viernes, 5 de julio de 2019

PGM: La batalla naval de las Malvinas, derrota alemana luego de la victoria en Coronel

La batalla naval de las islas Malvinas en el inicio de la 1ª Guerra Mundial

La batalla de las islas Malvinas fue un combate naval librado el 8 de diciembre de 1914, a principios de la Primera Guerra Mundial, entre la escuadra alemana victoriosa en la anterior batalla de Coronel, frente a las costas de Chile, y una escuadra británica fondeada en Puerto Argentino. El combate terminó con victoria británica y, destruida la flota alemana y muerto su mejor comandante, el conde Maximilian von Spee, el resultado decantó la campaña de ultramar del lado de los Aliados.



Al estallar la Primera Guerra Mundial, la escuadra alemana contaba con poco más que una docena de buques de guerra en ultramar. Entre ellos, la Escuadra de Cruceros de Asia Oriental al mando del vicealmirante Maximilian von Spee fue la que resultó más peligrosa para los Aliados. La escuadra tenía base en Qingdao, territorio bajo dominio alemán en China, y Spee decidió, después de reunir su flota en las islas Marianas y enviar al SMS Emden al océano Índico, operar en la costa americana del Pacífico donde además podía abastecerse de carbón.

La escuadra de Spee estaba compuesta por los cruceros acorazados SMS Scharnhorst y SMS Gneisenau y los cruceros ligeros SMS Leipzig, SMS Nürnberg y SMS Dresden. Con la moral de la tripulación muy alta tras la aplastante victoria sobre la escuadra británica en la batalla de Coronel, la flota alemana dobló el Cabo de Hornos. La intención de Spee era destruir Puerto Stanley, la capital de las islas Malvinas y principal base británica en el Atlántico Sur. Sin embargo, Spee había perdido demasiado tiempo reabasteciendo la flota en Valparaíso y Coronel, lo que dio tiempo suficiente a los británicos para reaccionar y enviar refuerzos al Atlántico Sur.

El 11 de noviembre de 1914, el almirante John Fischer ordenó al vicealmirante Frederick Doveton Sturdee que partiera a bordo del crucero de batalla HMS Invincible haciendo escuadra con el HMS Inflexible y el HMS Kent. Diez días después fondearon en Stanley, donde se les unieron el HMS Bristol, el Carnavon y el HMS Cornwall, además del viejo HMS Canopus, todo ello mientras los alemanes permanecían en Valparaíso. El 25 de noviembre, Spee rodeó el Cabo de Hornos y se dirigió confiado a Puerto Stanley, ignorando la presencia de los poderosos acorazados británicos. Por su parte, los británicos también desconocían el paradero de los alemanes y pensaban zarpar hacia Chile el 9 de diciembre con el fin de encontrarlos.

El plan alemán

La madrugada del 3 de diciembre de 1914, la escuadra alemana avanzó confiada hacia las islas Malvinas. El plan de Spee consistía en desembarcar una avanzadilla de infantería en la costa para apoderarse de la estación telegráfica de la isla y luego bombardear el puerto y hundir los navíos allí anclados. Las primeras acciones correspondieron al Nürnberg y al Gneisenau.

Al acercarse a Stanley los alemanes divisaron el faro de la entrada del puerto junto con una inesperada sorpresa: la presencia de más columnas de humo de las esperadas. Un nuevo vistazo al acercarse a la costa permitió a los alemanes apreciar que, efectivamente, había navíos de guerra dentro de la bahía, por lo que el Gneisenau suspendió en ese momento la operación de desembarco prevista y ordenó al Nürnberg con su comandante, capitán del mar Karl von Schönberg, atacar al buque situado más lejos del puerto. Los británicos, que ya habían descubierto la avanzada alemana, dispusieron el Kent para el combate, el único navío de cuantos disponían que en ese momento tenía las calderas encendidas y estaba en condiciones de entablar batalla. Pero cuando el Kent ya rebasaba la salida del puerto, los navíos alemanes, con los cañones listos para entrar en combate, recibieron la insólita orden de Spee que les ordenaba «rehusar el combate».

Persecución

El Gneisenau y el Nürnberg dieron entonces la vuelta y se reunieron con el grueso de la escuadra alemana, perdiendo quizá una gran oportunidad de obtener el triunfo. Tras divisar los mástiles del Inflexible y el Invincible, los alemanes se retiraron a toda máquina hacia el este. Los marinos británicos, ya recuperados de la sorpresa inicial, tardaron aún dos horas en ponerse en condiciones de marcha.

La batalla, o más bien persecución, tuvo entonces dos frentes: los navíos alemanes Scharnhorst y Gneisenau se enfrentaron al Invincible, Inflexible y al Carnavon, mientras que el resto fueron perseguidos por el Kent y el Glasgow. La distancia inicial de 20 mi fue rápidamente acortada.

El Leipzig, de velocidad menor, fue pronto alcanzado y a 6000 yardas se abrió fuego sobre él. Esto hizo que el Dresden pasase a segundo plano y pudiese huir gracias a sus turbinas Parsons, que le otorgaban mayor velocidad. Spee ordenó entonces a los cruceros ligeros separarse y huir, siendo el Dresden el que en ese momento se encontraba más alejado. Por su parte, Spee dispuso que los cruceros acorazados cambiaran el rumbo hacia el sur, siempre perseguidos por los acorazados británicos.

Siete horas después, la persecución todavía continuaba. A 12 km de Puerto Stanley, el Scharnhorst recibió una salva del Invincible sobre un lateral, sin que eso le hiciese demasiado daño. Sin embargo, a las 15 horas, el Scharnhorst recibió nuevamente una nueva andanada que destruyó la cubierta y creó vías de agua, por lo que comenzó a hundirse lentamente. Una hora después, en un último esfuerzo, el Scharnhorst intentó acortar distancias, acercándose escorado y semihundido hacia el Invincible con la intención de responder al fuego, pero la proa se metió bajo el agua y el barco acabó hundiéndose de morro con las hélices todavía girando. El almirante Maximilian von Spee y los 795 hombres de la tripulación quedaron atrapados en el buque y se hundieron con él.

Mientras tanto, el Gneisenau, navegando más adelante y con el teniente Heinrich von Spee (hijo del almirante) a bordo, asistió impotente al fin del buque insignia alemán. El crucero alemán viró y se enfrentó al Carnavon y al Inflexible, a los que luego se les unió el Invincible. El comandante del Gneisenau, Otto Maerker, ordenó disparar sobre el Inflexible con los proyectiles de 210 mm y sobre el Carnavon con los de 150 mm. El Inflexible fue alcanzado tres veces sin mayores consecuencias. Éste respondió disparando al Gneisenau, destruyendo su maquinaria propulsora. Entonces el capitán alemán ordenó abrir las válvulas y dejar que el buque se hundiera.

A las 17 horas, una hora después del hundimiento del Scharnhorst, el Gneisenau zozobró y se fue a pique. Solo se pudieron rescatar 180 hombres de los 800 que componían la tripulación. Entre los desaparecidos se encontraba el teniente Heinrich von Spee.

Masacre del Leipzig

Mientras tanto, los cruceros ligeros alemanes continuaron su huida, tal como les ordenó el almirante Von Spee. El Dresden, gracias a sus turbinas, consiguió una gran ventaja y logró alejarse. Sin embargo, el Glasgow y el Cornwall se abalanzaron sobre el Leipzig, más lento, y lo cañonearon ferozmente hasta incendiarlo. Aún en estas condiciones, el Leipzig logró disparar una vez al Glasgow y ocasionarle una baja en su tripulación, y acertó al Cornwall tres veces sin ocasionarle daños mayores.

El Leipzig siguió disparando hasta que se le acabaron las municiones, mientras su casco era perforado por los proyectiles y la tripulación sufría múltiples bajas.

El comandante Haun, a cargo del Leipzig, ordenó el abandono del buque y la apertura de las válvulas. Los marinos supervivientes se alinearon entonces en la destrozada cubierta, apenas 150 de los 380 hombres que componían la tripulación.

El Glasgow y el Cornwall se acercaron esperando ver la bandera de rendición del destrozado crucero alemán, pero al no divisar nada más que el pabellón en alto reanudaron el fuego e hicieron una carnicería entre los marinos alineados en el alcázar de proa, mientras el barco no terminaba de hundirse. Por fin, sin esperar el símbolo de rendición, los británicos lanzaron sus botes al agua y rescataron a tan solo 18 tripulantes. El Leipzig se hundió tras el rescate del último superviviente.

