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miércoles, 12 de junio de 2024

¿Cómo se pudo cambiar el curso de la guerra terrestre?

¿Qué pudo haber hecho un general argentino enfrentando la situación de la defensa de Puerto Argentino?





En su momento, el periódico británico The Guardian hizo público una denuncia en un editorial titulado "Veinte años después", señalando que el público británico solo pudo acceder a información que se les negó hace dos décadas hasta el año 2002. Después de este largo período de silencio, el almirante Sir John Woodward, comandante de la Fuerza de Tarea enviada por Margaret Thatcher para recuperar las Islas Malvinas, reveló a los periodistas de The Guardian, Jeevan Vasagar y Alex Bellos: "Ganamos la guerra con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos se rindieron, las pérdidas británicas estaban aumentando y estábamos a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si hubieran resistido una semana más, la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia política reciente".
Woodward también recordó haber enviado un mensaje desesperado a las fuerzas de tierra el 6 de junio de 1982, advirtiéndoles que el grupo aeronaval bajo su comando estaba "exhausto". Estas revelaciones coinciden con las afirmaciones de otros altos mandos militares británicos, quienes sostienen que la guerra de Malvinas distó mucho de ser el "paseo" que ciertos propagandistas del tatcherismo pretendían. En una entrevista realizada en 1996 en Londres, uno de los coroneles que comandó el Regimiento 2 de Paracaidistas (2 Para) respaldó esta tesis, señalando que si el alto mando argentino hubiera resistido una semana más, las tropas británicas hubieran enfrentado un colapso logístico.
Las revelaciones del almirante Woodward son especialmente relevantes al conocerse ahora lo que escribió en su diario durante esos días de junio: "Estamos al borde del abismo: si los argentinos nos soplan en la nuca, nos mandan al fondo. A lo mejor les pasa lo mismo: espero que así sea porque de otra manera nos espera una carnicería".



Julián Thompson, líder de los Royal Marines durante la guerra, expresó: "Si hubieran esperado un poco más, seguramente no hubiéramos podido responder de la misma manera". En efecto, a finales de 1981, debido a una crisis interna, Gran Bretaña había decidido vender sus dos portaaviones y retirar del servicio sus grandes buques de desembarco, lo que la dejaría sin capacidad para realizar operaciones anfibias a gran escala. La Royal Navy se reduciría a una fuerza de defensa costera.



El general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas terrestres británicas en Malvinas, afirmó que sin los portaaviones y los grandes barcos anfibios, no habrían podido enfrentar a la Fuerza Aérea Argentina ni llevar a cabo un desembarco terrestre de manera profesional con sus tropas. Además, en mayo de 1982, Argentina estaba programada para recibir una entrega de veinte misiles Exocet de Francia (a pesar de su caos económico, el gasto militar era alto), pero en abril, durante la ocupación de las islas, solo contaban con cuatro. El misil Exocet y el avión Super Etendard formaban un sistema ofensivo diseñado para atacar buques, una tecnología avanzada en ese momento y que aún se mantiene operativa en la actualidad.



Nos podemos hacer la pregunta de qué faltó hacer en tierra para devolver a los soldados británicos a sus barcos. Como general argentino estacionado en las Islas Malvinas con suministros limitados y enfrentando ataques terrestres a posiciones fijas propias, la situación ciertamente presentaría desafíos importantes. A continuación se presentan algunas estrategias que potencialmente podrían cambiar la dirección de la guerra en estas circunstancias:


Fortificación y defensa
se debió priorizar la fortificación de posiciones defensivas para resistir los ataques terrestres enemigos. Mejorar los sistemas de trincheras, búnkeres y fortificaciones para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Implementar tácticas de defensa en capas para crear obstáculos y perímetros defensivos que obliguen al enemigo a exponerse al fuego defensivo.

  • Identificar posiciones defensivas clave: evaluar el terreno e identifique posiciones defensivas clave que ofrezcan ventajas naturales, como terrenos elevados, cuellos de botella y áreas con buena visibilidad y campos de tiro. Priorizar la fortificación defensiva de estas posiciones para establecer fortalezas que puedan dominar el área circundante y negar al enemigo objetivos estratégicos.
  • Mejorar los sistemas de trincheras: mejorar los sistemas de trincheras existentes y establecer otros nuevos para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Construir trincheras con patrones en zigzag para minimizar el impacto del fuego enemigo y crear múltiples capas de defensa. Reforzar las zanjas con sacos de arena, movimientos de tierra y otros materiales para aumentar su durabilidad y resistencia.
  • Establecer búnkeres y puntos fuertes: construir búnkeres y puntos fuertes fortificados para que sirvan como centros de comando, puestos de observación y posiciones de apoyo de fuego. Construye búnkeres con hormigón armado y acero para resistir los bombardeos aéreos y los bombardeos de artillería enemigos. Coloca ametralladoras, armas antitanques y equipos de francotiradores en posiciones fortificadas para proporcionar campos de tiro superpuestos y apoyo mutuo.
  • Crea obstáculos y perímetros defensivos: coloca obstáculos como alambre de púas, zanjas antitanques y campos minados para impedir el movimiento del enemigo y canalizar su avance hacia zonas de muerte. Establecer perímetros defensivos alrededor de posiciones clave con campos de fuego superpuestos y sectores de responsabilidad entrelazados para evitar la infiltración y el cerco del enemigo.
  • Utilice cobertura y ocultación natural: aproveche las características naturales como colinas, crestas y vegetación para proporcionar cobertura y ocultación adicional para las posiciones defensivas. Camufle trincheras, búnkeres y fortificaciones para mezclarse con el terreno circundante y minimizar el riesgo de detección por parte del reconocimiento enemigo.
  • Implementar defensas antiaéreas: instalar defensas antiaéreas como misiles tierra-aire, armas de fuego y sistemas portátiles de defensa aérea (MANPADS) para protegerse contra las amenazas aéreas enemigas. Coloque baterías antiaéreas en ubicaciones estratégicas para proporcionar cobertura de espacio aéreo superpuesto y disuadir los ataques aéreos enemigos en posiciones defensivas.
  • Establecer nodos de comando y control: establecer nodos de comando y control dentro de posiciones defensivas para coordinar el movimiento de tropas, dirigir los activos de apoyo de fuego y comunicarse con los cuarteles generales superiores. Equipe los centros de comando con equipos de comunicaciones, mapas y pantallas de inteligencia para facilitar el conocimiento de la situación y la toma de decisiones en tiempo real.

