lunes, 4 de abril de 2022

La desmalvinización en Argentina

 Operación desmalvinización: pedir perdón por recuperar lo propio y deconstruir al héroe

Malvinas no es sólo un hecho del pasado. El conflicto por la soberanía perdura, y la batalla cultural también. Londres lo sabe

Evocar Malvinas y la gesta de su recuperación el 2 de abril de 1982 no significa referirse sólo a un hecho del pasado. El operativo militar y las acciones bélicas cesaron el 14 de junio de aquel año, pero el conflicto por la soberanía, y la guerra en un sentido amplio, continúan.

El gobierno británico, presidido entonces por Margaret Thatcher, lo entendió rápidamente y esa es la razón por la cual el mismo día del cese al fuego en Puerto Argentino comenzó a desplegar una forma distinta de guerra para la cual ya no serían necesarias las naves, aviones, soldados y mercenarios extranjeros a su servicio.

Comenzaba la desmalvinización, es decir, lograr que la versión oficial del Foreign Office sobre la cuestión Malvinas fuera adoptada y repetida hasta el hartazgo por la mayor cantidad de argentinos que fuera posible reclutar para la faena. Si hubo una Task Force (Fuerza de Tareas) con objetivos militares enviada desde Inglaterra a un costo elevadísimo, tanto humano como presupuestario, debía luego entrar en operaciones una Task Force que tuviera a los propios argentinos como mano de obra. Porción minoritaria entre nosotros, compuesta por los sucesores ideológicos de aquellos criollos anglófilos de 1806 y 1807, pero dotada de resortes de poder que le otorgan una visibilidad desproporcionada.

Multiplicación de encuentros amistosos y entusiastas del ex embajador británico en la Argentina, Mark Kent, con políticos locales

Por desmalvinización entendemos la aceptación a-crítica y sumisa, por una parte minoritaria de los argentinos, de la versión oficial británica sobre el sentido del 2 de abril de 1982. En el ámbito cultural, entendido como toda producción formadora de sentido social respecto de un hecho, empezó con producciones cinematográficas como la película Los Chicos de la Guerra de mediados de la década de 1980. Y continuó en el ámbito mediático con contertulios y opinólogos de turno repitiendo una fraseología sin hondura analítica, sin rigor probatorio y huérfana de un marco histórico de referencia que permitiera entender adecuadamente los hechos.

Según Inglaterra, Malvinas habría sido una anomalía en la relación tradicional entre ambos países, un “manotazo” pergeñado por un militar borracho, a lo que desde el inicio se glosó una serie de razonamientos por el estilo que son parte de la verbosidad desmalvinizadora. Pero la historia nos enseña otra realidad bien distinta. El pueblo argentino, no sus circunstanciales autoridades, humilló a los británicos en las calles de Buenos Aires en 1806 y 1807. Algo impensable para las tropas de Su Majestad Británica.

La rendición de Beresford ante Liniers, el 27 de junio de 1807

Por si fuera poco, tras un largo bloqueo entre 1845 y 1850, los ingleses debieron marcharse no sin antes reconocer en el papel la soberanía argentina sobre los ríos interiores de la Confederación. Incluso un hombre de la Generación de 1880, Julio A. Roca, desalojó a los pobladores británicos que se habían establecido en lo que hoy es Ushuaia, garantizando de ese modo la presencia argentina en el extremo Sur continental; a lo que debe sumarse que durante su segundo gobierno impulsó la instalación de bases argentinas en la Antártida. No debe olvidarse que la cuestión de la soberanía sobre las islas no se reduce al archipiélago austral, sino a toda una porción marítima rica en recursos, y al sector antártico. En suma, para los gobiernos británicos, demasiado acostumbrados a que el mundo marchara según sus dictados, resultaba inadmisible que en este remoto rincón del planeta hubiera un pueblo que recurrentemente le hiciera semejantes desplantes.

Por eso el 2 de abril la inmensa mayoría de los argentinos saludaron la recuperación de una porción de territorio que por derecho nos pertenece. Y el pueblo distinguía muy bien la gesta de recuperación -con todo su significado- de los que circunstancialmente detentaban el poder. Una enorme pancarta en Plaza de Mayo con la inscripción “Malvinas sí, Proceso no” así lo atestiguaba. Tampoco el pueblo argentino en su mayoría creía, a diferencia de cierta intelectualidad despistada, que a la primera ministro británica Margaret Thatcher le interesara que recuperáramos la democracia.

"Malvinas sí, Proceso no": los manifestantes distinguían la gesta de recuperación de quienes circunstancialmente detentaban el poder

Malvinas, por otro lado, permitió a los argentinos volver la mirada a esa inmensidad cultural que era la comunidad de pueblos hispanoamericanos, a la que se nos había enseñado a desdeñar o, en el mejor de los casos, a ignorar. Las embajadas y consulados nacionales en Perú, Venezuela, México, Bolivia, entre otros sitios, fueron testigos del ofrecimiento de miles de jóvenes como voluntarios para luchar al lado de nuestros soldados en una gesta que adquiría contornos continentales.

Como señala la investigadora María Sofía Vassallo (Observatorio Malvinas, UNLa) “la actualización de la tradición histórica en la acción popular es la que convierte la mezquina maniobra de un dictador en una misión colectiva anticolonial, con gran potencial movilizador; Inglaterra lo sabe desde el primer momento.”

Por ese motivo, Londres comprendió que no podía cruzarse de brazos a la espera de que los argentinos hiciéramos, y enseñáramos a las nuevas generaciones, nuestra propia versión sobre lo sucedido en 1982.

El hundimiento del Sheffield

Tras largas décadas de discurso cuasi-oficial, y a veces hasta oficial, por el que según sus voceros deberíamos hasta pedir perdón por haber recuperado lo que nos pertenece, asistimos últimamente al vergonzoso espectáculo de ver atacada la figura misma de los héroes que dieron su vida por la Patria.

Según el sofisma, si no hubo gesta del pueblo argentino, entonces no hubo héroes, sino pobres chicos engañados y manipulados, mandados a una muerte sin sentido. Dado el sentido profundamente evocativo, e imitativo que suscita la figura del héroe de Malvinas, se impone su “deconstrucción”, es decir, eliminarlo de la memoria popular y rebajarlo a la categoría de víctima. Un guion elaborado en Londres. Como señala Vassallo, “el modelo de las víctimas, despoja a los combatientes de protagonismo, y los cristaliza en la minoría de edad. Este modelo de víctimas apunta a destruir el concepto de héroes.”

Quienes niegan carácter de héroes a los soldados que ofrendaron sus vidas por un ideal trascendente son los mismos a los que parecen no incomodarles las numerosas muertes de nuestros jóvenes de hoy en día. No se los ve rasgándose las vestiduras por los jóvenes que mueren por la inseguridad, o por consumo de drogas o por grescas callejeras fruto del consumo desmedido de alcohol y otras sustancias. Mucho menos se interesan por la suerte de las jóvenes vidas arrancadas cotidianamente por el narcotráfico, siendo los “soldaditos” que custodian los búnker de venta de estupefacientes peones intercambiables por quienes lucran con ese nefasto negocio. El narcotráfico ejecuta un verdadero genocidio silencioso de nuestra juventud ante la total indiferencia de la llamada clase dirigente.

Tejiendo para los soldados de Malvinas

Es para meditar profundamente el aborrecimiento visceral que esos sectores -intelectuales, académicos, mediáticos y políticos- exhiben por aquellos soldados de la Patria que dieron su vida por valores superiores y trascendentes. Y al mismo tiempo su silencio e indiferencia ante tanta muerte de jóvenes, realidad que hoy mismo campea a sus anchas. A no engañarse. Lo que no toleran, porque les resulta incomprensible, es que hubiera en nuestra historia reciente miles de jóvenes capaces de anteponer valores espirituales, de trascendencia y de sentido profundo de la vida, a los valores materiales. Su memoria es el faro testigo de que ningún joven está condenado a vegetar en un cuadro desconsolador de hedonismo consumista, sino que todos son capaces de darle sentido profundo a la existencia.

sábado, 2 de abril de 2022

Malvinas 40: Fogón del 1 de Abril en San Andrés de Giles



Desembarco: Los planes secretos, la diplomacia y la presión de Anaya

Obsesión con Malvinas y planes secretos: Anaya, el almirante que fue vecino de Thatcher y siempre quiso la guerra

El plan secreto que hizo para la recuperación. Las tensas conversaciones con dos almirantes sobre las islas: “Parecés un muy buen agente secreto de Thatcher”. Las advertencias de los embajadores sobre el desenlace de un posible conflicto armado con el Reino Unido. Los ocultamientos a cancillería. El pedido para frenar la “invasión”. Y la charla privada de Reagan y Galtieri antes de la guerra
Por Juan Bautista Tata Yofre || Infobae


Contralmirante Anaya

Hace cuarenta años la Argentina recuperaba las Islas Malvinas. Intentar volver a recordar los motivos que indujeron a esa decisión ya es innecesario. Es más importante rememorar las horas previas y a lo que condujo a esa decisión. No es un secreto para nadie aquello que una vez aseguró el general Vernon Walters, ex subjefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos y ladero del Secretario de Estado, Alexander Haig: “Fue una operación eminentemente naval”.

Ahora sí, es necesario revelar que el jefe naval almirante Jorge Isaac Anaya se encontraría varias veces con Margaret Thatcher. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué? Anaya solía contarlo en reuniones íntimas. Tras ascender a contralmirante, durante 1975 y 1977, mientras se desempeñó como Agregado Naval de la Embajada Argentina ante el Reino Unido y jefe de la de la Comisión Naval Argentina en Europa para la provisión de material naval, vivió en un edificio en el que también habitaba la dirigente conservadora, que en mayo de 1979 llegaría a Primera Ministro del Reino Unido y se mudaría a Downing Street 10. Anaya contó que se encontraban en el ascensor y se saludaban ceremoniosamente pero nunca se sentaron a conversar de cuestiones comunes. Entre otros, esto se lo reveló a un gran intendente bonaerense, quien le hizo un importante favor, y por eso le regaló su espada de almirante.

Ya en esos años le decían “Negro” por su color de piel aceitunado. Era hijo de un médico boliviano que fue cónsul en el país, por eso también era conocido como “el bolita”. Algo que obviamente lo disgustaba. Su experiencia en Londres no fue buena porque no pudo entrar ni en la razón ni el corazón de los altivos oficiales británicos. No hablaba bien inglés porque su fuerte era el francés. De allí que en el perfil que hizo la CIA sobre el jefe naval se señala: “Entiende y habla algo de inglés pero prefiere conversar en español”.

