domingo, 23 de enero de 2022
viernes, 21 de enero de 2022
miércoles, 19 de enero de 2022
Periodismo: Los medios durante la guerra de Malvinas
Los medios durante la guerra de Malvinas
Universal Medios¿La guerra es inminente?
Los periódicos argentinos ofrecían a principios del año 1982 indicios de que la guerra era un escenario posible, aunque desde ya no necesariamente el único, que barajaban los militares. Sin abusar de la lectura retrospectiva, resulta sorprendente la cantidad de alusiones en este sentido en varios medios locales, entre ellos, el diario La Prensa. Así, el 17 de enero aparecía en este periódico una nota firmada por el columnista Jesús Iglesias Rouco, quien sostenía que “todo indica que a juicio de las máximas instancias de poder, de la solución que se dé al problema del Beagle, dependerá de la de Malvinas. O viceversa. Repetimos: o viceversa”. Dos días más tarde, en el mismo periódico, su colega Manfred Schönfeld advertía que “la cuestión tiene una simple solución: la de que un día amanezca con el archipiélago reincorporado al territorio nacional, sin explicaciones que haya que dar a nadie (y que, además, no será exigidas, salvo a efecto declamatorios y sin que esa declamación perdure más que un tiempo prudencialmente breve”). El 24 de enero, Rouco volvía sobre el tema ya de manera más explícita: si las negociaciones diplomáticas fracasaban, el periodista se hallaba en condiciones de anunciar que “Buenos Aires [sic] recuperará las Islas por la fuerza”. Incluso arrojaba datos de la operación: “se estima que será relativamente sencilla, en vistas de los escasos pertrechos militares de las Islas […] a Buenos Aires [sic] se le atribuye la determinación de evitar toda efusión de sangre […] Las Malvinas y el Beagle, quizás con bases conjuntas merced a un tratado del Atlántico Sur, se convertirán así en dos de los principales puntales de la estructura defensiva de la región”.
Resulta llamativo que en ningún momento las autoridades militares hayan desmentido este tipo de afirmación; al contrario, en febrero de 1982 el ministro de Defensa Amadeo Frúgoli admitía en el periódico mendocino Los Andes que desde el punto de vista estratégico, “Las Islas Malvinas, por su posición geográfica, serían un punto de apoyo de gran importancia” y el titular argentino en la OEA (Organización de Estados Americanos), Alejandro Ofila, a través del mismo periódico en su edición del 5 de marzo sostenía que “Las Islas Malvinas son argentinas. […] y estoy seguro que no ha de pasar mucho tiempo para que en ese rincón del territorio nacional ondeé la bandera de la Patria”. Tres días antes, el diario La Nación titulaba en tapa como noticia central “Nueva política para Malvinas”, con una bajada que ya dejaba entender que los militares argentinos no descartaban la guerra: el gobierno endureció su actitud al reservarse el derecho de tomar otras medidas si no dieran resultado las reuniones mensuales propuestas para “acelerar verdaderamente” al máximo la negociación. Por estos mismos días, un periódico británico, The Manchester Guardian, registraba el endurecimiento de las posiciones diplomáticas argentinas y aseguraba que Galtieri había dejado entrever que uno de los objetivos políticos de su gobierno era impedir que se cumplan los ciento cincuenta años de ocupación inglesa en las islas.
¿Se pueden interpretar estas notas que aparecían en algunos medios no sólo en el cuerpo de los periódicos, sino también en algunas tapas de los diarios más destacados, como signos inequívocos de una guerra que se avecinaba? Tal vez conviene ser prudentes e incorporar aquí otras variables constitutivas del contexto. El clima de creciente conflictividad social interna contribuía para que la Junta, a través del endurecimiento de sus posiciones diplomáticas, instalara la cuestión Malvinas como un tema central en la agenda política, capaz de generar un enemigo “externo” que pudiera así amortiguar las tensiones “hacia adentro” que se venían incrementando. También, es probable que la función que cumplían estas noticias era presionar aún más a los ingleses bajo la hipótesis de que, instalando la idea de que la guerra era un posibilidad que aparecía en el horizonte de los militares argentinos, aceptarían finalmente negociar la soberanía de las islas.
El litigio en torno de Malvinas se aceleró entre el 19 y el 24 de marzo de 1982, cuando un grupo de tareas encabezado por el hoy ex Capitán de Fragata Alfredo Astiz –responsable del secuestro y desaparición, entre otros casos, de un grupo de activistas de derechos humanos en 1977– izó la bandera argentina en Grytviken, islas Georgias del Sur, lo que provocó el reclamo británico y la movilización de un buque hacia la zona de tensión. En un ejemplo paradigmático de las dos caras de la dictadura militar, el diario La Nación del 23 de marzo titulaba como noticia central de tapa Fue rechazada una protesta británica y, a su lado derecho, Fabricaciones Militares: Estudia privatizar sus empresas. De este modo, el dudoso nacionalismo y la adhesión a la economía de mercado no se mostraban para nada incongruentes con el ideario de la dictadura. Clarín era más cauto con el título del mismo día: Simbólica ocupación de las Georgias del Sur. Quien de ningún modo mostraba esa cautela era el ya mencionado Rouco, que tras los episodios de las Georgias advertía a través de La Prensa: “está llegando la hora de que el régimen, sin dejar de agotar todas las instancias pacíficas, tome las decisiones que las circunstancias impongan […] De otra forma habrá llegado a su fin el ya escasísimo crédito que le queda”, para rematar afirmando que “ninguna vacilación podrá justificarse por la falta de armas o de presupuesto militar, tras los millones de dólares que se gastaron en nuevos equipos durante los últimos años”. El juicio de Rouco es significativo, porque muestra bien, además del cuestionamiento que sufrían los militares en los momentos previos al desembarco, que no sólo grupos de la Marina estaban interesados en el desembarco en las islas: había civiles que, desde lugares de enunciación destacados en la formación de opinión, alentaban pasar a los hechos.
En síntesis, desde principios de 1982, y con mayor intensidad desde
marzo, se registran en los medios notas que dejaban entender que la
guerra era un horizonte posible para dirimir el conflicto. Estas notas
eran funcionales a la dictadura en un doble sentido: instalaban un tema
capaz de desviar el foco de atención en torno a la conflictividad
interna y pretendían sumar presión a los ingleses, bajo la hipótesis
–errónea- de que la amenaza de guerra los obligaría, por fin, a negociar
la soberanía de las islas. Aunque funcionales, las notas también daban
cuenta de un sector del periodismo que alentaba la opción militar sin
medir ninguna de las consecuencias de una decisión de esa índole. La
conflictividad interna y la cuestión Malvinas, finalmente, estaban tan
ligados en esta coyuntura que no sorprende el título de Crónica el
martes 30 de marzo, el día de la primera huelga general contra la
dictadura: CGT ratificó el acto; Gobierno lo prohíbe. Más abajo, una
foto de Saúl Ubaldini debajo de un cartel que decía: “Las Malvinas son
argentinas. CGT”.
La guerra: el relato de los medios
La información durante la guerra de Malvinas no escapó a las condiciones generales de la dictadura. Al severo control de la prensa que existía desde el golpe de Estado se agregaron la censura típica de todo conflicto armado, que comenzó a aplicarse de manera rigurosa el 30 de abril, horas antes del primer ataque británico1. En las Islas, cubrieron la guerra Nicolás Kasanzew de Canal 7, Diego Pérez Andrade y Carlos García Malod, de la agencia estatal Télam y Eduardo Rotondo, que recogió tanto material fotográfico (publicado en la revista Gente) como material filmográfico de importante valor, entre otras razones porque fue el único en registrar en imágenes la rendición argentina el 14 de junio.
Los medios de comunicación cumplieron un rol decisivo en la construcción del relato de la guerra, exacerbando y construyendo con mayor eficacia que la que era capaz de imaginar la dictadura ciertos tópicos dominantes durante los días del conflicto. Veamos algunos de ellos:
–La construcción de un enemigo atroz y al mismo tiempo inofensivo. En los medios gráficos aparece una doble construcción de la imagen de los ingleses. Por un lado, son calificados como “piratas” y usurpadores, como muestra la tapa de Crónica que informa la partida de la flota británica hacia las Islas el 5 de abril: “Zarpa la flota inglesa, otra vez a piratear”; asimismo, son tildados de “asesinos”, especialmente por el semanario amarillista Tal Cual, quien en la primera semana del conflicto (8 de abril) publica en tapa la foto de la esposa e hija de Giachino, el capitán de corbeta comprometido con crímenes de lesa humanidad que resultó el primer argentino muerto en las islas. La tapa del semanario atribuye a su hija la siguiente frase: “Los ingleses mataron a mi papá”. Del mismo modo, este semanario se especializará en demonizar la figura de Margaret Thatcher (Tal cual, 28 de mayo, “Más mala que el diablo”), señalizándola como “La señora de la muerte” (Tal cual, 7 de mayo de 1982), intentando demostrar su presunto pasado nazi (Tal cual, 14 de mayo, “La Thatcher peor que Hitler) y marcando su condición cercana a la locura por creerse la “mujer maravilla”. Pero en el mismo momento en que se presentaban así a los ingleses, se subrayaba, especialmente en periódicos procesistas como Convicción, que el británico era un “imperio en decadencia” y por ende inofensivo, subestimándose incluso su poder de fuego, como anuncia la edición Quinta de La Razón (5/4/1982): “Gran Bretaña no podrá hacer un desembarco masivo en las Islas”. Con el hundimiento del Crucero General Belgrano, algunos medios como Convicción (4 de mayo de 1982) subrayaron aún más el carácter asesino de británicos e insistían increíblemente en que los ingleses constituían un enemigo militar de poco rango (“la flota británica se acerca a Malvinas para intentar un ataque desesperado”), aunque la mayoría de los medios, tras el hundimiento del Belgrano, optaron por otro camino: enfatizar no los daños causados por la acción militar británica, sino mostrar que había un alto número de sobrevivientes, al mismo tiempo que ponían el eje en la respuesta militar argentina: el hundimiento del Sheffield.