Hundimiento del Nürnberg

Por su parte, el Kent persiguió al pequeño Nürnberg, que con gran esfuerzo logró alcanzar los 25 nudos, dos más que el Kent. Sin embargo, no lograron mantenerlos, las calderas sobreexigidas debieron parar y se redujo la velocidad. El capitán de navío, Schönberg, ordenó embestir al Kent. Este lo dejó acercarse, y cuando distaban 700 m, cañoneó a mansalva al Nürnberg, que terminó por detenerse, alzar la popa e irse a pique. De una dotación de 322 hombres, solo se salvaron 7. Otto von Spee, el otro hijo del almirante a bordo del Nürnberg, tampoco sobrevivió.

Tras esto, de la fuerza original alemana solo quedaba a flote el Dresden, que llevaba una considerable ventaja y velocidad y solo pudo contemplar desde lejos la agonía del Nürnberg. Consiguió finalmente escapar, pero fue hundido unos meses más tarde, cuando dos cruceros británicos lo localizaron en aguas chilenas en marzo de 1915.

01/04/2019 #NUESTROMAR

miércoles, 3 de julio de 2019

Cuando la Marine Nationale ayudó a la Royal Navy con los Exocets

Operaciones navales francesas 1958-2000

Weapons and Warfare



Charles de Gaulle es el buque insignia de la Armada francesa (Marine Nationale). El barco es el décimo portaaviones francés, el primer buque francés de superficie de propulsión nuclear, y el único transportista de propulsión nuclear completado fuera de la Marina de los Estados Unidos. La nombran en honor al estadista y del general francés Charles de Gaulle.

El barco lleva un complemento de los aviones Dassault Rafale M y E ‑ 2C Hawkeye, EC725 Caracal y AS532 Cougar para la búsqueda y rescate de combate, así como la electrónica moderna y los misiles Aster. Es una aerolínea de tipo CATOBAR que usa dos catapultas de vapor de 75 m C13‑3 de una versión más corta del sistema de catapulta instalado en los portaaviones de la clase Nimitz de EE. UU., Una catapulta en la proa y otra en la parte delantera del área de aterrizaje. Charles de Gaulle es el único portaaviones no estadounidense que tiene una catapulta, lo que permite la operación de aviones estadounidenses como el F / A-18E / F Super Hornet y el C-2 Greyhound.

La presencia visible de poderosos buques de guerra marinos fue una parte importante de la política de De Gaulle y sus sucesores. Al afirmar que Francia había regresado al principal papel de poder mundial, las visitas de buques de guerra marinos se usaron libremente para reforzar este mensaje. En los últimos cuarenta años del siglo XX, las embarcaciones de la Marina realizaron visitas a la mayoría de los países que poseen una costa marítima, siendo la nave de entrenamiento de la aerolínea Jeanne d’Arc en un crucero anual de entrenamiento de cadetes, siendo la embarcación frecuentemente elegida. Tres visitas merecen una mención particular, una visita de barco de guerra a los Estados Unidos en 1964, la altamente controvertida visita del presidente De Gaulle a bordo del crucero Colbert a Canadá en 1967, y la visita del destructor de misiles Duguay-Trouin a China en 1978, el primer buque de guerra extranjero. para realizar una visita de cortesía a China desde 1940. Después del colapso de los barcos de guerra de la organización del Pacto de Varsovia visitó los puertos búlgaros y rumanos, y también Angola.

Las operaciones que involucran buques de superficie se establecen mejor en secuencia cronológica. En abril a octubre de 1974, los buques de la Marina, la Marina Real y la Marina de los Estados Unidos trabajaron para limpiar los escombros de guerra en el Canal de Suez como resultado del conflicto de 1973 entre Egipto e Israel. Cuatro años después, los buques de la Marina apoyaron a un contingente francés que protegía al personal de asistencia técnica francés en un momento de inestabilidad en Mauritania.

Las aeronaves marinas sobrevolaron Mauritania y Chad durante los períodos de disturbios civiles y conflictos a finales de los años sesenta y setenta. Estas antiguas colonias fueron vistas como un glaciar del flanco sur de la OTAN. Los aviones marinos volaron desde las bases en Dakar y Nouakchott y estaban preocupados por la recopilación de inteligencia. Es casi seguro que los vuelos observaban y pasaban detalles del avance de las fuerzas libias en Chad y, más tarde, en la década de 1970, las actividades de los insurgentes del Polisario en Marruecos. La Aéronautique (desde 1998 Aéronavale) también mantuvo patrullas en las áreas costeras metropolitanas francesas.

La independencia de Djibouti, que se convertiría en el Territorio de los Afars e Issas en la primavera de 1977, planteó problemas particulares para la Marina. Se sabía que los dos vecinos del territorio, Etiopía y Somalia, estaban interesados ​​en su futuro. Sin embargo, era una base importante para la operación de la Infantería de Marina en el Océano Índico que había incluido la evacuación de civiles de Madagascar en 1972, y para la reafirmación del control francés en las Comoras en 1975. Una fuerza permanente de cinco pequeñas fragatas u otros Las naves de patrulla se establecieron en 1972 para demostrar el poder y el interés franceses en el área. Para que este interés quedara totalmente claro, era esencial una importante demostración de la potencia de los buques de marina, Aéronavale y de superficie; esto tomó la forma de la llegada de Clemenceau, la fragata de misiles antisubmarinos Tourville, los destructores de misiles Dupetit-Thouars y Kersaint, y el barco de aterrizaje de asalto Ouragan por la independencia real, estos buques fueron relevados por el Foch y otros buques de Las mismas capacidades un poco más tarde. El punto se hizo debidamente. Las instalaciones navales francesas, aunque en ciertos detalles reducidos, se aseguraron para su uso futuro.




El año 1982 brindó una oportunidad inesperada para el entrenamiento de Aéronautique con una ayuda muy oportuna en el entrenamiento de reconocimiento de aeronaves y misiles para los buques de la Royal Navy en el Atlántico sur en su camino hacia las Malvinas. Las instalaciones en Dakar se pusieron a disposición para ayudar al movimiento de las tropas británicas y en los ejercicios del avión Super Étendard equipado con misiles Exocet realizó simulacros de ataques contra los barcos de la Royal Navy cuyos tripulantes pronto se encontrarían con el mismo avión y misiles en manos de los argentinos.

Los combates y la guerra civil en el Líbano de 1982 a 1989 involucraron a la Marina en una serie de operaciones. El primero de estos, junto con los barcos de otras armadas, fue la evacuación a la seguridad de los ciudadanos franceses, y unos 1.200 fueron rescatados. Las embarcaciones marinas también patrullaban a lo largo de la costa. Se siguió un requisito para ayudar con el apoyo de la fuerza multinacional francesa, estadounidense e italiana en tierra. En ocasiones se utilizaron embarcaciones de desembarque, el Foch participó en las patrullas y se abrió una pequeña base aérea y de apoyo en Larnaca, Chipre. En octubre de 1983, cincuenta y ocho soldados franceses de la fuerza terrestre multinacional fueron asesinados y el 17 de noviembre, los aviones Super Étendard de Clemenceau que habían arribado a la zona atacaron un bastión rebelde que se cree que habían sido retenidos por grupos iraníes y otros grupos extremistas islámicos. Los informes sobre el éxito o no del ataque son contradictorios, pero otros ataques aéreos continuaron a principios de 1984 antes de la retirada de la fuerza. Las embarcaciones marítimas mantuvieron patrullas generales solo en alta mar en el Mediterráneo oriental hasta 1989, cuando la violencia libanesa en curso parecía amenazar a la comunidad cristiana. El Foch y las cuatro fragatas recuperaron una medida de seguridad a pesar de la intensa hostilidad siria y, después de la evacuación de los heridos, el Foch y los cuatro fueron retirados. Algunos buscadores de minas, junto con buques estadounidenses e italianos, fueron enviados al sur para trabajar en el Golfo de Suez.

Como consecuencia de la intervención militar francesa en Chad, surgió una crisis en las relaciones francesas con Libia en septiembre de 1984. La Foch y sus escoltas fueron enviadas para exhibir el poder frente a la costa libia, una operación que detuvo la acción libia.

Dos operaciones humanitarias de la Marina que evacuaban a civiles de una zona en conflicto o golpeada por un desastre natural ocurrieron en 1986. En enero, los buques de guerra de la Marina, la Unión Soviética y la Marina Real (incluso cuando estaba en el lugar, el Yate Británico Británico Real Británico) cubrieron la evacuación de civiles de la República Democrática Popular de Yemen durante un período de catorce días. En mayo, los buques apoyaron principalmente el apoyo logístico basado en Noumea, las personas evacuadas quedaron sin hogar por un tifón en la isla de Guadalcanal, en las Islas Salomón.