Era de poco hablar y obstinado. Era comprensible, su promoción –la 75 de la Escuela Naval—tenía como lema: “Cada día superándonos”. El primero del curso fue Carlos Castro Madero y el segundo Jorge Isaac Anaya.

Según el historiador Jorge R. Bóveda, luego de su estadía en Londres fue a Francia “donde luego cursó la Escuela Superior Interfuerzas con sede en París, donde se hizo un ferviente admirador de Charles De Gaulle y donde, seguramente, adquirió su notoria antipatía por Inglaterra. Se sabe que su tesina de la Escuela de Guerra Naval versaba sobre un plan de operaciones para ocupar las Islas Malvinas (cuyo original ha desaparecido de los archivos de la ESGN). También sabemos que, durante el año 1977, siendo comandante de la Flota de Mar, preparó un oficio dirigido al almirante Eduardo Massera, donde le proponía un plan para tomar las islas Malvinas por la fuerza. En 1978, dejó la flota para ocupar el cargo de Director General de Personal Naval”.

El viernes 11 de septiembre de 1982, el almirante Jorge Anaya asumió como comandante en jefe de la Armada. En la interna naval eso signi­ficaba que Massera aún mantenía una fuerte influencia.

Memo interno del autor en la redacción del diario Clarín

El viernes 18 de diciembre de 1981 llegó a Buenos Aires el contralmirante (R) Luis Pedro Sánchez Moreno, embajador argentino en Lima, Perú. Se tomaba una corta licencia porque venía a apadrinar la boda de su hija Dolores. Antes fue a visitar a cada uno de los comandantes de la nueva Junta Militar. Según me relató, concurrió a la audiencia que le fijo su compañero de la Promoción 75 y comandante de la Armada, Jorge Isaac Anaya. La entrevista se realizó en el despacho que el jefe naval tenía en el piso 13 del edificio Libertad. Se saludaron con afecto y Sánchez Moreno comenzó a hablar de la situación peruana mientras Anaya mostraba una mirada desatenta. Poco rato después lo interrumpió:

El Proceso se ha deteriorado mucho y tenemos que buscar un elemento que aglutine a la sociedad. Ese elemento es Malvinas.

Dicho esto, se quedó esperando una respuesta.

—He estudiado varios años en un colegio inglés —contestó su interlocutor—. Conozco a los ingleses tanto como vos, Margaret Thatcher no se va a dejar llevar por delante por un gobierno militar. Los ingleses son como los bull dog, cuando muerden a la presa no la sueltan…

Al instante, Anaya dio por terminada la reunión. Asumió su papel de comandante y con un formal “es todo, Sánchez Moreno”, lo despidió. Sin embargo la cuestión no terminó ahí. El 20, durante la fiesta de casamiento, el dueño de casa y el almirante Carlos Castro Madero intentaron disuadir al comandante en jefe de la Armada, pero fue imposible.

Al ver entrar a Anaya en la fiesta, Sánchez Moreno le cuenta a Castro Madero lo que había conversado con el comandante sobre Malvinas. Los dos se aproximaron al compañero y Castro Madero, tomándose la cabeza, le dijo: “No, por favor Jorge”. La respuesta de Anaya no fue buena, ni educada. A lo que Castro Madero le respondió: “Parecés un muy buen agente secreto de Margaret Thatcher”. Entendiendo el mensaje subliminal de una frase tirada al aire, Anaya solo dijo: “Bueno, si vos lo decís”. Y se retiró inmediatamente de la celebración.

Jorge Isaac Anaya, Leopoldo Fortunato Galtieri y Basilio Lami Dozo

Tras la guerra de 1982, Anaya contará que Malvinas era una de sus obsesiones: “En el año mil novecientos setenta y siete, siendo yo Comandante de la Flota de Mar, personalmente y solo hice todo un pequeño plan, manuscrito por mí, de cómo debía procederse” para ocupar las Malvinas.

Ese plan, esa idea, se vería alimentada en mayo de 1981 por un plan del vicealmirante Juan José Lombardo y, más profundamente, por los planes que se trazaron a partir de diciembre de 1981 y 1982 con el conocimiento de la Junta Militar que integraban Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Anaya. La misma que va a echar al presidente de facto Roberto Viola y entronizar a Galtieri. Con el santiagueño “Balo” Lami Dozo tenía poco que ver, pero con Galtieri se trataban de “vos” porque habían sido compañeros de promoción en el Liceo Militar General San Martín. Lo mismo que con Albano Harguindeguy y Raúl Alfonsín.

Luego de tres meses de preparación la Junta Militar tomó la decisión de recuperar Malvinas el viernes 26 de marzo, cerca de las 19 horas. La medida se adoptó sin la participación del canciller Nicanor Costa Méndez, pero fue notificado poco más tarde.

El almirante Carlos Alberto Busser también reconoció ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas haber sido informado después. No era necesario, tanto el canciller como el jefe de la Infantería de Marina sabían para qué se estaban preparando. En su libro de memorias, Costa Méndez relató que volvió al Palacio San Martín, reunió a sus colaboradores más íntimos, y luego de hacerlos jurar que no revelarían el secreto, les informó de la decisión de la Junta Militar. Pero el canciller no va a revelar un detalle importante: el equipo de funcionarios que integraba el Grupo Especial Malvinas no tenía terminadas todas las medidas necesarias para acompañar en el campo diplomático la acción castrense de ocupar las Malvinas.

El domingo 28 de marzo el canciller va a pedir una postergación del Operativo. Tras cuarenta años de silencio, el entonces secretario Roberto García Moritán relató: “Costa Méndez me mandó a Campo de Mayo con una carta personal a Galtieri en donde le solicitaba unos días de postergación a la invasión. Cuando llegué, Galtieri estaba con su esposa en una terraza. Luego, pasamos a su despacho, entregué la carta que leyó adelante mío. Luego de terminar de leer, el presidente me afirmó: ‘Dígale al canciller que absolutamente no’. Y como si esto fuera poco, me devolvió la carta luego de escribir ‘absolutamente no’”.

El memorando de una carilla y media que recibió Galtieri decía que: “1) si se estima necesario levantar la invasión, esta decisión puede aún realizarse; 2) comunica que la posición de los Estados Unidos es poco clara. No hay seguridad de que apoye (juegue bien) con la Argentina; 3) con los No Alineados, si bien partimos de una situación no favorable, podemos en un corto tiempo recomponerla y lograr su solidaridad en virtud de nuestra lucha antiimperialista”.

Ese 28 de abril de 1982 la flota que ocuparía Puerto Stanley se echó a la mar.

Costa Méndez con los ex cancilleres Zabala Ortíz, Paz y Carlos Muñiz

El martes 30 de marzo de 1982, mientras la Ciudad de Buenos Aires se encontraba fuertemente vigilada en vista de la manifestación sindical con la consigna “Pan, paz y trabajo”, que se iba a realizar a la tarde con la intención de llegar a Plaza de Mayo, el Comité Militar (COMIL) se reunió dos veces en el edificio Libertador. Según la Memoria de la Junta Militar: “Durante la primera reunión se resolvió que el general Héctor García fuera el Comandante de Teatro de Operaciones Malvinas hasta el día D+5 aproximadamente, luego de esto se crearía el Teatro del Atlántico Sur a partir de la desactivación del Teatro Malvinas, designándose al vicealmirante Juan José Lombardo como Comandante (Acta Nº 5 ‘M’/82). En dicha reunión el Jefe del Estado Mayor Conjunto informó sobre las capacidades del enemigo y el análisis de las mismas después del día D+5″.

En la segunda reunión del COMIL, el jefe del Estado Mayor Conjunto, vicealmirante Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro, “informó sobre la previsión meteorológica para el desembarco, informando que el Comandante de Teatro de Operaciones Malvinas decidió que el 02 de abril a las 0000 horas fuera la fecha para iniciar las operaciones”. Un temporal impedía realizar la operación el 1º de abril. También se resolvió que “por razones de política internacional, convenía que el Gobernador Militar (general Mario Benjamín Menéndez) tuviera jurisdicción sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur (Acta Nº 6 ‘M’/82)”.

Ese mismo día, el canciller convocó en el Salón Verde del Palacio San Martín a la primera línea de la Cancillería. Luego de tomarles juramento de mantener el secreto, expuso sobre la situación en Malvinas; recordó las distintas etapas de las negociaciones en los últimos años; se refirió a las excelentes relaciones con los Estados Unidos, “grandes defensores de los pueblos jóvenes contra los colonizadores y su rol en el mundo contra el comunismo”; mencionó la decadencia del Reino Unido y del gobierno de la señora Margaret Thatcher (quien seguramente perdería las próximas elecciones), así como la difícil situación económica de su país, que lo llevaría a vender su único portaaviones y otros barcos de guerra porque no podía mantenerlos. Finalmente, sostuvo que alguien tenía que tener el coraje de hacer algo por la recuperación de las Malvinas y no olvidó decir que todo esto facilitaría la difícil situación política con Chile.

Luego inquirió si alguien tenía alguna pregunta. El embajador Carlos “Quico” Keller Sarmiento, jefe del Departamento Europa Occidental, pidió hacer unos comentarios, los que no fueron grabados. No obstante, volcó lo que pensaba en un memorando titulado “Malvinas”, de cuatro carillas, con fecha 14 de abril de 1982.

Primer párrafo del embajador Keller Sarmiento

“Parto de la base que llevar el conflicto a un enfrentamiento militar de resultado dudoso para la Argentina es nuestra peor opción. (Total aislamiento, riesgo de una humillación, graves consecuencias económicas, institucionales y políticas, destrucción parcial o total de nuestra Fuerza Aérea, flota y efectivos militares, probable caída del gobierno, disminución de la capacidad para negociar con el Reino Unido el futuro status de las Islas, probable creciente intervención de Brasil o Chile como fuerza de paz y pérdida de credibilidad y prestigio en el ámbito internacional)”.

“De acuerdo a lo conocido hasta el momento, en un enfrentamiento militar es muy difícil contar con la victoria total argentina. En caso de victoria parcial se enardecerían los ánimos, podría sobrevenir un probable bloqueo de puertos, subsistirían las medidas de agresión económica por parte de la CEE (Comunidad Económica Europea) que podría extenderse a otros países e incremento creciente de la opción URSS para nuestro país. Estimo que esta debería evitarse”.

Por esas mismas horas, el embajador Gustavo Figueroa llamó al ministro Atilio Molteni para decirle: “El departamento que andabas buscando se va a desocupar”. Eso quería decir que se iba a producir la ocupación y que iba a tener que dejar Londres, donde se desempeñaba como encargado de Negocios.

