sábado, 14 de diciembre de 2024
viernes, 13 de diciembre de 2024
miércoles, 11 de diciembre de 2024
Condecoración: Soldado Eduardo González (EA)
Soldado Clase 1962 EDUARDO GONZALEZ - RI 4 - EA
Reaccionar con presteza en un momento de incertidumbre, el 06 de junio en Monte Dos Hermanas, cuando una patrulla enemiga ataca por sorpresa con apoyo de morteros. Su grupo proporcionaba seguridad a una fracción de Infantería de Marina que instalaba un campo minado cuando se produjo el ataque.
El soldado GONZALEZ abrió fuego con su FAP deteniendo el avance enemigo y dando espacio para que su grupo contraatacase, persiguiendo a los ingleses y le capturase material.

lunes, 9 de diciembre de 2024
sábado, 7 de diciembre de 2024
B707 encuentra al Onyx en el Atlántico Sur
B707 caza un Oberon
El submarino convencional británico de la clase Oberon HMS Onyx “cazado” en superficie por el Boeing 707 "Tronco" de la Fuerza Aérea Argentina el 21 de mayo de 1982. Los Oberon tenían una mayor velocidad en superficie que dando snorkel siendo de elección para navegaciones largas… en aguas seguras.
El Onyx realizó la mayoría de su transito del Atlántico norte al Sur en superficie, una navegación meritoria para un submarino convencional y que demostró la limitación que tienen los buques convencionales respecto a los nucleares con los SSN de la Royal Navy realizando un tránsito cómodo (no exento de problemas) a una velocidad media de 23/24 nudos en inmersión
Foto: Fuerza Aérea Argentina
jueves, 5 de diciembre de 2024
martes, 3 de diciembre de 2024
domingo, 1 de diciembre de 2024
viernes, 29 de noviembre de 2024
GNA: La heroica historia del Escuadrón Alacrán
La historia de los héroes del Escuadrón Alacrán identificados en Malvinas y el emotivo recuerdo de sus familiares
Esta semana, un equipo forense le puso nombre a los cuerpos de cuatro comandos de Gendarmería enterrados en una misma tumba en el cementerio de Darwin, confirmó la identidad de otro y reasoció los restos de un sexto veterano de guerra. Este es el vivo recuerdo de sus seres queridos y el relato de la acción donde murieronPor Adrián Pignatelli || Infobae
El Escuadrón Alacrán en Malvinas. Tuvo su bautismo de fuego el 30 de mayo de 1982
Fue en el viaje en micro a Comodoro Rivadavia, desde donde cruzarían a las islas Malvinas en un Hércules. Viajaban comandos de Gendarmería y entre los comentarios que se mezclaban y confundían alguien los describió “letales como los alacranes”. Nunca pudieron identificar al autor de la definición. Lo cierto que desde ese momento el escuadrón de 65 hombres pasó a llamarse Alacrán.
El plan original era el de permanecer en las islas luego del repliegue de las fuerzas que habían recuperado el archipiélago. Desempeñarían tareas de seguridad y policial. Pero a esa altura las órdenes ya habían cambiado.
El 29 de mayo, en una reunión de mandos del Ejército, se programaron operaciones en conjunto con las compañías comando 601 y 602 y del Escuadrón Alacrán que en Malvinas recibió el nombre de Compañía de Tropas Especiales 601. Los gendarmes recibieron la misión de llegar a un punto en Monte Kent para atacar a los británicos por retaguardia. El plan era el siguiente: comandos de Ejército tomarían tres posiciones en el centro y los gendarmes las dos de los flancos.
Serían llevados al lugar en helicóptero, al que cargaron con armas y explosivos. Más allá del armamento de cada efectivo, llevaban lanza cohetes, proyectiles y minas.
Sería la primera acción de guerra de Gendarmería. Y lo fue.
Esta semana, en el marco del Segundo Plan Proyecto Humanitario, que lleva a cabo el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) con la colaboración del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), fueron identificados los restos de cuatro de esos héroes, todos enterrados en la tumba C 1.10 del Cementerio de Darwin, en Malvinas: el subalférez Guillermo Nasif, el cabo primero Marciano Verón, el cabo Carlos Misael Pereyra y el gendarme Juan Carlos Treppo. Además, confirmó además la identidad del primer alférez Ricardo Julio Sánchez y logró reasociar los restos del cabo primero Víctor Samuel Guerrero. Todos ellos murieron en esa primera acción.
