domingo, 15 de septiembre de 2019

ITB: Pérez anda y Exocet camina

Malvinas: el argentino que durante la guerra inventó un arma “berreta” que dejó fuera de combate al poderoso destructor Glamorgan 

Por Daniel Guillermo Gionco  ||  Infobae
* El autor es Ingeniero Electricista (UBA) e integró el Apostadero Naval Malvinas








 
El invento de Pérez: parte de la batería terrestre de misiles Exocet MM-38 montada sobre un trailer en una calle de Puerto Argentino. (Terence Laheney)

El día 4 de mayo de 1982, la Aviación Naval Argentina obtuvo una resonante victoria al destruir al poderoso buque inglés HMS Sheffield, utilizando aviones Super Étendard equipados con misiles Exocet AM-39 (Aire-Mar). Tras ese exitoso ataque, el Estado Mayor de la Armada estudió la posibilidad de emplear también su arsenal de misiles Exocet MM-38 (Mar-Mar), para detener la acción de los buques de guerra británicos, que efectuaban un persistente cañoneo naval nocturno sobre las unidades argentinas destacadas en las Islas Malvinas.

 
El Ingeniero Julio Marcelo Pérez a fines de 1982

Si bien los misiles Exocet MM-38 están diseñados para ser lanzados desde un buque contra otro buque, a mediados de mayo se encomendó al capitán Julio Marcelo Pérez y a un grupo de colaboradores de la Base Naval Puerto Belgrano que intentaran desarrollar los equipos que permitieran lanzar esos misiles desde instalaciones terrestres de las Malvinas.

El hombre preciso en el momento indicado

En aquel entonces Pérez tenía 45 años, y se había graduado de ingeniero con orientación electrónica en la Universidad de Buenos Aires, con un posgrado en Ingeniería Aeroespacial obtenido en la Universidad de Roma. Había además desarrollado la carrera de Oficial de la Armada Argentina, Cuerpo Comando, hasta alcanzar el grado de capitán de fragata.

Entre otras cosas, Pérez trabajó en Investigación y Desarrollo en el área de misiles de CITEFA, proyectó y ejecutó el montaje de los Exocet MM-38 en varios destructores de la Armada, y había viajado a Francia recientemente para supervisar la recepción de los misiles AM-39 destinados a los aviones Super Étendard (SUE).

 
Corte de una unidad contenedor-lanzador de misiles Exocet Mar-Mar (Wilfried Kartonbau)

Con astucia, charlando con ingenieros de la empresa Aérospatiale, Pérez les sacó cierta información "no escrita" sobre los misiles que fabricaban, lo que resultaría de primordial utilidad para el futuro éxito de los SUE y también para encarar el diseño, construcción y operación de un sistema para el emplazamiento terrestre de un lanzador de misiles Exocet MM-38.

Engañar al misil

Los estudios preliminares determinaron que para desmontar de un buque los misiles como su compleja instalación se necesitaría un tiempo demasiado prolongado, considerando la urgencia en detener el bombardeo naval enemigo.



 
Debajo del puente, el montaje de 6 unidades contenedor-lanzador de misiles Exocet MM-38 en el buque francés Jeanne d´Arc. (Franck Sourot)

Por lo tanto, se debió diseñar un equipamiento totalmente nuevo que fuese transportable por avión, sin contar con mucha información técnica, que sólo el fabricante de los misiles poseía.

Para ello, Pérez junto a los técnicos Luis A. Torelli y Antonio Shugt, encararon un relevamiento experimental que identificó las señales que el Exocet intercambiaba con su unidad de control, en cada una de las situaciones de tiro.

"Cortábamos cables y probábamos señales mediante cablecitos, y estos cablecitos se juntaban con otros para simular otras señales, y éstas otras eran aplicadas con pilas, y así obteníamos, sucesivamente, indicios, marcas, signos que nos permitían reconstruir un sistema", describió Pérez. "Al cabo de numerosos ensayos, llegamos a la conclusión, casi fantástica, de que sí, podíamos engañar al misil".

A partir de aquella seguridad se construyó un sistema que simulaba las señales eléctricas de control que la verdadera computadora de a bordo enviaba al misil en su montaje original, una plataforma inercial de lanzamiento terrestre, un carretón para transportar los misiles, un equipo de detección del blanco y un grupo electrógeno que proveía la alimentación eléctrica.

Construcción muy "berreta", según su inventor

Esta serie de equipos debieron fabricarse velozmente, utilizando los elementos ordinarios que pueden hallarse en un taller naval, lo que provocó que la instalación resultase más grande que lo técnicamente necesario y tuviese componentes algo obsoletos.

 
Mayo de 1982: vista de la plataforma inercial de lanzamiento con sus tacos de fijación durante la construcción de la batería terrestre de misiles Exocet MM-38 (Chacho Rodríguez Muñoz)

Así la plataforma de lanzamiento se fabricó con un carretón y se usó el generador de un antiguo reflector antiaéreo. Además, los hijos de Julio Pérez, Marcelo y Fernando, revelaron que esa improvisada batería misilística terrestre, que el Capitán había bautizado "Instalación de Tiro Berreta – ITB", funcionaba con válvulas de vacío que tardaban un tiempo en calentarse (como las radios de 1940), pues su padre no tuvo tiempo suficiente para crear ni el software ni una computadora adecuada.

 
Mayo de 1982: la unidad que incluye los equipos electrónicos de control de tiro y el grupo electrógeno de la batería terrestre de misiles Exocet (ITB), dentro del Taller de Misiles de Puerto Belgrano. (Carlos Ries Centeno)

El gobierno de la ITB también requirió soluciones algo "cavernícolas" para simplificar el equipo. En operación normal, la computadora del buque envía un paquete de datos de 64 bits y espera que el Exocet lo devuelva sin errores. Luego desafía al misil con un paquete ligeramente diferente, para ver si lo replica correctamente. Finalmente le manda el paquete con todos los datos de distancia, altura de vuelo, región donde debe buscar el blanco y muchos otros parámetros para asegurar el disparo a efectuar.

En la ITB, "a lo bestia", se decidió mandar 3 veces el mismo paquete de datos reales de disparo, programados con la zona más grande de búsqueda admitida por el misil, y como dijo el capitán Pérez: "Que sea lo que Dios quiera".

La instalación en Malvinas

Tras muchas jornadas de febril trabajo en Puerto Belgrano, y dos peligrosos vuelos que debieron suspenderse, los equipos, el personal técnico, y los contenedores-lanzadores de los misiles llegaron a Puerto Argentino el 31 de mayo de 1982, a bordo de aviones Hércules.



 
En una calle de Puerto Argentino, las dos unidades contenedor-lanzador de misiles Exocet MM-38 sobre su carreton de transporte (Chacho Rodríguez Muñoz)

Rápidamente el Apostadero Naval Malvinas se puso a colaborar con el proyecto. Se colocaron los equipos en la zona del Muelle Este de Puerto Argentino, disimulando su presencia con redes de enmascaramiento. Los componentes se dispersaron y se ubicaron lejos del lugar de lanzamiento, para que en las fotos tomadas por aviones y satélites no se descubriera lo que se estaba preparando.

Se ordenó el más estricto secreto sobre la operación, pues se sospechaba que los kelpers enviaban información a los británicos. Asimismo se dispuso una guardia reforzada sobre los equipos, ya que eran un objetivo apetecible para un ataque de comandos enemigos.

Analizada la situación, se llegó a la conclusión de que el mejor sitio para emplazar la plataforma de lanzamiento era en el camino asfaltado que atraviesa el istmo que une a la península del aeropuerto con el resto de la Isla Soledad, y que el armado de la instalación misilística en ese lugar debía comenzar al anochecer con la mayor discreción posible.

 
Croquis del sitio de emplazamiento de la batería terrestre de misiles Exocet MM-38 en cercanías de Puerto Argentino y trayectoria del impacto sobre el HMS Glamorgan (Daniel Gionco)

Para obtener información precisa sobre la ubicación de los buques a abatir se disponía de un radar antipersonal del Ejército. Los datos que brindaba tenían un formato distinto al que usaba la ITB, por lo que mediante cálculos manuales debían convertirse en determinados valores de tensión, que se ajustaban mediante potenciómetros a fin de programar el misil a disparar.

Pero como desde que el radar detectaba el blanco hasta que los datos se convertían manualmente y llegaban al Exocet, el buque enemigo se seguía moviendo, el capitán Pérez rápidamente debía ajustar la programación a enviar, estimando "a ojímetro" la nueva posición.


Carlos Ries Centeno operando el radar antipersonal Rasit en Puerto Argentino (1982)

Primeros intentos

Para efectuar un lanzamiento exitoso, alrededor de las 18:30 se instalaba el radar y la plataforma inercial de lanzamiento que pesaba 6 toneladas, necesitándose casi una hora para orientar la plataforma en la dirección de disparo, nivelarla y afirmarla con sus tacos de fijación, pues dichas maniobras se realizaban usando sólo la fuerza muscular de los conscriptos del Apostadero de Puerto Argentino.

Luego, cerca de las 20:00 arribaba el carretón con dos contenedores de misiles, y también llegaba una grúa autopropulsada que servía para levantar los contenedores y montarlos sobre la plataforma de lanzamiento.

Finalmente, a eso de las 20:30 se presentaba el dispositivo electrónico de control de tiro con su grupo electrógeno, y se realizaba el cableado de todos los equipos. Tras verificar la instalación, se encendía el grupo electrógeno y todo quedaba listo para el disparo de los Exocet.

A partir de entonces debía aguardarse que alguno de los buques que realizaban el bombardeo nocturno pasase por delante de la batería misilística costera. De no ser así, se desmontaba todo antes del amanecer y los componentes se volvían a ocultar.


 
La batería terrestre de misiles Exocet MM-38 en una calle de Puerto Argentino (Terence Laheney)

El 1º de junio se presentó la primera oportunidad. En el primer intento falló la ignición del propulsor del misil, por causas que no pudieron determinarse. Rápidamente se preparó el lanzamiento del segundo misil, que partió con una trayectoria incorrecta por errores originados en el apuro de efectuar el disparo antes de que el buque enemigo se alejase.

En los días siguientes se suspendieron las operaciones por falta de misiles y se descubrió que un pequeño componente de la ITB fallaba, por lo que rápidamente se lo reemplazó.

Recién el 5 de junio un avión Hércules transportó dos nuevos Exocet desde el continente. A partir de entonces todas las noches se repetía la maniobra de armado de la instalación, espera de la presa y posterior desmontaje. El autor de este artículo participó de esas largas noches de tensa espera, en las cuales los buques enemigos no llegaban a cruzar la línea de tiro de la improvisada instalación misilística, la cual tenía una orientación fija de disparo.

