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domingo, 10 de agosto de 2025

Robacio sobre Tumbledown


Palabras del Contraalmirante Carlos Hugo Robacio VGM del BIM 5


Tenía a mi mando 700 hombres del batallón, y alrededor de 200 efectivos del Ejército, con los que luchamos en el momento más critico y más feróz del ataque británico; pese a ello, se registró un grado increíblemente ínfimo de bajas: 30 muertos y 105 heridos. Como contrapartida, les provocamos al enemigo el más alto número de muertos: aunque no lo reconocen oficialmente, en la zona donde peleó el BIM 5 los británicos perdieron 359 hombres, de donde saco esa cifra? ellos mismos me la dijeron.
“De los 74 días que pasamos en Malvinas, 44 recibimos fuego permanente sin poder responder. Solo los 4 o 5 últimos días fueron de real combate para nosotros… Recuerdo un momento del último día, el 14 de junio, a las 10 y media de la mañana. Era un momento muy crítico. Nos estábamos replegando sobre Sapper Hill, desde Tumbledown y Williams. Veo que el segundo comandante, Daniel Ponce, capitán de fragata, cae, agotado, rendido. El fue un segundo comandante perfecto, un ejemplo. Cuando cae, dos conscriptos van a auxiliarlo. No estaba herido. Estaba agotado, no podía más. Ponce ordena a los conscriptos que lo dejen. Ellos le dicen: “Si hay que morir, morimos los tres”. Lo ayudaron, lo levantaron, lo llevaron y los tres salieron con vida. A esto yo le llamo cohesión.



Todos sabían lo que estaban haciendo. Me conmovió la entrega del subteniente Silva, del Ejército, que se incorporó a mi unidad cuando se replegó el Regimiento 4. Silva era un valiente. Vino y me dijo que lo destine en el lugar donde se iba a luchar más duramente. Fue a Tumbledown. Murió con sus 4 soldados, peleando con la mayor bravura. Allí estaban los escoceses (muy buenos, como los paracaidistas ingleses) y los famosos gurkhas, que eran pura propaganda. Caían como moscas. También recuerdo a un conscripto que desobedeció mis órdenes. En un momento del combate en que los británicos eran rechazados, él corre detrás de ellos, baleándolos sin parar. Yo le ordeno que se detenga. Pero él sigue. El fuego enemigo lo alcanza y cae muerto. Yo mismo lo enterré estaba a 500 metros delante de las posiciones en que debía estar…y rodeado de enemigos muertos. Actos de arrojo así hubo a montones, aunque no por desobedecer mis órdenes.


“Yo no soy ni bravo, ni valiente, ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle. Pero en Malvinas no pude tener miedo. No pude tenerlo porque creo que Dios no me dejó tenerlo, y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente no me podían permitir el privilegio de tener miedo.”

“Sí sentí amargura. Ha sido la más grande amargura de mi vida, en dos momentos críticos: uno, cuando tuve que ordenar el inicio del repliegue hacia Sapper Hill; y el segundo, terrible, cuando entró mi batallón, desfilando, armas al hombro, entero, a Puerto Argentino. Eso significaba la rendición. Ahí aflojé. Más de uno me habrá visto llorar”.


A las 3 de la madrugada del 14 de junio hicimos uno de los contraataques más intensos contra el enemigo, en Tumbledown, junto con la compañía de Ejército del mayor Jaimet. Ellos son los que chocan con los famosos gurkhas.



Los nuestros eran más o menos 150 hombres. Ellos eran entre 800 y 1.000. allí concentré fuego de la artillería de Ejército (de los grupos tres y cuatro, que me apoyaron indiscriminadamente, con el coronel Balza y el coronel Quevedo). Según me contó luego el general inglés Wilson, de la Quinta Brigada –con quien conversé cuando estuve prisionero- allí sólo quedó un tercio en pié. Los barrimos. Aunque ahora lo niegue, fue así.



Todo un regimiento de ellos chocaba contra 60 u 80 hombres míos, y los bajamos sin asco, y los paramos. Una de las preguntas que me hicieron fue porqué no había contraatacado, si les habíamos quebrado el ataque. Yo tenía a la compañía Mar lista para el contraataque. Pero la realidad es que, cuando podíamos hacerlo, ya no teníamos munición. Por otra parte, había llegado la orden de repliegue. Sobre nuestras posiciones caían mil proyectiles de obuses por hora, además del bombardeo naval, más los aviones y los helicópteros. Era tremendo. Así y todo, podíamos haber contraatacado, de haber tenido un poco de munición. Pero, no hubiera cambiado el curso de la batalla. La suerte estaba echada. Claro: los ingleses no sabían mi situación real. Esperaban el contraataque nuestro. Rezaban, me dijeron, para que no contraatacáramos. Pero…¿Con que?...Cuando les conté que nosotros éramos un batallón, no lo podían creer. También recuerdo que, en el momento de decidir el contraataque, llamo a los oficiales de mi Estado Mayor y les cuento mi plan. Tomo la carta y hago un esbozo de las órdenes. Ellos se miran entre sí. No dicen nada. Cumplen. Pero después del 14 de junio, a mí me había quedado una duda: ¿porqué se miraron entre ellos? Un día se los pregunté. Me dijeron que pensaban que yo estaba loco. Entonces, una vez que pasaron las cosas y terminó, yo seguí preguntando: ¿Y ustedes que hubieran hecho, aún así? “Hubiéramos cumplido la orden. Punto”.”Eso era el BIM 5. Eso es lo que vale. La confianza. Pero quisiera destacar que en Malvinas cada uno luchó con lo que pudo, y con lo que tuvo. Por cada uno de nosotros caían seis o siete de ellos. Ahora ya saben que no les tenemos miedo, que no somos indios y que sus soldados no van a venir de pic-nic.”

sábado, 2 de agosto de 2025

Monte Longdon: El liderazgo del soldado Miguel Falcón


𝐌𝐈𝐆𝐔𝐄𝐋 Á𝐍𝐆𝐄𝐋 𝐅𝐀𝐋𝐂Ó𝐍 𝐔𝐍 𝐋𝐈𝐃𝐄𝐑 𝐄𝐍 𝐌𝐎𝐍𝐓𝐄 𝐋𝐎𝐍𝐆𝐃𝐎𝐍.

Nació el 6 de Octubre de 1.962 en Barranqueras, provincia de Chaco. Su familia afirma que Miguel siempre fue un niño rebelde. No acataba demasiado las reglas, ni en casa ni en el colegio. De hecho, era famoso por escaparse todas las semanas al menos un día de la escuela. Perteneció al Regimiento de Infantería 7 Coronel Conde. Murió en el enfrentamiento del Monte Longdon y entre sus pertenencias se encontró un mazo de cartas españolas. Esa rebeldía juvenil fue la que le hizo protagonizar una historia memorable en la noche de su última batalla. El suceso fue relatado en una carta por otro ex combatiente:"La noche del 12 de junio cuando los ingleses nos atacan, en un real infierno, con cientos de proyectiles y lluvia de trazantes que cruzaban el cielo, veo que se prepara la primera sección de nuestra compañía en apoyo a la Compañía "B". Eran El teniente Castañeda, un cabo y 44 conscriptos como yo. Los veo prepararse en la oscuridad, todos en fila india, en silencio, temblorosos. Entonces, de la fila, saltó un soldado que estaba muy flaquito, un pibe que era muy humilde, que casi nunca hablaba porque era tímido, - Era el soldado Falcón-



Empezó a arengarlos, a aplaudirse las manos, flexionándose, con el FAL rebatido en la espalda, y les gritaba : '¡Vamos carajo!!, ¡Ingleses de mierda, los vamos a reventar!, Somos el 7, el Regimiento 7, Vamos Carajo!!!' Surgió un líder de la nada, un tipo que, en las circunstancia más límite, le dio ánimo al resto".
La acción de esta sección quedó registrada en libros británicos como uno de los actos más heroicos de los enfrentamientos terrestres en Malvinas. De los 46 que salieron, volvieron 25. Falcón fue uno de los que se quedó allí.



