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viernes, 14 de junio de 2024

Operación Alcázar: El intento de motín y última resistencia en Puerto Argentino

Operación Alcázar: los comandos que planearon sacar Menéndez y hacer un contraataque “en serio” contra los ingleses

Los mayores Mario Castagneto y Aldo Rico idearon un plan para resistir el embate final inglés y, de ser necesario, morir peleando. Iban a tomar la casa del gobernador en Puerto Argentino y atrincherarse. Cómo le llegó esa información a Menéndez, la acción que tomó y la misión suicida a la que fueron enviados cuando la guerra ya se terminaba

Mario Castagneto (tercero de izquierda a derecha) junto a integrantes del Grupo de Comandos 601

El jefe de la Compañía de Comandos 601consideraba que un contraataque era perfectamente posible. Mario Castagneto recorría permanentemente las posiciones y sabía de lo que hablaba. Pero los generales estuvieron siempre con los borceguíes lustrados, jamás se acercaron a recorrer los pozos de zorro de primera línea para calibrar la situación. De haberse animado a ensuciar su calzado, se hubieran anoticiado de que los soldados estaban enteramente dispuestos a jugarse. Siempre y cuando, claro está, los generales se pusieran al mando.

Excepto las posiciones del Regimiento 8, que estaba en Bahía Fox, el mayor Castagneto recorrió todas las unidades. Y pudo constatar que los combatientes esperaban y necesitaban la presencia de sus jefes. Esos jefes que están cerca de la tropa, que no le escurren el bulto a la primera línea, que recorren las posiciones, que tienen el conocimiento profundo de cómo está la situación por la que se está atravesando, que llevan a todas partes su aliento, que hacen la arenga final. Lo que los soldados querían era el ejemplo personal, no que los generales se quedaran encerrados en el pueblo. En vez de ello, estos generales vivían lo más tranquilos en sus casas de Puerto Argentino. Con cocinero y calefacción.

Si los de Malvinas no hubieran sido generales de escritorio, nada les hubiera impedido reunir a oficiales y suboficiales, incluyendo a aquellos que pululaban en el pueblo y en la retaguardia y, sumándoles a los comandos, lanzar ese contraataque que los ingleses tanto temían.

Pero Mario Benjamín Menéndez, jefe de la Guarnición Malvinas y gobernador del archipiélago, hacía gala de una indiferencia rayana en la resignación. Siempre me pareció que el general ya se había rendido internamente hacía mucho tiempo atrás.

Mario Benjamín Menéndez con el mayor Castagneto en Malvinas (Fotos: Nicolás Kasanzew)

El talentoso periodista Manfred Schönfeld, escribió después de la rendición:

Faltó el último coraje personal en la conducción. Si hubo sentimientos humanitarios, si no se quiso exponer a la tropa a ser víctima de una carnicería generalizada –suponiendo que verdaderamente, el armamento del enemigo era tan superior que casi diez mil hombres no pudieron resistirlo siquiera un poco más– pero en fin, si hubo ese acto de compasión para con la masa de jóvenes civiles conscriptos, nadie hubiera impedido, sin embargo, a los oficiales superiores al mando de la guarnición, licenciar a sus tropas, ordenarles rendirse, dar a conocer amplia y profundamente tal decisión a los cuatro vientos –para evitar posibles represalias ulteriores contra la tropa inerme– y una vez hecho eso, atrincherarse un puñado de hombres cuyo honor profesional los hubiera obligado a semejante acto de heroísmo, alrededor de su bandera, y pelear por ella hasta morir. De haberse dado un gesto de esta naturaleza, hoy los argentinos andaríamos con la frente más alta, e incluso en aquellos hogares atribulados por la tragedia de la pérdida o la mutilación de un hijo se sentiría que ese sacrificio impuesto por el destino fue correspondido, fue igualado, sin que quedasen sueltos los cabos de la duda y de la incertidumbre sobre la justificación del sacrificio”.

Aldo Rico en una Kawasaki KE 125 en la costa de Puerto Argentino

Sin embargo, hubo dos oficiales que quisieron hacer exactamente lo imaginado por Schonfeld: atrincherarse con un puñado de hombres y vender cara la derrota. Eran los jefes de las Compañías de Comandos 601 y 602, mayores Mario Castagneto y Aldo Rico.

La iniciativa partió del primero, quien le planteó a Rico la idea de preparar la última resistencia en Puerto Argentino. La operación se llamaría “Alcázar”, un término muy caro a Castagneto, ya que evocaba la heroica resistencia del asediado Alcázar de Toledo en 1936. El jefe de la 602 no estaba muy convencido, pero finalmente accedió ante el ímpetu y la convicción irreductible de Castagneto.

Bastante antes del arribo de Rico a Malvinas, el jefe de la 601 había anticipado que ese momento podía llegar. Y su idea era atrincherarse en la casa del gobernador. Es que en una campaña, lo que simboliza el triunfo es la conquista del objetivo estratégico; en este caso la ciudad de Puerto Argentino. Pero el enemigo no podría cantar victoria, mientras la casa del gobernador no estuviese en su poder.

Desde tiempo atrás, Castagneto creía que iba a ser necesaria una resistencia final, sin posibilidades de éxito tal vez, pero que encarnara el deseo de combatir hasta la muerte. Erróneamente se dijo luego que la idea era resistir casa por casa, pero Castagneto nunca lo imaginó así. Por empezar, era imposible con los efectivos de que disponía en aquel momento. Contaba sólo con unos sesenta hombres, ya que había perdido gente que tenía en la Gran Malvina. Sumados a los comandos de Gendarmería y los de Rico no superaban un total de noventa o cien. Pero sobre todo, Castagneto no quería escudarse en la población civil, contra la cual los ingleses no iban a disparar.

Mohamed Alí Seinldín (izquierda) se negó a formar parte de la Operación Alcázar. Dijo que no se podía alterar la cadena de mandos de esa manera, que era una falta de disciplina

Discretamente, ambos mayores y sus jefes de sección reconocieron por dentro y por fuera la casa del gobernador, para determinar la mejor manera en que podía ser defendida. Y por expresa orden del jefe de la 601, a la que se plegó Rico, a partir del 5 de junio los comandos, tanto de Ejército, como de Gendarmería realizaron un relevamiento completo del poblado: tipos de casas, particularidades de los terrenos baldíos, lugares para hacer voladuras o tender trampas, vías de repliegue, cantidad de radios y vehículos de toda clase. Sin pedir permiso a la superioridad.

Es evidente que para Castagneto era una cuestión de honor mostrar a los ojos del mundo entero que los cuadros argentinos eran capaces de combatir hasta la muerte, aunque no tuvieran posibilidades de triunfo.

Lamentablemente, Menéndez tenía una idea bien distinta del sentido de la vida militar.

Seineldín habla frente a los Comandos. Sentado, Aldo Rico (Fotos: Nicolás Kasanzew)

Sólo quedaba la opción de desplazarlo. Pero, ¿quién tenía la talla suficiente para conducir a los cuadros a un sacrificio heroico? Las miradas de Castagneto y Rico convergieron sobre el teniente coronel Mohamed Alí Seineldín. Por su prestigio, porque no estaba comprometido directamente en el combate, porque su regimiento estaba en las cercanías, parecía la persona más adecuada para ponerse al frente de la defensa de Puerto Argentino.

De ahí que, a renglón seguido de la reunión de camaradería de los integrantes de ambas Compañías de Comandos, el domingo 6 de junio ambos oficiales visitaron a Seineldín en su amplia casamata subterránea de las posiciones del Regimiento 25 y le ofrecieron un plan: apartar a Menéndez y que él se ponga al frente de una defensa en serio. Inesperadamente, el Turco rechazó de plano la propuesta. Adujo que no se podía alterar la cadena de mandos de esa manera, que era una falta de disciplina.

