miércoles, 19 de noviembre de 2014

La Cancillería protesta por el disparo de una fragata británica en San Carlos

El Gobierno denunció que una fragata inglesa disparó 136 proyectiles cerca de Malvinas
Según el comunicado de Cancillería, "en el ejercicio intervino además una compañía de infantería británica que forma parte del despliegue militar permanente de ocupación ilegal del Reino Unido en las islas"


La fragata HMS Duke Royal en plena acción de ejercicios militares. Foto: Archivo

El Gobierno denunció hoy, a través de Cancillería, que la fragata inglesa HMS Iron Duke participó de un ejercicio militar en la Bahía y el Brazo de San Carlos, Islas Malvinas , que incluyó el disparo de 136 proyectiles.

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores esto "constituye una nueva provocación del gobierno del Reino Unido mediante una pretendida demostración del poder de fuego del buque británico".

Según el comunicado de Cancillería , "en el ejercicio intervino además una compañía de infantería británica que forma parte del despliegue militar permanente de ocupación ilegal del Reino Unido en las Islas Malvinas ".

"La República Argentina rechaza en los términos más contundentes la realización de estas maniobras navales y militares en territorio argentino ilegítimamente ocupado por el Reino Unido, que constituyen una injustificada demostración de fuerza y un deliberado apartamiento de los llamamientos de las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas y de otros organismos internacionales, que instan tanto a la Argentina como al Reino Unido a reanudar las negociaciones, a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía que involucra a ambos países en la Cuestión de las Islas Malvinas. En el día de la fecha, la Cancillería convocó al funcionario a cargo de la Embajada de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y le hizo entrega de una nota de protesta por los referidos ejercicios militares", cierra el comunicado de Cancillería.

La Nación

martes, 18 de noviembre de 2014

Cuando Thatcher quiso devolvernos las islas

El día que el gobierno de Thatcher ofreció devolver las Malvinas
En "Más allá de los mitos", las inminentes memorias de José Alfredo Martínez de Hoz, el ex ministro de Economía de la Dictadura relata la propuesta de un funcionario británico en 1980. Adelanto exclusivo


Crédito: Reuters
Entre fines de mayo y comienzos de junio de 1980, quinto y último año de mi gestión al frente del Ministerio de Economía, emprendí un viaje a Europa para la consolidación de las relaciones y resultados obtenidos, en los niveles que siempre recorría: gobierno, bancos y organizaciones empresarias privadas. Era también una forma de despedida y agradecimiento por las atenciones recibidas.

Antes de la visita a Margaret Thatcher, me reuní con los miembros de su gabinete que más me interesaban, con algunos de los cuales ya había estado. Geoffrey Howe, ministro del Tesoro; Cecil Parkinson, ministro de Comercio; Keith Joseph, ministro de Industria; David Howell, ministro de Energía; Peter Walker, ministro de Agricultura; Nicholas Ridley, viceministro de Relaciones Exteriores; el "formidable" —en palabras de Margaret Thatcher— Christopher Soames, yerno de Winston Churchill, líder de la Cámara de los Lores, último gobernador de Rodesia —hoy Zimbabue—, y ex embajador en Francia, gracias a cuya función tenía buen conocimiento y actuación en las negociaciones para la entrada del Reino Unido en el Mercado Común Europeo.

Todos ellos se interesaron por conocer detalles de la evolución del programa económico argentino, iniciado en 1976, con cuya orientación general coincidían, pues el nuevo gobierno británico debía comenzar a implementar grandes reformas. Cada uno me pedía que, cuando tuviese mi entrevista con la primera ministro, le contara nuestras experiencias en relación con las áreas respectivas. Casi todos ellos habían cumplido funciones iguales o parecidas a las que tenían en el shadow cabinet de Margaret Thatcher, es decir, el gabinete en las sombras que ella había encabezado durante el gobierno laborista.

Sir Gordon Richardson, durante el almuerzo al que siempre me invitaba, y confirmada su continuidad en el cargo de gobernador del Banco de Inglaterra, me pidió que influyera ante Thatcher para lograr la liberación de las tasas de interés. Por su lado, Geoffrey Howe, a quien Margaret Thatcher había conocido como joven abogado en su paso por los Inns of Court, había crecido en figuración y desempeño político conjuntamente con ella y era considerado un sólido experto en economía y finanzas. Su mayor interés en relación con mi visita fue examinar conmigo las consecuencias de la eliminación del control de cambios efectuado en Gran Bretaña, en 1979, y la importancia de la contención del gasto público como factor de estabilización y saneamiento económico. Diez años después, desafortunadamente, su pretensión de suceder a Margaret Thatcher como primera ministro y sus desinteligencias con ella respecto de la Unión Monetaria Europea, lo llevaron a renunciar al gabinete y precipitar así la caída de la propia primera ministro.

Cecil Parkinson, presunto delfín de Thatcher y consustanciado con sus ideas económicas, se interesó en la apertura de la economía argentina y la reducción de las barreras arancelarias, así como en la experiencia argentina por la promoción de una mayor participación del sector privado en la economía. Viajó a la Argentina en agosto de 1980, cuando yo estaba internado por una operación de hernia inguinal. Me visitó en el Hospital Militar y me dejó como presente un libro sobre la campiña inglesa con una cálida dedicatoria, que aún conservo.

Keith Joseph, quien desde temprano había tenido gran influencia en la formación política de Margaret Thatcher y a quien ella admiraba y consideraba su "mejor amigo político", tenía por delante la gran tarea de la privatización de las empresas estatales y la de transformar a la industria británica en competitiva, en relación con sus pares europeos. Su interés en la experiencia argentina era, pues, obvio.


El último de los ministros entrevistados fue Peter Walker. Por su cargo en Agricultura, me interesaba mucho su posición respecto del proteccionismo del Mercado Común Europeo. Encontré en él una firme convicción de que Gran Bretaña debía luchar contra la política agrícola común, que beneficiaba principalmente al agricultor francés, para sostener aquella en la que el Reino Unido era uno de los mayores contribuyentes. Al terminar la entrevista, me dijo que, en la reunión de gabinete del día anterior, había oído comentarios muy elogiosos de los otros ministros ya entrevistados por mí respecto de la política económica argentina.