El disparo estelar de la ITB

Finalmente en la madrugada del 12 de junio de 1982 se presentó la ocasión largamente esperada por los hombres comandados por el capitán Pérez.

 
El lanzamiento del misil plasmado en una aguada sobre papel de Daniel Bechennec

Esa noche el radar detectó un buque británico que se encontraba a 29.960 metros en dirección 201º 22´, habiendo así ingresado en la zona de alcance de los misiles.

Rápidamente se ejecutaron todos los pasos para el disparo del Exocet, que esta vez salió correctamente orientado e impactó en el blanco luego de algunos minutos que parecieron interminables, originando un gran resplandor que indicaba el éxito obtenido.

Esta acción sin precedentes en el mundo fue filmada por el equipo de Carlos Ríes Centeno, productor del programa de televisión "La aventura del hombre", que a la sazón operaba el radar antipersonal Rasit.

 
Dos fotogramas de la historica filmacion del 12 de junio de 1982. A la izquierda, una camioneta y la ITB tras disparar el Exocet y a la derecha el misil volando hacia el blanco (Carlos Ries Centeno)

En ese momento, los que peleaban en los montes vieron la gran explosión en el mar, los canales radiales de ambos bandos se saturaron de mensajes y se escucharon expresiones de júbilo en las trincheras argentinas, que venían soportando el bombardeo naval británico.

 
El destructor (D19) HMS Glamorgan . (Jess James)

Según pudo saberse meses más tarde de fuentes británicas, el buque alcanzado fue el HMS Glamorgan y el impacto se produjo en el sector de popa. Su oficial de guardia, Ian Inskip, ordenó una oportuna maniobra de giro a estribor al detectar el misil que se acercaba, evitando así que el impacto ocurriera en el centro del buque, donde podría haber provocado un daño devastador.



 
Vista parcial del Glamorgan, tras el impacto del misil argentino ( Jess James)

En la acción fallecieron 13 personas y 22 resultaron heridas. El buque no se hundió pero quedó fuera de combate, por lo que no pudo volver a atacar las posiciones argentinas hasta el fin del conflicto.


 
La explosión dentro del destructor en la que murieron 13 tripulantes y otros 22 resultaron heridos

El éxito logrado tuvo una amplia repercusión en los altos mandos navales de todo el mundo. Después de la caída de Puerto Argentino, los británicos realizaron un profundo análisis de la instalación misilística que quedó en las islas. Se asombraron de que con esos medios tan improvisados se hubiera logrado poner fuera de combate a un navío de guerra tan poderoso.

Este logro del capitán Pérez, alcanzado con equipos de muy bajo costo e información incompleta, le valió condecoraciones de la Armada Argentina y del Congreso de la Nación. Además se lo designó Agregado Naval en Francia, donde fue condecorado con la "Ordre National du Mérite" en el grado de Comandante.

 
El almirante Anaya le entrega a Julio Pérez la medalla “al esfuerzo y la abnegación”

 
El representante de la empresa Aérospatiale y Julio Pérez, formalizando la donación de una maqueta del misil Exocet AM-39, para el Museo Naval de Tigre.

Tras retirarse con el grado de contraalmirante, desarrollar una fecunda carrera de profesor universitario en las mejores instituciones educativas de nuestro país y escribir varios libros de matemáticas y electrónica Pérez falleció el día 28 de junio de 2014.

Con total naturalidad, Julio Pérez siempre decía que él sólo había hecho bien su trabajo, por lo que nunca buscó reconocimientos ni se esforzó en difundir la historia de su "berreta" creación misilística, que en su estelar disparo logró averiar al navío inglés.

Sin embargo, es justo dejar de lado el deseo de Don Julio y homenajear su memoria a 5 años de su fallecimiento, pues encarna los valores de los grandes hombres: una voluntad tenaz y equilibrada, aplicación al estudio, ingenio para operar con recursos limitados, trabajo duro, modestia tras algún éxito ocasional, cierta picardía para obtener datos ocultos, y sobre todo, una notable inteligencia.


viernes, 13 de septiembre de 2019

Malvinas, los héroes y las bajas después de la guerra

Malvinas I: Recuerdo de una gesta que terminó en tragedia

Para muchos, la recuperación de las Islas Malvinas, producida un 2 de abril de hace tres décadas, fue una gesta histórica. Para todos, la acción militar terminó en una tragedia que abrió heridas que aún hoy no cicatrizan.

El Ancasti

La cantidad de efectivos argentinos fallecidos durante el conflicto, asciende a 649 hombres, mientras que 1.082 fueron heridos; resultando un total de 1.703 bajas. Los catamarqueños muertos durante la guerra fueron 5: el Cabo Primero Edmundo Federico Marcial, oriundo de Santa María, que falleció en combate el 28 de mayo de 1982 en el paraje Ganso Verde; el cabo de infantería Mario Rodolfo Castro, de Tinogasta, muerto en Darwin el 28 de mayo; el sargento 1° Mario Antonio Cisneros, muerto en combate en el cerro Dos Hermanas, el 10 de junio; y los suboficiales Robustiano Barrionuevo, de Andalgalá, y Carlos Alberto Valdez, de Tinogasta, ambos fallecidos en el Crucero General Belgrano, hundido por las fuerzas inglesas el 1° de mayo.

Las secuelas de la guerra perduran hasta hoy. Muchos de los veteranos que tuvieron la suerte de regresar con vida, decidieron terminarla drásticamente por medios propios. A la fecha, son más los ex combatientes que se suicidaron, que los que cayeron en el campo de combate.

Bazán, soldado heroico

Uno solo de los veteranos catamarqueños adoptó esa trágica decisión. Se trata de Ignacio Bazán, quien en 2006, cuando contaba con 42 años, apareció ahorcado en su casa de Lanús. Bazán, nacido en Mutquín, había sido distinguido por el Senado de la Nación y la Armada con medalla de honor por su actuación en combate. Entre sus hazañas se cuenta la de haber salvado a un compañero. Cuando los ingleses bombardearon el Monsunen, el barco inglés que Argentina había ocupado al comienzo de la guerra y en el que estaba Bazán, el cabo primero Carlos Javier Rivero se cayó al mar. Bazán se arrojó inmediatamente a las aguas heladas y lo rescató, pese a que casi no sabía nadar.

Bazán fue un activo militante de la causa Malvinas, en el intento de que se reconocieran los derechos y el aporte patriótico de los ex combatientes. La frustración por los escollos en su empeño, y problemas familiares le causaron una gran depresión, que lo empujó, en definitiva, hasta la muerte misma.



En nuestra provincia los ex combatientes han logrado un importante grado de organización. Cuentan con sede propia, ubicada en calle Almagro al 700, y han logrado presencia institucional permanente y que la sociedad les reconozca el aporte valioso que hicieron en defensa de la soberanía nacional. Valoran las medidas adoptadas en el orden nacional por el ex presidente Néstor Kirchner, quien decidió mejorar sustancialmente las pensiones que reciben, y en el orden provincial, los aportes realizados al Centro de Ex Combatientes provincial por el ex gobernador Eduardo Brizuela del Moral.

En la sede de calle Almagro, tres veteranos de guerra nos contaron las historias que vivieron desde las trincheras. Relatos, como tantos otros, cargados de emoción y que albergan recuerdos de actos heroicos y de ingratitudes, que permanecen como resabios de un pasado imborrable para varias generaciones de argentinos.

Héroes convertidos en parias

Francisco Mario Cardozo pertenecía al Regimiento de Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca. Con el grado de sargento, fue movilizado desde Catamarca el 17 de abril. Su llegada a las Islas se produce ya en plena guerra, el 18 de mayo. Desde el continente, a bordo de un avión, intentan la difícil misión de aterrizar, en medio del asedio inglés al archipiélago aún controlado por tropas argentinas. Recién lo logran en el tercer intento.

Fue, sin embargo, una misión casi suicida, porque debieron saltar a tierra con el avión en movimiento, carreteando en la pista. Al saltar perdimos un montón de objetos y pertenencias, elementos de campaña, raciones dice Cardozo-. Sí nos aferramos a todo lo que era armamento y municiones, porque era lo que nos iba a proteger. Desde el aeropuerto fuimos en camión hacia Puerto Argentino, donde tomamos contacto con lo que era el caos de la guerra, porque nos llevaron directamente al hospital. El hospital era una carnicería. Gente herida, mutilada, con los ojos salidos, médicos que operaban permanentemente cortando miembros....

Continúa su relato: A las 6 de la mañana del día siguiente nos ordenan embarcar en camión. Éramos 38 personas con 24 piezas de ametralladoras. A los 100 metros de salir se escucha un estampido de la artillería inglesa, nos arrojamos detrás de una cerca de madera justo un momento antes de que el proyectil impactara debajo del motor del camión. Por suerte no hubo heridos. Entonces caminamos hasta Monte Longdon, donde nos agregamos al Regimiento 7 de la plata. Llegamos a primer línea de combate sólo con una manta, el poncho impermeable, ametralladora, las bandas y municiones, y la bolsa de rancho. Para no hacer peso nos tuvimos que despojar de muchísimas cosas.

Cardozo recuerda que los recibió el teniente Galíndez, no recuerdo el nombre, un oficial al que hasta el día de hoy valoro profundamente, porque si no hubiera sido por él, nosotros no hubiéramos vuelto. El luchó al lado nuestro, él nos salvó. El día 13 fue el combate más sangriento. Estábamos en la pendiente de una ladera. Los ingleses nos tiraban a aniquilarnos. Fue una situación de terror. No había posibilidad ni de sacar la cabeza. Pero yo digo que Dios y la Virgen los iluminó a los ingleses. Hicieron un alto del fuego durante 15 segundos cuando el teniente Galíndez nos ordenó que nos repleguemos. Alcanzamos a llegar a la cima de la montaña y volvieron a abrir fuego. Era como si nos dijeran, vayan, sálvense porque si no van a morir. Fue la última noche de combate. Corrimos más o menos entre 10 y 12 kilómetros, y no sabíamos para donde corríamos, porque era un descontrol total. Hubo muchas bajas. De hecho el regimiento de La Plata fue una de las unidades que más gente perdió. Una de las compañías fue atacada mientras descansaba por gurkas.

Prosigue: Esa noche del 13 ya no había manejo de tropas. Es mas, tropas argentinas nos tiraban con artillería a nosotros. Era toda una gran desorientación. Así que estábamos entre dos fuegos, en medio del caos total. Es ahí donde yo resalto la capacidad del teniente Galíndez, que con el brazo izquierdo prácticamente cortado, supo manejar la situación, y no quiso ir al hospital, sino que siguió luchando como creo que debe luchar un soldado argentino. El juntaba a la tropa como se junta a un rebaño. Cuando logró reunirnos a todos nos hizo correr y nos dio un punto de referencia hacia donde teníamos que salir, y así llegamos hasta Puerto Argentino. Nunca más lo volví a ver. La rendición se produjo a las 6.10.

