fórmula adecuada. En éste contexto, recordó la posición favorable de la embajadora ( Jeanne) Kirkpatrick, que indicó el presidente Galtieri la conoce bien, para trabajar en ese sentido.


Fragmento de la conversación presidencial anotada por el almirante Moya.


GALTIERI: Recordó los 17 años de negociaciones en el ámbito de las Naciones Unidas, señalando las distintas etapas de esa negociación, mencionó las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas y culminó su exposición con la reunión de febrero donde la Argentina presentó una propuesta -que manifestaba el ánimo negociador argentino conforme a las resoluciones del organismo multilateral, que no recibió contestación- con prudencia y paciencia hemos esperado una contestación para encontrar una solución pacífica. Y evitar el desembarco.


REAGAN: Señaló que un conflicto de esta naturaleza repercutiría en todo el hemisferio y crea una situación de grave tensión. Pasó a analizar la relación bilateral, efectuando una mención a la difícil relación durante la Administración Carter y señalando los esfuerzos de la Administración Republicana para recomponer la relación especial que existe hoy, agregando que esa relación especial puede sufrir gravemente.


GALTIERI: Indicó que el gobierno argentino valoraba en toda su dimensión la relación con los EEUU. Señaló que la Argentina no buscó esta situación, que estaba en el espíritu argentino encontrar una solución y que esa solución sólo podía encontrarse si Gran Bretaña reconocía esta noche la soberanía argentina sobre las islas.


REAGAN: Manifestó que era imposible ese reconocimiento en este momento. Volvió a mencionar que el Reino Unido daría una respuesta militar al desembarco. Y preguntó qué pasaría con los dos mil isleños.


GALTIERI: Indicó que el gobierno argentino expresamente daría todas las garantías, mantendrían su libertad, libre albedrío, propiedad, etc., pueden quedarse o emigrar. Ser argentinos o británicos, y pueden emigrar a los Estados Unidos si quieren.


REAGAN: Volvió a señalar que Gran Bretaña estaba dispuesta a dar una adecuada respuesta militar al desembarco. Que así se lo había hecho saber el Reino Unido. Que la señora Thatcher – amiga suya – era una mujer muy decidida y que ella tampoco tendría otra alternativa que dar una respuesta militar. Indicó que será un conflicto trágico con graves consecuencias hemisféricas.


GALTIERI: Indicó que la Argentina no buscó ésta situación y volvió a referirse a los antecedentes y voluntad negociadora del gobierno argentino.


REAGAN: Indicó que debía entender que Argentina mantendría su posición. Agregó que la relación sufrirá gravemente, que la opinión pública norteamericana y mundial adoptará una actitud negativa con la Argentina y el esfuerzo que él mismo había puesto para reconstituir la relación se vería gravemente afectado. Señaló que Gran Bretaña era un amigo muy particular de los Estados Unidos y que la nueva relación que mantiene hoy Washington con la Argentina, después de un largo esfuerzo ante la opinión pública norteamericana, se verá perjudicada.


GALTIERI: Indicó que la Argentina realmente lamentaba esta situación. Su capacidad negociadora y su actitud pacifista tenía un límite. Que se trata de uno de los últimos casos de colonialismo en el mundo y en particular en el continente. Que no llegamos a ésta situación sino después de agotar todas las instancias. Ésta situación no la queríamos crear. Los ingleses no son ni han sido nuestros enemigos. Esperamos que Estados Unidos de todo su apoyo para que ésta situación pueda superarse de la mejor forma posible. Es necesario que Estados Unidos entienda el límite al que llegó la Argentina. Y que Argentina esperaba que EEUU actuara, como amigo de británicos y argentinos para superar la situación actual.


 
Galtieri ante una plaza llena el 6 de mayo, días antes del ataque británico. (Victor Bugge)

Algunos de los párrafos más sustanciales del informe que redactó el almirante Roberto Benito Moya reproducen los siguientes instantes de la conversación presidencial:

REAGAN: Conozco a la Señora Thatcher y sé que es muy decidida, contestará todo acto de fuerza con más fuerza. Sé que éste es un tema muy sensible para Argentina. Nosotros deseamos construir una relación duradera con Argentina, Brasil y México y como Usted sabe tenemos una relación muy cercana con el Reino Unido… estoy también en proceso de acercar los países de Centro América y esto lo hará fracasar.

Sé que ha habido dificultades entre nuestros países, mi predecesor (James Earl Carter) no manejó bien nuestra relación con Argentina, situación que he tratado de cambiar. Si usted procede en su ataque mañana y Gran Bretaña resiste con fuerza, como sé que lo hará, no podrá evitar que mis conciudadanos no posibiliten el mantenimiento de nuestras relaciones. Le pediría a mi vicepresidente que viaje y trate de arreglar esta situación, pero por favor eviten el conflicto.