La apertura de la guerra Irán-Irak en septiembre de 1980 pronto condujo al hostigamiento de buques cisterna y de contenedores que navegan desde Basora. Los botes de misiles costeros iraníes y los helicópteros armados con misiles intentaron interferir y se emitieron advertencias en el campo de minas. Después de un despliegue inicial de fuerza que incluía al Suffren, se estableció un pequeño sistema de patrullas de buques de escolta, los buques que acompañaban a los buques mercantes. La fricción y la colocación de la mina empeoraron en 1985-86 y provocaron una grave crisis en julio de 1987 cuando, tras un incidente diplomático, los iraníes tomaron al personal de la Embajada de Francia en Teherán y los tomaron como rehenes. En respuesta, siguió una notable muestra de proyección de poder por parte de la Marina. A fines de julio y agosto primero, la fragata Georges Leygues, luego el Clemenceau, apoyado por los misiles destructores Suffren y Duquesne, con finalmente un escuadrón de limpiadores de minas junto con buques de apoyo logístico fueron enviados al área del Estrecho. El Clemenceau permaneció en el área por un poco más de un año, los otros barcos intercambiaron tripulaciones con la llegada de reemplazos cada tres meses o con relieves de tripulación que salieron de Francia. La tripulación del Clemenceau recibió cuarenta y cinco días de licencia en Francia en rotación. En junio, el gobierno de Teherán comenzó a ceder y para septiembre la crisis había terminado. La firme respuesta francesa proactiva, con las necesidades masivas de suministro de buques de guerra y combustible de aviones, alimentos, agua y entrega de personal solo fue posible gracias a la disponibilidad de la base de Djibouti.

En 1988, otros disturbios en Nueva Caledonia y el archipiélago de Tuamotu requirieron el apoyo de la Marina a pequeña escala para dos fuerzas de estabilización militar.
La invasión de Kuwait a Kuwait y la Guerra del Golfo que siguió en julio de 1990 sorprendió al gobierno francés, creía que los anteriores pronunciamientos de Saddam Hussein eran solo retóricos. La guerra también atrapó al marine en un momento difícil. El Clemenceau tenía treinta años, el Foch era solo dos años más joven. Los barcos de misiles más grandes, Duquesne y Suffren, también tenían treinta años y estaban en reparación. Aunque la liberación de Kuwait había sido aprobada por las Naciones Unidas, había poderosas voces políticas en París que se oponían a cualquier despliegue de fuerzas francesas en cualquier operación dirigida por un estadounidense. Al mismo tiempo, una operación liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña sin Francia supondría una grave pérdida de estatus y prestigio, especialmente en los estados árabes del Golfo. En este contexto, que culmina más tarde con la renuncia del Ministro de Defensa, debe entenderse el patrón desigual del compromiso francés con la guerra.

Al principio, el Marine envió dos fragatas, Montcalm y Dupleix con dos escoltas de sloop al Golfo para la evacuación de ciudadanos franceses de Kuwait. A estos les siguieron el Clemenceau que llevaba una compañía de infantería y cuarenta y dos helicópteros diseñados para apoyar la guerra terrestre, y el ahora obsoleto crucero antiaéreo Colbert. Estos llegaron al Golfo y se ejercitaron con las fuerzas de los Emiratos Árabes Unidos en maniobras de guerra terrestre, y los helicópteros participaron desde las pistas de aterrizaje en los ejercicios. Se creía que esta demostración de fuerza indicaba una alianza con la fuerza de U.N. que se reunía y mantenía el prestigio francés, pero también planteaba la cuestión de qué uso tenía Clemenceau sin aviones de ataque, mientras que Foch, que tenía aviones de ataque embarcados, permanecía en el Mediterráneo. El argumento sobre la legitimidad de nuevas operaciones se resolvió mediante el despido por parte de los iraquíes de la Embajada de Francia en Kuwait y los planes se prepararon para la participación de las fuerzas terrestres francesas. El Clemenceau se retiró lentamente y llamó al puerto de Yanbu en Arabia Saudita para que aterrizaran los helicópteros y luego los llevaran de regreso al teatro del Golfo, y el barco regresó a Toulon. Todo el despliegue fue criticado como un fracaso, que no impresionó a nadie, ni siquiera a los iraquíes, pero también se debe recordar que incluso un complemento completo del avión Super Étendard habría contado poco contra la fuerza masiva de los Estados Unidos.

Se llegó a un acuerdo (luego de un vano intento por parte de París de reunir una formación de la Unión Europea encabezada por un almirante de la Infantería de Marina) sobre una asignación de zonas para el bloqueo de suministros a Irak, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, cada uno de los cuales recibe un área de control. que para Francia es la línea de la costa sur de la Península Arábiga y el Estrecho de Hormuz. Las unidades de la fuerza terrestre francesa fueron desembarcadas en Yanbu. Los portaaviones no se utilizaron de nuevo, habiendo escasez de aeronaves y tripulaciones entrenadas y la incapacidad del Super Étendard para llevar una carga de bombas rentable a larga distancia. En el momento de los preparativos finales para la gran ofensiva terrestre de la Tormenta del Desierto y en su apertura real solo había un buque de combate de los Marines, el destructor de misiles Jean de Vienne, reemplazado en rotación por el Latouche-Tréville, en servicio de escolta en el Golfo. Para ayudar a las fuerzas terrestres francesas estaban los buques de apoyo Foudre y La Rance en uso como buques de hospital.

En el Mediterráneo, tres submarinos de ataque de propulsión nuclear y cuatro barcos convencionales vigilaban las costas argelina y libia en caso de cualquier amenaza de represalia de la que no había otra señal que no fuera la retórica del líder libio Gadafi. El Foch se mantuvo en Toulon, aparentemente debido a la preocupación de que cualquier alineación con América en las operaciones de las fuerzas terrestres llevaría a disturbios en el Magreb. Anteriormente había habido desacuerdos en el Consejo de Ministros sobre la cuestión del equilibrio de las relaciones internacionales.

Mientras que el Ejército y la Fuerza Aérea estaban totalmente involucrados en los combates, el Marine no lo estaba. Sin embargo, en el período posterior al alto el fuego, los buques de remoción de minas marinas debían desempeñar el papel principal en una formación de barcos franco-belgas y neerlandeses.

El mensaje, tristemente absorbido, para el infante de marina fue que, por sí sola, Francia nunca podría considerarse en la misma liga de superpotencias que Estados Unidos. No podía controlar la misma masa de recursos navales o aéreos, ni podía tener a su disposición la riqueza de la inteligencia satelital, ahora en tiempo real. Los intentos de presentar poderes no solo podrían dañar a Francia, y el valor real se obtendría mejor con un apoyo útil.

La desintegración de Yugoslavia consistió en proporcionar a la Marina en su último compromiso del siglo XX para mostrar dicho apoyo. Una fuerza combinada de portaaviones de los Estados Unidos, la Royal Navy y la Marina mantuvo un bloqueo efectivo de la línea costera del Adriático en 1993, sirviendo el Clemenceau hasta junio y luego fue reemplazado por el Foch. La fragata Jean de Vienne y un balandro se usaron en un bloqueo cercano de la costa de Montenegro, y el buque hospital La Rance estaba estacionado en Dubrovnik. Durante estas operaciones, el personal de la Marina fue devuelto a los procedimientos y comunicaciones de la OTAN.

La crisis y la operación de Kosovo de octubre de 1998 a junio de 1999 formaron un último capítulo de los acontecimientos yugoslavos, el final necesario de la administración serbia. La intervención se volvió esencial después de una masacre en enero de 1999. Para la Marina, los años 1988 y 1999 habían resultado difíciles, los costos y los requisitos logísticos habían impuesto reducciones de la fuerza. Ninguna fragata de misiles antiaéreos podría estar disponible hasta la llegada de la Cassard a mediados de febrero. El Clemenceau ya no estaba en servicio, la edad del Foch cada día más evidente. Sin embargo, se consideró importante que el marine estuviera presente y que no se lo dejara solo a los estadounidenses y británicos.

El Foch permaneció en la estación desde finales de enero hasta finales de mayo. Hasta mediados de febrero, las fragatas antisubmarinas Surcouf y Montcalm apoyaban, desde mediados de febrero, la Cassard con una fragata de la Royal Navy, y en mayo, la fragata antiaérea Jean Bart. Dos submarinos de ataque con motor nuclear, el Amethyst de febrero a abril y el Saphir en mayo, trabajaban frente a la costa de Montenegro en Kotor asegurando un bloqueo de Serbia. La presencia del Foch fue vista por algunos, especialmente por el personal de la fuerza aérea, como innecesaria e inútil. El avión de Foch tuvo que volar en operaciones desde tierra, las catapultas de la aerolínea eran diferentes a la tarea; se produjo alguna fricción. Gran parte del suministro necesario para la fuerza fue traído por auxiliares de Djibouti, pero otra limitación para el Foch era su pequeño stock de bombas guiadas que no podían ser fácilmente repuestas.

La Marine cooperó y ayudó a los pequeños estados del antiguo oeste francés y África ecuatorial (con la excepción de Guinea Conakry) y ha mantenido un pequeño buque de guerra en patrulla en el Golfo de Guinea. Esta patrulla y un requerimiento mucho más duradero para la Marina se abrió en los últimos años del siglo, uno que solo requiere embarcaciones pequeñas pero una habilidad táctica en el manejo de embarcaciones y combate contra la piratería en la costa de Somalilandia.