Años más tarde, sin embargo, no tuvo los mismos miramientos al liderar, al menos formalmente, las asonadas de 1988 y 1990. Si bien decepcionados por la actitud de este jefe, Castagneto y Rico no abandonaron la idea de una postrera defensa de Puerto Argentino: la encabezarían ellos mismos. Al parecer, no los amilanaba siquiera que sus actitudes fueran pasibles de consejo de guerra y fusilamiento inmediato.

Pero la intención de resistir llegó al conocimiento de Menéndez, y abruptamente todos los comandos fueron sacados de Puerto Argentino en el anochecer del 13 de junio. Se les dijo que del otro lado de Wireless Ridge, donde estaban los tanques de combustible, en la península de Freycinet, desembarcaron comandos del SAS y había que neutralizarlos. En realidad, mandaron allí un rejuntado, ya que la 602 había perdido parte de su capacidad militar y la 601 estaba desparramada, tenía gente en Howard, que no había logrado cruzar a Soledad.

Decepcionados por la actitud de Seineldín, Castagneto y Rico no abandonaron la idea de una postrera defensa de Puerto Argentino: la encabezarían ellos mismos

Los comandos pasaron la noche bajo la nieve, mirando con los visores nocturnos, pero el SAS nunca apareció. Y a eso de las cuatro de la mañana Castagneto los impone de una nueva orden que acababa de recibir: ocupar una posición de bloqueo al oeste de la península de Cambers, en dirección a Monte Longdon, para evitar el avance de los ingleses, que venían de superar al Regimiento 7. Se trataba lisa y llanamente de una misión suicida. Unos cuarenta hombres sin armamento pesado eran ubicados a la intemperie frente a la artillería británica y dos o tres de sus batallones. “No me pregunten el por qué de esta orden”, se atajó Castagneto. Pero cuando el capitán Ricardo Frecha, que tenía con él una relación especial más allá de la profesión, lo agarra en un aparte, el mayor le dice: “No quieren que estemos en Puerto Argentino y hagamos la Operación Alcázar”.

Para evitar eso, los mandaban a una misión suicida.

“Ponernos en esa posición de bloqueo era una locura –me comenta Frecha–. Pero te aseguro que de ahí no nos íbamos a mover, moriríamos allí. Castagneto moría ahí, Rico moría ahí, yo moría ahí. Pensaba en mi esposa: bueno, ella va a poder rehacer su vida, es una linda mujer, todo pasará para ella. ¿Y mis hijos? ¡Los dejo huérfanos! ¿Trascenderé en ellos? Pero no había marcha atrás. Milagrosamente, la guerra terminó esa madrugada, y pararon todo”.

El capitán Ricardo Frecha supo que los sacaron a último momento de Puerto Argentino para impedir la Operación Alcázar (Fotos: Nicolás Kasanzew)

Ese día Castagneto agotó las baterías, llamando por radio para que los cruzaran nuevamente a Puerto Argentino. Quería volver para poner en práctica la Operación Alcázar. Y no hubo manera. Recién cuando escuchó por la radio militar que la rendición estaba acordada, después de unos cuarenta llamados que había hecho pidiendo que mandaran el barquito para cruzarlos, vio al Forrest que salía de enfrente a recogerlos,

El jefe de comandos nunca imaginó que la rendición se produciría en forma tan precipitada y sin haber ofrecido la resistencia final. Él había propuesto lo que haría cualquier soldado verdaderamente profesional: combatir sin parar. Su postura era, asimismo, altamente espiritual: pensaba en el juicio de la Historia, antes que en la propia supervivencia.

El mayor Mario Castagneto (centro) pensó que podían tomar la Casa del gobernador y resistir

Sin embargo, no necesariamente la iniciativa de Castagneto iba a ser coronada con la muerte de todos los valientes atrincherados. En 1984, ese brillante intelectual que fue Manfred Schönfeld, me decía: “No acepto de modo alguno la típica excusa de que Menéndez estaba preocupado por su tropa. Hay ejemplos en la historia de cómo resuelve eso un oficial pundonoroso. Si entre esa muchachada se hubiese corrido la voz ‘¡El general en persona está lanzándose al ataque! ¡Carga frente a nosotros contra el enemigo!’ eso los hubiera galvanizado. Porque no hay soldado; ni profesional, ni conscripto, que resista eso. Y eso es lo que debiera haber hecho el general Menéndez. También, si se hubiera atrincherado en la casa del gobernador con cuadros, anunciando a los cuatro vientos que ha licenciado a su tropa, especialmente a los conscriptos, pero que él de ahí no se mueve, que tendrán que sacarlo muerto, yo me juego la cabeza, conociendo como creo conocer a los ingleses, en cuyo país viví nueve años seguidos, que si él hace eso, los ingleses se frenan. Si llega el mensaje a Londres –y a todo el orbe–: ‘El hombre no se va a rendir. Habrá que pasarlo a cuchillo a él y a sus doscientos selectos. ¿Qué hacemos? ¿Vamos a pasar por unos monstruos? ¿Cinco mil hombres vamos a masacrar a doscientos, cuando ellos con sus diez mil respetaron a nuestros ochenta Marines que estaban antes del 2 de abril?’ –me juego nuevamente la cabeza que la respuesta iba a ser: ‘Negocie con el hombre’. Y entonces, cuando se negocia, algo se saca. Algo más honorable, más digno. Pero irse así al mazo, es lamentable. Demostrativo de que ese general evidentemente no domina su oficio, ni tampoco tiene las cualidades esenciales del militar, que son el coraje y el espíritu de sacrificio”.

Después de todo, los jefes están justamente para hacer esa clase de gestos, interpretando la necesidad histórica. Menéndez, en cambio, no se rindió el 14 de junio. Ya había llegado rendido a las islas el 7 de abril.

lunes, 30 de mayo de 2022

Munición: .300 Weatherby Magnum, la munición de que disparaba el Comando Rainieri

.300 Weatherby Magnum





El .300 Weatherby Magnum es un cartucho calibre .30 creado por Roy Weatherby en 1944 y producido por Weatherby, logrando hasta ahora ser el más popular de los cartuchos Weatherby, además de mantenerse por muchas décadas como el más rápido de los .300 magnum.



Cartucho .300 Weatherby
Tipo Rifle
País de origen Estados Unidos
Historia de producción
Diseñador Roy Weatherby
Diseñada 1944
Fabricante Weatherby
Producción 1944
Especificaciones
Basada en .300 Holland & Holland Magnum
Tipo de vaina Belted magnum, cuello de botella
Calibre 1-10 mm (0,039-0,394 plg)
Diámetro de cuello 0,336 mm (0,013 plg)
Diámetro de vaina 0,492 mm (0,019 plg)
Diámetro de base 0,512 mm (0,02 plg)
Diámetro del rim 0,531 mm (0,021 plg)
Longitud de vaina 2,825 mm (0,111 plg)
Longitud total 3,562 mm (0,14 plg)
Presión máxima 65000
Usada en Large rifle magnum
Rendimiento balístico
Modelo / tipo Peso Velocidad Energía
SP 150 g 3540 m/s 4173 J
SP 165 g 3390 m/s 4210 J
BST 180 g 3250 m/s 4223 J
Partition 200 g 3060 m/s 4158 J
Rn-Ex 220 g 2845 m/s 3954 J
Longitud del cañón de prueba: 26 mm (1,024 plg)
Fuente: Weatherby​


Historia

Roy Weatherby había ya experimentado con otros cartuchos como el .270 Weatherby Magnum cuándo creó el .300 Weatherby Magnum, partiendo también del casquillo belted magnum del .300 Holland & Holland Magnum rediseñando el hombro de radios dobles, para generar el efecto venturi. El 300 Weatherby Magnum fue introducido en 1944, 19 años antes que el el .300 Winchester Magnum, introducido en 1963 que continúa siendo el más popular de los cartuchos 300 magnum 2​ a pesar de no lograr las prestaciones del Weatherby.