Con el Foreign Office, en cambio, yo nunca pedía entrevistas, pues se trataba de un área ajena a mi jurisdicción. No obstante, en cada uno de los viajes anuales que me habían llevado a Gran Bretaña, el viceministro había insistido en invitarme a una conversación con él. Durante el gobierno laborista, ese cargo lo ocupaba Edward Rowlands y, en el nuevo período conservador, era Nicholas Ridley, persona de gran confianza de Thatcher, a quien había acompañado en todas sus posturas políticas y económicas durante su carrera.

El interés de los viceministros era, evidentemente, hablar de las Malvinas. La Comisión Mixta de ambas cancillerías, que se había reunido periódicamente, no había logrado un avance. La posición oficial del gobierno argentino era que había que reconocer primero la soberanía argentina, que no era negociable, antes de considerar cualquier otro tema de interés común, como la pesca y el petróleo.

Hubieran sido posibles avances más positivos si se hubiese puesto la soberanía bajo un "paraguas aislante", como llegó a hacerse posteriormente cuando mi amigo Guido Di Tella fue ministro de Relaciones Exteriores. Si bien todas las conversaciones sobre el tema se desarrollaron en términos cordiales, la más interesante fue la mantenida con Nicholas Ridley, quien estaba sinceramente interesado en encontrar alguna solución que satisfaciera a la Argentina.

Él propuso una vía a recorrer para llegar, en un tiempo prudencial, al reconocimiento de la soberanía argentina. El ministro de Estado estaba pensando en una solución más o menos parecida a la de Hong Kong, con un arrendamiento de treinta años, al término de los cuales las islas regresaran a nuestras manos, con ciertas condiciones. Resulta improbable que el ministro de Estado, Nicholas Ridley, hubiera propuesto algo así sin el visto bueno de Margaret.

Al término de la entrevista, Ridley me dijo que, en la tercera semana de agosto, tenía reservado un salmon run en Escocia —el summum para un pescador con mosca— y agregó que me invitaba seriamente a que fuera su huésped. "Entre salmón y salmón, estoy seguro de que llegaremos a elaborar una fórmula para proponer a nuestros respectivos gobiernos", dijo confiadamente. Yo siempre aclaré que aceptaba las invitaciones a conversar —para no ser descortés—, pero que cualquier palabra mía no tenía carácter oficial sino particular, por no tratarse de mi área. Por eso, solía invitar a las conversaciones, como testigo, al embajador Carlos Ortiz de Rozas, brillante profesional de destacada actuación, con quien tenía amistad personal desde nuestra juventud. Para entonces, ya se había restablecido la plena representación diplomática y Ortiz de Rozas era nuestro embajador en Inglaterra.

Al salir de la reunión con Ridley, le dije que, como ministro de Economía, yo no podía ir de pesca con el ministro para lograr esa solución, pero que creía que no debía desperdiciarse la oportunidad, ya que las mejores soluciones a graves problemas suelen surgir de conversaciones personales durante una actividad informal, como el golf, la pesca, etc. Le sugerí que diera traslado de la invitación a la Cancillería, para que considerara si podía ser aceptada por un funcionario de jerarquía, por ejemplo, el subsecretario Enrique Ross, que hablaba inglés y sólo tendría que hacer un rápido curso de pesca con mosca. La Cancillería ni siquiera contestó la invitación.

Fue una pena que se desaprovechara la manifiesta buena voluntad de Nicholas Ridley hacia la Argentina con respecto a las Malvinas. En el fondo, la mayor parte de los ingleses no valoraba la importancia que para los argentinos tenía la cuestión. En las conversaciones informales, recepciones o discursos de agasajos, el tema no aparecía en los labios de los británicos en forma agresiva. Recuerdo que una de las frases que se repetía con el típico humor inglés era que entre la Argentina y el Reino Unido todo tendía a fortalecer la buena relación recíproca, excepto en materia de lo que llamaban las tres "F": Falklands (Malvinas), fútbol y foot and mouth (aftosa). Si se hubiera aceptado el enfoque de Ridley, ya se hubiera cumplido el período que el ministro de Estado proponía y la Argentina tendría las Malvinas en su poder.

"Más allá de los mitos", de José Alfredo Martínez de Hoz (Editorial Sudamericana).

Infobae

lunes, 17 de noviembre de 2014

Operativo Cóndor en los 60s

Operativo Cóndor en las Malvinas, anticipo de los ’70


 

Por Adrián Figueroa Díaz (2006) 

Hace 40 años, un grupo de jovenes peronistas realizoel Operativo Cóndor. El 28 de septiembre de 1966, dieciocho jóvenes estudiantes y obreros asestaron un golpe a la flamante dictadura de Juan Carlos Onganía: secuestraron un avión de línea, lo aterrizaron en las Islas Malvinas y allí izaron siete banderas argentinas que flamearon durante 36 horas. Reclamaron la soberanía sobre ese territorio y aguardaron que un sector del Ejército aprovechara esa irrupción y desembarcara en las islas para recuperarlas. Dos de los once militantes que sobrevivieron a ese hecho –y a lo que vino después– relataron a Página/12 aquel hecho con el objetivo de “ponerlo en la memoria popular, el lugar donde siempre debió estar”. 

“Lo nuestro fue más lírico que lo de los pibes de 1982; fuimos por convicción nacional”, compara Pedro “Tito” Bernardini, uno de los diecisiete militantes que volaron bajo el mando del dirigente Dardo Cabo. “No se trató de un hecho delictivo, porque no delinque quien exige lo que es suyo”, aclara Norberto Karasiewicz, otro de los sobrevivientes. 

El Operativo Cóndor, primer secuestro aéreo del país, se gestó tres años antes de su concreción. “Hubo que trabajar bastante para obtener medios y hacer operativos económicos. ¿Se entiende a qué me refiero?”, confía Bernardini con un gesto de complicidad. 

