Silvia Fernández Barrio, la voz de la guerra psicológica durante el conflicto por Malvinas
Por Alicia Panero* - Infobae
Pocos lo saben: la periodista Silvia Fernández Barrio tuvo un rol importante durante la Guerra de Malvinas. Ella nunca tuvo una dimensión real de lo que significó su trabajo. Desde una emisora de radio que ella define como "un cuarto pequeño y secreto", hizo lo que pudo por evitar la guerra, cuando aún había esperanzas de que la recuperación sólo fuera una ejercicio de presión para el gobierno de Reino Unido que los obligaría a negociar la sobernía. Y cuando empezarno los combates, hizo todo lo posible para desmoralizar al enemigo. Fue una suerte de "Rosa de Tokio criolla".
Primero que nada, un poco de historia. En la Segunda Guerra Mundial, Iva Toguri D'Aquino, conocida por las tropas aliadas como la "Rosa de Tokio", era la locutora de radio responsable de las transmisiones japonesas emitidas con la intención de desmoralizar a los enemigos en el Pacífico. Ciudadana estadounidense, a Iva la atrapó la guerra cuando visitaba una tía en Japón. Se cree que hubo muchas locutoras que encarnaron a la Rosa de Tokio, pero su historia es la más conocida. Al finalizar la guerra, D'Aquino fue la única estadounidense identificada entre las locutoras acusadas de prácticar la guerra psicológica. En 1949, se convirtió en la séptima persona en ser declarada culpable de traición en los Estados Unidos, por lo que pasó 6 años en prisión. Fue finalmente perdonada por el presidente Gerald Ford en 1977.
Iva Toguri D’Aquino
Aunque pasó a la historia como la "Rosa de Tokio", en Japón era conocida como "Ana, la huérfana", puesto que sus padres habían muerto en los Estados Unidos mientras ella se encontraba en la isla, y no pudo regresar. Había comenzado trabajando como mecanógrafa en la radio y luego se pidió que varias mujeres que fueran preparadas para hablarles a las tropas enemigas, con el fin de desmoralizarlas.
EL 22 de febrero de 1944, Iva le decía a las tropas aliadas: "Hola, ¿qué tal enemigos? ¿Qué tal las trampas cazabobos? Aquí está Ann, de Radio Tokio, y nosotros estamos justamente para comenzar nuestro programa regular de música, noticias y la Hora Cero, para nuestros amigos… quiero decir, nuestros enemigos en Australia y el Pacífico Sur. Así que estén en guardia, y quieran que los niños no estén escuchando. ¿Todo listo? OK, aquí está el primer ataque a su moral, la Boston Pops, tocando Strike Up the Band".
En la pequeña ciudad de Grandtham, en Inglaterra, donde nació Margaret Thatcher, un radioaficionado captó, en abril de 1982, una transmisión que le recordó a la Rosa de Tokio. Una voz sensual, con perfecto acento inglés, hablaba a la flota británica que había sido enviada a las Islas Malvinas. El hombre dio aviso a las autoridades y, según una publicación del Daily Mail de esos días, el ministro de Defensa de Reino Unido, John Nott, se refirió a ella como un procedimiento de propaganda negra, ya obsoleta, usada por última vez en Vietnam.
Malvinas fue una guerra breve, donde se pusieron en práctica procedimientos bélicos propios de la Segunda Guerra Mundial, como la guerra de trincheras, la lucha cuerpo a cuerpo y el uso de bayonetas. Entonces, ¿por qué no habría de usarse como estrategia la desmoralización de tropas?
Silvia Fernández Barrio, la voz sensual de la guerra de Malvinas en el mar, en Europa y en los Estados Unidos, según fue el alcance de radio Liberty, se educó en un colegio inglés, el William Shakespeare. Su acento británico era perfecto. "Aprendí al mismo tiempo a rezar en inglés y en español y a cantar los dos himnos. A mí sí que me cabe Borges", recordó en una entrevista con Infobae.
Estaba trabajando en el viejo Canal 7 el día que colocaron en el estudio mayor una foto de Leopoldo Fortunato Galtieri, pasado el 2 de abril, y pidió irse a trabajar a otro lugar. La pusieron a hacer un programa de música, pues tenía que cumplir con su obligación laboral. Y en eso estaba cuando un comité militar la llamó para hacer un programa, llamado Hora Cero, bajo el más absoluto secreto, que se proponía hablarles a los soldados de la flota británica.
No le molesta hablar de aquellos días. "Yo sentía que estaba haciendo mi aporte para evitar una guerra que era impensada desde mi lugar; tuve la ilusión de colaborar con que no suceda. Trataba de convencer a los ingleses de que era innecesaria la guerra, que estas tierras lejanas nada tenían que ver con ellos. Cuando los contenidos del programa eran demasiado bélicos, los suavizaba porque en mi inconsciente primaba la idea evitar las acciones bélicas", contó.
La voz de Fernández Barrio se podía escuchar en una hermosa casa en Belgrave Square o en un barco navegando en altamar. "Hola soy Liberty, he decidido mostrarme al mundo desde un lugar que está muy lejos de usted, en Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur, soy una voz, un espíritu, un país", dijo alguna vez, mientras el tema Yesterday, de The Beatles, sonaba de fondo.
Fernández Barrio supo después, antes que muchos argentinos, que el capitán Alfredo Astiz, a cargo del grupo comando Los Lagartos, se rindió incondicionalmente ante la llegada de la flota británica, sin disparar un sólo tiro, arriando de inmediato la bandera argentina.
En algunas ocasiones, a pesar del secreto, la emisión de Liberty se transmitía por Radio del Plata, los sábados por la noche. Tras hacer escuchar las campanas del Big Ben, se daban los resultados del futbol inglés y se les recordaba la los soldados lo lejos que estaban de sus hogares. "Nos hemos encontrado, soy Liberty y tú eres Tomy, simpatizante del Tottenham, sí, debes estar navegando en alta mar, por eso hemos decidido brindarte compañía. ¿Te gustaría que te recuerde tu pueblo?", leía Fernández Barrio.
Un lustro atrás, había tenido un encuentro cara a cara con la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en Londres, en la casa de unos amigos portugueses que se habían escapado del gobierno comunista. Nunca se sabrá si la "Dama de Hierro" se acordó de aquella cena y de su voz cuando escuchó Liberty. Lo cierto es que fue ella quien ordenó que el 19 de mayo de 1982, desde la Isla Ascensión, comenzara a transmitir Radio Atlántico Sur, con el único fin, obsoleto a decir del Ministro de Defensa, de desmoralizar o engañar a las tropas argentinas. Se pasaban mensajes para los soldados de tal o cual batallón, en los que sus familias les decían, supuestamente, que estaban bien y que los esperaban de regreso. Los ingleses llamaron a esta emisión "Operación Moonshine", que significa luz de luna. En el Reino Unido sabían que que estaban perdiendo la guerra miedática y la opinión pública salía tomar como verdaderas las noticias argentinas, buena parte de ellas erróneas, engañosas o de propaganda.
Para junio de 1982, Diario Popular publicaba: "Liberty está viva y goza de buena salud. La prueba de la eficacia de esas emisiones ha quedado demostrada por la aparición en respuesta de una emisora inglesa ubicada en la Isla Ascensión". No obstante, Liberty no se podía escuchar siempre en la Ciudad de Buenos Aires, salvo en el caso de los radioaficionados, ya que usaba una técnica que sólo llegaba al hemisferio Norte.
"Un día vino una compañera, secretaria del directorio de Canal 7, me dijo que había escuchado una grabación de una emisión de radio y me dijo 'es tu vos, en inglés, es tu voz'. Yo no podía decir nada, todo era secretísimo", repasó Fernández Barrio.
La guerra en los medios de comunicación fue compleja. Si bien el Reino Unido contaba con la cobertura mundial de la BBC, pero no era suficiente para contrarrestar el exisitismo de la prensa argentina. Necesitaban un contrapunto más real.
"Como todos dicen, en la guerra la primera baja es la verdad. Aquí se cometieron muchos errores periodísticos, como relatar en tiempo real el movimiento de las tropas argentinas, lo que ponía en alerta a los británicos. Es que no había experiencia. Todo lo que se decía en los noticieros estaba guionado, como la famosa frase a la que murió atado José Gómez Fuentes, 'que venga el Principito'. Cuando lo llamaron las autoridades para saber por qué lo había dicho, mostró un cable de Télam, donde Mario Benjamín Menéndez decía esa frase en Puerto Argentino", evaluó.
Las mujeres han sido tan protagonistas como los hombres en la Guerra Malvinas. Fernánez Barrio no había tomado mucha dimensión de eso hasta que vio las notas de aquella época, se enteró que hay marinos argentinos que participaron de la guerra, que conocían entonces su trabajo y que la admiran por eso.
No obstante, aclara que siempre fue consciente de la imposibilidad de ganarle una guerra a la OTAN, pero que cumplió la orden que le dieron como empleada del canal público, y que obtuvo la ilusión de hacer desistir a los británicos de la guerra. "No tomamos conciencia de que la guerra era verdad hasta el 1 de mayo, con el primer combate aéreo. El 2 de mayo, cuando se produjo el hundimiento del Crucero General Belgrano, allí supe lo que vendría", confesó.
Su trabajo en la televisión pública le valió que el kirchnerismo la vinculara de manera insultante con la dictadura. Para ella se trató, más bien, de un problema político relacionado a la famosa grieta. "Nunca tuve problemas en hablar de la guerra, sólo tuve problemas con los k, que me acusaron de ser pro dictadura por haber trabajado en el noticiero, pero con mi trabajo en Liberty, no se animaron a meterse, porque era Malvinas", repasó.
Claro, Malvinas es una causa nacional. Nadie se atravería a cuestionarla. Aunque ella no lo sabía hasta ahora, su voz resuena tadavoía en el recuerdo de cientos de marinos argentinos y británicos. Son muchos los que se acuerdan de ella, esa "Rosa de Tokio criolla" que para los soldados era una voz anónima, pero que detrás tenía una persona con nombre y apellido: Silvia Fernández Barrio.
* La autora escribió "Mujeres Invisibles", el primer libro sobre el rol de las mujeres durante la Guerra de Malvinas.
miércoles, 5 de abril de 2017
lunes, 3 de abril de 2017
UK histeriquea con la UE por Gibraltar
Gran Bretaña "lista para ir a la guerra" con la UE sobre Gibraltar
La demanda incendiaria provino del conservador Michael Howard, quien dijo que Gran Bretaña haría lo necesario para mantener el territorio británico. Aludió a la protección de Gran Bretaña de otro puesto rocoso hace 35 años como precedente.
DW
Gibralter - el puesto británico rocoso en el extremo sur de España - ha sido empujado en el centro de atención Brexit después de que un ex líder conservador en Gran Bretaña dijo que el país estaba preparado para ir a la guerra para defenderlo.
Michael Howard - ex jefe del partido conservador de Gran Bretaña y miembro de los gabinetes bajo los primeros ministros de Tory Margaret Thatcher y John Major - provocó una tormenta de fuego el domingo con sus comentarios incendiarios durante una entrevista con la cadena de televisión británica Sky News.
"Creo que no hay duda de que nuestro gobierno estará a favor de Gibraltar", dijo Howard. Hace treinta y cinco años esta semana otra mujer, primera ministra, envió un grupo de trabajo a medio camino por todo el mundo para defender la libertad de otro pequeño grupo de británicos contra otro país de habla hispana, y estoy absolutamente seguro de que nuestro actual primer ministro Muestran la misma determinación de estar al lado del pueblo de Gibraltar ".
Howard se refirió a la guerra de 74 días entre el Reino Unido y la Argentina en 1982, después de que el régimen de la Junta tomó las Islas Malvinas frente a la costa argentina, 35 años antes del 2 de abril.
Tres días después, la primera ministra británica, Margaret Thatcher, envió una fuerza naval para recuperar el territorio. Argentina se rindió el 14 de junio.
Gibraltar y el Brexit (Getty Images / AFP / J. Guerrero)
Un referéndum en Gibraltar hace 15 años encontró que el 99 por ciento favorece el dominio británico sobre el español; Pero durante el referéndum Brexit del año pasado, el 96 por ciento votó a favor de "permanecer" en la UE
La cuestión entró en la esfera pública un día después de que la Unión Europea proponía ofrecer a España un derecho de veto sobre las futuras relaciones comerciales de Gibraltar con el bloque.
El veto permitiría a Madrid dominar el destino del enclave una vez que Gran Bretaña haya abandonado el bloque, lo que significa que el estado de su territorio de ultramar ya no es un asunto interno de la UE.
España cedió el puesto rocoso - apenas ocho millas a través de la desembocadura del Mar Mediterráneo desde Marruecos - hace algo más de 300 años, pero ha buscado durante mucho tiempo su devolución. El poder de un veto sobre las relaciones comerciales entre Gibraltar y la UE pondría a España en una posición poderosa con respecto a la avanzada estratégicamente importante.
En 2002, los votantes en Gibraltar rechazaron la idea de que Gran Bretaña compartiera su soberanía con España en un 99 por ciento al 1 por ciento. Pero la población predominantemente británica respaldó abrumadoramente el permanecer en la UE en el referéndum Brexit de junio pasado.
El ministro de Asuntos Exteriores de España, Alfonso Dastis, se negó a hablar de derechos de veto cuando se trata de Gibraltar en una entrevista el domingo, pero dijo que consideraba la postura de la UE muy positiva.
La demanda incendiaria provino del conservador Michael Howard, quien dijo que Gran Bretaña haría lo necesario para mantener el territorio británico. Aludió a la protección de Gran Bretaña de otro puesto rocoso hace 35 años como precedente.
DW
Gibralter - el puesto británico rocoso en el extremo sur de España - ha sido empujado en el centro de atención Brexit después de que un ex líder conservador en Gran Bretaña dijo que el país estaba preparado para ir a la guerra para defenderlo.
Michael Howard - ex jefe del partido conservador de Gran Bretaña y miembro de los gabinetes bajo los primeros ministros de Tory Margaret Thatcher y John Major - provocó una tormenta de fuego el domingo con sus comentarios incendiarios durante una entrevista con la cadena de televisión británica Sky News.
"Creo que no hay duda de que nuestro gobierno estará a favor de Gibraltar", dijo Howard. Hace treinta y cinco años esta semana otra mujer, primera ministra, envió un grupo de trabajo a medio camino por todo el mundo para defender la libertad de otro pequeño grupo de británicos contra otro país de habla hispana, y estoy absolutamente seguro de que nuestro actual primer ministro Muestran la misma determinación de estar al lado del pueblo de Gibraltar ".
Howard se refirió a la guerra de 74 días entre el Reino Unido y la Argentina en 1982, después de que el régimen de la Junta tomó las Islas Malvinas frente a la costa argentina, 35 años antes del 2 de abril.
Tres días después, la primera ministra británica, Margaret Thatcher, envió una fuerza naval para recuperar el territorio. Argentina se rindió el 14 de junio.
Gibraltar y el Brexit (Getty Images / AFP / J. Guerrero)
Un referéndum en Gibraltar hace 15 años encontró que el 99 por ciento favorece el dominio británico sobre el español; Pero durante el referéndum Brexit del año pasado, el 96 por ciento votó a favor de "permanecer" en la UE
Un veto para Madrid
El secretario de Defensa de Gran Bretaña, Michael Fallon, hizo eco de los comentarios de Howard, pero de una manera menos provocativa. Fallon dijo durante una entrevista en la BBC Andrew Marr mostrar que Gibraltar estaría protegido "todo el camino".La cuestión entró en la esfera pública un día después de que la Unión Europea proponía ofrecer a España un derecho de veto sobre las futuras relaciones comerciales de Gibraltar con el bloque.
El veto permitiría a Madrid dominar el destino del enclave una vez que Gran Bretaña haya abandonado el bloque, lo que significa que el estado de su territorio de ultramar ya no es un asunto interno de la UE.
España cedió el puesto rocoso - apenas ocho millas a través de la desembocadura del Mar Mediterráneo desde Marruecos - hace algo más de 300 años, pero ha buscado durante mucho tiempo su devolución. El poder de un veto sobre las relaciones comerciales entre Gibraltar y la UE pondría a España en una posición poderosa con respecto a la avanzada estratégicamente importante.
UPDATED 1.45pm. @theresa_may tells @FabianPicardo UK is "absolutely dedicated to working with #Gibraltar for the best possible outcome". https://t.co/39elXy1KG9— Gibraltar Chronicle (@GibChronicle) 2 de abril de 2017
En 2002, los votantes en Gibraltar rechazaron la idea de que Gran Bretaña compartiera su soberanía con España en un 99 por ciento al 1 por ciento. Pero la población predominantemente británica respaldó abrumadoramente el permanecer en la UE en el referéndum Brexit de junio pasado.
