domingo, 13 de junio de 2021

Asalto a la casa del gobernador: Las tácticas de Giachino

Giachino y sus tácticas de engaño en el asalto a la casa del gobernador


Los hombres de la patrulla de comandos anfibios comandada por Giachino habían logrado la capitulación del gobernador y de la guarnición de infantes de marina británicas. Los constantes cambios de posición de los comandos y el uso de granadas de aturdimiento hicieron creer a los infantes de marina británicos que estaban bajo el ataque de una fuerza numéricamente muy superior a la real (creían que eran 200 infantes cuando en realidad la patrulla de Giachino estaba compuesta por 16 comandos), lo cual resultó decisivo para obtener su rendición.

viernes, 11 de junio de 2021

La muerte del soldado Carlos Mosto

El santo de las trincheras





El 11 de junio del 82 fue a llevar café a los pozos de zorro. La esquirla de una bomba lanzada por los Harriers segó la vida de Carlos Mosto.­

POR NICOLAS KASANZEW || La Prensa

Le decían "el curita". Porque una de las maneras que tenía el soldado Carlos Mosto de confortar a sus camaradas de trinchera, era reunirlos para leer el Evangelio y rezar. Rezar incluso por los enemigos. También se ocupaba de conseguirles comida, hacerles curaciones, prestar su propio abrigo o simplemente distraerlos en momentos de peligro. A Mosto, estudiante de Medicina, no le tocaba ir a Malvinas, pero reemplazó en forma voluntaria a un soldado que estaba aterrado. Desde las islas alentaba asimismo a sus padres, enviándoles cartas plenas de amor, entereza, entrega a la voluntad divina y orgullo por estar defendiendo la bandera.­

Estaba destinado en el cuartel de Moody Brook, especialmente castigado por los bombardeos ingleses. Mas cuando había "alerta roja", y todos se guarecían, él salía del edificio para darle contención a sus camaradas. Eso mismo hizo el 11 de junio del 82: fue a llevar café a los pozos de zorro, cuando llegaron los Harriers. La esquirla de una bomba segó la vida de Mosto. Aunque transida de dolor, su madre me dijo: "Morir por Dios y por la Patria bien vale la pena"

lunes, 7 de junio de 2021

Top Malo House: El recuerdo del comando Horacio Losito

“¡No se rindan carajo!"




Por Nicolás Kasanzew || La Prensa

Trece comandos argentinos de la Compañía 602, exhaustos y calados hasta los huesos, han logrado guarecerse en un puesto ovejero a orillas del río Malo. Pero a la mañana son sorprendidos por los brits, que los doblan en número.

Desde el piso de arriba, en medio del fuego cruzado del enemigo y del producido dentro de la casa por los impactos, el teniente Ernesto Espinosa acribilla a los ingleses con su fusil de francotirador Mannlicher. Se le ha ordenado que salga de la ventana, pero hace caso omiso: “No, de acá puedo apoyarlos mejor”. Una certera granada de M79 le pega en el pecho y termina con su heroica vida. Pero gracias a la inmolación de Espinosa, el capitán Vercesi y el resto de los comandos, pueden salir y combatir.

Horacio Losito es el último en abandonar la casa. Apenas sale, una granada M79 explota detrás del teniente primero. Una esquirla lo hiere en la cabeza, lo arroja al suelo, y cae boca abajo, arriba del fusil. Tiene un zumbido terrible en los oídos, está sordo. Se siente quemado por dentro, totalmente aturdido, pero en unos segundos comienza a recuperar el control. Mueve las piernas, los brazos, y ve a cuatro o cinco ingleses, a unos 15 metros de distancia, que siguen disparando contra la casa con lanzagranadas M79. En un medio giro, Losito toma el fusil y abre fuego contra ellos en automático. Es que el selector de disparo en ametralladora se ha corrido en la caída, y por eso sale la ráfaga. Uno de los británicos cae y el oficial argentino aprovecha para correr hasta el río que habían cruzado el día anterior. Los disparos pican alrededor suyo en forma tan tupida, que la turba parece estar en ebullición.

