viernes, 14 de febrero de 2020

Espionaje: La CIA espió a Argentina con las máquinas Crypto

El golpe maestro de la CIA y sus socios alemanes

Una investigación de ‘The Washington Post’ y las cadenas ZDF y SRF destapa el espionaje de EE UU y Alemania a otros Gobiernos durante décadas


 
Boris Hagelin, con un máquina de cifrado. GETTY


Yolanda Monge || El País

Es uno de los mayores casos de espionaje, material de novela de John Le Carré o de un guion cinematográfico. Durante más de cinco décadas, la CIA y los servicios de espionaje de la entonces Alemania Occidental (BND, en sus siglas germanas) controlaron en secreto una empresa suiza que fabricaba y vendía dispositivos de encriptación y líneas de comunicación seguras a más de 120 países. Pero el caso es que ni las líneas ni los mensajes cifrados eran seguros, ya que la CIA y los alemanes tenían acceso a la información a través de los dispositivos, según desveló este martes una investigación periodística de The Washington Post, junto a las cadenas de televisión ZDF (Alemania) y SRF (Suiza).

Fue El golpe de inteligencia del siglo, titulaba este martes el periódico estadounidense. Fueron clientes de la empresa Crypto AG y sus máquinas trucadas países como Irán, juntas militares de América Latina, naciones rivales como India y Pakistán, Estados miembros de la OTAN como España, la ONU e incluso el Vaticano, según la extensa investigación, que asegura que “estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder romper fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes cifrados”. Hasta ahora, ese peculiar partenariado era uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Fría.

Todo empezó en plena Segunda Guerra Mundial, cuando la firma Crypto fue creada por Boris Hagelin, un empresario e inventor nacido en Rusia pero que huyó a Suecia cuando los bolcheviques tomaron el poder. Cuando los nazis ocupaban la vecina Noruega en 1940, Hagelin decidió emigrar de nuevo, en esta ocasión a Estados Unidos.

El inventor llevaba consigo la famosa máquina encriptadora, bautizada como M-209. Según la historia interna de la CIA, citada en la investigación del Post, se hacía necesario controlar a Hagelin para que limitara la venta del codificador solo a países aprobados por Washington. En definitiva, Crypto no debía caer en manos de los soviéticos, los chinos o los norcoreanos. Esos países, sin embargo, nunca fueron clientes de la compañía, por lo que, en teoría, quedaron fuera de los límites directos del espionaje montado por EE UU y Alemania.

No obstante, los agentes de la CIA obtuvieron mucha información valiosa de Pekín y Moscú a través de las interacciones de estos países con servicios secretos o diplomáticos de naciones que sí tenían los aparatos de cifrado. La conocida como Operación Thesaurus se firmó en un elitista club de Washington, el Cosmos, cuando Hagelin selló en 1951 con un apretón de manos durante una cena el primer acuerdo secreto con la inteligencia estadounidense, que trajo consigo a William Friedman, el padre de la criptología americana.

El acuerdo consistía en que Hagelin trasladaba la compañía a Suiza y restringía las ventas de sus modelos más sofisticados a países aprobados por Langley (donde tiene la sede la CIA). Las naciones que no estaban en esa lista obtenían de Crypto AG sistemas anticuados y sin apenas efectividad. A Hagelin se le compensaba económicamente por la pérdida de ventas.

El siglo XX avanzaba y prácticamente nadie en Crypto, excepto Hagelin, sabía de la implicación de la CIA en la compañía. Los beneficios eran abundantes. Cada año, según los registros de la inteligencia alemana, el BND entregaba su parte de las ganancias en efectivo a la CIA en un oscuro garaje de Washington.

En la década de los ochenta, la operación pasó a denominarse Rubicón. Para entonces, ya existían algunas tensiones entre Washington y Bonn a cuenta de los objetivos y del reparto de la información conseguida. Ambas partes, según la investigación, también usaron para su espionaje a otras empresas, a Siemens en Alemania y Motorola en EE UU.

Crypto, además, daba buenos beneficios. Según la CIA, en 1975 la compañía ganó más de 51 millones de francos suizos (unos 47,8 millones de euros). Mientras, Rubicón permitió décadas de acceso sin precedentes a las comunicaciones de otros Gobiernos. Por ejemplo, en 1978, cuando los líderes de Egipto, Israel y EE UU se reunían en Camp David para negociar un acuerdo de paz, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés) escuchaba de forma secreta las comunicaciones del presidente egipcio Anwar el-Sadat con El Cairo.

A través de un sistema de Crypto se supo también que el hermano del presidente de EE UU Jimmy Carter estaba supuestamente en nómina del líder libio Muamar el Gadafi. La tecnología también propició que la Administración de Ronald Reagan pasase información a Londres sobre la breve guerra del Reino Unido con Argentina por las Malvinas. En 1989, el uso del Vaticano de un aparato de Crypto fue determinante en la captura el general panameño Manuel Antonio Noriega cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura de Panamá.

Los alemanes abandonaron el programa hacia finales de los noventa; la CIA continuó. Pero Crypto se fue disolviendo y dejó de existir en 2017. Ahora existen Crypto International y CyOne; la primera asegura que nunca supo nada de la trama de Crypto, y la segunda se acoge al socorrido “sin comentarios”.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Israel, el gran aliado durante el conflicto


Israel fue el país que mas apoyo a la República Argentina durante la Guerra de las Malvinas

militarargentino

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"Israel es uno de los pocos países que suministraron armas a Argentina durante el conflicto de las Malvinas y ha seguido haciéndolo".
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A pesar que existía una restricción armamentística contra Argentina, Israel le vendió armamento a nuestro país por cerca de u$s173 millones, que incluyó aviones Mirage IIIC, sistemas de alerta radar, camperas de abrigo, munición, misiles Shafrir, equipos de comunicación y tanques suplementarios de combustible para los cazabombarderos. Israel envió tanques de 1500 litros, en vez de los modelos estándares de 1.300 litros, lo que implicaba que la Armada británica debía mover su flota más al este para evitar los bombardeos.
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"El estado judío no sólo estuvo dispuesto a aprovisionar al gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri en todo lo que necesitó sino que, también, se mostró proactivo para asesorar y transmitirle sus experiencias en combate."
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Incluso, enviaron a dos técnicos israelíes a instalar equipos en las islas, los cuales operaron desde Puerto Argentino.
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Durante la última semana de guerra, Argentina le compro a Israel 23 cazabombarderos Mirage IIIC, que fueron enviados a través de Perú, aunque no llegaron hasta diciembre de aquel año, es decir, luego de finalizada la guerra.
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Entre 1978 y 1983, los negocios entre Israel y Argentina alcanzaron los 715 millones de dólares de la época.
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Israel, país supuestamente aliado de Reino Unido, armó a la Argentina durante la Guerra de Malvinas en 1982 y después del conflicto, según se desprende de archivos desclasificados del Foreign Office (el Ministerio de Exteriores del Reino Unido).
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La venta de armas israelíes a la Argentina durante el Proceso de Reorganización Nacional fue expuesta por primera vez en el libro Operación Israel publicado en Argentina en 2011, pero los archivos desclasificados del Foreign Office ofrecen una prueba más y revelan que los acuerdos de suministro de armas continuaron incluso después de la Guerra.