El ministro de Asuntos Exteriores de España, Alfonso Dastis, se negó a hablar de derechos de veto cuando se trata de Gibraltar en una entrevista el domingo, pero dijo que consideraba la postura de la UE muy positiva.
Las peripecias del "Río Carcaraná"
Estremecedor relato de un náufrago: "Tenía un miedo infernal"
El oficial de comunicaciones de la Marina Francisco Elizalde vio hundirse el buque que tripulaba. Tras convertirse en un héroe del Ejército, tuvo que volver a su casa como un mendigo
Por Fernando Morales - Infobae
En abril de 1982, Francisco "Pancho" Elizalde era un joven oficial naval de radiocomunicaciones recién egresado. Poco menos de un mes antes, a mediados de marzo, había sido convocado junto a un grupo de colegas para integrar un plantel de operadores de radio en la estación transmisora de la estatal Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA). Sus tareas de rutina consistían en emitir un boletín noticioso diario, que se transmitía en distintos horarios a buques argentinos desparramados en los más remotos lugares del mundo.
En la tarde del 1° de abril algo extraño sucedió: su jefe directo le entregó al grupo de operadores del que formaba parte un mensaje cifrado para ser transmitido. Elizalde cumplió la orden, sin siquiera sospechar que lo que estaba haciendo era dar la noticia del desembarco argentino en Malvinas, algo que comprendió recién al día siguiente, cuando vio las tapas de los diarios. "Yo estaba viviendo en la casa con mis padres, era soltero, cuando voy a levantar el diario veo la recuperación de Malvinas, dije 'ah, era esto'. Y así fue que el 2 de abril me sorprendió y ahí fue que entendí por qué nos habían contratado unos 15 días antes", explicó.
Pocos días después, Elizalde fue comisionado a bordo del buque "Río Carcarañá", un barco que dada su antigüedad no se encontraba operativo, y no tenía siquiera baterías. La tripulación había sido "robada" de distintas unidades y estaba compuesta por hombres al borde de la jubilación y otros recién egresados. Tras una titánica tarea de oficiales y tripulantes, el buque fue puesto en condiciones de navegar y el 23 de abril zarpó desde las actuales instalaciones del Yacht Club Puerto Madero, con Elizalde como primer oficial de radio.
Como tantos otros navíos, el de Elizalde, un buque de la marina mercante, fue utilizado para probar si había submarinos en el círculo de exclusión unilateralmente dispuesto por los ingleses. La nave cumplió en forma exitosa su misión, y descargó en Puerto Argentino la totalidad de los pertrechos que transportaba. "La misión que se nos dice en ese momento era llevar aprovisionamiento para el Sur, y cuando estábamos navegando en el Canal, nos avisan que íbamos a ir a Puerto Argentino. Eso recién se confirma cuando ya estábamos en navegación. La realidad era que, y eso lo supe muchos años después, íbamos a ver la efectividad real o no del bloqueo determinado por los ingleses", relató Elizalde en diálogo con Infobae y añade: "El tema es que cuando vos usás un señuelo, tratás de que el daño sea el menor. Nosotros veníamos cargados de combustible, dos bodegas completas con tambores de 200 litros de combustible liviano, habíamos llevado una batería completa antiaérea que creo que después estuvo no sé si es Cambert, y lleno de explosivos y demás".
El mediodía del domingo 16 de mayo, dos Harrier que previamente habían sobrevolado sobre el buque, lo atacaron. "Le tiraron dos bombas y nos ametrallaron. En mi camarote, que como el camarote de radio está en la misma cubierta de la timonera, se ve que hay 23 impactos del cañón del Harrier. Yo estaba tirado en la cama descansando porque había largado la guardia a las 12, fui a comer y me tiré un rato para descansar porque tenía que volver a tomar guardia a las 4 de la tarde. No sé qué fue lo que pasó, abrí los ojos y me tiré por la escalera mientras había un montón de gente que venía desde la timonera, desde el puente bajando por la escalera y nos juntamos todos en lo que era el centro del buque que era donde nacían las escaleras en estos buques", relata Elizalde.
El abandono debió hacerse con la mitad de las balsas y botes, pues la otra mitad habían sido destrozados por el ametrallamiento de los Harrier. "La idea inicial es vamos, bajamos con los botes, nos vamos a tierra y después vemos cómo nos organizamos y cómo hacemos. Y eso fue lo que se hizo, se llevó todo como para poder hacer supervivencia. Yo tenía un miedo infernal en ese momento, fui el primero que se subió a un bote para poder bajar y soltar los ganchos", recordó. Con la ayuda del buque Forrest, los náufragos fueron llevados hasta Bahía Fox. "El shock es importante. Mientras estás en el buque estás viviendo la vida prácticamente de siempre con un estado de alerta importante pero de todas maneras es la vida de siempre. Pero una vez que está afuera eso es complicado. Creo que el shock más grande fue cuando llegamos a Fox", recuerda el marino.
En Bahía Fox, los náufragos fueron acomodados en un galpón para ovejas, "un galpón semicilíndrico que la chapa llegaba hasta unos 40 o 50 centímetros del suelo, apoyados sobre pilares, con lo cual el aire pasaba con una facilidad importante". El relato de esa noche es desgarrador: "No había luz, no había nada, así que el desconcierto y el desconsuelo era total. Los dos radios éramos de abundante anatomía y en ese momento le dijimos al primer oficial de cubierta, Mario Pedino, que era flaco, 'mira Pedino, entre nosotros dos vos te vas a congelar esta noche" y así estuvimos los tres tapados con frazadas para poder sobrevivir". El día siguiente transcurrió sin noticas sobre el desarrollo de la guerra, en estado de alerta, "con mucho miedo y con mucha desorientación". Sin embargo, al día siguiente, por pedido de los oficiales del Ejército, encontraron una nueva misión: "necesitaba poner unas antenas para ver si nos podíamos comunicar con el continente, con equipos de radio aficionados". "Y ahí cambia mucho para nosotros por el hecho de tener una misión clara", explica.
Los casi 20 días de trabajo de "Pancho" Elizalde con los soldados de Bahía Fox forjaron una unidad que aún se mantiene a punto tal que hasta el presente siente más pertenencia al regimiento en el que sirvió como voluntario que hacia el buque en el que cumplió su tarea reglamentaria. El Ejército lo reconoció con la medalla al mérito por su labor.
Tras ser herido por una esquirla de un cañonazo en la noche del 25 de mayo, el 5 de junio fue evacuado al continente junto al resto de sus compañeros marinos, primero en barco, luego en helicóptero y finalmente un avión de la Armada que lo dejó en el aeropuerto de Ezeiza. No había una banda militar lista para rendirle los honores que merecían: solo dos oficiales de inteligencia naval se aproximaron al contingente. Lo que siguió a esa recepción es aún más estremecedor: "Nos dijeron qué era lo que podíamos decir y lo que no podíamos decir, nos metieron arriba de un micro y nos dijeron que nos dejarían en Retiro o en Constitución. Por suerte convencimos al chofer que nos parara en los distintos lugares que nos quedaban cerca. (…) Me bajé en Puente Saavedra, vestido de verde con una barba de 40 días y una valija recuperada de mi buque, pare un taxi y le dije: 'no tengo plata, ¿me llevás hasta Belgrano?'".
Treinta y cinco años después, Elizalde sostiene que "la postguerra fue mucho más dura que la guerra". Sin embargo, sostiene que "de todo se puede sacar algo bueno": "Yo lo que saco son los hermanos que tengo. Yo soy hijo único pero tengo hermanos que están junto a mí, que son con los que hemos estado bajo fuego y hemos combatido. De todos se saca, de todos se aprende, de todos se ve. Uno aprende que tiene que hacer las cosas en equipo, no hay nada que se pueda resolver solo, hay que resolverlo en conjunto. Y eso es lo que nos falta, que tenemos que aprender a capitalizar y saber que hay muchas cosas que se pueden sacar, que hay mucho más que lo que la gente ha querido esconder de Malvinas. Hablan de los chicos, no hubo chicos, nadie es chico cuando siente el primer disparo que te pasa cerca. Yo no vi gente con miedo, yo vi gente determinada", concluye.
El oficial de comunicaciones de la Marina Francisco Elizalde vio hundirse el buque que tripulaba. Tras convertirse en un héroe del Ejército, tuvo que volver a su casa como un mendigo
Por Fernando Morales - Infobae
En abril de 1982, Francisco "Pancho" Elizalde era un joven oficial naval de radiocomunicaciones recién egresado. Poco menos de un mes antes, a mediados de marzo, había sido convocado junto a un grupo de colegas para integrar un plantel de operadores de radio en la estación transmisora de la estatal Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA). Sus tareas de rutina consistían en emitir un boletín noticioso diario, que se transmitía en distintos horarios a buques argentinos desparramados en los más remotos lugares del mundo.
En la tarde del 1° de abril algo extraño sucedió: su jefe directo le entregó al grupo de operadores del que formaba parte un mensaje cifrado para ser transmitido. Elizalde cumplió la orden, sin siquiera sospechar que lo que estaba haciendo era dar la noticia del desembarco argentino en Malvinas, algo que comprendió recién al día siguiente, cuando vio las tapas de los diarios. "Yo estaba viviendo en la casa con mis padres, era soltero, cuando voy a levantar el diario veo la recuperación de Malvinas, dije 'ah, era esto'. Y así fue que el 2 de abril me sorprendió y ahí fue que entendí por qué nos habían contratado unos 15 días antes", explicó.
Pocos días después, Elizalde fue comisionado a bordo del buque "Río Carcarañá", un barco que dada su antigüedad no se encontraba operativo, y no tenía siquiera baterías. La tripulación había sido "robada" de distintas unidades y estaba compuesta por hombres al borde de la jubilación y otros recién egresados. Tras una titánica tarea de oficiales y tripulantes, el buque fue puesto en condiciones de navegar y el 23 de abril zarpó desde las actuales instalaciones del Yacht Club Puerto Madero, con Elizalde como primer oficial de radio.
Como tantos otros navíos, el de Elizalde, un buque de la marina mercante, fue utilizado para probar si había submarinos en el círculo de exclusión unilateralmente dispuesto por los ingleses. La nave cumplió en forma exitosa su misión, y descargó en Puerto Argentino la totalidad de los pertrechos que transportaba. "La misión que se nos dice en ese momento era llevar aprovisionamiento para el Sur, y cuando estábamos navegando en el Canal, nos avisan que íbamos a ir a Puerto Argentino. Eso recién se confirma cuando ya estábamos en navegación. La realidad era que, y eso lo supe muchos años después, íbamos a ver la efectividad real o no del bloqueo determinado por los ingleses", relató Elizalde en diálogo con Infobae y añade: "El tema es que cuando vos usás un señuelo, tratás de que el daño sea el menor. Nosotros veníamos cargados de combustible, dos bodegas completas con tambores de 200 litros de combustible liviano, habíamos llevado una batería completa antiaérea que creo que después estuvo no sé si es Cambert, y lleno de explosivos y demás".
El mediodía del domingo 16 de mayo, dos Harrier que previamente habían sobrevolado sobre el buque, lo atacaron. "Le tiraron dos bombas y nos ametrallaron. En mi camarote, que como el camarote de radio está en la misma cubierta de la timonera, se ve que hay 23 impactos del cañón del Harrier. Yo estaba tirado en la cama descansando porque había largado la guardia a las 12, fui a comer y me tiré un rato para descansar porque tenía que volver a tomar guardia a las 4 de la tarde. No sé qué fue lo que pasó, abrí los ojos y me tiré por la escalera mientras había un montón de gente que venía desde la timonera, desde el puente bajando por la escalera y nos juntamos todos en lo que era el centro del buque que era donde nacían las escaleras en estos buques", relata Elizalde.
El abandono debió hacerse con la mitad de las balsas y botes, pues la otra mitad habían sido destrozados por el ametrallamiento de los Harrier. "La idea inicial es vamos, bajamos con los botes, nos vamos a tierra y después vemos cómo nos organizamos y cómo hacemos. Y eso fue lo que se hizo, se llevó todo como para poder hacer supervivencia. Yo tenía un miedo infernal en ese momento, fui el primero que se subió a un bote para poder bajar y soltar los ganchos", recordó. Con la ayuda del buque Forrest, los náufragos fueron llevados hasta Bahía Fox. "El shock es importante. Mientras estás en el buque estás viviendo la vida prácticamente de siempre con un estado de alerta importante pero de todas maneras es la vida de siempre. Pero una vez que está afuera eso es complicado. Creo que el shock más grande fue cuando llegamos a Fox", recuerda el marino.
En Bahía Fox, los náufragos fueron acomodados en un galpón para ovejas, "un galpón semicilíndrico que la chapa llegaba hasta unos 40 o 50 centímetros del suelo, apoyados sobre pilares, con lo cual el aire pasaba con una facilidad importante". El relato de esa noche es desgarrador: "No había luz, no había nada, así que el desconcierto y el desconsuelo era total. Los dos radios éramos de abundante anatomía y en ese momento le dijimos al primer oficial de cubierta, Mario Pedino, que era flaco, 'mira Pedino, entre nosotros dos vos te vas a congelar esta noche" y así estuvimos los tres tapados con frazadas para poder sobrevivir". El día siguiente transcurrió sin noticas sobre el desarrollo de la guerra, en estado de alerta, "con mucho miedo y con mucha desorientación". Sin embargo, al día siguiente, por pedido de los oficiales del Ejército, encontraron una nueva misión: "necesitaba poner unas antenas para ver si nos podíamos comunicar con el continente, con equipos de radio aficionados". "Y ahí cambia mucho para nosotros por el hecho de tener una misión clara", explica.
Los casi 20 días de trabajo de "Pancho" Elizalde con los soldados de Bahía Fox forjaron una unidad que aún se mantiene a punto tal que hasta el presente siente más pertenencia al regimiento en el que sirvió como voluntario que hacia el buque en el que cumplió su tarea reglamentaria. El Ejército lo reconoció con la medalla al mérito por su labor.
Tras ser herido por una esquirla de un cañonazo en la noche del 25 de mayo, el 5 de junio fue evacuado al continente junto al resto de sus compañeros marinos, primero en barco, luego en helicóptero y finalmente un avión de la Armada que lo dejó en el aeropuerto de Ezeiza. No había una banda militar lista para rendirle los honores que merecían: solo dos oficiales de inteligencia naval se aproximaron al contingente. Lo que siguió a esa recepción es aún más estremecedor: "Nos dijeron qué era lo que podíamos decir y lo que no podíamos decir, nos metieron arriba de un micro y nos dijeron que nos dejarían en Retiro o en Constitución. Por suerte convencimos al chofer que nos parara en los distintos lugares que nos quedaban cerca. (…) Me bajé en Puente Saavedra, vestido de verde con una barba de 40 días y una valija recuperada de mi buque, pare un taxi y le dije: 'no tengo plata, ¿me llevás hasta Belgrano?'".
Treinta y cinco años después, Elizalde sostiene que "la postguerra fue mucho más dura que la guerra". Sin embargo, sostiene que "de todo se puede sacar algo bueno": "Yo lo que saco son los hermanos que tengo. Yo soy hijo único pero tengo hermanos que están junto a mí, que son con los que hemos estado bajo fuego y hemos combatido. De todos se saca, de todos se aprende, de todos se ve. Uno aprende que tiene que hacer las cosas en equipo, no hay nada que se pueda resolver solo, hay que resolverlo en conjunto. Y eso es lo que nos falta, que tenemos que aprender a capitalizar y saber que hay muchas cosas que se pueden sacar, que hay mucho más que lo que la gente ha querido esconder de Malvinas. Hablan de los chicos, no hubo chicos, nadie es chico cuando siente el primer disparo que te pasa cerca. Yo no vi gente con miedo, yo vi gente determinada", concluye.
domingo, 2 de abril de 2017
Armour y Batista, dos historias en un 2 de Abril memorable
La historia de dos soldados enemigos y de una foto icónica que sigue dando la vuelta al mundo
El comando anfibio Jacinto Batista y el Royal Marine Lou Armour –en ese momento, vencedor y vencido–, sin saberlo, protagonizaron una definición de Borges: “A veces un instante justifica toda una vida”. O dos, en este caso…
Por Alfredo Serra | Especial para Infobae
El comando anfibio Jacinto Eliseo Batista ordena la fila de Royal Marines que encabeza Lou Armour. La foto recorrió el mundo (Rafael Wollmann)
Acaso debió pensar, en ese instante, que el destino le había deparado una misión extraordinaria. Pero no tuvo tiempo. Porque en ese instante –2 de abril, 1982, Islas Malvinas– sostenía con la mano derecha el fusil colgado del hombro, listo para tronar ante cualquier movimiento sospechoso de sus prisioneros, guiados por el comando inglés Lou Armour, cabeza de su grupo.