Movilidad y flexibilidad
Mantener la movilidad y la flexibilidad en las operaciones defensivas para evitar que el enemigo se afiance o explote las debilidades en las posiciones defensivas. Se debió utilizar reservas y unidades de respuesta rápida (comandos e infantes de marina) para contrarrestar los intentos de avance del enemigo y reforzar los sectores críticos bajo ataque. Realizar retiradas tácticas cuando sea necesario para consolidar las líneas defensivas y preservar la mano de obra. Algo que fue recalcado en acción los por los comandos del EA y por el mismo Capitán Robacio que solicitó que las tropas que estaban en el capital se movilizaran a las trincheras para combatir.

  • Creación urgente de unidades de respuesta rápida: Establecer unidades de respuesta rápida compuestas por infantería altamente móvil, apoyadas por vehículos blindados ligeros (AML-90) y elementos de reconocimiento. Estas unidades deben estar estacionadas en ubicaciones estratégicas en toda la isla para reaccionar rápidamente ante los intentos de avance del enemigo o para reforzar sectores críticos bajo ataque. Sobre todo puede alimentarse de tropas ya probadas en combate y descansadas.
  • Fuerzas de reserva: mantener fuerzas de reserva que puedan desplegarse rápidamente para reforzar las posiciones de primera línea o explotar oportunidades de contraataques. Estas reservas deben mantenerse preparadas y coordinar sus movimientos en función de la evolución de la situación táctica y la evaluación de las amenazas.
  • Postura de defensa ágil: se podía adoptar una postura de defensa ágil que permita la asignación flexible de fuerzas en función de los movimientos e intenciones del enemigo. En lugar de comprometer todas las fuerzas en posiciones defensivas estáticas, mantenga una reserva de tropas capaces de realizar operaciones de defensa móviles, incluidas maniobras de flanqueo y contraataques.
  • Artillería móvil: desplegar unidades de artillería móviles equipadas con obuses autopropulsados o piezas de artillería remolcadas para brindar apoyo de fuego a las posiciones defensivas en toda la isla. Estas unidades de artillería deben ser capaces de desplazarse rápidamente para evitar la detección y el fuego de contrabatería enemigo, manteniendo al mismo tiempo la capacidad de brindar apoyo de fuego preciso y oportuno a las unidades comprometidas.
  • Operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo: utilizar operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo para realizar ataques profundos detrás de las líneas enemigas, interrumpir las líneas de suministro enemigas y capturar objetivos clave. Despliega fuerzas de operaciones especiales y unidades de infantería aerotransportadas mediante helicópteros o aviones de transporte para llevar a cabo misiones de reconocimiento, incursiones y sabotaje contra zonas de retaguardia enemigas.
  • Retiradas coordinadas: cuando se enfrente a una presión enemiga abrumadora o posiciones defensivas insostenibles, realiza retiradas coordinadas para consolidar las líneas defensivas y reagrupar las fuerzas en posiciones más defendibles. Utilice la movilidad y la flexibilidad para ejecutar retiradas tácticas mientras mantiene el contacto con el enemigo e inflige bajas mediante emboscadas y acciones dilatorias.
  • Redespliegue estratégico: se pudo mantener la capacidad de redistribuir fuerzas estratégicamente entre diferentes sectores de la isla en función de las amenazas cambiantes y los requisitos operativos. Utilice activos de movilidad como aviones de transporte, helicópteros y lanchas de desembarco anfibio para trasladar rápidamente tropas y equipos a las áreas de mayor necesidad.
  • Explotar las características naturales: explota el terreno accidentado y las características naturales de las Islas Malvinas, como colinas, valles y acantilados costeros, para crear oportunidades para defensa móvil y tácticas de emboscada. Usa camuflaje y enmascaramiento del terreno para ocultar movimientos y sorprender al enemigo con contraataques inesperados o maniobras de flanqueo.

Contraataques y emboscadas
Se pudo aprovechar el conocimiento local del terreno para lanzar contraataques y emboscadas contra las fuerzas enemigas. Identificar líneas de suministro enemigas vulnerables, rutas de comunicación y áreas de retaguardia para ataques selectivos que interrumpan las operaciones y la moral del enemigo. Utilizar tácticas de ataque y fuga para infligir bajas y desmoralizar a las tropas enemigas mientras conserva sus propios recursos.

Reabastecimiento y refuerzo
Establecer rutas de suministro alternativas y redes de apoyo logístico para garantizar el flujo continuo de suministros esenciales, municiones y refuerzos a las posiciones de primera línea. Se pudo utilizar lanzamientos aéreos desde helicópteros o aviones desde el continente, misiones clandestinas de reabastecimiento y logística encubierta nocturna para evitar los bloqueos enemigos y mantener la preparación operativa.

Coordinación con activos navales y aéreos
Se pudo coordinar estrechamente la labor con activos navales y aéreos argentinos para proporcionar capacidades de apoyo de fuego, reconocimiento e interdicción en apoyo de las operaciones terrestres. Utilizar fuego y ataques aéreos y tácticas de bloqueo aeronaval para interrumpir los movimientos del enemigo (tal como se intentó en sus casos extremos con los Hercules bombarderos y los Pucará torpederos), reforzar las posiciones defensivas y mantener el control de las vías marítimas de aproximación críticas.

Mantener la moral y la disciplina

En todo momento se debe fomentar un sentido de camaradería, moral y disciplina entre las tropas para mantener la resiliencia y la determinación frente a la adversidad. Proporcionar servicios adecuados de descanso, recreación y apoyo para mantener la moral y la eficacia en el combate. Implementar una disciplina y un liderazgo estrictos para garantizar la cohesión y la unidad de esfuerzo en la defensa contra los ataques enemigos. Asimismo, se debía acceder a pleno a los recursos alimenticios civiles de la población kelper (sobretodo, el abundante ganado ovino presente en el territorio).

