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martes, 2 de agosto de 2022

RIM 7: El contraataque de Wireless Ridge del Teniente Primero Victor Hugo Rodriguez

Con 40 hombres del Regimiento de Infantería 3, el teniente primero Victor Hugo Rodriguez encabezó el contraataque al Regimiento 2 de paracaidistas británicos en la noche del 13 al 14 de Junio. Verdadero padre para sus soldados, que lo admiran y quieren, el "Chuly", fundador de la Asociación Sanmartiniana de Rosario, fue jefe de 24 expediciones a lomo de mula, que llevaron a cinco mil patriotas a recrear el Cruce de Los Andes. Nicolás Kasanzew, quien lo conoció en Malvinas, habla con el 39 años después. La edición es de su hijo homónimo.

martes, 14 de diciembre de 2021

Héroe de Malvinas: Sargento Primero Mateo Sbert (EA)

Héroes de Malvinas, Héroes de la Patria: Sargento Primero Mateo Sbert

Padre de tres hijos, generoso, solidario y alegre. El sargento primero Sbert murió el 31 de mayo de 1982 en el combate de Top Malo House, dejando su vida a cambio de la de sus compañeros.
Fuente


Mateo Sbert nació en la localidad de San Pedro, Buenos Aires, el 7 de mayo de 1949 e ingresó a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral del Ejército Argentino en 1967. Dos años después ya era cabo del arma de Ingenieros. En 1974 ascendió al grado de sargento y en 1977 fue destinado al ex Instituto Geográfico Militar, donde realizó el Curso de Técnico del Servicio Geográfico. Cuando obtuvo el grado de sargento primero ya era un experimentado comando.

Sbert disfrutaba el pasar tiempo con su familia y amigos, en las reuniones él siempre era el centro, el animador y el infaltable. Según sus compañeros de promoción admiraban de él su capacidad de liderazgo, de responsabilidad, de voluntad de progreso y superación, era “un fuera de serie como militar”. Para el año 1982, ya con 33 años, estaba casado con Yurhema Elisa Sibona y tenía tres hijos. Tres hijos que lograron despedir a su padre con amor, solo ocho días antes de que cayera en el combate de Top Malo House, cubriendo a sus compañeros.

El 22 de mayo de 1982 se conformó la Compañía de Comandos 602, allí fue convocado el sargento primero Mateo Antonio Sbert, junto a otros 53 oficiales y suboficiales de élite que conformaron esta subunidad, que días después se trasladó a las Islas Malvinas.

La noche del 28 de mayo los comandos, ya en Malvinas, habían recibido la orden de adentrarse 40 kilómetros delante de la primera línea de batalla argentina para informar sobre el desembarco de los ingleses en San Carlos. Al pie del monte Simons después de una ardua marcha, los soldados ascendieron con dificultad y desde la cima pudieron informar que divisaban un corredor de helicópteros enemigos. Esa noche nevó y durmieron sobre la turba.



Al día siguiente, Sbert junto a los 12 hombres de elite, emprendieron la difícil vuelta. Tomaron rumbo hacia Fitz Roy, a 25 kilómetros al sur de Puerto Argentino, donde estaba la tropa argentina más próxima. Ya oscurecía cuando cruzaron el arroyo Malo, empapados hasta la cintura y helados, divisaron un puesto ovejero. Hicieron un alto y se refugiaron en la casa de chapa y madera. A la mañana siguiente, cuando apenas amanecía, alguien alertó: "¡Ingleses! ¡Ahí vienen!". Los marines británicos se acercaban.

Los comandos argentinos evacuaron el galpón combatiendo, resistiendo el ataque mientras retrocedían, fue entonces que el sargento primero Sbert, gritó por sobre el sonido de los M72 LAW antitanque y de los fusiles lanzagranadas M-79. Pudo ver, bajo un intenso fuego enemigo, que Medina, uno de sus camaradas, había sido alcanzado por las esquirlas de una granada y el impacto de un proyectil en una de sus piernas. Fue así como decidió disparar entre las explosiones para que su compañero pudiera replegarse y así alcanzar la zanja donde el resto de los comandos argentinos daban batalla. ¡Yo te cubro!, alcanzó a gritarle Sbert, antes de caer abatido por el fuego inglés.