Tampoco supo que ese instante fue captado por el fotógrafo Rafael Wollman, el único de su oficio en esa helada mañana. Y mucho menos que esa foto daría la vuelta al mundo sin fecha de vencimiento.
Hasta hoy. Hasta siempre.
Gorro de lana. La cara en sombras por la pintura de combate. Con la mano izquierda ordena la fila de soldados ingleses, que caminan con los brazos en alto: rendición.
En ese instante, también Port Stanley cambiaba de nombre: Puerto Argentino.
Nombre: Jacinto Eliseo Batista. Entrerriano. Clase 1950. Se alistó apenas cumplió, en la isla Martín García, sus 15 años. Sirvió en el rompehielos San Martín. Especialidad: explosivos.
Familia: su esposa Elsa Marina Matei, y tres hijas: Andrea, Nadia y Bárbara.
Su encuentro con el destino empezó con un misterio…
Era cabo principal cuando, sin órdenes ni explicación alguna, en Puerto Belgrano, lo embarcaron en la fragata Santísima Trinidad. Rumbo: desconocido.
"Pero todos sospechábamos que íbamos a las Malvinas", recordó a lo largo de su relato, repetido (casi) en cada aniversario. Recién en alta mar les dieron las órdenes: donde solo ellos podían oírlas. Top Secret…
Batista y los comandos anfibios argentinos tenían instrucciones precisas: que no se produzcan bajas británicas
Desembarcaron el primero de abril, apenas pasadas las nueve de la noche. Batista fue el bote-guía, y de la playa en adelante, el explorador. Con el único visor nocturno, y marchando doscientos metros adelante.
Objetivo: tomar el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador.
Orden tajante: "¡No matar!"
La conjetura: ocupar las islas y negociar la retirada.
Separados en dos grupos, Batista llegó al cuartel, pero estaba desierto: los Royal habían entrado en acción. Y allí, un segundo acto histórico: izaron por primera vez la bandera argentina.
En la casa del gobernador, en cambio, la resistencia fue muy dura, y casi hasta el alba. El grupo argentino venció, pero al precio de su primer muerto: el capitán y buzo táctico Pedro Giachino. Entró en la casa. Pero al salir lo alcanzó una bala inglesa…
Batista recuerda que le dijo "¿Qué te pasó, Pedrito?", y que le tocó la cabeza. Había perdido mucha sangre.
Era el fin.
En cambio, no recuerda en qué momento Rafael Wollmann tomó la foto-emblema, pero supo que era el soldado más odiado por los ingleses, y que el 14 de junio, día de la caída de Puerto Argentino, lo buscaron entre los prisioneros…, no para servirle un té.
"Para fotografiarme con los brazos en alto", suele bromear.
“Me mandaron a cumplir una misión y eso hice”, dijo Batista años más tarde
Pero Batista ya no estaba en las islas. Los comandos volvieron al continente el mismo 2 de abril, y él jamás regresó. Tuvo la chance en una misión especial luego del desembarco de los ingleses, pero fue abortada mientras el avión Hércules ya carreteaba…
La pregunta de rigor en cada entrevista:
–¿Volvería a las Malvinas?
–De visita, no. Pero si hay que recuperarlas y me llaman… ¡sin duda!
Aunque tiene 62 años, y se retiró de las filas hace una década y media… Es seco en su juicio: "Los ingleses no eran mejores que nosotros, pero tuvieron más medios, y apoyo de los norteamericanos y los chilenos".
Y nada nostálgico: "Me mandaron a cumplir una misión, y fui. Para eso nos paga el Estado". Filosofía de comando anfibio. Hombres que son buzos, paracaidistas, expertos en explorar agua y tierra. Guerreros profesionales de elite entrenados para soportar todo hasta más allá de sus fuerzas.
Los comandos anfibios custodian las armas británicas en la casa del gobernador
Pero a pesar de su prudencia, más de una vez se atrevió al pronóstico y a la crítica. Cree que la Operación Rosario debió terminar el mismo día de la ocupación, pero que todo se cambió sobre la marcha, y sin previsión. Supone que si el plan original hubiera sido resistir en lugar de negociar, la flota inglesa no habría llegado, bombardeada por las Fuerza Aéreas a la altura de Brasil. Y aun así, era necesario fortificar las islas, confiando en la potencia del cañón Sofman de 155 milímetros y alcance de 18 kilómetros, y en una defensa costera de cemento fabricada en el continente y llevada hasta el frente de combate.
Hipótesis para el juicio de especialistas…
Lou Armour con los brazos en alto sigue las órdenes del comando anfibio Eliseo Batista
En la célebre foto de Wollmann, el otro protagonista es un Royal Marine: el primero que camina con las manos en alto, ya rendido su grupo y prisionero de Batista.
Su nombre: Lou Armour. Nacido en Inglaterra en 1958, a los 16 años –pequeño y muy flaco– se unió a los comandos de la Royal y se especializó en armas de infantería, despacho de helicópteros y paracaidismo militar sobre mar y tierra.
Casi un James Bond con uniforme…
Sirvió en Malta, Chipre, Turquía, Italia, Cerdeña, Alemania, Dinamarca, Holanda, Noruega, Estados Unidos y las Indias Orientales. En 1979, servicio activo en Irlanda del norte al frente de 40 comandos. Y tres años más tarde, batallando en las Malvinas…, vencido y prisionero. Pero volviendo al mismo escenario con el 42 Royal Marines Comandos para seguir en la lucha desde el 21 de mayo hasta el 14 de junio, día del final de una de las guerras más insólitas del siglo XX.
Lo sacaron de las islas en un Hércules. "Me sentí humillado y pedí regresar al frente". Una semana después entró en la terrible batalla de Goose Green. "Fue un espanto. Vi todo el suelo en llamas, y muertos y heridos del regimiento de paracaidistas que hizo la avanzada".
El Royal Marine volvió a las islas con la flota británica para luchar en la guerra de Malvinas: “Me sentí humillado y pedí regresar al frente”
El 12 de junio, al final de la batalla de Monte Harriet, "todo quedó marcado por lo imprevisto. Había silencio, niebla y nieve. Tuve que sacarle las identificaciones a los soldados argentinos muertos. Me impactó encontrar fotos de sus familias… Un teniente enemigo agonizaba. Tenía una herida muy grande en el estómago. Hablaba inglés. Conversamos bastante. Murió esa noche. No pude sacármelo de la cabeza. No sé porqué, pero su muerte me afectó más que las de mis compañeros caídos en combate... Años después lo conté en un documental. Me sentí incómodo: temí que no me entendieran. No volví a ver a los comandos que dirigí. No fui a reuniones. Tenía culpa".
Armour desembarcó en Malvinas, peleó durante la guerra e izó la bandera británica el 14 de junio de 1982
Un día, Armour fue a visitar a un soldado a quien había formado, y que perdió una pierna en Malvinas. "Estaba muy mal, con estrés postraumático. Hablamos de mi documental, y me dijo que me entendía, que somos humanos, que hicimos lo que pudimos…, y se sacó la pierna artificial, la llenó de cerveza… ¡y brindamos!"
Después de Malvinas, Armour trató de entrar a un batallón de fuerzas especiales, pero no aprobó el test. "No estaba en forma. Dejé la carrera militar, empecé la universidad, y me dejé el pelo largo, ¡a lo Robert Plant!"
Hoy, como contracara del pasado, es maestro de niños con problemas sociales y emocionales, y en el 86, en la Universidad de Lancaster, estudió Bachillerato en Artes, que incluye Sociología e Historia. Su tesis de doctorado: Filosofía del Color.
En la obra de teatro “Campo minado” recrea su historia en la guerra junto a veteranos argentinos e ingleses
Y se enamoró del teatro… Que sería su gran catarsis. Hoy Lou forma parte de otro batallón: el elenco de "Campo minado" (Minefield, en inglés), una pieza teatral dirigida por Lola Arias. La experiencia escénica que reúne tres veteranos ingleses y tres argentinos y que intenta indagar en las huellas que deja una guerra. En mayo de 2016 se estrenó en Londres, sala Royal Court. En noviembre de 2016 levantó el telón en Buenos Aires, sala Centro de las Artes de la Unsam.
Pero antes, su toma de conciencia. "El 2 de abril del 82 vi a los argentinos con actitud de superioridad. En mayo y en junio los vi en combates. El 14 de junio los vi vencidos. Y ahora puedo verlos desde la amistad. Es la mejor experiencia de mi vida… después de algunas que tuve con chicas, en la universidad".
El casting fue interminable: sesenta postulantes para seis roles. Premisa: no tocar el tema soberanía. Fue un pacto para poder convivir fuera y dentro del escenario. Lou estaba nervioso. "Si bien era raro encontrarse con el enemigo, sabía que con los ex soldados argentinos iba a estar todo bien… porque todos habíamos estado en combate". La obra también se estrenó en Grecia y Alemania y recorrerá Europa en 2017 y 2018.
Última reflexión de Lou Armour: "Yo tenía una buena carrera. Me gustaba hacer las cosas duras y difíciles que hacen los infantes de marina. Hasta me gustaban las marchas con los equipos… ¡tan pesados! Pero no quiero ir a la guerra otra vez. Eso no me hace pacifista …. Volvería a pelear, pero tendría que creer en la causa".
Armour reflexiona: “Vi a los argentinos triunfadores, en combate y vencidos. Ahora puedo verlos desde la amistad”
Pocas cosas han generado tantos libros, tantas películas, tantas series de tevé, como la guerra.
Pero si mañaña todo ese material, ese testimonio, desapareciera, habría que rogar que se salvara, al menos, un ejemplar de la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, e inspiradora del monumental film Apocalypse Now, de Francis Coppola.
Porque en solo dos palabras que se repiten, el protagonista –el coronel Kurt–, desertor de la guerra y amo de una extraña comunidad en la selva, dice:
–El horror… El horror.
Y todo queda dicho.
Eso nos tocó hace 35 años.
Y lo evocamos en dos hombres, en dos historias, en una foto eterna.
Jacinto y Lou.
El comando anfibio Jacinto Batista y el Royal Marine Lou Armour –en ese momento, vencedor y vencido–, sin saberlo, protagonizaron una definición de Borges: “A veces un instante justifica toda una vida”. O dos, en este caso…
Por Alfredo Serra | Especial para Infobae
El comando anfibio Jacinto Eliseo Batista ordena la fila de Royal Marines que encabeza Lou Armour. La foto recorrió el mundo (Rafael Wollmann)
Acaso debió pensar, en ese instante, que el destino le había deparado una misión extraordinaria. Pero no tuvo tiempo. Porque en ese instante –2 de abril, 1982, Islas Malvinas– sostenía con la mano derecha el fusil colgado del hombro, listo para tronar ante cualquier movimiento sospechoso de sus prisioneros, guiados por el comando inglés Lou Armour, cabeza de su grupo.
Tampoco supo que ese instante fue captado por el fotógrafo Rafael Wollman, el único de su oficio en esa helada mañana. Y mucho menos que esa foto daría la vuelta al mundo sin fecha de vencimiento.
Hasta hoy. Hasta siempre.
Gorro de lana. La cara en sombras por la pintura de combate. Con la mano izquierda ordena la fila de soldados ingleses, que caminan con los brazos en alto: rendición.
En ese instante, también Port Stanley cambiaba de nombre: Puerto Argentino.
Nombre: Jacinto Eliseo Batista. Entrerriano. Clase 1950. Se alistó apenas cumplió, en la isla Martín García, sus 15 años. Sirvió en el rompehielos San Martín. Especialidad: explosivos.
Familia: su esposa Elsa Marina Matei, y tres hijas: Andrea, Nadia y Bárbara.
Su encuentro con el destino empezó con un misterio…
Era cabo principal cuando, sin órdenes ni explicación alguna, en Puerto Belgrano, lo embarcaron en la fragata Santísima Trinidad. Rumbo: desconocido.
"Pero todos sospechábamos que íbamos a las Malvinas", recordó a lo largo de su relato, repetido (casi) en cada aniversario. Recién en alta mar les dieron las órdenes: donde solo ellos podían oírlas. Top Secret…
Batista y los comandos anfibios argentinos tenían instrucciones precisas: que no se produzcan bajas británicas
Desembarcaron el primero de abril, apenas pasadas las nueve de la noche. Batista fue el bote-guía, y de la playa en adelante, el explorador. Con el único visor nocturno, y marchando doscientos metros adelante.
Objetivo: tomar el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador.
Orden tajante: "¡No matar!"
La conjetura: ocupar las islas y negociar la retirada.
Separados en dos grupos, Batista llegó al cuartel, pero estaba desierto: los Royal habían entrado en acción. Y allí, un segundo acto histórico: izaron por primera vez la bandera argentina.
En la casa del gobernador, en cambio, la resistencia fue muy dura, y casi hasta el alba. El grupo argentino venció, pero al precio de su primer muerto: el capitán y buzo táctico Pedro Giachino. Entró en la casa. Pero al salir lo alcanzó una bala inglesa…
Batista recuerda que le dijo "¿Qué te pasó, Pedrito?", y que le tocó la cabeza. Había perdido mucha sangre.
Era el fin.
En cambio, no recuerda en qué momento Rafael Wollmann tomó la foto-emblema, pero supo que era el soldado más odiado por los ingleses, y que el 14 de junio, día de la caída de Puerto Argentino, lo buscaron entre los prisioneros…, no para servirle un té.
"Para fotografiarme con los brazos en alto", suele bromear.
“Me mandaron a cumplir una misión y eso hice”, dijo Batista años más tarde
Pero Batista ya no estaba en las islas. Los comandos volvieron al continente el mismo 2 de abril, y él jamás regresó. Tuvo la chance en una misión especial luego del desembarco de los ingleses, pero fue abortada mientras el avión Hércules ya carreteaba…
La pregunta de rigor en cada entrevista:
–¿Volvería a las Malvinas?
–De visita, no. Pero si hay que recuperarlas y me llaman… ¡sin duda!
Aunque tiene 62 años, y se retiró de las filas hace una década y media… Es seco en su juicio: "Los ingleses no eran mejores que nosotros, pero tuvieron más medios, y apoyo de los norteamericanos y los chilenos".
Y nada nostálgico: "Me mandaron a cumplir una misión, y fui. Para eso nos paga el Estado". Filosofía de comando anfibio. Hombres que son buzos, paracaidistas, expertos en explorar agua y tierra. Guerreros profesionales de elite entrenados para soportar todo hasta más allá de sus fuerzas.
Los comandos anfibios custodian las armas británicas en la casa del gobernador
Pero a pesar de su prudencia, más de una vez se atrevió al pronóstico y a la crítica. Cree que la Operación Rosario debió terminar el mismo día de la ocupación, pero que todo se cambió sobre la marcha, y sin previsión. Supone que si el plan original hubiera sido resistir en lugar de negociar, la flota inglesa no habría llegado, bombardeada por las Fuerza Aéreas a la altura de Brasil. Y aun así, era necesario fortificar las islas, confiando en la potencia del cañón Sofman de 155 milímetros y alcance de 18 kilómetros, y en una defensa costera de cemento fabricada en el continente y llevada hasta el frente de combate.
Hipótesis para el juicio de especialistas…
El segundo hombre
Lou Armour con los brazos en alto sigue las órdenes del comando anfibio Eliseo Batista
En la célebre foto de Wollmann, el otro protagonista es un Royal Marine: el primero que camina con las manos en alto, ya rendido su grupo y prisionero de Batista.
Su nombre: Lou Armour. Nacido en Inglaterra en 1958, a los 16 años –pequeño y muy flaco– se unió a los comandos de la Royal y se especializó en armas de infantería, despacho de helicópteros y paracaidismo militar sobre mar y tierra.
Casi un James Bond con uniforme…
Sirvió en Malta, Chipre, Turquía, Italia, Cerdeña, Alemania, Dinamarca, Holanda, Noruega, Estados Unidos y las Indias Orientales. En 1979, servicio activo en Irlanda del norte al frente de 40 comandos. Y tres años más tarde, batallando en las Malvinas…, vencido y prisionero. Pero volviendo al mismo escenario con el 42 Royal Marines Comandos para seguir en la lucha desde el 21 de mayo hasta el 14 de junio, día del final de una de las guerras más insólitas del siglo XX.
Lo sacaron de las islas en un Hércules. "Me sentí humillado y pedí regresar al frente". Una semana después entró en la terrible batalla de Goose Green. "Fue un espanto. Vi todo el suelo en llamas, y muertos y heridos del regimiento de paracaidistas que hizo la avanzada".