Tácticas de guerra urbana
Finalmente, si el avance británico se tornaba indetenible, entonces enfrentar la posibilidad del combate urbano en Puerto Argentino. Si se defiende áreas urbanas o urbanizadas, se debe emplear tácticas de guerra urbana para maximizar la ventaja defensiva. Utilizar edificios, calles y otras características urbanas para crear obstáculos y puntos de emboscada para las fuerzas enemigas. Llevar a cabo combates cuerpo a cuerpo y combates callejeros para negar al enemigo el control de infraestructuras y áreas urbanas clave. La infraestructura mayormente hecha de madera no brindaba un buen escenario para la creación de escombros y estructuras de cobertura y protección, pero es una alternativa que podía ser explorada.

Guerra psicológica

También se pudo explotar y aprovechar las tácticas de guerra psicológica para socavar la moral y la resolución del enemigo. Utilizar propaganda, desinformación y engaño para sembrar dudas y confusión entre las filas enemigas. Explotar factores culturales, lingüísticos y psicológicos para crear divisiones y disidencia dentro de las fuerzas enemigas.

En conclusión, se debía enfrentar dificultades abrumadoras en una situación defensiva en las Islas Malvinas lo cual requeriría una combinación de ingenio táctico, resiliencia y determinación para resistir los ataques enemigos mientras se buscan oportunidades para recuperar la iniciativa y cambiar la dirección de la guerra.


domingo, 23 de agosto de 2020

El engaño del HMS Superb

HMS Superb: El Submarino Fantasma




El Snorkel

El 30 de marzo de 1982 se anunció en medios británicos la zarpada del submarino nuclear británico HMS Superb rumbo al Atlántico Sur. Sin embargo, pocos días después, esta embarcación apareció en su base en Escocia. La difusión de la información errónea de manera premeditada, fue el disparador de acciones decisivas.

En el prefacio del libro “Malvinas: El Gran Relato”, [1] Umberto Eco destacaba que la historia del submarino británico HMS Superb “es la verdadera historia de cómo se construyó una historia inventada”[2], y en consecuencia, puntualizaba su interés en el modo en que había crecido la historia del submarino, a partir de un rumor vago. Quedaban en pie varios interrogantes, respecto de quién había inventado el submarino, y en particular, quién se habría beneficiado la difusión del rumor.

El 26 de marzo de 1982, mientras evolucionaba la crisis diplomática con Gran Bretaña por los incidentes en Georgias del Sur, en Buenos Aires se recibe la información de que los británicos habían destacado hacia las Islas Malvinas al RRS John Biscoe (desde Montevideo), con un destacamento de Royal Marines, y al RRS Bransfield (desde Punta Arenas). Si bien eran embarcaciones operadas por civiles, estaban afectadas a tareas de abastecimiento de la Royal Navy, y se sumarían al buque HMS Endurance, operando en el área y que amenazaba desalojar por la fuerza a los operarios civiles en Puerto Leith.

Ese mismo día, ante el evidente refuerzo de la guarnición británica, en Buenos Aires se resolvió realizar un despliegue preventivo de fuerzas al Atlántico Sur, a fin de estar en condiciones de adoptar medidas si la evolución de la situación así lo requería. “Por lo tanto, [se] ordenó preparar todo lo necesario para zarpar el 28 de marzo”[3], lo que finalmente se cumplió, por la tarde, en dicha fecha.
Entonces, si bien la decisión había sido tomada, el uso de la fuerza quedaba supeditado a la evolución de las negociaciones diplomáticas, “y por ello se ordenó expresamente al Comandante de la "Operación Rosario" (desembarco en Puerto Stanley), que la misma podía ser cancelada si se lograba un arreglo diplomático antes del 1° de abril de 1982 a 18.00 horas”. [4]

Mientras tanto, la percepción en Londres era que Argentina no llegaría al extremo de una invasión. El ministro de Relaciones Exteriores británico, Peter Carrington, estaba convencido que la forma de actuar en estas circunstancias era “disuadiendo” a los argentinos a que se abstuvieran de recurrir a la fuerza. “El 24 de marzo tuve que informar a mis colegas del Gabinete que las negociaciones con Argentina podrían llegar a un término, y que no podríamos excluir la posibilidad de acción militar en última instancia”. [5]

Entonces, el 25 de marzo, la Primer Ministro británica autorizó a preparar planes de contingencia. Se evaluaba que la presencia del destacamento de Royal Marines en las Islas Malvinas, y los refuerzos que llegaban desde Montevideo, serían insuficientes para disuadir a los argentinos. “Se examinaron las opciones familiares, con las conclusiones familiares. En un período de tensión en aumento, podía desplegarse un SSN [submarino nuclear] hacia la región. Si se lo hacía abiertamente, ello podría servir como una útil disuasión, pero sólo a la espera de mayores refuerzos navales”. [6]

Se decidió el refuerzo en el Atlántico Sur, siguiendo las propuestas de despliegue de un submarino nuclear, pero en forma encubierta dado lo delicado del momento. El 29 de marzo por la mañana, el Ministro de Defensa británico, John Nott, se reunió con el First Sea Lord, Admiral Sir Henry Leach para instruirle poner en alerta algunas buques y para el envío de un submarino nuclear previo análisis de los compromisos de despliegue con la OTAN. Esa misma mañana se informó que el HMS Spartan estaría disponible, “pero que tomaría dos o tres días equiparlo con el armamento necesario, aprovisionarlo para una misión muy prolongada, y alistarlo con los torpedos correctos”. [7]

La expectativa era que este submarino zarpara el 31 de marzo, para llegar al área de las Islas Malvinas, entre el 11/12 de abril. Al respecto, Thatcher expresó que “el submarino tardaría dos semanas en llegar al Atlántico Sur, pero podría comenzar a ejercer su influencia sobre los acontecimientos inmediatamente. Mi sentimiento instintivo me decía que había llegado el momento de demostrar a los argentinos que íbamos en serio” [8], tal vez interesada en hacer perder el carácter encubierto del despliegue.