Cardozo y su grupo estuvieron 5 días encerrados en un galpón, hasta que fueron embarcados en el buque inglés Canberra. A partir de se momento, Cardozo vivió momentos que lo marcaron para el resto de su vida, tanto como los combates en la trinchera. Debieron permanecer varios días en el buque porque, por orden del todavía presidente de la Nación, Leopoldo Galtieri, se les prohibía el ingreso al país por cobardes. Un calificativo que para nada se ajustaba a la realidad de un puñado de argentinos que había combatido con valor, y con notable inferioridad en el poder de fuego, contra el enemigo. Un trato despectivo y humillante que, paradójicamente, fue diametralmente opuesto de parte del adversario.

Llegó un momento en que nos comunicaron que no podíamos entrar a la Argentina y que Uruguay nos brindaba asilo político señala Cardozo, quien actualmente presidente el Centro de Ex Combatientes de Catamarca-. Y cuando ya ordenaban que se mueva el buque hacia Uruguay, vino la contraorden de la Junta militar que nos permitió el ingreso. Los ingleses nos despidieron en Puerto Madryn con todos los honores. Formaron filas de los dos lados de las escaleras laterales del buque, y nos saludaron haciendo la venia como corresponde, como caballeros de la guerra.

Sigue el relato: nos subieron a camiones y colectivos tapados con papeles y lonas para que no nos vieran; todos los movimientos se hacían de noche. No éramos héroes, éramos parias. En Trelew nos embarcaron en un avión hasta Campo de Mayo, hasta la escuela General Lemos. Llegamos a las 8 de la mañana y el director de la escuela hace la formación como si no hubiera pasado absolutamente nada. Tres suboficiales se insubordinaron, y luego nos insubordinamos todos. Hicimos desastres. Y esa misma noche, empezaron a llamar a todas las empresas de transportes y nos embarcaron en ómnibus para las distintas provincias. Nos embarcaron con las botas de combate, sin cordones, pantalones de combate, chaqueta sin cinturón y algunas pertenencias nuestras en una bolsa de consorcio. Volvíamos a nuestras casas como cirujas. El pasaje, los choferes de los ómnibus, cuando se enteraron de quienes éramos, nos besaban, nos abrazaban, no sabían qué darnos. Nos sentíamos muy contenidos por la gente que venía en el ómnibus.

Llegamos tipo 9 y 30, a 10 de la noche a Catamarca rememora Cardozo-. Éramos 9, porque Ricardo Véliz había quedado en el barco hospital. En la Terminal no nos recibió ningún oficial ni suboficial. Había solo un camión unimog de los chiquitos, manejado por un soldado. Fuimos a la Catedral a visitar y agradecer a la Virgen del Valle por habernos dado la oportunidad de volver. Pasamos al cuartel, donde nos esperaba el jefe del regimiento, coronel Anchen. Nos saludo fríamente, no dijo nada especial y nos mandó a nuestro domicilios, diciéndonos que nos esperaba al otro día a las 7 de la mañana con formación y actividad normal.

La llegada de Cardozo a su casa fue un tremendo impacto, porque días antes, el propio Jefe del Regimiento les había comunicado a los familiares, que los integrantes de ese grupo habían muerto en combate. De modo que cuando tocó la puerta de su casa y lo atendió su propia esposa, ésta cayó desmayada, como si hubiese visto un fantasma.

Su regreso a la vida militar fue un calvario: La plana mayor nos ordenó no hacer declaraciones y que no se hable más del tema Malvinas. Y empezó la persecución a los que estuvimos en las islas, peleando por nuestra patria.

En la primera línea, desde el primer momento

Darío Salas- con 18 años y el rango de cabo- integró el comando especial que recuperó, el 2 de abril de 1982, las Islas Malvinas. En ese momento formaba parte del Regimiento 25 de Infantería, de Chubut. Integraba una compañía especial que se había formado entre las tres fuerzas armadas para desembarcar en las islas.

Cuando fue convocado, Salas tenía información muy acotada de lo que se planeaba. Los oficiales que fueron elegidos por el coronel (Mohamed Alí) Seineldín sí lo sabían, pero la orden de operaciones real la conocimos nosotros recién en el barco (el buque de desembarco San Antonio). Nos sentíamos orgullosos de ser elegidos entre tanta gente del ejército para formar parte de esa gesta, rememora.

Este grupo de avanzada tenía tres misiones distintas: la encabezada por el capitán Pedro Giachino era tomar la sede del gobierno en las islas; la que comandaba Seineldín, tomar el aeropuerto; y la integrada por los comandos, tomar el cuartel de los Royal Marines. Sólo hubo resistencia en la sede de gobierno, en la que cayó el capitán Giachino y otros oficiales fueron heridos. Cuenta Salas: nosotros teníamos órdenes de no disparar, pero ellos sí. De todos modos, nuestra superioridad numérica fue determinante para el éxito de la misión.

Esa compañía especial estuvo cinco días en Puerto Argentino entró en combate en Puerto Argentino, Darwin, Ganso Verde y en la batalla de San Carlos, donde desembarcaron los ingleses el 21 de mayo. He visto escenas memorables de arrojo y valor cuenta Salas-, porque éramos 30 argentinos contra 5.000 ingleses.

El 27 de mayo vuelven a entrar en combate hasta el día 29, en que caen prisioneros. A esa altura, la compañía había sido muy diezmada, con muchas bajas. Como prisioneros fueron entregados a la Cruz Roja y vía Uruguay volvieron a la Argentina.

Estuve hospitalizado en Campo de Mayo; no dejaban que nos vea nadie. Allí me enteré de la rendición el 14 de junio.

Cuenta que, a diferencia de otros soldados y oficiales, no pasó hambre. La preocupación de los jefes era que, como avanzada de combate, estemos bien equipados y bien alimentados.

La orden que nunca llegó

Hugo Ruartes Coronel tenía 29 años y el rango de sargento primero cuando llegó a las islas, cinco días después del desembarco argentino. Pertenecía al Regimiento 25. La misión que le habían encomendado a él y su grupo de 10 oficiales pertenecientes a la sección morteros 120 era transportar armamento a las islas.

Una vez cumplida la misión, su superior le ordena replegarse, volver al continente, pero Ruartes Coronel no estuvo dispuesto a dejar a su grupo, al cual lo unía un sentimiento de lealtad, en las islas. De modo que decide quedarse voluntariamente, aún a riesgo de, posteriormente, recibir alguna sanción disciplinaria.

Estuvo casi todo el conflicto ocupando una posición situada a 8 kilómetros de Puerto Argentino, en las inmediaciones del aeropuerto de las islas. La misión era defender esa posición ante los ataques ingleses. Sin embargo, su grupo nunca recibió la orden de disparar.

Sobre el final de la guerra, más precisamente el 11 de junio, la situación en la zona cercana a Puerto Argentino se hacía insostenible. El asedio inglés era cada vez más fuerte, y el bombardeo inglés permanente, procurando tornar inoperable la pista de aterrizaje. En ese contexto, Ruartes Coronel recibe la orden de trasladarse 10 kilómetros hasta detrás del destacamento de los Royal Marines, en el oeste del archipiélago, con dos morteros. Nos situamos en una quebrada por bajo el fuego de la artillería. Era un corredor aéreo enemigo relata-. Nos quedamos en esa posición esperando la orden para abrir fuego, pero ésta no llegó, nunca supimos por qué. Tampoco recibimos la orden de replegarnos.

Al momento de la rendición, Ruartes Coronel ya estaba en la posición original, cerca del aeropuerto. El 14 de junio, a las 9 de la mañana, empezamos a ver los Hércules por sobre nuestras cabezas. No sabíamos si eran argentinos o ingleses, hasta que pudimos ver las escarapelas y nos dimos cuenta de que eran ingleses, recuerda.

Después del mediodía de aquella jornada dolorosa el grupo cae prisionero. Ruartes Coronel y sus camaradas permanecieron cinco días más en las islas y luego fueron trasladados al continente, más precisamente a Puerto Madryn.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

ROA capturados en Darwin

La captura de observadores aéreos adelantados





Se observa a prisioneros argentinos sentados con la cara tapada y ya se habló de maltrato torturas etc, nada mas alejado de la realidad, el interrogatorio si bien fue muy duro porque los Britanicos querian saber frecuencias de radio y donde habia mas puestos similares se encuadró dentro de los parametros a pesar que esta gente y los espías son sometidas a torturas para que canten, lo que no fue en este caso, los Argentinos de las fotos son ROA (Red Observadores Aéreos) de la FAA, ellos son adiestrados y entrenados para operar en soltario sin hacerse ver o detectar para pasar información de tropas enemigas o bien buques o aviones donde el radar por cualquier eventualidad no puede entrar o bien para dar info de primera mano, en Malvinas formaron los llamados POA o Puestos de Observadores Adelantados distribuidos por toda la isla los cuales mandan info a un centro de Filtraje que los analiza, esta gente reune info vital para la Guerra, en San Carlos detectaron a la HMS Ardent que luego fue Hundida y asi cientos de traficos, vivian bajo tierra en pozos tapados y a veces los Britanicos siguiendo sus emisiones de radio se paraban a 1 metro de ellos pero su tarea no era la de atacar si no de esconderse para pasar información.



Vayamos a la mas conocida primera foto, son los Integrantes del POA Argentino Mike-5 que de la zona de Darwin son transportados a San Carlos donde estan esperando al Sargento de Inteligencia Nick van der Bijl que los interrogará, Primero tenemos al Cabo Doria, luego al Cabo 1º Chazarreta y ultimo el Soldado Avalos, estan esperando que llegue el Medico Britanico para constatar el estado de Salud de los Prisioneros y asi evitar que sean torturados o sufran daño fisico, en minutos llegara el Dr Rick Jolly que incluso fue condecorado por la Nacion Argentina pues fue un Medico Britanico que no hacia distinciones de nacionalidades y se dedicaba a salvar vidas,,,un verdadero Hombre con Mayusculas, muchos Argentinos lo recuerdan con cariño, la segunda foto es elocuente y hay que saberla mirar, el Sargento Nick Van der Bijl ya esta revisando al cabo 1º Chazarreta, primero de espaldas esta el Dr Medico que ya constató el estado de los Prisioneros y como habia dejado en el suelo su ametralladora Sterling el Royal Marine que estaba de guardia le deuelve al Dr su arma, el Sargento Britanico de inteligencia estaba combatiendo en Irlanda del Norte cuando fue convocado a Malvinas por su buen manejo del Español, el interrogatorio fue muy duro pero ningunos de nuestros muchachos abrieron la boca, nadie cantó y gracias a eso los dos puestos mas POA que habia en la zona pudieron uno ser evacuado en Helicoptero el POA Bigua y el otro escapó por tierra, el POA Mike-7 cuando terminan los combates de Darwin,

Los muchachos de las fotos luego son dejados con los demas Prisioneros Argentinos, esta en youtube el video de como era interrogado el Teniente Cruzado piloto de Pucará que lo van a reconocer porque le hacen sacar la ropa y esta flaco pero era oficial, como para ver que la FAA no hacia distinciones de ningun tipo, pero lo veremos mas adelante, es bueno reconocer las fotos pues favorables o no a nosotros forman parte de la Historia y en este caso tienen aún mas valor pues los POAS no cantaron, no delataron a nadie, permanecieron fiel a la Patria aunque fueron sometidos a todo tipo de presiones psicologicas

lunes, 9 de septiembre de 2019

El casco que unió a dos soldados

El casco de guerra que unió a dos soldados

DEF Online



 
Gorzelany posa con su casco. Foto: Francisco Reyes.