Veinte fueron los elegidos para el operativo, entre militantes nacionalistas y de la JP, algunos de los cuales se sumaron mas tarde a la combativa JP de los ‘70, en tanto que otros, como Alejandro Giovenco, militaron en la ultraderecha . La logística se basó en tareas de inteligencia que CristinaVerrier, tercero al mando del operativo, había hecho durante unos viajes a Malvinas como turista. La instrucción militar había sido adquirida junto a quienes luchaban por el retorno de Juan Domingo Perón. 

Antes de partir, el grupo estuvo “encerrado” tres días en un camping de la UTA, en Ituzaingó: “Dos días fueron de retiro espiritual, porque sabíamos que era una misión de la que por ahí no volvíamos; de hecho, dos compañeros desertaron”, admite el “Flaco” Karasiewicz. 

Todo bajo control 

La elección del día se basó en dos hechos. Estaba en el país el esposo de la reina de Inglaterra, Felipe de Edimburgo, en carácter de presidente de la Federación Ecuestre Internacional. Y el contralmirante José María Guzmán debía volar al territorio del que era gobernador, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur. 

“Teníamos todo listo, los fierros cortos encima y la ferretería (las armas largas) en las bodegas”, resume Bernardini. Cada uno de los dieciocho comandos tenía una misión. Ningún imprevisto podría sorprenderlos. Pero al Flaco se le escapó uno: el día del viaje, su esposa dio a luz su primera hija. “Me enteré y tuve la necesidad de verlas. Cuando me despedí les dije: ‘Mañana vengo a la hora de la visita’. Y salí”, rememora. Al otro día, no apareció. Sí lo hicieron periodistas ávidos de conocer a Malvina, la hija del hombre que por esas horas tomaba las islas. 

“Muchachos, aunque nos cueste la vida. Lo de menos es que nos lleven presos a Inglaterra. Lo más glorioso, que caigamos en el intento”, dijo Dardo Cabo antes de salir. 

Partieron a la 0.30 del día 28 en un Douglas DC4 del vuelo 648 Buenos Aires-Río Gallegos de Aerolíneas Argentinas. Iban 48 pasajeros. Durante el vuelo, Dardo Cabo y Alejandro Giovenco, el segundo al mando, entraron armados a la cabina y ordenaron el cambio de rumbo al comandante Ernesto Fernández García. El piloto excusó falta de autonomía de vuelo. “Pero nosotros sabíamos que había combustible suficiente. Se le ordenó que tomara el rumbo 105 en Puerto San Julián y girara a la izquierda para abrirse del continente. Y lo hizo”, cuenta Karasiewicz, a quien también llamaban “Curumanqué”. 

Carlos Rodríguez y Pedro “La Yegua” Cursi se acercaron al gobernador Guzmán y le anunciaron: “Contralmirante, el avión ha sido tomado. Vamos a Puerto San Julián rumbo a Malvinas”. El militar no lo creyó, tensó una discusión y su edecán se levantó e “intentó sacar una (pistola) 357, de la que después nos apoderamos –sonríe el Flaco–. Uno de los compañeros le dio un golpe. Guzmán quedó quietito”. 

A las 8.42, aterrizaron en Puerto Stanley, detrás de la casa del gobernador inglés sir Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard (ausente ese día), sobre una pista para carreras hípicas. Abrieron las puertas, se tiraron con sogas, desplegaron delante del avión en forma de abanico e izaron siete banderas argentinas. 

El suceso convocó a kelpers y jefes de la milicia de la isla, inmediatamente tomados como rehenes “hasta tanto el gobernador inglés reconozca que estamos en territorio argentino”, advirtió Dardo Cabo desde la radio del avión. Bajo esa presión, se aprestaron a cantar el Himno Nacional. “Quisimos entregarle la autoridad a Guzmán, pero nos dio la espalda y se negó a cantar”, reniega Karasiewicz. 

De pie y frente a la mirada de todos, Cabo proclamó: “Ponemos hoy nuestros pies en las Islas Malvinas argentinas para reafirmar con nuestra presencia la soberanía nacional y quedar como celosos custodios de la azul y blanca (...) O concretamos nuestro futuro o moriremos con el pasado”. Luego rebautizó al lugar como Puerto Rivero, en homenaje al gaucho Antonio Rivero que en 1833 se alzó contra los ingleses y gobernó las islas por unos meses. 

Para Tito Bernardini, “izar la bandera y cantar la Marcha de San Lorenzo, Aurora y el Himno fueron cosas muy emotivas”. 

Una hora después del aterrizaje, Cabo avisó al continente: “Operación Cóndor, cumplida”. Los medios de comunicación británicos y argentinos se hicieron eco del hecho, hasta el avión de un periódico intentó llegar a las islas, pero la Fuerza Aérea lo obligó a volver al continente. Cientos de militantes se movilizaron en varias ciudades y el flamante dictador, sobresaltado, se preocupó en calmar las intranquilas aguas diplomáticas, por entonces a cargo de su canciller, Nicanor Costa Méndez, el mismo de la aventura de Malvinas de 1982. 

El objetivo trunco 

El reclamo de soberanía se había cumplido. De antemano, los integrantes del grupo sabían que en algún momento debían deponer las armas y luego morir o ser juzgados. Pero la esperanza era otra, un segundo objetivo aún más lírico: que militares nacionalistas desembarcaran en la isla y la tomaran. 

“Ese objetivo logístico no se cumplió porque el capitán de la nave Bahía Buen Suceso, que debía entrar a buscarnos en Puerto Rivero, tuvo miedo y llegó hasta la milla de distancia que permiten las normas internacionales; fue una falla de Onganía”, interpreta Pedro. Es que cuando se conoció el operativo, el dictador advirtió a sus camaradas que se juzgaría a quien se vinculara con el operativo. 

Por una mediación del cura de la isla, el holandés Rodolfo Roel, los pasajeros fueron alojados en viviendas civiles mientras los militantes resistían bajo una fuerte lluvia. Unos 30 mercenarios belgas e ingleses, policías y civiles armados rodeaban la nave y exigían la rendición. No hubo ningún disparo y, 48 horas después, la resistencia terminó. “No nos entregamos ni nos rendimos, ‘depusimos’ la actitud –enfatiza Karasiewicz—-. El reclamo de soberanía se había hecho y no tuvimos el apoyo de las tropas argentinas. Entonces, ante el comandante (Fernández García), la única autoridad que reconocimos, depusimos las armas.” 

