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lunes, 2 de agosto de 2021

El poder nuclear británico: Más allá de los números

Armas nucleares del Reino Unido: más allá de los números

Heather Williams || War on the Rocks





A veces, los números solo cuentan una parte de la historia, incluso cuando se habla de armas nucleares. Por ejemplo, el Reino Unido anunció recientemente que aumentaría el límite de su arsenal nuclear de 225 a 260 ojivas. La medida, descrita en la muy esperada revisión de la política de seguridad y defensa de su gobierno, Gran Bretaña global en una era competitiva: la revisión integrada de seguridad, defensa, desarrollo y política exterior, tomó por sorpresa a los expertos en política nuclear y revirtió décadas de reducciones británicas. El gobierno explicó que la decisión de aumentar su arsenal nuclear por primera vez en décadas se debió al empeoramiento del panorama estratégico y las amenazas tecnológicas, en particular los avances rusos en defensa antimisiles y armas hipersónicas. El hecho de que el Reino Unido haya decidido tomar esta decisión ahora debería ser una llamada de atención para quienes se preocupan por la seguridad de Occidente y el orden nuclear mundial.

La decisión de aumentar el número de ojivas en su arsenal no fue el único cambio importante en la política nuclear que el Reino Unido incluyó en la Revisión Integrada. El documento explicaba que el Reino Unido ya no proporcionaría detalles sobre su arsenal nuclear o las condiciones bajo las cuales consideraría el uso de armas nucleares. En otras palabras, el Reino Unido ahora se ha comprometido plenamente con una doctrina de ambigüedad estratégica. Este enfoque es similar en algunos aspectos a lo que han hecho Estados Unidos, la OTAN, Rusia y China. Pero el aumento de las reservas de ojivas y la dependencia de la ambigüedad estratégica tienen un costo para la diplomacia nuclear, y será difícil para el Reino Unido equilibrar estos cambios con su compromiso de ser una potencia nuclear responsable.

El anuncio de un aumento en el arsenal de ojivas, en particular, no podría haber llegado en un peor momento para la diplomacia nuclear. En agosto de 2021, el Reino Unido y otros 190 estados se reunirán para una reunión de las partes del Tratado de No Proliferación Nuclear, que incluye un compromiso con el "cese de la carrera de armamentos nucleares" y el "desarme general y completo". Será un desafío para el Reino Unido demostrar avances hacia el desarme nuclear cinco meses después de haber anunciado un aumento en su límite de existencias. La dependencia de la ambigüedad estratégica también socava potencialmente los esfuerzos del país por promover la transparencia nuclear entre los signatarios del tratado. Evidentemente, hay otras consideraciones para la doctrina nuclear del Reino Unido además del Tratado de No Proliferación Nuclear, pero estos cambios podrían dañar su credibilidad en cuestiones de desarme. Por lo tanto, el Reino Unido debería tomar medidas adicionales para demostrar su compromiso con la transparencia, incluida la provisión de más información sobre sus planes de modernización nuclear y el liderazgo en los esfuerzos de reducción de riesgos en el contexto del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Razones para un arsenal más grande: seguridad y tecnología

En sus revisiones estratégicas publicadas en 2010 y 2015, el Reino Unido estableció un límite de 225 ojivas y se comprometió a reducir su límite de existencias a 180 ojivas para mediados de la década de 2020. La nueva Revisión Integrada aumenta el techo de las existencias nucleares del país a 260 ojivas, un aumento potencial de aproximadamente el 15 por ciento de las existencias actuales y el 45 por ciento del objetivo anterior.

La decisión del Reino Unido revierte décadas de progreso hacia el desarme nuclear. Desde el apogeo de la Guerra Fría en la década de 1980, el Reino Unido ha ido reduciendo gradualmente su arsenal desde un pico de aproximadamente 500 ojivas. Al mismo tiempo, Estados Unidos y Rusia han ido reduciendo sus arsenales mediante una serie de acuerdos bilaterales de control de armas. La decisión del Reino Unido de construir más armas nucleares lo coloca en compañía de China, India, Pakistán y Corea del Norte, que anteriormente habían sido los únicos países que aumentaron sus arsenales nucleares. Esta decisión del Reino Unido, por lo tanto, es un cambio preocupante y sugiere que el orden nuclear global y la estabilidad nuclear podrían estar en problemas.

El gobierno justificó el aumento de ojivas sobre la base de "el entorno de seguridad en evolución, incluida la gama en desarrollo de amenazas tecnológicas y doctrinales". Esto tiene muchas similitudes con la Estrategia de Defensa Nacional de EE. UU. de 2018, que destacó la complejidad y la competencia en geopolítica. El vínculo entre la política nuclear y el contexto general de seguridad se hace eco de las declaraciones realizadas por otros poseedores de armas nucleares y la OTAN. Por ejemplo, la Declaración de Londres de la OTAN de 2019 declaró: "Estamos plenamente comprometidos con la preservación y el fortalecimiento del control efectivo de armas, el desarme y la no proliferación, teniendo en cuenta el entorno de seguridad imperante". (La Revisión Integrada utiliza un lenguaje idéntico). El papel del Reino Unido en la OTAN ocupa un lugar especial en la revisión:

“Seguiremos siendo el principal aliado europeo dentro de la OTAN”, lo que sugiere que, si bien el Reino Unido podría haber abandonado la Unión Europea, sigue estando profundamente comprometido con la seguridad europea. El Reino Unido también está más preocupado por China que en el pasado, y la revisión apunta a "la creciente asertividad internacional de China y la creciente importancia del Indo-Pacífico". El mensaje de Integrated Review coincide con las preocupaciones del Reino Unido sobre la intervención de China en Hong Kong en violación del acuerdo de traspaso, junto con la prohibición de 2020 de comprar la tecnología 5G de Huawei porque representa una "amenaza para la seguridad nacional".