La difícil situación de los "marineros" que buscaban escapar de Vietnam a principios de la década de 1980 presentó a la Marina un problema humanitario en el Mar de China Meridional, frente al Golfo de Siam. En ocasiones, una corbeta en patrulla recogía botes repletos de refugiados y con la colaboración de una organización benéfica, Médicos del Mundo, al desembarcarlos en Malasia o Filipinas. En una de esas ocasiones participó la Jeanne d’Arc en un crucero de entrenamiento. Tal rescate planteó una serie de problemas, la propiedad diplomática de un buque de guerra armado que se dedicaba a realizar ese tipo de trabajo lejos de su metrópolis, la creciente falta de voluntad de los países para recibir refugiados, algunas objeciones políticas de los comunistas franceses en el país y la escasez de fondos de la organización y la consiguiente Dificultad para reasentar a los cientos de personas rescatadas.

La política que surgió eventualmente proporcionó la búsqueda de helicópteros marinos, los sistemas de comunicación y el rescate de “personas de botes” en el lugar, provisión de alimentos y agua, todo antes de que los refugiados fueran transferidos a uno de los buques de rescate de la organización benéfica, una política similar a la De la ayuda tradicional en caso de un desastre natural.

Aunque solo está relacionado indirectamente con el Marine sus barcos y operaciones, se debe mencionar las ventas masivas de equipos navales franceses, los barcos construidos en Francia para venta directa o los buques en el momento de excederse a los requisitos del Marine, submarinos, aviones, Exocet y Misiles crotales. Se ha enviado personal de capacitación en servicio de préstamo a varias marinas extranjeras. En al menos una ocasión, durante la guerra entre Irán y Irak, se lanzaron misiles de fabricación francesa contra buques franceses.

A comienzos de la década de 1990, la fuerza total de la Marine era de 66,000, un total que incluía las marinas Aéronavale y Fusiliers. Su estructura operativa de comando se construyó sobre cinco comandos, submarinos Atlántico, Mediterráneo, Océano Índico, Océano Pacífico e ICBM. Una o dos fragatas debían estar estacionadas permanentemente en el Mar Rojo / Océano Índico, en Papete y Nueva Caledonia y una en Martinica.

La construcción de las nuevas generaciones de barcos y los usos a los que se destinaron hace una lectura impresionante. Detrás de la historia, sin embargo, había otra, especialmente a fines de los años 80 y 90. El segundo portaaviones no fue el único barco, sino uno entre varios otros que se cancelaron. Las armadas de todo el mundo se volvieron cada vez más caras a un ritmo alarmante; sin embargo, si los barcos no estaban completamente al tanto de todos los aspectos de la tecnología, se convirtieron en pasivos en lugar de activos. Gran Bretaña estaba experimentando las mismas dificultades, la Royal Navy sufrió cortes en varias categorías de buques de guerra que consideraba esenciales. Las dificultades comunes llevaron a una reunión en diciembre de 1998 en St Malo, en la que el presidente Chirac de Francia y el primer ministro Blair del Reino Unido patrocinaron acuerdos para una cooperación naval mucho más estrecha, en particular las operaciones conjuntas en crisis y una serie de ejercicios conjuntos. Un siglo después de la histórica visita naval de la Marina de 1905 a Portsmouth, el Charles de Gaulle fue recibido en el Solent en junio de 2005 en una revisión que marcaba esencialmente el bicentenario de la batalla de Trafalgar.

lunes, 1 de julio de 2019

Luego del acuerdo de libre comercio Faurie quiere recuperar las Malvinas

Jorge Faurie, tras el histórico acuerdo Mercosur-Unión Europea: "Ahora sólo me falta recuperar las Islas Malvinas"

Después de liderar la negociación en Bruselas, el ministro de Relaciones Exteriores dialogó en exclusiva con Infobae

Por Román Lejtman || Infobae



El canciller Jorge Faurie se abraza con el ministro de la Producción y el Trabajo, Dante Sica, tras haber cerrado el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea

Jorge Faurie fue una pieza clave en la negociación política que permitió cerrar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Apoyado por Mauricio Macri desde Osaka, donde está participando de la cumbre del G20 en Japón, el ministro de Relaciones Exteriores logró un hito diplomático que ya es imborrable para la historia de la Argentina.

"Ahora sólo me falta recuperar las Islas Malvinas", aseguró Faurie cuando le preguntó Infobae si el tratado bilateral entre el Mercosur-UE era su mayor éxito profesional en 40 años de trayectoria.

Hace unos meses, en plena crisis de los mercados, su salida de la Cancillería era una apuesta segura. A Faurie ya lo daban renunciado y reemplazado por Alfonso Prat-Gay, un economista políglota que ocupó la cartera de Hacienda y Finanzas al principio de la gestión de Macri. Pero el Presidente dio marcha atrás, y ahora es su héroe en el gabinete nacional.

 
Macri entre Faurie y Fulvio Pompeo, dos piezas claves de la diplomacia del gobierno nacional (Maximiliano Luna)

—¿Cuál fue la participación del presidente Macri en las negociaciones con la Unión Europea?

—Macri fue nuestro poder de fuego estilo bazooka. Fue nuestra arma mortal…

—¿Me puede ampliar?

—Sí. Teníamos problemas en la negociación con la industria automotriz alemana: el Presidente hablaba con Ángela Merkel. Teníamos problemas con los productores agropecuarios franceses: el Presidente hablaba con Emmanuel Macron. Teníamos problemas en la relación con Brasil: el Presidente habló con Michel Temer en la asunción de Sebastián Piñera. Teníamos problemas con la relación entre Jair Bolsonaro y Macron: el Presidente habló con los dos en la cumbre de Japón. Y así, sucesivamente…

—¿Por qué cree que el acuerdo salió ahora, en un momento de guerra comercial, de proteccionismo y de cuestionamiento a la política exterior multilateral?

—Ese es el liderazgo de Macri. El Presidente logró insertar a la Argentina en el mundo, y este acuerdo es un ejemplo tangible.

Antes del cierre del tratado entre el Mercosur y la UE, se originó una pulseada diplomática que enfrentó a un bloque liderado por España y otro encabezado por Macron. España, a través de su presidente Pedro Sánchez, respaldaba las negociaciones; Francia, por medio de su presidente Macron, jugaba en diagonal y pedía una postergación sine die.

"Macri tiene un WhatsApp con Sánchez, que fue clave para empujar la negociación en Bruselas", reveló Faurie a Infobae.

—¿Y con Macron qué hizo?

—El Presidente también tiene un WhatsApp con Macron, y con él chatea o habla por teléfono. Por ejemplo, en una viaje que hicimos a París, primero chateó y después cerró la negociación en persona…

—¿Cuál fue esa negociación?

—Cuando logró terminar con el conflicto de las carnes. Es lo que le digo; el Presidente, con el peso de su rango, ayuda, se involucra y logra resultados.

—¿Despertó al Presidente para anunciar el acuerdo?

—Primero le dejé un mensaje, y después pedí que lo despertaran…

—¿No querían…?

—Protocolo de Presidencia no quería, pero insistí.

—¿Y?

—Le golpearon la puerta, lo despertaron y lo llamé…

—¿Y?

—Yo me emocioné, el Presidente se emocionó. Es un hecho histórico, inédito para la Argentina.

—Ya hizo todo como canciller, ¿no?

—No. Ahora sólo me falta recuperar las Islas Malvinas.

sábado, 29 de junio de 2019

Colombiano mantiene un museo de Malvinas en Miami

Pasión por Malvinas: el hombre que creó su propio museo en Miami

Iván Sherman, empresario y coleccionista colombiano, se apasionó con la historia de las Islas y montó dos salas repletas de elementos de la guerra entre Argentina e Inglaterra. Por Juan Ignacio Cánepa.
Infobae



Sherman recibe a DEF en Miami. Foto: Fernando Calzada/DEF.

Miami debe ser uno de los últimos lugares en los que uno espera encontrar una colección de objetos de la guerra de Malvinas. Pero nunca hay que perder la capacidad de asombro. Miami no solo tiene un museo –por ahora privado– del conflicto del Atlántico Sur, sino que tiene uno muy completo y excelentemente curado.

El propietario es Iván Sherman, un empresario colombiano, coleccionista de memorabilia de todo tipo, en especial de objetos militares de las guerras estadounidenses, desde la Guerra de Independencia hasta la de Vietnam. DEF tuvo el privilegio de visitar su colección privada con objetos incunables de todo tipo. Es un trabajo de toda una vida que vale, con seguridad, cientos de miles de dólares; sin contar, claro, el esfuerzo y el sentimiento invertido.