Era la mañana del domingo 30 de mayo. La base de helicópteros estaba en Moody Brook. En la primera máquina ya estaban los 15 comandos, al mando del Segundo Comandante Jorge San Emeterio. Pero serían 16. El primer alférez Ricardo Julio Sánchez, 26 años, oficial de operaciones, uno de los que había ayudado en la organización del escuadrón, estaba en tierra agachado atándose los cordones de los borceguíes. Tenía tiempo porque iría en el segundo viaje, ya que ese helicóptero debía volver para llevar en tandas sucesivas a otras patrullas. Como era el que mejor manejaba la cartografía subió.
Sánchez fue uno de los que decidió hacer testamento. Deseaba que, si algo le pasaba, su esposa y su hija recibiesen el sable de Güemes como el que usan los oficiales de Gendarmería. Su hija Cynthia Lorena, que tenía cinco años cuando su papá fue a la guerra, contó a Infobae que era muy querido por sus compañeros, una persona seria, se notaba que era un militar desde la cuna.
José Ricardo Spadaro, cuando fue el 2 de abril, era un comandante recién ascendido. Siendo jefe del Escuadrón Atucha en una formación pidió que dieran un paso al frente los que quisieran ir a Malvinas. Todos lo hicieron. Fueron 65 los designados, de los cuales solo 40 alcanzarían a cruzar.
Despegaron a las ocho de la mañana. El entonces sargento primero Miguel Víctor Pepe recordaría que eran conscientes del peligro al que se enfrentarían y que posiblemente no todos saldrían con vida.
El subalferez Guillermo Nasif, 23 años, de abuelo inmigrante sirio, tuvo una infancia muy feliz según describió su hermano Jacobo. Egresado de la Escuela de Gendarmería con un promedio excelente, había recibido una decena de premios, quizás el más importante era haber sido el mejor compañero de su promoción. Había hecho el curso comando, incluido el de paracaidismo, esquí, buzo y motocicilista. Cuando a fines de mayo pidieron voluntarios para ir a la guerra, se ofreció. A la familia no le dijo nada para no preocuparlos. En Esquel había dejado una novia, y parece que la relación iba en serio.
El vuelo habrá durado una media hora, volando a baja altura para no ser detectado por los radares ingleses. Algunos iban en silencio, otros comentando del combate que seguro se avecinaba. En un momento tal vez por una reacción instintiva el piloto, el teniente primero Pedro Angel Obregón sorprendió a todos con una maniobra evasiva. No estuvo errado. Un Sea Harrier les había disparado un misil. Su pericia permitió que el proyectil no impactase de lleno en la máquina sino que se estrellase en el rotor de cola.
El que vio desde tierra al misil fue el mayor Oscar Ramón Jaimet, según recuerda el comandante general retirado Spadaro.
El cabo primero Marciano Verón era un correntino de Saladas, de una familia muy numerosa, criado en el campo. Se enganchó en Gendarmería cuando cumplió con el servicio militar. Jesús, su hermano, dijo que no le tocaba ir a la guerra, pero que él se ofreció. Hincha de Boca como todos sus hermanos, tenías 25 años y muchos amigos.
El helicóptero comenzó a sacudirse. La maniobra del piloto ayudó a retardar la caída. Antes de impactar sobre el terreno, el sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta se tiró por una de las ventanas. La máquina comenzó a incendiarse y el peligro inmediato era que las llamas afectasen a la gran cantidad de explosivos que transportaban.
Víctor Samuel Guerrero era cabo primero y el primer gendarme en la familia. Había nacido en Pirané, Formosa y le gustaba jugar de arquero en los partidos de fútbol. Dos compañeros se habían ofrecido a ir en su lugar a Malvinas porque tenía una hija chiquita, Noelia Carolina y su esposa estaba embarazada. El se negó. La esposa y la hija fueron a despedirlo al escuadrón en El Calafate.

Las llamas provocaron un denso humo negro. Pepe recuerda que reaccionó, que fue hacia la cabina, que golpeó los vidrios. Vio un rayo de sol que se colaba por el techo de la cabina. Pudo distinguir a Acosta que desesperadamente le hacía señas. Lo ayudó a salir y se abrazaron.
Elsa Beatriz y Carlos Misael Pereyra se casaron muy jóvenes. Entrerrianos, ella de Concepción del Uruguay –”la histórica” aclara- y él de Gobernador Maciá o Macía. Era el que no podía retar a los hijos, el que debajo del birrete llevaba, de regreso del trabajo, chupetines bolita para ellos. La esposa ponía los límites. Era alegre, optimista y cuando se enteró que iría a Malvinas, estando en Esquel, bromeaba con las criaturas, diciéndoles que les traería caramelos de pingüino. Pero en su fuero íntimo sabía que no regresaría. Así se lo confesó a su esposa.