–La propaganda triunfalista. Los medios de comunicación argentinos fueron altamente funcionales a la Junta militar en la creación de un clima triunfalista. Por eso, en ningún momento filtraron noticias que dieran cuenta del carácter adverso de los combates. El ejemplo hiperbólico de esta actitud es la Revista Gente, que con imágenes de la guerra exacerbó el slogan y la publicidad oficial “Argentinos a vencer! Cada uno en lo suyo defendiendo lo nuestro”. En efecto, si la publicidad oficial enviaba ese mensaje impreso sobre un puño cerrado con el pulgar en alto, en medio de un folleto que advertía que Ya estamos ganando!, la revista Gente multiplicaba al infinito ese mensaje y lo encuadraba en el campo de batalla con la tapa del 7 de mayo de 1982, donde con letra bien amplia anunciaba: Estamos ganando. Y todavía más, contra toda evidencia, el 29 de mayo retomaba el slogan para titular: Seguimos ganando. Si la tesitura de Gente condujo al paroxismo la representación triunfalista de la guerra, los demás medios la reprodujeron en escala sólo un poco más modesta. En efecto, el modo de contar la guerra se construyó sobre los comunicados e informes de las Fuerzas Armadas, que destacaban algunos éxitos de la aviación argentina pero no informaban sobre las derrotas en las trincheras. Este modo de informar, que incluso provocó algunos desacuerdos entre los propios militares –Menéndez, otro militar comprometido con crímenes de lesa humanidad que había sido designado gobernador de las islas, pretendía desde mediados de mayo que se comience a ofrecer otro panorama de la guerra a la luz de lo que acontecía en el territorio, para preparar a la población a recibir la noticia de la derrota- se mantuvo intacto hasta la llegada del Papa a la Argentina, el 11 de junio de 1982. Sólo a partir de ese día, pero aún de manera acotada, el lector de periódicos locales podía inferir que la guerra estaba perdida. ¿Hasta qué punto esta perspectiva “triunfalista” de la dictadura, exacerbada por los medios, no era a su vez demandada por sectores de la sociedad que habían adherido, cierto que por diversos motivos, a la empresa militar? El interrogante, difícil de desarrollar aquí, apunta a pensar de qué modo se generaron las condiciones sociales para que esta estrategia de manipulación informativa haya tenido tanta eficacia. Sólo como índice de que efectivamente un grueso importante de la población esperaba este tipo de mensajes, recuperamos el registro televisivo de la protesta –duramente reprimida- que aconteció en Plaza de mayo el día de la rendición, el 14 de junio de 1982. Mientras muchos manifestantes entonaban la consigna “se va a acabar/ se va a acabar/ la dictadura militar” uno de los asistentes, dirigiéndose a los policías que pronto comenzarían a reprimir, repetía una y otra vez: “No se rindan”.
– La construcción de la imagen de un pueblo unido y unánimemente convencido de la causa.Pero la intervención decisiva de los medios argentinos durante la guerra residió en construir con enorme eficacia la idea de un único pueblo que deponía por fin sus querellas internas para abrazar una causa común. A través de programas televisivos como 24 horas por Malvinas, pero sobre todo con un manejo impecable de los recursos audiovisuales, muchos medios no sólo legitimaron la guerra sino que, a través de ella, pretendieron legitimar la dictadura militar. Un buen ejemplo lo ofrece La Prensa en un artículo con fecha del 2 de abril del 82, donde se afirma que “esta operación será recordada como el principal logro del régimen militar, junto con su triunfo sobre la subversión”. La unanimidad fue representada de manera especial con la cobertura de la masiva concurrencia a la plaza de Mayo en el mes de abril (el 2 y sobre todo el 10 de ese mes); así, el 3 de abril el diario Clarín publicó una foto emblemática, la que mostraba a Galtieri saludando el día anterior a una plaza colmada desde el balcón de la Casa Rosada (pocos días después circularon las primeras fotografías del desembarco y recuperación de las islas, reforzando la idea de unidad y éxito en la “empresa común”). En la editorial de ese mismo día, Clarín hacía un balance de la jornada que concluía en estos términos ampliamente justificatorios de la dictadura: “Escuchar al pueblo. Tal parece ser la fórmula de la democracia”. En el mismo sentido, la revista Gente utilizaba la imagen de la plaza del 10 de abril para desplegar un extenso epígrafe que decía: “No fueron necesarios comunicados ni varios días para organizarla. Sólo un llamado lanzado el día anterior que bastó para despertar el impulso latente. No fue la manifestación de un sector, no fue la marcha de unos contra otros. Pero sí fue -como tantas otras veces- para pedir algo, aunque algo para todos: que no se vuelva atrás, que la soberanía sea defendida. Este fue el testimonio de un pueblo que volvió a unirse después de mucho tiempo”. La porción de realidad recortada por la revista podría contrastarse con otras narraciones que modificarían el sentido de la imagen y le devolverían su densidad histórica. El día de la foto –el 10 de abril- algunos manifestantes cantaron consignas contra Galtieri y recordaron otras identidades políticas: “Y ya lo ve, y ya lo ve, vinimos el 30 y hoy también”, “se siente, se siente Perón está presente”, “Levadura, levadura, apoyamos las Malvinas pero no la dictadura”, “Malvinas sí, proceso no”, “Galtieri, Galtieri, prestá mucha atención, Malvinas argentinas y el pueblo es de Perón”. Sin embargo, esas voces estaban borradas de la plaza bajo los encuadres de los medios, que de este modo acudían con rápidos reflejos al modo en que previamente habían tratado acontecimientos como el Mundial 1978. Por en efecto, las “Plazas de abril”, bajo el encuadre de “la plaza de todos”, eran una prolongación de aquella “fiesta de todos”, (según el título de la película de Renan) en los años del Mundial.
– La difusión de información inexacta. No sólo la guerra se cubrió de manera sesgada, sino que también se proporcionó información que era falsa. Uno de los casos más interesantes en este sentido lo analiza Lucrecia Escudero en Malvinas: el gran relato. Se trata de la “noticia” de que Inglaterra había mandado submarinos nucleares a Malvinas. Comenzando por una nota del 31 de marzo, donde Clarín levantaba cables de agencias extranjeras que anunciaban el envío del submarino nuclear “Superb”, Escudero registra cómo con el paso de los días la noticia va cobrando mayor envergadura, llegando al punto de anunciarse el arribo a la zona de guerra de cuatro submarinos atómicos el 8 de abril. Sin embargo, el 22 de abril Clarín, reconociendo a medias que había conferido entidad a una noticia falsa, cierra el tema publicando que “un submarino que, como ha sido comunicado, habría patrullado el área de las Islas Malvinas, ha sido identificado en Escocia y parecería que nunca estuvo en la zona de guerra del Atlántico Sur. Fuentes del ministerio de Defensa, han afirmado que el submarino Superb de propulsión nuclear, se encontraba ayer de regreso en su base de Faslane, en el estuario de Clyde, desde el viernes”. Un caso similar es el de la “Batalla del Estrecho de San Carlos”, que Convicción y Gente narraron con infografía y minuciosidad, pero que nunca aconteció en esos términos. A la información inexacta se sumó una serie de incongruencias muy severas en la estrategia de información de la dictadura. Por citar un ejemplo, según relata Andrade (el periodista enviado por Telam) en un documental sobre el papel de los medios en Malvinas elaborado por Telesur, en ocasión de un prolongado bombardeo al aeropuerto escribió una nota que cerraba diciendo que, a pesar de la intensa lluvia de bombas, los ingleses no habían acertado en su blanco, la pista de aterrizaje. Tres horas después, desde Buenos Aires le comunicaban que los mandos militares felicitaban al periodista por la nota, porque revelaba el fracaso del operativo militar inglés. Pero una hora después de recibir las felicitaciones, Andrade era expulsado por Menéndez de las islas, precisamente por la nota que había escrito. “¿Qué tenía de malo esa nota?” preguntó Andrade, a lo que Menéndez respondió que, en virtud de esa información, los ingleses volverían a la carga al día siguiente. Anécdotas de este tipo, en síntesis, mostraban bien el desorden y la improvisación militar, también en la circulación de la información de la guerra.
1 El comunicado se titulaba “Pautas a tener en cuenta para el cumplimiento del acta de la junta militar disponiendo el control de la información por cuestiones de seguridad”. Algunas de esas pautas eran: “evitar difundir información que atente contra la unidad nacional; reste credibilidad y/o contradiga la información oficial; destaque neutralismo activo a favor de Gran Bretaña; haga referencia a unidades militares, equipo y/o personal militar sin previa autorización del Estado Mayor Conjunto…”.