El grupo firmó un acuerdo en el que también intervino el cura Roel, que antes había celebrado una misa en el avión para los miembros del comando. Después fueron hospedados en la iglesia del puerto durante una semana hasta que fueron trasladados al buque Bahía Buen Suceso, el ansiado buque, en una lancha carbonera. 

Una vez resuelta la tensión, el gobierno de Onganía emitió un comunicado en el que expresó que “la recuperación de Malvinas debe ser resuelta por la vía diplomática y no por un acto de piratería”. 

Los dieciocho jóvenes de entre 18 y 32 años, a quienes la CGT calificó de “héroes”, fueron llevados al penal de Ushuaia y luego juzgados en Tierra del Fuego. Como ése había sido el primer secuestro aéreo y en el país no había jurisprudencia al respecto, las figuras con que se los condenó fueron privación ilegítima de la libertad, portación de arma de guerra, asociación ilícita, piratería y robo en descampado. Tres años de prisión fue la condena para abo, Giovenco y Rodríguez; para el resto, nueve meses. 

Lo último que supieron del Douglas DC4 es que fue llevado al Paraguay durante la última dictadura militar. De la isla no se trajeron nada, “no vaya a ser cosa que nos acusen de ladrones”, argumenta Pedro. 

“En estos años de vida que nos quedan nuestra misión es rescatar la memoria”, de los que cayeron y los que siguen. “Muchos estamos desocupados, con hijos y nietos, y quedamos fuera del sistema –lamenta Pedro–. A veces nos llaman para condecorarnos y sacar réditos políticos. Lo único que pedimos es una reparación histórica.” Lo mismo pide el Flaco Karasiewicz, que además confiesa que a veces, en su modesta casa de Villa Martelli, se mira al espejo y se dice: “Pensar que soy un héroe, y soy de carne y hueso”. 

Las historias que siguieron 

El jefe del Operativo Cóndor fue Dardo Cabo, por entonces de 25 años, una de las figuras más renombradas de la resistencia peronista, fusilado en 1977. Tambien fueron desaparecidos durante la ultima dictadura, igual que Pedro Cursi y Edgardo Jesús Salcedo. Juan Carlos Rodríguez fue asesinado por la Triple A. Aldo Omar Ramírez y Ramón Adolfo Sánchez fallecieron por causas naturales, una vez recuperada la democracia. 

Once son los sobrevivientes: la compañera de Cabo, María Cristina Verrier, que hoy tiene 67 años; Fernando José Aguirre (60), Edelmiro Ramón Navarro (67), Andrés Ramón Castillo (63), Juan Carlos Bovo (61), Víctor Chazarreta (72), Luis Francisco Caprara (60), Ricardo Alfredo Ahe (60) años, Fernando Lizardo (60), Norberto Eduardo Karasiewicz (61) y Pedro Bernardini (69). 

Fuente: Página/12, 28/08/06

domingo, 16 de noviembre de 2014

Goose Green: Los emotivos recuerdos de Ledesma matando a Jones

La emotiva carta de un conscripto a la viuda del soldado inglés que mató en la Guerra de Malvinas
Juan Pablo Parrilla
Infobae

Se la escribió Oscar Ledesma a la esposa del teniente coronel Herbert Jones, el militar inglés de más alto rango caído en las islas. Buscan concretar una reunión entre ambos



Sara Jones, la esposa de Herbert, el militar inglés de más alto rango que murió en la Guerra de Malvinas.3 de 3Sara Jones, la esposa de Herbert, el militar inglés de más alto rango que murió en la Guerra de Malvinas.
En 2012, Oscar Ledesma brindó su testimonio en varios medios.
1 de 3En 2012, Oscar Ledesma brindó su testimonio en varios medios.
El teniente coronel Herbert Jones fue el militar inglés de más alto rango muerto en la Guerra de Malvinas. Era el jefe de los paracaidistas británicos y toda una leyenda para su tropa. Lo acribilló el conscripto Oscar Ledesma, que tenía 19 años y estaba a cargo de la única ametralladora Mag que funcionaba en su grupo. Hace unos años el soldado argentino le escribió una carta a su viuda, Sara, pero nadie se hizo eco de sus palabras, hasta que una profesora de historia cordobesa, Alicia Panero, las desempolvó y las publicó. Ahora podría concretarse una reunión entre ambos.

Panero encontró la carta mientras realizaba una investigación sobre las mujeres que participaron de la guerra, que se puede descargar de la web. Sara Jones fue la única protagonista que no pudo entrevistar. Entonces, hurgando en su historia, halló la misiva.

"La carta es todo un símbolo de paz, de ir por otro camino, de no volver a la guerra. Es un mensaje no sólo para los argentinos, sino para el mundo, de buscar lugares comunes en vez de exacerbar la violencia. De hecho, Ledesma tiene el enorme sueño de plantar un olivo por la paz en Malvinas con Sara", observó Panero en diálogo con Infobae.

Hace unos años, cuando se cumplió el trigésimo aniversario de la guerra, Ledesma, hoy de 49 años, brindó varias entrevistas en las que contó su versión de la batalla de Pradera del Ganso, en el Puerto de Darwin, en lo que fue la primera lucha terrestre de la guerra.


Oscar Ledesma -el segundo desde la izquierda-, en el juramento previo a la batalla de Pradera del Ganso.
"El primer ataque duró entre 4 y 6 horas, pero para mí fue eterno. Fue muy duro, porque ellos nos superaban en todos los aspectos y lanzaron una ofensiva sorpresa. En pleno combate se me trabó el arma y con el fuego enemigo zumbándonos los oídos tuvimos que repararla, fue terrible. Pensé que era el fin, pero pudimos arreglarla a pesar de la balacera y volvimos a defendernos. El coronel Jones fue uno de los que comandaron el ataque. Aún no entiendo por qué estaba al frente de ese avance, supongo que nos creyó muertos. Cuando lo vi venir le disparé una ráfaga de disparos que alcanzaron a herirlo. Aun así intentó tomar una granada, pero con una segunda ráfaga de disparos acabé con su vida", recordó a Perfil.