Debido a que durante muchos años firmas como Remington, Winchester y Ruger han producido rifles en este calibre, y a que importantes fábricas de munición como Remington, Hornady, Federal, Barnes, Nosler y Norma producen munición en este calibre, sigue gozando mayor popularidad que otros calbres Weatherby.
 

Performance

Durante varias décadas, Weatherby reclamó que el .300 Wby Mag como el más potente de los magnum calibre .30 comercialmente disponibles, pero el recientemente fue desplazado por el .300 Remington Ultra Magnum. Sin embargo; Weatherby relanzó el .30-378 Weatherby Magnum obteniendo de nuevo el cartucho comercial más potente entre los .300 Magnums.

El .300 Weatherby Magnum es netamente un calibre de caza mayor que, al igual que otros .300 Magnum puede aprovecharse con proyectiles de un amplio rango de pesos. Con munición comercial, el .300 Weatherby Magnum obtiene entre 100 y 200 pies por segundo más que el .300 Winchester Magnum con proyectiles de pesos similares, extendiendo de esta manera su trayectoria, permitiéndole lograr concretar tiros a mayores distancias sin tener que compensar la caída al momento de apuntar, además de retener mayor energía al momento del impacto, lo que se traduce en mayor transferencia de energía a la presa, todo a costas de un mayor retroceso y una erosión más precipitada de la garganta del cañón, que resulta en una menor vida útil de este. Además, el .300 Weatherby Magnum debido a la longitud total del cartucho, requiere ser alimentado en un sistema de cerrojo de acción magnum larga, que significa un rifle más largo y más pesado.

Si se compara el .300 Weatherby Magnum con el .300 Remington Ultra Magnum, este último tendrá cierto margen al tener una capacidad potencial mayor de almacenamiento de pólvora en su casquillo que el .300 Wby Mag. Pero esta ventaja sólo puede ser apreciada para quienes recargan, porque la munición comercial no es comercializada con las cargas máximas posibles del Ultra Magnum.

Recientemente han aparecido otros calibres .300 Magnum en el mercado, como el .300 PRC, que podrían competir con el .300 Wby Mag también, pero estos están desarrollados con el objetivo de ser aprovechados con proyectiles pesados, cuyas ventajas solo se podrían apreciar en tiros a largas distancias que exceden los límites que muchos cazadores consideran como éticos para efectos de caza.




martes, 13 de julio de 2021

Kasanzew y los comandos



La foto es borrosa, el recuerdo imborrable. Con cuadros de la Compañía de Comandos 601 en la "Halconera" de Puerto Argentino. Estoy entre el capitán Ricardo Frecha, condecorado con la medalla "Al Esfuerzo y la Abnegación" y el sargento Ruben Guillen. Sin boina, el sargento primero Rubén Alberto Ferrares. Al lado el sargento ayudante Carlos Rolando Mora, apodado "el Doctor" (era enfermero, falleció hace poco). Justo debajo de mi, el cabo primero Jorge Eduardo Martínez, condecorado con la medalla "Al Esfuerzo y la Abnegación". A su lado el sargento primero Eduardo Hipólito Suárez.

martes, 18 de mayo de 2021

CC 601: Guillén y la contraemboscada en el puente del río Murrell

Guillén en la emboscada del puente del río Murrell


Otro entrevero en que participó el sargento Rubén Guillen, de la segunda sección de la Compañia de Comandos 601, fue el combate del Río Murrell. Cuando la sección de García Pinasco cae en la emboscada, Anadón y varios de sus hombres quedan al descubierto. Guillen, de 30 años, es el primero en responder al fuego enemigo, atrayendo los disparos hacia sí. Eso es clave para el subsiguiente triunfo de los comandos argentinos.

Anadón era punta de patrulla y lo seguía Guillen. Así me describió los hechos el propio suboficial: "Uno debe presentir cuando el enemigo está cerca, y entonces el hambre, cansancio y miedo son reemplazados por la pura adrenalina. Cuando los ingleses abrieron fuego en el puente del Murrell, les contesté inmediatamente. Primero con una granada PDF y luego les vacié todo el cargador. Mientras estaba cambiando el cargador de mi FAL, ellos desviaron los tiros sobre mi posición, y esto le dió tiempo a la patrulla para recuperarse, que todos pudieran abrir fuego, y ya organizados pasar al asalto".



En la foto que tomé en la Halconera de Puerto Argentino, de costado, con el cuchillo de comando, el de rostro aniñado es Guillen. De frente, el sargento José Raúl Alarcón Ferrreira. No recuerdo los nombres de los otros dos combatientes.

(c) Nicolás Kasanzew

domingo, 6 de octubre de 2019

Malvinas: La muerte del Perro Cisnero y el milagro de Vizoso Posse

La muerte del legendario "Perro" Cisnero y el milagro que le salvó la vida a su camarada y héroe de Malvinas 

“Yo no me rendí ante los ingleses”, le dijo a Infobae el mayor (RE) Jorge Vizoso Posse al narrar la cruenta emboscada de la Compañía de Comandos 602 donde cayó su compañero. La misma en la que él logró preservar su vida y por la que fue condecorado con la Medalla al Heroico Valor en Combate. Este es su testimonio
Por Loreley Gaffoglio || Infobae


  En la Casa histórica de San Miguel de Tucumán, el teniente del Ejército Argentino, Jorge Vizoso Posse, fue designado abanderado un 9 de julio de 1975. Años después se convertiría en un destacado comando y combatiría en la Guerra de Malvinas

Vestido de combate, su fusil al hombro y con su rosario al cuello abordó un vuelo comercial de Aerolíneas Argentinas. Iba de Neuquén a Buenos Aires. Los pasajeros lo observaban con una mezcla de conmiseración y perplejidad. Era el 24 de mayo y el estrépito de la guerra se atizaba en cada escondrijo del archipiélago austral.

El teniente hacía un año que le rezaba a la Virgen en un ámbito lleno de misticismo. Trepaba al trote hasta la cima del Cerro Negro y allí le ofrendaba el esfuerzo de su adiestramiento en su curso de comando. Quería honrarla y que le concediera una petición: deseaba ser reconocido por su valentía en combate cuando todavía no se había precipitado la conflagración. No lo había logrado durante los tres años (1975-1977) que peleó contra la subversión en la selva tucumana y cargaba con esa frustración.

A Jorge Vizoso Posse sus camaradas de entrada lo apodaron Sun Tzu por su estudio minucioso de la estrategia militar que aún pasados los años continuaba releyendo en El arte de la guerra. Más tarde lo llamaban irónicamente El Yanqui por su enemistad con los norteamericanos y sus insalvables dificultades con el inglés.

   
24 de mayo de 1982, la CC 602 antes de subir al Hércules que los trasladaría a Malvinas

Rezagada su presencia en el conflicto, el teniente se sumaba, finalmente, a una nueva compañía de comandos: la 602 (CC602), creada especialmente en Malvinas y liderada por el mayor Aldo Rico. El conjunto debía repeler, mediante operaciones especiales minuciosamente planificadas, distintos núcleos en la avanzada británica.

Ni bien aterrizó en las islas, apenas pudo acomodarse en "la Halconera"—un gimnasio requisado a los kelpers en Puerto Argentino—, cuando se sucedieron con vértigo las misiones comando. El conjunto se movía entre las estribaciones de los montes Wall, Kent y Dos Hermanas.