Fuente: Telam.
lunes, 17 de enero de 2022
sábado, 15 de enero de 2022
Comodoro Jorge "Bam-Bam" Barrionuevo y su experiencia en los ataques antibuque
Comodoro (Alférez en ese entonces) Jorge "Bam-Bam" Barrionuevo
Fuente: Nicolas KasanzewA los 24 años hundió un buque de guerra. El alférez Bam-Bam Barrionuevo lo hizo en un ataque conjunto con los pilotos Carballo, Rinke y Velazco. El destructor clase 42 Coventry se fue a pique en 20 minutos, un glorioso 25 de Mayo.
Le pregunté a Bam-Bam el porqué del sobrenombre, cuando su indicativo era “Pampa”. Se debía a la extraordinaria fuerza de sus manos. Chacarero y rugbier, recio y rudo, en la Escuela de Aviación Militar solía romper, sin proponérselo, los objetos que agarraba, como los útiles escolares que le facilitaban sus compañeros. “Mi familia era muy humilde, ni televisor teníamos, y los cadetes me decían que era tan bruto como Bam-Bam, el personaje de los dibujitos animados Picapiedras, que yo nunca había visto”, me cuenta riendo.
El Bam-Bam de Hollywood era “el niño más fuerte del mundo”.
El Bam-Bam de Rufino rompió al poderoso navío de la escuadra británica, así como rompía las escuadras que le prestaban sus compañeros de estudios.
(En la foto, Bam-Bam regresando de su vuelo solo, un año antes de hundir el Coventry. Abril de 1981).
jueves, 13 de enero de 2022
Thatcher ordena atacar el continente y destruir la base aeronaval de Río Grande
Malvinas: el día que Thacher pensó que podían perder la guerra y decidió atacar al continente para destruir aviones y eliminar a los pilotos
El ataque al destructor Sheffield con misiles Exocet generó una conmoción política y militar. Desnudó la debilidad de la defensa británica: si se impactaba sobre uno de los portaviones, podrían perder la guerra. En el libro “La Guerra Invisible” se revela que en ese momento Gran Bretaña decidió hacer una misión de ataque sobre el continente para destruir los Super Étendard, los misiles y matar a los pilotos alojados en la base de Río GrandeEl 4 de mayo de 1982, dos pilotos de la Aviación Naval golpearon sobre el destructor con el misil Exocet, lanzados desde aviones Super Étendard. Los pilotos Augusto Bedacarratz y Armando Mayora habían dado en Sheffield. Cuando aterrizaron en la base de Río Grande aun no sabían del éxito de su misión. Juntos comenzaron a relatar la misión en un papel en la sala del hangar y luego la pasaron en limpio en el casino de oficiales. Bedacarratz recordaba los detalles de la acción, Mayora aportaba los suyos y los escribía. Fue en ese momento que en la sala se interceptó la radio BBC y escucharon la novedad. El gobierno británico reconocía, a las cinco de la tarde hora británica, que el Sheffield había sido atacado por un misil y la acción había provocado veintidós muertos y una cantidad indeterminada de heridos. El destructor todavía se estaba incendiando.
En La Guerra Invisible, Marcelo Larraquy revela cómo en ese momento Gran Bretaña decidió hacer una misión de ataque sobre el continente para destruir los Super Étendard, los misiles Exocet y matar a los pilotos alojados en la base de Río Grande.
Aquí un extracto del libro.
(…) El impacto del misil había provocado un ruido corto y seco. Abrió un agujero de seis metros cuadrados. El Sheffield se sacudió de una punta a la otra. El primer informe oficial de la Secretaría de Defensa británica admitió que su carga explosiva había golpeado en la segunda cubierta, sobre la banda de estribor, entre la cocina, el cuarto de máquinas auxiliares y la máquina de proa, que empezaron a incendiarse. El fuego, originado por el combustible del Exocet, luego se esparció por la sección central y alcanzó el puente. El combustible se fue desparramando entre el humo negro. Si el fuego hubiera llegado al compartimento de explosivos donde se alojaban los misiles Sea Dart, el destructor habría volado en ese momento.
La defensa del Sheffield había fallado. Sin embargo, el informe puso en duda que el misil hubiese detonado. Francia, en cambio, aclaró que había funcionado en forma correcta. No quería que se sospechara de la eficacia de su creación. En la oficina de Ofema (Office français d’ex- portation de matériel aéronautique), en París, festejaron el lanzamiento. Poco después, con el certificado de Combat-Proven (“Probado en Combate”), el Exocet quintuplicaría su valor de mercado.
En las ejercitaciones de mar, los destructores tipo 42 como el Sheffield tenían un margen de veinte minutos entre la detección de un avión y el impacto de cualquier proyectil que disparase. El Exocet reducía ese lapso a tres minutos. El Sheffield, además, no contaba con misiles Sea Wolf, adecuados para neutralizar misiles o aviones que se aproximaran en vuelo rasante. Su protección antiaérea, los Sea Dart, solo le permitía alcanzar blancos de altura. Una de las peticiones de la Marina Real a la Secretaría de Defensa había sido agregar al misil la capacidad de impactar a baja altura, pero había sido rechazada por falta de fondos.
El informe oficial afirmó que, poco antes del impacto, los radares de vigilancia aérea y de rastreo de blancos del Sheffield habían sido desconectados para una comunicación con satélite Skynet y la sala de operaciones no había tomado contramedidas.
Los Super Étendard habían sido detectados por el destructor Glasgow a 49 millas, 90 kilómetros del Sheffield. Los dos o tres segundos que duraron sus emisiones de radar quedaron registrados en la consola. Se veían dos contactos hostiles que se acercaban a una velocidad de 450 nudos, 833 kilómetros por hora, desde 600 metros de altura.
Un marino hizo sonar su silbato y el grito de terror retumbó en la sala de operaciones: “¡Freno de mano!”. Era la clave para mencionar al radar Agave, instalado en los Super Étendard. El capitán del Glasgow, Paul Hoddinott, preguntó por el nivel de credibilidad. ¡Cierto! Entonces viró completamente el timón para reducir el margen de impacto y lanzó el chaff para desviar la dirección de los misiles, que ya habían sido lanzados desde los aviones.
El aviso de alerta “¡freno de mano!” llegó a la sala de operaciones del Hermes, que navegaba 50 kilómetros al este. Allí fueron renuentes a creer en la amenaza y siguieron en alerta blanca. Lo mismo sucedió en el otro portaviones, el Invincible. El comandante de guerra antiaérea pidió más pruebas al Glasgow. Pensaban que el ataque era falso. Habían recibido tres o cuatro alarmas esa mañana. Continuó con alerta blanca, todo tranquilo, ningún indicio de ataque.
En tres días de guerra no se había detectado la presencia de los SUE, de modo que supusieron que su sistema de armas no funcionaba o que los pilotos no estaban capacitados para efectuar el reabastecimiento en aire. Confiaron en que no habría ataque. La alarma lanzada desde el Glasgow al resto de los buques fue tomada como un falso eco.
El grito “¡freno de mano!”, además, no necesariamente implicaba un peligro para la flota.
El almirante Sandy Woodward (jefe de la flota británica) decía que esa expresión era más escuchada que los “buenos días”. Ante cualquier ruido en el éter, en medio de la tensión de la guerra, en las salas de operaciones se gritaba “¡freno de mano!”. Y pasar de la alerta blanca a la amarilla, que advertía de un indicio de ataque, o a la roja, que revelaba un ataque seguro, implicaba un desgaste considerable para una nave: se debía lanzar el chaff, despegar helicópteros y aviones, poner a los infantes a cubrir posiciones de combate. Pero esta vez el ataque era real.
El capitán del Glasgow pidió que derribaran los Exocet con misiles Sea Dart, pero el control de fuego de radar no podía fijar la posición de los pequeños puntos blancos que cruzaban la pantalla. Se preguntó cuántos segundos faltarían para que golpearan en el centro de su nave. Sin embargo, los misiles pasaron por encima del Glasgow. Estaba a salvo. No era el eco que (los pilotos de Super Étendard) Bedacarratz y Mayora habían seleccionado en su radar. Tampoco lo era el destructor Coventry.
En estado de alarma, el capitán del Glasgow llamó al Sheffield. No contestaron. En la sala de operaciones del destructor no detectaron ni al avión ni a los misiles que volaban hacia ellos. Los primeros en advertirlo fueron dos tenientes que conversaban en el puente de la nave y vieron una estela de humo a dos metros por encima del mar, que se acercaba. Estaría a poco más de un kilómetro. Uno de los tenientes tomó el micrófono de transmisión. “¡Ataque de misil!”, gritó.
Treinta y cinco años después, el documento desclasificado de la Junta de Investigación (Board of Inquiry) del Ministerio de Defensa revelaría que “algunos miembros de la tripulación estaban aburridos y un poco frustrados por la inactividad y el barco no estaba completamente preparado para un ataque”. Aún más: el oficial de guerra antiaérea había salido de la sala de operaciones y estaba tomando un café cuando los Exocet volaban hacia el Sheffield. Tampoco su asistente se encontraba en funciones. El documento desclasificado también indicaba que el radar del destructor estaba en transmisión con otra nave. Reconocía que la alerta del Glasgow se había escuchado en el Sheffield, pero no había generado una reacción. Creían que el Super Étendard no podía abastecerse en el aire y que no significaba una amenaza. Nadie llamó al capitán, nadie lanzó los misiles Sea Dart para derribar los Exocet y nadie disparó un chaff para engañarlos. El equipo de guardia había fallado.