Por esa acción, Jones recibió la Cruz Victoria, la máxima distinción para un soldado británico. Algunos historiadores aseguran que sus acciones cambiaron el curso de la batalla.



En aquella ocasión, Ledesma manifestó su intención que reunirse con Sara Jones, pero esa posibilidad estuvo congelada hasta que hace unos días los diarios Clarín y Los Andes publicaron una historia similar, pero que empieza en suelo británico: la del soldado inglés Gordon Hoggan, que asesinó con su bayoneta a un argentino en la batalla de Monte Tumbledown, se quedó con su casco y ahora se lo quiere devolver a los familiares, pero no sabe quién fue su víctima.

Según pudo confirmar Infobae, a partir de ese suceso hubo un contacto entre la embajada argentina en Londres y la familia Jones, que habría accedido a coordinar un encuentro con Ledesma, hoy un filósofo bilingüe que trabaja en la perrera municipal del municipio cordobés de La Carlota, donde le dieron el puesto por ser veterano de guerra. Por su parte, Sara tiene 72 años, preside la Asociación Familias de Malvinas y está a cargo del mantenimiento de las tumbas de los soldados desconocidos británicos en todo el mundo. Su figura es todo un símbolo para los ingleses.


AFP
Existe una versión de que a Jones no lo asesinó Ledesma, sino Juan José Gómez Centurión, actual titular de la Agencia Gubernamental de Control porteña, aunque esa hipótesis tiene escaso apoyo y se cree que el entonces subteniente en realidad disparó a otro soldado.

"Según algunos veteranos, los ingleses no asumen que a su teniente coronel lo haya abatido un soldado conscripto y prefieren la historia de Gómez Centurión, que era oficial y que pregona que a Jones lo mato él, y le dejó a Ledesma que se crea que fue el autor. Pero la historia de Ledesma es real, con testimonios y pruebas", advirtió Panero. Y sentenció: "Lo confirmaron él y sus compañeros, y nadie lo desmintió".

Carta abierta a Sara (viuda de Herbert Jones)

"El tiempo obra en consecuencia de lo actuado y la memoria se rige por nuestros actos"

Con escasos 19 años me tocó enfrentarme con el Regimiento 2 de Paracaidistas Británicos la mañana del 28 de mayo de 1982, en el combate de Darwin Hill. Cualquiera hubiera sido su desarrollo no modificará en mi alma y mi mente el recuerdo de aquel terrible enfrentamiento.

Eventualmente me tocó apretar el gatillo para abatir un adversario y en momento alguno sentí odio al hacerlo, como tampoco me jacté ni alegré por aquel acto. No tenía opciones, debía salvar a mis camaradas que contemplaban aterrados cómo un Para asaltaba su posición, desconociendo que a escasos metros se encontraba mi ametralladora, de la misma manera que yo desconocía quién era tan temerario soldado que en una muestra de asombroso arrojo atacaba una posición argentina. Una vez terminada la batalla elevé una plegaria por todos los caídos y pedí a Dios por sus familias.

Siempre tuve como pendiente el poder decirle, mirándola a los ojos, que su esposo cayó como un valiente soldado y que su ocasional adversario le honra cotidianamente con el mayor de los respetos al igual que a todos los caídos.

Le presento mis respetos, como también a sus hijos, herederos de un valiente guerrero.
Oscar Ledesma

viernes, 14 de noviembre de 2014

Biografía: Wilson y la derrota en Bahía Agradable

EL ROSTRO DE LA DERROTA BRITÁNICA QUE NO MERECIÓ CONDECORACIÓN ...
Brigadier Tony Wilson
Ejército británico
5ta. Brigada de Infantería
Fitzroy-Puerto Argentino

Brigadier Sir Mathew John Anthony (Tony) Wilson,
6to baronet de Estón Hall (1874),  Orden del Imperio Británico, MC,
nacido el 2 de octubre de 1935, es un ex oficial del ejército británico que comandó la Brigada de Infantería V durante la Guerra de las Malvinas.

Guerra de las Malvinas :



Wilson ordenó a la Brigada de Infantería durante la quinta campaña para "liberar" a las Islas Malvinas después de su "incautación" por las Fuerzas Armadas argentinas, y fue responsable de la ladera sur de la isla oriental de las Fuerzas Armadas británicas, que avanzaron hacia la capital de las islas, "Stanley".

En primer lugar, Wilson fue capaz de asegurar una gran parte de la isla oriental, con el llamado "movimiento audaz", pero durante el avance , un ataque aéreo argentino en dos buques de desembarco británicos que se produjo en Bahía Agradable, al mediodía del 8 de junio de 1982, retrasó el avance .

46 soldados británicos y tres miembros asiáticos de la tripulación murieron, 115 hombres sufrieron graves lesiones por quemaduras.

Fue la mayor pérdida  de  hombres en la parte británica en esta guerra.

En el momento del ataque, varios equipos de televisión estaban en el lugar, por lo que los británicos podían ver este evento en casa delante de sus televisores en color y en vivo - mientras que el gobierno británico y el liderazgo militar contrariamente  , eran muy ansiosos por evitar propagar  información, teniendo en cuenta al público espectante sobre todo el curso de la guerra. Probablemente como consecuencia de ello, Wilson fue el único alto oficial británico que no recibió ningún reconocimiento a su servicio en el conflicto , en forma de honores en su estadía .

El 31 de diciembre 1982  renunció a todos sus cargos militares y se retiró del ejército británico el 31 de enero de 1983.

Carrera militar :

Educado en la Real Academia Militar de Sandhurst, Wilson fue comisionado en la propia Yorkshire Infantería Ligera del Rey (KOYLI) en su 21 cumpleaños el 02 de octubre 1956  y por lo tanto representa la cuarta generación consecutiva de su familia para servir con el regimiento. Durante los  años siguientes , tomó parte en las operaciones militares en Adén, Borneo, Malasia, Chipre e Irlanda del Norte.