El Royal Marine volvió a las islas con la flota británica para luchar en la guerra de Malvinas: “Me sentí humillado y pedí regresar al frente”
El 12 de junio, al final de la batalla de Monte Harriet, "todo quedó marcado por lo imprevisto. Había silencio, niebla y nieve. Tuve que sacarle las identificaciones a los soldados argentinos muertos. Me impactó encontrar fotos de sus familias… Un teniente enemigo agonizaba. Tenía una herida muy grande en el estómago. Hablaba inglés. Conversamos bastante. Murió esa noche. No pude sacármelo de la cabeza. No sé porqué, pero su muerte me afectó más que las de mis compañeros caídos en combate... Años después lo conté en un documental. Me sentí incómodo: temí que no me entendieran. No volví a ver a los comandos que dirigí. No fui a reuniones. Tenía culpa".
Armour desembarcó en Malvinas, peleó durante la guerra e izó la bandera británica el 14 de junio de 1982
Un día, Armour fue a visitar a un soldado a quien había formado, y que perdió una pierna en Malvinas. "Estaba muy mal, con estrés postraumático. Hablamos de mi documental, y me dijo que me entendía, que somos humanos, que hicimos lo que pudimos…, y se sacó la pierna artificial, la llenó de cerveza… ¡y brindamos!"
Después de Malvinas, Armour trató de entrar a un batallón de fuerzas especiales, pero no aprobó el test. "No estaba en forma. Dejé la carrera militar, empecé la universidad, y me dejé el pelo largo, ¡a lo Robert Plant!"
Hoy, como contracara del pasado, es maestro de niños con problemas sociales y emocionales, y en el 86, en la Universidad de Lancaster, estudió Bachillerato en Artes, que incluye Sociología e Historia. Su tesis de doctorado: Filosofía del Color.
En la obra de teatro “Campo minado” recrea su historia en la guerra junto a veteranos argentinos e ingleses
Y se enamoró del teatro… Que sería su gran catarsis. Hoy Lou forma parte de otro batallón: el elenco de "Campo minado" (Minefield, en inglés), una pieza teatral dirigida por Lola Arias. La experiencia escénica que reúne tres veteranos ingleses y tres argentinos y que intenta indagar en las huellas que deja una guerra. En mayo de 2016 se estrenó en Londres, sala Royal Court. En noviembre de 2016 levantó el telón en Buenos Aires, sala Centro de las Artes de la Unsam.
Pero antes, su toma de conciencia. "El 2 de abril del 82 vi a los argentinos con actitud de superioridad. En mayo y en junio los vi en combates. El 14 de junio los vi vencidos. Y ahora puedo verlos desde la amistad. Es la mejor experiencia de mi vida… después de algunas que tuve con chicas, en la universidad".
El casting fue interminable: sesenta postulantes para seis roles. Premisa: no tocar el tema soberanía. Fue un pacto para poder convivir fuera y dentro del escenario. Lou estaba nervioso. "Si bien era raro encontrarse con el enemigo, sabía que con los ex soldados argentinos iba a estar todo bien… porque todos habíamos estado en combate". La obra también se estrenó en Grecia y Alemania y recorrerá Europa en 2017 y 2018.
Última reflexión de Lou Armour: "Yo tenía una buena carrera. Me gustaba hacer las cosas duras y difíciles que hacen los infantes de marina. Hasta me gustaban las marchas con los equipos… ¡tan pesados! Pero no quiero ir a la guerra otra vez. Eso no me hace pacifista …. Volvería a pelear, pero tendría que creer en la causa".
Armour reflexiona: “Vi a los argentinos triunfadores, en combate y vencidos. Ahora puedo verlos desde la amistad”
Pocas cosas han generado tantos libros, tantas películas, tantas series de tevé, como la guerra.
Pero si mañaña todo ese material, ese testimonio, desapareciera, habría que rogar que se salvara, al menos, un ejemplar de la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, e inspiradora del monumental film Apocalypse Now, de Francis Coppola.
Porque en solo dos palabras que se repiten, el protagonista –el coronel Kurt–, desertor de la guerra y amo de una extraña comunidad en la selva, dice:
–El horror… El horror.
Y todo queda dicho.
Eso nos tocó hace 35 años.
Y lo evocamos en dos hombres, en dos historias, en una foto eterna.
Jacinto y Lou.
jueves, 30 de marzo de 2017
Nicolás Kasanzew y su experiencia como corresponsal
El conmovedor testimonio del único corresponsal de guerra argentino en Malvinas
El periodista Nicolás Kasanzew llegó a las islas el 2 de abril. Vivió bajo fuego y fue testigo de todo lo que se calló y se ocultó durante la guerra. La censura, la relación con los soldados, las noches de insomnio y la difícil vuelta al continente. Cómo se buscó desmalvinizar
Por Silvia Mercado | Infobae
Nicolás Kasanzew es el único periodista argentino que cubrió la guerra de Malvinas hasta el final. Lo hizo para ATC y bajo extremas condiciones de censura. Hasta que volvió al continente no se enteró cómo salían sus reportes para televisión ni tampoco las notas que enviaba a Siete Días.
Por ser "la cara de la televisión en la guerra" pagó un alto costo personal y tuvo que irse del país para ejercer su profesión. Aquí lo despreciaban los militares que habían vuelto derrotados y los civiles que queríamos olvidar ese fallido intento de recuperar las islas. Sin embargo, su trabajo periodístico fue excepcional y está reflejado en dos libros de calidad extraordinaria, Malvinas, a sangre y fuego y La pasión según Malvinas. Recorrer esas páginas es un desafío a las esquematizaciones, ya que presentan datos prácticamente desconocidos y perspectivas muy profundas y originales. Aquí su testimonio para Infobae.
–Nicolás, usted tuvo una distinción del Congreso de la Nación en el gobierno de Raúl Alfonsín, junto a otros civiles, por su participación en la guerra de Malvinas. ¿De qué se trató?
–Sí, en 1986, una ley del Congreso de la Nación equiparó los civiles a los soldados conscriptos, y por supuesto eso fue muy honorífico para mí. Después, en el año 1995, el Ejército me condecoró con la Orden a los Servicios Distinguidos por mi desempeño en Malvinas.
–Es interesante ver que hubo muchos civiles que tuvieron un rol destacado en las Malvinas, usted en su calidad de periodista. ¿Sabía que habían participado tantos civiles?
–Por empezar, una cosa que se olvidó es que 200.000 civiles se anotaron como voluntarios para ir a defender nuestra soberanía en Malvinas. Se anotaron pilotos civiles que decían que querían ir a estrellarse contra la flota inglesa con sus avioncitos, se anotaban lisiados con sus sillas de ruedas, se anotaban personas mayores como mi maestro scout, que tenía 73 años, voluntario número 17 que hubiera hecho un muy buen papel. A ninguno de ellos los terminaron mandando. Fuimos pocos los civiles que participamos, pero había gente de vialidad, marinos mercantes, médicos. De hecho, 18 civiles murieron en combate, aportaron su cuota de sangre para defender la soberanía. Eso tampoco se tiene en cuenta.
–Es sorprendente, porque es lo que permite comprender que la guerra tuvo un gran respaldo de la sociedad civil.
–Si no se entiende eso no se puede entender la guerra de Malvinas, porque siempre se habla de que los generales y almirantes fueron a la guerra. Nunca lo pensaron, ni en las peores pesadillas, cayeron en una trampa, el famoso "guiño" que les hicieron desde el Pentágono por una provocación inglesa. Después no pudieron dar marcha atrás por los civiles, por las plazas llenas de gente. Cuando Galtieri se da cuenta que Estados Unidos no va a ser neutral, que él cayó en una trampa, le dice al ministro de defensa (Amadeo) Frúgoli que saquen las tropas de Malvinas. Y Frúgoli le dice "no podemos, la gente nos va a colgar en la Plaza de Mayo", me lo contó su sobrino. La gente había plebiscitado la recuperación de las Malvinas en todo el país y ya no se podía ir para atrás. Si no se entiende eso, no se entiende la improvisación. Lo único planificado fue el 2 de abril, después todo fue improvisación, nunca pensaron ir a la guerra los militares, y ya no pudieron retroceder.
–Llegó el 2 de abril de 1982 a Comodoro Rivadavia, ¿había muchos periodistas?
–Sí, estaba lleno de periodistas, pero no nos dejaron cruzar ese día a las Islas. Recién al otro día cruzamos unos 40 periodistas, pero nos tuvieron allí dos horas y nos hicieron volver. El 4 de abril ya no dejaron entrar a nadie, así que Daniel Mendoza, aquel famoso periodista con su seducción tan particular, consiguió subirse a un avión y me hizo subir a mí. En abril yo iba y venía, porque como no se podían hacer transmisiones desde Malvinas, yo iba a Comodoro a transmitir. Hasta que el 23 decidí no salir más de Malvinas porque se cerró el bloqueo y me iba a perder la cobertura de la guerra. Pasó algo extraño. Durante abril llegaban periodistas a hacer su nota, y se iban. Yo soy testigo de que el general Menéndez les ofrecía quedarse en las Islas y nadie quiso quedarse. Ese es el motivo por el cual yo fui el único periodista argentino que cubrió toda la guerra.
–Notable. ¿Había con usted un camarógrafo de ATC, no es cierto?
–Sí, Alfredo Lamela, un tipo muy valiente. Cuando tiran, la instintiva reacción de un ser humano es agacharse, para protegerse, y así arruinás la toma. Alfredo no se agachaba.
–¿Había periodistas de Télam también?
–Lo de Télam es una historia aparte. Había una agencia de cinco periodistas y uno de los periodistas, Diego Pérez Andrade, inventaba noticias. Por ejemplo, que el piloto Luis Valko había muerto atacando con su Pucará un portaaviones, lo cual es una locura, nunca pasó. Ya tenía su gloria de haber muerto en combate, no era necesario. Mientras inventaba cosas más o menos inocuas, triunfalistas, pasaba. Pero un día inventó que en un ataque inglés murieron 15 kelpers y Menéndez se enojó porque él cuidaba a los kelpers más que a los soldados argentinos. Cuando le preguntaron por qué mintió, dijo que estaba haciendo acción psicológica. Entonces, el 5 de mayo cerraron la agencia Télam en Malvinas y los muchachos decidieron quedarse en el hotel. Pérez Andrade siempre se jactó de haberse quedado tomando del mejor whisky en el hotel, y dos días antes de la rendición Menéndez recién les devolvió los equipos. O sea, que no cubrieron la guerra por ese motivo.
–Es decir que Alfredo y usted fueron los únicos.
–Así es, los únicos, desde el principio hasta el final, desde las Islas.
–Cuéntenos cómo era el trabajo que hacían.
–Era un trabajo muy difícil, porque me habían asignado un censor, un capitán de Ejército que cuando me acompañaba decía "esto se puede filmar, esto no", y cuando no nos acompañaba, miraba en el viewfinder de la cámara y las cosas que no le gustaban me obligaba a borrarlas. Yo le rogaba que no las borrara, que las guardara él, eran imágenes para la historia, pero fue implacable. Incluso me amenazó con una corte marcial. Ese era el primer filtro. Nosotros después mandábamos con los Hércules que burlaban el bloqueo el resto del material. Recién cuando vuelvo al continente me entero que mi material pasaba distintos escalones de censura. Mis compañeros de Canal 7 me dijeron que el 90 o 95 por ciento de lo que mandamos fue destruido, no solo no emitido, directamente destruido. Te imaginás que hasta el día de hoy sangro por la herida.
–Además era corresponsal de la Revista Siete Días. ¿Qué pasó con esas notas?
–Escribía mi diario de guerra para Siete Días, que tampoco pude leer durante la guerra. Cuando vuelvo me doy cuenta que a mis notas les habían adosado introducciones triunfalistas. Le reclamé a mi editor y me dijo que si no agregaba eso, no le dejaban publicar nada. No tendría que haber publicado nada, le dije. Por suerte, yo conservo mis manuscritos y los télex que no se pueden falsificar, donde puedo probar que esas introducciones triunfalistas no eran mías. Había gran censura, como en toda guerra, por otro lado.
–Por cierto. Lo importante es que en el caso de Siete Días tiene la documentación para probarlo, pero en la televisión no, aunque está claro que era un periodista en la zona misma de la guerra.
–Así es, yo era -aunque no en los papeles pero sí en los hechos- un corresponsal de guerra. No era un periodista en zona de peligro, sino un periodista que participa del esfuerzo bélico de su país y se subordina a los mandos de ese país, esa es la definición de corresponsal de guerra para la Convención de Ginebra.
–¿Está seguro entonces de que no hay forma de recuperar los materiales que no se emitieron?
–No lo digo yo, sino mis compañeros de ATC que vieron cómo eran veladas las películas y borrados los casetes. Durante la guerra a mí me prohibieron filmar soldados conscriptos para que no se viera que eran bisoños, cosa que seguí haciendo primero por una cuestión de ética profesional, pero también porque ellos querían salir y que los vieran sus familias. Se borraron cantidad de imágenes porque había soldados conscriptos en esas tomas. Cuento otra. Carlos Alberto Molteni, piloto de combate, ataca a los ingleses en Darwin, su numeral cae, vuelve de ese combate y yo lo entrevisto en caliente. Molteni es un personaje muy pintoresco, muy divertido, cantante de tangos, entonces yo le pregunto si llevaba su equipo de supervivencia por si era derribado. Me contesta, "no, yo cuando salgo a volar no llevo ni el peine". Cuando lo vieron en ATC destruyeron la nota, se horrorizaron. Era un combate aéreo contra tropas inglesas, había vuelto, y destruyeron por esa nimiedad la nota.
–¿Dónde vivía cuando estaba en las Islas?
–Los civiles, algunos curas, algunos personajes de los servicios de inteligencia, vivíamos en una hostería llamada Upland Goose, manejada por kelpers. Todas las mañanas salíamos con Alfredo a buscar notas, lo que era muy difícil por el censor que tenía encima. Encontré la solución que era ir al aeropuerto después del 1° de mayo, que era bombardeado tres y cuatro veces por día. Tenía las escenas de acción y la gente de la Fuerza Aérea me dejaban deambular con libertad. Dentro de eso, los soldados se me acercaban porque tenían hambre y necesidades. Yo me dedicaba dos horas por día a comprarles cosas, incluso a veces con mi plata, porque Menéndez no quería que fueran a los supermercados, para no desabastecer a los kelpers.
–¿Es normal que un corresponsal de guerra se involucre con un conflicto como usted lo hizo, con su pasión y emoción?
–Bueno, como le dije la definición de corresponsal de guerra según la Convención de Ginebra, el corresponsal de guerra participa del esfuerzo bélico de su país. En este caso se trató de una causa noble, de una guerra limpia. Yo era periodista pero, básicamente, era argentino. Al punto tal que cuando llegamos con mi camarógrafo nosotros les pedimos que nos preparen para la defensa, y se murieron de risa.
–Después de la derrota, ¿volvieron a entrar al canal?
–Sí, volví a entrar al canal para ser un marginado, porque el nuevo hombre fuerte del Ejército, el general (Cristino) Nicolaides, decía que había que olvidarse de Malvinas, por eso escondieron a los que volvieron. Primero me prohibieron entrevistar a los soldados que volvieron de la guerra, me prohibieron hacer notas sobre Malvinas, después me sacaron del noticiero y finalmente me dejaron sin trabajo. Luego me hicieron una campaña de difamación que estoy seguro salió de la inteligencia del Ejército, porque yo me puse a escribir mi primer libro. Al no haber podido contarle a los argentinos lo que había pasado con las imágenes y todo lo que viví, quise ponerlo en un libro. Como temían lo que yo podía escribir, me difamaron.
–¿Por qué cree que la sociedad también se olvidó de la guerra?
–Evidentemente somos un pueblo obscenamente exitista. Perdimos la guerra y todo el mundo dio la espalda. Si otra hubiera sido la historia no hubieran negado que estuvieron en Plaza de Mayo respaldando la recuperación. Ese exitismo, sumado a que se intentó mezclar todo, demonizar a las Fuerzas Armadas completas sin separar la paja del trigo. Malvinas coincidió solo cronológicamente con el gobierno militar. En todo lo demás fue distinto. No tenía nada que ver una cosa con la otra. Malvinas fue una guerra noble por una causa justa que nada tuvo que ver con los militares que gobernaban. Los que pelearon fueron a defender la bandera de San Martín y Belgrano.
–Si tuviera la posibilidad de elegir de nuevo si viajar o no a cubrir la guerra de Malvinas, ¿qué decisión tomaría?
–Si existiera una máquina del tiempo volvería a hacer todo lo mismo que hice, salvo en un aspecto: escondería el material, no permitiría que me lo destruyeran. Lo pude hacer después que se perdieron los primeros siete rollos fotográficos que envié, pero no con el material para televisión.