En el Puma que se incendiaba había más gente atrapada. Tantearon en la humareda y vieron una mano que sobresalía. Así lograron sacar de los pelos al sub alférez Aranda. Pepe alcanzó a ver al sargento primero Justo Rufino Guerrero. “Hermano, sácame de acá”, rogó. Con la ayuda de Aranda, Acosta y San Emeterio -parado sobre el techo de la máquina- lograron salvarlo. Impresionaban sus piernas destrozadas.
Los Treppo eran diez hermanos y Juan Carlos era el mayor. Eran todos muy familieros y existía ese respeto especial por el hermano mayor. Eran de La Leonesa, Chaco y Juan Carlos era como un segundo padre. Por la mañana iba a la escuela primaria y al mediodía caminaba cinco o diez kilómetros para llevarle la vianda a su padre, tractorista en un ingenio azucarero. A los 9 ya manejaba el tractor y a los 13 el camión. Llegó hasta tercer año en la Técnica, fue camionero, tuvo un paso por Prefectura antes de ser gendarme. Hizo el curso de comando con excelentes calificaciones. Era francotirador. Su familia no sabía que iba a Malvinas, tampoco dijo nada para no preocuparlos. Fue como voluntario.
A Guerrero lograron llevarlo lejos de la máquina. Querían seguir buscando posibles sobrevivientes. Pero los explosivos, alcanzados por el fuego, estallaron.
Nasif había muerto junto a Sánchez, aprisionados por la carga del helicóptero. Tampoco pudieron salir ni Pereyra, Verón, Guerrero y Treppo. El 10 de junio, también en cercanías del Monte Kent un proyectil de mortero mataría al gendarme Acosta.
La vida después
Cynthia Sánchez viajó dos veces a las islas. La primera vez con la Cruz Roja y la segunda con el contingente con hijos y hermanos, y se quedaron una semana. Dice que le hubiera encantado ser gendarme como su papá y su abuelo materno, pero en esa época no admitían mujeres.
Los Nasif se enteraron de la muerte de Guillermo al día siguiente. Era hincha de River, se había formado en el Liceo Militar General Paz y hasta había estudiado un año de ingeniería civil, mientras esperaba ingresar a Gendarmería, donde fue escolta de bandera.
Los Verón cuentan que a Marciano no le tocaba ir a la guerra pero que él pidió ir. Ellos se enteraron cuando le notificaron de su muerte. Gente de campo, toda la vida vivieron del fruto de su chacra, muestran orgullosos el libro que cuenta su historia. Se llama “Entre lagunas y mares”.
Guerrero nunca conoció a su hijo Víctor Gastón, actualmente cabo primero de Gendarmería. Su hija Noelia Carolina es sargento en la misma fuerza y estuvo por no entrar porque pensó que no iba a soportar el curso. “Ahora no podría hacer otra cosa”, confiesa. Su marido es cabo primero y tienen dos hijos. En el 2000 visitó Malvinas. Conocía el cementerio por una fotografía que le habían mandado a su madre junto con un anillo y el reloj de su hijo.
Fue en 1993 cuando el comandante Spadaro, siendo jefe de la agrupación Formosa que conoció al padre de Víctor Guerrero. Se ganaba la vida vendiendo chipá con un carrito y había perdido un ojo por un ataque de presión cuando se enteró de la muerte de Víctor. “Cuénteme cómo murió mi hijo”, le pidió. El gobernador de Formosa, al enterarse de su situación, le concedió una pensión honorífica.
Antes de irse a Malvinas, Carlos Misael Pereyra dejó grabado un casete, en el que cantó e imitó sonidos. En la familia lo cuidan como una reliquia, más aún cuando lo quisieron escuchar y la cinta se trabó. Entonces alguien hizo copias en CD y recién el año pasado pudieron volver a escuchar su voz. Todos se sorprendieron al darse cuenta que Carlos Victorino, el hijo que nació en diciembre de 1982, tiene su mismo timbre. Su esposa cumplió lo que le hizo prometer, que si no regresaba que se volviese a Concepción del Uruguay. Sus hijos siguieron sus pasos: Elsa Verónica es suboficial de Gendarmería, Carlos oficial y fue Casco Azul y Marcos oficial de la Policía Federal. “Me salieron buena gente, para mi es lo que importa”, destaca.