Israel había abandonado su anterior política de negar que vendía armas a Buenos Aires. En vez de ello, argumentaba que las ventas de armas a Argentina eran esenciales para su industria de armamento interna y que Reino Unido también estaba suministrando municiones a los enemigos de Israel en el mundo árabe.
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Algunos archivos desclasificados indican, también, que Israel vendió aviones A-4 Skyhawk a nuestro país, aunque otros archivos lo niegan dejando este detalle sin confirmar.
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"Los Estados Unidos tienen una ley que dice que si un equipo que tiene el más mínimo tornillo fabricado en su país se vende a un tercer estado, debe contar con expresa autorización de su gobierno. Y los equipos israelíes contaban al menos con un 30% de partes estadounidenses. Si ellos hubieran querido vetar cualquier operación podrían haberlo hecho y no lo hicieron".
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lunes, 10 de febrero de 2020

Malvinas: La operación Mikado en la versión rusa

Malvinas: las aventuras de las fuerzas especiales británicas en la Patagonia

Revista Militar (original en ruso)




La operación Mikado planeada por los británicos durante la Guerra de Malvinas a veces se menciona brevemente en fuentes rusas. En 1979, Argentina ordenó en Francia, entre otras armas y misiles Exocet. En abril de 1982, los argentinos, según el vendedor, la compañía francesa Aerospatiale, lograron obtener cinco de esos misiles antibuque, que se almacenaron en la base aérea argentina del Río Grande en Tierra del Fuego. El 4 de mayo, el cohete Exocet dañó severamente al destructor Sheffield, que luego se hundió. Este incidente impresionó a los británicos. Según la inteligencia británica, el 13 de mayo, los argentinos tenían tres cohetes listos para usar, y era urgente resolver el problema con ellos. Para destruir misiles y aviones argentinos, se desarrolló la operación "Mikado".

El plan original de ataque al Río Grande incluía el uso de un par de Hércules C-130 con 50-55 fuerzas especiales británicas SAS a bordo. Se suponía que los Hércules saldrían volando de una base aérea en la Isla Ascensión en el Atlántico y, disfrazándose de C-130 argentinos, se sentarían audaz y abiertamente en Río Grande. Después de aterrizar, los atacantes, en teoría, atacarían hasta que los argentinas se quedaran sin aviones y destruyeran todo a su paso, incluido los Exocet. Después de completar la misión, el Hércules despegaría y se dirigiría a la base de Punta Arenas en Chile, o sería volado y los comandos caminarían hacia la frontera chilena.

Como parte del Mikado, se desarrolló una operación de reconocimiento por separado, Christmas Pudding, que es poco conocida en Rusia, y los detalles de los participantes directos se filtraron a la prensa británica solo esta primavera. El propósito de la operación es establecer la vigilancia de la base de Río Grande, recopilar información y prepararse para la fase principal del Mikado.

Los combatientes del SAS (Escuadrón B, 22 Regimiento SAS) de su base en el Reino Unido volaron al Atlántico. Luego, desde la Isla Ascensión en el Atlántico sur en las Hekules, fueron desembarcados en el océano y recogidos por el portaaviones Invencible. En los primeros minutos del 18 de mayo, un helicóptero Sea King con ocho cazas SAS despegó del Invencible. Después del despegue, el helicóptero de repente descubrió en su camino una plataforma de producción de gas en alta mar, que era conocida por todos, excepto por la inteligencia británica. La plataforma tuvo que volar y perder tiempo. Al final resultó que más tarde, el buque de guerra argentino vio un helicóptero, pero no abrió fuego, por temor a dañar la plataforma.

Después de varias horas de volar en la densa niebla sobre Argentina, el helicóptero se perdió y aterrizó. Otras versiones de lo que sucedió divergen. El piloto del helicóptero afirmó que, a pesar de la visibilidad casi nula, hizo todo bien, y el aterrizaje fue claramente en el lugar planificado, y el comandante del grupo SAS decidió que habían aterrizado en el lugar equivocado. Después de una breve reunión, discutiendo con los pilotos y con el temor de que el helicóptero hubiera sido visto y aterrizado en el área equivocada, se decidió que la operación se canceló y el helicóptero volaba a Chile. Dos soldados que ya habían aterrizado fueron conducidos de regreso por el comandante del grupo a un helicóptero.

La frontera entre Argentina y Chile fue cruzada en helicóptero, los combatientes de las fuerzas especiales aterrizaron en la costa sur de la Bahía Inutil por razones de seguridad.

El helicóptero fue a la base aérea chilena en Punta Arenas. Al no llegar a la base, la tripulación (3 personas) según el plan era destruir el automóvil. Decidimos hacer todo en silencio. Se sentaron, hicieron agujeros en el helicóptero, pero el primer intento de inundación no funcionó. Durante el próximo aterrizaje, el helicóptero se estrelló en la playa. La tripulación voló un helicóptero, se escondió durante 8 días en el suelo y luego se fue por su propia cuenta a Punta Arenas, donde el 25 de mayo se entregó al ejército y las autoridades locales. La tripulación del helicóptero fue transportada a Santiago, donde los pilotos dieron una sensacional conferencia de prensa internacional.

Al mismo tiempo, los soldados desembarcados de las fuerzas especiales estaban probando su destino. El equipo de Spenaz finalmente decidió que cumplirían su misión y se fueron al Río Grande. En sus manos tenían dos tarjetas emitidas en Inglaterra: una hoja rasgada del atlas de la escuela de los años 30 y una tarjeta argentina del año 43 con el sello de la biblioteca de la Universidad de Cambridge de 1967. Río Grande no se indicó en estos mapas. No había mapas a bordo del portaaviones, como esperaba el comandante del grupo. El grupo tampoco tenía suficientes provisiones para una batería de larga duración y dispositivos de visión nocturna.