En 1970 fue ascendido a Mayor y fue galardonado con el título honorífico de Miembro de la Excelentísima Orden del Imperio Británico (División Militar) en 1971.Poco después, en mayo de 1972 recibió la "Cruz Militar para Servicios Gallant "para el servicio en el Ulster (Irlanda del Norte).

El ascenso a teniente coronel siguió en 1975 y después de un compromiso mayor en el Ulster y un anuncio a Hong Kong, su título honorífico fue aumentado en  oficial de la Más Excelsa Orden del Imperio Británico (División Militar).

Con su ascenso a coronel se trasladó al Estado Mayor General del Ministerio de Defensa en Londres, y el 30 de junio 1980 fue ascendido a general de brigada , el mando de la Brigada de Infantería quinta que había de conducir durante la Guerra de las Malvinas asumiendo ese cargo.

Wilson se retiró del ejército británico el 31 de enero de 1983.

Está casado y es padre de un hijo y una hija. Él y su esposa viven en los Estados Unidos actualmente .

Traducido por Google Traductor del inglés - Adaptado por Grupo de Facebook
"Fotos de la Guerra de Malvinas "
Guillermo C. Torrilla
Brigadier
Tony Wilson
Ejército británico
5ta. Brigada de Infantería
Fitzroy-Puerto Argentino

Brigadier Sir Mathew John Anthony (Tony) Wilson,
6to baronet de Estón Hall (1874), Orden del Imperio Británico, MC,
nacido el 2 de octubre de 1935,
es un ex oficial del ejército británico que comandó la Brigada de Infantería V
durante la Guerra de las Malvinas.

Guerra de las Malvinas :

Wilson ordenó a la Brigada de Infantería durante la quinta campaña para "liberar" a las Islas Malvinas después de su "incautación" por las Fuerzas Armadas argentinas, y fue responsable de la ladera sur de la isla oriental de las Fuerzas Armadas británicas, que avanzaron hacia la capital de las islas, "Stanley".

En primer lugar, Wilson fue capaz de asegurar una gran parte de la isla oriental, con el llamado "movimiento audaz", pero durante el avance , un ataque aéreo argentino en dos buques de desembarco británicos que se produjo en Bahía Agradable , al mediodía del 8 de junio de 1982, retrasó el avance .

46 soldados británicos y tres miembros asiáticos de la tripulación murieron, 115 hombres sufrieron graves lesiones por quemaduras.

Fue la mayor pérdida de hombres en la parte británica en esta guerra.

En el momento del ataque, varios equipos de televisión estaban en el lugar, por lo que los británicos podían ver este evento en casa delante de sus televisores en color y en vivo - mientras que el gobierno británico y el liderazgo militar contrariamente , eran muy ansiosos por evitar propagar información, teniendo en cuenta al público espectante sobre todo el curso de la guerra. Probablemente como consecuencia de ello, Wilson fue el único alto oficial británico que no recibió ningún reconocimiento a su servicio en el conflicto , en forma de honores en su estadía .

El 31 de diciembre 1982 renunció a todos sus cargos militares y se retiró del ejército británico el 31 de enero de 1983.

Carrera militar :

Educado en la Real Academia Militar de Sandhurst, Wilson fue comisionado en la propia Yorkshire Infantería Ligera del Rey (KOYLI) en su 21 cumpleaños el 02 de octubre 1956 y por lo tanto representa la cuarta generación consecutiva de su familia para servir con el regimiento. Durante los años siguientes , tomó parte en las operaciones militares en Adén, Borneo, Malasia, Chipre e Irlanda del Norte.

En 1970 fue ascendido a Mayor y fue galardonado con el título honorífico de Miembro de la Excelentísima Orden del Imperio Británico (División Militar) en 1971.Poco después, en mayo de 1972 recibió la "Cruz Militar para Servicios Gallant "para el servicio en el Ulster (Irlanda del Norte).

El ascenso a teniente coronel siguió en 1975 y después de un compromiso mayor en el Ulster y un anuncio a Hong Kong, su título honorífico fue aumentado en oficial de la Más Excelsa Orden del Imperio Británico (División Militar).

Con su ascenso a coronel se trasladó al Estado Mayor General del Ministerio de Defensa en Londres, y el 30 de junio 1980 fue ascendido a general de brigada , el mando de la Brigada de Infantería quinta que había de conducir durante la Guerra de las Malvinas asumiendo ese cargo.

Wilson se retiró del ejército británico el 31 de enero de 1983.

Está casado y es padre de un hijo y una hija. Él y su esposa viven en los Estados Unidos actualmente .

Traducido por Google Traductor del inglés - Adaptado por Grupo de Facebook
"Fotos de la Guerra de Malvinas "

jueves, 13 de noviembre de 2014

UK: Venta de L1A1 usados en Malvinas



L1A1 SLR 7,62 desactivado utilizado en las Malvinas
Deactivated Guns


Un ejemplar en excelente condición del clásico rifle calibre 7,62 L1A1 auto-cargante. El L1A1 era el pilar del ejército británico a través de muchos de los conflictos de la posguerra. Disparando la contundente munición de 7,62 mm, esta arma se recuerda con cariño por los soldados británicos en todo el mundo. Este ejemplar es la especificación de edad y puede ser despojado de campo y disparado en seco y viene con un cabestrillo. Nuevos bayonetas no emitidas Brand disponibles para esta arma.

Viene con un certificado de autenticidad y el adaptador extraíble fuego blanco.



domingo, 9 de noviembre de 2014

Hipótesis de recuperación: Capturando Mount Pleasant con comandos encubiertos

Un caballo de Troya en las Malvinas
Expertos británicos sostienen la teoría de que los argentinos podrían ganar una supuesta guerra si consiguen llevar a sus tropas de élite en un avión camuflado a las islas
Álvaro Soto -  ABC




Sobre el papel, una nueva Guerra de las Malvinas no tiene color. El Ejército británico posee 175.000 soldados (frente a los 80.000 argentinos) y 197 aviones de combate (frente a 42). En buques de asalto, destructores, fragatas y submarinos, la Armada de la reina casi triplica a las tropas de Cristina Kirchner. Y sin embargo, expertos en Defensa del Reino Unido creen que si la guerra estallara de nuevo, Argentina tendría una posibilidad de vencer y reconquistar las Falklands (nombre con el que las islas son conocidas en inglés).