Los británicos y los norteamericanos detectaron los movimientos de los barcos de la flota argentina de ocupación; sin embargo, esa información no fue comunicada por el gobierno a los parlamentarios durante el debate del 1º de abril (o fue relegada). Ante la inminencia del ataque, una de las primeras decisiones de Margaret Thatcher fue enviarle un mensaje a su amigo Ronald Reagan para que intentara convencer a Galtieri de que no invadiera las islas.

El diálogo telefónico entre Reagan y Galtieri fue un fracaso porque el argentino, entre otras cosas dijo: “Le agradezco el llamado pero es tarde, los hechos están lanzados”.

Mientras tanto, Gran Bretaña pedía una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Lo primero que hizo Margaret Thatcher fue enviarle un mensaje a su amigo Ronald Reagan para que intentara convencer a Galtieri de no invadir las islas (AP)

El mismo día, se le envió un largo cable “S” —cable 697— al embajador Eduardo Roca, instruyéndolo a solicitar el 1º de abril, “en hora que será determinada a vuestra excelencia telefónicamente (…) a fin de llamar la atención del Consejo de Seguridad la situación de grave tensión existente entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte”.

En el mismo texto “Secreto” y “Muy Urgente” se le ordena a Roca que “simultáneamente con presentación nota a Consejo de Seguridad, sugiérese a V.E. entrevistar a representantes permanentes de China y de Unión Soviética fin de imponerlos situación. V.E. les señalará que Argentina confía en seguir contando con tradicional apoyo sus países sobre cuestión Malvinas”.

La instrucción no fue llevada a cabo. Además se enviaron cables a Pekín y Moscú con el mismo texto: “Se señala que objetivo argentino es lograr que (China/URSS) oponga el veto en el Consejo de Seguridad a cualquier resolución que sea contraria a nuestro país”.

Desde antes de 1982, Wenceslao Bunge tenía muy sólidos contactos con los centros académicos de los Estados Unidos y, por ende, con altos funcionarios de la administración Reagan, como la embajadora Jeane Kirkpatrick. Por esta razón, y por consejo de Eduardo Roca, el 30 de marzo fue invitado a un almuerzo en lo de Adalbert Krieger Vasena, en avenida Alvear y Libertad. A la mesa se sentó un grupo de hombres que, se especulaba, conocían a los Estados Unidos: el dueño de casa, Pedro Real, Carlos Manuel Muñiz, Jorge Aja Espil, Arnaldo Musich, Guillermo Walter Klein y Jorge Labanca. Roberto Alemann no asistió porque no estaba en el país.

Cuando se había servido el primer plato apareció Nicanor Costa Méndez y se le cedió la palabra. Luego de una corta introducción, el canciller pidió a cada uno de los presentes un consejo, una opinión, sobre cómo hacer para profundizar la relación con Washington. Se escucharon muchas observaciones plagadas de lugares comunes, hasta que le tocó hablar a Musich. El primer embajador del régimen militar en los Estados Unidos opinó que poco podía hacerse si no se producía la institucionalización de la Argentina. Bunge, sentado a su lado, agregó: “Ellos desean entenderse con instituciones legítimas, y la única forma de mejorar las relaciones con los Estados Unidos pasa por la normalización democrática del país”.

El invitado central no miró al joven Bunge con su mejor expresión. A dos días de la ocupación de las Malvinas, cuando la flota se encontraba en alta mar, ninguno de los invitados tenía un conocimiento profundo de lo que estaba sucediendo en las islas Georgias. Mucho menos sabían lo que ocurriría el 2 de abril de 1982. “Wences” Bunge, al salir, escuchó decir a Musich: Lo que viene es muy grave, creo que se han vuelto locos, pero no entendió a qué se refería. También oyó decir que Roca no había ido al almuerzo porque había tenido que viajar de urgencia a su destino en Nueva York, ya que debía participar en una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que trataría el conflicto con Nicaragua. Tras ese almuerzo, Bunge partió a Saint Louis, Missouri, Estados Unidos, en viaje de negocios.

Jeane Kirkpatrick y Wenceslao Bunge

El 2 de abril a la mañana recibió un llamado del embajador Takacs para reiterarle la invitación a una comida, esa noche, en homenaje a Jeane Kirkpatrick. Durante la conversación, Takacs le dijo: “Mirá, Wenceslao, hemos invadido las Malvinas y quiero hablar con vos”.

Esa noche Bunge asistió a la cena con black tie (smoking) en la calle Q 1815. Concurrieron, entre otros, Walter Stoessel, subsecretario de Haig; Frank Carlucci, subsecretario de Defensa; Thomas Enders, subsecretario del Departamento de Estado; William Middendorf, embajador americano ante la OEA; John Marsh, Secretario de Guerra; Alejandro Orfila, secretario general de la OEA; la periodista Barbara Walters y los tres agregados militares argentinos: el general Miguel Mallea Gil, el almirante Rubén Franco y el brigadier Oscar Peña. A los postres se hizo un brindis. Takacs señaló que ese era un día “muy difícil para nosotros en la Argentina”. Y la homenajeada dijo una frase poco recordada: “Los argentinos son muy capaces para muchas cosas, pero no se destacan por administrarse bien a sí mismos. Espero que aprendan de lo que está sucediendo”.

Los norteamericanos se retiraron temprano de la residencia, y quedaron solo los argentinos analizando la situación. Todavía no se había realizado la reunión del Consejo de Seguridad, de la que saldría la Resolución Nº 502. El almirante Franco afirmó que la Argentina pensaba sacar once votos a favor, dos abstenciones y dos votos en contra en el Consejo de Seguridad. El brigadier Peña opinó de modo diferente al señalar que los americanos y los ingleses votarían juntos porque son “primos hermanos”. “Todo esto es una gran fantasía”, agregó.

Al día siguiente —3 de abril—por la mañana, Bunge concurrió al National Press Club para desayunar con su amigo Zbigniew Brzezinski, ex consejero de Seguridad del presidente Jimmy Carter. Luego de estrecharse las manos, Brzezinski le dijo: “Te felicito, se acabó el gobierno militar”. Y le explicó que nadie mueve un ejército para invadir o recuperar un lugar que el mundo no le ha reconocido, y “esto no será permitido”.

“Si se detiene el conflicto —sostuvo—, si llegamos a un acuerdo, que espero que sea posible porque sinceramente deseo que haya gente sensata, esto igualmente significa la terminación del gobierno militar. Y creo que va a ser lo único positivo de esta agresión argentina, porque es de tal torpeza lo que ha sucedido que no hay forma de sostenerlo”.

Además, agregó: “Poseen un Ejército que no ha peleado ninguna guerra en lo que va del siglo; una Fuerza Aérea que tiene elementos tan sofisticados que no puede utilizar y la Armada Brancaleone″. Para el almirante Lombardo no era la Armada Brancaleone, era, con su lenguaje llano y crudo, “el rejuntado de Chivilcoy jugando con la primera de Boca”. Pero eso lo diría luego del 14 de junio de 1982.



sábado, 26 de marzo de 2022

Una visión zurda de la planificación del desembarco

 "Jamás pensé que los argentinos serían tan locos1". La planificación de la recuperación de las islas Malvinas en 1982 frente al legado de la represión ilegal

Mario Ranalletti


  • 1 Declaración del ex miembro de la Junta Militar y Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile dur (...)

Para Rogelio García Lupo (1931-2016), que tanto me enseñó sobre cómo investigar temas difíciles…

1. Introducción

1Ir a la guerra es una decisión de las más serias que puede tomar un gobierno. Significa, grosso modo, empeñar las vidas y los bienes de numerosas personas en un proceso donde, necesaria e indefectiblemente, será destruida una buena parte de los valiosos capitales humanos y materiales comprometidos. Al estudiar cómo fue el proceso de toma de decisión que llevó al inicio de las acciones bélicas en Malvinas desde el lado argentino y con las fuentes disponibles, puede apreciarse que nada de lo dicho hasta aquí parece haberse cruzado siquiera un momento por las mentes de quiénes imaginaron y decidieron lanzar una operación militar para recuperar las islas.

2La decisión tomada por militares argentinos en el verano austral de 1981-1982 significó desafiar a Gran Bretaña, una de las mayores potencias militares del planeta, con una sólida experiencia en todo tipo de combate y teatros. Frente a este background, quienes planificaron y decidieron ir a la guerra contra los británicos, ¿qué podían ofrecer en el enfrentamiento bélico ? Una larga trayectoria en la represión de movimientos sociales, una reciente experiencia en represión clandestina y el factor sorpresa. Lo que vino después fue la mayor operación aeronaval desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para Gran Bretaña, fue la campaña militar de mayor envergadura desde su participación en la operación tripartita contra Egipto en 1956. Para la Argentina, significó su primera acción bélica desde 1870.

3En este trabajo, a partir de fuentes oficiales, investigaciones periodísticas y de testimonios de contemporáneos, se presenta lo que se conoce sobre cómo fue el proceso de toma de decisión que llevó al lanzamiento de la operación de recuperación de las Islas Malvinas. Se propone aquí una explicación dicho proceso basada en la historia de las Fuerzas Armadas argentinas. No se pretende aquí hacer una reconstrucción acabada de hechos aún guardados bajo secreto militar, ni de estudiar el registro memorial de la guerra, uno de los aspectos más estudiados de esta contienda bélica. Sí se espera poder mostrar algunos aspectos de esta guerra y, sobre todo, destacar el impacto que tuvo en la profesión militar la inmersión de buena parte de las Fuerzas Armadas argentinas en la lógica y las prácticas del terrorismo de Estado.

2. El (escaso) interés por la recuperación de las Malvinas en el ámbito castrense y la obsesión comunista: la degradación de la profesión militar

  • 2 Junta Militar, Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlánti (...)

4Más allá de la retórica nacionalista y del roman national, las fuentes disponibles sugieren que las Fuerzas Armadas escasamente se interesaron seria y profesionalmente por la recuperación del territorio argentino ocupado por Gran Bretaña desde 1833. Un marino de larga trayectoria y que con el grado de contralmirante peleó en la guerra de Malvinas, recordó ante la comisión investigadora sobre el la planificación y el desempeño de los militares en el conflicto, que sólo en tres ocasiones había realizado ejercicios en los cuales el tema fue Malvinas2.

  • 3 Potash, Robert A., El Ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, Buenos Aires: Editorial Su (...)