Al amanecer del 18 de mayo, el grupo contactó y recibió órdenes de continuar la operación. En este punto, uno de los luchadores tenía fiebre alta. El comandante del grupo decidió esperar. El estado de ánimo general estaba deprimido. Las personas tenían la sensación de que ya habían sido canceladas y abandonadas a sus propios dispositivos.

El 19 y 20 de mayo, el grupo yacía en sacos de dormir bajo redes de camuflaje entre las pampas nevadas al aire libre, se sacudió por el frío y esperó a que el soldado se recuperara.

En la noche del 20 de mayo, comenzaron a moverse, pero quedaban unas 10 millas hasta la frontera con Argentina, y otras 30 millas tuvieron que ser cubiertas desde la frontera a lo largo del territorio enemigo hasta Río Grande. No era realista sin comida extra.

El 21 de mayo, durante una sesión de comunicación, se les ordenó llegar a cierto punto de evacuación, donde uno de los oficiales de SAS que ya estaba en Chile tuvo que esperarlos. Después de una sesión de comunicación, el walkie-talkie, que estaba mojado mientras aún aterrizaba en el Atlántico, falló.

El 22 de mayo, el grupo llegó al lugar designado, pero no se encontró con nadie. Los soldados esperaron otros tres días, gastando un suministro de alimentos que ya era deficiente.

El 26 de mayo, el comandante del grupo y otro luchador, dejando a las fuerzas principales y tomando sus pistolas, decidieron ir a la ciudad chilena de Porvenir. Se las arreglaron para detener el camión en el suelo y llegar rápidamente a Porvenir, desde donde hicieron una llamada desde la única cabina telefónica al cónsul británico. El cónsul estaba horrorizado, sin saber que se estaba llevando a cabo una operación especial, y aconsejó a las fuerzas especiales que se rindieran a las autoridades. Fue otro golpe a la moral. Y en la tarde del mismo día, el comandante del grupo y su luchador tropezaron inesperadamente en la taberna con tres de sus colegas de SAS, que no intentaron llegar al punto de evacuación por razones desconocidas. La sorpresa de los participantes del "Pastel de Navidad" no conocía límites.

El 30 de mayo, el grupo se cambió a ropa de civil y, con mayor secreto, fue enviado desde Porvenir a Santiago.

El 8 de junio, se les ordenó regresar a casa.

La carrera del comandante del grupo había terminado. Fue acusado de negarse a aterrizar durante el primer aterrizaje y robó un helicóptero en Chile, en lugar de realizar la operación. El comandante renunció a las fuerzas armadas británicas y hasta hace poco mantuvo la boca cerrada, pero en marzo de 2014 decidió contar la historia de las aventuras de SAS en la Patagonia durante la Guerra de las Malvinas.

Este episodio es el único intento confirmado por los británicos para llevar a cabo operaciones terrestres directamente en el continente de Argentina en esa guerra.

Los argentinos, sin embargo, tienen su propia visión de esta historia. Según ellos, los soldados argentinos lograron subirse a un helicóptero desde armas pequeñas al sur de Río Gallegos, lo que obligó a los británicos a cambiar su ruta de vuelo, llegar a territorio chileno y estrellarse bajo Punta Arenas.

En realidad, el fracaso de la operación preparatoria "Christmas Pudding" puso fin a la operación principal "Mikado", que recibió el sobrenombre de "Sure Death", por las críticas y la negativa a realizar lo que muchos soldados británicos perdieron sus puestos y el servicio militar.

Y el 25 de mayo, mientras el SAS se congelaba las bolas en las estepas patagónicas, los argentinos golpearon el Atlantic Conveyor, que se hundió unos días después, con dos misiles Exocet.

martes, 4 de febrero de 2020

Brexit y la pérdida de guita para los kelpers

El miedo de las Malvinas al Brexit: ¿adiós a las exoneraciones y al financiamiento?




Empresarios y políticos de las Islas Malvinas intentan ser optimistas con respecto al impacto que el Brexit tendrá en su economía y, por el momento, se aferran a su membresía como territorio de ultramar. De todos modos, ya imaginan un escenario sin el financiamiento europeo a programas de investigación.

La entrada en vigencia del Brexit no solo se vive con expectativa en Gran Bretaña, donde ciudadanos y empresas están a la espera de ver cómo la salida de la Unión Europea afectará sus negocios y estatus legales. La misma preocupación se vive en las Islas Malvinas, cuya economía se beneficiaba de la pertenencia al bloque europeo a la hora del comercio de lana, carne y en materia de investigación científica.

Un reportaje del diario local Penguin News recoge la preocupación de parlamentarios y empresarios de las Malvinas: si bien reconocen que se debe esperar para comprender cabalmente los efectos de la decisión británica, temen que perder las exoneraciones de aranceles que tenían por integrar la Unión Europea.

El parlamentario de las islas Michael Poole dijo al periódico que esta etapa está marcada por la incertidumbre y remarcó que la clave del debate debe ser “el acceso (a los mercados) y las tarifas”.

Por el momento, el plan de las autoridades de las Malvinas es concretar encuentros con los principales empresarios malvinenses para definir los puntos que preocupan. Una vez definida una plataforma, enviarán una carta al ministro de Estado para Asuntos Exteriores y de la Commonwealth, Hugo Swire.

Para el también miembro de la Asamblea Legislativa de Malvinas Roger Edwards una de las claves para entender qué sucederá con las exportaciones y los fondos para desarrollo e investigación es definir el estatus de las islas en la Asociación de Territorios y Países de Ultramar (OCTA, por sus siglas en inglés).

La organización, que nació en el año 2000 y actualmente cuenta con 22 miembros, tiene como objetivo coordinar acciones comunes de los territorios de ultramar asociados a estados europeos para contar con mayor peso en la Comisión Europea. Un peso que permite que, si bien los territorios no son formalmente parte de la Unión Europea, sus ciudadanos sean considerados como nacionales dentro del bloque.

Según Edwards, el Gobierno de las Islas Malvinas hizo una consulta a la OCTA para conocer en qué estado quedaba su membresía tras el Brexit. De acuerdo al parlamentario, la respuesta del organismo fue “vaga”.

Malvinas: ¿cómo les afectará económicamente el Brexit?