La granada explotó a metros de Sbert, y la onda expansiva tiró su cuerpo hacia atrás con violencia. "Estaba intacto, la explosión lo había destrozado por dentro, murió defendiendo a sus camaradas y le salvó la vida a Medina", recordó el entonces capitán José Verseci.
El Sargento Primero Mateo Antonio Sbert hasta hace 2 años era uno de los 122 soldados que no habían podido ser identificados durante 36 años. Yacían bajo una placa que rezaba Soldado Argentino solo Conocido por Dios, hasta que la causa impulsada por el Veterano Julio Aro, permitió identificar y llevar un poco de paz a más de 110 familias de Héroes caídos durante la Guerra de Malvinas.

Las autoridades correspondientes le informaron a la familia que el cuerpo del sargento primero descansa en Darwin en la tumba D.A.4.10.
Post mortem y por proteger voluntariamente el repliegue de sus camaradas cuando integraba una patrulla de exploración adelantada, y ante la defensa sobre un ataque notoriamente superior en efectivos y materiales, al sargento primero Sbert le fue otorgada la Cruz de “La Nación Argentina al heroico valor en combate”.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Monte Kent: El cabo Baruzzo defiende a su amigo con cuchillo

Sacó su cuchillo para defender a un compañero en Malvinas y el soldado inglés, en vez de disparar, lo abrazó y le dijo: "The war is over" 

El cabo Roberto Baruzzo quedó solo con su compañero agonizante, a quien protegió contra decenas de ingleses. Con varias heridas encima batalló hasta que se agotaron sus municiones y sacó su cuchillo. El comandante británico, admirado por su valor, decidió perdonarle la vida basándose en un código de honor

Por Joaquín Sánchez Mariño || Infobae


El cabo Roberto Baruzzo en Malvinas, junto a sus compañeros cuando finalizó la guerra y quedó prisionero de los ingleses en Fitz Roy

Largo y ancho campo de nieve. Desde el cielo se ve todo blanco. Todo blanco salvo por una mancha negra pequeña que se va expandiendo conforme brota la sangre del cuello de Echeverría. No está solo, un cabo de 22 años lo abraza y le pide que resista.

El cuerpo de Echeverría recibió cinco disparos y su sangre, que se ve negra al contacto con la nieve, desespera a su compañero. Ya no tienen municiones para defenderse, solo le queda un cuchillo. Un soldado inglés se deja ver, fusil en alto, y comienza a aproximarse. El cabo desenfunda el arma y se pone en posición de pelea. No piensa entregarse. El inglés se acerca un poco más y le toca el brazo con el cañón del fusil. "War is over", le dice, "war is over". Y lo abraza.

Es una madrugada de junio de 1982 y están en las Islas Malvinas, más precisamente en Monte Kent. El nombre del cabo es Roberto Bacilio Baruzzo. Hoy tiene 59 años y vive en Corrientes, provincia de la que es oriundo (más precisamente, del pueblo de Riachuelo). Se casó y tiene dos hijas. Una de ellas se llama Malvina Soledad, como las islas, y la otra Mariana Noemí.

Su historia es una de las tantas historias heroicas de Malvinas, con una salvedad: Baruzzo es uno de los pocos combatientes en recibir la Cruz al Heroico Valor en Combate, máxima condecoración a la que puede aspirar un soldado argentino, junto al Sargento Primero Mateo Sbert, caído en el combate de Top Malo House; el Teniente primero Jorge Vizoso Posse, el Subteniente Juan José Gómez Centurión; el soldado conscripto clase 1962 Oscar Poltronieri; Teniente Ernesto Emilio Espinosa y el Teniente Roberto Estévez.