   
Mayo de 1982: los comandos reunidos en la Halconera, como bautizaron al gimnasio de Puerto Argentino requisado a los kelpers y convertido en el cuartel de los comandos del 601

Las penetraciones en el terreno, casi siempre nocturnas, a través de patrullas de observación formaban parte de la faena diaria. Salvo por una noche de descanso y fastidio en la que se sintió degradado al tener que custodiar la casa del gobernador. Esa no era tarea para un comando táctico, se irritaba. Nada debía hacer allí un soldado de elite, paracaidista, montañista y buzo. Pero el tedio de aquella noche obtuvo su recompensa: una barrita de chocolate Águila, entregada en la cocina de la gobernación, que El Yanqui guardó como un tesoro.

Ahora el CC602, golpeado por numerosas bajas, planificaba el montaje de una emboscada cerca del río Murrell, entre los montes Kent y Dos Hermanas.

Los ingleses habían sido divisados: pasaban camuflados, apoyados por su tecnología, frecuentemente por allí en sus incursiones. Cumplían el propósito de exterminar de forma metódica y veloz a los observadores argentinos, para así ahorrarse el derramamiento de sangre británica.

Al Yanqui le habían asignado la ametralladora MAG como apuntador y a un catamarqueño brioso, con fama de eximio solado, como abastecedor de la munición. Vizoso Posse conoció allí al sargento Mario Antonio Cisnero. Apodado El Perro, por la lealtad a su principios y camaradas, era querido y respetado como uno de los cuadros más sobresalientes dentro de la fuerza. Pero también se le encomiaba su conducta moral y solidaria.

Se lo conocía, además, por su frase de cabecera que alguna vez transcribió en su libreta: "No sé rendirme, después de muerto hablaremos".

El sargento compartía con el oficial la devoción católica y los orígenes. También coincidían en un mismo sentir: no existía afrenta más grave —repetían— que la ocupación de un territorio soberano por parte de un país extranjero. Ambos estaban dispuestos a morir para expeler al invasor. Pero ambos también aspiraban a morir con gloria.

   
El legendario sargento y comando Mario Antonio Cisnero

Las buenas migas entre ambos enfrentaron de golpe una fisura. Solapada. Contenida. Indescifrable. Mientras El Yanqui limpiaba en silencio la MAG, sentía la mirada "irritante y distante" del sargento. Al notarlo, el teniente desvió con mansedumbre su vista, en un intento por diluir la fricción, hasta que el sargento no pudo contener sus ansias y le propuso algo inusual a su superior.

—Mi teniente, hasta ahora tuve a mi cargo la ametralladora. La conozco bien y soy buen tirador. ¿Por qué no me permite que siga siendo el apuntador?

El oficial respondió con evasivas hasta que la insistencia del Perro por tercera vez lo convenció. Después de todo—se dijo—, no dejaba de ser un punto a favor la familiaridad del subordinado con el arma, la novia del soldado.

—Gracias, mi teniente, le prometo que nunca olvidará este gesto—cerró, mucho más extrovertido, y con una amplia sonrisa que le ensanchaba el bigote.

Esas palabras, así proferidas, de alguna manera intranquilizaron al Yanqui.

La patrulla de 18 comandos encabezada por Rico se escindió aquel 10 de junio en cuatro grupos estratégicos. Los había de apoyo, de asalto, de seguridad y de recibimiento. Los grupos se desplegaron con sigilo en diferentes alturas dispersas en un radio amplio de la turba. Solo el equipo de seguridad contaba con los visores nocturnos. Pero eso se transformaba en una desventaja al momento del tiro por la gran luminosidad en una noche diáfana.

La luna llena resplandecía y salvo por las piedras en las elevaciones, proyectando sus sombras, el campo aparecía despejado como una mesa de billar. El frío seco, punzante, corroía los huesos y en el tedio de la espera para emboscar al enemigo, los cuerpos ateridos bregaban por calor.

La dupla de apoyo integrada por El Yanqui y Cisnero se ocultaba en otra loma al amparo de un filón de piedra. Se acomodaron espalda contra espalda persiguiendo el calor. El teniente sacó su barrita de chocolate; la partió equitativamente por la mitad y se la extendió al Perro. Ambos escudriñaban cada uno su flanco, anticipando la irrupción enemiga.

 
 Los comandos con sus emblemáticas boinas en el regreso de día tras una de sus incursiones nocturnas en Malvinas

Monótona, la espera se estiró un par de horas. El Perro aferrado a la MAG y el teniente a su Fal. Ambos inmóviles, como petrificados. Cada uno con una visión de 180° que se complementaba con los centinelas de las otras posiciones de observación.

De improviso, cerca de la 1 de la madrugada, el Yanqui sintió un estremecimiento; la contracción violenta del cuerpo del Perro. Su espalda enhiesta, súbitamente tensa como un tablón, anunció la alerta.

Una patrulla, de unos 8 marines, había logrado penetrar por la derecha de la roca mientras que el resto del pelotón enemigo esperaba el resultado de la exploración.

Al ver a los ingleses, Cisnero disparó inmediatamente una ráfaga de fuego. La respuesta fue un cohete Law de 66mm que le pegó de lleno, abriéndole un buraco en el medio del tórax. La onda expansiva revoleó por el aire a Vizoso Posse y cayó sobre las rocas a metros de él.

—¿Cómo estás, hermano? —inquirió. Lo tomó con ambas manos, giró el cuerpo con impotencia y comprobó que el Perro estaba muerto. Los ojos abiertos, la cara perfecta, sin ningún rasguño; el torso musculoso, ultrajado por la pólvora y el acero.

Aturdido, El Yanqui se arrastró en posición larvada y buscó la MAG. Pero la pieza más grande era apenas un retazo de la culata. El cohete también había destripado el arma.

A través del murmullo nervioso que se aproximaba hacia él, cuyas palabras no lograba comprender, tomó conciencia de la situación en la que se hallaba.

—Este es el final—pensó—, pero rendirme, jamás. Antes prefiero estar muerto.


   
Un soldado argentino, el capitan de IMARA Dante Camiletti, cae prisionero de los ingleses

En un segundo de lucidez, se dejó caer sobre la piedra y se acomodó de costado, acercando su nariz al cuerpo todavía tibio del Perro. En esa posición extraña, simuló estar muerto. La sangre de su camarada le humedecía el rostro. Pero no podía olerla siquiera. La potencia de la explosión, con su constelación de pólvora, le había anulado tanto el gusto como el olfato.

Lentamente y de forma agazapada, los agresores —seis ú ocho— se aproximaban. Pero el trauma acústico le impedía escuchar o medir sus pasos.

El mundo se había detenido en ese instante. Aunque en el campo de combate arreciaba una tempestad de gritos y fuego cruzado. La patrulla inglesa había logrado penetrar en lo que en la guerra se conoce como "la zona de muerte".

Al llegar a la elevación donde se hallaban, "uno de los ingleses se paró frente al Perro, mientras su compañero se ubicó detrás de mí. Sin emitir palabra, sin siquiera inspeccionar el estado en que se encontraba Cisnero, el primero aligeró su munición, descargándole una innecesaria ráfaga con su fusil. El cuerpo del Perro, otra vez mancillado, se sacudió como electrificado por la potencia de los impactos".

El otro inglés esperó su turno de disparo. Y en un claro afán por rematar al enemigo, en automático acribilló a quemarropa al teniente. Luego volteó con una violenta patada la anatomía del comando. Buscó cerciorarse de que su presa ya no respiraba. Emulando la última imagen del Perro, el oficial contuvo la respiración y mantuvo —sin parpadear— los ojos abiertos.

Las esquirlas de las piedras le habían lacerado el rostro. Pero Vizoso Posse, milagrosamente, aún respiraba. Los ingleses ya habían roto la emboscada. Aunque, contrariando la estrategia militar, en vez de continuar a la vanguardia, descendieron por el mismo lugar por donde habían venido. Buscaban socorrer a su tropa, que combatía con denuedo contra los comandos de Rico.