El trayecto hasta el río es de unos 120 metros. Losito corre cinco o seis segundos, se arroja al suelo, abre fuego, se levanta y sigue corriendo. Cada vez que se yergue, prepara mentalmente el cuerpo para recibir un balazo, ya que no hay ningún tipo de cubiertas. Tras cruzar un alambrado, antes de llegar al río, encuentra un zanjón largo: le parece ideal para quedarse a combatir ahí y no seguir jugándole a la suerte corriendo.

Pero antes de poder parapetarse, recibe un tiro de fusil en el muslo derecho, que lo hace caer de espaldas al zanjón. Siente la pierna helada y al mismo tiempo el calor de la sangre que corre por ella; аdemás de la sangre que le empapa la cabeza. Pero tras la conmoción inicial, se dice: «¿Para qué tuve tanto entrenamiento de comando? ¡A ver! ¡A sobreponerse!”

Losito ve que los hombres del British Mountain and Arctic Warfare Cadre, un grupo de choque de la brigada de comandos del Reino Unido, avanzan contra él. Iba a hacerse un torniquete con su pañuelo de paracaidista, pero advierte que no hay tiempo para ello. Agarra el fusil y comienza a disparar, frente a esa avalancha, esa locomotora que se le viene encima gritando y haciendo fuego. Es el asalto final. El teniente primero ve que los ingleses van cayendo a medida que atacan, pero la munición se le está agotando. De los cinco cargadores, le queda uno, el último.

En eso ve cómo cae herido el sargento primero Humberto Medina, que estaba combatiendo delante suyo a la derecha. Medina pide auxilio y el sargento primero Mateo Sbert, que lo había sobrepasado, vuelve sobre sus pasos para socorrer al camarada. Con ello atrae el fuego enemigo hacia sí y cae abatido.

El combate prosigue, todo es confusión. De repente, Losito ve que en un codo de la zanja aparece el teniente primero Gatti, transmitiéndole la orden del jefe de sección: “No tire más, mi teniente primero, nos rendimos”. El capitán Vercesi ha evaluado la situación, tiene un alto porcentaje de bajas: dos muertos, seis heridos y la munición prácticamente agotada, сon lo cual ya no podría cumplir misión alguna. Y decide rendir la patrulla.

Pero Losito le grita a Gatti: “¡No se rindan, carajo! ¡Sigan combatiendo! ¡Y usted cúbrase, que está expuesto!” Todo esto se desarrolla en segundos, la secuencia es vertiginosa.

El teniente primero continúa disparando hacia su izquierda y de repente siente piques de fusil o pistola ametralladora, - porque son muy seguidos, - que provienen de la derecha. Ya está muy mareado por la gran pérdida de sangre, pero gira su cabeza y muy cerca, porque les pudo ver la cara, vienen corriendo, gritando y tirándole dos ingleses. Logra girar el fusil, dispara y le acierta a uno de ellos, que se desploma. Al otro, sin embargo, el más bajito, morocho, de tez olivácea, bien enmascarado, no le puede hacer fuego: ya no tiene control de su cuerpo por la enorme pérdida de sangre sufrida. Lo único que lo mantiene alerta era la adrenalina.

Losito se muerde los labios para no desmayarse, porque piensa que, si se deja ir, ya nunca recobrará el conocimiento. Como en cámara rápida reza, se encomienda a la Virgen María, le dice a su mujer “Disculpame, no voy a poder volver como te lo prometí”, se acuerda de sus hijos y espera que ese hombre parado en el borde de la zanja, apuntándole y gritándole algo, abra fuego.

Pero el inglés no dispara. Le está ordenando que levante las manos, porque tiene el fusil apoyado en su cuerpo. Como Losito no entrega el arma, lo agarra de la chaquetilla y lo saca de la zanja. De inmediato sabe que las heridas son graves. Le coloca una inyección de morfina en el muslo izquierdo, directamente, a través de la ropa, y le escribe una M en la frente, para que no le vayan a dar otra dosis. El británico está muy nervioso por la adrenalina del combate, grita, apoya una pierna encima de Losito, pero finalmente le dice: “Para tí ha terminado la guerra”.

