“Estamos esperando el ataque inglés”: las cartas enviadas desde Malvinas, en la voz del cabo que las escribió hace 40 años
Por medio de ellas, Adán Bejarano le avisó a su madre que estaba combatiendo en la guerra. En el segundo de sus texto, aquel joven de 20 años expuso la crueldad de la guerra y el asedio británico que sufrió su regimiento: “Se ve morir a muchos compañeros”
Teresa (44) vestía con elegancia su tapado negro bajo el tibio sol de junio, pero en su rostro llevaba la angustia de largos meses sin saber de su hijo o, incluso, desconocer si estaba vivo o muerto. Pero cuando la puerta de aquel colectivo del ejército se abrió delante de ella afuera de la estación de trenes y lo vio bajar, todo cambió.
—¿Qué haces acá, mamá? —le dijo él sorprendido y se abrazaron.
Ella había estado recorriendo los edificios de las Fuerzas Armadas durante toda la guerra de Malvinas buscando certezas sobre Adán, su hijo de 20 años. Poco sabía de él tras su partida desde Corrientes: solo dos cartas que él logró enviar desde las islas la pusieron en aviso. Primero, le contó que se encontraba combatiendo en la guerra; segundo, le reveló que aquel lugar era un “infierno”. Entre tanto, ella transitaba los días por el camino de la incertidumbre.
Tras su regreso de Malvinas, Adán nunca volvió a hablar con su madre de aquellas cartas. Pero, poco después de que ella muriera en 2019, sus hermanos encontraron los sobres casi intactos en la habitación de la mujer.
—Después de que ella murió hace dos años, mis hermanos fueron a la casa y se pusieron a limpiar. Ahí fue cuando mi hermana encontró las cartas y me mandó un mensaje: “¡No me vas a creer, encontré las cartas que vos le mandaste a mamá cuando estabas en Malvinas!”. Yo me había olvidado porque habían pasado 38 años desde aquel momento. Después me las dio y me junté con las cartas hace dos años. Están intactas. No se borraron —precisa el ex cabo en diálogo con Infobae.
Adán Bejarano (60) vive en Apóstoles, provincia de Misiones, pero integró el Regimiento de Infantería 5 de Pasos de los Libres (Corrientes) que combatió en Malvinas. Cuenta que antes que él, nacieron sus tres hermanas. Su padre quería un varón, por eso recibió el nombre de Adán al nacer: fue el primer hombre. Luego llegó otro hermano.
Pocos días después del 2 de abril de 1982, el regimiento de Adán comenzó a ser trasladado en distintas etapas. Primero, a Corrientes. Luego, Entre Ríos. Más tarde, Comodoro Rivadavia. Allí. Y una madrugada lo despertaron y lo notificaron: el avión que tomarían, descendería con el amanecer en Puerto Argentino, en Malvinas.
—¿Qué recuerda de aquel momento en el que escribió aquella primera carta para avisar que estaba en Malvinas?
—Estábamos siempre en el pozo del zorro, donde uno vivía día y noche. Está escrita en una hojita de libreta, porque no tenía papel. Y esa era mi libreta, en la que hacía anotaciones. Incluso llegué a escribir un diario pero después lo perdí. No es que había lugar en el que uno se pudiera sentar para escribir. Cuando tuve tiempo, armé esas cartas para mi mamá.
En su primera carta, fechada el 24 de abril de 1982, Adán destaca lo adverso del clima y la geografía aunque también empieza a dar señales del tormentoso escenario: “Acá estoy dentro de un pozo esperando el ataque de los ingleses”.
Carta 1
Malvinas Argentinas 24-4-1982
Queridos Padres
Mis deseos son que al recibir mi carta se encuentren bien, quedando bien yo gracias a Dios.
En primer lugar quiero decirles que estoy muy orgulloso de estar en las Malvinas. Sí, estoy acá. Te juro que nunca pensé estar acá. Para mí es lo mejor que me pudo pasar pues me siento útil y también si salgo de esta poder contar tantas cosas de acá.
