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lunes, 2 de septiembre de 2024

Brasil fue ruta de aprovisionamiento de armas a Argentina

Brasil fue ruta de armas hacia Argentina durante las Malvinas, revelan archivos


Alejandro Galante  || Poder Aereo



Secretos de Estado. Difundidos ayer por Londres, documentos secretos de la guerra de 1982 dan detalles sobre aviones argentinos que llevaron armas de la Libia de Gadafi a la junta militar de Buenos Aires con 'conocimiento' de la dirección del gobierno de Figueiredo



JAMIL CHADE, CORRESPONSAL / GINEBRA – O Estado de S.Paulo

Los aviones argentinos utilizaron territorio brasileño –más específicamente, el aeropuerto de Recife– para llevar un gran arsenal desde la Libia de Muammar Gaddafi a la junta militar en Buenos Aires durante la Guerra de las Malvinas. La información, que incluye detalles sobre armas libias y acusaciones contra el gobierno de João Batista Figueiredo, se encuentra entre los 6.000 documentos secretos de la guerra de 1982 que los Archivos Nacionales, en Londres, publicaron ayer.

La inteligencia británica utilizó un informante en Recife que logró subir a uno de los aviones que hacían el “puente aéreo” Libia-Argentina. Londres confrontó a Itamaraty con la información, pero el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil guardó silencio sobre el caso. En una reunión de gabinete, la primera ministra británica, Margaret Thatcher, incluso estudió la posibilidad de derribar uno de estos aviones argentinos que hacían escala en Brasil.

Los británicos estaban convencidos de que el “alto nivel” del gobierno brasileño tenía pleno conocimiento de la operación entre argentinos y libios. Brasil, que representaba los intereses argentinos en Londres, no tendría el coraje de afrontar la cuestión, acusan los británicos.

Rubens Ricupero, entonces responsable de Itamaraty para los asuntos sudamericanos, confirma que el embajador británico en Brasil, George Hardings, se quejó del supuesto uso de Recife como almacén para el envío de armas desde Libia a Argentina. “Él me traía este tipo de denuncias muy seguido. Esto se lo informé al ministro (Ramiro Saraiva Guerreiro) y el asunto pasó al área de inteligencia del gobierno, principalmente al Servicio de Inteligencia Nacional (SNI). Nunca obtuve respuesta”, dice Ricupero.

Sin embargo, afirma que la información de que Brasil había participado en la operación es “poco verosímil”. “No había ninguna intención nuestra de mantener viva la disputa (en las Malvinas). Siempre hubo mucha especulación, pero creo que fue una fantasía (de los británicos)”. Londres pidió ayuda a la Casa Blanca para presionar a Brasil. Según un telegrama del 1 de junio, los estadounidenses conocían la ruta Libia-Argentina vía Recife.

Informantes. En un telegrama enviado a Londres el 1 de junio de 1982, el embajador británico en Brasil da detalles sobre un envío de armas. Fue a Recife para “investigar” el caso y constató que, hasta ese momento, habían aterrizado en la ciudad dos aviones que viajaban desde Libia a Argentina.


La primera fue el 25 de mayo, con matrícula ERA TC93. Pilotado por el “Capitán Catiella” y con base en El Palomar, el avión iba vacío y sólo se detuvo para repostar. Se dirigiría a Trípoli.

El mismo avión regresaría el 27 de mayo. Una hora más tarde despegaría hacia Argentina. “La fuente en Recife pudo ver el interior del avión y reportó seis largas cajas de madera”, dice el embajador. “La fuente” trabajaba en el aeropuerto y las cajas tendrían misiles Exocet. Otros más pequeños ocuparon el resto del espacio. Tanto para el aterrizaje como para el despegue, el avión utilizó toda la pista, lo que indicaría su peso.

El día 28 por la noche se registró otro vuelo de los británicos, esta vez desde Aerolíneas Argentinas y hacia Trípoli, comandado por el piloto civil identificado como “Cunivert”. El mismo avión regresaría el día 30, cargado.

El mismo día, el embajador vio llegar otro avión, también de Aerolíneas. Según él, los pilotos hablaron con el cónsul argentino, mientras hombres armados cuidaban el avión y otros, “nerviosos”, monitoreaban la situación. Los vuelos recibieron “autorización del Ministerio de Aeronáutica”, afirma el diplomático.