GALTIERI: Le agradezco pero es tarde, los hechos están lanzados.

REAGAN: ¿Eso quiere decir que siguen adelante con el desembarco?

GALTIERI: Eso quiere decir que la Argentina es una Nación soberana y tiene la libertad de decidir la utilización de sus medios diplomáticos o la fuerza.

REAGAN: Si hay desembarco, habrá resistencia y la violencia continuará.

GALTIERI: Si esta noche Gran Bretaña reconoce nuestra soberanía, el gobierno argentino tiene muy buena voluntad para efectuar la transferencia durante el año 1982.

Fin del diálogo entre Galtieri y Reagan según consta en el informe final de los comandantes sobre el conflicto, que no fue tomado en cuenta por la Comisión Rattenbach. Se pueden observar las firmas de Galtieri, Anaya y Lami Dozo.


 
2 de abril de 1982 en Malvinas, la rendición inglesa tras el Operativo Rosario.

El mismo día, a las 23.30 horas, el brigadier Ernesto Horacio Crespo, jefe de la IV Brigada Aérea con asiento en Mendoza, se encontraba conversando con el comandante de la Brigada VIII de Infantería de Montaña, general de brigada Eduardo Osvaldo Garay, dentro del casino de oficiales. Según me confió, en el marco del libro “1982” que me encontraba escribiendo, a las 23.30 recibió una llamada del brigadier mayor Hellmuth Conrado Weber, titular del Comando de Operaciones Aéreas de la Fuerza Aérea Argentina. “Preséntese en Buenos Aires”, escuchó Crespo. La respuesta fue: “mañana a primera hora viajo”. La orden fue tajante: “Venga ya”.

Señor, hago preparar un avión y voy. ¿Debo llevar ropa? ¿Para cuánto tiempo? Preguntó Crespo. “Para mucho tiempo” le dijo Weber.

Luego de pasar por su casa para buscar un bolso y despedirse de su familia, Crespo se subió a su “E-225” y a las 03.30 de la madrugada del 2 de abril estaba entrando en el edificio Cóndor, luciendo su buzo de vuelo, algo inusual para esos tiempos. Subió al 7º piso donde lo esperaba Weber. Sin muchos miramientos, Weber lo introdujo inmediatamente en tema: “Hay un procedimiento conjunto para tomar las Islas Malvinas y usted se va a hacer cargo del Comando Aéreo Teatro de Operaciones Sur (CATOS). El comodoro (Eric Knut) Andreasen le va a explicar qué y cómo se hizo” (había sido el ayudante del brigadier mayor Sigfrido Martín Plessl, durante la planificación de la “Operación Azul/Rosario”).

-- “¿Por qué se hizo?” preguntó Crespo.

-- Recibiendo como toda respuesta de Weber: “Hay que cambiar el humor social a esta sociedad”.

Después los dos bajaron al 5º piso donde lo esperaba el brigadier general Basilio Arturo Lami Dozo y los más altos jefes de la institución. Cuando estuvo frente a su comandante en Jefe escuchó las misiones que se le tenían reservadas: Control de la frontera con Chile; prevenir una posible irrupción chilena en territorio argentino; apoyar las tareas del general de división Osvaldo García, jefe del Cuerpo V del Ejército; optimizar y fiscalizar el movimiento del aeropuerto de Puerto Stanley (todavía no era Puerto Argentino). En otras palabras, hacerse cargo del despliegue de las Bases Aéreas Militares (BAM).

-Dirigiéndose a Lami Dozo, Crespo preguntó: “Señor, necesito hacer una pregunta”. Luego de ser autorizado dijo: “¿La Fuerza Aérea tiene que intervenir en esta guerra?”.

-“No, es responsabilidad primaria de la Armada” respondió el más alto oficial aeronáutico.

-“¿Qué pasa si Inglaterra manda una fuerza, una flota, para recuperar las islas?”, volvió a preguntar Crespo.

-“La Armada se comprometió a tenerla parada a 180 millas de las islas”, fue lo que dijo Lami Dozo.

-“Creo que vamos a tener que combatir porque el Reino Unido puede mandar una flota y más si vienen submarinos nucleares que van a obligar a refugiarse a los barcos de nuestra Armada”, volvió a opinar, y levantando un poco el tono de voz, a la vez que miró a todos los presentes en general, que no decían nada, volvió a preguntar: “¿Y ustedes le creen a la Armada?”.

Como toda respuesta recibió la orden de que se callara y marchara a su destino en el Sur.