5A esta falta de interés profesional, deben agregarse las serias deficiencias en la formación militar previa, en : especial, durante el período 1955-1976. La historia de la formación profesional del militar argentino reconoce tres momentos clave, determinados por tres procesos históricos. El primero de estos fue la profesionalización de las Fuerzas Armadas, iniciada hacia 1880. El segundo, desarrollado desde la década de 1930, consistió en una intensa politización que desvirtuó el proceso de profesionalización en curso.3 El tercero, discernible hacia mediados de los años cincuenta, fue la entrada del país en la Guerra fría. Todos tuvieron una influencia determinante en la caracterización del hecho bélico, en: la determinación del rol de los militares en la sociedad y en la definición de las hipótesis de conflicto para las Fuerzas Armadas.

2.1. Adoctrinamiento anticomunista en lugar de una formación militar sólida

  • 4 Picciuolo, coronel José Luis, “La Escuela Superior de Guerra después de la revolución de 1930 y has (...)
  • 5 Para una aproximación y actualización bibliográfica de este problema, puede consultarse : Ranallett (...)
  • 6 El trabajo más actualizado al respecto es : Villatoux, Marie-Catherine, Villatoux, Paul, La Républi (...)
  • 7 Vaïsse, Maurice (dir.), L’Armée française dans la guerre d’Indochine (1946-1954). Adaptation ou ina (...)
  • 8 Véase : Lacheroy, Charles, Action Viet-Minh et communiste en Indochine, ou une leçon de « guerre ré (...)
  • 9 En especial, los por entones capitanes Hogard, Némo, Souyris. Véase : Villatoux, Marie-Catherine, “ (...)
  • 10 Olsson, Christian, “Guerre totale et/ou force minimale ? Histoire et paradoxes des « cœurs et des e (...)
  • 11 Lacheroy, coronel Charles, “Scénario-type de guerre révolutionnaire”, Revue des Forces terrestres, (...)
  • 12 Hogard, mayor Jacques, “Guerre révolutionnaire ou révolution dans l’art de la guerre”, Revue de Déf (...)

6En lo que se refiere a esta última etapa, hacia 1954 en determinados ámbitos del Ejército argentino (como la Escuela Superior de Guerra4, la Jefatura de Inteligencia, el Estado Mayor o el Servicio de Informaciones de la fuerza), comenzaron a difundirse novedades –en forma de artículos publicados en revistas especializadas o por contactos personales entre oficiales- sobre un nuevo tipo de enfrentamiento bélico5, basadas en la elaboración de la derrota francesa en Indochina6. Era necesario explicar por qué un ejército profesional, apoyado materialmente por los Estados Unidos, había sufrido una durísima derrota militar (entre marzo y mayo de 1954) a manos de un ejército popular. El coronel de infantería Charles Lacheroy sostuvo –en un informe elevado al Comando Conjunto de sus Fuerzas Armadas- que el Cuerpo Expedicionario Francés en Extremo Oriente se había enfrentado a un nuevo tipo de guerra, para el cual no estaba preparado y que era totalmente desconocido por los estados mayores e institutos militares7 : se trataba de la “guerra revolucionaria”8. Lacheroy y algunos oficiales y civiles que lo siguieron en esta interpretación9, definieron esta nouvelle guerre como un tipo de enfrentamiento que no se decidía por medio de grandes ejércitos y armas de fuego poderosas y modernas, dado que el campo de batalla eran “los corazones y la mentes” de las poblaciones civiles10. Lacheroy y sus seguidores la definieron como una guerra ideológica, “no convencional”, que se libraba por etapas11 y que tenía como fin último terminar con la “civilización” tal como se conocía12. Era un tipo de guerra que respondía al accionar de “agentes extranjeros” en tareas de propaganda, adoctrinamiento, contestación de la autoridad establecida y violencia armada, y que, de no mediar esta injerencia, la revuelta anticolonial no se hubiera producido. Todo esto formaba parte de una estrategia de dominación mundial motorizada por la Unión Soviética, cuyos agentes y aliados locales se valían de los conflictos nacionales para desestabilizar a los poderes constituidos, subvertir el orden establecido e incorporarlas al mundo comunista.

  • 13 Leroux, Denis, Le Centre d’instruction pacification et contre-guérilla Arzew (1956-1961). Armee, di (...)

7Nacía de este modo la “doctrina de la guerra revolucionaria” (en adelante, DGR), una ecléctica mélange de colonialismo tardío, conductismo renovado y mesianismo que se constituiría como el enfoque estratégico predominante en las Fuerzas Armadas francesas hasta 1960. El estallido casi simultáneo de la revuelta anticolonial y antifrancesa en Argelia (noviembre de 1954) pareció confirmar este análisis e hizo que la DGR se difundiera como una mancha de aceite, desde el ámbito castrense hacia el político13. Paralelamente, comenzó a conocerse fuera de Francia.

  • 14 Ejército Argentino, Dirección General del Personal, Mom, Manrique Miguel (Infantería) (8/7/1918–15/ (...)
  • 15 Poli, capitán Jorge Heriberto, “Acción psicológica: algunos planteamientos de carácter orgánico”, R (...)
  • 16 Marini, Alberto, La psicología al servicio de la guerra, Buenos Aires: Editorial Círculo Militar, B (...)

8Fue tanto gracias a contactos personales como a intercambios institucionales que esta interpretación de la derrota francesa en Indochina comenzó a difundirse en el medio local. Si bien un consenso generalizado (de investigadores y contemporáneos) señala al coronel Carlos Jorge Rosas como el “introductor” de estas ideas en el Ejército argentino, otros oficiales desarrollaron una tarea previa y más intensa en este terreno. El pionero en este sentido fue el coronel Manrique Miguel Mom, quien impartió en la Escuela Superior de Guerra argentina el primer “Curso de Guerra Revolucionaria”14. El mismo rol puede atribuirse al capitán Poli, quien con sus trabajos sobre psicología aplicada al combate y sobre acción psicológica15 inició la difusión de otro de los elementos fundantes de esta innovación doctrinaria de origen francés. Lo mismo puede decirse del coronel Marini, quien analizó la cuestión del peligro que representaba la “expansión soviética” a partir de elementos tomados de una vulgarización de la psicología conductista, poniendo énfasis en sus efectos a largo plazo16.

  • 17 Ranalletti, M., “Una aproximación…”, op. cit., pp. 265-269.
  • 18 Para algunas precisiones al respecto y para apreciar la preeminencia otorgada a esta cuestión, pued (...)

9Las revistas militares funcionaron como correa de transmisión de las nuevas ideas sobre la guerra. Desde 1954 se puede registrar un sensible incremento de la publicación tanto de artículos originales como de traducciones cuyos temas corresponden a alguno de los tópicos de la DGR, como el comunismo, las guerras coloniales, la acción y la guerra psicológica y la contrainsurgencia17. Esta influencia francesa no tuvo inconveniente en combinarse con otros aportes, como la denominada “doctrina de la seguridad nacional”, en : particular, a partir del golpe de Estado del 28 de junio de 1966. La elaboración de hipótesis de conflicto por los estados mayores, en : particular en el Ejército Argentino, se vio subordinada en su importancia a la preparación de informes de inteligencia sobre actividades de civiles o al diseño y la realización de ejercicios militares en “ambiente subversivo”. Estos ejercicios consistían en plantear diversas situaciones relacionadas con la protesta social y armada y elaborar respuestas desde el ámbito castrense para enfrentarlas. En todos los casos, suponían la existencia de un enemigo interno, definido éste como “comunista” o “subversivo”, según el estado de avance del período 1955-197618. Al mismo tiempo, el coronel Carlos Jorge Rosas se abocaba a una intensificación de los vínculos con el Ejército de Francia como forma de potenciar su posicionamiento en la interna de su fuerza. Entre 1957 y 1962, en : el seno del Ejército argentino se vivirá un importante desarrollo de los vínculos con el Ejército y la industria militar francesa, en : especial, como vehículo para potenciar la carrera del general Carlos Rosas.

  • 19 Sobre la influencia francesa a nivel castrense, véase: Amaral, Samuel, Guerra revolucionaria: de Ar (...)
  • 20 Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, vol. 2, Buenos Aires: Editorial (...)
  • 21 Amaral, Samuel, Guerra revolucionaria, op. cit., 1998, pp. 186-187.

10La “influencia” o “escuela francesa” ha despertado un importante interés en la investigación periodística y académica19, en : particular, debido a que los propios militares implicados en el terrorismo de Estado declararon en varias ocasiones que siguieron las “enseñanzas” de sus colegas franceses de acuerdo a lo realizado por los Ejércitos de aquel país durante la guerra colonial de Argelia (1954-1962). La interpretación de la revuelta anticolonial y antifrancesa como capítulo de un movimiento planetario bajo la conducción soviética, fue adoptada con entusiasmo por el medio castrense local, y utilizada para explicar la conflictividad social en Argentina y la pervivencia del peronismo. Gracias a este aporte, como señalaron Rouquié20 y Amaral21, la conflictividad local podía ser interpretada según los parámetros dicotómicos y apocalípticos que imponía la Guerra Fría, internacionalizando así el enfrentamiento peronismo-antiperonismo.

  • 22 Rodríguez Espada, mayor Héctor Raúl, “Una doctrina argentina”, Revista de la Escuela Superior de Gu (...)
  • 23 García, coronel Prudencio, El drama de la autonomía militar. Argentina bajo las Juntas Militares, M (...)
  • 24 Para una aproximación a esta problemática, puede consultarse: Ranalletti, Mario, Du Mékong au Río d (...)
  • 25 Badaró, Máximo, Militares o ciudadanos: La formación de los oficiales del Ejército Argentino, Bueno (...)

11Pero este interés periodístico y académico en la DGR no ha tenido suficientemente en cuenta que esta influencia externa pasó por un fundamental proceso de adaptación al medio local22. Esta adecuación al lenguaje, a la coyuntura y al goût locales fue la base de lo que el coronel Prudencio García definió como un largo proceso de adoctrinamiento antiliberal y anticomunista23. El mismo tuvo como actores principales a elementos de la extrema derecha nacional y a católicos intransigentes, constituidos en red informal inserta en el ámbito castrense. Con militares y policías, conformaron una red informal, relacionados entre sí por diferentes vínculos (consanguíneos, de amistad, políticos), cuyo objetivo fundamental era denunciar los avances de lo que hacia mediados de la década de 1960 comenzaron a denominar “la subversión”. Esta red estuvo integrada por grupos e individuos como la obra laica “La Ciudad Católica”, en : especial, a partir del trabajo y la militancia de su presidente entre 1967 y 1973, el Dr. Carlos Sacheri ; la Congregación de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey ; el profesor Jordán Bruno Genta ; el padre Julio Meinvielle ; el coronel Juan Francisco Guevara24. La red difundió por vía formal –cursos regulares en institutos militares de formación superior y cuarteles- e informales –misas, retiros espirituales, conferencias- una visión del mundo de la Guerra fría según la cual la guerra de la que hablaba la “escuela francesa” se desarrollaba ya en Argentina, aunque muchos militares no fueran conscientes de ello. Era una guerra contra la condición de nación católica del país, antes que un combate contra el sistema capitalista. Esta manera de entender la Guerra fría se difundió tanto en espacios institucionales del mundo militar como en aquellos donde se realizaba la socialización de los oficiales25, mediante esquemas de análisis del pasado y del presente como estos

  • 26 Meinvielle, padre Julio, El comunismo en la revolución anticristiana, Buenos Aires: Ediciones Theor (...)