La revisión cita las “tecnologías disruptivas” como una amenaza para la estabilidad estratégica y como justificación para aumentar el techo de ojivas. En particular, apunta a un "espectro completo de amenazas que emanan de Rusia". De lo contrario, es vago sobre qué capacidades son particularmente preocupantes. Tras su liberación, el secretario de Estado de Defensa, Ben Wallace, explicó que para que el Reino Unido mantuviera un elemento de disuasión creíble, tenía que responder a los avances en las capacidades rusas, particularmente en la defensa antimisiles. Una semana después, el gobierno publicó Defense in a Competitive Age, un "documento de comando de defensa", que señalaba las armas hipersónicas y el "radar de alerta temprana y los sistemas integrados de defensa aérea" como operaciones militares del Reino Unido potencialmente desafiantes.

De hecho, existen muchos motivos de preocupación tanto en el entorno de la seguridad como en lo que respecta a los avances tecnológicos. En particular, los avances en la defensa antimisiles rusa pueden ser preocupantes para países con arsenales nucleares más pequeños, como el Reino Unido. Se espera que el S-500, que Rusia anunció que se introducirá más adelante en 2021, sea capaz de interceptar misiles balísticos, de crucero y, potencialmente, hipersónicos. (Para ser claros, se desconocen las capacidades completas del S-500, y algunos expertos han sugerido que las capacidades de denegación de áreas anti-acceso de Rusia están "lamentablemente sobrevaloradas"). Otras preocupaciones incluyen el colapso del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, y Rusia avances en sistemas de doble alcance y capacidad dual como el 9M729, que, según los Estados Unidos, violaba el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio. Muchas de estas preocupaciones resuenan con una investigación de 2019 de la Cámara de los Lores, que concluyó que los riesgos nucleares estaban aumentando debido a la competencia interestatal, los desarrollos tecnológicos y las doctrinas nucleares y la política declaratoria. Estos argumentos, por supuesto, no convencerán a todos los expertos, pero la explicación de la Revisión Integrada es, no obstante, plausible.

Duplicar la ambigüedad estratégica

El Reino Unido está redoblando su doctrina nuclear de ambigüedad estratégica. El gobierno nunca ha proporcionado el tamaño exacto de su arsenal nuclear, y la revisión reciente establece que "ampliaremos esta política de larga data de ambigüedad deliberada y ya no daremos cifras públicas para nuestro arsenal operativo, ojivas desplegadas o números de misiles desplegados". Previamente, el país aclaró el número máximo de ojivas por submarino. La revisión también cambió levemente la política declaratoria del país para abarcar una gama más amplia de amenazas, indicando que el Reino Unido no utilizará armas nucleares contra estados no nucleares que sean parte y cumplan plenamente con el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero se reserva el derecho a revisar esto a la luz de futuras amenazas de armas químicas o biológicas, o tecnologías emergentes. Al igual que el aumento de ojivas, este ligero cambio en la política declaratoria para incluir "tecnologías emergentes" se justificó sobre la base de un entorno de seguridad cada vez peor y los avances tecnológicos de Rusia y, en menor medida, China.

El objetivo de la ambigüedad estratégica para el Reino Unido es inspirar cautela en un adversario en una crisis y disuadir el uso nuclear. Podría decirse que China y Rusia han estado practicando la ambigüedad estratégica durante años al mismo tiempo que modernizan sus arsenales nucleares. Estados Unidos y el Reino Unido se están poniendo al día, con el objetivo de convencer a los responsables de la toma de decisiones en Moscú y Beijing de que los riesgos de un error de cálculo son demasiado altos para perseguir el aventurerismo o la agresión regional.

La decisión británica renovó un debate internacional en curso sobre si la ambigüedad estratégica se está estabilizando o desestabilizando, que fue particularmente evidente en el momento de la Revisión de la Postura Nuclear de EE. UU. 2018. Los partidarios de la ambigüedad estratégica, incluidos muchos aliados de EE. UU. (por ejemplo, Australia), argumentan que la ambigüedad estratégica disuade a Rusia o China de utilizar "la fuerza militar convencional para imponer su voluntad, sin tener que preocuparse por una respuesta nuclear de EE. UU. ellos mismos permanecieron por debajo del umbral nuclear ". Complicar el cálculo estratégico de los adversarios a través de la ambigüedad doctrinal, según se piensa, fortalece la disuasión.

Por el contrario, los que se oponen a la ambigüedad estratégica temen que aumente los riesgos de percepciones erróneas y malentendidos, especialmente durante una crisis, y "aumentará el riesgo de una escalada nuclear y socavará la seguridad global". Y para otros, como el diputado Tobias Elwood, presidente del Comité Selecto de Defensa de la Cámara de los Comunes, es una respuesta insuficiente a las crecientes amenazas, como las de China. Por ahora, la ambigüedad estratégica es una respuesta comprensible a la incertidumbre geopolítica, por la cual el Reino Unido quiere la máxima flexibilidad para responder a una gama tan amplia de amenazas como sea necesario.

El precio de la ambigüedad

Lamentablemente, el aumento de las reservas nucleares y la doctrina de la ambigüedad estratégica socavarán la diplomacia nuclear del Reino Unido. La medida expondrá al país a acusaciones de hipocresía. Las futuras delegaciones británicas en las negociaciones internacionales de no proliferación y desarme deben esperar que se les pregunte por qué otros países deberían avanzar en estos temas cuando el Reino Unido está construyendo su propio arsenal nuclear. Si bien esto puede parecer relativamente intrascendente en comparación con disuadir a las fuerzas nucleares rusas, será más difícil para el Reino Unido promover sus intereses en otras áreas que le interesan, especialmente dentro del Tratado de No Proliferación Nuclear.

El Reino Unido ha demostrado históricamente más moderación y transparencia en comparación con los otros estados con armas nucleares oficialmente reconocidos bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear (es decir, China, Francia, Rusia y Estados Unidos). Bajo un gobierno laborista, la secretaria de Relaciones Exteriores Margaret Beckett indicó en 2007 que el Reino Unido podría ser un "laboratorio de desarme" y, de hecho, el país ha liderado la investigación sobre la verificación del desarme, inspirando esfuerzos aún mayores, como la Asociación Internacional para la Verificación del Desarme Nuclear. Tres años más tarde, esta vez durante un gobierno conservador, el secretario de Relaciones Exteriores William Hague se comprometió con una "política más abierta" sobre las armas nucleares de Gran Bretaña y anunció que el arsenal no excedería las 225 ojivas. Más recientemente, en 2019, el Reino Unido celebró un taller para discutir su informe de implementación nuclear del Tratado de No Proliferación Nuclear, que incluyó una aclaración de su doctrina y terminología nucleares. Fue el único estado con armas nucleares que tomó tal medida, y como uno de los tres participantes no gubernamentales en el taller, puedo confirmar que fue un diálogo verdaderamente franco y abierto. La delegación británica mostró mucha más transparencia que sus contrapartes.