   
Vizoso Posse (arriba, a la izquierda) y sus camaradas del CC601, con una de las motos de enduro Kawasaki con las que se movilizaban en las operaciones especiales

Aturdido, con alguna dificultad para respirar e incrédulo por estar vivo, Vizoso Posse buscó su fusil y agotó un primer cargador hacia sus verdugos en retirada. Extrajo otro más del chaleco del caído y también lo vació con furia. Recién en ese instante un hilo de sangre le advirtió que estaba herido.

La contraofensiva permaneció acallada desde aquel sector. Si bien no pudo corroborar con sus ojos la efectividad de sus disparos, por la ausencia de fuego pensó que había acabado, o al menos magullado, a algunos de ellos.

Sin cobertura, aferrado a su Fal, El Yanqui trotó hasta donde estaba su jefe. Le comunicó que su sargento dilecto yacía muerto, que él estaba herido y que debía cambiar de posición.

Necesitaba que el médico de los comandos, el mayor Hugo Ranieri, frenara la hemorragia con un apósito.

Su desplazamiento atrajo como un imán más fuego británico. El paredón de piedra con el que se cubría el médico, no alcanzaba para resguardar a los dos hombres.

—Eh, me trajiste el fuego para acá—se quejó espontáneamente Ranieri.

—¡Estoy herido! —lo atajó.

Ranieri le tanteó con su mano la espalda.

—Tenés una herida grande, pero si llegaste hasta acá, estás bien. Podés seguí combatiendo—lo tranquilizó.

El Yanqui volvió a asomar su cabeza y ahora a distancia de tiro observó dos siluetas británicas. Bajó uno y después al otro. Esta vez las muertes enemigas las atestiguaron su camarada y el resto de los comandos.

El combate se extendió unos 30 minutos hasta que cesó la resistencia enemiga. Del pelotón argentino, además del Perro, sucumbió el sargento Ramón Gumersindo Acosta y una esquirla lesionó al gendarme Pablo Daniel Parada, del grupo Alacrán.

   
El sargento Ramón Gumersindo Acosta, comando de la Gendarmeria Nacional, caído en acción el 10 de junio de 1982

El ministro de defensa británico reconoció oficialmente 4 bajas británicas y tres heridos. Aunque la versión argentina arriesga que fueron más.

La herida

El Yanqui solo entregó su fusil tras alcanzar la primera línea argentina. Allí le practicaron las primeras curaciones.

Durante seis horas de caminata, sentía acrecentársele el dolor punzante en la espalda. En el hospital de campaña de Puerto Argentino, el médico al desvestirlo halló, enredado entre sus ropas, el rosario que portaba, desprendido de su nuca. Ninguno reparó en ese momento que le faltaba una cuenta.

   
El rosario hallado entre sus ropas

Al revisarlo, el médico, sin otro instrumental que su mano, le extrajo cerca de la clavícula un proyectil de 2cm de largo. Como la munición era trazante al ingresar por el omóplato derecho fue cauterizando la carne en un recorrido ascendente y oblicuo hasta quedar alojada a la altura del cuello, del lado izquierdo. Fue ahí, cuando al observar el proyectil, el médico habló, literalmente, de un milagro.

La munición había impactado primero en una de las cuentas plásticas del rosario y se mantenía todavía fundida y adosada al acero. Ese obstáculo, a corta distancia, no solo amortiguó el impacto; también ralentizó y desvió el recorrido. El rosario—aseguraron los médicos—le salvó la vida o, al menos, de quedar cuadripléjico.

 
El proyectil con la cuenta de plástico fundida al acero

Vizoso Posse fue evacuado de Malvinas hacia el continente en el último Hércules el 13 de junio, un día antes de la caída de Puerto Argentino. Por eso asegura que él nunca se rindió ante los ingleses.

 
 “Yo no me rendí ante los ingleses” dice a Infobae el mayor (RE) Jorge Vizoso Posse

domingo, 26 de mayo de 2019

Las motos de los comandos argentinos



Las motos protagonistas de la Guerra de Malvinas

Flavia Iglesias Zanet | Gente de Motos





30 marzo, 2018 Flavia Iglesias Zanet

Durante el conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña, que duró 10 semanas, el despliegue de las fuerzas armadas también estuvo constituido por motocicletas. Son máquinas con una historia especial.

Para la época el ejército argentino contaba con una flota de la reconocida Zanella Surumpio, con un motor dos tiempos de 125cc, que no cumplía del todo con las exigencias militares. Si bien era una todoterreno, tenía componentes poco confiables, era bastante ruidosa y contaba con suspensiones algo rígidas.

A las Malvinas, los militares argentinos algunos llevaron ejemplares para ser usados para mensajería; aunque una vez en la isla se incautaron a los británicos unas Can Am Bombardier 250. Dichos vehículos sí estaban preparados y tenían los elementos necesarios para un soldado. Otro reconocido modelo de la guerra es la Kawasaki KE 125 que utilizaron las fuerzas de nuestro país.


La misión en dos ruedas


En los dos meses y medio que duró el conflicto hubo un suceso donde las dos ruedas tuvieron gran protagonismo. El 8 de junio la Fuerza Aérea Argentina atacó dos buques enemigos que se dirigían a la Bahía Agradable, al tiempo que la compañía de Comandos 602 debía asaltar los mismos por la retaguardia. Pero un helicóptero Puma fue embestido por la defensa británica.

Para rescatar a los soldados que quedaron aislados, se envió a la Compañía de Comandos 601 a bordó de sendas motocicletas, en las que se contaban tanto Kawas como Can Am. El primer intentó fue en vano, pero luego de esperar a la noche el grupo volvió a intentarlo. El ejército inglés descubrió el arriesgado plan y comenzó a atacar, más los argentinos pudieron cumplir la misión con éxito.

Los militares nacionales utilizaron las máquinas para transportarse hasta la posición de la Armada, donde supieron que se habían arriesgado al pasar por el corredor. Media hora antes de que pasaran en las motocicletas por el tramo recorrido se habían cerrado porque encontrarse minado.




Los modelos de Malvinas

La fábrica canadiense Bombardier comenzó a trabajar con la línea Cam Am en 1973, siendo proveedora del ejército de su país, de EEUU, Bélgica y Gran Bretaña. El modelo utilizado en la guerra de Malvinas era una motocicleta con motor monocilíndrico, de dos tiempos, de 250cc, refrigerado por aire. Los propulsores eran suministrados por la empresa austríaca Rotax.

Uno de los ejemplares secuestrados a las fuerzas armadas británicas durante el conflicto sigue en manos de los argentinos. Se puede ver, completamente restaurado, en el Museo Naval de Puerto Belgrano de Punta Alta, donde se encuentra en exposición.



La Kawasaki KE 125, de 1981, se hizo famosa en nuestro país por participar en esta guerra. Era un modelo de enduro, con motor monocilíndrico, de 125 cc, refrigerada por aire, con transmisión por cadena y caja de seis velocidades. Tenía una potencia de 10 cv y alcanzaba una velocidad de 94 km/h. Los frenos de tambor paraban esta máquina que promediaba los 110 kilos.

Si bien esos dos son los más representativos del conflicto bélico de 1982, hubo además otros ejemplares. Entre los que llevaron al enfrentamiento militar en las Islas Malvinas, se encontraba por ejemplo la Honda XL250S, de fines de los años 70.


miércoles, 20 de febrero de 2019

Gobierno hijo de puta: Echan al héroe de Malvinas coronel Martiniano Duarte


Por criticar al ministro de Defensa, echaron a un héroe de Malvinas del Colegio Militar 

Infobae publicó el lunes la carta que le envió a Oscar Aguad. Hoy le comunicaron que había sido excluido del cuerpo de profesores

Infobae

El coronel (R) José Martiniano Duarte, un héroe de Malvinas que el lunes le envió una dura carta al ministro de Defensa Oscar Aguad, se enteró hoy de que lo excluyeron del cuerpo de profesores del Colegio Militar.