La incertidumbre que reina en las Malvinas hace que entre sus empresarios haya un arco de sensaciones que van, según consigna el diario isleño, desde la incertidumbre hasta el optimismo.

Por ejemplo, Robert Hall, de la empresa lanera ‘Falkland Wool Growers’, se mostró optimista en que la situación se normalizará a medida que pase el tiempo. Además, estimó que los países europeos no dejarán de necesitar lana desde el exterior y, como la importación de lana cruda no debe pagar tarifas, no habrá cambios demasiado significativos.

John Ferguson, de la ‘Falkland Islands Meat Company’, la empresa cárnica de las islas, recordó que la producción local se beneficia del estatus de territorio de ultramar para no pagar aranceles en la Unión Europea. Por lo tanto, consideró que la salida del bloque europeo “tendrá impacto al menos que se negocie la continuidad de ese estatus”. (RT) #NUESTROMAR

domingo, 2 de febrero de 2020

Situación previa: Las buenas relaciones entre Thatcher y la junta

Negociaciones secretas por Malvinas y venta de armas: las relaciones estrechas de Margaret Thatcher con la dictadura argentina antes de la guerra 

Hasta cuatro días antes del desembarco argentino en las islas, el agregado militar británico en Buenos Aires estaba ofreciendo a la aeronáutica una flota de bombarderos. Tanto los gobiernos laboristas como el de la conservadora aprovisionaron a las fuerzas armadas que les declararían la guerra con sus propios recursos


Por Gabriela Esquivada || Infobae
gesquivada@infobae.com


  Antes del 2 de abril de 1982, Gran Bretaña promovió el comercio y vendió a la dictadura argentina armas que luego se utilizaron contra las fuerzas británicas.

En un club privado de Londres, tomando el té en una vajilla exquisita, la historiadora Grace Livingstone se sorprendió cuando un ex ministro de Margaret Thatcher le dijo:

—No pensamos mucho en las violaciones a los derechos humanos.

Se refería a lo que sucedía en Argentina durante la dictadura, mientras la primera ministra mantenía cordiales relaciones diplomáticas y hacía negocios con ella, al punto que tres días antes de que comenzara la Guerra de Malvinas, un funcionario intentó venderle armas a la aeronáutica.

—Era la Guerra Fría —le recordó el hombre.


La profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge quedó impresionada por la franqueza del ex funcionario. Pensó que esas declaraciones serían fundamentales para su libro sobre las relaciones estrechas de la entonces primera ministra británica con un gobierno militar que sembró un país de centros clandestinos de detención y que luego, en un acto cuya motivación política todavía se discute, usó las mismas armas que le había comprado a los ingleses para combatirlos en el Atlántico Sur, ignorando sus propuestas secretas de un acuerdo de entrega de la soberanía de las islas a cambio de un arrendamiento posterior a largo plazo.

“Pero cuando le escribí luego, para pedirle permiso para citar sus palabras exactas, se negó”, siguió Livingston su relato sobre el ex funcionario conservador.

 


Dado lo difícil que es obtener registros fieles de la memoria, sea por el paso del tiempo como por la necesidad de los políticos de presentar su mejor perfil a la historia, Livingstone recurrió a los registros contemporáneos: es decir, los documentos que antes, durante y poco después de la guerra de 1982, el gobierno conservador clasificó como secretos. Así, en los Archivos Nacionales, nació su libro Gran Bretaña y las dictaduras de Argentina y Chile, 1973-1982, que dos años después de su salida se reeditará en marzo en el Reino Unido.

“No sólo brindan la descripción más completa de la venta de armas británicas al régimen, lo cual presenta pruebas de que los ministros violaron sus propios criterios sobre derechos humanos, sino que también traza los lazos politicos y militares entre Gran Bretaña y la junta. Ni el gobierno laborista ni el conservador impusieron sanciones al gobierno militar antes de la invasión de las islas Malvinas en 1982. Ambos promovieron el comercio y vendieron armamento que luego se utilizó contra las fuerzas británicas", sintetizó la autora.

Se suponía que, luego de que en 1979 -tardíamente si se piensa que la ola de golpes militares en el Cono Sur comenzó en 1973- la corona impusiera normas que restringían la venta de armas, se podían negar permisos de exportación cuando se creyera que los productos británicos “se podían usar en la represión interna o representaban una amenaza para las islas Malvinas”.

De hecho, se negaron algunos. Pero no los más importantes: “Las órdenes potencialmente más grandes se aprobaban porque el Ministerio de Asuntos Exteriores quería promover las exportaciones británicas, del mismo modo que quisieron los ministros laboristas y la conservadora”.

¿El resultado? "Parte de este equipo militar se desplegó luego contra las fuerzas británicas en la guerra de Malvinas, incluidos dos destructores Tipo 2, helicópteros Lynx y misiles tierra-aire Sea Dart”.


 
Margaret Thatcher tuvo buena relación con la dictadura, pero también los gobiernos laboristas que la precedieron. (Ling/Evening News/Shutterstock)

Pinochet es fascista, los argentinos son raros

El peronismo es un factor clave en las diferentes perspectivas que los británicos tuvieron ante el dictador Augusto Pinochet en Chile y ante los militares que tomaron el gobierno en Argentina, con una junta inicial conformada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti. Mientras el arco del centro a la izquierda criticaba el derrocamiento de Salvador Allende, “el Partido Laborista consideraba que el peronismo era similar al fascismo y no lamentaba la destitución del gobierno corrupto y represivo que encabezaba la viuda de Juan Perón”, explicó Livingstone.

Es cierto que los gobiernos laboristas que gobernaron el Gran Bretaña entre 1974 y 1979 fueron débiles y necesitaban de una delicada trama de alianzas, pero también lo es que Chile “se percibía como un caso transparente de un gobierno socialista elegido democráticamente expulsado por un dictador fascista” mientras que “el movimiento laborista apenas advirtió el golpe en Argentina en 1976”.

Otra diferencia clave, subrayó, fue que “el Partido Comunista Argentino no se opuso al golpe; esto desorientó al Partido Comunista Británico, que había sido una fuerza de importancia en la Campaña de Solidaridad con Chile”. Como la Unión Soviética era “un importante socio comercial de la junta militar argentina”, la confusión se extendió también a quienes no profesaban fe en Moscú. "Por eso las actitudes ante el régimen no cabían claramente en las líneas de la Guerra Fría”.