Con la decisión del Reino Unido de aumentar su arsenal nuclear y volverse más ambiguo en materia nuclear, gran parte de ese progreso y credibilidad pueden verse cuestionados. Además, esto podría reforzar las narrativas de los partidarios del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que están descontentos con la desaceleración del desarme y presionando al Reino Unido y otros miembros de la OTAN para que se adhieran al tratado. Además, exacerbará las preocupaciones de que los poseedores de armas nucleares se estén moviendo en la dirección equivocada. Este ha sido un debate particularmente difícil y polarizador durante las reuniones recientes de las partes en el Tratado de No Proliferación Nuclear. Algunos analistas ya han argumentado que el aumento de existencias es incompatible con el compromiso del Reino Unido con el desarme nuclear en virtud del tratado, y también podría aumentar la desconfianza dentro del "proceso P5", reuniones de los cinco estados con armas nucleares reconocidos para discutir oportunidades de progreso desarme nuclear. Hasta cierto punto, la revisión del Reino Unido dificultará que la administración del presidente Joe Biden cuente una historia positiva sobre el control de armamentos y el desarme después de la extensión de cinco años de New START. Por lo tanto, parece poco probable que el Reino Unido acepte estos costos diplomáticos potencialmente significativos, particularmente en términos de su relación con la nueva Administración Biden, si las justificaciones estratégicas y de seguridad fueran "todo una artimaña".

Política nuclear del Reino Unido después del examen integrado

Hay dos medidas relativamente modestas que el Reino Unido puede aplicar en un intento por reconstruir parte de su credibilidad de cara a la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear: aclarar sus planes de modernización nuclear y aplicar medidas de reducción de riesgos en el contexto del P5. proceso. Estos son pasos realistas que el país podría tomar a un costo relativamente bajo que preservarían sus intereses de seguridad y darían a los diplomáticos británicos cierta influencia en futuras conversaciones sobre desarme y no proliferación.

Primero, el gobierno podría proporcionar más información sobre sus planes de modernización nuclear. En 2016, la Cámara de los Comunes votó para mantener la disuasión nuclear del Reino Unido, y los submarinos actuales de la clase Vanguard serán reemplazados por la clase Dreadnought, que estará disponible en la década de 2030. El gobierno también planea reemplazar su actual ojiva Trident, la Holbrooke, que es similar a la ojiva estadounidense W76, con una ojiva de reemplazo que podría no estar disponible hasta la década de 2040. Si el Reino Unido lo hace mientras tanto, aumente su arsenal, es probable que estas ojivas provengan de un arsenal que no esté "operativamente disponible", como los asignados previamente para desmantelamiento o reensamblaje y, por lo tanto, no se contabilizarán para el arsenal total actual.

Pero quedan importantes interrogantes sobre el futuro del arsenal del Reino Unido, con implicaciones para la independencia y credibilidad del elemento disuasorio. El gobierno afirma que la disuasión nuclear del Reino Unido es "operativamente independiente", pero históricamente el Reino Unido ha dependido de la cooperación con los Estados Unidos para capacidades como los misiles Trident y la tecnología de ojivas, como el W76. Además, se está desarrollando un nuevo Compartimento Común de Misiles junto con los Estados Unidos. La investigación excepcional de Tom Plant y Matthew Harries en el Royal United Services Institute ha planteado preguntas sobre esta relación entre los programas nucleares del Reino Unido y los EE. UU. Y ha destacado los desafíos actuales con la infraestructura nuclear británica.

El estado de la ojiva de reemplazo es particularmente confuso, con un funcionario diciendo que será un "proyecto conjunto, en términos de diseño" con los Estados Unidos, junto con informes de Wallace presionando al Congreso para financiar el W93. El día antes de que se publicara la Revisión Integrada, el gobierno finalmente proporcionó más información sobre la independencia del proyecto de ojivas de reemplazo:

Estamos trabajando con nuestros homólogos de EE. UU. Para garantizar que la ojiva de reemplazo del Reino Unido siga siendo compatible con el misil Trident. La ojiva de reemplazo del Reino Unido se diseñará, desarrollará y fabricará en el Reino Unido. Estará alojado en el aeroshell Mk7, al igual que la ojiva estadounidense W93, pero los requisitos, el diseño y la fabricación de las ojivas son soberanos para cada nación. Esto es compatible con nuestras obligaciones en virtud del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares.

Este es un primer paso importante para aclarar la relación entre el W93 y la ojiva de reemplazo. La publicación de la Revisión Integrada presenta una oportunidad para que el Parlamento haga preguntas adicionales sobre la ojiva de reemplazo y para que el gobierno las responda e intente rectificar los mensajes confusos hasta la fecha. Para empezar: ¿Cuáles son los requisitos para la ojiva de repuesto? ¿Y cuánto costará? Para ser claros, el gobierno no debe revelar información confidencial sobre el diseño de ojivas, ni debe revelar el número de existencias. En cambio, debería ofrecer garantías al Parlamento de que la disuasión del Reino Unido es realmente independiente y creíble.