 
Baruzzo en la Escuela Sargento Cabral donde se recibió en 1979

El reconocimiento a Baruzzo no queda ahí: en su Riachuelo natal tiene una calle con su nombre, y en la ciudad de Corrientes, donde vive, un busto. Sin embargo, su historia sigue siendo desconocida por muchos. No le gusta hablar ni participar demasiado en programas de televisión, aunque alguna vez ha contado su derrotero a Nicolás Kasanzew o en vivo a Alejandro Fantino en Animales Sueltos.

Derrotero que termina (¿termina alguna vez?) en la nieve manchada de negro aquella noche de mediados de junio del '82.

Vamos a esas fechas. Baruzzo está apostado en Monte Kent protegiendo unos helicópteros a la espera de ser trasladado a Darwin. De pronto, un ataque aéreo inglés los sorprende y la esquirla de una bomba que le cae cerca provoca que un alambre le atraviese el brazo. Un capitán da la orden de cargar los soldados en los helicópteros y llevarlos a Darwin, pero le pide a Baruzzo que se quede ahí esperando un enfermero. En su estado, con el brazo destruido, era imposible que mantuviera un combate.

Se repliega y llega hasta Monte Harriet junto a otro regimiento que se se dirige hacia ahí. Tiene el brazo cada vez más hinchado, pero resiste.

 
La guerra dejó 649 muertos argentinos, 255 soldados británicos y 3 civiles (Foto: Telam / Román von Eckstein).

Cuando llegan a Monte Harriet, los ingleses atacan otra vez. Los soldados corren para todos lados y él los sigue. El cielo se prende y apaga con los destellos de las municiones. Se genera un descontrol. En medio de la retirada, algunos soldados caen al suelo, Baruzzo entre ellos. Un camarada le pisa el brazo y le revienta la herida. El cabo se levanta como puede y va hasta la enfermería, necesita parar el dolor de algún modo. No hay nadie, ningún médico, pero encuentra un frasco de penicilina en polvo. Sin saber cómo se usa (se suele inyectar mezclado con una solución), se tira ese polvo directamente sobre la herida. Arde, al principio, pero con los minutos siente que comienza a sanar (más tarde, volverá a tratarse la herida con azúcar porque en algún lugar leyó que eso servía).

Cesa el ataque, por unas horas. Esa misma noche comienzan nuevamente los bombardeos. Los soldados, protegidos en las trincheras, comienzan a salir a la intemperie conforme las bombas derrumban sus pozos.

En medio del ataque, Baruzzo ve a un amigo herido. Es Jorge Echeverría, su superior. Tiene varios tiros en el cuerpo y está rodeado de soldados ingleses, que le disparan desde todos los ángulos.

Baruzzo derriba a un soldado inglés y le roba su fusil -mejor que el propio- y su visor nocturno. Con esos dos elementos se dispone a proteger a su camarada. Se pone el visor y es entonces cuando siente miedo por primera vez. En medio de la noche más cerrada, en medio de la oscuridad más negra que vio nunca, descubre que con el visor se ve todo a la perfección, y distingue a los soldados ingleses de los argentinos, que caen uno atrás del otro. "Así nos ven", piensa, y se da cuenta de la desventaja.

Levanta entonces el fusil y comienza a cubrir a Echeverría, que para ese entonces ya tiene cinco impactos de bala. "Agarré y le maté a uno primero", cuenta Baruzzo. "Después apareció otro y le maté al otro. Y de golpe del otro lado me empiezan a tirar con municiones trazantes… no me mataron porque tengo un Dios aparte. Ahí vi que Jorge le dispara al que me ataca y lo pega. Entonces yo aprovecho y salto y agarro de la chaquetilla a Jorge y lo llevo atrás de una piedra. Pero el problema es que éramos dos, y la piedra para dos no era…".

Su compañero intenta pararse pero no lo logra. Le dice que no siente el cuerpo. Baruzzo lo apoya contra una piedra y con su cuchillo le abre el pantalón para curarlo. "Tenía todo negro", recuerda el entonces Cabo. "Ahí vi los orificios de los tiros. Le saqué el cordón de la chaquetilla, le até la pierna, le hice el primer torniquete y lo empecé a arrastrar de la chaqueta".
Después siguió defendiéndose de las balacera inglesa y derribando enemigos con el Fal 762 del que se había apropiado.