–En su segundo libro, La pasión según Malvinas, hay gran cantidad de fotos que usted mismo tomó.
–Sí, porque aprendí de eso y seguí sacando fotos, pero las mandaba de contrabando con un aviador naval. Gracias a él estas fotos están para la historia, sino tampoco estarían.
–Nicolás, se van a cumplir 35 años de esta experiencia que tanto lo marcó en su vida personal y también a los argentinos. ¿Qué mensaje puede dejarnos a los que no estuvimos ahí y a los argentinos que no habían nacido en 1982? ¿Qué nos puede decir de la guerra y, más que nada, de la guerra de Malvinas?
–La guerra es la barbarie siempre. Afortunadamente en esta guerra hubo gran cantidad de actos de nobleza y amor al prójimo, de argentinos que dieron todo por amor. Pero sobre todo yo quisiera decirle a los argentinos que nosotros que nos creemos los más vivos de todo el mundo, en realidad, nos compramos todos los buzones.
–¿Por qué?
–Hubo una gran mentira de que fue "una guerra de la democracia contra la dictadura". Es una falacia de la señora Thatcher, que no podía decir que se lanzaba a una guerra para recuperar unas colonias. Nosotros no estábamos condenados a la derrota -lo dice el almirante (Sandy) Woodward- porque no gana el que tiene el mejor equipo sino el que tiene la voluntad más fuerte, como la que tenían nuestros soldados y oficiales. Los panfletos británicos eran los que decían que solo podíamos perder, pero no era cierto. Fue una guerra heroica, y pasados los años va a estar a la par del Cruce de los Andes y de la Batalla de Obligado, no tengo la menor duda.
El periodista Nicolás Kasanzew llegó a las islas el 2 de abril. Vivió bajo fuego y fue testigo de todo lo que se calló y se ocultó durante la guerra. La censura, la relación con los soldados, las noches de insomnio y la difícil vuelta al continente. Cómo se buscó desmalvinizar
Por Silvia Mercado | Infobae
Nicolás Kasanzew es el único periodista argentino que cubrió la guerra de Malvinas hasta el final. Lo hizo para ATC y bajo extremas condiciones de censura. Hasta que volvió al continente no se enteró cómo salían sus reportes para televisión ni tampoco las notas que enviaba a Siete Días.
Por ser "la cara de la televisión en la guerra" pagó un alto costo personal y tuvo que irse del país para ejercer su profesión. Aquí lo despreciaban los militares que habían vuelto derrotados y los civiles que queríamos olvidar ese fallido intento de recuperar las islas. Sin embargo, su trabajo periodístico fue excepcional y está reflejado en dos libros de calidad extraordinaria, Malvinas, a sangre y fuego y La pasión según Malvinas. Recorrer esas páginas es un desafío a las esquematizaciones, ya que presentan datos prácticamente desconocidos y perspectivas muy profundas y originales. Aquí su testimonio para Infobae.
–Nicolás, usted tuvo una distinción del Congreso de la Nación en el gobierno de Raúl Alfonsín, junto a otros civiles, por su participación en la guerra de Malvinas. ¿De qué se trató?
–Sí, en 1986, una ley del Congreso de la Nación equiparó los civiles a los soldados conscriptos, y por supuesto eso fue muy honorífico para mí. Después, en el año 1995, el Ejército me condecoró con la Orden a los Servicios Distinguidos por mi desempeño en Malvinas.
–Es interesante ver que hubo muchos civiles que tuvieron un rol destacado en las Malvinas, usted en su calidad de periodista. ¿Sabía que habían participado tantos civiles?
–Por empezar, una cosa que se olvidó es que 200.000 civiles se anotaron como voluntarios para ir a defender nuestra soberanía en Malvinas. Se anotaron pilotos civiles que decían que querían ir a estrellarse contra la flota inglesa con sus avioncitos, se anotaban lisiados con sus sillas de ruedas, se anotaban personas mayores como mi maestro scout, que tenía 73 años, voluntario número 17 que hubiera hecho un muy buen papel. A ninguno de ellos los terminaron mandando. Fuimos pocos los civiles que participamos, pero había gente de vialidad, marinos mercantes, médicos. De hecho, 18 civiles murieron en combate, aportaron su cuota de sangre para defender la soberanía. Eso tampoco se tiene en cuenta.
–Es sorprendente, porque es lo que permite comprender que la guerra tuvo un gran respaldo de la sociedad civil.
–Si no se entiende eso no se puede entender la guerra de Malvinas, porque siempre se habla de que los generales y almirantes fueron a la guerra. Nunca lo pensaron, ni en las peores pesadillas, cayeron en una trampa, el famoso "guiño" que les hicieron desde el Pentágono por una provocación inglesa. Después no pudieron dar marcha atrás por los civiles, por las plazas llenas de gente. Cuando Galtieri se da cuenta que Estados Unidos no va a ser neutral, que él cayó en una trampa, le dice al ministro de defensa (Amadeo) Frúgoli que saquen las tropas de Malvinas. Y Frúgoli le dice "no podemos, la gente nos va a colgar en la Plaza de Mayo", me lo contó su sobrino. La gente había plebiscitado la recuperación de las Malvinas en todo el país y ya no se podía ir para atrás. Si no se entiende eso, no se entiende la improvisación. Lo único planificado fue el 2 de abril, después todo fue improvisación, nunca pensaron ir a la guerra los militares, y ya no pudieron retroceder.
–Llegó el 2 de abril de 1982 a Comodoro Rivadavia, ¿había muchos periodistas?
–Sí, estaba lleno de periodistas, pero no nos dejaron cruzar ese día a las Islas. Recién al otro día cruzamos unos 40 periodistas, pero nos tuvieron allí dos horas y nos hicieron volver. El 4 de abril ya no dejaron entrar a nadie, así que Daniel Mendoza, aquel famoso periodista con su seducción tan particular, consiguió subirse a un avión y me hizo subir a mí. En abril yo iba y venía, porque como no se podían hacer transmisiones desde Malvinas, yo iba a Comodoro a transmitir. Hasta que el 23 decidí no salir más de Malvinas porque se cerró el bloqueo y me iba a perder la cobertura de la guerra. Pasó algo extraño. Durante abril llegaban periodistas a hacer su nota, y se iban. Yo soy testigo de que el general Menéndez les ofrecía quedarse en las Islas y nadie quiso quedarse. Ese es el motivo por el cual yo fui el único periodista argentino que cubrió toda la guerra.
–Notable. ¿Había con usted un camarógrafo de ATC, no es cierto?
–Sí, Alfredo Lamela, un tipo muy valiente. Cuando tiran, la instintiva reacción de un ser humano es agacharse, para protegerse, y así arruinás la toma. Alfredo no se agachaba.
–¿Había periodistas de Télam también?
–Lo de Télam es una historia aparte. Había una agencia de cinco periodistas y uno de los periodistas, Diego Pérez Andrade, inventaba noticias. Por ejemplo, que el piloto Luis Valko había muerto atacando con su Pucará un portaaviones, lo cual es una locura, nunca pasó. Ya tenía su gloria de haber muerto en combate, no era necesario. Mientras inventaba cosas más o menos inocuas, triunfalistas, pasaba. Pero un día inventó que en un ataque inglés murieron 15 kelpers y Menéndez se enojó porque él cuidaba a los kelpers más que a los soldados argentinos. Cuando le preguntaron por qué mintió, dijo que estaba haciendo acción psicológica. Entonces, el 5 de mayo cerraron la agencia Télam en Malvinas y los muchachos decidieron quedarse en el hotel. Pérez Andrade siempre se jactó de haberse quedado tomando del mejor whisky en el hotel, y dos días antes de la rendición Menéndez recién les devolvió los equipos. O sea, que no cubrieron la guerra por ese motivo.
–Es decir que Alfredo y usted fueron los únicos.
–Así es, los únicos, desde el principio hasta el final, desde las Islas.
–Cuéntenos cómo era el trabajo que hacían.
–Era un trabajo muy difícil, porque me habían asignado un censor, un capitán de Ejército que cuando me acompañaba decía "esto se puede filmar, esto no", y cuando no nos acompañaba, miraba en el viewfinder de la cámara y las cosas que no le gustaban me obligaba a borrarlas. Yo le rogaba que no las borrara, que las guardara él, eran imágenes para la historia, pero fue implacable. Incluso me amenazó con una corte marcial. Ese era el primer filtro. Nosotros después mandábamos con los Hércules que burlaban el bloqueo el resto del material. Recién cuando vuelvo al continente me entero que mi material pasaba distintos escalones de censura. Mis compañeros de Canal 7 me dijeron que el 90 o 95 por ciento de lo que mandamos fue destruido, no solo no emitido, directamente destruido. Te imaginás que hasta el día de hoy sangro por la herida.
–Además era corresponsal de la Revista Siete Días. ¿Qué pasó con esas notas?
–Escribía mi diario de guerra para Siete Días, que tampoco pude leer durante la guerra. Cuando vuelvo me doy cuenta que a mis notas les habían adosado introducciones triunfalistas. Le reclamé a mi editor y me dijo que si no agregaba eso, no le dejaban publicar nada. No tendría que haber publicado nada, le dije. Por suerte, yo conservo mis manuscritos y los télex que no se pueden falsificar, donde puedo probar que esas introducciones triunfalistas no eran mías. Había gran censura, como en toda guerra, por otro lado.
–Por cierto. Lo importante es que en el caso de Siete Días tiene la documentación para probarlo, pero en la televisión no, aunque está claro que era un periodista en la zona misma de la guerra.
–Así es, yo era -aunque no en los papeles pero sí en los hechos- un corresponsal de guerra. No era un periodista en zona de peligro, sino un periodista que participa del esfuerzo bélico de su país y se subordina a los mandos de ese país, esa es la definición de corresponsal de guerra para la Convención de Ginebra.
–¿Está seguro entonces de que no hay forma de recuperar los materiales que no se emitieron?
–No lo digo yo, sino mis compañeros de ATC que vieron cómo eran veladas las películas y borrados los casetes. Durante la guerra a mí me prohibieron filmar soldados conscriptos para que no se viera que eran bisoños, cosa que seguí haciendo primero por una cuestión de ética profesional, pero también porque ellos querían salir y que los vieran sus familias. Se borraron cantidad de imágenes porque había soldados conscriptos en esas tomas. Cuento otra. Carlos Alberto Molteni, piloto de combate, ataca a los ingleses en Darwin, su numeral cae, vuelve de ese combate y yo lo entrevisto en caliente. Molteni es un personaje muy pintoresco, muy divertido, cantante de tangos, entonces yo le pregunto si llevaba su equipo de supervivencia por si era derribado. Me contesta, "no, yo cuando salgo a volar no llevo ni el peine". Cuando lo vieron en ATC destruyeron la nota, se horrorizaron. Era un combate aéreo contra tropas inglesas, había vuelto, y destruyeron por esa nimiedad la nota.
–¿Dónde vivía cuando estaba en las Islas?
–Los civiles, algunos curas, algunos personajes de los servicios de inteligencia, vivíamos en una hostería llamada Upland Goose, manejada por kelpers. Todas las mañanas salíamos con Alfredo a buscar notas, lo que era muy difícil por el censor que tenía encima. Encontré la solución que era ir al aeropuerto después del 1° de mayo, que era bombardeado tres y cuatro veces por día. Tenía las escenas de acción y la gente de la Fuerza Aérea me dejaban deambular con libertad. Dentro de eso, los soldados se me acercaban porque tenían hambre y necesidades. Yo me dedicaba dos horas por día a comprarles cosas, incluso a veces con mi plata, porque Menéndez no quería que fueran a los supermercados, para no desabastecer a los kelpers.
–¿Es normal que un corresponsal de guerra se involucre con un conflicto como usted lo hizo, con su pasión y emoción?
–Bueno, como le dije la definición de corresponsal de guerra según la Convención de Ginebra, el corresponsal de guerra participa del esfuerzo bélico de su país. En este caso se trató de una causa noble, de una guerra limpia. Yo era periodista pero, básicamente, era argentino. Al punto tal que cuando llegamos con mi camarógrafo nosotros les pedimos que nos preparen para la defensa, y se murieron de risa.
–Después de la derrota, ¿volvieron a entrar al canal?
–Sí, volví a entrar al canal para ser un marginado, porque el nuevo hombre fuerte del Ejército, el general (Cristino) Nicolaides, decía que había que olvidarse de Malvinas, por eso escondieron a los que volvieron. Primero me prohibieron entrevistar a los soldados que volvieron de la guerra, me prohibieron hacer notas sobre Malvinas, después me sacaron del noticiero y finalmente me dejaron sin trabajo. Luego me hicieron una campaña de difamación que estoy seguro salió de la inteligencia del Ejército, porque yo me puse a escribir mi primer libro. Al no haber podido contarle a los argentinos lo que había pasado con las imágenes y todo lo que viví, quise ponerlo en un libro. Como temían lo que yo podía escribir, me difamaron.
–¿Por qué cree que la sociedad también se olvidó de la guerra?
–Evidentemente somos un pueblo obscenamente exitista. Perdimos la guerra y todo el mundo dio la espalda. Si otra hubiera sido la historia no hubieran negado que estuvieron en Plaza de Mayo respaldando la recuperación. Ese exitismo, sumado a que se intentó mezclar todo, demonizar a las Fuerzas Armadas completas sin separar la paja del trigo. Malvinas coincidió solo cronológicamente con el gobierno militar. En todo lo demás fue distinto. No tenía nada que ver una cosa con la otra. Malvinas fue una guerra noble por una causa justa que nada tuvo que ver con los militares que gobernaban. Los que pelearon fueron a defender la bandera de San Martín y Belgrano.
–Si tuviera la posibilidad de elegir de nuevo si viajar o no a cubrir la guerra de Malvinas, ¿qué decisión tomaría?
–Si existiera una máquina del tiempo volvería a hacer todo lo mismo que hice, salvo en un aspecto: escondería el material, no permitiría que me lo destruyeran. Lo pude hacer después que se perdieron los primeros siete rollos fotográficos que envié, pero no con el material para televisión.
–En su segundo libro, La pasión según Malvinas, hay gran cantidad de fotos que usted mismo tomó.
–Sí, porque aprendí de eso y seguí sacando fotos, pero las mandaba de contrabando con un aviador naval. Gracias a él estas fotos están para la historia, sino tampoco estarían.
–Nicolás, se van a cumplir 35 años de esta experiencia que tanto lo marcó en su vida personal y también a los argentinos. ¿Qué mensaje puede dejarnos a los que no estuvimos ahí y a los argentinos que no habían nacido en 1982? ¿Qué nos puede decir de la guerra y, más que nada, de la guerra de Malvinas?
–La guerra es la barbarie siempre. Afortunadamente en esta guerra hubo gran cantidad de actos de nobleza y amor al prójimo, de argentinos que dieron todo por amor. Pero sobre todo yo quisiera decirle a los argentinos que nosotros que nos creemos los más vivos de todo el mundo, en realidad, nos compramos todos los buzones.
–¿Por qué?
–Hubo una gran mentira de que fue "una guerra de la democracia contra la dictadura". Es una falacia de la señora Thatcher, que no podía decir que se lanzaba a una guerra para recuperar unas colonias. Nosotros no estábamos condenados a la derrota -lo dice el almirante (Sandy) Woodward- porque no gana el que tiene el mejor equipo sino el que tiene la voluntad más fuerte, como la que tenían nuestros soldados y oficiales. Los panfletos británicos eran los que decían que solo podíamos perder, pero no era cierto. Fue una guerra heroica, y pasados los años va a estar a la par del Cruce de los Andes y de la Batalla de Obligado, no tengo la menor duda.
martes, 28 de marzo de 2017
Los Gurkhas en Malvinas
La sangrienta historia de los Gurkas en la guerra, ¿mito o realidad?
Que degollaron a nuestros soldados. Que combatían drogados. Que no les importaba vivir o morir. Testimonios de soldados avalan este horror. ¿Qué es leyenda y qué es verdad? El mayor Mike Seear, Oficial de Operaciones y Entrenamiento del Regimiento de Rifleros Gurkas, cuenta en primera persona qué hicieron estos feroces combatientes nepaleses durante la guerra
Por Gaby Cociffi
Directora Editorial de Infobae
Con sus cuchillos Kukris degollaron a los soldados argentinos. La sangre tiñó de rojo la oscura y húmeda turba de Malvinas. Pocos sobrevivieron a esa carnicería que practicaron los Gurkas en las batallas de la toma final de Puerto Argentino.
Esto es al menos lo que dice el mito, la leyenda. Una leyenda que creció y se afianzó con algunos testimonios de combatientes argentinos que agregaron detalles aún más escabrosos.