De todas maneras, Nott consideraba aún insuficiente el envío del HMS Spartan. “La siguiente mañana, martes 30, regresé a la oficina y le pedí al Estado Mayor Naval de preparar un segundo submarino”. [9] Enterado del nuevo despliegue, Carrington insistía en que resultaba insuficiente: “Ya habíamos enviado un submarino nuclear y ese día habíamos acordado enviar un segundo, a fin de ayudar a contrarrestar cualquier movimiento agresivo de la marina argentina, que aún se asumía no sería inminente. Yo quería enviar un tercero, pero la decisión fue postergada”. [10]

Pero la crisis diplomática entre ambos países seguía escalando, y los medios británicos, ante la falta de noticias concretas, ya hablaban de una “invasión argentina”, lo que ponía en aprietos al gobierno de Margaret Thatcher. “La primer ministro sabía que el 30 de marzo se ventilaría el tema de defensa en el Parlamento y que el incidente de las Georgias del Sur la perjudicaba”. [11]

“El deseo de reafirmar al Parlamento y a la prensa que se estaban tomando acciones firmes, llevó a que el despliegue se filtrara el 30 de marzo” [12], lo que ocurrió en oportunidad en que un ministro del Foreign Office, Robert Luce había concurrido a presentar un informe al Parlamento, en donde, de acuerdo a Nott, Luce fue “atacado” por varios parlamentarios conservadores “por la falta de acción del gobierno”, por lo que debió haberse insinuado el despliegue del submarino. “Estoy seguro que no lo especificó, pero cierto número de parlamentarios tory corrieron bajando las escaleras para especular con la prensa parlamentaria, entre otros, que el gobierno había despachado un submarino.” [13]

Así, en los pasillos de Westminster, varios parlamentarios comentaron a los periodistas allí presentes, que submarinos nucleares estaban siendo despachados hacia el Atlántico Sur debido al empeoramiento de la crisis en Georgias del Sur. “Pero detrás de estas sensatas misivas se encontraba el poderoso lobby de la Armada Real, de la Falkland Island Company, de la British Antartic Survey y el interés creciente de la propia Primera Ministra que deseaba aprovechar la máximo la situación creada para obtener un rédito político”. [14]

Geoffrey Archer, corresponsal de defensa de la ITN, quien el 26 de marzo había observado que el submarino HMS Superb zarpaba apresuradamente de Gibraltar, replegado de las maniobras con otros buques de la Royal Navy (Ejercicios “Springtrain”), dijo: “Juntamos dos más dos e hicimos cinco” [15], asumiendo entonces que este había sido el primer SSN en ser desplegado y que ahora estaba en camino al Atlántico Sur.

Otros corresponsales pronto siguieron el informe de la ITN sobre la misión del HMS Superb en el Atlántico. Jon Connell, corresponsal de defensa del Sunday Times, describe el proceso: “Debido a que la información era tan escasa, uno la recogía a veces de otros colegas, a veces de leer otros periódicos, y tomando lo que no eran realmente confirmaciones sino probablemente conversaciones con alguien en el Parlamento o alguien en el Ministerio de Defensa que podría indicar, sí, que había un submarino en camino, o algo a esos efectos. No puedo recordar con precisión en esa instancia qué fue lo que nos hizo imprimirlo”. [16]

Pero, al momento de la “filtración” en los pasillos del Parlamento, ningún submarino británico tenía proa al Atlántico Sur. El HMS Splendid, junto con el HMS Spartan recién zarparían el 1° de abril.

“La historia del Superb había cobrado velocidad por sí misma, porque era creíble en sí misma pero, fue alentada por el Gobierno?- Sí, responde una minoría de corresponsales de defensa. No, dijeron otros. [17] [18] El entonces vocero del Ministerio de Defensa británico, Ian Macdonald, declaró: “El error de los medios sobre el Superb fue extremadamente útil para nosotros, pero di instrucciones precisas a mi equipo de nunca decir nada más que: “Como Uds. saben, nunca discutimos la posición de los submarinos nucleares.”. [19]

Si bien ante la Cámara de los Comunes, en el debate del 3 de abril de 1982, Margaret Thatcher puntualizó que: “En tanto, prometimos no tomar acciones que escalaran la disputa por el temor de precipitar el evento que nuestros esfuerzos estaban dirigidos a evitar.” [20], la omisión en negar la información errónea no hizo más que alimentar el rumor y explotar la noticia en beneficio del Gobierno. Años más tarde, en sus memorias, la primer ministro reconoció: “no me molestó demasiado cuando se filtró la noticia de esta decisión”, [21]

Pero, si bien pareciera que la difusión del rumor habría estado destinada inicialmente a apaciguar la opinión pública interna en Gran Bretaña, la noticia actuó también como un medio de engaño o decepción destinado a disuadir a los decisores en Buenos Aires, en ese momento como un arma de política exterior durante la crisis diplomática.

Así, la decepción, puede entenderse como “la información diseñada para manipular el comportamiento de otros induciéndoles a aceptar una presentación falsa o distorsionada de su entorno físico, social o político”. [22] Para lograr el efecto deseado, “los mecanismos de la decepción son muy simples; es sólo un problema de alimentar al enemigo con indicadores falsos e información por todos los canales de sentidos y fuentes posibles.” [23]

“Una decepción no tendrá éxito en su objetivo si el enemigo no cree en la fuente o en el plan de cobertura”. [24] “Además de contar con la capacidad física en elementos bélicos y canales de control de dichos elementos, se debe comunicar al adversario, puesto que de nada sirve contar con una capacidad si ésta no es conocida, por lo menos vagamente, por el adversario a quien se intenta disuadir de atacar”. [25]

Siguiendo esos principios, el mensaje llegó a Buenos Aires proveniente de varias agencias de noticias internacionales. El canciller argentino, Nicanor Costa Méndez recuerda el análisis de esas noticias y el convencimiento que ellas generaron en Buenos Aires: “Los medios anunciaban diversos despliegues de fuerzas que no eran contradictorios entre sí; los diarios más destacados, la radio y la televisión habían adoptado un tono claramente nacionalista y agresivo.” [26]