La pérdida del destructor golpeó a Woodward. En ese momento temió que, en medio de las tareas de rescate, el Sheffield explotara y que un submarino argentino atacara con torpedos a los barcos de salvataje que se habían acercado, el Yarmouhth y el Arrow. Llegarían a detectar nueve alarmas en el sonar.
Para completar la jornada trágica en las Fuerzas de Tareas, uno de los tres Sea Harrier que habían despegado del Hermes para atacar la pista de aterrizaje de la Base Cóndor, en Puerto Darwin, fue derribado por una batería de la artillería antiaérea con una ráfaga de proyectiles de 35 milímetros. El Sea Harrier volaba a 300 metros por segundo. En condiciones normales, los artilleros tenían apenas treinta y siete segundos para pulsar el disparo cuando lo tenían en la pantalla del radar de exploración del director de tiro. Algunos soldados de Artillería habían estudiado las siluetas de los cazas británicos de las fotos que había tomado el Boeing 707 el 21 de abril.
En un anotador de rodilla del piloto caído, el teniente Nicholas Taylor, la inteligencia de la FAS (Fuerza Aérea Sur) obtuvo números de aviones en servicio y remanentes, pilotos asignados, indicativo de buques, códigos IFF (Identification Friend- Foe), configuraciones de armamento e información sobre la autonomía del Sea Harrier: ochenta minutos con despegue de rampa, y la mitad del tiempo si lo hacía con despegue vertical.
El cuerpo del piloto británico Taylor fue sepultado con honores por una formación de soldados argentinos en un cobertizo próximo a un tambo en Pradera del Ganso. Lo enterraron junto a los ocho miembros de la Fuerza Aérea que habían muerto en el ataque sobre la pista de la Base Cóndor, tres días antes.
Woodward se sintió muy deprimido en la noche del ataque. Todavía le resonaba la expresión a viva voz de un oficial de su Estado Mayor en la sala de operaciones del Hermes apenas llegó el mensaje desgraciado: “El Sheffield ha sufrido una explosión”.
“¡Almirante, debe hacer algo!”, le había advertido el oficial.
Parecía una orden, una intimación. Y en esos dos, tres minutos de tensión Woodward no había hecho nada, dejó que los acontecimientos siguieran su curso; solo esperaba que los hombres que estaban en el destructor le pidieran lo que necesitaban. Trató de controlar sus emociones y no dejarse arrastrar por reacciones instintivas. En el momento de mayor angustia debía meditar las decisiones.
Woodward repasó su estrategia después del ataque al Sheffield: neutralizar a la Marina y la Fuerza Aérea enemigas para alcanzar la superioridad marítima y aérea; desembarcar a los hombres de la flota naval, y brindar apoyo logístico y de fuego a las fuerzas en tierra.
Había quedado en evidencia que la flota británica era vulnerable a los misiles; que sus defensas antiaéreas, frente a esa amenaza, eran débiles. La capacidad de fuego de la aviación argentina se mantenía intacta. Si no se neutralizaba, el desembarco sería imposible. Las tropas del ejército británico todavía esperaban en la isla Ascensión. Hasta que no se despejara el panorama, no había orden de traslado al Atlántico Sur.
Woodward cambió la táctica para mantener la iniciativa. Decidió alejar más hacia el este a su flota naval, colocarla más lejos de las bases aeronavales argentinas, y adelantó dos destructores, el Coventry y el Glasgow, a 20 kilómetros de Malvinas para estrechar el bloqueo aéreo sobre los aviones argentinos, sobre todo los Hércules C-130, que trasladaban suministros en vuelos nocturnos. Los atacaría con misiles Sea Dart para intentar cortar el puente logístico entre el continente y las islas. Y también saturaría con fuego las posiciones de los soldados en tierra.
Los cambios tácticos no redujeron el temor de un segundo ataque de los Super Étendard y de la posible pérdida de un portaviones. A esas alturas, cualquier daño que afectara al Hermes o al Invincible lo obligaría a abandonar la operación militar. Una semana después del ataque, mientras intentaban remolcarlo hacia las islas Georgias para repararlo, el Sheffield zozobró en el mar y cayó bajo las aguas. Fue el primer buque de guerra de la flota británica hundido en combate después de la Segunda Guerra Mundial.
Woodward envió un mensaje realista a los capitanes de los barcos. “Perderemos más naves y más hombres”, les anticipó, “pero triunfaremos”. (…)
El ataque sobre el Sheffield no solo expuso por primera vez la vulnerabilidad de la Fuerza de Tareas sino que generó un trauma, una convulsión política en Gran Bretaña. Se abrió un nuevo escenario: la posibilidad de detener o poner en pausa la estrategia bélica y dar paso a una solución diplomática.
El jueves 6 de mayo Margaret Thatcher fue interpelada en la Cámara de los Comunes. Un representante le requirió si podía hacer cesar el enfrentamiento y alentar un acuerdo de paz efectivo. Thatcher se mostró tolerante a ese propósito por primera vez. Dijo que habían respondido de manera constructiva a la propuesta de paz peruana y daba la bienvenida a la nueva intervención de las Naciones Unidas para las negociaciones. Aseguró que la vía diplomática seguía abierta pero que el obstáculo era la Argentina, interesada en el cese del fuego pero no en el retiro de sus tropas.
Otro representante preguntó a la primera ministra: “¿Podría darnos la más absoluta seguridad, estoy seguro de que toda la nación así lo demanda, de que no habrá una escalada deliberada en las acciones militares, ninguna escalada que interfiera con las perspectivas que ahora se vislumbran de lograr una paz real?”. Y otro insistió: “¿Ha venido hoy a esta casa totalmente preparada para repudiar a los miembros del Partido Conservador y almirantes y generales retirados que ahora aparecen en televisión diciendo que, en caso de ser necesario, se debería atacar el territorio argentino?”.
Thatcher respondió que los argentinos habían escalado la crisis e invadido las islas, y que a su gobierno le tocaba continuar con las actividades militares, aun en medio de las negociaciones, para que el invasor no siguiera incrementando su poderío y reforzando sus posiciones para atacar a su voluntad.
Thatcher estaba decidida a lograr una victoria militar. La maquinaria bélica no debía detenerse. No sacaría el dedo del gatillo durante las gestiones de paz. Ya no importaría que la Argentina, pocos días después, en las Naciones Unidas, dejaría de exigir una fecha fija para la transferencia de la soberanía y admitiera una negociación lisa y llana de la soberanía, sin plazos perentorios.
La gestión diplomática iba y venía entre mediadores e interlocutores de ambos países, en distintos ámbitos. Se enredaba y perdía urgencia mientras la guerra avanzaba.
El 8 de mayo, en Chequers, la residencia de campo oficial de gobierno —el mismo lugar donde se había decidido el hundimiento al crucero Belgrano—, se ordenó el traslado de las tropas terrestres de la isla Ascensión hacia el Atlántico Sur y se estableció la fecha del desembarco entre el 18 y 22 de mayo. Thatcher también avaló la gestación de la opción más extrema: eliminar el poder de destrucción del enemigo, el sistema de armas del Super Étendard. Atacarlo en su punto de partida. (…)
Thatcher autorizó el ataque al continente luego de una proposición de la Marina Real. La operación requería la participación de una fuerza especial que, en una acción de alto riesgo, eliminara los aviones, los misiles y también a los pilotos. (…)
martes, 11 de enero de 2022
Análisis ruso: La interacción de los barcos de superficie y aviones de ataque
Guerra naval para principiantes. La interacción de los barcos de superficie y los aviones de ataque.
Un bombardero soviético y un crucero de misiles soviético en un solo disparo son dos partes del mismo sistema que se complementan entre sí.
El hecho de que los barcos de superficie a menudo fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial aviación y el hecho de que la aviación se ha convertido en la más destructiva armas en la guerra naval, dio lugar a una especie de idea "extremista" de que con el desarrollo de aviones de ataque capaces de atacar objetivos navales, los buques de superficie (NK) están obsoletos y en caso de una guerra real serán destruidos rápida y sin gloria.
En domestica historias un ferviente partidario de este punto de vista fue N.S. Jruschov, desde el punto de vista del cual, en el enfrentamiento entre aviones y barcos, estos últimos estaban condenados.
Esta visión de las cosas se debió a la comprensión extremadamente primitiva de N.S. Jruschov, según el testimonio de muchos contemporáneos, redujo todas las opciones posibles para confrontar a la Armada de la URSS con las fuerzas navales y aéreas de Estados Unidos y la OTAN a una y solo una: “una de nuestras naves refleja un ataque aéreo masivo ". De hecho, el mundo es mucho más complicado, aunque admitimos que N.S. Jruschov logró causar un daño grave al desarrollo de la Armada, tanto por decisiones personales como por confabularse con la subordinación a la de flota de generales del ejército.
Esto tuvo consecuencias negativas durante la crisis de los misiles en Cuba. Al mismo tiempo, las opiniones de N.S. A Jruschov y a los generales del Estado Mayor simplemente no se les permitió comprender las razones del fracaso de las acciones soviéticas y qué medidas debían tomarse en el futuro para evitar su repetición. La visión de N.S. Jrushchov finalmente no llegó. Sin embargo, este es un tema para otro artículo.