Esta semana, Alejandro Gorzelany, veterano de la Guerra de Malvinas, vivió un reencuentro muy emotivo: volvió a tener en sus manos su antiguo casco, el mismo con el que combatió aquel abril de 1982. Por Francisco Reyes.

La cita fue en el Palacio San Martín del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación. Los protagonistas fueron dos ex combatientes de la Guerra de Malvinas, el argentino Alejandro Gorzelany y el británico Edward Goodall. La razón del encuentro: la entrega del casco con el que el soldado argentino clase 63 combatió en 1982 y del sable con el que el británico se unió a la Royal Navy.

El casco con el que Gorzelany combatió en Malvinas fue adquirido por Goodall, quien además de veterano de guerra es coleccionista. Al adquirir el objeto, el miliar inglés descubrió que, en su interior, el casco tenía el nombre del soldado argentino a quién pertenecía y decidió hacer el intento de ponerse en contacto con él a través de la red social Facebook.


Los objetos que Goodall entregó a Gorzelany. Foto: Francisco Reyes.

“Fue sorprendente, porque no tenía realmente pensado que alguien iba a encontrar mi casco, además no recordaba que mi casco tenía nombre”, recordó Gorzelany en diálogo con DEF y agregó: “Cuándo Edward me mandó las fotos del casco y vi mi nombre allí, me emocioné muchísimo porque me di cuenta de que era mi letra”.

Así fue como en octubre pasado el soldado Gorzelany viajó a Plymouth, Gran Bretaña, y el mismo Goodall le hizo entrega del casco. A su vez, le hizo llegar a la embajada argentina en Londres algunos obsequios: su sable de la Royal Navy, una placa y una medalla, que, en esta oportunidad, fueron entregados a Gorzelany en el Palacio San Martín. Familiares del soldado argentino y también camaradas que combatieron junto a él del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea 101 (GADA 101) estuvieron presentes en la ceremonia.

“Esta espada se presenta a mi buen amigo y hermano excombatiente de Malvinas, Alejandro Gorzelany del GADA 101, como símbolo de honor, respeto, amistad y en la celebración de su visita a Plymouth, Inglaterra, del 11 a 13 de octubre de 2018 con su esposa Deborah”. Con estas palabras comienza la placa que le regaló Goodall a Gorzelany y añade: “Treinta y seis años después del final de las hostilidades, este casco que fue retirado del campo de batalla de las Malvinas por un soldado británico es finalmente devuelto al valiente soldado que lo usó durante la Guerra de las Malvinas. De la miseria y el sufrimiento de esa guerra, Dios ha creado un lazo de amistad entre nosotros, nuestras familias y nuestros países. Honor y recuerdos de nuestros muchos amigos valientes que cayeron y no regresaron en 1982”.


(De izq. a der.) Alejandro Gorzelany junto a la subsecretaria de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, embajadora María Teresa kralikas, y el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj. Foto: Gentileza Cancillería.

El acto fue presidido por la subsecretaria de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, embajadora María Teresa Kralikas, acompañada por el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj y autoridades del Ministerio de Defensa, de la embajada británica. También participaron el coronel retirado VGM Jorge Gustavo Zanella, jefe del Departamento Veteranos de Guerra del Ejército, y asociaciones de ex combatientes y familiares de veteranos de la Guerra de Malvinas.

“Dos combatientes que supieron estar uno contra el otro, hoy están uno al lado del otro a través del contacto que establecieron para el intercambio de objetos”, expresó Kralikas. En el mismo sentido, Avruj sostuvo en diálogo con DEF: “Es una ceremonia de mucho significado, todos estos gestos de encuentro entre las personas marcan el camino de la paz, el camino del diálogo, y de entender que por sobre las decisiones de los estados se antepone las historias de las personas, que es lo que siempre tenemos que privilegiar”.

Avruj se refirió también al proceso de identificación de soldados argentinos enterrados en el Cementerio de Darwin de las Islas Malvinas: “Este encuentro a través de elementos, generar una amistad, es tender puentes, tal como lo estamos haciendo con el proceso humanitario, que junto con Gran Bretaña y la Cruz Roja hemos logrado dar tranquilidad y cerrar heridas a 106 familias, esto marca un camino que los argentinos tenemos que valorar, ponderar y copiar, en todos los sentidos de nuestra vida, buscar siempre esos puntos de encuentro, esas cosas que nos unen en el afecto”.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Monte Kent: El cabo Baruzzo defiende a su amigo con cuchillo

Sacó su cuchillo para defender a un compañero en Malvinas y el soldado inglés, en vez de disparar, lo abrazó y le dijo: "The war is over" 

El cabo Roberto Baruzzo quedó solo con su compañero agonizante, a quien protegió contra decenas de ingleses. Con varias heridas encima batalló hasta que se agotaron sus municiones y sacó su cuchillo. El comandante británico, admirado por su valor, decidió perdonarle la vida basándose en un código de honor

Por Joaquín Sánchez Mariño || Infobae


El cabo Roberto Baruzzo en Malvinas, junto a sus compañeros cuando finalizó la guerra y quedó prisionero de los ingleses en Fitz Roy

Largo y ancho campo de nieve. Desde el cielo se ve todo blanco. Todo blanco salvo por una mancha negra pequeña que se va expandiendo conforme brota la sangre del cuello de Echeverría. No está solo, un cabo de 22 años lo abraza y le pide que resista.

El cuerpo de Echeverría recibió cinco disparos y su sangre, que se ve negra al contacto con la nieve, desespera a su compañero. Ya no tienen municiones para defenderse, solo le queda un cuchillo. Un soldado inglés se deja ver, fusil en alto, y comienza a aproximarse. El cabo desenfunda el arma y se pone en posición de pelea. No piensa entregarse. El inglés se acerca un poco más y le toca el brazo con el cañón del fusil. "War is over", le dice, "war is over". Y lo abraza.

Es una madrugada de junio de 1982 y están en las Islas Malvinas, más precisamente en Monte Kent. El nombre del cabo es Roberto Bacilio Baruzzo. Hoy tiene 59 años y vive en Corrientes, provincia de la que es oriundo (más precisamente, del pueblo de Riachuelo). Se casó y tiene dos hijas. Una de ellas se llama Malvina Soledad, como las islas, y la otra Mariana Noemí.

Su historia es una de las tantas historias heroicas de Malvinas, con una salvedad: Baruzzo es uno de los pocos combatientes en recibir la Cruz al Heroico Valor en Combate, máxima condecoración a la que puede aspirar un soldado argentino, junto al Sargento Primero Mateo Sbert, caído en el combate de Top Malo House; el Teniente primero Jorge Vizoso Posse, el Subteniente Juan José Gómez Centurión; el soldado conscripto clase 1962 Oscar Poltronieri; Teniente Ernesto Emilio Espinosa y el Teniente Roberto Estévez.

 
Baruzzo en la Escuela Sargento Cabral donde se recibió en 1979

El reconocimiento a Baruzzo no queda ahí: en su Riachuelo natal tiene una calle con su nombre, y en la ciudad de Corrientes, donde vive, un busto. Sin embargo, su historia sigue siendo desconocida por muchos. No le gusta hablar ni participar demasiado en programas de televisión, aunque alguna vez ha contado su derrotero a Nicolás Kasanzew o en vivo a Alejandro Fantino en Animales Sueltos.

Derrotero que termina (¿termina alguna vez?) en la nieve manchada de negro aquella noche de mediados de junio del '82.

Vamos a esas fechas. Baruzzo está apostado en Monte Kent protegiendo unos helicópteros a la espera de ser trasladado a Darwin. De pronto, un ataque aéreo inglés los sorprende y la esquirla de una bomba que le cae cerca provoca que un alambre le atraviese el brazo. Un capitán da la orden de cargar los soldados en los helicópteros y llevarlos a Darwin, pero le pide a Baruzzo que se quede ahí esperando un enfermero. En su estado, con el brazo destruido, era imposible que mantuviera un combate.

Se repliega y llega hasta Monte Harriet junto a otro regimiento que se se dirige hacia ahí. Tiene el brazo cada vez más hinchado, pero resiste.

 
La guerra dejó 649 muertos argentinos, 255 soldados británicos y 3 civiles (Foto: Telam / Román von Eckstein).

Cuando llegan a Monte Harriet, los ingleses atacan otra vez. Los soldados corren para todos lados y él los sigue. El cielo se prende y apaga con los destellos de las municiones. Se genera un descontrol. En medio de la retirada, algunos soldados caen al suelo, Baruzzo entre ellos. Un camarada le pisa el brazo y le revienta la herida. El cabo se levanta como puede y va hasta la enfermería, necesita parar el dolor de algún modo. No hay nadie, ningún médico, pero encuentra un frasco de penicilina en polvo. Sin saber cómo se usa (se suele inyectar mezclado con una solución), se tira ese polvo directamente sobre la herida. Arde, al principio, pero con los minutos siente que comienza a sanar (más tarde, volverá a tratarse la herida con azúcar porque en algún lugar leyó que eso servía).

Cesa el ataque, por unas horas. Esa misma noche comienzan nuevamente los bombardeos. Los soldados, protegidos en las trincheras, comienzan a salir a la intemperie conforme las bombas derrumban sus pozos.

En medio del ataque, Baruzzo ve a un amigo herido. Es Jorge Echeverría, su superior. Tiene varios tiros en el cuerpo y está rodeado de soldados ingleses, que le disparan desde todos los ángulos.