𝐄𝐥 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐣𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐬𝐨𝐥𝐝𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐜𝐫𝐢𝐩𝐭𝐨 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐀𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐅𝐚𝐥𝐜ó𝐧,
𝘙𝘦𝘢𝘭𝘢𝘵𝘢 𝘦𝘭 𝘦𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘊𝘢𝘴𝘵𝘢ñ𝘦𝘥𝘢:
Nos toco lanzar un contraataque flaqueados por una sección de infantería  otra de ingenieros que habían tratado de contraatacar y habían llegado a media cresta por el intenso fuego de los ingleses, Era la noche del 11 al 12 de junio¬. Fuimos guiados por un conscripto estafeta, del mayor Carrizo, Este soldado  conocía un camino de ovejas, ya que  recorría a diario el monte Longdon llevando mensajes y conocía todos los recovecos que existían.  Una vez en posición teníamos en frente un enemigo que parecía cada vez más numeroso con el correr de las horas. Si pesarlo mas despache al conscripto y nos lanzamos al ataque. Recuperando gran parte del terreno perdido
Los hombres de Castañeda trataban de responder a los ingleses con parejo caudal de fuego, para que no se envalentonaran. Al mismo tiempo les gritaban y los insultaban. Los ingleses respondían con la misma moneda. Algunos conscriptos utilizaban la munición y las armas que les habían quitado a los enemigos, muertos o que habían abandonado por el ímpetu del ataque de los soldados argentinos. ¬
Volviendo al relato del teniente Castañeda: A pocos metros mio, el fusil del soldado Miguel Ángel Falcón no dejaba de escupir fuego, mostraba el ímpetu que demostró cuando nos pusimos en marcha. De repente ocurrió algo insólito. Falcón se enfureció, salió de su posición, se plantó desafiante frente a los británicos y continuó disparando desde la cintura mientras los cubría de insultos., el ruido era ensordecedor disparos, granadas, cohetes, y artillería, todo eso formaba una atmósfera irrespirable, las explosiones nos retumbaban en el cuerpo. Yo le grite no seas bol… tiráte al suelo, pero tal vez no me escucho, o no quiso escucharme. ¬ Disparaba todo lo que tenia, arrojaba granadas, Finalmente, una ráfaga de ametralladora le dio. Falcón Cayó de rodillas y cuando se desplomaba hacia adelante, el cañón de su fusil se clavo en el suelo, quedando su pecho apoyado sobre la culata. Parecía que estaba arrodillado rezando. Desafiando a su vez el fuego enemigo, el soldado Gustavo Luzardo se le acercó, lo recostó en el suelo, me miró  y con un gesto le dio a entender que Falcón había partido.¬
¿Porqué actuó así? "Eso sólo lo sabe él", -me expresó el teniente Castañeda- Creo que ya no le importaba nada, estaba haciendo lo que realmente sentía. Dios lo había llamado y se iba feliz, sabedor de que había cumplido"
La batalla de Monte Longdon duró más de doce horas horas, pese a la gran disparidad de fuerzas. Esa noche, los soldados argentinos debieron hacer frente a más de 6.000 disparos, al fuego de morteros, granadas, bombardeos de artillería. Fue una pelea atroz que mostró el coraje inaudito de nuestros combatientes. el Soldado Falcón fue condecorado post mortem con la Medalla " La Nación Argentina al Muerto en Combate" y fue Declarado Héroe Nacional del RI 7.
Por: Malvinas Historias de Coraje
(www.facebook.com/profile.php?id=100071458564601)



lunes, 21 de julio de 2025

Héroe de la Nación: El valiente sargento Adolfo Luis Cabrera

Adolfo Luis Cabrera... Un valiente sargento



 

Argentina tiene muchos héroes desconocidos. Uno de ellos es el Sargento Adolfo Luis Cabrera.
El sargento del Ejército Argentino, Adolfo Luis Cabrera, es para casi todos los argentinos un ilustre desconocido. Este Héroe cuyo nombre ahora es parte de la gesta de Malvinas. Nació en Concordia, Entre Ríos. Integró la "Reserva de a pie" que dirigió el Capitán Rodrigo Soloaga, como segundo jefe del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10 “Coronel Isidoro Suarez”. 



El Sargento Cabrera llegó "de pase" al Escuadrón 10 en el mes diciembre de 1981. En realidad era oficinista y antes de que el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10 partiera hacia Malvinas pidió el pase a caballería para ser voluntario y poder ir. El mérito y heroísmo de este gran soldado no está dado solo por el hecho relatado sino que lo que lo hace más valioso aún es que no había compartido el año militar con sus soldados conscriptos.



Cuando fueron desplegados en Malvinas  Cabrera revistaba como jefe de grupo en la 1ra sección de exploración.  En la noche del 13 al 14 de Junio de 1982, después de realizar varios desplazamientos ordenados, el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10  se incorporó al dispositivo del RI Mec 7 en las alturas de Wireless Ridge y ocupó el extremo oeste, con la 1ra sección en dicha posición, cerrando el flanco correspondiente. El ataque británico, después de ejecutar un aferramiento frontal, se materializó con un envolvimiento con centro de gravedad en ese sector, implicando como consecuencia natural, que la citada sección recibiera el ataque más intenso. Cuando la situación se tornaba insostenible, se recibió la  orden de repliegue para el escuadrón de exploración  blindado. El capitán Rodrigo Soloaga comunica la orden a las secciones. Esta orden para la 1ra Sección resultaba más complicada de ejecutar dado que se encontraba combatiendo en las distancias cortas, con un nivel de aferramiento importante y con riesgo de ser aferrada definitivamente. En ese marco, su jefe el Teniente Bertolini, transmitió a sus grupos la orden de repliegue, el grupo del Sargento Cabrera combatía valerosamente con el enemigo, ellos eran los que estaban bajo mas presión. Ante esta situación este bravo Entrerriano se jugó su vida en defensa de sus hombres. Esta actitud, tan simple en su ejecución y tan grande en su trascendencia, es propia de un héroe de nuestra moderna historia militar, de un soldado cabal y de alguien que supo transformar en hechos su promesa de morir en cumplimiento del sagrado deber militar.



Ante las dificultades para poder despegar y desaferrarse del ataque enemigo, tuvo la nobleza de ordenar a sus hombres ejecutar el repliegue mientras él los cubría con intenso fuego ganando tiempo precioso para que sus hombres se pusieran a salvo. Mientras protegía el repliegue de sus hombres el sargento Cabrera fue abatido por el fuego enemigo y perdió la vida." Quedando para siempre allá en la turba malvinera.
El Sargento Cabrera entregó su vida en la forma en que lo hacen los grandes soldados. Ese hecho, nos muestra grandeza de espíritu, nobleza de alma, espíritu de sacrificio, virtudes que sólo caben en un corazón noble como el que tenía nuestro suboficial. Indudablemente, habrá quien piense que el Sargento Cabrera cumplió con su misión, y eso es verdad, pero no sólo cumplió con ella, sino que ofreció su vida, logrando así preservar la de sus subordinados. 


sábado, 5 de julio de 2025

Becerra, el soldado que murió protegiendo una retirada

La historia del soldado que murió en Malvinas para que sus compañeros pudieran replegarse y el homenaje que demoró cuarenta años

El soldado Walter Becerra combatió y murió en el conflicto bélico del Atlántico Sur. Su papel en la guerra contra las fuerzas británicas y por qué la burocracia y la ignorancia demoraron más de una década en imponerle su nombre a su escuela, para que fuera recordado

Por Adrián Pignatelli || Infobae



Walter Becerra soldado, luciendo el uniforme de salida (Flia Becerra)

Era ya avanzada la noche cuando Mónica se sobresaltó por los golpes que alguien le daba al vidrio de la ventana en su casa de la calle Río Amazonas al 300 del Barrio Zarza, en Moreno. Recién abrió la puerta cuando vio que era su cuñado Walter Ignacio Becerra, 19 años, que se había escapado del cuartel del regimiento 6 donde estaba haciendo el servicio militar. Había ido al barrio con tres amigos para despedirse de su novia Mirta y de paso de su familia, porque se iba a la guerra.