En otro telegrama enviado por los británicos en Trípoli, el 1 de junio, diplomáticos de Londres confirman que vieron un avión civil argentino en la zona restringida al personal militar del aeropuerto libio. Según el documento, llevaba 400 misiles ERM.

El asunto llegaría rápidamente a Thatcher. El 11 de junio, el fiscal general británico, Michael Havers, le informó que le habían pedido su opinión sobre el impacto jurídico que tendría una posible interceptación de estos aviones.

“Un avión que vuele directamente de Trípoli a Recife, en Brasil, sin detenerse para repostar combustible, no podría ser interceptado ni obligado a llegar a Ascensão (isla británica en el Atlántico), porque no tendría suficiente combustible”, explicó. Los británicos pidieron la ayuda de la diplomacia francesa para contactar directamente con Muammar Gaddafi y obtener información. París sólo informó que el dictador libio negó cualquier implicación en el tráfico de armas hacia Argentina. / COLABORADO POR ROBERTO SIMÓN


FUENTE : Estadão

miércoles, 12 de febrero de 2020

Israel, el gran aliado durante el conflicto


Israel fue el país que mas apoyo a la República Argentina durante la Guerra de las Malvinas

militarargentino

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"Israel es uno de los pocos países que suministraron armas a Argentina durante el conflicto de las Malvinas y ha seguido haciéndolo".
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A pesar que existía una restricción armamentística contra Argentina, Israel le vendió armamento a nuestro país por cerca de u$s173 millones, que incluyó aviones Mirage IIIC, sistemas de alerta radar, camperas de abrigo, munición, misiles Shafrir, equipos de comunicación y tanques suplementarios de combustible para los cazabombarderos. Israel envió tanques de 1500 litros, en vez de los modelos estándares de 1.300 litros, lo que implicaba que la Armada británica debía mover su flota más al este para evitar los bombardeos.
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"El estado judío no sólo estuvo dispuesto a aprovisionar al gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri en todo lo que necesitó sino que, también, se mostró proactivo para asesorar y transmitirle sus experiencias en combate."
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Incluso, enviaron a dos técnicos israelíes a instalar equipos en las islas, los cuales operaron desde Puerto Argentino.
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Durante la última semana de guerra, Argentina le compro a Israel 23 cazabombarderos Mirage IIIC, que fueron enviados a través de Perú, aunque no llegaron hasta diciembre de aquel año, es decir, luego de finalizada la guerra.
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Entre 1978 y 1983, los negocios entre Israel y Argentina alcanzaron los 715 millones de dólares de la época.
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Israel, país supuestamente aliado de Reino Unido, armó a la Argentina durante la Guerra de Malvinas en 1982 y después del conflicto, según se desprende de archivos desclasificados del Foreign Office (el Ministerio de Exteriores del Reino Unido).
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La venta de armas israelíes a la Argentina durante el Proceso de Reorganización Nacional fue expuesta por primera vez en el libro Operación Israel publicado en Argentina en 2011, pero los archivos desclasificados del Foreign Office ofrecen una prueba más y revelan que los acuerdos de suministro de armas continuaron incluso después de la Guerra.

Israel había abandonado su anterior política de negar que vendía armas a Buenos Aires. En vez de ello, argumentaba que las ventas de armas a Argentina eran esenciales para su industria de armamento interna y que Reino Unido también estaba suministrando municiones a los enemigos de Israel en el mundo árabe.
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Algunos archivos desclasificados indican, también, que Israel vendió aviones A-4 Skyhawk a nuestro país, aunque otros archivos lo niegan dejando este detalle sin confirmar.
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"Los Estados Unidos tienen una ley que dice que si un equipo que tiene el más mínimo tornillo fabricado en su país se vende a un tercer estado, debe contar con expresa autorización de su gobierno. Y los equipos israelíes contaban al menos con un 30% de partes estadounidenses. Si ellos hubieran querido vetar cualquier operación podrían haberlo hecho y no lo hicieron".
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domingo, 2 de febrero de 2020

Situación previa: Las buenas relaciones entre Thatcher y la junta

Negociaciones secretas por Malvinas y venta de armas: las relaciones estrechas de Margaret Thatcher con la dictadura argentina antes de la guerra 

Hasta cuatro días antes del desembarco argentino en las islas, el agregado militar británico en Buenos Aires estaba ofreciendo a la aeronáutica una flota de bombarderos. Tanto los gobiernos laboristas como el de la conservadora aprovisionaron a las fuerzas armadas que les declararían la guerra con sus propios recursos


Por Gabriela Esquivada || Infobae
gesquivada@infobae.com


  Antes del 2 de abril de 1982, Gran Bretaña promovió el comercio y vendió a la dictadura argentina armas que luego se utilizaron contra las fuerzas británicas.