Baruzzo derriba a un soldado inglés y le roba su fusil -mejor que el propio- y su visor nocturno. Con esos dos elementos se dispone a proteger a su camarada. Se pone el visor y es entonces cuando siente miedo por primera vez. En medio de la noche más cerrada, en medio de la oscuridad más negra que vio nunca, descubre que con el visor se ve todo a la perfección, y distingue a los soldados ingleses de los argentinos, que caen uno atrás del otro. "Así nos ven", piensa, y se da cuenta de la desventaja.

Levanta entonces el fusil y comienza a cubrir a Echeverría, que para ese entonces ya tiene cinco impactos de bala. "Agarré y le maté a uno primero", cuenta Baruzzo. "Después apareció otro y le maté al otro. Y de golpe del otro lado me empiezan a tirar con municiones trazantes… no me mataron porque tengo un Dios aparte. Ahí vi que Jorge le dispara al que me ataca y lo pega. Entonces yo aprovecho y salto y agarro de la chaquetilla a Jorge y lo llevo atrás de una piedra. Pero el problema es que éramos dos, y la piedra para dos no era…".

Su compañero intenta pararse pero no lo logra. Le dice que no siente el cuerpo. Baruzzo lo apoya contra una piedra y con su cuchillo le abre el pantalón para curarlo. "Tenía todo negro", recuerda el entonces Cabo. "Ahí vi los orificios de los tiros. Le saqué el cordón de la chaquetilla, le até la pierna, le hice el primer torniquete y lo empecé a arrastrar de la chaqueta".
Después siguió defendiéndose de las balacera inglesa y derribando enemigos con el Fal 762 del que se había apropiado.

 
El cabo de 22 años llegó a Malvinas con el Regimiento 12 de Infantería de Mercedes

Estaban rodeados de neblina, se veía poco. Baruzzo ya no sabía si era la bruma natural de la isla o una humareda formada por los tiros. Sin importarle, avanzó con su compañero a cuestas a través de la nieve. En un momento se les cruza una silueta que empieza a disparar. "Las balas se me vinieron encima, pero las ligó Jorge… Entonces yo disparé, lo puse fuera de combate a ese tipo, y ahí Jorge se desplomó", recuerda Baruzzo.

Le pidió agua, Baruzzo sacó su botella de whisky y le convidó, como quien le ofrece el último trago a alguien que se despide. "Se moría. Estaba hecho un colador. Pero tenía una paz… Tenía todo lo que a mí me faltaba", recuerda Baruzzo.

Echeverría le dice que ya está, que lo deje morir. "Por favor, abandoname, escapate vos que podés", le pide. Baruzzo no sabe si va a poder escaparse, pero sí sabe que si lo abandona y logra salir vivo, no se lo va a perdonar nunca. "Era de una cobardía total", dice.

Echeverría insiste: lo agarra de la chaqueta y le dice: "Robertito, dejame, te lo pido por favor". Baruzzo se quiebra. Pone su cabeza en el pecho de su compañero y se echa a llorar desconsoladamente, un llanto sonoro, un llanto de joven militar de 22 años que acaba de matar y ve morir a su amigo y sabe que también morirá él. Un llanto largo y entregado, desprovisto ya de toda melancolía y esperanza. Desprovisto de miedo, miedo jamás.

 
El encuentro de Roberto Baruzzo y Jorge Echeverría

La mancha de sangre se empieza a expandir sobre la nieve blanca. "Ese hombre me transmitía paz. Era mi jefe, el jefe que yo siempre soñé tener. Si me mataban iba a ser una muerte realmente digna", rememora.

Están solos ya, nadie alrededor queda en pie. Parado en medio de la nada y cubierto de lágrimas, se queda sin municiones. Se pone el visor nocturno y comienza a mirar cómo a su alrededor las figuras inglesas se desplazan en grupos hasta rodearlos. Pirañas en medio de una isla dispuestas a terminar con ellos.

"Yo sabía que el modo de avanzar de los ingleses era por escalones, una formación atrás de otra cubriéndose mutuamente. Lo que no sabía era cuántos escalones había", recuerda.

Es en ese momento cuando Baruzzo asume que lo van a matar. Saca su cuchillo y se pone en señal de pelea, todavía llorando. "Vamos a ver cómo morimos", se dice, "vamos a ver cómo morimos". Y levanta el cuchillo.

Entonces le aparece casi encima la silueta del primer inglés. Baruzzo se queda duro, en blanco. El hombre se acerca un poco más. También tiene visor nocturno y está armado. En medio de esa oscuridad, los dos hombres se están viendo: son una figura verde claro proyectada en una pantalla pequeña delante de los ojos, como si fuera un juego de realidad virtual.

 
Roberto Baruzzo recibió la Cuz al Heroico Valor en Combate

A Baruzzo le parece extraño que no lo hayan liquidado todavía, un tiro a distancia y listo, no se requería de mucho. Sin embargo… el inglés se acerca cada vez más hasta ponerse al lado del argentino que tiene el cuchillo en la mano.

Lo primero que sintió fue el cañón del fusil sobre el brazo. Dos pequeños golpes indicándole que se desarme. Soltó el cuchillo y un segundo después se dejaron ver cuatro o cinco ingleses más. El primero de ellos baja su arma y lo pronuncia: "War is over". La guerra terminó. Se acerca al argentino y lo abraza.

"Sigue siendo mi enemigo y lo van a ser siempre. Yo no me abrazo con ningún inglés, no quiero saber nada con ellos. Pero en ese abrazo sentí como si fuera mi padre, y me eché a llorar en sus brazos… Así es, apretado contra él me eché a llorar", recuerda Baruzzo.

A su lado, su compañero se estaba muriendo desangrado.

El inglés le dijo "Ok Argentino", tomó su cuchillo ensangrentado, lo limpió en su pantalón, y le habló a sus compañeros. Todos ellos se acercaron y palmearon a Baruzzo. Le habían perdonado la vida.

Jorge Echeverría no tenía ninguna posibilidad de salir vivo de ahí. Aún así, lo subieron a un helicóptero británico y lo mandaron al buque hospital británico HMS Uganda. Lo atendieron y le salvaron la vida. Hoy vive con su mujer y sus dos hijas en Tucumán. Se considera un hermano de camarada, a quien le debe la vida.

 
Junto a su familia en Corrientes. ” Me gustaría que se resalten el valor y el heroísmo de mis soldados que murieron en Malvinas. También quiero que se cuente el honor y la valentía de Jorge Agustín Echeverría, el oficial del Regimiento Cuatro. Él fue para mi un ejemplo en pleno combate”, pidió

Al día siguiente de esa noche lo ingleses le pidieron al cabo Roberto Bacilio Baruzzo que recogiera los cuerpos de los muertos que él mismo había matado. Eran muchos. Mientras lo hacía, se le acercó otro inglés y le dijo: "Tuviste suerte, nuestro jefe maneja un código de honor: al que se lo encuentra en el campo enemigo combatiendo por un camarada se le perdona la vida".

Cuando se terminó esta nota, Roberto Baruzzo realizó un único pedido, sin condicionamientos, y con el tono cálido y humilde típico de los correntinos: "Más que mis misiones, me gustaría que se resalte el valor y el heroísmo de mis soldados que murieron en Malvinas. También quiero que se cuente el honor y la valentía de Jorge Agustín Echeverría, el oficial del Regimiento Cuatro. Él fue para mi un ejemplo en pleno combate, porque yo le hice los primeros auxilios en medio de millones de balas trazantes, y gracias a Dios pudo salvar su vida. Lo que yo hice fue solo aportar mi granito de arena, porque así lo quiso Dios y la patria".

jueves, 5 de septiembre de 2019

Historia: Unas islas muy disputadas

Islas en disputa - Las muchas batallas por las Islas Malvinas

Military History Now


La batalla de las Islas Malvinas de 1914.

Una flotilla de buques de guerra, con varios cientos de tropas, es enviada desde Argentina. El objetivo es expulsar a todos y cada uno de los habitantes británicos de las disputadas Islas Malvinas, que se encuentran a 300 millas de la costa este de Sudamérica. Las islas deben ser tomadas, incluso si eso significa guerra.

Si bien esto se parece mucho a los eventos que precipitaron el conflicto de 1982 entre el Reino Unido y la junta militar que gobernaba Argentina en ese momento, en realidad son los movimientos de apertura del poco conocido Falklands Affair de 1770, una crisis internacional que casi llega a su fin. provocó una guerra europea entre Gran Bretaña y España en 1770.

Historia de las Malvinas

Si bien se pensaba que los nativos de la Patagonia habían visitado las Malvinas en siglos anteriores (esto se discute, vea los comentarios a continuación), fue un marino holandés quien fue el primer europeo en explorar el pequeño archipiélago rocoso en 1600. Sebald De Weert fue nombrado el pequeño grupo de Islas para sí mismo - él las llamó los Sebalds.

Noventa años después, el capitán de un barco inglés llamado The Welfare buscaría refugio de las tormentas en el sonido entre las dos islas más grandes de la cadena. Nombró las tranquilas aguas entre las masas de tierra en honor al jefe del Almirantazgo de la época, el vizconde de Falkland. Las propias islas pronto se dieron a conocer a los británicos como las Malvinas.

Ningún europeo habitaría en las Malvinas hasta que un héroe militar de Francia llamado Louis Antoine de Bougainville estableció una colonia allí en 1764. Tras la derrota de su país en América del Norte en la Guerra de la India francesa, Bougainville supervisó el asentamiento de Port Louis en Gran Malvina. El año siguiente, ajeno a la pequeña colonia francesa que ya estaba en su lugar, los británicos construyeron su propia base en la isla Soledad, llamada Port Egmont, y emitieron un reclamo a toda la cadena de islas para el Rey George.


Se construye la crisis

En 1767, los franceses transfirieron el control de Port Louis a España, que le cambió el nombre a Puerto Soledad. Los españoles administraron el asentamiento desde su sede del poder colonial en Buenos Aires. Casi inmediatamente, España reclamó a toda la cadena y ordenó a los británicos que se retiraran. Los británicos recíprocamente exigieron a España que se marchara. Aislados y lejos de las aguas del hogar, los británicos tenían pocos recursos para presionar sus demandas; Los españoles, por su parte, reunieron una fuerza de invasión de 1400 hombres y cinco buques de guerra: Industria, Santa Bárbara, Santa Catalina, Santa Rosa y Andaluz. Un coronel con el nombre de Don Antonio Gutiérrez fue colocado al mando de la fuerza y ​​la expedición se estableció a fines de mayo de 1770. Para el 10 de junio, llegó a las aguas de Port Egmont.

Disparos

El comandante británico, George Farmer, y su pequeña sección de revestimientos habían fortificado la base con una casa de bloques de madera y una batería de ocho libras de 12 libras, pero no fue suficiente cuando los españoles aterrizaron inesperadamente sus soldados en la isla. La guarnición británica intercambió disparos con las tropas españolas que marcharon en el asentamiento. Los españoles devolvieron el fuego. Reconociendo que su pobre guarnición era superada en número, Farmer se rindió a la base. Dentro de tres semanas, la guarnición británica y los colonos civiles fueron cargados en barcos y enviados a casa a Inglaterra.