Los interesados en las realidades del enfrentamiento entre buques de superficie y aviación pueden familiarizarse con los materiales “Barcos de superficie versus aviones. Segunda Guerra Mundial "... Con un análisis de un caso particular: el desastre del 6 de octubre de 1943 en el Mar Negro. “6 de octubre de 1943. Operación Verp y sus lecciones para nuestro tiempo. Y con generalizaciones de la experiencia real de combate de la posguerra (incluido el soviético) en el material “Barcos de superficie versus aviones. Era de los cohetes ".
Desafortunadamente, la visión "extremista" de NK existe hoy. Así como la oposición de buques de superficie y aviones de ataque básico. Y la consecuente opinión de que la creación de potentes aviones de ataque hace innecesarios los buques de superficie para la Armada, ya que los reemplaza o imposibilita su supervivencia.
En nuestro tiempo, estas ideas se están volviendo populares en la sociedad debido a la difusión de una visión infantil de la vida y la creencia en varios tipos de superarmas. (Por ejemplo, el sistema "Dagger"). Y también por la incapacidad de algunas personas para aceptar la realidad en toda su complejidad. Esto último se manifiesta en el hecho de que una simple enumeración de algunas de las dificultades que acompañan a la búsqueda de barcos enemigos (“Guerra marítima para principiantes. Llevamos el portaaviones para atacar ") en el océano o la emisión de una designación de objetivo para el uso de armas de misiles en ellos (“Guerra marítima para principiantes. Problema de orientación "), provoca agresión en tales personalidades infantiles. Y el bajo nivel de inteligencia de tal contingente reduce en sus puntos de vista toda la variedad de situaciones posibles en una guerra a una o dos. (Si es la guerra, entonces con Estados Unidos. Si con Estados Unidos, entonces ilimitado. Si es ilimitado, entonces sólo nuclear, etc.). Aunque (nuevamente) el mundo real es muy complejo.
También hay un punto de vista opuesto, que tiene cierta distribución entre el personal de mando de la Armada. Y, por el contrario, se asocia a una subestimación de la importancia de los aviones de ataque. Se sabe que hoy en día no hay Aviación de Misiles Navales en la Armada. Además, incluso la aviación de asalto naval, capaz de atacar objetivos de superficie en la zona cercana al mar (y parcialmente en la lejana, como se mostrará), no recibe un desarrollo serio. Entonces, hasta ahora en las flotas del Pacífico y del Norte, simplemente no existe.
Aviación de asalto naval Su-30SM. Estos aviones pueden ser muy grandes, pero no hay regimientos de asalto en nuestras flotas más importantes: el Pacífico y el Norte.
Este punto de vista, que no se explica formalmente en ninguna parte, también debe reconocerse como extremo. A pesar de que en el entorno del almirante en su conjunto existe una comprensión de la importancia de la aviación naval, en la práctica esta comprensión no está plenamente plasmada en acciones específicas. Las inversiones en submarinos en términos de costos son simplemente incomparables con las de la aviación, aunque las primeras no pueden operar eficazmente sin las segundas.
En este sentido, vale la pena hacer un análisis de los vuelos y mostrar cómo los barcos de superficie y la aviación naval (incluida la base, no nave) interactúan entre sí y con otras fuerzas, y también por qué no pueden (o casi no pueden) entre sí. reemplazar.
Para simplificar las explicaciones (y sin pretender ser universal), el tema se reducirá a la interacción de NK y la aviación de ataque, que golpea objetivos de superficie. Los submarinos y aviones antisubmarinos se mencionarán en una escala limitada. También habrá un número limitado de ejemplos. Es importante para nosotros mostrar los principios: cualquier lector interesado podrá comprender todo lo demás más adelante por sí mismo.
Algunas características de los barcos y aviones de superficie (como activos de combate)
Los barcos, submarinos y diferentes tipos de aeronaves tienen propiedades tácticas que determinan su uso.Sin profundizar en las propiedades tácticas, analicemos brevemente las diferencias en las características de los barcos y aviones como medio de combate.
Es obvio que la aviación es un arma de salva. Ella da un golpe muy poderoso. Entonces, los aviones que lo infligieron no pueden luchar durante algún tiempo, mientras que el barco es capaz de permanecer en el área designada durante días al detectar al enemigo, atacarlo hasta que sea completamente destruido o, por el contrario, estar atento y asegurarse de que la aviación se dirija hacia él. Pero sus capacidades de golpe son limitadas. Además, es muy difícil para él reponer las armas gastadas, a veces será imposible en absoluto, etc.
La conclusión más simple se deriva de esta diferencia: los aviones y los barcos, debido a propiedades diferentes, incluso opuestas, se complementan entre sí y no se reemplazan.
Veamos algunos ejemplos.
Despliegue en un período amenazado, reconocimiento aéreo, rastreo, rastreo de armas
Un hombre un poco inteligente en la calle ve el curso de los eventos desde el medio - aquí ya estamos en guerra, aquí el enemigo AUG va a nuestras costas (uno), ahora somos su "Daga" (uno) ...
En realidad (incluso sin correcciones de reconocimiento, control de mando y las capacidades de la "Daga") esto no sucede, cualquier historia tiene un comienzo.
El comienzo de la historia llamada "conflicto militar" es el despliegue de fuerzas y activos por parte del enemigo en el teatro de operaciones (o teatros) con los que luchará. Esto suele ir acompañado de muchas señales de reconocimiento, como un cambio en la naturaleza del tráfico de radio, la aparición de nuevos puntos de radio, el tráfico intenso en las bases militares, la entrada al mar de más barcos de lo habitual, y muchos otros.
Para ocultar tales preparativos, el enemigo ha estado llevando a cabo estos despliegues de antes de la guerra bajo la apariencia de ejercicios durante muchos años. Donde resulta engañar a la inteligencia del bando defensor. En general, aprende a sorprender e incluso intenta hacerlo de manera realista.
Desde la época de S.G. Gorshkov, hay un truco contra tal chatarra: la famosa "pistola en el templo del imperialismo", un barco de superficie asignado a la agrupación naval del enemigo, que lo rastrea y no permite (si es posible) separarse de él.
Un barco así es siempre visto por el enemigo como una amenaza y encadena sus acciones. El enemigo simplemente no sabe lo que sucederá en caso de acciones agresivas de su parte: el propio barco de rastreo lo atacará o una poderosa salva de misiles vendrá de algún lugar de su objetivo ... Tienes que comportarte con cuidado.
El barco patrulla "Hot" del Proyecto 1135 está siguiendo al portaaviones estadounidense "Nimitz" y su escolta, el 5 de febrero de 1979.
Seguimiento "duro": nuestro proyecto número 61 va de la mano de un portaaviones estadounidense. Pero esto todavía no es un rastreo de armas, sino simplemente un rastreo ejecutado audazmente, justo dentro de la orden del enemigo.
De hecho, estamos hablando de contener la escalada del conflicto.
S.G. Gorshkov dijo esto sobre el proyecto MRK 1234, pero, en general, esto es cierto en un sentido más amplio. Desde entonces, poco ha cambiado: en la era del reconocimiento por satélite y las redes informáticas, una nave de superficie sigue siendo el medio más confiable para evitar que el enemigo se pierda, pero este enemigo debe ser interceptado a tiempo y luego no se le debe permitir que se vaya. Para esto, el barco debe ser, en primer lugar, de alta velocidad, su velocidad máxima a una emoción dada debe ser mayor que la de un "oponente" típico, la capacidad de mantener esta velocidad durante mucho tiempo de acuerdo con la confiabilidad de la planta de energía - también, en las condiciones de la zona de mar lejano, esto a menudo también requiere Buena navegabilidad y alcance de crucero: el enemigo no debería poder conducir el barco de rastreo antes de quedarse sin combustible. Esto ya implica algunas dimensiones para el barco y anula las ideas de los soñadores sobre la "flota de mosquitos", aunque en la zona cercana al mar tales tareas pueden ser realizadas por RTO, solo RTO "normales", como el nuevo Karakurt, y no barcazas de misiles del tipo Buyan. -M ".
En la misma etapa, NK comienza a interactuar con la aviación en la costa, mientras que en la parte de reconocimiento. Esto puede deberse al hecho de que el reconocimiento aéreo tendrá que dirigir la nave hacia el enemigo. O viceversa. Si la nave encontró al enemigo en sí, pero este último se separó de él, entonces es necesario que alguien ayude a "restablecer el contacto", rápidamente, a partir de la última información recibida de la nave sobre la ubicación del objetivo, encuéntrelo y transfiéralo al mismo barco, o, si la diferencia en la velocidad del barco y el grupo de barcos enemigo no le permite alcanzarlo rápidamente, entonces otro barco opera en esta área. Lo que requiere un cierto número de barcos.
El segundo punto importante es que los aviones de ataque deben estar listos lo antes posible de acuerdo con la información de la nave para volar, realizar un reconocimiento adicional del objetivo y asestar un poderoso golpe contra él, que lo destruiría. Es decir, la sede comienza a trabajar en combate ya en esta etapa.
Por tanto, queda claro que en cualquier caso se necesitan al menos algunas fuerzas superficiales. Y que formen un sistema único con la aviación, en el que cada lado cumpla con su parte de la tarea común.
El hecho de que un barco de superficie no se comunique o se rompa con él con un alto grado de probabilidad significa el comienzo de una guerra.