“Ahora bien ; el comunismo no es más que la etapa, que estamos al presente viviendo, de un proceso en el cual los pueblos que han conocido y practicado el Mensaje cristiano han promovido una Revolución contra este Mensaje. Esta es la Revolución Anti-cristiana. […] Al explicar el comunismo a la luz de la teología tratamos de elevarnos sobre la economía, la sociología, la política y aún la filosofía, que no pueden aclararnos sino aspectos fragmentarios del mismo. El comunismo, al pretender crear un “hombre total”, nuevo, pretende infundir un nuevo espíritu a la humanidad. Ese espíritu, al no venir de Dios, viene del enemigo de Dios, del Príncipe de este mundo. Por ello, en : la implantación del comunismo, se traba una lucha entre el Espíritu de Dios y los espíritus malos que tratan de perder al hombre. Del sentido, origen y término de esa lucha, sólo puede dar razón la teología de la historia”.26

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13Los militares recibieron este catecismo político como un entrenamiento para la “guerra revolucionaria”. Era el punto de partida de un lento pero ineluctable proceso de reconversión de las Fuerzas Armadas, orientado por la preocupación por determinar las características, elaborar las respuestas y luchar contra el “enemigo interno”. La religión católica sirvió, en : última instancia, como caución frente a la violencia extrema ejercida contra la “subversión”. Esto es particularmente importante en el mensaje difundido por “La Ciudad Católica”. Su presidente, Carlos Sacheri, en : una conferencia pronunciada el 9 de junio de 1973 –publicada en la revista Verbo y más tarde editada como separata-, anticipándose al capellán general del Ejército, advertía

  • 27 Sacheri, Carlos Alberto, El universitario frente a la ideología marxista, Verbo, Buenos Aires: Club (...)

“Sin sangre no hay redención. Yo no creo jugar a la fácil profecía (porque son hechos que ya se están dando en la realidad argentina), en : la Argentina de 1973 correrá mucha sangre ; y si nosotros, los católicos, universitarios católicos, no estamos dispuestos a dejar correr nuestra propia sangre en una militancia heroica, la Argentina será marxista y no será católica. En nuestras manos esta eso. Sin sangre no hay redención, y lo que vale en el orden estrictamente sobrenatural para el cual habla San Pablo de la redención de Cristo, vale también para la redención secular de una Argentina, de una sociedad tradicionalmente cristiana que debe reencontrarse definitivamente a sí misma en el sendero del cual la apartó el liberalismo…”27

  • 28 Sémelin, Jacques, Purifier et détruire. Usages politiques des massacres et génocides, París : Éditi (...)

14La imbricación entre doctrinas de contrainsurgencia, catolicismo intransigente y extrema derecha permitía explicar cualquier forma de protesta, independientemente de sus orígenes, objetivos y metodología, como una manifestación del avance de la “penetración comunista” en el país. Estas ideas generaron un “imaginario de la destrucción”28 que avaló el uso de la tortura y del asesinato en tareas de inteligencia.

3. De la represión ilegal al absurdo : planificar una guerra que no ocurriría…

  • 29 Castagnola, Gustavo Horacio, Doctrina política en el ejército argentino. De la defensa nacional a l (...)

15En este marco, la formación específica para el combate contra fuerzas regulares y equivalentes quedó relegada en beneficio de la adquisición de ideas sobre la moral cristiana y su implementación como doctrina política. El militar argentino, según este adoctrinamiento, debía prepararse para enfrentar la hecatombe de la civilización “occidental y cristiana”, no un combate contra pares. Así, las Fuerzas Armadas argentinas adquirieron un considerable retraso con relación a la evolución doctrinaria, estratégica, táctica y tecnológica que se registraba en otras regiones, dado el abandono de hecho del rol de brazo armado para la defensa nacional en beneficio de su conversión en fuerza policial29.

  • 30 Freedman, Lawrence, Gamba-Stonehouse, Virginia, Señales de guerra. El conflicto de las Islas Malvin (...)
  • 31 De todos modos, uno de los propios integrantes de la JM se ocupó de violar esta directiva en el mis (...)

16Según las investigaciones periodísticas más importantes –los protagonistas directos ya se han ido de este mundo sin decir nada al respecto, al menos, en : forma de testimonio histórico-, la iniciativa en lo que se refiere a la decisión de recuperar las islas Malvinas partió del almirante Jorge Isaac Anaya, comandante en jefe de la Armada argentina en 1981 y uno de los principales apoyos del general Leopoldo Fortunato Galtieri en su acceso a la presidencia de facto del país30. Por lo que se sabe hasta ahora, fue en el propio Anaya quien encomendó los primeros bosquejos de una operación anfibia para un plan de desembarco y recuperación de las islas Malvinas ; en un segundo momento, se sumó, primero al Ejército y finalmente a la Fuerza Aérea al proyecto. La estrategia consistía en provocar una situación de hecho para quebrar el largo impasse en las negociaciones con Gran Bretaña por la soberanía sobre el archipiélago austral y su área circundante. Se buscaba dar un golpe de mano ante una guarnición que no superaba los cien efectivos, entre Royal Marines y policías. La recuperación de las islas debía prepararse y llevarse a cabo en el más absoluto de los secretos31 para evitar que los ingleses reforzaran la defensa de la capital malvinense, Port Stanley.

  • 32 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 86, folio 21.
  • 33 El IR y Yofre coinciden en señalar que fueron designados para integrar esta comisión el general de (...)
  • 34 IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 115.
  • 35 IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 118.

17El IR no contradice esta narración. Según este documento, en : enero de 1982, cuando Galtieri y Anaya incorporaron a la Fuerza Aérea al proyecto, la decisión de recuperar las islas por medio de una acción militar ya era irreversible, si bien nada aún estaba previsto, y mucho menos, organizado32. El día 12 de ese mes, la Junta Militar que gobernaba el país (en adelante, JM) decidió crear una “Comisión de Trabajo”33 (en adelante, CT) para planificar la toma de las islas. La JM ordenó que no quedara registro escrito de esta histórica y crucial orden, que fue impartida en forma verbal, y le exigió a la CT que trabajara en total aislamiento. Los encargados de diseñar las acciones bélicas realizaron sus trabajos en forma manuscrita y los presentaron, no ante la JM en pleno, sino ante los Comandantes en Jefe de cada fuerza, en : forma individual34. Los plazos fijados por la JM para la presentación de los documentos de la CT no sólo fueron exiguos, sino que variaron tres veces en un período muy corto de tiempo, en : función del desplazamiento de la fecha de inicio de las operaciones militares35.

  • 36 Recién el 9 de marzo de 1982 se le asignó una tarea en la planificación de las operaciones al Estad (...)
  • 37 Balza, teniente general (R) Martín, “La guerra de Malvinas”, en: Moreno, Oscar, (comp.), La constru (...)
  • 38 IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 116.

18Esto deja en evidencia que esta planificación se llevó a cabo prescindiendo de los estados mayores36, y que tampoco se encomendó tarea alguna a los servicios de inteligencia de cada fuerza. En el caso del Ejército Argentino, el general Alfredo Sotera –a cargo de la Jefatura II (Inteligencia), no estaba en el país y sólo fue informado de la operación de recuperación de las islas cuando ésta ya se había consumado, hecho que le fue comunicado por el agregado militar de la embajada argentina en los Estados Unidos, el general Miguel A. Mallea Gil37. Con la marginación de estos servicios y herramientas, otro recurso básico y clave quedaba al margen de la planificación de la operación de recuperación : la acción psicológica interna y las operaciones de contrainteligencia. Nada indica, tampoco, que se haya tenido en cuenta el rol que asumiría Chile, un histórico y a la vez reciente contendiente por cuestiones territoriales, frente a la contingencia de una entrada en guerra de la Argentina. La logística y el apoyo de combate también quedaron excluidos de los preparativos y las previsiones : se decidía la entrada en una guerra que se estimaba no se produciría. Tampoco se aprovecharon algunos de los pocos recursos disponibles en materia de planificación estratégica relacionadas con las islas Malvinas, como documentos elaborados por la Secretaría de Planeamiento en 1981 –el “Plan de Inteligencia Estratégica Nacional (Ámbito Externo)”- que contemplaban a una hipótesis de conflicto en el Atlántico sur38.

  • 39 García Lupo, Rogelio, Diplomacia secreta y rendición incondicional, Buenos Aires: Editorial Legasa, (...)

19La historia tampoco parece haber sido un elemento considerado en la planificación de las operaciones. Un puñado de oficiales superiores estaba ordenando una acción armada que afectaba directamente a los intereses de una potencia de la OTAN, la cual había mostrado una constante voluntad de mantener una fuerte presencia militar en los mares y, sobre todo, en : los pasos que comunicaban vías marítimas39. Si el mantenimiento de las “sorpresa estratégica” era el primer gran objetivo de los militares argentinos embarcados en la recuperación de las Malvinas, éste debía combinarse con otros dos : evitar a toda costa que se produjeran bajas inglesas durante las operaciones bélicas y la neutralidad estadounidense.

  • 40 Armony, Ariel C., La Argentina, los Estados Unidos y la cruzada anticomunista en América Central, 1 (...)
  • 41 García Lupo, Rogelio, “Prefacio”, en: García Lupo, Rogelio, Diplomacia secreta, op. cit., p. 9.
  • 42 IR, op. cit., Parte II, capítulo II.