 
El cabo de 22 años llegó a Malvinas con el Regimiento 12 de Infantería de Mercedes

Estaban rodeados de neblina, se veía poco. Baruzzo ya no sabía si era la bruma natural de la isla o una humareda formada por los tiros. Sin importarle, avanzó con su compañero a cuestas a través de la nieve. En un momento se les cruza una silueta que empieza a disparar. "Las balas se me vinieron encima, pero las ligó Jorge… Entonces yo disparé, lo puse fuera de combate a ese tipo, y ahí Jorge se desplomó", recuerda Baruzzo.

Le pidió agua, Baruzzo sacó su botella de whisky y le convidó, como quien le ofrece el último trago a alguien que se despide. "Se moría. Estaba hecho un colador. Pero tenía una paz… Tenía todo lo que a mí me faltaba", recuerda Baruzzo.

Echeverría le dice que ya está, que lo deje morir. "Por favor, abandoname, escapate vos que podés", le pide. Baruzzo no sabe si va a poder escaparse, pero sí sabe que si lo abandona y logra salir vivo, no se lo va a perdonar nunca. "Era de una cobardía total", dice.

Echeverría insiste: lo agarra de la chaqueta y le dice: "Robertito, dejame, te lo pido por favor". Baruzzo se quiebra. Pone su cabeza en el pecho de su compañero y se echa a llorar desconsoladamente, un llanto sonoro, un llanto de joven militar de 22 años que acaba de matar y ve morir a su amigo y sabe que también morirá él. Un llanto largo y entregado, desprovisto ya de toda melancolía y esperanza. Desprovisto de miedo, miedo jamás.

 
El encuentro de Roberto Baruzzo y Jorge Echeverría

La mancha de sangre se empieza a expandir sobre la nieve blanca. "Ese hombre me transmitía paz. Era mi jefe, el jefe que yo siempre soñé tener. Si me mataban iba a ser una muerte realmente digna", rememora.

Están solos ya, nadie alrededor queda en pie. Parado en medio de la nada y cubierto de lágrimas, se queda sin municiones. Se pone el visor nocturno y comienza a mirar cómo a su alrededor las figuras inglesas se desplazan en grupos hasta rodearlos. Pirañas en medio de una isla dispuestas a terminar con ellos.

"Yo sabía que el modo de avanzar de los ingleses era por escalones, una formación atrás de otra cubriéndose mutuamente. Lo que no sabía era cuántos escalones había", recuerda.

Es en ese momento cuando Baruzzo asume que lo van a matar. Saca su cuchillo y se pone en señal de pelea, todavía llorando. "Vamos a ver cómo morimos", se dice, "vamos a ver cómo morimos". Y levanta el cuchillo.

Entonces le aparece casi encima la silueta del primer inglés. Baruzzo se queda duro, en blanco. El hombre se acerca un poco más. También tiene visor nocturno y está armado. En medio de esa oscuridad, los dos hombres se están viendo: son una figura verde claro proyectada en una pantalla pequeña delante de los ojos, como si fuera un juego de realidad virtual.

 
Roberto Baruzzo recibió la Cuz al Heroico Valor en Combate

A Baruzzo le parece extraño que no lo hayan liquidado todavía, un tiro a distancia y listo, no se requería de mucho. Sin embargo… el inglés se acerca cada vez más hasta ponerse al lado del argentino que tiene el cuchillo en la mano.

Lo primero que sintió fue el cañón del fusil sobre el brazo. Dos pequeños golpes indicándole que se desarme. Soltó el cuchillo y un segundo después se dejaron ver cuatro o cinco ingleses más. El primero de ellos baja su arma y lo pronuncia: "War is over". La guerra terminó. Se acerca al argentino y lo abraza.