Desde hace un año, aproximadamente, Sherman trabaja con mucha pasión en un nuevo proyecto: la guerra de Malvinas y la historia militar argentina. En este corto tiempo, ya montó dos containers acondicionados como salas de exhibición, donde se pueden apreciar los uniformes de las distintas unidades que participaron en la guerra, insignias de diverso tipo, cajas de raciones y las vituallas que se les entregaban a los soldados, entre otras cosas. Según Sherman, todo lo que está exhibido tiene la certificación de ser real y representativo de la época.


La colección privada incluye uniformes y armas del 82. Foto: Fernando Calzada/DEF.


-¿Cuándo empezó a coleccionar?
-Comencé desde muy joven. Me gustaba el coleccionismo –mi gran pasión–, pero sentía una gran atracción por la historia. Desde los 12 años me gustan las humanidades y con el tiempo eso se fue incrementando. Luego, en mi vida profesional, me desarrollé en el campo empresarial: estudié administración de empresas, luego finanzas y mercadeo. Pero siempre tenía algo "en el closet", esa pasión por el coleccionismo y la historia. Al punto que muchas de las cosas que tengo exhibidas salieron a la luz apenas hace cuatro años. Estaban en cajas guardadas.


-De todas formas, del mero acopio de objetos a clasificarlos, ordenarlos y presentarlos hay un paso y un trabajo grande.
-Dicen que uno replantea paradigmas cuando está en momentos difíciles y que solamente el ser humano ha avanzado cuando replanteó paradigmas. En la crisis inmobiliaria de 2007-2008, en vez de estar dedicado a la angustia que me generaba tener una inversión muy alta en real estate, me dediqué a viajar y coleccionar cosas de la Segunda Guerra Mundial. Me servía de catarsis y de escape, porque era mi hobbie. A partir de ahí, me dediqué a organizar y a darle un sentido lógico a todo lo que tenía. Pero para ser sincero, nunca pensé en el punto de llegada. Para mí, siempre fue un punto de partida esto del coleccionismo. Tenía claro que me gustaba coleccionar, pero no era consciente de que esto iba a terminar en museos.


-¿Ahora cambió esa idea?
-Llega la edad y las realizaciones, y uno comienza a buscar otro tipo de logros. Uno empieza a tener la necesidad de trascender a través de una obra. Hoy estoy pensando si armar un máster plan que cubra todos los museos, o hacer distintos museos más pequeños, pero cada uno con su personalidad y su vida propia.


Un sentimiento regional


-¿Cómo llegó al tema Malvinas?
-Un empresario amigo me pidió que recibiera a unas personas de Argentina a las que les podía interesar mi colección. Acepté, pero le advertí que solo media hora, porque estaba con algunos problemas laborales y personales –mi papá atravesaba un cáncer–. Era un mal momento y reconozco que no fui lo más cortés, aunque tampoco grosero. Me di cuenta de que uno de ellos entendía lo que yo decía y que sabía el tema. En ese mismo momento googleé su nombre, Gabriel Fioni, y vi que tenía un museo en Oliva, Córdoba. Para hacer corta la historia, eran las doce de la noche, había dejado a mi mujer, a mi papá enfermo, a todos y seguía con él. A los diez días de eso, estaba en Oliva conociendo el museo y toda su obra.


Vituallas originales de la guerra de Malvinas, entre los elementos en exposición. Foto: Fernando Calzada/DEF.


-¿Qué fue lo que lo atrajo de esa manera?
–Entendí cómo un museo puede transformar a un pueblo y cómo todo un pueblo puede trabajar en función de una colección. Y dije para mí: "Uauuu, me encanta esto". Entonces me decidí a hacer una sala Malvinas en Miami y le pedí a Gabriel Fioni que me ayudara a armarla. Así empezamos a juntar cosas de todo el mundo.
La curaduría que hacemos es súper estricta. Lo que no va, no va. Me lo dijo un veterano: "Es la sala más profesional que he visto". Se respetan todos los detalles, no se violenta nada. Se le ha dado todo el cariño y el respeto por la causa.

-¿Cómo es que hizo tan suya una causa que es de un país ajeno?
-Cuando yo estaba en Argentina, me llamó uno de mis socios. Le dije que estaba en Oliva, Córdoba. Él, que es mexicano pero conoce muy bien Argentina, no conocía el pueblo. Cuando volví, me preguntó qué iba a hacer. Le conté la idea de la sala sobre la Guerra de Malvinas y me dijo: "Muy bien, ingleses de mierda". Después, cuando hablé de la idea de Malvinas en mi oficina, todos estaban con la causa. Yo soy un hombre de mercadeo, enamorado de los estudios cualitativos. Cuando preguntaba qué les parecía, si hacía una sala Malvinas, me respondían que les parecía maravilloso, porque fue una cosa espantosa lo que "nos" hicieron. "Nos". La percepción en América Latina es que eso es una vena rota para toda la Región. La gente lo toma de manera personal, tal vez, por reflejo de la lucha anticolonialista. Incluso, cuando vi la reacción de los veteranos, los que pelearon de verdad, ellos me transmitieron que sienten que es una causa noble, alejada de toda política. Todos sienten orgullo. Entonces, creo que es una causa noble y, en cierta medida, latinoamericana.

-¿Lo acompaña su familia en la aventura coleccionista?
-Tengo un nieto que esta enamorado de esta actividad y de la historia. Le pidió a su padre que lo mandara en el curso de verano a visitar museos. También a uno de mis hijos. Indudablemente, esto aflora en el momento que tiene que ser. Tengo tres hijos y dos nietos. Todo esto va a quedar en un trust para que dé su fruto y no traten de desbaratarlo. Hoy por hoy, es una colección privada de la historia de la militaria mundial, pero yo sé que esto va a termina en algo más abierto.
Malvinas es una causa noble y, en cierta medida, latinoamericana

-Hay una intención de legado…
-Hasta el más duro y hostil acumulador, cuando ve que hay una causa y un legado, se desprende de las cosas. Qué sería de los romanos, si no hubieran hecho obras. Nada. He encontrado que grandes hombres terminan siendo más grandes cuando dejan un legado y no solamente plata en el banco. Entonces, me rodeo de personas que me inspiran, como en el caso de Malvinas.

*La versión original de esta nota fue publicada en la Revista DEF N. 125

martes, 25 de junio de 2019

Menéndez y su hijo descansan en paz en las islas argentinas

Habla la hija del general Menéndez: "Seguro que mi padre y mi hermano están felices de que sus cenizas estén en Malvinas"

La menor de los hijos de quien fuera gobernador de las islas durante la guerra de 1982 habló con Infobae y reveló cómo las cenizas de su padre y su hermano terminaron esparcidas en el archipiélago. La información, dada a conocer días atrás por este medio, fue tomada por un diario británico que expuso el enojo de los isleños y el malestar en Londres frente a este hecho
Por Adrián Pignatelli || Infobae




El encuentro en Malvinas del general Mario Benjamín Menéndez con su hijo que combatió en el Regimiento de Infantería 5

"No existía un día de su vida en el que no recordase a los 649 muertos en Malvinas", relató desde Corrientes, donde reside, María José Menéndez, la hija menor del que fuera gobernador militar de las islas durante la guerra de en el Atlántico Sur.

Contó que su padre había hecho lo imposible por quedarse acompañando a la tropa, una vez firmada la rendición. Pero que esa fue una de las pocas condiciones que los británicos rechazaron.

En abril de 1982 María José tenía 22 años, estudiaba Publicidad y trabajaba en un banco. "Durante la guerra, nadie nos informaba nada. Vivimos el conflicto con mucha intensidad ya que, además de mi papá, mi hermano estaba peleando en el Regimiento 5 y mi cuñado era oficial en Aviación de Ejército".

Los sobresaltos se transformaron en angustia cuando su madre recibió un telegrama informando que su hijo Mario Benjamín había muerto en combate.

La mujer llamó a su marido, el propio gobernador de las islas, pidiéndole precisiones. "Es un soldado más, no puedo saber más que eso", le respondió.

Tiempo después supo la verdad: el hijo no había muerto en la guerra. Y su madre, antes de desmayarse al verlo regresar a su casa, atinó a decir: "La noticia era que estabas muerto, Benyi…".

En pijamas

La incertidumbre de desconocer lo que había ocurrido, si seguían prisioneros o serían liberados había sido tal que la familia agotó todos los recursos y llegó hasta la Cruz Roja a solicitar datos del paradero de su padre y hermano.

Cuando fueron liberados por los británicos, se enteraron por la esposa de un oficial. María José dijo que "el día que regresó, recuerdo que fui al cuartel de pijamas y tapada con una frazada; sin prestarle atención a los soldados que cuidaban para que no se produjera ningún desborde, levanté una cinta de seguridad y corrí a abrazar a mi papá".