En un club privado de Londres, tomando el té en una vajilla exquisita, la historiadora Grace Livingstone se sorprendió cuando un ex ministro de Margaret Thatcher le dijo:

—No pensamos mucho en las violaciones a los derechos humanos.

Se refería a lo que sucedía en Argentina durante la dictadura, mientras la primera ministra mantenía cordiales relaciones diplomáticas y hacía negocios con ella, al punto que tres días antes de que comenzara la Guerra de Malvinas, un funcionario intentó venderle armas a la aeronáutica.

—Era la Guerra Fría —le recordó el hombre.


La profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge quedó impresionada por la franqueza del ex funcionario. Pensó que esas declaraciones serían fundamentales para su libro sobre las relaciones estrechas de la entonces primera ministra británica con un gobierno militar que sembró un país de centros clandestinos de detención y que luego, en un acto cuya motivación política todavía se discute, usó las mismas armas que le había comprado a los ingleses para combatirlos en el Atlántico Sur, ignorando sus propuestas secretas de un acuerdo de entrega de la soberanía de las islas a cambio de un arrendamiento posterior a largo plazo.

“Pero cuando le escribí luego, para pedirle permiso para citar sus palabras exactas, se negó”, siguió Livingston su relato sobre el ex funcionario conservador.

 


Dado lo difícil que es obtener registros fieles de la memoria, sea por el paso del tiempo como por la necesidad de los políticos de presentar su mejor perfil a la historia, Livingstone recurrió a los registros contemporáneos: es decir, los documentos que antes, durante y poco después de la guerra de 1982, el gobierno conservador clasificó como secretos. Así, en los Archivos Nacionales, nació su libro Gran Bretaña y las dictaduras de Argentina y Chile, 1973-1982, que dos años después de su salida se reeditará en marzo en el Reino Unido.

“No sólo brindan la descripción más completa de la venta de armas británicas al régimen, lo cual presenta pruebas de que los ministros violaron sus propios criterios sobre derechos humanos, sino que también traza los lazos politicos y militares entre Gran Bretaña y la junta. Ni el gobierno laborista ni el conservador impusieron sanciones al gobierno militar antes de la invasión de las islas Malvinas en 1982. Ambos promovieron el comercio y vendieron armamento que luego se utilizó contra las fuerzas británicas", sintetizó la autora.

Se suponía que, luego de que en 1979 -tardíamente si se piensa que la ola de golpes militares en el Cono Sur comenzó en 1973- la corona impusiera normas que restringían la venta de armas, se podían negar permisos de exportación cuando se creyera que los productos británicos “se podían usar en la represión interna o representaban una amenaza para las islas Malvinas”.

De hecho, se negaron algunos. Pero no los más importantes: “Las órdenes potencialmente más grandes se aprobaban porque el Ministerio de Asuntos Exteriores quería promover las exportaciones británicas, del mismo modo que quisieron los ministros laboristas y la conservadora”.

¿El resultado? "Parte de este equipo militar se desplegó luego contra las fuerzas británicas en la guerra de Malvinas, incluidos dos destructores Tipo 2, helicópteros Lynx y misiles tierra-aire Sea Dart”.


 
Margaret Thatcher tuvo buena relación con la dictadura, pero también los gobiernos laboristas que la precedieron. (Ling/Evening News/Shutterstock)

Pinochet es fascista, los argentinos son raros

El peronismo es un factor clave en las diferentes perspectivas que los británicos tuvieron ante el dictador Augusto Pinochet en Chile y ante los militares que tomaron el gobierno en Argentina, con una junta inicial conformada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti. Mientras el arco del centro a la izquierda criticaba el derrocamiento de Salvador Allende, “el Partido Laborista consideraba que el peronismo era similar al fascismo y no lamentaba la destitución del gobierno corrupto y represivo que encabezaba la viuda de Juan Perón”, explicó Livingstone.

Es cierto que los gobiernos laboristas que gobernaron el Gran Bretaña entre 1974 y 1979 fueron débiles y necesitaban de una delicada trama de alianzas, pero también lo es que Chile “se percibía como un caso transparente de un gobierno socialista elegido democráticamente expulsado por un dictador fascista” mientras que “el movimiento laborista apenas advirtió el golpe en Argentina en 1976”.