La dictadura de las juntas militares argentinas no generó amplios movimientos de solidaridad en Europa al comienzo, como Chile: “Del mismo modo que los activistas británicos estaban confundidos por la compleja escena política argentina, que no se podía explicar fácilmente dentro de las líneas de la Guerra Fría, también en Europa había una falta de conciencia de los hechos en Argentina, al menos hasta finales de los setentas, cuando las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a llamar la atención del mundo sobre las desapariciones masivas”, justificó la autora.

Chile mereció sanciones; Argentina, en cambio, recibió un rápido aval.

 
La primera junta militar argentina: Emilio Massera, Jorge Videla y Orlando Agosti. (Getty)

Londres esperaba el golpe de estado de 1976, pero no podía saber la fecha exacta. Y el 23 de marzo envió un mensaje a la Cancillería argentina para ofrecer una conversación secreta sobre Malvinas. “Por eso la prioridad del Ministerio de Asuntos Exteriores, al conocer el derrocamiento de Isabel Perón, fue reconocer al régimen ‘en cuanto fuera factible’ para asegurar que los nuevos líderes militares de Argentina no hicieran pública la comunicación secreta británica”.

El ministro de Estado laborista, Ted Rowlands, firmó la aprobación sin mayor demora. “Apenas dos días después de que asumieran los militares, el gobierno británico dio reconocimiento formal al regimen e informó al ministro de Relaciones Exteriores argentino que Gran Bretaña esperaba ‘mantener relaciones cercanas y amistosas’”.

Una cuestión de ideas y una cuestión de negocios

El programa económico de José Martínez de Hoz fue del agrado de Thatcher, ya que ambos profesaban el neoliberalismo, y el mismo funcionario de Videla describió sus políticas como “muy similares a aquellas que procura la primera ministra”. Menos obviamente, también gustó a los laboristas. Era bueno para los negocios: “En total, Martínez de Hoz hizo cuatro visitas al Reino Unido durante los años de la dictadura, tanto durante los gobiernos laboristas como durante el conservador”, contabilizó la investigación. “Fue agasajado por ejecutivos de empresas como British Aerospace (hoy BAE), GEC, Shell, Rolls-Royce y Plessey”.

Cayó muy bien en el Foreign Office, algo que se sumó a la actitud positiva de los diplomáticos británicos de carrera, que a diferencia de los funcionarios elegidos le habían dado la bienvenida al golpe argentino como a todos los demás. “En este periodo de la Guerra Fría —siguió Livingstone— tenían profundas sospechas de la radicalización en el país y en el extranjero. Los principales empresarios británicos compartían estas actitudes y criticaban cualquier política que pudiera ‘arruinar la atmósfera’ a aquellos que querían invertir o comerciar con estas dictaduras”.



 
Distintos documentos muestran las conversaciones secretas entre los británicos y los argentinos sobre Malvinas.

La trama social en la que circulaban estos poderosos del establishment económico y político era estrecha, incluso restringida a un puñado de barrios londinenses como Belgravia y Mayfair. También en los destinos, señaló el libro, la fuerza de la gravedad social tendía a unir a “embajadores y personal de la embajada” con “un entorno aún más cerrado”, que comprendía la comunidad británica de negocios y los argentinos y chilenos de la clase alta.

En eso James Callaghan no fue diferente a Thatcher.

“En el caso de Argentina, el laborismo no intentó imponer sanciones duras contra la junta, así que una vez más hubo escaso conflicto en el proceso de establecimiento de políticas; no obstante, cuando los políticos laboristas consideraron medidas por la situación de derechos humanos, el Ministerio de Asuntos Exteriores aconsejó moderación y advirtió sobre los peligros que correrían las relaciones comerciales y políticas", siguió la autora. En consecuencia “las políticas de los gobiernos laborista y conservador hacia la junta argentina no fueron marcadamente diferentes”. Ninguno impuso un embargo de armas o cualquier tipo de sanciones económicas hasta el 2 de abril de 1982, cuando el dictador Leopoldo Galtieri ordenó el desembarco en Malvinas.

Armas británicas para los argentinos

“El gobierno de Thatcher promovió el comercio con Argentina más vigorosamente que lo que habían hecho los laboristas, y envió dos ministros en visitas al régimen militar, lo cual condujo a un aumento en el comercio y las ventas de armas a la Argentina durante los conservadores”, detalló la historiadora. Thatcher también cerró el exilio político a todos los latinoamericanos y volvió a designar un embajador británico a Buenos Aires en 1979, aunque en realidad el retiro del anterior no había sido —como en Chile— por cuestiones vinculadas a las violaciones a los derechos humanos, sino antes del golpe del 24 de marzo de 1976 y “a instancias del gobierno argentino durante un momento de tensión” sobre Malvinas.


El primer ministro laborista James Callaghan con el presidente estadounidense Jimmy Carter. (US National Archives)

Aunque Gran Bretaña había pasado de tener una suerte de “imperio informal”, como citó la autora la denominación habitual a comienzos del siglo XX, en países como Argentina, hacia la década de 1980 la presencia británica en los mercados latinoamericanos se contrajo hasta el 1,2 por ciento. Con una excepción: “La industria de las armas”, escribió Livingstone. “Durante los setentas, Gran Bretaña fue el segundo proveedor de armamento en América del Sur, con el 25% del total, detrás del 29% de los Estados Unidos, el líder del mercado”.

Destacó: “Era un mercado tan lucrativo que el Ministerio de Asuntos Exteriores recibió gran presión del Departamento de Comercio e Industria, el área de ventas del Departamento de Defensa y las empresas británicas para permitir el comercio de armas con los regímenes militares del Cono Sur a pesar de las preocupaciones por los derechos humanos y la amenaza potencial a las Malvinas”.

Los agregados militares británicos en Buenos Aires eran impulsores denodados de los productos, por sus “vínculos estrechos con los fabricantes de armas”: según la investigadora, “constantemente hacían lobby para la venta de barcos de guerra, vehículos blindados, aeronaves y municiones”.

Destacó: “Apenas tres días antes de la invasión argentina, el agregado militar británico en Buenos Aires hizo una cita para reunirse con el secretario general de la fuerza aérea argentina para tratar de venderle bombarderos”.