Apenas difundida la noticia, el encargado de negocios de la Embajada Argentina en Gran Bretaña, Ministro Atilio Molteni, enviaba a Buenos Aires la siguiente información: “Noticia dada a las 10.00 PM por ITN Thames, del envío de dos submarinos nucleares al Atlántico Sur, fue anunciada antes de reiteración parcial por Lord Buxton en persona de mensaje a V.E. contenido mi 741. Este contexto otorga a esta información seriedad. Locutor afirmó se trata de unidades Hunter Killer no necesariamente con armamento nuclear. Uno de ellos habría zarpado el jueves pasado (25 de marzo) desde Gibraltar” [27] Un segundo mensaje confirmaría la información: "...Periódicos informan ampliamente sobre presunto envío de uno a dos submarinos nucleares con capacidad nuclear. Algunos diarios aseguran haber recibido confirmación del Gobierno Británico de que submarino “Superb” salió de Gibraltar, jueves 25 de marzo. Noticia no fue confirmada ni desmentida por Foreign Office...". [28]

La maniobra de decepción se estaba consumando. “Se suponía que las filtraciones aparecidas en la prensa británica no eran inocentes (pues no lo habrían sido en Buenos Aires) y que la referencia a los movimientos de los barcos sin duda era anterior a la hora que aparecían en la prensa”. [29]

Estas noticias confirmaban las sospechas que los británicos estaban tomando una línea dura con el objeto de dilatar la crisis y reforzar el despliegue militar en las Islas Malvinas. Con ello, los británicos alcanzarían la superioridad militar al arribar el primer submarino nuclear a la zona.

Si efectivamente el submarino HMS Superb había zarpado de Gibraltar el 25 de marzo, su arribo a las Islas Malvinas ocurriría a partir del 10 de abril, lo que entonces haría imposible cualquier maniobra argentina ante la pérdida de la sorpresa estratégica. “Esta desfavorable modificación de la relación de fuerzas, en acuerdo con las conclusiones del Grupo de Trabajo Conjunto, hacía no factible la recuperación militar, de modo que esa fecha —10 de abril— resultaba el término del periodo durante el cual podíamos operar con éxito.” [30]

El almirante norteamericano Harry Train, Comandante Supremo Aliado del Atlántico, quien entrevistó personalmente al almirante Anaya después de la guerra, sobre los efectos de disuasión de un submarino, y su papel en la crisis de 1982, expresó: Submarinos?. Asustan a la gente. La gente no los entiende. No se los ve. … Pueden empujar a uno a pasar el umbral de la guerra, que es lo que sucedió en el caso de las Islas Malvinas, estoy realmente convencido –al igual que Anaya-, que eso fue el “disparador de la guerra”. [31]

“Manipular la conducta de otro a través de las amenazas es un fenómeno natural.” [32], y la noticia del despliegue del HMS Superb “no necesitaba ser verdad para lograr el efecto deseado”, tal como expresara Henry Stanhope,[33] corresponsal de defensa del periódico británico “The Times”, admitiendo que en tiempos de guerra la manipulación de las noticias resulta conveniente para la obtención de los fines buscados.

Los grupos de presión vinculados a las Islas Malvinas buscaron congelar las negociaciones entre los gobiernos por la soberanía, magnificando la crisis en las Georgias del Sur, y pretendiendo justificar la militarización del área. El Gobierno de Margaret Thatcher generó el rumor de la zarpada para aplacar la creciente opinión pública adversa generada por la crisis, pero inmediatamente utilizó la noticia como factor de disuasión estratégica contra Argentina, sea para prevenir una escalada armada, como para eventualmente posicionarla en un mejor plano diplomático, cuando los submarinos verdaderos –no el HMS Superb- llegaran a las aguas del Atlántico Sur.

Sin embargo, tal como señala el propio Peter Carrington, renunciante a su cargo después del 2 de abril de 1982, “la disuasión puede fallar: y si falla, uno se enfrenta a las opciones de rendición o la guerra. En el caso de las Malvinas, falló. Tuvimos guerra”. [34]

jueves, 25 de octubre de 2018

Operaciones psicológicas británicas en las islas

Los Beatles y la isla de los condenados: cómo fue la guerra psicológica del Reino Unido en Malvinas


Documentos desclasificados en Londres revelan una estrategia de propaganda para desmoralizar a los soldados argentinos que en 1982 lucharon en las islas


Federico Rivas Molina | El País

 
Detalle del panfleto lanzado por los británicos sobre soldados argentinos durante la Guerra de Malvinas. Ministerio de Defensa de Reino Unido



Abril de 1982 en las Islas Malvinas. ¡¡Islas de condenados!!, lee un soldado argentino en un pequeño papel impreso en letras rojas que acaba de recoger en los cerros de Monte Longdon. Hay cientos de ellos desparramados entre los arbustos achaparrados por el frío y el viento. Debajo de ese titular de reminiscencias dantescas hay un pequeño texto: “Soldados de las fuerzas argentinas: están Uds. completamente a solas. Desde su patria no hay esperanza de relevo o ayuda. Pronto caerán sobre ustedes los rigores de un invierno cruel y despiadado […] Sus familias viven en el tremendo terror de que nunca volverán a verlos". El soldado no lo sabe, pero acaba de dar con el producto de una elaborada psywar o guerra psicológica ideada en Londres para minar su moral y convencerlo de que lo mejor es entregarse a las fuerzas británicas.

Un panfleto como aquel que leyó el soldado argentino está entre las 189 páginas de documentos que bajo el rótulo de “ultrasecretos” acaba de desclasificar el ministerio de Defensa del Reino Unido. Los textos, publicados por BBC Mundo, revelan los detalles de una guerra psicológica hasta ahora apenas conocida. El Grupo Especial de Proyectos (GEP) tuvo la misión de engañar a los soldados que la dictadura argentina había desplegado en Malvinas a partir del 2 de abril de 1982. El eje de la campaña fue convencer a esos jóvenes que apenas tenían 18 años de que sus jefes eran unos ineptos que, más temprano que tarde, los dejarían abandonados en Malvinas, a merced del frío, mal pertrechados y cerca de morir de hambre. Desertar era la mejor solución para terminar con esos padecimientos y reencontrarse con esa familia que los esperaba en el continente con una cama caliente.