Otra diferencia clave, subrayó, fue que “el Partido Comunista Argentino no se opuso al golpe; esto desorientó al Partido Comunista Británico, que había sido una fuerza de importancia en la Campaña de Solidaridad con Chile”. Como la Unión Soviética era “un importante socio comercial de la junta militar argentina”, la confusión se extendió también a quienes no profesaban fe en Moscú. "Por eso las actitudes ante el régimen no cabían claramente en las líneas de la Guerra Fría”.

La dictadura de las juntas militares argentinas no generó amplios movimientos de solidaridad en Europa al comienzo, como Chile: “Del mismo modo que los activistas británicos estaban confundidos por la compleja escena política argentina, que no se podía explicar fácilmente dentro de las líneas de la Guerra Fría, también en Europa había una falta de conciencia de los hechos en Argentina, al menos hasta finales de los setentas, cuando las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a llamar la atención del mundo sobre las desapariciones masivas”, justificó la autora.

Chile mereció sanciones; Argentina, en cambio, recibió un rápido aval.

 
La primera junta militar argentina: Emilio Massera, Jorge Videla y Orlando Agosti. (Getty)

Londres esperaba el golpe de estado de 1976, pero no podía saber la fecha exacta. Y el 23 de marzo envió un mensaje a la Cancillería argentina para ofrecer una conversación secreta sobre Malvinas. “Por eso la prioridad del Ministerio de Asuntos Exteriores, al conocer el derrocamiento de Isabel Perón, fue reconocer al régimen ‘en cuanto fuera factible’ para asegurar que los nuevos líderes militares de Argentina no hicieran pública la comunicación secreta británica”.

El ministro de Estado laborista, Ted Rowlands, firmó la aprobación sin mayor demora. “Apenas dos días después de que asumieran los militares, el gobierno británico dio reconocimiento formal al regimen e informó al ministro de Relaciones Exteriores argentino que Gran Bretaña esperaba ‘mantener relaciones cercanas y amistosas’”.

Una cuestión de ideas y una cuestión de negocios

El programa económico de José Martínez de Hoz fue del agrado de Thatcher, ya que ambos profesaban el neoliberalismo, y el mismo funcionario de Videla describió sus políticas como “muy similares a aquellas que procura la primera ministra”. Menos obviamente, también gustó a los laboristas. Era bueno para los negocios: “En total, Martínez de Hoz hizo cuatro visitas al Reino Unido durante los años de la dictadura, tanto durante los gobiernos laboristas como durante el conservador”, contabilizó la investigación. “Fue agasajado por ejecutivos de empresas como British Aerospace (hoy BAE), GEC, Shell, Rolls-Royce y Plessey”.

Cayó muy bien en el Foreign Office, algo que se sumó a la actitud positiva de los diplomáticos británicos de carrera, que a diferencia de los funcionarios elegidos le habían dado la bienvenida al golpe argentino como a todos los demás. “En este periodo de la Guerra Fría —siguió Livingstone— tenían profundas sospechas de la radicalización en el país y en el extranjero. Los principales empresarios británicos compartían estas actitudes y criticaban cualquier política que pudiera ‘arruinar la atmósfera’ a aquellos que querían invertir o comerciar con estas dictaduras”.



 
Distintos documentos muestran las conversaciones secretas entre los británicos y los argentinos sobre Malvinas.

La trama social en la que circulaban estos poderosos del establishment económico y político era estrecha, incluso restringida a un puñado de barrios londinenses como Belgravia y Mayfair. También en los destinos, señaló el libro, la fuerza de la gravedad social tendía a unir a “embajadores y personal de la embajada” con “un entorno aún más cerrado”, que comprendía la comunidad británica de negocios y los argentinos y chilenos de la clase alta.

En eso James Callaghan no fue diferente a Thatcher.

“En el caso de Argentina, el laborismo no intentó imponer sanciones duras contra la junta, así que una vez más hubo escaso conflicto en el proceso de establecimiento de políticas; no obstante, cuando los políticos laboristas consideraron medidas por la situación de derechos humanos, el Ministerio de Asuntos Exteriores aconsejó moderación y advirtió sobre los peligros que correrían las relaciones comerciales y políticas", siguió la autora. En consecuencia “las políticas de los gobiernos laborista y conservador hacia la junta argentina no fueron marcadamente diferentes”. Ninguno impuso un embargo de armas o cualquier tipo de sanciones económicas hasta el 2 de abril de 1982, cuando el dictador Leopoldo Galtieri ordenó el desembarco en Malvinas.