El soldado se llama Raymond Say. El comando argentino lo contactó después de la guerra y conserva hacia él un sentimiento de admiración. “Un tipo recontra profesional, en el fragor del combate podía haber acabado conmigo, pero mantuvo el control de sí mismo”, me dice Losito.

-¿Cómo es que querías seguir combatiendo, Horacio, doblemente herido y ya solo?

- Espinosa, Estévez, protagonistas de actos heroicos que estremecen, no los realizaron espontáneamente. Fueron entrenados, educados en esa línea de valentía, en el curso de comandos. La boina de comando en el Ejército Argentino se lleva, por tradición, ladeada a la izquierda. Para lograr el efecto, hay que presionar ese costado. Los comandos lo hacíamos colocando encima de la boina una bala de fusil. ¿Qué simbolizaba esto? Después de agotar munición, hay que usar esa bala para no caer prisionero. La última bala es para uno mismo.

sábado, 5 de junio de 2021

Monte Longdon: Soldado Miguel Falcón y la valentía frente al enemigo

"Eso sólo lo sabe él"

Por Nicolás Kasanzew || La Prensa



¿Cómo murió el soldado conscripto del Regimiento 7 Miguel Angel Falcón, que participó del audaz contraataque del teniente Raúl Fernando Castañeda en Monte Longdon, la noche del 11 al 12 de junio?­

Tenían en frente un enemigo que parecía cada vez más numeroso con el correr de las horas. Los hombres de Castañeda trataban de responder a los ingleses con parejo caudal de fuego, para que no se envalentonaran. Al mismo tiempo les gritaban que se vayan y los insultaban. Los ingleses respondían con la misma moneda. Algunos conscriptos utilizaban la munición y las armas que le habían quitado a los enemigos muertos. ­


Soldado conscripto Miguel Angel Falcón.

A pocos metros de Castañeda, el fusil del soldado Miguel Angel Falcón no dejaba de escupir. De repente ocurrió algo insólito. Falcón se enfureció, salió de su posición, se plantó desafiante frente a los británicos y continuó disparando desde la cintura mientras los cubría de insultos. (Nota del administrador: El paracaidista Len Carver comenta en este video (minuto 1, aprox.) y en esta nota ser alcanzado por un soldado argentino que le gritó "Ey, hombre!" y luego le vació un cargador disparando en automático desde la cintura. Es probable que haya sido Miguel Falcón por el relato de cómo disparaba.) El teniente lo instó a que se protegiera, pero su voz se perdía en el ruido ensordecedor de los proyectiles. Aunque si lo hubiera oído, difícilmente le hubiera prestado atención. ­

Finalmente, una ráfaga de ametralladora segó al conscripto. Cayó de rodillas y cuando se desplomaba hacia adelante, el cañón de su fusil se clavo en el suelo, quedando su pecho apoyado sobre la culata. Parecía que estaba arrodillado rezando. Desafiando a su vez el fuego enemigo, el soldado Gustavo Luzardo se le acercó, lo recostó en el suelo, miró al teniente y con un gesto le dio a entender que Falcón había partido.­

¿Porqué actuó así? "Eso sólo lo sabe él", -me expresó el teniente Castañeda- Creo que ya no le importaba nada, estaba haciendo lo que realmente sentía. Dios lo había llamado y se iba feliz, sabedor de que había cumplido".­

martes, 1 de junio de 2021

Visión británica del proceso de identificación de soldados desconocidos

Los fantasmas de nuestros enemigos de las Malvinas que encontraron la paz ... al fin

Neil Darbyshire para el Daily Mail





El mensaje de radio se transmitió en el lenguaje brusco y demótico del escuadrón británico. —Hemos encontrado una rigidez en el monte Longdon, señor. En medio de un campo minado. ¿Qué hacemos?'

Era el cuerpo de un recluta argentino, probablemente muerto durante la retirada caótica final en Port Stanley cuando las fuerzas británicas se acercaron, apoyadas por un intenso fuego de artillería.