Cuatro días antes del comienzo de la guerra

Thatcher vendió helicópteros Lyns, un destructor Tipo 42 y misiles Sea Dart al gobierno de Roberto Viola; sus antecesores Harold Wilson y Callaghan vendieron otro destructor Tipo 42, más helicópteros Lynx y más misiles Sea Dart además de 100 misiles tierra-aire Seacat y Tigercat, un sistema de misiles antiaéreos Blowpipe y 77 ametralladoras para el ejército, la armada y la policía, según detallan los documentos.



 
Es mayo de 1982, apenas unos días antes del desembarco inglés en el estrecho de San Carlos. Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho. Uno de los comandos carga en su espalda un misil tierra-aire Blow Pipe con el que fueron derribados varios aviones y helicópteros ingleses. Foto: Eduardo Farré.

La restricción de ventas de armas que se pudieran usar contra la ciudadanía argentina o contra las islas Malvinas chocaba con una orden de Thatcher a sus ministros: “Debemos hacer un esfuerzo más decidido para vender más equipamiento de defensa en el exterior”. La contradicción se resolvía caso por caso.

Livingstone halló un ejemplo en el material clasificado: en 1981 el titular del Departamento para América Latina del Foreign Office, Robin Fearn, recomendó que se permitiera la venta de kits para adaptar las armas Oerlikon dentro de blindados argentinos: “Estos vehículos tienen claras implicaciones para los derechos humanos y podríamos ser criticados si nos involucrásemos en cualquier etapa de su construcción o montaje. Sin embargo, es improbable que nuestra participación se conozca alguna vez”.

Con la invasión argentina a las islas quedaron pendientes varios pedidos que Thatcher había avalado: un bombardero RAF Vulcan, varios blindados Centaur, un tanque de guerra Vickers, otros ocho helicópteros Lynx, un torpedo Stingray, un equipo de vigilancia aérea Linescan y aviones Canberra, entre otros. En realidad, el agregado militar británico había trabajado en ventas hasta el 29 de marzo de 1982.

Ese día escribió a Londres que durante la primera semana de abril se iba a encontrar con el secretario general de la fuerza aérea argentina para hablar sobre un bombardero aéreo. Los aeronáuticos, dijo, estaban “interesados en adquirir un escuadrón de bombarderos durante" la década de 1980. Se alegró porque “la relación con BAE indudablemente ha mejorado”.

Soberanía y política interna

La continuidad entre laboristas y conservadores y laboristas también se verificó en la discusión sobre la soberanía de las islas del Atlántico Sur. Los laboristas no tenían una posición unívoca pro devolución ni pro independencia.




El HMS Sheffield, impactado por las fuerzas argentinas en el Atlántico Sur el 6 de mayo de 1982.

Aunque el conflicto databa desde 1833, cuando Gran Bretaña desafió la posesión argentina de las islas, desde 1965 se había convertido en un tema internacional porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había solicitado a las dos partes que llegaran a un acuerdo. Ya en 1953 el entonces presidente Juan Perón había propuesto que Argentina le comprara las islas a la corona, sin suerte.

Laboristas y conservadores llevaron una nueva propuesta a la dictadura: un acuerdo de arrendamiento posterior (leaseback) por el cual Gran Bretaña le transferiría la soberanía de las islas a Argentina a cambio de una renta inmediata de largo plazo. “Tanto James Callaghan como Margaret Thatcher eran escépticos ante la posibilidad de llegar a un acuerdo con Argentina, pero ambos acordaron, a regañadientes, explorar la opción del leaseback. El gobierno de Thatcher llegó tan lejos que sostuvo conversaciones secretas con los argentinos sobre el arrendamiento posterior”.

¿Por qué a regañadientes? Porque nadie estaba dispuesto a “gastar capital político impulsando en el Parlamento un acuerdo con Argentina”, explicó la investigación. “A pesar de aprobar en principio la opción del leaseback, ambos gobiernos dieron marcha atrás cuando enfrentaron oposición de los miembros del parlamento (MP), los isleños y quienes los apoyaban”. Sobre este punto la historiadora analizó “actas de reuniones de gabinete, correspondencia interna de políticos y funcionarios y diarios de políticos” y halló que “la perspectiva de una tormenta parlamentaria y la acusación de abandono de los isleños” representaban un costo político demasiado alto por un asunto que podía seguir los tiempos de la diplomacia.

viernes, 31 de enero de 2020

De Goose Green a Puerto Argentino

La batalla de Goose Green en 1982 y más allá ...

W&W



4 Scorpions, 4 Scimitars y un Sansón fueron a las Malvinas desde 3 y 4 Tropas, 'B' Sqn, The Blues y Royals. Jugaron un papel importante en la reconquista de las islas, ya que eran la única armadura que llegó a tierra.

Coordinación inadecuada del apoyo de fuego y ausencia de un enfoque de armas


El 2 Para se estableció el objetivo totalmente irracional de derrotar a un enemigo atrincherado, establecido en profundidad y desplegado en un frente estrecho con campos de fuego despejados, sin posibilidad de lograr sorpresa, prácticamente ninguna posibilidad de flanquear a Piaggi y, quizás lo más imperdonable de todo, sin nada que se acerque al soporte de fuego adecuado. El hecho de que el HMS Arrow experimentó dificultades técnicas con su arma principal que uno simplemente puede atribuir a los caprichos de la guerra: la 'fricción' de Clausewitz o la 'Ley de Sod', e indudablemente los artilleros y técnicos hicieron todo lo posible, aunque sucedió, sin éxito. para que su arma esté operativa. Pero la ausencia de apoyo de artillería adecuado en el campo es menos perdonable, a pesar de la pérdida crítica de helicópteros de carga pesada el 25 de mayo, cuando el error de cargar tantas máquinas de vital importancia en un solo buque de transporte expuso una mala planificación en su peor momento. En cuanto a la ausencia de apoyo aéreo hasta las fases finales de la batalla, la RAF no asumió ninguna responsabilidad por esto. Con un mejor clima el 27, los ataques aéreos de Harrier lanzados contra el istmo a pedido de Jones podrían haber realizado gran parte del trabajo antes de que 2 Para incluso saliera de su línea de salida temprano a la mañana siguiente, incluso teniendo en cuenta la presencia de cañones antiaéreos, que ya había demostrado su valía en derribar a dos Harriers antes de la batalla. No fue sino hasta las 15:30 horas que aparecieron tres Harriers en el campo de batalla, solo uno de los cuales logró golpear la península al este de Goose Green, pero no logró alcanzar los cañones de 35 mm ubicados allí. Aún así, su presencia puede haber contribuido a la decisión de los argentinos de rendirse a la mañana siguiente.