20Algunos testimonios y una creencia muy generalizada en la sociedad argentina, sostienen que un elemento de peso en la toma de decisiones que llevó a la guerra de Malvinas desde el lado argentino fue la evaluación de que los Estados Unidos no jugarían un papel relevante en las operaciones militares, como era lógico esperar por su vínculo histórico y orgánico con Gran Bretaña, sino que funcionaría como un dique de contención de la respuesta militar británica. La ficción de una devolución de favores por parte de los Estados Unidos en virtud de los “servicios prestados” a la política exterior estadounidense en América Central40 fue un argumento clave en el diseño de la planificación de las operaciones. Pero esto respondía, como lo señaló en su momento Rogelio García Lupo, más a la “ignorancia de la historia” y a esa costumbre de confundir “los intereses nacionales con las ideologías” que a una realidad41. Este grave error de apreciación por parte de los militares argentinos quedó en evidencia incluso antes de la llegada al teatro de operaciones de las fuerzas inglesas. Según declaraciones de Anaya, Costa Méndez, Lami Dozo y de Esteban A. Takacs (embajador argentino ante los Estados Unidos), el día 1º de abril de 1982, por la tarde estadounidense, primero el jefe del departamento de Estado, el general Alexander Haig y seguidamente, el propio presidente Ronald Reagan hicieron llegar al Palacio San Martín y personalmente al entonces presidente y general Galtieri, el siguiente mensaje : que estaban al tanto de que se desarrollaba la ocupación militar de las islas, que instaban al gobierno argentino a deponer tal actitud y que, en : caso de seguir adelante, el gobierno estadounidense apoyaría a Inglaterra42.

4. Ir a la guerra sin la diplomacia…

21Esta situación permite sostener que la sorpresa tan anhelada se logró obtener en diversos ámbitos, aunque no afectó a ingleses y estadounidenses. Para la gran mayoría de la opinión pública internacional, los titulares de aquel 2 de abril de 1982 daban cuenta de un absurdo, o de una broma de mal gusto. Patrick Poivre d’Arvor, presentador estrella del noticiero central de la televisión pública francesa, así abría la emisión nocturna de ese día :

« La reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores que debía realizarse mañana en Luxemburgo fue anulada en razón del conflicto en las Malvinas que, seguramente, no les debe decir nada, o casi nada a los telespectadores, pero que ha movilizado a una buena parte de la opinión pública y de los dirigentes de todo el planeta, e, incluso, ya ha producido un muerto y dos heridos. »

  • 43 Institut national de l’audiovisuel (INA), Malouines, histoire d’un contentieux multiséculaire, 02’ (...)

22Las Malvinas son un pequeño archipiélago ubicado frente a las costas argentinas que, hasta ahora, habían pertenecido a casi todo el mundo menos a la Argentina, precisamente.
Los franceses estuvieron allí durante dos años. Bougainville había salido de Saint-Malo, origen del nombre Malouines. Luego, se instalaron los ingleses. Eran muy pocos, pero se consideraron como en su casa. Pero esta mañana, todo ha cambiado : la Argentina invadió el archipiélago y en todas las capitales occidentales han sentido el impacto”
43.

  • 44 Según el informe oficial sobre la guerra, un parte de inteligencia del 31 de marzo de 1982 previno (...)

23En aquella época, las noticias de este tipo llegaban más bien desde Centroamérica, el Cercano Oriente o Europa del Este, pero no de esta parte del planeta. La sorpresa también ganó a los argentinos, que rápidamente dieron rienda suelta a un sentimiento de alegría nacionalista que se manifestó abiertamente en el espacio público. A pesar de todos estos esfuerzos, la operación lanzada en la noche argentina del 1º de abril no tomó por sorpresa a los británicos44.

  • 45 Consejero técnico para las relaciones exteriores, Secretaría general de la Presidencia de la Repúbl (...)
  • 46 Así se lo manifestó a Thomas Diedrich en una entrevista personal ; véase Diedrich, Thomas, Un confl (...)
  • 47 En especial, de Régis Debray, por entonces asesor del presidente Mitterand y de Claude Cheysson, su (...)
  • 48 Jones, George, “How France helped us win Falklands war, by John Nott”, The Telegraph, Londres, 13 d (...)

24El mismo camino que Estados Unidos siguió Francia. Según Hubert Vedrine45, Francia adoptó -desde el comienzo de la crisis- una posición firme a favor de Inglaterra. El presidente Mitterrand no sólo no quería apoyar al gobierno argentino –al cual no había tenido inconvenientes de venderle armas…-, sino que rechazaba de plano que conflictos territoriales se saldasen por la vía militar46. La diplomacia francesa mantuvo una posición de principio en el conflicto, impulsada por su presidente, aún contra la opinión de algunos de sus colaboradores más cercanos47 y en detrimento de un potencial interés de la industria militar francesa en aprovisionar a uno de los bandos enfrentados. Desde el 2 de abril de 1982, el gobierno francés dispuso la prohibición de la venta de armas y el cese de toda asistencia militar a las Fuerzas Armadas argentinas. Según el por entonces titular del Foreign Office, John Nott, el gobierno de François Mitterrand se mostró como uno de los principales aliados de Gran Bretaña durante la guerra. En sus memorias, publicadas en 2002, Nott reveló que su país recibió información vital que no poseían sobre los misiles Exocet, y sobre las cazas Super-Etendard y Mirage, facilitando a la fuerza de tareas británica varios de éstos aparatos para que los pilotos británicos pudieran entrenarse en el combate aéreo contra dichos aviones48.

25Al igual que para Alemania Occidental, para Francia la JM era la parte agresora en el conflicto al haber recuperado las islas. En última instancia, el gobierno francés se ubicaba del lado de uno de sus aliados fundamentales en la historia militar del siglo XX, además de serlo en la OTAN y de compartir un espacio europeo común en construcción. Por otra parte, Francia quería evitar cualquier analogía hacia sus propias posesiones de ultramar, como la Guyana francesa. Esta línea pro-inglesa en el conflicto será mantenida por ambos países en la ONU, aunque para el caso francés esta posición se modificaría en 1985.

  • 49 Yofre, con acceso a documentos personales y a testimonios del entorno del entonces Ministro de Rela (...)
  • 50 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 64.
  • 51 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 65.

26Si la postura de estos países no puede sorprender, por varias razones históricas y políticas, es importante señalar que el diseño de la planificación también había quedado descartada el recurso a la herramienta diplomática. Si bien el relato de conversaciones y reuniones construido por Yofre indica que nuevas investigaciones podrían matizar esta afirmación49, la diplomacia argentina no participó directamente de la toma de decisión ni de la planificación estratégica. Galtieri, a pocos días de iniciar su gestión como presidente de facto, impuso a su ministro de Relaciones Exteriores Costa Méndez la misión de intensificar los reclamos y de reactivar las interrumpidas negociaciones, anticipándole que existía la posibilidad de que se optara por un curso de acción que llevara a “algo más que la diplomacia”50. La advertencia se reiteró en la segunda quincena de febrero de 1982, aunque el entonces presidente de la Nación no dispuso ningún tipo de preparativo diplomático para la próxima intervención militar. Según el IR, Galtieri le pidió a Costa Méndez que “tuviera en cuenta” la posibilidad de ocupar las islas51.

  • 52 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafos 88 y 89.
  • 53 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 79, folio 19.

27Las gestiones realizadas por Costa Méndez hasta el estallido de la crisis fueron consideradas en el IR como “imprudentes” y que esto podría explicar el hecho de que Inglaterra operó diplomáticamente con certeza y rapidez. Tampoco hubo, según las declaraciones del entonces responsable máximo de la diplomacia argentina a la Comisión de Evaluación, ninguna sesión de trabajo conjunta, no se produjo documento alguno donde el ministro asesorara o los comandantes en jefe reclamaran información sobre la conveniencia, oportunidad, contexto internacional y posibles consecuencias de una ocupación militar de las islas a nivel de las relaciones exteriores del país52. El IR sólo menciona algunas conversaciones informales y otras que deberían catalogarse como “insinuaciones”. Esta falta de trabajo conjunto entre la conducción militar y la dirección de las relaciones exteriores se hace patente en varios hechos señalados en el IR. Por ejemplo, para mayo de 1982, el gobierno inglés había anunciado la salida del servicio activo de una buena parte de su flota. Este dato, conocido públicamente, no mereció ningún comentario por parte de Costa Méndez, ni de la Junta Militar, ni del embajador en Londres, Carlos Ortiz de Rozas. La falta de coordinación entre la planificación estratégica y la diplomacia argentina mostró toda su gravedad en los días previos al inicio de las operaciones militares. El 31 de marzo, Inglaterra denunció ante el Consejo se Seguridad de las Naciones Unidas la “inminencia” de una operación militar argentina para “ocupar” las islas Malvinas. Este movimiento diplomático se anticipó a la maniobra argentina destinada a denunciar al gobierno inglés por agresión en la crisis de las islas Georgias. Otro dato en el mismo sentido : el 2 de abril, el representante argentino ante el Consejo de Seguridad de la ONU aún no tenía instrucciones del Palacio San Martín para enfrentar a la posición británica en dicho foro, como se desprende del IR. Esta marginación del ámbito diplomático es coherente con la tendencia a ver la guerra como una actividad restringida al establecimiento de una situación de asimetría y a la sorpresa estratégica. Pero se contradice con uno de los propios objetivos estratégicos que parecen haberse planteado Galtieri y Anaya, según lo declararon ante la Comisión Evaluadora, es decir, provocar una situación de hecho mediante la recuperación militar a fin de forzar una negociación diplomática posterior sobre la soberanía del archipiélago y su zona adyacente53.

5. Conclusiones

  • 54 Yofre, Juan Bautista, “Galtieri habla de la guerra”, Clarín, Buenos Aires : 2 de abril de 1983, pp. (...)

28Galtieri, un año después del 2 de abril de 1982, declaró : “no esperábamos una reacción tan intempestiva” de parte del gobierno de Margaret Thatcher y que él “no sabía cuál era el estado de preparación de los soldados que iban al frente”54. Probablemente, en : este momento resuene en la memoria auditiva de los lectores argentinos de cierta franja etaria el “si quieren venir, que vengan. Les presentaremos batalla” de un Galtieri exultante, en : una Plaza de Mayo desbordante de gente y de algarabía pseudo-nacionalista, un 10 de junio de 1982. Quizás estas palabras banalicen cualquier intento de racionalización de los procesos y hechos presentados previamente. Frente a esta confesión de parte, ¿puede agregarse algo ?