María José Menéndez, la hija menor del último gobernador militar de las islas: de pequeña junto a su padre y hoy en Corrientes, donde vive

El general Menéndez falleció el 18 de septiembre de 2015. Tiempo antes, había muerto su esposa, quien había dejado expresas instrucciones de ser cremada. El general, que al principio no quería saber nada con la cremación, cambió de opinión. "Quiero ser cremado como tu mamá", pidió.

La vida quiso que el 7 de noviembre de 2016 falleciera su hijo, Mario Benjamín, que había peleado en Malvinas como subteniente en el Regimiento de Infantería 5, la unidad que más había sufrido el aislamiento. Murió en Corrientes.

Descansar en las islas

La idea surgió casi naturalmente. ¿Por qué no llevar las cenizas de ambos a Malvinas? Lo que en un primer momento pareció una locura, personas del círculo de confianza del fallecido general, que no eran militares, aportaron lo suyo para que los restos mortales pudieran ser ingresados a Malvinas y descansar en las islas.

El 14 de junio pasado, cuando se cumplía un aniversario del final de la guerra, Infobae publicó el dato exclusivo de este trama que concluyó con las cenizas del militar esparcidas en las islas y que se había mantenido en secreto durante 37 años.



 
Menéndez frente a los soldados en los primeros días de conflicto (Télam)

Los nombres de los que las llevaron se mantienen en estricta reserva así como los pormenores de la operación. Aunque se conocieron algunos detalles, según publicó el Daily Mail: las cenizas del general fueron trasladas en un tupperware por una mujer de quien se reserva el nombre para evitar "reepresalias"; las de su hijo por un hombre por expreso pedido de María José. Ellos se habrían encargado de esparcirlas en tres puntos del archipiélago: la Casa de Gobierno de Malvinas, el cementerio de Darwin y el Monte Longdon, donde se libró una de las batallas más cruentas de la guerra, donde murieron 42 soldados argentinos y 23 británicos.

María José también quiso contribuir a mitigar esa pena que su padre sentía por los soldados muertos en combate con un recuerdo especial. Cuando se cumplieron 35 años del conflicto, donó tres placas con los nombres de los 649 caídos y que fueron colocadas en la plaza de San Andrés de Giles, donde cada 1 de abril por la noche se realiza una multitudinaria vigila de veteranos y muchos que no lo son para recibir el 2 cantando el Himno Nacional.

 
Jeremy Moore y Mario Benjamín Menéndez el 14 de junio de 1982 cuando se firmó la rendición

Cuando los isleños supieron de este hecho manifestaron su malestar, según expuso el medio británico. "Si hubieran dicho que querían hacerlo, podrían haber obtenido permiso, pero el hecho de que se hayan colado de esta manera es muy decepcionante", dijo el ex marine y residente en las islas Mike Rendell. Otros habitantes de las islas se manifestaron en forma similar, con enojo e indignación.

Para la hija del general, la decisión siempre estuvo ligada al sentimiento que el militar tuvo desde que finalizó la guerra: "Si los ingleses se enojan por el tema, allá ellos. Seguro que mi padre y mi hermano están felices de que sus cenizas estén en Malvinas".

domingo, 23 de junio de 2019

Buques argentinos: ARA "General Belgrano" (C-4)

ARA General Belgrano (C-4)

Military Factory





El crucero de la Armada argentina General Belgrano, perdido en la Guerra de las Malvinas, comenzó su vida como el USS Phoenix de la guerra mundial de los Estados Unidos


Tripulación: 1,138
Longitud: 185.44 metros
Eslora: 18.87 metros
Calado: 5.94 metros
Desplazamiento (superficie): 12,242 toneladas
Propulsión: 2 x calderas de vapor alimentadas con aceite que alimentan 4 x turbinas engranadas que desarrollan 100,000 caballos de fuerza a 4 ejes.
Velocidad (superficie): 32 nudos (37 millas por hora)
Alcance: 9,999 millas náuticas (11,507 millas; 18,519 kilómetros)


Armamento

Cañones MK 16 de 15 x 6 "(5x3) 47 calibres (152 mm) MK en torretas de triple montaje.
8 x 5 "(8x1) 54 calibre (127 mm) Ocho pistolas en monturas individuales.
28 x cañones AA de 40 mm (4x4) (6x2)
20 x cañones AA de 20mm (10x2)
8 x ametralladoras 12 mm (8x1) de calibre 50
2 x sistema antiaéreo de misiles Sea Cat (comprado en Gran Bretaña)

Ala aérea

2 x Aerospatiale Alouette III helicópteros de la marina

Historia

El buque de guerra ARA General Belgrano (C-4) de la Armada Argentina se construyó originalmente como el estadounidense USS Phoenix (CL-46), el quinto de los cruceros de la clase Brooklyn, construido en los Estados Unidos y lanzado en marzo de 1938. El ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941 y tuvo una carrera valiente con nueve estrellas de batalla a su nombre. Fue dada de baja oficialmente del servicio de la Marina de los Estados Unidos en 1946.

La Armada de los EE. UU. vendió dos de los cruceros de la clase de Brooklyn a la Argentina, el USS Phoenix CL-46 y su nave hermana, el USS Boise CL-47, el 9 de abril de 1951. La Armada de la Argentina (ARA) cambió su nombre por el de "ARA 17 de Octubre". (C-4) "mientras que el Boise fue renombrado" ARA Nueve de Julio (C-5) ". Después de la revolución de Perón, el ARA 17 de Octubre C-4 fue renombrado nuevamente como "ARA General Belgrano (C-4)" después de que el padre de la Armada Argentina. Belgrano realizó patrullas marítimas normales y tareas de entrenamiento en el Atlántico sur, protegiendo la patria e islas argentinas que Argentina consideraba su territorio indiscutible.



Durante algún tiempo, Argentina y el Reino Unido estuvieron en desacuerdo entre sí por la propiedad legítima de las Islas Malvinas, las Islas Georgia del Sur y Sandwich del Sur. El 2 de abril de 1982, se inició una guerra no declarada contra Gran Bretaña a través de una invasión argentina y la subsiguiente ocupación de las Islas Malvinas y Georgia del Sur, que llevaron a civiles británicos y fuerzas militares a ser detenidas. La invasión inicial fue considerada legal por Argentina ya que las islas en disputa han estado bajo control argentino desde 1833. A la inversa, Gran Bretaña vio los desembarques y la toma de prisioneros como una invasión del territorio soberano británico en el extranjero, legalmente controlado.

Gran Bretaña, al no tener una gran fuerza naval en el área, lanzó una fuerza de tarea naval para comprometer a la Armada y la Fuerza Aérea Argentina a recuperar las islas. Las fuerzas navales argentinas fueron superadas numéricamente y pasadas de moda por la tecnología actual del momento en comparación con las británicas. El Reino Unido tenía una moderna marina del primer mundo con submarinos nucleares, un gran número de tropas de combate y una base aérea terrestre a corta distancia. La ARA era principalmente de equipos de la Segunda Guerra Mundial, aunque sus aviones eran comparables a los de Gran Bretaña con acceso total a misiles aire-aire y aire-a-barco. El ejército argentino tenía un número suficiente, pero no estaba tan bien entrenado como las Fuerzas Especiales del Reino Unido y el personal general del ejército.

El crucero Belgrano, aunque actualizado en algunas áreas, era esencialmente el mismo barco que cuando se puso en servicio en 1938, capaz de velocidades de hasta 32.5 nudos. Mantuvo su poder de fuego masivo con 15 pistolas principales Mk 16 de 6 pulgadas / 47 cal. (152 mm) capaces de disparar una cáscara de 130 libras a unos 14.5 millas de distancia. Esto fue respaldado por 8 pistolas de 5 pulgadas / 54 cal (127 mm) y pistolas antiaéreas de 40 mm y 20 mm para trabajos de aproximación. Un sistema de misiles antiaéreos Sea Cat británico se había mejorado con dos misiles listos para disparar en 1967/68, aunque no se había realizado ningún disparo de prueba hasta este momento. Para las salidas de suministro y reconocimiento, el Belgrano logró un par de helicópteros Aerospatiale Alouette III franceses. Su complemento normal incluía 1.138 oficiales y marineros.

El general Belgrano abandonó el puerto de Tierra del Fuego el 26 de abril de 1982, con la Fuerza de Tarea 79.3 compuesta por dos destructores: el ARA Piedra Buena (D-29) y el Bouchard (D-26). Ambos buques eran también buques de guerra de la era de la Segunda Guerra Mundial estadounidense. El propósito de la misión era contrarrestar al grupo de trabajo británico que se informó que se dirigía al sur para aterrizar más tropas en las islas. Los militares argentinos decidieron contrarrestar esto y reforzar las islas con más tropas argentinas a su vez. Como parte de estas maniobras, la Belgrano y su grupo de trabajo, junto con el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, recibieron órdenes de tomar posiciones alrededor de las islas.