No hubo tiempo para el entierro, o probablemente ni siquiera para las oraciones mientras sus camaradas corrían a cubrirse.

Poco más que un niño, no llevaba placa de identificación ni identificación obvia. Solo una víctima desconocida abandonada de la guerra.

En el otro extremo de la línea estaba Geoffrey Cardozo, entonces un joven capitán de la Guardia de Dragones que operaba desde una escuela reconvertida en la capital de las Malvinas.

La amarga guerra por el control de las islas había terminado unas semanas antes y se le encomendó la tarea de cuidar los problemas de bienestar y disciplina después de la victoria.


Prisioneros argentinos recogen a los muertos después de la Batalla del Monte Longdon en 1982


Pero como todos los demás estaban almorzando ese día, decidió que debía responder a la llamada.

Fue el comienzo de un extraordinario viaje de detección y descubrimiento que llevaría a la nominación de Cardozo 39 años después para el Premio Nobel de la Paz 2021.

Lo llevaría a campos minados tanto políticos como reales, lo vería forjar una asociación profunda con un hombre del otro lado del conflicto y cerraría un poco las afligidas madres argentinas cuyos hijos habían sido asesinados en acción.

"Todos éramos soldados", dice Cardozo. "Hacemos el mismo trabajo, nos reímos de los mismos chistes, sabemos lo que es tener un amigo policía a tu lado. Inglés, argentino, realmente no hay diferencia ".

Los popios antepasados ​​de Cardozo eran de origen portugués y se establecieron en el comercio del té de Londres desde el siglo XVII.

“Cuando me fui a las Malvinas, recibí el abrazo más increíble de mi madre. El tipo de abrazo largo y fuerte que no había tenido de ella desde que tenía cinco o seis años. No se dijo nada, pero supongo que sabía muy bien que existía la posibilidad de que no regresara.

“No pensé mucho en eso en ese momento, pero recordé cuando vi ese primer cuerpo en Longdon. Él también tenía una madre ".

Armado con una referencia de cuadrícula, Cardozo interrumpió la pausa del cigarrillo de un piloto de helicóptero y poco tiempo después lo bajaron al campo minado con una cuerda.


Geoffrey Cardozo, fotografiado en 1982, cerró el duelo de las madres argentinas y obtuvo una nominación para el Premio Nobel de la Paz 2021 en el proceso

El ejército argentino había enterrado artefactos explosivos en la mayoría de los accesos principales a Stanley, a menudo de forma fortuita. Limpiarlos fue una tarea hercúlea, completada solo a fines del año pasado.

`` Me agaché y hurgué un poco con un pie para comprobar que era seguro. Y ahí estaba él. Un joven de 18 o 19 años. Tuve que tener cuidado de que no tuviera ninguna granada lista para estallar, pero luego vi su cara.

`` El frío lo había conservado, por lo que parecía casi vivo. Y tan joven. Solo pensaba en mi madre. Y su dolor.'

Ese fue el momento en que Cardozo decidió asumir la responsabilidad de reunir, grabar, volver a enterrar y hacer todo lo posible para darle un nombre a cada militar argentino muerto en combate.

Su oficial al mando, el general de división David Thorne, se mostró inmediatamente a favor y le dio su apoyo. Pero fue un trabajo agotador. "Siguieron llegando hasta que se encontró un proverbial tsunami de cadáveres".

Algunas simplemente se habían dejado a la intemperie o se habían descubierto en recovecos entre riscos. Otros habían sido enterrados en tumbas poco profundas al borde de la carretera. Y había fosas comunes en Stanley, principalmente de soldados muertos por bombarderos Vulcan, disparos navales o bombardeos de artillería.

"Sabíamos que teníamos que desenterrarlos, darles un entierro decente". Pero, ¿cómo y dónde?

La política de ambos lados fue tóxica. Los isleños, comprensiblemente todavía profundamente amargados por la invasión, no querían un santuario para el enemigo en sus propios cementerios en Stanley o cerca de ellos.