29Para estos militares que decidieron desafiar a Gran Bretaña, Estados Unidos y Chile, la guerra no era la guerra, sino un hecho político y administrativo. Era una especie de operación secreta, que incluso contemplaba la comisión de delitos bajo la caución de lograr determinados fines considerados “superiores”. Ir a la guerra había dejado de ser prioritariamente un enfrentamiento contra fuerzas armadas regulares, para transformarse en el control castrense de la población civil, así como el gobierno y la administración del territorio por ella ocupada. Imbuidos del espíritu y de los métodos utilizados durante el terrorismo de Estado, quienes tomaron la decisión de recuperar las islas y planearon las acciones bélicas como si se tratara de una operación encubierta, se constituyeron en grupos pequeños, compartimentados entre sí, que se autonomizan con relación a las instancias institucionales de producción de saberes, de comando y de control, ocultando sus acciones y estableciendo como prioridad y punto de partida para actuar la generación de situación favorable de asimetría de fuerzas. Incluso, reincidieron en prácticas y costumbres propias del terrorismo de Estado : el entonces general Mario Benjamín Menéndez, ex responsable del CCD “Escuelita de Famaillá”, fue el elegido como la máxima autoridad en el teatro de operaciones malvinense, algo que podría considerarse como una promoción por servicios prestados. Muchos militares argentinos habían resignado su condición de tal : ¿para qué dejar a la intemperie a un soldado durante casi todo un día, como castigo por un robo de alimentos ? ¿Qué efecto positivo ejemplarizador o moralizante puede tener sobre el resto de la tropa ? ¿Cuál es el razonamiento realizado por el superior para decidir que esto era algo beneficioso para levantar la moral de la tropa y/o ganar la guerra ?

30Todas las investigaciones consultadas coinciden en señalar que jamás se contempló la posibilidad de enfrentar una guerra, sino que las previsiones llegaron sólo hasta la recuperación del territorio malvinense. La posibilidad de una guerra contra fuerzas inglesas ni siquiera parece haber estado en los cálculos más pesimistas de los responsables de la toma de decisiones en el proceso que llevó a la acción militar del 2 abril de 1982.

  • 55 Según el mayor Sidney Edwards, además una base territorial segura, Chile brindó información vital a (...)

31Este bagaje de conocimientos y de experiencias de “combate” previos hizo que la JM tomara decisiones sobre puntos de partida erróneos y, por ende, careciera de la capacidad para evaluar correctamente las posibilidades propias y las del enemigo en un escenario de conflicto bélico como el que se estaba provocando. Entre mayo y junio de 1982, los militares argentinos pudieron comprobar en carne propia la realidad de una guerra, alejados del “teatro de operaciones” que habían frecuentado recientemente en la mal llamada “guerra contra la subversión”. ¿Era posible para las Fuerzas Armadas argentinas ganar una guerra en las Islas Malvinas contra Gran Bretaña y sus poderosos aliados55 ? Se pensará en el valor personal y en una férrea voluntad de vencer, potenciada ésta por una ideología nacionalista, alimentada por tópicos de un anticolonialismo puesto en vigencia apresuradamente y fuertemente teñida de imágenes religiosas. Pero el recurso a estas ideas y herramientas encubre, normalmente, deficiencias profesionales y errores en la planificación y en la conducción de las operaciones. Aquí no se pone en cuestión, ni se menoscaba el desempeño en combate de muchos militares y civiles argentinos que pelearon en la Guerra de Malvinas : este aspecto no es ni puesto en duda ni es un objeto de estudio en este trabajo.

32La de Malvinas fue una guerra en la cual las fuerzas argentinas combatieron en desventaja. Tanto en el teatro de operaciones como en el espionaje, la contrainteligencia y la diplomacia. Pelear en desventaja era una absoluta novedad para los militares argentinos, cuya experiencia previa se limitaba al desalojo de presidentes de la Casa de Gobierno o a la asimetría absoluta de la relación torturador-torturado. En abril de 1982, el enemigo a enfrentar para los militares argentinos no era el resultado de desigualdades sociales, de la movilización social o de la proscripción del partido político mayoritario, sino de institutos de formación militar y de guerras libradas en diferentes escenarios y regiones del mundo. Gran Bretaña contaba en su bagaje con dos guerras mundiales, otras tantas coloniales, innumerables operaciones encubiertas y de contrainsurgencia. Argentina tiene en su CV militar la campaña de exterminio contra los pueblos originarios, el bombardeo de la Plaza de Mayo en 1955 por la Marina, las intervenciones en enfrentamientos internos inter-fuerzas, o contra poblaciones civiles y fuerzas irregulares en el marco de conflictos sociales. En todas estas intervenciones los militares argentinos actuaron en un teatro de operaciones caracterizado por el establecimiento previo de una superioridad en efectivos y en recursos muy marcada. En consecuencia, el fracaso estaba garantizado desde el momento mismo de tomar la decisión de planificar una operación de desembarco para recuperar las islas. Parece que, como en el caso de la represión clandestina, los decisores contaban con que nadie se enteraría y que muchos aplaudirían...

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Notes

1 Declaración del ex miembro de la Junta Militar y Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile durante la guerra de Malvinas, general Fernando Matthei Aubel a la historiadora Patricia Arancibia Clavel en 1999. Parte del reportaje -registrado por el Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae (Chile) en 1999- fue publicado por el diario chileno La Tercera, el 24 de marzo de 2002.

2 Junta Militar, Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur, Informe final (en adelante, IR), Buenos Aires : Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, “Declaración informativa del contralmirante Carlos Alberto César Büsser”, Tomo V, folio 961, 1983.

3 Potash, Robert A., El Ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, pp. 117-120, 1981 ; Brown, coronel Fabián, Influencia alemana en el Ejército argentino a partir de los programas de estudio de la Escuela Superior de Guerra y el Colegio Militar, Buenos Aires : Comisión de estudio de las actividades nazis en la República Argentina (CEANA), 1999.

4 Picciuolo, coronel José Luis, “La Escuela Superior de Guerra después de la revolución de 1930 y hasta mediados del siglo XX”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Buenos Aires : nº 523, octubre 1996 ; Picciuolo, coronel José Luis, Historia de la Escuela Superior de Guerra “Tte. Gral. Luis María Campos”, Buenos Aires : Editorial del Círculo Militar, 2000.

5 Para una aproximación y actualización bibliográfica de este problema, puede consultarse : Ranalletti, Mario, “Una aproximación a los fundamentos del terrorismo de Estado en Argentina : la recepción de la noción de “guerra revolucionaria” en el ámbito castrense local (1954-1962)”, Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, Córdoba : CONICET, nº 11, 2013.

6 El trabajo más actualizado al respecto es : Villatoux, Marie-Catherine, Villatoux, Paul, La République et son armée face au « péril subversif ». Guerre et action psychologiques en France (1945-1960), París : Les Indes Savantes, 2005.

7 Vaïsse, Maurice (dir.), L’Armée française dans la guerre d’Indochine (1946-1954). Adaptation ou inadaptation ?, Bruselas : Ediciones Complexe/Centre d’études historiques de la Défense, 2000.

8 Véase : Lacheroy, Charles, Action Viet-Minh et communiste en Indochine, ou une leçon de « guerre révolutionnaire », París : Centre d’études asiatiques et africaines, 1954.

9 En especial, los por entones capitanes Hogard, Némo, Souyris. Véase : Villatoux, Marie-Catherine, “Hogard et Némo. Deux théoriciens de la « guerre révolutionnaire »”, Revue historique des armées, París : Ministerio de Defensa de Francia, nº 232, 2003, pp. 20-28.

10 Olsson, Christian, “Guerre totale et/ou force minimale ? Histoire et paradoxes des « cœurs et des esprits »”, Cultures & Conflits, París : nº 67, otoño 2007, URL : http://www.conflits.org/index3102.html. Consultado 16 de marzo de 2009.

11 Lacheroy, coronel Charles, “Scénario-type de guerre révolutionnaire”, Revue des Forces terrestres, París : Ministerio de la Defensa Nacional, n° 6, octubre de 1956, pp. 25-30.

12 Hogard, mayor Jacques, “Guerre révolutionnaire ou révolution dans l’art de la guerre”, Revue de Défense nationale, París : Ministerio de Defensa Nacional, diciembre 1956, p. 1408.

13 Leroux, Denis, Le Centre d’instruction pacification et contre-guérilla Arzew (1956-1961). Armee, discours et politique pendant la guerre d’Algérie, Lille : Université Lille 3, Tesis de Maestría en Historia, Dirección : Jean-François Chanet, 2010.

14 Ejército Argentino, Dirección General del Personal, Mom, Manrique Miguel (Infantería) (8/7/1918–15/10/1995), Legajo n° 18.957.

15 Poli, capitán Jorge Heriberto, “Acción psicológica: algunos planteamientos de carácter orgánico”, Revista del Servicio de Informaciones del Ejército, Buenos Aires: Ejército Argentino,año III, nº 6, enero-febrero-marzo de 1956, pp. 23-34; Poli, capitán Jorge Heriberto, “Acción sicológica. Planeamientos de esta rama de informaciones en los escalones menores del Ejército de campaña”, Revista del Servicio de Informaciones del Ejército, Buenos Aires: Ministerio de Ejército, Servicio de Informaciones del Ejército, año III, nº 7, abril-mayo-junio de 1956, pp. 34-40; Poli, capitán Jorge Heriberto, “Psicología social”, Revista del Servicio de Informaciones del Ejército, Buenos Aires: Ministerio de Ejército, Servicio de Informaciones del Ejército, año III, nº 9, octubre-noviembre-diciembre de 1956, pp. 64-80.

16 Marini, Alberto, La psicología al servicio de la guerra, Buenos Aires: Editorial Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, 1954.

17 Ranalletti, M., “Una aproximación…”, op. cit., pp. 265-269.

18 Para algunas precisiones al respecto y para apreciar la preeminencia otorgada a esta cuestión, puede consultarse la Revista de la Escuela Superior de Guerra, en: especial a partir de 1959, donde se publicaron varios ejemplos. Para una mirada contemporánea sobre este asunto, véase: Nouguès, teniente coronel Jean Félix, “Radioscopía subversiva en la Argentina”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Buenos Aires : Ejército Argentino, n° 344, enero-marzo de 1962, pp. 28-32. Algunas informaciones sobre estos ejercicios en : Ballester, coronel (RE) Horacio P., Memorias de un coronel democrático, Buenos Aires : Ediciones de la Flor, 1998, pp. 67-68.