Para el 29 de abril, los barcos patrullaban el Banco Burdwood al sur de las islas. El 30, el Belgrano fue detectado por el submarino de flota nuclear británico HMS Conqueror. El submarino hizo sombra al crucero durante los días siguientes y solicitó permiso para disparar. Tras una consulta a nivel del Gabinete británico, se tomó la decisión de que el Belgrano demostró ser una amenaza definitiva para el transporte marítimo británico y el Conquistador debería proceder a atacar al Belgrano. El 2 de mayo, Conqueror cerró y disparó tres torpedos Mk 8 mod 4 convencionales, cada uno con una cabeza de guerra Torpex de 800 lb (363 kg). Dos golpearon al Belgrano, el primer golpe de proa en la proa con la sujeción de los mamparos internos. Como tal, el cargador de polvo delantero no detonó.



El segundo torpedo explotó detrás de la segunda chimenea de humo fuera de la cobertura del blindaje lateral, explotando en la sala de máquinas trasera. La explosión explotó en áreas con mucho tráfico antes de matar a unos 275 marineros, revelando un agujero de sesenta pies de largo en la cubierta principal. Si bien la explosión no provocó un incendio a bordo, la detonación resultante produjo un humo denso que limitó las comunicaciones y el rescate. Además, la embarcación comenzó a absorber agua mientras su sistema eléctrico estaba dañado, lo que restringe cualquier comunicación que se envíe a la pantalla del destructor para obtener ayuda. Durante el caos, el Conquistador se retiró silenciosamente a una posición segura para observar.

Habiendo tomado agua, el Belgrano comenzó a listar a babor y hundirse por la cabeza. Apenas veinte minutos después del ataque, el capitán Bonzo del Belgrano ordenó el abandono del barco. Aunque ordenada, la evacuación fue complicada por los mares cada vez más desiguales.

Los dos destructores de la escolta no eran conscientes del hundimiento debido a la falta de una llamada de socorro y se ocuparon de sus asuntos de profundización. Cuando finalmente se reveló que el Belgrano estaba gravemente dañado y que necesitaba ayuda, la noche había caído y el mar se hinchó, haciendo que el rescate de la tripulación en balsas fuera un asunto peligroso. No fue sino hasta el 5 de mayo que toda la tripulación fue rescatada por un esfuerzo conjunto argentino-chileno, y unos 770 hombres fueron localizados y subidos a bordo. El ataque a la Belgrano había reclamado a 321 de su personal.

Después de un compromiso con la tierra, Argentina cedió formalmente el control de las islas al Reino Unido el 14 de junio de 1982, pero no mostró signos de renunciar a sus reclamaciones políticas sobre las islas (una postura que continúa hasta hoy). En 1994, el gobierno argentino y el capitán Bonzo indicaron que el hundimiento del Belgrano fue un acto legal bajo las reglas de compromiso del día.

jueves, 20 de junio de 2019

Anécdotario argentino: "El agua blandita"


El agua blandita

Clarín


La Fuerza de Desembarco sufrió 2 ásperos temporales mientras navegaba hacia las Malvinas.

De hecho, el mal clima obligó a postergar el Día D: pasó del 1 de abril al 2.

Se padecieron vientos de unos 120 kilómetros por hora y olas de hasta 7 metros. Los barcos se bamboleaban tenebrosamente, con inclinaciones cercanas al tope de 55 grados que marca el rolímetro.

El “Cabo San Antonio”, que llevaba el grueso de la tropa, tuvo que refugiarse en el rumbo de capa y bajó la velocidad a 6 nudos (menos de 11 kilómetros por hora).

Entre los nervios y los vaivenes, casi no se podía descansar: algunos trataban de dormir atados o en el piso. E ir al baño resultaba bastante complicado.

-Era difícil acertar -le cuenta a Clarín Miguel Pita, el segundo comandante de la Fuerza de Desembarco-. Y no te podías mantener sentado…

“Parecía que el casco daba de lleno contra algo sólido”, relató Carlos Büsser, el jefe de los infantes.

-Qué fuerza tiene el mar, eh -le observó un cabo.

-Tenga en cuenta que cada metro cúbico de agua pesa una tonelada. Fíjese el tamaño de las olas y calcule contra cuántas toneladas choca el buque…

-Menos mal que las olas son de agua, que es blandita, ¿no?

martes, 18 de junio de 2019

La afirmación de los derechos argentinos y la ocupación británica

Malvinas, islas, y Antártida: La afirmación de derechos y la ocupación británica

Dr. César Leren





Cuando el 30 noviembre de 1973 el presidente Juan D. Perón promulgó la Ley 20.561 que declaró el día «de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y del sector antártico» el 10 de junio, como «expresión de soberanía», utilizando para ello, la fecha que en 1829 el Gobernador de Buenos Aires Brig. Gral. Martín Rodriguez creó la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y adyacentes al Cabo de Hornos y, estableció también mecanismos que pusieran de manifiesto «las agresiones sufridas por la República en la región»

Luego, cuando se reformó en 1994 la Constitución Nacional, estableciendo en las “Disposiciones Transitorias” que «La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino» nadie podía imaginarse que se tratarían de meras declaraciones inconducentes en manos del Poder Ejecutivo Nacional.

Mientras el pasado 29 de mayo los ocupantes británicos en Malvinas resolvieron ratificar, lo ya resuelto en 2012, respecto a extender en 1 millón de km2 un Área Marítima Protegida alrededor de las Islas Georgias y Sándwich del Sur, corroborando la vocación invasiva británica en el Atlántico Sur y Océano Antártico, violando las Res. de la ONU 31/49 que pidió a ambos gobiernos que aceleren las negociaciones de soberanía e instó a las partes a abstenerse de adoptar modificaciones unilaterales mientras no se realicen las negociaciones relativas a la disputa sobre soberanía (Res. 2065/65 y Res. 3160/73) y, en igual sentido, por analogía, las Res. de la ONU Nº 3171/73 y ONU 3175/73 relativas a soberanía sobre los recursos naturales que no deben explotarse en el país ocupado, el canciller Jorge Faurie, manifestaba que después de tres año y medio, el gobierno trabaja para “crear condiciones de diálogo y llevar adelante una política de recrear confianza y crear condiciones para un diálogo”.

Para “recrear esa confianza”, a la que refiere el ministro, ya la Argentina acordó investigar recursos pesqueros que son vitales para la economía de las Islas (140 mil millones de dólares de productos finales desde 1976); otorgó a favor de tres empresas inglesas áreas estratégicas en el atlántico sur para la explotación petrolera offshore; acordó nuevos vuelos -resignando la línea área de bandera argentina- a San Pablo, que facilitarán la logística y el comercio de las Islas con el mundo.

Habría que observarle al ministro Faurie que es muy ingenuo para ser el canciller o tiene una errónea apreciación respecto a que la desconfianza inglesa habría “surgido con el conflicto bélico” (sic). Las Islas fueron ocupadas en 1883 y, las Naciones Unidas, desde hace 54 años que instan sin solución de continuidad a ambos países a negociar la soberanía, sin que jamás el Reino Unido se hubiese dignado a hacerlo. La invasión y ocupación estratégica británica es una cuestión geopolítica y, si nuestro ministro de Relaciones Exteriores no lo ha entendido, estamos en serios problemas, porque no ha entendido que vivimos en un país ocupado (1.639.900 km2 marítimos e insulares) y, que, la voluntad popular de los argentinos ratificó «su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y, Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes».

¿Pensará el canciller argentino, que la base misilística instalada en Malvinas, es para evitar un nuevo intento armado de recuperar las Islas por parte de los argentinos? Bueno, ello sería suponer que los ingleses no conocen nuestra limitadísima capacidad de fuego y que nuestro presupuesto de defensa es similar al de Chile o Perú, con un territorio continental y marítimo infinitamente menor.

Aquí no se trata de cuestionar idoneidades, se trata de establecer una estrategia nacional para dar cumplimiento a la voluntad popular plasmada en la Constitución Nacional y, en ello, desde el inicio de esta gestión, en su intento infructuoso por recrear confianza, el canciller incumple con lo prescripto en la Carta Magna y, en todo caso, ajusta su proceder a todo lo acordado en el Tratado de Madrid, cuyo contenido no cuenta con la aprobación del Congreso de la Nación.
Se lo llamó “Relaciones Carnales”, ahora “restablecer Confianza”. Por razones de decoro, omitimos decir de que se trata.