"Sigue siendo mi enemigo y lo van a ser siempre. Yo no me abrazo con ningún inglés, no quiero saber nada con ellos. Pero en ese abrazo sentí como si fuera mi padre, y me eché a llorar en sus brazos… Así es, apretado contra él me eché a llorar", recuerda Baruzzo.

A su lado, su compañero se estaba muriendo desangrado.

El inglés le dijo "Ok Argentino", tomó su cuchillo ensangrentado, lo limpió en su pantalón, y le habló a sus compañeros. Todos ellos se acercaron y palmearon a Baruzzo. Le habían perdonado la vida.

Jorge Echeverría no tenía ninguna posibilidad de salir vivo de ahí. Aún así, lo subieron a un helicóptero británico y lo mandaron al buque hospital británico HMS Uganda. Lo atendieron y le salvaron la vida. Hoy vive con su mujer y sus dos hijas en Tucumán. Se considera un hermano de camarada, a quien le debe la vida.

 
Junto a su familia en Corrientes. ” Me gustaría que se resalten el valor y el heroísmo de mis soldados que murieron en Malvinas. También quiero que se cuente el honor y la valentía de Jorge Agustín Echeverría, el oficial del Regimiento Cuatro. Él fue para mi un ejemplo en pleno combate”, pidió

Al día siguiente de esa noche lo ingleses le pidieron al cabo Roberto Bacilio Baruzzo que recogiera los cuerpos de los muertos que él mismo había matado. Eran muchos. Mientras lo hacía, se le acercó otro inglés y le dijo: "Tuviste suerte, nuestro jefe maneja un código de honor: al que se lo encuentra en el campo enemigo combatiendo por un camarada se le perdona la vida".

Cuando se terminó esta nota, Roberto Baruzzo realizó un único pedido, sin condicionamientos, y con el tono cálido y humilde típico de los correntinos: "Más que mis misiones, me gustaría que se resalte el valor y el heroísmo de mis soldados que murieron en Malvinas. También quiero que se cuente el honor y la valentía de Jorge Agustín Echeverría, el oficial del Regimiento Cuatro. Él fue para mi un ejemplo en pleno combate, porque yo le hice los primeros auxilios en medio de millones de balas trazantes, y gracias a Dios pudo salvar su vida. Lo que yo hice fue solo aportar mi granito de arena, porque así lo quiso Dios y la patria".

martes, 11 de diciembre de 2018

Investigan a oficiales y suboficiales por maltratos a soldados

Investigados por crímenes de lesa humanidad, 18 oficiales y suboficiales serán indagados en Tierra del Fuego.


La Justicia de Tierra del Fuego citó a declaración indagatoria a 18 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas, acusados de torturar a soldados durante la Guerra de Malvinas.



Ellos son: Pablo Emilio Hernández, Claudio Tamareu, Jorge Arnaldo Romano, Ramón Eduardo Caro, Sergio Alberto Guevara, Oscar Luis Contreras, Francisco Gabriel Rivero, Oscar Albarracín, Ramón Desiderio Leiva, Gustavo Adolfo Calderini, Miguel Ángel Garde, Belisario Gustavo Affranchino Rumi, Eduardo Luis Gassino, Jorge Oscar Ferrante, Emilio José Samyn Duco, Jorge Guillermo Díaz, Luis Alfredo Manzur y Raúl Antonio Linares.

El juez Federal de Ushuaia, Federico Calvete, decidió citarlos en función de “cuantiosos elementos probatorios” que “permiten sospechar la comisión de delitos”. La causa Nº 1777/07, caratulada “Pierre Pedro Valentín y otros sobre delito de acción pública”, surgió a partir de los testimonios de soldados tras el regreso de la guerra ocurrida en 1982.

El fiscal federal de la ciudad fueguina de Río Grande, Marcelo Rapoport, con la asistencia de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH) solicitó en mayo de este año la “detención e indagatoria” de 26 militares. El juez Calvete, quien actúa como juez subrogante de la causa, solo hizo lugar a 18 declaraciones, y en lugar de las detenciones dispuso que se notifique personalmente a cada uno de los imputados en sus respectivos domicilios, antes de establecer la fecha en que deberán presentarse en Tierra del Fuego.