Miedo a la guerra

Las noticias del ataque incendiaron la opinión pública británica y vieron a Londres muy cerca de declarar la guerra a España. Las hostilidades abiertas podrían muy bien haber seguido, si no fuera por la negativa de Francia a respaldar a España. Después de haber concluido recientemente la larga y costosa Guerra de los Siete Años con Gran Bretaña, la corona francesa estaba ansiosa por evitar más peleas con su enemigo a través del Canal. España se vio obligada a tragarse su orgullo y pedir disculpas a Londres, declarando que el gobernador de Buenos Aires se había mudado a las Malvinas sin órdenes de su país. Para 1772, la Union Jack estaba volando una vez más sobre Port Egmont en la Gran Malvina, pero los españoles mantuvieron el control de la isla oriental.

Gran Bretaña retiró sus fuerzas dos años después. Todo lo que quedaba de la presencia anglosajona era una pequeña placa de metal que declaraba a las Islas Malvinas como propiedad del Reino Unido. España retiró su guarnición de las islas en 1806. Un marcador en su lado del archipiélago anunció el reclamo de España a toda la cadena.

Las islas fueron bastante por décadas, pero esa no sería la última vez que las Malvinas aparecerían en las páginas de la historia.
  • En 1820, un corsario estadounidense llamado David Jewett buscó refugio para reparar su heroína dañada en las Malvinas. Con licencia del gobierno de los recién independientes Estados Unidos de América del Sur, que luego se convertiría en Argentina, Jewett reclamó las islas para sus empleadores en Buenos Aires. Fue un evento que tendría terribles consecuencias 162 años después.
  • En 1828, un comerciante de 36 años de Hamburgo llamado Louis Vernet establecería un puesto de pesca comercial, caza de focas y ganado en el lado este de las Malvinas. El gobierno de Argentina, emocionado ante la perspectiva de colonos no británicos que ocupaban las islas, nombró a Vernet como gobernador. Pero el comerciante siempre astuto también obtuvo la aprobación de Londres para instalarse en las islas remotas. Los británicos estaban igualmente felices de ver que las islas se desarrollaron y asentaron. En 1831, Vernet se apoderó de tres barcos pesqueros estadounidenses por sobrepasar una cuota de sellado que él mismo impuso para las islas. Vernet arrestó a uno de los patrones estadounidenses y lo acompañó a Buenos Aires para ser juzgado. En su ausencia, el buque de guerra Lexington de los Estados Unidos atacó el asentamiento y arrestó a siete administradores por cargos de piratería. Al encontrar solo a colonos empobrecidos y mal alimentados, el comandante de la expedición estadounidense ordenó a sus marineros e infantes de marina que retiraran a los habitantes y los devolvieran a Sudamérica.
  • Después de años de estar vacío, el ejército británico volvió a ocupar las islas en 1840, estableciendo una instalación portuaria para el transporte transoceánico. Se convertiría en un punto de referencia vital para la Royal Navy durante las próximas décadas.
  • La guerra volvería a las aguas cercanas a las Malvinas en 1914, cuando la Flota Asiática Imperial de Kaiser llegó a las islas en diciembre para apoderarse y destruir las instalaciones portuarias británicas allí. Cuando los cruceros alemanes Scharnhorst, Gneisenau, Nurnburg, Dresden y Leipzig, junto con tres embarcaciones de apoyo se acercaron a Port Stanley, los barcos de la Royal Navy tendidos a la espera emboscaron a los asaltantes. Los acorazados Invincible e Inflexible junto con los cruceros Cornwall, Kent y Carnavon y los cruceros ligeros Bristol y Glasgow atacaron a la flota alemana, hundiendo a todos los cruceros enemigos y dos de las naves de apoyo. Cerca de 2.000 alemanes murieron en la batalla, incluido el almirante Maximilian von Spee. Fue un desastre absoluto para el Kaiser. Las bajas británicas fueron sorprendentemente ligeras: no se perdieron barcos, 10 marineros murieron.
  • Durante la década de 1960, Argentina comenzó a presionar su reclamo histórico a las Islas Falkland, a las que llama Las Malvinas. Esperando en vano buscar alguna forma o reparación en las Naciones Unidas, las relaciones entre Buenos Aires y Londres se tornaron tormentosas a lo largo de los años setenta. En 1982, la dictadura militar de Argentina trató de distraer a los ciudadanos del empeoramiento de la situación económica doméstica al tomar las islas. El movimiento llevó a una guerra con Gran Bretaña que costó la vida a casi 1000 personas. Las tensiones persisten entre los dos países sobre las islas.
  • En enero de este año, el primer ministro británico, David Cameron, aseguró a los votantes que su país lucharía para aferrarse a las Islas Malvinas. El presidente argentino ha acusado a Londres de colonialismo.

martes, 3 de septiembre de 2019

El misterio de las palomas

El misterio de las palomas




Todo Villa Mercedes 

 El pasado domingo, la V Brigada Aérea inauguró un mural alusivo a nuestra historia, teniendo como eje central la epopeya vivida por los pilotos argentinos en la Guerra de Malvinas; una alegoría en la que también se vislumbran hitos como la campaña liderada por el general José de San Martín. La obra fue realizada por el artista plástico Carlos Gómez, producida por el músico y escritor Mario Fernando Benedetti. Al finalizar la ceremonia, algo curioso sucedió, pero es mejor conocer dicho episodio a través del ensayo que redactó con mucha emoción y poesía una amiga de la página. Aquí compartimos su texto.




Sandra Aubert

Esta historia se trata de volar, o mejor dicho de nunca dejar de volar. Ocurrió en mi ciudad, que solo representa un punto en el planisferio, pero desde ese día se convirtió en la poseedora de un misterio, el cual se guardará como un tesoro entre nosotros, porque es nuestro, por que sucedió acá, porque fuimos los elegidos.

Con un orgullo monstruoso se lo contaremos a nuestros hijos, a nietos y a amigos que viven lejos. Será tema de debate en cenas, productora de miles de hipótesis, llamará la atención de la ciencia, nos hará acercarnos más a Dios, nos hará sentir chiquitos pero, sobre todo, no nos dejará olvidar. ¿Por qué lo escribo? Y la respuesta es porque no quiero que se borre de mi memoria. No me perdonaría que se pierdan los detalles y menos que mis hijos no se lo cuenten a sus hijos; esto es parte de nuestra historia.

 

Sucedió en un acto en la V Brigada Aérea, se descubrió un mural que recuerda a los pilotos caídos en Malvinas. Nos trae al presente que nosotros le donamos vida a esa guerra, le entregamos almas, se derramó nuestra sangre en un territorio usurpado. Madres todavía lloran a sus hijos, algunos argentinos sueñan con volver a ver a sus padres, hay amigos que todavía esperan a su héroe con un asado. Fueron a defender nuestros derechos, olvidándose de sus derechos esenciales, como es el vivir.

 

La ciencia dice que ellos no van a volver, porque alguien decidió que debían quedarse allá, esperándonos para nuevamente izar nuestra bandera. Pero ella todavía no puede explicar por qué pasó lo que pasó. En el momento de soltar a las palomas mensajeras, ellas decidieron no volar, o no por lo menos con sus alas. Eligieron posarse en el A4B y quedarse allí, acurrucadas, enamoradas, cegadas por esa pasión. Dejaron su hogar, adoptaron el avión, no tienen ninguna intención de volver al palomar donde tienen alimento, sus familias y seguridad. Se quedaron custodiándolo, lo abrazan, le cantan y ellas llaman la atención de todo el que pasa. El avión intenta mimetizarse con sus colores, eso le enseñaron, a atacar desde donde no se es visto. En cambio ellas están empecinadas en brillar sobre él con su blancura, para delatarlo ante los ojos de todos. Les dije que esta historia se trataba de no olvidar, creo que me apresuré, esta es una historia de amor. Quizás ellas nueve, son los nueve pilotos caídos en combate, o no. Probablemente exista otra explicación, yo elijo está, adoro las historias con final feliz. Porque lo cierto es que siempre, pero siempre y pase lo que pase, se vuelve al primer amor.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Emboscada en Top Malo: Espinosa, el héroe sin tumba

Héroe argentino de guerra sin tumba

Historia tristemente conocida, aunque Londres y Buenos Aires la ignoran





(ANSA) - A 37 años de la guerra de las Islas Malvinas, un héroe argentino muerto en combate y que entregó la vida por sus camaradas, sigue sin su tumba de guerra.
Se trata del teniente y comando Ernesto Emilio Espinosa, cuyos restos se encontrarían carbonizados por el enfrentamiento con sus pares ingleses del Cuadro de Guerra para Montaña y el Ártico al mando del capitán Red Boswell, ocurrido el 31 de mayo de 1982, en una zona conocida como Top Malo House, Isla Soledad, que hoy es propiedad privada de una familia. "En principio creíamos que es el único argentino que combatió en el conflicto armado contra el Reino Unido de 1982 que no tiene tumba, pero podría haber otros, en los montes de combate cercanos a Puerto Argentino", reveló a ANSA Marisa Bisceglia, periodista e investigadora nacida en un pequeño pueblo italiano, Pratella, autora del libro "Cartas de amor y coraje", sobre otro héroe de Malvinas, el teniente Roberto Néstor Estévez.

"Que Espinosa no tenga tumba infringe la Convención de Ginebra de 1949 al tanto el Reino Unido como Argentina y que en su artículo 17 dice que 'las partes en conflicto velarán porque se entierre a los muertos honrosamente y que sus tumbas sean respetadas, agrupadas convenientemente atendidas y marcadas de modo que siempre puedan ser encontradas'", enfatizó Bisceglia.
La investigadora recordó que al momento de su muerte, Espinosa tenía 25 años, estaba casado con Graciela y era padre de dos pequeñas niñas.
También contó a ANSA los detalles de sus últimas horas.