El prestigioso escritor y periodista de guerras, Arturo Pérez Reverte, entrevistó a un soldado argentino que dijo haber escapado de la furia asesina de estos guerreros nepaleses, un ejército de mercenarios que luchan desde el 1800 para la Corona británica.
"Estábamos atrincherados cuando comenzó el ataque. Los ingleses venían gritando y subiendo la ladera sin protegerse. Habían puesto delante a los Gurkas que avanzaban drogados y escuchando música con sus Sony Walkman ajustados a los oídos, riéndose y disparando. Les estuvimos tirando con todo lo que teníamos, pero les daba igual. Se metieron en un campo de minas y saltaban por el aire, pero seguían subiendo", le relató el joven argentino al periodista español.
Y solo un segundo después agregó un final que horroriza: "Algunos chicos tiraban sus armas y se rendían, pero los Gurkas los desollaban con sus cuchillos (…)".
Los Gurkas desembarcaron en Malvinas el 1ª de junio
El relato de este soldado anónimo no es el único. En el libro Los chicos de la guerra, el periodista Daniel Kon detalla la terrible vivencia de un combatiente argentino: "Los Gurkas parecían completamente drogados. Se mataban entre ellos mismos. Avanzaban gritando, sin apenas protegerse. Eran como robots: un Gurka pisaba una mina y volaba por el aire, y el que venía detrás no se preocupaba en lo más mínimo: pasaba por la misma zona sin inmutarse, y a lo mejor también volaba. Parecían no tener instinto de supervivencia. Iban barriendo zonas con sus ametralladoras Mag, que pesan más que un fusil. Si encontraban alguna lata de ración de nuestras provisiones, las abrían por la mitad de un cuchillazo, comían un poco y seguían peleando, siempre gritando. No les interesaba nada, ni siquiera sus propias vidas".
El autor afirma: "Ocho testigos más ratifican y amplían estos hechos".
Los titulares de los diarios ingleses en 1982 ayudaron a fortalecer el mito. El Daily Express publicó en letra catástrofe: "Los cuchillos de los Gurkas están sueltos" y "Grupos mortales de Gurkas están sembrando el terror entre los argentinos". Los cables de las agencias fechados en Londres afirmaban que los soldados argentinos se rendían sin combatir por temor a los feroces Gurkas.
La propaganda creció al ritmo de las acciones bélicas. La acción psicológica arrasó y salpicó la verdad histórica.
Integrantes del 7° Regimiento de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo
Más serenos, dos oficiales argentinos contaron sus experiencias con los Gurkas. El Capitán de Fragata Carlos Robacio, jefe del BIM 5, informó a sus superiores el día de la rendición a las dos de la tarde: "…mis hombres, un batallón reforzado con dos compañías, han luchado contra el segundo Batallón de guardias Escoceses; 1º y 7º de Fusileros Gurkas y parte del Batallón de guardias Galeses…".
El teniente Ugarte, de la Escuela de Aviación Militar, también dejó su testimonio. El libro Con Dios en el alma y un halcón en el corazón, de Pablo Carballo, lo recoge con lujo de detalles.
"Llegamos a una casa abandonada. Aparentemente no había nadie. Pero atrás de una roca apareció un oficial inglés y nos pidió que nos rindiéramos. Uno de nuestros oficiales le disparó, y al instante nos vimos rodeados por cerca de 35 gurkas. Pensé que estábamos perdidos y le dije a mis hombres: 'Ya no hay nada que hacer. Resistir es hacernos matar inútilmente. Arrojemos las armas'. El oficial pegó un grito y los gurkas se nos vinieron encima. Pero el inglés pegó otro grito en nepalés y los chinitos se frenaron como el perro cuando grita su amo. Los gurkas empezaron a rodearnos. En una mano el fusil y en la otra el cuchillo. Hacían gestos, como si fueran a degollarnos. Nos tiraron al suelo y nos apuntaron a la cabeza. Me puse a rezar. Pasamos la noche con un gurka al lado de cada uno de nosotros. Con la punta de su cuchillo en nuestro cuello".
No se consideran fuerza de elite, pero por su entrenamiento pelean en la primera línea de fuego
¿Pero quiénes son estos guerreros casi mitológicos que crearon tanta fantasía como cruentos relatos reales después de la guerra de Malvinas? Hoy son 2.500 hombres de origen nepalí, reclutados en su país por el ejército británico, quienes desde 1816 luchan al servicio de la Corona incluso en la primera línea de fuego en Afganistán e Irak.
Feroces, con físicos privilegiados y entrenados, capaces de hazañas que ni las fuerzas de elite realizan, su fama entrelaza su habilidad en el combate y su enorme crueldad. Los gurkas pelean con todas las armas de un soldado de infantería -fusil, bayoneta- pero en la lucha cuerpo a cuerpo agregan sus famosos Kukris, los cuchillos curvos creados para degollar y desollar a los enemigos. Sus méritos fueron reconocidos por las autoridades británicas que hasta ahora les ha concedido 26 cruces de Victoria, la mayor distinción militar del Reino Unido.
Pero volvamos a Malvinas: ¿qué es mito y qué es verdad? ¿combatieron en las islas? ¿se drogaron en las batallas? ¿desollaron a nuestros soldados?
El oficial británico Mike Seear en Malvinas
A 35 años de la guerra, Infobae entrevistó a Mike Seear, Oficial de Operaciones y Entrenamiento del 1er Batallón, 7mo de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo. Retirado del ejercito británico desde 1988, el mayor Seear hoy vive en Oslo, Noruega, y es consultor asociado de la Kenyon International Emergency Service, una de las compañías más grandes del mundo en manejo de crisis ante emergencias (como en el caso de la tragedia aérea de Germanwings en 2015).
Seear viajó cinco veces a la Argentina desde la guerra "para conocer veteranos del otro lado y pensar en la reconciliación". También para buscar información para dos de sus libros, que se reeditan este mes en el Reino Unido: "Con los Gurkas en las Falklands: un diario de guerra" y "Regreso a Tumbledown".
Desde Noruega, y mientras promete una nueva visita a la Argentina antes de fin de año, Seear afirma: "Los Gurkas nunca entraron en combate. Estaban muy frustrados porque nuestro Batallón jamás se involucró en una lucha con ningún soldado argentino durante toda la guerra".
Tenían la misión de tomar Monte William y avanzar hacia Puerto Argentino
Y describe minuciosamente cuál fue la actuación de los soldados nepaleses durante la guerra: "El 1° de junio aterrizamos en San Carlos. Por lo tanto participamos en los últimos 14 días de la campaña terrestre. La mayoría de los soldados Gurkas fueron llevados en helicóptero hasta Darwin y Pradera del Ganso, inmediatamente después de la primera batalla terrestre del 28 de Mayo. Patrullamos mucho el área y sólo nos topamos con una patrulla de 10 soldados argentinos a quienes les habían asignado una posición en una casa abandonada de un pastor, conocida como Egg Harbor House. Los capturamos sin pelea. Siete fueron tomados prisioneros el 7 de junio y tres el 8", relata y su testimonio coincide con el del teniente Ugarte.
"El 9 de junio nos trasladamos cerca de Puerto Argentino y marchamos 12 kilómetros al Este por la costa. En la tarde del 10 estuvimos bajo el fuego de artillería de un solo cañón de 155 milímetros, localizado en Sapper Hill. El cañón siguió disparándonos hasta la mañana del 12 de junio. Luego paró. Ahí nos pusimos a concentrar el plan para tomar Monte William y también el nordeste de Tumbledown", relata como si lo vivido hubiese ocurrido solo unos días antes.
Recuerda que el 13 de junio llegaron al lado norte de Tumbledown. Y que allí vivió un infierno: "Quedamos bajo un masivo ataque de artillería argentina y bombardeo de mortero. Creo que nadie del batallón olvidará esa noche y ese bombardeo porque fue extremadamente preciso y tuvimos ocho bajas. Ocho Gurkas y alguna de nuestra gente de la artillería británica fueron alcanzados por fuego enemigo durante ese ataque argentino".
Mike Seear junto a su regimiento en las islas en 1982
Lo cierto es que la cifra de Gurkas muertos nunca fue del todo clara. Mientras que en las listas oficiales del lado británico figura un solo caído del regimiento de soldados nepaleses -Budhaaparsad Limbu, supuestamente mientras trataba de desactivar un proyectil- los testimonios del lado argentino hablan de casi 60 bajas, entre chinos alistados y nepaleses. Se afirma, además, que en el ataque de la aviación argentina a los buques Sir Galahad y Sir Tristram, murieron 31 Gurkas de un contingente que debía desembarcar en las islas. En la lista de muertos de la South Atlantic Medal Association 82, se nombra únicamente a al gurka Limbu y a los chinos Sung Yuk Fai -tripulante del HMS Sir Galaghad- y Yeung Swi Kami- tripulante del HMS Sir Tristam.
El ex mayor británico afirma que cuando se alistaron para tomar Monte William, a las 3 de la tarde del 14 de junio, lo que vieron "fue a los defensores argentinos retirándose y moviéndose hacia la capital. En otras palabras, no hubo contacto o combate entre los soldados argentinos y los Gurkas. Luego vino un alto el fuego y listo".
Y agrega con indisimulable orgullo: "Los Gurkas son los mejores soldados de infantería del mundo, por eso fueron a las islas".
–¿Por qué son los mejores del mundo?
–Buena pregunta. Si le provees el liderazgo correcto, el Gurka literalmente puede atravesar una pared de ladrillos por vos. Está en una forma física increíble. El soldado británico está a años de luz del soldado Gurka en cuanto a su estado físico. Además, el Gurka es un tirador fantástico, tiene una precisión increíble. Parecen tener una visión especial para la noche, donde pueden ver en la oscuridad… Serví 21 años en el ejército británico y nunca me he cruzado con un regimiento como el de los Gurkas.
Seear afirma. “Nunca entramos en combate y nos sentimos frustrados por eso”
–¿Cuál fue la misión de los Gurkas en Malvinas?
–El objetivo principal era tomar Monte William después de la batalla de Tumbledown. El plan lo iba a realizar nuestra compañía D, compuesta por un poco más de 100 Gurkas. Ellos iban a hacer todo lo que un soldado del ejército británico hace, pero mucho mejor.
–¿Y los cuchillos Krukis?
–Te cuento cómo los usan: los Gurkas atacan su objetivo usando sus armas como cualquier soldado de infantería -sus rifles, sus bayonetas-, pero tienen un arma adicional en su equipamiento oficial que es el cuchillo corvo. Cuando se involucran en combate cuerpo a cuerpo, ellos tienen esa pieza adicional que usarán si sienten que la situación es apropiada.
–Hay testimonios que afirman que los Gurka degollaron soldados argentinos con sus Kurkis.
–Sí, lo sé. Y creo que es increíble. Es muy fascinante cómo el mito de los soldados Gurkas vive su propia vida en la Argentina. Te puedo asegurar que los medios argentinos han contado esta historia 101 por ciento mal. No hubo combate entre los soldados Gurkas del batallón en donde yo serví y los soldados argentinos. Y hubo un solo soldado Gurka que amenazó a los argentinos con usar su cuchillo Kukri si ellos no se rendían. Y los soldados inmediatamente se rindieron. No hubo pelea.
Los Gurkas participaron de los últimos 14 días de la campaña terrestre en Malvinas
–Usted habla de los Gurkas como soldados, ¿pero acaso no son mercenarios?
–Escuché el término "mercenarios" en mis visitas a la Argentina. El año pasado, 2016, fue el 200° aniversario del servicio Gurka con la Corona británica. Los términos de servicio con el ejército británico están gobernados por lo que se conoce como el Acuerdo Trípode, firmado en 1948 por India, Nepal y el Reino Unido de Gran Bretaña. Y puedo decir categóricamente que los Gurkas no son soldados mercenarios.
–¿Qué siente que aprendió en la guerra y qué mensaje dejaría usted hoy, a 35 años del conflicto armado?
–Creo que es mejor dialogar en vez de pelear. Creo que es mejor convertirse en amigos que ser enemigos. Y si te convertís en amigo, luego ¿cómo podés enfrentarte otra vez en nuevas guerras? Yo siento que todos hemos aprendido algo del conflicto de 1982. Fue un punto de no retorno en nuestras vidas, tanto para los veteranos de la Argentina como para los veteranos de Gran Bretaña. Para mí fue una increíble experiencia que me cambió la vida. Sin dudas, aquellas 10 semanas en 1982 fueron las más notables de mi vida y algo que jamás voy a olvidar.
Que degollaron a nuestros soldados. Que combatían drogados. Que no les importaba vivir o morir. Testimonios de soldados avalan este horror. ¿Qué es leyenda y qué es verdad? El mayor Mike Seear, Oficial de Operaciones y Entrenamiento del Regimiento de Rifleros Gurkas, cuenta en primera persona qué hicieron estos feroces combatientes nepaleses durante la guerra
Por Gaby Cociffi
Directora Editorial de Infobae
Con sus cuchillos Kukris degollaron a los soldados argentinos. La sangre tiñó de rojo la oscura y húmeda turba de Malvinas. Pocos sobrevivieron a esa carnicería que practicaron los Gurkas en las batallas de la toma final de Puerto Argentino.
Esto es al menos lo que dice el mito, la leyenda. Una leyenda que creció y se afianzó con algunos testimonios de combatientes argentinos que agregaron detalles aún más escabrosos.
El prestigioso escritor y periodista de guerras, Arturo Pérez Reverte, entrevistó a un soldado argentino que dijo haber escapado de la furia asesina de estos guerreros nepaleses, un ejército de mercenarios que luchan desde el 1800 para la Corona británica.
"Estábamos atrincherados cuando comenzó el ataque. Los ingleses venían gritando y subiendo la ladera sin protegerse. Habían puesto delante a los Gurkas que avanzaban drogados y escuchando música con sus Sony Walkman ajustados a los oídos, riéndose y disparando. Les estuvimos tirando con todo lo que teníamos, pero les daba igual. Se metieron en un campo de minas y saltaban por el aire, pero seguían subiendo", le relató el joven argentino al periodista español.
Y solo un segundo después agregó un final que horroriza: "Algunos chicos tiraban sus armas y se rendían, pero los Gurkas los desollaban con sus cuchillos (…)".
Los Gurkas desembarcaron en Malvinas el 1ª de junio
El relato de este soldado anónimo no es el único. En el libro Los chicos de la guerra, el periodista Daniel Kon detalla la terrible vivencia de un combatiente argentino: "Los Gurkas parecían completamente drogados. Se mataban entre ellos mismos. Avanzaban gritando, sin apenas protegerse. Eran como robots: un Gurka pisaba una mina y volaba por el aire, y el que venía detrás no se preocupaba en lo más mínimo: pasaba por la misma zona sin inmutarse, y a lo mejor también volaba. Parecían no tener instinto de supervivencia. Iban barriendo zonas con sus ametralladoras Mag, que pesan más que un fusil. Si encontraban alguna lata de ración de nuestras provisiones, las abrían por la mitad de un cuchillazo, comían un poco y seguían peleando, siempre gritando. No les interesaba nada, ni siquiera sus propias vidas".
El autor afirma: "Ocho testigos más ratifican y amplían estos hechos".
Los titulares de los diarios ingleses en 1982 ayudaron a fortalecer el mito. El Daily Express publicó en letra catástrofe: "Los cuchillos de los Gurkas están sueltos" y "Grupos mortales de Gurkas están sembrando el terror entre los argentinos". Los cables de las agencias fechados en Londres afirmaban que los soldados argentinos se rendían sin combatir por temor a los feroces Gurkas.
La propaganda creció al ritmo de las acciones bélicas. La acción psicológica arrasó y salpicó la verdad histórica.
Integrantes del 7° Regimiento de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo
Más serenos, dos oficiales argentinos contaron sus experiencias con los Gurkas. El Capitán de Fragata Carlos Robacio, jefe del BIM 5, informó a sus superiores el día de la rendición a las dos de la tarde: "…mis hombres, un batallón reforzado con dos compañías, han luchado contra el segundo Batallón de guardias Escoceses; 1º y 7º de Fusileros Gurkas y parte del Batallón de guardias Galeses…".
El teniente Ugarte, de la Escuela de Aviación Militar, también dejó su testimonio. El libro Con Dios en el alma y un halcón en el corazón, de Pablo Carballo, lo recoge con lujo de detalles.