Adelante vivía su hermano Carlos y en la casa de atrás los padres Andrés Ignacio y Julia Díaz. Cuando lo vio, la madre no pudo de la alegría. Enseguida preparó su plato preferido: milanesas con bombas de papa rellenas con paté y recubiertas con mayonesa. Esa noche fue la última vez que lo verían.

Marcado en el círculo, junto a sus compañeros del regimiento 6 de Mercedes

Walter Ignacio Becerra nació en el Hospital Castex, en General San Martín el 5 de mayo de 1962. Al tiempo el padre compró dos lotes en Moreno, cuando todo era campo, y no se fueron más del barrio. Walter, como toda la familia, era hincha de Boca y cada tanto se daba una vuelta por el gimnasio a hacer pesas y a pegarle unas piñas a la bolsa. Según su hermano Carlos, siete años mayor, era querible y cariñoso, al punto tal que sus amigos del barrio, en la medida que formaban familia, a sus hijos varones les pusieron Walter o Ignacio.

Le gustaba bailar el rock, escuchar a los Bee Gees y tomar vermouth. A pesar de su juventud, era un padrino muy presente de su sobrina Julieta, quien recuerda que la llevaba a la calesita del barrio.

Junto a sus compañeros del Regimiento de Infantería Mecanizada 6 de Mercedes partió el 12 de abril de 1982 a Malvinas. A la noche llegaron a El Palomar y al día siguiente estaban en las islas.

Héctor Guanes, otro de los caídos del 6 (Comisión de familiares de caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur)

Con los soldados que estaban por irse de baja se formó la Compañía B. Becerra integraba el primer grupo de la tercera seccion de infanteria, a cargo del Cabo 1ro Zapata. De ese grupo murieron en combate Becerra y Jorge Luis Bordon, cuyos restos fueron identificados en 2018. Miguel Luis Todde y Néstor Brilz fueron heridos en combate, Segovia murió en la posguerra, y el grupo era completado con Polizzo, Roldan, Arrua y Benitez,

Todos concuerdan que el “cabezón” era un tipo bueno, sin maldad y recuerdan entre risas cuando en una noche de niebla, que no se veía nada, salieron con el único visor nocturno que disponían a buscar comida en un galpón y se terminaron perdiendo y que en lugar de comida volvieron con sus bolsos portaequipos, a los que consideradan extraviados.

Los primeros días en Malvinas fueron de expectativa, pendientes de las negociaciones políticas y de la intervención del Papa. Sin embargo, los bombardeos del primero de mayo avisaron que la guerra había llegado, y más aún cuando se enteraron del hundimiento del Crucero General Belgrano.

Su hermano Carlos, emocionado, luego de descubrir la placa

Ya casi al final de la guerra Walter, ese muchacho querendón, divertido, gracioso y atorrante, debió luchar con sus bajones anímicos que el joven jefe Lamadrid intentaba levantar en las largas esperas en las trincheras frías y húmedas.

Becerra cayó en la madrugada del 14 de junio, combatiendo contra el Segundo Batallón de Guardias Escoceses, en el sector este del Monte Tumbledown. Los soldados de la sección de Vilgré Lamadrid, a pesar de los días de cansancio y de mal comer, mantuvieron a raya el avance enemigo la noche del 13, hasta que las municiones comenzaron a escasear y los ingleses a multiplicarse.

Cuando fue alcanzado el soldado Juan Domingo Horisberger, apuntador de la ametralladora Mag, quien había dejado de disparar porque se le había trabado, fue Becerra quien con su fusil automático pesado -un arma parecida al Fal pero con caño reforzado para poder disparar más ráfagas sin que se dilatase el cañón y que además llevaba un trípode en su extremo- abría fuego a la par que cambiaba de posición, desorientando a los británicos -”peleaban como verdaderos demonios”, dirían después- que no lograban dar con él.

Misión cumplida. A la izquierda Pichi Contardi y a la derecha Víctor Hugo Iópolo, uno de los que trabajó para que la escuela llevase el nombre del compañero muerto

Aún sabiendo que se había transformado en el principal blanco enemigo, Becerra se negó a replegarse porque quería cubrir a sus compañeros. Una hora estuvo disparando en esas condiciones hasta que lo abatieron con un lanza cohetes.

En la familia estaban pendientes de los contingentes de soldados que regresaban y ante la misma pregunta que se repetía una y otra vez, la respuesta era que a Becerra no lo habían visto, búsqueda que finalizó cuando estacionó un jeep del Ejército frente a la casa y dos oficiales les llevaron la noticia que nunca imaginaron escuchar.

Desde 1983 sus restos descansan identificados en la tumba 15, de la fila 1 del sector B del cementerio argentino en Darwin.

El papá falleció de un infarto dos años después, y su médico lo atribuyó a la tristeza. Su mamá, sumida en la desesperación, solía salir de su casa de madrugada para ir a buscar a su hijo, quien sabe dónde.

Veteranos posan junto a la directora del establecimiento

El recuerdo del Negro Guanes

Víctor Hugo Iópolo es para todo el mundo “el colorado”, un veterano del regimiento 6, corpulento, de emoción fácil, que el pasado noviembre cumplió 64 años. Era clase 60 pero había pedido prórroga para terminar sus estudios de maestro mayor de obra. La vida quiso que a diez días de irse de baja, le tocase ir a Malvinas.

Nació y vive en Moreno, y su obsesión fue que había que hacer algo por Becerra y Guanes, los dos veteranos caídos del 6 que eran de Moreno, porque como le confesó a Infobae, “de estos muchachos nadie se va a acordar”.

Trabajó muchos años en la gráfica hasta que el médico le indicó que debía parar y se empleó como auxiliar en una escuela de Moreno. Dice sentir un profundo dolor mientras se señala el corazón cuando, diez días después de haber regresado de la guerra, la mamá del Negro Guanes, que lo había tenido de soltera, fue a su casa porque no tenía noticias de su hijo. Iópolo sabía que Guanes, muchacho introvertido que era más de mirar que de hablar, había sido gravemente herido en las piernas por una bomba en las últimas horas de la guerra; que el soldado Goñi, desentendiéndose del intenso fuego enemigo y de la tierra que no dejaba de temblar por las explosiones, le aplicó morfina mientras se desangraba y perdía el conocimiento; y que sus compañeros, cuyos rostros exhaustos por el combate se iluminaban intermitentemente con las bengalas, lo rodeaban y atinaron a rezarle a la virgencita paraguaya de Caacupé, del que su amigo al que la vida se la iba era devoto; y que como no podían llevarlo con ellos, lo dejaron cubierto por una sábana blanca, que indicaba que era un soldado herido.

Terminadas las acciones se enteraron de que había fallecido, pero Iópolo no tuvo el valor de enfrentar a la mujer y contarles los detalles de los últimos minutos de su hijo e hizo salir al padre. Ella entendió, dio las gracias y no la vio nunca más. Iópolo iría a terapia por veinte años, porque en el fondo, él hubiera querido que, de haber muerto en Malvinas, su madre supiera la verdad.