"Es cierta la versión que se está difundiendo, sobre que he sido excluido del cuerpo de profesores del Colegio Militar. Como siempre, me hago responsable de mis actos y acepto sus consecuencias. Gracias a todos por los mensajes", tuiteó en la noche del miércoles Duarte.

El lunes, había llevado personalmente la carta hasta la mesa de entradas del ministerio de Defensa. Allí se refería a la posibilidad de que los militares sean apartados de la conducción del IOSFA, la obra social del personal en actividad y retirado de las Fuerzas Armadas, que generó un gran malestar dentro de la estructura castrense.

"Me pregunto por qué la conducción del Ministerio de Defensa provoca esto en este momento. Las causas podrían ser de distinto tenor: ¿incompetencia, ignorancia, política? No encuentro una respuesta", escribió el veterano de guerra, quien combatió en puerto Howard.




En diálogo con Infobae, Duarte contó cómo le comunicaron que había sido excluido. "Hoy di dos horas de clases y, antes de irme, pasé por la sala de profesores a tomar un café. Allí el jefe de estudios me dijo que no había entrado mi contrato, que yo firmé en diciembre. Le pregunté qué hacía mañana, que tenía que dar otras tres horas de clase y me respondió: 'Y… no podemos porque no está el contrato'. Le di una palmada en el hombro y me fui", contó el coronel (R).

Y agregó: "A raíz de la carta que yo mandé ocurre estoy ahora. Son las cosas que pasan por hacer lo que uno cree correcto".

En la carta, Duarte había señalado que "hace décadas que el Ministerio de Defensa ha dejado de ser un área trascendente de las políticas públicas para los diferentes gobiernos. Y pareciera ser todo válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas".

La tensión fue creciendo cuando la semana pasada el interventor del IOSFA, Pedro Barrios -nombrado por Aguad- elevó una nota al ministro en la que sostuvo que la gestión de la obra social "requiere de competencias específicas que en general no tienen relación con la actividad militar o de seguridad". Para finalizar, solicitó a su superior "que adopte las medidas necesarias para dejar de considerar al IOSFA como destino militar".

El IOSFA tiene más de 640 mil afiliados, nació en 2013 con la unificación del IOSE (Ejército), la DIBA (Armada) y la DIOSFA (Fuerza Aérea) y es la tercera en el ranking de las obras sociales del país. El malestar en las Fuerzas se instaló entre los militares, quienes manifestaron su preocupación por el ingreso de cuadros políticos a los estratos de conducción de la obra social y consideraron la solicitud de Barrios como "una discriminación".

El general retirado José Figueroa, director vocal del IOSFA, ya había rechazado la decisión de Barrios, y en un escrito había manifestado su enojo por haberse tratado de una resolución "personal e inconsulta" en un tema de la envergadura.

Duarte, que ahora se sumó a la polémica generada en el ministerio, es héroe de Malvinas, licenciado en Estrategia y Organización, comando, paracaidista e instructor de andinismo, paracaidisimo y comandos, y tiene un gran prestigio dentro del Ejército y de las Fuerzas Armadas: "Reúne las condiciones de soldado combatiente de sobresalientes destrezas y valor", definieron sus camaradas frente a Infobae.

En las últimas horas, el veterano de Malvinas sumó el apoyo de otro ex combatiente, que además es funcionario del Gobierno. Se trata de Juan José Gómez Centurión, ex director de la Aduana y actual vicepresidente del Banco Nación.

"Al coronel Duarte le cortaron el contrato como profesor en el Colegio Militar de la Nación en represalia por la carta sobre el IOSFA. Oscar Aguad, eso no se le hace a un veterano de guerra", escribió Gómez Centurión en su cuenta de la red social Twitter.



 



La historia de Duarte en Malvinas

Durante el conflicto armado de 1982 fue jefe de la 1ra sección de la Compañía de Comandos 601 y, durante la misma, comandó exitosas operaciones detrás de las líneas enemigas y se enfrentó a las S.A.S. -las fuerzas especiales de más fama en el Ejército Británico y una de las más prestigiosas del mundo-, resultando victorioso.

En su misiva al ministro Aguad, el militar condecorado por su actuación en la guerra, aseguró que ahora que las Fuerzas Armadas "prácticamente han sido borradas de toda consideración y, aparentemente, ya no tienen ningún otro tema para el escarnio, se la toman con nuestra Obra Social, que es lo mismo decir con nuestras familias".

"Es fácil, lo reconozco; los militares no tenemos sindicato, no hacemos paros ni movilizaciones y los políticos que deberían defendernos el salario y la salud, son simples aficionados que desconocen la particular problemática de la cuestión militar", agregó sin ocultar su malestar.

La carta generó una fuerte reacción dentro de la Fuerza por la gran prédica que tiene Duarte entre los militares. Todos remarcaron su historia dentro del Ejército y durante la guerra y rememoraron con orgullo aquel combate en Howard donde murió el jefe de Escuadrón 19 SAS, capitán Gavin John Hamilton y fue capturado el cabo primero Roy Fonseca, el único prisionero inglés capturado en combate terrestre después del 2 de abril.

Sus compañeros recordaron que el entonces teniente primero Duarte le dio sepultura con honores militares al capitán inglés en Puerto Howard. "Hamilton fue velado y enterrado con la bandera británica sobre su cuerpo y con un cordón de honor. Esto le valió que los soldados británicos le rindieran honores a Duarte y a su sección una vez terminadas las hostilidades", afirmaron a Infobae.

En el 2002, a los 20 años de la guerra, el coronel Duarte se reunió en Londres con la viuda de Hamilton, Victoria Carter. Ella quería agradecerle su humanidad y hombría de bien por haber informado que su esposo había caído en combate como un valiente. "Él no es un asesino -dijo la esposa del oficial inglés en presencia de la prensa británica-, él es un soldado que peleaba por su Patria".

La enérgica carta al ministro conlleva todo el peso de esta historia dentro de las Fuerzas Armadas. En uno de sus párrafos, el militar le escribió a Aguad que "los ministros de Defensa de las últimas décadas y sus asesores, que provienen en el mejor de los casos de la función pública y nada saben de Defensa y, menos aún, de fuerzas armadas" fueron los que hicieron que la obra social "se haya transformado en un instituto muy particular".

"Tal vez Usted no lo sepa, pero la obra social de las fuerzas armadas posee particularidades que la hacen muy diferente a otras. Las enormes distancias y la dispersión territorial hacen que los costos de la atención sanitaria a sus afiliados sean altísimos ya que nuestro país posee unidades y destacamentos -que incluyen a Gendarmería Nacional- desde Tartagal, hasta Ushuaia, desde Puente del Inca, hasta Buenos Aires, incluso en lugares muy poco accesibles", subrayó.

Señaló, además, que Barrios -"del que desconozco su idoneidad en la materia"- pretendió comparar al IOSFA y su funcionamiento con otras obras sociales, "lo que da cuenta del desconocimiento que se tiene sobre lo que son y necesitan las Fuerzas Armadas".

 



Quien fuera Subdirector de Investigación y Desarrollo del Ejército, jefe de regimiento, instructor de comandos y escritor de varios libros, aseguró que la decisión de apartar a las militares de la gestión del IOSFA "manifiesta una profunda ignorancia sobre la misión, la organización, el despliegue y las actividades de su conjunto, y de los elementos que la componen, así como las dificultades que permanentemente atraviesan".