Si esto no sucedió, pero la situación se agrava y el liderazgo político del país llega a la conclusión de que el riesgo de un conflicto militar está creciendo, entonces de rastrear a NK pasan a rastrear con armas. Es decir, no solo se lleva a cabo la persecución constante del grupo de naves enemigas, sino también la determinación continua de sus parámetros de movimiento y la emisión constante de designación de objetivos a las armas de misiles, que se preparan para el uso más rápido o inmediato. En casos especialmente "agudos", la orden se puede dar por adelantado. Y al comienzo de un aumento masivo de un grupo aéreo desde un portaaviones o lanzando misiles de crucero (o cualquier otro) desde barcos de misiles enemigos, serán atacados de inmediato. Sin embargo, este no es un caso ordinario.
El barco que realiza el seguimiento directo se encuentra ahora en una posición en relación con el enemigo desde el que se pueden utilizar las armas. Junto con él, otras naves pueden comenzar a actuar, listas para atacar también al enemigo.
Y si contra los barcos del seguimiento directo de la Armada de los EE. UU. Se desarrolló su propia y bastante efectiva táctica de "contra seguimiento", entonces con la recepción táctica de la Armada soviética "el seguimiento con armas" (desde una larga distancia) la Marina de los EE. UU. Fue mucho peor.
Separados de los barcos de rastreo, se forman grupos de ataque navales, listos para lanzar una salva de misiles al enemigo en el centro de control externo. Otros grupos de barcos enemigos también son monitoreados por armas. La preparación para el combate de la aviación aumenta en este momento, hasta la preparación (temporalmente) número 1 (preparación para el despegue inmediato, aeronave al inicio, armas suspendidas, motores probados, pilotos en cabinas, conjunto de misiones de combate, equipo de aeronaves) con todas o parte de sus fuerzas.
Vale la pena prestar atención al hecho de que en este momento las cualidades de los barcos son clave: la capacidad de permanecer en un área determinada durante mucho tiempo y perseguir al enemigo. Es fundamental en esta etapa mantener el seguimiento del arma y he aquí por qué.
En la era de los misiles, algo como adelantarse al enemigo en la primera salva se ha vuelto crítico. El significado de esto es bien conocido por los militares, pero entre la gente común se puede escuchar constantemente quejas de que "de todos modos, Estados Unidos y la OTAN tienen superioridad en las fuerzas, nunca podemos compararnos con ellos, no hay nada que siquiera intentar". Y luego hay una propuesta de rendición o un mantra sobre la inevitabilidad del suicidio nuclear.
Por desgracia, los políticos aparecen principalmente por la composición de los habitantes, por lo que el tema debe aclararse por separado.
Entonces, tenemos un enemigo con 20 buques de guerra, que se combinan en dos grandes destacamentos de 10 buques cada uno. Llamémoslos el término americano "Surface Combat Group" - NBG. Cada uno de los grupos es monitoreado por un destacamento de buques de guerra (OBK), capaz de ejecutar una descarga de todos sus misiles antibuque al mando. Digamos que tenemos cuatro barcos en cada uno de los destacamentos, un total de ocho, misiles antibuque en cada barco, 8 unidades, 32 en total para 10 objetivos.
La proporción de fuerzas en los barcos es de 20 a 8, o de 2,5 a uno a favor del enemigo. Digamos que "ganamos" la primera salva - los barcos de nuestro OBK, rastreando el NMC del enemigo con la ayuda de medios pasivos RTR y UAV, con misiones periódicas de reconocimiento de helicópteros a bordo, en el momento de recibir la orden de atacar, tenían datos precisos sobre el enemigo. El enemigo logró engañar, utilizando la colocación de blancos falsos, maniobrando embarcaciones no tripuladas con reflectores de esquina, el acercamiento de helicópteros y UAV desde el lado de una orden falsa y otras medidas que en todo caso deben ser seguidas. Como resultado, nuestra descarga se dirigió primero al objetivo, y la descarga del enemigo fue casi por completo en una orden falsa, "capturando" sólo uno o dos barcos en ambos OBK.
Supongamos que el enemigo derribó algunos de los misiles, algunos fueron "no para sus propios" objetivos, un par de tres se rompieron y no alcanzaron. Como resultado, la descarga le costó al enemigo seis barcos en cada destacamento, en parte destruidos a la vez y en parte perdieron su velocidad y efectividad de combate. El enemigo pudo destruir un barco en un OBK y dos en el segundo.
¿Cuál fue el equilibrio de poder? Ahora el enemigo tiene dos grupos de batalla de 4 naves cada uno, un total de 8. Nos quedan 3 en un destacamento y 2. La proporción general de fuerzas a favor del enemigo de 20 a 8 se ha convertido en 8 a 5. ¿Entendido?
Así es como debería haber disparado la “pistola en el templo” del SG Gorshkov. Un enemigo con una ametralladora es más fuerte que un tirador con una pistola, pero no habría tenido tiempo de disparar. Y podría haber funcionado.
En una guerra de "misiles", la superioridad numérica se evalúa de manera diferente. Y lo más importante, es mucho más importante quién descubrió primero y clasificó correctamente sus objetivos, y quién ganó la primera salva. Los estadounidenses tienen un eslogan, una vez dicho por el gurú de las tácticas de la era de los misiles, el capitán Wayne Hughes:
En nuestro país, la lucha por la primera salva también fue y es de gran importancia. Aquí hay una cita del último Comandante en Jefe de la Armada de la URSS V.N. Chernavin:
Pero para la prevención, es necesario que los portadores de misiles estén a una distancia de salva del enemigo y que tengan suficiente información sobre el enemigo para obtener un control de mando. En la Armada de la URSS, estos eran submarinos portadores de misiles de crucero y barcos de superficie. En nuestro ejemplo, barcos de superficie. En teoría, la aviación se puede utilizar en el primer ataque. Pero en la práctica, un intento de hacer esto puede llevar a una pérdida de sorpresa y al enemigo a comprender que comenzamos primero. NK, "disparando" según los datos del barco de seguimiento (y él mismo también participa en el ataque), esta sorpresa se proporciona bajo la condición de seguimiento continuo y exitoso con la transferencia del control central. Y además, el seguimiento continuo de la aviación es muy caro.
La Armada soviética a gran escala apuntó a las fuerzas estadounidenses bajo este esquema dos veces: en 1971 en el Océano Índico y en 1973 en el Mar Mediterráneo. En ambos casos, la reacción de la Marina de los Estados Unidos fue extremadamente dolorosa.
Así, en la etapa previa al inicio de las hostilidades, el papel de los buques de superficie es muy importante, así como de la aviación que los apoya, principalmente de reconocimiento.
Con el inicio de la "fase caliente" todo cambia. La importancia de los aviones de ataque está aumentando drásticamente, mientras que el papel de los barcos como arma de ataque disminuye, pero no desaparece. Y además, siguen siendo necesarios con urgencia.
Guerra
Independientemente de los "resultados" del intercambio de las primeras salvas, ahora (con el inicio de las hostilidades) las fuerzas enemigas deben ser destruidas urgentemente. Y aquí los aviones serán el violín principal. Son precisamente propiedades de la aviación como la velocidad, la posibilidad de realizar ataques masivos, repetir estos ataques al cabo de poco tiempo y continuar las hostilidades, incluso habiendo perdido parte de sus fuerzas, las que hacen de la aviación el arma principal. Pero también habrá demanda de barcos.
Volvamos a nuestra situación con el intercambio de voleas, la primera de las cuales, por ejemplo, ganamos. El equilibrio de poder después de la batalla cambió a nuestro favor. Pero excluye el desarrollo del éxito de los barcos. En un caso, nuestro OBK de dos barcos debe atacar cuatro. En el otro, tres de nuestros barcos deben atacar a cuatro. Además, nuestros barcos no tienen misiles antibuque, se utilizan. Algunas de las armas antiaéreas también se utilizaron al repeler un ataque enemigo y golpear sus vehículos aéreos no tripulados y helicópteros. Es decir, tendrás que acercarte al rango de artillería. Con un equilibrio de fuerzas diferente o información precisa de que el enemigo ya no tiene misiles, y no hay helicópteros armados con misiles antibuque, esto podría y debería hacerse, pero en una situación de incertidumbre que tenemos, este es un riesgo inaceptablemente alto.
Por lo tanto, ahora los barcos están monitoreando continuamente la situación, transfiriendo el control de mando a otras fuerzas. Y solo si es posible, acaban con el enemigo.
Y la "costa" levanta los aviones para atacar. El enemigo puede tener bastantes misiles antiaéreos. Y, quizás, se necesitará más de un ataque para destruirlo. Luego, los destacamentos de buques de guerra se encargarán de guiar a las fuerzas de ataque aéreo desde la costa hasta que el enemigo quede completamente destruido. También son responsables de las tareas de rescatar a los pilotos de los aviones derribados, evaluar los resultados reales del ataque y (si es necesario) acabar con los barcos enemigos supervivientes, así como recoger a los miembros supervivientes de sus tripulaciones del agua.
Naturalmente, esto ni siquiera está cerca. De hecho, mucho más depende de los barcos. Entonces, todas las construcciones mentales anteriores pueden ser canceladas por el clima. Un viento lateral banal sobre la pista, si es demasiado fuerte (y recordamos de las latitudes en las que se ubica nuestro país), significa que los aviones están encadenados al suelo, no pueden atacar, ni siquiera dispersarse y salir del impacto. En tales condiciones, la tarea de destruir al enemigo o interrumpir la oportunidad de atacar por él recaerá completamente sobre las fuerzas de la superficie, que son mucho menos sensibles al clima.