Royal Marines custodia a los prisioneros argentinos durante la Guerra de las Malvinas en 1982

El gobierno argentino tampoco los quería de vuelta. Aunque el general Galtieri y la mayor parte de su junta habían sido depuestos, todavía existía una sensación de profunda humillación nacional por la derrota.

Una procesión de los ataúdes descargados en Buenos Aires solo serviría para agravarlo y enfatizaría el terrible costo humano de esa fallida aventura arrogante.

La idea de "repatriar" a los caídos también provocó problemas. En lo que respecta a Argentina, los muertos ya estaban en tierra natal.

Devolverlos al continente, creían los nacionalistas, podría debilitar su reclamo de soberanía.

Entonces, habiéndose embarcado de buena fe en una misión humanitaria, Cardozo se encontró en medio de una pesadilla diplomática.

Finalmente, dos cosas rompieron el impasse. Primero, Buenos Aires dio permiso para que sus bajas fueran exhumadas donde fuera necesario y enterradas juntas en las Malvinas. En segundo lugar, el administrador de una granja llamado Brook Hardcastle ofreció un terreno cerca del asentamiento de Darwin como posible sitio para un cementerio.

Teniendo en cuenta que Hardcastle estuvo detenido durante todo el conflicto, fue un gesto magnánimo.

Darwin era un lugar apropiado, el sitio del primer compromiso real por la tierra y un remanso de paz con una belleza cruda de las Hébridas.

Las cosas empezaron a moverse rápidamente. En dos días, un representante de la Commonwealth War Graves Commission voló, inspeccionó el sitio y lo aprobó.

A mediados de diciembre de 1982, Cardozo estaba de regreso en Londres (después de haber cambiado su uniforme de faena embarrado por una camisa y un traje prestados a toda prisa del Club de Guardias y Caballería en Piccadilly) seleccionando posibles enterradores y enterradores de una lista elaborada por el Ministerio de Defensa.

Y así fue como el 19 de febrero de 1983, 220 militares argentinos fueron enterrados formalmente con honores militares en una suave pendiente de turba en las afueras de Darwin.

El general Thorne asistió, junto con Cardozo y un destacamento de los Royal Hampshires y Royal Engineers, quienes limpiaron y construyeron el cementerio.



Un familiar argentino de una víctima de la guerra asiste a la tumba de un ser querido caído

Dirigida por el representante del Vaticano en las Malvinas, la ceremonia fue de reflexión sombría y profundo respeto. Un grupo de diez hombres disparó una andanada de saludo sobre las tumbas y el clarín hizo sonar The Last Post.

Este era un grupo de soldados honrando a otro, sabiendo que de no haber sido por la gracia de Dios, sus posiciones podrían haberse revertido fácilmente.

Las cruces blancas en forma de cuadrícula recordaron los cementerios de la Primera Guerra Mundial en Francia. El epitafio en 114 de esas cruces también era inquietantemente familiar: un soldado argentino conocido por Dios.

Cardozo había sugerido esas palabras, que para él tenían una resonancia particular. Su abuelo había sido gravemente herido en el frente occidental en el mismo compromiso de 1915 que el hijo de Rudyard Kipling, John, cuyo cuerpo nunca fue encontrado.

Kipling viajó a Francia en una búsqueda infructuosa de noticias sobre su hijo, y su inquietante poema 'My Boy Jack', aunque no directamente sobre él, hizo eco del dolor y la incomprensión de todos los padres que habían dado a sus hijos 'al viento y la marea. '.

Más significativamente, fue Kipling a quien se le ocurrió la inscripción 'Un soldado británico conocido por Dios', inscrita en las tumbas de los muertos en la guerra de 1914-18 pero cuyos cuerpos estaban muy mal mutilados o enterrados demasiado en Flandes o Somme. barro para ser identificado. Eran simplemente los desaparecidos.

Cardozo estaba decidido a que aquellos de sus cargos argentinos a quienes eventualmente se les pudiera dar un nombre, lo serían.

"Estaba seguro de que estos niños serían reclamados y exhumados en un futuro próximo, así que pensé que debíamos preservarlos lo mejor que pudiéramos", dice.