Sin embargo, si uno puede justificar la falta de disparos navales o apoyo aéreo, la lamentable falta de apoyo de artillería tiene menos comprensión, con solo tres cañones de 105 mm disponibles; tan pocos, de hecho, que continuamente cambiaban su fuego de una compañía a otra según fuera necesario. Esto significaba, por ejemplo, que aunque la Compañía B necesitaba apoyo de fuego durante su avance en Boca House, le negó a la Compañía el mismo apoyo que Farrar-Hockley requirió para romper el punto muerto en su sector hacia el este, que llegó casi exactamente al mismo tiempo : 1200 hrs. La artillería también gastó una considerable cantidad de municiones en un esfuerzo desperdiciado en disparar contra la batería, cuando la falta de inteligencia sobre la ubicación de las armas argentinas hizo que este esfuerzo fuera inútil. Debería haber sido prioritario apoyar a las compañías de fusileros, particularmente A y B, aquellas cuyo avance los argentinos sostuvieron con más éxito. Si bien las armas funcionaron casi continuamente durante la lucha de catorce horas, y dispararon alrededor de 900 proyectiles, con una velocidad de disparo de aproximadamente uno por minuto, no pudieron proporcionar el peso de fuego requerido para mantener el impulso de las tropas. En resumen, un ataque terrestre requiere el máximo apoyo de fuego para ayudar a su avance; incluso, o quizás especialmente, el soldado ordinario aprecia la solidez de este principio. No obstante, prevaleció el párrafo 2, pero el nivel de apoyo de fuego proporcionado una quincena más tarde durante los asaltos sobre, en particular, Mount Harriet y Wireless Ridge, debería haber estado presente en Goose Green. Finalmente, dada la naturaleza plana del suelo, incluso la turba suave, empapada y empapada de agua podría soportar el peso de los tanques ligeros, sin embargo, los cuatro Escorpiones y las cuatro Cimitarras de 3 Brigadas de Comando no fueron, sorprendentemente, desplegados en Goose Green.



Operaciones del 12 al 13 de junio: Monte Tumbledown y Wireless Ridge

En la noche del 12 al 13 de junio, la ofensiva se reanudó, con el esfuerzo principal de venir de la 5 Brigada en el sur contra las defensas de Stanley, lo que implicaba un ataque del Segundo Batallón de la Guardia Escocesa contra Tumbledown y más al norte, un asalto por 2 Para contra Wireless Ridge. La Artillería Real proporcionaría cinco baterías de armas para apoyar estos esfuerzos, junto con cuatro buques de guerra y los ocho tanques de los Blues y Royals, que habían cruzado la isla desde San Carlos. El Monte Tumbledown constituía una posición muy formidable ocupada por elementos del 5º Batallón de Marines, quizás la mejor unidad considerable que los argentinos poseían en las islas, y representaba el puesto clave en las defensas al oeste de Stanley. En la evaluación del teniente coronel Scott, comandante del batallón, un ataque a través de las laderas meridionales expuestas de la montaña representaba un riesgo demasiado grande para sus guardias, por lo que eligió un avance occidental a lo largo de la cresta de la cumbre sin el beneficio de apoyar el fuego. asegurando un enfoque lo más silencioso posible. En la primera fase, una incursión de distracción llevada a cabo a lo largo de la pista Fitzroy-Stanley precedería a la captura por parte de una compañía del extremo occidental de la eminencia, mientras que en la segunda fase otra compañía capturaría el área alrededor de la cumbre. Por último, una tercera empresa se apoderaría del extremo oriental.

El desvío comenzó a las 2030 h, con el avance principal comenzando media hora más tarde en condiciones de congelación. Con el apoyo de tanques ligeros, la fuerza de distracción se enfrentó a los argentinos durante dos horas, seguida de un éxito limitado por parte de otras subunidades que emplean armas anti-armadura contra la fuerza de distracción contra los argentinos durante dos horas, seguida de un éxito limitado por otras subunidades que emplearon anti -armas de armadura contra bunkers argentinos; de hecho, a pesar de los esfuerzos del guardia para usar granadas a distancias peligrosamente cercanas, todavía encontraron que su progreso se mantenía severamente retrasado. Alrededor de las 0230 horas, los atacantes pidieron apoyo de artillería para romper el callejón sin salida, y después de varios casos de combate cuerpo a cuerpo, un puñado de hombres finalmente llegó a la cumbre, pero solo después de una pelea de siete horas, con bayonetas ensangrentadas. Otras compañías hicieron un uso extensivo de sus armas antiaéreas Carl Gustav de 84 mm y armas ligeras antitanque. Los combates no cesaron hasta alrededor de las 0815 h del 13 de junio, mucho después del amanecer, en el transcurso del cual los guardias escoceses sufrieron nueve muertos: dos durante el desvío y cinco en el asalto principal, más otros dos por fuego de mortero cuando los proyectiles cayeron mientras los hombres atendieron a los heridos. Les tomó poco más de once horas desde el momento en que dejaron su línea de salida para que los guardias les arrebataran la cresta a los argentinos, de los cuales doce fueron hechos prisioneros y quizás tres veces ese número asesinado. Representaba un logro significativo, aunque tardó mucho más de lo que se había previsto, una circunstancia casi seguramente atribuible al hecho de que las mejores unidades argentinas se desplegaron allí. Con la caída de Tumbledown fue la característica clave en la defensa de Stanley. Los argentinos evacuaron sus tropas del Monte William esa noche, dejando solo a Wireless Ridge como la última posición elevada para interponerse en el camino de la ofensiva británica.
Animados por su victoria en Goose Green y la única unidad importante que recibió una segunda oportunidad contra los argentinos, a 2 Para se les asignó la tarea de tomar Wireless Ridge la misma noche que el ataque de los Guardias Escoceses en Tumbledown, 12-13 de junio . De pie a 3,2 km (2 millas) al noreste de Tumbledown, Wireless Ridge constituía, de hecho, dos piezas separadas de terreno elevado, que el teniente coronel David Chaundler decidió atacar desde el norte. Mientras que 2 Para había recibido muy poco apoyo de fuego en Goose Green, se planeó todo lo contrario para el ataque contra Wireless Ridge. Aquí, el batallón poseía muchos morteros propios, así como algunos de 3 Para, dos baterías de artillería puestas a su disposición durante el transcurso de la noche, otras armas provistas por la Artillería Real si fuera necesario, y la potencia de fuego de HMS Ambuscade. Finalmente, dos Scorpions y dos Scimitars de Blues y Royals estaban disponibles, capaces de ofrecer un apoyo cercano ya que el terreno aquí, en contraste con las otras características asaltadas hasta ahora, no ofrecía lados abruptos. El séptimo regimiento defensor, que había luchado contra 3 Para en Mount Longdon, desplegó las compañías de fusileros habituales, además de francotiradores, ametralladoras pesadas, morteros y artillería.