El caso todavía tiene pendiente una discusión judicial paralela, acerca de si se trata de delitos de lesa humanidad, y por lo tanto no sujetos a prescripción. El juzgado de primera instancia y la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia consideraron que son crímenes de lesa humanidad, pero aún resta por resolver un recurso de queja presentado ante la Cámara Federal de Casación Penal.

De acuerdo a la Fiscalía, las autoridades militares con asiento en las islas “habrían ordenado y ejecutado contra soldados conscriptos diversos actos de tortura -entre ellos, los conocidos ‘estaqueamientos’ y ‘enterramientos’- como forma de controlar las alegadas indisciplinas que generaban las penurias que padecía la tropa a causa, fundamentalmente, de la falta de abrigo y comida”. Desde el CECIM sostienen que en la causa hay 105 hechos de torturas denunciados y 95 militares mencionados.

Con información de Clarin

domingo, 5 de enero de 2014

Biografía: Sub 1º (PM) Julio Saturnino Castillo (IMARA)

Héroe Nacional Julio Saturnino Castillo († 14/06/82)



Julio Saturnino Castillo (el Infante de Marina del centro de la foto de bigotes) nació en el pueblo de Malacara, provincia de Santiago del Estero. En 1964 se incorporó a la Armada como conscripto de la Infantería de Marina. En 1965 ingresó a la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina.

Con la jerarquía de suboficial segundo, el 8 de abril de 1982 marchó con su batallón (el BIM5) a las Islas Malvinas con el fin de contribuir a la defensa de Puerto Argentino.

De esta manera, es destacado como jefe de una fracción de la Cuarta Sección de Tiradores de la Compañía “Nácar”, en la ladera sudoeste del monte Tumbledown.

El suboficial Castillo padecía de una enfermedad crónica que bien le habría posibilitado no estar en el frente de combate. Sin embargo, su sentido de la responsabilidad y cumplimiento del deber, le hicieron pedir la autorización para regresar con su gente luego de dos días de internación.

A las 2:30 de la madrugada del 14 de junio, el grupo del suboficial Castillo trataba de contener la segunda embestida enemiga -la primera había sido rechazada-. Con Castillo estaban el cabo segundo Amílcar Tejada y el conscripto dragoneante José Luis Galarza. Tres soldados británicos salieron corriendo detrás de un montículo rocoso disparando sus armas, que alcanzaron a Galarza.

Inmediatamente, el cabo Tejada giró la ametralladora MAG y comenzó a disparar, batiendo a los tres británicos. En ese momento, el suboficial Castillo -al ver la forma en que su soldado había sido herido- salió de la protección del “pozo de zorro” y otros tres ingleses avanzaron hacia él desde unos 20 metros. Intentó disparar su fusil, pero un tiro en el pecho lo empujó hacia atrás y murió.

Quiso recuperar a su “dragoneante” caído; quiso pelear y peleó con valor y coraje.

Murió sin amilanarse, en combate, abriendo senda y transformándose en un vivo ejemplo para los Infantes de Marina, para todo marino, y para todo argentino que se precie de poseer ideales nobles y espíritu de sacrificio.

Castillo fue distinguido con la medalla “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”, la máxima condecoración del país.

Fue ascendido post mortem al grado inmediato superior, suboficial primero de Infantería de Marina. Como homenaje, la Armada Argentina bautizó con el nombre ARA “Suboficial Castillo” a un aviso incorporado al servicio el 7 de junio de 1994 y que actualmente integra la División de Patrullado Marítimo del Área Naval Atlántica con asiento en la Base Naval Mar del Plata.