Armas británicas para los argentinos

“El gobierno de Thatcher promovió el comercio con Argentina más vigorosamente que lo que habían hecho los laboristas, y envió dos ministros en visitas al régimen militar, lo cual condujo a un aumento en el comercio y las ventas de armas a la Argentina durante los conservadores”, detalló la historiadora. Thatcher también cerró el exilio político a todos los latinoamericanos y volvió a designar un embajador británico a Buenos Aires en 1979, aunque en realidad el retiro del anterior no había sido —como en Chile— por cuestiones vinculadas a las violaciones a los derechos humanos, sino antes del golpe del 24 de marzo de 1976 y “a instancias del gobierno argentino durante un momento de tensión” sobre Malvinas.


El primer ministro laborista James Callaghan con el presidente estadounidense Jimmy Carter. (US National Archives)

Aunque Gran Bretaña había pasado de tener una suerte de “imperio informal”, como citó la autora la denominación habitual a comienzos del siglo XX, en países como Argentina, hacia la década de 1980 la presencia británica en los mercados latinoamericanos se contrajo hasta el 1,2 por ciento. Con una excepción: “La industria de las armas”, escribió Livingstone. “Durante los setentas, Gran Bretaña fue el segundo proveedor de armamento en América del Sur, con el 25% del total, detrás del 29% de los Estados Unidos, el líder del mercado”.

Destacó: “Era un mercado tan lucrativo que el Ministerio de Asuntos Exteriores recibió gran presión del Departamento de Comercio e Industria, el área de ventas del Departamento de Defensa y las empresas británicas para permitir el comercio de armas con los regímenes militares del Cono Sur a pesar de las preocupaciones por los derechos humanos y la amenaza potencial a las Malvinas”.

Los agregados militares británicos en Buenos Aires eran impulsores denodados de los productos, por sus “vínculos estrechos con los fabricantes de armas”: según la investigadora, “constantemente hacían lobby para la venta de barcos de guerra, vehículos blindados, aeronaves y municiones”.

Destacó: “Apenas tres días antes de la invasión argentina, el agregado militar británico en Buenos Aires hizo una cita para reunirse con el secretario general de la fuerza aérea argentina para tratar de venderle bombarderos”.

Cuatro días antes del comienzo de la guerra

Thatcher vendió helicópteros Lyns, un destructor Tipo 42 y misiles Sea Dart al gobierno de Roberto Viola; sus antecesores Harold Wilson y Callaghan vendieron otro destructor Tipo 42, más helicópteros Lynx y más misiles Sea Dart además de 100 misiles tierra-aire Seacat y Tigercat, un sistema de misiles antiaéreos Blowpipe y 77 ametralladoras para el ejército, la armada y la policía, según detallan los documentos.



 
Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco inglés en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses. Foto: Eduardo Farré.

La restricción de ventas de armas que se pudieran usar contra la ciudadanía argentina o contra las islas Malvinas chocaba con una orden de Thatcher a sus ministros: “Debemos hacer un esfuerzo más decidido para vender más equipamiento de defensa en el exterior”. La contradicción se resolvía caso por caso.

Livingstone halló un ejemplo en el material clasificado: en 1981 el titular del Departamento para América Latina del Foreign Office, Robin Fearn, recomendó que se permitiera la venta de kits para adaptar las armas Oerlikon dentro de blindados argentinos: “Estos vehículos tienen claras implicaciones para los derechos humanos y podríamos ser criticados si nos involucrásemos en cualquier etapa de su construcción o montaje. Sin embargo, es improbable que nuestra participación se conozca alguna vez”.

Con la invasión argentina a las islas quedaron pendientes varios pedidos que Thatcher había avalado: un bombardero RAF Vulcan, varios blindados Centaur, un tanque de guerra Vickers, otros ocho helicópteros Lynx, un torpedo Stingray, un equipo de vigilancia aérea Linescan y aviones Canberra, entre otros. En realidad, el agregado militar británico había trabajado en ventas hasta el 29 de marzo de 1982.

Ese día escribió a Londres que durante la primera semana de abril se iba a encontrar con el secretario general de la fuerza aérea argentina para hablar sobre un bombardero aéreo. Los aeronáuticos, dijo, estaban “interesados en adquirir un escuadrón de bombarderos durante" la década de 1980. Se alegró porque “la relación con BAE indudablemente ha mejorado”.