"Cada cuerpo fue colocado, envuelto en un sudario de algodón blanco, luego en tres bolsas para cadáveres una dentro de la otra y finalmente el ataúd".

De manera crucial, Cardozo mantuvo un registro meticuloso de todo lo relacionado con el lugar donde se había encontrado cada cuerpo, dónde estaba ahora y todo lo que se sabía sobre él.

Para los muchos que no llevaban placas de identificación u otra identificación, las pistas se reunieron a partir de cartas u otros efectos personales recuperados a través de búsquedas a menudo horripilantes de los restos.

Su informe final es un modelo de erudición minuciosa y detallada. Pero todavía sentía que su trabajo estaba a medio hacer.

“Cuando salía de las islas en un [avión] Hércules, primero pensé, Geoffrey, hiciste lo mejor que pudiste. Segundos después me di cuenta de que con la mitad de los cuerpos aún sin identificar, no había hecho mi trabajo. Fue como si me hubieran golpeado con un martillo ".

Avance rápido un cuarto de siglo. Cardozo había terminado su carrera militar como coronel y trabajaba para una organización benéfica de ayuda a los veteranos.

Hablando español con fluidez, se le preguntó en 2008 si interpretaría a un veterano argentino que investiga los efectos del trastorno de estrés postraumático en quienes lucharon en las Malvinas.

Fue casi una serendipia divina.

Julio Aro había sido un recluta de 19 años durante el conflicto y unas semanas antes había visitado el cementerio de Darwin en un intento por "encontrar al Julio que había dejado atrás". Se sorprendió al encontrar 122 cruces allí (ocho más habían sido enterradas desde 1983) sin nombre.

Regresó a Argentina y le preguntó a su madre cómo se habría sentido si él fuera uno de esos soldados desconocidos. Ella respondió: "Te habría buscado hasta el final de mi vida".

Aro decidió descubrir tantas identidades como pudiera. Las pruebas de ADN ya estaban bien establecidas, por lo que si podía rastrear a los parientes cercanos y persuadirlos para que dieran muestras de ADN, el problema de la identificación podría resolverse.

Implicaría la exhumación, para la que se requerían todo tipo de permisos. Pero fue posible.

Se podría haber pensado que rastrear a las familias de los militares desaparecidos era un asunto bastante sencillo. Consulta la lista oficial, localiza las direcciones y contacta.

No en Argentina. Si existía una lista oficial, ciertamente no se estaba haciendo pública. La guerra era todavía un recuerdo doloroso y ni el gobierno, ni el ejército ni las organizaciones de derechos humanos querían saberlo. Estos hombres y sus familias estaban siendo borrados de la memoria silenciosamente por conveniencia política.

Hubo otro problema importante. Aro no tenía un mapa de cuadrícula del cementerio de Darwin ni información sobre los ocupantes de las tumbas individuales. Entonces, incluso si pudiera obtener una muestra de ADN, verificarla podría implicar desenterrar docenas de cuerpos al azar. ¿Sería eso realmente aceptable?

Luego, quizás en el momento más extraordinario de esta notable historia, mientras Aro detallaba estas dificultades aparentemente insuperables, el hombre sentado a su lado y traduciendo sus palabras también era el hombre que tenía la mayoría de las soluciones.

En la terminal del aeropuerto de Heathrow, Cardozo le entregó a Aro una copia de toda su investigación. Más tarde también le daría un video de la ceremonia fúnebre de Darwin de 1983, para mostrar la dignidad y el honor que el ejército británico había otorgado a sus camaradas caídos.

Era el catalizador que necesitaba Aro. Luego creó una organización cuya traducción al inglés es "No me olvides" y, con la inestimable ayuda de la periodista y ex corresponsal de guerra Gaby Cociffi, se dedicó a localizar a las familias con nuevo vigor.

La mayoría sospechaba al principio, como explica Gaby. "Las personas manejan el dolor de diferentes maneras. Estas madres sintieron que habían sido olvidadas y que nadie se preocupaba mucho por ellas o sus hijos. Entonces se preguntaron por qué nos importaba después de tanto tiempo.