Chaundler dividió su plan en cuatro fases para incluir el fuego de artillería preparatoria. La compañía líder abandonó su línea de salida a las 21.45 horas, con el apoyo de las Scimitars y Scorpions, y al llegar a una de las alturas descubrió que los defensores se habían retirado bajo el peso del fuego entrante. Sin embargo, mientras los paras buscaban consolidar esta tierra recién ocupada, ellos mismos se convirtieron en el objetivo de una descarga de artillería. En este punto, hacia el este, otras dos compañías comenzaron su avance desde la línea de salida y se prepararon para atacar a los defensores cuando los argentinos, inclinándose ante la presión de la combinación de artillería, mortero y ametralladoras dirigidas contra su posición, se retiraron . Mientras tanto, otra compañía de paras, apoyada por los tanques ligeros de los Blues y Royals junto con Milans y ametralladoras, progresó constantemente. De hecho, 2 Para logró capturar la primera mitad de la cresta con poco esfuerzo, pero los defensores ofrecieron una resistencia obstinada en la mitad restante, con los atacantes obligados a despejar un búnker después del siguiente. Sin embargo, su avance nunca vaciló, y finalmente la defensa colapsó, dejando al batallón de Chaundler en posesión de la cresta. Al amanecer, una pequeña fuerza de argentinos asaltó la posición, solo para ser rechazada por los defensores y apoyando el fuego extraído de morteros y armas de 105 mm. Cuando el sol salió más alto, los argentinos huyeron en dirección a Stanley.

A diferencia de Goose Green, en Wireless Ridge 2 Para había encontrado poca resistencia, recibió un importante apoyo de fuego de tanques y artillería y había aprendido de la dura experiencia de una quincena antes. La caída de Wireless Ridge y Mount Tumbledown rompió la parte posterior de la red defensiva argentina cerca de Stanley y el 14 de junio, desafiando las órdenes de Galtieri de resistir, Menéndez aceptó un alto el fuego, su rendición absoluta entró en vigencia a las 2059 horas locales.

miércoles, 29 de enero de 2020

Portaaviones enemigo ya realiza maniobras en aguas británicas

El portaaviones de la Armada británica, el HMS Queen Elizabeth, navega para pruebas de aviones F-35B en aguas del Reino Unido

Navy Recognition




El 24 de enero de 2020, el portaaviones de la armada británica HMS Queen Elizabeth zarpó de su puerto de origen, Portsmouth, para realizar pruebas de vuelo con aviones F-35B Lightning del Reino Unido en aguas natales. El HMS Queen Elizabeth es el buque más grande y poderoso jamás construido para la Royal Navy. Este impresionante buque de guerra es capaz de transportar hasta 40 aviones.


El portaaviones de la Armada británica HMS Queen Elizabeth navega para Portsmouth para pruebas en el mar en aguas del Reino Unido. (Fuente de la imagen Armada británica)

Los aviones del Reino Unido Lightning Force realizaron sus primeros vuelos marítimos durante las pruebas operacionales con el portaaviones hace solo unos meses. El buque de guerra de 65,000 toneladas solo había llevado a cabo pruebas con los jets mientras entrenaba en el Atlántico durante 2018 y 2019.

El comandante en jefe del HMS Queen Elizabeth, el capitán Angus Essenhigh, dijo: “Es un verdadero honor para mí llevar al HMS Queen Elizabeth al mar por primera vez como su nuevo oficial en jefe.

"Este período en el mar se basará en los éxitos del despliegue de Westlant 19, proporcionando una oportunidad fantástica para que el barco avance en su generación hacia la huelga de transportistas, y entrenará y calificará a los pilotos del F-35 del Reino Unido en aguas del Reino Unido por primera vez" "

El escuadrón conjunto de Royal Navy y Royal Air Force Lightning Force Training, 207 Squadron, llevará a cabo las pruebas, volando aviones hacia y desde las cubiertas, día y noche desde su base en RAF Marham. Seis pilotos, tanto de la marina como de la fuerza aérea, llevarán a cabo su calificación de portaaviones en ese momento.

Las pruebas darán a los pilotos la práctica de aterrizar en la cubierta de 4.5 acres en una variedad de condiciones, así como probar la tripulación y los sistemas del barco en operación con los aviones que el barco y su hermana, el HMS Prince of Wales, fueron específicamente construido para volar

El teniente comandante Richard Turrell, oficial de cubierta de vuelo en el HMS Queen Elizabeth, agregó: “Esta es una oportunidad fantástica para integrar y calificar aún más a los pilotos, tripulaciones de tierra y aviones del Reino Unido F-35 a bordo del HMS Queen Elizabeth en aguas del Reino Unido.

"Mi equipo está emocionado de llegar al mar y continuar el desarrollo de nuestra asociación de barco a ala a lo largo de 2020 y más allá para desplegarse con plena capacidad de ataque de portadores en 2021".

El portaaviones clase Queen Elizabeth es capaz de transportar cuarenta aviones, un máximo de treinta y seis F-35B y cuatro helicópteros. La variante F-35B de despegue corto / aterrizaje vertical (STOVL) es el primer avión sigiloso STOVL supersónico del mundo. Está diseñado para operar desde bases austeras y una gama de naves con capacidad aérea cerca de zonas de combate de primera línea. También puede despegar y aterrizar convencionalmente desde pistas más largas en bases principales.

La cubierta de vuelo del HMS Queen Elizabeth tiene una enorme extensión de cuatro acres y se utilizará para lanzar el temible nuevo jet rápido F-35B Joint Strike Fighter. Se pueden mover cuatro aviones de combate desde el hangar a la cubierta de vuelo en solo un minuto.


Las imágenes publicadas por el Ministerio de Defensa británico (Ministerio de Defensa) muestran a los aviones británicos F-35 Lightning aterrizando, despegando y flotando a bordo del portaaviones de próxima generación de Gran Bretaña, el HMS Queen Elizabeth por primera vez.