Con banda militar y todo. El acto fue una revolución en el barrio, del que participaron los vecinos

La puja con el Che Guevara

Con los años se empleó como portero en la Escuela de Educación Secundaria N° 30 de Moreno, ubicada en el barrio 2000, a pocas cuadras del Acceso Oeste, zona insegura pero que, en el universo de la delincuencia que domina al conurbano, él define que ahora está más tranquilo.

No como cuando el año en que entró a trabajar, cuando manos cobardes la quemaron. Junto a otros veteranos se desvivieron para reconstruirla, tarea que les llevó un año. Van chicos de primero a sexto año, en dos turnos, mañana y tarde.

Unos doce años atrás Iópolo vio un pequeño cartelito, medio escondido, donde se invitaba a los profesores a sugerir nombres para bautizarla. Iópolo, quien además presidía la cooperadora y era famoso por publicar los balances, increpó al director de entonces. Que la escuela era del barrio, que todos los vecinos tenían el derecho de votar, y que el cartel debía ponerlo en la entrada para que fuera visible para todos. “Yo sabía que con vos iba a tener problemas”, se quejó el director.

El apuntó el nombre de Walter Becerra, pero también hubo otros que apoyaban la candidatura de Ernesto Che Guevara, y hubo quienes optaron por Leonardo Da Vinci y otros que su memoria ya borró. Para la selección final, el trámite se le complicó, ya que cada postulante debía presentar un video con la justificación de por qué lo proponía. Para los otros postulantes, fue sencillo: recurrieron a videos publicados en youtube, pero él no sabía qué hacer. Se le ocurrió grabarlo a Fernando Pichi Contardi, gran amigo de Becerra, y luego viajó a Buenos Aires donde lo filmó a Esteban Vilgré Lamadrid, que había sido su jefe. Cada uno relató quién había sido el soldado muerto en Tumbledown.

La escuela 30 ahora tiene nuevo logo y homenajea a un caído en Malvinas

Durante una semana los alumnos tuvieron la oportunidad de ver todos los videos y Becerra ganó con el 99% de los votos. El resultado fue asentado en el libro de actas del colegio y el directivo, contrariado por el resultado, cajoneó el trámite.

Ese director se fue, y vino una seguidilla de una interina, un profesor, luego otra directora, y todos se desentendieron del tema. Iópolo no se acuerda bien de ninguno de ellos.

El veterano estaba cansado. Era mucho el desgaste de tantos años porque además era la cabeza de la cooperadora, y a comienzos de este año renunció, si hacía cuatro o cinco que se había jubilado. Está separado y tiene tres hijas.

En agosto, una llamada lo volvió a la vida. El vice director Pablo Roncio le dijo que la provincia había aprobado la imposición del nombre. Solo había que buscar una fecha para hacerlo realidad.

Por los compromisos de los funcionarios municipales, se eligió el 21 de noviembre, para hacerlo coincidir, casi con el día de la soberanía, que es el 20.

El acto fue un tremendo alboroto de los buenos en el barrio. Se consiguió que fuera la banda de música del Grupo 1 de Artillería “Tomás de Iriarte”, que tiene asiento en Campo de Mayo, y el modesto patio de la escuela se llenó de vecinos, funcionarios municipales, provinciales y veteranos.

Iópolo, que ese día fue abanderado, agradeció quebrado por la emoción a los veteranos que participaron de este reconocimiento, como a Alberto “Culata” Curieses, que trabajaba en el Consejo Escolar de Moreno y ayudó mucho cuando la escuela se quemó. También estaba el coronel Mario Albérico Moyano -teniente primero en la guerra- “el papá de todos los veteranos”, y muchos compañeros del 6, que siempre se mueven como en una suerte de inquebrantable hermandad guerrera.

Estaban los Becerra, a quien se les obsequió una bandera, y su hermano Carlos participó del descubrimiento de la placa. El jefe del regimiento 6, coronel Sebastián Marincovich, envió un diploma para la escuela.

“Lo que hicimos en el colegio fue dejar una familia a nuestros compañeros”, aseguró Iópolo. Porque en 2017 también se había cumplido con el otro caído, cuando a la Escuela de Educación Secundaria N° 42 de Paso del Rey pasó a llamarse Héctor Guanes.

En la familia están más que contentos que, después de tantos años, se hayan acordado de Walter. A la vuelta de la casa, en una placita un monolito tiene su nombre y también hay otro en la plaza principal de Moreno, frente a la municipalidad. Hace tiempo hubo un intento de un concejal de ponerle el nombre a la calle donde vive la familia, pero el edil falleció y todo quedó en la nada.

Esa noche, la de las milanesas con bombas de papa, su cuñada Mónica les preguntó si tenían miedo, y ellos respondieron que no, que los “iban a hacer pelota a los ingleses”. En la puerta de calle fue la despedida, y la última vez que lo vieron fue cuando cruzó la calle para tomar el colectivo 57. En un momento los cuatro muchachos que iban a la guerra se dieron vuelta y saludaron, pensando tal vez en un hasta luego, pero que duraría para toda la vida.


martes, 17 de junio de 2025

Ledesma elogia a Jones en una carta a su familia

Esas cosas de la guerra...



Teniente Coronel Herbert Jones

El teniente coronel Herbert Jones fue el militar inglés de más alto rango muerto en la Guerra de Malvinas. Era el jefe de los paracaidistas británicos y toda una leyenda para su tropa. Lo abatió el conscripto Oscar Ledesma, que tenía 19 años y estaba a cargo de la única ametralladora Mag que funcionaba en su grupo. Hace unos años el soldado argentino le escribió una carta a su viuda, Sara,
Carta abierta a Sara (viuda de Herbert Jones)

"El tiempo obra en consecuencia de lo actuado y la memoria se rige por nuestros actos"
"Con escasos 19 años me tocó enfrentarme con el Regimiento 2 de Paracaidistas Británicos la mañana del 28 de mayo de 1982, en el combate de Darwin Hill. Cualquiera hubiera sido su desarrollo no modificará en mi alma y mi mente el recuerdo de aquel terrible enfrentamiento".
"Eventualmente me tocó apretar el gatillo para abatir un adversario y en momento alguno sentí odio al hacerlo, como tampoco me jacté ni alegré por aquel acto. No tenía opciones, debía salvar a mis camaradas que contemplaban aterrados cómo un Para asaltaba su posición, desconociendo que a escasos metros se encontraba mi ametralladora, de la misma manera que yo desconocía quién era tan temerario soldado que en una muestra de asombroso arrojo atacaba una posición argentina. Una vez terminada la batalla elevé una plegaria por todos los caídos y pedí a Dios por sus familias".
"Siempre tuve como pendiente el poder decirle, mirándola a los ojos, que su esposo cayó como un valiente soldado y que su ocasional adversario le honra cotidianamente con el mayor de los respetos al igual que a todos los caídos".
"Le presento mis respetos, como también a sus hijos, herederos de un valiente guerrero".
Oscar Ledesma




miércoles, 2 de abril de 2025

La gesta de Malvinas para nunca más ignorar nuestra historia

 

Gesta de Malvinas: ¿Cinismo o ignorancia?

No pasa una semana sin que uno tenga que asombrarse de la liviandad con que funcionarios y políticos argentinos, de toda laya, afiliación y jerarquía, actuan en temas referidos a nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas. ¿Cinismo o ignorancia? Siendo benévolos y pensando en la segunda variante ¿será que se cumple aquella máxima de que uno no puede amar lo que no conoce? ¿Y que dichos funcionarios y políticos necesitan un breve curso sobre lo que fue nuestra noble y justa guerra del 82? ¿Algo así, quizá, los pueda conmover y empuje a reconsiderar?

LA RECUPERACION

La recuperación de las Islas Malvinas se llevó a cabo de manera incruenta para las tropas británicas en el llamado Operativo Rosario, aunque la misma le costó la vida al capitán Pedro Giachino, el primer héroe de la Gesta, quien a pesar de estar mortalmente herido hizo rendir al gobernador Rex Hunt.