No será posible recuperar Malvinas y los territorios marítimos ocupados, sino se deroga el referido Tratado de Madrid y el consecuente acuerdo Foradori-Duncan; se denuncia al Reino Unido ante los organismos internacionales por la explotación y depredación de los recursos pesqueros de la Argentina; se acuerda la explotación de los recursos originarios en el área adyacente a la ZEE con los países que pescan nuestros recursos migratorios; se promueva ante la UE -con motivo del Brexit- la colocación de los mismos aranceles de importación que sufren los productos argentinos, a los originados en las Islas o los países que capturen bajo su licencia ilegal; se deje sin efectos los vuelos que desde las Islas transponen nuestro espacio aéreo; se acuerde con la República Oriental del Uruguay para finalizar con el apoyo logístico que le prestan sus puertos a los buques extranjeros; se dote a las fuerzas navales de nuestro país de los medios aptos para ocupar y controlar el territorio marítimo y continental patagónico, se lleve adelante una política activa en el Atlántico Sur, considerando a este espacio, de función social, interés y desarrollo para todos los argentinos.
La soberanía no se declama. Se ejerce. (DR. CÉSAR AUGUSTO LERENA)

Fundación Nuestro Mar

* El autor es experto en Atlántico Sur y Pesca, ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Ctes) ex Profesor Universidad UNNE y FASTA, Asesor en el Senado de la Nación, Doctor en Ciencias, Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

domingo, 16 de junio de 2019

COAN: El coraje sobre las islas

El coraje de la Aviación Naval en Malvinas

Gaceta Marinera



Hay una foto. Se ve rústica e íntima. La imagen es icónica porque a partir de ella se puede contar cómo fue la Guerra de Malvinas para la Aviación Naval: audacia y coraje en cada batalla, pero con un profesionalismo reconocido mundialmente.

A la foto la tomaron el 4 de mayo de 1982 en Río Grande, la tarde después de haber atacado al primer buque que perdió la Marina Británica desde la Segunda Guerra Mundial.

En la imagen, un piloto aeronaval sostiene un stencil sobre el fuselaje del Super Etendard 3-A-202 para pintar la silueta negra del destructor HMS “Sheffield”. El dibujo va con una equis roja encima, de hundido.

El que sostiene la plantilla es el Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz, uno de los dos pilotos de la Armada que atacaron y hundieron al buque inglés.



Si bien un helicóptero Alouette de la Aviación Naval disparó sobre fuerzas inglesas en la reconquista de las Georgias del Sur, el 3 de abril, los días de mayo fueron en los que cobró mayor protagonismo su accionar.

Como el día de la foto. Esa madrugada, un avión Neptune de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración descubrió al “Sheffield”, y a media mañana los SuperEtendard piloteados por el Capitán Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando Mayora despegaron de Río Grande rumbo a las Malvinas. Salían a cazar armados con misiles Exocet.

—¡¡Lanzar, ahora!! —ordena Bedacarratz. Mayora no oye bien la orden, pero ve el lanzamiento, pulsa su gatillo, el misil desprende, cae y se enciende… segundos eternos. El “Sheffield” no detecta el ataque hasta que un oficial en el puente de comando divisa casi al ras del mar una estela. Cinco segundos después, el Exocet impacta justo en el centro del buque donde está la sala de operaciones, 2 metros y medio sobre la línea de flotación. Del agujero que queda sale una columna de fuego y humo de 30 metros, incontrolable, que incendia el buque y obliga a abandonarlo. El “Sheffield” agoniza 6 días. Hundido.



Aquella batalla constituye un hito táctico porque nunca antes en la historia se había usado la combinación explorador-avión de ataque.

Osadía y valentía en cada acción, como el día que los británicos llegaron con toda su fuerza a las islas. Ese 21 de mayo, en vuelo de reconocimiento, armado y sin escoltas, el Teniente de Navío Owen Crippa descubre el desembarco en el Estrecho de San Carlos: barcos y más barcos, movimiento de lanchas y tropas al Norte de las Malvinas.

A bordo de un avión Aermacchi MB339, se lanza solo al ataque, con cañones y cohetes que dan contra la fragata HMS “Argonaut”, en medio de un intenso fuego antiaéreo enemigo proveniente de los buques que apoyan el desembarco. En su arremetida debe recobrar muy fuerte su avión para evitar chocarlo. Piensa: “Si giro hacia el Estrecho, me bajan. Mejor me meto entre ellos”. Microsegundos de una decisión acertada: pasa entre medio de los buques ingleses y la defensa antiaérea de la Flota queda helada ante la hazaña de Crippa. No pueden dispararle porque se pegarían entre ellos.

El Teniente Crippa vuelve, observa y dibuja un croquis de la ubicación y cantidad de buques. Tras su arribo al aeropuerto de Malvinas y luego de pasar un informe de la situación, todas las unidades aéreas se preparan para atacar el desembarco.

 

Ese mismo día, aviones A-4Q Skyhawk de la Tercera Escuadrilla de Caza y Ataque rematan al HMS “Ardent”, que ya estaba herido por un ataque anterior de la Fuerza Aérea. Una sección al mando del Capitán de Corbeta Alberto Phillippi descarga sus 12 bombas de 500 libras, destruyendo el lanzamisiles antiaéreo. Tras el ataque, una patrulla de aviones Sea Harrier británicos detecta a los A-4Q argentinos y derriban al Capitán Phillippi y al Teniente de Fragata José Arca, que logran eyectarse, y al Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez, que fallece.

Al teniente Arca lo rescata un helicóptero del Ejército Argentino; el Capitán Phillippi nada hasta la costa y sobrevive en el terreno 3 días, hasta que llega al campo de un isleño de origen británico que le da cobijo. Detrás, otra sección de A-4Q Skyhawk, al mando del Teniente de Navío Benito Rótolo e integrada por los tenientes de navío Carlos Lecour y Roberto Sylvester, descarga sus bombas que impactan sobre la popa de la fragata HMS “Ardent”, que no puede parar de arder en llamas hasta el día siguiente. Hundido.



23 de mayo por la mañana, en la Bahía de San Carlos, otros tres A-4-Q Skyhawk piloteados por los capitanes de corbeta Rodolfo Castro Fox y Carlos María Zubizarreta y el Teniente de Navío Marco Aurelio Benítez pasan rasantes y lanzan bombas a un destructor tipo County, se estima que es el HMS “Antrim”, que queda averiado.

También arremeten contra la fragata HMS “Antelope”, que ya había sido atacada por la Fuerza Aérea. Al regreso de esta misión, la pista y las condiciones meteorológicas muy adversas le ocasionan problemas en el aterrizaje al Capitán Zubizarreta, que muere al intentar eyectarse de su avión despistado.

El “Antelope” sucumbía por los ataques aéreos argentinos, a pesar de que intentaron remolcarlo para desactivar las bombas que habían penetrado en su interior. Una, que parecía fallida, explota y lo abre desde la línea de flotación hasta la chimenea. El buque inglés se apaga, consumido por el fuego y cegado por el humo, y los británicos lo abandonan. Durante la noche sigue ardiendo y detonando por dentro hasta que se quiebra al medio y se hunde.


Otra imagen icónica de la Guerra de Malvinas.

El 25 de mayo, Día de la Patria, dos SuperEtendard de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque piloteados por el Capitán de Corbeta Roberto Curilovic y el Teniente de Navío Julio Barraza le dieron un golpe descomunal a la logística de la flota británica al atacar con los ya gloriosos misiles Exocet AM-39 al eco más grande en los radares: pensaron que era un portaviones, pero horas más tarde se enteraron que habían herido de muerte al portacontenedores “AtlanticConveyor”. La pérdida para los británicos fue millonaria: una docena de aeronaves, combustible, vehículos de combate, repuestos, carpas, armamento, pertrechos para las tropas y material para construir una pista de aterrizaje móvil.



Con el último misil Exocet, dos Super Etendard de la Aviación Naval se lanzaron a atacar al portaaviones HMS “Invencible”, al Este de las Malvinas. Era el 30 de mayo y contaron con el apoyo de 4 aviones de la Fuerza Aérea. Fue la única operación conjunta entre ambas Fuerzas y la última misión de los Super, piloteados por el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco y el Teniente de Navío Luis Collavino.

Los radares de Puerto Argentino ya lo tenían ubicado, pero el buque estaba en alerta y a la espera de los aviones. Fue una misión de puro riesgo y valor que consistía en herir al portaviones con el Exocet y rematarlo con las bombas que descargaran los A4 de la Fuerza Aérea.

—Enganchado el más grande. Lanzo misil —dice el Capitán Francisco, a unas 20 millas del blanco.

Al último Exocet lo ven desprenderse y caer del Super hasta casi tocar el agua, encender el motor y salir volando a su objetivo, dejando detrás una estela blanquecina. Los A4 siguen la estela del misil, que va a Match 1 y se pierde de vista. Dos de los A4 son derribados, los otros dos ven una columna crepitante de humo negro y lo toman como una señal para descargar su artillería sobre el buque portaviones.

Según el gobierno británico, al “Invencible” no le hicieron nada. Según el radar de Puerto Argentino, la actividad de vuelo se redujo a la mitad inmediatamente después de esa misión y el buque se retiró de la zona.