Acá hace un frío que no te imaginas y el viento es impresionante pues te levanta.
Anoche tuve que dormir vestido porque hizo un frío de locos y el viento es impresionante. En estos momentos el viento es terrible y el frío no te digo nada.
Acá estoy dentro de un pozo esperando el ataque de los ingleses, pero te aseguro que esto no lo ganan pues la defenderemos hasta morir.
Quiero decirles que les agradecería que me manden algún chocolate pues acá no hay nada. Estoy muy cerca de la orilla del océano y el terreno es pelado pues árboles no hay.
Quiero decirles que se queden tranquilos y que no se preocupen por nada pues pienso salir de esta y poder estar junto a ustedes muy pronto y así poder contarles las experiencias que estoy viviendo pues son pocos los que tienen el honor de poder estar acá. Nosotros estamos para defender y hay que estar acá.
Quiero que me escriban y contarme cómo están las cosas y de Hugo qué saben.
Bueno, queridos padres les cuento cómo llegué acá. Del aeropuerto de Comodoro tomamos un avión hasta las Malvinas y el viaje tardó una hora y cuarto.
Bueno sin nada más que contarles me despido de ustedes con un fuerte beso y el cariño y el amor que siento por ustedes.
Dale saludos a todos mis hermanos y besos para mis sobrinos y saludos para mis cuñados.
Decile a Carlos que lo estoy esperando para que venga acá que no se quede debajo de la pollera.
Bueno, será hasta la próxima carta.
Y espero recibir carta de ustedes muy pronto y así poder quedarme tranquilo de saber que ya tienen noticias mías pues yo no sé si esta carta llegará hasta ustedes.
Bueno en estos momentos son las 2 y 48 de la tarde y dejo de escribirles. Si fuera por mi le seguiría escribiendo pero como no puede ser verdad les digo hasta la próxima y suerte para todos.
Besos.
Adán
Les mando un poco de frío y de viento desde acá, desde las Malvinas.
Saludos para todos los muchachos del barrio y deciles que me escriban.
En Malvinas y con el correr de los días, Adán fue trasladado a Puerto Howard, rebautizado como Puerto Yapeyú. En ese lugar, integró la Compañía C del Regimiento de Infantería 5 que resistió el brutal asedio británico durante gran parte de la guerra.
—Decían que iba a venir el correo, entonces me senté a escribir. Estuvimos mucho tiempo aislados y no es que podíamos recibir o enviar cartas todos los días. Vivíamos en un pozo, haciendo cosas y cuando uno podía se ponía a escribir. El bloqueo y el aislamiento que le hicieron al regimiento no lo sufrió ninguna otra unidad que haya estado en Malvinas. Nuestro gran problema era ese cerco. En la segunda carta es en la que le conté todo a mi mamá, porque ya estábamos en junio y la situación era muy complicada y muy difícil.
El bloqueo británico impidió la llegada de alimentos y artillería, lo que generó un desgaste importante en las condiciones de vida para el regimiento. La brutalidad de ese escenario quedó plasmada en la segunda carta que Adán logró enviar a su familia. En relación al primer texto, su percepción del escenario muestra un cambio dramático.
Carta 2
Puerto Howard 5-6-82
Queridos padres:
Mis deseos son que al recibir mi carta se encuentren bien, quedando yo bien gracias a dios.
En primer lugar quiero decirles que recibí las cartas pero la encomienda no, pero eso no importa. Y no puedo contestarles porque no se puede y hoy les escribo en esta carta porque viene un barco hospital a llevar a los heridos más graves. Les cuento que acá no la estamos pasando bien. Para qué les mentiría, pues no hay casi comida y hace frío y aparte ya recibimos varios ataques, pero gracias a Dios estoy vivo.
Yo no quiero que con estas palabras se preocupen o se pongan mal pero quiero pedirles que tengan fe pues yo regresaré y pronto estaremos juntos y les podré contar esta gran experiencia que estoy viviendo.