¿Cómo podría lograrlo Argentina? Un experto en las Islas Malvinas lo explica en un artículo publicado en ‘The Sunday Times’: “Un avión de pasajeros, falsamente pintado con los colores de la bandera de Chile, parte de Argentina en un vuelo no previsto a las Malvinas. Parece un vuelo comercial como cualquier otro, pero en su interior viajan fuerzas especiales. Se acerca a las islas y se dirige hacia el aeródromo de Mount Pleasant, la base de los cuatro aviones de combate británicos Typhoon. David Cameron (primer ministro británico) es alertado. ¿Pero se atrevería a derribar un avión de línea desarmado que, aparentemente, transporta a civiles?”.



Este supuesto ataque pillaría a los 130 soldados británicos que defienden la isla patrullando las montañas. No podrían reaccionar mientras Argentina se hace con el poder en Mount Pleasant. Lógicamente -siguiendo la argumentación de este experto- Reino Unido declararía la guerra pero no habría ninguna posibilidad de que llegaran los refuerzos británicos a la isla. “No seremos capaces de recuperar las Malvinas si ellos consiguen el aeródromo”, reconoce el comandante Mike Clapp. “Y además, no tenemos el mismo poder en el mar que en 1982”, remacha Clapp. Ese año, Thatcher envió aviones y helicópteros de combate en los dos portaviones que entonces tenía el Ejército británico. Ahora, no tiene ninguno. “Sin portaviones, hasta el último recluta sabe que es imposible recuperar las Malvinas”, asegura el general Julian Thompson, el responsable militar de la primera fase del conflicto de 1982.

Dicho todo lo anterior, y pese a la escalada verbal, la posibilidad cierta de una reedición de la Guerra de las Malvinas está aún lejana. Entre otras razones, porque los militares argentinos no tienen ninguna gana de enfrentarse otra vez a los británicos. Pero Cristina Fernández es imprevisible y según algunos analistas políticos argentinos, la presidenta, tras lograr reducir las tasas generales de pobreza, quiere dejar su huella también en el campo internacional, aunque muchos creen que, detrás de las palabras, solo aspira a negociar con Reino Unido la explotación de las riquezas energéticas de las islas.

Nota del administrador: Exactamente está misma idea la describí en el blog FDRA en 2006. :)

lunes, 3 de noviembre de 2014

El secuestro del avión de AA por Dardo Cabo y su grupo

Recordando a Dardo Cabo 






CUANDO LA BANDERA ARGENTINA FLAMEO 36 HORAS EN LAS ISLAS MALVINAS

Fue el 28 de Septiembre de 1966. Un grupo de 18 jóvenes estudiantes, obreros y sindicalistas, desvió un avión de Aerolíneas Argentinas y aterrizó en Malvinas. Allí, hicieron flamear la bandera argentina durante treinta y seis horas, antes de entregarse a las autoridades católicas en las islas. La Justicia Federal los condenó.


Contexto

Ese día, un grupo armado de 18 jóvenes desvió un avión de Aerolíneas Argentinas hacia las Islas Malvinas, donde la Bandera Nacional flameó por treinta y seis horas. El avión Douglas DC4 con destino inicial a Río Gallegos, partió de aeroparque a las 00:34 horas.
Su comandante era Ernesto Fernández García, y viajaban como pasajeros, entre otros, el gobernador del por ese entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, contralmirante José María Guzmán, Luciano Preto y su hijo Daniel Preto (hermano del hoy senador nacional por Tierra del Fuego Ruggero Preto).
Los jóvenes que montaron el operativo, en su mayoría empleados metalúrgicos militantes de partidos nacionalistas, fueron condenados a su regreso por la Justicia Federal argentina. Pero a pesar de que se los consideró delincuentes, muchos interpretan su audaz acción como una verdadera gesta patriótica, quizá la primera que reivindicó los derechos soberanos argentinos sobre las Malvinas.

Aunque los libros de historia y los manuales escolares casi no hagan mención a ello.




Malvinas de Rumba

El Operativo Cóndor fue comandado por Dardo Manuel Cabo, periodista, metalúrgico y activo militante nacionalista de aquellos años. Con él actuaron Fernando Aguirre, Norberto Karasiewicz, Andrés Castillo, Luis Caprara, Victor Chazarreta, Ricardo Ahe, Juan Bovo, Edelmiro Navarro, Ramón Sánchez, Pedro Tursi, Juan Rodríguez, Pedro Bernardini, Alejandro Giovenco Romero, Fernando Lisardo, Edgardo Salcedo, Aldo Ramírez y María Cristina Verrier.

El Dr. José Salomón, abogado fueguino que patrocinó a buena parte de estos jóvenes, recordó en un articulo reciente que según consta en el expediente aproximadamente a las seis de la mañana, y ya sobrevolando la ciudad de Santa Cruz, el grupo tomó el avión y previo a conversar con el comandante -que alegaba falta de combustible- lo obligó a tomar rumbo 105 con destino a las Islas Malvinas. A los pasajeros se les comunicó, para no atemorizarlos, que se regresaba a Comodoro Rivadavia.

Por su parte, en la acusación del Fiscal Federal de Tierra del Fuego, Jorge Torlasco, se sostiene que a pesar del manto de nubes existente, el piloto logró encontrar las Islas, valiéndose de cierta deformación en dicho manto que lo indujo a pensar que debajo debía haber tierra firme.
Entre claros pudieron divisar tierra, localizaron la ciudad, y luego de hacer alguno virajes de reconocimiento, aterrizaron en una pista de carrera de caballos, evitando distintos obstáculos que allí había. No bien se detuvo el avión descendió el grupo de jóvenes armados, y procedió a colocar banderas argentinas en las inmediaciones.

A las 9:57, en Puerto Rivero -después sería Puerto Argentino- Dardo Cabo firma el siguiente comunicado: Operación Cóndor cumplida.