A todas luces la Junta Militar había caído en la trampa, tendida por Gran Bretaña con ayuda del Pentágono, de que podía hacer una suerte de “toco y me voy” para después sentarse a negociar. Lejos de eso, la intención de la primera ministra Margaret Thatcher era provocar a la Argentina para tener un “casus belli” que sirviera de justificación a una nueva invasión británica y al establecimiento de la Fortaleza Falklands en el archipiélago.

Hay que recordar que en 1982 la OTAN ya no tenía ninguna base militar en el Atlántico Sur, que pudiera servir de contrapeso a la creciente presencia de la flota soviética en esas aguas, y necesitaba asegurarse a futuro la explotación de petróleo en la zona, el control del cruce interoceánico y sobre todo la proyección a la Antártida, último gran reservorio de minerales y agua dulce del planeta.

La Junta Militar nunca había pensado en ir a una guerra contra la OTAN pero, como intento de disuasión, ante la zarpada de una poderosa flota británica, comenzó a enviar tropas a las islas -con armamento incompleto- a la espera de que las Naciones Unidas pararan el conflicto bélico. Durante todo el mes de abril se montó un impresionante puente aéreo entre el continente y el archipiélago, que se ha llegado a comparar por su magnitud con el puente aéreo de los Aliados a Berlín, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

EL 1° DE MAYO

Tras establecer un cerco en torno a las islas, la aviación británica atacó la Base Aérea Malvinas, bombardeándola con bombas de mil libras y bombas de fragmentación tipo Beluga en la madrugada del 1° de mayo, con aviones Vulcan y Sea Harrier. La eficaz respuesta de la artillería antiaérea consiguió derribar varias de esas máquinas, evitando así que quedara fuera de servicio el aeropuerto. De hecho, a pesar de que la pista fue el blanco principal de los británicos, que durante todo el conflicto estuvieron bombardeándola hasta tres y cuatro veces por día, nunca lograron su objetivo. Siguió operativa hasta el último día del conflicto, permitiendo que aterrizaran en ella los aviones Hércules de la Fuerza Aérea y los Fokker de la Armada, trayendo abastecimiento y armamento y evacuando heridos.

Ese día 1° de mayo la Fuerza Aérea atacó a las fragatas británicas, causándoles daños y también se enfrascó en las llamadas “peleas de perro” con los aviones Harrier británicos, muy superiores en tecnología y armamento, ya que los Estados Unidos los habían provisto con los misiles Sidewinder L, de última generación. A propósito, el entonces Secretario de Marina de los Estados Unidos, John Lehman declaró que sin esos misiles el Reino Unido habría perdido la guerra.

La Argentina contaba con cinco aviones ultramodernos, los Super Etendard, con sus respectivos misiles Exocet, pero la mayoría de los aviones de la Fuerza Aérea eran de la década del 50, los Skyhawk A4. Sin embargo, sus pilotos, conocidos como los Halcones, suplieron esos 30 años de diferencia en tecnología con pericia, coraje y mística religiosa, diezmando a la flota del Reino Unido. Sorprendido, el jefe de la Task Force, almirante Sandy Woodward, anotaba en su diario (que luego fue editado como libro bajo el título ‘Los cien días’): “Si me preguntan quienes están ganando la guerra, nosotros ciertamente no somos”. Y en otro pasaje comenta que le quedan solamente tres buques operativos (había zarpado de Gran Bretaña con más de cien unidades, entre buques de guerra y logísticos).

Finalmente, el día 13 de junio, después de enumerar todas las bajas que los Halcones le habían causado a la flota, escribe: “Si los argentinos pudieran soplarnos, nos caemos”. Y justamente el 13 de junio el general Menéndez, jefe de la Guarnición Malvinas y gobernador militar, decide rendirse, tras mostrar durante todo el conflicto una asombrosa pasividad. Lo hace cuando a los británicos ya se les estaban acabando los pertrechos, por cuanto un avión Super Etendard de la Armada Argentina les había hundido el portacontenedores militar Atlantic Conveyor.

Después de la guerra se publicó un “paper” de la Inteligencia británica donde se habla del “factor Genta” en la guerra de Malvinas. Allí se explica que los cadetes de la Escuela de Aviación Militar habían sido formados en las enseñanzas de este filósofo nacionalista católico, asesinado por la guerrilla marxista en 1974, que los había imbuido de la mística que les permitió tener un desempeño tan eficaz en el conflicto.

HUNDIMIENTO DEL BELGRANO

La embajadora de los EE.UU. en la ONU, Jeanne Kirkpatrick, estaba haciendo denodados esfuerzos en conjunto con el presidente del Perú y el Secretario General de la entidad, para detener la guerra, y prácticamente se estaba por acordar un cese de fuego, pero a fin de frustrarlo y continuar con la guerra, Margaret Thatcher ordenó hundir el crucero General Belgrano, que estaba navegando de regreso al continente. Ya no habría marcha atrás.

Tras el hundimiento del Belgrano, la Armada retiró a la flota de mar del teatro de operaciones, a tal punto que el único de sus navíos que en Malvinas entró en combate, fue el pequeño aviso Sobral, que audazmente ingresó en aguas dominadas por los británicos para tratar de rescatar a dos pilotos derribados de la Fuerza Aérea.

Atacado por helicópteros artillados, presentó combate a pesar de la inferioridad de su armamento y sufrió numerosas bajas comenzando por su comandante, el capitán Gómez Roca, pero no se entregó y logró arribar al continente (en las Georgias había llegado a entrar en combate la corbeta Guerrico). De esta manera quienes salvaron el honor de la Armada en Malvinas fueron los aviadores navales, algunas fracciones de la Infantería de Marina, el submarino San Luis y las tripulaciones de ciertos buques mercantes.

Dos días después del hundimiento del Belgrano llegó el contragolpe de la Aviación Naval. Aviones Super Etendard atacaron y hundieron al Sheffield, el buque más moderno y sofisticado de la flota británica.

De ahí en adelante se sucedieron ataques de aviones de la Fuerza Aérea que salían del continente y que debían volar a ras del agua, para no ser captados demasiado temprano por los radares del enemigo, luego atravesar el erizo de fuego defensivo de las fragatas, descargar las bombas en el puente de las mismas y hacer el escape con una cantidad mínima de combustible, perseguidos además por los Harrier con su armamento tan superior.

DESEMBARCO BRITANICO

Recién el 21 de mayo los británicos se animaron a desembarcar y lo hicieron en San Carlos, lugar que oficiales de Inteligencia argentinos habían identificado como probable. Sin embargo, el general Menéndez solo había mandado 60 hombres a la zona. Encabezados por el teniente primero Carlos Daniel Esteban, estos soldados enfrentaron el desembarco de unos 2500 británicos y derribaron tres helicópteros antes de replegarse hacia Puerto Argentino.

Alertados por el teniente de navío Owen Crippa, que en la mañana del 21 de mayo atacó con su avión de entrenamiento AerMacchi a toda la flota británica en el estrecho de San Carlos, averiando a la fragata Argonaut, desde el continente comenzaron a llegar oleadas de cazabombarderos de La Fuerza Aérea y la Aviación Naval que sometieron a un feroz castigo a la flota británica, hundiendo varios buques y averiando a otros.

Desde San Carlos, los británicos emprendieron la marcha hacia la localidad de Darwin-Pradera del Ganso, donde funcionaba la Base Cóndor de la Fuerza Aérea y estaba desplegado el Regimiento 12 de Infantería y fracciones de los Regimientos 8 y 25, está última al mando del teniente Roberto Estévez.