En segundo lugar, el Reino Unido deberá centrarse en las oportunidades para reducir los riesgos de percepción errónea dentro de una doctrina de ambigüedad estratégica. Por ejemplo, los cinco estados poseedores de armas nucleares han tardado en reafirmar que "una guerra nuclear no se puede ganar y nunca se debe librar". Si no pueden aceptar conjuntamente este lenguaje, el Reino Unido podría hacer una declaración unilateral con un efecto similar o con Estados Unidos y Francia, otro socio en cuestiones de armas nucleares. Otra opción sería ofrecer propuestas concretas de canales de comunicación de crisis, o para mitigar los riesgos que presentan las nuevas tecnologías y doctrinas de ambigüedad para la estabilidad nuclear, ya sea dentro del proceso P5 o en el grupo de trabajo Creando un Ambiente para el Desarme Nuclear. Esto podría incluir un acuerdo cibernético de "no primer uso" entre los estados con armas nucleares reconocidos, la ampliación de la "línea directa cibernética" o una propuesta para limitar las amenazas espaciales. En última instancia, el Reino Unido debería buscar herramientas concretas y prácticas para garantizar que la ambigüedad estratégica no dé lugar a una percepción errónea de la estrategia. Idealmente, todos los poseedores de armas nucleares buscarían tales herramientas, ya que Rusia y China también practican la ambigüedad estratégica, pero no parecen estar bajo el mismo escrutinio o crítica por hacerlo.

Una llamada de atención nuclear

Como respuesta al empeoramiento del entorno de seguridad mundial y a los avances tecnológicos, como los realizados por Rusia y China, tiene sentido que el Reino Unido, con un arsenal nuclear relativamente pequeño para empezar, aumente el tamaño de su arsenal nuclear y confíe más en la ambigüedad estratégica. No obstante, llega en un momento desafortunado para el orden nuclear internacional y la diplomacia nuclear británica. El gobierno tendrá que trabajar en Whitehall para tratar de reconstruir la credibilidad del Reino Unido como líder en transparencia y desarme de cara a la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear de 2021. Esto no será una tarea fácil.

Es probable que nada pueda salvar a la conferencia de la polarización que la ha definido en los últimos años. El nuevo límite máximo de existencias del Reino Unido no será lo que lleve al fracaso en la próxima reunión. Pero ciertamente no ayuda. Lo que realmente importa aquí es que el Reino Unido, líder en desarme nuclear entre los poseedores de armas nucleares, percibe que el entorno de seguridad ha empeorado tanto que decidió aumentar su poder núclear amasar en medio de una creciente presión para desarmar. Percibe que el panorama tecnológico es cada vez más peligroso y, en respuesta, pondría en peligro su liderazgo en materia de transparencia nuclear. De hecho, estas son tendencias preocupantes que deberían ser una llamada de atención a la naturaleza cambiante de las amenazas estratégicas. Un cambio en las reservas debería decir más sobre el panorama de la seguridad que sobre las ojivas nucleares del Reino Unido, pero sigue siendo una historia difícil de vender.

martes, 15 de enero de 2019

Conoce a tu enemigo: La fuerza de combate futura del Reino Unido

La fuerza de combate futura de Gran Bretaña

Un grupo de batalla de portaaviones, un ala aérea  y 50,000 tropas.
David Axe | War is Boring






El ejército británico está luchando por reorganizarse para una nueva guerra fría en Europa. Un modesto aumento de los gastos en 2018 podría darles a los planificadores alguna esperanza de que los déficit presupuestarios, un problema perenne para las fuerzas armadas de los EE. UU., no puedan condenar el esfuerzo.

"Después de casi tres décadas de relativa estabilidad internacional, el mundo ha vuelto a entrar en un período de competencia estatal persistente e intensa", declaró el Ministerio de Defensa de los EE. UU. en su revisión de diciembre de 2018 "Movilización, modernización y transformación de la defensa".

Para disuadir y derrotar a los enemigos potenciales, según el estudio, el ejército británico debería poder desplegar un grupo de trabajo de 50,000 personas que incluye un grupo de trabajo marítimo centrado en un portaaviones clase Queen Elizabeth que embarca combatientes furtivos F-35, una división del ejército con Tres brigadas, un grupo de fuerzas aéreas con aviones de combate, transporte y vigilancia y un grupo de tareas de fuerzas especiales.

Al mismo tiempo, los militares deben mantener al menos un submarino de misiles balísticos con armas nucleares en el mar en todo momento para la disuasión estratégica.

Pero las fuerzas armadas de los EE. UU. han luchado en los últimos años para mantener el grupo de fuerzas a partir de las cuales la fuerza de tarea y la disuasión en el mar podrían obtener Los recortes periódicos desde la caída de la Unión Soviética en 1991 han reducido el ejército británico aproximadamente a la mitad.

Las rondas de recortes más recientes, que comenzaron en 2010, eliminaron dos portaaviones, dos barcos anfibios, cuatro fragatas, una brigada del ejército, más de un tercio de los tanques y artillería del ejército y todos los aviones de combate Harrier de la fuerza aérea y los aviones de patrulla marítima. La mano de obra uniformada se redujo en 30,000.

Tan recientemente como a fines de 2017, hubo rumores de que el Reino Unido podría intentar compensar el costo de la salida del país de la Unión Europea al reducir aún más el ejército. Las brigadas del ejército y los barcos anfibios parecían ser particularmente vulnerables.

Pero la financiación se estabilizó en alrededor de $ 55 mil millones anuales. En 2017 y 2018, el gobierno asignó a las fuerzas armadas $ 2 mil millones adicionales, combinados, por encima de los niveles de gasto planificados, suficientes para emplear a 196,000 marineros, soldados, aviadores y personal civil activos y de reserva.

El dinero extra en parte provino de un fondo de reserva de $ 13 mil millones para cuatro nuevos submarinos de misiles balísticos clase Dreadnought que la marina está desarrollando a un costo total de alrededor de $ 39 mil millones, que es casi lo mismo que todo el ejército británico gasta en un año.

Para continuar con el nivel más alto de gasto, los funcionarios planean construir y mantener una flota que incluye dos transportistas de la clase Queen Elizabeth, seis destructores Tipo 26, ocho fragatas Tipo 26, cinco fragatas Tipo 31 de bajo costo, siete submarinos de ataque clase Astute , 24 patrulleras, 12 cazadores de minas, cinco naves de asalto anfibias y nueve naves logísticas, juntos embarcaron seis escuadrones de helicópteros y 48 cazas furtivos F-35.

El ejército tendría dos brigadas de tanques, dos brigadas mecanizadas, seis brigadas de infantería, una brigada de paracaídas y 15 escuadrones de helicópteros y aviones no tripulados, cada uno con alrededor de 15 aviones.