Mensaje elaborado por el GEP para las tropas argentinas en Malvinas. Ministerio de Defensa de Reino Unido


“Yo he tenido en la mano esos panfletos”, dice a EL PAÍS Mario Volpe, presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) La Plata. “Aparecían tirados por ahí en medio del campo, desparramados desde algún avión o tal vez por los mismos kelpers. Yo estuve en Monte Longdon, a 14 kilómetros del pueblo, y algunas veces encontré panfletos en los cerros. Los recuerdo de color rojo, con tres o cuatro textos diferentes. Uno era el de la isla de condenados y recuerdo otro que hablaba de los Beatles. El mensaje era algo así como “compartimos la misma música cuando éramos jóvenes, qué sentido tiene ahora que peleemos’. Todos giraban alrededor de la misma idea: ‘No pierdas el tiempo peleando por estas islas”, explica.

El GEP imprimió unos 12.000 panfletos de propaganda “desmoralizadora”. Además de los Beatles y la “Isla de condenados”, un tercer modelo apelaba a la derrota de guarniciones argentinas para advertir sobre las consecuencias de la resistencia. Usaron para ello la foto del capitán Alfredo Astiz, luego famoso por su participación en la identificación y asesinato de integrantes de Madres de Plaza de Mayo durante el terrorismo de Estado. El soldado veía a Astiz cuando entregaba las armas en las islas Georgias del Sur. “Tus valerosos compañeros de armas ubicados hace poco en las islas Georgia del Sur han vuelto a su tierra patria. Fotografías de ellos recibiendo la bienvenida con honores militares y reunidos con sus seres queridos han aparecido en todos los periódicos", dice el panfleto en manos de la BBC. “Tomaron una decisión correcta y honorable. Tú debes ahora hacer lo mismo. Piensa en el peligro que te encuentras. Tus raciones y pertrechos de guerra están escasísimos […] Piensa en tus seres queridos y en tu hogar que esperan tu dichoso retorno".

Los británicos tildan de incompetentes a los jefes de la ofensiva militar argentina en Malvinas. Ministerio de Defensa de Reino Unido


Para fomentar aún más las deserciones, los británicos también arrojaron sobre los argentinos salvoconductos con la firma del jefe de las fuerzas británicas, el contraalmirante John Woodward. Pero los documentos revelan también lo rápido que los británicos percibieron el fracaso de la campaña. El GEP se quejaba en 1982 de la falta de información necesaria para dar con “las características psicológicas de la audiencia", es decir los soldados argentinos. Incluso pusieron en duda que los mensajes hayan llegado alguna vez a sus destinatarios, algo que 35 años después el argentino Mario Volpe puede aclarar. Los soldados sí tuvieron contacto con los panfletos. “Aparecían cada tanto y eran el comentario entre los soldados. Los milicos nos decían ‘ojo con la propaganda inglesa’, pero lo cierto es que no tuvieron ningún efecto entre los soldados, no conocí nunca un caso de deserción que pueda atribuirse a esos mensajes”, dice.


Salvoconducto entregado por Reino Unido a los soldados argentinos. Ministerio de Defensa de Reino Unido


A la guerra de panfletos los británicos sumaron otra estrategia comunicacional muy de la época: una radio con emisiones con mensajes de propaganda en castellano. Fue un fracaso: el GEP argumentó entonces que los soldados argentinos no tenían radios portátiles. “Eso no es cierto. La radio inglesa no la escuché nunca pero no fue porque no tuviésemos cómo hacerlo”, dice Volpe. “Sintonizábamos radio Carve de Montevideo y radio Provincia de Buenos Aires. Se escuchaban bien por el tema del agua, que facilita la señal. Incluso llegaba Radio Colonia desde Uruguay, sobre todo por la noche”, dice Volpe.

¿Y qué hubiesen escuchado los argentinos en caso de sintonizar la emisora Radio Atlántico Sur (RAdS), como la llamaron los ingleses? Una emisora “neutral e imparcial que informe de los hechos", según la definió el GEP. La idea fue que contara con fuentes del gobierno británico y de Argentina, como contracara de los discursos triunfalistas que los argentinos recibieron del aparato de propaganda de la dictadura. El GEP admitió luego que el problema de fondo no fue de contenido sino de forma. La respuesta la encontró en una comunicación del ejército argentino interceptada por sus servicios de inteligencia. Lapidarios, los militares argentinos nunca se tomaron en serio a la RAdS porque “el lenguaje usado era cercano al de los centroamericanos y carecía del conocimiento idiomático del español de Argentina”. En el GEP faltaron expertos en lenguas.

miércoles, 5 de abril de 2017

Operaciones psicológicas de Radio Liberty a cargo de Silvia Fernández Barrio

Silvia Fernández Barrio, la voz de la guerra psicológica durante el conflicto por Malvinas
Por Alicia Panero* - Infobae




Pocos lo saben: la periodista Silvia Fernández Barrio tuvo un rol importante durante la Guerra de Malvinas. Ella nunca tuvo una dimensión real de lo que significó su trabajo. Desde una emisora de radio que ella define como "un cuarto pequeño y secreto", hizo lo que pudo por evitar la guerra, cuando aún había esperanzas de que la recuperación sólo fuera una ejercicio de presión para el gobierno de Reino Unido que los obligaría a negociar la sobernía. Y cuando empezarno los combates, hizo todo lo posible para desmoralizar al enemigo. Fue una suerte de "Rosa de Tokio criolla".

Primero que nada, un poco de historia. En la Segunda Guerra Mundial, Iva Toguri D'Aquino, conocida por las tropas aliadas como la "Rosa de Tokio", era la locutora de radio responsable de las transmisiones japonesas emitidas con la intención de desmoralizar a los enemigos en el Pacífico. Ciudadana estadounidense, a Iva la atrapó la guerra cuando visitaba una tía en Japón. Se cree que hubo muchas locutoras que encarnaron a la Rosa de Tokio, pero su historia es la más conocida. Al finalizar la guerra, D'Aquino fue la única estadounidense identificada entre las locutoras acusadas de prácticar la guerra psicológica. En 1949, se convirtió en la séptima persona en ser declarada culpable de traición en los Estados Unidos, por lo que pasó 6 años en prisión. Fue finalmente perdonada por el presidente Gerald Ford en 1977.