A todo esto, los Halcones seguían asediando a la flota británica, causándole ingentes daños. Así, por ejemplo, el 25 de mayo el primer teniente Mariano Velasco hundió al destructor Coventry y los pilotos Pablo Carballo y Carlos Rinke pusieron fuera de combate a la fragata Broadsword. El general Menéndez, en cambio, persistía en su actitud pasiva. Había enterrado a unos 8.000 soldados alrededor de Puerto Argentino, en pozos de zorro inundados y con insuficiente alimentación, ya que había prohibido que se carnearan las centenares de miles de ovejas que había en las islas. Tampoco había cambiado de dirección la cuña defensiva que apuntaba hacia el mar, cuando los británicos avanzaban por tierra. Solamente salían a buscar al enemigo las compañías de comandos. Fueron las únicas unidades que tomaron prisioneros, y que capturaron una enseña británica. Además fueron las fracciones que proporcionalmente más bajas tuvieron.

El dia 27 de mayo los británicos comenzaron a atacar las posiciones argentinas en Darwin-Pradera del Ganso. Se habían jactado que a las 5 de la tarde ya estarían tomando el té de la victoria, pero los combates finalizaron recién el 29. En los mismos se destacó la Sección del teniente Roberto Estévez, que contraatacó y detuvo a las fuerzas británicas – superiores en número – durante cinco horas. Aún herido, Estévez siguió comandando, combatiendo y cuidando a sus soldados conscriptos hasta que cayó muerto. También se distinguió en las acciones el subteniente Juan José Gómez Centurión, quien abatió a un teniente de paracaidistas y rescató, internándose detrás de las líneas enemigas, a un suboficial herido.

Uno de los hombres de Estévez, el conscripto Oscar Ledesma, de 18 años, abatió en un mano a mano al jefe de los paracaidistas británicos, el teniente coronel Herbert Jones. Su accionar, como el de muchos otros soldados conscriptos, echa por tierra el mito de los “chicos de la guerra”, mote infamante endilgado a nuestros soldados a fin de sugerir que no eran aptos para el combate y solamente dignos de lástima.

Asimismo se destacó en el combate el subteniente Claudio Braghini, que amén de haber derribado aviones Harrier, utilizó los cañones bitubo de su batería antiaérea para arrasar a la infantería enemiga.

El teniente coronel Italo Piaggi rindió la guarnición el 29 de mayo, pero los británicos nunca más volvieron a atacar a la luz del día, como lo habían hecho en esta oportunidad, por la cantidad de bajas que sufrieron.

Al tiempo que continuaba la batalla aeronaval, los británicos marchaban por tierra hacia Puerto Argentino, pero el 8 de junio intentaron realizar un desembarco de tropas en Bahía Agradable. Una escuadrilla de la Fuerza Aérea comandada por Carlos Cachón atacó al enemigo en el momento justo del desembarco, causando estragos entre los buques y los soldados, a tal punto que los propios ingleses calificaron ese 8 de junio como “El día más negro de la flota británica”. El general Menéndez, que aún disponía de 12 helicópteros en condiciones de transportar tropa, no hizo nada para rematar el desembarco, a pesar de la corta distancia entre Puerto Argentino y Bahía Agradable.

A partir del 9 de junio se intensificaron los combates en los montes aledaños a Puerto Argentino. En el monte Dos Hermanas se destacó por su valentía y eficacia la fracción encabezada por el subteniente Marcelo Llambías, y en el monte Harriet, el teniente primero Jorge Echeverría, un oficial de Inteligencia sin mando de tropa, organizo la resistencia e incluso realizó un contraataque, antes de caer herido por cinco impactos.

La superioridad numérica del enemigo hizo imposible retener esos montes, aunque en las cercanías había varios regimientos argentinos –el 3, el 25, el 6 – que prácticamente nunca entraron en combate (salvo algunas de sus fracciones pequeñas). El general Menéndez, haciendo gala de su sempiterna pasividad no los movilizó.

La batalla clave se produjo en la noche del 11 al 12 de junio por el control del Monte Longdon, defendido por el Regimiento de Infantería 7 y pequeñas fracciones de otras unidades. El encarnizado combate duró once horas, destacándose el contraataque realizado por la Sección del teniente Raúl Castañeda, que estuvo a punto de desalojar a los británicos. Pero al no recibir apoyo por parte de otros efectivos, el Monte Longdon quedó en manos enemigas.

A partir de ahí fue central el accionar de la artillería argentina para contener el avance británico. Como ejemplo cabe citar que la Batería A del Grupo de Artillería 3, comandada por el teniente primero Luis Caballero, disparó sus cañones Oto Melara de 105 mm durante 60 horas seguidas, hasta agotar munición.

El 13 de junio una escuadrilla de la Fuerza Aérea, encabezada por el capitán Carlos Varela atacó audazmente el puesto comando británico en tierra, causando numerosas bajas y obligando al máximo jefe enemigo, general Jeremy Moore, a tirarse en una zanja para salvar su vida.

Esa misma noche se produjo el contraataque en Wireless Ridge del teniente primero Víctor Hugo Rodríguez, al mando de dos Secciones del Regimiento 3. Y en el monte Tumbledown resistió durante diez horas el embate de fuerzas inglesas superiores en número en una relación de uno a diez, la Cuarta Sección de la Compañía Nácar del Batallón de Infantería de Marina 5, al mando del teniente de corbeta Carlos Daniel Vázquez. El grueso de esa unidad nunca fue empeñado en combate de infantería por su jefe, el capitán Carlos Robacio. Sólo lo hicieron pequeñas fracciones como la de Vázquez y del guardiamarina Alejandro Koch en el Monte Sapper.

El 14 de junio a la mañana el general Menéndez se rendía, sin haber dado nunca una orden de ataque o contraataque. El cese de fuego tuvo lugar a las 10 de la mañana. La guerra había terminado, a pesar de que la Fuerza Aérea quería seguir combatiendo.

Los 632 soldados argentinos caídos en el conflicto son los centinelas garantes de que el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas nunca será abandonado por la Nación. ¿Entenderán finalmente los funcionarios y políticos argentinos que la sangre derramada no se negocia?

miércoles, 8 de enero de 2025

Tumbledown: Britos y Vilgré Lamadrid después de la odisea

14 de junio, todo terminó, apenas unas horas antes habían combatido en Tumbledown.
Dos rostros, uno la alegría de haber sobrevivido y otro el del Jefe con varios muertos y heridos. Duro combate. Sus vivencias recién acontecidas y expresiones capturadas por la imagen.
A LOS BRAVOS DE MALVINAS.
Imagen: Soldado Carlos Daniel Britos y Subteniente Esteban Vilgre Lamadrid - 3ra Sección - Compañia B - RI Mec 6 - EA.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Condecoración: Soldado Eduardo González (EA)

Soldado Clase 1962 EDUARDO GONZALEZ - RI 4 - EA

Reaccionar con presteza en un momento de incertidumbre, el 06 de junio en Monte Dos Hermanas, cuando una patrulla enemiga ataca por sorpresa con apoyo de morteros. Su grupo proporcionaba seguridad a una fracción de Infantería de Marina que instalaba un campo minado cuando se produjo el ataque.
El soldado GONZALEZ abrió fuego con su FAP deteniendo el avance enemigo y dando espacio para que su grupo contraatacase, persiguiendo a los ingleses y le capturase material.


miércoles, 30 de octubre de 2024

¿Por qué no explotaron las bombas? (8/8)

Malvinas 35 años: ¿por qué no estallaron las bombas?