Soberanía y política interna

La continuidad entre laboristas y conservadores y laboristas también se verificó en la discusión sobre la soberanía de las islas del Atlántico Sur. Los laboristas no tenían una posición unívoca pro devolución ni pro independencia.




El HMS Sheffield, impactado por las fuerzas argentinas en el Atlántico Sur el 6 de mayo de 1982.

Aunque el conflicto databa desde 1833, cuando Gran Bretaña desafió la posesión argentina de las islas, desde 1965 se había convertido en un tema internacional porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había solicitado a las dos partes que llegaran a un acuerdo. Ya en 1953 el entonces presidente Juan Perón había propuesto que Argentina le comprara las islas a la corona, sin suerte.

Laboristas y conservadores llevaron una nueva propuesta a la dictadura: un acuerdo de arrendamiento posterior (leaseback) por el cual Gran Bretaña le transferiría la soberanía de las islas a Argentina a cambio de una renta inmediata de largo plazo. “Tanto James Callaghan como Margaret Thatcher eran escépticos ante la posibilidad de llegar a un acuerdo con Argentina, pero ambos acordaron, a regañadientes, explorar la opción del leaseback. El gobierno de Thatcher llegó tan lejos que sostuvo conversaciones secretas con los argentinos sobre el arrendamiento posterior”.

¿Por qué a regañadientes? Porque nadie estaba dispuesto a “gastar capital político impulsando en el Parlamento un acuerdo con Argentina”, explicó la investigación. “A pesar de aprobar en principio la opción del leaseback, ambos gobiernos dieron marcha atrás cuando enfrentaron oposición de los miembros del parlamento (MP), los isleños y quienes los apoyaban”. Sobre este punto la historiadora analizó “actas de reuniones de gabinete, correspondencia interna de políticos y funcionarios y diarios de políticos” y halló que “la perspectiva de una tormenta parlamentaria y la acusación de abandono de los isleños” representaban un costo político demasiado alto por un asunto que podía seguir los tiempos de la diplomacia.

miércoles, 4 de julio de 2018

Britannia vuelve a vender arcos y flechas a Argentina

La venta de equipamiento militar de Gran Bretaña a la Argentina tendrá un fuerte impacto en las FFAA 

La decisión de Londres de levantar la restricción de venta de repuestos militares podrá restablecer el funcionamiento del buque misilístico Heroina y los aviones Pampa con averías, entre otros equipos


Por Martín Dinatale | Infobae

 
Mauricio Macri durante el acto por el Día del Ejército. La restricción británica funcionaba desde 2012 (Maximiliano Luna)



La decisión del gobierno británico de levantar las restricciones en la venta de repuestos y equipamiento militar para la Argentina implicará en lo inmediato la posibilidad de devolver a las Fuerzas Armadas la operatividad plena de dos componentes básicos para los militares: los buques de navegación y los aviones de despliegue.

Como adelantó ayer Infobae en exclusiva, por medio de un comunicado oficial del vicecanciller británico Alan Duncan, Londres anunció el levantamiento de las trabas que desde 2012 se habían impuesto a la Argentina para comprar repuestos y equipos militares británicos. Esta decisión fue aprobada por el Parlamento británico.

De esta manera, la Argentina podrán reestablecer el funcionamiento del buque Heroína, que es la segunda flota más grande de la Armada y los aviones Pampa, además de los buques menores de superficie que también llevan repuestos británicos para su reparación.

 
Sir Alan Duncan, vicecanciller británico


El buque ARA Heroína D-12 es un destructor misilístico de la Armada argentina que desde 2012 estaba en reparaciones por la avería de una rueda lenta de componente británico y que tras las sanciones de prohibición de venta de equipos que impuso Gran Bretaña al gobierno de Cristina Kirchner quedó varado en puerto. Ahora, con la decisión de Londres de levantar esta restricción, se podrá reparar definitivamente el buque ARA Heroína y traer de Inglaterra los repuestos correspondientes. Este buque esta varado en puerto y espera su reparación.

Algo similar ocurrirá con muchos aviones Pampa que estaban en reparación y varados por la falta de equipamiento británico o los buques de superficie que llevan turbinas Rolls-Royce.

Consultados por Infobae, fuentes calificadas del gobierno destacaron que las negociaciones para destrabar el embargo británico estuvieron encabezadas por el subsecretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa, José Luis Vila y el embajador argentino en Londres Carlos Sersale di Cerisano.

