viernes, 22 de junio de 2018

Los gauchos de Malvinas antes de la invasión británica

En Malvinas hubo mate y gauchos: un libro recupera las pinturas que los retratan

En un rincón olvidado del Museo de Puerto Argentino, en las islas Malvinas, hay una pintura que muestra a un gaucho tomando mate. Esta pequeña obra de arte disparó la curiosidad de Marcelo Beccaceci, escritor especialista en temas patagónicos, que comenzó a buscar su autor.





La historia lo llevó a dar con dos hermanos descendientes de ingleses que guardan bajo llave en un altillo de una vieja casona en Pilar la colección completa de acuarelas que pintó en 1852 William Dale, hijo de John Pownall Dale, que fue gerente de la Falkland Islands Company, empresa que perdura hasta nuestros días.

El joven William dejó una trascendental obra, pintando la vida de aquellos hombres que abandonaron el horizonte pampeano para trabajar en los campos australes. "Hasta el día de hoy es el único registro gráfico de la presencia de los gauchos en las islas", explica Beccaceci.

Gauchos de Malvinas es el título del libro de Beccaceci que se presentó el domingo en la Feria del Libro, en él se reproducen acuarelas que muestran a los gauchos haciendo asados, arrinconando toros y arreando vacas en las Malvinas. La historia de la presencia gaucha en las islas se remonta a principios del siglo XIX.

La profunda investigación de Beccaceci recupera las primeras huellas de un camino criollo que puede verse hoy en accidentes topográficos y en tradiciones en el interior profundo de las islas. "En el Museo de Puerto Argentino no me quisieron dar datos, allí el tema de los gauchos es un asunto que trae controversias. Los kelpers sostienen que también existieron gauchos ingleses, aunque todo lo que saben lo aprendieron de los argentinos", dice Beccaceci.

Tras la pista de las acuarelas

De regreso al continente, habló con un editor de libros ingleses y le comentó acerca de la acuarela que había visto. "Sé quiénes tienen la colección completa, pero no estoy autorizado a decirlo", le dijo. Para esa altura, Beccaceci ya tenía una obsesión: hallar las acuarelas que reproducían la vida de los gauchos en las islas.

"Una tarde estaba en la vereda en mi casa y hablo con una vecina, me comenta que estaba cuidando a un anciano que tenía alzheimer y que era de la colectividad inglesa", la sorpresa fue mayor cuando le dijo el nombre: se trataba del editor inglés. Beccaceci tenía probados indicios de que las acuarelas las tenían los hermanos Lough. "Los conozco, van a visitarlo", le afirmó su vecina. De esta particular manera, el autor halló finalmente la colección completa de las acuarelas que pintó William Dale.

Con cierta reserva, Tim y Gavin Lough le permitieron a Beccaceci conocer las acuarelas, fotografiarlas, y a partir de ellas contar la historia de los gauchos de Malvinas. Recopilando datos del Archivo Histórico Nacional y de documentos que halló en Puerto Argentino, pudo rearmar el recorrido de los gauchos que fueron a explotar el ganado que habían dejado los españoles cuando ocuparon las islas hasta 1811.

Después de la Independencia, en febrero de 1824, llegó la primera expedición de gauchos a las islas con 26 de estos hombres y cinco caballos. Los hermanos Vernet -comerciantes franceses que vivían en Buenos Aires- financiaron gran parte de esta empresa. Este primer viaje fue un fracaso, el ganado estaba lejos de la costa y los gauchos, en su mayoría del litoral, no pudieron hacer mucho. A la espera de ayuda, hasta el año siguiente quedó un pequeño grupo que sobrevivió como pudo. Así comenzó la gesta gauchesca en Malvinas.

Vida dura

Las propias inclemencias de la situación geográfica insular, la soledad y los pocos recursos hicieron que la vida de los gauchos fuese dura. Además, se le agregó la mala administración de Vernet, quien lejos de protegerlos les impuso condiciones de trabajo adversas.

Les pagaba en bonos y debían comprarse las sogas, aperos y los insumos propios del trabajo campero en el almacén que el mismo francés montó en Puerto Luis. Lo poco que ganaban, lo gastaban allí. Sólo le aseguraban carne y un pasaje de regreso a Argentina que rara vez se cumplía. La situación de explotación alcanzó su punto de mayor tensión en 1833 cuando ocurrió la sublevación del gaucho Antonio Rivero, quien asesinó a los empleados de Vernet.

"Durante años se intentó reversionar este episodio como un acto de patriotismo, pero Rivero en ningún momento enarbola la bandera argentina", afirma Beccaceci. Este episodio apresuró los planes británicos sobre la soberanía de las islas, y desde esta fecha la ocupación es permanente.

El dato histórico es que gran parte de los gauchos permanecieron en las islas, conviviendo con los ingleses, las acuarelas prueban esto. "Es una parte de nuestra historia que fue tapada, mi inquietud es recuperar la identidad de los que están enterrados allí", reflexiona Beccaceci.

La tradición gaucha perdura hasta hoy en las Malvinas y no sin cierta polémica. LA NACION preguntó en un grupo de Facebook kelper qué opinión tenían de los gauchos. "Algunas familias pueden rastrear su linaje hasta los gauchos, por ejemplo a 12 millas de Puerto Stanley hay una granja que se llama 'Estancia', allí hay un corral de la época de los gauchos, que es un sitio protegido", afirma Taff Davies. Sobre el gaucho Rivero, las opiniones se unifican: "Los argentinos lo han convertido en una especie de Robin Hood, cuando en realidad era un ser despiadado", concluye este kelper.

Guillermo Stoessel vive en Caleta Olivia y hace un mes regresó de recorrer las islas en bicicleta. En la ruta se encontró con un isleño. "Me ofreció su cocina y pasé la noche en su granja, cuando estaba por hacerme un mate, él sacó yerba y un mate: 'Es una herencia de los viejos gauchos'", me dijo. También reconoció que en el interior de las islas, además de corrales, perduran los alambrados de quebracho que hicieron los gauchos pioneros. (Leandro Vesco- LA NACION)


Fundación Nuestro Mar

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