Parte 1 || Parte 2 || Parte 3 || Parte 4 || Parte 5 || Parte 6 || Parte 7 || Parte 8


 

por Guilherme Poggio || Poder Aéreo

Hace 35 años, argentinos y británicos se enfrentaron en las gélidas aguas del Atlántico Sur para disputarse la posesión de las Islas Malvinas (Falklands, como las llaman los británicos). Fue durante este conflicto que la Fuerza Aérea Argentina (FAA – Fuerza Aérea Argentina) entró en combate por primera vez contra un enemigo externo. El bautismo de fuego tuvo lugar el 1 de mayo de 1982. El blog Air Power publica por partes un artículo exclusivo sobre los vectores, armas y tácticas utilizadas por la FAA para atacar y destruir los barcos de la Task Force británica. Para leer las partes anteriores haga clic en los enlaces a continuación.


Esfuerzo hercúleo

La rendición de las fuerzas argentinas se produjo el 14 de junio cuando las tropas británicas retomaron la capital de la isla. No había nada más que la Fuerza Aérea Argentina (FAA) pudiera hacer aparte de extraer duras lecciones del conflicto.

La historia de la reconquista de las Islas Malvinas por parte de Argentina fue una sorpresa no sólo para las Fuerzas Armadas de Gran Bretaña, sino también para la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Convocada a toda prisa para una lucha que sus comandantes nunca habían imaginado, la FAA aún así desempeñó un papel brillante en el conflicto.

Con la flota de alta mar atracada en bases navales argentinas (a excepción de los submarinos) y una aviación naval pequeña (pero muy profesional y dotada de algunos equipos de última generación), la FAA se quedó con el protagonismo. Un papel que no podía dejar de desempeñar, incluso sin conocer el entorno de la aviación naval (ver más detalles en la parte 1).

La evolución de la Fuerza Aérea Argentina a lo largo del conflicto es clara. El esfuerzo por transformarlo en una “máquina de desguace de barcos” fue hercúleo. Utilizando únicamente los equipos a su disposición, la FAA supo adaptarse a las dificultades que surgieron.

El primer gran paso fue el establecimiento de nuevas tácticas. Para que los pilotos tuvieran la más mínima posibilidad de llevar a cabo el ataque y sobrevivir, se definió una táctica que no tenía paralelo en la historia de la aviación. Vuela a alturas extremadamente bajas y altas velocidades subsónicas durante el ataque final.

 
Un caza IAI Dagger de la
FAA (indicado por una flecha negra) pasa junto al HMS Fearless durante los combates en el Estrecho de San Carlos. La FAA desarrolló tácticas de bombardeo a alturas extremadamente bajas y altas velocidades que no tienen paralelo en la historia de la aviación. FOTO: Departamento de Defensa del Reino Unido

Diez años antes de las Malvinas, los pilotos norvietnamitas atacaron barcos de la Armada estadounidense durante la guerra de Vietnam también con bombas de caída libre. Sin embargo, no hay evidencia de que los norvietnamitas realizaran los ataques a alturas extremadamente bajas como las realizadas por los pilotos argentinos (por debajo de los 50 m).

Además, la acción norvietnamita careció de los refinamientos tácticos y detalles técnicos considerados por los argentinos. Por ejemplo, el hecho de que uno de los MiG-17 norvietnamitas fuera supuestamente derribado por un misil Terrier (los norvietnamitas afirman que el avión regresó a la base) demuestra que los pilotos desconocían el perfil de combate de esta arma y no volar en fila por la borda para evitar ser rastreado o chocado.



En abril de 1972, cazas MiG-17 de la Fuerza Aérea de Vietnam del Norte atacaron barcos de la Armada estadounidense. Las tácticas empleadas por los norvietnamitas no eran similares a las empleadas por los argentinos y no carecían del refinamiento técnico empleado por los sudamericanos. En la imagen superior, el resultado de una bomba de 250 kg lanzada contra el destructor USS Higbee (clase Gearing).
FOTO: USN

Por otro lado, los militares de la FAA, gracias a la ayuda de sus colegas de la marina, definieron muy bien los estándares de altura de vuelo basándose en la curva de detección de los radares Tipo 909 de las escoltas antiaéreas. La validación de los estudios resultó correcta al menos en una de las ocasiones en que el destructor HMS Coventry (Tipo 42) disparó al azar un misil Sea Dart contra dos A-4 que volaban cerca de las olas. El radar a bordo no pudo definir una solución de disparo (no fijó el objetivo), ya que las señales de retorno de los aviones estaban enmascaradas por el retorno desde la superficie del mar y la masa terrestre al fondo. Incluso sin fijar el objetivo, la tripulación disparó el misil y siguió una ruta errática sin amenazar a los aviones argentinos.


El segundo paso fue la adaptación de las armas existentes a las tácticas establecidas. Las armas en el inventario de la FAA que eran más apropiadas para los desafíos planteados eran "bombas tontas". Ni siquiera las bombas con paracaídas se adaptaron al perfil de ataque propuesto. Por lo tanto, fue necesario modificar el tiempo de armado de las espoletas y el tiempo de detonación de las bombas.


La tabla anterior resume las principales acciones tomadas por la FAA durante la guerra en materia de tácticas y bombas. Se puede observar que la mayoría de ellas se pusieron efectivamente en práctica en la segunda mitad del conflicto. En el caso de los cambios en las espoletas de las bombas españolas BR-250, su uso sólo se produjo tras el desembarco británico. La información se basó en el artículo publicado por el Coronel (R) Dávila en BDEH 6/15 (click en la imagen para ampliar)

En algunos casos, como el momento de armar las bombas MK-17, la solución llegó rápidamente. De hecho, la instalación de bombas MK-17 en los aviones Skyhawk y Dagger fue una solución generada en pleno conflicto (las bombas MK-17 eran parte integral del sistema de armas de los bombarderos de Canberra).



A-4C del Grupo 4 armado con una bomba británica MK-17 en el hangar central siendo repostado por un KC-130 camino al combate. Esta foto probablemente fue tomada el 9 de mayo. Pilotado por el primer teniente Casco (“Truento 3”), el control aéreo argentino en las islas perdió contacto por radar con la aeronave cerca de las islas Sebaldes. La bomba MK-17 no formaba parte del inventario de armas A-4 y fue adaptada y probada durante la guerra. FOTO: FAA

En otros casos fue necesario activar el parque industrial militar del país. El ejemplo de la modificación de las espoletas españolas Kappa III es bastante emblemático. Convertir un mecanismo mecánico en electrónico, incluyendo el tiempo de prueba y el establecimiento de una línea de producción, ¡solo tomó dos semanas! Esta es una victoria sin precedentes para un país con recursos limitados y para una Fuerza Aérea que fue tomada por sorpresa.

El resultado de todo el esfuerzo realizado por la FAA y su ejército para atacar a la flota británica se puede comprobar en las estadísticas. De los siete barcos británicos hundidos o destruidos por los argentinos, la FAA fue responsable de cinco de ellos. Otros 15 resultaron dañados o quedaron fuera de servicio. Desde la Segunda Guerra Mundial, los británicos no habían perdido tantos hombres en combate por día de guerra como ocurría en las Malvinas. Y los ataques a barcos fueron responsables de más de la mitad de las muertes, y los ataques de la FAA causaron cerca de cien muertes.



martes, 22 de octubre de 2024

APBT: Fallece el legendario Carlos Cequeira, primero en desembarcar el 2 de Abril

El entrañable recuerdo de Carlos Cequeira, el primer soldado en pisar las Islas Malvinas la noche previa al comienzo de la guerra

En el operativo de recuperación, fue uno de los comandos anfibios que tuvo como misión tomar el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador. Nunca quiso volver a las islas porque no toleraba que le sellaran el pasaporte. Murió a los 69 años y vivía en Ushuaia
Por Adrián Pignatelli || Infobae


Carlos Cequeira, años después de Malvinas. Era una persona muy querida por todos y reconocido en Ushuaia, la ciudad que había elegido para vivir

Que en realidad pisar no fue lo primero que hizo en suelo malvinense, sino que como llevaba las patas de ranas puestas, cayó de espaldas, contaba siempre entre risas. Tenía entonces 27 años, casado, era cabo principal y en 1975 había hecho el curso de comando. Uno de sus compañeros de entonces, el coronel Andrés Ferrero, también veterano de Malvinas, lo recuerda como un tipazo y una de esas personas que siempre estaba dispuesta a ayudar.