“Algunos actuaron como si sus hijos aún estuvieran vivos, manteniendo sus habitaciones iguales, sus bicicletas, hablando con ellos, incluso preparándoles lugares en la cena de Navidad. Quizás en realidad no querían pruebas de que estaba muerto. Otros sintieron que habían llorado tanto y durante tanto tiempo que ya no podían llorar ".

Pero finalmente la mayoría se dio cuenta, en gran parte porque el video de 1983 y el plan del cementerio de Cardozo anularon las teorías de la conspiración de que el cementerio de Darwin era una farsa y que los cuerpos habían sido arrojados sin ceremonias en fosas comunes.

En 2016 Londres y Buenos Aires sancionaron a la Cruz Roja para realizar exhumaciones y controles de ADN. En otro giro, Gaby contó con la ayuda de Roger Waters de Pink Floyd, cuyo propio padre estaba entre los desaparecidos presuntamente muertos en Anzio en la Segunda Guerra Mundial.

Mientras estaba de gira en Argentina, presionó con éxito a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner para que le brindara su apoyo.

El asiduo mantenimiento de registros de Cardozo y su previsión al envolver los cuerpos en agudos hicieron que el trabajo de identificación fuera infinitamente más fácil de lo que hubiera sido de otro modo.

"En 2017, cuando la Cruz Roja finalmente los desenterró, me sorprendió descubrir que, aunque los ataúdes se habían desintegrado, los cuerpos dentro de las tres bolsas estaban casi intactos".

Dos años más tarde, 89 familiares de los desaparecidos caminaron juntos por el camino empedrado hasta el cementerio de Darwin para finalmente poner nombres en las tumbas de sus hijos perdidos. Algunos se quedaron llorando en silencio, otros hablaron con sus hijos, llevaron regalos, les contaron todas las noticias familiares que se habían perdido.

“Llegaron con paso tan pesado pero se fueron con la cabeza en alto y quizás con un nuevo sentido de orgullo”, dice Cardozo. "Por supuesto que no querían que sus hijos murieran, pero al menos ahora saben cómo, dónde y que murieron por su causa".

El año siguiente se llevó a cabo otra ceremonia y se están planificando otras después de la emergencia de Covid.

Solo siete cuerpos aún están sin identificar. Por lo general, Aro, Gaby y Cardozo, aunque complacidos de que su trabajo haya producido resultados tan reconfortantes, creen que estará incompleto hasta que a cada cruz se le haya dado un nombre.

El proceso de selección del Premio Nobel de la Paz está envuelto en secreto, pero se entiende que la lista final final será elaborada (por un panel no identificado) en el próximo mes.

Las opciones son muy políticas y, a veces, controvertidas. Cardozo está naturalmente encantado con su nominación, pero no contiene la respiración. Tiene su recompensa.

“Ver a una madre poner flores en la tumba de su hijo por primera vez 36 años después de perderlo es un momento increíble.

“A la salida del cementerio, una madre se volvió hacia mí con lágrimas en los ojos, y extendí la mano para secarlas, lo que me dejó hacer.

"No hay premio, incluido el Premio Nobel, que es mayor que eso ".

miércoles, 26 de mayo de 2021

La logística como espina dorsal del despliegue militar

¿Crees que la logística es aburrida? Aquí tienes 14 razones por las que estás totalmente equivocado


Tom Ricks || Task and Purpose



Carga con eslingas en Malvinas


Esta lista de lectura está extraída, con permiso, del sitio web inteligente "Logistics in War":