Esto es especialmente importante en la lucha contra un enemigo con portaaviones. Para ellos, el viento en sí no es un problema en absoluto. El portaaviones simplemente gira hacia el viento y, si es demasiado fuerte, se ralentiza y puede elevar el avión. Si el enemigo tiene aeródromos “amigos” en tierra donde se pueden aterrizar aviones en lugar de un portaaviones, entonces el problema es aún más agudo. Un portaaviones puede levantar aviones para atacar en tal clima y con tal balanceo, en el que no podrá sentarse en cubierta más tarde. Nuestros aviones están en pie. Esto es, por supuesto, una emergencia, generalmente no se hace de esta manera. Pero es posible.
Otro factor insuperable es que son las fuerzas de superficie las que se enfrentarán primero al enemigo. Y si el enemigo gana la primera salva, comienza las hostilidades primero, entonces los barcos tendrán que aferrarse a sí mismos y luchar sin la ayuda de aviones antes de que llegue el avión (y esto es, en cualquier caso, varias horas). Esto requiere mucho: desde el poder de los sistemas de defensa aérea y de guerra electrónica, hasta un stock de sus misiles antibuque y la presencia de vehículos aéreos no tripulados a bordo para reconocimiento y helicópteros armados con misiles. Y no hay elección.
Hay otro factor asociado con los submarinos enemigos. Si los submarinos del enemigo (SSGN) serán capaces de atacar al CD "desde debajo de la costa" (en ausencia de fuerzas efectivas de PLO y OVR), entonces el fin de nuestros aeródromos (se obtiene muy poco tiempo de vuelo, no tenemos tiempo para reaccionar).
Pero si se proporciona la zona cercana (y los barcos son muy importantes aquí), entonces la línea de uso de armas (CR) en los aeródromos se pospone significativamente, lo que aumenta drásticamente la estabilidad de combate de nuestra aviación.
¿Es posible prescindir de los barcos en operaciones contra las fuerzas de superficie enemigas? Miramos el mapa. La línea roja está cerca del límite, al que puede llegar un avión de la familia Su-35 sin armas de ataque, pero solo con misiles aire-aire y un número razonable de tanques de combustible externos (Su-34, 35 los tienen). La distancia de esta línea desde el aeródromo de Severomorsk-3 (indicado por el letrero convencional "aeródromo de tercera clase", de hecho es de primera clase, pero es incómodo de trazar) es de unos 3 kilómetros. Este es el límite teórico de hasta dónde puede llegar el reconocimiento aéreo. No es difícil ver que tendrá que explorar vastas áreas para encontrar "contacto". Entonces todavía necesita ser clasificado, para establecer cuáles son exactamente estos objetivos. Y luego, en condiciones de oposición continua de las fuerzas enemigas (incluida a veces la aviación), rastree la posición del objetivo hasta el momento del impacto.
Se trata de una tarea extremadamente difícil, cuya viabilidad es muy cuestionable. Las naves de superficie se pueden desplegar de tal manera que conviertan esta línea de búsqueda (esencialmente) en áreas pequeñas. Después de todo, teniendo fuerzas de superficie en el mar, podemos saber exactamente qué donde no hay enemigo.
Y esto reduce drásticamente las posibles áreas en las que se encuentra. Además, si hay fuerzas de superficie que ganaron la primera salva (por lo que deberíamos luchar en cualquier caso), en el momento del primer ataque aéreo, tendremos que lidiar con un enemigo mucho más débil. También elimina el problema de mantener el "contacto" desde el momento en que se detecta al enemigo hasta el momento del ataque.
A continuación, prestemos atención a una línea más: la verde.
Esta es una línea teórica en la que un avión de la familia Su-27 (el mismo Su-30SM o Su-34) puede lanzar un ataque sin repostar en el aire. A unos 1 km de Severomorsk-000, tal vez un poco más.
Kh-35 bajo el ala de un Su-34 que despega. El resurgimiento de la aviación de ataque naval se puede iniciar al menos a partir de esto.
Por lo tanto, desde el momento en que se detecta el objetivo y hasta la línea en la que podemos hacer caer "fuego del cielo" sobre él, hay una brecha bastante grande. Y también debería estar cerrado por barcos y, posiblemente, submarinos.
Naturalmente, hay muchos matices. Por ejemplo, el hecho de que necesitarán proporcionar defensa aérea para tales acciones. Pero garantizar la estabilidad de las fuerzas en combate es un tema aparte. Como último recurso, tenemos el mismo Kuznetsov, que, quizás, nos permitirá ganar tiempo dentro de esta brecha de 500 kilómetros. Sin embargo, no se puede reparar de ninguna manera. Hay otras soluciones, más "sangrientas" para nosotros, pero que también funcionan.
La línea amarilla es la última línea de defensa, dentro de la cual pueden luchar los barcos de misiles Su-24, MRK. Después de ellos, solo helicópteros, BRAV y fuerzas terrestres con la Fuerza Aérea.
Hay un factor más que claramente requiere el uso de fuerzas superficiales.
Factor tiempo
Ahora consideremos una cuestión de tiempo. Supongamos que desde el momento en que el regimiento aéreo recibió la tarea de atacar a las naves de superficie enemigas y hasta el ataque en sí, pasaron 3 horas. A partir de este período, el enemigo, independientemente de las pérdidas sufridas (si no son absolutas), se adelanta en el tiempo.
Supongamos que solo podemos lanzar un regimiento en este grupo de superficie, el resto está ocupado con otras tareas.
Luego tenemos que, habiendo sobrevivido al ataque, el enemigo tiene unas 2 horas en las que el regimiento regresará al aeródromo y aterrizará. Luego, unos ocho más (esta cifra depende del tipo de aeronave y la rapidez del TEC y puede variar) para prepararse para una nueva salida. Y luego tres más para otro golpe. Total: 13 horas. Con un viaje de 25 nudos, el barco recorrerá 325 millas o 602 kilómetros durante este tiempo.
Por supuesto, en el mundo real, otra unidad aérea puede atacarlo durante este tiempo. Pero puede que no ataque. Dependerá del curso de las hostilidades, de la situación. ¿Quién cerrará la brecha de las 13:XNUMX? ¿Quién, al menos, si no acaba con el enemigo por completo después del ataque de los aviones, al menos no le permitirá actuar libremente? ¿Quién proporcionará a las aeronaves los datos del objetivo para el próximo ataque?
Solo fuerzas superficiales. Simplemente, no hay nadie más para realizar estas tareas con la confiabilidad requerida. En teoría, el reconocimiento aéreo podría, en algunos casos, proporcionar a los aviones de ataque información sobre la ubicación del objetivo. Pero ella es vulnerable. Incluso un enemigo que no sea un portaaviones puede simplemente solicitar cobertura de caza desde la costa. Y, si tal cobertura no puede proteger a los barcos contra un ataque masivo, entonces lo hará contra el reconocimiento aéreo.
De hecho, por supuesto, hablaremos sobre el uso complejo de las fuerzas de superficie y la aviación de reconocimiento (y, si es posible, golpe de todos modos), pero se trata de lo complejo. Por separado, mediante aviones, la tarea se resolverá muy mal... Sin embargo, lo más probable es que los barcos no lo resuelvan por separado. Al menos, con la relación numérica existente con el enemigo probable.
El problema de la defensa aérea y las acciones de los aviones de combate.
Hasta este momento, se trataba de acciones de aviones de ataque con base en la costa. Tiene sentido hablar del exterminio.Existe la opinión (y es muy común) de que los aviones de combate desde la costa pueden proteger a los barcos de superficie de los ataques aéreos. Veamos esto con números.
Digamos que colgamos el Su-35 con tanques de combustible y lo armamos con solo cuatro misiles aire-aire para que pudiera llegar a la “línea roja” (ver mapa) y permanecer allí durante una hora. No tendrá combustible para una batalla de maniobras. Es decir, podrá interceptar al máximo alcance y separación del enemigo con un PTB. No funcionará de otra manera. Restablecer el PTB significará que es imposible regresar a la base. Si alguien quiere fantasear con repostar en el aire, es posible que ni siquiera tengamos suficientes aviones cisterna para bombarderos. Por lo tanto, la presencia de un sistema de repostaje no es esencial en tal situación.
Luego contamos. Dos horas allí, una hora allí, dos horas atrás. Total cinco. Luego, servicio entre vuelos. Podemos decir con seguridad que para un Su-35 no será posible más de dos salidas de este tipo por día. En consecuencia, un par de Su-35 sobre el área de acción de las fuerzas de superficie de forma continua significa que tendremos que tener al menos 24 aviones en la costa. (No se tienen en cuenta ni las capacidades de los pilotos, ni las pérdidas, ni el hecho de que el 100% del equipo pueda estar alguna vez en buen estado, etc., etc. Es decir, se trata de estimaciones demasiado optimistas que en realidad son imposibles por un período de tiempo más o menos largo).
Surge la pregunta: "¿Podrá el enemigo hacer frente a un par de combatientes incapaces de maniobrar el combate?" Miramos el mapa, básicamente, mucho más cerca de los aeródromos enemigos (el mismo Keflavik). El enemigo tiene aviones AWACS de clase alta con un rango de detección de objetivos muy alto. Gran flota de repostadores de aviones. Y, lo más importante, sabe de antemano que solo hay dos interceptores.