19 Sobre la influencia francesa a nivel castrense, véase: Amaral, Samuel, Guerra revolucionaria: de Argelia a la Argentina, 1957-1962, Buenos Aires : Academia Nacional de la Historia, Investigaciones y Ensayos 48, enero-diciembre de 1998 ; López, Ernesto, Seguridad Nacional y sedición militar, Buenos Aires : Legasa, 1987, pp. 111-126 ; Llumá, Roberto Diego, Influence de la Mission d’assesseurs militaires français spécialistes en guerre contre révolutionnaire, dans la formation des officiers argentins pendant la période 1957-1970, París : Universidad de París III-Sorbone Nouvelle/Institut des Hautes Études de l’Amérique latine, Tesis de Maestría, 2003 ; Mazzei, Daniel H., “La misión militar francesa en la Escuela Superior de Guerra y los orígenes de la Guerra Sucia, 1957-1962”, Revista de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes, nº 13, 1998, pp. 105-137; Oliveira-Cézar, María, “Las raíces francesas de la guerra antisubversiva”, Todo es Historia, Buenos Aires: nº 422, septiembre de 2002, pp. 24-35 ; Oliveira-Cézar, María, “De los militares franceses de Indochina y Argelia a los militares argentinos de los años 50 y 60. El aprendizaje de la guerra contrarrevolucionaria”, Todo es Historia, Buenos Aires : nº 435, octubre de 2003, pp. 70-80 ; Périès, Georges Gabriel, De l’action militaire à l’action politique. Impulsion, codification et application de la doctrine de la “guerre révolutionnaire” au sein de l’Armée française (1944-1960), tesis de Doctorado, Université de París I, 1999, 3 tomos; Summo, Marcelo, Pontoriero, Esteban, “Pensar la “guerra revolucionaria” : doctrina antisubversiva francesa y legislación de defensa en la Argentina (1958-1962), Cuadernos de Marte, Buenos Aires : Universidad de Buenos Aires, 2, nº 3, 2012, pp. 285-305 ; Robin, Marie-Monique, Escadrons de la mort, l’école française, París : Éditions La Découverte, 2004, pp. 206-212. Algunas precisiones sobre el rol de Rosas en: Ranalletti, Mario, “Contrainsurgencia, catolicismo intransigente y extremismo de derecha en la formación militar argentina. Influencias francesas en los orígenes del terrorismo de Estado (1955-1976)”, en: Feierstein, Daniel (comp.), Violencia política y genocidio en América latina, Buenos Aires: Prometeo libros, pp. 253-284, 2009. Para la contextualización de este tema, resulta imprescindible: García Lupo, Rogelio, “Indagaciones. Generales argentinos entre Francia y EE.UU.”, Clarín, Buenos Aires: Suplemento “Zona”, 22 de abril 2001, p. 7.

20 Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, vol. 2, Buenos Aires: Editorial Hyspamérica, 1986, pp. 156-159.

21 Amaral, Samuel, Guerra revolucionaria, op. cit., 1998, pp. 186-187.

22 Rodríguez Espada, mayor Héctor Raúl, “Una doctrina argentina”, Revista de la Escuela Superior de Guerra Argentina, Buenos Aires: Ejército Argentino, año XLVIII, n° 386, enero-febrero 1970, pp. 111-114.

23 García, coronel Prudencio, El drama de la autonomía militar. Argentina bajo las Juntas Militares, Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 12.

24 Para una aproximación a esta problemática, puede consultarse: Ranalletti, Mario, Du Mékong au Río de la Plata: La “doctrine de la guerre révolutionnaire”, “La Cité catholique” et leurs influences en Argentine (1955-1976), Tesis de Doctorado, París: Institut d’Etudes Politiques de Paris. Dirección : Profesor Maurice Vaïsse, 2006, capítulo 3.

25 Badaró, Máximo, Militares o ciudadanos: La formación de los oficiales del Ejército Argentino, Buenos Aires: Prometeo Libros, 2009; Marchak, Patricia, God’s Assassins. State Terrorism in Argentina in the 1970’s, Montreal: McGill-Queen’s University Press, 1999; Tibeletti, Luis Eduardo, “La sociabilización básica de los oficiales del Ejército en el período 1955-1976”, en: Moreno, Oscar, (comp.), La construcción de la Nación argentina. El rol de las fuerzas armadas. Debates históricos en el marco del Bicentenario (1810-2010), Buenos Aires: Ministerio de Defensa, 2010, pp. 265-266.

26 Meinvielle, padre Julio, El comunismo en la revolución anticristiana, Buenos Aires: Ediciones Theoria, 1961, p. 7.

27 Sacheri, Carlos Alberto, El universitario frente a la ideología marxista, Verbo, Buenos Aires: Club del Libro Cívico, nº 243, 1984, pp. 26-28.

28 Sémelin, Jacques, Purifier et détruire. Usages politiques des massacres et génocides, París : Éditions du Seuil, 2005, capítulo 1.

29 Castagnola, Gustavo Horacio, Doctrina política en el ejército argentino. De la defensa nacional a la guerra revolucionaria (1956-1962), Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Tella, tesis de posgrado en Historia, 1994.

30 Freedman, Lawrence, Gamba-Stonehouse, Virginia, Señales de guerra. El conflicto de las Islas Malvinas de 1982, Buenos Aires: Javier Vergara Editor, 1992, pp. 97-113; Cardoso, Oscar Raúl, Kirschbaum, Ricardo, van der Kooy, Eduardo, Malvinas, la trama secreta, Buenos Aires : Editorial Planeta, 1992, pp. 19-26, Yofre, Juan B., 1982. Los documentos secretos de la Guerra de las Malvinas/Falklands y el derrumbe del Proceso, Buenos Aires: Sudamericana, 2011, pp. 79-130.

31 De todos modos, uno de los propios integrantes de la JM se ocupó de violar esta directiva en el mismo momento en que se había tomado la decisión; véase IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 121. Por el relato elaborado por Yofre, parece factible sostener que cada uno de los oficiales que fue notificado por Galtieri o por Anaya de los planes de la JM sobre Malvinas, a su vez, participó a algún subalterno o camarada de la novedad; véase Yofre, Juan B., 1982, op. cit., pp. 104-105.

32 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 86, folio 21.

33 El IR y Yofre coinciden en señalar que fueron designados para integrar esta comisión el general de división Osvaldo Jorge García, el vicealmirante Juan José Lombardo y el brigadier mayor Sigfrido Martín Plessl.

34 IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 115.

35 IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 118.

36 Recién el 9 de marzo de 1982 se le asignó una tarea en la planificación de las operaciones al Estado mayor conjunto; véase IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 129.

37 Balza, teniente general (R) Martín, “La guerra de Malvinas”, en: Moreno, Oscar, (comp.), La construcción de la Nación argentina. El rol de las fuerzas armadas. Debates históricos en el marco del Bicentenario (1810-2010), Buenos Aires: Ministerio de Defensa, 2010, p. 313.

38 IR, op. cit., Parte II, Capítulo III, párrafo 116.

39 García Lupo, Rogelio, Diplomacia secreta y rendición incondicional, Buenos Aires: Editorial Legasa, 1983, pp. 8-9.

40 Armony, Ariel C., La Argentina, los Estados Unidos y la cruzada anticomunista en América Central, 1977-1984, Bernal: Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 1999, pp. 71-217.

41 García Lupo, Rogelio, “Prefacio”, en: García Lupo, Rogelio, Diplomacia secreta, op. cit., p. 9.

42 IR, op. cit., Parte II, capítulo II.

43 Institut national de l’audiovisuel (INA), Malouines, histoire d’un contentieux multiséculaire, 02’ 47’’.

44 Según el informe oficial sobre la guerra, un parte de inteligencia del 31 de marzo de 1982 previno al gobierno inglés sobre la decisión argentina de recuperar militarmente las islas y la fecha exacta de la operación ; véase Freedman, Sir Lawrence, The Official History of the Falklands Campaign. vol. 2 : War and Diplomacy, Londres : Routledge, 2005, p. 3.

45 Consejero técnico para las relaciones exteriores, Secretaría general de la Presidencia de la República francesa (consejero diplomático), 1981-1986. Luego fue Ministro de Relaciones Exterior durante el gobierno de Lionel Jospin (1997-2002).

46 Así se lo manifestó a Thomas Diedrich en una entrevista personal ; véase Diedrich, Thomas, Un conflit au sein du bloc occidental durant la Guerre Froide : la guerre des Malouines, Tesis de maestría, Nancy : Université Nancy II, 2005, p. 139.

47 En especial, de Régis Debray, por entonces asesor del presidente Mitterand y de Claude Cheysson, su ministro de Relaciones Exteriores, más proclive que su jefe a sostener posiciones tercermundistas y anti-estadounidenses en foros internacionales ; véase : Stavridis, Stelios, Regelsberger, Elfriede, “The Converging National Reactions (I) : The Big States – France and Germany”, en : : Stavridis, Stelios, Hill, Christopher (eds.), Domestic Sources of Foreign Policy : West European Reactions to the Falklands Conflict, Berg, 1996, pp. 58-59.

48 Jones, George, “How France helped us win Falklands war, by John Nott”, The Telegraph, Londres, 13 de marzo de 2002, p. 6 ; Nott, John, Here Today Gone Tomorrow : Memoirs of an Errant Politician, Londres : Politico’s Publishing Ltd, 2002, pp. 304-312.

49 Yofre, con acceso a documentos personales y a testimonios del entorno del entonces Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, sostiene que Costa Méndez y varios de sus colaboradores conocían perfectamente la decisión tomada y algunos detalles de la planificación, pero que no intervinieron en la misma.

50 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 64.

51 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 65.

52 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafos 88 y 89.

53 IR, op. cit., Parte II, capítulo II, parágrafo 79, folio 19.

54 Yofre, Juan Bautista, “Galtieri habla de la guerra”, Clarín, Buenos Aires : 2 de abril de 1983, pp. 4-5.

55 Según el mayor Sidney Edwards, además una base territorial segura, Chile brindó información vital a Gran Bretaña sobre el despegue de los aviones de ataque argentinos desde el sur argentino, prestó sus radares en el sur (Punta Arenas) ; Véase : Cifuentes, Cristina, Edwards, Sidney. “Sin colaboración de Chile, no hubiéramos ganado la guerra”. La Tercera, 12 de julio de 2014 ; Edwards, Sidney, My Secret Falklands War, Book Guild Limited, 2014 ; Nott, John, Here Today Gone Tomorrow : Memoirs of an Errant Politician, Londres, Politico’s Publishing Ltd, 2002.


Pour citer cet article

Référence électronique

Mario Ranalletti, « "Jamás pensé que los argentinos serían tan locos". La planificación de la recuperación de las islas Malvinas en 1982 frente al legado de la represión ilegal »Amerika [En ligne], 15 | 2016, mis en ligne le 15 décembre 2016, consulté le 04 juillet 2021. URL : http://journals.openedition.org/amerika/7691 ; DOI : https://doi.org/10.4000/amerika.7691