Iva Toguri D’Aquino

Aunque pasó a la historia como la "Rosa de Tokio", en Japón era conocida como "Ana, la huérfana", puesto que sus padres habían muerto en los Estados Unidos mientras ella se encontraba en la isla, y no pudo regresar. Había comenzado trabajando como mecanógrafa en la radio y luego se pidió que varias mujeres que fueran preparadas para hablarles a las tropas enemigas, con el fin de desmoralizarlas.

EL 22 de febrero de 1944, Iva le decía a las tropas aliadas: "Hola, ¿qué tal enemigos? ¿Qué tal las trampas cazabobos? Aquí está Ann, de Radio Tokio, y nosotros estamos justamente para comenzar nuestro programa regular de música, noticias y la Hora Cero, para nuestros amigos… quiero decir, nuestros enemigos en Australia y el Pacífico Sur. Así que estén en guardia, y quieran que los niños no estén escuchando. ¿Todo listo? OK, aquí está el primer ataque a su moral, la Boston Pops, tocando Strike Up the Band".

En la pequeña ciudad de Grandtham, en Inglaterra, donde nació Margaret Thatcher, un radioaficionado captó, en abril de 1982, una transmisión que le recordó a la Rosa de Tokio. Una voz sensual, con perfecto acento inglés, hablaba a la flota británica que había sido enviada a las Islas Malvinas. El hombre dio aviso a las autoridades y, según una publicación del Daily Mail de esos días, el ministro de Defensa de Reino Unido, John Nott, se refirió a ella como un procedimiento de propaganda negra, ya obsoleta, usada por última vez en Vietnam.



Malvinas fue una guerra breve, donde se pusieron en práctica procedimientos bélicos propios de la Segunda Guerra Mundial, como la guerra de trincheras, la lucha cuerpo a cuerpo y el uso de bayonetas. Entonces, ¿por qué no habría de usarse como estrategia la desmoralización de tropas?

Silvia Fernández Barrio, la voz sensual de la guerra de Malvinas en el mar, en Europa y en los Estados Unidos, según fue el alcance de radio Liberty, se educó en un colegio inglés, el William Shakespeare. Su acento británico era perfecto. "Aprendí al mismo tiempo a rezar en inglés y en español y a cantar los dos himnos. A mí sí que me cabe Borges", recordó en una entrevista con Infobae.

Estaba trabajando en el viejo Canal 7 el día que colocaron en el estudio mayor una foto de Leopoldo Fortunato Galtieri, pasado el 2 de abril, y pidió irse a trabajar a otro lugar. La pusieron a hacer un programa de música, pues tenía que cumplir con su obligación laboral. Y en eso estaba cuando un comité militar la llamó para hacer un programa, llamado Hora Cero, bajo el más absoluto secreto, que se proponía hablarles a los soldados de la flota británica.



No le molesta hablar de aquellos días. "Yo sentía que estaba haciendo mi aporte para evitar una guerra que era impensada desde mi lugar; tuve la ilusión de colaborar con que no suceda. Trataba de convencer a los ingleses de que era innecesaria la guerra, que estas tierras lejanas nada tenían que ver con ellos. Cuando los contenidos del programa eran demasiado bélicos, los suavizaba porque en mi inconsciente primaba la idea evitar las acciones bélicas", contó.

La voz de Fernández Barrio se podía escuchar en una hermosa casa en Belgrave Square o en un barco navegando en altamar. "Hola soy Liberty, he decidido mostrarme al mundo desde un lugar que está muy lejos de usted, en Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur, soy una voz, un espíritu, un país", dijo alguna vez, mientras el tema Yesterday, de The Beatles, sonaba de fondo.

Fernández Barrio supo después, antes que muchos argentinos, que el capitán Alfredo Astiz, a cargo del grupo comando Los Lagartos, se rindió incondicionalmente ante la llegada de la flota británica, sin disparar un sólo tiro, arriando de inmediato la bandera argentina.

En algunas ocasiones, a pesar del secreto, la emisión de Liberty se transmitía por Radio del Plata, los sábados por la noche. Tras hacer escuchar las campanas del Big Ben, se daban los resultados del futbol inglés y se les recordaba la los soldados lo lejos que estaban de sus hogares. "Nos hemos encontrado, soy Liberty y tú eres Tomy, simpatizante del Tottenham, sí, debes estar navegando en alta mar, por eso hemos decidido brindarte compañía. ¿Te gustaría que te recuerde tu pueblo?", leía Fernández Barrio.

Un lustro atrás, había tenido un encuentro cara a cara con la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en Londres, en la casa de unos amigos portugueses que se habían escapado del gobierno comunista. Nunca se sabrá si la "Dama de Hierro" se acordó de aquella cena y de su voz cuando escuchó Liberty. Lo cierto es que fue ella quien ordenó que el 19 de mayo de 1982, desde la Isla Ascensión, comenzara a transmitir Radio Atlántico Sur, con el único fin, obsoleto a decir del Ministro de Defensa, de desmoralizar o engañar a las tropas argentinas. Se pasaban mensajes para los soldados de tal o cual batallón, en los que sus familias les decían, supuestamente, que estaban bien y que los esperaban de regreso. Los ingleses llamaron a esta emisión "Operación Moonshine", que significa luz de luna. En el Reino Unido sabían que que estaban perdiendo la guerra miedática y la opinión pública salía tomar como verdaderas las noticias argentinas, buena parte de ellas erróneas, engañosas o de propaganda.



Para junio de 1982, Diario Popular publicaba: "Liberty está viva y goza de buena salud. La prueba de la eficacia de esas emisiones ha quedado demostrada por la aparición en respuesta de una emisora inglesa ubicada en la Isla Ascensión". No obstante, Liberty no se podía escuchar siempre en la Ciudad de Buenos Aires, salvo en el caso de los radioaficionados, ya que usaba una técnica que sólo llegaba al hemisferio Norte.




"Un día vino una compañera, secretaria del directorio de Canal 7, me dijo que había escuchado una grabación de una emisión de radio y me dijo 'es tu vos, en inglés, es tu voz'. Yo no podía decir nada, todo era secretísimo", repasó Fernández Barrio.