martes, 28 de mayo de 2013

Comportamiento militar: Liderazgo de pequeños grupos en la grava malvinense

Malvinas: liderazgo en pequeños grupos 

Marcos Gallacher 


Hace un cuarto de siglo (el 28 de mayo de 1982), comenzaron los combates terrestres en la localidad de Darwin-Prado del Ganso (Malvinas). Tras la derrota de la guarnición argentina allí ubicada, las fuerzas británicas avanzaron hacia Puerto Argentino, librando los combates que concluyeron con el resultado conocido. Aunque se ha escrito mucho sobre Malvinas, aún queda bastante por dilucidar. Un tema poco analizado es el del comportamiento de los oficiales que participaron --liderando pequeñas unidades-- en esos combates. 
La importancia del liderazgo queda bien ilustrada en la clásica película El puente sobre el río Kwai : el comandante de los prisioneros británicos (el actor Alec Guinness) se resiste a que sus oficiales realicen trabajos manuales junto a sus hombres. Esta falta de colaboración lo lleva a ser brutalmente golpeado por sus captores. El argumento del comandante británico es simple: si los oficiales hacen el trabajo de los soldados rasos, toda la estructura jerárquica se desmorona. Sin oficiales, un batallón de combate --aun prisionero-- se transforma en una turba amorfa. 
Traemos a colación esa referencia por lo siguiente: mirando en TV los actos conmemorativos del 2 de abril, llamó la atención que los responsables de diseñar los programas periodísticos hayan ignorado este importante principio. En esos programas se mezcla el valioso testimonio de soldados conscriptos que estuvieron en las islas con el de periodistas, historiadores populares y comentaristas políticos. Se ignoró por completo a aquellos bajo cuya conducción directa los soldados enfrentaron al enemigo. Nos referimos a los jóvenes oficiales que aportaron, en el terreno, el liderazgo necesario para que un grupo humano funcionara como una unidad de combate. 



El grado militar de estos oficiales fue variado: en el Ejército, desde subtenientes recién egresados del Colegio Militar hasta mayores, teniente coroneles o coroneles. A casi ninguno de éstos se entrevistó. Una excepción a lo anterior fue el actual embajador Balza (teniente coronel en Malvinas). Los comentarios de Balza fueron --merece destacarse-- muy valiosos para entender lo que realmente ocurrió. En definitiva, el militar profesional --al igual que el médico, el abogado o el ingeniero-- conoce su oficio mejor que la mayoría de los legos. Son ellos --y no los legos-- los que mejor pueden analizar qué pasó y las enseñanzas que pueden sacarse de lo actuado. El militar profesional --en particular el oficial-- es el que vertebra un grupo de hombres y lo transforma en un instrumento de combate. Este oficial tiene una preparación que le permite poner en un contexto más amplio la experiencia cotidiana y, por lo tanto, aprender de ella. 
El ciudadano medio tiene dificultad en comprender el conflicto Malvinas, pues --entre otras causas-- la mayor parte de lo que lee o ve en televisión proviene de observadores que no estuvieron en el teatro de combate o, si estuvieron allí, lo hicieron como soldados conscriptos, cuyo valor no se pone en duda, pero cuya perspectiva es necesariamente limitada. Pocos saben, por ejemplo, que el porcentaje de oficiales muertos en los combates terrestres fue superior al de suboficiales y soldados: el 2,5 por ciento de los oficiales que participaron en el teatro de operaciones fue muerto en combate, contra el 1,7 de los suboficiales y el 1,9 de los soldados. No somos especialistas en historia militar. Sin embargo, por lo poco que hemos leído, no resulta frecuente que las bajas de oficiales superen a las de soldados: en el Ejército Argentino, esto efectivamente ocurrió. 
El conflicto Malvinas sigue siendo una herida abierta para muchos argentinos. Sin embargo, pueden aprovecharse lecciones positivas. Al respecto, la dura resistencia que ofrecieron nuestros compatriotas en varios de los enfrentamientos resultó --en una medida importante-- de liderazgo a nivel de las pequeñas unidades. Las organizaciones argentinas --sean privadas o públicas-- tienen una enorme falencia de liderazgo. Tal vez algunos de los ejemplos positivos de Malvinas --que los hay-- pueden servir para comprender mejor en qué consiste este liderazgo que tanto necesitamos. 

Marcos Gallacher es profesor de Organización Empresaria en la Universidad del CEMA.