El desolador paisaje de las Islas Malvinas donde perdió la vida un héroe argentino aún sin tumba (foto: Foto gentileza Marisa Bisceglia) 

Espinosa integraba la primera sección de la Compañía de Comandos 602, que con un agregado de la 601 tenía la misión de avanzar unos 40 kilómetros por delante de la primera línea argentina para informar sobre movimientos británicos. "Recién llegados a Malvinas y con escasos datos sobre la ubicación del enemigo, el capitán José Vercesi y sus doce hombres -entre ellos Espinosa- partieron de Puerto Argentino el 29 de mayo de 1982 a bordo de dos helicópteros Bell UH-1h, para arribar a la posición que le habían ordenado", detalló la investigadora italiana. Fue un vuelo a ras del suelo y esquivar los radares británicos hasta llegar al Monte Simons. "No lo sabían, pero en medio de la bruma y el frío congelante, a poca distancia estaba el cuartel del general británico Julian Thompson, quien al detectar sus presencias dio la orden de 'aniquilar al enemigo'", prosiguió.
A los tres días y tras pasar datos de la posición británica debían ser recuperados por sus compañeros. Vercesi decidió guarecer a sus hombres en un puesto ovejero, un rústico galpón de madera y chapas de dos plantas. Tras la noche, aún en la oscuridad de la madrugada, escucharon los inconfundibles rotores de helicópteros, podían ser los argentinos que llegaban a rescatarlos o los enemigos británicos para atacarlos.
Espinosa, que custodiaba desde el primer piso con su FAL de mira telescópica alertó la posibilidad de un avance británico, y acertó. Le indicaron que se retirara pero se negó. "Yo me quedo, acá tengo más campo de tiro", dijo según cuentan sus compañeros, entrevistados por Bisceglia.
Los argentinos sólo contaban con fusiles FAL y granadas de mano contra el sofisticado armamento de los británicos, con lanzacohetes portátiles y fusiles lanza granadas.



Cuentan que una granada mató a Espinosa, pero que sus disparos, su espíritu de cuerpo y heroicidad facilitó a sus compañeros, los minutos necesarios para dejar el galpón antes de que se incendiara.
Pese a la desventaja sorprendieron a los británicos porque lucharon con ferocidad durante media hora, y se entregaron, tras una baja de dos muertos y seis heridos. Finalizado el combate, Vercesi pidió ir a buscar a Espinosa, pero el capitán británico Rod Boswell le dijo que no tenía sentido.
En febrero de 2011, el hoy teniente coronel (R) Vercesi y la investigadora Bisceglia presentaron al gobernador de las Islas Malvinas, Nigel Haywood, una nota donde pedían por los restos de Espinosa, y el sargento Mateo Sbert, aunque éste último seria localizado en el cementerio de Darwin, hace pocos meses atrás, pero siempre invocando el Convenio de Ginebra. También hicieron el mismo reclamo ante la Cancillería y el Ministerio de Defensa de Argentina. La respuesta del gobernador británico llegó a través de un e-mail que su secretario, Rhalp Jones, envió a Bisceglia, donde le escribe que "todos los restos humanos (argentinos) fueron retirados y sepultados en el cementerio de Darwin" y que "no hay registro de que éste no fuera el caso" de Espinosa. También dijeron, recordó Bisceglia, que la legislación de las Islas Malvinas "no contiene ninguna disposición que permita designar a la Casa Top Malo como sitio protegido, ni a través de una ley de protección de las islas Falklands ni por aplicación de legislación británica".
Incluso el periodista, sociólogo y antropólogo británico, Nicholas Tozer, hijo de padre inglés y madre argentina, el 16 de marzo de 1999, cuando visitó las ruinas de la casa, realizó un informe detallado del lugar que envió al Foreing Office, pero nunca obtuvo una respuesta.
"Habiendo visitado los restos de Top Malo House, está claro que el rancho de madera y lata y sus contenidos fueron arrasados por el fuego como consecuencia de los disparos contra el edificio. Espinosa yace en Top Malo", asegura Bisceglia.
En octubre de 2018, el periodista argentino Agustín Vázquez, sirvió de contacto entre Bisceglia y el entonces capitán de los comandos ingleses, Red Boswell, quien confirmó todos los datos en una amable aunque fría respuesta epistolar.
El gobierno argentino y el británico no respondieron al reclamo de Bisceglia. El héroe Espinosa sigue sin tumba. (ANSA).

viernes, 30 de agosto de 2019

Malvinas y el eterno objetivo de volver (a cualquier costo)

Las Malvinas: “Las llaves de los mares del sur”





El 2 de abril de 1982, la Argentina tomó posesión de las Islas Malvinas, territorio usurpado por los ingleses en 1833. La ocupación dio comienzo a una guerra que concluiría dos meses más tarde -el 14 de junio de 1982- con más de 650 muertos del lado argentino y más de 250 muertos, de las fuerzas armadas inglesas. Argentina perdió la guerra, pero sigue reclamando por vías diplomáticas los legítimos derechos sobre el territorio usurpado por la fuerza.

En octubre de 1829, el gobernador de Buenos Aires Juan José Viamonte había prohibido sin éxito la pesca y captura de ballenas, porque el gobernador de las islas no tenía barcos ni elementos para hacer cumplir la reglamentación. Dos años después, Juan Manuel de Rosas reemplazó esta reglamentación por un impuesto a los buques pesqueros, pero tampoco esta vez logró efectivizarse la ley.
Ante el incremento de la pesca y la caza indiscriminada, el gobernador de las islas Luis Vernet resolvió apresar a tres balleneros norteamericanos que cargaban pieles de foca sin permiso. El 28 de diciembre de 1831, el capitán Silas Duncan, de la fragata estadounidense Lexington, desembarcó en Puerto Soledad, atacó sus instalaciones, destrozó la artillería, quemó la pólvora y tomó prisioneros a seis oficiales argentinos.

El gobierno de Buenos Aires reaccionó enérgicamente y Rosas le pidió al ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aires, Manuel Vicente Maza, que presentara una protesta formal ante Washington. El cónsul yanqui, Slacum y el encargado de negocios Bayles fueron declarados personas no gratas y expulsados del país. Pero antes de partir, avisaron al ministro inglés que las islas estaban desguarnecidas invitando a los hijos de Su Graciosa Majestad a invadir las islas.
El 2 de enero de 1833 se presentó en Malvinas la corbeta inglesa Clio cuyo comandante, el capitán John James Onslow, expulsó por la fuerza a las tropas argentinas. El 15 de enero el ministro Maza reclamó por el atropello ante el ministro inglés, Philip Gore.
Desde entonces, nuestro país ha reclamado el reconocimiento de los legítimos derechos sobre ese territorio. La guerra iniciada en 1982 fue el manotazo de ahogado que la dictadura agonizante, intentó dar a fin de perpetuarse en el poder. Reproducimos a continuación diversos testimonios recogidos por Fermín Chávez en la revista Crisis, publicada en 1975.
Los testimonios registran desde la toma de posesión por parte de España en el siglo XVIII, hasta las opiniones de José Hernández y Domingo Faustino Sarmiento, pasando por el decreto de Martín Rodríguez sobre la organización política en “las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico”, la posesión pública en nombre del gobierno de Buenos Aires, una denuncia de las pretensiones inglesas realizada por Manuel Moreno casi un año antes de la usurpación, una entrada de la enciclopedia británica sosteniendo que las islas “son esencialmente una parte de la Patagonia” y otros testimonios.
Fuente: Fermín Chávez, Revista Crisis, 1975.

Francia devuelve puerto Luis, 1767

“Toma de posesión de nuestro establecimiento de las Malvinas por los españoles. El 1º de abril entregué nuestro establecimiento a los españoles que tomaron posesión de él enarbolando la bandera de España, que desde tierra y desde los navíos saludaron con veintiún cañonazos a la salida y a la puesta del sol.”
Louis-Antoine de Bougainville 1

El consejo de Vértiz al rey

“¿Qué más da decir que Vértiz aconsejó el abandono de las Malvinas y que Floridablanca se opuso, como revelan los papeles de Simancas? ¿Y qué agregaría exponer cómo ciertas reparticiones públicas argentinas aconsejaron lo mismo, con respecto de las Oreadas, y que Yrigoyen, en su primera presidencia (1916-1922), ordenó perentoriamente la permanencia de la base?”
Diego Luis Molinari 2

David Jewett, ejercicio de soberanía

“Tal era la situación jurídica cuando la Argentina, después de declarar su independencia, vuelve a ocupar las Malvinas. El 6 de noviembre de 1820 David Jewett, comandante de la Heroína, tomó posesión de las islas en nombre del gobierno de las Provincias Unidas de Sudamérica.”
Ricardo Zorraquín Becú 3

Jewett entra en Puerto Soledad, 1820

“En esta situación entré en la bahía de este puerto el 27 de octubre, al cerrarse el día. No pudiendo alcanzar el puerto, y hallando el paraje propio para echar ancla, mandé que se efectuase, estando entonces a cosa de diez millas del antiguo pueblo de la Soledad. Al día siguiente, pasé en el bote a explorar qué recursos nos ofreciese este lugar, como única esperanza de salvar de una disolución inmediata, puedo decir, a los sobrevivientes de las desgracias que, por la mala calidad y escasez de los víveres, y la falta total de legumbres y de carne fresca, se hallaban reducidos al borde de la desesperación.”
David Jewett 4

Ejercicio de dominio en Islas Malvinas

Buenos Aires, junio 10 de 1829.
“(…) el gobierno ha acordado y decreta:
Art. 1. — Las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico serán regidas por un comandante político y militar, nombrado inmediatamente por el gobierno de la República.
Art. 2. — La residencia del comandante político y militar será en la Isla de la Soledad, y en ella se establecerá una batería, bajo el pabellón de la República.