Corrupción en el MinDef: Aguad recula en chancletas

Tras la dura carta del héroe de Malvinas, Oscar Aguad confirmó que los militares seguirán en la conducción de la obra social de las FFAA


Por Fernando Morales |  Infobae


 
El imbécil ministro de Defensa Oscar Aguad (AP Photo/Pablo Stefanec)


La posibilidad de un apartamiento de los militares que integran la gestión del IOSFA, la obra social del personal en actividad y retirado de las Fuerzas Armadas, generó un gran malestar dentro de la estructura castrense. Suscitó, por ejemplo, la dura carta que el coronel José Martiniano Duarte, héroe de Malvinas, envió al ministro de Defensa Oscar Aguad y que Infobae difundió ayer.

Tras la repercusión que tuvo la misiva, el propio Aguad ordenó al Jefe del Estado Mayor Conjunto y a los Jefes de Estado Mayor de cada una de las FFAA que emitan a todas las unidades un radiograma para confirmar que el IOSFA seguirá siendo conformado por personal militar en actividad en diferentes estamentos de su administración.

"El ministro de Defensa ha ratificado que personal militar continuará prestando servicios en el IOSFA, como históricamente lo ha hecho, y su designación será realizada a propuesta de cada fuerza, en coordinación con las autoridades de dicho instituto, de acuerdo a los perfiles establecidos y a la normativa vigente", reza el telegrama al que accedió este medio.

Un allegado de máxima confianza del ministro señaló a Infobae que si bien "la obra social militar marcha bien es necesario optimizarla". "700 militares alejados de su tarea específica es algo que no se puede sostener, habrá que hacer los ajustes necesarios para que la plantilla de personal militar se ajuste a las reales necesidades del Instituto", indicó la fuente.

 
José Martiniano Duarte (el cuarto de izquierda a derecha) en Malvinas junto a sus compañeros de la Compañía de Comando 601

Asimismo, respecto a la proliferación de pedidos de renuncia del presidente del IOSFA, Pedro Barrios, cerca del ministro aclararon: "El malestar que reflejaban las redes no se condice con las conversaciones mantenidas con las cúpulas militares, el ministerio y los Jefes de Estado Mayor trabajan en total sintonía".

La polémica surgió luego de que Barrios elevara una nota al ministro en la que sostuvo que la gestión de la obra social "requiere de competencias específicas que en general no tienen relación con la actividad militar o de seguridad". En esa comunicación, había solicitado a su superior "que adopte las medidas necesarias para dejar de considerar al IOSFA como destino militar".

El pedido no fue bien recibido en el ámbito castrense. En la misiva que envió a Aguad, el veterano de guerra José Martiniano Duarte expresó: "Me pregunto por qué la conducción del Ministerio de Defensa provoca esto en este momento. Las causas podrían ser de distinto tenor: ¿incompetencia, ignorancia, política? No encuentro una respuesta".

"Hace décadas que el Ministerio de Defensa ha dejado de ser un área trascendente de las políticas públicas para los diferentes gobiernos. Y pareciera ser todo válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas", continuaba el texto.

 


El IOSFA cuenta con más de 650.000 afiliados, entre ellos los procedentes de la Prefectura Naval y Gendarmería Nacional, y su directorio está presidido por un funcionario político e integrado por personal militar y de seguridad en situación de retiro.

Por su magnitud, el IOSFA es la tercera obra social de la Argentina: maneja un presupuesto de cientos de millones de pesos en forma anual, tiene cobertura en todo el país y además interactúa con "fundaciones sanitarias" creadas por cada fuerza armada con el objetivo de celebrar convenios de usufructo de servicios por parte de entidades gremiales civiles.

El manejo de la caja no fue el único motivo de la disputa. Los miembros de las Fuerzas Armadas sostienen con vehemencia que, tal como sucede en cualquier obra social sindical, los afiliados deben manejar este tipo de estructuras. En las antípodas de este razonamiento, el Gobierno considera que a diferencia de los gremios, que son personas jurídicas privadas, los militares son empleados públicos a los que el Estado les paga el sueldo para ocuparse de la defensa y no del manejo de la salud. Sin embargo, el Ejecutivo decidió anular la controversia con las FFAA.

martes, 19 de febrero de 2019

Héroe de Malvinas manda a cagar al corrupto de Aguad

Dura carta de un héroe de Malvinas al ministro de Defensa Oscar Aguad: "Todo parece ser válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas" 

El coronel José Duarte, quien combatió en Howard, llevó esta mañana una nota al funcionario por la decisión -que causa profundo malestar en las fuerzas- de apartar a los militares de la gestión de su obra social IOSFA

Infobae



 
José Martiniano Duarte (el cuarto de izquierda a derecha) en Malvinas junto a sus compañeros de la Compañía de Comando 601

Llevó la carta personalmente hasta el ministerio de Defensa. La dejó en mesa de entradas y salidas, en el décimo piso del edificio en Azopardo 250. El coronel (R) José Martinianto Duarte, héroe de Malvinas, cuidó cada una de las palabras que eligió para redactar la durísima carta que hoy le envió a Oscar Aguad, titular del área.

La posibilidad de que los militares sean apartados de la conducción del IOSFA, la obra social del personal en actividad y retirado de las Fuerzas Armadas, ha generado un gran malestar dentro de la estructura castrense.

"Me pregunto por qué la conducción del Ministerio de Defensa provoca esto en este momento. Las causas podrían ser de distinto tenor: ¿incompetencia, ignorancia, política? No encuentro una respuesta", escribió el veterano de guerra, quien combatió en puerto Howard.

"Hace décadas que el Ministerio de Defensa ha dejado de ser un área trascendente de las políticas públicas para los diferentes gobiernos. Y pareciera ser todo válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas", siguió con dureza.

La tensión fue creciendo cuando la semana pasada el interventor del IOSFA, Pedro Barrios -nombrado por Aguad- elevó una nota al ministro en la que sostuvo que la gestión de la obra social "requiere de competencias específicas que en general no tienen relación con la actividad militar o de seguridad". Para finalizar, solicitó a su superior "que adopte las medidas necesarias para dejar de considerar al IOSFA como destino militar".

 
Terrible hijo de puta. El ministro de Defensa Oscar Aguad (AP Photo/Pablo Stefanec)

El IOSFA tiene más de 640 mil afiliados, nació en 2013 con la unificación del IOSE (Ejército), la DIBA (Armada) y la DIOSFA (Fuerza Aérea) y es la tercera en el ranking de las obras sociales del país. El malestar en las Fuerzas se instaló entre los militares quienes manifestaron su preocupación por el ingreso de cuadros políticos a los estratos de conducción de la obra social y consideraron la solicitud de Barrios como "una discriminación".

El general retirado José Figueroa, director vocal del IOSFA, ya había rechazado la decisión de Barrios, y en un escrito había manifestado su enojo por haberse tratado de una resolución "personal e inconsulta" en un tema de la envergadura.

El coronel José Duarte, que ahora se sumó a la polémica generada en el ministerio, es héroe de Malvinas, Licenciado en Estrategia y Organización, comando, paracaidista e instructor de andinismo, paracaidisimo y comandos, y tiene un gran prestigio dentro del Ejército y de las Fuerzas Armadas: "Reúne las condiciones de soldado combatiente de sobresalientes destrezas y valor", definieron sus camaradas frente a Infobae.

Durante el conflicto armado de 1982 fue jefe de la 1ra sección de la Compañía de Comandos 601 y, durante la misma, comandó exitosas operaciones detrás de las líneas enemigas y se enfrentó a las S.A.S. -las fuerzas especiales de más fama en el Ejército Británico y una de las más prestigiosas del mundo-, resultando victorioso.

En su misiva al ministro Aguad, el militar condecorado por su actuación en la guerra, aseguró que ahora que las Fuerzas Armadas "prácticamente han sido borradas de toda consideración y, aparentemente, ya no tienen ningún otro tema para el escarnio, se la toman con nuestra Obra Social, que es lo mismo decir con nuestras familias".