  1. De Clausewitz, On War, el estratega aprenderá cómo la logística determina la "forma o factor" de las operaciones.
  2. Desde Jomini, El arte de la guerra, el comandante verá cómo la logística son los "medios y arreglos que elaboran los planes de estrategia y táctica".
  3. Desde Thorpe, Pure logistics, el comandante verá la forma en que la logística "prepara el escenario" para las operaciones.
  4. De Eccles, Logística en la defensa nacional, el logista estratégico conocerá los procesos de conexión de la economía con el campo de batalla. El comandante operativo aprenderá que la logística requiere control y supervisión para que sea eficiente y eficaz.
  5. Desde Magruder, Problemas de logística recurrentes como los he observado, al comandante táctico se le mostrará la importancia de contar con tropas de logística bien entrenadas, y que el tiempo se gana en el conflicto al tener una logística de avance / avance efectiva desde el principio.
  6. Desde Van Creveld, Supplying War, se le persuadirá de que la estrategia es superada por la logística en la guerra moderna. Sin embargo, debido a que los militares rara vez planifican sobre esta base, la logística a menudo parece "una superación de una serie de dificultades".
  7. De Lynn, Feeding Mars; Thompson, Lifeblood of War, el comandante operativo y táctico aprenderá cómo es la logística contextual y la necesidad de adaptación en la batalla.
  8. De Huston, Sinews of War, el comandante táctico y operativo o el logista aprenderá los principales principios de logística que se aplican a la entrega de "potencia de fuego o choque", basándose en un estudio exhaustivo de siglos de conflicto. Pagonis, Moving Mountains es un complemento natural.
  9. De Macksey, A falta de un clavo, el comandante y el logístico aprenderán de la expansión de la "cola" en comparación con el "diente" con las nuevas tecnologías, y que la logística se trata fundamentalmente de afectar la movilidad (y por lo tanto el tiempo y el espacio).
  10. De Tuttle, logística de defensa para el siglo XXI, el logista aprenderá sobre los insumos modernos para la capacidad logística y cómo se relacionan con la guerra expedicionaria.
  11. De Kane, logística militar y desempeño estratégico, el estratega aprenderá cómo la logística crea las circunstancias para la estrategia y la táctica, y es el "árbitro de la oportunidad".
  12. Desde Engels, Alejandro Magno y la logística del ejército macedonio, y Roth, La logística del ejército romano en guerra, el estratega verá cómo la base de su trabajo se encuentra en la logística.
  13. Desde Cowen, La vida mortal de la logística, el estratega verá cómo la geografía de la logística, las cadenas de suministro en toda su complejidad, gobiernan el interés nacional y la política estratégica.
  14. De Privratsky, Logística de la Guerra de las Malvinas, todos aprenderán cómo la logística es verdaderamente el árbitro de la estrategia, cómo define las operaciones y que es fundamental para el éxito táctico, especialmente en la guerra expedicionaria.

lunes, 24 de mayo de 2021

El chocolate del subteniente Baldini

El chocolate del subteniendo Baldini





"Cuando estabamos por salir para Malvinas, en el cuartel nos dieron ropa y todo lo que íbamos a necesitar, que después fue tan poco. Y también nos dieron a cada uno algunas golosinas y una tabla de chocolate para taza. Todo eso duró muy poco. La mayoría comimos esa ración allí mismo. Todos menos los soldados de la sección de Baldini, ya que el subteniente les requisó el chocolate. ¡Las cosas que le dijeron! Claro que cuando el no estaba delante, porque lógicamente no les gustó nada. Todos olvidaron pronto aquel episodio de la requisa del chocolate. Había cosas mas bravas de las que preocuparse. Pero llegó el 25 de mayo, y allí en pleno monte Longdon, el subteniente Baldini hizo una formación con sus hombres, se izó la bandera, se cantó el himno y sorprendió a todos sus soldados ¡con chocolate caliente! Nos contaban los soldados de Baldini que aquel chocolate caliente y humeante, cuando lo mas común era que pasaramos hambre todos los días, fue glorioso. Todos recordaban, mientras saboreaban aquel verdadero lujo, 'la requisa del chocolate'. Y todos entendieron que entonces Baldini había estado pensando en sus hombres. Y pensando en un 25 de mayo que habría que pasar muy lejos de todo. En la guerra. Esto lo pinta a Baldini de cuerpo entero, era un tipo bárbaro!" (Horacio Cañeque - Malvinas 20 años, 20 héroes)

El subteniente Juan Domingo Baldini cayó gloriosamente en el combate de Monte Longdon, el 11 de junio de 1982