La fuerza aérea tendría al menos 20 drones armados estilo Reaper, siete escuadrones de cazas Typhoon, cada uno con una docena de aviones y dos escuadrones de F-35 más 26 patrulleros, aviones de vigilancia y comando, 44 ​​aviones de carga y 14 tanqueros.

El Ministerio de Defensa planea completar, en 2019, una revisión formal del gasto que podría sumar o restar fuerzas. El mayor riesgo son los posibles aumentos de costos en el programa de submarinos de misiles balísticos, según Malcolm Chalmers, subdirector del Royal United Services Institute.

Si el costo de los submarinos aumenta, habrá menos dinero disponible para transferir desde el fondo de reserva del subprograma. En general, sin embargo, las noticias presupuestarias son buenas para el Ministerio de Defensa de los EE. UU., ya que se prepara para una nueva guerra fría en Europa, escribió Chalmers.

"Lo que está claro es que, debido a los anuncios adicionales en el presupuesto, el Ministerio de Defensa ya no tendrá que hacer reducciones inmediatas en la capacidad, reduciendo el número de personal del ejército, desguazando barcos anfibios, etc., que estaban siendo muy atrasados ​​durante el Fases anteriores de la revisión a finales de 2017. "

martes, 3 de octubre de 2017

Malvinas y los cambios en la doctrina de guerra aérea

La contribución de la Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna

Artículo de 1992 sobre el antes y el después que marcó la Guerra de las Malvinas.



Han transcurrido ya diez años (El artículo es de 1992) desde la primavera del 1982, cuando británicos y argentinos se enfrentaron en el conflicto que pasó a ser conocido como la Guerra de las Malvinas, por lo que podría ser ya un buen momento para hacer una valoración del mismo desde el punto de vista aéreo y al mismo tiempo analizar que significado ha podido tener en la evolución de la guerra y del pensamiento y doctrina aeronáuticos. Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna
Este conflicto ha sido probablemente el único en la Historia en el que ambas partes tuvieron que compartir en los límites de sus capacidades de proyección del poder militar respectivo. Las Malvinas se encuentran a unos 700 kilómetros de la Argentina continental y a 7,000 de la base británica de la isla de la Ascensión y aunque los dos países disponían en aquel momento de unas fuerzas armadas relativamente modernas, sin embargo se encontraron con gravísimos problemas para su despliegue y no pudieron emplear la capacidad aérea táctica disponible en toda su dimensión. La guerra fue más bien un enfrentamiento entre la fuerza fuerza aérea argentina con base en tierra, que una batalla entre dos ejércitos, pues la marina de guerra de Buenos Aires nunca supuso una amenaza para la fuerza aeronaval del Reino Unido ni tampoco el ejército de tierra argentino dio muestras de poseer la agresividad y la determinación necesaria para negar a los británicos la recuperación del archipiélago.


Department of History, United States Military Academy. Imagen de Dominio Público.

Conducción de la Crisis y Sistema C3I

La guerra de las Malvinas sirvió para poner de relieve la necesidad de disponer a nivel nacional de un sistema para conducir una crisis, sea del tipo que fuere, y en este caso una crisis bélica. En este sentido Gran Bretaña llevó una gran ventaja a Argentina, y sus experiencias han servido para que otras muchas naciones hayan constituido posteriormente gabinetes o equipos para prevención y gestión de la crisis. En Londres fue creado un grupo de crisis presidido por la entonces primera ministro y del que formaban parte un reducido número de ministros y el Jefe del Estado Mayor de Defensa como asesor militar principal, asistiendo a veces, cuando su presencia era necesaria, el Fiscal General como asesor legal. Este grupo aseguraba la coordinación interministerial y las medidas de carácter diplomático, políticas y económicas que hubo que adoptar, así como la aprobación de aquellas directrices militares que requerían la conducción de las operaciones, pero sin intentar en ningún momento dirigirlas directamente ni interferir en la estructura operativa. La estructura orgánica del mando que se constituyó fue la más corta y clara posible, de forma que facilitase una rápida reacción ante cualquier hecho o situación imprevisible y permitió al contraalmirante Sir John Woodward ejercer el mando técnico de las fuerzas navales y terrestres hasta que el cuartel general de las fuerzas de desembarco fue establecido en la Bahía de San Carlos, pero retuvo en todo momento el control táctico de los Harrier y de los 200 helicópteros de la fuerza operativa conjunta británica.
Elemento esencial para el desarrollo de las operaciones militares fue el sistema C3I, de mando, control, comunicaciones e inteligencia. Por parte británica se tuvo acceso a los satélites de comunicaciones de los Estados Unidos y la garantía del secreto de su propia red, que pudo ser utilizada en un ambiente favorable y con una superioridad tecnológica notable, además de contar con el apoyo norteamericano para descriptar los códigos argentinos. Esta inferioridad por parte de uno de los contendientes, no quiere decir que no hubiese una actividad electrónica notable, puesto que el sistema C3I británico estuvo siempre vigilando por la entonces Unión Soviética, tanto por satélites de la serie Cosmos, como por barcos de obtención de información de la clase Primori y los aviones Bear que operaban desde Cuba y Angola. De todas formas, sin cobertura norteamericana, la fuerza operativa británica se hubiese visto en dificultades, tal como se reconoció posteriormente en el informe a los comunes del Secretario de Estado de la Defensa del Reino Unido.
Por parte argentina no existió un único sistema C3I, sino que funcionaron cuatro estructuras de forma separada. La primera fue de carácter político-militar y operó con criterios muy politizados; el ejército de tierra constituyó en las Malvinas un Mando centralizado pero de pobre dirección y organización y unas comunicaciones de teatro y tácticas muy débiles; el sistema naval no estuvo adaptado ni en tamaño ni en tecnología a las exigencias del conflicto por último, el que dispuso la fuerza aérea fue el mayor de los cuatro, con personal muy cualificado y de gran profesionalidad, pero con una cobertura de sensores y de comunicaciones insuficiente.