"Es fácil, lo reconozco; los militares no tenemos sindicato, no hacemos paros ni movilizaciones y los políticos que deberían defendernos el salario y la salud, son simple aficionados que desconocen la particular problemática de la cuestión militar", agregó sin ocultar su malestar.

La carta seguramente producirá reacción dentro de la Fuerza por la gran prédica que tiene Duarte entre los militares. Todos remarcaron su historia dentro del Ejército y durante la guerra y rememoraron con orgullo aquel combate en Howard donde murió el jefe de Escuadrón 19 SAS, capitán Gavin John Hamilton y fue capturando el cabo primero Roy Fonseca, el único prisionero inglés capturado en combate terrestre después del 2 de abril.

 
El capitán del SAS, Gavin Hamilton

Sus compañeros recordaron que el entonces teniente primero Duarte le dio sepultura con honores militares al capitán inglés en Puerto Howard, Gran Malvina. "Hamilton fue velado y enterrado con la bandera británica sobre su cuerpo y con un cordón de honor. Esto le valió que los soldados británicos le rindieran honores a Duarte y a su sección una vez terminadas las hostilidades".

En el 2002, a los 20 años de la guerra, el coronel Duarte se reunió en Londres con la viuda de Hamilton, Victoria Carter. Ella quería agradecerle su humanidad y hombría de bien por haber informado que su esposo había caído en combate como un valiente. "Él no es un asesino -dijo la esposa del oficial inglés en presencia de la prensa británica-, él es un soldado que peleaba por su Patria".

La enérgica carta al ministro, entonces, conlleva todo el peso de esta historia dentro de las Fuerzas Armadas. En uno de sus párrafos, sin medias tintas, el militar le escribió a Aguad que "los ministros de Defensa de las últimas décadas y sus asesores, que provienen en el mejor de los casos de la función pública y nada saben de Defensa y, menos aún, de fuerzas armadas" fueron los que hicieron que la obra social "se haya transformado en un instituto muy particular".

 
El encuentro entre Duarte y la viuda del capitán inglés, Victoria Carter

"Tal vez Usted no lo sepa, pero la obra social de las fuerzas armadas posee particularidades que la hacen muy diferente a otras. Las enormes distancias y la dispersión territorial hacen que los costos de la atención sanitaria a sus afiliados sean altísimos ya que nuestro país posee unidades y destacamentos -que incluyen a Gendarmería Nacional- desde Tartagal, hasta Ushuaia, desde Puente del Inca, hasta Buenos Aires, incluso en lugares muy poco accesibles", subrayó.

Señaló, además, que Barrios -"del que desconozco su idoneidad en la materia"- pretendió comparar al IOSFA y su funcionamiento con otras obras sociales "lo que da cuenta del desconocimiento que se tiene sobre lo que son y necesitan las Fuerzas Armadas".

Quien fuera Subdirector de Investigación y Desarrollo del Ejército, jefe de regimiento, instructor de comandos y escritor de varios libros, aseguró que la decisión de apartar a las militares de la gestión del IOSFA "manifiesta una profunda ignorancia sobre la misión, la organización, el despliegue y las actividades de su conjunto, y de los elementos que la componen, así como las dificultades que permanentemente atraviesan".

Esta es la carta completa del coronel Duarte, entregada hoy al ministro Aguad:


Buenos Aires, 18 de febrero de 2019.
Señor Ministro de Defensa
Dr. Oscar Aguad

En relación a la ofensa que hiciera el presidente del directorio del IOSFA a todos los miembros de las instituciones armadas, en la persona del señor general José Luis Figueroa, tengo el agrado de intentar informarle por este medio, algunos conceptos que creo Usted desconoce.

Me pregunto por qué la conducción del Ministerio de Defensa provoca esto en este momento. Las causas podrían ser de distinto tenor: ¿incompetencia, ignorancia, política? No encuentro una respuesta. Hace décadas que el Ministerio de Defensa ha dejado de ser un área trascendente de las políticas públicas para los diferentes gobiernos. Y pareciera ser todo válido a la hora de humillar a las Fuerzas Armadas.

Ahora, que prácticamente han sido borradas de toda consideración y, aparentemente, ya no tienen ningún otro tema para el escarnio, se la toman con nuestra Obra Social, que es lo mismo decir con nuestras familias. Es fácil, lo reconozco; los militares no tenemos sindicato, no hacemos paros ni movilizaciones y los políticos que deberían defendernos el salario y la salud, son simple aficionados que desconocen la particular problemática de la cuestión militar.

Tal vez Usted no lo sepa, pero la obra social de las fuerzas armadas posee particularidades que la hacen muy diferente a otras. Las enormes distancias y la dispersión territorial hacen que los costos de la atención sanitaria a sus afiliados sean altísimos ya que nuestro país posee unidades y destacamentos -que incluyen a Gendarmería Nacional- desde Tartagal, hasta Ushuaia, desde Puente del Inca, hasta Buenos Aires, incluso en lugares muy poco accesibles. Por eso existe dentro de la logística de personal de las Fuerzas, una Sanidad Militar que, de hecho y de práctica, no es de uso exclusivo de los militares en actividad, sino que se entrelaza y converge diariamente con la obra social. El médico militar que atiende a un suboficial en Río Mayo con el bonete de la Sanidad Militar, es el mismo que asiste a su esposa embarazada con el bonete de IOSFA.

Esta realidad -que los ministros de defensa de las últimas décadas y sus asesores que provienen en el mejor de los casos de la función pública, y nada saben de Defensa y, menos aún, de fuerzas armadas-, es la que hace que nuestra obra social se haya transformado en un instituto muy particular.

La primera en concurrir en auxilio de un familiar afectado (IOSFA) y ante una emergencia es la Sanidad Militar. Usted me dirá que la obra social hará el reintegro correspondiente, y yo le replicaré que no y que, lamentablemente, muchas veces no ocurre así. Por ejemplo, si se debe evacuar a un niño de la localidad de Río Mayo hasta el Hospital Militar de Comodoro Rivadavia por una urgencia -yo he vivido esa situación-, lo que ocurrirá es que el comandante de la Brigada Mecanizado IX ordenará a un helicóptero de su dependencia realizar el traslado (600 kilómetros, ida y vuelta), y lo hará sin consultar a la obra social ni esperar la autorización de la misma, porque hay una vida que salvar. Ese es el costo de tener Defensa en un País que es el octavo territorio del mundo. Esto ocurre, señor Ministro, porque el enorme despliegue y el aislamiento de muchas unidades de las Fuerzas, imponen que nuestra obra social y la Sanidad Militar vivan en emergencia permanente. Lo mismo se hace cuando acontece una catástrofe natural: primero concurren con los medios disponibles y, después, dan la novedad. Todo al propio costo y riesgo.

Pareciera que aquello que el doctor Pedro Barrios -del que desconozco su idoneidad en la materia- cree saber tan apropiadamente como para aplicar a los militares, lo ignora en el caso propio.
Pretender comparar al IOSFA y su funcionamiento con otras obras sociales, da cuenta del desconocimiento que se tiene sobre lo que son y necesitan las Fuerzas Armadas. Manifiesta una profunda ignorancia sobre la misión, la organización, el despliegue y las actividades de su conjunto, y de los elementos que la componen, así como las dificultades que permanentemente atraviesan.

Por lo anteriormente expuesto, es que enfatizo en la necesidad que quien ejerza las funciones de presidente del Directorio del IOSFA sea una persona formada no solo en el manejo de la salud o la administración de una obra social, sino que sea idónea en el conocimiento de la complejidad específica de las Fuerzas Armadas.

En caso que no sea posible encontrar a alguien que reúna esas condiciones, y Usted no quiera designar a un militar en ese puesto le solicito, por favor, que escoja a alguien que, por lo menos, quiera sus soldados.

Saludo a Usted con atenta consideración.

José Martiniano Duarte
Coronel VGM (R)
DNI: 8.604.927