Art. 3. — El comandante político y militar hará observar por la población de dichas islas las leyes de la República, y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios.”
Martin Rodríguez 5

Del diario de Luis Vernet

“Domingo 30 de agosto de 1829. Buen tiempo, con algunos chubasquitos de agua. Neblina por la mañana temprano y luego claro, y después volvió a nublar y a llover un poco. Viento N.E. Pusimos la bandera de la patria y tiramos veintiún cañonazos, y tomamos posesión públicamente, y en nombre del gobierno de Buenos Aires, de esta isla.”
Luis Vernet 6

Del diario de la señora Vernet

“Puerto de la Soledad. Domingo 30 de agosto de 1829. Muy buen día de Santa Rosa de Lima (Patrona de América), y por lo que determinó Vernet tomar hoy posesión de las islas en nombre del gobierno de Buenos Aires. A las 12 se reunieron los habitantes. Se enarboló la bandera nacional, a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos. Repitiéndose sin cesar: ‘¡Viva la Patria!’. Puse a cada uno en el sombrero cintas de los dos colores que distinguen a nuestra bandera.”
María Sáez de Vernet 7

Se prepara el asalto

“Hace algún tiempo hablamos del derecho que reclama el gobierno de Buenos Aires a las islas Malvinas, y por avisos recientes parece que se persiste en esta pretensión. Un buque de tránsito llamado el Superior, que tocó en Puerto Luis por víveres, fue tomado por Vernet, que se titula gobernador; la tripulación fue puesta en arresto, tratada con mucha inhumanidad y dejada con muy pocos víveres para subsistir. Al fin, fue remitida al Río de Janeiro. Una embarcación armada salió también de Puerto Luis en persecución de otro buque que se decía hallarse en otras islas. El gobierno americano está dispuesto a poner término a estos ultrajes.”
Morning Herald, Londres, 2-2-1832 8

Objeto del complot

“El objeto de aquel complot se dirige a que el gobierno inglés reclame la soberanía y posesión de aquellas islas; obtenido lo cual, sea o no con el consentimiento del gobierno de la República, a que evidentemente pertenecen, esperan en calidad de ingleses dividirse grandes mercedes, especular sobre la venta de terrenos a unas segundas manos y, en fin, desalojar al Sr. Vernet y sus colonos.”
Manuel Moreno, 25-2-1832 9

Un míster Thwaites

“Luego que empezaron a verse las ventajas con que se había establecido el Sr. Vernet, en una de ellas con permiso y autorización del gobierno de la República; luego que se tocaron los provechos que se derivaban del ganado que existe en ellas; que se demostró la aptitud a la agricultura de un clima propio y saludable (…), se formó un complot entre algunos ingleses residentes en Buenos Aires, a cuya cabeza, o al menos como agente, según demostraré, se ha puesto un Mr. Thwaites, hermano de uno de los propietarios del Morning Herald, que hace tiempo existe en Buenos Aires con poca fortuna…”
Manuel Moreno, 25-2-1832 10

La intriga urdida en Londres

“Por una persona de confianza que he hecho acercar a los dueños del Morning Herald me he confirmado en los detalles de esta intriga que tengo antes manifestado.”
Manuel Moreno, 21-3-1832 11

Carne con cuero en las Malvinas

“Era admirable contemplar la destreza con que el gaucho se movía ágilmente detrás de la bestia hasta que al fin logró darle un corte fatal en el principal tendón de la pata trasera… Cortó varios trozos de carne, con piel y todo, pero sin hueso, en cantidad suficiente para nuestra expedición. Entonces marchamos a caballo al sitio en que habíamos de dormir y tuvimos de cena ‘carne con cuero’, esto es, carne asada con su piel. Es un bocado tan superior a la carne de vaca ordinaria como el venado lo es al cordero. Se puso encima de las brasas un gran trozo circular sacado del cuarto trasero, con el pellejo hacia abajo, en forma de plato, de suerte que no perdió nada de la sustancia.”
Charles Darwin, 1833-3412

Los objetivos británicos

“Pero, ¿la protesta es suficiente por sí sola para producir la restitución?… de ningún modo. Tenemos que suponer que la Inglaterra ha sido impulsada a este paso por vastas miras de un inmenso interés; y éstas son cabalmente las que a la república conviene balancear y cruzar.
“(…) Si no me equivoco, dos son los motivos primordiales de aquella conducta; el primero: apoderarse de un punto de observación importante sobre el segundo canal para el comercio del mundo con los establecimientos de la India, y con la Gran China. Esta situación facilita a la Inglaterra una ventaja decisiva sobre las demás naciones después de ser dueña como lo es del Cabo de Buena Esperanza.
“(…) El segundo es: tomar las llaves de los mares del Sur para hacerse señora del comercio del pacífico.”
Tomás Guido. 21-1-1833 13

Retomar las Malvinas

“Yo me atrevo a indicar como el mejor modo, el más pronto y que ahorraría tiempo, gastos y los incalculables males de una guerra formal, a la par, que no haríamos sino poner en ejercicio la reivindicación de nuestra soberanía, y es retomar las Malvinas. Este proyecto exige rapidez en su ejecución. Con aprestar en quince días, si fuese posible, dos buques de fuerza y dos transportes con quinientos hombres, bien provistos de pertrechos de guerra, guardar un sigilo impenetrable de su objeto, y despacharlo con pliego cerrado, para que se abra en determinada altura, y se obre con arreglo a las “instrucciones’, producirá el inapreciado resultado de recuperar y fortificar las Malvinas.”
José Francisco de Ugarteche, 28-1-1833 14

Son una parte de la Patagonia

“Las islas Falkland son esencialmente una parte de la Patagonia, con la cual se hallan unidas por una elevada plataforma submarina.”
Encyclopadia Britannica 15

Derechos perfectos

“Perseverantemente atiende el gobierno los incontestables derechos perfectos de la República al territorio de las Malvinas.”
Juan Manuel de Rosas, 1845 16

Incontestables derechos

“Invariablemente sostiene el gobierno de la Confederación los incontestables derechos de la República al territorio de las islas Malvinas.”
Juan Manuel de Rosas. 1848 17

Programa de exámenes

El programa de exámenes del Federal de Niñas incluye el tema “Confederación Argentina, 17 Provincias, Tarija, Paraguay, las islas Malvinas y Patagones que los Geógrafos Europeos segregan indebidamente del territorio de la Provincia de de Buenos Aires”.
La Gaceta Mercantil, 1847 18

Colegio republicano federal

“Estos exámenes son públicos: tienen lugar anualmente durante ocho días consecutivos, mañana, tarde y noche y versan sobre todas las materias de la enseñanza (…) Así, una de las cuestiones más largamente tratadas en el programa de geografía es ésta: ‘Demostración de los derechos perfectos de la Confederación Argentina sobre el Paraguay, sobre la costa patagónica y las islas Malvinas; derechos injustamente rebatidos y desconocidos por las potencias europeas’.”
Alfred de Brossard 19

Una obra abultada

“Después que usted en la memoria que está escribiendo, haya presentado los títulos de soberanía de la Confederación Argentina sobre toda la parte austral del continente americano hasta el Cabo de Hornos, debe ocuparse de tratar la cuestión de derecho, sobre la prescripción de esos títulos, o derechos que pueda alegar el gobierno de Chile, por la actual no ocupación de parte de esta República y hacerlo con toda la extensión que demanda su importancia, aun cuando en ella se ocupe un tiempo mayor y haga salir una obra abultada.”
Juan Manuel de Rosas a Pedro de Angelis, 1848 20

Pretensiones de Buenos Aires

“Instruyan a Mr. Southern que intente verificar cuál es la extensión hacia el sur y el estrecho de Magallanes y Patagonia meridional, sobre la cual las pretensiones de Buenos Aires o sus actuales autoridades puede inferirse que alcanzan; y, en su opinión, cuál sería la actitud que adoptaría el gobierno de Rosas, acerca de cualquier proyecto para establecer una colonia inglesa, así fuese bajo la soberanía británica, o no, en la Patagonia meridional.”
Lord Palmerston, 1850 21

Con el mayor recelo

“Mi Lord. En respuesta a su despacho número 27, señalado como ‘confidencial’, tengo el honor de informar a V.S. que el gobierno argentino pretende la soberanía de todo el territorio al sur de Buenos Aires hasta el Cabo de Hornos, y que mira con el mayor recelo aún los establecimientos temporarios que se fijan ocasionalmente en dichas costas por los pescadores de lobos y recolectores de guano.”
Mr. Southern. 1850 22

Una grita general

Tengo el honor de incluir dos extractos del Mensaje del General Rosas a la Legislatura de 1849, por los que percibirá V.S. la naturaleza de las pretensiones de este gobierno. Puedo agregar que la mínima tentativa de establecerse desafiando estas pretensiones será seguida por una grita general, que podría llegar a destruir las presentes relaciones amistosas.”
Mr. Southern, 1850 23

Una opinión llamativa

“Pero no sería éste el cargo más grave que habría que hacer a la diplomacia norteamericana, y por el que debiera dar una reparación su gobierno, sino el de la pérdida de las islas Malvinas, poseídas en justo título por España durante cuarenta años, y por la República Argentina durante veinte; puesto que fueron fuerzas norteamericanas las que las despoblaron; y las doctrinas del ministro Baylies las que indujeron a Inglaterra a apoderarse de ellas.”
Domingo F. Sarmiento, 1866 24

Importancia incuestionable

“La importancia de las Islas Malvinas es incuestionable. Su proximidad a la costa Sud de nuestro territorio, sus inmejorables puertos para el comercio y navegación de aquellas costas, el valioso ramo de la pesca, la cría de ganados vacuno y lanar, para la cual se prestan maravillosamente sus fertilísimos campos, con ricas aguadas permanentes, todas éstas son ventajas reconocidas por los que han visitado dichas Islas.”
José Hernández, 1869 25

Los norteamericanos

“En 1831 fueron apresados en las islas tres buques norteamericanos que habían reincidido en la pesca de anfibios contra los terminantes reglamentos que debía hacer observar la autoridad de aquella jurisdicción.
“(…) A consecuencia de ese apresamiento el comandante de un buque de guerra norteamericano, destruyó la floreciente colonia de la isla Soledad, y ese hecho injustificable fue precisamente lo que indujo a Inglaterra a apoderarse de las Malvinas, consumando ese atentado contra la integridad territorial de la Nación Argentina, cuya soberanía sobre aquellas islas había sido siempre respetada.”
José Hernández, 1869 26

Referencias:

1 Louis Antoine de Bougainville, Voyage autour du monde, París, 1771.
2 Diego Luis Molinari, Orígenes de la frontera austral argentino-chilena, Patagonia, Islas Malvinas y Antártida,Buenos Aires, 1961.
3 Ricardo Zorraquín Becú, Los derechos argentinos sobre las islas Malvinas, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1964.
4 Mario D. Tesler, Expedición de David Jewett a las islas Malvinas 1820-1821, Santa Fe, 1968.
5 Pedro Rivas, Lecturas históricas según el orden de las principales efemérides argentinas para el uso diario de las Escuelas, Barcelona, 1884.
6 José Luis Muñoz Azpiri, Historia completa de las Malvinas, Buenos Aires, 1966
7 Ibídem.
8 Ibídem.
9 Ibídem.
10 Ibídem.
11 Ibídem.
12 Charles Darwin, Journal of researches into the natural history and geology of the countries visited during the voyage of H. M. S. Beagle round the world, Londres, 1839.
13 José Luis Muñoz Azpiri, op.cit.
14 Ibídem.
15 Encyclopedia Britannica, t. IX.
16 Mensajes a la Legislatura, años 18451 y 1848.
17 Mensajes a la Legislatura, años 18451 y 1848.
18 La Gaceta Mercantil, Buenos Aires, 25 de octubre de 1847.
19 Alfred de Brossard; Considerations historiques et politiques sur les Républiques de la Plata dans leurs rapports avec la France et l’Anglaterre, París, 1850.
20 Diego Luis Molinari, op. cit.
21 Ibídem.
22 Ibídem.
23 Ibídem.
24 José Luis Muñoz Azpiri, op.cit.
25 El Río de la Plata, Buenos Aires, 26 de noviembre de 1869.
26 El Río de la Plata, Buenos Aires, 26 de noviembre de 1869.