Defensa Aérea

Quizás el factor más importante y que prácticamente decidiría el curso de la guerra, fue la decisión argentina de no ampliar la pista de 1,200 metros, del aeródromo de Port Stanley para que pudiesen actuar desde el mismo los Mirage III EA, los Dagger, Super Standard y A-4. De haber podido operar algunos interceptadores desde la isla, Argentina no hubiese perdido la superioridad aérea, pues disponía en tierra de un radar AN/TPS-43F de largo alcance, otro AN/TPS-44 y un Super Fledermaus para la de artillería antiaérea. Por ello la defensa aérea quedó realmente circunscrita a la acción antiaérea de los cañones de 20 y 35 mm., y misiles superficie-aire Tigercat, Skyguard, Roland y Blowpipe, responsables de la mayor parte de las pérdidas británicas de Sea Harrier, Harrier GR3 y de helicópteros, aunque su efectividad no fue tan alta como cabría esperar. Se supone que ello fue debido a las contramedidas electrónicas británicas. La ausencia de misiles SAM de gran alcance, junto a la de los interceptadores tendría una gran repercusión en la defensa de las islas.


Militares argentinos de la Compañía 601 en el estrecho de San Carlos con un MANPADS Blowpipe.

La cobertura radar a baja cota de los buques británicos estaba limitada a unas 35 millas náuticas, cobertura que se agrava para los modelos 965 R de búsqueda cuyo alcance era menor y para los 992K que estaban limitados al alcance visual del horizonte, por lo que el tiempo de reacción era muy corto. La falta de un sistema de detección y alerta previa, AEW, fue crucial para la defensa de la flota, por lo que hubo que emplear a los Sea Harrier en misiones de patrulla aérea de combate para aumentar el tiempo de reacción, utilizando para ello un radar Blue Fox. Sin embargo la reducida autonomía de estos cazas y también la falta de capacidad de búsqueda hacia abajo, junto al escaso número de Sea Harrier, solamente 28 unidades, limitaban enormemente sus posibilidades de éxito.
Los británicos intentaron paliar esta deficiencia utilizando algunos barcos, como picket-radar desplegándolos por delante a unas 100 millas, pero ninguno de ellos había sido diseñado para desempeñar estos cometidos, careciendo de la conveniente mezcla de sensores y de la capacidad de supervivencia para resistir un ataque múltiple. Hubo que recurrir, al igual que los argentinos, a la defensa antiaérea, utilizando una amplia variedad de misiles superficie-aire como los Blowpipe, Rapier, Stinger, Sea Cat, Sea Dart y Sea Wolf,, que llegaría a derribar a 52 cazabombarderos argentinos. Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna
 Lanzamiento de misil Sea Dart desde el HMS Invencible a principios de los ochenta. Tenía un alcance máximo de unos 75 Km. Autor: Ken Griffiths. Licencia CC BY-SA 4.0
La guerra de las Malvinas volvió a demostrar la eficacia de los SAM y de la AAA y por consiguiente de la necesidad de disponer de una apropiada combinación de tales ingenios, hecho que se confirmaría en la reciente Guerra del Golfo, para impedir las penetraciones de las defensas por los cazabombarderos a cotas bajas o ultra bajas.

Supresión de las Defensas

La progresiva eficacia de las defensas antiaéreas, a partir de la Guerra del Vietnam, obligó a revisar el concepto de la Batalla Aérea, en la que la supresión de aquellas pasó a ser una condición esencial para la conquista del dominio del aire y para la batalla aérea contra superficie y cuyo cometido consistió en la reducción, destrucción o neutralización temporal de los sistemas antiaéreos y de mando, control y comunicaciones mediante ataque físico y guerra electrónica, de manera que las operaciones aéreas se puedan realizar con mayor flexibilidad y pérdidas mínimas. La supresión de las defensas debe por consiguiente dirigirse a una degradación temporal de determinados objetivos y a la destrucción total o parcial de elementos esenciales de los sistemas antiaéreos enemigos. Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna


Bombardero Vulcan sobrevolando la Isla Ascensión el 18 de Mayo, durante la Operación Black Buck, en la cual se intentó destruir el radar Westinghouse AN/TPS-43

AGM-45 Shrike utilizado para misiones DEAD. USAF. Imagen de Dominio Público.

Mediante el empleo de la perturbación electrónica en diferentes modalidades y aplicaciones, es decir lo que se conoce como armas blandas o “Soft Kill Weapons,” Gran Bretaña trató con cierto éxito de neutralizar a las defensas argentinas, propósito que al parecer obtuvo con el radar de tiro Fledermaus. Sin embargo no pudo alcanzar al radar TPS-43 con el empleo de los bombarderos Vulcan, a pesar de lanzar misiles anti-radiación Shrike, probablemente porque dichos misiles se blocaban sobre los radares de las baterías antiaéreas.
Las modernas tácticas de ataque en la supresión exige que se efectúen a muy baja cota y alta velocidad, lo cual reduce los tipos de cazabombarderos a emplear. Los pilotos argentinos descendían en el tramo final de la aproximación a las Malvinas a cotas increíbles, hasta el punto de que se llenaban de sal sus parabrisas y también dificultaba la navegación al no poder identificar los accidentes costeros. De todas formas las velocidades utilizadas no eran excesivamente altas, al estar limitadas a baja cota por los tipos de aviones disponibles. Malvinas fue un pequeño anticipo y nueve años más tarde se vino a confirmar como hay que suprimir las defensas, tal como la forma magistral en que se efectuó en la Guerra del Golfo.

El Combate Aéreo

No hubo oportunidad de destruir a la aviación enemiga en tierra o embarcada, con excepción de los Pucará que lo fueron por la acción del Special Air Service en la operación efectuada el 14 de mayo en Pebble Island o Isla de Guijarros (costa norte de Malvinas) pues Gran Bretaña carecía de la capacidad estratégica convencional para atacar las bases del adversario del continente y Argentina no pudo hundir ni al Hermes ni el Invencible.
La guerra en el aire fue esencialmente un combate entre los cazabombarderos argentinos que atacaban continuamente a la fuerza naval británica a muy bajas altitudes y con un mínimo de escolta de la caza y los Harrier que efectuaban misiones de defensa aérea y ataques contra superficie. Los pilotos argentinos faltos de radares apropiados, de equipos de autoprotección de sus aviciones y del armamento aire-aire adecuado para contrarrestar el misil Sidewinder AIM-9L, carecían de la autonomía suficiente para enfrentarse en el aire a los cazas británicos. Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna


Harriers británicos con AIM-9L Sidewinder bajo sus alas. Imperial War Museum.