"Llegamos a una casa abandonada. Aparentemente no había nadie. Pero atrás de una roca apareció un oficial inglés y nos pidió que nos rindiéramos. Uno de nuestros oficiales le disparó, y al instante nos vimos rodeados por cerca de 35 gurkas. Pensé que estábamos perdidos y le dije a mis hombres: 'Ya no hay nada que hacer. Resistir es hacernos matar inútilmente. Arrojemos las armas'. El oficial pegó un grito y los gurkas se nos vinieron encima. Pero el inglés pegó otro grito en nepalés y los chinitos se frenaron como el perro cuando grita su amo. Los gurkas empezaron a rodearnos. En una mano el fusil y en la otra el cuchillo. Hacían gestos, como si fueran a degollarnos. Nos tiraron al suelo y nos apuntaron a la cabeza. Me puse a rezar. Pasamos la noche con un gurka al lado de cada uno de nosotros. Con la punta de su cuchillo en nuestro cuello".
No se consideran fuerza de elite, pero por su entrenamiento pelean en la primera línea de fuego
¿Pero quiénes son estos guerreros casi mitológicos que crearon tanta fantasía como cruentos relatos reales después de la guerra de Malvinas? Hoy son 2.500 hombres de origen nepalí, reclutados en su país por el ejército británico, quienes desde 1816 luchan al servicio de la Corona incluso en la primera línea de fuego en Afganistán e Irak.
Feroces, con físicos privilegiados y entrenados, capaces de hazañas que ni las fuerzas de elite realizan, su fama entrelaza su habilidad en el combate y su enorme crueldad. Los gurkas pelean con todas las armas de un soldado de infantería -fusil, bayoneta- pero en la lucha cuerpo a cuerpo agregan sus famosos Kukris, los cuchillos curvos creados para degollar y desollar a los enemigos. Sus méritos fueron reconocidos por las autoridades británicas que hasta ahora les ha concedido 26 cruces de Victoria, la mayor distinción militar del Reino Unido.
Pero volvamos a Malvinas: ¿qué es mito y qué es verdad? ¿combatieron en las islas? ¿se drogaron en las batallas? ¿desollaron a nuestros soldados?
El oficial británico Mike Seear en Malvinas
A 35 años de la guerra, Infobae entrevistó a Mike Seear, Oficial de Operaciones y Entrenamiento del 1er Batallón, 7mo de Fusileros Gurkas del Duque de Edimburgo. Retirado del ejercito británico desde 1988, el mayor Seear hoy vive en Oslo, Noruega, y es consultor asociado de la Kenyon International Emergency Service, una de las compañías más grandes del mundo en manejo de crisis ante emergencias (como en el caso de la tragedia aérea de Germanwings en 2015).
Seear viajó cinco veces a la Argentina desde la guerra "para conocer veteranos del otro lado y pensar en la reconciliación". También para buscar información para dos de sus libros, que se reeditan este mes en el Reino Unido: "Con los Gurkas en las Falklands: un diario de guerra" y "Regreso a Tumbledown".
Desde Noruega, y mientras promete una nueva visita a la Argentina antes de fin de año, Seear afirma: "Los Gurkas nunca entraron en combate. Estaban muy frustrados porque nuestro Batallón jamás se involucró en una lucha con ningún soldado argentino durante toda la guerra".
Tenían la misión de tomar Monte William y avanzar hacia Puerto Argentino
Y describe minuciosamente cuál fue la actuación de los soldados nepaleses durante la guerra: "El 1° de junio aterrizamos en San Carlos. Por lo tanto participamos en los últimos 14 días de la campaña terrestre. La mayoría de los soldados Gurkas fueron llevados en helicóptero hasta Darwin y Pradera del Ganso, inmediatamente después de la primera batalla terrestre del 28 de Mayo. Patrullamos mucho el área y sólo nos topamos con una patrulla de 10 soldados argentinos a quienes les habían asignado una posición en una casa abandonada de un pastor, conocida como Egg Harbor House. Los capturamos sin pelea. Siete fueron tomados prisioneros el 7 de junio y tres el 8", relata y su testimonio coincide con el del teniente Ugarte.
"El 9 de junio nos trasladamos cerca de Puerto Argentino y marchamos 12 kilómetros al Este por la costa. En la tarde del 10 estuvimos bajo el fuego de artillería de un solo cañón de 155 milímetros, localizado en Sapper Hill. El cañón siguió disparándonos hasta la mañana del 12 de junio. Luego paró. Ahí nos pusimos a concentrar el plan para tomar Monte William y también el nordeste de Tumbledown", relata como si lo vivido hubiese ocurrido solo unos días antes.
Recuerda que el 13 de junio llegaron al lado norte de Tumbledown. Y que allí vivió un infierno: "Quedamos bajo un masivo ataque de artillería argentina y bombardeo de mortero. Creo que nadie del batallón olvidará esa noche y ese bombardeo porque fue extremadamente preciso y tuvimos ocho bajas. Ocho Gurkas y alguna de nuestra gente de la artillería británica fueron alcanzados por fuego enemigo durante ese ataque argentino".
Mike Seear junto a su regimiento en las islas en 1982
Lo cierto es que la cifra de Gurkas muertos nunca fue del todo clara. Mientras que en las listas oficiales del lado británico figura un solo caído del regimiento de soldados nepaleses -Budhaaparsad Limbu, supuestamente mientras trataba de desactivar un proyectil- los testimonios del lado argentino hablan de casi 60 bajas, entre chinos alistados y nepaleses. Se afirma, además, que en el ataque de la aviación argentina a los buques Sir Galahad y Sir Tristram, murieron 31 Gurkas de un contingente que debía desembarcar en las islas. En la lista de muertos de la South Atlantic Medal Association 82, se nombra únicamente a al gurka Limbu y a los chinos Sung Yuk Fai -tripulante del HMS Sir Galaghad- y Yeung Swi Kami- tripulante del HMS Sir Tristam.
El ex mayor británico afirma que cuando se alistaron para tomar Monte William, a las 3 de la tarde del 14 de junio, lo que vieron "fue a los defensores argentinos retirándose y moviéndose hacia la capital. En otras palabras, no hubo contacto o combate entre los soldados argentinos y los Gurkas. Luego vino un alto el fuego y listo".
Y agrega con indisimulable orgullo: "Los Gurkas son los mejores soldados de infantería del mundo, por eso fueron a las islas".
–¿Por qué son los mejores del mundo?
–Buena pregunta. Si le provees el liderazgo correcto, el Gurka literalmente puede atravesar una pared de ladrillos por vos. Está en una forma física increíble. El soldado británico está a años de luz del soldado Gurka en cuanto a su estado físico. Además, el Gurka es un tirador fantástico, tiene una precisión increíble. Parecen tener una visión especial para la noche, donde pueden ver en la oscuridad… Serví 21 años en el ejército británico y nunca me he cruzado con un regimiento como el de los Gurkas.
Seear afirma. “Nunca entramos en combate y nos sentimos frustrados por eso”
–¿Cuál fue la misión de los Gurkas en Malvinas?
–El objetivo principal era tomar Monte William después de la batalla de Tumbledown. El plan lo iba a realizar nuestra compañía D, compuesta por un poco más de 100 Gurkas. Ellos iban a hacer todo lo que un soldado del ejército británico hace, pero mucho mejor.
–¿Y los cuchillos Krukis?
–Te cuento cómo los usan: los Gurkas atacan su objetivo usando sus armas como cualquier soldado de infantería -sus rifles, sus bayonetas-, pero tienen un arma adicional en su equipamiento oficial que es el cuchillo corvo. Cuando se involucran en combate cuerpo a cuerpo, ellos tienen esa pieza adicional que usarán si sienten que la situación es apropiada.
–Hay testimonios que afirman que los Gurka degollaron soldados argentinos con sus Kurkis.
–Sí, lo sé. Y creo que es increíble. Es muy fascinante cómo el mito de los soldados Gurkas vive su propia vida en la Argentina. Te puedo asegurar que los medios argentinos han contado esta historia 101 por ciento mal. No hubo combate entre los soldados Gurkas del batallón en donde yo serví y los soldados argentinos. Y hubo un solo soldado Gurka que amenazó a los argentinos con usar su cuchillo Kukri si ellos no se rendían. Y los soldados inmediatamente se rindieron. No hubo pelea.
Los Gurkas participaron de los últimos 14 días de la campaña terrestre en Malvinas
–Usted habla de los Gurkas como soldados, ¿pero acaso no son mercenarios?
–Escuché el término "mercenarios" en mis visitas a la Argentina. El año pasado, 2016, fue el 200° aniversario del servicio Gurka con la Corona británica. Los términos de servicio con el ejército británico están gobernados por lo que se conoce como el Acuerdo Trípode, firmado en 1948 por India, Nepal y el Reino Unido de Gran Bretaña. Y puedo decir categóricamente que los Gurkas no son soldados mercenarios.
–¿Qué siente que aprendió en la guerra y qué mensaje dejaría usted hoy, a 35 años del conflicto armado?
–Creo que es mejor dialogar en vez de pelear. Creo que es mejor convertirse en amigos que ser enemigos. Y si te convertís en amigo, luego ¿cómo podés enfrentarte otra vez en nuevas guerras? Yo siento que todos hemos aprendido algo del conflicto de 1982. Fue un punto de no retorno en nuestras vidas, tanto para los veteranos de la Argentina como para los veteranos de Gran Bretaña. Para mí fue una increíble experiencia que me cambió la vida. Sin dudas, aquellas 10 semanas en 1982 fueron las más notables de mi vida y algo que jamás voy a olvidar.
jueves, 23 de marzo de 2017
miércoles, 22 de marzo de 2017
Vieja de mierda se sorprende del trato de los fucking kelpers
La Comisión de la Memoria denunció un "trato hostil" de los isleños en Malvinas
El contingente argentino de catorce integrantes también ratificó la denuncia sobre la presencia militar británica en la islas del Atlántico Sur
Argentinos en Malvinas: Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas participaron de una misa para acercarse a los isleños. Foto: Archivo / Twitter
Los 14 integrantes de la Comisión Provincial de la Memoria de Buenos Aires denunciaron hoy haber recibido un trato hostil de los isleños durante la semana que permanecieron en las Islas Malvinas, y ratificaron la denuncia sobre la presencia militar británica en las islas del Atlantico Sur en disputa.
Los integrantes de la Comisión estuvieron hoy pocos minutos en el aeropuerto de Río Gallegos, antes de abordar otro vuelo a la Capital Federal.
Consultados por Télam, manifestaron haber recibido un trato hostil en las islas y no haber podido lograr interactuar con los habitantes, como se lo habían propuesto.
"Mal. No vuelvo nunca más" fue lo primero que le dijo a Télam el veterano de guerra de Cañuelas (provincia de Buenos Aires) Ernesto Alonso, quien no había vuelto a Malvinas desde 1982.
"Llevé una Virgen de mi pueblo para dejarla allá y no pudimos; así que la trajimos de vuelta y ahora va directamente a la iglesia de nuestro pueblo" agregó.
En tanto, la referente de Madres de Plaza de Mayo Nora Cortiñas dijo que las sensaciones más fuertes del viaje las tuvo en los lugares donde los combates de 1982 fueron más cruentos: "Puntos tan duros, tan inhóspitos... Me imagino todas las que habrán pasado. Fue terrible ver eso y hay que seguir buscando justicia.
"Vamos a volver. Es la tierra nuestra y algún día vamos a poder ir sin necesidad de pasaporte", concluyó Cortiñas.
Otra de las integrantes de la comisión por la memoria, la psicóloga Susana Méndez, destacó a Télam que para ella lo más destacable fue "poder estar donde estuvieron los ex-combatientes, estar en el faro donde torturaron a uno de ellos y estar en los dos cementerios".
Agregó que la experiencia "Nos repercutió a todos, nos cambió la vida, porque lo sabíamos desde el territorio pero esto fue estar en el lugar, una cuestión realmente muy conmovedora".
Ante la consulta de cómo los trataron, sonrió: diciendo "más o menos. Fueron bastante negativos y hostiles con nosotros (...) estuvieron provocándonos todo el tiempo, la mayoría, no todos".
Los integrantes de la comisión estuvieron alojados en el hotel Malvinas House, donde no fueron hostilizados. pero sí en otros lugares: "conmigo quisieron tener una pelea (...) a Pérez Esquivel lo amenazaban a cada rato y esas cosas", agregó la dirigente.
El sacerdote José Di Paola, Padre Pepe, destacó que para él "lo más fuerte fue haber estado en Darwin honrando a los hombres que dieron su vida por nuestra tierra. Fue muy fuerte y podemos decir que fueron doblemente héroes: vivir una dictadura como la que hemos vivido e igual fueron capaces de dar su vida por un valor superior (...) Estar en el cementerio de Darwin es como estar aquí y sentir Argentina, estar unidos espiritualmente a ellos y a sus familias".
El sacerdote católico dijo que fueron tratados "hostilmente por grupos. Creo que hay un grupo muy armado, organizado, de parte del grupo político ligados al gobierno de allá, que han impedido el vínculo que podamos tener como correspondía. Hubo también ciertas provocaciones en las que nunca hemos caído (...) y eso impidió un buen trato, una buena relación; pero iniciamos un camino, que va a llevar mucho tiempo, pero lo iniciamos".
Para el cura villero, lo positivo fue que "hicimos una presencia y hemos denunciado también en este enclave colonial una base gigantesca, que se está haciendo cada vez más grande y que es una amenaza a la región y está en contra de todos los tratados, como el de Tlatelolco y de todos los librados para América Latina . Es lamentable ver en la Argentina este enclave militar con semejante poderío" sentenció.
El premio Nobel de la Paz y titular del Servicio de Paz y Justicia, Adolfo Pérez Esquivel, coincidió en que el trato recibido no fue el mejor e insistió en "las presentaciones que sean necesarias ante los organismos internacionales para establecer como zona no nuclear a todo el archipiélago".
Antes de tomar el vuelo desde las Malvinas hacia Río Gallegos, Pérez Esquivel había calificado la experiencia en declaraciones a Radio Rivadavia como "muy intensa". El premio nobel de la paz reconoció haber sufrido "agresiones verbales" por parte de los isleños y haber visto letreros que afirmaban que "no eran bienvenidos" en el lugar. También agregó que el contingente argentino también sufrió una denuncia por parte de una residenta chilena, que los acusó por el supuesto despliegue de una bandera argentina.
Además se constató la vandalización de las instalaciones del cementerio argentino de Darwin y la rotura de la imagen de la Virgen de Luján allí emplazada.
"No nos dejaron colocar el pañuelo de las Madres, no somos bienvenidos aquí", explicó el referente de los derechos humanos, y afirmó que será "un trabajo a realizar descomprimir esta tensión".
También mostró su preocupación por la presencia de la base militar de Mount Pleasant y el anuncio de su refuerzo por parte de las autoridades británicas.
Finalmente, Pérez Esquivel dijo que los isleños no quieren "dialogar hasta que los argentinos renuncien a sus reclamos de soberanía" y que el objetivo de la militarización del Atlántico Sur tiene como objetivo el dominio de la Antártida.
El contingente argentino de catorce integrantes también ratificó la denuncia sobre la presencia militar británica en la islas del Atlántico Sur
Argentinos en Malvinas: Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas participaron de una misa para acercarse a los isleños. Foto: Archivo / Twitter
Los 14 integrantes de la Comisión Provincial de la Memoria de Buenos Aires denunciaron hoy haber recibido un trato hostil de los isleños durante la semana que permanecieron en las Islas Malvinas, y ratificaron la denuncia sobre la presencia militar británica en las islas del Atlantico Sur en disputa.
Los integrantes de la Comisión estuvieron hoy pocos minutos en el aeropuerto de Río Gallegos, antes de abordar otro vuelo a la Capital Federal.
Consultados por Télam, manifestaron haber recibido un trato hostil en las islas y no haber podido lograr interactuar con los habitantes, como se lo habían propuesto.
"Mal. No vuelvo nunca más" fue lo primero que le dijo a Télam el veterano de guerra de Cañuelas (provincia de Buenos Aires) Ernesto Alonso, quien no había vuelto a Malvinas desde 1982.
"Llevé una Virgen de mi pueblo para dejarla allá y no pudimos; así que la trajimos de vuelta y ahora va directamente a la iglesia de nuestro pueblo" agregó.
En tanto, la referente de Madres de Plaza de Mayo Nora Cortiñas dijo que las sensaciones más fuertes del viaje las tuvo en los lugares donde los combates de 1982 fueron más cruentos: "Puntos tan duros, tan inhóspitos... Me imagino todas las que habrán pasado. Fue terrible ver eso y hay que seguir buscando justicia.
"Vamos a volver. Es la tierra nuestra y algún día vamos a poder ir sin necesidad de pasaporte", concluyó Cortiñas.
Otra de las integrantes de la comisión por la memoria, la psicóloga Susana Méndez, destacó a Télam que para ella lo más destacable fue "poder estar donde estuvieron los ex-combatientes, estar en el faro donde torturaron a uno de ellos y estar en los dos cementerios".