Los Treppo vivían a cuatro cuadras de la sede del Escuadrón. A la mamá, Teresa de Jesús le habían dicho que a Juan Carlos había tenido un accidente con un helicóptero en Mendoza, pero ella enseguida presintió la verdad. Nelson, uno de sus hijos, recuerda que desde entonces sus padres tuvieron una mirada triste. Todas las tardes su mamá se sentaba en la puerta de la casa, como mirando a lo lejos.
miércoles, 27 de noviembre de 2024
Cuatro pilotos argentinos vuelan a la isla en un monomotor civil
Llegaron a Río Gallegos los pilotos de la hazaña que volaron en una avioneta monomotor a las Islas Malvinas
El equipo de cuatro pilotos aterrizó en Río Gallegos tras completar una travesía histórica. A bordo de un avión monomotor arribaron a Puerto Argentino, recorrieron las Islas Malvinas, visitaron el Cementerio de Darwin y exploraron sitios emblemáticos de la guerra de 1982. El emotivo recibimiento incluyó autoridades, veteranos de guerra y la comunidad de la capital de Santa Cruz.
Por La Opinión Austral
Llegaron a Río Gallegos los pilotos de la hazaña que volaron en una avioneta monomotor a las Islas Malvinas
Cuatro pilotos argentinos llegaron a Río Gallegos luego de completar una proeza: volar a bordo de una avioneta monomotor desde el continente hasta las Islas Malvinas. La travesía, que requirió meses de planificación y preparación, fue un homenaje a los caídos y una forma de mantener viva la memoria de la cuestión Malvinas por la soberanía del territorio argentino.
El equipo, compuesto por Alberto Obejero, Roberto Cazes, Christian Peinemann y Juan Carlos Guarco, partió desde el Aeroclub de Río Gallegos hacia Puerto Argentino. Durante varios días, recorrieron puntos históricos y simbólicos, incluyendo trincheras, restos de armamento y el Cementerio de Darwin, donde descansan los héroes de la guerra.
Emoción y recuerdos en el Cementerio de Darwin
Uno de los momentos más conmovedores de la travesía fue la visita al Cementerio de Darwin. Los pilotos destacaron la mezcla de emociones que se siente al caminar entre las tumbas. “Es una belleza, pero también te embarga una profunda tristeza al ver las cruces y recordar lo que sucedió allí”, expresó uno de los pilotos.
Roberto Cazes, quien ya había realizado este viaje en 2014, relató la carga emocional al observar las tumbas de antiguos camaradas. “Es un homenaje a los verdaderos héroes que están allá. Revivir esa época es algo muy fuerte para todos nosotros”, señaló, destacando el respeto y la solemnidad del lugar.
Los desafíos del vuelo y la planificación
La hazaña no estuvo exenta de desafíos. El vuelo a las islas, realizado en un avión monomotor Cessna, implicó largas horas sobre el océano Atlántico, enfrentando condiciones climáticas variables y riesgos técnicos. “Es impresionante cuando estás en el aire, rodeado de 360 grados de mar, y comienzas a ver los islotes en el horizonte. Ahí empiezan las emociones fuertes”, detalló uno de los pilotos.
El cariño al Cessna monomotor que los llevó a Malvinas. FOTO: LEANDRO FRANCO / LA OPINIÓN AUSTRAL.
Christian Peinemann, piloto profesional con más de tres décadas de experiencia, recordó cómo se sumó al grupo tras conocer a Alberto Obejero, dueño del avión. “Fue un trabajo en equipo. Cada uno tenía una función específica, y todos trabajamos con mucho compromiso para lograrlo”, dijo Peine, quien también recordó las diapositivas que su padre había tomado en las Malvinas en 1968, un recuerdo que lo conectó desde niño con este territorio.
Un guía local y el impacto de la comunidad isleña
Durante su estadía en las islas, los pilotos contaron con la guía de Sebastián, un argentino nacido en Quilmes que reside en Malvinas. Gracias a él, pudieron explorar lugares inaccesibles para la mayoría de los visitantes, como trincheras históricas y la cocina del Batallón 5 de Infantería de Marina, utilizada durante los últimos días de la guerra.
Sobre la vida en las Malvinas, los pilotos observaron que los habitantes locales mantienen un nivel de vida elevado, con un estilo de vida ordenado y características propias de la cultura inglesa. “Es un lugar tranquilo, donde la base militar está completamente separada del pueblo”, explicaron.
Un recibimiento cálido en Río Gallegos
A su llegada al Aeroclub de Río Gallegos, los pilotos fueron recibidos con honores por funcionarios provinciales y municipales, veteranos de guerra, la comunidad local y la banda de la Policía de Santa Cruz. Además, destacaron la invaluable colaboración del Aeroclub local, que brindó apoyo logístico y humano para el éxito de esta hazaña