Para los Harrier los objetivos aéreos primarios fueron las tres variantes de los A-4B Skyhawk, cuyo número permitía a los argentinos emplearlos reiteradamente contra la flota británica. Ello explica el balance final de las pérdidas habidas en combate aéreo. Por otra parte, si bien los Mirage III y Dagger eran más rápidos y maniobreros que los Harrier a media y alta cota, sin embargo la situación se invertía a altitudes bajas, pues además de carecer de la aviónica y armamento aire-aire idóneos, el combustible disponible solo les permitía permanecer alrededor de dos minutos en la zona. La eficacia del misil AIM-9L estuvo del 80%, porcentaje muy similar al que alcanzaría en la aviación israelí por las mismas fechas en el valle de la Bekaa. Esto sirvió para demostrar que hay que poseer armamento aire-aire basado en misiles guiados por infrarrojos o por radar, capaces de ser disparados sin restricciones en la dirección de ataque que se desee y conservar el cañón para posibles combates próximos. Pero hay una condición fundamental, el piloto de caza debe conocer las características de combate del avión enemigo y sus vulnerabilidades, así como las tácticas del combate aéreo utilizadas por el adversario.

La batalla contra superficie

La fuerza aérea argentina carecía de experiencia en el ataque a unidades navales, por lo que los aviones argentinos tuvieron que crear, inventar e improvisar tácticas, técnicas y procedimientos y aprender cada día a costa de mucho sufrimiento. Como dijo el que fue jefe de su estado mayor, el general Ernesto Crespo, “Para aprender, hay que pagar primero.” Y así fue, que los pilotos argentinos pagaron un alto precio, con la pérdida de muchas tripulaciones, pero enriquecieron con sus fallos y aciertos las historias y las doctrinas aéreas. Solamente 81 aviones argentinos tenían la capacidad suficiente para alcanzar a la flota británica desde sus bases en el continente y de ellos, los únicos que disponían de sistemas para ser reabastecidos de combustible en el aire eran los A-4B y A-4C, pero desgraciadamente solo había dos KC-130 en el inventario. A estos aviones había que añadir los cinco Super Étendard, que podían trasvasar combustible en vuelo entre sí, pero a costa de reducir notablemente su carga militar el que hiciese de nodriza. Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna


La fragata británica HMS Antelope se hunde en las aguas frías de Ajax Bay el 24 de mayo, luego del ataque de la escuadrilla “Nene” de aviones A-4B Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina (AP)

Este conflicto vino a confirmar la importancia estratégica el reabastecimiento en vuelo. Los británicos instalaron en todos sus aviones y helicópteros equipos para recibir combustible en el aire, toda vez que tenían que operar sobre el mar. Durante el movimiento y despliegue aéreo hacia la zona de operaciones, más de 600 misiones de reabastecimiento fueron voladas por los aviones cisternas de la RAF, de las que solo en un bajo porcentaje fueron abortadas debido a los fuertes vientos de cara.
Otra de las mejores lecciones de esta guerra fue que es posible destruir desde el aire a una fuerza naval defendida con misiles superficie-aire y AAA incluso aunque los cazabombarderos solamente empleen armamentos convencional, tengan una aviónica poco sofisticada y no cuenten con medios adecuados de autoprotección, y ello a pesar de hacerlo prácticamente en el límite de su autonomía. Si los argentinos hubieran podido reabastecer en el aire a los Mirage y Dagger y emplear un armamento de mayor fiabilidad y precisión, las Malvinas hubiesen sido una tumba para la flota británica. Conviene recordar que dos destructores modelos 42 y dos fragatas tipo 21, un buque contenedor y una lancha de desembarco fueron hundidos, pero más barcos resultaron seriamente dañados y otros en número indeterminado también fueron alcanzados. Dichos resultados habrían sido más dramáticos si las bombas hubiesen explotado siempre al alcanzar el objetivo, circunstancia que no sucedió al no haber podido armarse la espoleta.
Muy notable fue el éxito obtenido por la munición guiada, por una parte con los misiles Exocet y por el lado británico con los AS-12 y Sea Skua lanzados desde helicópteros Lynx. Los Harrier utilizaron bombas guiadas láser, cluster y lisas y aunque alcanzaron mayor letalidad que los aviones argentinos, tuvieron también problemas similares, fallando algunas veces en el lanzamiento y en el armado de la espoletas. La campaña puso de relieve la eficacia de la munición guiada y sobre la necesidad de disponer de este tipo de armamento en el inventario de una fuerza aérea moderna.


Guerra Electrónica

Una de las experiencias más provechosas del conflicto fue la conclusión de que la victoria pasa forzosamente por la Superioridad Aérea Electrónica. Los cazabombarderos argentinos carecieron en el Atlántico Sur de equipos de autoprotección y como se ha dicho anteriormente causaron importantes pérdidas a la fuerza aeronaval británica, aunque al precio de importantes pérdidas, a la fuerza aeronaval británica, aunque al precio de importantes pérdidas. ¿Qué hubiese sucedido si hubiesen podido disponer de modernos dispositivos de decepción electrónica y e infrarrojos? Al carecer de estos sistemas se vieron obligados a mantener un estricto silencio electrónico, de radio y radar y a efectuar sus incursiones a la mínima altitud posible, con el fin de evitar o al menos retrasar su detección por los buques británicos, cuyos sensores no encontraban en el cielo emisiones que captar. Es cierto que ensayaron tácticas de ataques contra un mismo objetivo, mediante formaciones de 4 a 10 aviones de diferentes modelos para intentar saturar las capacidades del radar y demás sistemas electrónicos de la nave dificultando la reacción de los operadores de vigilancia, identificación y de las armas, pero quizás los resultados hubieran podido aumentar en efectividad si los ataques hubieran sido con un mayor número de aviones simultáneamente. Quizás la gran distancia del continente, las adversas condiciones meteorológicas, la ausencia de un moderno y racional sistema C3I y otras dificultades logísticas y operativas, impidieron un empleo masivo de la aviación de combate.