Agregó que la experiencia "Nos repercutió a todos, nos cambió la vida, porque lo sabíamos desde el territorio pero esto fue estar en el lugar, una cuestión realmente muy conmovedora".
Ante la consulta de cómo los trataron, sonrió: diciendo "más o menos. Fueron bastante negativos y hostiles con nosotros (...) estuvieron provocándonos todo el tiempo, la mayoría, no todos".
Los integrantes de la comisión estuvieron alojados en el hotel Malvinas House, donde no fueron hostilizados. pero sí en otros lugares: "conmigo quisieron tener una pelea (...) a Pérez Esquivel lo amenazaban a cada rato y esas cosas", agregó la dirigente.
El sacerdote José Di Paola, Padre Pepe, destacó que para él "lo más fuerte fue haber estado en Darwin honrando a los hombres que dieron su vida por nuestra tierra. Fue muy fuerte y podemos decir que fueron doblemente héroes: vivir una dictadura como la que hemos vivido e igual fueron capaces de dar su vida por un valor superior (...) Estar en el cementerio de Darwin es como estar aquí y sentir Argentina, estar unidos espiritualmente a ellos y a sus familias".
El sacerdote católico dijo que fueron tratados "hostilmente por grupos. Creo que hay un grupo muy armado, organizado, de parte del grupo político ligados al gobierno de allá, que han impedido el vínculo que podamos tener como correspondía. Hubo también ciertas provocaciones en las que nunca hemos caído (...) y eso impidió un buen trato, una buena relación; pero iniciamos un camino, que va a llevar mucho tiempo, pero lo iniciamos".
Para el cura villero, lo positivo fue que "hicimos una presencia y hemos denunciado también en este enclave colonial una base gigantesca, que se está haciendo cada vez más grande y que es una amenaza a la región y está en contra de todos los tratados, como el de Tlatelolco y de todos los librados para América Latina . Es lamentable ver en la Argentina este enclave militar con semejante poderío" sentenció.
El premio Nobel de la Paz y titular del Servicio de Paz y Justicia, Adolfo Pérez Esquivel, coincidió en que el trato recibido no fue el mejor e insistió en "las presentaciones que sean necesarias ante los organismos internacionales para establecer como zona no nuclear a todo el archipiélago".
Antes de tomar el vuelo desde las Malvinas hacia Río Gallegos, Pérez Esquivel había calificado la experiencia en declaraciones a Radio Rivadavia como "muy intensa". El premio nobel de la paz reconoció haber sufrido "agresiones verbales" por parte de los isleños y haber visto letreros que afirmaban que "no eran bienvenidos" en el lugar. También agregó que el contingente argentino también sufrió una denuncia por parte de una residenta chilena, que los acusó por el supuesto despliegue de una bandera argentina.
Además se constató la vandalización de las instalaciones del cementerio argentino de Darwin y la rotura de la imagen de la Virgen de Luján allí emplazada.
"No nos dejaron colocar el pañuelo de las Madres, no somos bienvenidos aquí", explicó el referente de los derechos humanos, y afirmó que será "un trabajo a realizar descomprimir esta tensión".
También mostró su preocupación por la presencia de la base militar de Mount Pleasant y el anuncio de su refuerzo por parte de las autoridades británicas.
Finalmente, Pérez Esquivel dijo que los isleños no quieren "dialogar hasta que los argentinos renuncien a sus reclamos de soberanía" y que el objetivo de la militarización del Atlántico Sur tiene como objetivo el dominio de la Antártida.
martes, 21 de marzo de 2017
Otra vez empieza el chiste de los vuelos militares británicos a Brasil
La Argentina detectó otro vuelo militar de Malvinas hacia Brasil
El domingo pasado un Airbus 330 de la Fuerza Aérea británica aterrizó en San Pablo y regresó a las islas dos días después; malestar del gobierno de Macri
Por Martín Dinatale - Basado en Infobae
Cuando aún no se aquietaron las aguas de tensión política con Brasil por los vuelos a las islas Malvinas, la Argentina detectó ayer otro viaje de una aeronave de la Fuerza Aérea británica que partió de las islas el domingo pasado por la noche rumbo a San Pablo y regresó desde ese mismo destino a las islas del Atlántico Sur el martes último.
Según revelaron a Infobae fuentes calificadas del gobierno, el vuelo del Airbus 330 de la Fuerza Aérea del Reino Unido salió el domingo 12 a las 22:44 de la base militar de Mount Pleasant en las Malvinas, arribó a San Pablo el 13 a las 2:47 y regresó a las islas el 14 a las 23:47.
"Sabemos que fue un viaje de abastecimiento militar como todos los otros viajes que se hicieron con antelación desde las islas a Brasil", se limitó a informar un destacado funcionario del gobierno. Hasta este momento la Cancillería de Brasil aún no había recibido queja alguna por parte del gobierno argentino. Fuentes diplomáticas de Brasil dijeron que están averiguando lo ocurrido y se mostraron sorprendidas por la información.
Sin embargo, desde el gobierno argentino había un marcado malestar por este nuevo hecho violatorio de los acuerdos del Mercosur que impiden el abastecimiento militar en continente de aeronaves británicas provenientes de las islas Malvinas.
La inconmensurablemente inútil canciller argentina Susana Malcorra (Adrián Escandar)
Según informó la canciller Susana Malcorra la semana pasada, en 2016 se detectaron al menos seis vuelos de las islas Malvinas a Brasil mientras que en 2015, bajo la administración de Cristina Kirchner, hubo 12 vuelos con esa ruta. Ante las quejas diplomáticas que elevó la Argentina se anunció que Brasil abrió una investigación entre varios órganos militares sobre los vuelos realizados por aviones de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña entre aeropuertos de Brasil y las Islas Malvinas.
"El Centro de Comunicación Social de la Fuerza Aérea Brasileña informa que está indagando sobre las informaciones conjuntamente con otros órganos involucrados", destacó en su momento el Ministerio de Defensa de Brasil en un comunicado. El gobierno de Michel Temer le aseguró a la administración de Mauricio Macri que estos hechos no volverían a ocurrir.
La Cancillería argentina instruyó a la embajada comandada por Carlos Magariños la realización de gestiones diplomáticas para transmitir preocupación por esa situación. Además la Argentina recordó el compromiso brasileño de no receptar en sus aeropuertos y puertos, aeronaves o buques británicos de guerra apostados en los archipiélagos bajo disputa, en concordancia con la posición adoptada por Mercosur y Unasur.
Sin embargo, el vuelo del domingo pasado entre las islas Malvinas y San Pablo que se detectó ayer volvió a desatar la tensión entre Brasil y la Argentina. En Buenos Aires sonó una señal de alerta y en la diplomacia brasilera hasta esta noche estaban totalmente sorprendidos por la noticia.
El domingo pasado un Airbus 330 de la Fuerza Aérea británica aterrizó en San Pablo y regresó a las islas dos días después; malestar del gobierno de Macri
Por Martín Dinatale - Basado en Infobae
Cuando aún no se aquietaron las aguas de tensión política con Brasil por los vuelos a las islas Malvinas, la Argentina detectó ayer otro viaje de una aeronave de la Fuerza Aérea británica que partió de las islas el domingo pasado por la noche rumbo a San Pablo y regresó desde ese mismo destino a las islas del Atlántico Sur el martes último.
Según revelaron a Infobae fuentes calificadas del gobierno, el vuelo del Airbus 330 de la Fuerza Aérea del Reino Unido salió el domingo 12 a las 22:44 de la base militar de Mount Pleasant en las Malvinas, arribó a San Pablo el 13 a las 2:47 y regresó a las islas el 14 a las 23:47.
"Sabemos que fue un viaje de abastecimiento militar como todos los otros viajes que se hicieron con antelación desde las islas a Brasil", se limitó a informar un destacado funcionario del gobierno. Hasta este momento la Cancillería de Brasil aún no había recibido queja alguna por parte del gobierno argentino. Fuentes diplomáticas de Brasil dijeron que están averiguando lo ocurrido y se mostraron sorprendidas por la información.
Sin embargo, desde el gobierno argentino había un marcado malestar por este nuevo hecho violatorio de los acuerdos del Mercosur que impiden el abastecimiento militar en continente de aeronaves británicas provenientes de las islas Malvinas.
La inconmensurablemente inútil canciller argentina Susana Malcorra (Adrián Escandar)
Según informó la canciller Susana Malcorra la semana pasada, en 2016 se detectaron al menos seis vuelos de las islas Malvinas a Brasil mientras que en 2015, bajo la administración de Cristina Kirchner, hubo 12 vuelos con esa ruta. Ante las quejas diplomáticas que elevó la Argentina se anunció que Brasil abrió una investigación entre varios órganos militares sobre los vuelos realizados por aviones de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña entre aeropuertos de Brasil y las Islas Malvinas.
"El Centro de Comunicación Social de la Fuerza Aérea Brasileña informa que está indagando sobre las informaciones conjuntamente con otros órganos involucrados", destacó en su momento el Ministerio de Defensa de Brasil en un comunicado. El gobierno de Michel Temer le aseguró a la administración de Mauricio Macri que estos hechos no volverían a ocurrir.
La Cancillería argentina instruyó a la embajada comandada por Carlos Magariños la realización de gestiones diplomáticas para transmitir preocupación por esa situación. Además la Argentina recordó el compromiso brasileño de no receptar en sus aeropuertos y puertos, aeronaves o buques británicos de guerra apostados en los archipiélagos bajo disputa, en concordancia con la posición adoptada por Mercosur y Unasur.
Sin embargo, el vuelo del domingo pasado entre las islas Malvinas y San Pablo que se detectó ayer volvió a desatar la tensión entre Brasil y la Argentina. En Buenos Aires sonó una señal de alerta y en la diplomacia brasilera hasta esta noche estaban totalmente sorprendidos por la noticia.
lunes, 20 de marzo de 2017
Zurdos de mierda escrachados en Aeroparque
Familiares de soldados caídos en Malvinas escracharon a Adolfo Pérez Esquivel en aeroparque
Desde la Comisión de Familiares de Caídos reclamaron que el Nobel de la Paz hablara de NN y viajara pese a que no tiene seres queridos muertos en la guerra
La Nación
Al aterrizar en el Aeroparque Jorge Newberry, la comitiva que viajó a las Malvinas con el objetivo de impulsar el diálogo entre el gobierno de las islas y la Argentina , encabezada por el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, fue escrachada por los familiares de combatientes de la guerra.
La Comisión de Familiares de Caídos se acercó al lugar para repudiar las acciones de la Comisión Provincial por la Memoria, integrada por Esquivel, la referente de Madres de Plaza de Mayo -línea fundadora- Nora Cortiñas y el Padre "Pepe", entre otros, porque no refleja lo que ellos sienten y promulgan.
En diálogo con el canal Crónica, María Fernanda Araujo, presidenta del grupo de familiares, se mostró enojada con el premio Nobel porque habló de soldados sin identificar. "En Malvinas no hay NN, tienen nombre y apellido todos los caídos. No se puede decir que son NN, este no es un tema de desaparecidos. Los familiares estamos con mucha bronca, no puede ser que un argentino nos trate así. Pérez Esquivel no fue en representación de las familias de los caídos", advirtió.
"Queremos dejar expreso que Malvinas tiene 649 héroes con nombre y apellido. En Darwin hay 123 tumbas sin localizar, esa es la palabra. Mi hermano tiene nombre y apellido, la familia sabe bien a dónde fue", reclaró Araujo, que además se mostró descontenta porque a su madre jamás la invitaron a que viaje a las islas para ver el cementerio en donde está enterrado su hijo y reprochó a la comitiva que sí estuvo en las islas que no tienen familiares caídos.
El sacerdote José Di Paola, Padre "Pepe", dijo que fueron tratados hostilmente por grupos: "Creo que hay un grupo muy armado, organizado, de parte del grupo político ligados al gobierno de allá, que han impedido el vínculo que podamos tener como correspondía. Hubo también ciertas provocaciones en las que nunca hemos caído (...) y eso impidió un buen trato, una buena relación; pero iniciamos un camino, que va a llevar mucho tiempo, pero lo iniciamos".
Adolfo Pérez Esquivel coincidió en que el trato recibido no fue el mejor e insistió en "las presentaciones que sean necesarias ante los organismos internacionales para establecer como zona no nuclear a todo el archipiélago".
Antes de tomar el vuelo desde las Malvinas hacia Río Gallegos, Pérez Esquivel había calificado la experiencia como "muy intensa", reconoció haber sufrido "agresiones verbales" por parte de los isleños y haber visto letreros que afirmaban que "no eran bienvenidos" en el lugar.
"No nos dejaron colocar el pañuelo de las Madres, no somos bienvenidos aquí", explicó el referente de los derechos humanos, y afirmó que será "un trabajo a realizar descomprimir esta tensión", según publicó la agencia Télam.
También mostró su preocupación por la presencia de la base militar de Mount Pleasant y el anuncio de su refuerzo por parte de las autoridades británicas.
Finalmente, Pérez Esquivel dijo que los isleños no quieren "dialogar hasta que los argentinos renuncien a sus reclamos de soberanía" y que el objetivo de la militarización del Atlántico Sur tiene como objetivo el dominio de la Antártida.
Desde la Comisión de Familiares de Caídos reclamaron que el Nobel de la Paz hablara de NN y viajara pese a que no tiene seres queridos muertos en la guerra
La Nación
Al aterrizar en el Aeroparque Jorge Newberry, la comitiva que viajó a las Malvinas con el objetivo de impulsar el diálogo entre el gobierno de las islas y la Argentina , encabezada por el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, fue escrachada por los familiares de combatientes de la guerra.
La Comisión de Familiares de Caídos se acercó al lugar para repudiar las acciones de la Comisión Provincial por la Memoria, integrada por Esquivel, la referente de Madres de Plaza de Mayo -línea fundadora- Nora Cortiñas y el Padre "Pepe", entre otros, porque no refleja lo que ellos sienten y promulgan.
En diálogo con el canal Crónica, María Fernanda Araujo, presidenta del grupo de familiares, se mostró enojada con el premio Nobel porque habló de soldados sin identificar. "En Malvinas no hay NN, tienen nombre y apellido todos los caídos. No se puede decir que son NN, este no es un tema de desaparecidos. Los familiares estamos con mucha bronca, no puede ser que un argentino nos trate así. Pérez Esquivel no fue en representación de las familias de los caídos", advirtió.
"Queremos dejar expreso que Malvinas tiene 649 héroes con nombre y apellido. En Darwin hay 123 tumbas sin localizar, esa es la palabra. Mi hermano tiene nombre y apellido, la familia sabe bien a dónde fue", reclaró Araujo, que además se mostró descontenta porque a su madre jamás la invitaron a que viaje a las islas para ver el cementerio en donde está enterrado su hijo y reprochó a la comitiva que sí estuvo en las islas que no tienen familiares caídos.
Una recepción fría
Los 14 integrantes de la Comisión Provincial de la Memoria de Buenos Aires denunciaron haber recibido un trato hostil de los isleños durante la semana que permanecieron en las Islas Malvinas.El sacerdote José Di Paola, Padre "Pepe", dijo que fueron tratados hostilmente por grupos: "Creo que hay un grupo muy armado, organizado, de parte del grupo político ligados al gobierno de allá, que han impedido el vínculo que podamos tener como correspondía. Hubo también ciertas provocaciones en las que nunca hemos caído (...) y eso impidió un buen trato, una buena relación; pero iniciamos un camino, que va a llevar mucho tiempo, pero lo iniciamos".
Adolfo Pérez Esquivel coincidió en que el trato recibido no fue el mejor e insistió en "las presentaciones que sean necesarias ante los organismos internacionales para establecer como zona no nuclear a todo el archipiélago".
Antes de tomar el vuelo desde las Malvinas hacia Río Gallegos, Pérez Esquivel había calificado la experiencia como "muy intensa", reconoció haber sufrido "agresiones verbales" por parte de los isleños y haber visto letreros que afirmaban que "no eran bienvenidos" en el lugar.
"No nos dejaron colocar el pañuelo de las Madres, no somos bienvenidos aquí", explicó el referente de los derechos humanos, y afirmó que será "un trabajo a realizar descomprimir esta tensión", según publicó la agencia Télam.
También mostró su preocupación por la presencia de la base militar de Mount Pleasant y el anuncio de su refuerzo por parte de las autoridades británicas.
Finalmente, Pérez Esquivel dijo que los isleños no quieren "dialogar hasta que los argentinos renuncien a sus reclamos de soberanía" y que el objetivo de la militarización del Atlántico Sur tiene como objetivo el dominio de la Antártida.
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