Estos empezaron hace más de un año con las gestiones en Gran Bretaña con el Foreign Office, el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Industria británico. Este era el estamento que había instrumentado las sanciones. El que también habría tenido una gran influencia para destrabar este espinoso tema fue el embajador británico en Buenos Aires Mark Kent.

"Con el levantamiento de las restricciones de compra de equipamiento británico la Argentina no sólo recuperará el segundo buque de la Armada como es el Heroína sino que también podrá empezar a llevar adelante el proceso de venta de aviones Pampa al mundo que estaba detenido por la falta de equipos", afirmó un funcionario del gobierno.

 
Mauricio Macri y Theresa May durante la Cumbre del G7 en Canadá

Tanto en la Cancillería como en el Ministerio de Defensa y en la Casa Rosada aclararon a este medio que todas estas gestiones se hicieron bajo el paraguas del debate de reclamo argentino de la soberanía en las islas Malvinas.

El gobierno del Reino Unido había impuesto restricciones a la exportación de armamentos y bienes de uso dual (militar y civil) para uso de las Fuerzas Armadas de Argentina en 2012, en medio de una escalada de tensiones con la entonces presidente Cristina Kirchner.

En el texto que el vicecanciller Duncan emitió al Parlamento británico señaló que "habrá un cambio en la política de exportaciones de armas del Gobierno en relación con Argentina. Este cambio levantará las restricciones adicionales que se impusieron en 2012, en un momento en que el gobierno argentino estaba intensificando las acciones destinadas a dañar los intereses económicos de los habitantes de las Islas Falkland [Malvinas]".

 

A la vez, Duncan remarcó que "desde la elección del presidente Macri en diciembre de 2015, la relación del Reino Unido con Argentina ha ido mejorando". Luego informó al Parlamento británico que visitó Buenos Aires en septiembre de 2016, la primera visita de un ministro de Relaciones Exteriores desde 2009, y allí se acordó un Comunicado Conjunto "histórico" entre el Reino Unido y Argentina que estableció una cooperación más estrecha en nuestra relación bilateral (incluso en defensa) y garantizó "beneficios importantes" para los habitantes de las islas Malvinas.

El vicecanciller Duncan también remarcó en su comunicado al Parlamento que "tras estos acontecimientos positivos, el Gobierno cree que es apropiado levantar ahora las restricciones adicionales de 2012".

En virtud de esas restricciones, la política del Gobierno británico ha sido no otorgar una licencia de exportación para ningún producto o tecnología militar o de doble uso que se suministre a los usuarios finales militares en la Argentina, salvo en circunstancias excepcionales.

"Nuestra posición general ahora será continuar denegando las licencias de exportación y comercio de bienes considerados para mejorar la capacidad militar argentina. Sin embargo, cuando el equipo similar no esté disponible, podemos otorgar licencias cuando juzguemos que no van en detrimento de los intereses de defensa y seguridad del Reino Unido", dijo Duncan.

Para el vicecanciller británico "el Reino Unido toma muy en serio sus responsabilidades de control de exportaciones y opera uno de los regímenes de control de exportaciones más sólidos del mundo. Examinamos rigurosamente cada aplicación caso por caso en comparación con los criterios consolidados de licencias de exportación de armas de la UE y nacionales, y permanecemos preparados para suspender o revocar licencias en caso de que el nivel de riesgo aumente".

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Israel: Antisemitismo y Daggers

La compra de armas a Israel: entre la necesidad y el antisemitismo
By Hernan Dobry - Operación Israel




El antisemitismo es una de las contradicciones más visibles que se plantearon tanto dentro de las Fuerzas Armadas, a la hora de hacer las compras, como del lado israelí, para la venta, cuando se realizaron las primeras operaciones de equipamientos bélicos que hizo la Argentina durante la última dictadura, ya que en años anteriores el rechazo había sido explícito y directo, con frases que rozaban el odio más visceral.

“Ese sentimiento antisemita se exteriorizaba en la década del ’70 cuando los vendedores israelíes intentaban ingresar en el mercado de las Fuerzas Armadas y les decían: Nosotros a ustedes no les vamos comprar nunca porque son judíos y mataron a Cristo”, afirma el periodista Hernán Dobry en el programa Diapositivas, por Radio América 1190 Mhz.

En su libro Operación Israel: El rearme argentino durante la dictadura (1976-1983), destaca que las primeras operaciones se debieron a la necesidad y la urgencia con la que la Argentina debió conseguir equipamientos bélicos para enfrentar una guerra con Chile, en 1978.