Justo ayer a la noche tuvimos un cañoneo naval que duró 1 hora y media, pero te juro que no me pasó nada. Todos nos perdimos en los pozos de zorro hasta que terminó.
Bueno, quiero decirles que hasta ahora esto no termina y no veo la hora que esta guerra de mierda se termine y salga de este infierno pues les aseguro que la guerra es muy fea pues se ve morir a muchos compañeros y eso es feo.
Les cuento que vivo en un bunker. Es un refugio contra ataques aéreos que hicimos nosotros.
Acá ya empezó a nevar, nunca vi nevar y es lindo pero hace frío.
Quiero decirles que quisiera estar con ustedes pero bueno ya pasará y les aseguro que estoy muy bien y que las bombas ya no asustan pues estamos acostumbrados.
Bueno, quiero que me disculpen por las cosas que les escribo pero otra cosa no tengo para contarles. Espero que ustedes me comprendan.
Quiero que le digan a mis hermanos que me disculpen por no escribirle pero no puedo pues solo una carta se puede hacer y aparte no tengo papel y sobre. Esto lo conseguí apenas.
Bueno, espero que cuando regrese me esperen con las cosas más ricas del mundo pues me pongo a pensar y me dan unas ganas locas de comer y comer. Así que prepárense para cuando vaya.
Decile a Carlos, a Blanca y a Jorgelina que me disculpen pero no puedo escribirles.
Y decile a Carlos que es mejor que no esté acá.
Bueno, saludo para todos mis hermanos y sobrinos y cuñados.
Y para ustedes, los cariños más sinceros y los besos más grandes de su hijo que los ama y los quiere mucho.
Bueno mamá, hasta pronto y suerte para todos.
Saludos para los vagos del barrio.
Cuando la guerra terminó y Adán regresó al continente, habían pasado casi dos semanas desde la última carta. Su madre no sabía, entonces, si él había regresado o no con vida.
—Ella fue al Estado Mayor a mirar las listas de vivos y muertos y nadie sabía nada sobre mi. Mi nombre no figuraba. Pero alguien, no sé quién, le avisó de una tanda de combatientes que había llegado y estaba en la Escuela (de Suboficiales General) Lemos. Entonces, mi mamá fue hasta Campo de Mayo a buscarme pero nadie la dejó entrar. Tampoco le dijeron si yo estaba ahí o no. Pero le avisaron de un contingente de colectivos que saldría para la estación Martín Coronado, en la provincia de Buenos Aires, con destino a Corrientes.
—¿Cómo recuerda a su madre en aquel reencuentro?
—Mi mamá tendría 44 años cuando fue la Guerra de Malvinas. Era una mujer muy elegante, muy linda. Siempre de pelo corto, de una contextura mediana y ojos negros. Tengo la imagen grabada en la memoria: mi madre ahí parada con su tapado negro. Fue durante la mañana en la estación del tren Urquiza. Esas vías van a Corrientes. Ese día bajo del micro y, así como cuando alguien se encuentra de sorpresa con otro, me la encuentro de frente. Bajé por la puerta de adelante, era mi mamá. Fue una gran sorpresa para mí. “Mamá, ¿qué haces acá?”. Ahí fue que nos abrazamos. Habrá sido una gran alegría para ella saber que estaba vivo después de tanto que anduvo buscándome.
—¿Después se volvió con ella o cómo siguió todo?
—Fue un encuentro muy breve. No te permitían saludarte y había mucha gente esperando en el lugar. Tocó justo que la encontré a ella de casualidad. Si yo llegaba en otro micro, seguramente no nos hubiéramos encontrado. Tal vez ella se hubiera ido de ahí sin saber si yo estaba o no. La saludé y después me tuve que embarcar en el tren. Así volví a Corrientes. Pudimos no habernos visto nunca y ella seguir buscándome.
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