De ahí la conclusión más simple. El enemigo siempre podrá lanzar tantos aviones al ataque como la cobertura aérea no pueda derribar. Recordemos la operación "Verpus". Nuestros cazas siempre estuvieron sobre el destacamento de los barcos de la Flota del Mar Negro y derribaron aviones alemanes. Pero el enemigo estaba formando un conjunto de fuerzas. Y al final, los barcos fueron destruidos.
Y a partir de esto, la siguiente conclusión: los barcos se defenderán. Y deben poder hacerlo. Esto no significa que necesitemos cruceros monstruosos con cientos de misiles antiaéreos. Necesitamos poder engañar a todo tipo de reconocimiento enemigo utilizando los mismos métodos que se describen en el artículo. “Guerra marítima para principiantes. Llevamos el portaaviones para atacar "... Y también actuar de forma conjunta por fuerzas dispersas, estableciendo un intercambio de información entre ellas. Usa misiles de crucero lanzados desde el mar contra los aeródromos enemigos. La armada debe utilizar esta arma en primer lugar para lograr sus objetivos operativos, y solo entonces para hipotéticos ataques contra la retaguardia del enemigo.
Necesitamos que la Fuerza Aérea no cumpla con las tareas del comandante de distrito (quien tendrá que protegerlo tanques desde el aire). Y libraron una guerra por la supremacía aérea en todo el teatro de operaciones, destruyeron aviones enemigos en el aire y en los aeródromos. Y sí, necesitamos nuestros propios portaaviones. Aunque algunas de las tareas (aunque con grandes pérdidas) se pueden realizar sin ellas.
¿Y a qué distancia de la costa (o del aeródromo donde se basan los aviones de combate) pueden contar los barcos con cobertura de combate? Los cálculos realizados en la URSS mostraron que en presencia de un campo de radar con una profundidad de 700 kilómetros o más, es técnicamente posible proporcionar cobertura a los barcos a una distancia de unos 250 kilómetros. Esto requirió una combinación de servicio aéreo de algunos combatientes y en el aeródromo de otros ꟷ.
Los documentos gubernamentales modernos admiten que justo "debajo de la costa" (a unas pocas decenas de kilómetros de ella) es posible cubrir barcos con aviones de combate desde el puesto de servicio en el aeródromo. Pero en nuestro caso estamos hablando de distancias completamente diferentes.
Pero lo que pueden hacer los cazas es brindar protección a los aviones de ataque.
En la época soviética, había muchas formas de cubrir el mismo avión de ataque o transporte de misiles navales. Los cazas podrían escoltar aviones de ataque hasta la línea de lanzamiento de misiles en el objetivo. Proporcione un tramo de "pasillo". Organiza una barrera en el aire, que cubrirá el vuelo del avión de ataque. En algunos casos, para imponer una batalla al enemigo en sus aeródromos, dando tiempo a los "trabajadores de choque" para volar al punto deseado. Podrían haber sido llevados por adelantado a la línea de lanzamiento de misiles por la aviación de ataque y aseguraron la superioridad aérea durante un corto tiempo en esta línea. Y aquí la situación es diferente: las fuerzas razonables de los aviones de combate son suficientes para tales cosas. Teniendo un regimiento de combatientes en tierra en una misión de combate, se puede enviar todo o casi todo.
Por ello, afirmamos que las capacidades de los aviones de combate (que trabajan para resolver misiones navales) son limitadas. Y debido a esto, debería centrarse principalmente no en los intentos de proporcionar defensa aérea de los barcos a gran distancia de la costa, sino en la protección o el apoyo de las misiones de combate de los aviones de ataque.
La solución al problema de la defensa aérea de los grupos de ataque navales en el mar debe resolverse con la ayuda de un conjunto de medidas, entre ellas la intensa lucha de nuestras fuerzas aéreas por la supremacía aérea en el teatro de operaciones, los ataques de la fuerza aérea y la flota (con misiles de crucero) en aeródromos con aviones enemigos para su destrucción, el uso de lucha contra aviones enemigos sobre el mar, camuflaje, introducción de reconocimiento enemigo por error, etc.
Al mismo tiempo, debido al hecho de que solo tenemos un portaaviones, debemos estar preparados para resolver problemas frente a pérdidas por acciones de aviones enemigos, lo que requiere un enfoque adecuado para elegir la relación entre los tipos de barcos en formación y su número.
Por que no submarinos
En tales acciones, los submarinos teóricamente pueden encontrar su lugar. Al igual que en la Armada Soviética, el principal portador de misiles guiados después de la aviación de transporte de misiles navales eran los submarinos con misiles de crucero, SSGN de varios proyectos.
Sin embargo, hoy el nivel de desarrollo de las fuerzas antisubmarinas de nuestros adversarios (OTAN y Estados Unidos) se ha vuelto tal que se cuestiona la preservación del secreto de los submarinos. Esto no significa que no sean aplicables. Pero esto significa que existen muchas dificultades en la forma de su aplicación. Por lo tanto, para ellos será fundamental para el comienzo de las hostilidades estar donde puedan atacar a las fuerzas de superficie enemigas. De lo contrario, tendrás que alcanzarlo. Y esta es una pérdida de secreto garantizada. Una nave de reconocimiento de sonar dentro de un radio de varios cientos de kilómetros del submarino ya puede detectarlo o asegurar su detección por otras fuerzas. Los métodos de evadir los ataques submarinos a los que pueden recurrir los barcos (estar a la deriva, camuflarse entre barcos civiles, alta velocidad, usar helicópteros, sistemas de supresión de ruido) no están disponibles para los submarinos.
De hecho, debido a los recursos que el enemigo invirtió en su defensa antisubmarina, nos encontramos en un “mundo inverso”, donde nuestros submarinos a veces serán más difíciles de esconder del enemigo que nuestros barcos. Es gracioso, pero en varios casos lo será.
Una de las razones es que el barco que ha dado la máxima velocidad, en condiciones hidrológicas reales por estar en el límite de la media, puede ser menos visible objetivo que un PLA a la misma velocidad.
Además, una nave típica capaz de asestar un poderoso golpe a las naves de superficie enemigas puede ser simple y barata, mientras que una SSGN no. El Ashes Quartet se erige como un portaaviones de ataque.
Todo esto no niega la importancia y necesidad de los submarinos, tanto en las guerras locales como en las globales. Pero en el caso de un enfrentamiento con los países occidentales, esto resultará ser un arma "de nicho".
Conclusión
Incluso para una flota casi desprovista de portaaviones, la presencia de aviones de ataque naval es una necesidad. Para Rusia, esto es especialmente cierto, debido a su ubicación geográfica y la fragmentación de los teatros de operaciones militares. Una maniobra rápida entre teatros de operaciones en nuestras condiciones solo la puede realizar la aviación.Al mismo tiempo, la naturaleza de la guerra en el mar implica que debe ser aviación naval, luchando bajo el mando general de las fuerzas de superficie, cuyos pilotos "hablan el mismo idioma" con los marineros y, en general, son "marineros voladores".
Los ataques contra objetivos de superficie requieren un entrenamiento diferente (al de la Fuerza Aérea) del personal de vuelo, el cuartel general, otra organización, esquemas tácticos, un nivel de interacción con los barcos de superficie inalcanzable para las fuerzas "no nuestras", la capacidad de actuar dentro del marco de un plan único con el resto de la flota y otros equipos. Y esto significa que la aviación debe ser marítima especializada.
Lanzamiento de un misil antibuque pesado "Brahmos" desde el Su-30 indio. Siendo formalmente una unidad aérea de la Fuerza Aérea, la aeronave Brahmos tendrá una especialización naval, pero no tendrá una interacción tan cercana con la flota. No debemos repetir este error, pero misiles X-61 Onyx similares han estado en servicio durante mucho tiempo.
También es obvio que el potencial de la aviación de ataque naval no se revelará sin las fuerzas de superficie. Lo contrario: la incapacidad de las fuerzas de superficie por sí solas para proteger al país y sus intereses también es cierto.
El problema es la defensa aérea de grupos de ataque navales y unidades de buques de guerra. Los aviones de combate desde la costa no podrán proporcionarlo, y la Federación de Rusia solo tiene un portaaviones y su futuro está en duda, así como la posibilidad de construir otros nuevos (este no es un problema técnico, sino "ideológico").
Pero en general, el hecho de que los barcos de superficie y la aviación naval tendrán que formar un solo complejo en la futura flota es obvio.
Este es el caso cuando 1 + 1 (NK + aviación) se convierte en más de dos. Un sistema de aviones y barcos de superficie que interactúan no se puede reducir en potencia a sus componentes. El mismo avión puede proporcionar a los barcos de superficie misiles anti-buque Zircon con datos para el desarrollo del centro de control, y serán lo suficientemente precisos para disparar.
Tarde o temprano, de forma amistosa (como consecuencia de la conciencia de la sociedad de las amenazas reales, no imaginarias, y sus intereses) o de mala manera (como consecuencia de la guerra perdida por estupidez), pero así se hará.
Intentos que han tenido lugar fueron estafados pero llegaremos a eso de todos modos.
Mientras tanto, tiene sentido establecer prioridades.
Terminemos con esta foto simbólica. Que sea profético.