Lanzador de Sea Dart del HMS Cardiff (D108). La foto fue tomada la mañana siguiente de un incidente de fuego amigo en el cual se derribó un helicóptero propio. Se aprecian al fondo las vainas del cañón sobre la cubierta. Imagen de Ken Griffiths. Licencia CC BY-SA 3.0.

Los Estados Unidos habían facilitado a Gran Bretaña misiles anti-radiación Shrike e informes detallados de las frecuencias de los radares y del orden de batalla electrónico de los argentinos, con lo que los británicos disponían del elemento sorpresa tecnológica. Por otra parte, si bien los buques de la Royal Navy gozaban de una protección electrónica aceptable, no ocurría lo mismo con los Harrier, que se mostraron altamente vulnerables a las defensas del adversario, por lo que hubo que improvisar sobre la marcha y con toda rapidez un equipo de autoproteccíón denominado Blue Eric para ser instalado en un pod modificado del cañón Aden, pero dicho perturbador llegaría demasiado tarde para ser empleado. Los pod de Marconi británica Sky Shadow y los americanos ALQ-101D de la firma Westinghouse eran demasiado pesados para los cazas, siendo instalados en los bombarderos Vulcan, por lo que los Harrier contaron tan solo con los dispositivos de contramedidas de infrarrojos y los de chaff ALE-40.
En Malvinas se puso relieve que la moderna guerra aérea al estar basada en sistemas de avanzada tecnología, exige que todos los aviones, no solo los de combate, deben llevar medios de autoprotección activos y pasivos, que incluyen a los receptores de avisos de amenazas, interceptadores y perturbadores electrónicos y dispositivos de contramedidas de infrarrojos y de chaff.

Logística

Ambos contendientes tuvieron que hacer frente a graves y grandes problemas de carácter logístico. Argentina, tras la imposición británica de la zona de exclusión total, solo pudo contar con el transporte aéreo para abastecer al cuerpo expedicionario que había ocupado las islas, trasladando a 9,729 hombres y 5,442 toneladas de material diverso y víveres. Es de destacar la eficacia de esta forma de empleo del poder aéreo, en particular entre el 1 de mayo y el 14 de junio, período de desarrollo de la batalla, durante el cual las misiones hubo que hacerlas en condiciones operativas muy duras bajo el fuego de la artillería y de los misiles superficie-aire británicos y el hostigamiento de los Harrier. Lanzamientos de cargas, evacuación de heridos y transporte de repuestos y equipo esencial, fueron las misiones más destacadas.


Despliegue naval británico de vuelta a casa. Fue un reto de grandes proporciones para la RN luchar a miles de kilómetros de las islas. Imperial War Museums.

lndependientemente de la gran ayuda prestada por los Estados Unidos a Gran Bretaña, el envío de las fuerzas operativas conjunta a una distancia de 15,000 kilómetros fue una de las operaciones más complicadas y difíciles que se han realizado en la guerra moderna. Los británicos tuvieron que utilizar todos los recursos disponibles para establecer y mantener un continuo puente aéreo entre la isla de Ascensión y la flota y el concluir las hostilidades los C-130 y VC-10 de la RAF había realizado 17,000 horas de vuelo y los Hércules efectuaron 40 misiones de abastecimiento desde el aire a los buques situados en la zona de operaciones.
Hubo que derrochar en los dos bandos capacidad de imaginación y de improvisación para poder hacer frente a un sin fin de problemas y dificultades. La ausencia de unos medios aéreos apropiados para alcanzar y mantener la superioridad aérea exigió a los británicos emplear a los Sea Harrier y Harrier GR-3 en misiones para las que no habían sido concebidos, lo que obligó a introducir una serie de modificaciones técnicas en dichos aviones, no previstas hasta entonces. Así por ejemplo, los técnicos de British Aerospace hicieron posible que los Harrier de la RAF pudiesen utilizar los misiles Sidewinder AIM-9L y los cohetes que llevaban los Sea Harrier, así como ingeniar tratamientos anticorrosivos para proteger a los cazas que permanecían en estado de alerta en la cubierta de los portaaeronaves.

Comentario final

La Guerra de las Malvinas fue un conflicto atípico que enfrentó a dos naciones occidentales y desarrolladas en un escenario también muy particular, pero es indudable que contribuyó a enriquecer el pensamiento aéreo y a confirmar una vez más que el poder aéreo puede por si mismo decidir el desenlace final, a pesar de la lejanía en la que tuvieron que actuar los medios disponibles.
Todas las formas de empleo del poder aéreo tuvieron la oportunidad de ser utilizadas, unas con mejor resultado que otras debido a las características del teatro de operaciones y al desarrollo tecnológico e industrial y capacidad económica de cada una de las partes, pero también fue evidente que ninguna de las dos había estado preparada para dicha guerra. El conflicto sirvió para que los contendientes demostrasen su capacidad de innovación e imaginación más que la de previsión y planeamiento. Con un poco más de suerte por parte de Argentina, podría haber tenido un final totalmente diferente, a pesar de que sus pilotos no estaban adiestrados en el ataque a unidades navales, sus cazas eran de tecnología anticuada y emplearon un armamento inadecuado.
Pero en las Malvinas además de las contribuciones antes comentadas destacó la importancia de la profesionalidad de los combatientes sobre cualquiera otra consideración, independientemente de la entidad de una fuerza de los sistemas de armas disponibles, el profesional bien motivado y adiestrado siempre será un factor multiplicador. Finalmente, conviene tener presente que la victoria británica radicó en su experiencia, dentro de la OTAN, del empleo de la doctrina para la acción unificada y en la constitución de mandos de iguales características, lo fue vino a confirmar la aproximación a la dirección de la guerra moderna, nacida en la II Guerra Mundial. Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna


General José Sánchez Méndez. Publicado originalmente en La Revista de Aeronáutica – Octubre 1992, y republicado en Air & Space Power Journal – Español Primavera Trimestre 1994. Imágenes y pies de página añadidos por Ediciones Para Bellum.