Se llamaba Carlos Eduardo Cequeira, comando anfibio al que todos conocían como “el Negro”, y falleció el pasado sábado en la ciudad de Ushuaia, donde residía, luego de una larga enfermedad.

Junto a Bernardo Schweizer fueron los primeros argentinos en pisar las islas alrededor de las diez de la noche del 1° de abril, en una navegación que la realizaron en un kayak, que hoy es una reliquia en el Museo de la Infantería de Marina.

Momento histórico: izamiento de la bandera en Moody Brook el 2 de abril de 1982 a las 7:10. Sostiene la driza Sánchez Sabarots y el suboficial Guillermo Rodríguez el pabellón (Cronología Infantería de Marina)

Cequeira y Schweizer tienen una historia aparte. Cuando en 1980 Schweizer, un teniente de corbeta recién ascendido, hizo el curso comando, Cequeira, un suboficial, fue su instructor. Enseguida congeniaron. El Negro Cequeira era alegre y comunicativo, y con un talento innato para la enseñanza. Ambos estaban casados, y ninguno tenía aún hijos. Es más: Malvinas interrumpió la luna de miel de Schweizer.

Cuando se planeó la recuperación, el jefe de Schweizer le indicó que eligiese a los mejores comandos para la misión que tenían por delante. Y escogió a Cequeira como compañero de combate, en quien confiaba ciegamente. Corpulento, medía casi dos metros, decía que lo había elegido para que “le tapase las balas”.

El 21 de marzo habían entrado en alerta y su agrupación, que estaba en la Base de Mar del Plata, fue llevada a Puerto Belgrano, donde embarcaron en la fragata Santísima Trinidad. Sabían la misión: tomar un cuartel y una sede de gobierno, y luego debían realizar una evacuación inmediata. Pero no le dijeron cuál ni dónde era.

Malvinas, una pasión. Frente a un mapa de Malvinas, Cequeira explica la operación de la noche del 1 de abril

En viaje hacia el sur, se les informó que habían puesto proa a Malvinas y que integrarían el equipo que recuperaría las islas. En la noche del 1° de abril, luego de atravesar una tormenta de aquellas, el buque ancló en las inmediaciones de la bahía Enriqueta. Entonces, 94 comandos anfibios y buzos tácticos de la Armada ocuparon 22 botes de goma y un kayak a un mar que estaba increíblemente calmo, y con una luna que alumbraba por demás. Al mando estaba el capitán de corbeta Guillermo Sánchez Sabarots y su segundo era el capitán de fragata Pedro Giachino.

Navegaron en botes de goma a motor hasta la rompiente, y ahí Schweizer y Cequeira se pasaron al kayak, que llevaban remolcado. Era un modelo alemán, completamente desarmable para que pudiese transportarse en un submarino.

Ellos debían asegurar la zona para que pudiera desembarcar el resto de los comandos. Ambos conocían el plan a seguir por si a uno le pasaba algo, el restante debía terminar la misión.

Schweizer con un visor nocturno y detrás Cequeira con un compás, guiaba la navegación. El primero intuyó ver una luz y presencia de hombres. “Me parece que vamos a cambiar de playa”, dijo y le pasó el visor a su compañero. “Sí, sí, hay hombres allá”, confirmó. Los estaban esperando. Después se enterarían que había británicos con dos ametralladoras.

El kayak que usó la pareja de comandos anfibios para asegurar un lugar en la costa malvinense (Facebook Complejo Histórico de la Infantería de Marina)

Entonces buscaron un punto a unos quinientos metros de ese lugar, más al norte. Si bien era una playa más chica, comprobaron que estaba desierta, y fue cuando desembarcaron el resto de los hombres. Eran las 23 horas.

Dos horas después iniciaron la marcha hacia los dos objetivos: la casa del gobernador y el cuartel de los Royal Marines, puntos que debían tomar a las 6 de la mañana, y sin producir bajas. Para ello, la patrulla se dividió en dos grupos: unos fueron con Sanchez Sabarots y el otro con Giacchino.

Avanzaron en la oscuridad total, caminando por la turba mojada y sorteando toda clase de obstáculos.

Cequeira contó luego que hubo una débil resistencia de los soldados británicos, quienes les dispararon durante diez minutos y que luego desaparecieron del lugar. Lo primero que hicieron fue arriar la bandera inglesa e izaron la argentina, tarea que estuvo a cargo de Sánchez Sabarots y del suboficial Guillermo Rodríguez, comando anfibio.

Cuando este grupo de comandos se enteró del tiroteo en la casa del gobernador y que el capitán Giachino lo habían herido junto al cabo Urbina, se dirigieron al lugar.

Corpulento, jovial, muy amigo de sus amigos. Así lo recuerdan todos a Cequeira. En esta foto, saliendo del museo que dirigía

Fue un civil argentino quienes les advirtió que detrás de la residencia había royal marines. Fueron hasta el lugar y lograron que se rindieran.

Los comandos tenían sentimientos encontrados: estaban eufóricos por la misión en la que participaban, pero tristes por Giachino. A Schweizer le ordenaron llevar el cuerpo del capitán al continente.

Regresaron a la Base Belgrano y el 8 de abril los comandos fueron movilizados a Río Gallegos, a la espera de una asignación de otra misión que nunca llegaría.

El kayak que usaron Cequeira y Schweizer tiene una costura en el frente, y el responsable de la marca fue el propio Cequeira, quien confesó que había usado su cuchillo para quitarse el traje de goma y cuando quiso clavarlo en la arena, lo ensartó en la embarcación.

El kayak se lo quedó Schweizer, y fue Cequeira quien le propuso donarlo. Primero estuvo en un museo de Río Grande y luego lo pidió el museo de la infantería de marina.

Unos años después de Malvinas, alcanzó las aptitudes para continuar su carrera como oficial. Fue un instructor de comandos muy querido por sus alumnos.

Amante del sur, se radicó en Tierra del Fuego. Con Schweizer eran amigos íntimos, las familias también, y vivían muy cerca uno del otro cuando revistaban en la Base de Puerto Belgrano.

En 2007, Schweizer dejó la marina y se radicó en el exterior. Siguió manteniendo el contacto con su viejo amigo. Hace un tiempo volvió y se enteró de que estaba gravemente enfermo. Hablaban por teléfono y si bien le notaba que su voz era débil, no había perdido ese carácter jovial y amiguero.

Le pidió que lo esperase, que en cuanto pudiera, iría a verlo. Pero no fue posible.

Estaba casado y tenía cuatro hijos y había quedado encandilado con el sur de nuestro país. Vivía en la capital de Tierra del Fuego

Al momento de su fallecimiento, ocurrido en Ushuaia, era capitán de fragata (cuerpo técnico) retirado a fines de 2018. Desde entonces era el encargado como el Museo Naval, reunía el perfil ideal para ello, por su carácter y su conocimiento sobre Malvinas, ya que además brindaba conferencias. Era un ávido lector de libros de historia.

Le gustaba navegar en kayaks, y hacía demostraciones de lo que había hecho la noche del 1° de abril en las horas previos a todos a cada aniversario del desembarco. Lo visitaban, de todas partes del país, viejos soldados.

El 8 de octubre había cumplido 69 años. Para todo el mundo era el Negro Cequeira, querido y admirado, que no quiso volver a Malvinas porque no toleraba que le sellasen el pasaporte, ese que a pesar que lo hizo con la espalda, fue el primero en tocar suelo malvinense.