“Se encontraron que tenían unas Fuerzas Armadas que no podían hacer frente a una guerra de esa escala que iba a llevar años y los precisaban en tres meses. Justo se dio que Israel dejaba utilizar una serie de aviones y los tenía disponibles para entregarlos en un par de meses”, concluye Dobry.

Operación Israel: El rearme argentino durante la dictadura (1976-1983) acaba de ser publicado en la Argentina por Ediciones Lumiere y ya puede conseguirse en todas las librerías.

domingo, 29 de marzo de 2015

FAA: En enero de 1982 se intentó comprar bombarderos Vulcans

Los Vulcan argentinos

Ayer publicamos los documentos secretos sobre las negociaciones e intenciones de venta de Gran Bretaña hacia Argentina de 12 Bombarderos Vulcan, casi nadie se dio cuenta que la fecha era de Enero de 1982 apenas semanas antes de las recuperación, esto nos da la pauta que los Servicios de Inteligencia británicos no estaban ni enterados del Plan Argentino que terminaría con la Operación Rosario y las Malvinas recuperadas, pudimos haber comprado armas sin problemas, traer mas Exocets...NADIE SABIA NADA...

Sin dudas que perdimos una oportunidad histórica...!!





jueves, 1 de enero de 2015

Britshits denuncian que imaginaron que Rusia ofreció Su-24 a Argentina

Aseguran en el Reino Unido que Rusia le ofreció aviones de combate a la Argentina
Nuestro Mar


Según la prensa británica, el ministerio de Defensa de ese país recibió la información de que Vladimir Putin, complicado por el embargo de alimentos provenientes de la Unión Europea, habría propuesto intercambiar bombarderos por trigo y carne.



Las tensiones entre los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido podrían agravarse si se confirma el acuerdo que, según asegura la prensa británica, el presidente de la Federación Rusa pretende cerrar con la administración de Cristina Kirchner.

Informes reservados a los que tuvo acceso el diario Sunday Express revelan que en su reciente visita a la Argentina, Putin ofreció entregar bombarderos de largo alcance a cambio de carne, trigo y otros bienes que su país necesita, desde que decidió prohibir la importación de productos alimentarios como respuesta a las sanciones económicas que la Unión Europea y los Estados Unidos le impusieron por su escasa predisposición a rebajar las tensiones con Ucrania.

El periódico mencionado reveló en su edición dominical que funcionarios del Ministerio de Defensa británico están al tanto del tema y temen que el gobierno argentino acepte la propuesta, que incluye un contrato de arrendamiento de 12 aviones de ataque supersónico modelo Sukhoi Su-24.




Para reforzar la información, el Sunday Express recordó que Rusia comenzó a profundizar sus vínculos con la Argentina en 2010, cuando le cedió dos helicópteros de asalto Mi17 que hoy prestan servicio en la séptima Brigada de la Fuerza Aérea.

En Londres evalúan que si este supuesto convenio se consumara, el gobierno británico se vería obligado a revisar el programa de defensa que implementan en torno a las Islas Malvinas, territorio por el cual desde existe una áspera disputa desde hace décadas. El pico de las hostilidades llegó con la guerra de 1982.

Por cuestiones presupuestarias, el gobierno británico dejó en las Islas "sólo" cuatro cazas Typhoon de la Royal Air Force (RAF) y un millar de soldados que cuentan con misiles tierra-aire y reciben el apoyo de un buque de guerra que visita la zona durante todo el año.

El Comodoro Andrew Lambert, de la Asociación Nacional de Defensa del Reino Unido consideró que "el ministerio de Defensa debería estar preocupado" porque la posibilidad de que la Argentina se refuerce con aviones de combate rusos abriría una "verdadera ventana de vulnerabilidad" en la protección de los intereses británicos.

El Reino Unido planean fortificar su posición en Malvinas con un plan militar que se desarrollará de manera paulatina y concluirá en 2020, pero Lambert cree que este posible convenio argentino-ruso obliga a acelerar los planes. Según evaluó, "la única solución real es desplegar al menos un escuadrón más" en la región, para "poder ganar tiempo" e implementar, entonces sí, un plan de "refuerzo adecuado".

Ante la alarma que se encendió con esta noticia, un portavoz del Ministerio de Defensa británico trató de llevar tranquilidad y señaló que "periódicamente se revisan los niveles de fuerza en todo el mundo". (Infobae)