Pasajeros, tripulantes y equipo sin novedad. Posición Puerto Rivero, Islas Malvinas, autoridades inglesas nos consideran detenidas. Jefe de Policía e Infantería tomados como rehenes por nosotros hasta tanto gobernador ingles anule detención y reconozca que estamos en territorio argentino...

El comunicado fue difundido por la radio del avión. Y a las 18 horas se complementó con otro que decía: Informa Operación Cóndor: después de escuchar misa en castellano dentro del avión, fueron liberados los rehenes ingleses.


El operativo según Héctor Ricardo García 

Tal como lo recordó en su libro Cien veces me quisieron matar, fue el único periodista en actividad que viajó acompañando al Operativo Cóndor. Dice este medio que la audaz y muy riesgosa acción conmocionó no solo a nuestro gobierno (ese mismo día el dictador Juan Carlos Onganía cumplía tres meses de mandato) sino al mundo, provocando comentarios en toda la prensa.

Los 18 argentinos contaban con mucho y sofisticado armamento transportado clandestinamente en el avión, pero el cansancio, la falta de alimentos y agua los obligaron a rendirse.

El periodista describe lo que ocurrió después de que el sacerdote Rodolfo Roel ofició la misa en el avión:

A las seis de la tarde, una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la Isla. No obstante, varios pobladores y los infantes de marina (ingleses) se daban a la tarea de colocar grandes reflectores en las inmediaciones del avión, para poder observar sin problemas los movimientos de los ocupantes de la máquina. Además, el cerco armado ya estaba al máximo. En los siete jeeps ubicados detrás del avión se habían apostado policías, infantes y pobladores armados; otro tanto en los coches ubicados delante, mientras en lo alto del cerro tres carpas de campaña revelaban que en su interior también había efectivos.

Se calcula que unos cien hombres, de los 120 habitantes de la Isla, estaban en pié de guerra, pese a la inclemencia del tiempo y la fuerte lluvia, que cayó sin tregua durante mas de dos horas. Mientras los 18 integrantes del comando se encerraban en el avión, como único refugio para planear sus futuras acciones, los tripulantes y pasajeros del vuelo 648 (que habían sido trasladados hasta el centro de la ciudad para recibir alimentos y hospitalidad) disfrutaban de buenas comodidades que les brindaron los habitantes.

A las 4:30 horas del 29 de Septiembre, se conoció un mensaje del gobernador inglés de las Islas. En el mismo, el representante real expresaba: están totalmente cercados; si intentan salir del avión, los soldados y policías tienen ordenes de tirar. No respondemos por vuestras vidas. Es preferible que se rindan. La respuesta del jefe del comando fue negativa.

Poco después de las 15, el padre Roel fue a visitar a los muchachos, como les decía con temblorosa y suave voz, mezcla de ingles y castellano. Y allí, a título personal, como siempre hablaba, les solicitó que entregaran sus armas y se rindieran. La respuesta fue la de siempre: no estamos dispuestos a deponer las armas. Finalmente se llegó a un pacto: los argentinos depondrían de su actitud, siempre y cuando fueran acogidos por la Iglesia Católica, y quedaran exclusivamente a cargo del padre Roel.

A las 17:00, todos los cóndores con el sacerdote y el comandante formaron junto a la bandera argentina que estaba flameando desde la mañana anterior, y procedieron a arriarla. Luego, con ella en brazos, entonaron el Himno Nacional Argentino, de viva voz, mientras atónitos custodios ingleses, sin moverse de sus puestos pero siempre con las armas listas, seguían con atención la emocionante ceremonia. Media hora mas tarde, el comandante de la nave, Fernández García, recibía sobre su avión todas las armas.

Las horas avanzaban y nada se sabía sobre la suerte de los integrantes del operativo y la mía. Nadie podía precisar dónde seríamos juzgados. En Argentina o en Inglaterra.

El 1 de octubre, los argentinos fueron transportados en una lancha carbonera inglesa hasta el barco Bahía Buen Suceso. En ese momento Cabo tomó las siete banderas argentinas, y tal como lo había prometido, en vez de bajar con ellas enarbolándolas (como era la idea) las entregó al almirante Guzmán en una bolsa, diciendo en la oportunidad las siguientes palabras: Señor Gobernador de nuestras Islas Malvinas, le entrego como máxima autoridad aquí de nuestra patria, estas siete banderas. Una de ellas flameó durante 36 horas en estas Islas y bajo su amparo se cantó por primera vez el Himno Nacional.

El viaje desde las Malvinas hasta Tierra del Fuego se extendió desde las 19:30 horas del 1 de octubre hasta las 03:00 de la mañana del 3 de octubre, en que llegaron a Ushuaia.

¿Delincuentes o patriotas? 

El Juez Federal de Tierra del Fuego, Miguel Angel Lima, procesó a los integrantes del Operativo Cóndor en atención a los delitos de privación de la libertad personal calificada y tenencias de armas de guerra, por los que finalmente fueron condenados a distintas penas el 26 de Junio de 1967.

Esta sentencia fue confirmada por la Cámara Federal de Bahía Blanca, el 13 de octubre de ese mismo año, aunque algunas consideraciones de los jueces, citadas por el Dr. Salomón, sugieren un espíritu distinto al de la condena.

Por ejemplo, la decisión judicial ordena la devolución de las banderas a su propietario, Dardo Manuel Cabo.

El juez Lima sostuvo que ...las banderas argentinas, por el hecho de haber tremolado sobre una porción irredenta de tierra de la Patria, no son ni pueden ser consideradas instrumento de delito.

Por ello corresponde su oportuna devolución a quien ha demostrado actuar como su propietario.

Y como el propio Salomón y los demás abogados defensores habían pedido que las banderas sean entregadas al Museo Histórico Nacional, el juez Lima contestó que cualquiera fuera la opinión del infrascrito, escapa a sus funciones disponer sobre el destino solicitado. No pretendamos anticiparnos al juicio de la Historia.

Dejemos a la posteridad lo que es de la posteridad. Solo el tiempo que acalla las pasiones y afina las perspectivas es el capaz de dar su paso sereno e imparcial.


Fuente: www.argenpress.info