La guerra en los medios de comunicación fue compleja. Si bien el Reino Unido contaba con la cobertura mundial de la BBC, pero no era suficiente para contrarrestar el exisitismo de la prensa argentina. Necesitaban un contrapunto más real.

"Como todos dicen, en la guerra la primera baja es la verdad. Aquí se cometieron muchos errores periodísticos, como relatar en tiempo real el movimiento de las tropas argentinas, lo que ponía en alerta a los británicos. Es que no había experiencia. Todo lo que se decía en los noticieros estaba guionado, como la famosa frase a la que murió atado José Gómez Fuentes, 'que venga el Principito'. Cuando lo llamaron las autoridades para saber por qué lo había dicho, mostró un cable de Télam, donde Mario Benjamín Menéndez decía esa frase en Puerto Argentino", evaluó.

Las mujeres han sido tan protagonistas como los hombres en la Guerra Malvinas. Fernánez Barrio no había tomado mucha dimensión de eso hasta que vio las notas de aquella época, se enteró que hay marinos argentinos que participaron de la guerra, que conocían entonces su trabajo y que la admiran por eso.

No obstante, aclara que siempre fue consciente de la imposibilidad de ganarle una guerra a la OTAN, pero que cumplió la orden que le dieron como empleada del canal público, y que obtuvo la ilusión de hacer desistir a los británicos de la guerra. "No tomamos conciencia de que la guerra era verdad hasta el 1 de mayo, con el primer combate aéreo. El 2 de mayo, cuando se produjo el hundimiento del Crucero General Belgrano, allí supe lo que vendría", confesó.

Su trabajo en la televisión pública le valió que el kirchnerismo la vinculara de manera insultante con la dictadura. Para ella se trató, más bien, de un problema político relacionado a la famosa grieta. "Nunca tuve problemas en hablar de la guerra, sólo tuve problemas con los k, que me acusaron de ser pro dictadura por haber trabajado en el noticiero, pero con mi trabajo en Liberty, no se animaron a meterse, porque era Malvinas", repasó.



Claro, Malvinas es una causa nacional. Nadie se atravería a cuestionarla. Aunque ella no lo sabía hasta ahora, su voz resuena tadavoía en el recuerdo de cientos de marinos argentinos y británicos. Son muchos los que se acuerdan de ella, esa "Rosa de Tokio criolla" que para los soldados era una voz anónima, pero que detrás tenía una persona con nombre y apellido: Silvia Fernández Barrio.

* La autora escribió "Mujeres Invisibles", el primer libro sobre el rol de las mujeres durante la Guerra de Malvinas.

lunes, 28 de julio de 2014

Operaciones psicológicas en Malvinas

Operaciones Psicológicas en Malvinas


Hay muchas historias de Malvinas que aún quedan sin contar. Particularmente ésta es bastante cuestionada por diversos motivos ya que los mismos británicos no se han puesto de acuerdo si realmente los hechos se sucedieron con normalmente se cuenta. Me refiero a las operaciones psicológicas (PsyOp) que se desarrollaron durante el conflicto, las cuales fueron muy limitadas y con resultados nada destacados.

Por parte del Reino Unido no hubo muchas operaciones psicológicas, de hecho no se le dio mayor importancia y sólo una persona fue asignado a cumplir ése rol que estuvo a cargo del Capitan Roderick Bell, ya que era el único que hablaba perfecto español aunque con una extraña tonada, ya que el idioma lo había aprendido a hablar durante una larga estadía en Costa Rica.

Así en la Isla Ascensión se instaló una emisora radial la llamada “Radio Atlántico Sur” dirigida a las tropas argentinas, la cual no tuvo ninguna relevancia significativa. Emitía noticias, música y algunos llamados a la tropa para que se opongan a sus mandos. Todos los locutores tenían un fuerte acento centroamericano su terminología estaba muy lejos de la comprensión o entendimiento de las tropas argentinas. Su efecto simplemente fue nulo. Aparte la recepción de ésta radio en las Islas no era buena por cuanto las tropas contaban con algunas radios portátiles de corto alcance, y sólo podían captar algunas emisoras argentinas y uruguayas.



Posteriormente y a medida que el conflicto se acercaba a su final, se dispuso nuevamente instar a las tropas a revelarse contra sus superiores y rendirse. La idea era transmitir ese mensaje mediante panfletos o volantes que serían arrojados sobre las posiciones argentinas, y es aquí donde las fuentes británicas entran en conflicto. Por un lado algunos sostienen que al no existir un medio aéreo adecuado para lanzar los panfletos la misión nunca se llevó a cabo y casi unas 12.000 impresiones quedaron a bordo del portaaviones Hermes. Según ésta fuentes, se evaluó la posibilidad de dispersarlos mediante el uso de artillería o incluso de misiles, pero ambas opciones fueron descartadas.

Por su parte otra fuente revela que en las primeras horas de los días 3 y 4 de Junio, dos Sea Harriers sobrevolaron posiciones argentinas lanzando cientos de panfletos montados en coheteras modificadas y en un pequeño compartimiento inferior donde se sitúa el aerofreno. El periódico ingles Daily Mail publicaba en su edición del 4 de Junio que “centenares de soldados argentinos “ se estaban rindiendo tras recibir dos modelos los folletos lanzados por aviones Harriers. Los primeros los instaban a revelarse contra sus superiores y rendirse, en tanto los segundos de color azul les proporcionaban un pase y salvo conducto indicándoles cómo debían rendirse y así obtener “la protección” británica.

Esta historia nunca se pudo corroborar de modo fehaciente. Durante el conflicto y del lado argentino, hubo algunos comentarios o rumores al respecto, pero desde entonces éste tema nunca ha sido tocado o muy conocido por lo que el grado de veracidad sólo lo podrá determinar alguien que haya estado en las Islas y haya tenido contacto con algunos de éstos panfletos. Por otro lado nunca leí o escuche algo referido a que se pueda modificar una cohetera para lanzar folletos.

Si la historia es verídica, tal como sucedió con la radio, las operaciones psicológicas británicas fueron un completo fracaso y estuvieron muy lejanas en efectividad a las que caracterizaron a los british durante la Segunda Guerra Mundial donde montaron operaciones muy exitosas.

Conflicto de Malvinas